Edição Especial - Faap

preservación de amenazas externas, mientras que la seguridad hace a lo policial y
se refiere ante todo a la protección de la seguridad de los ciudadanos. Pero
comenzando porque el principal organismo de la comunidad internacional se llama
Consejo de Seguridad, siempre ha sido muy difícil trazar líneas claras entre lo que
es defensa y lo que es seguridad. En la Argentina, donde existe una ley de defensa
nacional y una ley de seguridad interior, la preocupación principal ha sido política
y referida al último gobierno militar. Se trataba de excluir a las fuerzas armadas de
cualquier intervención en la seguridad interna, incluso o si se quiere empezando
por las tareas de inteligencia interior. Sin embargo en la práctica todo se vincula a
la forma como cada país tiene organizadas las tareas de defensa y seguridad. Por
ejemplo, Brasil no tiene una fuerza del tipo de los carabineros argentinos o
chilenos, montados sobre modelos europeos. Tampoco tiene una policía federal de
las dimensiones de la Argentina, montada sobre el modelo del FBI. Por lo tanto,
las Fuerzas Armadas tienen una zona de acción mucho más amplia. No hay una
Prefectura para hacer la policía de los ríos, separada de la Armada. Pero aún hoy,
en la Argentina, será cada vez más difícil separar las tareas de seguridad y defensa,
en especial en el área de la inteligencia.
La delincuencia ha experimentado un crecimiento cualitativo que se expresa
en los recursos financieros de que dispone, en las tecnologías que puede utilizar y
en los niveles de armamento a que puede acceder. El narcotráfico es sin duda el
más lucrativo negocio ilícito de la historia humana. Si siempre ha sido posible
constituir bandas equivalentes a los hombres de honor de las mafias de modelo
siciliano, lo que puede reclutar hoy un capo narcotraficante es cualitativamente
superior. Al mismo tiempo, en una época de quiebre de valores éticos
fundamentales, la implacabilidad de los sicarios no reconoce ningún límite. Es
posible acceder a cualquier tipo de armas por vías legales o ilegales. Hace algunas
décadas se produjo en Los Angeles un famoso episodio donde delincuentes
fuertemente armados con armas de guerra asaltaron una sucursal del Bank of
America. Durante 11 minutos mantuvieron el control de la situación rodeados
por un gran número de policías que enfrentaban a la pareja delictiva con armas
de puño, ya que la ley no permitía otras. Finalmente, el episodio terminó con
una intervención del SWAT y con reformas que permitieron el uso de
armamentos adecuados. En América Latina y desde luego en Brasil y la
Argentina, es penosamente frecuente la inferioridad de condiciones con que las
policías deben combatir a la nueva delincuencia.
Tanto en su variante terrorista como en la criminal común, una nueva
amenaza a la seguridad será planteada por la guerra informática. En los
excelentes diálogos de Giovanna Borradori con Jürgen Habermas y Jacques
Derrida sobre “La Filosofía en una época de terror” 1, el filósofo franco-argelino
recientemente fallecido plantea con espanto la posibilidad, para él una práctica
certeza, del recurso a la guerra informática por parte del terrorismo. Así como
el atentado suicida, la guerra informática puede ser un arma de los pobres,
capaz de desarticular sectores fundamentales de la actividad de defensa, policial,
1 BORRADORI, G. La Filosofía en una Época de Terror. Diálogos con Jürgen Habermas y Jacques Derrida.
Buenos Aires: Taurus, 2004.
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Revista de Economia & Relações Internacionais, vol.5(edição especial), 2006