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Síndrome peritoneal Peritonitis Habana, Cuba

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<strong>Síndrome</strong> <strong>peritoneal</strong><br />

<strong>Peritonitis</strong><br />

<strong>Habana</strong>, <strong>Cuba</strong><br />

2012<br />

1


Autores:<br />

Rómulo Soler Vaillant<br />

Doctor en Ciencias<br />

Profesor Titular<br />

Juan Carlos Pérez Cárdenas<br />

Master en Ciencias<br />

Profesor Auxiliar de Anatomía Patológica<br />

Giselle Albertini López<br />

Instructora de Cirugía General<br />

Saturnino Ramos Gonzáles<br />

Instructor de Cirugía General<br />

Félix Fernández Díaz<br />

Asistente de Cirugía General<br />

Abdomen Agudo<br />

El abdomen agudo es una de las entidades médicas más comunes dentro de las enfermedades<br />

quirúrgicas y numerosas son sus causas y órganos involucrados en estos procesos, lo que lo hace<br />

más complejo, sobre todo en su evolución clínica, diagnóstico y terapéutica.<br />

Abdomen agudo: Proceso de carácter grave y evolución rápida que se desarrolla en la cavidad<br />

<strong>peritoneal</strong> y que casi siempre exige intervención quirúrgica urgente.<br />

2


Puede producirse un cuadro de abdomen agudo por un proceso inflamatorio agudo que abarque uno<br />

o más órganos o por un trauma. Igualmente se ha tratado de clasificar el abdomen agudo de<br />

diferentes maneras, pero preferimos agruparlo en tres grupos:<br />

1. Inflamatorio o perforativo.<br />

2. De causa obstructiva.<br />

3. Proceso vascular o hemorrágico.<br />

Clasificación sindrómica<br />

- <strong>Peritonitis</strong><br />

- Hemorrágico<br />

- Oclusivo<br />

- Mixto o indefinido<br />

De acuerdo a los síntomas el abdomen agudo puede adoptar otra clasificación:<br />

Con sintomatología<br />

Definida<br />

Peritoneal<br />

Hemorrágico<br />

Obstructivo<br />

Indefinida<br />

de torsión<br />

perforativo<br />

Grandes dramas abdominales<br />

Pancreatitis aguda<br />

Trombosis mesentérica<br />

Vólvulo total de intestino delgado<br />

Clasificación evolutiva<br />

Período inicial Período de estado Período final<br />

3


Anorexia.<br />

Constipación.<br />

Epigastralgia.<br />

Flatulencia. Náuseas.<br />

Vómitos. Febrícula.<br />

Síntomas y signos<br />

propios de los<br />

diversos síndromes<br />

del abdomen agudo.<br />

Deshidratación.<br />

Trastornos electrolíticos.<br />

<strong>Síndrome</strong> toxinfeccioso por la<br />

peritonitis generalizada.<br />

Muerte por disfunción múltiple<br />

de órganos (DMO).<br />

Enfermedades que simulan abdomen agudo<br />

• Adenitis mesentérica<br />

• Cólico biliar<br />

• Afecciones renouretales<br />

• Dolor úterovárico<br />

• Neumonía, pleuritis<br />

• Fiebre tifoidea<br />

• Acidosis diabética<br />

• Sicklemia<br />

• Crisis gástrica (tabes)<br />

• Enterocolitis<br />

• Meningitis<br />

• Porfiria aguda<br />

• Intoxicación plúmbica<br />

• Enfermedad de Kawasaki<br />

• Hepatitis aguda<br />

• Púrpura de Henoch-Schonlein<br />

• Constipación<br />

<strong>Síndrome</strong> <strong>peritoneal</strong>-peritonitis<br />

<strong>Peritonitis</strong>. Inflamación de una parte o de toda la cavidad abdominal por invasión bacteriana o<br />

irritación química. La peritonitis es un síndrome que agrupa a un conjunto de entidades nosológicas,<br />

diversas en su etiología y comportamiento, pero que tiene un gran denominador común: la<br />

inflamación de parte o de todo el peritoneo que cubre las vísceras abdominales y las paredes internas<br />

del abdomen. En la mayoría de los casos, no en todos, se traduce por dolor a la descompresión<br />

abdominal.<br />

La peritonitis o inflamación de la cavidad <strong>peritoneal</strong>, es considerada generalizada cuando el proceso<br />

inflamatorio, generalmente de causa séptica se ha diseminado difusamente por toda la cavidad<br />

abdominal, y localizada cuando se limita a una zona restringida. Pudiendo ser en cualquiera de estos<br />

dos tipos, aguda o crónica.<br />

Múltiples son los gérmenes causales de la peritonitis y su puerta de entrada es a menudo a través de<br />

una perforación, alteración de la viabilidad de algún segmento intra<strong>peritoneal</strong> del tubo digestivo, de<br />

las vías biliares, de órganos de la pelvis femenina, o como consecuencia de un fallo de sutura<br />

gastrointestinal.<br />

Cuando la puerta de entrada es oscura, se cree que la infección llega a la cavidad <strong>peritoneal</strong> a través<br />

4


de la corriente sanguínea o linfática, con un origen extraabdominal. Otras veces la peritonitis se debe<br />

a sustancias irritantes que irrumpen insidiosa o bruscamente en la cavidad <strong>peritoneal</strong>, tales como:<br />

contenido gastrointestinal, sangre, bilis, orina, secreciones pancreáticas y cuerpos extraños.<br />

Tipos<br />

Primaria<br />

La enfermedad <strong>peritoneal</strong> no es<br />

debida a focos sépticos dentro<br />

de la cavidad <strong>peritoneal</strong>.<br />

Secundaria<br />

Causas frecuentes: apendicitis, úlcera<br />

perforada, colecistitis aguda y otras.<br />

Terciaria<br />

Mecanismos de defensa inadecuados o infecciones<br />

Intercurrentes ante las cuales el organismo del paciente<br />

no logra detener la infección.<br />

Se define la <strong>Peritonitis</strong> Primaria (PP) como la infección difusa <strong>peritoneal</strong> que no tiene un aparente<br />

foco gastrointestinal, enfermedad rara y de difícil diagnóstico, que se presenta a cualquier edad, con<br />

mayor frecuencia en niños con alguna enfermedad de base como el síndrome nefrótico.<br />

Sin embargo en la edad adulta se presenta mayormente en pacientes aquejados de cirrosis hepática,<br />

infecciones respiratorias y genitourinarias, con una mortalidad de hasta el 15%. Incluye las<br />

situaciones en las que no se observa ningún foco intra abdominal o cuando no se evidencia la fuente<br />

de sepsis. La patogénesis es aún controversial pero la teoría más aceptada es que la principal vía de<br />

contagio es la hematógena, aunque también existen otras como la genitourinaria, transmural<br />

intestinal y linfática.<br />

La cirrosis y la ascitis predisponen a la infección por disminución de las proteínas totales y de los<br />

niveles del complemento con deterioro en la ozonización bacteriana y disminución de la quimiotaxis<br />

y fagocitosis de polimorfonucleares.<br />

El mecanismo de producción de la PP se puede resumir de las siguientes formas: 1) con origen en el<br />

aparato genital femenino, 2) por diseminación hematógena de los microorganismos, 3) por<br />

migración transmural de bacterias intestinales endógenas, 4) por diseminación de la infección por<br />

contigüidad a través de los linfáticos, desde el intestino, páncreas o aparato urinario.<br />

La hipótesis más aceptada sobre su fisiopatología es la siguiente: primero la traslocación de las<br />

bacterias desde la luz intestinal a los ganglios linfáticos mesentéricos, continuando la progresión de<br />

las bacterias a lo largo de los conductos linfáticos y conducto torácico y contaminación de la sangre,<br />

luego bacteriemia prolongada debido a una insuficiente capacidad fagocitaría del Sistema Reticular<br />

5


Fagocítico, acumulación de líquido ascítico contaminado con bacterias, y por último, crecimiento<br />

incontrolado de bacterias en la ascitis.<br />

En el caso de pacientes cirróticos, predominan las infecciones por microorganismos intestinales<br />

sobre todo E.Coli, pero también puede ser causada por Mycobacterium tuberculosis en pacientes sin<br />

cirrosis hepática, aunque no es ésta una causa frecuente de ingreso. Los pacientes sometidos a<br />

diálisis <strong>peritoneal</strong> tienen riesgo también de padecer frecuentemente peritonitis primaria, aunque en<br />

la actualidad estos casos van disminuyendo.<br />

La poca frecuencia de presentación de la peritonitis primaria en todas las formas de ascitis, excepto<br />

en la secundaria a la hepatopatía enfatiza la importancia del cortocircuito intrahepático en la<br />

patogenia de la enfermedad.<br />

<strong>Peritonitis</strong> secundaria, constituye la causa principal de las peritonitis y se debe principalmente a la<br />

apendicitis aguda, colecistitis, úlcus gastroduodenal perforado, por un divertículo o perforación del<br />

colon, vólvulos, neoplasias abscedadas, estrangulación u obstrucción con compromiso vascular del<br />

intestino delgado y peritonitis postoperatoria, contaminación exógena de la cavidad abdominal o por<br />

dehiscencia de sutura o en ocasiones al olvido de una compresa posterior a una laparotomía.<br />

Los gérmenes causales son los microorganismos que habitualmente forman colonias en el tubo<br />

digestivo, variando según el sitio de la contaminación dado por la perforación, debido que la flora<br />

difiere de un nivel a otro dentro del tractus digestivo. En estomago e intestino delgado proximal<br />

priman las endobacterias y los cocos Gran positivos, e infrecuentes los anaerobios. En ileon terminal<br />

y colon es común la presencia de bacteroides y clostridium asociados a las bacterias aerobias y<br />

anaerobias. Es de destacar que las bacterias en la peritonitis secundaria pueden pasar al peritoneo<br />

producto de heridas penetrantes en abdomen o tórax bajo, durante las laparotomías (contaminación),<br />

desde la esfera ginecológica o desde el tractus digestivo.<br />

La <strong>Peritonitis</strong> Terciaria suele ocurrir en pacientes que sufren el <strong>Síndrome</strong> de Respuesta<br />

Inflamatoria Sistémica, con fracaso multiórgano y estado crítico, con una larga estancia en Unidades<br />

de Cuidados Intensivos.<br />

Habitualmente son peritonitis difusas y persistentes, con poco exudado fibrinoso y ausencia de<br />

colección <strong>peritoneal</strong>, y se observa como una continuación en pacientes que han presentado una<br />

peritonitis secundaria, que no se resuelve y continúa de forma persistente. Habitualmente se aprecia<br />

en pacientes con intervenciones quirúrgicas múltiples o con depresión de su sistema inmune.<br />

Muchos autores sitúan la causa de este tipo de inflamación <strong>peritoneal</strong> en el aparato gastrointestinal,<br />

como el gran reservorio de gérmenes que en un momento determinado producen una reinfección<br />

grave en este paciente por demás en estado crítico. En las peritonitis terciarias los cultivos a menudo<br />

son negativos o se aíslan patógenos con poca capacidad invasiva u hongos. En esta situación los<br />

gérmenes que más se aíslan son oportunistas, poco virulentos pero resistentes con cierta frecuencia,<br />

como la Pseudomona, Serratia, Acinetobácter, Estafilococos coagulasa negativos, Enterococos y<br />

algunos Hongos, siendo la Candida la más frecuente en este último grupo.<br />

El espectro antimicrobiano debe ajustarse a los gérmenes que se aíslen, pero habitualmente que<br />

cubran a los antes mencionados.<br />

Afecciones que provocan peritonitis secundaria<br />

- Apendicitis aguda, epiploitis<br />

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- Colecistitis, pancreatitis aguda<br />

- Perforación gastroduodenal:<br />

• úlcera<br />

• tumor<br />

• trauma<br />

- Hernia estrangulada<br />

- Vólvulo, invaginación intestinal<br />

- Vólvulo gástrico<br />

- Procesos ginecológicos:<br />

• salpingitis<br />

• piosalpinx roto<br />

• torsión de un tumor o quiste de ovario<br />

- Infarto mesentérico<br />

- Perforación diverticular o tífica<br />

- Meckelitis<br />

- Rotura de absceso intraabdominal<br />

Apendicitis aguda<br />

- Causa frecuente de abdomen agudo.<br />

- Se observa a cualquier edad. Mayor incidencia entre los 15 y 40 años.<br />

- Infrecuente en el primer año de la vida.<br />

- Afecta a ambos sexos por igual, aunque durante la pubertad y adolescencia se presenta con<br />

mayor frecuencia en varones.<br />

- Con característica clínica y diagnóstica diferentes en el anciano y en el embarazo.<br />

La apendicitis aguda representa la primera causa de abdomen agudo, constituyendo el 40 % de las<br />

causas de urgencias no traumáticas en nuestros hospitales. La misma comienza como un proceso<br />

inflamatorio agudo del apéndice cecal. En su etiología interviene como mecanismo inicial, la<br />

obstrucción con aumento de la presión intraluminal del apéndice cecal, disminución del drenaje<br />

venoso, trombosis, edema e invasión bacteriana de la pared del apéndice, seguida de perforación.<br />

Otros mecanismos se han señalado como elementos causales de la apendicitis aguda, por ejemplo:<br />

obstrucción por parásitos, cuerpos extraños (semillas) en la luz apendicular, hiperplasia linfoide,<br />

mecanismos vasculares y torsión del apéndice, siendo su causa principal las adherencias.<br />

Una tercera parte de los apéndices con signos de inflamación contienen cálculos o fecalitos<br />

(obstrucción) en su luz, los cuales pueden ser demostrables radiológicamente o por ultrasonido. La<br />

frecuencia de gangrena y perforación es más alta en estos apéndices. La etiología de la apendicitis<br />

aguda es la obstrucción de la luz apendicular. Se considera la más probable la teoría mecánica por<br />

obstrucción de cuerpos extraños, fecalitos, e incluso hiperplasia linfoide. Este obstáculo produce un<br />

aumento de la presión intraluminal, con erosión de la mucosa, compromiso de la irrigación venosa -<br />

arterial y crecimiento e infección subsiguientes a partir de la flora que normalmente habita en el<br />

apéndice. La evolución natural es el infarto y necrosis de las paredes apendiculares, seguido de<br />

ruptura y perforación apendicular, lo cual requiere un promedio aproximadamente de 48 horas,<br />

aunque en muchos pacientes pueden tener un curso más breve.<br />

La apendicitis aguda es una afección inflamatoria que macroscopicamente puede presentarse en tres<br />

formas morfológicas distintas: inicialmente por una serosa deslustrada, congestiva y mate que<br />

significa para el cirujano una apendicitis simple o catarral. Al avanzar el proceso con una<br />

inflamación aguda bien desarrollada, el intenso exudado constituido por neutrófilos lo que produce<br />

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una cubierta de fibrina. A los cortes la pared se observa tumefacta y marcadamente congestiva<br />

pudiéndose acompañar de ulceración y necrosis focal de la mucosa. Este aspecto corresponde al<br />

estado supurado o flemonoso de la apendicitis aguda. Si el proceso continúa avanzando la necrosis y<br />

ulceración de la mucosa se acentúa con una coloración verde negruzca, que involucra toda la pared<br />

y es la consecuencia de la trombosis venosa del mesoapéndice con el consiguiente trastorno<br />

circulatorio que evoluciona rápidamente a la formación de un absceso, rotura y perforación de la<br />

pared determinando una peritonitis supurada.<br />

Obstrucción<br />

Factores etiológicos<br />

Infección<br />

La alta incidencia de apendicitis aguda durante epidemias virales, brotes de amebiasis,<br />

gastroenteritis bacteriana, y en niños con títulos altos de adenovirus, invocan la posible relación<br />

existente entre infección e hipertrofia del tejido linfoide apendicular.<br />

Es de destacar que la lactancia materna prolongada parece disminuir significativamente el riesgo de<br />

desarrollar la apendicitis, postulándose que la leche materna induce una variabilidad inmunológica<br />

que provoca que los tejidos linfoides de la base del apéndice sean menos reactivos.<br />

