Edição Especial - Faap
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torno del conflicto Corpus Itaipú, lo que me parecía perfectamente factible. Mi<br />
interlocutor me escuchó y formuló este comentario: “Ojalá que tenga éxito,<br />
Embajador, porque de lo contrario tendremos que bombardear Itaipú.”<br />
Dos años más tarde, el 20 de diciembre de 1978, recibí un mensaje ultra<br />
secreto de la cancillería que me instruía, salvo orden en contrario, informar a la<br />
cancillería brasileña luego de transcurridas cuarenta y ocho horas, que las Fuerzas<br />
Armadas argentinas iniciaban en ese momento operaciones militares con Chile.<br />
En enero de 1981, de regreso de un breve período en Río de Janeiro, un<br />
funcionario de Itamaraty me esperaba al pie del avión para conducirme a una<br />
reunión urgente de los países garantes del Protocolo de Río de Janeiro ante los<br />
hechos militares iniciados por Ecuador en la zona de la cordillera del Cóndor.<br />
Durante cuarenta y ocho horas estuvimos reunidos en el despacho del Secretario<br />
General de Itamaraty, João Clemente Baena Soares, debido a la ausencia del país<br />
del Canciller Saraiva Guerreiro, juntamente con los embajadores de Chile y<br />
Estados Unidos, hasta que se llegó a la solución que restableció el status-quo ante.<br />
El 2 de abril de 1982, fuerzas armadas argentinas invadieron las Islas<br />
Malvinas, lo que provocó la más importante confrontación armada<br />
convencional que tuvo lugar en la región desde la Segunda Gran Guerra con<br />
implicaciones diplomáticas en la OEA, en las Naciones Unidas y en las<br />
relaciones bilaterales de la Argentina con muchos países del área.<br />
3. Este breve repaso, por supuesto limitado, de un pasado bien reciente<br />
permite hacer un balance de lo que cambió en materia de seguridad en la región<br />
en general, y, desde luego, en el área geográfica del Mercosur.<br />
Con el fin de la Guerra Fría se diluyeron gran parte de las amenazas que<br />
enfrentaban los países democráticos de la región. Por supuesto, una amenaza al<br />
régimen de gobierno democrático debe ser considerada una amenaza a la<br />
seguridad. Hoy la totalidad de la región está gobernada por regímenes<br />
democráticos o, al menos, ha eliminado las dictaduras autocráticas, civiles o<br />
militares, con la sola excepción de Cuba. Esto se vincula de manera directa con<br />
el fin de la Guerra Fría, con el fin del apoyo soviético a las acciones subversivas<br />
de inspiración marxista leninista y con la consiguiente retirada del respaldo<br />
norteamericano a los gobiernos dictatoriales anticomunistas.<br />
Esto no quiere decir que no existan personas o grupos todavía enamorados<br />
de las consignas decimonónicas que en Europa inspiraron las utopías del siglo<br />
veinte, devenidas una vez llevadas a la práctica en regímenes dictatoriales<br />
totalitarios. Pero con la conversión de Rusia y China en potencias<br />
fundamentalmente interesadas en la preservación del status quo, aquellas<br />
personas o grupos no pueden ser consideradas amenazas a la seguridad en el<br />
sentido en que lo fueron sus antecesoras del siglo pasado. Los movimientos de<br />
resistencia que suscita la globalización tipo Seattle o Génova, las<br />
manifestaciones de protesta organizadas en especial por ONGs contrarias al<br />
capitalismo o a los Estados Unidos no son ni los ERP Montoneros, FLNs,<br />
Brigadas Rojas, Baader Meinhof del siglo XX. La violencia organizada subsiste,<br />
desde luego, pero en un contexto totalmente diferente.<br />
La temática de seguridad..., Oscar Camilión, p. 17-29<br />
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