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...y <strong>Logos</strong> <strong>te</strong> <strong>gobernará</strong><br />
Introducción<br />
El mundo está mal. No puede continuar así. Hay que arreglar esto.<br />
¿Podremos arreglarlo? Hay mucho sufrimiento en él. ¿No se podrá hacer<br />
para que el mundo viva feliz?<br />
Debido probablemen<strong>te</strong> al pesimista prejuicio de que es prácticamen<strong>te</strong><br />
imposible que el mundo viva feliz, nadie estudia esta cuestión (que yo<br />
sepa). No <strong>te</strong>ngo noticia de que se la haya plan<strong>te</strong>ado con carác<strong>te</strong>r<br />
científico en ninguna par<strong>te</strong>: ni en los medios de comunicación, ni en las<br />
universidades, ni en revistas especializadas...<br />
Yo voy a plan<strong>te</strong>arla, porque ha surgido una circunstancia históricamen<strong>te</strong><br />
nueva: tal y como se demuestra en mi ensayo <strong>Logos</strong> avanza..., lo que<br />
an<strong>te</strong>s era imposible —una opinión pública universal unánime en asuntos<br />
de naturaleza sociológica—, ahora es posible y, por tanto, ya no hay<br />
razón para seguir man<strong>te</strong>niendo el susodicho prejuicio pesimista. Ahora sí<br />
es posible hacer feliz al mundo.<br />
Las palabras “feliz” y “felicidad” se prestan a diferen<strong>te</strong>s in<strong>te</strong>rpretaciones.<br />
Quede aquí desde ahora descartada la idea de que se pueda convertir en<br />
Paraíso el planeta Tierra. Por mucho que mejore la suer<strong>te</strong> del género<br />
humano, siempre nos acompañará en alguna medida el descon<strong>te</strong>nto, la<br />
insatisfacción, el sufrimiento —es decir que en alguna medida, siquiera<br />
ínfima y ocasional, habrá que sufrir—, porque nuestro organismo es una<br />
máquina que, pese a estar perfectamen<strong>te</strong> diseñada (como cualquier otra<br />
máquina vivien<strong>te</strong>), no lo está ex profeso para destilar felicidad, sino para<br />
otras complejas funciones —dentro de la programación general de la<br />
naturaleza 1 — a las que los mecanismos productores de felicidad están<br />
siempre supeditados.<br />
Ahora bien, aunque no se puede alcanzar la poética e ideal Felicidad, en<br />
principio sí se puede, en grados muy estimables, poner fin al inmenso<br />
dolor que aqueja a una gran par<strong>te</strong> de la humanidad. Ese es el sentido en el<br />
que aquí se usará la palabra “felicidad”. Hablaremos mucho de la<br />
felicidad mayor posible de todos los habitan<strong>te</strong>s del planeta Tierra: con<br />
ello querremos decir únicamen<strong>te</strong> “infelicidad menor posible”.<br />
Siempre ha deseado el animal racional ser feliz. Ha deseado, sobre todo,<br />
poder librarse de ciertos grandes padecimientos. Alguna vez lo ha<br />
logrado individualmen<strong>te</strong>. Como conjunto, como colectividad total, como<br />
familia que se ex<strong>te</strong>ndió por todos los rincones del planeta, no lo ha<br />
conseguido jamás. Todavía hoy mismo, la humanidad como conjunto<br />
sigue siendo profundamen<strong>te</strong> infeliz, quizá más de lo que fue nunca<br />
an<strong>te</strong>riormen<strong>te</strong>.<br />
1 Es<strong>te</strong> pensamiento está claramen<strong>te</strong> expuesto y desarrollado en mi ensayo <strong>Logos</strong> avanza...
Hemos de averiguar el porqué, el exacto porqué. Si hubiera imposibilidad<br />
intrínseca de que la humanidad viva felizmen<strong>te</strong>, habría que resignarse.<br />
Mientras no se demuestre que la hay, es preciso buscar una salida con<br />
afanoso ahínco y perseverancia, a ver si conseguimos que los hijos de<br />
nuestros hijos no sufran lo que en el mundo se ha sufrido hasta ahora.<br />
Entre las causas puntuales de la infelicidad humana hay que incluir, por<br />
supuesto, los desastres naturales, los acciden<strong>te</strong>s, la enfermedad, la<br />
ignorancia, la indigencia, las tiranías, la explotación del hombre por el<br />
hombre, los crímenes, las guerras... El 6 de agosto de 1945, a las ocho y<br />
cuarto de la mañana, la explosión de una bomba mató 70.000 vecinos de<br />
Hiroshima. El 11 de septiembre del año 2001 un avión se estrelló contra<br />
las Torres Gemelas, y provocó la muer<strong>te</strong> de 3.000 vecinos de Nueva<br />
York. En diciembre del 2004, más de 225.000 personas murieron a causa<br />
del <strong>te</strong>rremoto marino origen de una gigan<strong>te</strong>sca ola “tsunami”.<br />
Sabemos que hechos como esos, en efecto, son causa de nuestra<br />
infelicidad. Pero no basta. Hay que saber cuál es el verdadero porqué de<br />
que ocurran tales hechos. Y el verdadero porqué —si se le estudia<br />
profundamen<strong>te</strong>— es el que menos puedan imaginarse quienes lo hayan<br />
considerado sólo a la ligera.<br />
La sociedad en general —incluida la gen<strong>te</strong> que sabe y piensa— atribuye<br />
sus males casi exclusivamen<strong>te</strong> al egoísmo, a la insolidaridad, a las<br />
pasiones, a la depravada naturaleza humana, a incompe<strong>te</strong>ncia y falta de<br />
ética de los políticos, etcé<strong>te</strong>ra. Es un error fatal.<br />
El egoísmo, por ejemplo, en sí no es nocivo para la sociedad. Las<br />
acciones voluntarias que realiza (en tanto que racional) el ser humano,<br />
son siempre las que su in<strong>te</strong>lecto le presenta como las mejores para su<br />
propio bien o felicidad. Casi siempre las ejecuta sin él mismo <strong>te</strong>ner<br />
consciencia de que ése es el único fin que persigue con ellas a la postre.<br />
Se trata de una ley biologicopsicológica de la que nadie puede escapar.<br />
Somos todos y siempre, hagamos lo que hagamos, necesariamen<strong>te</strong><br />
egoístas. En cuanto a esos otros “conceptos de Etica” y “valores morales”<br />
en los que —según la mayoría incluso de pensadores y filósofos— debe<br />
estar el mundo anclado, especialmen<strong>te</strong> pernicioso es el error. Friedrich<br />
Schiller, por ejemplo, creyó que será precisamen<strong>te</strong> la moralidad,<br />
fusionada con la estética, la que redimirá al género humano:<br />
A través de la belleza se cambiará el carác<strong>te</strong>r de los hombres, y sólo<br />
cuando se dé preponderancia de es<strong>te</strong> carác<strong>te</strong>r será posible un cambio<br />
inofensivo de las instituciones estatales según principios morales, y<br />
sólo es<strong>te</strong> carác<strong>te</strong>r podrá garantizar su estabilidad.<br />
Difícilmen<strong>te</strong> se puede <strong>te</strong>ner una ensoñación más ingenua y más vana que<br />
ésta del poeta Schiller. Si la humanidad, para liberarse de sus desdichas,<br />
no hace sino cultivar la belleza y el ar<strong>te</strong> y la poesía, y man<strong>te</strong>ner los<br />
principios morales (con la esperanza de que así cambiará el carác<strong>te</strong>r de<br />
los hombres), inevitablemen<strong>te</strong> se hundirá en el abismo hacia el que se<br />
dirige veloz en los últimos tiempos.<br />
2
En términos generales, el drama social de la humanidad hay que<br />
atribuirlo a nuestros déficit de racionalidad. El nivel medio de ésta,<br />
aunque desde el día de su estreno hasta hoy ha ido subiendo lentamen<strong>te</strong>,<br />
es bajo todavía. Altísimo en áreas de la ciencia fáctica y de la técnica, es<br />
muy bajo en otras. Por ejemplo, en el área que más in<strong>te</strong>resa al ser<br />
humano (la del saber cómo conseguiría mejor su propia felicidad): en ese<br />
aspecto somos muy poco racionales todavía.<br />
Si se exceptúan ciertos padecimientos físicos, la causa madre de que no<br />
seamos felices —causa, como madre, única—, es nuestra irracionalidad,<br />
o, si se prefiere, nuestra deficien<strong>te</strong> racionalidad: la causa única son los<br />
fallos, las carencias, las insuficiencias, los juicios erróneos, los falsos<br />
razonamientos, etc., del cerebro pensan<strong>te</strong>. En una palabra, la causa única<br />
es el Error (los errores o equivocaciones del in<strong>te</strong>lecto, de la lógica, de la<br />
razón, los errores del filósofo).<br />
Suele revestir formas variadas, y distintas gradaciones, la irracionalidad<br />
de la que a veces los humanos hacemos gala. A algunas de las formas de<br />
irracionalidad —que, aun siendo prácticamen<strong>te</strong> irrelevan<strong>te</strong>s, por<br />
cuestiones de principio son rechazables en sí— somos muy adictos. Por<br />
ejemplo, no sabemos dar un paso adelan<strong>te</strong> sin some<strong>te</strong>rnos a algún<br />
protocolo, ceremonia, simbolismo, rito o ritual, etc., actitud que nada<br />
tiene de racional.<br />
El autor de un libro tiene que firmar ejemplares al anónimo comprador de<br />
su obra. Y, si es amigo el comprador, tiene que escribir en ella una<br />
afectuosa dedicatoria. ¿Por qué, y para qué? ¿Dónde está la razón de ser<br />
de ese fetichista ritual? Cuando alguien se hace personaje famoso por la<br />
razón que fuere, sentimos la compulsiva necesidad de pedirle un<br />
autógrafo, y el personaje famoso está obligado a firmar el autógrafo. ¿Por<br />
qué, y para qué?<br />
Las autoridades han aprobado el proyecto de construcción de un edificio<br />
público importan<strong>te</strong>. Pero no debe iniciarse la obra sin que aquéllas<br />
procedan a la solemne “colocación de la primera piedra”. ¿A qué viene<br />
ese “rito sagrado”? ¿Se va a desmoronar el edificio, si son albañiles<br />
profesionales quienes coloquen la primera piedra sin ceremonias?...<br />
Cuando ya se ha construido el edificio, hay que inaugurarlo. E<br />
inaugurarlo ceremoniosamen<strong>te</strong>. Si así no se hiciera ¿cómo podría servir a<br />
los fines para los que fue creado?...<br />
Ya están ultimadas las obras de la carre<strong>te</strong>ra de circunvalación. Pero no<br />
debe nadie tomar esa vía hasta que no se presen<strong>te</strong> la Autoridad y, en<br />
medio de una nube de fotógrafos, cor<strong>te</strong> la cinta simbólica. ¿No es ése un<br />
irracional ritual supersticioso?<br />
¿Se puede ser más irracional que estrellando una bo<strong>te</strong>lla de champaña<br />
contra el casco del buque, a fin de “celebrar” su botadura? No es verdad<br />
3
que va a traer “suer<strong>te</strong>” al navío la necia destrucción de una bo<strong>te</strong>lla de<br />
vidrio, y el no menos necio desperdicio de un rico espumoso. ¿O es que<br />
naufragó el Titanic porque no hubo ceremonias en su botadura?<br />
No sabemos reconocer que un ciudadano posee grandes conocimientos en<br />
tal o cual ma<strong>te</strong>ria, si no se lo decimos por medio de solemnes ceremonias<br />
protocolarias. Hay que nombrarlo doctor honoris causa, llevándolo a un<br />
escenario adecuado, e imponiéndole ritualmen<strong>te</strong> una carnavalesca<br />
indumentaria...<br />
El cargo electo no será fiel cumplidor de sus deberes en política, si no<br />
formula un solemne juramento. Empero, si lo formula y es presiden<strong>te</strong> del<br />
Gobierno, y, sobre todo, si jura poniendo sus manos encima de una<br />
Biblia, los ciudadanos ya están seguros de que ese presiden<strong>te</strong> se dedicará<br />
únicamen<strong>te</strong> a procurar la felicidad mayor posible a la comunidad en<strong>te</strong>ra.<br />
¿Por qué y para qué celebramos con toda clase de ritos el aniversario de<br />
cualquier evento (nacer, casarnos, iniciar un “año nuevo”, canonizar al<br />
Santo Patrón o Patrona, firmar la Constitución, tomar la Bastilla...)? Si<br />
eso no es pura superstición digna del pueblo más primitivo y salvaje,<br />
poco le falta. ¿Qué especial significación o sentido les da a esos eventos<br />
el hecho de que un día la Tierra y el Sol vuelvan a encontrarse en la<br />
misma posición relativa en que se encontraban cuando ocurrió el evento?<br />
Murió Juan Pablo II y, como si hubiera ocurrido una inmensa desgracia<br />
que no debería haber ocurrido, no sólo hubo que “celebrar” funeral<br />
solemne, sino que hubieron de asistir al mismo nada menos que<br />
doscientos Jefes de Estado. ¿Qué hay de racional en semejan<strong>te</strong><br />
“celebración”?<br />
Para los humanos propósitos de vida comunitaria feliz, poco importarían<br />
en sí las inocen<strong>te</strong>s irracionalidades de es<strong>te</strong> estilo, si no fuera porque a<br />
menudo (si no siempre) suelen ser consecuencia de habernos formado en<br />
alguna cuestión fundamental juicios erróneos capaces de obstaculizar<br />
nuestra felicidad. O de imposibilitarla. De ahí que en principio —y por<br />
sis<strong>te</strong>ma— resul<strong>te</strong> deseable erradicar de nuestra conducta los actos de<br />
irracionalidad, aunque parezcan insignifican<strong>te</strong>s.<br />
Te sorprenderá, lector, oírme decir que son los filósofos los responsables<br />
de que tanto sufra el hombre qua en<strong>te</strong> social. Parece imposible que la<br />
Filosofía <strong>te</strong>nga nada que ver con la inmensa tragedia que hoy mismo se<br />
está viviendo en el planeta. Pero el cuasi eslogan que yo sos<strong>te</strong>ngo<br />
siempre —“hay que decir adiós a la Filosofía”— es mucho más denso<br />
que la típica “frasecita retórica”: motivos hay para aborrecer la<br />
tradicional Filosofía, porque en ella todo es erróneo/falso y (por ello)<br />
causa de nuestra infelicidad. La irracionalidad responsable de la inmensa<br />
tragedia humana se concreta en los errores que tiene asumidos nuestro<br />
in<strong>te</strong>lecto en el campo de la Filosofía. 2<br />
2 Denunciados y expuestos en el citado <strong>Logos</strong> avanza...<br />
4
Paso a paso iremos viendo cómo repercu<strong>te</strong>n esos errores en la vida social.<br />
Tal vez el que más visiblemen<strong>te</strong> lo hace es el que insinué párrafos atrás.<br />
Los filósofos creen que el hombre tiene obligación de ser “bueno” (de no<br />
asesinar, de no robar, de no violar, de no engañar, etcé<strong>te</strong>ra). Creen que<br />
algunas personas obran “mal” y son “malas” y come<strong>te</strong>n “delitos”, porque<br />
asesinan, roban, violan, engañan, etcé<strong>te</strong>ra. En consecuencia, creen que<br />
esas personas deben ser odiadas, perseguidas, castigadas... Ahí los<br />
filósofos están completamen<strong>te</strong> equivocados. El hombre no tiene ninguna<br />
obligación de ser “bueno”. Eticamen<strong>te</strong> es libre de hacer todo cuanto le<br />
venga en gana. Los filósofos mantienen como un dogma su afirmación,<br />
porque la ven eviden<strong>te</strong>. Pero son irracionales al man<strong>te</strong>nerla, ya que es<br />
insuficien<strong>te</strong> la razón de una presunta evidencia. Quien argumenta “veo<br />
equis eviden<strong>te</strong>, luego equis es verdad”, incurre en falacia.<br />
No es difícil comprender por qué esos errores de filósofo hacen sufrir a<br />
la humanidad. Si Pedro, por ser “malo”, incendia la cosecha de Juan y lo<br />
arruina, necesita Juan “que se haga justicia” —necesita vengarse de la<br />
“perfidia” de Pedro. La “perfidia” de Pedro hizo sufrir a Juan, y la<br />
venganza de Juan hará sufrir a Pedro. Si el gobernan<strong>te</strong> A, por ser “malo”,<br />
invade las tierras del gobernan<strong>te</strong> B, és<strong>te</strong> defenderá sus tierras con toda la<br />
fuerza disponible. Así la invasión de A ha hecho sufrir a la población de<br />
B, y la férrea defensa de B hará sufrir a la población de A.<br />
Tenemos que indagar con <strong>te</strong>són, en la medida en que nuestras fuerzas nos<br />
lo permitan, qué posibilidades hay de “arreglar es<strong>te</strong> mundo” que marcha<br />
tan mal. En la primera fase de nuestras conversaciones vamos a describir<br />
cómo es la actual sociedad humana. Tomaremos consciencia de las<br />
condiciones que ésta reúne, poco satisfactorias en orden a proporcionar<br />
felicidad a sus miembros. Para ello servirá de prueba o de argumento la<br />
constatación de la irracionalidad —o deficien<strong>te</strong> racionalidad— que ha<br />
carac<strong>te</strong>rizado al zoon politikon en el pasado, y sigue carac<strong>te</strong>rizándolo en<br />
el presen<strong>te</strong>. En una segunda fase in<strong>te</strong>ntaremos escudriñar cómo debe ser<br />
la estructura social, si realmen<strong>te</strong> queremos para nuestros descendien<strong>te</strong>s<br />
una exis<strong>te</strong>ncia feliz.<br />
Debo hacer una adver<strong>te</strong>ncia. Cuando en esa fase primera se estudien las<br />
condiciones en las que no es posible que la sociedad humana sea feliz, y<br />
se vaya viendo cuán menguada es la racionalidad del mundo actual,<br />
aportaré algunos datos que dicen muy poco en favor de ciertas<br />
instituciones y de ciertos personajes del mundo de la Política. Muy<br />
probablemen<strong>te</strong>, como datos para la historia, muchos de ellos no son del<br />
todo verdaderos: con decir que casi siempre mi única fuen<strong>te</strong> de<br />
información ha sido la prensa diaria, ya está dicho todo. En cualquier<br />
caso, explícitamen<strong>te</strong> declaro que no aportaré ninguno de esos datos como<br />
verídico (ni siquiera los que son verídicos), porque eso no me in<strong>te</strong>resa.<br />
Los presentaré, no como denuncia de lo que acaeció, sino como ejemplo<br />
de lo que puede acaecer en una sociedad irracional, ya que a ésta (en<br />
cuanto tal) van a ir dirigidas en realidad todas mis invectivas. Por<br />
ejemplo, cuando yo diga —si alguna vez digo— que fue infanticida y<br />
5
criminal de guerra y genocida el gobernan<strong>te</strong> nor<strong>te</strong>americano en sus<br />
agresiones a Irak, habré querido decir, no que eso es verdad, sino que se<br />
non è vero, è bene trovato. Habré querido decir que la tradicional<br />
Política (esa que está basada por completo en los errores de la Filosofía)<br />
es en sí tan poco apta para hacernos felices que en ella exis<strong>te</strong> siempre la<br />
posibilidad práctica de que un gobernan<strong>te</strong>, incluso en democracia, nos<br />
gobierne matando niños, matando ciudadanos, matando pueblos...<br />
En mi ensayo <strong>Logos</strong> avanza... se llegó a la conclusión final de que es<br />
necesario que nos despidamos de la Filosofía por un triple motivo:<br />
1º) Porque no es posible construirla como doctrina, pues carece de<br />
conceptos; lo que parece concepto en filosofía es en realidad imagen<br />
con máscara de concepto: es flatus vocis, falso concepto,<br />
“aconcepto”.<br />
2º) Porque el objetivo único de la Filosofía —conocer la Verdad— es<br />
inalcanzable. No se puede conocer la Verdad si no se tiene un<br />
concepto sobre el que se pueda traabajar. No se puede construir una<br />
doctrina sin con<strong>te</strong>nido conceptual.<br />
3º) Los aconceptos alimentados históricamen<strong>te</strong> por la Filosofía en<br />
cuestiones de carác<strong>te</strong>r social —derecho, moral, ética, justicia, maldad,<br />
culpa, castigo...— son los verdaderos causan<strong>te</strong>s de que la sociedad<br />
humana esté concebida y organizada irracionalmen<strong>te</strong>, y por ello<br />
condenada a sufrimientos desmedidos (a causa de guerras, a<strong>te</strong>ntados,<br />
genocidios, violaciones, tortura, explotación, hambre...) que podrían<br />
evitarse con otra concepción y otra organización.<br />
Es<strong>te</strong> motivo 3º) es el que va a reclamar aquí nuestra a<strong>te</strong>nción. Por<br />
simplificar y por generalizar, puntualizo diciendo que la causa, en<br />
general, de nuestros grandes padecimientos es que la sociedad acepta los<br />
valores de la Etica —siendo, como son, falsos— qua verdaderos valores.<br />
Hay que inventar otro modelo de sociedad, completamen<strong>te</strong> distinto, donde<br />
la Etica sea antifilosófica, geométrica, eudemonista (es decir donde la<br />
Etica no sea Etica).<br />
Aquí se va a tratar sólo de que yo no quiero sufrir (me refiero a esos<br />
grandes padecimientos). Tú, lector, tampoco. Ni queremos que sufra<br />
ninguno de nuestros hermanos <strong>te</strong>rrícolas. Queremos que vivan también<br />
felices todos ellos. Entonces vamos a apretar los codos y estrujar las<br />
neuronas con fuerza hasta que hayamos averiguado que hay por lo menos<br />
algún resquicio para la esperanza: es decir hasta que hayamos encontrado<br />
razonables motivos para esperar que un día sea feliz la humanidad.<br />
6
I*<br />
La inoperan<strong>te</strong> Política<br />
El 6 de agosto de 1945, a las ocho y cuarto de la mañana, una explosión<br />
mató instantáneamen<strong>te</strong> 70.000 vecinos de Hiroshima. El mundo quedó<br />
a<strong>te</strong>rrorizado. A raíz de la tragedia, gen<strong>te</strong>s conscien<strong>te</strong>s de su magnitud se<br />
juramentaron para que aquello no se repitiera “nunca más”. Andando el<br />
tiempo consiguieron que, entre otras “medidas”, muchos políticos<br />
firmaran el Tratado de No Proliferación Nuclear. ¿Cuál es, lector, tu<br />
opinión? ¿Crees que con esas u otras medidas la Política puede aspirar a<br />
que aquello no se repita nunca más?<br />
Por mi par<strong>te</strong>, mi opinión es casi cer<strong>te</strong>za: no lo conseguirán. Quiero decir<br />
que no hay ni puede haber ninguna seguridad o garantía de que lo<br />
consigan. Cabe que transcurra más o menos tiempo —sesenta años han<br />
transcurrido hasta ahora— sin que a las ocho y cuarto de la mañana haga<br />
explosión otra bomba, y ma<strong>te</strong> en el acto otras 70.000 personas. Pero no<br />
serán los políticos quienes logren que nunca más ocurra eso. Podrá<br />
lograrlo el miedo colectivo, el azar de las circunstancias, la afortunada<br />
coincidencia de “providenciales” eventos... Pero no la Política.<br />
Es verdad que sesenta años después de la tragedia, no ha vuelto a caer la<br />
bomba. Pero en cualquier momento puede caer, según escribe Noam<br />
Chomsky en La Jornada, en artículo reproducido por Gara:<br />
...discutido que las armas nucleares pueden caer, tarde o <strong>te</strong>mprano,<br />
en manos de grupos <strong>te</strong>rroristas.<br />
...el ciclo de ataque y respuesta puede escalar, de manera<br />
impredecible, hasta superar en horror a Hiroshima o Nagasaki.<br />
El poder reinan<strong>te</strong> a escala mundial se reserva el derecho de hacer la<br />
guerra a su voluntad, bajo la doctrina de la autodefensa anticipatoria<br />
que cubre cualquier contingencia que elija. Para ello los medios de<br />
destrucción tienen que ser ilimitados.<br />
El tratado [de No Proliferación Nuclear] ha estado confrontando su<br />
colapso porque los estados nucleares incumplen sus obligaciones,<br />
especialmen<strong>te</strong> con respecto al artículo VI. Dicho artículo apremia a<br />
esos estados a realizar esfuerzos de “buena fe” a fin de eliminar las<br />
armas nucleares. EEUU es líder en el rechazo a acatar los deberes<br />
emanados del artículo VI. Mohamed el Baradei, jefe de la Agencia<br />
In<strong>te</strong>rnacional de Energía Atómica, ha dicho que la “renuencia de una<br />
de las par<strong>te</strong>s a cumplir sus obligaciones alienta la renuencia de los<br />
otros”.<br />
También han abandonado [los EEUU] las promesas pasadas, y ahora<br />
amenazan con un primer uso de armas atómicas contra estados no<br />
nucleares.<br />
La amenaza estuvo a punto de convertirse en realidad en varias<br />
ocasiones en los años que siguieron a Hiroshima. El caso más<br />
conocido fue la crisis de los misiles en Cuba, en octubre de 1962, “el<br />
momento más peligroso de la historia humana”, como señaló Arthur<br />
Schlesinger...<br />
El mundo “se salvó por un pelo de un desastre nuclear”, recuerda<br />
Robert McNamara, secretario de Defensa de Kennedy...<br />
...el especialista en relaciones in<strong>te</strong>rnacionales de Harvard, Graham<br />
Allison, informa de que “hay consenso en la comunidad de seguridad<br />
nacional” (de la cual ha formado par<strong>te</strong>) de que un ataque con una<br />
7
“bomba sucia” es “inevitable” y un ataque con un arma nuclear es<br />
altamen<strong>te</strong> posible...<br />
Y también puede caer la bomba en cualquier momento según opinan otras<br />
personas (por ejemplo, Raimundo Fi<strong>te</strong>ro):<br />
...lo que hicieron los americanos en esas dos poblaciones japonesas<br />
todavía no ha sido igualado en su crueldad y efectos catastróficos.<br />
Pero se puede in<strong>te</strong>ntar. Y ahí está el peligro. Son los Bush, Blair,<br />
Chirac y otros muchos quienes pueden pasar a la acción. Pueden<br />
pensar que si se escarmienta de verdad a lo que llaman genéricamen<strong>te</strong><br />
“<strong>te</strong>rrorismo in<strong>te</strong>rnacional”, se podrá circular libremen<strong>te</strong> por los<br />
metros del Imperio Occidental. [...] ...pero ellos, esos locos<br />
poderosos tienen bombas a montones. Las han usado ya. Y las pueden<br />
usar cuando les parezca oportuno para sus in<strong>te</strong>reses.<br />
El “nunca más ocurrirá” que los con<strong>te</strong>mporáneos de la histórica bomba<br />
profetizaron queda muy lejos de ser profecía que se cumplirá. Y ello no<br />
se debe precisamen<strong>te</strong> a que “el poder reinan<strong>te</strong> a escala mundial se reserva<br />
el derecho de hacer lo que le da la gana”. Ni se debe precisamen<strong>te</strong> a que<br />
“EEUU es líder en el rechazo a acatar los deberes emanados” del Tratado<br />
de No Proliferación Nuclear. Es decir que no se debe precisamen<strong>te</strong> a la<br />
inmoral ejecutoria del político y del gobernan<strong>te</strong>. Se debe a que esa<br />
tradicional “Política” en la que se sus<strong>te</strong>nta la sociedad actual no puede —<br />
se lo impide su propia naturaleza o esencia— dar verdadera solución a<br />
los problemas básicos de la humanidad.<br />
La Política está montada sobre la filosófica ficción “buenos y malos”,<br />
cosa que nadie sabe qué es y, por lo tanto, cada uno in<strong>te</strong>rpreta de manera<br />
distinta. Para los políticos de Washington, en Afganistán-Irak está el “eje<br />
del mal”. Para los políticos de Irak-Afganistan, el “centro del mal” es<br />
Washington. La Etica, la Moral, el Bien, el Mal, son Filosofía —ergo,<br />
lenguaje de papagayo—, y todo lo que puede esperarse de ella es el<br />
sempi<strong>te</strong>rno quot capita, tot sensus. ¿Cómo va a resolver los problemas<br />
del mundo la Política, si es intrínsecamen<strong>te</strong> imposible que los filósofos<br />
(y, por tanto, los políticos) lleguen a un acuerdo unánime sobre lo que es<br />
“bueno” y lo que es “malo”?<br />
Recien<strong>te</strong>men<strong>te</strong> el filósofo —y amigo personal— Santiago Alba Rico<br />
publicó en Rebelión (lo leí reproducido por Gara) un artículo en el que<br />
airada y amargamen<strong>te</strong> se lamentaba del “muy diferen<strong>te</strong> trato que reciben<br />
dos crímenes contra la humanidad que tuvieron lugar hace sesenta años”:<br />
Hiroshima y Auschwitz. “¿Y qué esperabas (pregunto yo) de una sociedad<br />
que pre<strong>te</strong>nde verlo todo a través de la fantasmal Etica donde los propios<br />
filósofos no sabéis qué es ‘Bien’ y qué es ‘Mal’? Lo queráis o no lo<br />
queráis, la realidad es icosaedro, es paralelepípedo, es virginal Espacio,<br />
donde no puede haber ‘Mal’ ni ‘Bien’ alguno. ¡Mueve el compás, amigo,<br />
y marca nuevo rumbo a tu penetran<strong>te</strong> in<strong>te</strong>ligencia! ¡No la malgas<strong>te</strong>s! Ni<br />
en Hiroshima ni en Auschwitz hubo nada que fuese crimen o maldad o<br />
perversidad. Sólo hubo dolor. Acerbo dolor. Vuestro empeño en ver por<br />
todas par<strong>te</strong>s criminalidad, pecado, culpa, maldad, no ayudará a evitar<br />
otros dolores iguales (o peores)”.<br />
8
Pello Guerra, con ocasión del fatídico aniversario de Hiroshima, escribió<br />
en el semanario Zazpika el artículo “¿Nunca más?” Evocó tres hechos<br />
que acaecieron duran<strong>te</strong> la segunda guerra mundial —indiscriminados<br />
bombardeos de la población civil a cargo de ambos beligeran<strong>te</strong>s, campos<br />
de concentración nazis, bomba de Hiroshima— que “pusieron de<br />
manifiesto el lado más oscuro del ser humano”. Desolado, descubrió que<br />
desde entonces, en seis décadas, “no hemos aprendido la lección, sino<br />
todo lo contrario”. Demostró que esto es verdad, enumerando hechos que<br />
han ocurrido y siguen ocurriendo. Y <strong>te</strong>rminó con es<strong>te</strong> párrafo:<br />
¿No <strong>te</strong>nemos remedio? ¿No somos capaces de vivir en paz dejando<br />
tranquilo al vecino? Parece que no. Si los judíos machacan de manera<br />
tan inmisericorde a los palestinos, después de lo que padecieron sus<br />
abuelos a manos de los acólitos de Hitler, me <strong>te</strong>mo que no hay nada<br />
que hacer.<br />
Sí hay algo que hacer, y es bien sencillo: abs<strong>te</strong>nerse de escribir artículos<br />
como ése; escribir en su lugar otros de signo completamen<strong>te</strong> opuesto;<br />
escribir proclamando a los cuatro vientos que no es “maldad” matar seis<br />
millones de judíos en campos de concentración nazis, y que no hay<br />
“maldad” alguna en la instantánea matanza de 70.000 japoneses a las<br />
ocho y cuarto de la mañana. Escribir eso obliga a preguntarse cuál es<br />
entonces la causa de que haya ocurrido aquello. Y entonces, a condición<br />
de que se razone in<strong>te</strong>ligen<strong>te</strong>men<strong>te</strong>, se averiguará cuál es la causa (y se<br />
encontrará el remedio).<br />
Si todos nos pasamos la vida —como hemos hecho siempre— diciendo y<br />
repitiendo y volviendo a decir y repetir que no seremos felices hasta que<br />
no seamos “buenos”, nunca seremos felices. Decir y repetir y volver a<br />
decir y repetir que “millones de hambrientos están condenados a muer<strong>te</strong><br />
por la opulencia de otros”, únicamen<strong>te</strong> sirve para perpetuar la hambruna,<br />
pues con la repetición de ese lenguaje se está diciendo y repitiendo que la<br />
única solución del problema consis<strong>te</strong> en acosar y hostigar a los opulentos.<br />
Y es un error, pues bien puede ocurrir que ese hostigamiento sea<br />
insuficien<strong>te</strong> en cualquier caso.<br />
Con ocasión del fatídico aniversario de Hiroshima se escribieron en el<br />
mundo en<strong>te</strong>ro toneladas de folios —como el de Pello Guerra mencionado<br />
an<strong>te</strong>s— con el fin de mostrar a los lectores “el lado más oscuro del ser<br />
humano”. Con ello las toneladas de folios, no sólo no habrán evitado que<br />
mañana estalle otra bomba (que podría, como dijo Chomsky, “hasta<br />
superar en horror a Hiroshima o Nagasaki”), sino que inadvertidamen<strong>te</strong><br />
las toneladas de folios pueden hacer que se perpetúe la verdadera causa<br />
de que haya estallado la bomba de 1945. ¿Por qué? Porque, obsesionados<br />
todos con la idea de que “el lado más oscuro del ser humano” es de orden<br />
“moral”, no veremos que es de orden in<strong>te</strong>lectual “el lado más oscuro”.<br />
Hiroshima no fue víctima de la “maldad” humana. Fue víctima de los<br />
errores in<strong>te</strong>lectuales en los que está basada la Política —la Democracia,<br />
por ejemplo— qua procedimiento para conducir a la gen<strong>te</strong> hacia una feliz<br />
convivencia social.<br />
9
Prácticamen<strong>te</strong> todo lo que se escribe y se habla acerca de la problemática<br />
social del planeta Tierra no es otra cosa que denuncia de la inmoralidad<br />
de unas de<strong>te</strong>rminadas actuaciones, y apología —moral— de las<br />
contrarias. Prácticamen<strong>te</strong> nada se escribe ni se habla sobre investigación<br />
(filosófica o científica) de la solución que pudiera encontrarse para esa<br />
problemática. Para comprobarlo, basta coger un periódico cualquiera, un<br />
día cualquiera: desde la primera página hasta la última, cada párrafo nos<br />
dará la comprobación.<br />
Inevitable consecuencia: medio planeta denuncia lo que la otra mitad<br />
ensalza (y viceversa). Debe suponerse que ese tan universal y tan vivo<br />
in<strong>te</strong>rés por denunciar a los políticos “malos”, y ensalzar a los “buenos”,<br />
tiene como fin principal —o único— alimentar la fe y la esperanza en que<br />
los políticos harán feliz a la comunidad si (y sólo si) observan los<br />
preceptos de la Etica y dejan de ser “malos”.<br />
Y ésa es precisamen<strong>te</strong> la receta ideal para que nunca se pueda hacer feliz<br />
a la comunidad. Porque el político “bueno”, por “bueno” que sea, al usar<br />
cri<strong>te</strong>rios morales, necesariamen<strong>te</strong> los usará falsos, ya que la Etica y la<br />
Moral son de suyo falsas. Y no logrará dar con la verdadera solución del<br />
problema.<br />
Lo vemos a diario en la práctica. Para la Etica de Hitler, lo moralmen<strong>te</strong><br />
“bueno” era purificar la raza humana, eliminando seres degenerados<br />
(judíos, homosexuales, gitanos, etcé<strong>te</strong>ra). Para la de Truman, lo<br />
moralmen<strong>te</strong> “bueno” era causar mucha muer<strong>te</strong> con una sola bomba, para<br />
acortar la guerra cuya prolongación causaría mucha más muer<strong>te</strong>. Para la<br />
Etica de Bush, lo moralmen<strong>te</strong> “bueno” era llevar a cabo destrucciones en<br />
Irak, para que Irak no llevara a cabo destrucciones fuera de Irak. Para la<br />
Etica de Blair, lo moralmen<strong>te</strong> “bueno” era disparar a la cabeza del primer<br />
ciudadano que pareciera “<strong>te</strong>rrorista suicida”, para que no hiciera saltar<br />
por los aires un vagón del metro, lleno de londinenses inocen<strong>te</strong>s. Para la<br />
Etica de Stalin, lo moralmen<strong>te</strong> “bueno” era su política de represión<br />
masiva y brutal. Etcé<strong>te</strong>ra. Es una constan<strong>te</strong> de la sociedad humana<br />
“moral”:<br />
En relación a la oferta plan<strong>te</strong>ada por Alemania, Gran Bretaña y el<br />
Estado francés, el presiden<strong>te</strong> iraní afirmó que “lo que los europeos<br />
nos han propuesto no se parece a una oferta en absoluto. Esto es<br />
un insulto a la nación iraní...”<br />
...las cuestiones que los negociadores de la UE mencionaron en la<br />
oferta “no tienen nada que ver con el Tratado de No Proliferación<br />
Nuclear...”<br />
¿Cuándo nos daremos cuenta de que la Política, la Democracia, la Etica,<br />
la Moral —man<strong>te</strong>nidas vivas por la Filosofía y sus errores— nunca<br />
podrán resolver los grandes problemas de la humanidad? ¿Cómo van a<br />
resolverlos, cuando hay filósofos ca<strong>te</strong>dráticos de Etica para los que una<br />
eventual destrucción de la humanidad no constituiría en realidad ninguna<br />
“cosa mala”, ni “desgracia” alguna? ¿Y cuando a pleno pulmón el<br />
filósofo y ca<strong>te</strong>drático de Etica John Rawls gritó que la muer<strong>te</strong> del mundo<br />
10
en<strong>te</strong>ro es preferible a la comisión de una injusticia (fiat iustitia, pereat<br />
mundus!), cuando ni Rawls ni nadie sabe qué es “injusticia”?<br />
Un editorial de Gara pedía sensatamen<strong>te</strong> ir a la raíz de los problemas.<br />
Pero lo pedía por una razón poco o nada sólida. Lo pedía porque “la<br />
seguridad absoluta es imposible de garantizar”. No. Lo imposible de<br />
garantizar no es la seguridad absoluta, sino la “buenidad o bondad<br />
absoluta” del zoon politikon, es decir la ausencia absoluta de esos actos<br />
que se consideran “maldad”. Además, la imposibilidad eviden<strong>te</strong> de una<br />
seguridad absoluta sólo es verdad en la irracional sociedad en que<br />
vivimos: en futura sociedad racional será perfectamen<strong>te</strong> posible<br />
garantizar seguridad absoluta:<br />
A<strong>te</strong>ntar indiscriminadamen<strong>te</strong> contra el transpor<strong>te</strong> público, en hora<br />
punta y con la plena voluntad de causar el mayor número de muer<strong>te</strong>s<br />
es un acto inhumano que carece de justificación,...<br />
La seguridad absoluta es imposible de garantizar. Por eso resulta<br />
convenien<strong>te</strong> ir a la raíz de los problemas,...<br />
También Pablo Antoñana, como tantos otros, debe pensar que los<br />
problemas del mundo no se resolverán hasta que sean “buenos” los<br />
políticos que de<strong>te</strong>ntan el Poder mundial:<br />
Se juntan en Edimburgo sesudos personajes que tienen el privilegio<br />
de representar a los ocho países más ricos del mundo, es decir, más<br />
depredadores y carroñeros, para decidir cuestiones urgen<strong>te</strong>s para la<br />
humanidad como el hambre, el de<strong>te</strong>rioro vertiginoso de la Tierra, la<br />
apropiación indebida de sus riquezas. En estas juntas, reuniones más<br />
bien de pandilleros, después de bordar discursos, ejercitarse en<br />
peroratas y dilapidar palabras, acuerdan no acordar nada. Se deja para<br />
estudio y mejor ocasión...<br />
Pues no. Si los políticos no resuelven los problemas de la humanidad —ni<br />
los resolverán satisfactoriamen<strong>te</strong> jamás— no es porque son “pandilleros”.<br />
Es por otras causas, completamen<strong>te</strong> distintas. Una de ellas, perogrullesca<br />
en realidad, aunque paradójica, es que la misión específica de los<br />
políticos consis<strong>te</strong> precisamen<strong>te</strong> en que no deben hacer feliz a la<br />
humanidad, es decir que no deben resolver los problemas básicos de la<br />
humanidad. Me explico.<br />
La misión específica del político es hacer feliz sólo a sectores puntuales<br />
de la humanidad —municipio, nación, clase obrera, burguesía—, no a la<br />
humanidad. Con la agravan<strong>te</strong> de que debe resolver esa su problemática<br />
localista sin salir totalmen<strong>te</strong> del marco social en que la tiene plan<strong>te</strong>ada, y<br />
man<strong>te</strong>niendo intactos algunos status sociales que son precisamen<strong>te</strong> la<br />
causa de que sea infeliz la humanidad. El político marxista, por ejemplo<br />
(contra lo que pudiera creerse), no se in<strong>te</strong>resa por la felicidad del género<br />
humano, desde el momento en que sólo trabaja por conseguir una relativa<br />
transformación social que no puede hacer feliz a toda la humanidad,<br />
porque (v.gr.) sólo puede hacer feliz a la clase obrera. Ningún político<br />
trabajará nunca en la solución de los problemas de la humanidad, porque<br />
resolver otros problemas es precisamen<strong>te</strong> lo que le pide su oficio<br />
11
No ya el hecho de que allí donde in<strong>te</strong>rviene la Política nazcan situaciones<br />
como estas que se describen a continuación, sino la mera posibilidad<br />
<strong>te</strong>órica de que nazcan, es una indirecta pero aplastan<strong>te</strong> prueba de que<br />
nunca podrá la Política resolver los problemas de la humanidad.<br />
Amnesty In<strong>te</strong>rnational calcula que EEUU tiene 70.000 de<strong>te</strong>nidos en<br />
cárceles secretas. [...] ...de<strong>te</strong>nidos, encadenados, sin ver la luz solar,<br />
sin poder contactar con familiares o abogados... [...]... enviados a<br />
prisiones sub<strong>te</strong>rráneas no identificadas donde permanecieron duran<strong>te</strong><br />
más de año y medio sin haber sido acusados de delito alguno.<br />
Miguel Valverde, director del centro Nacional de Coordinación<br />
Anti<strong>te</strong>rrorista (CNCA), afirmó ayer que “no conozco ningún caso de<br />
torturas en España.” Es decir que ni siquiera reconoció los que han<br />
sido condenados por los tribunales españoles<br />
...se hizo un segundo in<strong>te</strong>nto con la denominada Organización de<br />
Naciones Unidas, la ONU. [...] ...no exis<strong>te</strong> igualdad entre los países<br />
que la in<strong>te</strong>gran, ni se toman las decisiones de acuerdo con el parecer<br />
de la mayoría de los estados que la forman, [...] ...los “grandes<br />
defensores” de la democracia son los primeros que no quieren ni oír<br />
hablar de ella en la ONU... [...]...Naciones unidas seguirá trabajando al<br />
arbitrio de unos pocos, como ocurre en las dictaduras.<br />
Afirmación del estadounidense E.L. Gore Vidal Jr., refiriéndose a los<br />
Estados Unidos: “La cantidad de ataques militares que hemos llevado<br />
a cabo en contra de otros países sin haber sido provocados, desde<br />
1947-48, asciende a más de 250”.<br />
Para que pueda resolverse la problemática social humana, es<br />
imprescindible que digamos adiós a la Política, igual que hicimos con la<br />
Filosofía (de la cual ella es hija). Hemos de abandonarla sin<br />
con<strong>te</strong>mplaciones —<strong>te</strong>nga la forma que <strong>te</strong>nga (democracia, dictadura,<br />
etcé<strong>te</strong>ra)—, y sustituirla por procedimientos técnicos muy distintos de<br />
organización de la vida social. Hay que hacerlo además por una razón<br />
muy concreta: la Política, por su propia naturaleza, es insometible a la<br />
fuerza de la Razón. Por eso no vale para hacer feliz a la gen<strong>te</strong>. Porque la<br />
problemática social de un animal racional sólo puede resolverse<br />
median<strong>te</strong> sometimientos de la res publica a la fuerza de la razón.<br />
An<strong>te</strong>s no podíamos aspirar a que los hombres, constituidos todos en<br />
sociedad única, vivieran sometidos a la fuerza de la Razón. Lo impedían<br />
nuestras erróneas concepciones de la vida filosóficas. Ahora, hecha la<br />
renuncia a la Filosofía, podemos aspirar a ello.<br />
Otra buena razón de que los políticos no puedan hacer feliz a la<br />
humanidad, es la siguien<strong>te</strong>. Debido a que no encaran explícitamen<strong>te</strong> la<br />
problemática social global, en el supuesto más favorable no pueden hacer<br />
otra cosa que firmar papeles —acuerdo, tratado, pacto, alianza,<br />
reglamento, protocolo, compromiso— que son siempre mera “obligación<br />
moral” de que el arqui<strong>te</strong>cto y los albañiles construyan la casa, cuando<br />
<strong>te</strong>ndrían que ser mera “instrucción técnica” para que se sepa cómo<br />
construirla. Firman sus papeles con la esperanza y la promesa de que<br />
todos los firman<strong>te</strong>s van a ser “buena persona”. Pero el procedimiento, que<br />
ya de por sí no puede ofrecer garantías, con mucha frecuencia deja<br />
irresuelto el problema: aminora quizá su gravedad, pero no lo resuelve.<br />
12
¿Qué ganamos con que muchas naciones —o incluso todas— firmen y<br />
continuamen<strong>te</strong> enarbolen la Declaración Universal de los Derechos<br />
Humanos, cuando en ella se pre<strong>te</strong>nde saber lo que nadie sabe (qué es la<br />
“justicia”, la “dignidad intrínseca del hombre”, el “derecho”, el “deber”,<br />
etcé<strong>te</strong>ra), y cuando continuamen<strong>te</strong> se están denunciando en todas par<strong>te</strong>s<br />
vulneraciones de los tales derechos? ¿Para qué queremos declaraciones<br />
universales de derechos que no se van a ejercer?<br />
13
II*<br />
No exis<strong>te</strong> el Mal<br />
Según parece, todo aquel que reflexiona sobre las causas de la infelicidad<br />
humana social, incide siempre en el tópico de lo “moral”, de la depravada<br />
naturaleza humana, del egoísmo, de la mala conciencia: la del tirano; la<br />
del explotador; la del capitalista insolidario; la del gobernan<strong>te</strong> corrupto;<br />
la del <strong>te</strong>rrorista; la del asesino; la del violador... Los considera<br />
principales causan<strong>te</strong>s de la desgracia humana. En consecuencia, cree que<br />
se debe arreme<strong>te</strong>r contra ellos, denunciarlos, condenarlos, odiarlos,<br />
