Historias de los Aborigenes Tobas del Gran Chaco

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puedan quedarse con nosotros por un tiempo prolongado. Pues había enfermos entre esas gentes, y que les traían para ser atendidos con el abuelo Natoxochi. Esta fue la gestión del Cacique Corshe con el comisario, y le dijo: -- “Por favor dejen tranquilos y en paz a estas gentes pues ellos no hacen nada malo, vienen solamente al curandero Natoxochi que hace la curación de cualquier enfermedad; ese es el único propósito de ellos”. De modo que las personas a quienes creyeron los policías eran mentirosos. Y Tarán después fue agente del Cacique Corshe que fue el compañero del Cacique Francisco Moreno, y el propio hijo de Natoxochi llamado Yiinaxachi también acompañó a Corshe para ir a hablar con el comisario para informarse acerca del incidente. Luego ellos contaron que el comisario estaba muy preocupado cuando recibió esta noticia y dijo: “Que pobre gente”. Mientras continuaba la declaración de ellos cuando solicitaban el permiso de estadía en esa región para los Mocovíes, entre otras cosas solicitaban que cuando ellos regresen a sus respectivas regiones saldrían por el camino que pasa por la Laguna Limpia. Mediante esta gestión de Corshe se tranquilizaron los Mocovíes, pues el Comisario les contestó: -- “Bueno, ellos deben volver en paz y tranquilos, cuando lo desean sin ningún problema”. El Cacique de los Mocovíes se llamaba Miguel Durán y venía dirigiendo a sus gentes. Además hablaba muy bien el castellano y sabía leer y escribir; y esto lo demuestra durante las preguntas que le hizo el comisario, y cuando le dijo: -- “Nosotros no venimos con fines de causar problemas a nadie. Ustedes saben perfectamente que cuando uno de nosotros se enferma no tiene otro remedio; en cambio ustedes si tienen remedio y nosotros no. Por eso venimos con el abuelo Natoxochi que está ejerciendo la curación para que atienda a nuestros enfermos. Además, él manda de vuelta a sus hogares a los pacientes cuando ya están curados de su enfermedad; por eso nos turnamos para que nos atienda, y cuando nos vamos vendrán otros sucesivamente; y si ustedes nos tratan así está muy mal pues somos inocentes y no hay ninguna causa que justifique su accionar”. Y el comisario le contestó: -- “Sí, así se hará, no hay problema”. Luego el comisario se encargó de pedir la solidaridad para ellos; y fue a pedir a don Alberto Burli quien entregó bolsas de harina, galletas, azúcar, yerba, pues ese hombre era muy bueno. Y los Mocovíes, después de mejorar los enfermos de entre ellos, regresaron a sus respectivas regiones y nunca más volvieron a ver a Natoxochi. Después de este acontecimiento, en esa época yo y mi familia resolvimos mudarnos hacia el otro lado del río Teuco, que se llama El Colorado (Formosa), pues mi padre ya había fallecido años anteriores. Mucho tiempo después de este incidente que les estoy comentando recibí un mensaje del abuelo Natoxochí que pedía que yo vaya a verle pues tenía cosas que decirme; y estando ya en la casa de él, me dijo: -- “Hijo mío, yo quiero trasladarme del otro lado del río pues allá existe tierra libre para mi ubicación con mis familias; esto es lo que yo quería decirle a usted, por eso te llamé para que me ayude y que me espere en el río para trasladarme al otro lado”. En ese mismo año se trasladó el abuelo Natoxochi y se ubicó al frente de mi lote donde le hicieron una casa para él; además le hicieron un pozo de agua para sus animales. Luego las gentes que venían de distintos lugares siempre traían un familiar enfermo; y las primeras familias que llegaron fueron: Qadaaxachi Francisco Cabaña trayendo una hermana muy enferma, Lapiiguishi Isabel Cabaña Sánchez. Esta mujer era mi madre según relato de ella misma (año 1936); ella sufría de anemia y las complicaciones de un parto, y los hermanos la llevaron a Natoxochi quien les atendió muy bien, curando de su enfermedad. Y antes de mandar de vuelta a sus hogares, le habló a ella, pues dijo que será la última que hace la curación en esa época. El mensaje que dio fue un día domingo, luego el miércoles se ausentó durante tres días estando en el campo; luego llegó el domingo al medio día y el siguiente día lunes llamó a ella y le dijo: -- “Hija, usted va a vivir por muchos años, en cambio yo estoy llegando mi fin, pero quiero decirle que dentro de muy poco tiempo nuestras gentes recibirán un libro 78

