25.10.2012 Views

Saramago, Jose - Ensayo sobre la ceguera

Saramago, Jose - Ensayo sobre la ceguera

Saramago, Jose - Ensayo sobre la ceguera

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

66<br />

lerdos. No obstante, el hambre sólo tuvo fuerza suficiente para<br />

hacerles avanzar tres pasos, <strong>la</strong> razón se interpuso y les advirtió que el<br />

peligro acecha a los imprudentes, en aquellos cuerpos sin vida, <strong>sobre</strong><br />

todo en <strong>la</strong> sangre, quién podría saber qué vapores, qué emanaciones,<br />

qué venenosos miasmas estarían desprendiéndose ya de <strong>la</strong> carne<br />

destrozada de los ciegos. Están muertos, no pueden hacernos nada,<br />

dijo alguien, <strong>la</strong> intención era tranquilizarse a sí mismo y a los otros,<br />

pero fue peor el remedio, era verdad que los ciegos estaban muertos,<br />

que no podían moverse, fijaos, ni se mueven ni respiran, pero quién<br />

nos dice que esta <strong>ceguera</strong> b<strong>la</strong>nca no será precisamente un mal del<br />

espíritu, y si lo es, partamos de esta hipótesis, los espíritus de aquellos<br />

ciegos nunca habrían estado tan sueltos como ahora, fuera de los<br />

cuerpos, y por tanto libres de hacer lo que quieran, <strong>sobre</strong> todo el mal,<br />

que, como es de conocimiento general, siempre ha sido lo más fácil de<br />

hacer. Pero <strong>la</strong>s cajas de comida, allí expuestas, atraían<br />

irresistiblemente sus ojos, son de este calibre <strong>la</strong>s razones del<br />

estómago que no atienden a nada, aunque sea para su bien. De una<br />

de <strong>la</strong>s cajas se derramaba un líquido b<strong>la</strong>nco que se iba acercando<br />

lentamente al charco de sangre, tiene todos los visos de ser leche, es<br />

un color que no engaña. Más valerosos, o más fatalistas, que no<br />

siempre es fácil <strong>la</strong> distinción, dos de los contagiados avanzaron, y<br />

estaban ya casi tocando con sus manos golosas <strong>la</strong> primera caja<br />

cuando en el vano de <strong>la</strong> puerta que daba al a<strong>la</strong> de los ciegos<br />

aparecieron unas cuantas personas. Puede tanto <strong>la</strong> imaginación, y en<br />

circunstancias mórbidas como ésta parece que lo puede todo, que,<br />

para aquellos dos que habían ido de avanzada, fue como si los<br />

muertos, de repente, se hubieran levantado del suelo, tan ciegos<br />

como. antes, ahora, pero mucho más dañinos, porque sin duda estaría<br />

incitándoles el espíritu de venganza. Retrocedieron prudentemente en<br />

silencio hasta <strong>la</strong> entrada de su sección, podía ser que los ciegos<br />

comenzasen a ocuparse de los muertos, que eso era lo que<br />

mandaban <strong>la</strong> caridad y el respeto, o, si no, que dejaran allí, por no<br />

haber<strong>la</strong> visto, alguna de <strong>la</strong>s cajas, por pequeña que fuese, que<br />

realmente los contagiados no eran muchos, quizá <strong>la</strong> mejor solución<br />

fuese ésta, pedirles, Por favor, tengan compasión, dejen al menos una<br />

cajita para nosotros, puede que no traigan más comida hoy, después<br />

de lo que ha sucedido. Los ciegos se movían como ciegos que eran, a<br />

tientas, tropezando, arrastrando los pies, no obstante, como si<br />

estuviesen organizados, supieron distribuir <strong>la</strong>s tareas eficazmente,

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!