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04 INTERNACIONAL VIERNES 22 DE MAYO DE 2009 juventud rebelde Evidencia de la injusticia yanqui El caso del oficial de las Fuerzas Armadas estadounidenses sorprendido cuando brindaba información secreta a diplomáticos holandeses hace 55 años es otra prueba irrefutable de la injusticia que se comete con los Cinco Héroes cubanos prisioneros en las cárceles de Estados Unidos por LUIS HERNÁNDEZ SERRANO lhs@jrebelde.cip.cu CUATRO de octubre de 1954.— Muy cerca del mediodía, un automóvil del FBI repleto de agentes se detuvo sigilosamente junto a una modesta edificación de apartamentos en la barriada de Arlington, Virginia. En una operación comando típica para la captura de mafiosos, delincuentes o narcotraficantes peligrosos, arrestaron a un físico larguirucho y miope de 40 años, que no sospechaba siquiera semejante despliegue de los servicios secretos contra él. El arrestado no era cualquier persona, sino alguien cuya labor solapada dañaba enormemente la seguridad de los Estados Unidos. Se trataba de Joseph Sidney Petersen Jr. y su caso constituyó —dentro de unos cuantos meses hará 55 años— un golpe tremendo para el gobierno norteamericano y el primer escándalo de espionaje sufrido por la Agencia de Seguridad (National Security Agency, NSA) del país más poderoso del mundo. Lo que hizo demostró que la mayor amenaza a la NSA no provenía del exterior, sino de adentro, lo que los propios espías de Estados Unidos llamaron «los desertores cambiacasacas». Todo este caso que ahora sacamos a la luz revela que el encarcelamiento de nuestros cinco nobles hermanos durante más de diez años es algo, además de absurdo, verdaderamente criminal. La primera persona en ser inculpada bajo la acusación de violar la entonces Sección 798 del Epígrafe 18 del Código de los Estados Unidos —el Estatuto de las Comunicaciones de Inteligencia— era un empleado de la Agencia Nacional de Seguridad. Petersen había pasado sus años de estudiante en la Universidad de Loyola, antes de entrar a la Saint Louis. En 1941, luego de varios años dando clases en Loyola y en la Ursuline College en New Orleans; y después de pasar con éxito el curso de Criptología por correspondencia del Ejército, entró al Servicio de Inteligencia de Señales (SIS) y pasó la guerra en Arlington Hall, solucionando mensajes diplomáticos en códigos japoneses. El coronel holandés J. A. Verkuyl, junto a Petersen, también descifró mensajes de ese tipo como gran criptólogo que era. Cuando terminó la II Guerra Mundial y Holanda y Estados Unidos concluyeron su cooperación criptológica, el oficial de Holanda regresó a su país. Durante aquellas jornadas de apertura secreta de los mencionados mensajes de la Embajada de Japón en Washington, fue precisamente Verkuyl quien le presentó a Petersen a un «gran amigo muy interesado en códigos de esta naturaleza»: Giacomo Stuyt, oficial de Comunicaciones de la Embajada holandesa en la capital estadounidense. No obstante el fin de la guerra, Petersen continuó vinculado estrechamente a este nuevo personaje de la criptología, de tal modo que el oficial norteamericano se involucró en ciertos programas de entrenamiento para la recién formada Agencia de Seguridad del Ejército de las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos. Sin autorización alguna, comenzó a enviar a Verkuyl ideas para aplicar metodologías que él consideraba sumamente útiles para ayudar a sus amigos holandeses en el campo de la Inteligencia, y en particular para estructurar un cuerpo criptológico en Holanda. Esta «cooperación» de Petersen ponía en tensión al llamado Palacio de los Rompecabezas, la entonces mayor fábrica de espionaje del planeta, ubicada en ese momento entre Washington y Baltimore, concretamente en Fort George G. Meade. Ocupaba un espacio mayor que más de 130 ciudades del Estado de Maryland, donde radicaba toda la reserva criptológica de los Estados Unidos. El caso Petersen había hecho temblar la estructura de la NSA. Porque las cosas no siempre son lo que parecen y, aunque la Agencia de Seguridad Nacional en ese instante era la oreja gigante de los Estados Unidos, Joseph Sidney Petersen Jr. puso en crisis al corazón del espionaje del imperialismo norteamericano. En ese momento los más encopetados jefes de la Inteligencia de la «sagrada» agencia estaban inmersos en la traducción computarizada de la voz humana, uno de sus grandes objetivos secretos. También acometían el estudio del yerkish, idioma simbólico para las comunicaciones entre una computadora y los chimpancés, y confeccionaban el diccionario de los idiomas no escritos. Sin embargo, uno de sus hombres acumuló seis años enviando información supersensible hacia las manos de unos espías holandeses que entraban y salían de Washington con la misma libertad con que un perro entra a una iglesia… ¡Y no los habían