Memoria INIA 2009

Memoria INIA 2009
destinados a la producción de alimentos frente a
la dedicada a biomasa o la protección del hábitat
y la biodiversidad.Y todo ello se agrava si tenemos
en cuenta que la producción global de alimentos
aumentará drásticamente debido al
aumento significativo de población global (alrededor
del 25%) durante los próximos 25-40
años, junto con el rápido aumento de la demanda
de productos calóricos y del consumo per
capita de carne.
Aunque no haya consenso sobre la manera en la
que va a evolucionar el clima europeo, las tendencias
generales dejan presagiar grandes trastornos
para la agricultura. Sabemos que en Europa se
prevé un crecimiento medio de las temperaturas
más acentuado al norte del continente.Y la propia
variabilidad de las temperaturas y de la pluviometría
será también mayor. Previsiblemente,
Europa del Sur sufrirá escasez de agua mientras
que en el Norte, en particular en los Países
Escandinavos y los Países Bálticos, podrán aumentar
los rendimientos.
Adaptar los modos de producción a las nuevas
condiciones climáticas constituye el principal
desafío de la investigación agrícola europea. Pero
no es el único. El calentamiento global viene
acompañado de una penuria energética. La agricultura
intensiva, verdadero modelo sobre el cual
se construyó la agricultura europea, se basa en un
alto nivel de mecanización y en el recurso a insumos
químicos fabricados a partir de energías fósiles.
Y esta dependencia concierne no sólo a la
producción sino también a la transformación, la
conservación, el acondicionamiento y hasta el
transporte de los alimentos. Por otra parte, la utilización
de insumos químicos induce numerosos
problemas de contaminación del agua y de
empobrecimiento de los suelos. Es preciso, pues,
llevar a cabo numerosas investigaciones sobre la
comprensión de las múltiples interacciones que
rigen los ecosistemas.
Sin embargo, en el transcurso de las últimas
décadas, los Estados miembros han ido reduciendo
sensiblemente los presupuestos concedidos a
la investigación agronómica porque se pensó que
la agricultura ya no era un campo de innovación
importante para el futuro, y se supuso que los
avances de la industria en las biotecnologías eran
suficientes para resolver los problemas del sector
agrícola. Resulta obvio que ciertas áreas de investigación
como la agricultura, la limnología, la fisiología
o la fitopatología necesitan ser reforzadas
en los programas de investigación europeos. Por
otra parte, la Unión Europea ha tomado en
cuenta la necesidad de explorar el máximo
potencial de las diferentes tecnologías con vistas
a que cada rama de la ciencia pueda aportar su
contribución para el establecimiento de un
nuevo sistema agrícola. De hecho, la mayor parte
del presupuesto del Séptimo Programa Marco
concedido a las investigaciones sobre la agricultura
se centra en la puesta a punto de nuevos sistemas
de producción, menos consumidores de
energía y mejor integrados en el ecosistema. El
resto está dedicado a la calidad de los alimentos
y a las biotecnologías. (1)
Y la participación española refleja las esperanzas
que hemos puesto en dicha estrategia. En las tres
últimas convocatorias de proyectos del 7°
Programa Marco sobre temas agrícolas (agricultura,
bosques, pesca y acuicultura), las instituciones
públicas y privadas españolas han recibido más de
21 millones de euros, más del 60% del total de lo
que se otorgó a España en el 6° Programa Marco.
Y en términos de proyectos con participación
española, vemos también un gran avance, con un
total de 95 proyectos correspondientes a estas
tres convocatorias. Se trata de la misma cantidad
de proyectos con participación española que se
consiguieron en la totalidad del 6° Programa
Marco. La mayoría de la financiación se ha otorgado
a instituciones de investigación pública, entre
otras al INIA (que se considera como una de las
entidades más destacadas en este ámbito) y al
CSIC, mientras que las Universidades se llevaron
un 34% y las empresas privadas un 11% de dichos
fondos.
Ahora más que nunca, es absolutamente necesario
que el sector público y privado en los Estados
miembros inviertan en I+D sobre temas agrícolas,
con el fin de elaborar las estrategias futuras y
recuperar el lugar que su capacidad de investigación
merece.
José Manuel Silva Rodríguez
Director General. Dirección General de
Investigación.
Comisión Europea.
(1) Agricultura sostenible: 71,5 millones de euros – calidad de los alimentos: 59,95 millones de euros – biotecnologías: 59,95
millones de euros.
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