Sobre determinismo y libre albedrío. Eikasia 16
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Centeno, S.: «Retórica e ideología en la Carta a los romanos de Pablo de Tarso»<br />
fundamento es muy superior, proviene del poder de Dios [dun£mei qeoà] 76 .<br />
Este desprecio por la elocuencia ¿a qué se pude deber? ¿A que Pablo era<br />
efectivamente un pésimo orador? Al menos él, en una primera impresión, parece<br />
tenerse por tal, porque él mismo, en una ocasión, dice presentarse a los Corintios:<br />
“débil, tímido y tembloroso” 77 . ¿Cómo interpretar esto? ¿Esta es su auto-imagen o<br />
es la imagen con la que, como orador, quiere mostrar al público? En este caso ¿cuál<br />
es el “h3qoV” del orador? Encontramos que puede haber dos posibilidades.<br />
a. Con esta presentación, llena de aparente humildad, quiere mostrar que su<br />
discurso, si tiene fuerza, no es porque él se la infunda desde fuera con su<br />
elocuencia o con su fuerza persuasiva, sino por el contenido de su doctrina. Le<br />
sobra tanta fuerza persuasiva por el mero hecho de presentar la doctrina que<br />
presenta, que no ve la necesidad de utilizar ningún recurso retórico. Parece<br />
pasarle a Pablo lo que le ocurre al lógico, es tan aplastante la fuerza y<br />
necesidad de los argumentos demostrativos que utiliza que sería ridículo querer<br />
añadir convicción a sus demostraciones. ¿Acaso un matemático debería<br />
persuadirnos de la verdad de un teorema? No. Éste tiene suficiente fuerza como<br />
para imponérsenos.<br />
b. Puede ocurrir, por otra parte, que quiera mostrarse sincero, lo cual es a su vez<br />
un recurso retórico, y quiera realmente manifestar su penuria retórica. Pero<br />
¿tenía razones para mostrarse así? ¿Era Pablo un pésimo orador? Algunos<br />
podrían considerar que sí. Al menos eso se podría pensar si tenemos en cuenta<br />
el rotundo fracaso que había cosechado en el Areópago de Atenas 78 . Pero<br />
nosotros creemos que Pablo no fracasó en Atenas por haber empleado una<br />
vacua retórica, no fracasó, digamos, por la forma o los recursos oratorios que<br />
utiliza, ya que es un discurso espléndido 79 , sino porque el contenido del<br />
76 .- Ibid.<br />
77 .- 1 Cor. 2, 1-5. Véase nota 74.<br />
78 .- Para comprobar que Pablo no era un inocente e indocto retórico véase el discurso que pronuncia ante<br />
los ociosos atenienses del Areópago: Hch. 17, 22-33. El texto es demasiado amplio como para<br />
reproducirlo, pero no tiene desperdicio.<br />
79 .- Este discurso (Hch. 17, 22-33) es un discurso retóricamente bien estructurado. Comienza con el<br />
típico recurso de la “captatio benevolentiae” del auditorio, diciéndoles que, efectivamente, los atenienses<br />
son muy respetuosos o temerosos de los dioses [deisidaimonestšrouj] hasta el punto de tener un altar<br />
para el Dios desconocido ['AgnèstJ qeù]. Pablo, a partir de aquí, como si hubiese logrado meterse en<br />
78<br />
<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año III, <strong>16</strong> (enero 2008). http://www.revistadefilosofia.org