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64 LORENZO ABAD CASAL navegables. Como estos hallazgos cesan en las proximidades de un despoblado llamado "Real Tesoro", Bonsor deduce que sólo hasta este lugar era navegable (26). Estrabón nada dice del tráfico por los afluentes del rio, pero habla extensamente de los estuarios del mismo y de su aprovechamiento para la navegaclón (27). "Son", dice textualmente, "semejantes a los rios y navegables como aq'\léllos, no sólo con barcos pequefios, sino también con barcos grandes, desde el mar hasta las ciudades del interior". Dice a continuación que, gracias a la llanura de la costa entre el Cabo Sagrado y las Columnas, "penetran con gran frecuencia por alli unas aberturas desde la costa hacia el interior, parecidas a barrancos medianos o cauces de rios y se extienden muchos estadios. Estas se llenan cuando el mar sube con la marea alta, de manera que se pueden subir no menos que los rios si no aún mejor. Porque la subida en ellos es parecida a la ba~adaen los rios, no existiendo ningún obstáculo, sino facilitando la navegación en ellos por la marea alta, -como 10 hace la corriente de los rios. Y las crecidas (del mar) son allí más grandes que en otros sitios ... Algunos de estos estuarios quedan vacíos por la marea baja, pero otros no se vacían del todo, mientras en otros no auedan islas. Tales son los estuarios entre el Cabo Sagrado y las Columnas, que tienen una crecida más grande que en los demás sitios. Esta crecida supone una ventaja para el fin de los navegantes. Porque la crecida hace más frecuentes y más grandes los estuarios, que muchas veces resultan navegables hasta ochocientos estadios, de manera que en cierto modo la crecida hace navegable todo el pais y cómodo para la exoortación y la importación de mercancías. Pero la crecida también tiene un inconveniente. Porque la navegación en los rios, por 10 violento de la marea alta que va contra la corriente de los rios con gran fuerza, comporta un peligro grande para 108 barcos, 10 mismo cuando bajan que cuando suben. En cambio en los estuarios las mareas bajas son molestas. Porque lo mismo que las mareas altas también las bajas resultan violentas, ya que por su velocidad frecuentemente dejan el barco en seco" (28). Afiade a continuación el dato anecdótico del ganado que pasa a veces (26) Bonsor, G.: The Archaeological Expedition along the Guadalquivir. New York, 1931; pág. 16. (21) Estrabón: m, 2, 4. (28) Ibídem. Traducción FHA, VI, 96.

EL GUADALQUIVIR, VíA FLUVIAL ROMANA 65 a las islas situadas frente a los estuarios y, sorprendido por la marea alta, ha de esperar hasta que baje. Este párrafo explica mejor que cualquier comentario cómo eran los estuarios y lo útiles que resultaban para la navegación. La marea alta dificulta el tránsito en los rios, pues las aguas que tratan de remontar su curso se ven obstaculizadas por las que descienden, produciéndose peligrosos remolinos y rápidos. En cambio en los esteros constituye el momento ideal para la navegación, ya que entonces se hacen accesibles a los barcos grandes extensiones de terreno que antes les estaban vedadas. Es lo que ocurre todavía hoy, aunque en escala mucho menor, en los esteros y cafíos del sur de la Península, donde las barcazas y los barcos de pequefío calado pueden alcanzar con la marea alta lugares donde han de quedar varados cuando ésta baja. No obstante, hoyes imposible alcanzar distancias de ochocientos estadios como las que nos transmite Estrabón. Es precisamente ésta la dificultad que nuestro geógrafo le encuentra a la navegación por los estuarios: que la marea baja se hace molesta, porque, a causa de su velocidad, con frecuencia los barcos quedan en seco. Los habitantes, conscientes de las ventajas de los estuarios, han asentado sus ciudades en ellos, al igual que junto a los rios, aprovechando el limite al que llegan las mareas (29). Cita algunas de estas ciudades, como Mainoba, Ossonoba, Nabrissa, Asta, etc. Plinio (30) cita también Asta y Nabrissa, colocándolas ínter aestuaria Baetis. Al lado de estas consideraciones, hay que destacar que una ciudad hoy tan importante como Jerez no ha pasado de ser en la Antigüedad una modesta localidad, ya que su papel como centro de la región lo desempefíaba entonces Asta, cuyo embarcadero sobre el estuario hacía su emplazamiento mucho más interesante que el del actual Jerez (31). Toda esta región tan favorable para la navegación está atravesada, además, por una serie de canales que facilitan el tráfico entre ríos y estuarios. El ingenio de los turdetanos, pues a ellos se refiere Estrabón, les ha hecho utilizar las inundaciones en su propio provecho, ya que entonces el terreno que separa los estuarios de las desembocaduras de los ríos se hace (29) Idem: m, 2, S. (30) Plinto: m. 2, 'l. (31) Pemán, C.: "Nuevas precisiones sobre vlas romanas en la prOvincia de Cádiz". ABA..q, XXXI, 1948; pág. 255. Parece que la ciudad de Jerez acuft6 moneda ya en la Antigüedad. Lleva la. leyenda CERIT (d. Vives: La Moneda Hispdnica, IrI. '18; lám. 103). 9