detectado! ROBO DE INFORMACIÓN SECRETA Después de 1948, Petersen comenzó a entregar a Giacomo Stuyt, quien estaba aún en la Embajada de Holanda en Washington, documentos altamente secretos que sacaba de la superagencia del espionaje. Por ejemplo, extrajo un análisis del criptógrafo Higelin Tipo B-211, el utilizado por Holanda para las comunicaciones diplomáticas. Igualmente, sacó el Código telegráfico chino SP-D, con fecha 1ro. de julio de 1945, clasificado como Secreto; un análisis de tráfico conocido como A.F.S.A. 230763 y el Itinerario del Tráfico de Seguridad Política Norcoreana, con fecha 20 de febrero de 1951 y cuño de Top Secret. LA PRUEBA DEL DELITO En 1954, un especialista de la Agencia, Frank Raven, de manera accidental, se percató de lo que estaba ocurriendo. Petersen intercambiaba correspondencia con Verkuyl y Giacomo Stuyt, sus antiguos colegas de la criptología. De inmediato Raven dio la voz de alarma: «Verkuyl durante la guerra había sido el jefe de las Comunicaciones de la Inteligencia holandesa en los Estados Unidos. Chequeen eso. Hay ahí algo muy raro». Los miembros del FBI entraron a la casa de Petersen, hicieron un riguroso registro y encontraron documentos ocultos de muy alta sensibilidad. Muy pronto el primer director de la recién creada Agencia de Seguridad Nacional (fundada en 1951), Ralph Julian Canine, fue puesto al tanto del caso y ordenó la cesantía inmediata del físico larguirucho y miope que sabía demasiado. De entrada, el 1ro. de octubre de 1954 le había privado de un plumazo de su cargo, por el que devengaba casi 8 000 dólares al año. ¿Cómo detectaron qué tipo de documentos había entregado Petersen a la Inteligencia de Holanda? Fue sencillo: hallaron que eran diferentes las presillas con que se sujetaban las hojas de los materiales sustraídos. Las de Estados Unidos eran redondeadas, mientras que las de Holanda eran cuadradas. Los legajos que exhibían estas últimas en los archivos supersecretos de la NSA, probaban que habían sido facilitados a los holandeses y estos no se percataron de que los devolvían con otro tipo de presilla. A partir de ahí se hizo un minucioso registro en todos los archivos de la Agencia y se identificaron muchos otros de los documentos comprometedores que el físico-criptólogo había puesto ante los ojos de los servicios secretos holandeses. Petersen se declaró inocente y como no pudo pagar los 25 000 dólares de fianza que le pidieron fue internado en la prisión municipal de Alexandria, hasta presentarse ante el Jurado Federal que decidiría su vida. El juez al que correspondió el manejo de este difícil caso fue el del Tribunal Distrital Federal, Albert V. Bryan, y el abogado que se encargó de suavizar la sentencia fue David B. Kinney. El 22 de diciembre de 1954 Joseph Sidney se declaró absolutamente culpable de «utilizar consciente y a sabiendas información clasificada de forma perjudicial a la seguridad e intereses de los Estados Unidos, en relación con las actividades de Inteligencia de ese país y los gobiernos extranjeros». Su declaración no ayudó mucho a Sidney. Calificados los documentos que él se había robado como «muy importantes», y admitiendo que su revelación «podía haber provocado consecuencias muy serias para la Seguridad de los Estados Unidos», el Juez Bryan anunció para Petersen una sentencia de solo ¡siete años! El Juez expresó: «La esencia de este delito no es qué sustrajo el acusado de los archivos secretos de la NSA, sino que sí sustrajo Informes de la Agencia de Seguridad Nacional», concluyó Albert V. Bryan. Tras cumplir la sentencia impuesta, y temiendo los servicios secretos yanquis que los agentes de la KGB soviética pudieran reclutar a Petersen, penetraron nuevamente en su vivienda, sin permiso judicial, y colocaron micrófonos acoplados a grabadoras de cinta, que permitían estar al tanto de sus conversaciones. Poco después se realizó otra entrada subrepticia a su casa para cambiar las pilas del aparato y a los tres meses, sin indicio de que estuviera en contacto con los servicios secretos de la Unión Soviética, se quitó el micrófono y el caso Petersen fue cerrado de una vez por todas. Y ahora solo cabe una elemental pregunta que puede hacerse cualquier lector: ¿Cómo, si ninguno de los Cinco Héroes cubanos se dedicó a buscar información secreta de la Inteligencia yanqui, ni la tuvo nunca en sus manos, ni los sorprendieron enviándola a otro país, los han condenado a tantos años de cárcel, cuando a Petersen nada más lo condenaron a siete? El asombroso caso del oficial de las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos que fue sorprendido por la Agencia Nacional de Seguridad yanqui cuando brindaba información altamente secreta a diplomáticos holandeses, es otro de los sucesos que evidencia la injusticia cometida con nuestros Cinco Héroes, prisioneros en las cárceles norteamericanas.

