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Historias de los Aborigenes Tobas del Gran Chaco

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uste<strong>de</strong>s puedan existir sobre la faz <strong>de</strong> la tierra, peor sería morir en las manos <strong>de</strong> nuestros<br />

enemigos así como fueron mis padres y otras generaciones anteriores”.<br />

Amargamente lloraron en ese momento las familias; luego mataron al abuelo y lo<br />

enterraron rápidamente <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> un árbol bayacán. Luego continuaron el viaje para<br />

alejarse <strong>de</strong>l lugar don<strong>de</strong> fue la masacre. Y según el relato <strong>de</strong> mi padre hasta ese tiempo<br />

muchos hombres y mujeres llenos <strong>de</strong> vida, llegaban a morir con una edad <strong>de</strong> más <strong>de</strong> 150<br />

años.<br />

Después <strong>de</strong> este acontecimiento, en la ida al Oeste volvimos a establecernos en<br />

Qa’im Lta’a, Laguna <strong>Gran</strong><strong>de</strong>. En ese lugar la presión policial continuaba, nos controlaban<br />

muy <strong>de</strong> cerca nuestros movimientos tácticos <strong>de</strong>fensivos. Y <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> bastante tiempo<br />

en ese lugar, otra vez llegó un Oficial para apaciguarnos; al mismo tiempo ofrecía algunos<br />

trabajos para la gente y no molestó más, pero nuestra gente no quiso aceptar. Luego<br />

insinuó hacer entrega <strong>de</strong> algunas ropas usadas; en ese caso sobre la oferta <strong>de</strong> ropas,<br />

conversaron rápidamente nuestros mayores para tomar algunas <strong>de</strong>terminaciones para<br />

mandar algunas personas. Luego <strong>de</strong> las consultas comisionaron a Vi’naic y Qochoxoyi,<br />

este último tenía un cáncer en la nariz, por eso no tuvieron lástima <strong>de</strong> mandarlo junto con<br />

el otro, pero también dijo: -- “Es realmente un riesgo este asunto, pero iré”.<br />

Y el<strong>los</strong>, <strong>los</strong> dos se fueron con <strong>los</strong> policias y el Oficial. El<strong>los</strong> contaban <strong>de</strong>spués<br />

diciendo: -- “Cuando llegamos al lugar, o sea al campamento, nos hicieron pasar <strong>de</strong>ntro<br />

<strong>de</strong>l galpón gran<strong>de</strong> y nos dieron <strong>de</strong> comer, nos mantenían a<strong>de</strong>ntro sin posibilida<strong>de</strong>s <strong>de</strong><br />

cualquier salida. Así pasamos varios días, meditando constantemente si la promesa <strong>de</strong>l<br />

Oficial era real o tenía otras intensiones. Y luego <strong>de</strong> mucha reflexión, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong>l<br />

almuerzo, resolvimos hacer la fuga, pues <strong>de</strong>cíamos entre nosotros: -- ¿Qué pasa con<br />

nuestros rega<strong>los</strong> <strong>de</strong> ropas? ya han pasado varios días y todavía no nos entregan, no<br />

tenemos ninguna noticia; a<strong>de</strong>más, ya <strong>de</strong>ben estar preocupados nuestras gentes, no hay<br />

ropas, las merca<strong>de</strong>rías no están, tampoco el trabajo <strong>de</strong> nosotros”.<br />

Esa misma noche, antes <strong>de</strong> oscurecer el<strong>los</strong> planearon hacer la fuga y tenían que<br />

encontrar algún pretexto; cuando ya tenían el plan entonces se prepararon para iniciar el<br />

escape. Esperaron un poco, antes que <strong>los</strong> policías se duerman, pues a esa hora siempre<br />

queda un vigilante; entonces Vi’inaic el que sabía un poco <strong>de</strong> castellano aprovechó para<br />

pedir un favor al centinela, y le dijo: -- “Amigo, quiero ir al excusado”. Y el centinela<br />

accedió al pedido dándole la salida, e inmediatamente le dijo al otro: -- “Nos vemos al otro<br />

lado <strong>de</strong>l montecito, pues es muy oscura la noche”.<br />

Mientras el centinela llevaba a Vi’inaic, el otro venía <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> él, y como el monte<br />

estaba muy cerca <strong>de</strong> la casa Vi’inaic hizo un movimiento en falso para escapar; al mismo<br />

tiempo el otro también hizo lo suyo para <strong>de</strong>spistar el agente <strong>de</strong> policía, mientras se<br />

comunicaban: -- “Vamos, nos veremos allá afuera, justo en el caminito más estrecho”.<br />

Mientras el centinela hizo la alarma, <strong>los</strong> otros policías les tiraron con sus armas,<br />

pero el<strong>los</strong> salieron ilesos <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> <strong>los</strong> estampidos bom, bom, bom, y continuaron la fuga<br />

hasta llegar al lugar indicado para encontrarse. Entonces comenzaron a caminar juntos<br />

toda la noche y poco antes <strong>de</strong> amanecer sorpresivamente llegaron al asentamiento <strong>de</strong><br />

sus gentes; luego comentaron todo lo que vieron y nuestros padres <strong>de</strong>cían: -- “Con<br />

seguridad mañana llegará aquí el Comandante, pues no existe lo que prometió, ropas,<br />

merca<strong>de</strong>ría, trabajo”.<br />

Fue así que al otro día por la tar<strong>de</strong> vino llegando el Comandante, pero nuestras<br />

gentes estaban muy prevenidos, y lograron conversar con él <strong>de</strong>tenidamente sobre el<br />

proceso <strong>de</strong> la pacificación <strong>de</strong>l territorio y <strong>de</strong> <strong>los</strong> aborígenes. Ambos se disculparon por el<br />

trato imprevisto y las promesas <strong>de</strong>l comandante que no se realizaron, y también <strong>de</strong> las<br />

fugas <strong>de</strong> <strong>los</strong> dos aborígenes que fueron enviados.<br />

La primera entrevista con el Cacique Francisco Moreno.<br />

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