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Edição Especial - Faap

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Como observa Habermas en las arriba comentadas conversaciones sobre<br />

el papel de la filosofía en una época de terror, el proceso de globalización de<br />

nuestros días, extendido geográficamente por los cambios dramáticos en<br />

transportes y comunicaciones y profundizado por la implacable revolución<br />

tecnológica, en especial la informática, ha acentuado la disparidad entre<br />

beneficiarios y perjudicados por dicho proceso. Enfrenta, por otra parte y<br />

como nunca en el pasado, a numerosas comunidades con la amenaza de un<br />

cambio radical de formas y estilos de vida que no garantizan mejoramientos<br />

perceptibles, al contrario de lo que ocurría en los procesos más lentos de<br />

cambio que ocurrieron en Europa. El miedo a perder lo propio, reemplazado<br />

por algo ajeno que se percibe además como pecaminoso o despreciable, suscita<br />

reacciones defensivas que pueden fácilmente pasar a la ofensiva. Ya Tucídides<br />

identificaba al miedo como una de las tres causas de la guerra. En nuestro<br />

tiempo, el miedo a la pérdida de la propia identidad es motor de buena parte<br />

de las actividades políticas, sobre todo en los países donde se plantean<br />

problemas de unidad racial, lingüística o religiosa. Diluir la identidad<br />

comunitaria en el marco más nebuloso de la ciudadanía no es un tránsito fácil.<br />

El comunismo tenía su propuesta propia para seducir a los perjudicados<br />

en el proceso de globalización que Marx había entrevisto con singular claridad.<br />

Pero como lo demostró la experiencia soviética, tal solución era también un<br />

proceso de modernización radical que suscitó eventualmente reacciones<br />

semejantes a las que vemos hoy en día. El fracaso soviético en Afganistán tuvo<br />

las mismas raíces que explican las dificultades de Estados Unidos en Irak. A su<br />

vez, el componente religioso de un credo dinámico y activista como ha sido<br />

siempre el islamismo, ha dado a la reacción antimoderna, si se quiere a la<br />

reacción antiilustración, un componente nuevo. Ese componente es el odio.<br />

La lectura del texto de la Jihad lanzada en 1998, tres años antes del 11 de<br />

septiembre, por Osama Bin Laden y otros cuatro altos dirigentes, es un<br />

programa de acción y una explicación tanto psicológica como histórica de los<br />

mecanismos que movilizan la forma más característica del terrorismo global. El<br />

odio como componente de las actitudes políticas no ha tenido demasiados<br />

analistas en el campo de la historia de las ideas. Pero basta recordar el famoso<br />

capítulo de El Príncipe, cuando Maquiavelo luego de haber recomendado al<br />

gobernante ser temido antes que amado, introduce una advertencia: pero no<br />

debes ser odiado porque el que te odia te matará ya que no le importará morir.<br />

Ni Marx ni Lenin ni Mao eran enemigos de la modernización. Eran<br />

estrictamente globalistas y pensaban en términos mundiales. Por eso, el tipo<br />

de amenaza a la seguridad, desde luego desde el punto de vista del occidente<br />

capitalista, era convencional y apoyada en Estados. Se trataba de algo no<br />

difuso, radicalmente diferente del terrorismo de nuestros días que es difuso,<br />

inasible, y en última instancia básicamente no estatal.<br />

9. Un dato nuevo en la lucha contra la modernidad en América Latina lo<br />

constituyen los movimientos indigenistas. Por supuesto, el problema indígena<br />

en la región es muy diverso. Bolivia, Perú, Ecuador y Colombia plantean<br />

26<br />

Revista de Economia & Relações Internacionais, vol.5(edição especial), 2006

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