juventud rebelde VIERNES 22 DE MAYO DE 2009 VARIADA 05 La calle de los perros Un sui géneris cementerio para perros surgió espontáneamente en el reparto capitalino de Alamar. La noble iniciativa ha sido afectada por la indolencia de no pocas personas y por la reanimación de las redes hidráulicas de la localidad por JULIETA GARCÍA RÍOS digital@jrebelde.cip.cu fotos ADÁN IGLESIAS SE le veía triste al hombre de cabellos blancos. Cada tarde a las seis acudía, como ahora, al sitio donde dio sepultura a su primer y único perro. Mientras lloraba la pérdida, su fuerte complexión física parecía debilitarse. Aquel perrito abandonado que recogió el 19 de mayo de 1995 fue bautizado como Trompy. Lo hizo en homenaje al payaso Trompoloco, personaje que dio colores a su mundo infantil. Quizá intuyó que el cachorro le daría grandes alegrías. No se equivocó, la mascota revivió al niño que fue. Andrés Castañeda Olivera, de 62 años de edad, toma la acera que lo lleva a la bóveda de su can. Riega las plantas de vicaria blanca y morada que ha sembrado alrededor de la sepultura. Acomoda el retrato del perro poddle cruzado con maltés. Ahora mira a su alrededor, en la superficie se ven piedras, hojas secas y algún que otro hueso animal. Rememora la mañana funesta del 2 de octubre de 2004 cuando, machete en mano, se abrió paso en la maleza. Cavó un hoyo donde depositó a Trompy. Transcurrido un tiempo, como prueba de su amor y desafiando la «racionalidad» construyó para su mascota una bóveda. Fundió una placa, y la azulejeó para brindar solemnidad al sitio de su perro. Más de una vez la ha rehecho y ha asistido a quienes llegan en busca de sepultura para sus canes muertos. Andrés Castañeda, promotor del «camposanto» canino. En Yoan Rodríguez Suárez, Andrés encontró a un aliado protector de los animales. El joven policía recuerda la mañana en que Andrés le pidió permiso para dar sepultura al perro en el terreno que limita con su casa. Cuenta que transcurridos unos meses la calle 7ma. D entre avenida 9na. y Vía Blanca dejaba de ser un solar yermo para tomar la forma de un rústico y singular «cementerio». El primer perro sepultado. EL «CAMPOSANTO» CANINO Al principio no pocas personas le solicitaron a Yoan su consentimiento. Luego, se hizo costumbre llevar a las mascotas a «descansar allí». La gente escogió el sitio a su antojo y cada cual dio sepultura según sus posibilidades. Algunas son bóvedas de granito o losa, las hay con nicho como la de Trompy. Hay cruces improvisadas hechas a partir de ramas secas y no pocas pasan inadvertidas entre la hojarasca y la basura arrojada por los transeúntes. La tumba de Manolo conmueve: Una flor de marpacífico cuelga desde la supuesta lápida. Ocultas —entre los pedazos de mosaicos que protegen y dan forma a la sepultura— están dos hojas de papel. La primera es un dibujo infantil, con colores cálidos: rojo, anaranjado, amarillo. Se distingue una casita y encima, atrapado entre dos corazones, se lee: MANOLO. En el cielo, muy cerca de las nubes vuela una mariposa. Trompy es el primer perro enterrado. Fue su dueño, Andrés Castañeda, quien enumeró las sepulturas para dejar constancia cronológica de los enterramientos. Lo hizo cuando comenzaron crecer los enterramientos. Desistió de su empeño porque allí llegaron a existir, según sus cálculos, cerca de 120 animales enterrados. El «cementerio» se extendió hasta casi toda la cuadra. No pocos transeúntes la llaman la calle de los perros. «Este lugar debería declararse patrimonio de la localidad. Los vecinos de Alamar comentaban que Acueducto iba a demoler toda el área. Por eso la atención al lugar y los enterramientos se han limitado», expresa Alexis Alarcón Téllez, jefe de Zona en la Dirección de Comunales del municipio de La Habana del Este. Este hombre, quien vive en la Zona 10 de Alamar desde hace 30 años, considera que los constructores que acometieron las obras de Acueducto pudieron ser más cuidadosos. «Arrasaron porque no había quien exigiera por los daños». Él se declara a favor del «cementerio». Explica que en el contenido de trabajo de Comunales se incluye la recogida de animales muertos. «Si los vecinos de la zona entierran a sus mascotas, nos facilitan el trabajo y evitan epidemias. La iniciativa debía tomarse como norma. El cementerio no perjudica a nadie, por el contrario beneficia», concluye. VOZ ESPECIALIZADA La doctora Miriam Cruz Acosta, especialista del Centro Provincial de Higiene y Epidemiología de Ciudad de La Habana, quien cuenta con 20 años de experiencia como zoonóloga, nos alerta: «Al morir un animal no debe ser arrojado a la calle ni a la basura. El cadáver en descomposición atrae a las moscas y otros vectores. «Además, el perro pudo morir de alguna enfermedad infecciosa o tener parásitos u otras bacterias al fallecer. Las moscas, transmisoras de enfermedades, pueden