Historias de los Aborigenes Tobas del Gran Chaco

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13.03.2014 Views

comenzaron a bombardear nuestros hogares con las armas de repetición de alto calibre; y como era oscuro aun se podía ver claramente los reflejos y las direcciones apuntadas. Al mismo tiempo se acercaban a nuestro asentamiento mientras nuestros defensores se ubicaban en dos direcciones, derecha e izquierda, para dejar en el medio a los atacantes y contener sus avances haciendo los disparos cruzados hasta lograr que amanezca el día, enfrentando con las pocas armas a los agresores. La contención del ataque contra nosotros fue mediante algunos de los policías que nos conocían muy bien, pues vivían cerca de nuestro asentamiento, como ser el Sargento Abana y el Oficial Niski, pues estos estaban con ellos y después nos contaron todo lo que pasó durante el ataque. Luego del mediodía ya estaba despejado nuestro lugar, pues ya se habían retirado los policías. Entonces comenzamos a organizar la persecución, luego de seleccionar los hombres más fuertes y acostumbrados a los peligros. Además, ya habíamos logrado sacar del peligro a las mujeres y los niños, y recuperar los caballos que ya estaban ensillados para ser montados y salir fuera de la zona. Y les hicimos quedar solamente a los que estaban en condición de participar de la persecución que íbamos a realizar a los agentes del orden y a los colonos que estaban apoyando la represalia de nosotros. Al abuelo Palqon, que estaba herido en un costado, le dejamos bajo el cuidado de los que se quedaron a cuidar las mujeres y los niños. Mientras nosotros iniciamos la persecución de nuestros atacantes que ya estaban retirándose del lugar. Y antes de salir nuestros grupos, el otro abuelo Chiyoolli’ decidió quedarse pues ya se sintió muy cansado, además ya era muy avanzado en edad y por eso no quiso entrar en la lucha con los que agredieron a sus gentes. Y antes de retirarse los policías, escuchamos por segunda vez el toque de clarines como anunciando el cese del bombardeo de nuestros hogares. Además, ya había algunos heridos de ellos, pero no sabemos quienes eran. Y justo en ese momento llegó al lugar donde estábamos reunidos el otro abuelo Ÿaxasoxoic, que venía de otra zona solamente para averiguar como estaban nuestras gentes, si hubo muertos y heridos; y al bajar de su caballo me dijo: -- Hermano mayor, aquí les traigo un poco de agua y carne asada para ustedes. Luego, le comentamos que durante la noche estábamos afuera de nuestros hogares tratando de contener la embestida de los policías y los civiles que les acompañaban, que vinieron a matarnos acusándonos de los robos de los animales de ellos. Pero gracias a la acción decidida de nuestros hermanos que salieron a enfrentar a ellos durante la madrugada, no se aproximaron demasiado a nuestras casas para matar a los inocentes, pues no tuvimos tiempo para organizar nuestra defensa y tuvimos mucha suerte que no hubo tantos heridos de los nuestros hasta ese momento. Cuando llegó el abuelo, y mientras estábamos ya con el propósito de salir, vimos otros dos policías que estaban tratando de sacar del lugar un herido de ellos para llevarlo hacia el monte, y un hermano que estaba con nosotros empuñó un arma para tirar hacia ellos y ahuyentarlos del lugar. Luego ellos se fueron, logrando rescatar al herido. Después llegó la gente de Bachoori, Palqon, los cuales nos dijeron: -- Traten de descansar un poco de tiempo hermanos mientras esperamos a los otros compañeros que están viniendo y luego vamos a realizar la persecución de ellos; ya estamos listos para pelear con ellos y les vamos hacer que los coman los cuervos este día. Pelearemos a muerte, caiga quien caiga. Y habló nuestro jefe Piguiñí José Sandoval, y dijo: -- Ahora nos toca a nosotros, nadie nos detendrá, tampoco nadie nos tomará como prisioneros. En ese momento salió mi hermano menor Lorenzo Soria para avisar al resto de nuestros hombres que ya estamos saliendo para iniciar la pelea con los policías y todos los que les acompañaban, colonos y criollos. Pero cuando llegamos al lugar donde estaban concentrados no encontramos a 50