(Biblia) que salva y sana a la gente de su enfermedad; va a ser un tiempo muy distinto y nosotros los médicos de ustedes ya habremos culminado nuestro ciclo de relación con los seres espirituales poderosos de la tierra, montañas, aguas, montes, truenos y vientos”. Luego le comentó a ella secretamente que durante los tres días de ausencia él estaba pasando un ciclo de inconsciencias dentro de un monte, sin agua, sin comida, como si fuera un sueño tan profundo. Luego se despidió de ella muy amablemente. NOTA. Ella mi madre fue curada en 1936 y murió en 1992. Nacida en 1900, culminó casi un siglo de vida. Después que se fueron las familias de Cabaña siguió llegando más gente a este lugar para adherirse a él, aunque en realidad no era ’oiquiaxai, con el poder excepcional, pues él era simplemente un curador muy especial, y todas las personas que vinieron a él yo les conocía muy bien. Pues yo y mis hijos siempre hacíamos el traslado de ellos cuando llegaban trayendo un familiar enfermo, y cuando se iban de vuelta con sus familiares ya curados. El trasbordo lo hacíamos con dos canoas, y a los animales les hacíamos nadar para pasar al otro lado. Así fue todo lo que vi en forma muy personal con mi tío Natoxochi. Y mientras él atendía las gentes inventó el uso de una vara. El mismo la hizo con el corazón del mistol de 70 a 80 centímetros, en forma de un bastón sostenido en la mano, para cuando las personas caminan o cuando vienen a visitarle. Durante la noche es colocado en algún lugar del dormitorio, en especial las cabeceras de la cama para proteger a las personas o familias frente a los poderes espirituales que andan en la noche. Y cuando la entrega a alguien, le dice: -- “¡Tome esto y úselo hasta la ancianidad, guárdelo muy bien, ella te protegerá!”. Pero con la vara hace el trueque por ropas, pantalones, camisas, pañuelos, y otros enseres; y el color de la vara era rojo claro brillante muy bien lijado. Yo personalmente no hace mucho tiempo que dejé el bastón que me dio mi tío (año 1977), pues cuando llegó don Juan Lagar que nos trajo el evangelio, entonces lo tenía escondido hasta que un día lo tomé y llevé a enterrarlo en el barranco del río Teuco. El invento de este bastón fue realmente muy atractivo, y lo recibió la mayoría de la gente, desde los viejos hasta los jóvenes de la época poseían el bastón. Todas las veces que hacían la visita a Natoxochi llevaban en la mano, pues así les aconsejó a cada uno de los que le entregó diciendo: -- “No debes separarte nunca de este bastón, te enseñará secretamente en la posteridad (qomilcheyi)”. Aunque yo personalmente nunca tuve noticias de alguien que adquirió poder por medio del bastón para hacer maravillas y milagros. Natoxochi siempre vivía junto con mi padre, igual que ’Onaqui, Corshe, que tenía casi la misma edad que mi padre, durante la época en que ellos hacían la resistencia contra el hombre blanco que hoy convive con nosotros. Y Corshe fue puesto como Cacique Toba, en relación con las autoridades de esa época. Mientras él vivía en la zona de ex Zapallar, hoy General San Martín, junto con Francisco Moreno, Juan Tóma y Juan Burgos. Corshe sabía muy poco hablar el castellano, ¡pobre hombre! Sin embargo fue nombrado como Cacique de los Tobas, y también era policía de los blancos; pero era muy voluntarioso en todas las cosas que le tocaba hacer. Muy servicial a sus superiores, él realizaba su mandato con todo rigor, o sea al pie de la letra. Esto fue hacia el año 1922. Conflictos en Las Palmas (ampliado por el relator) Este caso de Corshe fue el año 1922, pues en 1920 surgió un conflicto con los paraguayos que coparon la administración del Ingenio para presionar a los patrones para que les aumenten el precio del trabajo, pues el vagón cargado de las cañas de azúcar 79

puedan quedarse con nosotros por un tiempo prolongado. Pues había enfermos entre<br />

esas gentes, y que les traían para ser atendidos con el abuelo Natoxochi. Esta fue la<br />

gestión <strong>de</strong>l Cacique Corshe con el comisario, y le dijo: -- “Por favor <strong>de</strong>jen tranqui<strong>los</strong> y en<br />

paz a estas gentes pues el<strong>los</strong> no hacen nada malo, vienen solamente al curan<strong>de</strong>ro<br />

Natoxochi que hace la curación <strong>de</strong> cualquier enfermedad; ese es el único propósito <strong>de</strong><br />

el<strong>los</strong>”. De modo que las personas a quienes creyeron <strong>los</strong> policías eran mentirosos.<br />

Y Tarán <strong>de</strong>spués fue agente <strong>de</strong>l Cacique Corshe que fue el compañero <strong>de</strong>l Cacique<br />

Francisco Moreno, y el propio hijo <strong>de</strong> Natoxochi llamado Yiinaxachi también acompañó a<br />

Corshe para ir a hablar con el comisario para informarse acerca <strong>de</strong>l inci<strong>de</strong>nte. Luego el<strong>los</strong><br />

contaron que el comisario estaba muy preocupado cuando recibió esta noticia y dijo: “Que<br />

pobre gente”.<br />

Mientras continuaba la <strong>de</strong>claración <strong>de</strong> el<strong>los</strong> cuando solicitaban el permiso <strong>de</strong><br />

estadía en esa región para <strong>los</strong> Mocovíes, entre otras cosas solicitaban que cuando el<strong>los</strong><br />

regresen a sus respectivas regiones saldrían por el camino que pasa por la Laguna<br />