posarse sobre el animal muerto y actuar como vectores mecánicos transportando la infección a los alimentos que luego serán consumidos por los humanos. También pueden posarse sobre la herida de una persona y esta agravarse por una infección sobreañadida», explica la especialista. Por tal motivo, insiste en que al morir un perro los dueños deben enterrarlo, para así evitar contaminaciones a las personas y al medio ambiente. Al hacerlo, dice, el animal debe quedar cubierto por una capa espesa de tierra de modo que no permita que otros animales puedan poner al descubierto los restos del animal enterrado. A los choferes que por accidente dan muerte a un animal, la especialista les aconseja recogerlos y al menos llevarlos a un vertedero sanitario. La doctora comenta que los perros que llegan a los Centros de Observación Animal por haber lesionado a personas, son internados, por un período de diez días,para su observación y así descartar que sean portadores de rabia, si pasado este tiempo mantienen buen estado de salud, son devueltos a sus dueños. Los animales callejeros se mantienen por 48 horas en el Centro de Observación por si son reclamados o pueden ser dados en adopción. De no ocurrir esto son sacrificados y depositados en el vertedero sanitario. «Debemos insistirle a las personas en que no boten los perros a la calle, ya que sufren los animales y afectan la salud humana y el medio ambiente», dice. Confiesa que desconocía la existencia en la capital de este singular cementerio para perros, asegura que en nuestro país no existe oficialmente un sitio con este fin y especifica: «Es responsabilidad y deber de cada dueño dar sepultura a sus mascotas». Ucrania agradece ayuda cubana a sus niños de Chernóbil por EDEL LIMA SARMIENTO LO que vi en Tarará es impresionante, tanto los avances en el estado de salud de los pacientes como en la atención que les brindan. El próximo año vamos a conmemorar el aniversario 20 del Programa de curación de los niños de Chernóbil, aseguró a JR Ihor Hrushko, director general para las relaciones de Ucrania con Europa y América, quien visitó recientemente la Isla. Esa ayuda ha sido grande y es muy apreciada por mi país. Le estamos muy agradecidos a Cuba. Aun en los años más difíciles del llamado período especial, con las carencias que tenía, no renunció a ofrecerla, reconoció. Hrushko explicó que Ucrania ha experimentado una recuperación económica en los últimos años e informó que el Parlamento ucraniano acaba de aprobar una Resolución para prestar asistencia a la República de Cuba en relación con el Programa de los niños de Chernóbil. Con ese objetivo, puntualizó, se asignará anualmente una suma de aproximadamente 800 000 dólares. Ihor Hrushko anunció que Ucrania aportará fondos para asistir a Cuba en relación con el Programa de los niños de Chernóbil. Queremos profundizar las relaciones de amistad y respeto mutuo entre las dos naciones, y en ese sentido estamos muy satisfechos con los resultados de las consultas políticas sostenidas con los diplomáticos cubanos, expresó. El funcionario habló de los lazos históricos y humanos entre Ucrania y Cuba, que se extienden por más de 40 años. «Cuando éramos parte de la Unión Soviética, muchos ucranianos estuvieron aquí en las trincheras en los años 60, y después miles vinieron a trabajar junto al pueblo cubano en el empeño de desarrollar la economía nacional», precisó. Sobre la colaboración económica entre las dos naciones, recordó el convenio que se materializa en Cienfuegos para reparar los camiones ucranianos Kraz (los conocidos popularmente como KP3), que con más de 30 años de explotación circulan por la Isla. «También hay la posibilidad de armar automotores nuevos: las piezas vendrían de Ucrania y los cubanos las ensamblarían aquí, y si la empresa es exitosa, los vehículos se exportarían a terceros países, especialmente de América Latina», apuntó. «Ahora estamos pensando en un proyecto similar con los aviones Antonov —también son ucranianos y ustedes heredaron una cantidad importante en etapas anteriores—, para llegar a un acuerdo, se coordina la posible visita a Cuba de una delegación de expertos en aviación de mi país. Hemos diseñado nuevos modelos y esto podría ser de interés para la economía cubana», comentó. Expuso, además, lo ventajoso que ello sería para la Isla, a la que por el bloqueo de Estados Unidos le resulta imposible adquirir técnica occidental de aviación, que como regla general tiene componentes norteamericanos. «En cambio, los aviones fabricados en Ucrania son ciento por ciento ucranianos», destacó. Ihor Hrushko finalizó con una pregunta exhortatoria: «¿Por qué no seguir colaborando, si históricamente Cuba adquirió tecnología ucraniana, y muchos de sus especialistas la conocen muy bien y la aprecian, porque estudiaron en nuestras universidades?».

