Género y Fuerzas Armadas - Ministerio de Defensa

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11.02.2014 Views

Ministerio de Defensa • Fundación Friedrich Ebert académicos, comenzando con el pionero y adelantado trabajo de Janowitz que ya fue referenciado. La columna vertebral de la institución (la capacidad de mando y obediencia) ha visto el surgimiento de una nueva autoridad, en la cual el dominio autoritario pierde relevancia, al tiempo que se confiere un papel más importante a la persuasión, la manipulación y el consenso colectivo. Los tipos de carrera también han variado, con un mayor énfasis en carreras adaptativas antes que en el anterior predominio del liderazgo heroico. Todo ello supone, también, variaciones en el reclutamiento de oficiales, y de tropa: las motivaciones para el ingreso a la carrera ya no expresan el predominio de la herencia familiar, la proveniencia de determinado tipo de familia, o la búsqueda de preeminencia social. 57 El profesional militar, entonces, desempeña su labor dentro de una estructura institucional que está cambiando. El desarrollo tecnológico, que conlleva asimismo la necesidad del expertise, es el principal factor que opera en la tendencia hacia formas de organización y pautas de autoridad más cercanas al mundo civil. La tensión entre estas distintas pautas de autoridad puede originar desacomodamientos al interior de la institución, y aún crisis, generalmente entre el tipo de liderazgo tradicional y el adaptativo. Ahora bien, la mayoría de las Fuerzas Armadas latinoamericanas se profesionalizaron, desde fines del siglo XIX e inicios del siglo XX, bajo los modelos europeos de ejércitos profesionales, y con valores y estructuras que respondieron a todos estos conceptos y al modelo heroico. La cuestión de género necesita insertarse en los debates producidos por los cambios que provocan las transiciones a la democracia, aquellos generados por la propia evolución del tipo de institución militar, sus misiones, y las necesarias estructuras que derivan de ello. La incorporación de mujeres a las Fuerzas Armadas Durante las últimas décadas ciertas variables coadyuvaron al cambio de la visión profesional de las Fuerzas Armadas en distintos países y a una tendencia hacia la apertura y la modernización de las pautas culturales, dentro de lo cual se inscribe la incorporación de la cuestión de género. Entre las principales podemos citar: 1. El cambio del ambiente internacional y subregional en materia de seguridad, virando las hipótesis de conflicto hacia otras de cooperación y -en el ámbito interno- una necesidad de acercarse a la sociedad de la cual las Fuerzas Armadas son parte luego de diversas alternativas históricas que habían tendido a la separación. 2. La apertura en la participación en misiones diferentes a la tradicional, mayormente, operaciones de paz (con una participación regional creció casi en un 800% en la 57 Existen lamentablemente escasos estudios al respecto en la región latinoamericana. Ver FITCH, J. SAMUEL. The Armed Forces and Democracy in Latin America. The Johns Hopkins University Press, Baltimore, 1998. Género y Fuerzas Armadas. Algunos debates teóricos y prácticos 46

Ministerio de Defensa • Fundación Friedrich Ebert última década), que abrió el mundo de Oficiales y Suboficiales a realidades hasta entonces desconocidas, y al intercambio con los ejércitos más avanzados y modernos. 3. Las cuestiones del presupuesto militar, y sus consiguientes consideraciones sobre las necesidades de la estructura militar, que fue formando poco a poco una cultura pragmática, consecuentemente más abierta a los cambios que pudieran favorecer la supervivencia y la recomposición institucional. 4. Los nuevos modelos de Fuerzas Armadas en distintas partes del mundo, que hablaban del paso de modelos de ejércitos permanentes sustentados en la fuerza del número, a ejércitos altamente tecnificados más confiados en el poder de fuego, la movilidad y la adaptación a diferentes ambientes y misiones. De ellas, algunas son de particular relevancia. La incorporación de mujeres a las Fuerzas Armadas vino de la mano de la democratización, donde las fuerzas militares han hecho un ingente esfuerzo por parecerse más a la sociedad y unirse a ella. Estamos aquí refiriéndonos al ingreso a la carrera militar propiamente dicha, con posibilidad de acceder a puestos de comando, y no a la incorporación de mujeres profesionales (abogadas, médicas, enfermeras, etc.), que sí existía en casi todos los países al menos desde mediados del siglo XX. El ingreso a la carrera militar tuvo también relación con las necesidades de reclutamiento de personal, en un contexto en el cual las profesiones civiles ganaron adhesión no sólo por la oferta económica sino también por la pérdida de nitidez que antes tenían las funciones y misiones de la carrera militar. Las resistencias culturales institucionales a esta incorporación son, también, en este contexto, resistencias a un cambio de modelo que se vino encima sin que hubiera mayor capacidad de reacción por parte de las dirigencias militares. Por ello, la incorporación de mujeres fue, en todos los casos, un proceso poco planificado, que debía producirse y que provocaba una imagen abierta y modernizada de la que nadie quería quedar fuera. Los vínculos de esta incorporación con las políticas de personal son entonces materia de estudio, aún. Por un lado, el ingreso a una fuerza como la militar es el ingreso a una institución estatal en la cual se encuentra salario y prestaciones sociales. Las mujeres militares se esfuerzan por una carrera en la que no desean privilegios ni contemplaciones, sino más bien igualdad de oportunidades. Hombres y mujeres son parte de un cuerpo profesional del Estado, en el que resta todavía trabajar sobre criterios de promoción y ascenso por capacidades independientemente del género. Los llamados “techos de cristal” existentes hablan de la permanencia de modelos de fuerza ligados a la fuerza y características físicas. Pero también es necesario analizar cuánto puede haber de resistencias ocultas a otros, extraños hasta ahora, que vienen a disputar cargos y comandos, ampliando la competencia. En lo que se refiere a la educación, se encuentran tal vez los mayores desafíos y es otra materia de estudio pendiente. La democratización supone revisar los procesos de socialización que forman la mentalidad profesional, y los valores, sean ellos de carácter prebendario o resaltando ideales masculinos. Aparece aquí una interesante pregunta, desafiante, y pasible de Género y Fuerzas Armadas. Algunos debates teóricos y prácticos 47

