Las señales inequívocas - Juventud Rebelde
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EGREM<br />
¡Somos Cuba!<br />
juventud rebelde DOMINGO 17 DE MAYO DE 2009 CULTURA 13<br />
por JOSÉ LUIS ESTRADA BETANCOURT<br />
joselestrada@jrebelde.cip.cu<br />
NADA en su deslucida apariencia exterior<br />
hace indicar que a la añeja edificación,<br />
ubicada en la calle San Miguel<br />
410, en el mismo corazón de La<br />
Habana, le asiste desde hace mucho<br />
tiempo el derecho a convertirse<br />
en Monumento Nacional. La razón no<br />
está en su corriente arquitectura, desfavorecida<br />
con distintos tonos de azules<br />
que la ensombrecen, cuando en<br />
ella late tanta vida, sino en la envidiable<br />
historia que cuentan cada uno de<br />
sus rincones; una historia pasada y<br />
otra que se ha ido tejiendo día a día,<br />
a partir de que, en 1964, la casona<br />
acogiera los Estudios Areito de la<br />
Empresa de Grabaciones y Ediciones<br />
Musicales (EGREM).<br />
No hay que poner en duda la cordura<br />
de quien desande por sus pasillos<br />
y asegure escuchar las voces inconfundibles<br />
de Benny Moré, Bola de<br />
Nieve, Elena Burke, Omara Portuondo,<br />
Rosita Fornés, Celina González,<br />
Ibrahim Ferrer, Silvio Rodríguez, Pablo<br />
Milanés, Ela Calvo, Sara González,<br />
Beatriz Márquez, Tito Gómez..., y hasta<br />
las de Nat King Cole y Josephine<br />
Baker. Tampoco tomarlo por loco si<br />
se le ve delirar con el piano de Rubén<br />
González, Chucho Valdés o Frank Fernández,<br />
la guitarra de Brouwer, la flauta<br />
de Egües; o enrojecer al ser incapaz<br />
de detener sus pies que danzan<br />
al compás del Bacalao con pan, de<br />
Irakere, el Sube un poquito más, de<br />
la Aragón o La bola de humo, de Van<br />
Van. Es que ha sido apresado por la<br />
magia, por el encanto de esas paredes<br />
que fueron testigo primero de<br />
los ensayos de la Orquesta Filarmónica<br />
de La Habana cuando era comandada<br />
por el gran director austriaco<br />
Erich Kleiber; y, antes de las más<br />
recientes, de las grabaciones que<br />
ellas protegieran en tiempos en que<br />
allí mismo se fundara la firma Pan-Art<br />
(después Panart), el primer sello discográfico<br />
genuinamente cubano —frustrado<br />
a finales de los 50 por las políticas<br />
monopolistas de las grandes<br />
transnacionales y por su afiliación a<br />
las disqueras norteamericanas—, con<br />
el cual se comenzó a configurar el catálogo<br />
inicial de la música cubana.<br />
Por ello, no hay exageración alguna<br />
cuando se afirma que las miles y<br />
miles de valiosas cintas que conservan<br />
los Estudios de la EGREM son la<br />
añoranza de medio mundo. Quizá por<br />
tal motivo no asombre cuando, llegado<br />
el Cubadisco, el sello discográfico<br />
más importante de Cuba apenas encuentre<br />
competencia cuando se habla<br />
de categorías como Archivo, Antología,<br />
Compilación..., como que también<br />
marche a la cabeza del importante<br />
concurso con 57 nominaciones.<br />
Y es que no pocos de los más<br />
sólidos músicos de la Isla continúan<br />
prefiriendo dejar registrado allí sus<br />
creaciones, fascinados por sentir el peso<br />
de la historia del viejo caserón, sitio<br />
preferido por estudiosos de la música<br />
cubana como José Reyes Fortún.<br />
«Durante todos estos años, la<br />
EGREM ha conservado una cantidad<br />
inimaginable de música e información,<br />
que nos hace sentir orgullosos y representa<br />
una parte muy significativa<br />
del patrimonio musical de nuestro país;<br />
un archivo que, por lo general, no poseen<br />
ni siquiera países con una rica<br />
tradición.<br />
«Desde que surgió el Cubadisco,<br />
estos archivos se convirtieron en<br />