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INTERNACIONAL<br />

VIERNES 22 DE MAYO DE 2009<br />

juv<strong>en</strong>tud rebelde<br />

Evid<strong>en</strong>cia de la injusticia yanqui<br />

El caso del oficial de las Fuerzas Armadas estadounid<strong>en</strong>ses sorpr<strong>en</strong>dido cuando brindaba información secreta a<br />

diplomáticos holandeses hace 55 años es otra prueba irrefutable de la injusticia que se comete<br />

<strong>con</strong> los Cinco Héroes cubanos prisioneros <strong>en</strong> las cárceles de Estados Unidos<br />

por LUIS HERNÁNDEZ SERRANO<br />

lhs@jrebelde.cip.cu<br />

CUATRO de octubre de 1954.— Muy cerca del<br />

mediodía, un automóvil del FBI repleto de ag<strong>en</strong>tes<br />

se detuvo sigilosam<strong>en</strong>te junto a una modesta<br />

edificación de apartam<strong>en</strong>tos <strong>en</strong> la barriada<br />

de Arlington, Virginia. En una operación comando<br />

típica para la captura de mafiosos,<br />

delincu<strong>en</strong>tes o narcotraficantes peligrosos,<br />

arrestaron a un físico larguirucho y miope de<br />

40 años, que no sospechaba siquiera semejante<br />

despliegue de los servicios secretos <strong>con</strong>tra<br />

él.<br />

El arrestado no era cualquier persona, sino<br />

algui<strong>en</strong> cuya labor solapada dañaba <strong>en</strong>ormem<strong>en</strong>te<br />

la seguridad de los Estados Unidos. Se<br />

trataba de Joseph Sidney Peters<strong>en</strong> Jr. y su caso<br />

<strong>con</strong>stituyó —d<strong>en</strong>tro de unos cuantos meses<br />

hará 55 años— un golpe trem<strong>en</strong>do para el<br />

gobierno norteamericano y el primer escándalo<br />

de espionaje sufrido por la Ag<strong>en</strong>cia de Seguridad<br />

(National Security Ag<strong>en</strong>cy, NSA) del país<br />

más poderoso del mundo.<br />

Lo que hizo demostró que la mayor am<strong>en</strong>aza<br />

a la NSA no prov<strong>en</strong>ía del exterior, sino de ad<strong>en</strong>tro,<br />

lo que los propios espías de Estados Unidos<br />

llamaron «los desertores cambiacasacas».<br />

Todo este caso que ahora sacamos a la luz<br />

revela que el <strong>en</strong>carcelami<strong>en</strong>to de nuestros cinco<br />

nobles hermanos durante más de diez años<br />

es algo, además de absurdo, verdaderam<strong>en</strong>te<br />

criminal.<br />

La primera persona <strong>en</strong> ser inculpada bajo la<br />

acusación de violar la <strong>en</strong>tonces Sección 798<br />

del Epígrafe 18 del Código de los Estados Unidos<br />

—el Estatuto de las Comunicaciones de<br />

Intelig<strong>en</strong>cia— era un empleado de la Ag<strong>en</strong>cia<br />

