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CUADERNOS DE BDSM - nº 23<br />

Fragmento de la novela “Amores Imposibles”, por Hermes Solenzol.<br />

Nada más terminar de almorzar fueron los dos corriendo al hotel, entrecruzando las<br />

calles y los soportales. Cecilia se alegró: no quería desaprovechar un segundo más de ese fin de<br />

semana tan precioso para ella. Julio había conseguido sacarla del pozo de dudas y desesperanza<br />

en el que había terminado la mañana, a base de buen humor y prestarle su más completa<br />

atención. Sabía que tarde o temprano tendría que enfrentarse con el problema, pero no quería<br />

que enturbiara esas horas de intimidad con Julio.<br />

-¿Has traído los instrumentos? -le preguntó Julio en la habitación.<br />

-Sí, mira… -Cecilia los fue sacando y poniendo en fila sobre la cómoda: el cepillo, el<br />

plug, varias cuerdas, lubricante y un consolador de goma.<br />

-La vara está dentro del paraguas. ¿Quieres que la saque?<br />

-No, hoy tampoco la voy a usar. No pongas esa cara, ya sabes que estás aquí para hacer<br />

lo que yo diga. Anda, desnúdate.<br />

Él se desnudó al tiempo que ella lo hacía. Se metió enseguida en la cama.<br />

-No, tú te quedas fuera -le dijo cuando la vio acercarse-. Voy a poner a prueba tu<br />

obediencia.<br />

Conocía bien esa expresión de Julio: la sonrisa burlona, los ojos brillantes de excitación,<br />

el ceño levemente fruncido. Había entrado en su estado sádico. ¡Había deseado tanto volver a<br />

verlo así! Aunque ahora no podía evitar que le temblase un poco el pulso de miedo y<br />

anticipación. Sabía que Julio iba a tratarla con dureza. Si no lo hacía, los dos quedarían<br />

decepcionados.<br />

-Haré lo que tú me mandes sin rechistar.<br />

-Veo que has traído un consolador bastante grande. ¿Te lo podrás meter, a pesar de tu<br />

herida?<br />

Cecilia cogió el consolador de la cómoda. Lo había comprado hacía un par de meses en<br />

una de las nuevas sex-shops que habían abierto en Madrid. Era de goma, con la forma de una<br />

polla grande y retorcida, el tallo surcado de venas abultadas, el glande con un grueso reborde.<br />

-Creo que mi conejito herido se las podrá apañar, con una buena dosis de esto -le dijo<br />

enseñándole el bote de lubricante.<br />

-Vale… Pero si te duele para, ¿eh? No seas bruta. Ponte de rodillas de espaldas a mí y<br />

abre bien las piernas, que te vea bien.<br />

Cecilia fue al cuarto de baño volvió con dos toallas. Colocó una sobre la cama y se<br />

arrodilló sobre ella. Embardunó bien el consolador con el lubricante, utilizando la otra toalla<br />

para secarse las manos. Apuntó el consolador a su vagina. Sintió una considerable presión<br />

cuando la polla de plástico se abriendo paso entre sus labios.<br />

-Creo que lo voy a conseguir, pero ten un poco de paciencia. ¿Me ves bien?<br />

-Perfectamente. Conociéndote como te conozco, sé que te lo vas a tragar enterito.<br />

Fóllate como más te guste, quiero verte gozar. Pero mientras lo haces, me vas a explicar con<br />

todo lujo de detalles lo zorra que eres. Ya sabes a lo que me refiero…<br />

CuadernosBDSM es un proyecto sin ánimo de lucro y su distribución es libre y gratuita, sólo para PÙBLICO ADULTO.<br />

Los artículos pertenecen a sus autores. Está prohibido modificar los textos, así como comerciar con este material.<br />

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