Sobre determinismo y libre albedrío. Eikasia 16
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Centeno, S.: «Retórica e ideología en la Carta a los romanos de Pablo de Tarso»<br />
10. Hay que tener claro a quién va dirigida<br />
la carta a los Romanos. Porque si el<br />
centro neurálgico de la carta es la<br />
justificación por la fe, eso quiere decir<br />
que ya no vale la Ley. La Ley pactada<br />
por Dios con Moisés, la Ley mosaica.<br />
Pablo considera que hay que superar la<br />
Ley mosaica. El cristianismo de nuevo<br />
cuño merece una Nueva Alianza. Pablo<br />
se dirige a un público que o bien es judío<br />
y, por lo tanto sometido a la Ley, o bien<br />
si es cristiano duda si someterse<br />
íntegramente a esa Ley o no. La Torah es un escollo. A diferencia de lo que pudiera<br />
haber pensado Filón, con la Ley no se puede integrar el judaísmo en el helenismo.<br />
Pero con ella tampoco se consigue que los paganos se conviertan en judíos. Sus<br />
mitos, sus ritos no son entendidos desde una sociedad helenizada. Seguramente la<br />
carta va dirigida a una comunidad heterogénea en la que habría tanto judíos como<br />
conversos.<br />
Si la Carta a los Romanos va dirigida a judeocristianos,<br />
¿qué hacer con la Ley?<br />
11. El recurso al símil o a la comparación es muy útil y muy común en Pablo. El<br />
ejemplo más paradigmático de la Carta a los Romanos quizá sea el que le sirve para<br />
comparar las primicias de la masa y las raíces, las ramas y el injerto con el pueblo de<br />
Israel y el cristianismo: “Y si las primicias son santas, también la masa; y si la raíz<br />
es santa también las ramas. Que si algunas ramas fueron desgajadas, mientras tú -<br />
olivo silvestre- fuiste injertado entre ellas, hecho participe con ellas de la raíz y de<br />
la savia del olivo, no te engrías contra las ramas. Y si te engríes, sábete que no eres<br />
tú quien sostiene la raíz, sino la raíz que te sostiene. Pero dirás: Las ramas fueron<br />
desgajadas para que yo fuera injertado. ¡Muy bien! Por su incredulidad fueron<br />
desgajadas, mientras tú, por la fe te mantienes. ¡No te engrías!; más bien, teme.<br />
Que si Dios no perdonó a las ramas naturales, no sea que tampoco a ti te perdone.<br />
Así pues, considera la bondad y la severidad de Dios: severidad con los que<br />
<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año III, <strong>16</strong> (enero 2008). http://www.revistadefilosofia.org 89