El Guadalquivir, vía fluvial romana.pdf - RUA
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78 LORENZO ASAD CASAL<br />
patian a los grandes en el bajorrelieve del Museo Torlonia (84)<br />
(fig. 8).<br />
Existieron otras muchas clases de barcos <strong>fluvial</strong>es, que<br />
variaban según la función a que estuvieran destinados y también<br />
según las regiones donde se construían. Los diversos tipos<br />
son en realidad tan complejos y están tan relacionados unos<br />
con otros que es sumamente difícil identificarlos con precisión.<br />
Sin ir más lejos, mientras Le Gall da como lintTes los barcos<br />
representados en un reUeve del Tiber en París, Grenier los considera<br />
como Tates, aduciendo cada uno para su interpretación<br />
razones sufícientes (85).<br />
lo<br />
4. BARCOS EN EL RÍO GUADALQUIVIR.<br />
Las aguas del río <strong>Guadalquivir</strong> se han visto surcadas, en<br />
el transcurrir de los tiempos, por infinidad de nav'es. Su cualidad<br />
de río fácilmente navegable, centro de una región de fértil<br />
agricultura, rica en ganados y minas, han hecho que desde que<br />
el hombre descubrió las rutas del mar incontable número de<br />
barcos hayan subido y bajado su curso. Los habría de todas<br />
clases: barcos grandes, que transportaban los artículos de exportación<br />
e importación; barcos pequeños para el servicio interior<br />
del río, para recorrerlo a lo largo o cruzarlo, llevando mercancías<br />
y pasajeros (86); barcos igualmente menores para prestar<br />
servicio en los puertos; navíos de guerra que remontarian el<br />
río para visitar uno de los principales puertos de la Bética y<br />
demostrar a sus comerciantes que sus mercancías estaban bien<br />
protegidas; y tantos y tantos otros. Para época <strong>romana</strong> contamos<br />
ya con testimonios y restos arqueológicos que muestran<br />
con certeza el uso que se hacía del río. Pero esto no debe impedirnos<br />
ver más allá, ya que el tráfico <strong>fluvial</strong> ha de remontarse,<br />
en este caso concreto, a una muy lejana antigüedad. Podemos<br />
aplicar aquí, sin más que cambiar el adjetivo "céltico" por "tartésico",<br />
o simplemente por "indígena", el pasaje que A. Grenier<br />
(84) Le Gall: Le Tibre.•. , pág. 221.<br />
(85) Idem: pág. 218. Grenler: Op. cit., pág. 592.<br />
(86) Según el Digesto (XLVIII, 16, 4), los transportes humanos no estaban organizados<br />
y los viaieros tenían que pagar para ser admitidos en los buques de carga. Pero esto quizás<br />
se aplicara a los largos viajes por mar, donde no había líneas regulares, y no a los trayectos<br />
<strong>fluvial</strong>es (cf. Lachica, G.: "La estructura económica de Espafla en el Bajo Imperio",<br />
Zephyrus, XII, 1961; págs. 55, 149)