El Guadalquivir, vía fluvial romana.pdf - RUA
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EN el arte de la navegación, los romanos aportan pocas innovaciones. Aceptan los tipos de barcos griegos y les introducen las mejoras necesarias. Se utiliza la trirreme, sobre todo para asuntos bélicos, y los navíos redondos o naves rotundae para la carga y el eomercio (1). Las mayores de éstas eran las llamadas naves alexandrtnae, que hac1an el tráfico de mercancias entre Roma y Alelandría. Pero en general aumenta el porte de todas las naves, a fin de hacer frente al extraordinario aumento del comercio (2). 1. EL GUADALQUIVIR, RUTA FLUVIAL. En este desarrollo comercial, la navegación fluvial tuvo un papel muy importante, aunque eonstituya, como dice Le Gall, un problema irritante. Se sabe que ha existido, que ha rueanzado un lugar importante en la actividad de los pueblos, pero no se puede conocer con precisión. Es la consecuencia de una situación que tiene un valor permanente. La navegae1ón fluvial es uno de esos elementos de la vida diaria a los cuales los eontemporáneos no les prestan atenc.i.ón. Tampoeo SQn dignos de figurar en los relatos de los historiadores (3). Se conoce su existencia, en parte porque es algo que nos aparece claro y lógieo, y en parte también porque aquellos autores que han' tratado del comere1o o de la descripción del país, citan la. importancia que alcanzó el tráfico fluvial, aunque sólo sea de pasada. En este aspecto, hay que estar agradecidos a Estrabón, quien con más exactitud y prolijidad ha descrIto el empleo que de los cursos fluviales hacían los habitantes ribereftos. Sus descripciones más extensas se refieren a la Oa11a (4), pero también en lo concerniente a la región del Guadalquivir nos suministra prácticamente las únicas noticias que sobre ello poseemos (5). Toda la zona del SO. espafiol está abocada al mar. Pero su situación privilegiada le hace mirar no sólo al Mediterráneo, (1) Merrien, J.: Historia de los buques, 1960; pág. 251. (2) Casariego, J.: Los grandes periplos de la Antigüedad. Breve historia de las navegaciones cldsicas. Madrid. 1944; pág. 153. (3) Le Gall. J.: Le Tibre, fleuve de Rome dans ¡'A.ntiquité. París, 1953; pág. 56. (4) Estrabón: IV. 1. 2; IV. l. 14. (5) Idem: III. 2. 3-6.
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EN el arte de la navegación, los romanos aportan pocas innovaciones.<br />
Aceptan los tipos de barcos griegos y les introducen<br />
las mejoras necesarias. Se utiliza la trirreme, sobre todo para<br />
asuntos bélicos, y los navíos redondos o naves rotundae para<br />
la carga y el eomercio (1). Las mayores de éstas eran las llamadas<br />
naves alexandrtnae, que hac1an el tráfico de mercancias<br />
entre Roma y Alelandría. Pero en general aumenta el porte<br />
de todas las naves, a fin de hacer frente al extraordinario<br />
aumento del comercio (2).<br />
1. EL GUADALQUIVIR, RUTA FLUVIAL.<br />
En este desarrollo comercial, la navegación <strong>fluvial</strong> tuvo un<br />
papel muy importante, aunque eonstituya, como dice Le Gall,<br />
un problema irritante. Se sabe que ha existido, que ha rueanzado<br />
un lugar importante en la actividad de los pueblos, pero no<br />
se puede conocer con precisión. Es la consecuencia de una<br />
situación que tiene un valor permanente. La navegae1ón <strong>fluvial</strong><br />
es uno de esos elementos de la vida diaria a los cuales los eontemporáneos<br />
no les prestan atenc.i.ón. Tampoeo SQn dignos de<br />
figurar en los relatos de los historiadores (3). Se conoce su<br />
existencia, en parte porque es algo que nos aparece claro y lógieo,<br />
y en parte también porque aquellos autores que han' tratado<br />
del comere1o o de la descripción del país, citan la. importancia<br />
que alcanzó el tráfico <strong>fluvial</strong>, aunque sólo sea de pasada. En<br />
este aspecto, hay que estar agradecidos a Estrabón, quien con<br />
más exactitud y prolijidad ha descrIto el empleo que de los<br />
cursos <strong>fluvial</strong>es hacían los habitantes ribereftos. Sus descripciones<br />
más extensas se refieren a la Oa11a (4), pero también<br />
en lo concerniente a la región del <strong>Guadalquivir</strong> nos suministra<br />
prácticamente las únicas noticias que sobre ello poseemos (5).<br />
Toda la zona del SO. espafiol está abocada al mar. Pero su<br />
situación privilegiada le hace mirar no sólo al Mediterráneo,<br />
(1) Merrien, J.: Historia de los buques, 1960; pág. 251.<br />
(2) Casariego, J.: Los grandes periplos de la Antigüedad. Breve historia de las navegaciones<br />
cldsicas. Madrid. 1944; pág. 153.<br />
(3) Le Gall. J.: Le Tibre, fleuve de Rome dans ¡'A.ntiquité. París, 1953; pág. 56.<br />
(4) Estrabón: IV. 1. 2; IV. l. 14.<br />
(5) Idem: III. 2. 3-6.