nadie pues ya se habían retirado huyendo hacia Castelli; y les seguimos hasta Dashigui’ - Santa Victoria. Luego regresamos y cuando llegamos al lugar donde está el almacén Baldosa destruimos todo lo que encontramos, quemamos el corral de los animales y la casa; solamente las mercaderías dejamos para que recojan nuestras gentes, y así quedó terminada la agresión de ellos a nosotros en ese día. Todo esto sucedió por causa de ese hombre llamado Selson, el agente de policía del Cacique Moreno que fue matado en la zona de Tóoro L’aite, inmediación de Palo Marcado; pues este ataque que sufrimos fue por expreso mandato de él en complicidad con algunos de los oficiales de policía que intervinieron junto con los colonos y estancieros que ya venían acusando a nuestras gentes por el robo de los animales vacunos, cosa que nuestras gentes no hicieron. NOTA. La sospecha del abuelo Soria fue el resultado de muchas averiguaciones que hicieron las gentes que eran parientes de ellos y que vivían en la región del Yaicangui - Resistencia, y que confirmaron esta participación directa del Cacique Moreno de Las Palmas en venganza de su agente muerto en esa región donde ocurrió la pelea entre los grupos del jefe Bachoori. Jefes de policía de Salta intervienen en el conflicto armado suscitado en Miraflores entre policías, pobladores criollos, colonos, contra los aborígenes de la zona Pero esa misma noche varios shamanes y videntes nos dieron la noticia acerca de una posibilidad de solucionar el conflicto con la llegada de autoridades de la policía que vendrán para entrevistarnos personalmente. Al siguiente día convocamos a nuestras gentes para pasar la información que habíamos recibido, y que es la siguiente: -- Hermanos, en este día nos visitarán algunas gentes de la policía para preguntarnos acerca de todo lo que pasó el otro día, y les rogamos a todos ustedes que no debemos presentar batalla a ellos pues esperamos que ellos vengan a hablar pacíficamente con nosotros esta vez, y que nos aclaren y resuelvan este problema de la represión de los policías. Ahora si ellos nos agreden a nosotros, entonces sí podemos contestar con las armas que tenemos, no importa quien caiga y sean comida de los cuervos y de los animales. A partir de ese momento, nuestros hombres que están al frente para contener cualquier ataque, se organizaron. Además salieron en busca de más armas y municiones que fueron sacadas de los policías y colonos durante la pelea del otro día; mientras que los otros iniciaron la vigilancia y la prevención. Por la tarde, casi entrado el sol, venía llegando un grupo de policías montando caballos y mulas, y fuimos advertidos por nuestros vigilantes. Inmediatamente salimos al encuentro de ellos y cuando ya faltaban pocos metros de distancia justo llegamos donde está un árbol muy grande y nos quedamos debajo de él para esperarles. Y éramos cuatro personas a las que nos encomendaron esta tarea de hablar con ellos, mientras que nuestros compañeros se dirigían hacia ellos en forma de pinzas con el propósito de atraparlos si intentaban hacer algo malo con nosotros. Todos ellos estaban listos para apretar el gatillo de las armas, pero se mantenían ocultos a la vista de ellos, y mientras ellos venían hacia nosotros los tenían controlados hasta que llegaron a donde estábamos parados. Entonces se presentó el Cabo Montenegro y mi hermano Cabito Leiva que también venía con ellos, saludándonos con un tono burlón: -- Buen día, don Soria, pensé en un momento que usted ya estaba muerto y que los cuervos ya habían comido su carne. Y vio que les iba a apretar el gatillo, y entonces él gritó: -- ¡No, don Soria, les estoy haciendo bromas, no, le hablo en serio! Y les dijo: -- Bueno, este día también voy a hacer que tu carne sea la comida de los cuervos y animales. En ese momento recién vimos un papel colgado en una de las ramas del árbol, en 51

nadie pues ya se habían retirado huyendo hacia Castelli; y les seguimos hasta Dashigui’ -<br />

Santa Victoria. Luego regresamos y cuando llegamos al lugar don<strong>de</strong> está el almacén<br />

Baldosa <strong>de</strong>struimos todo lo que encontramos, quemamos el corral <strong>de</strong> <strong>los</strong> animales y la<br />

casa; solamente las merca<strong>de</strong>rías <strong>de</strong>jamos para que recojan nuestras gentes, y así quedó<br />

terminada la agresión <strong>de</strong> el<strong>los</strong> a nosotros en ese día.<br />

Todo esto sucedió por causa <strong>de</strong> ese hombre llamado Selson, el agente <strong>de</strong> policía<br />

<strong>de</strong>l Cacique Moreno que fue matado en la zona <strong>de</strong> Tóoro L’aite, inmediación <strong>de</strong> Palo<br />

