10MINUTOSFEB2014

9.46 H
Preparada desde niña para
enfrentarse a situaciones
difíciles y perfectamente
entrenada por sus abogados
en la última semana, Cristina
ejerció de Infanta a su llegada
al juzgado de Palma, en el que
era el día más complicado de su
vida tanto por su situación personal
como por la situación en
la que ponía a la Monarquía,
acusada de presunto delito fiscal
y blanqueo de capitales.
18.16 H
1. SU LLEGADA
AL JUZGADO
Cristina quiso bajar la rampa
andando, pero, en el último momento,
siguió el consejo de sus
abogados de hacerlo en coche ya
que le hicieron ver que la batalla
con la opinión pública estaba
perdida de todas formas. Al bajar
del coche, dio apenas catorce pasos
antes de entrar al juzgado y lo
hizo sonriendo y dirigiendo tres
“buenos días” mientras miraba a
las personas que tenía alrededor,
entre ellos los funcionarios y los
periodistas. En la sala saludó a todos
dándoles la mano.
2. SIETE HORAS
CON CASTRO
La Infanta, que el lunes 3 viajó
a Barcelona desde su residencia
de Ginebra para preparar con
intensidad su defensa (con entrenamientos
de más de cinco
horas diarias con sus abogados),
dejó la Ciudad Condal a las
7.15 h. Llegó a los juzgados a las
9.46 h. Durante casi siete horas
(con un receso a media mañana
y otro para comer) declaró
primero ante el juez José Castro
y después ante el fiscal y la abogada
del Estado. No contestó
las preguntas de las acusaciones
porque el juez dijo que sus preguntas
se estaban reiterando.
Castro investiga la filtración de
un vídeo sobre su declaración
(estaba prohibido).
300 POLICÍAS
Y 400
PERIODISTAS
La policía veló para
que la declaración
de la Infanta
transcurriera sin
problemas y montó
varios perímetros de
seguridad. Por otro
lado, su imputación
ha despertado el
interés de la prensa
de todo el mundo.
Se acreditaron 400
periodistas que
siguieron de cerca la
llegada de la hija del
Rey a las 9.46 h de la
mañana y también su
salida del juzgado a
las 18.16 h.
3. INSISTE EN SU
CONFIANZA EN IÑAKI
La duquesa de Palma, que se
dirigía al juez como señoría,
siguió al pie de la letra la consigna
de sus abogados de hacer
una declaración muy humana
y de dejar a un lado cuestiones
técnicas. Por ello, se basó en
demostrar que era una esposa
que confiaba plenamente en
su marido, Iñaki Urdangarín,
y que no participaba en el día
a día de la empresa. “Siempre
confié en mi esposo”, aseguró
la Infanta, que añadió que nunca
dudó de la legalidad de sus
negocios.
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