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48 LORENZO ABAD CASAL Parece claro .que la isla de Cartare es la comprendida entre los dos brazos del río Guadalquivir, pero el problema está en localizarlos. Fluyen de un lago, el Lacus Ligustinus, dice A vieno, que la mayoría de los autores localizan en las marismas del Guadalquivir. La Geología parece confirmar esto, pues al construir en Lebrija un dique de defensa contra la marisma. se encontró a escasa profundidad un banco de conchas marinas, de casi un metro de espesor, que denotaba un depósito de playa, un metro por debajo del cual salieron dos ánforas romanas (71). Parece, pues, que el relleno de los tres últimos metros de lo que antiguamente fue el estuario del Guadalquivir debe haberse formado en época romana. Más problemática se presenta la localización del brazo perdido del rio. A vieno es el único que habla de tres cauces. Todos los demás testimonios, coetáneos o posteriores al periplo original utilizado por Avieno, hablan de dos (72). Es posible que la Ora Maritima narre un estado de cosas anterior al panorama que presentan las demás fuentes, ya que la región ha ido evolucionando de manera progresiva en su constitución geológica (73), o que, por el contrario, el contenido de los escritos anteriores haya sido adulterado por Avieno en su su parte fundamental. Casi todos los autores han aceptado la autenticidad del periplo que le sirve de fuente y han tratado de interpretar de mil maneras sus enigmáticos versos a fin de poder asentar la mítica Tartessos sobre un emplazamiento determinado (74). Lacu I per aperta fusus undique adlapsu lizat. I Neaue iste tractu simplici vrovolvitur I unusve sulcat subiacentem caespitem tria ora quippe parte eoi luminis I intert in ogros ore bis gemino quoque I meridiana civítatis adluit. (71) Gavala y Laborde. J.: Memoria explicativa de la hoja 1017 (El Asperillo) del mapa geológico de Espafla, pág. 35. (72) Al siglo VI a. C. parece remontarse también el testimonio transmitido con posterioridad por Eustatio a Dlonlslo Periegeta: "dicen que el Betis es un río de Iberia que tiene dos desembocaduras". FHA, 1, 178. (73) Véase cap. 1, especialmente págs. 24-26. (74) Existen varias teorías sobre los diversos cauces del rlo. Es opinión generalizada que el Lago Llgustino de que habla el Periplo lo constituían las actuales marismas del Guadalquivir. De aquí debían fluir los diversos brazos. Schulten, quien más ha estudiado estos temas, aunque de manera demasiado comprometida con una opinión personal. Identifica el brazo meridional con el actual río Guadalquivir. El septentrional estaría constituido por un viejo cauce, ya casi cegado en época romana, que se separaba del brazo principal en la extremidad norte de la actual Isla Menor, para desaguar por donde hoy existe la llamada Torre de la Higuera. en los arenales del Coto de Dofiana. El brazo intermedio lo Identifica con el actualmente llamado Madre del Rocío. Explica el que en los autores posteriores se hable sólo de dos brazos por el hecho de que el intermedio debla desembocar en el sePtentrional. La desembocadura más importante sería la meridional, que en un principio tendría 10 kilómetros de anchura y que se fue rellenando con los aportes del no basta formar las cuatro bocas de que nos habla Avieno. Esta e'CPlicación, para la que

EL GUADALQUIVIR, VíA FLUVIAL ROMANA 49 Volviendo a las dos desembocaduras que las fuentes atribuyen al rio Guadalquivir, la hipótesis más verosímil es que sólo una corresponda en realidad al río, y que se haya tomado como tal, aparte la suya propia, la del rio Guadalete. Es la solución propugnada primeramente por MÜllendorf (75) y a la que han llegado, por distintos caminos, Chocomeli (76), Martin de la Torre (77) y C. Pemán (78). Considera este último que ha sido fácil para un navegante confundir las desembocaduras de estos dos independientes con dos de un mismo rio, ya que la divisoria de aguas, vista desde el mar, apenas se aprecia. Las tres desembocaduras de que habla la Ora Maritima serian la actual del Guadalquivir, la del Guadalete y la del río San Pedro, que en otro tiempo fue el principal brazo del Guadalete. En efecto, estas tres bocas parecerían orientales (parte eoi luminis) para un navegante que proviniera del NO. El Sinus Tartesstt qUedaria identificado con la Bahia de Cádlz, mayor en esta época que en la actual, ya que aún no se había rellenado con los aportes del río Guadalete; sus límites, el Fani Promtnens y el Arx Gese ha valido del testimonio del geólogo Jessen, parece demasiado de acuerdo con la teorfa anteriormente elaborada como para parecer veroslmil (d. Schulten, A.: Tarteósos. Madrid, 1945, 2." OO., págs. 250 ss.). Aparte de Schvlten, otros autores han defendido la teoría de la existencia de un brazo septentrional; asl, Bonsor (d. "Tartessos", MISEA, 1928, pág. 20) e incluso Pemán, quien se basa en Ptolomeo para reconocer su existencia, aunque en una época muy anterior al Periplo que sirvió de fuente a Avleno (Pemán, C.: El pasaje ..., pág. 27). Frente a Schulten, el ya citado C. Pemán propugna la identificación de los tres cauces citados por Avleno con los rlos Guadalquivir, Guadalete y San Pedro, mientras que los canales que bafiaban la ciudad habría que buscarlos en las marismas de Sancti Petri y Rlo Arillo (El pasaje ••., págs. 54-62). Otros autores (Martín de la Torre: Tartessos; geografía histórica del SO. de España. Sevilla, 1941, págs. 47 ss.) preconizan la existencia de un brazo meridional que desaguaba al SE. de Jerez. Ya habla sido expresada por Rodrigo Caro (Antigüedades de Sevilla !I Chorographia de su convento jurl.dico, cap. XXV) y por Bonsor ("Les colonies agrlcoles prerromaines de la vallée du Bétls". RA, 1899, II, 127), antes de convertirse a las ideas de Schulten. Las opiniones sobre los diversos cauces del Tartessos no se agotan con las expuestas anteriormente. Tenemos, por citar sólo la ~ reciente, la de Cruz Arenas ("La localización de la ciudad de Tartessos", V' Simposium de Prehistoria Peninsular, Barcelona, 1969, pá_ ginas 347-67), para quien el brazo septentrional que tanto se ha buscado no seria otro que el Guadiamar, llamado posteriormente Maenuba por los autores clásicos, que en aquel entonces desembocaba en el Lago Llgustino, independiente del Guadalquivir. Nos hemos referido únicamente a aquellos autores que Identifican el Tartessos de las fuentes con el río que posteriormente los romanos llamarán Baetis y hoy conocemos con el nombre árabe de Guadalquivir. Pero hay otros investigadores que propugnan Identificaciones distintas. A veces se le ha hecho coincidir con el río Tinto, en Huelva. Es la opinión de Luzón, J. M. (Zephirus, XIII, págs. 97 ss.), que se basa para ello en la riqueza metalífera de la región y en su conocimiento de la misma y de las fuentes cl'sicas. Con esta opinión se muestra de acuerdo J. M. Blázquez (,'Fuentes griegas y roman.u referentes a Tartessos", V' Simposium de Prehistoria Peninsular, págs. 96-98). (75) Müllendorf: Deutsche Altertumskunde, 1, 124. (76) Chocomell: En busca de Tartessos. Valencia, 1940. (77) Martln de la Torre, M.: Op. cit., pág. 47. (78) Pemán, C.: Op. cit., págs. 54 ss. 7