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a las islas situadas frente a los estuarios y, sorprendido por<br />

la marea alta, ha de esperar hasta que baje.<br />

Este párrafo explica mejor que cualquier comentario cómo<br />

eran los estuarios y lo útiles que resultaban para la navegación.<br />

La marea alta dificulta el tránsito en los rios, pues las aguas<br />

que tratan de remontar su curso se ven obstaculizadas por las<br />

que descienden, produciéndose peligrosos remolinos y rápidos.<br />

En cambio en los esteros constituye el momento ideal para la<br />

navegación, ya que entonces se hacen accesibles a los barcos<br />

grandes extensiones de terreno que antes les estaban vedadas.<br />

Es lo que ocurre toda<strong>vía</strong> hoy, aunque en escala mucho menor,<br />

en los esteros y cafíos del sur de la Península, donde las barcazas<br />

y los barcos de pequefío calado pueden alcanzar con la marea<br />

alta lugares donde han de quedar varados cuando ésta baja.<br />

No obstante, hoyes imposible alcanzar distancias de ochocientos<br />

estadios como las que nos transmite Estrabón. Es precisamente<br />

ésta la dificultad que nuestro geógrafo le encuentra<br />

a la navegación por los estuarios: que la marea baja se hace<br />

molesta, porque, a causa de su velocidad, con frecuencia los<br />

barcos quedan en seco. Los habitantes, conscientes de las ventajas<br />

de los estuarios, han asentado sus ciudades en ellos, al<br />

igual que junto a los rios, aprovechando el limite al que llegan<br />

las mareas (29). Cita algunas de estas ciudades, como Mainoba,<br />

Ossonoba, Nabrissa, Asta, etc. Plinio (30) cita también Asta<br />

y Nabrissa, colocándolas ínter aestuaria Baetis. Al lado de estas<br />

consideraciones, hay que destacar que una ciudad hoy tan importante<br />

como Jerez no ha pasado de ser en la Antigüedad una<br />

modesta localidad, ya que su papel como centro de la región<br />

lo desempefíaba entonces Asta, cuyo embarcadero sobre el estuario<br />

hacía su emplazamiento mucho más interesante que el<br />

del actual Jerez (31).<br />

Toda esta región tan favorable para la navegación está<br />

atravesada, además, por una serie de canales que facilitan el<br />

tráfico entre ríos y estuarios. <strong>El</strong> ingenio de los turdetanos, pues<br />

a ellos se refiere Estrabón, les ha hecho utilizar las inundaciones<br />

en su propio provecho, ya que entonces el terreno que<br />

separa los estuarios de las desembocaduras de los ríos se hace<br />

(29) Idem: m, 2, S.<br />

(30) Plinto: m. 2, 'l.<br />

(31) Pemán, C.: "Nuevas precisiones sobre vlas <strong>romana</strong>s en la prOvincia de Cádiz".<br />

ABA..q, XXXI, 1948; pág. 255. Parece que la ciudad de Jerez acuft6 moneda ya en la<br />

Antigüedad. Lleva la. leyenda CERIT (d. Vives: La Moneda Hispdnica, IrI. '18; lám. 103).<br />

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