Edição Especial - Faap

5. Colombia abre sin duda el interrogante de un Estado fallido y una
potencial, aunque altamente improbable, disgregación territorial. En todo caso,
ha quedado en evidencia la terrible amenaza que el narcotráfico representa para
el funcionamiento institucional del país. La corrupción generalizada, los
asesinatos de dirigentes políticos o de funcionarios de todo nivel, los temas de
derechos humanos y sobre todo, la posible resignación de la sociedad ante las
drogas como mal inevitable y fuente fenomenal de riqueza que se expande en
todo el país, son algunos de los elementos que demuestran la profundidad de
esta nueva amenaza contra la seguridad.
Agréguese a ello el problema potencial del contagio. Perú se encuentra de
nuevo amenazado por la creciente debilidad de un gobierno que no consigue
hacer pie y que reabre la posibilidad de una soberanía regionalmente limitada.
Ecuador suma a riesgos semejantes la potencial amenaza de un problema étnico
crecientemente politizado que define otro de los nuevos capítulos de la
seguridad regional.
Sorprendentemente, debe sumarse ahora en este capítulo de debilidad
estatal el caso de Brasil. Durante los años treinta del siglo pasado el Lampião
ponía en evidencia la limitación territorial de la soberanía brasileña. Pero el
problema desapareció con la creciente integración del nordeste a la vida
económica del país. Personalmente escuché en una visita a Bahía a comienzos de
1960, de boca del entonces gobernador Juracy Magalhães, los argumentos
teóricos a favor de la secesión de un postergado nordeste, argumentos que por
cierto Magalhães no compartía. Pero el problema de la soberanía se ha trasladado
hoy a las grandes ciudades. La semana pasada leí con asombro un artículo
dramático de Clovis Rossi en la Folha de S.Paulo que describía la huida de la policía
ante una banda de delincuentes que exhibía una superioridad aplastante en
efectivos y armamento. Es un hecho que las funciones del estado han dejado de
prestarse en buena parte de las favelas de algunas ciudades brasileñas, en especial
de Río de Janeiro. Es otro hecho que esas funciones, incluida la previsión social y
la salud, han sido asumidas por grupos delincuentes en grado similar a la Mafia
siciliana de otros o actuales tiempos. La ausencia en el esquema estatal brasileño de
fuerzas policiales adecuadas para enfrentar esta amenaza, la utilización
circunstancial de las Fuerzas Armadas para enfrentar la delincuencia y las
dificultades que suscita su empleo en tareas para las que no están en realidad
preparadas, crean una situación de seguridad que no tenía antecedentes. Se
suponía que Brasil no era centro de producción ni centro significativo de consumo
de grandes drogas. Esos supuestos han fallado. Las conexiones internacionales, en
especial con la guerrilla colombiana, han abierto un canal internacional que sólo
podrá ser combatido con esfuerzos también internacionales.
6. No parecen existir, por ahora, conexiones directas entre el narcotráfico
regional y el terrorismo fundamentalista de carácter global. A despecho de las
fuertes presencias árabes en América Latina, ese origen étnico no ha dificultado
una integración hasta ahora imposible en Europa. De hecho, Colombia,
Ecuador y la Argentina han tenido presidentes de origen árabe, sin que ello
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Revista de Economia & Relações Internacionais, vol.5(edição especial), 2006