FILIPINAS - IE

meses ha hecho que 2012 comience con un déficit de casi 3.000
millones de pesos.
En cuanto a la balanza de pagos, el superávit por cuenta
corriente se ha ido reduciendo progresivamente (4,5% del PIB en
2010 y 3,1% en 2011), debido a la subida del déficit comercial y a
las menores aportaciones positivas de la balanza de servicios y de
transferencias corrientes (remesas). Las remesas de emigrantes
(7,2% del PIB en 2011) de los numerosos trabajadores filipinos en
el exterior aportan más dólares en un mes que la inversión directa
extranjera en un año, y suponen una importante fuente exterior de
financiación filipina.
La inversión extranjera directa neta recibida ha venido cayendo
en los últimos años. Tras un máximo de 1.963 millones de dólares
en 2009, la inversión cayó en 2010 hasta los 1.298 millones, y
en 2011, cuando la inversión directa mundial había recuperado el
pulso (aumentando un 17% según cifras de la UNCTAD), Filipinas
no fue capaz de aprovechar la tendencia y apenas atrajo 1.262
millones de dólares (un 2,8% menos que en el mismo período del
año anterior). En 2012 algunas operaciones puntuales de inversión
han elevado las cifras de inversión del primer trimestre hasta los
850 millones de dólares. La fuerte inversión en cartera, espoleada
en 2011 por la predilección de los valores bursátiles asiáticos
como refugio ante la crisis de EEUU y Europa, y que llevó a la
Bolsa filipina a máximos históricos, parece haber concluido su ciclo
alcista en los primeros meses de 2012.
Uno de los principales problemas de Filipinas sigue siendo
la escasez de ingresos públicos, que impide llevar a cabo las
políticas sociales y las inversiones en infraestructuras necesarias
para desarrollar el país. La falta de infraestructuras encarece el
coste de la actividad económica (como prueba el hecho de que el
precio de la electricidad en Filipinas es el segundo más caro de
Asia después de Japón) e impide aprovechar el potencial de otros
sectores como el turismo. Para cubrir esta deficiencia sin recurrir
a mayores impuestos, el gobierno filipino ha decidido impulsar
un ambicioso plan de infraestructuras público-privadas (PPP).
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