puntales, y no ha habido una edición<br />
en que las propuestas de la EGREM<br />
pasen inadvertidas (este año son suyas<br />
las cinco obras que se disputan<br />
el premio, todas pertenecientes a la<br />
colección Agrupaciones bailables de<br />
Cuba, y seleccionadas y compiladas<br />
por Jorge Rodríguez)».<br />
Asegura Pepe Reyes que aunque<br />
aparenta ser una labor muy sencilla<br />
la del productor de estos discos, «es<br />
tan difícil como la de uno de estudio.<br />
Ya la música está hecha, pero se debe<br />
realizar una búsqueda minuciosa,<br />
de manera que en los temas que<br />
aparezcan en el fonograma haya una<br />
coherencia musical y estética».<br />
El experimentado investigador Manuel<br />
Villar completa la idea planteada<br />
por Reyes: «No se trata de llegar,<br />
coger la música y ponerla. Es necesario<br />
evitar errores que desinformen.<br />
No estará completa la obra si no<br />
cuentan con notas adecuadas que<br />
expliquen de dónde salió ese disco,<br />
quién era el autor o el intérprete y las<br />
diferentes etapas en que se desarrolló,<br />
quiénes participaron en la grabación,<br />
en qué momento esta se realizó,<br />
cuáles eran las corrientes musicales<br />
de entonces, etc».<br />
«Existen muchos ejemplos, afirma<br />
Reyes, de cómo se debe conformar<br />
un producto de este tipo. Ahí está la<br />
integral Benny Moré, el Bárbaro del<br />
ritmo,Premio Especial Cubadisco 2008,<br />
cuya selección corrió a cargo de Jorge<br />
Rodríguez. Estos discos dedicados<br />
al portento de la música popular cubana,<br />
constituyeron el homenaje de<br />
los Estudios al aniversario 90 del<br />
“dios”, que se celebra en este 2009.<br />
«Por primera vez en Cuba se hace<br />
una integral donde el ordenamiento<br />
de los temas se realizó a partir de la<br />
salida de cada disco según los catálogos<br />
discográficos y no por las matrices.<br />
Es una propuesta muy completa.<br />
Así en uno de los CD se pueden<br />
encontrar 18 de las 19 grabaciones<br />
que aportó el Benny con la<br />
Orquesta de Ernesto Duarte, mientras<br />
en otros cuatro volúmenes se<br />
encuentran los temas que registró con<br />
su Banda Gigante».<br />
Reyes recuerda que con la llegada<br />
del período especial, «un momento<br />
de incertidumbre también para la<br />
discografía cubana, la EGREM se<br />
impuso, a pesar de las dificultades<br />
económicas, recuperar a los grandes<br />
exponentes de nuestra tradición. Así<br />
llegó <strong>Las</strong> voces del siglo, que apareció<br />
primeramente en formato de casete,<br />
a un precio módico de 15 pesos,<br />
cuando el dólar se cotizaba a<br />
130. Y el pueblo lo agradeció mucho.<br />
«Ahora ya no están los casetes,<br />
pero siguen saliendo a un precio módico<br />
colecciones como El gran tesoro<br />
de la música cubana, que ha contribuido<br />
a redondear el importante proyecto<br />
cultural que emprendió la Revolución<br />
desde que promulgó su primera<br />
ley cultural: la creación del ICAIC».<br />
EL AYER Y EL MAÑANA<br />
Cuba ha sido la cuna de excelentes<br />
músicos. Sin embargo, hubo un<br />
tiempo en que, a pesar de que sucedían<br />
notables acontecimientos musicales<br />
no se tuvo la visión de futuro<br />
de anotar lo que estaba ocurriendo.<br />
No olvida Villar que el 11 de marzo<br />
de 1947, la firma Panart recibía en<br />
sus estudios a la Sonora Matancera,<br />
al increíble bandoneonista argentino<br />
Joaquín Mora y al boricua Daniel Santos,<br />
quien cantaba por primera vez Dos<br />
gardenias, de Isolina Carrillo, arreglada<br />
por un muchacho que entonces<br />
se iniciaba: Dámaso Pérez Prado. El<br />
disco se hizo superfamoso en todas<br />
