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Tengo que abrir los ojos, pensó <strong>la</strong> mujer del médico. A través de<br />
los párpados cerrados, <strong>la</strong>s distintas veces que se despertó durante <strong>la</strong><br />
noche, había visto <strong>la</strong> c<strong>la</strong>ridad mortecina de <strong>la</strong>s bombil<strong>la</strong>s que apenas<br />
iluminaban <strong>la</strong> sa<strong>la</strong>, pero ahora le parecía notar una diferencia, otra<br />
presencia luminosa, quizá el efecto de <strong>la</strong>s primeras luces del alba,<br />
aunque bien podría ser ya el mar de leche anegándole los ojos. Se dijo<br />
a sí misma que contaría hasta diez y que luego abriría los párpados,<br />
dos veces lo dijo, dos veces contó y dos veces no los abrió. Oía <strong>la</strong><br />
respiración profunda del marido en <strong>la</strong> cama de al <strong>la</strong>do, alguien<br />
roncaba, Cómo irá <strong>la</strong> pierna de ése, se preguntó, pero sabía que en<br />
este momento no se trataba de compasión verdadera, lo que quería<br />
era fingir otra preocupación, lo que quería era no tener que abrir los<br />
ojos. Se abrieron un instante después, simplemente, y no porque lo<br />
hubiera decidido. Por <strong>la</strong>s ventanas, que empezaban a media altura de<br />
<strong>la</strong> pared y terminaban a un palmo del techo, entraba <strong>la</strong> luz turbia y<br />
azu<strong>la</strong>da del amanecer. No estoy ciega, murmuró, y luego, a<strong>la</strong>rmada,<br />
se incorporó en <strong>la</strong> cama, podía haberlo oído <strong>la</strong> chica de <strong>la</strong>s gafas<br />
oscuras, que ocupaba <strong>la</strong> cama de enfrente. Estaba durmiendo. En <strong>la</strong><br />
cama de al <strong>la</strong>do, <strong>la</strong> que estaba apoyada contra <strong>la</strong> pared, el niño<br />
dormía también; Hizo como yo, pensó <strong>la</strong> mujer del médico, le ha<br />
dejado el sitio más protegido, débiles mural<strong>la</strong>s seríamos, sólo una<br />
piedra en medio del camino, sin otra esperanza que <strong>la</strong> de que en el<strong>la</strong><br />
tropiece el enemigo, enemigo, qué enemigo, aquí no va a venir nadie a<br />
atacarnos, podríamos haber robado y asesinado ahí fuera y no<br />
vendrían a detenernos, nunca ese que robó el coche estuvo tan<br />
seguro de su libertad, tan lejos estamos del mundo que pronto<br />
empezaremos a no saber quiénes somos, ni siquiera se nos ha<br />
ocurrido preguntarnos nuestros nombres, y para qué, ningún perro<br />
reconoce a otro perro por el nombre que le pusieron, identifica por el<br />
olor y por él se da a identificar, nosotros aquí somos como otra raza de<br />
perros, nos conocemos por <strong>la</strong> manera de <strong>la</strong>drar, por <strong>la</strong> manera de<br />
hab<strong>la</strong>r, lo demás, rasgos de <strong>la</strong> cara, color de los ojos, de <strong>la</strong> piel, del<br />
pelo, no cuenta, es como si nada de eso existiera, yo veo, todavía veo,<br />
pero hasta cuándo. La luz varió un poco, no podía ser <strong>la</strong> noche<br />
volviendo para atrás, sería el cielo, que por cubrirse de nubes