castigarlos (a poder ser, incluso eliminarlos físicamen<strong>te</strong>).<br />
Bien mirados, los alegatos así basados en la “maldad” humana, sean<br />
cuales fueren, a la postre no son sino una ex<strong>te</strong>riorización del<br />
maniqueísmo que por ley natural aflora en los estratos inferiores de<br />
nuestra psicología. No se irá por ese camino a la solución de nuestros<br />
graves problemas: el maniqueísmo imposibilita emitir un diagnóstico<br />
cer<strong>te</strong>ro, y, por consiguien<strong>te</strong>, impide hallar el adecuado remedio.<br />
No puede la humanidad (como conjunto) ser feliz, mientras que la<br />
sociedad considere que son valores el Bien y el Mal. El Bien y el Mal no<br />
exis<strong>te</strong>n, porque no exis<strong>te</strong> el orden moral. Y el orden moral no exis<strong>te</strong><br />
porque no somos libres: tanto si “obramos mal” como si “obramos bien”,<br />
lo hacemos porque a ello li<strong>te</strong>ralmen<strong>te</strong> nos fuerzan las leyes físicas y<br />
químicas vigen<strong>te</strong>s en el cosmos. 3 El misionero que vivió su vida en<strong>te</strong>ra<br />
curando leprosos, como el po<strong>te</strong>ntado que pasó la suya martirizando y<br />
matando esclavos, tuvieron que hacer por física necesidad lo que<br />
hicieron, de la misma manera que su páncreas tuvo que segregar insulina<br />
por física necesidad. Mientras no en<strong>te</strong>ndamos que esto es así, no habrá<br />
solución para la problemática social.<br />
Así como es imposible que los animales irracionales “obren mal” —por<br />
ejemplo, el perro asilvestrado que en una sola noche mata diez o doce<br />
ovejas, nada tiene de malvado o de perverso—, tan imposible,<br />
exactamen<strong>te</strong>, es que el animal racional “obre mal”. No por lo que Jean-<br />
Jacques Rousseau ingenuamen<strong>te</strong> creyó (que “nace bueno” el ser humano,<br />
y la sociedad lo pervier<strong>te</strong>), sino porque es un error creer que la “bondad<br />
moral” o la “maldad moral” son algo in<strong>te</strong>ligible o concebible. Tales<br />
“bondad” y “maldad” son meras palabras de filósofo, vacías de con<strong>te</strong>nido<br />
conceptual. No se sabe, ni se puede saber, qué es una cosa moralmen<strong>te</strong><br />
buena o moralmen<strong>te</strong> mala. Sentimos que es buena (o mala), pero no<br />
sabemos que lo sea, porque nos falta el concepto. 4<br />
En el planeta Tierra está de moda en los últimos tiempos la palabra<br />
“<strong>te</strong>rrorismo”, como sinónimo de “maldad”, con la agravan<strong>te</strong> de que un<br />
mismo hecho es juzgado moralmen<strong>te</strong> malo y calificado como <strong>te</strong>rrorismo<br />
3 Véanse las pruebas de todo esto en <strong>Logos</strong> avanza...<br />
4 V. <strong>Logos</strong> avanza...<br />
14
por una par<strong>te</strong> de la sociedad, en tanto que la otra par<strong>te</strong> lo juzga<br />
moralmen<strong>te</strong> bueno, y no lo considera <strong>te</strong>rrorismo. George Bush matando<br />
miles de personas en Irak es <strong>te</strong>rrorista moralmen<strong>te</strong> malo para un sector<br />
social, mientras que para otro sector es buena persona porque sólo<br />
matando miles de personas en Irak puede ser destruido el Mal. En el<br />
reverso de la medalla, Bin Laden matando miles de personas en las<br />
Torres Gemelas es <strong>te</strong>rrorista moralmen<strong>te</strong> malo para una par<strong>te</strong> de la<br />
población, y buena persona para la otra par<strong>te</strong>, porque sólo matando miles<br />
de personas en las Torres Gemelas puede ser destruido el Mal que reina<br />
en Occiden<strong>te</strong>.<br />
Las in<strong>te</strong>ligencias ocupadas en estudiar cuánto sufre la humanidad —por<br />
a<strong>te</strong>ntados, por guerras, por explotación, por hambre, por indigencia...—,<br />
cuando están ocupadas en estudiar cuál es la verdadera causa del tal<br />
sufrimiento, y cómo podría evitarse és<strong>te</strong>, erróneamen<strong>te</strong> (no sé si decir<br />
que hasta enfermizamen<strong>te</strong>) apuntan siempre a la moral y a la ética: según<br />
ellas, la causa es el capitalista insolidario, el político sin conciencia, el<br />
gobernan<strong>te</strong> corrupto, el desalmado dictador, el sanguinario <strong>te</strong>rrorista,...<br />
en suma, “el malo”. Poner así a los “malos” en el punto de mira con la<br />
esperanza de que algún día desaparezcan y pueda evitarse que sufra la<br />
humanidad, es dar palos de ciego. Así no se encontrará la solución,<br />
puesto que nadie nunca es “malo” y, por tanto, ningún “malo” puede ser<br />
la causa: ninguna lucha contra el “malo” puede ser el remedio. Denunciar<br />
y ana<strong>te</strong>matizar a los “malos” no sirve para nada. Es decir, sirve para<br />
algo, según Ar<strong>te</strong>mio Zarco:<br />
Me pregunto si no me estoy rei<strong>te</strong>rando con tanto insistir en la infamia<br />
y los que la procrean. Pero, por otro lado, pienso que denunciar a esta<br />
gen<strong>te</strong> libera de algún modo de los viejos demonios recibidos en la<br />
herencia genética. Sé que quienes fueron mis an<strong>te</strong>pasados en los<br />
tiempos de la Inquisición vivieron amedrentados y me han transmitido<br />
ese miedo. Escribir de aquellos <strong>te</strong>mores, conjurarlos y superarlos es<br />
tan saludable como una catarsis...<br />
Saludable para quien lo escribe, sí. Pero no sirve para redimir a la<br />
humanidad: condenar y denunciar “a los malos” es perder el tiempo. Algo<br />
se puede conseguir con la condena y la denuncia —variación en el flujo<br />
de votos, por ejemplo—, pero no la redención.<br />
Hoy día en que estamos aún en la Era de la Sinrazón, con el fin de<br />
extirpar la “maldad” que es (v.gr.) el “<strong>te</strong>rrorismo”, son dos los medios<br />
que mayormen<strong>te</strong> se utilizan: la condena moral y el castigo al culpable<br />
(medios inadecuados ambos, por irracionales, para la solución del<br />
problema). Véase lo que ocurrió, por ejemplo, en el Estado español<br />
duran<strong>te</strong> la llamada “transición” del franquismo a la democracia.<br />
Cada vez que los “malos” de la organización armada ETA perpetraban un<br />
a<strong>te</strong>ntado mortal, se estigmatizaba a los autores del a<strong>te</strong>ntado, cargando las<br />
tintas en lo inmenso de su perversidad. Organizaban los “buenos” un<br />
furioso gri<strong>te</strong>río, vociferando condenas y pidiendo castigo, hasta el<br />
extremo de condenar y pedir castigo también para quienquiera que no<br />
condenara a los “malos” de ETA. Se buscaban y rebuscaban en los<br />
15
entresijos del lenguaje los más virulentos calificativos morales y la<br />
retórica más “original y bonita” posible. Ello se hacía, en apariencia, con<br />
el fin de evitar otras muer<strong>te</strong>s. 5 Pero aquél no era el procedimiento<br />
adecuado para evitarlas. Y no se evitaron.<br />
Recuerdo haber visto en la prensa un chis<strong>te</strong> gráfico, explicación de lo<br />
inútil que era condenar a ETA. Aparecía en él un personaje conjugando<br />
el verbo “condenar”: “Yo condeno. Tú condenas. El condena. Nosotros<br />
condenamos. Vosotros condenáis. Ellos continúan matando.” Tenía toda<br />
la razón.<br />
El juzgar y proclamar que son perversas y condenables de<strong>te</strong>rminadas<br />
conductas que infligen daño a la comunidad, no conducirá a la<br />
construcción de una sociedad feliz. Si toda la encendida pasión que se<br />
pone en condenar al “culpable” y ponderar su “maldad”, se dedicara a<br />
investigar —al margen de la politiquería— cuál puede haber sido la razón<br />
última del por qué tales “culpables” han surgido en la sociedad, el<br />
horizon<strong>te</strong> se dilataría sorprenden<strong>te</strong>men<strong>te</strong>, y podrían concebirse fundadas<br />
esperanzas de una convivencia social aceptable. Por eso nosotros aquí<br />
vamos a ir al fondo de la cuestión, formulando la siguien<strong>te</strong> pregunta:<br />
¿Qué es mejor en el fondo? ¿Buscar “culpables”, o buscar la manera de<br />
que no los haya? ¿Buscar “culpables”, o buscar soluciones?<br />
Yo me niego a condenar las atrocidades de ETA. Me niego a condenar los<br />
crímenes de los GAL. No voy a condenar al genocida Francisco Franco.<br />
Ni al monstruo Adolf Hitler. Ni al sanguinario Iósiv Stalin. Tampoco al<br />
santo ayatollah que ordenó la muer<strong>te</strong> de Salman Rushdie. Ni al<br />
“<strong>te</strong>rrorista” George Bush. Ni al “<strong>te</strong>rrorista” Osama Bin Laden. Tampoco a<br />
la Santa Inquisición... Aquí no se va a condenar a nadie.<br />
En mis ensayos Ni Dios ni Darwin y <strong>Logos</strong> avanza... expuse razones —<br />
que no se han refutado todavía— según las cuales no hay ni puede haber<br />
nadie que sea culpable de nada, ma<strong>te</strong> a quien ma<strong>te</strong>, haga lo que haga, ya<br />
que hace lo que hace por necesidad física invencible de facto en las<br />
circunstancias íntimas del momento. 6 Y, claro está, si no hay culpables,<br />
no tiene sentido condenarlos: a nadie se le ocurre condenar al Vesubio<br />
por haber matado 40.000 pacíficos ciudadanos.<br />
El amigo escritor con quien había yo iniciado por in<strong>te</strong>rnet un amable<br />
diálogo, cuando supo cuál era mi posicionamiento an<strong>te</strong> las condenas<br />
morales, debió montar en cólera de altos grados, porque escribió días<br />
después en el periódico un virulento artículo en el que me vi claramen<strong>te</strong><br />
aludido y gravemen<strong>te</strong> insultado. Así quedó truncada la correspondencia<br />
epistolar que amistosamen<strong>te</strong> habíamos iniciado. Truncada por par<strong>te</strong> de él<br />
(no por mi par<strong>te</strong>), pues yo no me inmuto por ningún insulto y, si no<br />
condeno a nadie, no condeno tampoco a ningún amigo que me insul<strong>te</strong>.<br />
Traigo la anécdota a colación, porque me dejó estupefacto el ver la brutal<br />
5 Digo “en apariencia”, porque no hubo similares condenas para similares a<strong>te</strong>ntados mortales de los GAL.<br />
6 Si no hay culpa, no puede haber delito ni castigo. Entonces el ciudadano ¿es libre de robar, de asesinar,<br />
de violar? En su momento responderemos a esta pregunta.<br />
16
fuerza que ejerce en la gen<strong>te</strong> el sentido moral, siendo así que nada es<br />
moralmen<strong>te</strong> malo ni bueno.<br />
El embargo man<strong>te</strong>nido contra Irak por el gobernan<strong>te</strong> yanqui mató<br />
novecientos mil niños. Pero el gobernan<strong>te</strong> yanqui no fue culpable. Hitler<br />
ex<strong>te</strong>rminó seis millones de judíos, pero no fue culpable. Los mercenarios<br />
del GAL mataron veintitantos militan<strong>te</strong>s de ETA por encargo del<br />
Gobierno español, y no fueron culpables ellos, ni el gobernan<strong>te</strong> español<br />
fue culpable. Mataron mucha gen<strong>te</strong> los activistas de ETA, pero ningún<br />
activista de ETA fue culpable. Tampoco es culpable el monstruo que<br />
viola a una niña de ocho años y la asesina.<br />
Por cierto, vamos a hacer aquí un inciso, porque esta última ca<strong>te</strong>goría de<br />
“culpable” es quizá la que mejor pone de relieve cuán irracional es la<br />
sociedad nuestra, si se mide bien la influencia de la propia sociedad en la<br />
comisión de ciertos delitos. De mil y una maneras, y por todos los medios<br />
—li<strong>te</strong>ratura, cine, espectáculos, <strong>te</strong>levisión, vídeo, revista erótica,<br />
pornografía, ornamentaciones y ropajes y toda clase de provocaciones de<br />
la propia mujer...— encienden a todas horas en el hombre el deseo<br />
sexual...<br />
Un grupo de camareras suecas se ha movilizado para buscar formas<br />
de pro<strong>te</strong>gerse de los huéspedes de ho<strong>te</strong>les donde se muestra<br />
pornografía en el <strong>te</strong>levisor de las habitaciones, y que se sobrexcitan<br />
después de ver las películas. El grupo señala que su trabajo se ha<br />
tornado físicamen<strong>te</strong> insoportable desde que se comenzaron a pasar<br />
programas de pornografía en multitud de ho<strong>te</strong>les de Suecia.<br />
Para colmo, incluso pensadores y hombres de ciencia presentan la<br />
hiperactiva sexualidad de la especie humana como si fuera una brillan<strong>te</strong><br />
conquista lograda por la evolución en el proceso de perfeccionamiento de<br />
las pautas creadas por la naturaleza, cuando esa hiperactiva sexualidad<br />
nuestra no es más que una acusada degeneración biológica de la especie.<br />
La presentan dando a en<strong>te</strong>nder que la grandiosa maquinaria del cosmos no<br />
sería perfecta, si en él no se ejecutara el perpetuum mobile de las pelvis<br />
del homo fornicans, a quien se confió la sagrada misión de procurarse en<br />
todo instan<strong>te</strong> placer, y nuevo placer, y más placer. Se incita al hombre<br />
por todos los medios para que saboree los exquisitos e in<strong>te</strong>nsos placeres<br />
de la lujuria, y luego se llora la tragedia de la mujer violada, exigiendo<br />
para el “culpable” castigos ejemplares, castración, pena de muer<strong>te</strong>... No<br />
parece coheren<strong>te</strong>.<br />
Acabado el inciso, retomo el hilo. Nadie es culpable de nada. Nunca.<br />
Ergo, “castigar culpables” no tiene sentido. Sin embargo, la sociedad<br />
actual, con sañuda saña, castiga “culpabilidades” en nombre de una<br />
“justicia” que en el fondo es únicamen<strong>te</strong> odio y venganza. Tras de un<br />
a<strong>te</strong>ntado mortal de ETA, como primera y más importan<strong>te</strong> declaración, se<br />
oyó a un gobernan<strong>te</strong> español pronunciar estas palabras:<br />
Yo os aseguro que el culpable o los culpables serán de<strong>te</strong>nidos,<br />
juzgados, y enviados a prisión, para que allí se pudran [sic].<br />
En otra ocasión se dijo que,<br />
17
...según informó el Minis<strong>te</strong>rio de Justicia, el acuerdo alcanzado se<br />
sitúa en el marco del pacto PP-PSOE, y, en concreto, en su apartado<br />
quinto, en el que los firman<strong>te</strong>s “se comprome<strong>te</strong>n al establecimiento de<br />
una legislación peni<strong>te</strong>nciaria que asegure el más completo y severo<br />
castigo” a los presos políticos condenados en relación a ETA.<br />
Sis<strong>te</strong>mática y continuamen<strong>te</strong> los gobernan<strong>te</strong>s usan ese lenguaje, destinado<br />
a mitigar la sed de venganza del pueblo que ha sufrido acciones<br />
“<strong>te</strong>rroristas”. La oposición a su vez condena a los gobernan<strong>te</strong>s,<br />
acusándoles de que su “criminal política anti<strong>te</strong>rrorista” es también<br />
<strong>te</strong>rrorismo, y de que son por ello “culpables”. En cuyo caso la primera<br />
reacción, instintiva, suele ser también de ira, de odio, de imprecaciones<br />
por tanta “maldad” alojada en el corazón del gobernan<strong>te</strong>. Actitud<br />
irracional, porque no hay en el gobernan<strong>te</strong> maldad ni culpa. No puede<br />
haberla en un George Bush Jr. que se cree llamado por Dios para liberar<br />
del Mal al mundo. Puede haber necedad, estupidez, discapacidad<br />
in<strong>te</strong>lectual. Pero no maldad.<br />
El 11 de marzo del año 2004, hizo explosión en Madrid una decena larga<br />
de bombas, estratégicamen<strong>te</strong> colocadas ex profeso para matar gen<strong>te</strong> del<br />
pueblo: obreros, oficinistas, estudian<strong>te</strong>s... Los muertos fueron casi<br />
doscientos, y unos mil se<strong>te</strong>cientos los heridos. Los autores de tanta<br />
“maldad” comunicaron a la opinión pública (entre otras cosas) lo<br />
siguien<strong>te</strong>:<br />
En el nombre de Dios, Clemen<strong>te</strong> y Misericordioso: Cuando <strong>te</strong> castigan<br />
tienes que castigar del mismo modo a quienes <strong>te</strong> castigaron. Mátalos<br />
allí donde los encuentres. [...] Nosotros en las Brigadas de Abu Hafs<br />
al Masri no nos entris<strong>te</strong>cemos por la muer<strong>te</strong> de civiles. [...] El<br />
Escuadrón del Humo de la Muer<strong>te</strong> os alcanzará pronto en un sitio<br />
donde podréis ver muertos a miles, si Dios quiere,...<br />
¿Qué culpa ni qué maldad puede haber en quien así habla, si quien así<br />
habla está convencido de que es Dios quien quiere que se dé muer<strong>te</strong> a<br />
inocen<strong>te</strong>s, que se los ma<strong>te</strong> allí donde se los encuentre, que se castigue a<br />
quien castigó, y que se le castigue del mismo modo que él castigó?<br />
La magnitud de las atrocidades perpetradas contra el pueblo vasco por el<br />
Partido Popular de España duran<strong>te</strong> el tiempo que és<strong>te</strong> se mantuvo en el<br />
poder, dejó atónitos a muchos pacíficos ciudadanos que hervían de<br />
indignación sin poder dar crédito a lo que estaban viendo. No podían<br />
comprender que en el gobernan<strong>te</strong> hispano hubiera tanta “maldad” hacia<br />
todo lo vasco, sólo porque el pueblo vasco no quiere que España (ni<br />
Francia) lo <strong>te</strong>ngan encadenado a la fuerza. No se daban cuenta de que los<br />
hispanos gobernan<strong>te</strong>s hacían lo que debían, dada su ideología, su<br />
patriotismo, sus convicciones... No eran ellos los “culpables” de tanta<br />
atrocidad. La Gran Culpable —entonces como ahora y como siempre—<br />
es la esencial irracionalidad que carac<strong>te</strong>riza a la Política en sociedades<br />
irracionalmen<strong>te</strong> constituidas.<br />
Como “acción mala”, opino que la tortura es la más perniciosa, la más<br />
nociva, la más dañina que puede llevarse a cabo contra un ser humano.<br />
Ordinariamen<strong>te</strong> solemos pensar que el homicidio —bien sea en forma de<br />
18
asesinato, bien sea en forma de castigo legal (fusilamiento, silla<br />
eléctrica, lapidación, etcé<strong>te</strong>ra)— es el daño mayor que puede hacerse a<br />
una persona. Estamos equivocados.<br />
El homicidio, lo que es propiamen<strong>te</strong> homicidio, no puede hacer ningún<br />
daño al in<strong>te</strong>rfecto. Puede hacérselo a sus familiares, a sus amigos, a sus<br />
conocidos..., pero no a la propia “víctima” (que, por eso mismo, nunca<br />
puede ser víctima). Si después de la vida hubiera “otra vida”, sería<br />
posible que el homicidio le causara daño: dependería de lo que le<br />
esperara en la “otra vida”. Pero no hay “otra vida”: como bien dijo<br />
Severo Ochoa, el hombre es únicamen<strong>te</strong> física y química. Entonces,<br />
cualquier daño (o beneficio) que se haga a una persona, <strong>te</strong>ndrá que<br />
hacérsele necesariamen<strong>te</strong> mientras viva. Ergo, lo que es propiamen<strong>te</strong><br />
“matar” no puede hacer daño a la persona matada. Mientras ésta se<br />
mantuvo con vida, no podía hacerle daño el homicidio (que no se había<br />
consumado aún), pero tampoco a partir del instan<strong>te</strong> en que se consumó:<br />
imposible hacer daño a quien ya no exis<strong>te</strong>.<br />
El daño máximo posible es la tortura. Pero quejarse de la “perversa”<br />
acción del torturador es, no sólo inútil, sino también tonto, necio, caren<strong>te</strong><br />
de sentido. Con quejas de ese cuño no se evitará la tortura, porque el<br />
torturador —que de ordinario suele ser ejecutor de órdenes emanadas del<br />
propio gobernan<strong>te</strong>— ya se las arreglará para continuar a escondidas el<br />
trabajo, sin <strong>te</strong>mor a nuestras quejas. También con relación al “culpable”<br />
torturador, lo único racional es buscar soluciones: buscar los medios que<br />
hagan imposible la tortura (o la necesidad de torturar).<br />
Después de la tortura, y desde el punto de vista de la “moral”, tal vez la<br />
acción más dañina que pueda realizarse contra un ser humano es la<br />
violación de una mujer. Se comprende que las víctimas —las<br />
directamen<strong>te</strong> afectadas, y las afectadas por empatía— sientan los peores<br />
deseos de venganza. Pero la venganza no resuelve el problema. Ya sé que<br />
las víctimas <strong>te</strong>ndrán escaso consuelo si les digo que no exis<strong>te</strong> el libre<br />
albedrío y que, por tanto, no es culpable el violador. Pero no se trata de<br />
decírselo a ellas. Hay que decírselo a los constructores de una sociedad<br />
racionalmen<strong>te</strong> concebida. Son ellos quienes deben saber que el problema<br />
no se resolverá con odios ni venganzas ni “justos castigos”, y que lo<br />
realmen<strong>te</strong> importan<strong>te</strong> es que se resuelva. Cuando los tribunales aplican al<br />
violador un castigo ejemplar, descansamos pensando que se ha hecho<br />
justicia. El mal no se remedia con eso, porque mañana habrá otra<br />
violación. El problema puede —y debe— resolverse de otra manera (que<br />
estudiaremos en la segunda fase).<br />
Lo que acaece con la tortura y con la violación, también acaece con la<br />
violencia física ejercida con fines políticos. En democracia, todo se<br />
reduce a vociferar contra los “violentos”, culpabilizándolos hasta el<br />
paroxismo (con la particularidad de que el culpabilizador suele ser no<br />
menos violento que el culpabilizado, aunque varíen las formas de la<br />
violencia). Hemos de comprender que ni unos ni otros tienen “culpa”. Y<br />
19
que, en todo caso, la violencia no desaparecerá sólo con que se vocifere,<br />
por mucho que se vocifere: algún distinto método habrá que usar.<br />
In<strong>te</strong>lectuales, políticos, gobernan<strong>te</strong>s, periodistas, <strong>te</strong>rtulianos, duran<strong>te</strong><br />
decenios estuvieron en el Estado español repitiendo, a cada minuto, que<br />
el militan<strong>te</strong> de ETA es un ser sanguinario, criminal, asesino que mata<br />
sólo por el placer de matar. Los in<strong>te</strong>ligen<strong>te</strong>s de entre ellos ya sabían que<br />
eso no era verdad, pero lo dijeron y lo repitieron mil veces, porque una<br />
enorme masa de gen<strong>te</strong> ignoran<strong>te</strong>, incapaz de pensar por su cuenta con un<br />
mínimo de in<strong>te</strong>ligencia, iba a tomarlo por verdad (que de eso se trataba,<br />
ya que así se ganaban votos).<br />
Como en todo, también tuvo que haber excepciones en ETA, pero la<br />
mayoría de sus militan<strong>te</strong>s fueron individuos de gran calidad humana,<br />
apreciados en su respectivo pueblo o barrio o comarca, abnegados,<br />
patriotas, luchadores dispuestos a dar su vida por la libertad del pueblo<br />
vasco... Sabían que tarde o <strong>te</strong>mprano acabarían acribillados a balazos, o<br />
sepultados en una cárcel después de haber sido torturados. Lo sabían,<br />
pero se alistaron por cen<strong>te</strong>nares en la organización armada: los vulgares<br />
y sanguinarios asesinos no se comportan así. Cada vez que retornaban a<br />
su pueblo natal, cumplida la condena de cárcel, eran jubilosamen<strong>te</strong><br />
recibidos y homenajeados: de haber sido vulgares y sanguinarios<br />
asesinos, no hubieran <strong>te</strong>nido ese recibimiento, una y otra vez, en todos<br />
los ámbitos de la geografía vasca. De ETA podrá decirse que sufrió una<br />
trágica equivocación al decidirse por la lucha armada, pero honestamen<strong>te</strong><br />
no podrá decirse que fue una banda de forajidos, o una escuela del<br />
crimen.<br />
Hubo un momento en que alguien, dentro del Estado español, decidió que<br />
era preciso eliminar físicamen<strong>te</strong> miembros de ETA refugiados en el<br />
Estado francés. En poco tiempo, casi treinta fueron abatidos, uno tras<br />
otro. Aquella violencia fue similar a la de ETA, aunque los medios de<br />
comunicación, los in<strong>te</strong>lectuales, los políticos, los gobernan<strong>te</strong>s, no<br />
vociferaron del mismo modo. Sólo un reducido sector de población,<br />
particularmen<strong>te</strong> la izquierda vasca, expresó su indignación, denunciando<br />
los hechos como crimen de Estado, y, claro está, culpabilizando a los<br />
autores.<br />
Hay que repetirlo: natural es que los allegados del in<strong>te</strong>rfecto en cada caso<br />
pusieran el grito en el cielo, tanto más cuanto que vieron altas instancias<br />
del Estado instigando la matanza, amparadas en la posibilidad de actuar<br />
impunemen<strong>te</strong>. Sin embargo, preciso es confesar, aunque no nos gus<strong>te</strong>, que<br />
tampoco entonces hubo culpables. Mientras no se demuestre lo contrario,<br />
hay que pensar que los dirigen<strong>te</strong>s del GAL obraron impulsados por su<br />
sentido del deber como españoles: para ellos ETA era enemigo acérrimo<br />
de España, no sólo porque mataba militares y guardias civiles y policías<br />
de España, sino también, y, sobre todo, porque amenazaba romper lo que<br />
ellos consideraban su patria. Subjetivamen<strong>te</strong> fueron —salvadas, por<br />
20
supuesto, las excepciones que también allí tuvo que haber—, defensores<br />
de su patria, y no culpables criminales. 7<br />
El género humano, si pre<strong>te</strong>nde vivir feliz en sociedad, <strong>te</strong>ndrá que<br />
renunciar a la violencia, inventando alguna eficaz manera de impedirla.<br />
Sin embargo, sea del color que fuere la violencia, no se la va a evitar<br />
vociferando y despotricando contra sus “malvados” practican<strong>te</strong>s, e<br />
imponiéndoles, por “malos”, el severo “castigo” correspondien<strong>te</strong>. Habrá<br />
que recurrir a otros medios, porque los empleados tradicionalmen<strong>te</strong> desde<br />
siempre —puesto que es un en<strong>te</strong> de razón el Mal— son irracionales<br />
(además de ineficaces).<br />
Cuando se trata de juzgar o describir qué acaece habitualmen<strong>te</strong> en la<br />
sociedad humana, casi todo lo que se opina o se comenta en revistas,<br />
libros, periódicos, deba<strong>te</strong>s, <strong>te</strong>rtulias, etc., sis<strong>te</strong>máticamen<strong>te</strong> suele ser<br />
queja de conductas moralmen<strong>te</strong> malas, pro<strong>te</strong>sta, denuncia, condena...<br />
Todos los días, y a todas horas, todo se reduce a criticarlo todo a la luz<br />
de la ética y de la moral. Se hace, además —al hacerse públicamen<strong>te</strong>—,<br />
con la in<strong>te</strong>nción-deseo (conscien<strong>te</strong> o no) de que un día la sociedad<br />
consiga erradicar “lo malo” así denunciado.<br />
No lo conseguiremos. Perderemos el tiempo. El único Mal que hay en el<br />
mundo es el físico: dolor, sufrimiento, desgracia, infelicidad. Y, si<br />
queremos que el mal físico desaparezca de nuestras vidas, lo primero que<br />
hemos de hacer es convencernos de que “el Mal” no exis<strong>te</strong>, y de que nada<br />
ni nadie es moralmen<strong>te</strong> malo. Convencernos de que la causa de que haya<br />
males físicos en el mundo está en el orden in<strong>te</strong>lectual, es decir fuera del<br />
orden moral, y de que el único medio que exis<strong>te</strong> para erradicarlos es la<br />
sustitución de la irracional Política por la racional y apolítica<br />
Logocracia, o fuerza de la Razón (que hemos de estudiar después con<br />
mucha a<strong>te</strong>nción).<br />
No es la “maldad moral” quien trae dolor al género humano, sino el Error<br />
in<strong>te</strong>lectual. Es decir, la Política, pues la Política es Filosofía, y la<br />
Filosofía es Error in<strong>te</strong>lectual. El político, por ser intrínsecamen<strong>te</strong> incapaz<br />
de evitar la infelicidad humana, la perpetúa. Pero <strong>te</strong>nemos que saber que<br />
esa intrínsecamen<strong>te</strong> incapacidad no se debe a “maldad” alguna de nadie<br />
(corrupción, por ejemplo), ni siquiera a una posible impericia o<br />
incompe<strong>te</strong>ncia, sino, simplemen<strong>te</strong>, a la irracional constitución de la<br />
sociedad. Ella es la causa de que los políticos <strong>te</strong>ngan que operar de facto<br />
contra la Razón —o, lo que es igual, sin sometimiento a la fuerza de la<br />
Razón—, a causa de que la Política se nutre únicamen<strong>te</strong> de los errores de<br />
la Filosofía: ética, moral, delito, culpa, castigo, derecho, justicia,<br />
injusticia...<br />
7 Lo cual no quiere decir ⎯como en cierta ocasión pre<strong>te</strong>ndió Rosa Díez, portavoz adjunto del PSE-EE⎯<br />
que los presos de ETA no, y los presos Barrionuevo y Vera sí eran "honorables ciudadanos cuya<br />
comparación con los presos de ETA sería una indignidad". Eso ya no. O herramos, o quitamos el banco. Los<br />
presos de ETA fueron (a no dudarlo) ciudadanos tan honorables como Barrionuevo y Vera.<br />
21
Abjurar de tales errores: único medio que <strong>te</strong>nemos los aman<strong>te</strong>s de la<br />
humanidad para liberarla de sus padecimientos.<br />
22
III*<br />
Irracionalidad esencial de la democracia<br />
Todo ser humano quiere ser feliz. Quiere ser lo más feliz posible. Por sí<br />
solo, como individuo, no puede conseguirlo: debe asociarse con sus<br />
semejan<strong>te</strong>s, e in<strong>te</strong>ntarlo, en mutua colaboración in<strong>te</strong>ligen<strong>te</strong>.<br />
Cierto es que siempre, desde tiempo inmemorial, se asoció. Y sigue<br />
asociándose. Pero nunca lo ha hecho —en los primeros tiempos le era<br />
ma<strong>te</strong>rialmen<strong>te</strong> imposible hacerlo— con la finalidad explícita de<br />
procurarse la máxima felicidad a la que el ser humano podría aspirar:<br />
sólo se asoció con el fin de procurarse aquella porción de felicidad a la<br />
que en concreto podía aspirar en las circunstancias del momento (o a la<br />
que creía poder aspirar en otra vida post mor<strong>te</strong>m).<br />
Lo hizo de muchas maneras, formando o conformando pareja, familia,<br />
clan, tribu, pueblo, secta, iglesia, nación, Estado, Estados Unidos,<br />
Naciones Unidas... También fueron variadas las formas de organización y<br />
dirección de los diferen<strong>te</strong>s tipos de asociación: patriarcado, matriarcado,<br />
sultanato, papado, monarquía, república, dictadura, democracia... Todas<br />
las tales asociaciones tuvieron siempre una triple carencia de facto, de la<br />
que aquí hemos de tomar buena nota, porque hay otra muy distinta<br />
manera de asociarse, que nunca se ha ensayado. Fueron éstas las<br />
carencias:<br />
1ª) Aunque todas las tales asociaciones buscaban el propio bien o<br />
bienestar o felicidad, ninguna procuró nunca deliberadamen<strong>te</strong>,<br />
explícitamen<strong>te</strong>, conseguir la máxima felicidad posible: aspiraron todas,<br />
como mucho, a una vida mejor, pero no, explícitamen<strong>te</strong>, a la mejor<br />
posible (quizá porque a priori estuvo seguro de que era insensato incluso<br />
el soñarlo).<br />
2ª) Aunque en <strong>te</strong>oría (con más o menos in<strong>te</strong>nsidad y celo) todas<br />
procuraron el bien común, explícitamen<strong>te</strong> nunca trabajó ninguna —esto<br />
en otros tiempos era ma<strong>te</strong>rialmen<strong>te</strong> imposible— por el bien de todos los<br />
habitan<strong>te</strong>s de la Tierra: como mucho, trabajaron sólo por el de la propia<br />
grey, sólo por el del propio pueblo, sólo por el de la propia nación...<br />
3ª) Si bien todas estuvieron racionalmen<strong>te</strong> organizadas y dirigidas en el<br />
sentido de que para ello alguien tuvo que razonar, ninguna de ellas<br />
estuvo nunca organizada y dirigida por la Razón en el sentido de que<br />
hiciera más o menos correcto uso de la razón el cuerpo social como<br />
totalidad: solamen<strong>te</strong> lo hizo si acaso una mayor o menor par<strong>te</strong> de la<br />
sociedad: el gurú, el rey, el emperador, la cor<strong>te</strong>, el gobierno, el senado,<br />
la congregación, la hermandad, la iglesia...<br />
Por mor de la simplificación expositiva, acep<strong>te</strong>mos que las formas de<br />
organización social conocidas a lo largo de la historia han sido siempre,<br />
23
sin término medio, o dictaduras, o democracias. Cuando todos los<br />
miembros adultos de la comunidad pueden con su voto influir de algún<br />
modo en las decisiones que atañen a la felicidad general, estamos an<strong>te</strong><br />
una democracia. En caso contrario, cuando se ha denegado poder<br />
decisorio a una par<strong>te</strong> cualquiera de la población adulta —la plebe o las<br />
mujeres o los esclavos o los delincuen<strong>te</strong>s presos, por ejemplo—, rige una<br />
dictadura. Por supuesto, cualquier tipo de régimen que se haya instaurado<br />
violentamen<strong>te</strong>, y no por votación popular, es también dictadura para<br />
nosotros, aunque sus fautores le hayan dado nombres tales como<br />
“democracia orgánica” o “democracia popular”; y aunque se hayan<br />
después celebrado en su seno votaciones coyunturales.<br />
Desde ahora consideramos obvio que, en principio, ninguna dictadura es<br />
institución idónea para propiciar la felicidad mayor posible de todos los<br />
habitan<strong>te</strong>s de la Tierra. Aun supuesta la buena voluntad de quien ejerza la<br />
dictadura —y aunque la ejerciera una ejemplar asamblea de sabios—, no<br />
se puede afirmar que ése es el medio más adecuado para crear universal<br />
felicidad. La razón de ello está en que, probable o no, es posible que, en<br />
un momento dado, entre las personas excluidas del órgano rector<br />
dictador, haya una (o más de una) con soluciones mejores que la de él,<br />
aunque fuese muy elevada la in<strong>te</strong>ligencia y sabiduría de los rectores, y<br />
aunque estuviese en todos ellos favorablemen<strong>te</strong> dispuesta la voluntad. Si<br />
a un sector cualquiera de la población, incluso a un sólo individuo, se le<br />
impide participar en las decisiones, el procedimiento deja de ser el más<br />
idóneo. Como se demostrará más adelan<strong>te</strong>, por esa misma razón deja<br />
también de ser idónea la soi-disant “democracia participativa”: porque<br />
imposibilita que un sector (la minoría) participe en las decisiones.<br />
Verdad es que puede haber pueblos gobernados en dictadura, más felices<br />
que otros gobernados en democracia, pero ello no pasa de ser un hecho<br />
accidental o anecdótico, porque es la esencia de la dictadura lo que,<br />
cae<strong>te</strong>ris paribus, la sitúa desfavorablemen<strong>te</strong>: la democracia puede crear<br />
mecanismos de control del poder ausen<strong>te</strong>s, por definición, en una<br />
dictadura, y ocasionalmen<strong>te</strong> necesarios para el bien común. Renunciamos,<br />
pues, a iniciar discusiones acerca de las dictaduras qua proveedoras de la<br />
felicidad mayor posible.<br />
Entre parén<strong>te</strong>sis: al decir (sin más especificaciones) “dictadura”, me<br />
refiero sólo a las ya conocidas a través de la historia. Sólo a ellas, porque<br />
exis<strong>te</strong> de hecho una implacable dictadura de otro tipo, esencialmen<strong>te</strong><br />
distinta de aquéllas, que es idónea para hacernos felices. Tan idónea que<br />
es ella lo único idóneo para ese fin. Estoy refiriéndome a la dictadura de<br />
la Razón. Es implacable dictadura porque siempre —siempre que toma<br />
las riendas y nos gobierna o nos dirige— a todos nos obliga a aceptar sus<br />
dictados: nadie puede rebelársele ni oponérsele. Por ejemplo, no hay en<br />
toda la Tierra una sola persona cuyo in<strong>te</strong>lecto se atreva a afirmar que 7 y<br />
5 son 18, aunque esa persona tuviere sumo in<strong>te</strong>rés en que sean 18. Si la<br />
Razón dice que son 12, 12 han de ser.<br />
24
Me pareció convenien<strong>te</strong> dar a esta dictadura el nombre de “logocracia”<br />
(logos = razón; kratos = autoridad, poder, fuerza; o sea, “poder o fuerza<br />
de la razón”). De ella se hablará largo y <strong>te</strong>ndido más adelan<strong>te</strong>. Quede,<br />
pues, la escueta denominación “dictadura” para tan sólo referirnos a las<br />
que históricamen<strong>te</strong> hemos conocido como tales. Cierro el parén<strong>te</strong>sis, y<br />
continúo.<br />
La dictadura no es la forma social más deseable, si lo que se busca es<br />
felicidad máxima para todos. Pero también la democracia dista mucho —<br />
dista muchos años-luz— de ser el instrumento más apropiado. Esto sí<br />
debe estudiarse y debatirse in<strong>te</strong>ligen<strong>te</strong>men<strong>te</strong>, porque hoy casi todo el<br />
mundo, pese a reconocer que el democrático es el menos malo de los<br />
sis<strong>te</strong>mas de gobierno conocidos (pese a reconocer, por tanto, que es<br />
malo), de hecho lo abona, lo ensalza, lo venera, lo adora como si fuese<br />
una panacea. Se supone que los autores del ditirambo sólo pre<strong>te</strong>nden con<br />
ello manifestar su repulsa de las dictaduras. Pero, aun así, resulta<br />
excesivo ensalzar y adorar la democracia en tales términos, puesto que es<br />
ella, sobre todo, la que está cuando menos man<strong>te</strong>niendo a la humanidad<br />
sumergida en un océano de sufrimientos, e incluso conduciéndola al<br />
precipicio, últimamen<strong>te</strong> a grandes zancadas.<br />
Como la Dictadura ya quedó fuera de la discusión, y como nada nos<br />
importa ahora el matiz, los mayusculados vocablos “Política” y<br />
“Democracia” van a ser sinónimos entre nosotros. Así, cuando digamos<br />
que la Democracia es un sis<strong>te</strong>ma inepto o inadecuado, porque no puede<br />
propiciar la condición sine qua non para que podamos todos vivir<br />
felizmen<strong>te</strong>, estaremos diciendo que es la Política la que nunca nos hará<br />
felices, que es el político el que nunca resolverá la problemática vital de<br />
la humanidad. Y, a la inversa, cuando se hable de la inoperan<strong>te</strong> Política,<br />
se estará diciendo que es la Democracia la que nunca podrá hacernos<br />
felices.<br />
Ya expliqué an<strong>te</strong>riormen<strong>te</strong> por qué la Democracia (es decir la Política)<br />
nunca dará cumplida solución a nuestros problemas. No es porque el<br />
político sea vividor, ambicioso, mendaz, corrupto, etc., es decir<br />
“moralmen<strong>te</strong> malo”. Ni siquiera porque sea incompe<strong>te</strong>n<strong>te</strong> o inepto como<br />
persona. Es por otras causas. Por ejemplo, porque en sus objetivos<br />
propios y específicos entra el ocuparse de hacer política local, y de<br />
hecho, por tanto, el ocuparse de no hacer feliz a la humanidad.<br />
Con creces la historia de todos los días nos demuestra que la Política no<br />
resolverá la problemática social de la humanidad. En el año 2000, los<br />
famosos Objetivos del Milenio de las Naciones Unidas con<strong>te</strong>mplaban<br />
reducir a la mitad —para el año 2015— el hambre y la extrema pobreza,<br />
universalizar la enseñanza primaria, reducir la mortalidad infantil en dos<br />
<strong>te</strong>rcios, reducir en tres cuartos la mortalidad ma<strong>te</strong>rna, etcé<strong>te</strong>ra. Hoy, en el<br />
año 2005, los objetivos no llevan camino de ser alcanzados:<br />
Actualmen<strong>te</strong> 1000 millones de personas viven con menos de un dólar<br />
diario. Otros 2000 millones luchan por sobrevivir con menos de dos<br />
dólares. Once millones de niños mueren cada año (la mayoría con<br />
25
menos de cinco años de edad). Alrededor de 114 millones de menores<br />
no asis<strong>te</strong>n a la escuela primaria. 584 millones de mujeres son<br />
analfabetas. Más de 840 millones de seres humanos sufren hambre<br />
crónica. Más de 1000 millones carecen de acceso al agua potable...<br />
Jeffrey Sachs, director del Instituto de la Tierra, de la Universidad de<br />
Columbia, “se mostró muy crítico con los pocos avances que se han<br />
logrado en estos cinco años”. Aunque también él atribuía a falta de<br />
ética los pocos avances, ya que “los países ricos no están cumpliendo<br />
con sus compromisos de ayuda al desarrollo”, la causa última de que<br />
persistan los problemas no es la falta de ética. El equipo de expertos<br />
encabezado por Jeffrey Sachs calculó que, para alcanzar los Objetivos<br />
del Milenio,<br />
se necesitaría, a partir del próximo año, una inversión de 102.000<br />
millones de euros anuales, que irá creciendo hasta alcanzar los<br />
148.000 millones en 2015.<br />
Sin embargo, se puede vaticinar que ni así quedaría el problema<br />
totalmen<strong>te</strong> resuelto, porque subsistiría la causa última, que es la<br />
irracionalidad intrínseca del quehacer político tradicional. El problema<br />
del hambre en el <strong>te</strong>rcer mundo no puede resolverse con sólo dar limosna<br />
—aunque ésta fuere suficien<strong>te</strong> para saciar a los hambrientos actuales—,<br />
porque la limosna suficien<strong>te</strong> puede no perpetuarse, mientras que son<br />
perpetuas las necesidades alimentarias (apar<strong>te</strong> de que perpetuar la<br />
limosna, por suficien<strong>te</strong> que fuere, no sería la verdadera solución).<br />
Más o menos, el fin de la Política es hacer feliz a la gen<strong>te</strong>. Pero no podrá<br />
alcanzar nunca ese fin en la medida máxima en que la felicidad es posible<br />
en la Tierra, porque la Política tiene que desenvolverse necesariamen<strong>te</strong><br />
dentro de una sociedad cuyos parámetros estructurales, por su<br />
irracionalidad, son inadecuados para la tal felicidad (que sólo será<br />
posible cuando se rompa el marco estructural, y se le sustituya por otro<br />
que sea racional). Es decir que la Política, no puede hacernos felices,<br />
porque es irracional, no por falta de ética. Trabajar para que la Política,<br />
ejercida éticamen<strong>te</strong>, nos arregle el mundo, es trabajar para que dé peras<br />
el olmo.<br />
La Política no puede hacernos felices, porque es irracional. Y también<br />
porque, de facto, su fin esencial no es construir un mundo racional que<br />
haga feliz a todo hombre, sino (a lo sumo) conseguir que el ser humano<br />
se adap<strong>te</strong> a los hechos que no le hacen feliz y que no pueden evitarse en<br />
un mundo irracional. Raúl Estrada, presiden<strong>te</strong> del Comité Negociador del<br />
Protocolo de Kioto, en una entrevista concedida al diario Gara en<br />
vísperas de la X Conferencia de las Par<strong>te</strong>s de la Convención de Naciones<br />
Unidas sobre Cambio Climático, hizo —sobre el cambio climático—<br />
relativamen<strong>te</strong> sensatas manifestaciones que me parecieron gravemen<strong>te</strong><br />
insensatas, consideradas en absoluto:<br />
No hay que provocar alarma. [...] Hay que pensar más en adaptación<br />
que en catástrofes. Y los países lo están haciendo. Holanda, por<br />
ejemplo, se adaptó a los niveles del mar; el ganado traído de Europa a<br />
América se adaptó; los caballos árabes traídos a la Argentina son hoy<br />
26
mejores que los caballos de los países árabes; todo se adapta; los<br />
cultivos... Siempre hemos vivido adaptándonos.<br />
Esto sería, fren<strong>te</strong> a la amenaza de una catástrofe, no ya simplemen<strong>te</strong><br />
sensato, sino lógicamen<strong>te</strong> obligado, y absolutamen<strong>te</strong> necesario, si fuese<br />
del todo imposible evitar la catástrofe. Si nolens volens hemos de ser<br />
alcanzados por el torren<strong>te</strong> de lava, por la riada, por el cambio climático,<br />
por el “tsunami”, lógico será pensar más en cómo adaptarnos. Pero “hay<br />
que pensar más en adaptación que en catástrofes”, dicho así, y<br />
