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01.04.2014 Views

CUADERNOS DE BDSM - nº 23 de acero diríase la cabeza del refulgente ofidio. Linda es, en verdad ¿Qué menos podía haber yo buscado para encadenar al primer pintor de los Estados Unidos? Nelly cubría su maravillosa figura con un soberbio abrigo de nutria que llegaba hasta media pierna; enfundaba éstas en medias plomo y unos picudos zapatos de charol, de inverosímil altísimo tacón, acababan de prestar más arrogancia a la divina rubia. ¿Comenzamos hoy? Preguntó ella Ahora mismo, si usted lo desea Pues le encadenaré … Sin quitarse el abrigo, avanzó Nelly hasta él, sacó la cadenita del estuche, y dándole dos vueltas con ella a los tobillos del pintor, la cerró por los dos extremos con el candadito. … Wyly adivinaba la maldad de aquella mujer al dejarse las medias transparentes, las ligas procaces y los zapatos. Sin tales prendas quizá hubiera resistido la tentación horrible, el afán enorme que le sacudía haciéndole querer forzar las cadenas que le sujetaban, sin las cuales ya hubiera saltado sobre ella en loca acometida ..las cadenas, en su loco intentar desprenderse de ellas, se hundían en su carne. El dolor avivaba más sus ansias de posesión y era como una espuela que enardecía los potros desbocados de su lujuria … Una tarde, recuerdo que me tiré al suelo y a gatas, arrastrándome, llegué hasta el diván donde ella posaba con las piernas entreabiertas… Ella, sin duda, me vio y tuvo la crueldad de dejarme llevar hasta donde se encontraba. Casi percibí el aroma extraño, acre, a hembra, que exhalaba su feminidad, y cuando yo trataba de poner mi boca en la entreabierta brecha tentadora, me empujó rudamente con uno de sus tacones, dejándome en la cara la huella de su tacón.” Frente a muestras de disfrute hedonista del SM como las que acabamos de ver, en las novelas de Antonio de Hoyos y Vinent se dibuja una visión contrapuesta en la que el sadomasoquismo no se asocia directamente al placer sexual si no que se presenta como reflejo de un estado de decadencia moral y una atmosfera de violencia latente. Se trata, en la mayoría de las obras de Hoyos, de una pulsión personificada mediante diversos arquetipos, personajes atormentados, desde la mujer fatal representada por la protagonista de El monstruo (1915), Helena Lorenzio, al aristócrata decadente de La vejez de Heliogábalo (1912) pasando por el sadomasoquismo de Lorenzo, personaje principal de Lobas de arrabal (1920) 37 37 Mª del Carmen ALFONSO GARCÍA: Antonio de Hoyos y Vinent, una figura del decadentismo hispánico. Oviedo: Universidad, 1998. José Antonio SANZ RAMÍREZ: Antonio de Hoyos y Vinent: genealogía y elogio de la pasión [Tesis doctoral] Madrid: Universidad Complutense, 2010. CuadernosBDSM es un proyecto sin ánimo de lucro y su distribución es libre y gratuita, sólo para PÙBLICO ADULTO. Los artículos pertenecen a sus autores. Está prohibido modificar los textos, así como comerciar con este material. Pag. 120

CUADERNOS DE BDSM - nº 23 En El retorno (1913) Hoyos confronta lo sagrado y lo profano y aparece una escena que de algún modo representa a la perfección uno de los tópicos literarios del SM español de la época, o sea, la correlación entre prácticas SM y prácticas religiosas. No son pocas, por ejemplo, las flagelaciones que se justifican como acto de penitencia o de mortificación. Ernestina, la protagonista femenina de El retorno, sintiéndose abandonada por Miguel, su pareja, le suplica: “¿Me quieres, di, me quieres? ¡Yo seré tu criada, tu esclava, tu perro, pero quiéreme!” Pero Miguel vive preso de un fervor religioso y místico exacerbado y ve a su mujer como la peor de las tentaciones y la encarnación del pecado, así que reacciona violentamente: “el espectáculo de aquella desnudez excitando a Miguel despertó su crueldad; el brazo implacable se alzó y las disciplinas cayeron nuevamente sobre el torso desnudo… -¡Toma, miserable, mujerzuela, engendro del infierno!... Los hierros caían feroces sobre las carnes, trazando azuladas rayas. Ernestina se retorcía como una poseída, lanzaba aullidos de dolor que se perdían en el horrísono de la tempestad e imploraban compasión. Los golpes redoblaron, brotó la sangre y Miguel, asqueado, espantado de su obra, cogió a la infeliz por los cabellos y arrastrándola hasta la puerta la arrojó al pasillo. Después, enloquecido, volvió las disciplinas contra si y comenzó implacable a flagelarse. Por fin, semidesnudo, rendido, anhelante, sudoroso y cubierto de sangre cayó de rodillas a los pies del crucifijo. -¡Jesucristo! ¡Misericordia!” 38 Más allá de la literatura erótica propiamente dicha, la crítica detecta ecos más matizados de sadomasoquismo, fetichismo y prácticas afines en otros géneros literarios y en autores consagrados como Clarín o Valle-Inclán 39 . Vimos asimismo como Arturo Sallarés mencionaba a Palacio Valdés, posiblemente a causa de la escena de flagelación que aparece en Marta y María (1883). 38 Antonio de HOYOS y VINENT: El retorno. Madrid, 1913 [colección El libro popular, 3]. Ilustraciones de Pedraza 39 Véase, por ejemplo Ana CASAS: “Placeres prohibidos y transgresión moral: mujer y sexualidad en el cuento del fin de siglo”, accesible en línea desde http://pendientedemigracion.ucm.es/info/especulo/numero46/placepro.html Lucía ETXEBARRIA y Sonia NÚÑEZ PUENTE: En brazos de la mujer fetiche. Barcelona: Destino, 2007 han comentado ampliamente el fetichismo del pie patente en La Regenta, entre otros fetichismos literarios de diverso tipo. CuadernosBDSM es un proyecto sin ánimo de lucro y su distribución es libre y gratuita, sólo para PÙBLICO ADULTO. Los artículos pertenecen a sus autores. Está prohibido modificar los textos, así como comerciar con este material. Pag. 121