<strong>Ministerio</strong> <strong>de</strong> <strong>Defensa</strong> • Fundación Friedrich Ebert<br />

última década), que abrió el mundo <strong>de</strong> Oficiales y Suboficiales a realida<strong>de</strong>s hasta<br />

entonces <strong>de</strong>sconocidas, y al intercambio con los ejércitos más avanzados y mo<strong>de</strong>rnos.<br />

3. Las cuestiones <strong>de</strong>l presupuesto militar, y sus consiguientes consi<strong>de</strong>raciones sobre las<br />

necesida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> la estructura militar, que fue formando poco a poco una cultura<br />

pragmática, consecuentemente más abierta a los cambios que pudieran favorecer la<br />

supervivencia y la recomposición institucional.<br />

4. Los nuevos mo<strong>de</strong>los <strong>de</strong> <strong>Fuerzas</strong> <strong>Armadas</strong> en distintas partes <strong>de</strong>l mundo, que hablaban<br />

<strong>de</strong>l paso <strong>de</strong> mo<strong>de</strong>los <strong>de</strong> ejércitos permanentes sustentados en la fuerza <strong>de</strong>l número, a<br />

ejércitos altamente tecnificados más confiados en el po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> fuego, la movilidad y la<br />

adaptación a diferentes ambientes y misiones.<br />

De ellas, algunas son <strong>de</strong> particular relevancia. La incorporación <strong>de</strong> mujeres a las <strong>Fuerzas</strong><br />

<strong>Armadas</strong> vino <strong>de</strong> la mano <strong>de</strong> la <strong>de</strong>mocratización, don<strong>de</strong> las fuerzas militares han hecho un<br />

ingente esfuerzo por parecerse más a la sociedad y unirse a ella. Estamos aquí refiriéndonos al<br />

ingreso a la carrera militar propiamente dicha, con posibilidad <strong>de</strong> acce<strong>de</strong>r a puestos <strong>de</strong><br />

comando, y no a la incorporación <strong>de</strong> mujeres profesionales (abogadas, médicas, enfermeras,<br />

etc.), que sí existía en casi todos los países al menos <strong>de</strong>s<strong>de</strong> mediados <strong>de</strong>l siglo XX. El ingreso<br />

a la carrera militar tuvo también relación con las necesida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> reclutamiento <strong>de</strong> personal, en<br />

un contexto en el cual las profesiones civiles ganaron adhesión no sólo por la oferta<br />

económica sino también por la pérdida <strong>de</strong> niti<strong>de</strong>z que antes tenían las funciones y misiones <strong>de</strong><br />

la carrera militar.<br />

Las resistencias culturales institucionales a esta incorporación son, también, en este<br />

contexto, resistencias a un cambio <strong>de</strong> mo<strong>de</strong>lo que se vino encima sin que hubiera mayor<br />

capacidad <strong>de</strong> reacción por parte <strong>de</strong> las dirigencias militares. Por ello, la incorporación <strong>de</strong><br />

mujeres fue, en todos los casos, un proceso poco planificado, que <strong>de</strong>bía producirse y que<br />

provocaba una imagen abierta y mo<strong>de</strong>rnizada <strong>de</strong> la que nadie quería quedar fuera.<br />

Los vínculos <strong>de</strong> esta incorporación con las políticas <strong>de</strong> personal son entonces materia <strong>de</strong><br />

estudio, aún. Por un lado, el ingreso a una fuerza como la militar es el ingreso a una<br />

institución estatal en la cual se encuentra salario y prestaciones sociales. Las mujeres militares<br />

se esfuerzan por una carrera en la que no <strong>de</strong>sean privilegios ni contemplaciones, sino más<br />

bien igualdad <strong>de</strong> oportunida<strong>de</strong>s. Hombres y mujeres son parte <strong>de</strong> un cuerpo profesional <strong>de</strong>l<br />

Estado, en el que resta todavía trabajar sobre criterios <strong>de</strong> promoción y ascenso por<br />

capacida<strong>de</strong>s in<strong>de</strong>pendientemente <strong>de</strong>l género. Los llamados “techos <strong>de</strong> cristal” existentes<br />

hablan <strong>de</strong> la permanencia <strong>de</strong> mo<strong>de</strong>los <strong>de</strong> fuerza ligados a la fuerza y características físicas.<br />

Pero también es necesario analizar cuánto pue<strong>de</strong> haber <strong>de</strong> resistencias ocultas a otros,<br />

extraños hasta ahora, que vienen a disputar cargos y comandos, ampliando la competencia.<br />

En lo que se refiere a la educación, se encuentran tal vez los mayores <strong>de</strong>safíos y es otra<br />

materia <strong>de</strong> estudio pendiente. La <strong>de</strong>mocratización supone revisar los procesos <strong>de</strong> socialización<br />

que forman la mentalidad profesional, y los valores, sean ellos <strong>de</strong> carácter prebendario o<br />

resaltando i<strong>de</strong>ales masculinos. Aparece aquí una interesante pregunta, <strong>de</strong>safiante, y pasible <strong>de</strong><br />

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