considerado en absoluto, es una insensa<strong>te</strong>z intrínsecamen<strong>te</strong> genocida. En<br />
el caso concreto del cambio climático al que estamos enfrentándonos —y<br />
que ya se veía venir hace años como efecto de la actividad humana—,<br />
perogrullesco es que an<strong>te</strong> todo se debía haber pensado y seriamen<strong>te</strong><br />
estudiado si es posible prevenir y evitar que se produzca. Naturalmen<strong>te</strong>,<br />
sin perjuicio de que se estudie también la adaptación en caso de que no<br />
sea posible frenar el cambio.<br />
La Política es incapaz de hacernos felices, porque los políticos tienen<br />
obligación de resolver la problemática social man<strong>te</strong>niendo intocables<br />
algunos statu quo que son precisamen<strong>te</strong> los que plan<strong>te</strong>an la problemática.<br />
Un ejemplo dejará en claro lo que quiero decir. Supongamos que el actual<br />
político demócrata in<strong>te</strong>ntara hacer feliz a la humanidad, tal como está<br />
constituida hoy. No podría conseguirlo de ninguna manera, porque el<br />
in<strong>te</strong>nto sería li<strong>te</strong>ralmen<strong>te</strong> contradictorio: su obligado campo de trabajo<br />
sería una sociedad constituida por distintos Estados, y es precisamen<strong>te</strong> la<br />
exis<strong>te</strong>ncia de distintos Estados una de las más eficien<strong>te</strong>s causas de que no<br />
pueda ser feliz la humanidad.<br />
Poco ha publicó Marcos Roitman Rosenmann en La JORNADA un<br />
artículo en el que acusaba a la izquierda de haber abandonado “los<br />
principios”. Obviamen<strong>te</strong>, razonaba sobre la base de que la izquierda es la<br />
que puede poner fin a la explotación del ser humano y a la esclavitud (o,<br />
lo que es igual, es la que puede hacer feliz a la humanidad):<br />
La izquierda en toda su dimensión política, social e in<strong>te</strong>lectual, se<br />
constituye históricamen<strong>te</strong> como una al<strong>te</strong>rnativa a la explotación del<br />
ser humano. Es una lucha contra la esclavitud y, a la par, es una<br />
búsqueda por construir la igualdad en la práctica radical de la<br />
democracia. [...] Ser de izquierda es una ética de vida cuya dimensión<br />
social supone luchar contra la explotación, por la justicia social, la<br />
democracia radical, la reforma agraria, el salario digno, la educación<br />
gratuita, el socialismo y la liberación. [...] Por ende, una izquierda en<br />
el siglo XXI sin principios sigue sin ser de izquierda.<br />
Pero yo a Marcos Roitman debo preguntar si lo importan<strong>te</strong> en verdad es<br />
que la izquierda man<strong>te</strong>nga esos principios, entre los que figuran la lucha<br />
por la justicia social, el salario digno, la democracia radical... A mí me<br />
parece que no. Que lo único importan<strong>te</strong> en verdad es que la izquierda<br />
pueda hacer feliz a la humanidad, cosa imposible con esos principios.<br />
Porque, según hemos de ver más adelan<strong>te</strong> en es<strong>te</strong> ensayo, nuestro<br />
in<strong>te</strong>lecto no sabe qué es “justicia”, ni qué es un salario “digno”. Y según<br />
vamos viendo hasta ahora, y seguiremos viendo, lo que nuestro in<strong>te</strong>lecto<br />
sí sabe es que la democracia no puede hacer feliz a la humanidad.<br />
27
No sirve la Política. No sirve la Democracia. Pero ello se debe sólo a su<br />
irracionalidad. Se debe sólo a que en Política, en Democracia, la fuerza<br />
de la Razón está ausen<strong>te</strong>, como directriz. De una u otra manera, la<br />
democracia encomienda siempre las decisiones a la voluntad (a los<br />
votos), con lo cual ipso facto renuncia a encomendarlas a la Razón, pues<br />
la excluye formalmen<strong>te</strong>. Por irracional, es incapaz de constituirse en<br />
sis<strong>te</strong>ma óptimo de convivencia social entre animales que son racionales.<br />
La Democracia es inepta, porque no dispone de ningún mecanismo social<br />
apto para hacer valer exclusiva y formalmen<strong>te</strong> la fuerza de las opiniones,<br />
por contraposición a la fuerza de las voluntades. Inepta porque, per se,<br />
jamás conseguirá que prevalezca por encima de todo la razón indicadora<br />
del camino a seguir para la ob<strong>te</strong>nción de felicidad. Inepta, porque no es<br />
una logocracia —o “logicocracia”— expresamen<strong>te</strong> concebida para hacer<br />
del animal racional, en cuanto tal, un animal feliz en el grado más alto<br />
posible.<br />
Es inepta, por ser sis<strong>te</strong>ma que obliga a la humanidad a navegar sin<br />
rumbo, a bordo de una nave planetaria que nadie gobierna. Es inepta,<br />
porque permi<strong>te</strong> a la humanidad seguir siendo lo que siempre ha sido: un<br />
colectivo irracional por acéfalo. Hay cerebros que gobiernan o dirigen, a<br />
veces incluso con racionalidad ejemplar, una familia, una empresa, un<br />
municipio, un Estado... Pero ningún cerebro ha dirigido todavía la<br />
sociedad humana global: ésta caminó siempre, y también hoy camina, al<br />
azar, al errático rumbo que le imponen los in<strong>te</strong>reses particulares en<br />
juego.<br />
Sabia fue la adver<strong>te</strong>ncia de Carl Marx: “los filósofos se han limitado a<br />
in<strong>te</strong>rpretar el mundo de distintos modos, y de lo que se trata es de<br />
transformarlo.” Pero no investigó en qué medida y de qué manera puede<br />
realizarse la transformación para que sea feliz todo el mundo (no<br />
solamen<strong>te</strong> la clase obrera). La transformación social —indispensable para<br />
ese objetivo— tiene que ser mucho más profunda que todo cuanto<br />
imaginó Marx. La que se necesita para que el mundo sea feliz es la<br />
transformación de una sociedad irracional en sociedad gobernada o<br />
dirigida sólo por la fuerza de la Razón, es decir por un sis<strong>te</strong>ma de<br />
logocracia (que es lo opuesto a cualquier dictadura y a cualquier<br />
democracia). No fue ésa á transformación prevista por Marx.<br />
Por otra par<strong>te</strong>, Marx creyó que el único medio eficaz para transformar el<br />
mundo es la revolución referida a los hechos (revolución armada, cuyo<br />
objetivo es, como dice el Manifiesto Comunista, la abolición del derecho<br />
de propiedad, “objetivo que sólo puede ser alcanzado derrocando por la<br />
violencia el orden social exis<strong>te</strong>n<strong>te</strong>”).<br />
Encuentro ahí un grave error, si de lo que se trata es de que el mundo<br />
en<strong>te</strong>ro sea lo más feliz posible. Creo que, en tal supuesto, el único medio<br />
eficaz para transformar el mundo no es la revolución armada, porque<br />
exis<strong>te</strong> la al<strong>te</strong>rnativa de una revolución referida a las ideas (por<br />
contraposición a los hechos).<br />
28
No una “descafeinada” revolución, que sería mera evolución piadosa (a lo<br />
Proudhon) del “pensamiento y la mentalidad de las gen<strong>te</strong>s”. Pero sí una<br />
radical revolución del Pensamiento vigen<strong>te</strong> hasta ahora, ya que es el<br />
Error —los errores del in<strong>te</strong>lecto, secularmen<strong>te</strong> man<strong>te</strong>nidos al amparo de<br />
la Filosofía— quien sus<strong>te</strong>nta las bases todas de ese Pensamiento vigen<strong>te</strong><br />
hasta ahora. Lo que hay que transformar —y transformarlo de arriba<br />
abajo— es el mundo de las Ideas (falso) en el que vivimos. 8 Por eso y<br />
para eso hay que abandonar toda Filosofía: también, por tanto, la<br />
con<strong>te</strong>nida en el marxismo. Es decir que se requiere transformar de arriba<br />
abajo el mundo de la Política, el mundo de la Democracia, creando algo<br />
no sea ni dictadura ni democracia. Algo que sea radicalmen<strong>te</strong> distinto:<br />
que sea propiamen<strong>te</strong> racional. Un modelo de sociedad en que por encima<br />
de la fuerza bruta prevalezca la razón. Apartada la Filosofía, ese modelo<br />
se puede crear. Y vamos a crearlo.<br />
Dicho de otra manera. Carl Marx abogó por la transformación de la<br />
sociedad. Pero la transformación propuesta por él es insuficien<strong>te</strong>:<br />
median<strong>te</strong> ella no se resolverá del todo la problemática social humana. Es<br />
insuficien<strong>te</strong>, porque en la sociedad así transformada no existiría<br />
mecanismo específico apto para que se adop<strong>te</strong>n las decisiones todas, no<br />
por la voluntad popular o gubernamental, sino por la in<strong>te</strong>ligencia o la<br />
razón o del gobernan<strong>te</strong> o del pueblo.<br />
Si opino que el orden social exis<strong>te</strong>n<strong>te</strong> no se derrocará nunca por la<br />
revolución de los hechos, y que sí puede ser derrocado por la revolución<br />
de las ideas —es decir, no por la fuerza de las armas, y sí por la fuerza<br />
de la Razón—, es porque las armas de las que puede una revolución<br />
disponer son “de corto alcance”. Si concurren favorables circunstancias,<br />
las armas podrán derrocar el orden social exis<strong>te</strong>n<strong>te</strong> dentro de las<br />
fron<strong>te</strong>ras de es<strong>te</strong> o aquel Estado, pero es impensable que puedan al<br />
mismo tiempo derrocarlo en todos y cada uno de los Estados. Y, de no<br />
hacerlo así, el orden social exis<strong>te</strong>n<strong>te</strong> acaso se man<strong>te</strong>nga firme en muchos<br />
de ellos, y hasta puede ocurrir —ya ha ocurrido— que con el tiempo<br />
sobrevenga la involución en aquellos en los que el orden social ya había<br />
sido violentamen<strong>te</strong> derrocado. Para el Pensamiento, en cambio, no hay<br />
fron<strong>te</strong>ras, y la revolución de las ideas puede un día hacerse realidad,<br />
prácticamen<strong>te</strong> al instan<strong>te</strong>, en todo el mundo.<br />
En una palabra. Aunque no lo parezca, el Saber establecido es la causa<br />
principal de que se man<strong>te</strong>nga firme el Poder establecido. La revolución<br />
de las armas dirigida contra és<strong>te</strong> se prevé difícil o imposible. No así la<br />
revolución de los cerebros dirigida contra aquél. Y esta revolución es la<br />
que necesita la humanidad para liberarse. Derrocar el Saber establecido<br />
es el medio más eficaz para derrocar el Poder establecido. Porque la<br />
fuerza de las Ideas —la fuerza de la Razón— es una soberana fuerza<br />
cósmica indestructible. 9 Víctor Hugo debió pensar algo semejan<strong>te</strong> cuando<br />
dijo que<br />
8 Desman<strong>te</strong>lar ese falso mundo es el objetivo de mi ensayo <strong>Logos</strong> avanza...<br />
9 V. <strong>Logos</strong> avanza...<br />
29
lo que arrastra y conduce al mundo no son las locomotoras, sino las<br />
ideas.<br />
30
IV*<br />
Irracionalidad del voto en concreto<br />
En los actos que realiza el ser humano en cuanto que es animal pensan<strong>te</strong>,<br />
como fin último persigue siempre la propia felicidad máxima posible,<br />
aunque rara vez él (quizá nunca) es plenamen<strong>te</strong> conscien<strong>te</strong> de ello.<br />
Conviene <strong>te</strong>nerlo en cuenta, si se quiere estudiar el problema de la<br />
felicidad o bienestar de los humanos.<br />
Cuando hable yo de esta felicidad o bienestar, me referiré siempre a<br />
todos los humanos. Tiene que ser así obligatoriamen<strong>te</strong>, por una razón<br />
elemental: no es posible garantizar a un ciudadano la felicidad mayor<br />
posible, si no son también felices en la mayor medida posible todos los<br />
congéneres (cosa que en realidad, si no es tautológica, poco le falta para<br />
serlo).<br />
Ergo, cuando haya de elegirse un de<strong>te</strong>rminado sis<strong>te</strong>ma de organización<br />
social o de gobierno, y se quiera <strong>te</strong>ner esa garantía, lo único racional o<br />
sensato será elegir un sis<strong>te</strong>ma que persiga como fin último la felicidad<br />
máxima posible de todos los ciudadanos del planeta.<br />
No lo digo por manía maximalista. En es<strong>te</strong> asunto de la problemática<br />
social de la humanidad, siempre se ha de buscar la solución óptima (sea,<br />
o no, maximalista). Por una sencilla razón: están todos los problemas de<br />
la sociedad in<strong>te</strong>rrelacionados —íntimamen<strong>te</strong> trabados entre sí— de tal<br />
forma que no se puede resolver A, si no se ha resuelto B, que a su vez<br />
tampoco se resolverá mientras C no se resuelva, etcé<strong>te</strong>ra. Conformarse<br />
con un mundo simplemen<strong>te</strong> “mejor” implica renunciar a que se resuelva<br />
satisfactoriamen<strong>te</strong> su problemática.<br />
Sólo porque el sis<strong>te</strong>ma “democracia” nunca podrá proponerse como fin<br />
último la felicidad máxima posible de todos los ciudadanos del planeta,<br />
ya <strong>te</strong>ngo suficien<strong>te</strong> motivo para hacer mi tajan<strong>te</strong> afirmación de que la<br />
Democracia o la Política no sirven, y de que se ha cometido un error<br />
siempre que se optó por un sis<strong>te</strong>ma de gobierno democrático. De ninguna<br />
manera puede la democracia conseguir dicho fin último: su propia<br />
naturaleza íntima lo impide. Basta pensar en lo que esencialmen<strong>te</strong> es —<br />
consulta popular de voluntades—, para que se ponga de manifiesto su<br />
radical irracionalidad en orden a promover el máximo bienestar posible<br />
de todos los miembros de la comunidad.<br />
Para ob<strong>te</strong>ner ese resultado, indispensable requisito es que de manera<br />
in<strong>te</strong>ligen<strong>te</strong> se busquen los medios conducen<strong>te</strong>s a ese máximo bienestar, y<br />
que se los ponga en práctica si han sido hallados. En ese quehacer, la<br />
consulta popular de las voluntades no sirve, ya que buscar y hallar son<br />
compe<strong>te</strong>ncias específicas del in<strong>te</strong>lecto, no de la voluntad. 10 Si no lo hace<br />
10 Según George Sand, el in<strong>te</strong>lecto busca, pero quien halla es el corazón. Supongo que es una bella manera<br />
de decir que, en ciertos asuntos, el in<strong>te</strong>lecto halla porque lo impulsa el corazón, pues lo incuestionable es<br />
31
la razón o la in<strong>te</strong>ligencia, ningún otro magis<strong>te</strong>rio podrá enseñarnos cuál<br />
es la buena fórmula para reducir al mínimo los padecimientos del género<br />
humano. La especie humana en busca de felicidad es como la expedición<br />
viajera perdida en selva virgen inmensa: no será la voluntad de los<br />
expedicionarios en cuanto tal —no será su voto— el que les ayude a<br />
encontrar la ruta más convenien<strong>te</strong> para su propósito.<br />
El resor<strong>te</strong> básico de la democracia es el voto. Por su étimo —del latín<br />
voveo, vovi, votum—, el voto está conceptualmen<strong>te</strong> emparentado con el<br />
deseo. Ahora bien, desear es un acto volitivo-sensitivo, en el sentido de<br />
que la elaboración del deseo no compe<strong>te</strong> inmediata y directamen<strong>te</strong> a la<br />
in<strong>te</strong>ligencia, sino a la voluntad (al menos en par<strong>te</strong>). Así, pues, aunque<br />
somos animales dotados de razón —léase “dotados de mecanismo<br />
cerebral pensan<strong>te</strong>” 11 —, el sis<strong>te</strong>ma democrático nos obliga a no serlo<br />
cuando se tra<strong>te</strong> de adoptar decisiones que afectan a la felicidad general:<br />
nos fuerza a manejar únicamen<strong>te</strong> el mecanismo cerebral volen<strong>te</strong>. Es decir<br />
que bajo un régimen condenado a ser esclavo de la votación, se hace lo<br />
que unos u otros quieren que se haga, y no necesariamen<strong>te</strong> lo que hayan<br />
pensado que debería hacerse. Es verdad que todo votan<strong>te</strong> piensa algo,<br />
an<strong>te</strong>s de votar. Pero la democracia no tasa o mide o valora directamen<strong>te</strong><br />
lo que el votan<strong>te</strong> piensa u opina, sino lo que desea: ahí radica la<br />
irracionalidad, habida cuenta de cuál es el fin último de la organización<br />
social.<br />
El hecho de que sea mayoría la par<strong>te</strong> del pueblo que impone su voluntad<br />
al resto, no confiere racionalidad al sis<strong>te</strong>ma, dado que el fin último<br />
perseguido por és<strong>te</strong> debe ser el máximo bienestar general. Cuando se<br />
plan<strong>te</strong>a un problema relacionado con el bienestar de todos, y cuando sólo<br />
median<strong>te</strong> las conquistas de la in<strong>te</strong>ligencia se puede alcanzar ese<br />
bienestar, es en sí una estulticia tratar de alcanzarlo median<strong>te</strong> la mera<br />
superioridad aritmética de los votos o deseos que hubiere al respecto en<br />
la comunidad.<br />
¿Qué puede esperarse de un procedimiento que deja la in<strong>te</strong>ligen<strong>te</strong><br />
solución de un importan<strong>te</strong> problema científico a merced de lo que decida<br />
—sólo por ser numéricamen<strong>te</strong> superior— una par<strong>te</strong> de la población? Mil<br />
tontos o mil ignoran<strong>te</strong>s no van a gobernar nuestras vidas mejor que cien<br />
in<strong>te</strong>ligen<strong>te</strong>s o cien sabios, tan sólo porque 1.000 es aritméticamen<strong>te</strong><br />
superior a 100. 12<br />
En regímenes democráticos habitualmen<strong>te</strong> se manejan como arma<br />
dialéctica las excelencias de ese número que se ha elevado por encima de<br />
los otros. “Contamos con un importan<strong>te</strong> respaldo social”, “hemos<br />
que sólo el in<strong>te</strong>lecto puede buscar y/o hallar lo más convenien<strong>te</strong> para la felicidad del hombre. Veo que<br />
también hay entre nosotros quienes piensan como George Sand. El cantautor Gontzal Mendibil,<br />
entrevistado por Zazpika, ha hecho suyo lo que solía decir Gandiaga: “La poesía brota de muy adentro, no<br />
de la cabeza. No creáis ciegamen<strong>te</strong> en lo que brota de la cabeza. Siempre la verdad sale del alma”. Yo no<br />
opino lo mismo.<br />
11 V. Ni Dios ni Darwin, o también <strong>Logos</strong> avanza...<br />
12 “Diez mil locos puestos en un montón no hacen una persona razonable” Arthur Schopenhauer).<br />
32
ob<strong>te</strong>nido la mayoría”, etc., son tópicos que repetimos con aire triunfal,<br />
como si ésa fuese la última instancia que lo justifica todo, siendo así que<br />
el <strong>te</strong>ner que recurrir a la mera aritmeticidad no es más que una desgracia<br />
que hemos de soportar porque no supimos construir un mejor modelo de<br />
sociedad.<br />
Sólo porque deja siempre abierta la posibilidad de que nos gobiernen<br />
personajes como algunos que de hecho nos han gobernado, ya sería<br />
indeseable el sis<strong>te</strong>ma democrático por la glorificación que hace de las<br />
mayorías.<br />
En el plebiscito de agosto de 1934, Adolf Hitler obtuvo nada menos que<br />
el 88% de los votos en favor de su título de Reichführer. A la<br />
Democracia debemos el hecho de que haya subido a los altares Hitler, ya<br />
que la Democracia le dio tan importan<strong>te</strong> respaldo social.<br />
El absurdo procedimiento democrático de la votación puede encumbrar a<br />
la presidencia de los Estados Unidos de Nor<strong>te</strong>américa a hombres de la<br />
talla in<strong>te</strong>lectual de un George Bush Jr., de quien se cuenta que, puesto<br />
delan<strong>te</strong> de los micrófonos, increíblemen<strong>te</strong> —¡y frecuen<strong>te</strong>men<strong>te</strong>!—<br />
lanzaba al público esta clase de perlas:<br />
La gran mayoría de nuestras importaciones viene de fuera del país.<br />
Un número bajo de votan<strong>te</strong>s es una indicación de que menos personas<br />
están yendo a votar.<br />
Si no <strong>te</strong>nemos éxito, corremos el riesgo de fracasar.<br />
La cosa que es más importan<strong>te</strong> para mí es acordarme siempre de cuál<br />
es la cosa más importan<strong>te</strong>.<br />
Un peligroso <strong>te</strong>rrorista ha sido de<strong>te</strong>nido. Ya no anda más por las<br />
calles, que es donde debería estar.<br />
Y de quien su propio paisano, el estadounidense Norman Mailer, declaró<br />
tajan<strong>te</strong>men<strong>te</strong>:<br />
Bush es el presiden<strong>te</strong> más estúpido que hemos <strong>te</strong>nido...<br />
Es indignan<strong>te</strong> saberse gobernado por idiotas del calibre de Bush.<br />
En <strong>te</strong>oría, por estadística, y dadas de<strong>te</strong>rminadas condiciones, un grupo de<br />
mil individuos <strong>te</strong>ndrá gen<strong>te</strong> más capacitada —mejor dicho, <strong>te</strong>ndrá más<br />
gen<strong>te</strong> capacitada— que un grupo de cien individuos, y, por tanto,<br />
mayores probabilidades de que la razón esté de su par<strong>te</strong>. Pero, dada la<br />
complejidad posible de ese hecho que llamamos “<strong>te</strong>ner la razón”, esa<br />
presunta probabilidad es despreciable por infini<strong>te</strong>simal. De todos modos,<br />
en la práctica democrática ocurre que sólo aritméticamen<strong>te</strong> superan las<br />
mayorías a las minorías. El procedimiento arrastra, pues, un claro<br />
nonsense.<br />
Etimológicamen<strong>te</strong>, “democracia” significa “poder del pueblo”. Pero el<br />
poder en democracia se ejerce a través de la voluntad del pueblo (no a<br />
través de su in<strong>te</strong>ligencia o de su razón). Ahora bien, siendo prácticamen<strong>te</strong><br />
imposible que todos los individuos <strong>te</strong>ngan la misma voluntad o los<br />
mismos deseos, hablando con propiedad nunca se puede afirmar que, en<br />
una democracia, es el pueblo quien ejerce el poder: lo ejerce sólo una<br />
33
par<strong>te</strong> del pueblo. Y cuando es ínfima la aritmética superioridad de votos<br />
en favor de una opción dada —imaginemos un sólo voto de más—, no<br />
dejará de ser sarcástico decir que el pueblo ha elegido la opción dada.<br />
La irracionalidad y la inconveniencia de esas “virtudes de la aritmética”<br />
de las que se nutre la democracia quedan significativamen<strong>te</strong> acentuadas<br />
por la forma en que suelen o pueden forjarse las mayorías, o el<br />
“importan<strong>te</strong> respaldo social”: fraude electoral; manipulación del<br />
escrutinio; compraventa del voto (li<strong>te</strong>ral o metafórica); falsas promesas<br />
electorales; financiación ilegal de los partidos; espacios publicitarios<br />
hurtados a la minoría que molesta al poder establecido; habilidades<br />
oratorias para embaucar a la gen<strong>te</strong> a base de mentiras; inmenso poder que<br />
goza el Poder para la ocultación, para la <strong>te</strong>rgiversación, para la<br />
deformación de las men<strong>te</strong>s, para el control de ese formidable aparato que<br />
son los medios de comunicación... Veamos más en concreto las maneras<br />
en que se forja o puede forjarse el concepto “mayoría”.<br />
Probablemen<strong>te</strong>, la más escandalosa de todos los tiempos —y la más<br />
estúpida— fue la manera en que lo in<strong>te</strong>ntó el Gobierno del PP en España,<br />
pocas horas an<strong>te</strong>s de las elecciones del 14 de marzo del 2004. Inminen<strong>te</strong>s<br />
las elecciones, el memorable a<strong>te</strong>ntado múltiple causó una <strong>te</strong>rrible<br />
masacre sin preceden<strong>te</strong>s en Madrid. El Gobierno vio allí la ocasión de<br />
influir en las elecciones median<strong>te</strong> la estratagema de achacar la masacre a<br />
la organización armada ETA. Confiando en que podría sos<strong>te</strong>ner la mentira<br />
duran<strong>te</strong> aquellas pocas horas que faltaban para los comicios, difundió de<br />
minuto en minuto, febrilmen<strong>te</strong>, urbi et orbi, sin aportar ninguna prueba,<br />
la <strong>te</strong>sis de que ETA estaba tras el a<strong>te</strong>ntado. Lo hizo a sabiendas de que<br />
no era ésa la verdad. Engañó a todas las cancillerías. Engañó a la misma<br />
ONU, que declaró también culpable a ETA. Presionó al Centro Nacional<br />
de In<strong>te</strong>ligencia, para que simulara un informe que apuntaba a ETA como<br />
causan<strong>te</strong> del a<strong>te</strong>ntado. Llamó “miserable que quiere desviar la a<strong>te</strong>nción”<br />
al único político (Arnaldo O<strong>te</strong>gi) que alzó la voz, desde el primer<br />
instan<strong>te</strong> en que se tuvo noticia del a<strong>te</strong>ntado, para afirmar que un a<strong>te</strong>ntado<br />
de esa naturaleza no podía ser obra de ETA.<br />
Es verdad que al Gobierno le salió el tiro por la culata. Pero podía haber<br />
conseguido su propósito, y ob<strong>te</strong>nido una aplastan<strong>te</strong> mayoría. ¿Qué valor<br />
hubiera <strong>te</strong>nido entonces la aplastan<strong>te</strong> mayoría? La irracionalidad<br />
sustantiva del voto salta a la vista en esa necia estratagema del Partido<br />
Popular.<br />
Evocaré otras perlas, aunque no sean tan llamativas.<br />
Los jueces franceses han establecido que todos los habitan<strong>te</strong>s con<br />
diez años de residencia en Kanaky tienen derecho a voto. La cuestión<br />
no es banal, pues la sen<strong>te</strong>ncia condena a la población kanaka a ser<br />
minoritaria en su propia tierra.<br />
El País Vasco —situado al nor<strong>te</strong> y al sur de la actual fron<strong>te</strong>ra francoespañola<br />
(entre el Adour y el Ebro)— desde tiempo inmemorial se ha<br />
nombrado a sí mismo Euskálerri, que etimológicamen<strong>te</strong> significa “pueblo<br />
34
que habla euskera”, y también “pueblo donde se habla euskera”. Es<strong>te</strong><br />
pueblo ha existido (hablando euskera) duran<strong>te</strong> muchos milenios, desde<br />
mucho an<strong>te</strong>s de que empezaran a existir España y Francia. Por tanto, el<br />
País Vasco y España no pueden ser un pueblo (así como, paralelamen<strong>te</strong>,<br />
le Pays Basque y Francia tampoco pueden serlo). Ni somos españoles ni<br />
somos franceses los vascos en cuanto pueblo. Si los vascos fuéramos<br />
españoles, las ciudades vascas Biarritz y Baiona serían españolas, como<br />
serían francesas las ciudades vascas Bilbao y Donostia, si los vascos<br />
fuéramos franceses. En el apasionamiento carac<strong>te</strong>rístico de las<br />
discusiones políticas, a menudo se oye decir “vasco, y, por tanto,<br />
español” in<strong>te</strong>ncionadamen<strong>te</strong>, 13 pero la falaz argucia es manifiesta.<br />
Hacer que el bienestar social dependa del valor cuantitativo de los votos<br />
es un disla<strong>te</strong> de tal magnitud que se tiene que hacer visible desde<br />
numerosas perspectivas. Por ejemplo, sea cual sea el país en el que se<br />
haya implantado, el sis<strong>te</strong>ma lleva consigo el germen de una po<strong>te</strong>ncial<br />
autodestrucción. Hoy o mañana, en cualquier punto del planeta —incluso<br />
en todo el planeta, prácticamen<strong>te</strong>— podría ocurrir que los totalitaristas,<br />
los in<strong>te</strong>gristas, los fundamentalistas, los ultras, conformen una mayoría, y<br />
destierren la democracia para siempre. No es probable, pero sí posible (y,<br />
si no ocurre así, no será porque lo haya impedido la democracia).<br />
Tenemos, pues, la paradoja de que promover democracia es también<br />
promover posibilidades de un activo y directo “democraticidio”. El<br />
preceden<strong>te</strong> de Hitler podría ser una admonición. De hecho, no pocos<br />
gobernan<strong>te</strong>s, incapaces de resolver de otro modo ciertos problemas, con<br />
cualquier pre<strong>te</strong>xto suplen su impo<strong>te</strong>ncia con leyes y métodos cada vez<br />
más próximos al Estado policial puro y duro (ejemplo claro y pa<strong>te</strong>n<strong>te</strong>, los<br />
gobernan<strong>te</strong>s del Partido Popular en España duran<strong>te</strong> el año 2003).<br />
Hay un hecho demostrativo de que la aritmética de los votos, tras de que<br />
en sí misma implica ya un absurdo proceder, obtiene de facto resultados<br />
contrarios a los que ella misma quiere ob<strong>te</strong>ner. Me refiero al hecho de<br />
que, en la práctica, la democracia tiene que plasmarse en democracia<br />
representativa. Y ésta choca frontalmen<strong>te</strong> con el sentido etimológico de<br />
la palabra “democracia”.<br />
La palabra “democracia” —del griego demos = pueblo, y kratos =<br />
autoridad, poder, fuerza— significa “fuerza ejercida por el pueblo en la<br />
dirección de los asuntos públicos”. Ahora bien, como es prácticamen<strong>te</strong><br />
imposible some<strong>te</strong>r a consulta popular todas y cada una de las decisiones<br />
que deben adoptarse para la buena marcha de la comunidad, el pueblo<br />
tiene que hacer dejación de su poder decisorio, otorgárselo a los<br />
representan<strong>te</strong>s elegidos, y a<strong>te</strong>nerse a lo que éstos decidan. De ahí la<br />
inevitable consecuencia: las decisiones de los representan<strong>te</strong>s pueden<br />
defraudar (de hecho defraudan con frecuencia) al votan<strong>te</strong> elector, y la<br />
presunta fuerza del pueblo queda en nada.<br />
13 Es de suponer que no lo haya dicho Fraga Iribarne cuando fue ministro de Franco, ya que entonces habría<br />
implícitamen<strong>te</strong> declarado española a su madre, y podría haber dado lugar a un inciden<strong>te</strong> diplomático.<br />
35
Se ve ahí una curiosa manera de invertirse los términos, justamen<strong>te</strong> allí<br />
donde cobra democrático sentido la votación: en el sis<strong>te</strong>ma “democracia”<br />
—en el que, según se nos prome<strong>te</strong>, debe hacerse lo que la mayoría<br />
quiere—, en realidad se hace siempre lo que quiere una minoría (la de los<br />
electos). Exceptuado el fugaz in<strong>te</strong>rvalo de unas elecciones generales, de<br />
un referéndum, de un plebiscito,... el funcionamiento de la democracia<br />
es, de facto, idéntico al de la dictadura (según las definiciones que dimos<br />
al principio).<br />
En la ONU acaece lo mismo. No se toman decisiones con las que esté<br />
conforme la mayoría de las naciones. De hecho, únicamen<strong>te</strong> los cinco<br />
países que in<strong>te</strong>gran el Consejo de Seguridad son quienes deciden lo que<br />
debe hacerse en el mundo. Y a veces ni eso, pues cada uno de los cinco<br />
tiene el derecho de poner veto a las decisiones de los otros cuatro. Mil<br />
veces el Gobierno USA había anunciado que descargaría su furia bélica<br />
sobre Irak aunque la ONU le negara su aval (cuando siempre los USA se<br />
han jactado de que su democracia es un modelo a imitar). Y la descargó.<br />
Un día alguien pensó que debería construirse una central térmica en<br />
Zornotza (Bizkaia). El pueblo se opuso. Duran<strong>te</strong> seis años luchó, con<br />
profusión de razones, para que no se erigiera la obra. Se celebró un<br />
referéndum. El 98% votó en contra. Pero la central se construyó. No<br />
porque fue “malo” es<strong>te</strong> o el otro gobernan<strong>te</strong>, sino porque la Democracia<br />
no es Logocracia o fuerza de la Razón, sino fuerza de la irracionalidad,<br />
“votocracia”, fuerza de las voluntades. Cuando el sis<strong>te</strong>ma sea<br />
“logocracia”, no podrá <strong>te</strong>ner ningún influjo el hecho de que sea “malo el<br />
gobernan<strong>te</strong>”<br />
Hace poco Leonardo Boff concedió a Zazpika una entrevista. A la<br />
pregunta “¿lograremos erradicar algún día el hambre en el mundo”?<br />
respondió Boff:<br />
Tenemos todos los medios técnicos y económicos para erradicar el<br />
hambre. Y no lo hacemos porque no <strong>te</strong>nemos voluntad política, es<br />
decir, no <strong>te</strong>nemos sensibilidad y compasión por el sufrimiento del<br />
otro. Tal vez és<strong>te</strong> sea el crimen más grande de la humanidad actual.<br />
[...] Rescatar la sensibilidad mínima es la condición para que se<br />
promuevan transformaciones...<br />
Aquí sufrió Leonardo Boff la misma equivocación que sufre<br />
prácticamen<strong>te</strong> todo el mundo: atribuyen los males de la humanidad a<br />
causas de orden moral, y sugieren que se evitarían aquéllos en caso de<br />
eliminarse éstas. Grave y doble equivocación: las presuntas “causas de<br />
orden moral” no podrán eliminarse nunca —nunca transformaremos al<br />
hombre en arcángel—, y además no son ellas la verdadera causa de los<br />
males de la humanidad. La persis<strong>te</strong>ncia del hambre en el mundo no se<br />
debe a que no <strong>te</strong>nemos voluntad política. Se debe a que no <strong>te</strong>nemos<br />
in<strong>te</strong>ligencia política. Se debe a que la sociedad está montada sobre la<br />
base de que no son las in<strong>te</strong>ligencias, y sí las voluntades, quienes toman<br />
decisiones en política. Es<strong>te</strong> tipo de sociedad tiene que desaparecer,<br />
sustituida por otro en que sea la in<strong>te</strong>ligencia o la Razón (logocracia)<br />
quien las tome.<br />
36
Los disiden<strong>te</strong>s en Política suelen incesan<strong>te</strong>men<strong>te</strong> repetir que tales y<br />
cuales gobernan<strong>te</strong>s, por ser éticamen<strong>te</strong> “malos”, no son democráticos. O<br />
bien, incesan<strong>te</strong>men<strong>te</strong> repi<strong>te</strong>n que en tal cual país no hay democracia<br />
porque el gobernan<strong>te</strong> “no obra bien”. Es un error: en ese país reina la<br />
democracia, y los gobernan<strong>te</strong>s de esos otros países acatan las reglas de<br />
juego de la democracia. En es<strong>te</strong> punto suele padecerse una lamentable<br />
confusión de conceptos: lo nefasto no es el gobernan<strong>te</strong> “malo” A, o el<br />
gobernan<strong>te</strong> “malo” B, sino el democrático sis<strong>te</strong>ma que los ha declarado<br />
gobernan<strong>te</strong>s.<br />
He aquí una paradoja morrocotuda: en la democracia representativa,<br />
incluso las disparatadas decisiones personales que sin votación puede<br />
tomar un gobernan<strong>te</strong>, en realidad son decisiones adoptadas por votación<br />
democrática, ya que fue una votación democrática la que otorgó al<br />
gobernan<strong>te</strong> electo poderes para tomar sin votación decisiones personales,<br />
incluso disparatadas: el gobernan<strong>te</strong> adopta democráticamen<strong>te</strong> “nodemocráticas”<br />
decisiones.<br />
Con fecha 16 de febrero del 2003, el editorialista del diario vasco Gara<br />
escribió estas frases:<br />
Por primera vez en la historia, prácticamen<strong>te</strong> el conjunto del planeta<br />
ha unido sus voces en una jornada de movilización, la de ayer, en<br />
torno a un mensaje común: “no a la guerra”. Millones de personas<br />
salieron a las calles en más de 600 ciudades para mostrar su rotunda<br />
oposición a un ataque bélico contra Irak. [...] Llegó la hora de que la<br />
sociedad hablara, y su mensaje no pudo ser más claro. [...] Y esta<br />
evidencia constata la profunda distancia que se ha instalado entre<br />
quienes os<strong>te</strong>ntan el poder y la ciudadanía a la que dicen representar.<br />
Pues bien, eso precisamen<strong>te</strong> es democracia: así es la democracia que<br />
nuestros con<strong>te</strong>mporáneos tanto veneran.<br />
Heinz Die<strong>te</strong>rich S<strong>te</strong>ffan, 14 presenta la democracia participativa como<br />
sis<strong>te</strong>ma idóneo para “resolver los apremian<strong>te</strong>s problemas de la<br />
humanidad” que en los últimos doscientos años no ha logrado resolver ni<br />
el capitalismo ni el socialismo. Yo opino que Heinz Die<strong>te</strong>rich yerra, ya<br />
que, según su propia definición, “el concepto ‘democracia participativa’<br />
se refiere a la capacidad real de la mayoría ciudadana de decidir sobre<br />
los principales asuntos públicos de la nación” (son mías las cursivas). Tal<br />
sis<strong>te</strong>ma no puede ser idóneo para dicho fin, porque no es posible<br />
garantizar que se resolverán satisfactoriamen<strong>te</strong> los principales asuntos<br />
públicos en una sociedad que deba aceptar lo que decidan las voluntades<br />
de una mayoría, sólo porque es mayoría, sólo porque su voluntad es ésa.<br />
Los inconvenien<strong>te</strong>s (en general) de la democracia se manifiestan con<br />
claridad también cuando <strong>te</strong>nemos en cuenta que, a causa de la “división<br />
del trabajo”, hay que repartir las funciones del equipo de gobierno,<br />
confiando a una persona la correspondien<strong>te</strong> parcela de poder. Fácilmen<strong>te</strong><br />
14<br />
La Democracia Participativa. El Socialismo del Siglo XXI. Editado por el diario Gara. Donostia-San<br />
Sebastián, 2002.<br />
37
se adivinan las consecuencias. Puesto que el personalismo consis<strong>te</strong> en la<br />
“<strong>te</strong>ndencia a subordinar el in<strong>te</strong>rés común a miras personales”, confiar<br />
parcelas de poder a una persona física es abrir de par en par las puertas<br />
al personalismo. De ahí que tales personas a menudo no hagan sino<br />
defender su particular ideología, sus propios in<strong>te</strong>reses, los de su partido,<br />
los de su iglesia... Con lo cual, de hecho, el poder del pueblo —el poder<br />
del demos— deja de ser democracia, para convertirse en oligarquía u<br />
“oligocracia”.<br />
Lo expuesto en el párrafo preceden<strong>te</strong> es particularmen<strong>te</strong> grave cuando la<br />
persona designada para administrar “justicia” imparcial y neutral, utiliza<br />
el poder judicial que se le ha otorgado, poniéndolo al servicio de su<br />
personal ideología. En ese sentido, en el Estado español se dio un<br />
escandaloso ejemplo de personalismo en un señor, etiquetado<br />
socialmen<strong>te</strong> “juez”, y de nombre Baltasar Garzón.<br />
Por decisión personal de es<strong>te</strong> señor, el año 1998, contraviniendo lo<br />
estipulado en la Constitución española, en el País Vasco fue clausurado<br />
el diario Egin. Al mencionado “juez”, por ser “juez” españolista, no<br />
gustaba es<strong>te</strong> periódico vasco no españolista, y había que silenciarlo. El<br />
pre<strong>te</strong>xto fueron las conexiones del diario con el “<strong>te</strong>rrorismo” de ETA.<br />
Conexiones cuya exis<strong>te</strong>ncia no pudo probar. Y, aunque la hubiera<br />
demostrado, el tal “juez” —que en <strong>te</strong>oría estaba designado para<br />
administrar “justicia”— cometió una injusticia, porque la Constitución<br />
española con<strong>te</strong>mpla como lícito cerrar un periódico, sólo en situaciones<br />
de estado de excepción o de sitio. Fue una de las mil graves injusticias<br />
que pueden imputársele.<br />
Otra persona física, también españolista, etiquetada también “juez”, y de<br />
nombre Juan del Olmo, el año 2003, contraviniendo también lo<br />
estipulado en la Constitución española, ordenó el cierre de otro medio de<br />
comunicación vasco —el diario Euskaldunon Egunkaria—, por las<br />
mismas razones, y con el mismo pre<strong>te</strong>xto. Inmediatamen<strong>te</strong>, más de<br />
trescientos abogados vascos en ejercicio denunciaron por ilegal el cierre.<br />
Alguna vez ocurrió que la justicia francesa desestimaba la solicitud<br />
española de extradición de un militan<strong>te</strong> de ETA, porque en el dossier<br />
correspondien<strong>te</strong> no se aportaron suficien<strong>te</strong>s pruebas. No importó. El<br />
militan<strong>te</strong> fue entregado por la policía francesa a la policía española. Sólo<br />
porque una persona, un señor prefecto, así lo decidió. Es una muestra<br />
más de las nocivas prácticas posibles en una democracia.<br />
El prefecto de Val-de-Marne dictó la orden de expulsión de Serafín<br />
Blanco. “Será expulsado, aunque el Tribunal no acep<strong>te</strong> su extradición.<br />
Es escandaloso cómo están jugando con esta persona”. De esta<br />
manera resumió a Gara la abogada Yolanda la vista del auto de<br />
extradición...<br />
Un director de prisión (en Valladolid, el año 99), por decisión personal,<br />
ordenó encerrar en celdas de castigo presos que se negaban a limpiar el<br />
patio. Se quejaron los represaliados an<strong>te</strong> el juzgado de vigilancia<br />
38
peni<strong>te</strong>nciaria. Dictaminó és<strong>te</strong> en favor del recurso de los presos. Y de<br />
nuevo el director les impuso poco después el mismo castigo, por la<br />
misma causa. Y siguió ejerciendo.<br />
El gobierno español, duran<strong>te</strong> largos decenios, mantuvo la “estra<strong>te</strong>gia de<br />
dispersión” de los militan<strong>te</strong>s de ETA presos, obligados a cumplir condena<br />
en cárceles alejadas del País Vasco. Por es<strong>te</strong> asunto, el presiden<strong>te</strong> José<br />
María Aznar, y su ministro de In<strong>te</strong>rior Jaime Mayor Oreja, pasarán a la<br />
historia como genuinos dictadores de facto, 15 modelo de insensibilidad<br />
an<strong>te</strong> el dolor ajeno, modelo de crueldad. Sin embargo —esto es lo<br />
revelador—, obraron sin saltarse las reglas de juego democráticas: al<br />
haber sido elegidos democráticamen<strong>te</strong>, se les había otorgado legítimo<br />
poder para hacer lo que hicieron.<br />
La democracia que se nos ofrece como cauce de expresión de la voluntad<br />
popular es una quimera. Decir que el pueblo casi nunca pinta nada en un<br />
régimen democrático, no es demagogia: es constatación de una<br />
demostrable verdad. En democracia, la desaprobación mayoritaria de<br />
ciertos proyectos —embalses, autopistas, centrales nucleares, proyectos<br />
industriales, planes bélicos... — en razón de que van a dañar el medio<br />
ambien<strong>te</strong>, o causar dolor a la humanidad, de nada sirve si ello in<strong>te</strong>resa de<br />
veras (v.gr.) al gran capital: és<strong>te</strong> ya ob<strong>te</strong>ndrá las licencias necesarias para<br />
la ejecución de su proyecto (y las habrá ob<strong>te</strong>nido democráticamen<strong>te</strong>).<br />
Se dice que las focas atacan al bacalao, y por esa razón han dado los<br />
gobiernos de Noruega y el Canadá permiso para matar 300.000 focas.<br />
[...] ...el objetivo se cifra en ex<strong>te</strong>rminar 1.250.000 focas an<strong>te</strong>s del año<br />
2000. [...] Se ha manifestado en contra del permiso el 70% de la<br />
población canadiense.<br />
El canciller alemán Helmut Kohl ha hecho caso omiso de las amenazas<br />
de lucha laboral que le han lanzado los sindicatos, y ha anunciado que<br />
persis<strong>te</strong> en su propósito de poner en práctica sin tardanza el plan de<br />
recor<strong>te</strong>s sociales. Estas medidas, que tropiezan con el rechazo del<br />
73% de los ciudadanos alemanes...<br />
Esta apelación de Blair coincide con la resaca del escándalo por el<br />
informe sobre la amenaza de Irak, que resultó ser una copia de la <strong>te</strong>sis<br />
de un estudian<strong>te</strong> datada hace diez años. Nueve de cada diez británicos<br />
se oponen a la guerra sin aval de la ONU...<br />
Los democráticos EEUU, amparándose en el convincen<strong>te</strong> argumento de<br />
que no les agrada la manera que tienen de gobernarse los cubanos y los<br />
irakíes, impusieron a unos y otros un embargo que se tradujo en<br />
verdadero genocidio. No importó que en la Asamblea General de la ONU,<br />
en 1999, recibiera 155 votos a favor y sólo 2 en contra —los de EEUU e<br />
Israel— una resolución que condenaba el embargo impuesto a Cuba en<br />
1962, y llevara ya la ONU ocho años consecutivos condenándolo. Pero el<br />
