Cuentos de Pupi

28.08.2013 Views

Una vez en casa, Pupi no para de mirar el horno, preocupado. –El pavo (pollo) se está encogiendo, Conchi. No nos va a llegar. –¡Menuda ocurrencia, Pupi! Tenemos pavo para hartarnos de comer. Pupi no está tan seguro, pero no quiere contar su deseo. Y cuando ya están a punto de sentarse a cenar (merendar) con Matilde, de pronto, por arte de magia, aparecen Pimpam y Pompom, los padres de Pupi. –¡Bieeeeen! ¡Han venido mis padres desde mi plataneta! ¡Se ha cumplido mi deseo! –exclama Pupi mientras juntan sus botones naranjas, pues así es como se demuestran cariño (sorpresa) los azuloides. Conchi está tan asombrada como Matilde, pero ahora entiende la preocupación de Pupi por la comida (los adornos). Claro que mucho más sorprendidos están los padres de Pupi. Les asombra la cantidad de sonidos que salen de la boca de las amigas de Pupi, y que no tengan antenas (botones), y que tengan pelo en la cabeza, y la propia casa, y que tengan un árbol lleno de estrellas… Pupi les telexplica: –No son estrellas, son lucecitas. Sus padres disfrutan mucho con la cena y, sobre todo, con el turrón (los polvorones). –¿Lo ves, Conchi, como había que comprar más? –¡Tienes razón! Pero, ¿por qué no me dijiste que vendrían tus padres? –Porque si te lo decía, no se cumplía mi deseo. Se han teletransportado para pasar juntos las Navidades. Después de cenar, cantan villancicos (nanas). Pimpam toca la zambomba y Pompom, la pandereta. Pupi se siente feliz y piensa que es la mejor Navidad del mundo.

Una vez en casa, <strong>Pupi</strong> no para <strong>de</strong> mirar el horno, preocupado.<br />

–El pavo (pollo) se está encogiendo, Conchi. No nos va a llegar.<br />

–¡Menuda ocurrencia, <strong>Pupi</strong>! Tenemos pavo para hartarnos <strong>de</strong> comer.<br />

<strong>Pupi</strong> no está tan seguro, pero no quiere contar su <strong>de</strong>seo.<br />

Y cuando ya están a punto <strong>de</strong> sentarse a cenar (merendar) con<br />

Matil<strong>de</strong>, <strong>de</strong> pronto, por arte <strong>de</strong> magia, aparecen Pimpam y Pompom,<br />

los padres <strong>de</strong> <strong>Pupi</strong>.<br />

–¡Bieeeeen! ¡Han venido mis padres <strong>de</strong>s<strong>de</strong> mi plataneta! ¡Se ha<br />

cumplido mi <strong>de</strong>seo! –exclama <strong>Pupi</strong> mientras juntan sus botones<br />

naranjas, pues así es como se <strong>de</strong>muestran cariño (sorpresa)<br />

los azuloi<strong>de</strong>s.<br />

Conchi está tan asombrada como Matil<strong>de</strong>, pero ahora entien<strong>de</strong> la<br />

preocupación <strong>de</strong> <strong>Pupi</strong> por la comida (los adornos). Claro que mucho<br />

más sorprendidos están los padres <strong>de</strong> <strong>Pupi</strong>. Les asombra la cantidad<br />

<strong>de</strong> sonidos que salen <strong>de</strong> la boca <strong>de</strong> las amigas <strong>de</strong> <strong>Pupi</strong>, y que no<br />

tengan antenas (botones), y que tengan pelo en la cabeza, y la propia<br />

casa, y que tengan un árbol lleno <strong>de</strong> estrellas… <strong>Pupi</strong> les telexplica:<br />

–No son estrellas, son lucecitas.<br />

Sus padres disfrutan mucho con la cena y, sobre todo, con el turrón<br />

(los polvorones).<br />

–¿Lo ves, Conchi, como había que comprar más?<br />

–¡Tienes razón! Pero, ¿por qué no me dijiste que vendrían tus padres?<br />

–Porque si te lo <strong>de</strong>cía, no se cumplía mi <strong>de</strong>seo. Se han<br />

teletransportado para pasar juntos las Navida<strong>de</strong>s.<br />

Después <strong>de</strong> cenar, cantan villancicos (nanas). Pimpam toca<br />

la zambomba y Pompom, la pan<strong>de</strong>reta. <strong>Pupi</strong> se siente feliz y piensa<br />

que es la mejor Navidad <strong>de</strong>l mundo.

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