CUADERNOS DE BDSM - nº 23<br />

de acero diríase la cabeza del refulgente ofidio.<br />

Linda es, en verdad<br />

¿Qué menos podía haber yo buscado para encadenar al primer pintor de los<br />

Estados Unidos?<br />

Nelly cubría su maravillosa figura con un soberbio abrigo de nutria que llegaba<br />

hasta media pierna; enfundaba éstas en medias plomo y unos picudos zapatos de<br />

charol, de inverosímil altísimo tacón, acababan de prestar más arrogancia a la<br />

divina rubia.<br />

¿Comenzamos hoy? Preguntó ella<br />

Ahora mismo, si usted lo desea<br />

Pues le encadenaré<br />

…<br />

Sin quitarse el abrigo, avanzó Nelly hasta él, sacó la cadenita del estuche, y<br />

dándole dos vueltas con ella a los tobillos del pintor, la cerró por los dos<br />

extremos con el candadito.<br />

…<br />

Wyly adivinaba la maldad de aquella mujer al dejarse las medias transparentes,<br />

las ligas procaces y los zapatos. Sin tales prendas quizá hubiera resistido la<br />

tentación horrible, el afán enorme que le sacudía haciéndole querer forzar las<br />

cadenas que le sujetaban, sin las cuales ya hubiera saltado sobre ella en loca<br />

acometida<br />

..las cadenas, en su loco intentar desprenderse de ellas, se hundían en su carne.<br />

El dolor avivaba más sus ansias de posesión y era como una espuela que<br />

enardecía los potros desbocados de su lujuria<br />

… Una tarde, recuerdo que me tiré al suelo y a gatas, arrastrándome, llegué<br />

hasta el diván donde ella posaba con las piernas entreabiertas… Ella, sin duda,<br />

me vio y tuvo la crueldad de dejarme llevar hasta donde se encontraba. Casi<br />

percibí el aroma extraño, acre, a hembra, que exhalaba su feminidad, y cuando yo<br />

trataba de poner mi boca en la entreabierta brecha tentadora, me empujó<br />

rudamente con uno de sus tacones, dejándome en la cara la huella de su tacón.”<br />

Frente a muestras de disfrute hedonista del SM como las que acabamos de ver, en las<br />

novelas de Antonio de Hoyos y Vinent se dibuja una visión contrapuesta en la que el<br />

sadomasoquismo no se asocia directamente al placer sexual si no que se presenta como<br />

reflejo de un estado de decadencia moral y una atmosfera de violencia latente. Se trata,<br />

en la mayoría de las obras de Hoyos, de una pulsión personificada mediante diversos<br />

arquetipos, personajes atormentados, desde la mujer fatal representada por la<br />

protagonista de El monstruo (1915), Helena Lorenzio, al aristócrata decadente de La<br />

vejez de Heliogábalo (1912) pasando por el sadomasoquismo de Lorenzo, personaje<br />

principal de Lobas de arrabal (1920) 37<br />

37 Mª del Carmen ALFONSO GARCÍA: Antonio de Hoyos y Vinent, una figura del<br />

decadentismo hispánico. Oviedo: Universidad, 1998.<br />

José Antonio SANZ RAMÍREZ: Antonio de Hoyos y Vinent: genealogía y elogio de la<br />

pasión [Tesis doctoral] Madrid: Universidad Complutense, 2010.<br />

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Pag. 120

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