El trauma sobre la región apendicular ha sido invocado como posible agente etiológico. Pero lo más<br />

probable es que el traumatismo evidencie o agrave un proceso ya establecido Para aceptar esta<br />

causa, será necesario que exista pérdida de la integridad de la mucosa apendicular y daño vascular y<br />

que el cuadro <strong>peritoneal</strong> de la apendicitis aguda se produzca poco después de la contusión.<br />

La apendicitis aguda tiene una elevada incidencia, siendo la principal causa en la patología<br />

abdominal aguda en cirugía (aproximadamente dos tercios de las laparotomías practicadas). En<br />

algún momento de la vida, la población va a padecer apendicitis (7 – 12%), con una mayor<br />

incidencia entre los diez y los cuarenta años. Es un cuadro de abdomen agudo de consulta frecuente,<br />

generalmente se presenta en pacientes jóvenes y puede tener una representación clínica variada, lo<br />

que muchas veces puede confundir al médico actuante llevándolo a tomar una conducta inadecuada.<br />

De ahí que con cierta frecuencia estos pacientes son sometidos a apendicectomías con resultados<br />

negativos de proceso apendicular agudo, o bien ser operados tardíamente ya con un apéndice<br />

perforada.<br />

Debido al uso de antibióticos de amplio espectro y cuidados pre postoperatorio adecuados, la<br />

mortalidad ha disminuido a un rango por debajo del 1%, pero la morbilidad es aún importante y la<br />

incidencia de complicaciones es mayor de la esperada en algunas ocasiones. Menos frecuente en<br />

preescolares y algo excepcional por debajo de los 2 años de edad.<br />

Aunque la apendicitis aguda puede ser un proceso importante en cualquier edad, los niños en edad<br />

preescolar reúnen una serie de características que tienden a dificultar el diagnóstico precoz y que<br />

asociadas a la evolución rápida de la enfermedad a esta edad, ocasionan una mayor incidencia de<br />

perforaciones, peritonitis y de otras complicaciones.<br />

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Según estudios realizados por otros autores se plantea que menos del 2% del total de niños con<br />

apendicitis aguda son menores de 2 años, y solo el 0.4% de los niños son menores de 1 año. La<br />

posible causa de esta baja incidencia en los lactantes se debe a la base ancha y a la forma cónica del<br />

apéndice, a la dieta predominantemente blanda y líquida ingerida en estas edades de la vida y a la<br />

ausencia de periodos prolongados en posición erecta.<br />

Es importante un alto índice de sospecha en los casos de diagnóstico incierto, especialmente si se<br />

trata de niños pequeños. En los casos dudosos debe efectuarse ingreso hospitalario para vigilar la<br />

evolución clínica, así como examen físico frecuente, con la finalidad de evitar que una apendicitis<br />

evolucione hacia una forma complicada con el riesgo comprobado de una mayor incidencia de<br />

complicaciones.<br />

En los jóvenes, habitualmente el diagnóstico de un proceso abdominal agudo (apendicitis), por lo<br />

general no presenta dificultades, mientras que en los niños y en los ancianos el diagnóstico suele ser<br />

tardío debido principalmente a la presentación insidiosa de los síntomas.<br />

Los niños no cooperan adecuadamente con el examen físico y la atipicidad de los signos es causa<br />

frecuente de que se plantee otra enfermedad inicial, fundamentalmente no quirúrgica, lo que<br />

conlleva a la demora diagnóstica y al aumento de la morbimortalidad.<br />

Durante el embarazo muchos de los signos abdominales son poco claros, en cuyo caso por el<br />

crecimiento uterino, el ciego y el apéndice son desplazados y el dolor se ubica más bien en el flanco<br />

o hipocondrio derecho. En las mujeres en el período puerperal estas presentan un abdomen más bien<br />

flácido lo que hace que los signos abdominales dolorosos sean menos relevantes, esto también se<br />

observa con cierta frecuencia en los diabéticos y en pacientes inmunodeprimidos.<br />

En el anciano el diagnóstico es a menudo realizado en fase tardía con una incidencia de perforación<br />

entre el 40% y 80%. Las razones para la hospitalización tardía incluyen el curso atípico, reducción<br />

en la sensibilidad al dolor y dificultades en ocasiones para la comunicación. Por lo que es muy<br />

importante establecer un diagnóstico oportuno para reducir la morbimortalidad en este grupo de<br />

pacientes.<br />

La proporción de pacientes ancianos con apendicitis aguda ha aumentado en las últimas décadas.<br />

Rimsky Álvarez y colaborares señalan que cada vez son más frecuentes los casos de apendicitis<br />

aguda y éstos, por sus especiales características, llegan al momento de la cirugía frecuentemente en<br />

fase avanzada de la enfermedad. Como es lógico, es importante establecer un diagnóstico oportuno,<br />

lo que es de especial relevancia para disminuir la morbimortalidad en estos pacientes.<br />

En los obesos en ocasiones existe dificultad para el examen de la pared abdominal, dado por el<br />

engrosamiento y las características de su panículo adiposo. En algunos pacientes la posición del<br />

apéndice ya sea de ubicación alta, ileal, retrocecal o bien retro<strong>peritoneal</strong> hace que los signos<br />

abdominales no sean muy característicos y muchas veces la irradiación del dolor no adopta la<br />

posición clásica en fosa iliaca derecha, constatándose este a nivel de la región hipocondrio derecho,<br />

periumbilical, bajo vientre o su irradiación hacia la fosa lumbar, de allí que el juicio clínico y<br />

experiencia del cirujano sean muy importantes. En el apéndice de localización pelviana, la<br />

sensibilidad dolorosa debe buscarse por el tacto rectal o vaginal. Cuando el apéndice ocupa posición<br />

retrocecal la sintomatología, generalmente, no es detectable en pared abdominal anterior, sino<br />

haciendo que el enfermo se acueste sobre el lado izquierdo y así deslizar los dedos de la mano<br />

exploradora sobre la zona baja de la fosa ilíaca derecha, este mismo proceder lo podemos realizar<br />

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combinado con el tacto rectal o vaginal.<br />

Síntomas y signos de la apendicitis aguda<br />

Dolor vago o difuso. Es el síntoma de inicio y más frecuente, series revisadas destacan que está<br />

presente en el 73% en los pequeños y en el 96% en las personas mayores. El primer síntoma suele<br />

ser el dolor abdominal, el cual se inicia en epigastrio o región periumbilical, para posteriormente<br />

hacerse fijo en fosa iliaca derecha.<br />

• epigastrio<br />

• periumbilical<br />

• fijo en fosa ilíaca derecha<br />

- Náuseas y vómitos, se asocia generalmente al dolor abdominal.<br />

- Constipación (60 %) o diarreas<br />

- Aumento del pulso acorde a la evolución y el estadio clínico<br />

- Blumberg, Rousing, Cope, Chapman<br />

- Diferencia de la temperatura axilorectal mayor de un grado<br />

- Tacto rectal – vaginal (doloroso, caliente, abombado). Doloroso en los fondos de sacos, los<br />

cuales pueden estar abombados (colección purulenta).<br />

La vagina o el recto podrán estar caliente marcando un proceso séptico intraabdominal. El<br />

tacto rectal o vaginal, al igual que la toma periódica del pulso radial en estos enfermos<br />

sospechosos de apendicitis será fundamental.<br />

- Leucocitosis<br />

El dolor tiende a ser poco intenso (tolerable) y puede seguirle las náuseas y los vómitos (no<br />

copiosos, escasos y no alimentarios). Posteriormente el dolor se desplaza o fija a fosa ilíaca derecha<br />

(FID), apareciendo fiebre o febrícula, que irá desde 37, 5 ºC, 38 ºC a 38, 6 ºC de temperatura axilar o<br />

rectal, con característica de disociación axilorectal mayor de un grado centígrado (signo de<br />

Lennander). Esta cronología de la apendicitis aguda, tan solo se observa en el 50 % de los pacientes;<br />

en otros casos el dolor puede ser difuso o localizarse en hemiabdomen inferior.<br />

El diagnóstico de apendicitis aguda es esencialmente clínico basado en síntomas y signos; es el<br />

dolor el principal elemento clínico de esta entidad aguda. El dolor se ubica de preferencia en el<br />

cuadrante inferior derecho del abdomen y junto a éste hay elementos que hacen de este dolor, un<br />

síntoma a favor de este diagnóstico.<br />

Dolor migratorio: cuando el dolor se inicia en el epigastrio, de carácter sordo y que luego se<br />

localiza en la fosa ilíaca derecha después de algunas horas nos orienta al diagnóstico de apendicitis<br />

aguda. Por otra parte cuando el dolor se inicia en la fosa ilíaca derecha y más sobre todo es de inicio<br />

brusco, es menos probable que se trate de una apendicitis aguda.<br />

La sensibilidad dolorosa del abdomen: signo ubicado en el cuadrante inferior derecho del<br />

abdomen es casi inequívoco de una apendicitis aguda simple o perforada. Dolor y defensa<br />

muscular: signos presentes prácticamente en todos los pacientes con apendicitis aguda. El hecho<br />

que al presionar el abdomen y soltar la mano (signo de rebote) provoque dolor, significa que<br />

estamos frente a una irritación <strong>peritoneal</strong>. Observar durante este procedimiento la expresión facial<br />

del paciente el cual va a acusar de dolor.<br />

Dolor focal: es en la fosa ilíaca derecha con mayor o menos intensidad. En los pacientes añosos el<br />

dolor puede ser más vago, pero menos intenso. Al comienzo el dolor es de tipo cólico, pero se hace<br />

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constante en la mayoría de los casos. Algunos autores enfatizan en la presencia de anorexia. La<br />

fiebre, el dolor a la palpación en fosa iliaca derecha y la contractura abdominal son signos<br />

frecuentes hallados al examen físico. La distensión abdominal generalmente constituye un signo<br />

tardío y nos plantea ruptura del apéndice o peritonitis.<br />

Diagnóstico diferencial<br />

- Adenitis mesentérica<br />

- Procesos ginecológicos<br />

• salpingitis<br />

• metroanexitis<br />

• cólicos uterinos<br />

• aborto en curso<br />

- Inflamación de un divertículo de Meckel<br />

- Perforación de una úlcera gastroduodenal<br />

- Crisis ulcerosa, pancreatitis<br />

- Colecistitis aguda, cólico biliar<br />

- Enteritis regional (Crohn)<br />

- Tuberculosis intestinal<br />

- Litiasis renoureteral derecha<br />

- Pielonefritis, crisis de Dieltz<br />

- Perforación tífica<br />

- Epiploitis aguda<br />

- Vólvulo gástrico<br />

- Procesos ginecológicos<br />

• salpingitis<br />

• piosalpinx roto<br />

• torsión de un tumor o quiste de ovario<br />

- Infarto mesentérico<br />

- Perforación diverticular o tífica<br />

- Meckelitis<br />

- Rotura de absceso intraabdominal<br />

El diagnóstico diferencial de una afección urgente de fosa ilíaca derecha es de suma importancia y<br />

está dado en primer lugar por la apendicitis en el 56 %. Por lo tanto, en esta zona se reflejará dolor<br />

referido o irritativo del peritoneo parietal, de íleon, colon ascendente, útero, ovarios, trompas y<br />

uréter derecho y entre los procesos extraabdominales, el herpes zoster, la mononucleosis infecciosa,<br />

sarampión, insuficiencia suprarrenal aguda, fiebre reumática, intoxicación por plomo, leucosis<br />

aguda, migraña abdominal, neumonía lobar y otras.<br />

La adenitis mesentérica en niños y adolescentes es el proceso más indistinguible con la apendicitis<br />

aguda, casi siempre el diagnóstico se realiza durante la laparotomía. Como elemento diferencial se<br />

señala el antecedente de infección de las vías aéreas superiores, fiebre alta, presencia de ganglios en<br />

región cervical y dolor abdominal. Generalmente los síntomas referidos de la adenitis mesentérica<br />

son olvidados por el médico examinador, dándole sólo importancia, a la anorexia, malestar general,<br />

náuseas y dolor con reacción <strong>peritoneal</strong> que tiende a limitarse a fosa ilíaca derecha.<br />

La salpingitis aguda es otro de los procesos abdominales que se confunden con la apendicitis aguda<br />

la cual se observa en mujeres jóvenes con vida sexual activa. El diagnóstico positivo se hará por los<br />

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antecedentes de episodios anteriores, flujo, disuria y al tacto vaginal encontraremos que la vagina<br />

tiende a estar más caliente que lo habitual (aumento de la temperatura vaginal), secreción cremosa<br />

por el dedo del guante y dolor a la movilización del cuello uterino y de los fondos de sacos.<br />

La perforación de una úlcera gastroduodenal en cavidad libre abdominal, es el proceso que con<br />

mayor frecuencia tiende a confundirse con una apendicitis aguda. En el úlcus perforado, el dolor es<br />

más intenso en epigastrio, para posteriormente por mecanismo declive del contenido gástrico se fije<br />

en FID., el abdomen estará contracturado pudiendo llegar al "vientre en tabla".<br />

A la percusión del hemiabdomen superior derecho (región hepática), encontraremos pérdida de la<br />

matidez hepática (signo de Jaubert). En los rayos X de tórax o de abdomen simple en posición de<br />

pie, se observará una silueta aérea que ocupa la parte alta del hemiabdomen derecho entre el<br />

diafragma y el hígado (signo de Popen). Otro elemento que muchas veces no recoge el médico<br />

examinador y que nos confirmará el diagnóstico de úlcus perforado o de crisis ulcerosa, será el<br />

antecedente de acidez, de dolores previos en epigastrio y la toma de medicamentos antiulcerosos.<br />

Las infecciones urinarias también simulan en ocasiones una apendicitis aguda. La litiasis<br />

renoureteral derecha en muchas ocasiones es tomada como una apendicitis aguda, pero el dolor es de<br />

localización más profunda y se acompaña de disuria o hematuria.<br />

La crisis de Dieltz, observada en pacientes delgados, generalmente mujeres y con marcada ptosis<br />

renal, es otro de los diagnósticos diferenciales que habrá que realizar.En la apendicitis aguda el<br />

dolor siempre está presente y no mejora con la posición de decúbito supino, no así en la crisis de<br />

Dieltz que es intenso y desesperante cuando el paciente mantiene la posición de pie (por acodadura<br />

del uréter), desapareciendo cuando adopta la posición de decúbito supino.<br />

La colecistitis aguda puede confundirse con el cuadro abdominal de una apendicitis aguda, ahora<br />

bien, los trastornos digestivos primarán, el dolor tiende a ser alto (subhepático) y con irradiación<br />

hacia la espalda, al examen físico se constatará que la maniobra de Murphy es positiva, al igual que<br />

podemos palpar el fondo vesicular (30 % de los casos).<br />

La neumonía del lóbulo inferior derecho se presenta con dolor a la presión del cuadrante derecho del<br />

abdomen, la distensión abdominal es más acentuada. La fiebre podrá alcanzar cifras de 38,6 a 39ºC.<br />