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Parece claro .que la isla de Cartare es la comprendida entre<br />

los dos brazos del río <strong>Guadalquivir</strong>, pero el problema está en<br />

localizarlos. Fluyen de un lago, el Lacus Ligustinus, dice A vieno,<br />

que la mayoría de los autores localizan en las marismas del<br />

<strong>Guadalquivir</strong>. La Geología parece confirmar esto, pues al construir<br />

en Lebrija un dique de defensa contra la marisma. se<br />

encontró a escasa profundidad un banco de conchas marinas,<br />

de casi un metro de espesor, que denotaba un depósito de playa,<br />

un metro por debajo del cual salieron dos ánforas <strong>romana</strong>s (71).<br />

Parece, pues, que el relleno de los tres últimos metros de lo que<br />

antiguamente fue el estuario del <strong>Guadalquivir</strong> debe haberse<br />

formado en época <strong>romana</strong>.<br />

Más problemática se presenta la localización del brazo perdido<br />

del rio. A vieno es el único que habla de tres cauces. Todos<br />

los demás testimonios, coetáneos o posteriores al periplo original<br />

utilizado por Avieno, hablan de dos (72). Es posible que<br />

la Ora Maritima narre un estado de cosas anterior al panorama<br />

que presentan las demás fuentes, ya que la región ha<br />

ido evolucionando de manera progresiva en su constitución geológica<br />

(73), o que, por el contrario, el contenido de los escritos<br />

anteriores haya sido adulterado por Avieno en su su parte fundamental.<br />

Casi todos los autores han aceptado la autenticidad<br />

del periplo que le sirve de fuente y han tratado de interpretar<br />

de mil maneras sus enigmáticos versos a fin de poder asentar<br />

la mítica Tartessos sobre un emplazamiento determinado (74).<br />

Lacu I per aperta fusus undique adlapsu lizat. I Neaue iste tractu simplici vrovolvitur I<br />

unusve sulcat subiacentem caespitem tria ora quippe parte eoi luminis I intert in ogros<br />

ore bis gemino quoque I meridiana civítatis adluit.<br />

(71) Gavala y Laborde. J.: Memoria explicativa de la hoja 1017 (<strong>El</strong> Asperillo) del<br />

mapa geológico de Espafla, pág. 35.<br />

(72) Al siglo VI a. C. parece remontarse también el testimonio transmitido con posterioridad<br />

por Eustatio a Dlonlslo Periegeta: "dicen que el Betis es un río de Iberia<br />

que tiene dos desembocaduras". FHA, 1, 178.<br />

(73) Véase cap. 1, especialmente págs. 24-26.<br />

(74) Existen varias teorías sobre los diversos cauces del rlo. Es opinión generalizada<br />

que el Lago Llgustino de que habla el Periplo lo constituían las actuales marismas del <strong>Guadalquivir</strong>.<br />

De aquí debían fluir los diversos brazos. Schulten, quien más ha estudiado<br />

estos temas, aunque de manera demasiado comprometida con una opinión personal. Identifica<br />

el brazo meridional con el actual río <strong>Guadalquivir</strong>. <strong>El</strong> septentrional estaría constituido<br />

por un viejo cauce, ya casi cegado en época <strong>romana</strong>, que se separaba del brazo principal<br />

en la extremidad norte de la actual Isla Menor, para desaguar por donde hoy existe la<br />

llamada Torre de la Higuera. en los arenales del Coto de Dofiana. <strong>El</strong> brazo intermedio lo<br />

Identifica con el actualmente llamado Madre del Rocío. Explica el que en los autores posteriores<br />

se hable sólo de dos brazos por el hecho de que el intermedio debla desembocar<br />

en el sePtentrional. La desembocadura más importante sería la meridional, que en un<br />

principio tendría 10 kilómetros de anchura y que se fue rellenando con los aportes del<br />

no basta formar las cuatro bocas de que nos habla Avieno. Esta e'CPlicación, para la que

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