las victrolas, pero los detalles se los<br />
hubiera llevado el viento, sino se hubiesen<br />
anotado.<br />
Esa ha sido una de las grandes<br />
preocupaciones de la encumbrada<br />
musicóloga María Teresa Linares: intentar<br />
recuperar una parte significativa<br />
de la historia musical de nuestro<br />
país, un largo proceso iniciado hace<br />
muchos años y que aún no termina.<br />
Cuenta la maestra Linares que<br />
ella llegó a la EGREM proveniente de<br />
la Academia de Ciencias, convidada<br />
por el entonces director de la institución,<br />
Medardo Montero, un nombre<br />
que no puede dejar de resaltar. «Medardo<br />
tuvo, entre otras, la visión de<br />
crear un equipo de productores para<br />
que se dedicaran a la Nueva Trova, la<br />
música bailable, de concierto..., porque<br />
no se podían seguir dejando las<br />
cosas a la espontaneidad.<br />
«Desde que entré tuve la gran<br />
oportunidad de hacerles discos a importantísimos<br />
exponentes de la música<br />
cubana que estaban a punto de<br />
fallecer, así como a otros que ya habían<br />
fallecido. Me tocó la dicha de preparar<br />
el último de María Teresa Vera,<br />
a quien acompañé hasta el final de su<br />
vida. Yo la había escuchado interpretar<br />
canciones extraordinarias que no<br />
se conocían, y le solicité hacer un álbum<br />
donde no estuvieran Veinte años,<br />
Santa Cecilia ni Longina, sino esa<br />
“cosa extraña que usted canta a dos<br />
voces, cada una con un texto diferente”.<br />
Eran canciones del siglo XIX y de<br />
inicios del XX. Ese es un disco entrañable<br />
como el de Barbarito Diez defendiendo<br />
temas de Graciano Gómez»,<br />
dice la autora de joyas discográficas<br />
como Viejos cantos afrocubanos<br />
y Cancionero hispanocubano.<br />
«Luego Medardo me pidió que<br />
permaneciera en la EGREM, no solo<br />
involucrada en los discos que solicitaban<br />
los comerciales, sino también<br />
emprendiendo excursiones a distintas<br />
provincias que me permitía realizar<br />
grabaciones in situ. Estaba en los<br />
festivales de la trova, de la rumba, de<br />
canciones, de danzones... A veces no<br />
teníamos ni hoteles, comíamos mal,<br />
pero veníamos con la maleta repleta<br />
de grabaciones importantes».<br />
Incansable trabajadora, la Doctora<br />
Linares siente que le queda mucho<br />
por delante: «Quisiera concebir un<br />
disco con trovadores ya desaparecidos,<br />
otros de música campesina: lo<br />
mismo de intérpretes que ya no están,<br />
como algunos que han crecido<br />
en edad. Grabé, por ejemplo, a una<br />
niñita a los ocho años, después a los<br />
18, y de adulta, aún canta... Creo que<br />
de ahí saldría un disco formidable».<br />
UNA MINA DE ORO<br />
Que nadie lo dude: la EGREM posee<br />
uno de los archivos musicales<br />
más grandes del mundo, pero justamente<br />
por ese motivo, 45 años después<br />
de fundada, se sigue laborando<br />
con ahínco en su ordenamiento y digitalización<br />
total. Esa ha sido una de<br />
las principales tareas de José Pérez<br />
Lerroy, quien se integró a esta familia<br />
a partir de 1973, y quien ha estado al<br />
Impresionante es la historia musical que guardan los Estudios de la EGREM, que<br />
merecen hace mucho tiempo ser declarados Monumento Nacional. Foto: Kaloian<br />
frente de departamentos como el de<br />
Casete.<br />
«A mí también me tocó cortar placas,<br />
como decimos, que no es más<br />
que hacer la matriz de acetato y después<br />
el transfer. He participado en la<br />
audición de festivales, de conciertos...,<br />
en la digitalización, en la masterización,<br />
buscando información...<br />
Desde el punto de vista de la grabación,<br />
casi todo está en muy buenas<br />
condiciones, lo que nos permite ofrecer<br />