Nacional de Seguridad.<br />

Peters<strong>en</strong> había pasado sus años de estudiante<br />

<strong>en</strong> la Universidad de Loyola, antes de<br />

<strong>en</strong>trar a la Saint Louis.<br />

En 1941, luego de varios años dando clases<br />

<strong>en</strong> Loyola y <strong>en</strong> la Ursuline College <strong>en</strong> New<br />

Orleans; y después de pasar <strong>con</strong> éxito el curso<br />

de Criptología por correspond<strong>en</strong>cia del Ejército,<br />

<strong>en</strong>tró al Servicio de Intelig<strong>en</strong>cia de Señales<br />

(SIS) y pasó la guerra <strong>en</strong> Arlington Hall, solucionando<br />

m<strong>en</strong>sajes diplomáticos <strong>en</strong> códigos<br />

japoneses.<br />

El coronel holandés J. A. Verkuyl, junto a<br />

Peters<strong>en</strong>, también descifró m<strong>en</strong>sajes de ese<br />

tipo como gran criptólogo que era. Cuando terminó<br />

la II Guerra Mundial y Holanda y Estados<br />

Unidos <strong>con</strong>cluyeron su cooperación criptológica,<br />

el oficial de Holanda regresó a su país.<br />

Durante aquellas jornadas de apertura secreta<br />

de los m<strong>en</strong>cionados m<strong>en</strong>sajes de la Embajada<br />

de Japón <strong>en</strong> Washington, fue precisam<strong>en</strong>te<br />

Verkuyl qui<strong>en</strong> le pres<strong>en</strong>tó a Peters<strong>en</strong> a<br />

un «gran amigo muy interesado <strong>en</strong> códigos de<br />

esta naturaleza»: Giacomo Stuyt, oficial de Comunicaciones<br />

de la Embajada holandesa <strong>en</strong> la<br />

capital estadounid<strong>en</strong>se.<br />

No obstante el fin de la guerra, Peters<strong>en</strong><br />

<strong>con</strong>tinuó vinculado estrecham<strong>en</strong>te a este nuevo<br />

personaje de la criptología, de tal modo que<br />

el oficial norteamericano se involucró <strong>en</strong> ciertos<br />

programas de <strong>en</strong>tr<strong>en</strong>ami<strong>en</strong>to para la recién<br />

formada Ag<strong>en</strong>cia de Seguridad del Ejército de<br />

las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos.<br />

Sin autorización alguna, com<strong>en</strong>zó a <strong>en</strong>viar a<br />

Verkuyl ideas para aplicar metodologías que él<br />

<strong>con</strong>sideraba sumam<strong>en</strong>te útiles para ayudar a<br />

sus amigos holandeses <strong>en</strong> el campo de la Intelig<strong>en</strong>cia,<br />

y <strong>en</strong> particular para estructurar un<br />

cuerpo criptológico <strong>en</strong> Holanda.<br />

Esta «cooperación» de Peters<strong>en</strong> ponía <strong>en</strong><br />

t<strong>en</strong>sión al llamado Palacio de los Rompecabezas,<br />

la <strong>en</strong>tonces mayor fábrica de espionaje<br />

del planeta, ubicada <strong>en</strong> ese mom<strong>en</strong>to <strong>en</strong>tre<br />

Washington y Baltimore, <strong>con</strong>cretam<strong>en</strong>te <strong>en</strong><br />

Fort George G. Meade. Ocupaba un espacio<br />

mayor que más de 130 ciudades del Estado de<br />

Maryland, donde radicaba toda la reserva criptológica<br />

de los Estados Unidos.<br />

El caso Peters<strong>en</strong> había hecho temblar la estructura<br />

de la NSA. Porque las cosas no siempre<br />

son lo que parec<strong>en</strong> y, aunque la Ag<strong>en</strong>cia de<br />

Seguridad Nacional <strong>en</strong> ese instante era la oreja<br />

gigante de los Estados Unidos, Joseph Sidney<br />

Peters<strong>en</strong> Jr. puso <strong>en</strong> crisis al corazón del<br />

espionaje del imperialismo norteamericano.<br />

En ese mom<strong>en</strong>to los más <strong>en</strong>copetados jefes<br />

de la Intelig<strong>en</strong>cia de la «sagrada» ag<strong>en</strong>cia<br />