Los síntomas respiratorios podrán detectarse y a la auscultación del tórax (base pulmonar)<br />

encontraremos estertores húmedos. Aunque algunos señalan una alta frecuencia de infecciones<br />

respiratorias altas como diagnóstico de presentación en niños con apendicitis. No olvidar que un<br />

niño con una infección respiratoria alta, que ocasiona hipertrofia del tejido linfoide apendicular,<br />

puede desarrollar una apendicitis y coexistir ambas situaciones clínicas.<br />

En el caso de apendicitis retroileales que suele acompañarse de diarreas, suele ser difícil el<br />

diagnóstico diferencial con la gastroenteritis aguda, aunque en estas situaciones suele haber<br />

antecedentes de intoxicación alimentaría. Aunque se ha señalado un grupo numeroso de entidades<br />

intra o extraabdominales, en la practica médica y fundamentalmente los médicos pediatras, es la<br />

enfermedad diarreica aguda una entidad que ocasiona mayor error diagnóstico. Mason plantea que la<br />

diarrea puede estar presente en niños pequeños con apendicitis, pero su volumen es mucho menor<br />

que en la gastroenteritis, pues consiste en deposiciones escasas, acuosas, resultado de irritación<br />

rectal por el proceso inflamatorio y comienza muchas horas después del inicio del dolor abdominal.<br />

Estudios realizados ante la historia de diarrea, presente en muchos de los infantes, se ha llegado<br />

también a la conclusión de que existe una relación entre el incremento de la incidencia de este<br />

12


síntoma y la apendicitis perforada. D'Agostino reporta diarreas en el 46% de los pacientes con<br />

apendicitis menores de 2 años.<br />

La inflamación o perforación del divertículo de Meckel, no se puede diferenciar en la mayor parte de<br />

las veces de la apendicitis aguda, excepto que en el dolor es más central (periumbilical) y por la<br />

presencia de deposiciones con sangre.<br />

Quien asiste a un enfermo con dolencia en región de fosa iliaca derecha, nausea y febrícula,<br />

debemos por la anamnesis, el examen físico y los complementarios hacernos un juicio diagnostico,<br />

ahora bien en la mujer, independiente nos haga pensar en un proceso apendicular, siempre debemos<br />

insistir en el interrogatorio y tener presente que afecciones como el embarazo extrauterino no roto,<br />

el piosálpinx – hidrosálpinx, el absceso tubo ovárico son entidades que pueden estar presentes y nos<br />

confunda con cuadro apendicular agudo.<br />

Como cirujano hemos tenido esta discrepancia y la más de las veces hemos optado por realizarle al<br />

paciente la laparoscopia diagnóstica o la laparotomía. En verdad hemos soslayado el ultrasonido<br />

abdominal, ahora bien si tenemos la posibilidad de que se le realice un ultrasonido transvaginal o<br />

transrectal el acierto diagnóstico es aún mayor.<br />

Existen otros síntomas como la anorexia, nauseas o vómitos que acompañan el cuadro de apendicitis<br />

aguda en más de la mitad de los casos, sin embargo hay que tomar en cuenta que estos síntomas<br />

también se observan en otros cuadros abdominales (pancreatitis, cólico biliar.). El vómito cuando<br />

está presente es posterior al dolor. Cuando el vómito precede al dolor abdominal se debe dudar del<br />

diagnóstico de apendicitis aguda.<br />

En el examen físico se da gran importancia al pulso y temperatura como elementos diagnósticos y<br />

evolutivos en un cuadro abdominal agudo y fundamentalmente cuando estamos evaluando<br />

clínicamente a un paciente sospechoso de presentar una apendicitis aguda, sin embargo cualquier<br />

cuadro de irritación <strong>peritoneal</strong> puede dar un pulso acelerado o bien una discreta diferencia entre la<br />

temperatura axilar y rectal.<br />

En un porcentaje no despreciable estos signos señalados son poco definidos, por ello que frente a la<br />

duda del diagnóstico de apendicitis aguda siempre es preferible hospitalizar el paciente para su<br />

observación clínica y evolución. Siendo aconsejable no utilizar analgésicos a fin de no enmascarar el<br />

cuadro clínico. Por otra parte esta observación y reevaluación siempre es preferible que sea realizada<br />

por el mismo equipo médico que recibió al paciente.<br />

El tacto rectal puede demostrar dolor localizado en el fondo lateral derecho del recto, pero además<br />

nos podrá dar otro elemento, como sensación de abombamiento dado por posible colección<br />

purulenta, otro dato, aumento de la temperatura rectal durante el examen.<br />

En los casos en que el diagnóstico de apendicitis aguda no es muy claro se debe recurrir a algunos<br />

exámenes de laboratorio o por imágenes que pudieran ayudar al diagnóstico. Los más utilizados<br />

son:<br />

Recuento de leucocitos, cifras superiores a un recuento superior a 10. 000 --15.000 por campo,<br />

mantiene una gran probabilidad de una apendicitis aguda (70-80%), sin embargo no necesariamente<br />

significa que el paciente tenga una apendicitis aguda y la ausencia de leucocitosis no descarta el<br />

diagnóstico.<br />

13


Estudios plantean que el conteo de leucocitos está elevado en el 80% de los casos de apendicitis<br />

aguda y en un 95% de los pacientes presentan neutrofilia. Debemos señalar que el leucograma se<br />

eleva también en un 70% de los pacientes con otras causas de dolor en el cuadrante inferior derecho<br />

por lo debe ser valoración entre los datos del interrogatorio, el cuadro clínico, el examen físico y el<br />

leucograma.<br />

La realización de la radiografía simple de abdomen como medio diagnóstico en la apendicitis aguda<br />

es recomendada por muchos y negada por otros. La alta incidencia de signos de obstrucción es<br />

coincidente con otros estudios. La radiografía de abdomen en pacientes mayores puede ser<br />

controversial como medio diagnóstico para la enfermedad. Los signos de obstrucción intestinal en<br />

niños menores de dos años son de valor para dirigir atención del investigador a la posibilidad de una<br />

invaginación intestinal o apendicitis perforada.<br />

La ecografía o ultrasonido abdominal, ayuda a descartar procesos de la esfera ginecológica. En<br />

manos de ecografistas expertos, se logra visualizar el apéndice, grosor de su pared, existencia o no<br />

de fecalitos y colecciones o líquido periapendicular. A la ecografía se le ha atribuido una alta<br />

sensibilidad y especificidad, pero al revisar diferentes series la gran mayoría de los pacientes tenían<br />

apendicitis perforada y flegmonosa. En la actualidad con el desarrollo de la ecografía abdominal y la<br />

TAC los estudios imagenológicos han ido adquiriendo un lugar destacado en el diagnostico. Se debe<br />

recurrir a este examen en los casos de duda diagnóstica es una ayuda más que el cirujano puede<br />

tener. Pero no hay que olvidar que la toma de decisiones es fundamentalmente clínica.<br />

Consideramos y así lo damos a conocer, que el diagnóstico de estar en presencia de un paciente<br />

portador de un abdomen agudo quirúrgico, se basa fundamentalmente en la anamnesis y un examen<br />

físico evolutivo y que nos apoyamos para su posible confirmación por exámenes clásicos del<br />

hemograma con diferencial. No obstante la laparoscopia diagnóstica debe ser realizada en grupos de<br />

pacientes seleccionados, en los cuales persiste la duda después de haber efectuado una completa<br />

evaluación clínica. Esto ha permitido disminuir el porcentaje de laparotomías en blanco.<br />

Tratamiento de la apendicitis aguda<br />

La apendicitis aguda es de tratamiento quirúrgico y el momento de efectuarla depende de la mayor<br />

o menor certeza diagnóstica clínica. La mortalidad de la apendicectomía es baja, pero esta cifra se<br />

eleva cuando el apéndice está perforado, porque surgen las complicaciones sépticas.<br />

Cuando se sospecha por la clínica y el examen físico estar en presencia de una apendicitis aguda,<br />

cualquiera que sea la condición del paciente, su única forma de tratamiento es el quirúrgico, con la<br />

realización de la apendicectomía, la cual es curativa, y en caso de apendicitis no complicada, el post<br />

operatorio es de corta duración con una mortalidad quirúrgica que no excede del 0,1 %. Sólo puede<br />

observarse cifras de mayor de mortalidad (1 o 2 %) cuando el diagnóstico es tardío y ante una<br />

apendicitis perforada, de aquí que el mejor y único tratamiento del apéndice inflamado es su<br />

extirpación (apendicectomía) antes de su perforación, o sea tan pronto se establezca el diagnóstico.<br />

Con esta medida se puede correr el riesgo de realizar apendicectomías normales, pero es justificable<br />

y así o avala la experiencia, pues este riesgo es mucho menor para el paciente, que dejar evolucionar<br />

un apéndice inflamado y que progrese hacia la perforación dando un cuadro <strong>peritoneal</strong> grave.<br />

En cirujanos con experiencia y cuando el diagnóstico de apendicitis aguda es más probable que<br />

cualquier otro proceso inflamatorio de fosa ilíaca derecha, el abordaje preferido de la cavidad<br />

abdominal será por medio de una incisión de Mc Burney. La incisión de Mc Burney, tiene el<br />

14


inconveniente de que si el diagnóstico es erróneo hay que hacer otra incisión quirúrgica. Si<br />

técnicamente no es posible por esta incisión, podrá prolongarse por procederes conocidos, como<br />

prolongación de Deaver o a lo Weiss.<br />

En situaciones complejas como: apendicitis perforada, con posición pelviana, retrocecal,<br />

subhepática o en pacientes obesos o de abdomen de difícil manejo, la mejor vía para abordar el<br />

abdomen y realizar una correcta exploración y la apendicectomía, será una media o paramedia<br />

derecha, la cual puede estar por debajo del ombligo o a dos o tres traveses de dedos por encima, es la<br />

técnica quirúrgica más empleada es la cirugía abierta. Se recomienda que si el cirujano no encuentra<br />

lesiones de apendicitis aguda, debe explorar bien el abdomen, para encontrar la causa de los<br />

síntomas que aquejaban al paciente<br />

En la actualidad existe experiencia y realización comprobada para la apendicectomía por<br />

videolaparoscopía, lo que permite al paciente tener una estadía corta y menor riesgo<br />

posoperatorio. Existen centros donde se emplea la cirugía laparoscópica. Su uso debe ser selectivo y<br />

realizada por cirujanos entrenados en esta técnica. Si se decide a practicar la apendicetomía por vía<br />

laparoscópica esto puede hacerse teniendo la precaución de aspirar bien los líquidos abdominales<br />

encontrados y extraer el apéndice del abdomen sin contaminar la pared abdominal. Cualquiera que<br />

sea el método que se use: el abierto o el laparoscopio, es necesario que el cirujano asegure bien la<br />

hemostasia, ligando con cuidado la arteria apendicular y la base del apéndice, para evitar<br />

complicaciones posoperatorias.<br />

Frente a una apendicitis aguda con apéndice perforad o absceso apendicular la cirugía debe ser<br />

siempre abierta. La mortalidad actual en la apendicitis no perforada como se ha señalado está en<br />

cifras inferiores al 1%, pero puede llegar a ser del 5% en lactantes y en ancianos.<br />

Tratamiento postoperatorio, si la intervención se hizo sin accidentes y no había peritonitis<br />

generalizada se puede empezar la alimentación oral a partir de las 12 h a 16 h y la rápida<br />

movilización del enfermo, en el caso de la cirugía laparoscópica el alta será más rápida que en la<br />

cirugía abierta. Es necesario administrar analgésicos parenterales en las primeras 24 h a 48 h. La<br />

recuperación del paciente en la inmensa mayoría de los casos es completa, a los pocos días; y puede<br />

reincorporarse a sus obligaciones habituales entre los 15 y 30 días. En los operados por vía<br />

laparoscópica es corriente que lo hagan a los 7 días.<br />

La complicación más frecuente de la apendicectomía es la infección de la herida operatoria, de allí<br />

que para disminuir la incidencia de ésta, se debe realizar una técnica quirúrgica muy rigurosa y<br />

ayuda a esta menor complicación el uso de profilaxis antibiótica.<br />

En relación con los hallazgos del informe quirúrgico, el franco predominio de apendicitis<br />

complicada con peritonitis generalizada se explica por la rápida evolución que puede tener la entidad<br />

en el niño. La pared delgada del apéndice predispone a la perforación, el ciego no es distensible para<br />

descomprimir el apéndice en su base, el epiplón es raramente de tamaño suficiente para aislar la<br />

perforación, por tanto la infección es rápida y fácilmente diseminada; además de la deficiencia<br />

generalizada de las reservas fisiológica e inmunológica en este periodo de la vida. El diagnostico<br />

tardío o el error diagnóstico ocurre con frecuencia en estos diferentes grupos de edades, trayendo<br />

como resultado la perforación en aproximadamente un 90% de los casos según reportes, aunque en<br />

nuestro estudio las cifras de apendicitis perforada es menor.<br />

15


Plastrón, absceso apendicular<br />

La apendicitis aguda puede evolucionar torpidamente y plantear un cuadro de peritonitis<br />

generalizada, perforativo, de gangrena apendicular, de plastrón o de absceso apendicular. En esto<br />

interviene, las defensas del organismo portador de esta entidad quirúrgica, la virulencia de los<br />

gérmenes infectantes y de la acción de estructuras y vísceras de la cavidad abdominal y vecinas a<br />

este proceso agudo apendicular.<br />

Explicamos mejor estos fenómenos, el proceso séptico apendicular puede quedar limitado al<br />

peritoneo circundante, planteando dos formas clínicas: el plastrón apendicular y el absceso. En el<br />

primero predomina los fenómenos plásticos <strong>peritoneal</strong>es sobre los supurativos, con escasa cantidad<br />

de pus y si numerosas adherencias que engloban a los órganos vecinos y a la pared abdominal, aquí<br />

intervienen en esta acción de limitar el proceso inflamatorio y séptico, el epiplón mayor y las asas de<br />

intestino delgado (ileon terminal), llegando a crear una zona de tumefacción o tumor palpable<br />

(mecanismo de defensa favorable para el enfermo).<br />

En el plastrón apendicular como secuencia se trata de un paciente que se aquejaba de dolor en fosa<br />

iliaca derecha o dolor abdominal en bajo vientre, el cual databa de días de evolución y que en<br />

ocasiones había sido estudiado e impuesto tratamiento médico con antibióticos, cediendo el cuadro<br />

doloroso abdominal para posteriormente ser consultado días después por dolor y molestias en<br />

abdomen. En muchas ocasiones es un paciente con un cuadro de apendicitis aguda con síntomas<br />

poco relevantes y no consultado o bien lo hace tardíamente.<br />

Al examen físico el médico comprueba sensibilidad y la presencia de una masa palpable en<br />

hemiabdomen inferior o la fosa iliaca derecha (FID). Detectándose una zona de tumefacción o<br />

tumoral dolorosa y en muchas ocasiones con signos <strong>peritoneal</strong>es localizados al área tumoral, con<br />

buen estado general del enfermo, pulso radial dentro de límites normal. A la palpación nos puede<br />

llamar la atención que esta masa tumoral o tumefacción es irregular, firme, poco movible y no solo<br />

puede estar localizada FID, sino que podemos localizarla en región subhepática, mesoceliaca,<br />

pelviana o lateralizada hacia la izquierda.<br />

En un plastrón apendicular no complicado o con poco grado de activación, en ocasiones la<br />

tumefacción por la reducción de su tamaño y situación dentro de la cavidad abdominal puede ser<br />

solo palpable por el tacto rectal o vaginal con un abdomen prácticamente de apariencia normal.<br />

Situación que nos puede hacer pensar en tumor de colon derecho (ciego).<br />

Ante el diagnóstico clínico de una apendicitis aguda constituida en plastrón, la conducta será médica<br />

no quirúrgica y se basará: ingreso hospitalario, restricción de la dieta o nada por la boca, hidratación<br />

parenteral y antibioticoterapia, además, se registrará evolutivamente las características del abdomen<br />