Marcado; pues este ataque que sufrimos fue por expreso mandato <strong>de</strong> él en complicidad<br />

con algunos <strong>de</strong> <strong>los</strong> oficiales <strong>de</strong> policía que intervinieron junto con <strong>los</strong> colonos y<br />

estancieros que ya venían acusando a nuestras gentes por el robo <strong>de</strong> <strong>los</strong> animales<br />

vacunos, cosa que nuestras gentes no hicieron.<br />

NOTA. La sospecha <strong>de</strong>l abuelo Soria fue el resultado <strong>de</strong> muchas averiguaciones que hicieron las<br />

gentes que eran parientes <strong>de</strong> el<strong>los</strong> y que vivían en la región <strong>de</strong>l Yaicangui - Resistencia, y que<br />

confirmaron esta participación directa <strong>de</strong>l Cacique Moreno <strong>de</strong> Las Palmas en venganza <strong>de</strong> su agente<br />

muerto en esa región don<strong>de</strong> ocurrió la pelea entre <strong>los</strong> grupos <strong>de</strong>l jefe Bachoori.<br />

Jefes <strong>de</strong> policía <strong>de</strong> Salta intervienen en el conflicto armado suscitado en Miraflores<br />

entre policías, pobladores criol<strong>los</strong>, colonos, contra <strong>los</strong> aborígenes <strong>de</strong> la zona<br />

Pero esa misma noche varios shamanes y vi<strong>de</strong>ntes nos dieron la noticia acerca <strong>de</strong><br />

una posibilidad <strong>de</strong> solucionar el conflicto con la llegada <strong>de</strong> autorida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> la policía que<br />

vendrán para entrevistarnos personalmente.<br />

Al siguiente día convocamos a nuestras gentes para pasar la información que<br />

habíamos recibido, y que es la siguiente:<br />

-- Hermanos, en este día nos visitarán algunas gentes <strong>de</strong> la policía para<br />

preguntarnos acerca <strong>de</strong> todo lo que pasó el otro día, y les rogamos a todos uste<strong>de</strong>s que<br />

no <strong>de</strong>bemos presentar batalla a el<strong>los</strong> pues esperamos que el<strong>los</strong> vengan a hablar<br />

pacíficamente con nosotros esta vez, y que nos aclaren y resuelvan este problema <strong>de</strong> la<br />

represión <strong>de</strong> <strong>los</strong> policías. Ahora si el<strong>los</strong> nos agre<strong>de</strong>n a nosotros, entonces sí po<strong>de</strong>mos<br />

contestar con las armas que tenemos, no importa quien caiga y sean comida <strong>de</strong> <strong>los</strong><br />

cuervos y <strong>de</strong> <strong>los</strong> animales.<br />

A partir <strong>de</strong> ese momento, nuestros hombres que están al frente para contener<br />

cualquier ataque, se organizaron. A<strong>de</strong>más salieron en busca <strong>de</strong> más armas y municiones<br />

que fueron sacadas <strong>de</strong> <strong>los</strong> policías y colonos durante la pelea <strong>de</strong>l otro día; mientras que<br />

<strong>los</strong> otros iniciaron la vigilancia y la prevención. Por la tar<strong>de</strong>, casi entrado el sol, venía<br />

llegando un grupo <strong>de</strong> policías montando cabal<strong>los</strong> y mulas, y fuimos advertidos por<br />

nuestros vigilantes. Inmediatamente salimos al encuentro <strong>de</strong> el<strong>los</strong> y cuando ya faltaban<br />

pocos metros <strong>de</strong> distancia justo llegamos don<strong>de</strong> está un árbol muy gran<strong>de</strong> y nos<br />

quedamos <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> él para esperarles. Y éramos cuatro personas a las que nos<br />

encomendaron esta tarea <strong>de</strong> hablar con el<strong>los</strong>, mientras que nuestros compañeros se<br />

dirigían hacia el<strong>los</strong> en forma <strong>de</strong> pinzas con el propósito <strong>de</strong> atrapar<strong>los</strong> si intentaban hacer<br />

algo malo con nosotros. Todos el<strong>los</strong> estaban listos para apretar el gatillo <strong>de</strong> las armas,<br />

pero se mantenían ocultos a la vista <strong>de</strong> el<strong>los</strong>, y mientras el<strong>los</strong> venían hacia nosotros <strong>los</strong><br />

tenían controlados hasta que llegaron a don<strong>de</strong> estábamos parados. Entonces se presentó<br />

el Cabo Montenegro y mi hermano Cabito Leiva que también venía con el<strong>los</strong>,<br />

saludándonos con un tono burlón: -- Buen día, don Soria, pensé en un momento que<br />

usted ya estaba muerto y que <strong>los</strong> cuervos ya habían comido su carne.<br />

Y vio que les iba a apretar el gatillo, y entonces él gritó: -- ¡No, don Soria, les estoy<br />

haciendo bromas, no, le hablo en serio!<br />

Y les dijo: -- Bueno, este día también voy a hacer que tu carne sea la comida <strong>de</strong><br />

<strong>los</strong> cuervos y animales.<br />

En ese momento recién vimos un papel colgado en una <strong>de</strong> las ramas <strong>de</strong>l árbol, en<br />

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