productos de alta calidad».<br />
José Pérez clasifica los archivos<br />
como una mina de oro, «uno de los<br />
principales capitales de la empresa».<br />
Sin embargo, extraña «la agresividad<br />
con que se debe trabajar el disco para<br />
poder competir. Siento que la difusión<br />
y las discográficas nacionales están<br />
algo divorciadas, cuando es un<br />
bien común para todos. Somos cubanos<br />
y lo que tenemos que resaltar<br />
es nuestra música, que la estamos<br />
dejando ir».<br />
Y José Pérez se refiere a toda la<br />
música. Por eso alaba tanto el quehacer<br />
de la maestra María Elena Mendiola,<br />
a quien se deben las óperas<br />
primas de significativos intérpretes<br />
como el Quinteto Diapasón, Robertico<br />
Fonseca (como solista), el guitarrista<br />
Alejandro Valdés..., pero también<br />
un disco como el que en el<br />
2000 regaló la Orquesta Sinfónica<br />
Nacional con Leo Brouwer e Iván del<br />
Prado como directores (Clásicos<br />
cubanos, Vol. I). Estos fonogramas<br />
han propiciado la presencia en la<br />
EGREM de una vertiente de la música<br />
muchas veces preterida: la de<br />
concierto.<br />
La Mendiola, que en este Cubadisco<br />
concursa con Clásicos cubanos<br />
del siglo XIX (Producciones Colibrí),<br />
es la responsable de la colección<br />
Parnaso, que nació cuando al<br />
maestro Brouwer le concedieron el<br />
codiciado premio internacional Manuel<br />
de Falla. «Me preocupó que en<br />
lo concerniente a su discografía, Leo<br />
estaba casi en cero. Me dije: caramba,<br />
debo hacer algo rápido. Hablé<br />
con el director de entonces, José<br />
Manuel García, y le propuse hacer un<br />
trabajo de archivo con la música del<br />
maestro. Creí que serían dos volúmenes,<br />
pero cuando empecé a bajar<br />
cintas comprendí que como mínimo<br />
resultarían ocho. Ese fue el Gran Premio<br />
del Cubadisco 2001. De ese<br />
modo surgió la colección, la cual ha<br />
aportado obras como Clásicos cubanos<br />
Vol. II, III y IV, Antología pianística<br />
cubana Vol. I y II...<br />
«Hubo un tiempo en que Parnaso<br />
tomó un descanso. Algunos me preguntaban<br />
si había muerto, pero siempre<br />
respondí que no. Lo que sucede<br />
es que soy directora de orquesta, productora<br />
discográfica, profesora del<br />
ISA... mujer orquesta, y por temporadas<br />
una de esas facetas se tiene que<br />
eclipsar para darle paso a la otra. Sin<br />
embargo, en los últimos tiempos la<br />
productora ha estado llamando insistentemente<br />
y la voy a atender».<br />
Explica Élsida González, directora<br />
de Música de la EGREM y productora<br />
—este año su crédito aparece en<br />
la selección y compilación de Música<br />
infantil. Vol. III y IV—, que existen<br />
muchas maneras de acercarse al<br />
archivo, alrededor del cual existe un<br />
grupo de especialistas que labora tanto<br />
desde el punto de vista del contenido<br />
como de la tecnología. «Son materiales<br />
que hay que limpiar, quitarles<br />
ruidos, restaurar, para luego recuperar<br />
las fotografías de la época si existieran,<br />
crear nuevos diseños, escribir<br />
las notas discográficas... Este es uno<br />
de nuestros mayores empeños, porque<br />
estamos conscientes de que la<br />
EGREM también es Cuba.<br />
«Para nosotros es esencial proteger<br />
esa música, conseguir que las nuevas<br />
generaciones la conozcan. Por<br />
ello no hacemos nada si le ponemos<br />
un precio al que nadie pueda acceder.<br />
En algunas colecciones tratamos<br />
que el costo sea mínimo y, pegado a<br />
este, decidimos el precio, porque más<br />
que los necesarios dividendos económicos,<br />
pensamos que lo primordial<br />
es la ganancia cultural».