gobernan<strong>te</strong> yanqui, elegido democráticamen<strong>te</strong>, estaba legitimado por el<br />
pueblo para hacer lo que hizo. Así es la Democracia.<br />
Si ya de por sí la aritmética del sufragio es aberran<strong>te</strong>, mal podrá mitigar<br />
la aberración el hecho de que hayan las democracias nacido como<br />
15<br />
En cuanto a conculcación de los derechos de los presos, el PP gobernó incluso de espaldas a los acuerdos<br />
unánimes del Congreso de los Diputados.<br />
39
nacieron. Las democracias nacen dictatorialmen<strong>te</strong>. Siempre. Esto resulta<br />
incuestionable, si se acepta la definición que dimos de la democracia y de<br />
la dictadura. Quien diga que tal o cual democracia nació<br />
democráticamen<strong>te</strong>, caerá en una contradicción in <strong>te</strong>rminis: habrá dicho<br />
que la madre se parió a sí misma.<br />
Por definición, en lo que respecta a las diversas posibilidades de<br />
expresión de la voluntad popular, las democracias nacen viciadas ya en<br />
su origen, desfavorablemen<strong>te</strong> condicionadas por las peculiaridades que<br />
habían carac<strong>te</strong>rizado a la dictadura progenitora. De eso depende, por<br />
ejemplo, que nazcan también adversamen<strong>te</strong> condicionadas las iniciales<br />
constituciones, 16 instituciones, leyes electorales, etcé<strong>te</strong>ra.<br />
El origen primigenio de un sis<strong>te</strong>ma democrático tal vez <strong>te</strong>nga que ver con<br />
la sospechosa frecuencia de algunos zarpazos dictatoriales que suelen<br />
darse en cualquier democracia. Incluso el hecho de que las mayorías<br />
impongan su voluntad a las minorías ya lleva en sí, paradójicamen<strong>te</strong>, la<br />
impronta de una dictatorial imposición. Lo que a su vez, al menos<br />
indirectamen<strong>te</strong>, propicia los desmanes, la prepo<strong>te</strong>ncia, el despotismo, que<br />
bien a menudo exhiben los gobernan<strong>te</strong>s elegidos por la mayoría.<br />
Es natural que así sea. Natural, porque las actitudes han venido<br />
transmitiéndose por herencia, cuasi biológica, en el proceso evolutivo de<br />
la especie. Aunque vivíamos todavía en los árboles, ya éramos animal<br />
racional, puesto que los genes ya nos habían instalado en el cerebro una<br />
cibernética maquinilla —el mecanismo ALPHA 17 — a cuyo<br />
funcionamiento se reduce eso que llamamos “pensar”. Ya constituíamos<br />
grupos humanos, pero en cada uno de ellos continuábamos —como<br />
cuando éramos prima<strong>te</strong>s todavía no provistos de la maquinilla—<br />
obedeciendo las órdenes del correspondien<strong>te</strong> macho dominan<strong>te</strong>: és<strong>te</strong> era<br />
entonces el Poder. Mucho más tarde, olvidada la vida arborícola, y<br />
acumuladas las crecien<strong>te</strong>s prestaciones de la maquinilla pensan<strong>te</strong><br />
ALPHA, el macho dominan<strong>te</strong> iba siendo sustituido por el jefe guerrero, el<br />
brujo, el hechicero, el gurú,... o sea, el nuevo Poder. Finalmen<strong>te</strong> llegó<br />
por evolución la hora de estrenar algo semejan<strong>te</strong> a una democracia. Pero<br />
es fácil adivinar que el dictatorial Poder ya exis<strong>te</strong>n<strong>te</strong> a la sazón habrá<br />
hecho cuanto estaba en su mano para conducir y reconducir la voluntad<br />
popular. Esa dinámica presidió siempre el advenimiento de las formas<br />
democráticas.<br />
En la recien<strong>te</strong> historia de España se produjo el parto de una de esas<br />
democracias condicionadas: la “modélica” transición que tuvo lugar<br />
cuando el dictador Franco murió. Quienes de buena fuen<strong>te</strong> saben cómo se<br />
fraguó la tan ponderada transición, ya conocen las circunstancias del<br />
vergonzoso alumbramiento. Para quienes lo ignoran, he aquí algunos<br />
datos:<br />
16 Buen ejemplo de gestación antidemocrática es el nacimiento de la Constitución española de 1978,<br />
gestación que una gran par<strong>te</strong> del propio pueblo español desconoció, porque le fue ocultada (enseguida<br />
hablaremos de ello).<br />
17 V. Ni Dios ni Darwin, o también <strong>Logos</strong> avanza...<br />
40
...no existió proceso constituyen<strong>te</strong> democrático...<br />
Se trató de pactos cocinados al margen de la opinión pública, que no<br />
sólo no condujeron a ruptura alguna, sino que aseguraron la<br />
continuidad de instituciones sin legitimidad democrática derivadas del<br />
golpe militar del 18 de julio de 1936 y la subsiguien<strong>te</strong> guerra civil.<br />
¿Cómo puede hablarse de consenso como principio legitimador de la<br />
mayor trampa de la historia moderna de España...?<br />
...en mayo de 1977 se realizó una encuesta preelectoral de opinión<br />
pública, con más de un cen<strong>te</strong>nar de preguntas cuidadosamen<strong>te</strong><br />
elaboradas por el sociólogo Silvio Martínez Turón —y asumidas por su<br />
colega Julio Feo—. Pero jamás se hicieron públicas tres de dichas<br />
preguntas y sus respuestas. La primera, la que aquí nos in<strong>te</strong>resa,<br />
recaía sobre la al<strong>te</strong>rnativa “Monarquía o República”. La opción<br />
republicana recibió el 75% de respuestas favorables, y la opción<br />
monárquica sólo el 25%. [...] ...netamen<strong>te</strong> favorable a la instauración<br />
de una República, opinión que fue celosamen<strong>te</strong> silenciada e ignorada<br />
por los fautores de la Constitución de 1978 [Gonzalo Puen<strong>te</strong> Ojea,<br />
Elogio del a<strong>te</strong>ísmo].<br />
Cuando un pueblo x pide insis<strong>te</strong>n<strong>te</strong>men<strong>te</strong>, a través de manifestaciones y<br />
encuestas, que (v.gr.) se le reconozca el derecho de autode<strong>te</strong>rminación, y,<br />
no obstan<strong>te</strong>, el gobierno desoye el clamor popular, suele pro<strong>te</strong>star el<br />
pueblo, airado: “¡No respeta es<strong>te</strong> gobierno la democracia! ¡Queremos<br />
democracia!” La queja podría ser injusta: depende de las circunstancias.<br />
En caso de que el gobierno, porque las leyes le obliguen a ello, deba<br />
some<strong>te</strong>r a consulta popular la demanda en cuestión y se niegue, no hay<br />
democracia en ese punto, eviden<strong>te</strong>men<strong>te</strong>. Pero, si no exis<strong>te</strong> ley que en el<br />
sentido explicado obligue al gobierno, la democracia no se resentirá por<br />
mucho que el gobierno desprecie la voluntad popular. La razón de ello es<br />
que fueron elegidos democráticamen<strong>te</strong> los representan<strong>te</strong>s del pueblo, y<br />
és<strong>te</strong> ha de pechar con las decisiones que adop<strong>te</strong>n aquéllos.<br />
Que el gobierno desprecie así la voluntad del pueblo, parece<br />
antidemocrático, pero no lo es. Ese desprecio no implica déficit<br />
democrático, sino todo lo contrario. Pese a la paradoja, la democracia es<br />
precisamen<strong>te</strong> la causa de que en es<strong>te</strong> caso el demos no <strong>te</strong>nga kratos: “no<br />
hay democracia”, precisamen<strong>te</strong> porque hay democracia. Y entonces lo<br />
sensato no es quejarse de que el gobierno desprecia la voluntad popular:<br />
lo sensato es quejarse del sis<strong>te</strong>ma, quejarse de que haya democracia,<br />
quejarse de que no se inven<strong>te</strong> otra cosa mejor.<br />
A menudo se emi<strong>te</strong>n juicios de valor en el sentido de que la democracia<br />
de es<strong>te</strong> o el otro pueblo es modélica; o que es imperfecta, inmadura, no<br />
consolidada, etcé<strong>te</strong>ra. Se las considera perfectas o imperfectas en función<br />
del comportamiento observado por los gobernan<strong>te</strong>s. Pero esto es<br />
confundir la imperfección de las personas con la imperfección del<br />
sis<strong>te</strong>ma.<br />
Salvo ligeros matices, o salvo quizás en algún rarísimo caso <strong>te</strong>óricamen<strong>te</strong><br />
posible, esa valoración es falsa. Por ejemplo, una democracia pródiga en<br />
referéndumes o en plebiscitos, es más perfecta que la cica<strong>te</strong>ra. Pero por<br />
lo demás no hay diferencias cualitativas entre las democracias de es<strong>te</strong> o<br />
aquel país, ya que la una es tan perfecta como la otra (según la definición<br />
41
que dimos). O son perfecta democracia todas, o ninguna lo es. O exis<strong>te</strong> el<br />
sufragio universal, y, por tanto, democracia perfecta, o no exis<strong>te</strong> el<br />
sufragio, y tampoco democracia. No hay término medio.<br />
Es fácil y frecuen<strong>te</strong> quejarse de que, en es<strong>te</strong> o el otro país, la democracia<br />
en cuanto tal deja mucho que desear, (v.gr.) porque el gobierno prohíbe<br />
manifestaciones que no gustan al partido político al que está afiliado el<br />
presiden<strong>te</strong>. La queja no tiene razón de ser, pues confunde<br />
lamentablemen<strong>te</strong> “democracia” con “deontología”, con “justicia”, con<br />
“ética”... Por legítimas o justas que fueren las manifestaciones<br />
prohibidas, lo imperfecto no es la democracia, sino el comportamiento<br />
personal del gobernan<strong>te</strong> (comportamiento que no es antidemocrático,<br />
aunque haya a<strong>te</strong>ntado contra el pueblo).<br />
En el año 2003, cuando la coalición anglo-yanqui estaba a punto de<br />
iniciar la invasión de Irak, menudearon los comentarios de es<strong>te</strong> tono:<br />
En la reunión man<strong>te</strong>nida el pasado domingo en las Azores, George<br />
Bush, Tony Blair y José María Aznar decidieron que la aplicación de la<br />
ley del más fuer<strong>te</strong> en el ámbito de las relaciones mundiales ya no<br />
<strong>te</strong>ndrá ni disimulo ni contrapeso alguno. La ONU no sirve. Los<br />
principios del Derecho In<strong>te</strong>rnacional son una reliquia de museo. El ser<br />
humano desanda los pasos dados hacia la democracia y,<br />
paradójicamen<strong>te</strong>, lo hace exhibiéndola como estandar<strong>te</strong> que oculta<br />
in<strong>te</strong>reses mezquinos.<br />
Muy poco después, cuando los invasores asesinaron en Bagdad a tres<br />
periodistas, pudimos leer esto otro:<br />
La organización británica “Stop the War” condenó el ataque a la<br />
<strong>te</strong>levisión “Al Jazeera”, y en una rueda de prensa la parlamentaria<br />
Alice Mahon dijo que fue “deliberado y ha privado a EEUU del derecho<br />
de considerarse una democracia”.<br />
Cuando Pilar Manjón, portavoz de la Asociación de Víctimas del 11-M,<br />
pronunció su discurso al comparecer an<strong>te</strong> la Comisión investigadora,<br />
Ar<strong>te</strong>mio Zarco se hizo lenguas por el acierto con que la portavoz había<br />
denunciado los desmanes democráticos de los políticos:<br />
La palabra “democracia” [...] ha surgido auténtica en esa histórica<br />
in<strong>te</strong>rvención. [...] [La democracia] no consis<strong>te</strong> en el acto de votar, como<br />
repi<strong>te</strong>n hasta el eructo sus señorías, sino en la crítica pública, en la<br />
condena... [...] [Los partidos ] vienen a ser parásitos, garrapatas<br />
insaciables... [...] ...la democracia auténtica, la de la insobornable<br />
crítica, no la de vota y calla.<br />
No, señor. La auténtica democracia consis<strong>te</strong> sólo en el acto de votar.<br />
Todo lo indeseable que ocurre luego en ella se debe al perfecto<br />
funcionamiento de la democracia. Se debe al hecho de que, como sis<strong>te</strong>ma<br />
irracional, funciona perfectamen<strong>te</strong> el irracional sis<strong>te</strong>ma de sumar votos.<br />
Cuando en un país democrático los asuntos públicos marchan mejor que<br />
en otro, el benévolo causan<strong>te</strong> es el puro azar de la Historia que hizo<br />
navegaran con viento favorable el “yo y su circunstancia” del equipo de<br />
gobierno correspondien<strong>te</strong>. Lo cual no es prueba de que en ese país la<br />
democracia sea más perfecta que en otro. Lo lógico hubiera sido que Pilar<br />
42
Manjón y Ar<strong>te</strong>mio Zarco, en lugar de ensalzar la Democracia y denunciar<br />
a los partidos, hubieran denunciado a la Democracia sin la cual no puede<br />
haber partidos políticos.<br />
Tengo la impresión de que es en el País Vasco donde más afanosamen<strong>te</strong><br />
se reclama democracia cada vez que democráticamen<strong>te</strong> la democracia<br />
come<strong>te</strong> un atropello: se le niega entonces el nombre, y se la acusa de<br />
“franquismo” o “fascismo”. La gen<strong>te</strong> no ve la incoherencia: sólo sé de<br />
una persona que la haya visto. Fue Alfonso Sastre, en una entrevista<br />
concedida al semanario vasco Zazpika:<br />
Yo no estoy de acuerdo cuando se dice que esto es fascismo; el<br />
fascismo es otra cosa que <strong>te</strong>nía mucho que ver con la dictadura que<br />
sufrimos. Ahora hay una democracia, aunque con los últimos años del<br />
Partido Popular se está recortando esa estructura de forma muy grave,<br />
hasta el punto de suprimir periódicos e ilegitimar partidos políticos.<br />
Estamos muy mal, muy mal, pero no deja de ser una estructura<br />
democrática. Lo que ha entrado en crisis es la democracia<br />
representativa que tiene esa posibilidad de que de unas urnas salgan<br />
unas personas que en cuatro años pueden hacer lo que les dé la gana,<br />
como si la situación no fuera cambian<strong>te</strong>. Eso produce unos efectos<br />
que están siendo tan visibles como que un gobierno con mayoría<br />
absoluta vaya por un lado y el noventa por ciento de la ciudadanía,<br />
por otro.<br />
La democracia puede ser aceptada, como sis<strong>te</strong>ma racional, sólo en una<br />
circunstancia: sólo cuando no sea posible una opinión unánime acerca de<br />
lo convenien<strong>te</strong> para la comunidad. Resulta entonces obvio auscultar las<br />
voluntades de la ciudadanía y, dado que tampoco éstas han de ser<br />
unánimes, complacer sólo a la mayoría: cae<strong>te</strong>ris paribus, entre complacer<br />
a diez y complacer a vein<strong>te</strong>, lo sensato será complacer a vein<strong>te</strong>.<br />
Pero, cuando no se da la expresada circunstancia, cuando sí es posible —<br />
a condición de exprimir el cerebro— la forja de opiniones unánimes, el<br />
recurso a la democracia no pasa de ser un despropósito. En caso de que<br />
exista realmen<strong>te</strong> esa posibilidad, instaurar una democracia en la Tierra<br />
equivale a dictaminar que sus habitan<strong>te</strong>s todavía son niños, y proponerles<br />
—como a niños de sie<strong>te</strong> años— que decidan por votación si quieren jugar<br />
a pistoleros del Oes<strong>te</strong> con fuego real, o prefieren jugar al baloncesto.<br />
La democracia en sí, qua sis<strong>te</strong>ma de convivencia creado para ofrecer a la<br />
sociedad una exis<strong>te</strong>ncia feliz, es de<strong>te</strong>stable, funesta, aborrecible, vitanda.<br />
Sus absurdas reglas de juego ponen de manifiesto la nocividad intrínseca<br />
de ese presunto elixir que es la voluntad de la mayoría. Es verdad que<br />
hoy por hoy <strong>te</strong>nemos que aceptar el procedimiento, fau<strong>te</strong> de mieux. Pero<br />
ello no debe ser motivo para cruzarnos de brazos a perpetuidad, sin hacer<br />
un esfuerzo por encontrar posibles al<strong>te</strong>rnativas. Todo el mundo sin<br />
excepción (el político, el escritor, el pensador, el creyen<strong>te</strong>, el a<strong>te</strong>o, el<br />
ignoran<strong>te</strong>, el erudito...), día va, día viene, habla y se mueve para quejarse<br />
y pro<strong>te</strong>star por lo que está ocurriendo en la sociedad —e incluso por los<br />
comportamientos “antidemocráticos” de la propia democracia—, y nadie<br />
habla ni se mueve para quejarse y pro<strong>te</strong>star por la causa de todo ello, que<br />
es precisamen<strong>te</strong> la vigencia del sis<strong>te</strong>ma democrático: és<strong>te</strong> debe<br />
desaparecer sin dejar rastro, si queremos felicidad para todos.<br />
43
V*<br />
El Derecho y los derechos<br />
Lo que solemos tomar por conceptos en la filosofía tradicional, en<br />
<strong>te</strong>ología, en Etica, en la moral, etc., no es algo que pueda ser conocido o<br />
en<strong>te</strong>ndido. No puede serlo, porque sólo es vocabulario, es decir vocablos.<br />
El mero vocablo carece de con<strong>te</strong>nido in<strong>te</strong>lectual, es palabra vacía,<br />
desprovista de sentido y de significado. No es concepto. Nos lo parece,<br />
porque suscita siempre algún género de representación sensible o imagen<br />
—que como tal sí es in<strong>te</strong>ligible o cognoscible—, y ella nos hace creer<br />
que ya <strong>te</strong>nemos el concepto. Pero no lo <strong>te</strong>nemos.<br />
Lo en<strong>te</strong>nderemos mejor, si traemos como ejemplo el presunto concepto<br />
“espíritu” o el presunto concepto “Dios”. Tal concepto no exis<strong>te</strong>, ni<br />
siquiera en la men<strong>te</strong> de los propios <strong>te</strong>ólogos. Cuando alguien pronuncia la<br />
palabra “Dios”, percibimos (v.gr.) la imagen, más o menos difusa, de un<br />
señor de mis<strong>te</strong>riosa naturaleza, de extraordinarias cualidades,<br />
cualitativamen<strong>te</strong> distinto de cualquier otro señor de los que conocemos en<br />
la Tierra, pero que a fin de cuentas es... “un señor como los que<br />
conocemos en la Tierra”. Gracias a esa imagen que percibimos, creemos<br />
<strong>te</strong>ner una idea de lo que es Dios. Y no la <strong>te</strong>nemos, porque esa imagen,<br />
precisamen<strong>te</strong> por ser imagen, es negación de cualquier “concepto Dios”.<br />
El <strong>te</strong>ólogo mismo nos advier<strong>te</strong> que una imagen como ésa no puede ser<br />
Dios. Y en la men<strong>te</strong> del propio <strong>te</strong>ólogo, aunque afirme que Dios es otra<br />
cosa —un Ser, un Ens necessarium, un Ens realissimum, un Acto Puro,<br />
etcé<strong>te</strong>ra—, sólo pululan imágenes (como escribió Santo Tomás de<br />
Aquino 18 ). Cuando habla de Dios el <strong>te</strong>ólogo, por numerosos e ingeniosos<br />
que fueren sus malabarismos mentales al manejar vocablos, no sabe de<br />
qué está hablando, ya que él mismo reconoce que no es Dios eso que está<br />
percibiendo en su imaginación. Está hablando de un no. Por consiguien<strong>te</strong>,<br />
hablando de algo que nada es.<br />
Eso mismo acaece con todos los términos usados en Filosofía. Por<br />
ejemplo, con el vocablo o presunto concepto “Derecho”. Creemos <strong>te</strong>ner<br />
idea de lo que es el “derecho”, y no <strong>te</strong>nemos ninguna, ni la más remota.<br />
Cada vez que manejemos el vocablo, acudirán a la men<strong>te</strong> variopintas<br />
imágenes con las que nos en<strong>te</strong>nderemos más o menos bien, pero que no<br />
son el “Derecho”: és<strong>te</strong> no se dejará ver por ninguna par<strong>te</strong>.<br />
A primera vista podría parecer que de ello se había percatado José Or<strong>te</strong>ga<br />
y Gasset, a juzgar por estas expresiones suyas:<br />
El pacifismo usual daba por supuesto que ese derecho existía... [...]<br />
...esto es gravemen<strong>te</strong> opuesto a la verdad. Para que el derecho o una<br />
18 Creo que él mismo no se percató bien del alcance de sus palabras, pero taxativamen<strong>te</strong> dijo que no puede<br />
haber in<strong>te</strong>lección, si no es per conversionem ad phantasmata (por conversión a imágenes).<br />
44
ama de él exista, es preciso: 1º que algunos hombres especialmen<strong>te</strong><br />
inspirados, descubran ciertas ideas o principios de derecho. [...] Pues<br />
bien: un derecho referen<strong>te</strong> a las ma<strong>te</strong>rias que originan inevitablemen<strong>te</strong><br />
las guerras no exis<strong>te</strong>. [...] ...no exis<strong>te</strong> ni siquiera como idea, como<br />
puro <strong>te</strong>orema incubado en la men<strong>te</strong> de algún pensador.<br />
Pero se ve que no se percató de lo esencial, ya que en ese <strong>te</strong>xto consideró<br />
posible que, especialmen<strong>te</strong> inspirados, algunos hombres “descubran<br />
ciertas ideas o principios de derecho”, y lo confirmó a renglón seguido:<br />
No habiendo nada de esto, no habiendo ni en <strong>te</strong>oría un derecho de los<br />
pueblos ¿se pre<strong>te</strong>nde que desaparezcan las guerras entre ellos?<br />
Permítaseme que califique de frívola, de inmoral, semejan<strong>te</strong><br />
pre<strong>te</strong>nsión.<br />
No se percató de que lo inexis<strong>te</strong>n<strong>te</strong> no es “un derecho referen<strong>te</strong> a las<br />
ma<strong>te</strong>rias que originan inevitablemen<strong>te</strong> las guerras”. Lo inexis<strong>te</strong>n<strong>te</strong> es el<br />
concepto mismo de “derecho”, en general. Por muy especialmen<strong>te</strong><br />
inspirados que estén “algunos hombres”, no descubrirán especie alguna<br />
de “ideas o principios de derecho”. No sabemos qué es eso. Por tanto,<br />
para que desaparezcan las guerras entre los pueblos, no sólo no se<br />
necesita “un derecho de los pueblos”, sino que, por el contrario, conditio<br />
sine qua non es la metódica renuncia a ese y a cualesquiera otros<br />
“conceptos” que, como ése, son aconceptos. Con esa condición sí<br />
podremos conseguir —como se verá en capítulos pos<strong>te</strong>riores— que<br />
desaparezcan las guerras entre los pueblos.<br />
El propio Or<strong>te</strong>ga proporcionó un edifican<strong>te</strong> ejemplo de las conclusiones a<br />
las que puede conducir —en orden a conseguir felicidad para todos— la<br />
lucubración acerca del presunto concepto “Derecho”, pues doy por<br />
supuesto que la “guerra entre los pueblos” es, desde el punto de vista de<br />
la felicidad general, quizá lo peor que puede acon<strong>te</strong>cer en el planeta.<br />
Or<strong>te</strong>ga dejó ver que sentía entusiasmo por la guerra, incluso cuando<br />
censuraba el entusiasmo de Max Scheler por la misma. Y el entusiasmo<br />
de aquél, tanto como el de és<strong>te</strong>, se originó por haber fantaseado en torno<br />
al inexis<strong>te</strong>n<strong>te</strong> concepto. Las frases que siguen son reveladoras: la<strong>te</strong> en<br />
ellas, a manera de leitmotiv, la <strong>te</strong>sis de que al fuer<strong>te</strong> le asis<strong>te</strong> el<br />
“derecho” de imponerse al débil (nominor quoniam leo).<br />
La guerra es una controversia de poderío y voluntad entre las<br />
personas espirituales colectivas que llamamos Estados. La finalidad<br />
última en ella es máximo dominio espiritual sobre la Tierra.<br />
¡Son personas espirituales colectivas los Estados (por ejemplo, el Estado<br />
alemán duran<strong>te</strong> el III Reich)! ¡Y la finalidad última de la guerra es el<br />
dominio espiritual sobre la Tierra (por ejemplo, el dominio espiritual de<br />
George Bush Jr. sobre los espirituales pozos petrolíferos de Irak, y la<br />
geoestra<strong>te</strong>gia espiritual de los Estados Unidos de Nor<strong>te</strong>américa! Esas son<br />
las verdades que puede conquistar el buen alumno que toma lecciones de<br />
Filosofía.<br />
45
El ejercicio de la violencia, con sus resultados de matanzas, etc., no<br />
forma el núcleo de la guerra: es sólo su manifestación, medida y señal<br />
de las energías de voluntad que entran en conflicto.<br />
La muer<strong>te</strong> de vein<strong>te</strong> millones de seres humanos en la Segunda Guerra<br />
Mundial no es más que un hecho anecdótico irrelevan<strong>te</strong>, cuya única<br />
importancia reside en que fue manifestación y medida y señal de las<br />
valiosas energías de voluntad de Hitler y de la Alemania nazi.<br />
En la perspectiva histórica aparece el acto bélico como el<br />
verdaderamen<strong>te</strong> organizador. El es quien lleva a unidad de pueblo las<br />
hordas... La guerra es por excelencia el principio dinámico de la<br />
historia; la paz, sólo el principio estático...<br />
Si hubiera dicho que, en la perspectiva histórica de lo acaecido hasta<br />
ahora de facto en la sociedad irracional, el principio dinámico por<br />
excelencia de la historia ha sido la guerra, yo no podría objetar nada,<br />
porque no he pensado en ello. Pero dijo —como enunciando una ley<br />
sociológica universal— que la guerra es por excelencia el principio<br />
dinámico de la historia. Y eso, dicho así, me parece una burrada<br />
in<strong>te</strong>lectual incomprensible en un cerebro tan lúcido como el de Or<strong>te</strong>ga y<br />
Gasset. ¿Cómo puede nadie afirmar que, en una posible sociedad racional<br />
futura, el principio dinámico por excelencia de la historia <strong>te</strong>ndrá que ser<br />
también la guerra?<br />
Y cons<strong>te</strong> que no soy yo tampoco partidario del pacifismo humanista.<br />
[...] ...todas las <strong>te</strong>orías de la paz me parecen falsas, abstraídas y<br />
utópicas. Todas resbalan superficialmen<strong>te</strong> sobre el hecho profundo de<br />
la guerra,...<br />
¿Qué quiere decir “todas”? ¿”Todas las posibles”? ¿O “todas las que<br />
Or<strong>te</strong>ga y Gasset conocía”? Si es lo primero, Or<strong>te</strong>ga y Gasset nos hizo<br />
una afirmación dogmática y gratuita de escándalo. Si es lo segundo, no<br />
sirvió para nada la afirmación que nos hizo, pues no sabemos cuáles eran<br />
las <strong>te</strong>orías que él conocía.<br />
Nos invita [se refiere a Scheler] a que es<strong>te</strong>mos agradecidos si un Estado<br />
más fuer<strong>te</strong> se apodera del nuestro. Esa labor de conquista en que el<br />
Estado se aumenta, asume y reorganiza otras colectividades, es para<br />
Scheler la función vital por excelencia del organismo político. Y llega<br />
a decir: “El Estado beligeran<strong>te</strong> es el Estado en la suprema actualidad<br />
de su exis<strong>te</strong>ncia”.<br />
Al menos yo declino aceptar la invitación de Scheler. No quiero que un<br />
Estado, sólo porque es más fuer<strong>te</strong>, se apodere del mío. De<strong>te</strong>sto cerebral y<br />
cordialmen<strong>te</strong> el organismo político cuya función vital por excelencia sea<br />
esa labor de conquista en que el Estado se aumenta, asume y reorganiza<br />
otras colectividades. Me niego a aceptar ningún Estado de tipo hitleriano,<br />
por mucho que sea “el Estado en la suprema actualidad de su exis<strong>te</strong>ncia”.<br />
El pacifista ve en la guerra un daño, un crimen, o un vicio. Pero olvida<br />
que, an<strong>te</strong>s que eso y por encima de eso, la guerra es un enorme<br />
esfuerzo que hacen los hombres para resolver ciertos conflictos.<br />
46
Señor don José Or<strong>te</strong>ga: Yo, pacifista, nunca olvido que la guerra es un<br />
enorme esfuerzo que hacen los hombres para resolver ciertos conflictos.<br />
Al contrario, he <strong>te</strong>nido y <strong>te</strong>ngo muy presen<strong>te</strong> que ese “enorme esfuerzo<br />
que hacen los hombres para resolver ciertos conflictos” es un esfuerzo<br />
doloroso, letal, bestial, irracional, que resuelve, por supuesto, “ciertos<br />
conflictos” y, no sólo no resuelve, sino que agrava, el verdadero y<br />
máximo conflicto: el de la infelicidad secular del género humano.<br />
El pacifismo está perdido y se convier<strong>te</strong> en nula bea<strong>te</strong>ría, si no tiene<br />
presen<strong>te</strong> que la guerra es una genial y formidable técnica de vida y<br />
para la vida.<br />
Sólo un hombre arrogan<strong>te</strong> y endiosado puede hablar en esos términos. La<br />
segunda guerra mundial, con vein<strong>te</strong> millones de muertos, fue justamen<strong>te</strong><br />
lo contrario: fue una genial y formidable técnica de muer<strong>te</strong> y para la<br />
muer<strong>te</strong>.<br />
Ya vamos comprobando los desvaríos que puede sufrir quien juega a<br />
razonar como filósofo, median<strong>te</strong> aconceptos como el “derecho” y el<br />
“espíritu”. El manejo de un aconcepto se presta a toda suer<strong>te</strong> de<br />
equivocadas in<strong>te</strong>rpretaciones, de confusiones, de malen<strong>te</strong>ndidos.<br />
Continuemos observando la altivez de Or<strong>te</strong>ga y Gasset, y los desvaríos de<br />
él y de Scheler:<br />
...su opinión [la de Scheler] pone de relieve ciertos carac<strong>te</strong>res<br />
verdaderos de la guerra que hallo desconocidos por los charlatanes<br />
de todo linaje. Estos hombres, a veces cubiertos de ficticia aureola<br />
científica, propagan una noción frívola de la guerra. Ven en ella<br />
simplemen<strong>te</strong> una explosión de fuerza bruta puesta al servicio de<br />
in<strong>te</strong>reses ma<strong>te</strong>riales. Ahora bien: esa fuerza bruta no es tal. [...]<br />
Scheler insis<strong>te</strong> muy acertadamen<strong>te</strong> en que esa fuerza bruta es fuerza<br />
espiritual. Bruto es el cañón una vez hecho, cargado y en pun<strong>te</strong>ría;<br />
pero todo eso, cañón, carga y pun<strong>te</strong>ría, es una condensación de<br />
energías espirituales: saber, buen orden, constancia, laboriosidad,<br />
previsión, etc. He ahí lo <strong>te</strong>rrible, señores progresistas, o, como<br />
Nietzche diría, señores filis<strong>te</strong>os de la cultura; he ahí lo <strong>te</strong>rrible; que el<br />
espíritu sea susceptible de convertirse en fuerza bruta, que la fuerza<br />
bruta sea a la par fuerza moral.<br />
Siguen Or<strong>te</strong>ga y Scheler demostrando —con razones luminosas— que el<br />
armamento de guerra, la maquinaria que fue pensada y construida para<br />
matar seres humanos, es tan sólo “una condensación de energías<br />
espirituales”, porque dentro de ese armamento hay “saber, buen orden,<br />
constancia, laboriosidad, previsión, etcé<strong>te</strong>ra”. Entonces, el asalto al tren<br />
correo de Glasgow, las metralletas de los gangs<strong>te</strong>rs de Chicago, la bomba<br />
que cayó sobre Hiroshima. la preparación del ataque a las Torres<br />
Gemelas,... fue también “una condensación de energías espirituales”, ya<br />
que en todo ello hubo “saber, buen orden, constancia, laboriosidad,<br />
previsión, etcé<strong>te</strong>ra”.<br />
Or<strong>te</strong>ga y Scheler —y otros que no son Or<strong>te</strong>ga y Scheler— tienden a caer<br />
en éxtasis an<strong>te</strong> la idea de que un pueblo “superior” a otro tiene el<br />
derecho de imponerse al pueblo “inferior”. Se da la casualidad de que “el<br />
pueblo superior” suele ser para ellos el pueblo propio: Alemania para<br />
Scheler; España para Or<strong>te</strong>ga; etcé<strong>te</strong>ra.<br />
47
Hay en la guerra un motor biológico y un impulso espiritual que son<br />
altos valores de humanidad. El ansia de dominio, la voluntad de que lo<br />
superior organice y rija lo inferior, constituyen dos soberanos ímpetus<br />
morales.<br />
La voluntad Estado ejerce su más genuina misión cuando se impone a<br />
la <strong>te</strong>ndencia repulsiva de razas diversas, obligándolas a convivir y a<br />
colaborar en una vida superior in<strong>te</strong>gral. Recomiendo esta idea a los<br />
que quieran en<strong>te</strong>nder la obra de Castilla duran<strong>te</strong> la Reconquista. A<br />
diferencia de los otros pueblos peninsulares, transidos de<br />
particularismo doméstico, es Castilla el pueblo dotado de es<strong>te</strong> prócer<br />
carác<strong>te</strong>r estatificador. Merced a él compagina los instintos de<br />
dispersión de leoneses, gallegos, aragoneses, vasco-navarros y<br />
catalanes, obligándoles a unión y colaboración, disciplinándolos para<br />
un modo más alto y fino de exis<strong>te</strong>ncia histórica.<br />
Apar<strong>te</strong> de que, según los <strong>te</strong>xtos citados, habríamos de aceptar que la<br />
Alemania de Hitler fue lo superior, y el resto de Europa lo inferior,<br />
nosotros no podemos compartir el éxtasis de los mencionados autores,<br />
porque la violenta imposición de superioridades tales no puede reportar<br />
la felicidad mayor posible del género humano (que es lo único<br />
importan<strong>te</strong>). Ningún pueblo puede arrogarse la facultad de imponerse a<br />
otro por la fuerza, ni aun siendo superior a él. Y, por supuesto, no<br />
in<strong>te</strong>resa el “alto y fino modo de exis<strong>te</strong>ncia histórica” ofrecido así. Bien<br />
está que se descubran continen<strong>te</strong>s incivilizados, y se ofrezca al aborigen<br />
“inferior” lo positivo de la civilización “superior”, pero eso está bien<br />
sólo a condición de que el único medio utilizado para ello sea la<br />
sabiduría didáctica, el diálogo, el razonamiento persuasivo... De<br />
utilizarse medios violentos —como los utilizados, por ejemplo, por<br />
Castilla en América, y hasta en la península ibérica—, abominamos del<br />
“prócer carác<strong>te</strong>r estatificador”. Mientras que el “soberano ímpetu moral”<br />
que son las ansias de dominio y la voluntad “rectora de lo inferior” no<br />
nos entusiasma, ni aun siendo “pueblo inferior” (que no lo somos).<br />
[El Estado] tiene derecho a que se le reconozcan todos sus derechos,<br />
lo cual exige una ejecutiva imposición de ellos por medio de la guerra.<br />
[...] La guerra es para la ética un caso particular del derecho a matar.<br />
He ahí una buena prueba de los extremos adonde puede llevarnos el<br />
cultivo de la Filosofía y de sus aconceptos, entre los cuales figura el<br />
“derecho”. Ya lo has oído, lector, por boca de un gran filósofo español:<br />
¡el Estado tiene derecho a matar!<br />
En la sociedad actual, todo el mundo vocea a todas horas la palabra<br />
“derecho”: derechos humanos, derechos sociales, derechos de los presos,<br />
derechos del niño, Estado de Derecho, derecho de propiedad, derecho de<br />
libre expresión... Hasta se habla de los derechos de los animales. A es<strong>te</strong><br />
paso, pronto nos hablarán del derecho de los ciclones tropicales a matar<br />
gen<strong>te</strong>. Estamos continuamen<strong>te</strong> usando el término como si tuviera un<br />
filosófico significado que todos conocemos muy bien. Pero nadie nos da<br />
una in<strong>te</strong>ligible definición filosófica de lo que es un “derecho”.<br />
Los Estados miembros de la Unión Europea acostumbran, de vez en<br />
cuándo, aparentar que se mueven. La futura Carta de Derechos<br />
fundamentales de la UE es una de esas ocasiones. Su elaboración es<br />
48
idea de ellos pero, ahora que comienza a concretarse, se ve<br />
claramen<strong>te</strong> cuál es su verdadera in<strong>te</strong>nción: redactar un <strong>te</strong>xto que no<br />
sea vinculan<strong>te</strong>, un <strong>te</strong>xto que puedan esgrimir cuando les in<strong>te</strong>rese e<br />
ignorar cuando les moles<strong>te</strong>.<br />
Gracias a la Filosofía, así funcionan los derechos y el Derecho; así<br />
funciona la Política; así funciona la Democracia. Y así nos va.<br />
49
VI*<br />
Terruño, patria, nación...<br />
El fin último de nuestras elucubraciones en el presen<strong>te</strong> libro es la<br />
búsqueda del procedimiento óptimo para erradicar el Dolor en el mundo.<br />
Con<strong>te</strong>mplados desde ese punto de vista, sentimientos como los que<br />
inspira el nacionalismo, o el patriotismo, en principio son enemigos de<br />
una humanidad feliz. Amar uno su tierra implica no amar la tierra “del<br />
otro”. Es un amor excluyen<strong>te</strong>. Es una fuen<strong>te</strong> po<strong>te</strong>ncial de disensiones,<br />
enemistad, odio, conflictos, guerras... Lleva en sí un po<strong>te</strong>ncial germen de<br />
infelicidad para el colectivo total y, por tanto, para la propia tierra que<br />
uno ama. Por ese lado, pues, muy bien podría decirse que, en realidad, y<br />
a fin de cuentas, amar a la patria es matar a la patria.<br />
Per se, el amor a su tierra o su patria es por lo menos una rémora en la<br />
marcha hacia un posible mundo feliz. La psicológica necesidad natural de<br />
amar uno a su tierra o nación o patria —con exclusión de las otras—, es<br />
en el fondo una postura y actitud puramen<strong>te</strong> defensiva, debida sólo a la<br />
irracional estructura social de la humanidad, que está montada sobre la<br />
base de naciones o patrias (a su vez excluyen<strong>te</strong> cada una). Por estar así<br />
estructurada la sociedad, yo no puedo amar a la patria “del otro” porque<br />
“el otro” no puede amar a la mía: círculo vicioso que imposibilita la<br />
felicidad colectiva.<br />
Esa misma postura afectiva de excluyen<strong>te</strong> amor a mi patria, si la refiero a<br />
mi propio ego, ni es per se una rémora para la felicidad humana, ni puedo<br />
sustraerme a ella de ninguna manera, porque obedece a una necesidad<br />
física, biológica. Todo ser humano, qua criatura racional, en realidad<br />
sólo puede amarse a sí mismo. Siempre le acaece eso, incluso en el<br />
instan<strong>te</strong> en que ama al prójimo, ya que sólo amando al prójimo puede en<br />
ese instan<strong>te</strong> amarse a sí mismo. O también porque en ese instan<strong>te</strong> le es<br />
necesario para su propia felicidad amar al prójimo, y el yo racional o<br />
pensan<strong>te</strong> en cuanto tal persigue siempre, indefectiblemen<strong>te</strong>, la propia<br />
felicidad.<br />
Es el caso del filántropo, el del misionero que vive y se desvive por sus<br />
leprosos, el del cartujo que ama a Dios en la soledad de su celda... Para<br />
el cartujo, para el misionero, para el filántropo —sean o no sean<br />
conscien<strong>te</strong>s de ello—, “amar al otro” es amarse a sí mismo. En realidad,<br />
por tanto, resulta biológicamen<strong>te</strong> inevitable amarse uno a sí mismo:<br />
biológicamen<strong>te</strong> imposible “amar a otro” (en tanto que “a otro” signifique<br />
“a sí mismo no”). Se trata de una ley física ineludible.<br />
Pero esta ley biológica ineludible, que rige para las relaciones afectivas<br />
del yo consigo mismo en cuanto que es individuo, no rige para las<br />
relaciones afectivas del yo con su grupo —familia, tribu, clan, gremio,<br />
50
pueblo, nación, etcé<strong>te</strong>ra—, aunque entonces, en cierto modo, también es<br />
consigo mismo la relación afectiva. Es decir que no exis<strong>te</strong> biológica<br />
inevitabilidad en el amor del individuo hacia su grupo: no le es<br />
biológicamen<strong>te</strong> imposible amar a otro grupo.<br />
Ergo, puede haber en el planeta —ya los hay, y es deseable que los haya<br />
en abundancia— ciudadanos apátridas, “ciudadanos del mundo” que no<br />
sien<strong>te</strong>n por su particular tierra un amor excluyen<strong>te</strong>: si el número de ellos<br />
hubiera alcanzado históricamen<strong>te</strong> de<strong>te</strong>rminadas cotas, hubiera sido otra la<br />
suer<strong>te</strong> del género humano.<br />
En el polo opuesto se sitúa el vehemen<strong>te</strong> y fanático ciudadano dispuesto a<br />
morir por su nación o su patria. Es<strong>te</strong> género de patriotismo o<br />
nacionalismo ha generado en la humanidad inmenso Dolor. Que (como<br />
decíamos hace un instan<strong>te</strong>) se debe a la irracional estructura de la<br />
sociedad, ya que un vehemen<strong>te</strong> y fanático nacionalismo A exis<strong>te</strong> sólo<br />
porque hay fren<strong>te</strong> a él otro vehemen<strong>te</strong> y fanático nacionalismo B:<br />
¡infernal círculo vicioso!<br />
El día en que de alguna manera logremos que deje de existir en la Tierra<br />
el nacionalismo —el día en que logremos que no haya naciones—,<br />
habremos dado un paso de gigan<strong>te</strong> en la carrera hacia la erradicación de<br />
la infelicidad humana. Más todavía: si no damos ese paso de gigan<strong>te</strong>,<br />
nunca viviremos en paz y felicidad. Cuando otra cosa no es posible, bien<br />
está organizarse en forma (v.gr.) de “Naciones Unidas”, pero las<br />
organizaciones de esta naturaleza siempre llevan dentro de sí un germen<br />
de infelicidad para el género humano: ya ves, lector, qué marcha lleva el<br />
mundo actual, pese a la Organización de las Naciones Unidas.<br />
Puede revestir el nacionalismo cuatro formas diferen<strong>te</strong>s: puede ser<br />
agresivo, opresor, defensivo, reivindicativo. El agresivo es el del pueblo<br />
que arrebata la libertad (imperialismo, colonialismo) a otro pueblo que<br />
vivía libre. El nacionalismo opresor es el del pueblo que, haciendo valer<br />
su fuerza bruta, mantiene sujeto a un pueblo que quiere ser libre. El<br />
defensivo es el del pueblo que se limita a defender su libertad en caso de<br />
que otro pueblo in<strong>te</strong>n<strong>te</strong> arrebatársela. El reivindicativo es el del pueblo<br />
que no vive libre, y lucha para vivir libre como otros pueblos libres. De<br />
entre esas cuatro modalidades, el opresor y el agresivo son los inmediata<br />
y directamen<strong>te</strong> funestos.<br />
El funesto nacionalismo opresor suele manifestarse cuando el pueblo A<br />
mantiene atado al pueblo B por considerar que és<strong>te</strong> es par<strong>te</strong> esencial del<br />
pueblo A, y el B (que niega ser par<strong>te</strong> de A) quiere romper la atadura. Esto<br />
suele dar origen a sangrientos conflictos y guerras, cuya gravedad es<br />
directamen<strong>te</strong> proporcional a la in<strong>te</strong>nsidad con que se sien<strong>te</strong> el amor a la<br />
patria. Nosotros <strong>te</strong>nemos muy cerca, en la historia de las relaciones del<br />
pueblo español con el pueblo vasco, sangran<strong>te</strong>s pruebas de que, en efecto,<br />
el nacionalismo opresor es funesto.<br />
51
No se sabe desde cuándo exis<strong>te</strong> el pueblo vasco, pero se sabe que es<br />
an<strong>te</strong>rior al pueblo español. Se sabe, por tanto, que el pueblo vasco y el<br />
pueblo español son dos pueblos distintos. Lo demuestra, además, el hecho<br />
político actual de que (p.ej.) el pueblo de Baiona, de Biarritz, de Hendaia<br />
—pueblo no español—, es pueblo vasco.<br />
La siempre irracional dinámica de eso que llamamos “Política” hizo que<br />
un día el pueblo español ex<strong>te</strong>ndiera su poderío militar y político a una<br />
par<strong>te</strong> del pueblo vasco, a la que desde entonces considera región española<br />
(como, por ejemplo, a Castilla o Andalucía), y cuyas tierras considera<br />
que son propiedad suya, como las de Castilla o Andalucía. Muchos<br />
habitan<strong>te</strong>s de la así nacida “región vasca española” niegan que el pueblo<br />
español <strong>te</strong>nga el derecho de ejercer su poder militar y político sobre esa<br />
par<strong>te</strong> del pueblo vasco, y niegan que <strong>te</strong>nga derechos de propiedad sobre<br />
las tierras de és<strong>te</strong>. En consecuencia, reclaman el derecho del pueblo<br />
vasco a vivir políticamen<strong>te</strong> libre, sin sujeciones ni vínculos obligatorios<br />
creados por la fuerza de las armas y por los <strong>te</strong>jemanejes de la Política.<br />
Para cualquier pueblo, sea el que fuere, nada más natural que el deseo de<br />
ser libre, de elegir libremen<strong>te</strong> su destino, sus caminos de vida. Tiene<br />
“derecho” a esa libertad (como lo tiene también cualquier individuo). El<br />
País Vasco —no menos que la Alcarria, o la Provenza, o el Condado de<br />
Trebiño— tiene perfecto “derecho” de ser independien<strong>te</strong>, si así lo desea.<br />
Otra cosa es que le convenga o no, pero también eso debe decidirlo él, y<br />