(FID) por palpación o por ecografía, el pulso y la temperatura, con control periódico del leucograma<br />

y de la eritrosedimentación.<br />

Si durante el curso de una laparotomía por apendicitis aguda, se confirma el diagnóstico, pero la<br />

misma está en fase de plastrón no abscedado, la conducta será cierre del abdomen, dejando o no<br />

drenajes y seguimiento clínico del plastrón apendicular. La evolución del plastrón apendicular debe<br />

ir hacia su resolución en más del 80 % de los casos, practicar la apendicectomía a estos pacientes a<br />

los 3-6 meses de su alta clínica. No obstante en ocasiones el plastrón apendicular tratado<br />

conservadoramente puede evolucionar hacia la complicación, con elevación súbita de la temperatura<br />

axilar o rectal, pulso taquicardico, dolor o aumento del dolor en FID, signos de obstrucción<br />

16


intestinal, toxemia y aumento de los leucocitos. Bajo estas condiciones y la evolutividad ecográfica,<br />

debemos estar ante la presencia de un plastrón apendicular abscedado cuyo tratamiento será<br />

quirúrgico.<br />

Al realizar este hallazgo se plantea el diagnóstico de un plastrón apendicular, sin embargo no es<br />

posible muchas veces definir si estamos frente a un plastrón apendicular o bien se trate de un<br />

absceso apendicular. La presencia de fiebre, la ecografía y la respuesta al tratamiento médico<br />

(reposo digestivo y antibiótico), nos van a orientar ya sea a un diagnóstico u otro. Si en la anamnesis<br />

detallamos elementos de que estamos en presencia de una apendicitis aguda o una de sus<br />

complicaciones, el diagnóstico presuntivo de plastrón apendicular será real.<br />

En algunos casos, por un retraso en el diagnostico o formas de presentación diferentes se diagnóstica<br />

plastrón apendicular, que es un proceso apendicular evolucionado. Si estos pacientes presentan un<br />

estado general aceptable y no tienen un cuadro de oclusión intestinal se puede seguir un tratamiento<br />

con antibiótico inicialmente. Si éste es eficaz y resuelve el proceso agudo se pospone la<br />

apendicectomía para un segundo tiempo.<br />

Si en la evolución de un plastrón apendicular se observa que el enfermo no sigue mejorando y<br />

comienza a presentar fiebre, taquicardia y la zona se hace dolorosa y da la sensación de fluctuación,<br />

se procederá a intervenir al paciente, drenando el absceso y, si es posible, extirpar los restos del<br />

apéndice. Se debe evitar romper las adherencias creadas por el organismo, para que no se disemine<br />

la infección por toda la cavidad <strong>peritoneal</strong>.<br />

Para muchos surge la duda, si en los abscesos o plastrones apendiculares, la apendicetomía diferida<br />

es o no necesaria. Y si esta debe realizarse y en qué periodo de tiempo después de finalizado el<br />

cuadro agudo. Nos encontramos en el grupo de cirujanos que frente a un plastrón apendicular la<br />

conducta debe ser de tratamiento médico inicialmente y cuando ya el periodo de actividad del<br />

mismo haya cedido, valorar la operación programada electiva.<br />

Nuestra conducta frente al plastrón apendicular es tratarlo con reposo físico, digestivo y antibióticos;<br />

si existe buena respuesta como en la mayoría de los casos preferimos realizar una apendicectomía<br />

electiva dentro de 2-3 meses y en ocasiones en el periodo de los 6 meses posterior al episodio<br />

agudo. Al realizar la cirugía en el plastrón apendicular, hemos observado una mayor morbilidad, ya<br />

que técnicamente es más difícil realizar la apendicectomía.<br />

Absceso apendicular, se denomina así a colección purulenta formada en la cavidad <strong>peritoneal</strong> y<br />

limitada mediante adherencias de causa inflamatoria entre asas intestinales, mesenterio, epiplón y<br />

otras vísceras abdominales.<br />

Como causas se citan:<br />

- Localización contigua al lugar del proceso séptico del apéndice o de su perforación.<br />

- En un área localizada de resolución de una peritonitis focal o difusa donde aún se mantiene<br />

la infección.<br />

De acuerdo a su patogenia, al desarrollo y formación del absceso apendicular precisa de una serie de<br />

condiciones. Los gérmenes responsables de este proceso séptico actúan no sólo proliferando e<br />

invadiendo el espacio circunscrito, sino a través de diversos mecanismos que contribuyen a crear<br />

condiciones necesarias para esta proliferación. Ante estos mecanismos el organismo opone diversos<br />

sistemas defensivos, destruyendo el inóculo bacteriano o bien localizándolo para evitar su<br />

diseminación.<br />

17


La clínica del abscesos apendicular es variada y generalmente muchas veces poco evidente. Su<br />

manifestación clínica consiste en un cuadro séptico, con fiebre, taquicardia, sudoración, pérdida de<br />

peso, anorexia, leucocitosis y anemia. Puede existir dolor, el cual puede ser espontáneo o a la<br />

palpación. El dolor en ocasiones puede ser localizado, otras veces vago, profundo o difuso y referido<br />

al abdomen, al reborde costal o fosas lumbares. Pueden hallarse signos y síntomas de carácter<br />

digestivo, como cuadro suboclusivo, tenesmo rectal, diarreas o sintomatología urinaria baja cuando<br />

la colección purulenta es de localización pélvica.<br />

Dada las escasas manifestaciones clínicas, sobre todo en fase precoz, es precisa la utilización de<br />

técnicas de diagnóstico para la detección de la colección del absceso. Los rayos X con proyección<br />

lateral y posteroanterior, a nivel abdominal y centrado sobre el diafragma, puede aportarnos signos<br />

indirectos: elevación del hemidiafragma y efecto de masa abdominal.<br />

En el absceso apendicular el proceso está constituido fundamentalmente por pus con muy escasa<br />

reacción plástica que lo limite, este puede ser causa directamente a punto de partida del apéndice o<br />

propia a la evolución de un plastrón ya constituido. Se hace patente por la agravación del estado<br />

general del paciente con oscilaciones de la temperatura, escalofríos, taquicardia. Localmente se<br />

aprecia que el tumor en FID se hace muy doloroso a la palpación y sus diámetros se hayan<br />

aumentados de tamaño, con zonas de fluctuación. En sus complementarios encontramos con una<br />

leucocitosis mantenida y alta.<br />

El ultrasonido (US) ha marcado avance en la localización. El aspecto que ofrece el US es de una<br />

colección redondeada u ovalada de carácter expansivo, irregular y confuso por la difusión de los<br />

ecos debido a la ecogenicidad del contenido. Respecto a la ultrasonografía quirúrgica ésta evita<br />

algunos inconvenientes de la realizada por vía cutánea, algunos como la interposición del gas<br />

intestinal y del tejido graso y tiene gran utilidad en la ayuda a los cirujanos en la localización de los<br />

abscesos antes del inicio de la disección tisular y búsqueda.<br />

La TAC, en ocasiones, es el método por excelencia para el diagnóstico y sus características las<br />

podemos centrar, en que es precisa, rápida y efectiva, ya que nos muestra una imagen anatómica útil,<br />

eliminando los inconvenientes del US. Un signo útil es el engrosamiento del plano aponeurótico en<br />

contacto con el absceso.<br />

El tratamiento quirúrgico a cielo abierto no se considera como un recurso inicial, sino que lo<br />

llevaremos a cabo siempre y cuando fracasemos por medio del empleo selectivo de la<br />

antibioticoterapia. Para el tratamiento del absceso y plastrón apendicular en quienes cumplan las<br />

condiciones requeridas, sugerimos el manejo inicial no quirúrgico y como complemento del<br />

tratamiento recomendamos una apendicectomía electiva diferida<br />

En situaciones que se pueda delimitar y controlar, la abertura del absceso y el drenaje del mismo por<br />

laparotomía será la conducta quirúrgica. La apendiceptomía solo se realizará si su acceso es de fácil<br />

realización y siempre que no vallamos a crear más problemas de los ya existentes. Nunca tratar de<br />

romper las barreras por adherencias propias de un plastrón apendicular abscedado.<br />

Como conclusiones destacar, que en los pacientes con plastrón o absceso apendicular si no hay una<br />

oclusión intestinal o activación del proceso apendicular de origen. Debe iniciarse el tratamiento<br />

médico con antibióticos y posteriormente realizar la apendiceptomía. En ambos casos la cirugía por<br />

laparotomía exploradora será la conducta, no sin antes señalar que la apendicectomía de inicio en el<br />

plastrón o diferida por vía videoasistida tiene adeptos en su realización con buenos resultados.<br />

18


Nos parece prudente y didáctico citar otras complicaciones o evoluciones tórpidas planteables en el<br />

curso de la apendicitis aguda y entre ellas citamos:<br />

1. La pileflebitis.<br />

2. Embolismo pulmonar.<br />

3. Embolismo pulmonar<br />

4. Absceso del hígado.<br />

5. Absceso subfrénico.<br />

6. Sepsis generalizada.<br />

Perforación de víscera hueca intra abdominal<br />

Síntomas que expresan reacción del peritoneo cuando una víscera hueca, un quiste o un proceso<br />

séptico vierten su contenido en la cavidad abdominal. Los síntomas y signos con mayor frecuencia<br />

guardan relación con las úlceras gástricas o del duodeno, aunque suele observarse en la apendicitis<br />

aguda, la colecistitis. También pueden determinar este cuadro perforativo, la diverticulitis,<br />

principalmente del sigmoides y en el divertículo de Meckel. El aire libre bajo el diafragma signo de<br />

perforación de una víscera intraabdominal es debido, con mayor frecuencia, a una úlcera péptica<br />

perforada, también puede originarse por carcinoma perforado, diverticulitis del sigmoide perforado<br />

y traumatismo con lesión del colon. Siempre en estos casos está indicada la laparotomía<br />

exploradora.<br />

Neumoperitoneo por úlcera duodenal perforada.<br />

Tratamiento:<br />

Por un divertículo de Meckel: resección.<br />

Diverticulitis dando un cuadro de sepsis o perforativo (colon izquierdo): drenaje y colostomía.<br />

Úlcus gastroduodenal perforado: Duodeno: sutura y epiploplastia – vagotomía y piloroplastia. Si es<br />

una perforación gástrica, resección de los bordes de la úlcera e igual proceder.<br />

Vesícula: colecistectomía.<br />

19


El divertículo de Meckel, ocurre en íleon terminal, a una distancia entre 45 y 90 cm de la válvula<br />

ileocecal y en el borde antimesentérico del íleon. Aproximadamente el 50 % de los pacientes con<br />

divertículo de Meckel tienen tejido heterotópico que suele ser de mucosa gástrica o pancreática.<br />

El mecanismo por el cual el divertículo de Meckel tiende a inflamarse, obedece a posibles causas de<br />

infección bacteriana, otros consideran que es producto de la digestión enzimática con erosión de la<br />

mucosa. La patogenia por obstrucción de estos divertículos, tiende a ser igual que en la apendicitis<br />

aguda, pero la obstrucción es más difícil de observar debido a que su base es más ancha.<br />

La complicación más común es la inflamación (diverticulitis) y ocurre en el 20 % de los pacientes<br />

aproximadamente. El cuadro clínico sin llegar a la perforación es similar al de la apendicitis aguda;<br />

diferenciándose por el dolor y por el grado de irritación <strong>peritoneal</strong> o contractura de la pared<br />

abdominal. El dolor generalmente no se instala en fosa ilíaca derecha, sino es más central, muchas<br />

veces periumbilical; a la exploración del abdomen, habrá irritación <strong>peritoneal</strong>, pero ésta al igual que<br />

el dolor tiende a dejar libre la fosa iliaca derecha. El cuadro clínico de la perforación del divertículo<br />

de Meckel, generalmente, es indistinguible de la apendicitis aguda, por lo que el dolor, las náuseas,<br />

los vómitos y signos <strong>peritoneal</strong>es estarán presentes. El pulso (más de 100 por minuto) y una<br />

leucocitosis de más de 10 000 por campo con marcada desviación hacia la izquierda, estarán<br />

siempre presentes.<br />

La clínica de la inflamación del divertículo de Meckel, a menudo se manifiesta como un cuadro<br />

apendicular. La incapacidad para establecer el diagnóstico inmediato puede dar lugar a perforación<br />

del divertículo y peritonitis generalizada. Cuando estemos frente a un paciente donde clínica y<br />

humoralmente nos señale una apendicitis aguda y cuando es laparotomizado y encontremos que el<br />

apéndice es normal, es imperativo que se explore todo el íleon terminal en busca de un divertículo<br />

de Meckel.<br />

El tratamiento de las complicaciones del divertículo de Meckel y en lo particular ante un cuadro<br />

inflamatorio agudo <strong>peritoneal</strong> o perforativo, es la intervención quirúrgica. La resección o exéresis<br />

del divertículo o en algunos casos del segmento de íleon donde asienta, es lo indicado. Cuando el<br />

pedículo que une el divertículo al íleon es delgado (semejante al meso apendicular), puede realizarse<br />

la diverticulectomía, con igual proceder que para la apendicectomía. Si la base del divertículo es<br />

ancha, se extirpará seccionando su base cerca del íleon y en sentido diagonal para realizar el cierre a<br />

uno o dos planos, pero en sentido transversal a la luz del íleon. Si la base de inserción del divertículo<br />

está tomada por el proceso inflamatorio, se realizará resección segmentaria de íleon que comprenda<br />

al divertículo y anastomosis terminoterminal.<br />

La diverticulosis del colon es asintomática y sólo nos ocuparemos de aquellas que han desarrollado<br />

abscesos o perforación, las cuales llevan a un cuadro <strong>peritoneal</strong> agudo. De las mismas el 4 %, por lo<br />

general, son de indicación quirúrgica inmediata.<br />

Su mayor frecuencia es en colon sigmoides y su clínica se describe como propia de una apendicitis<br />

del lado izquierdo. En colon izquierdo la inflamación diverticular puede progresar a la formación de<br />

abscesos, a la perforación en la cavidad abdominal, o al desarrollo de fístulas con los órganos<br />

vecinos, en especial la vejiga. La inflamación de los divertículos solitarios del ciego puede causar<br />

síntomas y signos que presten a confusión con la apendicitis aguda, absceso apendicular o a un<br />

carcinoma.<br />

La aparición de divertículos, principalmente de colon izquierdo es un fenómeno casi normal del<br />

envejecimiento. Las manifestaciones clínicas de la diverticulitis por su orden de frecuencia son:<br />

20


dolor abdominal, fiebre, estreñimiento o diarrea, distensión abdominal, disuria, polaquiuria, tumor<br />

abdominal palpable ocasionalmente, náuseas, vómitos, sangrado digestivo bajo, hematuria y cierto<br />

grado de irritación <strong>peritoneal</strong>.<br />

El dolor es constante, aunque a menudo se acompaña de exacerbaciones cólicas. Generalmente, hay<br />

dolor a la palpación, puede haber espasmo o no y rigidez, lo cual se localiza en la región dolorosa.<br />