estaban inmersos <strong>en</strong> la traducción computarizada<br />

de la voz humana, uno de sus grandes<br />

objetivos secretos. También acometían el estudio<br />

del yerkish, idioma simbólico para las comunicaciones<br />

<strong>en</strong>tre una computadora y los<br />

chimpancés, y <strong>con</strong>feccionaban el diccionario de<br />

los idiomas no escritos.<br />

Sin embargo, uno de sus hombres acumuló<br />

seis años <strong>en</strong>viando información supers<strong>en</strong>sible<br />

hacia las manos de unos espías holandeses<br />

que <strong>en</strong>traban y salían de Washington <strong>con</strong><br />

la misma libertad <strong>con</strong> que un perro <strong>en</strong>tra a una<br />

iglesia… ¡Y no los habían detectado!<br />

ROBO DE INFORMACIÓN SECRETA<br />

Después de 1948, Peters<strong>en</strong> com<strong>en</strong>zó a<br />

<strong>en</strong>tregar a Giacomo Stuyt, qui<strong>en</strong> estaba aún <strong>en</strong><br />

la Embajada de Holanda <strong>en</strong> Washington, docum<strong>en</strong>tos<br />

altam<strong>en</strong>te secretos que sacaba de la<br />

superag<strong>en</strong>cia del espionaje.<br />

Por ejemplo, extrajo un análisis del criptógrafo<br />

Higelin Tipo B-211, el utilizado por Holanda<br />

para las comunicaciones diplomáticas.<br />

Igualm<strong>en</strong>te, sacó el Código telegráfico chino<br />

SP-D, <strong>con</strong> fecha 1ro. de julio de 1945, clasificado<br />

como Secreto; un análisis de tráfico <strong>con</strong>ocido<br />

como A.F.S.A. 230763 y el Itinerario del<br />

Tráfico de Seguridad Política Norcoreana, <strong>con</strong><br />

fecha 20 de febrero de 1951 y cuño de Top<br />

Secret.<br />

LA PRUEBA DEL DELITO<br />

En 1954, un especialista de la Ag<strong>en</strong>cia,<br />

Frank Rav<strong>en</strong>, de manera accid<strong>en</strong>tal, se percató<br />

de lo que estaba ocurri<strong>en</strong>do. Peters<strong>en</strong> intercambiaba<br />

correspond<strong>en</strong>cia <strong>con</strong> Verkuyl y Giacomo<br />

Stuyt, sus antiguos colegas de la criptología.<br />

De inmediato Rav<strong>en</strong> dio la voz de alarma:<br />

«Verkuyl durante la guerra había sido el jefe<br />

de las Comunicaciones de la Intelig<strong>en</strong>cia holandesa<br />

<strong>en</strong> los Estados Unidos. Cheque<strong>en</strong> eso. Hay<br />

ahí algo muy raro».<br />

Los miembros del FBI <strong>en</strong>traron a la casa de<br />

Peters<strong>en</strong>, hicieron un riguroso registro y <strong>en</strong><strong>con</strong>traron<br />

docum<strong>en</strong>tos ocultos de muy alta s<strong>en</strong>sibilidad.<br />

Muy pronto el primer director de la recién<br />

creada Ag<strong>en</strong>cia de Seguridad Nacional (fundada<br />

<strong>en</strong> 1951), Ralph Julian Canine, fue puesto<br />

al tanto del caso y ord<strong>en</strong>ó la cesantía inmediata<br />

del físico larguirucho y miope que sabía<br />

demasiado. De <strong>en</strong>trada, el 1ro. de octubre de<br />

1954 le había privado de un plumazo de su<br />

cargo, por el que dev<strong>en</strong>gaba casi 8 000 dólares<br />

al año.<br />

¿Cómo detectaron qué tipo de docum<strong>en</strong>tos<br />

había <strong>en</strong>tregado Peters<strong>en</strong> a la Intelig<strong>en</strong>cia de<br />

Holanda? Fue s<strong>en</strong>cillo: hallaron que eran difer<strong>en</strong>tes<br />

las presillas <strong>con</strong> que se sujetaban las<br />

hojas de los materiales sustraídos. Las de Estados<br />

Unidos eran redondeadas, mi<strong>en</strong>tras que<br />

las de Holanda eran cuadradas. Los legajos que<br />

exhibían estas últimas <strong>en</strong> los archivos supersecretos<br />

de la NSA, probaban que habían sido<br />

facilitados a los holandeses y estos no se percataron<br />

de que los devolvían <strong>con</strong> otro tipo de<br />

presilla.<br />

A partir de ahí se hizo un minucioso registro<br />

<strong>en</strong> todos los archivos de la Ag<strong>en</strong>cia y se id<strong>en</strong>tificaron<br />