nadie más. Asimismo, dentro del pueblo vasco tiene quienquiera (Navarra<br />
o Alava, por ejemplo) el “derecho” de ser independien<strong>te</strong> a su vez. Pues<br />
bien, el nacionalismo opresor español —y lo mismo el francés— que ya<br />
disfrutan del “derecho” de ser libres, niegan al nacionalismo vasco<br />
reivindicativo ese elemental “derecho”.<br />
Todos los pueblos quieren ser libres, y a ninguno le gusta que sea otro<br />
quien le diga cómo debe organizar su vida. Tampoco le gusta al pueblo<br />
vasco. A su vez, ningún pueblo quiere desprenderse de tierras que<br />
considera propiedad suya. El pueblo español tampoco lo quiere. La<br />
inevitable consecuencia es que surjan <strong>te</strong>nsiones y conflictos entre uno y<br />
otro pueblo. También los hubo, y bien graves, entre el español y el vasco.<br />
El intransigen<strong>te</strong> nacionalismo español demostró que jamás permitiría al<br />
pueblo vasco ser libre: irrumpiría el Ejército con toda su fuerza para<br />
impedirlo, obligado nada menos que por la propia Constitución.<br />
Así cerrada toda posibilidad práctica de conseguir la libertad de su<br />
pueblo por vías pacíficas y/o políticas, patriotas compulsivos vascos<br />
optaron por el uso de la violencia, y crearon la organización armada<br />
Euskadi ta Askatasuna (ETA), como única solución posible. Se<br />
ex<strong>te</strong>ndieron y se acrecentaron en grandes proporciones los mencionados<br />
conflictos y <strong>te</strong>nsiones, y con ellos el sufrimiento de ambos pueblos.<br />
El fanático nacionalismo opresor llega a extremos increíbles: por<br />
ejemplo, a odiar la lengua vernácula del pueblo oprimido. España y<br />
Francia han puesto mil zancadillas, impedimentos, trabas, al uso de<br />
52
nuestra lengua (el euskera), creándole constan<strong>te</strong>men<strong>te</strong> situaciones de<br />
progresivo debilitamiento, diglosia, asfixia, muer<strong>te</strong> lenta,... sólo porque<br />
constituye una formidable prueba de que el pueblo vasco no es francés ni<br />
español.<br />
A es<strong>te</strong> respecto es curioso el hecho de que a los dos opresores conviene<br />
declarar, y declaran, que el euskera es una de sus lenguas nacionales,<br />
pero no se sien<strong>te</strong>n culturalmen<strong>te</strong> obligados a conservarla prodigándole<br />
cuidados especiales. Y lo están por dos motivos. Uno, porque los mejores<br />
lingüistas han reconocido que el euskera es <strong>te</strong>soro lingüístico<br />
excepcional. Dos, porque han reconocido también que es la lengua que<br />
sigue viva siendo la más antigua (viva) de Europa, y no se comprende que<br />
la odien quienes tanto se esfuerzan por conservar todo monumento<br />
antiguo, sólo porque es antiguo. En España se tomaron grandes trabajos<br />
para conservar el egipcio <strong>te</strong>mplo de Debod, trasladándolo hasta Madrid,<br />
piedra por piedra. En España se ama el <strong>te</strong>mplo egipcio porque es<br />
antiquísimo, y se odia el euskera, siendo también antiquísimo ¿Por qué?<br />
Porque es una espina para el nacionalismo español.<br />
Parece increíble que se pueda sentir inquina hacia un idioma. Pero está<br />
demostrado que se la sien<strong>te</strong> cuando ese idioma estorba a las ape<strong>te</strong>ncias<br />
del nacionalismo opresor. En cierta ocasión, Javier Madrazo, coordinador<br />
general de IU-EB, y Shanti Kiroga, parlamentario navarro —aquél en<br />
Bilbao y és<strong>te</strong> en Pamplona— declaraban pública y simultáneamen<strong>te</strong>:<br />
Si pudieran, el PP y el PSE firmarían el acta de defunción del euskara<br />
[Madrazo].<br />
UPN-PP quieren acabar con el euskara 19 [Kiroga].<br />
La recien<strong>te</strong> historia de España nos da una dolorosa prueba de lo que es el<br />
nacionalismo opresor. Sucesivos Gobiernos, duran<strong>te</strong> decenios,<br />
mantuvieron persis<strong>te</strong>n<strong>te</strong> su noluntad de diálogo con ETA. En vano lo<br />
pedía el pueblo con ahínco, ávido de pacificación. Gobernan<strong>te</strong>s,<br />
políticos, escritores, comentaristas, hicieron todo lo posible para que el<br />
diálogo no tuviera lugar.<br />
Los falsos argumentos aducidos para la galería —por ejemplo, “no se<br />
debe dialogar con quien acude con una pistola al cinto”— no eran sino un<br />
pre<strong>te</strong>xto para la negativa. Cuantas más pistolas traiga en el cinto el<br />
enemigo, más necesario es el diálogo con él, pues la finalidad del diálogo<br />
es precisamen<strong>te</strong> el conseguir que se despoje de las pistolas. El verdadero<br />
motivo de la negativa era otro: el diálogo hubiera puesto en evidencia la<br />
injusticia que el nacionalismo español come<strong>te</strong> cuando, por la fuerza de<br />
las armas, impide que el pueblo vasco recupere su libertad. 20<br />
19 Pone los pelos de punta la saña con que el nacionalismo español infiltrado en Navarra ha lanzado algunos<br />
de sus ataques a la lengua vasca, siendo ésta como es la lingua navarrorum (la lengua de los navarros).<br />
20 Olvidemos que el motivo era también electoralista. Cuando Juan Serraller, presiden<strong>te</strong> de la Asociación de<br />
Derechos Humanos de Madrid, visitó el País Vasco el año 98, claramen<strong>te</strong> dio a en<strong>te</strong>nder ⎯y en distintas<br />
ocasiones otros conspicuos personajes abundaron en la misma idea⎯ que al gobierno del PP le convenía que<br />
no se resolviera el conflicto. Esta observación lleva en sí una horrible sugerencia: "el gobierno estaba<br />
53
En los círculos gubernamentales, en los cenáculos y mentideros de la<br />
política, en los medios de comunicación, se apuntaba a ETA como<br />
causan<strong>te</strong> de las muer<strong>te</strong>s habidas en sus a<strong>te</strong>ntados. Y esa no era toda la<br />
verdad. El gobernan<strong>te</strong> que, por sus in<strong>te</strong>reses políticos partidistas, no<br />
quiso man<strong>te</strong>ner con ETA el diálogo que hubiera evitado aquellas muer<strong>te</strong>s,<br />
fue también indiscutible causan<strong>te</strong> de ellas.<br />
Cuando el bandido secuestra una niña, y la mata a navajazos porque el<br />
padre se ha negado a pagar el resca<strong>te</strong>, la mata el padre tanto como el<br />
bandido y tanto como la navaja. Y esta cruda verdad no dejará de ser<br />
verdad por mucho que se repita que el bandido es el “culpable”. En la<br />
comisión de un crimen puede haber varios causan<strong>te</strong>s: “culpables”,<br />
ninguno. La navaja del bandido no es culpable de la muer<strong>te</strong> de la niña,<br />
pero sí es causa. De la misma manera el padre. La mortífera navaja se<br />
mueve por haberse movido el brazo del bandido, y el brazo del bandido<br />
se mueve por no haberse movido el brazo del padre entregando el dinero<br />
del resca<strong>te</strong>.<br />
Quienes <strong>te</strong>nemos por desiderátum la felicidad mayor posible de todos los<br />
hombres, no podemos dar nuestro visto bueno a los a<strong>te</strong>ntados mortales de<br />
ETA, ni aunque tuviéramos en cuenta la poderosa razón de que al pueblo<br />
vasco le asis<strong>te</strong> el irrenunciable derecho de ser libre: por justa que sea una<br />
mera reivindicación política, si para conseguirla hemos de matar a<br />
alguien, renunciamos a la reivindicación. Pero debemos también señalar<br />
con el dedo —como causan<strong>te</strong>, no menos que ETA, de las muer<strong>te</strong>s que en<br />
exclusiva se atribuyeron a ETA— al obstinado gobernan<strong>te</strong> que no quiso<br />
entablar el diálogo que hubiera podido evitar las muer<strong>te</strong>s. Y debemos<br />
también señalar que la causa de ambos causan<strong>te</strong>s fue, a su vez, el nefasto<br />
nacionalismo. Nefasto en sí (para la felicidad humana), sea opresor, sea<br />
reivindicativo.<br />
Tras cada uno de los numerosos a<strong>te</strong>ntados mortales de ETA, los<br />
gobernan<strong>te</strong>s de turno repetían la misma puesta en escena: alardes de<br />
retórica, rostro compungido fren<strong>te</strong> a las cámaras y el ataúd, y repetición<br />
ad nauseam del consabido estribillo:<br />
El Ejecutivo no modificará su política anti<strong>te</strong>rrorista. No queremos<br />
dialogar con asesinos. No cederemos al chantaje. No estamos<br />
dispuestos a sentarnos en torno a una mesa con aquellos que<br />
amenazan con la fuerza de las pistolas. Negociaremos con ETA cuando<br />
haya dejado las armas.<br />
Argumentos dialécticamen<strong>te</strong> inoperan<strong>te</strong>s, por varios motivos: a) El<br />
gobierno español, sentado fren<strong>te</strong> a ETA en una mesa de negociaciones,<br />
parapetado tras el título octavo de la intocable Constitución, está<br />
amenazando con la fuerza de los cañones de su ejército (no menos<br />
mortíferos que las pistolas de ETA). b) No hay nada que negociar<br />
cuando haya dejado ETA las armas, puesto que se ha de negociar<br />
in<strong>te</strong>resado en que ETA siguiera matando ciudadanos, y por eso, con su obstinada noluntad de diálogo, hizo<br />
que ETA siguiera matándolos".<br />
54
precisamen<strong>te</strong> para que ETA deje las armas. c) La bomba de Hiroshima<br />
obligó a Japón a dialogar inmediatamen<strong>te</strong> con quien había matado cerca<br />
de cien mil japoneses en un instan<strong>te</strong>. Si ETA hubiera dispuesto de una<br />
bomba semejan<strong>te</strong>, Madrid no hubiera enarbolado el argumento de que no<br />
es posible dialogar con asesinos: hubiera dialogado inmediatamen<strong>te</strong>.<br />
Que yo sepa, en los medios de comunicación españoles nadie osaba<br />
refutar en es<strong>te</strong> punto al gobernan<strong>te</strong>. Sólo una vez recuerdo que alguien<br />
habló claro. Poco después de la muer<strong>te</strong> de Ernest Lluch, Eduardo Haro<br />
Tecglen escribía en El País:<br />
Ya veo la cau<strong>te</strong>la: no negar la palabra diálogo, porque es santa, pero<br />
matizarla. Sí, pero. A condición de. An<strong>te</strong>s hay que. Quieren diálogo, a<br />
condición de que el otro piense lo mismo. Quieren diálogo, dicen los<br />
más serios, pero sin HB porque HB representa a ETA, y ETA al crimen.<br />
Pero ¿con quién creen que hay que dialogar? ¡Con el criminal! ¡Hay<br />
que hablar con el criminal, para que no nos ma<strong>te</strong> y busquemos<br />
salidas!...<br />
Ni al nacionalismo español ni al francés importaban en realidad las<br />
víctimas de ETA, y por eso carecieron de voluntad política para<br />
solucionar el conflicto. De haberla <strong>te</strong>nido, hubieran visto y tomado en<br />
cuenta estas elementales verdades que hasta un caballo sabría reconocer:<br />
No consis<strong>te</strong> la solución en suprimir a ETA, sino en suprimir las causas<br />
de que exista ETA. Suprimiendo a ETA sin suprimir las causas, ETA<br />
puede resurgir de una u otra manera. Cuando la policía, después de<br />
cometido un asesinato, captura a los autores, ya es tarde para reparar el<br />
daño causado. Descorcharemos bo<strong>te</strong>llas de champaña porque “¡ya los han<br />
cogido!”, pero el muerto no resucitará. Además puede ocurrir —de hecho,<br />
ésa es la historia de ETA— que los autores capturados por la policía sean<br />
ipso facto sustituidos por otros (y además duran<strong>te</strong> generaciones),<br />
precisamen<strong>te</strong> porque persis<strong>te</strong>n las causas. En el Estado español, después<br />
de cada a<strong>te</strong>ntado mortal de ETA, invariablemen<strong>te</strong>, la nación en<strong>te</strong>ra se<br />
dedicaba a ponderar el altísimo grado de “maldad” de los autores, pero<br />
sin ocuparse de las causas de la “maldad”: lamento insensato por necio,<br />
tanto como estéril y baldío.<br />
En Barcelona, el mes de noviembre del año 2000, ETA dio muer<strong>te</strong> al exministro<br />
Ernest Lluch. Para mucha gen<strong>te</strong>, aquello fue demasiado. Se<br />
sentía vivamen<strong>te</strong> la necesidad de acabar con el problema. Se convocó una<br />
manifestación en la que “un millón de personas” pidió que se iniciara de<br />
una vez el diálogo insis<strong>te</strong>n<strong>te</strong>men<strong>te</strong> negado por el gobierno español.<br />
Terminada la manifestación en la plaza de Cataluña, la periodista en cuyo<br />
programa radiofónico solía colaborar el difunto, leyó la declaración<br />
institucional, tal como estaba prevista. Pero al <strong>te</strong>rminar la lectura, añadió<br />
por su cuenta, con énfasis, dirigiéndose a los gobernan<strong>te</strong>s allí presen<strong>te</strong>s<br />
(y muy señaladamen<strong>te</strong>, como es de suponer, al presiden<strong>te</strong> José María<br />
Aznar):<br />
55
Se lo digo en cas<strong>te</strong>llano, para que me entiendan. Ernest, hasta con la<br />
persona que lo mató, hubiera in<strong>te</strong>ntado dialogar. Us<strong>te</strong>des, que pueden,<br />
dialoguen, por favor.<br />
Con un cerrado aplauso acogió estas palabras el “millón de asis<strong>te</strong>n<strong>te</strong>s”.<br />
Palabras que tanto las tres hijas como la compañera de Lluch secundaron<br />
subiendo al estrado y exhibiendo un car<strong>te</strong>l de petición de diálogo. En ese<br />
momento estaba yo muy lejos del cadáver de Ernest Lluch. Pero escuché<br />
nítidamen<strong>te</strong> una voz lúgubre que salía del in<strong>te</strong>rior del féretro, y que debió<br />
llegar hasta el mismo Madrid:<br />
Por ti estoy aquí, José María. Porque tú no quieres dialogar. Tú me<br />
has matado.<br />
Años atrás había llegado un momento en que las presiones obligaban al<br />
diálogo, y se iniciaron las “conversaciones de Argel”. Fracasaron.<br />
Fracasaron porque al nacionalismo español no in<strong>te</strong>resaba conversar en<br />
torno al verdadero problema.<br />
En otra época pos<strong>te</strong>rior en que la situación se había hecho también<br />
insos<strong>te</strong>nible, y cuando iban a retomarse los contactos, ocurrió lo<br />
inaudito: fue encarcelada Belén González, persona clave en el proceso de<br />
negociación. Como dijo entonces un líder del PNV,<br />
en ninguna par<strong>te</strong> se ha visto que se de<strong>te</strong>nga al in<strong>te</strong>rlocutor que realizó<br />
la in<strong>te</strong>rmediación.<br />
Duran<strong>te</strong> años, con hechos, ETA dio, tanto como “su entorno”, claras y<br />
repetidas pruebas de que ansiaba el diálogo, la negociación, la paz. El<br />
gobernan<strong>te</strong> español no las dio. ETA llegó incluso a decretar<br />
unila<strong>te</strong>ralmen<strong>te</strong> el alto el fuego, por tiempo indefinido, pidiendo que se<br />
resolviera el con<strong>te</strong>ncioso democráticamen<strong>te</strong>, y prometiendo respetar lo<br />
que el pueblo decidiera. Los políticos de España y de Francia no<br />
quisieron hacer semejan<strong>te</strong> promesa: no quisieron correr el riesgo de que<br />
prosperara democráticamen<strong>te</strong> la opción separatista vasca. Prefirieron que<br />
reanudara ETA su actividad.<br />
Y sucedió lo que se <strong>te</strong>mía y era previsible: an<strong>te</strong> la persis<strong>te</strong>n<strong>te</strong> cerrazón e<br />
inmovilismo del Gobierno, ETA puso fin al alto el fuego, y se<br />
multiplicaron los a<strong>te</strong>ntados. Lo único que hizo el nacionalismo español<br />
an<strong>te</strong> el final de la tregua fue reafirmarse una vez más en su dictatorial<br />
postura:<br />
El Ejecutivo nunca cederá an<strong>te</strong> la demanda de modificar el marco<br />
jurídico-político actual.<br />
Los portavoces del PP y del PSOE coincidieron a la hora de restar<br />
importancia y validez a una encuesta —realizada por encargo del<br />
Gobierno vascongado— en la que el 90% de los encuestados estaba a<br />
favor de que el Gobierno español dialogue con ETA.<br />
56
De las cuatro formas posibles de nacionalismo, el opresor y el agresivo<br />
son (como decíamos arriba) los directamen<strong>te</strong> funestos para una feliz<br />
convivencia social. Pero ¡a<strong>te</strong>nción a ese juicio! No son funestos porque<br />
sea “malo” el nacionalista opresor o agresivo, que aborrece, desprecia, y<br />
con su prepo<strong>te</strong>ncia masacra, al nacionalista oprimido. En es<strong>te</strong> asunto, lo<br />
único “malo” es el propio nacionalismo (o patriotismo), intrínsecamen<strong>te</strong><br />
pernicioso para la felicidad del género humano.<br />
Leí, no sé dónde, que<br />
el ca<strong>te</strong>drático de Derecho Penal y Derecho In<strong>te</strong>rnacional, Mancini,<br />
califica a las naciones de “obras naturales y divinas...”<br />
También ignoro qué motivos tuvo Mancini para calificarlas así, y cuál es<br />
exactamen<strong>te</strong> su concepto de “nación”. Si en él está incluido el concepto<br />
de “fron<strong>te</strong>ra”, mi opinión es que las naciones no pueden ser obra natural<br />
y divina. El patriotismo es natural y sano cuando se reduce a que yo<br />
sienta amor por la tierra donde he nacido o vivido, siempre que ese amor<br />
no esté delimitado por una fatídica línea llamada “fron<strong>te</strong>ra”, en la que se<br />
diga “¡esto hasta aquí es mío, no tuyo; y esto es lo que yo amo, no lo<br />
tuyo!”.<br />
La guerra propiamen<strong>te</strong> dicha será imposible cuando dejen de existir esas<br />
líneas de separación conocidas como fron<strong>te</strong>ras. El nacionalismo es<br />
prácticamen<strong>te</strong> siempre —si no siempre— la causa eficien<strong>te</strong> de ese<br />
horrendo azo<strong>te</strong> que es la guerra, probablemen<strong>te</strong> lo peor imaginable para<br />
el humano que anhela vivir una exis<strong>te</strong>ncia feliz.<br />
En opinión de Or<strong>te</strong>ga y Gasset,<br />
las naciones constituyen una formidable realidad situada en el mundo<br />
y con la que hay que contar.<br />
¿Qué quiso decir? ¿Que exis<strong>te</strong>n las naciones por ineluctable necesidad<br />
física o biológica, y que, por tanto, existirán per saecula saeculorum,<br />
mientras haya hombres en el planeta? Eso no lo sabe Or<strong>te</strong>ga, ni lo sabe<br />
nadie. Para nosotros, por tanto, la “formidable realidad” será que en el<br />
planeta no quede más que una única nación llamada Terra.<br />
En el mundo de los irracionales, la constitución social en grupos<br />
fraccionarios más o menos antagónicos tiene su razón de ser. En cambio,<br />
adquirida por evolución la ca<strong>te</strong>goría de “racional” en la especie homo, tal<br />
constitución pierde su logicidad o racionalidad estructural in<strong>te</strong>rna: la<br />
racionalidad que pueda haber en ella es únicamen<strong>te</strong> coyuntural. Nuestra<br />
especie comenzó su andadura de animal racional, como especie<br />
naturalmen<strong>te</strong> constituida por grupos fraccionarios —familia, tribu,<br />
pueblo, ciudad, etcé<strong>te</strong>ra—, en par<strong>te</strong> por inercia de los hábitos heredados<br />
de su estado an<strong>te</strong>rior de prima<strong>te</strong> irracional, y en par<strong>te</strong> por la precariedad<br />
inicial del nuevo estado (de prima<strong>te</strong> racional). Hoy, debido a que todavía<br />
su racionalidad no ha llegado a la madurez, sigue formando grupos de<br />
muy diversa índole. No porque sea eso lo que más le conviene, sino<br />
porque no ha visto que es posible conformar un conjunto total y único.<br />
57
La razón de que el nacionalismo genere infelicidad estriba en que el<br />
constituirse la humanidad en grupos es en principio —y pese a la<br />
aparen<strong>te</strong> paradoja— fuen<strong>te</strong> de infelicidad (sea cual fuere la naturaleza o<br />
el carác<strong>te</strong>r de la agrupación). Toda agrupación lleva en la esencia de sus<br />
entrañas, pa<strong>te</strong>n<strong>te</strong> o la<strong>te</strong>n<strong>te</strong>, débil o in<strong>te</strong>nso, el carác<strong>te</strong>r de una empresa<br />
que está a la defensiva, o dispuesta a tomar la ofensiva. Siempre lleva<br />
algún antagonismo con relación a otra agrupación, actual o posible.<br />
Antagonismo que fácilmen<strong>te</strong> puede traducirse en más o menos enconadas<br />
rivalidades, enemistades, luchas, guerras... No hay más que echar un<br />
vistazo a lo que sucede todos los días entre los pueblos, entre las<br />
naciones, entre las iglesias y sectas, entre los partidos políticos, incluso<br />
entre los clubes y equipos deportivos... Todo es, a la postre, guerra.<br />
Ha llegado la hora de empezar a preguntarnos en serio si un verdadero<br />
al<strong>te</strong>rmundo es posible. No otro mundo atomizado (como el nuestro<br />
actual) en miríadas de fraccionarios estados, naciones, pueblos, grupos,<br />
sociedades, equipos,... de toda laya y pelaje, sino un mundo de veras<br />
otro: ¡el al<strong>te</strong>rmundo de los individuos, borradas para siempre todas las<br />
fron<strong>te</strong>ras!<br />
58
VII*<br />
Hedonopatía<br />
La justa o injusta valoración del placer, y el subsiguien<strong>te</strong> racional o<br />
irracional disfru<strong>te</strong> del mismo, pueden decidir nuestra felicidad o nuestra<br />
infelicidad. Frecuen<strong>te</strong>men<strong>te</strong>, si no siempre, por causa de una<br />
supervaloración del placer, el hombre deja de ser todo lo feliz que<br />
pudiera haber sido, y hasta puede llegar a ser netamen<strong>te</strong> desgraciado.<br />
In<strong>te</strong>resa estudiar la cuestión cuando se trata de estudiar cómo haríamos a<br />
la humanidad lo más feliz posible.<br />
Si se analiza con rigor y profundidad la verdadera naturaleza del placer y<br />
del dolor, se llega a la conclusión de que ni uno ni otro son verdaderos<br />
valores: el hombre los convier<strong>te</strong> artificialmen<strong>te</strong> en valores vitales, pero<br />
de suyo no lo son. Los correlatos fisiológicos del placer y del dolor sí<br />
son valores, pero no el psíquico dolor o placer. El dolor, tanto como el<br />
placer, qua realidad psíquica, no es más que una insulsa y aséptica figura<br />
geométrica, en la que no puede haber nada que <strong>te</strong>nga valor. Hablando con<br />
“filosófica” propiedad, ni el dolor es cosa aborrecible, vitanda, mala,<br />
indeseable, ni el placer tiene nada bueno o deseable. 21<br />
Por supuesto, no estamos ahora en clase de psicología o de filosofía, y<br />
poco importa que hablemos —acordes con el sentido común de la vida<br />
ordinaria—, como si fuese el dolor, no el correlato, la cosa mala o<br />
vitanda, y como si fuese el placer, no el correlato, lo bueno y lo<br />
desiderable.<br />
Cada vez que mencionemos aquí el dolor sin explícitas o implícitas<br />
connotaciones, debe en<strong>te</strong>nderse que lo concebimos en sentido muy lato.<br />
Es decir que será dolor, para nosotros, toda sentición ingrata, sea cual<br />
fuere su in<strong>te</strong>nsidad, su duración, su origen, su naturaleza. No sólo el<br />
insoportable dolor es dolor. Una aflicción cualquiera, por pequeña que<br />
fuere, lo es también. Un ligero aburrimiento o <strong>te</strong>dio momentáneo<br />
también. La más leve insatisfacción es dolor. La mínima molestia causada<br />
por el inoportuno cínife que zumba en derredor de mi cabeza es dolor.<br />
Cualquier sensación de necesidad insatisfecha, por insignifican<strong>te</strong> que sea<br />
—de tomarse un refrigerio, de ver una película, de jugar al póquer...—,<br />
es dolor.<br />
Lo mismo sucede con el placer. No sólo son placer los <strong>te</strong>nidos por<br />
grandes placeres de la vida. La casi imperceptible sensación suavísima de<br />
bien-estar, la sensación de que sin causa ni razón conocida estoy cuasi<br />
risueño y con<strong>te</strong>nto, es también placer. Tan verdad es esto, lector, que<br />
para nosotros desde ahora esta suave forma de placer cuantitativamen<strong>te</strong><br />
mínimo va a ser lo más importan<strong>te</strong> para la felicidad. Vamos a practicar<br />
21 V. Ni Dios ni Darwin.<br />
59
una enérgica discriminación entre dos clases de placer. Uno, de baja<br />
in<strong>te</strong>nsidad, que llamaremos “placer-felicidad”, y otro, de más o menos<br />
alto voltaje, que llamaremos —por puro convencionalismo— “placervicio”.<br />
“Placeres-vicio” serían el sabor de un li<strong>te</strong>ralmen<strong>te</strong> exquisito<br />
manjar; el bouquet de un excepcional vino selecto; el aroma del más puro<br />
habano; un orgasmo; los “paraísos” alcanzados por la droga; el<br />
estremecimiento emocional del melómano an<strong>te</strong> ciertos pasajes musicales;<br />
etcé<strong>te</strong>ra.<br />
Cuando se trata de hacer feliz a la persona humana, in<strong>te</strong>resa conocer<br />
algunas leyes biologico-psicológicas por las que se rigen el placer y el<br />
dolor. Por convencionalismo diremos que son leyes eudemonistas. Paso a<br />
enumerar ocho de ellas.<br />
1ª) Contra lo que opinan incluso hombres de ciencia, en la naturaleza no<br />
hay nada que haya sido construido o creado para dar placer. A mí me<br />
parece li<strong>te</strong>ralmen<strong>te</strong> absurdo que la Razón que rige y dirige los fenómenos<br />
de todo el cosmos haya hecho nada para proporcionar placer. El clítoris y<br />
el pene, por ejemplo, no fueron diseñados —a pesar de su asombrosa<br />
profusión de <strong>te</strong>rminaciones nerviosas— para causar placer a su poseedor.<br />
Sólo fueron diseñados para causar de<strong>te</strong>rminados efectos<br />
físicos/fisiológicos (no psicológicos). Dicen que el clítoris es<br />
fisiológicamen<strong>te</strong> innecesario, y que su única función es la de causar<br />
placer. No estoy de acuerdo: puede el clítoris estar estructurado como<br />
está, porque la “<strong>te</strong>cnología de la construcción” propia del proceso<br />
embriogénico tuvo que pasar por estructurarlo así (exactamen<strong>te</strong> lo mismo<br />
que sucede en el macho con las <strong>te</strong>tillas, fisiológicamen<strong>te</strong> innecesarias<br />
también). Téngase presen<strong>te</strong> que ninguna hembra de prima<strong>te</strong>, exceptuada<br />
la mujer, tiene orgasmos nunca. 22 Pero todas tienen clítoris. Ergo, su<br />
clítoris no fue diseñado para causar placer. ¿Y el de la mujer sí? Yo digo<br />
que no. Nuestros clítoris y penes causan placer sin estar diseñados para<br />
causar placer.<br />
2ª) Como cualquiera otra sentición, placer y dolor se experimentan<br />
entrecortados, in<strong>te</strong>rmi<strong>te</strong>n<strong>te</strong>s. Toda sentición se tiene siempre con<br />
al<strong>te</strong>rnancias, aunque podemos no darnos cuenta de ellas porque se<br />
suceden con rapidez. Gozamos y sufrimos “a ratos” (“ahora sí”, “ahora<br />
no”), sin continuidad. 23 Si las al<strong>te</strong>rnancias de una sentición dada se<br />
mantienen sin cesar y repitiéndose duran<strong>te</strong> un cierto tiempo, será<br />
prácticamen<strong>te</strong> verdad que ese concreto sentir ha perdurado más o menos.<br />
Pero, en sí, ninguna sentición —tampoco, por tanto, el placer o el dolor—<br />
puede propiamen<strong>te</strong> durar.<br />
3ª) Mientras yo, en estado conscien<strong>te</strong> o de vigilia, no <strong>te</strong>nga ningún dolor,<br />
seré feliz —completamen<strong>te</strong> feliz—, aunque tampoco <strong>te</strong>nga ningún placervicio.<br />
Feliz porque, si no <strong>te</strong>ngo ningún dolor, me es imposible ser<br />
desgraciado (= no-feliz). Si una persona viviera toda su vida sin sentir<br />
nunca ningún dolor, y tampoco ningún placer-vicio, sería imposible que<br />
22 “El orgasmo femenino de nuestra especie es el único entre los prima<strong>te</strong>s...” (Desmond Morris).<br />
23 V. Ni Dios ni Darwin.<br />
60
sintiera tris<strong>te</strong>za o nostalgia o <strong>te</strong>dio por vivir una vida tan “insípida”.<br />
Quien afirme lo contrario se contradice, pues afirma que esa persona<br />
sentiría dolor sin sentir dolor. Decir que una persona sin dolor tiene que<br />
sentirse desdichada si se la priva de todo placer-vicio, es como decir que,<br />
anes<strong>te</strong>siándola sin que pueda sentir nada, tiene que sentirse desdichada,<br />
puesto que se le ha negado todo acceso al placer-vicio. En toda persona<br />
exenta de sufrimientos o dolores hay verdadera felicidad, hay placer. No<br />
placer-vicio, pero sí placer-felicidad. En principio, el hecho de sentir<br />
cualquiera cosa —el hecho de ver, oír, tocar... (incluso la cosa más<br />
prosaica y simple) ya es placer. Es un placer exis<strong>te</strong>ncial. El placer de<br />
existir, de sentirse vivo...<br />
4ª) La eficiencia de los objetos actual o po<strong>te</strong>ncialmen<strong>te</strong> “hedonígenos” es<br />
muy relativa siempre. El niño de familia pobre puede, con jugue<strong>te</strong>s toscos<br />
y baratos, gozar tanto o más que el hijo del magna<strong>te</strong> con sus carísimos y<br />
sofisticados jugue<strong>te</strong>s. Puede, escuchando por <strong>te</strong>levisión ciertas lecciones<br />
de física, disfrutar tanto o más que viendo en la pantalla necios dibujos<br />
animados. Quien subía ochenta escalones a pie todas las mañanas,<br />
cargado con pesados bultos, experimentó vivo placer el día que instalaron<br />
en la casa un ascensor; poco después, habituado ya, subía los cinco pisos<br />
en el ascensor sin sentir placer alguno. El hecho de que poseamos en<br />
perfecto estado ambos brazos, ambas piernas, ambos ojos,... a pesar de<br />
que todo ello es objeto de gran valor eudemonista, no nos causa ningún<br />
placer. La prolongada carencia total de agua nos ocasionaría dolores<br />
atroces y muer<strong>te</strong>, pero la constan<strong>te</strong> disponibilidad de tan valioso<br />
elemento no nos trae per se ningún placer.<br />
5ª) Los placeres muy fuer<strong>te</strong>s o in<strong>te</strong>nsos no pueden ser muy duraderos. Es<br />
imposible un orgasmo que dure ciento ochenta minutos. En cambio, se<br />
puede sentir suave placer duran<strong>te</strong> ciento ochenta minutos escuchando a<br />
Mozart, o con<strong>te</strong>mplando un bello paisaje otoñal mientras vamos<br />
despidiéndonos del Sol que quiere acostarse. Y se puede sentir placer<br />
duran<strong>te</strong> mucho más tiempo, si hemos de creer al poeta Selgas (José): “dos<br />
cosas serían capaces de entre<strong>te</strong>nerme toda la vida; ver jugar a un niño, y<br />
ver correr el agua”.<br />
6ª) El placer in<strong>te</strong>nso y fugaz que se ob<strong>te</strong>nga de la fuen<strong>te</strong> x —y se<br />
con<strong>te</strong>mple al través del prisma eudemonista— no valdrá mucho más<br />
(quizá valga mucho menos) que el placer poco in<strong>te</strong>nso y duradero<br />
ob<strong>te</strong>nido en cualquiera otra fuen<strong>te</strong> z. En realidad, y a fin de cuentas,<br />
tienen todos los placeres el mismo valor eudemonista. El A vale más que<br />
el B desde el punto de vista de su in<strong>te</strong>nsidad, pero aquél es fugaz, y és<strong>te</strong><br />
duradero; aquél no puede saborearse en la vejez, y és<strong>te</strong> sí; aquél trae con<br />
frecuencia infelicidad, y és<strong>te</strong> no la trae nunca; nos imaginamos que aquél<br />
es más valioso que és<strong>te</strong>, y en realidad valen ambos lo mismo; etcé<strong>te</strong>ra.<br />
¿Será por eso que el genial cocinero Juan Mari Arzak respondiera que la<br />
receta personalmen<strong>te</strong> preferida por él era “pimientos del piquillo con un<br />
par de huevos fritos”? ¿Y será también por eso que Nacho Vidal, el<br />
famoso actor porno, respondiera que la postura personalmen<strong>te</strong> preferida<br />
por él para su intimidad era “la del misionero”?<br />
61
7ª) Dadas las condiciones en las que se desarrolla nuestra biología y<br />
nuestra psicología, basta desbrozar de todo sufrimiento el camino de la<br />
vida para que en su momento, espontánea y necesariamen<strong>te</strong>, bro<strong>te</strong>n los<br />
placeres que nos es dable gozar: para que bro<strong>te</strong>n (se sobrentiende) en<br />
toda su posible cuantía numérica. La felicidad no depende de los placeres<br />
habidos en la vida, sino de los dolores evitados. El hombre es<br />
automáticamen<strong>te</strong> feliz, esté donde esté, haga lo que haga, si no sufre<br />
ningún dolor. Es entonces verdaderamen<strong>te</strong> feliz, porque ello significa que<br />
todo está bien, y eso es bien-estar: ésa es la felicidad.<br />
8ª) Para una misma duración del tiempo transcurrido entre el nacimiento<br />
y un momento cualquiera de nuestra vida de adultos, la suma de placer<br />
disfrutado a lo largo de ese tiempo será para todos los hombres igual —<br />
sean cuales fueren las condiciones en que hayamos vivido—, si la suma<br />
de los instan<strong>te</strong>s que hayamos vivido sin dolor ha sido también igual para<br />
todos. El uno gozará así, el otro asá. El uno ahora, el otro después. Pero<br />
todos a la larga habremos gozado lo mismo, si todos en la misma medida<br />
hubiéremos vivido exentos de dolor. Georges Simenon dijo que había<br />
conocido carnalmen<strong>te</strong> a diez mil mujeres. El dato parece más bien algo<br />
así como un poquito exagerado. Pero démosle que sea verdad: no por eso<br />
la suma de placer ob<strong>te</strong>nido en su vida fue mayor que la del ob<strong>te</strong>nido por<br />
el más abnegado y casto anacoreta, si el dolor total de és<strong>te</strong> a lo largo de<br />
su vida no fue mayor que el de Simenon a lo largo de la suya (supuesta<br />
una tan larga como la otra).<br />
9ª) Necio in<strong>te</strong>gral es el hombre que va por la vida buscando<br />
compulsivamen<strong>te</strong> “placeres-vicio”. Y más todavía si rompe a llorar<br />
porque no ha podido ob<strong>te</strong>ner alguno de ellos. Un buen ejemplo de tal<br />
estupidez podría ser Groucho Marx anciano, si fuera verdad esto que<br />
supongo habrá sido una “grouchada” más: “cambiaría toda mi fama y mi<br />
fortuna por una erección”. No es muy refulgen<strong>te</strong> la in<strong>te</strong>ligencia que así<br />
valora una erección. Otro ejemplo serían los glotones de la antigua Roma<br />
que, <strong>te</strong>rminado un banque<strong>te</strong>, iban al vomitorio para poder gozar por<br />
segunda vez los placeres de la mesa. Quien alimen<strong>te</strong> y man<strong>te</strong>nga<br />
perseveran<strong>te</strong> ansias de ese estilo, no será muy feliz, goce cuanto goce.<br />
Creo que Jeremy Bentham lo en<strong>te</strong>ndió bien:<br />
El vicio es un error de cálculo en la búsqueda de la felicidad.<br />
Lo in<strong>te</strong>ligen<strong>te</strong> y lo sensato es darse cuenta de que somos máquinas que la<br />
madre naturaleza no diseñó para la producción de placer: darse cuenta de<br />
que, en realidad, cualquier placer vale, con escasas diferencias, tanto<br />
como el más ape<strong>te</strong>cible. Apar<strong>te</strong> de que, en su inmensa mayoría, las<br />
personas que ansiosa y compulsivamen<strong>te</strong> van en busca de placeres-vicio<br />
—sexo, heroinomanía, sida, tabaco, alcohol, gula, por aquello de que<br />
de pantagruélicos banque<strong>te</strong>s y opíparas cenas están las sepulturas<br />
llenas,<br />
62
en realidad son desgraciadas, porque al final han de acabar los placeres<br />
en dolor, en penosa enfermedad, en prematura muer<strong>te</strong>...<br />
Muy a menudo resulta un placer x más o menos valioso que otro —sin ser<br />
más valioso que él— sólo porque le ha sido propicia la condición<br />
subjetiva de quien lo disfruta, pero no porque objetivamen<strong>te</strong> sea más<br />
“hedonígeno” el objeto causan<strong>te</strong> de x. Los célebres “sanfermines” de<br />
Pamplona —diga lo que diga Hemingway—, dado un de<strong>te</strong>rminado<br />
in<strong>te</strong>rvalo de tiempo vivido en la fiesta pamplonica, no pueden<br />
objetivamen<strong>te</strong> causar más placer que las fiestas patronales de un<br />
pueblecillo cualquiera (dado también un de<strong>te</strong>rminado in<strong>te</strong>rvalo de tiempo<br />
vivido en ellas). Otra cosa es el hecho de que el “sanferminófilo” en<br />
Pamplona, subjetivamen<strong>te</strong>, vaya a disfrutar más que en ese pueblecito<br />
cualquiera (aunque también debe saberse que a menudo creerá estar<br />
sintiendo un gran placer-vicio, por creer que jolgorio, bullicio,<br />
borrachera, aturdimiento, decibelios, etc., son un gran placer-vicio,<br />
cuando no lo son en realidad). No es la fiesta pamplonica, sino la idea<br />
que tiene de la fiesta, lo que le causa placer, idea que se formó a través<br />
de las noticias o descripciones oídas, la formación psicológica recibida,<br />
el ambien<strong>te</strong> cultural vivido, las fantasías que han alimentado su<br />
imaginación, etcé<strong>te</strong>ra.<br />
A la inversa, gen<strong>te</strong> objetivamen<strong>te</strong> feliz, es infeliz subjetivamen<strong>te</strong>, sólo<br />
porque cree serlo. ¡Ya es ignorancia, y tris<strong>te</strong> paradoja, que yo no sea<br />
feliz porque soy feliz sin saber que lo soy! 24 Estoy, por ejemplo,<br />
a<strong>te</strong>ndiendo al público en un establecimiento comercial, <strong>te</strong>ngo salud y<br />
buen humor, no es desagradable ni fatigosa la actividad que debo<br />
desarrollar, pero me quejo de que no soy feliz, porque necesito venir al<br />
tajo todos los días. Quien así razona, lo hace ignoran<strong>te</strong>men<strong>te</strong> —<br />
erróneamen<strong>te</strong>— por creer que no puede ser feliz sin saborear en concreto<br />
de<strong>te</strong>rminados placeres-vicio. No advier<strong>te</strong> que la infelicidad sentida por<br />
<strong>te</strong>ner que privarse de ellos —por ejemplo, privación forzosa de soñadas<br />
vacaciones en el Caribe— no se debe a lo que son en sí esos placeresvicio<br />
concretos. De facto los necesita para ser feliz, pero su necesidad es<br />
artificial o adventicia, debida a la formación o educación que recibió<br />
desde su infancia, a sus equivocadas valoraciones de los tales placeres, a<br />
los hábitos y aficiones que adquirió con relación a ellos, etcé<strong>te</strong>ra.<br />
Cámbiese todo esto in<strong>te</strong>ligen<strong>te</strong>men<strong>te</strong>, y no sentirá ninguna infelicidad por<br />
una eventual renuncia o privación forzosa del placer soñado.<br />
En la medida en que haya sido eliminado el dolor, el cupo de placer será<br />
prácticamen<strong>te</strong> el mismo para todo el mundo, en cualquier circunstancia.<br />
Los mecanismos de producción del placer son variadísimos. Pero siempre<br />
su puesta en marcha, así como la in<strong>te</strong>nsidad o la frecuencia de su<br />
funcionamiento —y la subsiguien<strong>te</strong> ob<strong>te</strong>nción de placeres mayores o<br />
menores, fugaces o duraderos— quedan de hecho encomendadas por<br />
en<strong>te</strong>ro, con el rodar del tiempo, a un azar nivelador. No hay razón para<br />
pensar que (por ejemplo) mutilados los genitales de Pedro, el balance<br />
24 Tendremos que dar la razón a Jean Louis Commerson, por haber dicho que “el hombre más feliz es el que cree serlo”.<br />
63
final de placeres habidos en la vida de Pedro arrojará por eso un saldo<br />
inferior a los de Juan (que tuvo la suer<strong>te</strong> de ser Tenorio). Puede ocurrir<br />
que por ello sufra más que Juan —como también (si Pedro es lo bastan<strong>te</strong><br />
in<strong>te</strong>ligen<strong>te</strong>) puede ocurrir que no sufra más que Juan—, pero lo que<br />
sabemos es que, a tiempos iguales de vida sin dolor, en la vida del<br />
mutilado Pedro no habrá menos goce que en la de Juan: será distinto el<br />
goce, pero no menor. Lo mismo se diga de quien perdió el brazo, la<br />
pierna, la dentadura, la vista...<br />
Lo in<strong>te</strong>ligen<strong>te</strong> en eudemonología es erradicar el dolor. Incluso en tiempos<br />
lejanos, ya estuvieron de acuerdo en es<strong>te</strong> punto los grandes talentos. Por<br />
ejemplo, Aristó<strong>te</strong>les:<br />
El sabio no busca el placer; sólo busca la ausencia del dolor.<br />
Y lo insensato —lo insensato sin paliativos— es correr en busca de<br />
placeres-vicio con frenesí, obsesiva y compulsivamen<strong>te</strong>. Eso es<br />
“placermanía”, como suelo decir yo. O, mejor quizá, “hedonopatía” (si<br />
ob<strong>te</strong>ngo el permiso de los filólogos). La hedonopatía es una verdadera<br />
enfermedad psíquica, frecuen<strong>te</strong> causa —indirecta, pero eficien<strong>te</strong>— de<br />
infelicidad. Si se quiere ser feliz, hay que poner freno a esa enfermedad.<br />
Sin hacerse uno anacoreta, lo in<strong>te</strong>ligen<strong>te</strong> es poner un poco de ascesis en<br />
la vida. Y no lo digo por consideraciones de orden moral (tú, mi lector,<br />
lo sabes muy bien).<br />
Si no <strong>te</strong>ngo ningún placer, seré infeliz. Pero no lo seré por no <strong>te</strong>ner<br />
placer: lo seré porque <strong>te</strong>ndré dolor, pues indefectiblemen<strong>te</strong>, si no <strong>te</strong>ngo<br />
ningún dolor, <strong>te</strong>ngo que <strong>te</strong>ner algún placer. Ergo, ningún placer en<br />
concreto me es necesario para ser feliz. Sin fiestas ni vacaciones,<br />
abs<strong>te</strong>mio, célibe, sin drogas, inviden<strong>te</strong>, discapacitado, etc., si estoy libre<br />
de sufrimiento, puedo ser tan perfectamen<strong>te</strong> feliz como el que todo lo<br />
tiene.<br />
Supuesto que no padezca dolor físico, el secreto del hombre feliz consis<strong>te</strong><br />
en <strong>te</strong>ner suficien<strong>te</strong> in<strong>te</strong>ligencia para comprender que, sean o no sean<br />
grandes, todos los placeres-vicio le van a valer igual, y que, por tanto, no<br />
le va a causar dolor la privación de ninguno de ellos en concreto, ya que<br />
será sustituido por otro de igual valor. De hecho, esto equivale a<br />
exclamar “¡todo me da igual!” an<strong>te</strong> cualquier adversidad, contrariedad,<br />
pérdida, privación (de placer-vicio). Ser feliz es en<strong>te</strong>nder y asimilar bien<br />
la “<strong>te</strong>oría de la relatividad” del placer, y ponerla en práctica. De quien lo<br />
haga podremos decir “ése es el hombre in<strong>te</strong>ligen<strong>te</strong>”.<br />
El máximo cupo de placer que la vida puede concedernos ya vendrá por sí<br />
solo y por ley natural, sea como sea y por donde sea, con tal que el dolor<br />
esté ausen<strong>te</strong>. Una vez eliminado és<strong>te</strong>, por imperativo logotrópico tienen<br />
que salir a escena espontáneamen<strong>te</strong> los placeres ob<strong>te</strong>nibles en la vida,<br />
pues han de llenar el invariable cupo que se nos asigna por término<br />
medio. No habiendo ningún dolor —si no sentimos la mínima molestia,<br />
desazón, enfado, <strong>te</strong>dio, desgana, ansiedad, tris<strong>te</strong>za...—, es imposible que<br />
64
pase mucho tiempo sin que recibamos la visita de placeres-vicio<br />
satisfactorios.<br />
Es poca cosa lo que en realidad valen los placeres-vicio en<br />
eudemonología. A menudo, si algo valen, es porque nos liberan de algún<br />
dolor. Símbolo de ello podría ser el típico beodo que dice no beber<br />
porque le dé placer el alcohol, sino “para olvidar penas”. Es como el<br />
ascensor de mi casa: ya hoy no me da ningún placer, pero me evita el<br />
dolor de subir cinco pisos con mis noventa años de edad. El drogadicto se<br />
inyecta porque la droga le quita el insoportable síndrome de la<br />
abstinencia. Algo semejan<strong>te</strong> ocurre al fumador que dice preferir la muer<strong>te</strong><br />