La fiebre suele presentarse en la mayor parte de los casos, cuando es alta sugiere un absceso o<br />

perforación y en las más de las veces se acompaña de escalofrío, síntoma que nos hace pensar que<br />

ha ocurrido una perforación libre en cavidad abdominal.<br />

Se debe tener presente, que cuando existe inflamación en los divertículos sus principales efectos se<br />

ejercen sobre los tejidos pericolónicos, lo cual es resultado de macro o micro perforaciones y no de<br />

la inflamación de la pared diverticular. Esta peridiverticulitis se manifiesta en forma de peritonitis<br />

local o de formación de absceso.<br />

Cuando los divertículos son del colon y más frecuentes del sigmoides manifestándose una<br />

diverticulitis abscedada o perforación, el síndrome <strong>peritoneal</strong> es la regla. En casos de perforación, el<br />

contenido intestinal vertido en la cavidad abdominal es muy séptico llevando rápidamente a una<br />

peritonitis grave por la alta concentración de microorganismos del tractus gastrointestinal que se<br />

localiza en el colon, identificándose hasta 10 11 anaerobios por gramo de heces fecales o mililitro del<br />

producto de la aspiración. También hay bacterias coliformes en concentración de 10 8 por gramo y<br />

otros microorganismos.<br />

La infección que se observa después de una perforación libre, generalmente es grave debido a la<br />

liberación masiva de microorganismos patógenos en la cavidad abdominal, con una alta<br />

morbimortalidad (40 %) siendo clásico encontrar en estos enfermos peritonitis, shock séptico,<br />

colección purulenta localizada en cualquier espacio de la cavidad <strong>peritoneal</strong>, al igual que sepsis<br />

severa, de la herida quirúrgica postoperatoria y alrededor del sitio de la colostomía debido al alto<br />

grado de posibilidad de contaminación.<br />

La intervención quirúrgica inmediata está planteada ante la existencia clínica de un abdomen agudo<br />

y en este caso por una diverticulitis aguda abscedada o perforación con peritonitis localizada o<br />

generalizada, y la operación consistirá en drenaje de la región con colostomía derivativa. Otros<br />

prefieren extirpar el foco primario durante el proceder de urgencia, realizando resección primaria<br />

del segmento de colon sigmoideo afectado con anastomosis terminoterminal y colostomía<br />

descompresiva o resección del segmento afecto, colostomía proximal y cierre del cabo distal del<br />

colon según proceder de Hartman, para después de tres a seis meses restablecer la continuidad del<br />

tránsito intestinal colónico.<br />

Uno de los diagnósticos más difíciles de establecer es la diferenciación entre un absceso, con<br />

perforación o sin ella en cavidad abdominal y un tumor inflamatorio por diverticulitis o del causado<br />

por un carcinoma perforado. A menudo no puede realizarse preoperatoriamente y ni siquiera en la<br />

operación.<br />

Otras causas, de perforaciones intestinales es por la ingestión de cuerpos extraños, pudiendo originar<br />

problemas intestinales, concretamente oclusión de intestino delgado o intestino grueso, perforación<br />

de víscera hueca y peritonitis. La demora en su diagnóstico ocasiona una cirugía tardía, con un<br />

aumento de la morbimortalidad, por lo que consideramos que conocimiento de esta situación es<br />

importante, aunque su frecuencia es inferior al 1% del total de las perforaciones del tracto digestivo.<br />

21


La ingestión de cuerpos extraños, ya sea de manera voluntaria o accidental, ocasiona perforaciones<br />

intestinales en menos del 10% de los casos, ya que la mayoría de las veces completan el trayecto<br />

intestinal sin incidencias. Las zonas anatómicas de impactación de los objetos extraños de estrechez,<br />

angulación o los fondos de saco, pero también pueden localizarse en zonas de bridas o en las bocas<br />

anastomóticas quirúrgicas. Las zonas anatómicas de impactación de los objetos extraños son:<br />

esfínteres esofágicos superior e inferior, píloro, duodeno, válvula ileocecal, ciego, apéndice y ano.<br />

En el caso de perforación intestinal, ésta ocurre en un 75% de los casos en el área ileocecal. El<br />

hallazgo de cuerpos extraños en el tracto intestinal es un problema relativamente frecuente, siendo la<br />

ingestión oral la causa más habitual, seguida de la introducción por vía rectal y mucho menos<br />

frecuente por emigración desde órganos vecinos.<br />

La ingestión de estos objetos puede realizarse de forma consciente, con otros fines (reclusos) o de<br />

manera inconsciente en niños y adolescentes, ancianos, alcohólicos, drogadictos, enfermos mentales,<br />

en sujetos con problemas bucodentales o en portadores de dentadura postiza, en deficientes visuales<br />

y acompañando a la ingestión de bebidas frías o de alimentos de forma rápida. En otros la ingestión<br />

del objeto extraño puede ser involuntaria.<br />

Los cuerpos extraños reseñados en la bibliografía son muy diversos y variados, tanto en su<br />

naturaleza como en su forma y tamaño. Muchos casos son ocasionados por: sustancias vegetales,<br />

fragmentos óseos, como un hueso de pollo, y un alambre ingerido de manera accidental. El 45% de<br />

las perforaciones son debidas a objetos metálicos, el 40% a pequeños huesos y el 5% por palillos o<br />

mondadientes.<br />

Cuando se aprecian signos clínicos, dependen del tipo de objeto, ya que los objetos puntiagudos<br />

ocasionan perforaciones de la pared gastrointestinal y los objetos redondeados ocasionan<br />

obstrucciones intestinales. La sintomatología clínica es variada: molestias abdominales vagas, dolor<br />

abdominal cólico, dolor abdominal y síndrome febril, náuseas y vómitos, diarreas de larga<br />

evolución, pérdida de peso, peritonitis local o difusa, masas inflamatorias, oclusión intestinal,<br />

hemorragia digestiva, absceso intraabdominal. Generalmente los pacientes consultan por dolor más<br />

o menos intenso abdominal acompañado de fiebre y vómitos. Las complicaciones son consecuencia<br />

del retardo diagnóstico y terapéutico, pudiendo ser entre otras la perforación aguda y la peritonitis,<br />

El diagnóstico preoperatorio suele ser: apendicitis aguda, perforación de víscera hueca, oclusión<br />

intestinal o masa abdominal. El diagnóstico diferencial se puede realizar con la: apendicitis aguda,<br />

linfadenitis mesentérica, ileítis, enfermedad de Crohn, diverticulitis de Meckel.<br />

Son de ayuda diagnóstica las pruebas analíticas, aunque no siempre están alteradas, las radiológicas<br />

(radiografía simple de abdomen, ecografía, TAC o estudio baritado en un tránsito intestinal), así<br />

como la laparoscopia; en ocasiones es necesario la laparotomía exploradora. La efectividad de la<br />

radiografía abdominal en la detección de cuerpos extraños ingeridos depende del tamaño y de la<br />

densidad del objeto; los objetos metálicos, óseos o de madera son detectados por la TAC, así como<br />

la existencia de gas extra luminal; también la TAC es idónea para localizar el lugar de la<br />

perforación. En ocasiones, la endoscopia digestiva, la gastroscopía y la colonoscopía ayudan en el<br />

diagnóstico y tratamiento.<br />

El tratamiento es quirúrgico, generalmente por laparotomía exploradora, comprobando la viabilidad<br />

intestinal, con resección del intestino isquémico si fuera necesario y reanastomosis del mismo. Si la<br />

perforación es en el intestino delgado se puede realizar extracción del cuerpo extraño y sutura simple<br />

22


tras avivar los bordes, resección segmentaria con anastomosis terminoterminal. Si afecta al intestino<br />

grueso se pueden realizar, las siguientes técnicas: sutura primaria de la lesión, resección con<br />

anastomosis terminoterminal y exteriorización del segmento afecto.<br />

Úlcera gástrica o duodenal perforada<br />

En ocasiones se observa como la tercera complicación más frecuente de peritonitis, ocupando como<br />

1ra y 2da causa la apendicitis aguda y la obstrucción intestinal. También es la segunda causa de<br />

peritonitis, luego de las de origen apendicular. Las úlceras, al igual que sus complicaciones, son más<br />

frecuentes en hombres que en mujeres.<br />

La perforación de una úlcera gastroduodenal puede verse a cualquier edad. Diferentes referencias la<br />

agrupan en la tercera, cuarta y quinta décadas de la vida. Cuando la úlcera se presenta en niños, su<br />

debut está dado por la perforación (37,8 %). Después de los 50-60 años, las cifras de complicaciones<br />

disminuyen, señalándose como excepción en los extremos de la vida.<br />

La perforación aguda a través de todos los planos de la pared del estómago o el duodeno de una<br />

úlcera gastroduodenal está dada por la ruptura a nivel de la base de la úlcera, dando lugar al escape<br />

libre del contenido gastrointestinal hacia la cavidad abdominal, lo cual produce un síndrome<br />

<strong>peritoneal</strong>. La perforación puede sobrevenir en un indeterminado grupo de pacientes ulcerosos,<br />

algunas series reportan entre un 10 y un 20 % (más frecuente en la úlcera duodenal). Esta proporción<br />

ocurre al seguir incidiendo los mecanismos que la producen e ir aumentando la profundidad de la<br />

erosión hasta que es atravesada totalmente la pared del estómago o duodeno.<br />

La mayoría de las perforaciones, ya sean duodenales o gástricas, están situadas en pared anterior<br />

cerca de la curvatura menor, localización que no tiene formaciones contiguas para adherirse y cubrir<br />

la perforación. Las úlceras de localización posterior generalmente penetran en el páncreas o el<br />

hígado y cubiertas por estos órganos contiguos, pueden en ocasiones llegar a la perforación libre en<br />

la transcavidad de los epiplones.<br />

Se señala que “ la úlcera que se perfora no sangra y la que sangra no se perfora". En el adulto la<br />

clínica de la perforación aguda de una úlcera gastroduodenal, es por lo general inconfundible. El 75<br />

% o más de los pacientes refieren que han sido tratados por una úlcera péptica, refiriendo dolor en<br />

epigastrio, sensación de acidez o de quemazón retroesternal, náuseas, vómitos y pérdida de peso. En<br />

el 10 % de estos enfermos el cuadro clínico está dado por la perforación.<br />

¿Con respecto a las ulceras pépticas perforadas cual es el criterio?<br />

Las úlceras pépticas, las anteriores se perforan, las posteriores penetran. Las úlceras que se perforan<br />

sobre todo en cara anterior sangran poco o no son sangrantes a contraposición de las de cara<br />

posterior, las cuales tienden a ser penetrantes erosionando la arteria gastroduodenal sangrando<br />

profusamente. Otras veces son penetrantes en páncreas.<br />

¿El shock que se presenta 24 – 36 horas después de la perforación es debido a hipovolemia o<br />

septicemia?<br />

La hipovolemia no es de causa hemorrágica, se debe a pérdida de líquidos y entre ellos la bilis, jugo<br />

gástrico o pancreático. Aquellos con úlcera perforada generalmente manifiestan shock y acidosis<br />

metabólica. Aparece hipovolemia dada por peritonitis química y por el secuestro de líquidos en los<br />

intestinos, vómitos reflejos, con grave deshidratación e hipovolemia e íleo paralítico. Instalado el<br />

cuadro <strong>peritoneal</strong>, primará la sepsis con traducción <strong>peritoneal</strong> e íleo. Los pacientes no tratados<br />

quirúrgicamente posteriores a la perforación mueren antes que aparezca la septicemia.<br />

23


Los cultivos de líquido abdominal en las 24 horas de la perforación generalmente no muestran<br />

crecimiento bacteriano ¿por qué? Los cultivos tomados de la cavidad <strong>peritoneal</strong> en las primeras 24<br />

horas a la perforación por lo general no muestran ningún crecimiento. Los sujetos con úlceras<br />

perforadas tienen altos niveles de ácido gástrico y este contenido que cae a la cavidad abdominal es<br />

estéril.<br />

Podemos describir la clínica de la perforación de una úlcera gastroduodenal por la presencia de<br />

dolor en epigastrio, el cual es repentino y de carácter agudo. La intensidad y duración del dolor<br />

guardará relación con la cantidad de líquido gastroduodenal que llega bruscamente a la cavidad<br />

abdominal. La salida de líquido y de aire produce irritación diafragmática con posibilidad de que el<br />

dolor se irradie a los hombros. Con la movilización hacia abajo de este contenido gastroduodenal, el<br />

dolor se hace más severo, localizándose en fosa ilíaca derecha, simulando una apendicitis aguda. Las<br />

náuseas y los vómitos estarán acompañando al dolor, ahora bien los vómitos son infrecuentes y<br />

pueden faltar.<br />

El hallazgo físico más característico en estos pacientes, es la rigidez de la pared abdominal (vientre<br />

en tabla). En este período de dolor y presencia del vientre en tabla, se observará que el enfermo<br />

tiende a permanecer tranquilo en el lecho, casi rígido, con temor a moverse por el dolor y con las<br />

piernas flexionadas. Los síntomas de shock podrán estar presentes, tales como palidez cutáneamucosa,<br />

sudoración, pulso rápido, hipotensión arterial y temperatura corporal normal o subnormal.<br />

El cuadro clínico de la úlcera perforada variará a medida que progresa la peritonitis y cambia de<br />

peritonitis química a bacteriana, la cual tiende a establecerse después de las 12 a 24 horas. Por lo<br />

que el cuadro clínico será de una peritonitis generalizada; el dolor será menos intenso, con<br />

regurgitaciones frecuentes, el pulso se hará más taquicárdico y débil. El enfermo estará sediento<br />

(por pérdida de líquido), facies hipocrática: ojos hundidos, cara pálida con cejas y sienes cubiertas<br />

de sudor, labios, dedos y uñas cianóticas por el aumento del relleno capilar; índice de insuficiencia<br />

circulatoria y del retorno del llenado periférico.<br />

Cuando los antecedentes de úlcus péptico están presentes con exacerbación de los síntomas<br />

semanas o días antes de la perforación, con contractura y rigidez de la pared abdominal,<br />

borramiento de la matidez hepática a la percusión; el diagnóstico en más del 90 % de los casos será<br />

fácil.<br />

El tratamiento del úlcus duodenal perforado será la operación inmediata, el cual consiste en la<br />

sutura de la perforación por medio de 2 ó 3 puntos de seda 0 ó 00, abarcando todo el espesor de la<br />

pared duodenal y que vayan de borde a borde de la perforación. El cierre simple de la perforación,<br />

debe realizarse utilizando un parche de epiplón (sutura y epiploplastia), la cual puede ser con<br />

epiplón libre o pediculado.<br />

¿El tratamiento basado en la sutura y epiploplastia, es el único tratamiento quirúrgico ante esta<br />

eventualidad o existen otros?<br />

La sutura y epipoplastía es un procedimiento que podemos señalarlo de rápido y sencillo y se<br />

preconiza dado por la irregularidad del estado del paciente (inestable hemodinamicamente) o con<br />

patología de base que hace riesgosa la operación.<br />

Otro métodos de tratamiento quirúrgico pueden consistir en resección del proceso ulceroso<br />

perforativo durante la realización de una pilorotomía y realizar posteriormente piloroplastia y<br />

24


vaguectomía y otros ante esta eventualidad tienden en casos seleccionados realizan antrectomía con<br />

vaguectomía.<br />

Estos últimos procederes son considerados como cirugía definitiva precoz y la tendencia a utilizarlas<br />

como técnicas de tratamiento definitivo en contraposición a la sutura y epiploplastia se basa: en<br />

brindar una solución integral del problema ulceroso en esta primera instancia operatoria, obligada<br />

por la perforación y realizarlas por cirujanos bien entrenados.<br />

Cuando hay sección de los vagos asociada a la piloroplastia habrá aumento del vaciamiento gástrico.<br />