Limpia. Mediante esta gestión <strong>de</strong> Corshe se tranquilizaron <strong>los</strong> Mocovíes, pues el<br />

Comisario les contestó: -- “Bueno, el<strong>los</strong> <strong>de</strong>ben volver en paz y tranqui<strong>los</strong>, cuando lo<br />

<strong>de</strong>sean sin ningún problema”.<br />

El Cacique <strong>de</strong> <strong>los</strong> Mocovíes se llamaba Miguel Durán y venía dirigiendo a sus<br />

gentes. A<strong>de</strong>más hablaba muy bien el castellano y sabía leer y escribir; y esto lo<br />

<strong>de</strong>muestra durante las preguntas que le hizo el comisario, y cuando le dijo: -- “Nosotros<br />

no venimos con fines <strong>de</strong> causar problemas a nadie. Uste<strong>de</strong>s saben perfectamente que<br />

cuando uno <strong>de</strong> nosotros se enferma no tiene otro remedio; en cambio uste<strong>de</strong>s si tienen<br />

remedio y nosotros no. Por eso venimos con el abuelo Natoxochi que está ejerciendo la<br />

curación para que atienda a nuestros enfermos. A<strong>de</strong>más, él manda <strong>de</strong> vuelta a sus<br />

hogares a <strong>los</strong> pacientes cuando ya están curados <strong>de</strong> su enfermedad; por eso nos<br />

turnamos para que nos atienda, y cuando nos vamos vendrán otros sucesivamente; y si<br />

uste<strong>de</strong>s nos tratan así está muy mal pues somos inocentes y no hay ninguna causa que<br />

justifique su accionar”. Y el comisario le contestó: -- “Sí, así se hará, no hay problema”.<br />

Luego el comisario se encargó <strong>de</strong> pedir la solidaridad para el<strong>los</strong>; y fue a pedir a<br />

don Alberto Burli quien entregó bolsas <strong>de</strong> harina, galletas, azúcar, yerba, pues ese<br />

hombre era muy bueno. Y <strong>los</strong> Mocovíes, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> mejorar <strong>los</strong> enfermos <strong>de</strong> entre el<strong>los</strong>,<br />

regresaron a sus respectivas regiones y nunca más volvieron a ver a Natoxochi.<br />

Después <strong>de</strong> este acontecimiento, en esa época yo y mi familia resolvimos<br />

mudarnos hacia el otro lado <strong>de</strong>l río Teuco, que se llama El Colorado (Formosa), pues mi<br />

padre ya había fallecido años anteriores. Mucho tiempo <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> este inci<strong>de</strong>nte que<br />

les estoy comentando recibí un mensaje <strong>de</strong>l abuelo Natoxochí que pedía que yo vaya a<br />

verle pues tenía cosas que <strong>de</strong>cirme; y estando ya en la casa <strong>de</strong> él, me dijo: -- “Hijo mío,<br />

yo quiero trasladarme <strong>de</strong>l otro lado <strong>de</strong>l río pues allá existe tierra libre para mi ubicación<br />

con mis familias; esto es lo que yo quería <strong>de</strong>cirle a usted, por eso te llamé para que me<br />

ayu<strong>de</strong> y que me espere en el río para trasladarme al otro lado”.<br />

En ese mismo año se trasladó el abuelo Natoxochi y se ubicó al frente <strong>de</strong> mi lote<br />

don<strong>de</strong> le hicieron una casa para él; a<strong>de</strong>más le hicieron un pozo <strong>de</strong> agua para sus<br />

animales. Luego las gentes que venían <strong>de</strong> distintos lugares siempre traían un familiar<br />

enfermo; y las primeras familias que llegaron fueron: Qadaaxachi Francisco Cabaña<br />

trayendo una hermana muy enferma, Lapiiguishi Isabel Cabaña Sánchez.<br />

Esta mujer era mi madre según relato <strong>de</strong> ella misma (año 1936); ella sufría <strong>de</strong><br />

anemia y las complicaciones <strong>de</strong> un parto, y <strong>los</strong> hermanos la llevaron a Natoxochi quien<br />

les atendió muy bien, curando <strong>de</strong> su enfermedad. Y antes <strong>de</strong> mandar <strong>de</strong> vuelta a sus<br />

hogares, le habló a ella, pues dijo que será la última que hace la curación en esa época.<br />

El mensaje que dio fue un día domingo, luego el miércoles se ausentó durante tres días<br />

estando en el campo; luego llegó el domingo al medio día y el siguiente día lunes llamó a<br />

ella y le dijo: -- “Hija, usted va a vivir por muchos años, en cambio yo estoy llegando mi<br />

fin, pero quiero <strong>de</strong>cirle que <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> muy poco tiempo nuestras gentes recibirán un libro<br />

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