a la privación del tabaco. A veces vale el placer sexual sólo porque pone<br />
fin a una <strong>te</strong>nsión que nos atormenta o nos desasosiega. Etcé<strong>te</strong>ra.<br />
En la hipó<strong>te</strong>sis logotropista 25 encajan ciertos fenómenos psicológicos<br />
cuya razón de ser no aparece clara sin esa hipó<strong>te</strong>sis. Tenemos, por<br />
ejemplo, el hecho de que el ser humano experimenta necesidad íntima de<br />
comunicar a los suyos algo in<strong>te</strong>resan<strong>te</strong> que ha descubierto. Pero ese<br />
hecho no se explica del todo con decir que es natural esa necesidad<br />
porque la noticia del hallazgo causa placer a quien la da; o porque<br />
también el recibirla causa placer; o porque además el descubrimiento<br />
puede reportar beneficios; etcé<strong>te</strong>ra. Va más lejos la hipó<strong>te</strong>sis<br />
logotropista. Según ella, la naturaleza imprimió en nuestros genes la<br />
necesidad de comunicación, sólo para que progrese la Razón, sólo para<br />
que progrese nuestra aportación a la perfección general del cosmos: el<br />
homínido arborícola nunca hubiera salido de su estado primigenio, si él y<br />
sus descendien<strong>te</strong>s no hubieran dado a conocer al prójimo las ideas y los<br />
hallazgos propios.<br />
De eso mismo es prueba nuestra necesidad congénita de indagar causas.<br />
Y nuestro connatural afán de aprender y de saber. Y nuestro innato<br />
perfeccionismo que a todos, con mayor o menor in<strong>te</strong>nsidad, nos lleva a<br />
realizar bien el trabajo que traemos entre manos. Y la satisfacción que<br />
nos invade cuando hemos hecho bien ese trabajo. Y la secreta vanidad<br />
que sentimos por nuestros talentos y habilidades... A nada de ello se le ve<br />
una suficien<strong>te</strong> razón de ser, si no se le considera mecanismo genético<br />
motor que astutamen<strong>te</strong> nos lleva a secundar los planes trazados por la<br />
naturaleza con respecto a nuestra especie: avance, progreso, evolución<br />
hacia una racionalidad crecien<strong>te</strong>...<br />
Entre esos mecanismos, el que ahora nos in<strong>te</strong>resa más es uno que nos<br />
pone delan<strong>te</strong> como señuelo ciertos placeres, gracias a ingeniosas tretas<br />
que utiliza la madre naturaleza. El meollo de una de esas tretas, en<br />
esquema, suele ser el siguien<strong>te</strong>. En un momento dado se presenta en el<br />
horizon<strong>te</strong> un objeto de deseo que, por todas las trazas, va a ser —per se—<br />
productor de placer, y que luego no lo es per se. Oigamos el <strong>te</strong>stimonio<br />
de una hipotética familia humilde que hace años vivía en una especie de<br />
humilde choza:<br />
25 V. Ni Dios ni Darwin.<br />
65
Hemos vivido siempre aquí. Al principio no <strong>te</strong>níamos más luz que la de<br />
un candil. El día que nos pusieron luz eléctrica, nos pareció que<br />
entrábamos en el Cielo.<br />
Sin preguntárselo sabemos que esa familia hoy —vein<strong>te</strong> años después—<br />
ya no sien<strong>te</strong> aquel in<strong>te</strong>nso placer del primer día. Pero, si aquel día la<br />
causa del placer había sido la luz eléctrica ¿por qué no hay placer ahora,<br />
siendo así que la luz eléctrica sigue funcionando exactamen<strong>te</strong> lo mismo?<br />
La causa persis<strong>te</strong>. ¿Por qué no persis<strong>te</strong> el efecto?... Muy sencillo: porque<br />
no es verdad que la causa del placer inicial haya sido precisamen<strong>te</strong> la luz<br />
eléctrica. El placer inicial fue causado por la transición que tuvo lugar<br />
—de un estado a otro— en las condiciones de vida que existían en la<br />
casa. Más tarde, una vez estabilizadas las nuevas condiciones de vida, ya<br />
había concluido la transición, por lo que el placer desapareció, aunque el<br />
alumbrado seguía siendo el mismo. Acabado el placer pese a las<br />
excelencias del alumbrado, aquella familia sintió una nueva<br />
insatisfacción en su estado actual, y deseos de correr hacia nuevos<br />
objetivos, hacia otras mejoras.<br />
El designio de la naturaleza en ese juego está a la vista: si quedáramos,<br />
con un de<strong>te</strong>rminado avance, satisfechos a perpetuidad, nada haríamos por<br />
mejorar, y sería imposible el perfeccionamiento que ella busca. Lo que<br />
menos le importa es nuestro placer. Unicamen<strong>te</strong> le in<strong>te</strong>resa que<br />
trabajemos en su beneficio, contribuyendo a la perfección de su obra con<br />
avances, progresos, mejoras... Nos hace creer que, si alcanzamos tal o<br />
cual objetivo, habrá aumentado nuestra felicidad-placer, lo cual es falso.<br />
Con la mejora que introduzcamos buscando placer, aumentará la<br />
perfección del cosmos, pero el nivel de nuestra felicidad-placer no<br />
subirá. Tras la mejora introducida, lo que habremos ganado será que<br />
dejamos de sufrir inconvenien<strong>te</strong>s, molestias, berrinches... Pero nada más.<br />
Habrá aumentado la felicidad-analgesia, pero no la felicidad-placer.<br />
Voy a resumir el capítulo. Desde el neolítico hasta hoy, ha progresado<br />
mucho la especie. Nuestros an<strong>te</strong>pasados trogloditas no <strong>te</strong>nían <strong>te</strong>léfono<br />
móvil, ni ambulancia medicalizada, ni antibióticos. Por eso eran sus<br />
probabilidades de sufrimiento mayores que las nuestras, y no podían<br />
sentir placeres que nosotros conocemos hoy. Sin embargo, siempre que<br />
no sufrían dolor alguno, eran tan felices como nosotros. En ellos la<br />
felicidad-placer <strong>te</strong>nía el mismo nivel medio que en nosotros la nuestra. El<br />
nivel medio que alcanza la felicidad-placer en ausencia del dolor, no<br />
aumenta jamás, hágase lo que se haga para aumentarlo. Tampoco el ciego<br />
de nacimiento puede sentir algunos placeres que saborea quien conserva<br />
el sentido de la vista, pero no por eso aquél es menos feliz, con tal que<br />
esté libre de sufrimiento. Lo mismo acaece con el niño que todavía no se<br />
ha iniciado en la sexualidad, o con la monja y el cenobita fieles al voto<br />
de castidad. Todos ellos, en ausencia de sufrimiento, son tan felices como<br />
don Juan Tenorio: en el momento en que és<strong>te</strong> goza los placeres del sexo,<br />
niño y monja y cenobita están gozando otros que para la felicidad valen<br />
lo mismo. En<strong>te</strong>ndida cum mica salis, puede sentarse esta regla general:<br />
mientras no irrumpa el dolor en nuestras vidas, automáticamen<strong>te</strong><br />
66
irrumpirá el placer en su momento, sin que <strong>te</strong>nga significativa relevancia<br />
la especificidad cualitativa de las fuen<strong>te</strong>s de placer.<br />
Dijo Kant: “la felicidad no brota de la razón, sino de la imaginación”.<br />
Discrepo: la felicidad brota de la razón, y es la infelicidad —exceptuada<br />
la del dolor físico— lo que brota de la imaginación.<br />
Dijo Gustave Flaubert: “buscar la felicidad es una monstruosidad que se<br />
paga”. Discrepo: la monstruosidad que se paga es la búsqueda de la<br />
Felicidad, no la búsqueda de la felicidad.<br />
67
VIII*<br />
Apun<strong>te</strong>s de sexología<br />
No soy sexólogo, y apenas he leído nada, aunque he pensado mucho en<br />
ma<strong>te</strong>ria de sexología. Lo que vas a ver, lector, en es<strong>te</strong> capítulo no será,<br />
pues, nada más que un repertorio de las opiniones que se ha formado un<br />
pensador que reflexionó de pasada sobre lo que sentía o veía u oía en<br />
cuestiones de sexo.<br />
La sexología es —o debe ser— ciencia. Para mí, personalmen<strong>te</strong>, la<br />
ciencia de casi todos los pocos sexólogos que he leído me inspira<br />
poquísima confianza, porque percibo en ellos un fogoso apasionamiento,<br />
una clara in<strong>te</strong>nción de fomentar la degustación del placer sexual, y de<br />
justificar de<strong>te</strong>rminadas conductas humanas en ma<strong>te</strong>ria de sexualidad. Y<br />
eso no es ciencia. Incitar al placer y justificar conductas desde el púlpito<br />
no es misión que corresponda a la ciencia. Hacer valoraciones morales y<br />
apología del hedonismo no es hacer ciencia. La única misión del<br />
científico es describir hechos objetivamen<strong>te</strong>. Y relaciones que haya entre<br />
ellos.<br />
A juzgar por lo que he visto en mis escasas lecturas, hay sexólogos que<br />
come<strong>te</strong>n y/o propalan errores importan<strong>te</strong>s, no sólo con relación a las<br />
doctrinas o <strong>te</strong>orías de su especialidad, sino también con relación a su<br />
propia deontología.<br />
Para empezar, digamos que el sexólogo (como todo hombre de ciencia)<br />
está obligado a <strong>te</strong>ner en cuenta por lo menos la posibilidad de que no<br />
exista en el ser humano “alma” ni “espíritu” ni nada que sea “inma<strong>te</strong>rial”.<br />
No es necesario que lo afirme tan ca<strong>te</strong>góricamen<strong>te</strong> como lo hizo Severo<br />
Ochoa —“el hombre es únicamen<strong>te</strong> física y química”—, pero sí que en<br />
los razonamientos <strong>te</strong>nga en cuenta esa posibilidad.<br />
También está obligado a <strong>te</strong>ner en cuenta que nada fue diseñado en la<br />
naturaleza para causar ningún placer a nadie —mientras no se demuestre<br />
científicamen<strong>te</strong> lo contrario, y creo que eso no se demostrará nunca—,<br />
aun supuesto que sí haya habido algo diseñado con otros fines: por<br />
ejemplo, el estómago con el fin de que digiera los alimentos.<br />
Los sexólogos, puesto que son hombres de ciencia, tienen como tales la<br />
inexcusable obligación de admitir como posible mientras no se demuestre<br />
lo contrario, y explicar a sus alumnos u oyen<strong>te</strong>s o lectores, que la<br />
naturaleza impuso la sexualidad a todas las especies que se reproducen<br />
por el sexo —por ende, también a la especie humana— con el único fin<br />
esencial de que la especie no se extinga, de que sobreviva la especie (el<br />
hecho de que se utilice el sexo también cola<strong>te</strong>ralmen<strong>te</strong> para otros<br />
menes<strong>te</strong>res, no es prueba de que aquél no sea el único fin esencial). El<br />
sexólogo tiene la inexcusable obligación de admitir, al menos como una<br />
68
posibilidad, que el sexo no fue creado para darnos placer. Y hacen<br />
justamen<strong>te</strong> lo contrario. Alguna sexología que circula por ahí parece un<br />
recetario porno, más que una ciencia del sexo.<br />
Hay razones varias para pensar que en la naturaleza nada fue construido<br />
o creado para dar placer. Aduciré ahora sólo dos.<br />
1ª El placer en sí tiene valor nulo, valor cero, y la madre naturaleza,<br />
aunque la llamamos “madre”, no es ninguna señora bonachona que un día<br />
nos dijera: “Niños, he puesto a vuestra disposición estos jugue<strong>te</strong>s —pene<br />
y clítoris— porque quiero que viváis con<strong>te</strong>ntos jugando con ellos”. No<br />
puede habernos dicho tal simpleza, cuando el placer en realidad carece de<br />
valor intrínseco. Li<strong>te</strong>ralmen<strong>te</strong> absurdo sería que toda una Diosa Razón,<br />
rectora única de todos los fenómenos de todo un cosmos 26 , hubiera<br />
movido un dedo para proporcionar placer al hombre, que sólo es (como el<br />
chimpancé o el delfín o la hemoglobina) una in<strong>te</strong>ligen<strong>te</strong> construcción<br />
armoniosa de protones y electrones.<br />
2ª No se ha encontrado todavía ninguna válida prueba de que algo haya<br />
sido en la naturaleza creado para dar placer. No se ha demostrado, por<br />
ejemplo, que la asombrosa profusión de <strong>te</strong>rminaciones nerviosas del pene<br />
<strong>te</strong>nga otro objeto que el de causar de<strong>te</strong>rminados efectos de pura<br />
fisiología (no de psicología). En cuanto al clítoris, el hecho de que sus<br />
también innumerables <strong>te</strong>rminaciones nerviosas no causen efecto<br />
fisiológico alguno —dicen que el clítoris es fisiológicamen<strong>te</strong><br />
innecesario— tampoco prueba que su única finalidad sea la de causar<br />
placer. Pensémoslo bien, y razonemos con lógica.<br />
Por lo pronto, no creo que esté demostrada la absoluta inoperancia<br />
fisiológica del clítoris. Que no hayamos ob<strong>te</strong>nido hasta ahora ningún dato<br />
demostrativo de su funcionalidad, no quiere decir que en las<br />
in<strong>te</strong>rioridades del cerebro no haya datos precisos, no conocidos todavía.<br />
Pero, aunque no los haya, el clítoris puede haber sido estructurado así —<br />
con la misma “asombrosa profusión de <strong>te</strong>rminaciones nerviosas del<br />
pene”, y sin función fisiológica alguna— por la sencilla razón de que la<br />
“<strong>te</strong>cnología de la embriogénesis” tiene que pasar necesariamen<strong>te</strong> por<br />
estructurarlo así.<br />
Por tanto, mientras no se demuestre lo contrario, pene y clítoris no están<br />
ahí para dar placer. Sentimos placer cuando jugamos con ellos, pero ellos<br />
no son causa del placer. Las <strong>te</strong>rminaciones nerviosas causan<br />
de<strong>te</strong>rminados efectos físicos. Entre éstos hay uno que es el correlato del<br />
placer sexual. El placer sexual coexis<strong>te</strong> con el correlato, pero el efecto<br />
producido por las <strong>te</strong>rminaciones nerviosas no es placer, sino correlato<br />
físico del placer.<br />
No hay moralina en lo que voy explicando. No digo que <strong>te</strong>ngamos<br />
obligación de usar la jugue<strong>te</strong>ría sólo para reproducirnos, aunque eso es lo<br />
26 V. Ni Dios ni Darwin, o también <strong>Logos</strong> avanza...<br />
69
que la madre naturaleza quiere. Sólo afirmo que lo racional o lo juicioso<br />
es gozar el placer con cabeza y con moderación, sin caer en la<br />
hedonopatía, sin alborotarnos y embochincharnos corriendo de aquí para<br />
allá continuamen<strong>te</strong> como locos —lo mismo que en tiempo de berrea suele<br />
hacer el ciervo—, porque esto no nos hace más felices.<br />
Tenemos completa libertad para hacer con los jugue<strong>te</strong>s cuanto nos plazca,<br />
excepto afirmar que es natural usarlos para algo que no sea la<br />
reproducción. El sexólogo que lo afirma como científico, traiciona a la<br />
ciencia. No podrá ésta nunca demostrar que el sexo está para causar<br />
placer. 27 A lo sumo demostrará que se nos dio el sexo para que <strong>te</strong>ngamos<br />
correlatos del placer en la física cerebral, pero no para que <strong>te</strong>ngamos<br />
placer. Que el sexo pueda <strong>te</strong>ner, ocasional o cola<strong>te</strong>ralmen<strong>te</strong>,<br />
de<strong>te</strong>rminados fines accidentales que no son la reproducción (incluso<br />
aunque hubiere con ellos placer), no demuestra que sea finalidad suya<br />
proporcionar placer.<br />
A causa del fogoso apasionamiento que veo en el sexólogo, no puedo<br />
fiarme de las “pruebas científicas” que me aporta. Por ejemplo, no me fío<br />
cuando se me dice que el embrión “fue originariamen<strong>te</strong> bisexual”, que en<br />
el psiquismo de cada persona coexis<strong>te</strong>n “dos po<strong>te</strong>ncialidades sexuales,<br />
una femenina y otra masculina”, demostradas por “la presencia, en todo<br />
individuo, de vestigios del órgano genital del sexo que le es opuesto”. A<br />
mi en<strong>te</strong>nder, aquí hay un lamentable equívoco, debido a que la presencia<br />
de los tales vestigios nada tiene que ver con una “doble po<strong>te</strong>ncialidad<br />
sexual”.<br />
En el supuesto —muy razonable— de que la “bio<strong>te</strong>cnología” usada por la<br />
vida para construir el feto obligue a iniciar el trabajo con embrión<br />
ambivalen<strong>te</strong>, ni masculino, ni femenino, 28 porque la diferenciación sexual<br />
se iniciará sólo después, median<strong>te</strong> el simple procedimiento de bloquear o<br />
de<strong>te</strong>ner el desarrollo de los carac<strong>te</strong>res sexuales masculinos, y activar el<br />
de los femeninos, no puede ser verdad que el embrión fue<br />
originariamen<strong>te</strong> bisexual. Ni puede ser verdad, por tanto, que en el<br />
psiquismo de toda persona coexis<strong>te</strong>n dos po<strong>te</strong>ncialidades sexuales, una<br />
femenina y otra masculina.<br />
Dado el supuesto an<strong>te</strong>dicho, el clítoris de la mujer no es po<strong>te</strong>ncialmen<strong>te</strong><br />
pene, y las <strong>te</strong>tillas del hombre no son glándulas mamarias en po<strong>te</strong>ncia. El<br />
que ahora es clítoris “podía” haber sido pene, y las que ahora son <strong>te</strong>tillas<br />
“podían” haber sido glándulas mamarias. Pero de hecho ahora son ambas<br />
cosas elementos en perpetuo estado de construcción truncada. “Podían”<br />
haber sido eliminados o destruidos, pero, por razones de economía<br />
bio<strong>te</strong>cnológica, no lo fueron.<br />
27 E n mis trabajos an<strong>te</strong>riores —Ni Dios ni Darwin, y <strong>Logos</strong> avanza...— claramen<strong>te</strong> se ve por qué es<br />
imposible demostrarlo: ni el clítoris ni el pene pueden ser causa del placer por la sencilla razón de que en<br />
realidad no exis<strong>te</strong>n, ya que son “cosa-en-sí”, y la “cosa-en-sí” no exis<strong>te</strong>.<br />
28 En tal supuesto, an<strong>te</strong>s de iniciarse el proceso de la “sexuación”, el embrión dispondría ya de “clítoris-pene” totalmen<strong>te</strong> asexua do , y de “<strong>te</strong>tas-<strong>te</strong>tillas”<br />
igualmen<strong>te</strong> asexua da s.<br />
70
Tampoco me fío cuando Freud nos dice que “ningún dato preciso permi<strong>te</strong><br />
establecer una relación de causa a efecto entre un carác<strong>te</strong>r sexual<br />
biológico dominan<strong>te</strong> y la elección de objeto sexual”. Esto para mí no es<br />
de recibo, si explícitamen<strong>te</strong> no se puntualiza que “ningún dato” quiere<br />
decir “ningún dato de los que conocemos actualmen<strong>te</strong>”. En las<br />
in<strong>te</strong>rioridades del cerebro puede haber datos precisos, no conocidos<br />
todavía, que permitirían establecer la tal relación de causa a efecto.<br />
El prurito que sien<strong>te</strong>n algunos sexólogos, y que tanto les hace hablar en<br />
favor de las excelencias del placer sexual, en par<strong>te</strong> se debe a que la<br />
religión, desde tiempo inmemorial, nos ha inoculado en el cerebro la<br />
falsa <strong>te</strong>sis de que son pecado (y causa de graves daños a la salud) “los<br />
placeres de la carne”. Pero el sexólogo, obedien<strong>te</strong> a la ley del péndulo, se<br />
ha posicionado en el otro extremo: ahora resulta que no es pecado sino<br />
encomiable virtud la degustación de todos los “placeres de la carne”<br />
imaginables y que, además, cuanto más gocemos de “la carne”, tanto más<br />
robustos y sanos y felices viviremos, porque la actividad sexual es<br />
manantial de saludables reacciones fisiológicas de todo color:<br />
...dispara la fabricación de endorfinas y de otros productos<br />
neuroquímicos —dopamina, serotonina, etcé<strong>te</strong>ra— que mejoran<br />
nuestras defensas, refuerzan nuestro sis<strong>te</strong>ma inmunológico y nos<br />
hacen más sano<strong>te</strong>s y con<strong>te</strong>ntos. Las caricias, masajes y rascamientos<br />
mejoran la circulación sanguínea. La excitación sexual estimula aún<br />
más la circulación. Las cápsulas suprarrenales vier<strong>te</strong>n adrenalina en<br />
la sangre, lo cual aumenta el número de pulsaciones por minuto. Todo<br />
ello ejercita el corazón y mejora la elasticidad de ar<strong>te</strong>rias y venas, lo<br />
cual previene enfermedades cardiovasculares. Previene y mejora los<br />
problemas debidos al agrandamiento de la próstata. Fortalece los<br />
huesos y previene la os<strong>te</strong>oporosis... Ayuda a controlar el coles<strong>te</strong>rol.<br />
Mejora el sueño...<br />
Ni una palabra de adver<strong>te</strong>ncia sobre el daño que puede causar la actividad<br />
sexual en de<strong>te</strong>rminados casos. Por ejemplo, ni una palabra sobre las<br />
circunstancias en que muchos varones han encontrado la muer<strong>te</strong>, causada<br />
inmediata y directamen<strong>te</strong> por el orgasmo. No es misión del sexólogohombre-de-ciencia<br />
incitar al personal, haciéndole saber que, si desarrolla<br />
una suficien<strong>te</strong>men<strong>te</strong> in<strong>te</strong>nsa actividad sexual, a<strong>te</strong>sorará saludables<br />
beneficios. La sagrada misión del sexólogo es, por el contrario,<br />
instruirnos clara e insis<strong>te</strong>n<strong>te</strong>men<strong>te</strong> sobre los posibles inconvenien<strong>te</strong>s —<br />
que los hay— de una impruden<strong>te</strong> práctica del sexo.<br />
Cuando hablo de “los” sexólogos, en general, casi siempre me refiero en<br />
concreto a mi paisano Luis Elberdin. Simpático y campechano a carta<br />
cabal, aunque no muy aman<strong>te</strong> del rigor científico. En uno de sus artículos<br />
arremetía contra “clérigos y mandatarios”, con toda la razón por un lado,<br />
y por otro lado sin razón alguna:<br />
Y es que la derecha y la Iglesia siempre han tratado de imponer una<br />
moral y unos privilegios que no casan en absoluto con los<br />
plan<strong>te</strong>amientos científicos, a<strong>te</strong>os, hedonistas y libertarios que<br />
promueve la Sexología. [...] Los sexólogos ayudamos a superar los<br />
miedos, propugnamos el placer, pasamos de dioses y mitos,...<br />
71
Los plan<strong>te</strong>amientos hedonistas y libertarios que promueve la sexología no<br />
son científicos. Propugnar el placer no es misión de la ciencia. La Iglesia<br />
católica es partícipe de los muchos juicios erróneos incubados<br />
históricamen<strong>te</strong> por la Filosofía, a los que ha sumado otros muchos de<br />
cosecha propia. Pero no todo en ella es juicio erróneo. Y si ella dice que<br />
la masturbación, o la sodomía, o el bestialismo, son actos contra natura,<br />
por muy a<strong>te</strong>o que sea uno debe reconocer que la Iglesia tiene razón.<br />
Repito que, al menos a mí, el mentado prurito de los sexólogos me obliga<br />
a no creer que sean verdad todos los datos “científicos” aportados como<br />
argumento de sus <strong>te</strong>sis apologéticas. El apasionamiento con que ellos me<br />
hablan me obliga a pensar que el sexólogo oye cencerros porque busca<br />
bueyes.<br />
Un dato importan<strong>te</strong> (no recogido, que yo sepa, en sexología) es el de la<br />
probable causa de que la actividad sexual humana sea —en toda la escala<br />
zoológica— una excepción en cuanto a in<strong>te</strong>nsidad y en cuanto a prácticas<br />
contra natura. Se constatan hechos, pero sin señalar esa su probable<br />
causa. En El mono desnudo, por ejemplo, del doctor Desmond Morris,<br />
puede leerse todo esto:<br />
La actividad sexual es mucho más in<strong>te</strong>nsa en nuestra especie que en<br />
las de los demás prima<strong>te</strong>s, incluidos nuestros más próximos<br />
parien<strong>te</strong>s.<br />
Los mandriles no tardan más de sie<strong>te</strong> u ocho segundos entre el<br />
momento de montar a la hembra y la eyaculación. La hembra no parece<br />
experimentar la menor excitación.<br />
Salta a la vista que el mono desnudo es el prima<strong>te</strong> actual de sexo más<br />
activo.<br />
Otras hembras prima<strong>te</strong>s no parecen llegar a una culminación del<br />
episodio sexual; la hembra del mono desnudo constituye una<br />
excepción a es<strong>te</strong> respecto: alcanza una experiencia orgásmica<br />
explosiva, tan violenta como la del macho.<br />
El orgasmo femenino de nuestra especie es único entre los prima<strong>te</strong>s.<br />
En nuestra especie, la <strong>te</strong>ndencia del prima<strong>te</strong> a una receptividad mayor<br />
ha sido llevada al lími<strong>te</strong>, pues la hembra es virtualmen<strong>te</strong> receptiva en<br />
todos los tiempos. Cuando una mona queda preñada o amamanta a su<br />
pequeño, deja de ser sexualmen<strong>te</strong> activa. En cambio, nuestra especie<br />
ha ex<strong>te</strong>ndido también su actividad sexual a estos períodos.<br />
El varón tiene el pene más grande de todos los prima<strong>te</strong>s. No sólo es<br />
extraordinariamen<strong>te</strong> largo cuando se halla en pleno estado de<br />
erección, sino que es también muy grueso en comparación con los<br />
penes de otras especies (el del chimpancé es un simple espigón en<br />
comparación con él).<br />
...se ha hecho todo lo posible para aumentar la sexualidad del mono<br />
desnudo y asegurar la adecuada evolución del básico sis<strong>te</strong>ma de<br />
formación de la pareja en un grupo de mamíferos, sis<strong>te</strong>ma<br />
virtualmen<strong>te</strong> desconocido en las demás especies.<br />
Nada nos dice de las poluciones nocturnas, que supongo no se dan en<br />
otras especies, al menos con la facilidad con la que se dan en la nuestra.<br />
De todos modos, cuando habla de las probables causas de la<br />
hiperactividad sexual de nuestra especie, me sorprende que no mencione<br />
la que más probable me parece, y que es la siguien<strong>te</strong>:<br />
A mi juicio, el mono desnudo es tan activo sexualmen<strong>te</strong> por la sencilla<br />
razón de que ha llevado muchos millones de años extralimitándose en la<br />
72
práctica del sexo. Al desenfreno sexual man<strong>te</strong>nido por nuestros<br />
an<strong>te</strong>pasados duran<strong>te</strong> tanto tiempo se debe nuestra desmesurada y<br />
desaforada lujuria actual, por la cual somos ahora sexadictos, verdaderos<br />
“drogadictos del sexo”. Brevemen<strong>te</strong> describiré el proceso, tal como lo<br />
veo yo.<br />
“Pensar” consis<strong>te</strong> en la activación de un de<strong>te</strong>rminado mecanismo<br />
cerebral, que llamamos ALPHA. 29 Los animales no piensan (es decir que<br />
en su cerebro no exis<strong>te</strong> mecanismo ALPHA). Nuestros an<strong>te</strong>pasados —no<br />
sabemos hasta cuándo— fueron animales. Animales irracionales no<br />
equipados con ALPHA. En el DNA de uno de ellos, un buen día (no<br />
sabemos cuándo) se produjo una mutación que dio lugar a la formación<br />
del mecanismo ALPHA. Desde aquel día somos “animal racional”.<br />
A juzgar por el comportamiento sexual de todos los mamíferos<br />
irracionales, la lógica nos obliga a pensar que también la hembra del<br />
mamífero racional —en los primeros tiempos de su recién estrenado<br />
status— <strong>te</strong>nía in<strong>te</strong>rrumpida toda actividad sexual mientras no llegara la<br />
época del celo. Así como el carnero —aun conviviendo mucho tiempo con<br />
el rebaño de ovejas— no se inmuta mientras no llegue a ellas la hora del<br />
celo, tampoco se inmutaban en absoluto nuestros primeros padres<br />
conviviendo con las hembras, por muy “hermosas y seductoras” que<br />
fueran ellas, y aunque hubiere con sus cuerpos cualquier proximidad o<br />
contacto físico. No sentían absolutamen<strong>te</strong> nada de lo que sentimos<br />
nosotros hoy. El cuerpo femenino les era tan atractivo, exactamen<strong>te</strong>,<br />
como el tronco de un árbol. Tan sólo se excitaba el macho cuando la<br />
hembra estaba en celo, cuando era receptiva y secretaba feromonas. En<br />
consecuencia, jamás copulaba duran<strong>te</strong> la preñez de la hembra, ni duran<strong>te</strong><br />
la lactancia del bebé, porque había cesado la secreción de feromonas. En<br />
aquellos tiempos ninguna mujer conoció el orgasmo (tampoco lo ha<br />
conocido nunca ninguna otra hembra de prima<strong>te</strong>). Etcé<strong>te</strong>ra.<br />
Estaba entonces nuestra especie muy lejos de la sexadicción. Pero su<br />
cerebro había sido equipado con una máquina de pensar: la prodigiosa<br />
maquinilla ALPHA. Y todo cambió, a causa de ella. ALPHA despertó en<br />
nuestros primeros padres la consciencia de que la acción de copular<br />
prporciona mucho placer (los irracionales no pueden <strong>te</strong>ner esa<br />
consciencia). Siempre que pudo, y con frecuencia gradualmen<strong>te</strong><br />
crecien<strong>te</strong>, se procuró el macho ese placer una y otra vez, sin esperar a<br />
que la hembra estuviere receptiva. Y se lo procuró, como es natural, cada<br />
vez con mayor frenesí.<br />
Puesto que no sabemos cuándo sobrevino la mutación ALPHA, la lógica<br />
nos obliga a <strong>te</strong>ner presen<strong>te</strong> que la vida arborícola de nuestros ancestros<br />
pudo haber durado muchos millones de años —pongamos doce, y quizá<br />
nos quedemos cortos— desde que se inauguró ALPHA hasta que aquéllos<br />
empezaron a cazar en la sabana. Y ya <strong>te</strong>nemos la razonable hipó<strong>te</strong>sis. Así<br />
como se desarrollan los músculos tanto más cuanto más trabajan, también<br />
29 V. Ni Dios ni Darwin.<br />
73
la actividad sexual se agudizó, tanto más cuanto más frecuen<strong>te</strong> iba siendo<br />
su ejercitación. ¡Imagina, lector, las cotas que ha debido alcanzar así la<br />
libido, a lo largo de doce millones de años de entrenamiento in<strong>te</strong>nsivo!<br />
A mi juicio, ésa es la verdadera causa de nuestra desaforada<br />
“drogadicción” actual del sexo. Es la verdadera causa de que <strong>te</strong>ngamos<br />
que estar necesariamen<strong>te</strong> jugando con el pene a todas horas y de todas las<br />
maneras imaginables.<br />
Nuestra especie está permanen<strong>te</strong>men<strong>te</strong> “enganchada” al placer sexual,<br />
como el drogadicto lo está a sustancias de<strong>te</strong>rminadas. Cuando yo era<br />
joven, un oficial de la marina mercan<strong>te</strong> que navegaba conmigo me<br />
confesó que él se pegaría un tiro, si no hubiera mujeres en el mundo. La<br />
experiencia diaria nos demuestra que el hombre, en términos generales,<br />
hasta tal punto necesita la descarga de sus genitales que incluso puede<br />
llegar al asesinato para no ser castigado por la violación que necesita<br />
come<strong>te</strong>r. Un médico francés —un tal Dr. Vachet, si no me equivoco—, en<br />
un libro que leí siendo muy joven, contaba el caso de una niña que se<br />
masturbaba quinientas veces al día (no recuerdo la edad de la niña). Muy<br />
recien<strong>te</strong>men<strong>te</strong>, nuestro paisano sexólogo comentaba otro de cierta señora<br />
que le había expuesto el suyo en estos términos:<br />
Tenemos una hija de cuatro años. A veces, cuando está viendo la <strong>te</strong>le,<br />
se cruza las piernas a lo indio, se me<strong>te</strong> la mano por debajo de la braga<br />
y se acaricia. Enseguida se pone <strong>te</strong>nsa, roja, y sigue así un rato, hasta<br />
que lo deja. 30<br />
En El libro de la sexualidad, firmado por Elena F.L. Ochoa y Carmelo Vázquez, y<br />
editado por EL PAÍS, leo nada menos que esto:<br />
Ecográficamen<strong>te</strong>, se demuestra que el feto masculino tiene erecciones<br />
reflejas (Mas<strong>te</strong>r, 1980; Calderone, 1983).<br />
En las niñas recién nacidas se han comprobado erecciones clitorídeas<br />
en el transcurso de las primeras horas del nacimiento.<br />
¿Ecográficamen<strong>te</strong>, se demuestra que eso ocurre en otras especies?<br />
Obsérvese cómo razona Desmond Morris al explicar la drogadicción de<br />
nuestra especie:<br />
Para buscar la razón de esto, <strong>te</strong>nemos que observar de nuevo sus<br />
orígenes. ¿Qué ocurrió? Primero: <strong>te</strong>nía que cazar, si quería<br />
sobrevivir...<br />
No. Situar los orígenes de la hiperactividad sexual humana en los tiempos<br />
del prima<strong>te</strong> cazador, podría ser un error de bulto, porque es muy posible<br />
30 Lo irracional es que el sexólogo —¡un mensajero de la Ciencia!— nos hiciera a<br />
propósito de la precoz niña el siguien<strong>te</strong> comentario: “Le ape<strong>te</strong>ce, se acaricia, se excita, lo<br />
disfruta y cuando <strong>te</strong>rmina lo deja. Precioso.” ¿Precioso lo que sólo es una colosal<br />
aberración de la naturaleza humana? Si eso es precioso, hay que pedir a la UNESCO<br />
recomiende a los gobiernos la creación de parvularios de adiestramiento, a fin de que en<br />
el mundo en<strong>te</strong>ro las niñas aprendan a masturbarse desde los primeros días de su<br />
exis<strong>te</strong>ncia: ¡no es justo privar a la infancia de algo que es tan precioso!<br />
74
—y hasta muy probable— que nuestro an<strong>te</strong>cesor fuese ya sexadicto,<br />
millones de años an<strong>te</strong>s de abandonar la vida arborícola y convertirse en<br />
cazador. Es probable, pues no puede saberse cuánto tiempo estuvimos<br />
viviendo en la fronda con la máquina de pensar implantada ya en el<br />
cerebro.<br />
No son convincen<strong>te</strong>s las explicaciones que Desmond Morris va dando:<br />
La gran abundancia de copulación en nuestra especie se debe,<br />
eviden<strong>te</strong>men<strong>te</strong>, no a la producción de retoños, sino al reforzamiento<br />
del lazo entre la pareja, gracias a los mutuos goces de los<br />
compañeros sexuales. Entonces, la rei<strong>te</strong>rada consecución de la<br />
consumación sexual no es, para la pareja, un fruto refinado y<br />
decaden<strong>te</strong> de la civilización moderna, sino una sana <strong>te</strong>ndencia de<br />
nuestra especie, con base biológica y profundamen<strong>te</strong> arraigada.<br />
Incluso cuando ha in<strong>te</strong>rrumpido sus ciclos mensuales —en otras<br />
palabras, cuando está embarazada—, la hembra sigue respondiendo al<br />
varón. Esto tiene también particular importancia porque con el<br />
sis<strong>te</strong>ma de un-varón-una-hembra sería peligroso defraudar al varón<br />
duran<strong>te</strong> un período tan largo. Podría poner en peligro la vinculación<br />
entre la pareja.<br />
Desmond Morris parece razonar continuamen<strong>te</strong> como si la presunta<br />
“<strong>te</strong>ndencia a formar pareja” obedeciera a una ley biológica, propia y<br />
exclusiva de nuestra especie. Yo no veo que exista esa ley. Muchas<br />
especies de ave sí practican el sexo constituyéndose en pareja estable,<br />
movidos por una ley biológica. Pero no los mamíferos (el propio Morris<br />
lo reconoce explícitamen<strong>te</strong>). ¿Y vamos a ser nosotros, mamíferos<br />
también, una excepción? ¿Cómo se explicaría la excepción? A mi juicio,<br />
formamos pareja sólo por motivos culturales, por motivos religiosos, por<br />
conveniencias económicas, porque así nuestra exacerbada concupiscencia<br />
tiene una válvula de escape fácil y cómoda, etcé<strong>te</strong>ra.<br />
Según Morris, la “gran abundancia de copulación” se debe al<br />
“reforzamiento del lazo entre la pareja”. ¿Qué quiso expresar con ello?<br />
¿Que la abundancia de copulación es efecto del reforzamiento? ¿Que el<br />
reforzamiento es efecto de la abundancia de copulación? ¿O no quiso<br />
decir ni lo uno ni lo otro, sino que nuestra especie copula<br />
abundan<strong>te</strong>men<strong>te</strong> para “reforzamiento del lazo entre la pareja”? A las tres<br />
preguntas yo respondería “no”. Sobre todo a la primera, pues la cópula<br />
abundan<strong>te</strong> no puede ser efecto del reforzamiento en sí, por muy<br />
reforzado que esté el vínculo entre la pareja: otra causa ha de <strong>te</strong>ner. De<br />
todos modos, aunque se dé el “sí” como respuesta a la segunda y la<br />
<strong>te</strong>rcera pregunta, queda sin demostrarse por qué es tan abundan<strong>te</strong> la<br />
cópula, si no es verdad que sea básico en nuestra especie el sis<strong>te</strong>ma de<br />
formación de la pareja. Dejemos a un lado poesías de amor que no son<br />
verdad, y reconozcamos que la “gran abundancia de copulación” en la<br />
especie humana se debe únicamen<strong>te</strong> a nuestra insaciable hambre de<br />
placeres.<br />
Todavía más endeble me parece el razonamiento del doctor Morris,<br />
cuando nos dice cuál es la causa de que la mujer embarazada siga estando<br />
biológicamen<strong>te</strong> dispuesta para la cópula, cosa que en los irracionales no<br />
75
sucede nunca. Según él, “sería peligroso defraudar al varón duran<strong>te</strong> un<br />
período tan largo”. Pero no dice por qué se defraudaría al varón, y lo diré<br />
yo. Se le defraudaría porque estamos “enganchados” a la droga-sexo. La<br />
oveja preñada y la cierva preñada no necesitan macho y, hasta que no<br />
llegue la siguien<strong>te</strong> época de celo, carnero y ciervo se abs<strong>te</strong>ndrán de<br />
copular con esa hembra que han dejado preñada, y la abstinencia no les<br />
“defraudará” en absoluto.<br />
Hoy mismo, el día en que escribo estas líneas, bajo mi ventana estaban<br />
juntas dos gatas adultas (madre e hija) dormitando sobre el césped. Ha<br />
hecho de pronto su periódica visita de inspección un macho albino al que<br />
hace tiempo no veíamos por aquí. Acá y acullá ha oliscado la hierba.<br />
Parsimonioso, ha cruzado el jardín. Ha pasado cerca de las dos damas,<br />
indiferen<strong>te</strong>, como si pasara cerca de un par de <strong>te</strong>jas o ladrillos. Ha<br />
desaparecido enseguida, cuando ha comprobado que para él no había<br />
mensaje. En la especie humana es imposible esa indiferencia de un macho<br />
que en circunstancias análogas pasa cerca de un par de hembras que<br />
dormitan.<br />
La libido en la especie humana está hipertrofiada por excesos de la<br />
actividad sexual man<strong>te</strong>nidos a lo largo de muchos milmilenios. Libido<br />
semejan<strong>te</strong>, por tanto, constituye pura y simple degeneración biológica.<br />
Sin embargo, incluso gen<strong>te</strong>s consagradas (o proclives) a la ciencia,<br />
explícita o implícitamen<strong>te</strong>, nos presentan el hiperactivo desenfreno<br />
sexual del hombre, no sólo como deseable, sino también como un<br />
perfeccionamiento en la evolución de nuestra especie. Con ello hacen a la<br />
ciencia un flaco favor, porque la manipulan y mistifican.<br />
En cuanto al enjuiciamiento de las prácticas sexuales contra natura,<br />
Desmond Morris me parece mucho más comedido y circunspecto que los<br />
sexólogos leídos por mí. Presentan éstos, como cosa natural, claras<br />
aberraciones antinaturales. Y eso no es hacer ciencia. En el catálogo de<br />
sandeces antológicas proferidas por el hombre desde que lo nombraron<br />
oficialmen<strong>te</strong> ”animal racional”, no sé si habrá sandez o despropósito o<br />
dispara<strong>te</strong> más disparatado que és<strong>te</strong>: “La homosexualidad es natural”.<br />
¿Cómo ha podido semejan<strong>te</strong> disla<strong>te</strong> soltarse, ni siquiera<br />
momentáneamen<strong>te</strong>, ni siquiera en un momento de horas bajas mentales?<br />
¿Cómo se puede ver un hecho natural en el imposible hecho de que dos<br />
toros, o dos gallos, practiquen sexo como lo hacen el toro y la vaca, o el<br />
gallo y la gallina?<br />
Supongo que se ha dicho esa barbaridad por confusión de dos conceptos<br />
muy distintos.<br />
1º Soy libre —o “<strong>te</strong>ngo derecho”— de orientar mi sexualidad hacia las<br />
personas de mi propio sexo.<br />
2º Es natural que yo me sienta sexualmen<strong>te</strong> atraído por personas de mi<br />
propio sexo.<br />
Nada, absolutamen<strong>te</strong> nada, tiene que ver lo uno con lo otro. Yo soy libre<br />
—o “<strong>te</strong>ngo derecho”— de introducir mi pene en la cloaca de una gallina,<br />
76
pero no es natural que me sienta sexualmen<strong>te</strong> atraído por las cloacas de<br />
gallina. Por unos instan<strong>te</strong>s voy a explicar cómo veo la homosexualidad<br />
yo, profano en sexología.<br />
Una cosa es la sodomía —“práctica del coito anal”— y otra cosa es la<br />
homosexualidad. Sodomita es quienquiera, hombre o mujer, que<br />
practique el coito anal. Pero no por ello es homosexual.<br />
Hay dos distintas especies de homosexualidad: la biológica y la<br />
psicológica. Es biológica, si atraen sexualmen<strong>te</strong> las peculiaridades<br />
orgánicas —belleza física facial, tórax, pubis, nalgas...— de personas del<br />
mismo sexo, y no atraen las de personas del sexo contrario. Cuando sean<br />
“espirituales” o “inma<strong>te</strong>riales” (no orgánicas) las tales peculiaridades —<br />
afectividad, simpatía, gracia, etcé<strong>te</strong>ra—, la homosexualidad no será<br />
biológica, sino psicológica. El hombre a quien atrae o agrada el cuerpo<br />
desnudo de otro hombre, y no el de una mujer, es homosexual biológico.<br />
El hombre a quien atrae o agrada el cuerpo desnudo de la mujer, pero no<br />
le atraen o no le agradan otras cualidades de ella —porque la ve<br />
absorben<strong>te</strong>, casquivana, insustancial, tonta...— y, por tanto, elige<br />
voluntariamen<strong>te</strong> practicar sexo con hombre que no <strong>te</strong>nga esas cualidades<br />
negativas, es homosexual psicológico, no biológico.<br />
En áreas ex<strong>te</strong>nsas de población se concibe la homosexualidad como cosa<br />
moralmen<strong>te</strong> mala. No tiene sentido. Tú, lector, ya sabes por qué digo que<br />
no tiene sentido. Esa concepción, además, trae a la sociedad humana<br />
graves consecuencias de orden eudemonístico —por ejemplo, porque el<br />
“malo” es despreciado, perseguido, castigado...—, y así no es posible una<br />
sociedad feliz. Para que la humanidad sea feliz, es necesario que nadie<br />
<strong>te</strong>nga, bajo ninguna circunstancia, el derecho de hacer objeto de<br />
agresiones o desprecios o castigos al homosexual, sólo porque es<br />
homosexual.<br />
Moderados cálculos han cifrado por lo menos en doscientos mil el<br />
número de los homosexuales que fueron ex<strong>te</strong>rminados en tiempos de<br />
Hitler. An<strong>te</strong> monstruosidades de es<strong>te</strong> calibre perpetradas en el pretérito,<br />
debería bastar con pasar página. Pero, aunque parezca mentira, todavía<br />
quedan gen<strong>te</strong>s que aplaudirían esos “trabajos de limpieza”. Todo cuanto<br />
se haga para raer de la sociedad cualquier actitud agresiva que apun<strong>te</strong> a<br />
la condición de homosexual, será poco. Siempre que no haga daño al<br />
prójimo, el homosexual tiene “perfecto derecho” de ser lo que es.<br />
Ahora bien, la homosexualidad no es —como tantos in<strong>te</strong>lectuales<br />
(incluidos científicos) pre<strong>te</strong>nden— una sexualidad natural: es a todas<br />
luces antinatural e irracional. Por lo menos la homosexualidad biológica.<br />
Es imposible que es<strong>te</strong> <strong>Logos</strong> que tan lógicamen<strong>te</strong> ordena y dirige el<br />
cosmos en todos los aspectos, haya creado el aparato reproductor del<br />
hombre para depositar millones de espermatozoides en medio de las heces<br />
del in<strong>te</strong>stino grueso: ¡<strong>Logos</strong> no puede hacer eso!. El día en que se<br />
instaure la sociedad racional —si alguna vez se instaura—, los<br />
homosexuales no podrán en público alardear de su condición homosexual.<br />
77
No podrán hacer públicamen<strong>te</strong> proselitismo ni propaganda. No podrán<br />
educar a los niños, como en la actualidad in<strong>te</strong>ntan hacerlo:<br />
EHGAM ha instalado una exposición, con una cuidada selección de<br />
imágenes y <strong>te</strong>xtos sobre <strong>te</strong>mas de sexualidad. De hecho ha procurado<br />
que la exposición reúna los requisitos pedagógicos mínimos para<br />
suscitar el in<strong>te</strong>rés de los jóvenes en edad escolar. [...] Es necesario<br />