Esta operación tiene baja morbilidad y mortalidad, sin embargo existen referencias de una alta<br />

incidencia de recurrencia, fundamentalmente por vagotomía incompleta. Se señala que con este<br />

procedimiento la diarrea postvaguectomía y el síndrome de vaciamiento rápido se presentan en más<br />

del 3 -7 % del total de los operados.<br />

Recomendando realizar sutura y epiploplastia en caso de gravedad del paciente, con más de 12-24<br />

horas de perforado, gran contaminación de la cavidad abdominal y lo más importante, con<br />

inestabilidad hemodinámica que expresa la gran sepsis intraabdominal y la absorción de toxinas que<br />

sufre el paciente. Mención merece la úlcera péptica gástrica perforada, a la cual siempre habrá de<br />

resecársele los bordes para biopsia y esperar; pues siendo agresivos podemos condenar al paciente,<br />

en el peor de los casos a sufrir anemia crónica.<br />

Citaremos sólo como información el tratamiento médico no quirúrgico de la úlcera péptica<br />

perforada, no como valoración terapéutica ya que es más dañino que beneficioso (controversial);<br />

creyéndonos que estamos en presencia de un úlcus perforado, siendo la situación otra: trombosis<br />

mesentérica, perforación de un divertículo, cáncer de colon o neoplasia gástrica perforada.<br />

En estos casos, quienes abogan por el tratamiento no operatorio lo hacen partiendo de la base de que<br />

la perforación ulcerosa es pequeña y el flujo a través de ella suele ser escaso, disminuyendo por<br />

aspiración gástrica. La tendencia es que se realice el cierre o bloqueo por las vísceras vecinas;<br />

señalando, además, que en las primeras horas el derrame es aséptico. Todo esto le permite un control<br />

estricto clínico y humoral del paciente y dispuestos siempre a recurrir a la cirugía.<br />

Entre las medidas de tratamiento médico no operatorio estarán:<br />

- Calmar el dolor.<br />

- Alimentación sólo parenteral.<br />

- Inhibir el estímulo vagal de la secreción mediante el uso de atropina y descompresión nasogástrica<br />

por aspiración.<br />

- Hidratación con control (balance) estricto electrolítico.<br />

- Antibioticoterapia de amplio espectro.<br />

- Transfusión sanguínea, si hay anemia por hemorragia asociada.<br />

- Atención de los factores coexistentes, particularmente cardiorrespiratorio.<br />

Torsión de víscera intraabdominal<br />

La torsión de un órgano o víscera intraabdominal puede llegar a producir peritonitis y es el resultado<br />

del movimiento giratorio que experimenta un órgano sólido, tumor o quiste sobre su propio meso o<br />

pedículo; con estrangulación de los vasos contenidos en los respectivos mesos o pedículos.<br />

Excluimos de este concepto de torsión de víscera intraabdominal a los vólvulos del sigmoides o del<br />

25


ciego (parcial) los cuales se traducen por un síndrome oclusivo y si esta torsión de intestino es total<br />

correspondería al vólvulo total de intestino delgado y ciego.<br />

Torsión ginecológica<br />

Dolor brusco, intermitente con exacerbaciones, localizado en abdomen inferior. Puede ir<br />

acompañado de un cuadro de shock <strong>peritoneal</strong> (palidez, sudores fríos, taquicardia), distensión<br />

abdominal. Complicación común del quiste del ovario. Favorecerá la torsión la longitud del pedículo<br />

y su relajamiento, la extensión y estrechez de los mesos. Puede instalarse un íleo intestinal<br />

(distensión abdominal).Facilita el diagnóstico: el antecedente del quiste.<br />

Torsión del epiplón.<br />

Accidente poco frecuente. Su sintomatología corresponde a un cuadro abdominal agudo. Se inicia<br />

con dolor brusco e intenso en el abdomen, a tipo cólico; vómitos, sin fiebre o escasa. Distensión<br />

abdominal. Al explorar el abdomen, éste se haya ligeramente distendido y se palpa una masa de<br />

consistencia pastosa que simula un plastrón. La clínica de la torsión del epiplón produciendo una<br />

epiploitis aguda es variable y los síntomas suelen ser dolor constante o tipo cólico y su localización<br />

tiende a estar ubicado en fosa ilíaca derecha. Esta localización del dolor puede ser debida al hecho<br />

de que la mitad derecha del epiplón es habitualmente más larga que la izquierda y por ello,<br />

susceptible a torsión, infarto o a inflamación. Término que generalmente es indistinguible en su<br />

cuadro clínico y por ende en el diagnóstico, es el infarto del epiplón mayor y puede depender de<br />

torsión del epiplón, poliarteritis nudosa, embolia, traumatismo o tener etiología desconocida. Su<br />

causa es oscura, valorándose que guarda relación con ingurgitación venosa, traumatismo ligero o<br />

aumento de la presión intraabdominal, causando trombosis. Generalmente está infartado el borde<br />

inferior y derecho del epiplón libre.La torsión del delantal epiploico, es un evento clínico poco<br />

frecuente sobre todo entre los infantes.<br />

Por lo general en ningún caso se estable el diagnóstico preoperatorio, indicándose el procedimiento<br />

quirúrgico por la sospecha de apendicitis aguda. En la laparotomía es frecuente encontrar el<br />

apéndice cecal sano, lo que no nos explica el diagnóstico de apendicitis aguda y al seguir explorando<br />

la cavidad abdominal, puede palparse internamente en abdomen alto y derecho una zona de plastrón<br />

hemorrágico de un segmento del epiplón mayor. La resección es curativa en todos los casos.<br />

El dolor de la torsión del epiplón aunque su localización tiende a ser en FID, también puede<br />

señalarse en el centro del abdomen (periumbilical) o en el lado izquierdo. La forma del comienzo del<br />

dolor puede ser ligera a manera de una pena abdominal o establecerse bruscamente. En la anamnesis<br />

en la mayor parte de los casos, este dolor pudo estar presente 24 o 48 horas antes de su aparición<br />

brusca. Acompañando al dolor pueden estar presentes anorexia y náuseas, aunque los vómitos son<br />

escasos o infrecuentes. Dato de interés, es que el estado general de estos enfermos es bueno e<br />

infrecuentemente parecen tan graves como los efectos de otras enfermedades que llevan al abdomen<br />

agudo.Al examen del abdomen en estos pacientes, puede hallarse dolor a la palpación superficial y<br />

profunda en fosa ilíaca derecha, lo que traduce irritación <strong>peritoneal</strong>, pero la misma tiende a ser<br />

circunscrita a dicha región, fiebre escasa y leucocitosis, lo que nos hace plantear que estamos ante<br />

una apendicitis aguda.<br />

En el infarto del epiplón (epiploitis), el diagnóstico podemos intentar hacerlo más que por la clínica,<br />

a través de la ecografía (ultrasonido), tomografía axial y podrá confirmarse por la laparoscopia<br />

convencional o videolaparoscopía. Otras veces durante la palpación podemos definir una masa<br />

26


tumoral dolorosa en fosa ilíaca derecha o izquierda, lo que nos permite considerar como<br />

diagnósticos: plastrón apendicular, tumor de colon derecho, hernia abdominal con compromiso<br />

vascular o un absceso tumoral producto de una diverticulitis. Si este tumor es de abdomen superior<br />

derecho el diagnóstico se hará con una colecistitis aguda. En la mujer, si el dolor es en bajo vientre y<br />

se palpa una masa o tumor doloroso; nos sugerirá torsión del pedículo de un quiste de ovario. El<br />

80 % de las torsiones del epiplón son diagnosticadas como apendicitis aguda.<br />

El tratamiento de la torsión del epiplón dando un cuadro abdominal agudo, es la intervención<br />

quirúrgica (por videolaparoscopía o laparotomía), donde como hallazgos encontraremos: un<br />

segmento terminal de epiplón doblado sobre su eje, infartado y edematoso, además suele encontrarse<br />

líquido <strong>peritoneal</strong> de color hemático oscuro. .<br />

Vesícula biliar. Colecistitis<br />

Referencias anatómicas.<br />

La vesícula se localiza en la fosa vesicular, en la cara inferior del hígado, entre los lóbulos derecho y<br />

cuadrado, por lo general es extrahepática pero se presentan algunos casos de vesículas empotradas y<br />

menos frecuentemente vesículas intraparenquimales. Mide de 7 a 10 cm de largo por 3 cm de<br />

diámetro transverso en el cuerpo; su capacidad es de 30 a 35 cc; es piriforme con el fondo hacia<br />

adelante llegando hasta el borde hepático, se continúa con el cuerpo y el cuello que termina en la<br />

ampolla y luego se continúa con el conducto cístico que se une al hepático común en ángulo agudo<br />

para formar el colédoco; el conducto cístico tiene en su interior una válvula espiral llamada de<br />

Heister que dificulta en ocasiones su cateterización.<br />

La vesícula biliar es irrigada principalmente por la arteria cística que en la mayoría de casos es rama<br />

de la hepática derecha, en otros se desprende de la hepática común y con menos frecuencia de la<br />

hepática izquierda. El principal medio de fijación es el peritoneo que recubre a la vesícula en la zona<br />

que sobresale del lecho hepático. La vesícula biliar no es un órgano vital, puede ser extirpada sin<br />

producir mayores molestias. Sirve como reservorio de la bilis secretada por el hígado. La presencia<br />

de alimentos ingeridos, especialmente grasas durante la digestión producen la contracción de la<br />

vesícula, gracias a su capa muscular, eliminando la bilis concentrada a través del cístico hacia el<br />

colédoco y luego al duodeno. La contracción vesicular es estimulada por la colecistoquinina,<br />

producida en el duodeno.<br />

Colecistitis aguda.<br />

Constituye la cuarta causa de ingreso hospitalario en nuestro medio a través de las urgencias en<br />

cirugía, anteponiéndose la apendicitis aguda, la obstrucción de causa mecánica de intestino delgado<br />

o grueso y al dolor abdominal por úlcera gastroduodenal perforada o de origen inespecífico. La<br />

colecistitis aguda en su comienzo es un proceso mecánico (cálculo impactado) evolucionando<br />

generalmente hacia la infección bacteriana.<br />

La colecistitis aguda se define como la inflamación que se desarrolla en la pared de la vesícula biliar<br />

como la complicación más frecuente de la colecistitis crónica y representa entre el 3 y el 9% de las<br />

consultas por dolor abdominal agudo en los servicios de urgencia. Se produce en el 95% de los<br />

casos, por obstrucción del cístico por un cálculo. Este proceso genera obstrucción linfática y<br />

vascular (venosa) que lleva a edema de la pared vesicular. Todo esto lleva a la isquemia de la pared.<br />

Dentro de los posibles diagnósticos diferenciales tenemos; colangitis aguda, úlcera péptica con o sin<br />

27


perforación, pancreatitis, apendicitis aguda y tumores de colon derecho. Se deben considerar<br />

también de causas torácicas como neumonía derecha, infarto agudo del miocardio,<br />

tromboembolismo pulmonar y pielonefritis aguda. No dejar de mencionar como propiciadores de la<br />

colecistitis aguda, aunque menos frecuente, la volvulación de la vesícula biliar, tumores benignos,<br />

quistes, el cáncer vesicular y excepcionalmente las anomalías vasculares.<br />

Mayor frecuencia después de los 45 a 50 años. Común en la mujer y guardan igual proporción<br />

acorde a la edad en ambos sexos. Sabemos que es una entidad cuatro veces más frecuente en<br />

mujeres que en hombres y que la obesidad y la multiparidad son factores asociados directamente a<br />

ella. Infrecuente en el niño<br />

El dolor es el síntoma constante que puede oscilar desde molestia en epigastrio o región subcostal<br />

derecha, hasta dolor insoportable con irradiación a hombro o espalda, acompañado de náuseas y<br />

vómitos. Con fines didácticos, podemos esquematizar la forma de presentación del dolor abdominal<br />

presente en esa entidad, en dos localizaciones principales: el dolor en epigastrio y el clásico dolor en<br />

el cuadrante superior derecho del abdomen. La gran mayoría de los dolores abdominales<br />

epigástricos corresponden a gastroenteritis y dispepsia, pero el clínico debe indagar y explorar la<br />

posibilidad de patología vesicular o de la vía biliar, sobre todo, si existen antecedentes y factores de<br />

riesgo presentes.<br />

La colecistitis aguda como toda alteración anatómica puede presentarse de forma aguda en la<br />

vesícula biliar, la cual transita desde el edema, inflamación (congestión) hasta la infección, con<br />

gangrena y perforación de sus paredes.<br />

La colelitiásis puede estar asociada con episodios recientes o pasados de colecistitis, o descubierta<br />

en aquellos que nunca han tenido síntomas, permaneciendo asintomáticos a pesar de la presencia de<br />

cálculos vesiculares. Más del 80 % de las operaciones realizadas en la vesícula y vías biliares, se<br />

deben a cálculos o complicaciones producidas por ellos.<br />

La obstrucción del conducto cistico es el evento inicial en la colecistitis aguda, dada en un 90-95 %<br />

de los casos por uno o varios cálculos vesiculares. A partir de ahí, se desarrolla una serie de eventos,<br />

entre los que se encuentran la inflamación y el edema como paso inicial, seguidos por<br />

compromiso vascular, isquemia, necrosis y perforación. Por fortuna, este proceso evolutivo sólo se<br />

desencadena en el 10 % de los casos. La obstrucción del conducto cístico (90 %) cede con solo<br />

cambios histológicos mínimos dando lugar a cicatrización y fibrosis que, de repetirse, puede llevar a<br />

una vesícula no funcional.<br />

Como definición podemos aceptar la colecistitis aguda como todas las alteraciones anatómicas que<br />

pueden presentarse de forma aguda en la vesícula biliar, las cuales transitan desde el edema,<br />

inflamación (congestión) hasta la infección, con gangrena y perforación de sus paredes. El<br />

comienzo de los síntomas en la colecistitis aguda puede ser gradual o repentino, este último se<br />

presenta cuando la causa es por un cálculo impactado en el cístico.<br />

Entre los síntomas, el más característico es el dolor abdominal, el cual puede comenzar como una<br />

molestia de intensidad moderada en epigastrio, que aumenta gradualmente para localizarse por<br />

debajo del reborde costal derecho con irradiación, generalmente, hacia la región subescapular u<br />

hombro derecho. El dolor, síntoma constante tiende a ser tolerado por el paciente, aunque en<br />

ocasiones se hace persistente e intenso, en algunas ocasiones es de tal magnitud que hace que el<br />

paciente se retuerza en su lecho o llore de angustia. En el interrogatorio el paciente nos puede<br />

afirmar que ha tenido crisis similares, pero menos severas, de presentación inesperada y que han<br />

cedido, pero dejando molestia en la región subcostal derecha durante días, después de lo cual se ha<br />

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encontrado bien. El dolor puede disminuir o desaparecer, observable cuando existe gangrena<br />

vesicular y propia de muchos pacientes ancianos. Las náuseas se presentan en el 80 a 90 % y<br />

acompaña generalmente al dolor. Los vómitos constituyen un signo común en la colecistitis aguda,<br />

si son frecuentes e intensos es un elemento de sospecha de cálculos en el colédoco. Los escalofríos<br />

son de presentación infrecuente e indican colangitis, perforación u otra complicación.<br />

La fiebre en estos pacientes habitualmente es alta, aunque el 25 % de los pacientes están afebriles.<br />

El pulso es frecuentemente (taquicárdico), guardando relación con el aumento de la temperatura<br />

corporal. Al examen del paciente, además de los signos hallados, podrá existir ictericia, la cual se<br />

presenta en casi la tercera parte de estos enfermos.<br />

Al examen del abdomen y por medio de la inspección podremos observar que éste se mantiene casi<br />

inmóvil, siguiendo con lentitud los movimientos respiratorios. Si se le indica al paciente que tosa o<br />

trate de sentarse en el lecho, éste lo hará con dificultad y referirá dolor intenso en hipocondrio<br />

derecho. A la palpación del abdomen se encontrará dolor en región subcostal derecha, con signos de<br />

irritación <strong>peritoneal</strong> o contractura de la pared abdominal preferentemente ocupando la mitad<br />

superior del recto derecho. La extensión del dolor y de la contractura de la pared, sugiere una<br />

perforación vesicular o una pancreatitis asociada. La presencia del signo de Murphy es la certeza de<br />

estar ante una colecistitis aguda. Alrededor del 90 al 95 % de los enfermos con colecistitis aguda<br />

tienen molestia dolorosa por debajo del reborde costal derecho (Murphy positivo). En cerca del<br />