muchos otros de los docum<strong>en</strong>tos<br />

comprometedores que el físico-criptólogo<br />

había puesto ante los ojos de los servicios secretos<br />

holandeses.<br />

Peters<strong>en</strong> se declaró inoc<strong>en</strong>te y como no<br />

pudo pagar los 25 000 dólares de fianza que<br />

le pidieron fue internado <strong>en</strong> la prisión municipal<br />

de Alexandria, hasta pres<strong>en</strong>tarse ante el Jurado<br />

Federal que decidiría su vida.<br />

El juez al que correspondió el manejo de<br />

este difícil caso fue el del Tribunal Distrital Federal,<br />

Albert V. Bryan, y el abogado que se<br />

<strong>en</strong>cargó de suavizar la s<strong>en</strong>t<strong>en</strong>cia fue David B.<br />

Kinney.<br />

El 22 de diciembre de 1954 Joseph Sidney<br />

se declaró absolutam<strong>en</strong>te culpable de «utilizar<br />

<strong>con</strong>sci<strong>en</strong>te y a sabi<strong>en</strong>das información clasificada<br />

de forma perjudicial a la seguridad e intereses<br />

de los Estados Unidos, <strong>en</strong> relación <strong>con</strong><br />

las actividades de Intelig<strong>en</strong>cia de ese país y los<br />

gobiernos extranjeros».<br />

Su declaración no ayudó mucho a Sidney.<br />

Calificados los docum<strong>en</strong>tos que él se había<br />

robado como «muy importantes», y admiti<strong>en</strong>do<br />

que su revelación «podía haber provocado <strong>con</strong>secu<strong>en</strong>cias<br />

muy serias para la Seguridad de<br />

los Estados Unidos», el Juez Bryan anunció<br />

para Peters<strong>en</strong> una s<strong>en</strong>t<strong>en</strong>cia de solo ¡siete<br />

años!<br />

El Juez expresó: «La es<strong>en</strong>cia de este delito<br />

no es qué sustrajo el acusado de los archivos<br />

secretos de la NSA, sino que sí sustrajo Informes<br />

de la Ag<strong>en</strong>cia de Seguridad Nacional»,<br />

<strong>con</strong>cluyó Albert V. Bryan.<br />

Tras cumplir la s<strong>en</strong>t<strong>en</strong>cia impuesta, y temi<strong>en</strong>do<br />

los servicios secretos yanquis que los<br />

ag<strong>en</strong>tes de la KGB soviética pudieran reclutar<br />

a Peters<strong>en</strong>, p<strong>en</strong>etraron nuevam<strong>en</strong>te <strong>en</strong> su vivi<strong>en</strong>da,<br />

sin permiso judicial, y colocaron micrófonos<br />

acoplados a grabadoras de cinta, que<br />

permitían estar al tanto de sus <strong>con</strong>versaciones.<br />

Poco después se realizó otra <strong>en</strong>trada subrepticia<br />

a su casa para cambiar las pilas del<br />

aparato y a los tres meses, sin indicio de que<br />

estuviera <strong>en</strong> <strong>con</strong>tacto <strong>con</strong> los servicios secretos<br />

de la Unión Soviética, se quitó el micrófono<br />

y el caso Peters<strong>en</strong> fue cerrado de una vez por<br />

todas.<br />

Y ahora solo cabe una elem<strong>en</strong>tal pregunta<br />

que puede hacerse cualquier lector: ¿Cómo,<br />

si ninguno de los Cinco Héroes cubanos se<br />

dedicó a buscar información secreta de la<br />

Intelig<strong>en</strong>cia yanqui, ni la tuvo nunca <strong>en</strong> sus<br />

manos, ni los sorpr<strong>en</strong>dieron <strong>en</strong>viándola a otro<br />

país, los han <strong>con</strong>d<strong>en</strong>ado a tantos años de cárcel,<br />

cuando a Peters<strong>en</strong> nada más lo <strong>con</strong>d<strong>en</strong>aron<br />

a siete?<br />

El asombroso caso del oficial de las Fuerzas<br />

Armadas de los Estados Unidos que fue sorpr<strong>en</strong>dido<br />

por la Ag<strong>en</strong>cia Nacional de Seguridad<br />

yanqui cuando brindaba información altam<strong>en</strong>te<br />

secreta a diplomáticos holandeses, es otro de<br />

los sucesos que evid<strong>en</strong>cia la injusticia cometida<br />

<strong>con</strong> nuestros Cinco Héroes, prisioneros <strong>en</strong><br />

las cárceles norteamericanas.

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