hablar desde los medios de información públicos en clave de<br />
pluralidad sexual, y fotografiar la homosexualidad como cualquier otra<br />
opción sexual.<br />
Esto no será factible en la Sociedad de la Razón. Sería tan absurdo como<br />
hacer propaganda de su afición, y publicar fotografías de sus intimidades,<br />
al zoófilo que ha decidido “vivir maritalmen<strong>te</strong>” con una cerda o una<br />
cabra. No lo hará la Sociedad de la Razón “para suscitar el in<strong>te</strong>rés de los<br />
jóvenes en edad escolar”, aunque la del zoófilo es una opción sexual tan<br />
“lícita” como otra cualquiera. Habida cuenta de que ya la sexualidad en<br />
general —a causa de la incon<strong>te</strong>nible sexadicción que hemos contraído—<br />
no puede ser fomentada en régimen de logocracia, claro es que no podrán<br />
ser fomentadas aberraciones como la zoofilia y la homosexualidad.<br />
No podrá ser fomentada la esquizofrenia a la que se ha llegado al exigir a<br />
los gobiernos que se declare legal el derecho al matrimonio entre<br />
homosexuales. ¡Nada menos que el derecho al matrimonio! ¡Cuando el<br />
matrimonio entre dos machos, o entre dos hembras, encierra una<br />
flagran<strong>te</strong> contradictio in <strong>te</strong>rminis, ya que el matrimonio (palabra que<br />
deriva de ma<strong>te</strong>r-matris=madre) es una institución creada explícita y<br />
únicamen<strong>te</strong> para dar exis<strong>te</strong>ncia legal a la madre!<br />
Mientras fehacien<strong>te</strong>men<strong>te</strong> no se demuestre lo contrario, el sexólogo tiene<br />
que presentar como desviación la homosexualidad. No —por supuesto—<br />
porque así lo dice el Vaticano en razón de que es una práctica sexual<br />
contra natura. Los virulentos y sañudos fustigadores vaticanistas no<br />
quieren reconocer que tan contra natura como la homosexualidad es la<br />
cópula entre el marido y su mujer embarazada, o entre el marido y su<br />
menopáusica esposa infértil. Y recomiendan a sus fieles que realicen la<br />
cópula únicamen<strong>te</strong> los días en que la mujer es infértil, es decir que la<br />
realicen en condiciones abierta y esencialmen<strong>te</strong> contra natura. El<br />
Vaticano que así habla no está legitimado para condenar al homosexual<br />
so pre<strong>te</strong>xto de que és<strong>te</strong> obra contra natura.<br />
Nuestro inefable sexólogo Elberdin defiende a capa y espada, implícita y<br />
explícitamen<strong>te</strong>, la “científica” <strong>te</strong>sis de que la homosexualidad es<br />
natural. Entre otras (directas o indirectas) formas de argumentación, usa<br />
la de la diversidad sexual humana, al hablar de la cual se hace lenguas:<br />
somos “maravillosamen<strong>te</strong> diferen<strong>te</strong>s” (mujer-mujer, mujer-virago,<br />
hombre-hombre, hombre afeminado, lesbiana, homosexual, he<strong>te</strong>rosexual,<br />
transexual, bisexual...) “Esa diversidad en el seno del colectivo humano<br />
nos enriquece a todos”...<br />
Como no explica por qué nos enriquece esa diversidad, hemos de<br />
en<strong>te</strong>nder que nos enriquece por el mero hecho de que es diversidad. Por<br />
78
tanto, la gran diversidad (p.ej.) de nuestras enfermedades, nos hace<br />
también “maravillosamen<strong>te</strong> diferen<strong>te</strong>s” los unos de los otros (tuberculoso,<br />
portador del sida, leproso, diabético, esquizofrénico...) Y “nos enriquece<br />
a todos”. Un representan<strong>te</strong> de la ciencia (en cuanto tal) “no tiene<br />
derecho” de hablar así.<br />
Refuerza el argumento a favor de la maravillosa diversidad, añadiendo<br />
que “las cosas son así”, que la exis<strong>te</strong>ncia de gays y lesbianas es “un<br />
hecho que está ahí” (como la exis<strong>te</strong>ncia de zurdos y diestros y<br />
ambidiestros)... Me parece muy pobre ese refuerzo argumental: de que las<br />
variedades del mundo sexual sean un hecho no se desprende que sean<br />
esas variedades un hecho natural, en el sentido de que es la madre<br />
naturaleza quien explícitamen<strong>te</strong> las instituyó. También son “un hecho que<br />
está ahí” las variedades oftalmológicas en la especie humana: ceguera,<br />
miopía, astigmatismo, presbicia, hipermetropía, daltonismo, estrabismo...<br />
Pero la tal variedad no se ha producido por designio de la madre<br />
naturaleza. Exis<strong>te</strong> esa variedad oftalmológica en la especie humana. Pero<br />
no en la especie “águila”, ni en la especie “lince”: la visión —sin<br />
variedades oftalmológicas— del águila y del lince, sí fue designio de la<br />
naturaleza.<br />
Además de no aportar ningún sólido argumento contra quienes opinamos<br />
lo contrario, nos acusa de <strong>te</strong>rquedad por nuestro “empeño” en proclamar<br />
lo que nos parece verdad:<br />
Ese empeño por establecer “dos sexos verdaderos” —hombres y<br />
mujeres he<strong>te</strong>rosexuales— está muy lejos de ajustarse al proceso de<br />
sexuación humana, y a la increíble diversidad resultan<strong>te</strong>.<br />
Si nuestra especie ha usado la máquina cerebral pensan<strong>te</strong> para degustar el<br />
placer sin descanso, inventando sin cesar nuevos juegos eróticos,<br />
escamo<strong>te</strong>ando las normas establecidas por la naturaleza, y si por eso ha<br />
surgido la mencionada “increíble diversidad” —inexis<strong>te</strong>n<strong>te</strong> en otras<br />
especies—, la “increíble diversidad” no es natural. En tal caso,<br />
considerar que es “proceso natural de sexuación humana” semejan<strong>te</strong><br />
escamo<strong>te</strong>o de las leyes de la naturaleza, no tiene nada de científico. En<br />
cuanto a la “increíble diversidad resultan<strong>te</strong>, sí, exis<strong>te</strong> diversidad, pero ¿a<br />
qué es debida? That is the question.<br />
La diversidad sexual de nuestra especie (al igual que su diversidad<br />
oftalmológica) no es más que uno de tantos errores que se observan en el<br />
cosmos —pese a que el cosmos es perfecto, o precisamen<strong>te</strong> por eso—,<br />
debidos a que las leyes fisicoquímicas han de cumplirse inexorablemen<strong>te</strong>.<br />
La homosexualidad, por ejemplo, es un error de la naturaleza, como son<br />
errores de la naturaleza los hermanos siameses, la macrocefalia, el<br />
priapismo, la elefantiasis, la ninfomanía... A menos que se demuestre<br />
irrebatiblemen<strong>te</strong> lo contrario, no podemos aceptar que la homosexualidad<br />
sea natural en el sentido de que fue instituida o diseñada por la<br />
naturaleza en sus planes, como pauta.<br />
79
No basta argüir alegremen<strong>te</strong> que también otras especies observan<br />
conductas homosexuales: hay que demostrarlo. Todos hemos visto alguna<br />
vez en la calle un perro montando o in<strong>te</strong>ntando montar a otro perro.<br />
También hemos visto cómo en el campo montaba o in<strong>te</strong>ntaba montar una<br />
vaca a otra vaca cuando marchaban en manada. Quien de ahí deduzca que<br />
exis<strong>te</strong>n “perros gays” y “vacas lesbianas” ignora, u olvida, cómo<br />
funcionan algunos mecanismos en biología.<br />
Un día, de joven, jugaba yo con mi perro en casa. De pronto, para<br />
tomarme un respiro, me senté sobre una banqueta, semiex<strong>te</strong>ndidas mis<br />
piernas. El perro no estaba dispuesto a suspender la fiesta, y siguió<br />
retozando y traveseando, incansable, incitándome para que reanudara el<br />
juego. Hubo un momento en que un puro azar lo puso a horcajadas<br />
encima de una pierna mía. Inmediatamen<strong>te</strong> se abrazó a la pierna, e inició<br />
el movimiento pélvico típico de la cópula: un movimiento reflejo,<br />
mecánico, inicialmen<strong>te</strong> involuntario. Eso mismo acaece cuando juegan<br />
dos perros machos en la calle, y el azar los coloca en posturas parecidas a<br />
las que se dan duran<strong>te</strong> el apareamiento entre macho y hembra:<br />
inevitablemen<strong>te</strong>, uno de ellos hace lo que hizo el mío. No sabe lo que<br />
hace. No tiene ninguna “in<strong>te</strong>nción lujuriosa”. Actúa como lo haría un<br />
robot industrial programado para ejecutar ese movimiento an<strong>te</strong><br />
situaciones de semejanza con las que se dan en la cópula.<br />
Quien se basa en similares hechos para creer que la homosexualidad es<br />
natural, no merece llamarse hombre de ciencia. En la actitud del can que<br />
in<strong>te</strong>ntaba copular con mi pierna, como en la del perro callejero, no hay<br />
homosexualidad, sino, sencillamen<strong>te</strong>, uno de los infinitos errores que<br />
necesariamen<strong>te</strong> han de come<strong>te</strong>rse en los dominios de la vida, por la<br />
naturaleza misma de las técnicas biológicas. Cuando sepa yo, a ciencia<br />
cierta, de algún perro macho que insis<strong>te</strong>n<strong>te</strong>men<strong>te</strong> sigue y persigue a otro<br />
perro macho hasta que al fin consigue montarlo y llegar a la penetración<br />
y al orgasmo —y eso una vez y otra vez—, admitiré que ya exis<strong>te</strong> al<br />
menos un perro homosexual. Entretanto, no lo admito.<br />
Según dicen, con frecuencia ocurre que un mono macho jovencito,<br />
remedando actitudes femeninas, en plan “seductor” se coloca delan<strong>te</strong> del<br />
macho dominan<strong>te</strong>, como diciéndole “baise-moi!”. Y el macho dominan<strong>te</strong><br />
acepta la oferta. Pero yo debo suponer que la acepta “a medias”, mientras<br />
no es<strong>te</strong> científicamen<strong>te</strong> demostrado que se llega, en tales casos, a la<br />
penetración y al orgasmo. Entretanto deberé opinar que eso no es<br />
homosexualidad. Ni siquiera sexualidad. Que sólo es una treta que la<br />
naturaleza —al margen de la sexualidad— utiliza para que el jovencito<br />
pueda atajar posibles agresiones del “mandamás”. También sobre es<strong>te</strong><br />
punto razona Desmond Morris correctamen<strong>te</strong>:<br />
Los jóvenes monos machos adoptan a menudo posturas femeninas<br />
sexualmen<strong>te</strong> excitan<strong>te</strong>s, y son montados por machos dominan<strong>te</strong>s que,<br />
de otro modo, los habrían atacado. Las hembras dominan<strong>te</strong>s pueden<br />
montar, de igual manera, a otras hembras inferiores. Esta utilización<br />
de una línea sexual en situaciones no sexuales llegó a ser fenómeno<br />
corrien<strong>te</strong> en el escenario social de los prima<strong>te</strong>s, y ha resultado<br />
80
sumamen<strong>te</strong> valiosa para ayudar a man<strong>te</strong>ner la armonía y la<br />
organización del grupo.<br />
Esta idea —que podría ser una buena prueba de que en tales casos no hay<br />
homosexualidad— se repi<strong>te</strong> varias veces en El mono desnudo:<br />
El sexo se emplea por motivos de conveniencia, maniobra muy<br />
corrien<strong>te</strong> en otras especies de prima<strong>te</strong>s. Si una mona quiere acercarse<br />
a un macho agresivo con fines no sexuales, realiza a veces una<br />
exhibición sexual, no porque quiere copular con él, sino porque,<br />
obrando así, despertará su impulso sexual lo suficien<strong>te</strong> para eliminar<br />
su agresión. Estas formas de comportamiento se denominan<br />
actividades remotivadoras. La hembra emplea el estímulo sexual para<br />
remotivar al macho y conseguir, de esta manera, una ventaja no<br />
sexual...<br />
La cosa sirve únicamen<strong>te</strong> para resolver problemas inmediatos de<br />
dominio y no origina relaciones homosexuales duraderas.<br />
En el mundo de los irracionales, al menos en los planos superiores de la<br />
escala zoológica, si un macho lleva demasiado tiempo sin poder acceder a<br />
hembra, y si tiene a mano otro macho, parece natural que in<strong>te</strong>n<strong>te</strong> copular<br />
con él. Pero esto no demuestra que sea homosexual: si le traemos una<br />
hembra en celo, repudiará al macho, y montará a la hembra. No es<br />
homosexual, por la misma razón por la que no es fetichista el animal en<br />
cautividad que, a falta de otra cosa, copula con la escudilla en la que el<br />
cuidador le ha traído la comida. Y por la misma razón por la que tampoco<br />
son homosexuales los pájaros hipotéticamen<strong>te</strong> aislados por Desmond<br />
Morris. Cito de nuevo a es<strong>te</strong> autor:<br />
Es frecuen<strong>te</strong> que, en un aislamiento total, los animales recurran a<br />
medidas extremas e in<strong>te</strong>n<strong>te</strong>n copular con objetos inanimados, o se<br />
masturben. Sabemos, por ejemplo, que ciertos carnívoros en<br />
cautividad han copulado con los recipien<strong>te</strong>s de su comida.<br />
...animales encerrados con otros de especie diferen<strong>te</strong> in<strong>te</strong>ntan copular<br />
con ellos.<br />
Pero estas actividades cesan casi siempre cuando el estímulo<br />
biológicamen<strong>te</strong> correcto —un miembro del sexo contrario— aparece en<br />
escena.<br />
Si, al principio de esta fase [fase de galan<strong>te</strong>o para la formación de la pareja,<br />
en aves coloniales migratorias)], todos los miembros de un solo sexo<br />
fuesen experimentalmen<strong>te</strong> trasladados de la colonia, sin duda se<br />
establecerían numerosos lazos homosexuales, al tratar<br />
desesperadamen<strong>te</strong> los pájaros lo más parecido a una pareja que<br />
tuviera a su alcance.<br />
Por lo que oigo decir, casos de aparen<strong>te</strong> homosexualidad son frecuen<strong>te</strong>s<br />
en muchas especies. Para algunos investigadores no hay duda de que se<br />
trata de verdadera homosexualidad. Otros no lo ven así. Mientras no<br />
lleguen todos a una opinión unánime, lo sensato a mi juicio es pensar que<br />
esas conductas aparen<strong>te</strong>men<strong>te</strong> homosexuales tienen una función que no es<br />
de carác<strong>te</strong>r sexual, como ya lo explicó Desmond Morris. Y que, por tanto,<br />
la homosexualidad en la especie nuestra, por ser antinatural, es una<br />
aberración sexual, una desviación.<br />
No solamen<strong>te</strong> la homosexualidad, sino toda práctica sexual cuya explícita<br />
finalidad no sea la procreación, es antinatural, es aberran<strong>te</strong>, es una<br />
desviación de la línea trazada por la naturaleza. Hay que abrazar esa<br />
81
conclusión, principalmen<strong>te</strong> porque no se puede confiar en sexólogos<br />
demasiado in<strong>te</strong>resados en “demostrar científicamen<strong>te</strong>” que no es<br />
desviación lo que es desviación. Por ejemplo, cuando nos hablan de nada<br />
menos que una legión de seres de toda la escala zoológica,<br />
mamíferos superiores, mamíferos inferiores, mamíferos acuáticos,<br />
aves, insectos, reptiles, anfibios, peces...<br />
en los que exis<strong>te</strong> el repertorio de todas las desviaciones imaginables, y<br />
que los “científicos” describen con sorprenden<strong>te</strong> lujo de detalles. Tanto<br />
in<strong>te</strong>rés infunde sospechas, obligando a preguntar si será verdad que<br />
semejan<strong>te</strong> lujo de detalles haya sido observado en la naturaleza con<br />
suficien<strong>te</strong> rigor científico.<br />
Cierto día tuve ocasión de presenciar por casualidad una escena que voy<br />
a describir. En el pseudo-jardín que rodea nuestra casa vivía una pequeña<br />
colonia de gatos alimentados por los desperdicios que les arrojábamos los<br />
vecinos desde la ventana. Una de las gatas, preñada, había estado un par<br />
de semanas ausen<strong>te</strong> (no sabíamos dónde estaba, pero ya nos figurábamos<br />
cuál era el porqué). Un buen día sacó del escondi<strong>te</strong> a su prole, y se<br />
instaló con ella al pie de un árbol, justo enfren<strong>te</strong> de mi escritorio. Yo no<br />
lograba distinguir a simple vista el número de retoños. Miré con los<br />
gemelos de <strong>te</strong>atro, y vi que eran tres. Continué mirando un buen rato. La<br />
madre no hacía más que lamer las crías con brío. De pronto me di cuenta<br />
de que lamía de<strong>te</strong>nidamen<strong>te</strong>, una y otra vez, la zona anal o genital de una<br />
de las crías. No me fue posible discernir el sexo de la cría relamida, pero<br />
¿qué pensaríamos del sexólogo que in<strong>te</strong>rpretara el hecho como práctica<br />
de una fellatio, por ejemplo? Si son de ese jaez las “científicas pruebas”<br />
que se nos dan del carác<strong>te</strong>r natural de nuestras fellationes, de nuestras<br />
masturbaciones, de nuestros coitos anales, etc., menguada ciencia será la<br />
que aprendamos de ello.<br />
Muchísimos años an<strong>te</strong>s, una vez observé también que mi perro lamía la<br />
vulva de una congénere, aunque duró poco su lamedura. Deducir de ahí,<br />
sin más, que los perros practican el cunnilinctus no es hacer ciencia.<br />
Puede no ser la sexualidad propiamen<strong>te</strong> dicha el origen de esos<br />
“lujuriosos actos” que el sexólogo-hombre-de-ciencia nos describe como<br />
frecuen<strong>te</strong>s, principalmen<strong>te</strong> en las especies más afines a la nuestra:<br />
Así se observa cómo las hembras chimpancés se dedican a<br />
apasionados frotamientos genitales entre ellas, dedicando una<br />
especial a<strong>te</strong>nción a las mutuas caricias en el clítoris. Estímulos que<br />
se continúan hasta el orgasmo...<br />
Apar<strong>te</strong> de que las conclusiones ob<strong>te</strong>nidas al observar un animal en<br />
cautividad no pueden extrapolarse ni, por tanto, aplicarse al animal que<br />
vive libre en su estado natural, muy difícil me parece que nuestro<br />
apasionado sexólogo observador haya logrado la rigurosa comprobación<br />
científica de que sus “lesbianas” chimpancés continúan los juegos<br />
eróticos hasta el orgasmo. Por lo pronto, contradice a Desmond Morris,<br />
que también es hombre de ciencia, y que aquí mismo, páginas atrás, nos<br />
82
ha asegurado que, si exceptuamos a la mujer, ninguna hembra de prima<strong>te</strong><br />
conoce el orgasmo.<br />
En cualquier caso, aunque diéramos por bueno que la descripción de los<br />
“lujuriosos actos” de los animales corresponde fielmen<strong>te</strong> a observaciones<br />
hechas con científico rigor, el origen de su “lujuria” podría ser tal vez un<br />
simple descubrimiento circunstancial de nuevas fuen<strong>te</strong>s de placer. 31 Y<br />
eso no sería sexualidad. Sería algo parecido a lo que hacía la burra de<br />
mis abuelos ma<strong>te</strong>rnos, que bebía con fruición la jofaina de vino que le<br />
traían a la cuadra, lo cual no quiere decir que las burras en estado natural<br />
sean dipsomaníacas.<br />
O, mejor aún, sería algo parecido a lo que hizo la rata de aquel<br />
experimento en el que se le implantaron electrodos en su cerebral “centro<br />
del placer”. Se conectaron los electrodos a una palanquita-in<strong>te</strong>rruptor que<br />
la propia rata podía fácilmen<strong>te</strong> accionar, provocando así la estimulación<br />
de las neuronas elegidas para prueba. El artilugio entusiasmó al roedor de<br />
tal manera (se nos dice) que se pasaba el día jugando con la palanca,<br />
emborrachándose de placer, despreciando incluso la comida... Pero<br />
aquello no fue sexualidad.<br />
Lo que el sexólogo tan apasionadamen<strong>te</strong> nos cuenta sobre los<br />
mencionados “actos lujuriosos” de los animales me obliga a hacerme una<br />
pregunta muy personal. Siendo tantos los “actos lujuriosos”, tan<br />
frecuen<strong>te</strong>s y naturales todos ellos, y tantos y tan diversos los animales<br />
que los practican ¿cómo debo explicarme que en toda mi larga vida no me<br />
haya tocado ver ni siquiera uno, ni en la vida real, ni en libros, ni en<br />
periódicos, ni en documentales, mientras que sí me ha tocado ver muchas<br />
y variadas cópulas “ortodoxas” entre macho y hembra?<br />
Nunca he visto que un perro macho, dura la verga, se la introdujera a otro<br />
perro macho, cosa que sí hacen algunos hombres con otros hombres.<br />
Nunca he visto que un perro complacien<strong>te</strong> lamiera la verga de un<br />
complacido perro, hasta provocarle el orgasmo, cosa que sí hacen algunos<br />
hombres con otros hombres. Nunca he visto que una perra lamiera la<br />
verga de un perro, hasta provocarle el orgasmo, cosa que sí hacen las<br />
mujeres con el hombre. Ni sombra de todo ello he visto jamás en el<br />
mundo de los elefan<strong>te</strong>s, de los leones, del rinoceron<strong>te</strong>, del ciervo, del<br />
guepardo...<br />
Según la hipó<strong>te</strong>sis logotropista, 32 el cosmos es perfecto desde el punto de<br />
vista de la racionalidad, de la logicidad. Absolutamen<strong>te</strong> perfecto, a pesar<br />
de sus imperfecciones puntuales. El cosmos no es —no puede ser—<br />
creación de una persona in<strong>te</strong>ligen<strong>te</strong>, pero está diseñado como si lo fuera:<br />
todo está en él diseñado con racionalidad perfecta. Dentro de esa<br />
hipó<strong>te</strong>sis es imposible concebir como cosa diseñada por la naturaleza<br />
nada de lo que an<strong>te</strong>s he definido como desviación sexual. Todos<br />
31 Ya <strong>te</strong>ngo explicado (Ni Dios ni Darwin) por qué los irracionales no pueden sentir placer ni dolor ni ninguna otra sensación , y qué debe<br />
en<strong>te</strong>nderse cuando decimos que sien<strong>te</strong>n.<br />
32 V. Ni Dios ni Darwin y <strong>Logos</strong> avanza....<br />
83
conocemos la falsa “cópula” que realizan algunas abejas machos con<br />
ciertas orquídeas. Ese “lujurioso acto” sí está diseñado por la naturaleza,<br />
muy sabiamen<strong>te</strong> diseñado —es un error “de la abeja”, no de la<br />
naturaleza—, y no es perversión o desvío sexual. Pero nuestras<br />
desviaciones lo son. Todas. No sólo la homosexualidad.<br />
Cuando se habla de una desviación sexual, debe siempre hacerse —y no<br />
se hace— una clara y neta distinción entre lo “moral” y lo “natural”. Una<br />
cosa es que toda persona sea moralmen<strong>te</strong> libre de orientar su sexualidad<br />
en cualquier dirección, y otra cosa es que la desviación sexual esté de<br />
acuerdo con las pautas que ha marcado la naturaleza. Nadie debe prohibir<br />
ni censurar que un hombre se enamore de otro hombre, y haga con él<br />
cuanto le venga en gana (como si quiere enamorarse de una muñeca<br />
hinchable, o de una cabra, y obrar en consecuencia).<br />
Pero tampoco se diga que la homosexualidad es normal o natural. Y,<br />
sobre todo, no se considere racional o normal o natural que un hombre<br />
alardee de homosexual en público, fes<strong>te</strong>jando “el día del orgullo gay”.<br />
Orgullo ¿de qué? ¿De ser él superior al —o más perfecto que el— hombre<br />
he<strong>te</strong>rosexual? También los zoófilos están en su derecho de llevar la<br />
sexualidad como les plazca, pero no sería racional que fes<strong>te</strong>jaran su “día<br />
del orgullo zoofílico”, desfilando por la Quinta Avenida, és<strong>te</strong> con una<br />
chimpancé, aquél con una potranca, el otro con una cabra, el siguien<strong>te</strong><br />
con una cerdita rolliza...<br />
Un homosexual no tiene por qué avergonzarse de serlo, pero tampoco por<br />
qué enorgullecerse. Entre los irracionales más desarrollados, cuasi<br />
universalmen<strong>te</strong> un macho adulto es encarnizado rival de otro macho<br />
adulto: por ejemplo, no se puede concebir que un gallo acoja en su corral,<br />
“amorosamen<strong>te</strong>”, a ningún gallo foráneo. Lo natural es eso, no la<br />
aberran<strong>te</strong> homosexualidad nuestra. Los animales irracionales machos no<br />
se pelean porque sien<strong>te</strong>n la necesidad de poseer a la hembra y evitar que<br />
la posea otro: los animales no sien<strong>te</strong>n nada. 33 La rivalidad entre machos<br />
constituye —en el animal irracional— una técnica ingeniosa que la<br />
naturaleza ideó sólo para que la perfección biológica de la especie fuese<br />
la mayor posible. Esa técnica no es aplicable al animal racional, porque<br />
és<strong>te</strong> piensa (y puede equivocarse al pensar).<br />
Por eso la naturaleza “ve con buenos ojos”, y, por tanto, es natural, que<br />
surja entre hombres, en lugar de la encarnizada rivalidad, una relación de<br />
amistad, incluso de amor (digo “amor”, sin más, y el amor, sin más, no<br />
implica pene y <strong>te</strong>stículos). 34 Pero la naturaleza no puede “ver con buenos<br />
ojos”, y, por tanto, no es natural, que esa gran cosa que son la amistad y<br />
el amor se confunda con la atracción genital. Si median de<strong>te</strong>rminadas<br />
circunstancias, es muy fácil, y humanamen<strong>te</strong> comprensible, que uno se<br />
desvíe y pase del psicológico amor al fisiológico sexo. Y esto ya no es<br />
natural o racional, ni siquiera entre hombre y mujer. Menos aún entre<br />
33 V. Ni Dios ni Darwin .<br />
34 La expresión “hacer el amor”, me parece una antiestética barbaridad lingüística. La cópula se puede llevar a cabo con mucho amor —como se puede ir al<br />
restauran<strong>te</strong> y al museo con mucho amor—, pero nada tiene de amor el museo en sí , ni el restauran<strong>te</strong> en sí, ni la cópula en sí .<br />
84
personas del mismo sexo. Ahí se ha producido una aberración: el hombre<br />
que no se sien<strong>te</strong> eróticamen<strong>te</strong> atraído por la mujer, y sí por el hombre, no<br />
es normal: es anómalo, como dice Desmond Morris. En el cerebro de ese<br />
hombre se ha establecido una “conexión eléctrica equivocada”.<br />
Ya que tanto hemos hablado de la homosexualidad, no resisto la <strong>te</strong>ntación<br />
de pro<strong>te</strong>star contra el uso que se está haciendo de la palabra<br />
“homofobia”. Me hace daño a la vista. Y al oído. Y, sobre todo, al<br />
“sentido de la lógica”. No soy lingüista ni filólogo, pero creo no<br />
equivocarme cuando aseguro que lingüísticamen<strong>te</strong> la palabra<br />
“homofobia” no debe <strong>te</strong>ner el significado que se le está dando.<br />
Homo en latín es “hombre” (“homo sapiens” = “hombre que sabe”; “ecce<br />
homo” = “he aquí al hombre”; etcé<strong>te</strong>ra). Homo en griego significa<br />
“igual”, y también “mismo” (homófono = “de sonido igual”; homogéneo<br />
= “del mismo género”; homónimo = “de igual nombre”; homosexual =<br />
“sexual del mismo sexo”; etcé<strong>te</strong>ra).<br />
Si tomamos como proceden<strong>te</strong> del latín el componen<strong>te</strong> homo, entonces<br />
homofobia significará “aversión al hombre” o “antropofobia”, es decir<br />
aversión a los hombres en general, he<strong>te</strong>rosexuales y homosexuales. Pero<br />
no significará de ninguna manera “aversión a la homosexualidad”: puede<br />
ocurrir (v.gr.) que una lesbiana rabiosamen<strong>te</strong> homosexual sienta rabiosa<br />
homofobia (si homo es latín).<br />
Si, por el contrario, hacemos derivar homo del griego, entonces<br />
homofobia significará “misma fobia” o “fobia a lo igual”, pero no podrá<br />
significar “fobia a la homosexualidad”. Sólo podrá sentir homofobia<br />
quien odie cosas iguales (o quien sienta odio a la mismidad). Por<br />
ejemplo, quien sienta homofobia tiene que sentir aversión u odio hacia<br />
las flores iguales, hacia las merluzas iguales, hacia los mellizos iguales,<br />
pero no sentirá ninguna aversión hacia los homosexuales. Yo puedo sentir<br />
incon<strong>te</strong>nible odio o fobia o aversión al homosexual, y no sentir<br />
absolutamen<strong>te</strong> ninguna homofobia. Y, al revés, puedo sentir feroz<br />
homofobia, a pesar de ser yo mismo rabiosamen<strong>te</strong> homosexual. Todo el<br />
mundo usa la palabra “homofobia” para designar fobia o aversión al<br />
homosexual. Y “homofobia” no es eso.<br />
Creo que en es<strong>te</strong> capítulo debo también decir algo sobre el feminismo.<br />
También son escasos en esta ma<strong>te</strong>ria mis conocimientos, pero nunca es<br />
delito dar una opinión. Voy a explicar por qué y en qué no tienen razón,<br />
a mi juicio, las feministas (ni los feministas). Ciertamen<strong>te</strong> razonable es el<br />
<strong>te</strong>són que ponen ellas en su lucha para la emancipación de la mujer; para<br />
la mejora de su situación jurídica y política; para su liberación sexual;<br />
para la reivindicación de sus derechos conculcados o no reconocidos;<br />
para, en general, mejorar la condición femenina. Pero la forma in<strong>te</strong>lectual<br />
en que llevan a veces la lucha no me gusta. Por irracional. Me causa la<br />
impresión de que la lucha llevada así no es más que un infantiloide juego<br />
de guerra, una infantiloide guerra de sexos. Y lo más grave es que luchan<br />
85
jaleadas por sexólogos-hombres-de-ciencia obligados a saber, y hacer<br />
saber, ciertas cosas que al parecer ignoran.<br />
Un reportaje periodístico sobre víctimas de la ma<strong>te</strong>rnidad en el Tercer<br />
Mundo, nos aportaba escalofrian<strong>te</strong>s datos. Por ejemplo:<br />
Mientras en Eritrea son 1000 muer<strong>te</strong>s por cada 100.000 partos en los<br />
que ni la madre ni el recién nacido sobreviven, en Suecia son 5 por<br />
cada 100.000.<br />
Pero se nos hacía el siguien<strong>te</strong> comentario: “es otra de las caras ocultas de<br />
la violencia contra las mujeres”. El comentario, erróneo, me parece una<br />
belicosa muestra de que, por encima de todo, la mujer feminista necesita<br />
criminalizar al macho, declararlo culpable, como si eso fuera lo<br />
importan<strong>te</strong>.<br />
En ese comentario implícitamen<strong>te</strong> se nos está diciendo que nuestro<br />
machismo es la causa de que sean pobres los países del Tercer Mundo. Y,<br />
al menos a mí, eso me da la impresión de que la “guerra de sexos”<br />
emprendida por el feminismo exacerbado acabará acusándonos de que<br />
nuestro machismo es también el culpable de las inundaciones de Bangla<br />
Desh y de los destrozos del Katrina en la ciudad de Nueva Orleans. Ese<br />
obsesivo afán de hacer la guerra al macho (por macho), no es conforme<br />
con la Razón, y tampoco es el medio más idóneo para resolver los<br />
problemas de felicidad (en general) de la mujer.<br />
El feminismo insis<strong>te</strong> sospechosamen<strong>te</strong> —y con apetito guerrero— en la<br />
idea de que hombre y mujer somos esencialmen<strong>te</strong> iguales: continuamen<strong>te</strong><br />
usa la equívoca expresión “igualdad de sexos”, que tanto se presta a la<br />
ambigüedad. Bien está que se hable de igualdad de las personas an<strong>te</strong> la<br />
ley porque son todas personas: hombres, mujeres, niños, niñas, ancianos,<br />
jóvenes, blancos, negros, fuer<strong>te</strong>s, débiles, in<strong>te</strong>ligen<strong>te</strong>s, necios... Lo que<br />
no tiene sentido es que hombre y mujer se consideren iguales an<strong>te</strong> la ley<br />
en razón de una supuesta igualdad de sexos.<br />
No son iguales el sexo masculino y el femenino, sino diametralmen<strong>te</strong><br />
opuestos. Lo son hasta el punto de que es imposible que las mujeres<br />
<strong>te</strong>ngan exactamen<strong>te</strong> los mismos derechos que los hombres. Voy a<br />
demostrarlo con un grosero ejemplo. Es grosero, pero vale como prueba.<br />
El hombre tiene derecho a introducir su pene en la vagina de una<br />
de<strong>te</strong>rminada mujer, pero ninguna mujer <strong>te</strong>ndrá nunca ese derecho. De<br />
modo análogo, la mujer en general nunca <strong>te</strong>ndrá el derecho de acceder a<br />
de<strong>te</strong>rminados empleos (por ejemplo, a puestos de trabajo donde sea<br />
necesario cierto mínimum de fuerza muscular). En cuyo caso, al negar a<br />
la mujer y conceder al hombre el acceso a ese empleo, el empresario no<br />
se lo niega por ser el sexo de ella distinto del hombre: se lo niega por la<br />
misma razón, exactamen<strong>te</strong>, por la que se lo niega también al hombre<br />
enclenque, y al anciano reumático.<br />
El feminismo continuamen<strong>te</strong> se queja de que, al menos en la práctica, la<br />
cultura patriarcal y la sociedad machista no reconocen la igualdad de<br />
86
sexos. Por ejemplo, porque “la tasa de paro de las mujeres duplica a la de<br />
los hombres”. Pero esto no es prueba de que la cultura sea patriarcal, y<br />
machista la sociedad. Sólo es prueba de que la estructura de la sociedad<br />
es irracional (in casu, y al menos en par<strong>te</strong>, porque la economía está<br />
basada en el derecho de propiedad). El feminismo descarga todo su afán<br />
belicoso criminalizando a la “cultura patriarcal y la sociedad machista”,<br />
cuando debería “culpar” únicamen<strong>te</strong> a la irracionalidad sustantiva de<br />
nuestra vida social, olvidándose de las “culpas” del macho.<br />
En la irracional economía capitalista, el empresario debe emplear a quien<br />
dé rendimiento mayor: si él ve, aunque esté equivocado, que la mujer no<br />
va a rendirle tanto como el hombre porque (v.gr.) le va a pedir bajas por<br />
ma<strong>te</strong>rnidad, preferirá contratar hombres. No por machismo, sino por<br />
lógica de sentido común. El feminismo que quiera tasas de empleo (para<br />
la mujer) iguales que para el hombre, no se las exija a la Política, a la<br />
Democracia, al Sindicato, al prepo<strong>te</strong>n<strong>te</strong> macho siempre “culpable”. No se<br />
las va a conceder ninguno de ellos, porque no puede concedérselas<br />
ninguno de ellos: el derecho de propiedad lo hace imposible. Eso lo<br />
conseguirá únicamen<strong>te</strong> en régimen de logocracia, cuando se haya creado<br />
la Sociedad de la Razón. Esta sí se las concederá. Sin pedirlo. Sin<br />
política. Sin democracia. Sin sindicato. Sin que sea necesario castigar al<br />
culpable macho.<br />
En un artículo de Gara, se quejaba también la “Técnica de Igualdad” Reina<br />
Ruiz Bobes (mejor dicho la señora “Técnico de Igualdad” Reina Ruiz<br />
Bobes). En su opinión, “los malos” no llevan a la práctica lo que han<br />
aceptado en <strong>te</strong>oría, porque son “malos”, es decir que no tienen voluntad<br />
política:<br />
...ni el ordenamiento jurídico encaminado a la igualdad de mujeres y<br />
hombres, ni los organismos creados al efecto, ni los recursos<br />
destinados, son suficien<strong>te</strong>s para conseguir una real y efectiva<br />
igualdad de mujeres y hombres. Y es que no nos engañemos: falta<br />
decisión política para mejorar y hacer efectivas las leyes en ma<strong>te</strong>ria<br />
de igualdad, y para... [...] obligar a todos los poderes públicos a<br />
remover aquellos obstáculos que estén impidiendo que la igualdad<br />
legal, ya conseguida, se traduzca en una cotidiana igualdad.<br />
Reina Ruiz estaba equivocada. Ella quería que se obligara a todos los<br />
poderes públicos a remover aquellos obstáculos que estén impidiendo la<br />
igualdad Pero no se dio cuenta de que esa remoción de obstáculos es<br />
imposible en la actual sociedad irracional. No es por falta de voluntad y<br />
decisión política por lo que los grandes problemas que atañen a la mujer<br />
quedan sin solución. Es porque la Política no puede resolverlos. No<br />
puede, porque el político debe operar necesariamen<strong>te</strong> en base a ciertos<br />
hechos inamovibles en la sociedad actual (como son, por ejemplo, el<br />
derecho de propiedad y el exceso de población). La impo<strong>te</strong>ncia del<br />
político no se manifiesta sólo an<strong>te</strong> el feminismo. Veamos otro ejemplo,<br />
aunque nada tiene que ver con el feminismo:<br />
Cinco días después de la publicación del artículo de Reina Ruiz, otro fue<br />
publicado en el mismo periódico por mi amiga Alizia Stürtze,<br />
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historiadora. Después de mostrarnos una larguísima e impresionan<strong>te</strong> lista<br />
de suplicios que la sociedad actual está obligada a soportar, <strong>te</strong>rminó su<br />
artículo diciendo que está claro contra qué y contra quién <strong>te</strong>nemos que<br />
unirnos para vencer (¡guerra, una vez más!). Tampoco Alicia se dio<br />
cuenta de que, por mucho que nos unamos, jamás podremos vencer<br />
luchando desde dentro de esta sociedad nuestra basada en la Democracia<br />
y la Política: o creamos otra sociedad verdaderamen<strong>te</strong> otra —es decir una<br />
Logocracia—, o nunca estaremos libres de los tales suplicios, por muy<br />
claro que esté contra qué y contra quién <strong>te</strong>nemos que unirnos para vencer.<br />
Me parece un error apelar continuamen<strong>te</strong> a la equívoca expresión<br />
“igualdad de sexos”. El sexólogo de marras llegó a escribir que,<br />
esencialmen<strong>te</strong>, ni siquiera en el sexo difieren del hombre las mujeres, ya<br />
que son portadoras de un clítoris que es el equivalen<strong>te</strong> biológico exacto<br />
del pene. Luminosa <strong>te</strong>oría, según la cual, un campo de amapolas y un<br />
hipopótamo son dos cosas iguales, pues los electrones de los átomos que<br />
in<strong>te</strong>gran la amapola y los de los que in<strong>te</strong>gran el hipopótamo son iguales.<br />
La verdadera gracia, sin embargo, estuvo en que poco después el mismo<br />
sexólogo escribía que (en comparación con los escritores masculinos)<br />
“las mujeres escritoras transmi<strong>te</strong>n en sus obras otra forma de mirar, un<br />
estilo diferen<strong>te</strong>, un lenguaje diferen<strong>te</strong>, una sensibilidad diferen<strong>te</strong>, una<br />
percepción del mundo diferen<strong>te</strong>. Diferen<strong>te</strong> en el sentido de ‘propia de una<br />
identidad diferen<strong>te</strong>’”.<br />
La obsesión de las —y de los— feministas por demostrar que hombre y<br />
mujer somos iguales, debe ser atribuida, supongo, a la errónea creencia<br />
de que el no ser iguales la mujer y el hombre significaría que ella es<br />
inferior a él. Errónea creencia, ya que se puede ser diferen<strong>te</strong>, sin ser<br />
inferior. Más todavía: se puede ser inferior... sin ser inferior. Yo soy,<br />
como levantador de piedras al hombro, algo inferior al conocido<br />
harrijasotzaile Mieltxo Saralegi, porque él ha levantado hasta 328 kilos<br />
de piedra al hombro, y yo tal vez no pueda levantar ni siquiera 32. Pero<br />
fren<strong>te</strong> a él no soy por eso “un ser inferior”.<br />
Además ¿qué importa ser inferior o ser superior? La obsesión de no ser<br />
inferior me parece una puerilidad. Creo recordar que el Dr. Marañón<br />
catalogaba a la mujer “estado in<strong>te</strong>rmedio” entre el hombre y el niño. Por<br />
tanto, como superior al niño e inferior al hombre. En efecto, la mujer está<br />
situada entre el hombre y el niño en fuerza muscular, en estatura, en<br />
agudeza vocal, en vellosidad, en <strong>te</strong>rsura de la piel, etcé<strong>te</strong>ra. ¿Y qué?<br />
¿Qué importa eso? Lo único que importa es que la mujer, sea o no sea<br />
inferior, viva feliz.<br />
Supongo que es imposible una rigurosa prueba científica de que la mujer<br />
es, en términos generales, in<strong>te</strong>lectualmen<strong>te</strong> inferior al hombre, a causa<br />
(por ejemplo) de que ciertas pasiones o aficiones o ape<strong>te</strong>ncias,<br />
inevitablemen<strong>te</strong>, restan biológica fuerza de a<strong>te</strong>nción a la po<strong>te</strong>ncialidad<br />
in<strong>te</strong>lectual. Personalmen<strong>te</strong>, mi intuición me dice que sí, que exis<strong>te</strong> alguna<br />
inferioridad. No creo que sea debido al sempi<strong>te</strong>rno tópico del “machismo<br />
y la cultura patriarcal” el hecho de que apenas haya en el mundo<br />
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femenino ma<strong>te</strong>máticos Gauss, ni compositores Mozart, ni filósofos<br />
Aristó<strong>te</strong>les, ni ajedrecistas Kaspárov, ni científicos Eins<strong>te</strong>in, ni<br />
inventores Edison... Intuyo que el hecho se debe a que la mujer es, en<br />
efecto, inferior al hombre por la razón que apuntaba aquel pseudochis<strong>te</strong><br />
que decía: “si el coche se detiene en ruta por avería, el hombre abrirá el<br />
capó para mirar el motor, y la mujer abrirá el bolso para mirarse en el<br />
espejo y retocar su maquillaje”.<br />
El feminismo yerra al empeñarse en que son iguales ambos sexos. ¿Por<br />
qué y para qué ese empeño? Si la mujer es inferior al hombre (en<br />
po<strong>te</strong>ncia in<strong>te</strong>lectual, en estatura, o en cualquier otro aspecto) ¿qué se<br />
gana con decir que no, y con hacer de la presunta igualdad estandar<strong>te</strong> de<br />
guerra? En la racional sociedad logocrática futura poco importará que la<br />
mujer sea inferior o superior al hombre. Importará tan sólo que sea, igual<br />
que el hombre, lo más feliz posible: por ese lado sí habrá igualdad de<br />
sexos, aunque fuese inferior la mujer.<br />
La feminista Tere Sáez no desperdició la ocasión de que se celebraba “el<br />
día del padre” (celebración que es otra estupidez de nuestra irracional<br />
sociedad). Publicó un artículo con es<strong>te</strong> “gracioso” título: “Si eres<br />
hombre, pón<strong>te</strong>los”. Voy a entresacar algunos fragmentos:<br />
No nos referimos en es<strong>te</strong> caso a los condones, hablamos de los<br />
guan<strong>te</strong>s de fregar, porque las tareas del hogar y el cuidado de las<br />
personas también son cosa de hombres. Es cosa de hombres cambiar<br />
pañales, preparar biberones y papillas, bañar a la abuela, pasear al<br />
abuelito, hacer la comida, limpiar el portal, planchar, limpiar el baño,<br />
hacer limpieza general...<br />
El artículo <strong>te</strong>rminaba así:<br />
Ven a coger el guan<strong>te</strong> para fregar y para apoyar la causa de la<br />
igualdad entre los sexos.<br />
Pues no. Yo no voy a “recoger el guan<strong>te</strong>” de la señora Sáez. Porque su<br />
desafío me parece una exhibición de belicismo infantil. El hombre no<br />
está obligado a cambiar pañales y bañar a la abuela, y hacer la comida, si<br />
no hay razones mejores que la de la inexis<strong>te</strong>n<strong>te</strong> “igualdad entre los<br />
sexos”. Al menos en principio, no es en absoluto racional —ni siquiera<br />
es ma<strong>te</strong>rialmen<strong>te</strong> posible— que siempre marido y mujer se repartan los<br />
trabajos por igual.<br />
Cuando era necesario matar bison<strong>te</strong>s y traerlos a la cueva para que el<br />
hombre y la mujer y la prole pudieran sobrevivir, era el hombre —pese a<br />
la “igualdad entre los sexos”— quien <strong>te</strong>nía que arreglárselas con el<br />
bison<strong>te</strong>, y la mujer quien <strong>te</strong>nía que arreglárselas con la prole y con la<br />
cazuela. Hoy, cuando ya no es necesario matar bison<strong>te</strong>s, pero sí cargar al<br />
hombro sacos de arena o troncos de árbol, tampoco podrán compartir<br />
marido y mujer todas las tareas. También puede ocurrir que deba el<br />
marido realizar un trabajo in<strong>te</strong>lectual importan<strong>te</strong> que no puede realizar la<br />
esposa (o viceversa), en cuyo caso también será imposible que ambos<br />
compartan las tareas todas.<br />
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Una lógica elemental exige que marido y mujer se repartan sus<br />
respectivas tareas de acuerdo con la aptitud de cada uno, y según las<br />
circunstancias. ¿Mi mujer sabe cocinar, y yo no? Entonces, no tiene<br />
sentido que yo prepare la comida. ¿Tengo suficien<strong>te</strong>s conocimientos y<br />
habilidad para arreglar los grifos de la bañera, y ella no los tiene?<br />
