Cuentos de Pupi

Pero Coque no les hace caso, tiene los ojos como
platos (semáforos) fijos en el espejo.
¿Qué aventuras les esperarán a Pupi, Aloe y los niños
a la vuelta de las vacaciones? ¿Volverán a encontrarse
con el malvado Pinchón?
–¡Venga, Coque, no seas caprichorizoso! –le regaña
Pupi.
–Coque, devuélvele el espejo, a ver si nos van
a atacar –le suplica Rosy.
Muy contentos, Pupi y los demás se suben a la nave
(al autobús). Ya solo piensan en volverse a ver
después de las vacaciones de verano.
Y antes de que los demás puedan evitarlo, ya se lo
ha arrebatado de las manos (del bolsillo) a uno
de los venusinos.
Los venusinos le dan las gracias a Pupi por haber
deshecho el truco (jersey) del malvado Pinchón.
Fue él quien embrujó los espejos para fastidiar
a los venusinos por estar siempre mirándose en ellos.
A partir de ahora intentarán ser menos presumidos.
–¡Cómo mola, yo también quiero un espejo! –dice
Coque.
–¡Mirad, detrás hay más venusinos! Y todos llevan
un espejo –dice Bego.
–¡Tricotrí, tricotrón: Pupi campeón! ¡Tricotrí,
tricotrón: ha salvado a Ecoplanet de una explosión!
–telecanta Aloe.
Efectivamente, el reflejo de los cuerpos dorados
(rojos) de los venusinos en los espejos provoca unos
destellos espectaculares, como un estallido de fuegos
artificiales. Estos destellos son los que provocan
que haga tanto calor en Venusio.
El botón de Pupi está morado del susto y sus antenas
giran como ventiladores (ruedas) provocando un
tornado. De pronto, todos los espejos de los venusinos
estallan en el aire como una traca de cohetes.
–¡Sí, el espejo lo ha hipnotizado! –corrobora Bego.
–Dos espejos + dos venusinos, doscientos rayos
nocivos –le telecomenta Aloe.
–¡Coscorro, coscorro, es un truco! –grita Pupi
asustado.