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Edição Especial - Faap

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Colombia hay un componente heredado de la propia historia y un rezago de la<br />

ideología marxista en la jefatura de las Farc. Pero el dato nuevo es la aparición del<br />

poder territorial del narcotráfico y su alianza con la guerrilla. En septiembre de<br />

1982 me tocó participar en una reunión muy reducida organizada por el<br />

Arzobispo de Medellín sobre temas de seguridad regional. Ninguno de los<br />

extranjeros allí presentes habíamos oído hablar de Pablo Escobar. El ex presidente<br />

Pastrana Borrero, que formaba parte del grupo, describió el personaje y su poder<br />

en términos que resultaban casi increíbles a sus interlocutores. Dos años antes,<br />

conversando informalmente y a título personal con el canciller Saraiva Guerreiro<br />

le había expresado mi preocupación por el gobierno boliviano de García Meza y<br />

la vinculación de los militares bolivianos con el narcotráfico. Saraiva me contestó,<br />

con su inteligente bonhomía, “Fica tranqüilo: a Bolívia fica muito longe.”<br />

En verdad, recién a mediados de los años ochenta, la vinculación entre la<br />

guerrilla y el narcotráfico y la crisis de los estados andinos actualizó un nuevo<br />

mapa de seguridad. Sendero Luminoso planteaba en Perú problemas semejantes<br />

a los de la guerrilla colombiana. En la región amazónica de Bolivia el poder<br />

central había sido reemplazado por los grandes productores de droga. En vastas<br />

regiones de esos tres países, el Estado había dejado de ser la organización<br />

normalmente más fuerte.<br />

No vamos a comentar aquí en detalle la situación colombiana y menos el<br />

plan Colombia promovido por el gobierno de Estados Unidos, pero al menos<br />

cabe señalar algunas reflexiones.<br />

Ninguna estrategia seguida hasta ahora por el gobierno de Bogotá ha<br />

conseguido mejorar el problema. Por el contrario, éste se ha deteriorado a niveles<br />

difíciles de comprender desde el exterior. Las dimensiones de violencia y<br />

criminalidad han alcanzado niveles inéditos. Nuevas formas éticas y religiosas,<br />

estas últimas simbolizadas por la Virgen de los Sicarios, sólo provocan menos<br />

asombro que la visita del entonces presidente de la Bolsa de Nueva York Richard<br />

Grosso al “ministro de finanzas” de las Farc. Esta especie de blanqueo público en<br />

imagen del blanqueo de dinero ha llevado a algunos a pensar que quienes<br />

controlan el gran blanqueo de dinero en el mercado de la demanda de droga<br />

quieren hacerlo en el mercado de la oferta.<br />

El Plan Colombia en su aspecto militar ha instalado de manera permanente<br />

bases operativas americanas en Ecuador, en Perú, en Panamá y desde luego en<br />

Colombia. La porosidad de las fronteras con Venezuela lleva constantemente a la<br />

generación de incidentes, algunos de los cuales han producido bajas<br />

significativamente altas, sin perjuicio de la inseguridad constante que acecha a<br />

hacendados con propiedades a veces bastante alejadas del límite.<br />

Exagerada o no, la potencialmente creciente presencia norteamericana en la<br />

región reaviva en algunos sectores brasileños la preocupación por eventuales<br />

pretensiones sobre la Amazonia.<br />

Esas percepciones no eliminan al hecho cierto de que la presencia<br />

narcoguerrillera en Colombia crea un problema objetivo de seguridad para Brasil<br />

que se acrecienta por el desenvolvimiento del narcotráfico en el país y las<br />

conexiones indudables entre ‘narcos’ brasileños y colombianos.<br />

La temática de seguridad..., Oscar Camilión, p. 17-29<br />

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