90 % de los pacientes se presenta contractura involuntaria en esta región; el vientre en tabla no es<br />

típico de esta afección y su presentación traduce perforación o gangrena vesicular. Si la vesícula<br />

inflamada está distendida puede ser palpada. Muchos señalan que la vesícula es palpable en el 15 a<br />

25 %.<br />

El signo o maniobra de Murphy se define como la detención súbita, por dolor, de una inspiración<br />

profunda del paciente en decúbito supino, provocada por la compresión de la vesícula biliar<br />

inflamada entre el hígado -que desciende por acción de la contracción del diafragma- y los dedos del<br />

examinador, que se han localizado previamente en la región del hipocondrio derecho. Se describen<br />

otros puntos dolorosos en la región escapular (cuadrante superior derecho del área infraescapular) y<br />

paravertebral derecha de los cuerpos de T10 a T12, conocido este último como signo de Boas.<br />

Signo de Courvoisier se refiere a la palpación no dolorosa de la vesícula biliar dilatada en pacientes<br />

con ictericia. Este signo las más de la veces es descrito y considerado como patognomónico en la<br />

neoplasia de la cabeza del páncreas. La dilatación de la vesícula, corresponde, en un número muy<br />

alto de los casos a etiología maligna. En algún momento se consideró este signo como una “ley” que<br />

dictaba malignidad asociada a la positividad en el hallazgo. Hoy día, sabemos que se describen<br />

algunas causas no malignas como colangiopatías por SIDA y la dilatación vesicular en pacientes con<br />

algunas dietas y el efecto de válvula de los cálculos presentes en la vía biliar.<br />

29


Fig. Zonas de dolor (colecistitis aguda).<br />

Las molestias gastrointestinales secundarias a la ingestión de comidas ricas en grasa, conocida como<br />

intolerancia a las grasas, tiene el mismo valor predíctivo que el cólico biliar en la aparición de<br />

colecistitis. Tradicionalmente se reconocen dos hallazgos característicos en la patología de la<br />

vesícula biliar; el signo de Courvoisier y el de Murphy.<br />

Fiebre alta o hipotermia en las formas gangrenosas, con estado tóxico, ictericia, taquicardia. La<br />

vesícula palpable implica obstrucción del conducto cístico, planteando un cuadro agudo de<br />

colecistitis, que si no se trata puede evolucione hacia la gangrena vesicular con perforación de la<br />

misma.<br />

Cuando la impactación de un cálculo compromete el drenaje venoso puede ocurrir un infarto<br />

isquémico con necrosis gangrenosa de la pared que aparece de un color verdinegro. En este<br />

momento se producen las perforaciones, complicación infrecuente en estos tiempos, pero que de<br />

ocurrir resulta en una grave peritonitis biliar más que bacteriana, con un pronóstico sombrío para el<br />

paciente. La colecistitis aguda puede presentarse ocasionalmente en el posoperatorio tras<br />

intervenciones abdominales por enfermedades no relacionadas e incluso extraabdominales. El<br />

espesamiento y el éxtasis de la bilis, producida por el ayuno y su contracción al reiniciar la vía oral<br />

son los responsables del inicio del proceso, con o sin cálculos vesiculares.<br />

El cólico biliar es el más común de los motivos de consulta de causa biliar. Se desencadena cuando<br />

un cálculo obstruye algún trayecto de la vía biliar, usualmente el conducto cístico. Se caracteriza por<br />

dolor tipo cólico en el hipocondrio derecho, acompañado de náuseas y vómitos con eventual<br />

irradiación al dorso. Al examen físico hay dolor a la palpación del hipocondrio derecho. No hay<br />

ictericia ó fiebre ni la vesícula es palpable (Murphy negativo). El dolor cede con la administración<br />

de analgésicos y antiespasmódicos. Cuando el cálculo se desimpacta el flujo biliar se restablece, con<br />

desaparición del cuadro clínico. Si se mantiene la obstrucción del conducto cístico se constituye el<br />

denominado cólico vesicular persistente o recurrente, traduciéndose como la primera fase de un<br />

proceso inflamatorio agudo vesicular.<br />

La colecistitis aguda propiamente dicha, es un síndrome con diversos y progresivos estados clínicos;<br />

en un extremo tendremos el cólico biliar, expresión clínica de la coleletiásis y en el otro, la<br />

colecistitis que se acompaña de los signos de inflamación descritos.<br />

30


Fiebre alta o hipotermia en las formas gangrenosas, con estado tóxico, ictericia, taquicardia. Con<br />

frecuencia la vesícula es palpable (Signo de Murphy positivo). La vesícula palpable implica<br />

obstrucción del conducto cístico, planteando un cuadro agudo de colecistitis, que si no se trata puede<br />

evolucione hacia la gangrena vesicular con perforación de la misma. Ictericia, aparece en el 20% de<br />

los pacientes. De ligera intensidad. Se explica por la comprensión de la vía biliar principal por la<br />

vesícula aumentada de tamaño y tumefacta. En ocasiones se palpa u plastrón o masa inflamatoria.<br />

Uno de cada cinco pacientes puede presentar ictericia.<br />

La bilirrubina sérica en el curso de una colecistitis aguda puede aumentar hasta 3 mg / 100 mm 3 de<br />

sangre, en ausencia de cálculos en colédoco, siendo este aumento presumiblemente por obstrucción<br />

biliar por el edema. La cifra de amilasa se ha encontrado elevada en cerca del 15 % de los enfermos<br />

con colecistitis aguda sin comprobación durante el acto quirúrgico de pancreatitis asociada.<br />

Leucocitosis, de 12.000 a 15.000 leucocitos, causada por la proliferación y virulencia de las<br />

bacterias del contenido vesicular y la eventual bacteriemia. Los valores de leucocitos en la<br />

enfermedad pueden fluctuar entre 10 000 y 15 000/ mm de sangre con desviación hacia la izquierda.<br />

Si los leucocitos pasan de 20 000 mm, o si la fórmula leucocitaria presenta una proporción relativa<br />

de polimorfonucleares del 90 % o más, indica gangrena vesicular o inminente, perforación y otras<br />

complicaciones de causa séptica.<br />

En la colecistitis aguda, es habitual encontrar leucocitosis con desviación izquierda, ligera elevación<br />

de las aminotransferasas y un eventual e inespecífico aumento de la amilasa. Esta elevación de la<br />

amilasa no supone necesariamente la coexistencia de patología pancreática. Todos estos hallazgos<br />

deben correlacionarse con la historia clínica y antecedentes propios de cada paciente.<br />

En las últimas décadas nos basábamos para el diagnóstico de la colecistitis aguda realizando la<br />

colecistografía endovenosa, la cual acaso nos podrá mostrar el colédoco pero no la vesícula. Además<br />

no útil en presencia de íctero, por lo que su lugar ha sido ocupado por la ecografía. Actualmente el<br />

diagnóstico de un proceso agudo inflamatorio litiásico o no de la vesícula biliar está dado por el<br />

empleo del ultrasonido o ecografía, pues nos puede demostrar la presencia de cálculos, el tamaño de<br />

la vesícula y el engrasamiento de sus paredes.<br />

Clasificación anátomoclínica<br />

Vesícula biliar edematosa:- Donde la pared presenta un grado variable de edema y congestión<br />

vascular.<br />

Vesícula biliar supurada:- Existe infiltración celular inflamatoria importante con obstrucción de la<br />

mucosa que esta en relación con los trastornos vasculares.<br />

Vesícula biliar gangrenosa:- Existe infarto hemorrágico agudo con necrosis y la perforación es la<br />

etapa sucesiva.<br />

Vesícula biliar perforada:-La vesícula se presenta tumefacta, edematosa, con serosa hiperémica, con<br />

áreas de necrosis y pseudo membrana.<br />

En estadios mas avanzados se produce la inflamación e infiltración de los órganos vecinos dando<br />

lugar al plastrón vesicular donde participan el colon transverso, colon derecho y su meso, epiplón<br />

mayor, estómago y duodeno y peritoneo parietal anterior.<br />

31


Fases evolutivas:<br />

• Hidropesía vesicular (hidrocolecisto)<br />

• Cólico biliar<br />

• Colecistitis aguda<br />

• Empiema vesicular<br />

• Gangrena vesicular<br />

• Plastrón<br />

• Perforación (peritonitis biliar)<br />

• Torsión vesicular<br />

• Ileo biliar<br />

• Colecistitis filtrante<br />

• Colecistitis en el curso de intervenciones quirúrgicas intra o extraabdominales.<br />

En la colecistitis enfisematosa se delineará la silueta de la vesícula. En los casos de íleo biliar se<br />

puede apreciar, distensión de asas delgadas, así como aire en las vías biliares como causa de la<br />

comunicación de la fístula con el tubo digestivo. La perforación con fístula entre la vesícula o la vía<br />

biliar principal y el tubo gastroduodenal no es ni frecuente ni rara.<br />

Empiema vesicular, es la transformación del contenido de la vesícula en pus resultado de la<br />

invasión, proliferación e incremento de la virulencia de las bacterias que contaminan el contenido de<br />

la vesícula, transformándola en una bolsa de pus a tensión. Complicación observada en el curso<br />

evolutivo de una colecistitis aguda.<br />

La vesícula está distendida con paredes engrosadas, con bilis muy ecorrefringente y cálculos en su<br />

interior. Sus signos y síntomas pueden estar dados por taquicardia, dolor intenso y mantenido, con<br />

franca irritación <strong>peritoneal</strong> en hipocondrio derecho, en ocasiones los síntomas son muy pobres.<br />

La sintomatología del empiema corresponde a la infección de la vesícula y sepsis abdominal con<br />

todo el complejo local y sistémico de dolor, fiebre, taquicardia, escalofríos y leucocitosis de sobre<br />

20.000. Es lo más común de las complicaciones, alrededor del 50% de ellas, con un índice de<br />

mortalidad de un 15%.<br />

Sus signos y síntomas pueden estar dados por taquicardia, dolor intenso y mantenido, con franca<br />

irritación <strong>peritoneal</strong> en el hipocondrio derecho, en ocasiones los síntomas son muy pobres. En<br />

leucograma leucocitosis con gránulos tóxicos. En pacientes de edad avanzada pueden no existir<br />

alteraciones.<br />

Gangrena vesicular, se sospechará durante el proceso de una colecistitis aguda, en que el paciente<br />

presente: toma del estado general, fiebre de 39-40 grados centígrados, marcada taquicardia,<br />

hipotensión arterial, signos locales de irritación <strong>peritoneal</strong> pocos acentuados en relación con las<br />

manifestaciones generales. En la mayoría de los pacientes se confirmará el diagnóstico durante el<br />

acto quirúrgico. La colecistectomía estará indicada, a pesar de las condiciones generales o locales<br />

precarias del enfermo, en caso de que la necrosis de la vesícula esté circunscrita al fondo de la<br />

misma y las condiciones no permitan realizar la exéresis del órgano, lo prudente será realizar una<br />

colecistostomía por sonda.<br />

32


La gangrena vesicular puede presentar perforación y ruptura con alivio pasajero del dolor por cese<br />

de la distensión que se reactiva por la irritación que produce el contenido extravasado. Es el proceso<br />

más avanzado de daño de la pared vesicular y clínicamente el más grave. Se produce por isquemia<br />

de la pared y necrosis localizada o total, con distensión de la vesícula por un contenido<br />

empiematoso; pudiendo en ocasiones a contribuir a la torsión de la vesícula. Durante este proceso la<br />

vesícula puede presentar perforación y ruptura con alivio pasajero del dolor por cese de la distensión<br />

que se reactiva por la irritación que produce el contenido extravasado. El tratamiento es la<br />

colecistectomía.<br />

La torsión de la vesícula biliar, es una complicación poco frecuente y grave, rara vez es<br />

diagnosticada antes de la operación. Si no es tratada con rapidez tiene gran probabilidad de causar la<br />

muerte. En el 5 % aproximadamente de disecciones de cadáveres, se precisa que el pliegue<br />

<strong>peritoneal</strong> que cubre la vesícula sea largo. Con la edad hay absorción de la grasa mesentérica con<br />

relajación de los tejidos y como resultado aparece la ptosis vesicular o vesícula flotante. La vesícula<br />

puede encontrarse libre en la cavidad abdominal, suspendida sólo por el meso del conducto cístico.<br />

El peristaltismo del duodeno o del colon puede hacer que la vesícula gire, con obstrucción y<br />

disminución de su riego sanguíneo.<br />

La clínica de la torsión vesicular varía desde un comienzo gradual en la torsión incompleta, hasta<br />

otro de comienzo súbito en la torsión completa. El dolor abdominal en cuadrante superior derecho<br />

puede tener carácter cólico y acompañarse de vómitos e hipersensibilidad dolorosa localizada, con<br />

signos de peritonitis y de shock si la vesícula se gangrena y perfora, palpándose una masa tumoral a<br />

nivel del cuadrante superior derecho. Suele no observarse íctero. El diagnóstico preoperatorio más<br />

común es el de la colecistitis o apendicitis aguda.<br />

Debemos tener en cuenta que: no existe un hallazgo clínico ó de laboratorio que por si mismo,<br />

pueda descartar o confirmar la presencia de colecistitis aguda. La combinación de una buena<br />

historia clínica y una interpretación adecuada de los laboratorios y las imágenes, continúan siendo el<br />

método diagnóstico apropiado. Los diagnósticos diferenciales incluyen hepatitis viral y pancreatitis<br />

secundaria a colédoco litiasis. Algunos caso de trombo-embolismo pulmonar, pueden aparecer con<br />

dolor en la región del hipocondrio derecho.<br />

La evolución clínica de la colecistitis aguda es prácticamente periódica. Los síntomas se mantienen<br />

por un término de 72 horas en el 90% de los pacientes, remitiendo espontáneamente y<br />

normalizándose en el lapso de ocho a diez días. En cambio, si el cuadro no remite y se intensifica el<br />

dolor, los signos locales, la fiebre, la leucocitosis y se agrava el estado general del paciente,<br />

podemos admitirse la inminencia o que ya se ha instalado muy probablemente una complicación<br />

como empiema, perforación u otra.<br />

Plastrón vesicular, complicación que se produce cuando se limita un absceso tanto por el epiplón<br />

como la aposición del intestino con producción de fibrina y membranas fibrinoleucocitarias. El<br />

tratamiento consiste en analgesia, hidratación y antibioticoterapia con el seguimiento por<br />

eritrosedimentación diaria y semanal; si la evaluación es favorable, realizar el tratamiento quirúrgico<br />

entre 3 y 6 meses, si por el contrario aparecen complicaciones realizar tratamiento quirúrgico<br />

urgente. El plastrón vesicular se palpa como una masa sensible, de límites imprecisos, y puede<br />

aparecer en el curso de una colecistitis aguda si la necrosis y la inflamación de la pared alcanzan la<br />

superficie <strong>peritoneal</strong>. Además de la vesícula (que puede hallarse distendida o atrófica), forman parte<br />

del plastrón el epiplón inflamado, colon o el intestino delgado, que se adhiere a la vesícula y al<br />

borde inferior del hígado.<br />

33


Las fístulas constituyen el 2 al 3% de las complicaciones, las más frecuentes son las<br />

colecistoduodenales y las colecistocolónicas constituyendo las primeras el 75% y el 15%<br />

respectivamente dentro del conjunto de las fístulas vesiculares. Les siguen en frecuencia las<br />

colecistoduodenocolónicas, colecistogástricas y colecistoentéricas. Las fístulas se originan por la<br />

adhesión de la vesícula a una víscera hueca vecina cuya pared irrita y al producirse la perforación<br />

vesicular compromete la pared de la víscera a que está en contacto.<br />

El íleo biliar puede constituirse por erosión de los cálculos contenidos en la vesícula hacia el aparato<br />

gastrointestinal. El cálculo puede penetrar al duodeno a través del colédoco (conducto común), pero<br />

con mayor frecuencia erosiona directamente al intestino. Este trayecto puede conectarse con el<br />

estómago, el duodeno o el colon (infrecuente). Si este cálculo al migrar se detiene en la porción más<br />

estrecha del intestino, la cual es íleon terminal, da un cuadro de obstrucción intestinal. Un hecho que<br />

permite la comunicación de la vesícula biliar con estas estructuras digestivas, es que cuando existe<br />

un cuadro de colecistitis aguda en fase avanzada<br />

Del proceso séptico e inflamatorio, el organismo trata de limitarlo por medio de las estructuras<br />

vecinas, en este caso el duodeno, yeyuno estómago o el colon, por lo cual es hacia las mismas donde<br />

se labra por la erosión del cálculo el trayecto fistuloso.<br />

Clínicamente son difíciles de diagnosticar, y ocasionalmente pueden descubrirse por la tinción de las<br />

vías biliares en un estudio radiológico gastroduodenal o colónico o durante los estudios de Rx<br />

simple del abdomen con presencia de aire en vías biliares. El tratamiento consiste en la<br />

colecistectomía y rafia del defecto en el tubo digestivo (fistulectomia).<br />

Aire en vesícula y en el resto del tractus biliar<br />

34


Tratamiento de la colecistitis aguda<br />

El tratamiento definitivo de la colecistitis aguda diagnosticada, es la cirugía dentro del período de las<br />

