El Guadalquivir, vía fluvial romana.pdf - RUA
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72 LORENZO ABAD CASAL<br />
Siguiendo el curso del rio, encontramos de nuevo restos de<br />
un puerto en Cantillana, la antigua Naeva. Bonsor, en su viaje<br />
arqueológico, vio aqui "paredes de ladrillo o piedra cortada e<br />
inmensas masas de cascotes que están todavia suspendidas en<br />
la orilla derecha o han caldo en el rio. Puesto que la ciudad era<br />
aqui muy alta, fue necesario colocar los almacenes en terrazas<br />
unidas por rampas. A este montón de ruinas y a estas acumulaciones<br />
en el rio es a lo que debe la ciudad su actual nombre de<br />
Cantillana" (55).<br />
<strong>El</strong> tercer puerto lo encontramos en Alcalá del Río, Ilipa<br />
Magna, donde tuvo lu~r la última gran batalla de la segunda<br />
guerra púnica. Sus ruinas son más considerables que las de<br />
Cantillana y se extienden desde la orilla hasta casi el centro<br />
del rio (fig. 4). Se conservan las piedras que servian de cimiento,<br />
de un grosor de 1,10 a 1,30 metros, y restos del muro de ladrillos<br />
que descansaba sobre ellas (56). Que en IZipa existía un puerto<br />
está atestiguado, además de por la comprobación visual de sus<br />
ruinas, por una inscripción aparecida en 1784 en la Granja Haza<br />
del Villar, entre La Algaba y Santiponce, que nos da noticia de<br />
un dispensator portus ilipensis (57) e ilustra acerca de uno de<br />
los cargos del puerto.<br />
Un último muelle, del que no se conservan restos, pero que<br />
está atestiguado por historiadores de los siglos XVI y xvrn, es<br />
el de Itálica. En época <strong>romana</strong> parece ser que el rio pasaba por<br />
esta ciudad, aunque posteriormente cambió de curso. En la<br />
actualidad existe un brazo seco que en las grandes avenidas<br />
se llena de agua. En el siglo XVI tenemos el testimonio de<br />
historiadores como Ambrosio de Morales y Francisco de Torres,<br />
que decían haber visto restos del puerto de Itálica en "un poderoso<br />
muelle que hay en sus ruinas y en algunas capas de<br />
cascajos, guijas y arenas que se descubren entre el cascote".<br />
y en el siglo XVIII, Fernández Prieto y Sotelo vio "un grandísimo<br />
paredón que llaman el muelle y me aseguraron que no<br />
hacía. muchos aftos que a111 se hallaron unos argollones de<br />
bronce en que estaban las embarcaciones y, con efecto, vi los<br />
huecos de donde habían sido sacados ... La obra es sumptuosa y<br />
de gran permanencia, toda compuesta de mampostería y piedra<br />
que llaman de sillería" (58).<br />
(55) Bonsor, G.: Op. cit., pág. 46.<br />
(56) Idem: pág. 65.<br />
(57) GIL, n, 1.085.<br />
(58) Véase Garcla y Bellido, A.: Colonia Aelia Augusto [taUca. Madrid, 1960; pAs. 118.