24 a 48 horas. Este tratamiento quirúrgico precoz es el más empleado por la mayoría de los<br />

cirujanos, no obstante otros abogan por tratar de abortar el proceso séptico agudo, para que ceda el<br />

cuadro clínico (enfriarla) y posteriormente en un período mayor de tiempo, operar. El tratamiento<br />

quirúrgico de la colecistitis aguda tiene un promedio de mortalidad entre el 3 y 5 %, más del 90 %<br />

de los operados curan de sus molestias de las vías biliares llevando una vida plena.<br />

La colecistectomía es la operación indicada ante una colecistitis aguda; es una cirugía de urgencia y<br />

puede ser, a abdomen abierto (laparotomía) o por videolaparoscopia. No siempre es aconsejable y<br />

prudente la colecistectomía en una colecistitis aguda y las causas podrán ser: estar ante un proceso<br />

plástico o inflamatorio avanzado con zonas de abscesos pericolecísticos y técnicamente difícil.<br />

El tratamiento de la colecistitis aguda es el punto clave de diferentes criterios hoy en día. Diferentes<br />

escuelas son partidarios del tratamiento médico y no de la intervención quirúrgica inicial por la<br />

resolución espontánea del 95% de los casos durante el proceso agudo vesicular, casi siempre en el<br />

término de 72 horas, lo que permite diferir la operación y solo acometerla inicialmente en las<br />

complicaciones. Otras escuelas han sido siempre más intervensionista con planteamientos de realizar<br />

el tratamiento quirúrgico inicialmente.<br />

Se admite que la solución del problema es extirpando la vesícula biliar, pero siguiendo una<br />

secuencia metodológica en dos etapas: el tratamiento quirúrgico inicialmente y la colecistectomía en<br />

un segundo tiempo. Estos dos momentos son concordantes y en la práctica se complementan y aun<br />

se superponen.<br />

En el tratamiento inicial de la colecistitis aguda el objetivo lograr la restauración del paciente<br />

combatiendo el dolor, la infección, el desequilibrio hidroelectolítico y atendiendo la nutrición para la<br />

estabilización del paciente y la curación de la colecistitis aguda. Habrá por tanto que administrar<br />

analgésicos, antibióticos, restablecer el balance hidroelectrolítico. Estas medidas requieren<br />

observación y atención permanente del paciente en el área de emergencias. Si en el curso de las<br />

primeras 8 horas los síntomas se acentúan debe intervenirse al paciente para evitar alguna<br />

complicación.<br />

Consta de:<br />

• Signos Vitales cada 2 horas.<br />

• Sonda nasogástrica aspirando cada 3 horas y anotando lo drenado en hoja de balance.<br />

• Hidratación parenteral.<br />

• Antibioticoterapia.<br />

• Analgésicos y antiespasmódico<br />

• Medir diuresis<br />

• Indicar complementarios.<br />

En conclusión este tratamiento inicial puede constituirse en definitivo o en la primera fase del<br />

tratamiento quirúrgico. Se acepta que el tratamiento indicado para la colecistitis aguda es la<br />

colecistectomía, sin embargo las condiciones del paciente de alto riesgo pueden adquirir distintas<br />

técnicas como la colecistostomia. Otra técnica es la colecistectomía laparoscópica, la cual se ha<br />

convertido en la técnica quirúrgica de elección. Muchos expertos en este proceder señalan, que los<br />

cirujanos bien capacitados en cirugía laparoscópica pueden realizar una colecistectomía segura en<br />

pacientes con colecistitis aguda, con una tasa de conversión de alrededor de 10 %.<br />

35


Aduciendo que el manejo temprano del paciente permite durante las primeras 48 a 72 horas del<br />

ingreso realizar una cirugía urgente técnicamente factible. Esta conducta ofrece como ventajas un<br />

procedimiento en un terreno con inflamación temprana, evita recurrencia de episodios de colecistitis<br />

aguda y es efectiva desde el punto de vista de costos, pues permite una terapia definitiva durante la<br />

misma hospitalización.<br />

La cirugía laparoscópica ha conseguido una rápida restauración y en especial la colecistectomía, por<br />

sus ventajas e indiscutible aceptación, el curso posoperatorio y las repercusiones socioeconómicas<br />

para el hospital y el enfermo, lo que hace muy evidente la aplicación de esta cirugía al paciente<br />

anciano.<br />

La colelitiásis complicada dada por colecistitis, escleroatrofia vesicular y plastrones vesiculares<br />

tiende ha hacer más frecuente en el paciente geriátrico. En este tipo de paciente la vía laparoscópica<br />

generalmente no presenta gran incidencia de complicaciones relacionadas con el proceder<br />

quirúrgico, teniéndose como precaución el momento de una conversión, pacientes geriátricos a<br />

quien se le realice colecistectomía por un plastrón vesicular abscedado.<br />

El paciente geriátrico se beneficia evidentemente con proceder laparoscopico, en lo relacionado con<br />

la con rápida recuperación, demostrando la factibilidad en la aplicación de este proceder, que sin<br />

dudas tendrá un beneficio significativo en el postoperatorio.<br />

Enfermedad inflamatoria pélvica aguda<br />

La infección de los genitales internos es causa frecuente de abdomen agudo ginecológico y<br />

generalmente producto de la propagación hacia las partes altas del aparato genital femenino de<br />

infecciones adquiridas por vía sexual; dependiendo de la gravedad del cuadro clínico, de la<br />

naturaleza de la afección y la virulencia de los gérmenes contaminantes, así como de la resistencia<br />

del organismo frente a las bacterias.<br />

La frecuencia de esta afección es elevada, algunos plantean una incidencia del 2 al 3 % en mujeres<br />

entre los 16 y 30 años de edad. Los factores de riesgo son clasificados por: promiscuidad, nivel<br />

socio económico bajo, haber sufrido un episodio inflamatorio previo y el uso de anticonceptivos<br />

intrauterinos (DIU) y manipulación o instrumentación ginecológica.<br />

La enfermedad inflamatoria pélvica (EIP) es considerada como el ascenso de microorganismos de la<br />

parte baja del aparato genital (vagina y cerviz) a la parte alta de éste (útero y trompas) y llegar al<br />

peritoneo pélvico. Los organismos que mayormente se transmiten durante las relaciones sexuales<br />

son la Chlamydia trachomatis y la Neisseria gonorreae y otras especies de bacterias del tracto genital<br />

bajo. Cuando la EIP no es por transmisión sexual otros organismos pueden ser identificados como<br />

son: Streptococcus species, Echerichia coli, Haemophilus influenzae y anaerobios como Bacteroides<br />

species, Peptostreptococcus y Peptococcus.<br />

El desarrollo de la enfermedad se inicia por una cervicitis. El moco cervical, por lo general, crea una<br />

barrera que impide el ascenso de la flora vaginal normal y en ocasiones hasta la patógena. Esta<br />

tiende a debilitarse durante la menstruación, los anticonceptivos orales espesan el moco cervical<br />

aumentando el efecto protector. Los DIU facilitan el paso a través del cérvix uterino de los<br />

gérmenes y facilitan su ascenso. Gérmenes como el Gonococo y la Chlamydia producen<br />

inflamación pélvica aguda sin necesidad de otros factores asociados.<br />

36


La salpingitis purulenta (SP) puede ser causada por cualquiera de los microorganismos piógenos,<br />

siendo frecuente que intervenga más de uno. Los gonococos siguen siendo la causa del 60 % de las<br />

SP seguidos por las Chlamydias. Además de lo anterior, las infecciones que siguen al aborto<br />

espontáneo o provocado y a los partos normales o patológicos (infecciones puerperales), son causa<br />

de inflamación pélvica aguda. Éstas son polimicrobianas y se deben a estafilococos, estreptococos,<br />

coliformes y colistridium perfringes.<br />

La salpingitis aguda (SA) casi siempre debida a la propagación desde la cavidad uterina, aunque por<br />

razones no bien conocidas el endometrio es respetado. Al comienzo ambas trompas están<br />

edematosas con la serosa enrojecida por la congestión vascular que compromete la fimbria. Al<br />

avanzar el proceso la luz de la trompa aparece rellena de pus que fluye con una ligera compresión de<br />

las placas de fibrina depositadas sobre la serosa.<br />

En los casos graves con peritonitis los órganos pélvicos aparecen con densas adherencias<br />

convirtiendo la pelvis en una masa inflamada que distorsiona la anatomía, con derrame de pus y en<br />

ocasiones formación de abscesos que involucran trompas y ovarios (abscesos tuboováricos). Al<br />

eliminar la infección el pus se licua por proteólisis convirtiéndose en un líquido seroso<br />

(hidrosálpinx).<br />

El pus se colecciona en los estadios severos produciendo abscesos y finalmente en el hidrosálpinx, la<br />

trompa aparece dilatada con una pared delgada y translúcida llena de líquido transparente. La capa<br />

muscular prácticamente desaparece y las células epiteliales se aplanan, para este momento ya el<br />

exudado inflamatorio ha desaparecido.<br />

Signos y síntomas<br />

Existe un criterio mínimo para el diagnóstico clínico del EIP el cual es:<br />

- Molestia en la parte baja del abdomen.<br />

- Dolor a nivel de los anejos.<br />

- Leve molestia a la movilización del cérvix.<br />

Por lo menos un 50 % de mujeres con Neisseria gonorreae no tienen síntomas, lo más común cuando<br />

esto ocurre, es por presentar disuria, micciones frecuentes y leucorrea purulenta por vagina y pueden<br />

tener una descarga lechosa por la uretra, por la vagina y el cérvix.<br />

Cuando la inflamación pélvica aguda asciende a las partes superiores del aparato genital: trompas,<br />

ovarios y peritoneo pélvico, los signos y síntomas serán más evidentes; puede aparecer fiebre de<br />

más de 38 grados, náuseas, vómitos, dolor abdominal sobre todo en los cuadrantes bajos del<br />

abdomen, taquisfigmia, sudoración, toma del estado general. A la palpación muchas veces hay gran<br />

sensibilidad de los músculos del abdomen y a la palpación bimanual puede existir dolor a la<br />

movilización del útero y masas anexiales que muchas veces no permiten la identificación del aparato<br />

genital el cual se encuentra fijo.<br />

En la inflamación pélvica independiente de su etiología, el cuadro clínico guarda pocas diferencias y<br />

sus manifestaciones tempranas son como se ha señalado: disuria, flujo vaginal purulento, dolor,<br />

molestia durante las relaciones sexuales, sensación de pesantez y dolor en bajo vientre, expresión de<br />

localización baja de la infección que afecta la vagina, cuello uterino y las glándulas de Bartholino en<br />

donde pueden formarse abscesos.<br />

37


El examen ginecológico de la paciente debe comenzar colocándole el espéculo vaginal con vista a<br />

observar el aspecto del cérvix y tomar cultivo, al igual que las paredes de la vagina la cual puede<br />

estar hiperémica. El tacto vaginal bimanual, producirá dolor a la movilización del cuello uterino y se<br />

apreciará aumento de la temperatura dela vagina. Más característico es el dolor a la palpación sobre<br />

el fondo de saco de Douglas el cual puede estar abombado, con dolor sobre los anejos (trompas,<br />

ovarios).<br />

En etapas avanzadas y cuando el tratamiento no se ha instalado oportunamente, podemos encontrar<br />

signos de peritonitis pélvica o generalizada, celulitis con tromboflebitis y posible riesgo de émbolos<br />

sépticos a distancia. Además pueden aparecer abscesos tuboováricos o de los fondos de sacos.<br />

La laparoscopia es un método que facilita el diagnóstico de una salpingitis aguda y ayuda a eliminar<br />

otros diagnósticos como la apendicitis, el embarazo ectópico u otras afecciones. No siempre está<br />

indicada la laparoscopia sobre todo cuando existen tumoraciones grandes con masas pélvicas que<br />

pueden englobar asas intestinales por el temor de una perforación. En muchas ocasiones es necesario<br />

llegar hasta la laparotomía y esto será dependiendo de la gravedad del caso, sobre todo, si existe la<br />

posibilidad de un absceso tuboovárico.<br />

Situaciones como el embarazo ectópico, apendicitis aguda, rotura de un quiste folicular o del cuerpo<br />

amarillo con hemorragia, diverticulitis, aborto séptico, torsión de un tumor ovárico y aún la sepsis<br />

urinaria aguda deberán tomarse en cuenta para el diagnóstico diferencial.<br />

El tratamiento de la inflamación pélvica aguda es fundamentalmente mediante los antibióticos. En<br />

los casos leves podrá establecerse el tratamiento sin hospitalización a base de reposo en cama y<br />

sexual, analgésicos y antibióticos, el cual será seleccionado acorde a la experiencia y a la<br />

disponibilidad del mismo. La penicilina y la ampicilina siguen siendo los antibióticos preferidos<br />

para tratar la gonorrea y otros gérmenes y en caso de resistencia o contraindicaciones por razones de<br />

sensibilidad, tendrán cabida la estreptomicina o la tetraciclina.<br />

Tratamiento quirúrgico, este se debe intentar en los casos de abombamiento del fondo de saco, en el<br />

cual se tenga seguridad de la fluctuación del pus y se debe hacer una colpotomía, el drenaje por esta<br />

vía es de una gran mejoría para la paciente. Laparotomía exploradora, se debe intentar en los casos<br />

de sospecha de rotura de absceso tuboovárico, en los abscesos de más de 8 cm que no mejoran con<br />

tratamiento médico y en los casos de difícil diagnóstico. El diagnóstico de un absceso tuboovárico<br />

roto no debe sobrepasar las 48 horas, pues su pronóstico es de una gravedad enorme si no se actúa<br />

rápidamente.<br />

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