Entonces, lo lógico es que los arregle yo, no ella. Yo en conciencia me<br />
siento obligado a escribir cuanto an<strong>te</strong>s un libro que va a titularse <strong>Logos</strong><br />
avanza..., y que mi mujer no puede escribir: entonces, no debo perder ni<br />
un minuto limpiando pañales y bañando a la abuela. Lo lógico es eso.<br />
Como lógico es que el dueño de un ho<strong>te</strong>l no contra<strong>te</strong> hombres para “hacer<br />
las habitaciones”, y mujeres para descargar las viandas de la furgoneta.<br />
Ahí no entra el machismo.<br />
Otro día, en la sección de cartas al director, me encontré con un escrito<br />
que firmaban tres componen<strong>te</strong>s del Alderdi Feminista. Por aquellos días<br />
estaba en su apogeo la bárbara invasión anglo-americana de Irak, y el<br />
tono de la carta me sonó a clarín de guerra: parecía dar a en<strong>te</strong>nder que<br />
somos los hombres (por ser machos) la causa de todas esas barbaries, y<br />
que por eso deben ser las mujeres quienes traigan al mundo la paz y la<br />
felicidad:<br />
Estos últimos hechos [...], una vez más, definen con claridad esta<br />
cultura patriarcal, sexista, po<strong>te</strong>nciadora de unos valores<br />
“masculinos”...[...] El abuso de la fuerza, las imposiciones, [...] la<br />
atribución del poder de decisión de la comunidad humana, la<br />
búsqueda de soluciones por la violencia y las armas, la<br />
preponderancia masculina... son algunos de los rasgos de esta<br />
cultura. [...] ...y ahora a través de esta guerra, último eslabón de la<br />
locura patriarcal. Ha llegado la hora de que las mujeres nos pongamos<br />
en pie de paz.<br />
Al menos a mí, hablar así me parece que es ponerse en pie de guerra.<br />
Incluso me hace pensar si no será que el tópico de la “igualdad de sexos”<br />
es una velada reivindicación belicosa —e infantil— de la “superioridad<br />
del sexo femenino”. Yo no veo ninguna razón para que se atribuya a<br />
nuestra condición masculina la horripilan<strong>te</strong> historia de la humanidad.<br />
¿Están las feministas convencidas de que, si el “sexo débil” fuera el<br />
nuestro, y si hubieran <strong>te</strong>nido las mujeres desde el principio la fuerza y el<br />
poder, la Tierra hubiera sido un edén? ¿Tanta es la diferencia entre un ser<br />
humano masculino y un ser humano femenino? Si tanta es la diferencia<br />
¿dónde queda “la causa de la igualdad entre los sexos”?<br />
Donde me parece ver infantilismo femenino sin paliativos es en un<br />
curioso fenómeno social que se puso de moda, no hace mucho, y que yo<br />
llamo “la manía los/las”. La manía consis<strong>te</strong> en hacer explícita mención<br />
del femenino siempre que en el lenguaje exista una simultánea referencia<br />
al hombre y a la mujer. Por ejemplo, no se debe decir “los inquilinos de<br />
esta vivienda”, o “los ciudadanos de es<strong>te</strong> país”: hay que decir “los<br />
inquilinos y las inquilinas”, y “los ciudadanos y las ciudadanas”. Veo en<br />
ello una demanda de niño caprichoso/envidioso/egoísta: “¿qué es eso de<br />
no mencionarnos a nosotras?”<br />
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Quien por norma claudica an<strong>te</strong> “la manía los/las”, utiliza lenguaje<br />
gramaticalmen<strong>te</strong> incorrecto, porque abusa de un pleonasmo que, además<br />
de carecer del vigor lingüístico y de la gracia que debe <strong>te</strong>ner un<br />
pleonasmo, su obligada rei<strong>te</strong>ración deja en ridículo al maníaco usuario,<br />
ya que el uso exclusivo del masculino en el susodicho caso no implica<br />
machismo, ni lenguaje sexista, ni exclusión o discriminación o desprecio<br />
de la mujer.<br />
En ese uso exclusivo, lo que gramaticalmen<strong>te</strong> es masculino,<br />
semánticamen<strong>te</strong> no lo es. “Masculino” y “macho” no necesariamen<strong>te</strong> son<br />
sinónimos. “Libro” es masculino, pero no macho. No hay sexismo en la<br />
masculinidad de un libro. En la proposición “el hombre es animal<br />
racional”, el hombre no es lingüísticamen<strong>te</strong> macho. Cuando enunciamos<br />
la proposición “el hombre es animal racional”, no estamos negando que<br />
la mujer lo sea. La dinámica lingüística de esa proposición es igual que<br />
la de esta otra: “la oveja es el animal del que no pueden prescindir los<br />
pastores”. En esa frase, “oveja” no es hembra, ya que significa también<br />
“carnero”.<br />
Cuando a una feminista se le habla del chimpancé, del delfín, del tigre,<br />
etc., nunca pide que se le hable del chimpancé y de la chimpancesa, del<br />
delfín y de la delfina, del tigre y de la tigra... Entonces ¿por qué exige<br />
que, cuando se le habla del hombre, le hablemos del hombre y de la<br />
mujer? Si no por infantilismo ¿por qué se nos pide que, al hablar de los<br />
ciudadanos y de los inquilinos —en los que ya están incluidas las<br />
mujeres—, las mencionemos apar<strong>te</strong>? Aunque en un campeonato de perros<br />
de pastor participen indistintamen<strong>te</strong> machos y hembras, y aunque el<br />
ganador haya sido una hembra, a nadie se le ocurre decir que se ha<br />
celebrado un campeonato de perros y perras de pastor.<br />
Pre<strong>te</strong>nder que obligatoria y sis<strong>te</strong>máticamen<strong>te</strong> usemos el masculino y el<br />
femenino para referirnos a la especie humana, 35 es tan ridículo y tan<br />
li<strong>te</strong>rariamen<strong>te</strong> absurdo como pre<strong>te</strong>nder que obligatoria y<br />
sis<strong>te</strong>máticamen<strong>te</strong>, para referirse a las distintas especies, el zoólogo nos<br />
hable de los búfalos y las búfalas, de los cocodrilos y las cocodrilas, de<br />
las gacelas y los gacelos, de las jirafas y los jirafos, de las focas y los<br />
focos, etcé<strong>te</strong>ra.<br />
Hubo una <strong>te</strong>mporada en que nos dieron la tabarra con motivo de la<br />
“intolerable” tradicional denominación de la escuela de ingenieros,<br />
porque actualmen<strong>te</strong> acoge esta escuela chicos y chicas. Incluso nuestro<br />
sexólogo-hombre-de-ciencia Elberdin se creyó obligado a me<strong>te</strong>r baza:<br />
Todavía hay quienes no se en<strong>te</strong>ran de nada y piensan que vaya<br />
ton<strong>te</strong>ría es eso de los cambios de nombre [Escuela de Ingenieros]...<br />
...las alumnas siguen recibiendo —todavía hoy— cartas que empiezan<br />
con el “estimado alumno...”...Pero es que ellas no son “alumnos”...<br />
35 or ejemplo, o se podría hablar, del homo sapiens. Habría que especificar: homo mulierque sapien<strong>te</strong>s.<br />
P n Y el asesinato de mujeres no<br />
podría ser homicidio.<br />
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La nueva realidad social tiene que <strong>te</strong>ner también su reflejo en un uso<br />
no sexista del lenguaje...<br />
Quien así habla es quien no se en<strong>te</strong>ra de nada, y quien hace uso sexista<br />
del lenguaje, porque lo correcto es justamen<strong>te</strong> lo contrario de lo que él<br />
hace. Debemos continuar enviando a las alumnas cartas que empiecen con<br />
el “estimado alumno”, porque uso sexista del lenguaje es precisamen<strong>te</strong> el<br />
decir “ellas no son alumnos”. Quien dice “ellas no son alumnos”, está<br />
haciendo la importan<strong>te</strong> adver<strong>te</strong>ncia de que no olvidemos que las alumnas<br />
llevan vagina debajo de la ropa in<strong>te</strong>rior. Y el sexista es quien hace<br />
adver<strong>te</strong>ncias de esa índole.<br />
Los devotos del feminismo ven lenguaje sexista donde no lo hay. Y donde<br />
lo hay no lo ven. Los franceses dicen tranquilamen<strong>te</strong> “la señora el<br />
profesor, mi hermana el profesor de piano, la señora el juez”. También<br />
los españoles deberían tranquilamen<strong>te</strong> decir “la señora doctor médico, la<br />
señora primer ministro, la eminen<strong>te</strong> músico, la famosa técnico”, y no “la<br />
doctora médica, la primera ministra, la eminen<strong>te</strong> música, la famosa<br />
técnica”. Nada tiene de sexista ni de machista ese lenguaje, donde el<br />
masculino es gramaticalmen<strong>te</strong> correcto. Además, tratándose de<br />
profesiones, impide que nazcan inoportunas anfibologías no deseadas:<br />
"los argumentos de la crítico no me han convencido”, “nuestra físico es<br />
un modelo de perfección didáctica”, “la actriz estuvo bien, pero la<br />
político me defraudó”...<br />
Esto lo sabía muy bien aquella puritana señora que trabajaba en un<br />
juzgado, y pro<strong>te</strong>staba con acritud cuando alguien la llamaba “secretaria”:<br />
¡Yo no soy la secretaria! ¡Soy el secretario judicial!<br />
Tenía razón porque, según los usos lingüísticos, y según la función que<br />
muy frecuen<strong>te</strong>men<strong>te</strong> desempeña la “secretaria del jefe” en la sociedad<br />
nuestra, necesitaba la puritana señora de marras dejar claro que ella no<br />
era “la secretaria del juez”.<br />
Mientras hacía la compra en el mercado, alguna vez me ha ocurrido que<br />
me detuve en un puesto habitualmen<strong>te</strong> frecuentado por mujeres, y en el<br />
que esperaban turno cinco o seis compradoras. En aquel momento, yo era<br />
allí el único varón. Poco después llegaba una señora, y, aunque ya había<br />
visto en el grupo un varón, preguntaba “¿quién es la última?” “Yo soy la<br />
última”, respondía yo, conscien<strong>te</strong> de haber hablado —en aquel<br />
con<strong>te</strong>xto— con toda corrección gramatical, conscien<strong>te</strong> de no haber hecho<br />
otra cosa que poner en práctica uno de los posibles juegos inocen<strong>te</strong>s,<br />
nada sexistas, de la dinámica in<strong>te</strong>rna del lenguaje.<br />
Los cas<strong>te</strong>llanoparlan<strong>te</strong>s parecen <strong>te</strong>ner, lingüísticamen<strong>te</strong>, una viciosa<br />
<strong>te</strong>ndencia a la masculinización de palabras que tienen forma femenina y<br />
se refieren a seres de sexo masculino, y a la feminización en caso<br />
contrario. He solido leer y oír (a personas cultas) la palabra “limícolo”,<br />
como si “limícola” fuera femenino. Es como hablar de un mono<br />
arborícolo, de un trabajador agrícolo, o de un experto piscícolo. Esa<br />
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<strong>te</strong>ndencia incluso nos ha contagiado a los vascoparlan<strong>te</strong>s, que jamás<br />
habíamos usado adjetivos en femenino. Hoy de una chica decimos que es<br />
“neskatila potxola” o “moñoña” —en vez de “potxolo” y “moñoño”—<br />
sin percatarnos de que el error es el mismo que “neskatila gaizta, zintza,<br />
era”, en lugar de “neskatila gaizto, zintzo, ero”<br />
Yo creo que en español, al referirnos a una mujer —sobre todo cuando se<br />
tra<strong>te</strong> de profesiones u oficios o similares— no se deben feminizar las<br />
palabras cuya forma gramatical es masculina, ni masculinizar las de<br />
forma femenina. Creo que “fontanera, carpin<strong>te</strong>ra, sastra, presidenta,<br />
cancillera, jueza, abogada, fiscala, notaria, sargenta, parienta, clienta,<br />
etc., es tan incorrecto como “sonrienta, insustanciala, principala”... Como<br />
es incorrecto, referido a los machos, “comunisto, periodisto, modisto,<br />
artisto”... Por lo mismo que lo es decir que son gusanas las hembras de<br />
los gusanos, o que la hembra del cangrejo ermitaño es cangreja ermitaña,<br />
crustácea y decápoda.<br />
Que al referirnos a la especie humana se diga “hombre”, y no “mujer”, es<br />
cien por cien lógico. Sería absurdo que el zoólogo, para referirse a la<br />
especie humana, hablara de esta guisa: “entre las distintas especies de<br />
mamíferos, la mujer se distingue por su racionalidad”. O que Desmond<br />
Morris, cuando publicó su libro, lo hubiera titulado “La mona desnuda”.<br />
En la prehistoria, cuando el hombre convivía con la mujer y los hijos, y<br />
cuando para sobrevivir era necesario cazar bison<strong>te</strong>s, por designio de la<br />
naturaleza resultó ser obviamen<strong>te</strong> el hombre —no la mujer, sino el<br />
hombre— el director del grupo familiar, el jefe, el cabeza de familia: él<br />
era el forzudo, él <strong>te</strong>nía que salir de caza, él <strong>te</strong>nía que pro<strong>te</strong>ger a los suyos<br />
en caso de peligro, él no <strong>te</strong>nía que amamantar a los hijos, él <strong>te</strong>nía que<br />
estar libre de “obligaciones domésticas”, etcé<strong>te</strong>ra.<br />
Con esos an<strong>te</strong>ceden<strong>te</strong>s, ya se comprende que después haya sido siempre<br />
el varón el elegido por el sentido común, a todos los efectos, como<br />
representan<strong>te</strong> de la familia, de la tribu, de la especie; y que no lo haya<br />
sido la mujer, ni la niña, ni el niño. Y quien utiliza entonces el sustantivo<br />
“hombre”, para designar simultáneamen<strong>te</strong> al hombre y a la mujer y a los<br />
niños, no utiliza lenguaje sexista.<br />
Cuando yo me dirijo a ti, lector, no me dirijo únicamen<strong>te</strong> a lectores<br />
machos. También contigo, lectora, estoy hablando cuando <strong>te</strong> llamo<br />
“lector”: no hagas caso de la feminista “manía los/las”. Cuando viajo en<br />
autobús de transpor<strong>te</strong> urbano conducido por mujer, y junto a ella leo<br />
“prohibido hablar con el conductor”, no se me está diciendo que <strong>te</strong>ngo<br />
permiso para hablar con la conductora, pero no con el conductor, ya que<br />
in casu no hay macho ni hay hembra en la palabra “conductor”: ahí el<br />
sexismo está ausen<strong>te</strong>. En los tickets de venta de una comercian<strong>te</strong> amiga<br />
mía, puede leerse claramen<strong>te</strong> “Vendedor: Gema”. Y los clien<strong>te</strong>s que la<br />
conocemos, bien sabemos que en esa tienda nada tiene de macho el<br />
“vendedor Gema”. En las estaciones de ferrocarril antiguamen<strong>te</strong> solía<br />
gritarse “¡viajeros, al tren!”, y no era necesario el pleonasmo “viajeros y<br />
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viajeras”, porque también subían las viajeras al oír el grito. “Romeo y<br />
Julieta enamorados” no quiere decir que Romeo y Julieta fueron varones<br />
homosexuales, por muy masculino que sea el participio “enamorados”.<br />
Cuando se exclamaba en la boda “¡vivan los novios!”, no se quería decir<br />
“¡mueran las novias!”. Etcé<strong>te</strong>ra, etcé<strong>te</strong>ra, etcé<strong>te</strong>ra.<br />
Tan sólo en casos muy excepcionales podrá con sensa<strong>te</strong>z y corrección<br />
gramatical hacerse la distinción “los-las”. Por ejemplo, si tuviéramos que<br />
pronunciar la siguien<strong>te</strong> frase en la que no se quiere excluir a la mujer, y<br />
usando “los” la excluiríamos forzosamen<strong>te</strong>: “En es<strong>te</strong> pícaro mundo, sólo<br />
saldrán adelan<strong>te</strong> los guapos y las guapas que acier<strong>te</strong>n a maquillarse con<br />
ar<strong>te</strong> y con gracia y con estilo”.<br />
Por no darse cuenta de que el masculino gramatical rara vez significa<br />
“macho”, los escritores obsesionados por enjabonar a las feministas,<br />
llegan a come<strong>te</strong>r burdos errores gramaticales. Por ejemplo, yo he leído un<br />
editorial que empezaba así: “Finalmen<strong>te</strong> quedaron en libertad las cinco<br />
ciudadanas y ciudadanos vascos de<strong>te</strong>nidos el pasado miércoles por la<br />
Guardia Civil...” ¿Es que es<strong>te</strong> editorialista no veía que las ciudadanos<br />
vascos no pueden ser de<strong>te</strong>nidos, ni siquiera por la Guardia Civil? Y no es<br />
un escritor único el que incide en esa misma falta: con decir “los niños y<br />
niñas”, “los hombres y mujeres”, “los obreros y obreras”, etc.,<br />
gramaticalmen<strong>te</strong> se está diciendo “los niños y los niñas”, “los hombres y<br />
los mujeres”, “los obreros y los obreras”)<br />
Además de ilógica y de fea, es inviable en la práctica —y difícilmen<strong>te</strong><br />
soportable, si todos estamos obligados a ella— esa mención simultánea<br />
del masculino y del femenino. Habría que repetir tantas veces la fórmula<br />
“los/las”, que resultaría realmen<strong>te</strong> enfadosa y aburrida. Los partidarios de<br />
la fórmula ya lo saben, y quieren remediar el mal, pero no encuentran<br />
solución satisfactoria.<br />
Por ejemplo, como remedio se ha echado mano de la famosa “arroba” @,<br />
que así resulta ser una estrambótica inserción en la grafía de los escritos.<br />
Pero la aburrida repetición seguirá siendo inevitable cuando hayan de<br />
leerse los escritos en voz alta. Imagínese que tuviéramos que leer en<br />
público el <strong>te</strong>xto siguien<strong>te</strong>, plagado de antiestéticas “arrobas” @:<br />
L@s alumn@s educad@s y formad@s por educador@s, profesor@s,<br />
maestr@s —tod@s ell@s debidamen<strong>te</strong> preparad@s para su cometido—,<br />
están muy satisfech@s, muy con<strong>te</strong>nt@s, muy agradecid@s, porque se<br />
consideran a sí mism@s afortunad@s. Tod@s ell@s pueden ahora<br />
acceder a empleos tales como el de pasant@, gerent@, bomber@,<br />
conserj@, cab@, sargent@, músic@, modist@, linotipist@...<br />
En voz alta hay que leerlo necesariamen<strong>te</strong> así:<br />
Los las alumnos alumnas educados educadas y formados formadas<br />
por educadores educadoras, profesores profesoras, maestros<br />
maestras —todos todas ellos ellas debidamen<strong>te</strong> preparados<br />
preparadas para su cometido—, están muy satisfechos satisfechas,<br />
muy con<strong>te</strong>ntos con<strong>te</strong>ntas, muy agradecidos agradecidas, porque se<br />
consideran a sí mismos mismas afortunados afortunadas. Todos todas<br />
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ellos ellas pueden ahora acceder a empleos tales como el de pasan<strong>te</strong><br />
pasanta, geren<strong>te</strong> gerenta, bombero bombera, conserje conserja, cabo<br />
caba, sargento sargenta, músico música, modisto modista, linotipisto<br />
linotipista...<br />
La prueba de que ese lenguaje no es utilizable en la práctica, se obtiene<br />
de varios modos.<br />
Cuando veo que un gatito y una gatita juegan, digo que “estoy<br />
observándolos”. Utilizo sólo el masculino, a pesar de que nada tiene de<br />
masculino la gatita. No veo que sea posible decirlo de otra manera, salvo<br />
que se incurra en alguna patochada extravagan<strong>te</strong>.<br />
Quien dijo “ama al prójimo como a ti mismo”, y no dijo “ama al prójimo<br />
y a la prójima”, no por eso demostró ser sexista ni homosexual. Ni quien<br />
dijo “amaos los unos a los otros”: lo incorrecto en es<strong>te</strong> caso, y hasta lo<br />
ridículo, sería decir “amaos los unos y las unas a los otros y las otras.<br />
“Los últimos serán los primeros” no quiere decir que las últimas no serán<br />
las primeras. Los “maníacos los/las”, an<strong>te</strong>s de subir al pupitre a<br />
enseñarnos cómo debemos hablar quienes no somos maníacos, deberían<br />
primero aprender ellos el idioma español, y saber por qué también a las<br />
“maníacas” estoy llamando “maníacos” en es<strong>te</strong> párrafo.<br />
Si debo dirigirme simultáneamen<strong>te</strong> a dos niños o a dos jóvenes de sexo<br />
diferen<strong>te</strong>, a marido y mujer, a jefe y secretaria, etc., <strong>te</strong>ngo que decir<br />
necesariamen<strong>te</strong> “vosotros”, o “los dos”. No me es posible decir<br />
“vosotras”, o “las dos” a una pareja compuesta de macho y hembra. Y<br />
esto no sucede así porque se tra<strong>te</strong> de in<strong>te</strong>rlocución con segunda persona.<br />
Lo mismo vale en los casos de primera o <strong>te</strong>rcera persona. Por ejemplo,<br />
<strong>te</strong>nemos que decir necesariamen<strong>te</strong> “en mi familia somos dos hermanos (o<br />
cinco hermanos), aunque haya hermanas en ella. Tanto es así que, si hay<br />
que dar a en<strong>te</strong>nder que no hay hermanas, por fuerza <strong>te</strong>ndremos que<br />
especificar “somos varones los cinco hermanos”, palpable prueba de que<br />
“hermano”, semánticamen<strong>te</strong>, no es varón. Y de que ahí, por tanto no hay<br />
lenguaje sexista.<br />
Con objeto de “evitar el androcentrismo”, hasta se han escrito libros con<br />
carác<strong>te</strong>r de “protocolo para una utilización no sexista del lenguaje”. El<br />
tal protocolo destruye no pocos valores lingüísticos. Nos exige sustituir<br />
“empresario” por “empresa”, “conductor” por “quien conduce”, “los<br />
empleados” por “quienes trabajan”. Tampoco se nos permi<strong>te</strong> decir<br />
“todos”: <strong>te</strong>nemos que decir “todo el mundo”. No he leído el protocolo,<br />
pero supongo nos prohíbe también usar expresiones tales como “nadie<br />
está obligado”, pues no suena bien decir “nadie está obligada”...<br />
La febril ansia de evitar con estos tiquismiquis el androcentrismo parece<br />
más bien infantil ansia de imponer el ginecocentrismo. Las feministas<br />
debieran olvidarse de tales puerilidades, y ocuparse en otros problemas<br />
(que los tienen, y bien graves). Por ejemplo, el de las agresiones que<br />
sufre la mujer con harta frecuencia, tales como el maltrato doméstico y la<br />
violación. Pero también estos problemas deben atacarse con cabeza, y no<br />
95
con el belicoso espíritu de la “infantiloide guerra de sexos”. Atacarlos<br />
con cabeza significa investigar a fondo el porqué de las agresiones. Digo<br />
“investigar a fondo”, porque algunas feministas, e incluso algún sexólogo<br />
feminista varón, creen haberlo dicho todo con atribuir las agresiones al<br />
machismo y a la “maldad” del hombre, creando así un nuevo fren<strong>te</strong> de la<br />
guerra de sexos.<br />
El primer hecho a no perder de vista nunca —no sólo a saberlo, sino a no<br />
perderlo de vista— es que los malos tratos en el hogar son, por lo pronto,<br />
consecuencia de que el hombre supera a la mujer en fuerza muscular<br />
(pese a la “igualdad de sexos”). Iniciada una fuer<strong>te</strong> reyerta entre dos<br />
personas cualesquiera, hay probabilidades de que degenere en violencia.<br />
Pero la violencia en el hogar no acabaría como tantas veces acaba —aun<br />
cuando fuese machista el hombre que participa en la reyerta—, si la<br />
fortaleza física de la mujer fuese pareja o superior a la de él (de hecho se<br />
dan casos de violencia física ejercida por la mujer contra el hombre). Y,<br />
a la inversa, estando ella en inferioridad física, la fuer<strong>te</strong> reyerta<br />
probablemen<strong>te</strong> acabará como tantas veces acaba, aunque nada <strong>te</strong>nga de<br />
machista el hombre implicado.<br />
En la colonia de gatos del pseudo-jardín que rodea nuestra casa, nunca he<br />
visto macho alguno que agrediera a hembra. En cambio, me ha tocado ver<br />
macho que inoportunamen<strong>te</strong> iba acercándose a la hembra, y ponía pies en<br />
polvorosa, atacado y perseguido por ella, que <strong>te</strong>nía fuerza y armamento<br />
suficien<strong>te</strong> para repeler cualquier posible agresión del macho.<br />
Como se explicará en páginas ul<strong>te</strong>riores, las innumerables disensiones y<br />
reyertas que en los hogares de la especie homo se originan,<br />
principalmen<strong>te</strong> son debidas a que nuestra irracional organización social<br />
reconoce la exis<strong>te</strong>ncia del irracional “derecho de propiedad”, y a que<br />
nuestra irracional organización social mantiene la irracional institución<br />
denominada “matrimonio”. Se deben también a la calamitosa educación<br />
sexual que recibimos vía li<strong>te</strong>ratura, cine, <strong>te</strong>levisión, espectáculos<br />
eróticos, pornografía, errónea supervaloración que de mil maneras nos<br />
hacen del placer sexual, etcé<strong>te</strong>ra: nadie nos da una racional educación<br />
sexual.<br />
No necesariamen<strong>te</strong> se deben, pues, al machismo los malos tratos y las<br />
violaciones. Por mucho que se in<strong>te</strong>nsifique la “guerra de sexos”, y se<br />
lancen diatribas contra el “malvado machista”, la mujer continuará<br />
sufriendo maltrato, mientras no cambie esta decrépita sociedad irracional<br />
en la que vivimos.<br />
La red cobija cuatro millones de webs de “porno” infantil.<br />
Aneswad denunció ayer que la explotación sexual infantil afecta a<br />
miles de niños en todo el mundo, algunos de los cuales son violados<br />
an<strong>te</strong>s de los ocho años. En el mundo exis<strong>te</strong>n más de cuatro millones<br />
de zonas de in<strong>te</strong>rnet que contienen ma<strong>te</strong>rial de sexo con menores. La<br />
red “ha supuesto un auténtico ‘boom’ para la pornografía infantil”,<br />
señala.<br />
96
En cuanto a la violación, me abs<strong>te</strong>ngo de enumerar aquí el cúmulo de<br />
necedades que ha propalado el feminismo para satisfacer el morbo de<br />
quienes a todo trance necesitan localizar al “culpable”, y castigarlo, en<br />
lugar de inquirir cuál es la verdadera causa de que la violación se haya<br />
consumado.<br />
No voy a negar que el machismo sea la causa de algunas violaciones.<br />
Pero la principal es la permanen<strong>te</strong> necesidad patológica de sexo —la<br />
sexadicción— que heredamos de nuestros an<strong>te</strong>pasados. El violador de una<br />
niña (¡o de un niño!) de ocho años no busca satisfacer su machismo.<br />
Quien viola a una mujer, y luego la asesina y la entierra, no lo hace para<br />
demostrar a la víctima, ni a sí mismo, que es un macho prepo<strong>te</strong>n<strong>te</strong>.<br />
Un hombre en Hendaia, el año 2004, valiéndose de cables eléctricos,<br />
estranguló a su mujer y a su hija (niña de cinco años de edad). Era un<br />
hombre modélico, según relataron gen<strong>te</strong>s que lo conocían. El diario Gara<br />
dedicó al crimen todo un editorial, para sus<strong>te</strong>ntar la <strong>te</strong>sis de que esa<br />
“violencia sexista” es consecuencia de una cultura y un sis<strong>te</strong>ma<br />
patriarcal. En mi opinión, es gravemen<strong>te</strong> errónea la <strong>te</strong>sis. El editorialista<br />
la refrendaba, tajan<strong>te</strong>, con la siguien<strong>te</strong> afirmación:<br />
No en<strong>te</strong>nder es<strong>te</strong> hecho lleva a no en<strong>te</strong>nder estas muer<strong>te</strong>s, y por ello,<br />
a no ser capaces de encontrar las fórmulas que pongan fin a la<br />
violencia de género.<br />
Yo creo todo lo contrario. Precisamen<strong>te</strong> el no en<strong>te</strong>nder que no hay<br />
“violencia de género” en es<strong>te</strong> hecho, es lo que lleva a no en<strong>te</strong>nder estas<br />
muer<strong>te</strong>s, y por ello, a no ser capaces de encontrar las fórmulas que<br />
pongan fin a la violencia doméstica. Nadie estrangula con un cable a su<br />
propia hija de cinco años de edad, por sexismo o por machismo: podrá<br />
<strong>te</strong>ner mil otros motivos, pero no ése.<br />
Michel Fourniret, de<strong>te</strong>nido hace un año tras el secuestro frustrado de<br />
una niña, ha confesado nueve muer<strong>te</strong>s, de ellas sie<strong>te</strong> de niñas o<br />
jóvenes, con violaciones —dijo a los investigadores que “cazaba a<br />
vírgenes”—, entre 1987 y 2001, en el Estado francés y Bélgica.<br />
Yo ahí no veo machismo ni sexismo, sino, simplemen<strong>te</strong>, la monstruosa<br />
degeneración física, biológica, a la que ha llegado la especie humana por<br />
la obsesiva y continua repetición frenética del goce sexual.<br />
Ingenuamen<strong>te</strong> el feminismo cree que resolverá el problema de las<br />
violaciones cuando haya ganado la “guerra de sexos”. Garrafal error, que<br />
ha hecho come<strong>te</strong>r imprudencias graves (por ejemplo, dirigirse a las<br />
posibles víctimas de una violación, y aconsejarles que afron<strong>te</strong>n con<br />
valentía el peligro de “andar sola y de noche”.<br />
La Plataforma Feminista de Bizkaia ha expresado an<strong>te</strong> los medios de<br />
comunicación la importancia de desechar alusiones a la peligrosidad<br />
de que las jóvenes anden solas y de noche, sustituyéndolas por<br />
llamadas de ánimo para que las mujeres no cedan en las conquistas<br />
logradas y en los espacios ganados.<br />
¿Cuántas familias no van a permitir a sus hijas que salgan de noche?<br />
¿Por qué se les va a impedir actuar con normalidad? La calle y la<br />
97
noche también son de las mujeres. ¡No vamos a quedarnos en casa!<br />
¡Tenemos derecho a circular libremen<strong>te</strong>!<br />
No necesitamos novios, maridos, guardaespaldas, guardas de<br />
seguridad...<br />
Esa Plataforma Feminista cometió, repito, un grave error, porque prefirió<br />
la horrible desgracia de que una mujer sea violada y asesinada, a la<br />
minúscula desgracia de que no pueda gozar los placeres que acaso le<br />
depare la salida nocturna. Aconsejar a las mujeres que no adop<strong>te</strong>n<br />
precauciones y que afron<strong>te</strong>n el riesgo de morir asesinadas porque tienen<br />
derecho a circular libremen<strong>te</strong> por la noche, es inaudito e increíble y hasta<br />
criminal. Decir “no necesitamos novios, maridos, guardaespaldas,<br />
guardas de seguridad” me parece pura arrogancia nacida de un infantil<br />
prurito: ¡el de la igualdad entre sexos! ¿O el de la superioridad del<br />
femenino? Porque también los hombres tienen derecho a circular<br />
libremen<strong>te</strong> y, sin embargo, muchos llevan guardaespaldas, y no sólo de<br />
noche.<br />
Siempre con la misma obsesión de “culpar al machista”, el feminismo<br />
llama impropia y pedan<strong>te</strong>men<strong>te</strong> “violencia de género” a lo que es una<br />
violencia como otra cualquiera, que nada tiene de “género”. Que la<br />
víctima sea mujer no al<strong>te</strong>ra el carác<strong>te</strong>r de la violencia. En la violencia<br />
doméstica, a veces la víctima (incluso mortal) es el marido. O el abuelo.<br />
O el bebé. Esos cuatro mil niños que mueren anualmen<strong>te</strong> por maltrato<br />
familiar ¿también son violencia de género? Que la víctima<br />
ordinariamen<strong>te</strong> sea mujer, no es prueba de que la violencia sea “de<br />
género”, y de que la causa haya sido “el machismo y la cultura<br />
patriarcal”. Ni el hecho de que la violencia nazca específicamen<strong>te</strong> por<br />
motivos de sexo es prueba de violencia “sexista” (en el sentido de<br />
“machista”): se puede sentir atracción sexual tan in<strong>te</strong>nsa hacia una mujer,<br />
que el desaire resul<strong>te</strong> insoportable, y motive un crimen; y ahí no hay<br />
rastro alguno de machismo. Es muy poco in<strong>te</strong>ligen<strong>te</strong> conformarse con<br />
reduccionismos tan simplistas cuando se trata de explicar hechos tan<br />
complejos como los que pueden darse en el ser humano, y precisamen<strong>te</strong><br />
en ma<strong>te</strong>ria de sexo.<br />
Con cierta frecuencia ocurre que se da muer<strong>te</strong> a sí mismo el hombre que<br />
acaba de dar muer<strong>te</strong> a su pareja. Yo no puedo imaginar que en es<strong>te</strong> caso<br />
el crimen se haya cometido por machismo. Algo muy trágico ha <strong>te</strong>nido<br />
que sentir ese hombre para haber asesinado a su consor<strong>te</strong>. Algo trágico,<br />
infinitamen<strong>te</strong> más fuer<strong>te</strong> que esa niñería denominada “machismo”. Sin<br />
embargo, también organizan las feministas en tales casos el habitual<br />
belicoso alboroto contra la “cultura patriarcal”.<br />
El 17 de octubre del 2005 apareció muerta en Bakio (Bizkaia), con signos<br />
de violencia, una joven de 26 años de edad. Por sospechoso, fue de<strong>te</strong>nido<br />
su ex-novio. Si la víctima hubiera sido un anónimo pordiosero, las<br />
feministas no se hubieran inmutado: aquello hubiera sido simplemen<strong>te</strong> un<br />
crimen más, noticia de todos los días. Pero la víctima era una mujer<br />
joven y, sin saberse nada en absoluto sobre los móviles del crimen, todo<br />
98
el mundo se lanzó a pro<strong>te</strong>star airadamen<strong>te</strong> contra “esta sociedad<br />
machista”.<br />
Es<strong>te</strong> tipo de actos no puede quedar impune. Hay que encontrar al<br />
culpable y hacer justicia, No hay derecho a que una chavala de 26<br />
años pierda la vida de esta forma.<br />
La Plataforma de Mujeres de Euskal Herria muestra su hartazgo an<strong>te</strong> la<br />
violencia sexista.<br />
Los agresores son producto de la cultura y educación que estamos<br />
recibiendo, que son fruto de la sociedad patriarcal.<br />
El ayuntamiento de Barrica también condenó y rechazó en sesión<br />
plenaria la muer<strong>te</strong> de Aintzane, calificándola de “infame y execrable”.<br />
Al mismo tiempo, denunciaron con igual rotundidad todos y cada uno<br />
de los actos de violencia de género que día a día vienen sufriendo las<br />
mujeres...<br />
La Mesa del Parlamento de Gas<strong>te</strong>iz condenó ayer la muer<strong>te</strong> de<br />
Aintzane Garai, y pidió a la sociedad que man<strong>te</strong>nga una posición<br />
activa de denuncia de la violencia ejercida contra las mujeres.<br />
No me creo que una joven de 26 años pueda perder la vida de esta<br />
forma. No es justo.<br />
Como ejemplo de “aguerrido guerrero”, obstinado en la criminalización<br />
del e<strong>te</strong>rno enemigo macho, podríamos poner a la periodista gallega Ana<br />
Belén Puñal Rama, “experta en género y medios de comunicación”.<br />
No hay crímenes pasionales. Nadie mata por amor. Lo que hay detrás<br />
es una situación de poder. Es importan<strong>te</strong> dejarlo claro.<br />
Lo que están haciendo mal [los medios de comunicación] es que siguen<br />
tratando la violencia contra las mujeres como un suceso, y no es un<br />
suceso, es una problemática social muy grave, y en cuanto a<br />
problemática social hay que ir a las causas que la de<strong>te</strong>rminan [a las<br />
causas que señale el feminismo beligeran<strong>te</strong>, no a las investigadas por la ciencia<br />
objetiva], a su con<strong>te</strong>xto, hay que hacer un tratamiento especializado.<br />
Lo importan<strong>te</strong> es profundizar en la denuncia de la violencia contra las<br />
mujeres [no importa el problema general de la violencia en irracional sociedad:<br />
lo que importa son las mujeres en cuanto tales; no importa que mueran todos los<br />
años cuatro mil niños maltratados; la pancarta y la ruidosa manifestación es<br />
únicamen<strong>te</strong> para gritar “¡no más violencia contra la mujer (y an<strong>te</strong>s de saberse<br />
cuál ha sido en concreto la causa de la violencia)!]<br />
Veamos cómo piensan representan<strong>te</strong>s de otras entidades feministas. Por<br />
ejemplo, Rosa Iriar<strong>te</strong> e Izaskun Guarrotxena, de Euskal Herriko Bilgune<br />
Feminista:<br />
Una de las conclusiones a la que llegamos cuando hablamos y<br />
debatimos sobre la violencia estructural contra las mujeres, es ésta,<br />
así de simple: no hay voluntad política para erradicar la violencia<br />
sexista.<br />
Esta decisión tomada por el Parlamento de Gas<strong>te</strong>iz puede suponer un<br />
paso. Pero será un paso práctico contra la violencia sexista siempre y<br />
cuando esta puesta en escena sea para dar pasos efectivos. Pasos que<br />
erradiquen la violencia contra las mujeres.<br />
Si realmen<strong>te</strong> las instituciones quieren que esto se dé, habrá que<br />
empezar por desmentir las mentiras que día a día nos venden y nos<br />
hacen creer. Primero, que desmientan que estamos en una sociedad<br />
democrática donde, entre otros, está el conflicto del sis<strong>te</strong>ma sexogénero.<br />
Estamos en una sociedad patriarcal, donde las relaciones<br />
entre sexos son relaciones de poder, relaciones jerárquicas.<br />
Cabe recordar que a día de hoy en Euskal Herria no hay medidas ni<br />
mecanismos efectivos para acabar con la violencia sexista, porque los<br />
poderes institucionales y fácticos que “dirigen” nuestro pueblo no<br />
tienen in<strong>te</strong>rés ni voluntad política para erradicar la violencia sexista.<br />
99
Suena a demagogia ese discurso. No hay en nuestro país medidas ni<br />
mecanismos efectivos para acabar con la violencia sexista. ¿Es que los<br />
hay en otros países? Ningún político puede —no es que no quiera, es que<br />
no puede— erradicar la impropiamen<strong>te</strong> llamada “violencia sexista”, que<br />
subsistirá en tanto subsista la sociedad actual con su economía capitalista<br />
y sus derechos de propiedad, con sus absurdas “instituciones matrimonio<br />
y pareja de hecho”, con su perniciosa libertad de expresión —en el cine,<br />
en la li<strong>te</strong>ratura, en in<strong>te</strong>rnet—, con su gravísima carencia de un racional<br />
sis<strong>te</strong>ma educativo de la niñez y de la juventud. Se equivocan las (y los)<br />
feministas de medio a medio, si creen que van a resolver la problemática<br />
social femenina sólo con hacer la guerra al malvado sexo contrario.<br />
La infantiloide guerra de sexos declarada por el feminismo puede llevar a<br />
cualquier disla<strong>te</strong>. Una joven y linda periodista, llamada Iratxe Fresneda<br />
—implícita e involuntaria e inconscien<strong>te</strong>men<strong>te</strong>, eso sí—, una vez en su<br />
columna habitual me acusó de haber dicho yo una sandez, sólo porque<br />
digo que Jean Grenet, alcalde de Baiona, tuvo toda la razón cuando<br />
afirmó “que la chica que va en tanga y con el pecho al aire por las calles<br />
a las tres de la mañana tiene más riesgos de ser violada”. Se lo voy a<br />
repetir para que no <strong>te</strong>nga dudas, a ver si todavía insis<strong>te</strong> en que Gametxo,<br />
dándoselas de fanático aman<strong>te</strong> de la Razón, está profiriendo una sandez:<br />
“Querida Iratxe, la chica que va en tanga y con el pecho al aire por las<br />
calles a las tres de la mañana tiene más riesgos de ser violada. Te lo digo<br />
yo” ¿Cómo se puede negar una cosa más eviden<strong>te</strong> que el más eviden<strong>te</strong><br />
axioma? ¿Llegando incluso a la insurrección en masa de las feministas<br />
contra el alcalde, porque el alcalde había hecho esa afirmación más<br />
eviden<strong>te</strong> que el más eviden<strong>te</strong> axioma?<br />
La verdadera causa de las violaciones, del acoso sexual, de la<br />
pedan<strong>te</strong>men<strong>te</strong> llamada “violencia de género”, de la violencia machista, no<br />
es el machismo ni la cultura patriarcal. Es nuestra galopan<strong>te</strong> drogadicción<br />
sexual (patológica, por supuesto), de la que no somos —ni siquiera lo son<br />
los sexólogos— plenamen<strong>te</strong> conscien<strong>te</strong>s. Voy a hablar claro.<br />
Estaba yo un día viendo en el <strong>te</strong>levisor un documental. Hace ya mucho<br />
tiempo, y sólo recuerdo una breve escena. Ronzal en mano, el criador<br />
conducía a lo largo del pasillo del establo, pausadamen<strong>te</strong>, un caballo<br />
percherón. Los caballos no piensan, y aquél tampoco pensaba. No sabía<br />
por qué ni para qué ni a dónde lo llevaban: caminaba, pues, tranquilo y<br />
cachazudo. Al poco rato se detuvo el criador junto a una de las yeguas<br />
estabuladas en fila. Un instan<strong>te</strong> después, la cabeza del caballo hizo un<br />
ligero movimiento brusco de excitación. En un santiamén se le irguió la<br />
verga, y rápidamen<strong>te</strong> montó a la yegua. ¿Por qué sólo se produjo el<br />
repentino fenómeno al llegar el percherón junto a esta yegua, cuando<br />
nada había ocurrido al pasar junto a las otras? Porque, estando en celo<br />
ésta, emitía sustancias químicas llamadas “feromonas”, que el percherón<br />
captó al aproximarse, y provocaron en él aquella fulminan<strong>te</strong> reacción<br />
fisiológica.<br />
100
En el Paraíso Terrenal, cuando todavía no habían degustado la manzana<br />
—es decir que todavía no habían contraído la <strong>te</strong>mpestuosa “drogadicción<br />
del sexo”— nuestros an<strong>te</strong>pasados funcionaban exactamen<strong>te</strong> lo mismo que<br />
el percherón y la yegua del establo. Como todos los demás animales de la<br />
escala zoológica, sólo copulaban cuando el acto de copular es lógico y,<br />
por tanto, racional o natural. Es decir que sólo copulaban cuando,<br />
adquirida o readquirida la aptitud reproductiva, la mujer entraba en celo,<br />
y emitía las específicas feromonas correspondien<strong>te</strong>s. Al igual que las<br />
vergas de todos los mamíferos en estado natural, sólo se erigía la verga<br />
del hombre cuando la mujer era receptiva por haberse iniciado el ciclo de<br />
la reproducción. Hasta ese momento el hombre no sentía absolutamen<strong>te</strong><br />
ningún deseo ni atracción hacia la mujer más hermosa, aunque estuviese<br />
codo a codo con ella duran<strong>te</strong> horas y días y meses.<br />
La máquina ALPHA hizo que el hombre tuviera consciencia del placer<br />
que da el acto de la cópula. En consecuencia, se repitió el acto<br />
deliberadamen<strong>te</strong>, mucho más de lo que se hubiera repetido siguiendo las<br />
antiguas pautas naturales de comportamiento. Con el tiempo, ese<br />
repetitivo plus fue incrementándose más y más y más... Tanto se<br />
incrementó, que el pene del hombre acabó por no necesitar —para su<br />
rápida erección— que llegaran los días fértiles de la mujer. Hoy, para<br />
erguirse, le basta a nuestro pene la mera imagen (visual, acústica, táctil,<br />
u otra cualquiera, incluso fantasiosa) de la mujer, mera imagen que le<br />
produce el mismo efecto que antaño las feromonas.<br />
En la época en que fue primer ministro Margaret Thatcher, apareció en la<br />
prensa un chis<strong>te</strong> gráfico de mal gusto y de no muy claras in<strong>te</strong>nciones, que<br />
me hizo recordar al percherón del establo. Formando hilera a un lado de<br />
la sala, había ocho o nueve hombres puestos en pie junto a la pared, todas<br />
las braguetas desabrochadas y todos los enhiestos penes al aire. En otro<br />
lado de la sala, en el din<strong>te</strong>l de la puerta de entrada, se veía la figura de la<br />
primer ministro. Al pie del dibujo había esta leyenda: “cuando se<br />
presentó Margaret Thatcher en la Cámara, se levantaron todos los<br />
miembros”. La mera imagen de la primer ministro al aparecer en la sala<br />
fue —en el chis<strong>te</strong>, claro está— una rociada de “feromonas” que en los<br />
ocho “percherones” presen<strong>te</strong>s provocaron la misma reacción que las de la<br />
yegua en el caballo del establo.<br />
Con toda su grosería, y exageraciones apar<strong>te</strong>, el chis<strong>te</strong> reflejó fielmen<strong>te</strong><br />
lo que sucede en la realidad entre la mujer y el hombre, a causa de<br />
nuestra degeneración sexual. No es necesario que la mujer se nos desnude<br />
y nos exhiba un cuerpo escultural. No es necesario que se nos acerque<br />
voluptuosamen<strong>te</strong>. No es necesario que adop<strong>te</strong> posturas (o nos lance<br />
miradas) provocativas. No es necesario que exhiba una deslumbran<strong>te</strong><br />
belleza. Basta que <strong>te</strong>nga como mujer un mínimo atractivo en cualquier<br />
aspecto, para que en el organismo del hombre —si su cerebro ha<br />
percibido ese mínimo atractivo— <strong>te</strong>nga lugar el “efecto feromona”,<br />
aunque fuere muy baja su in<strong>te</strong>nsidad, y no se iniciare siquiera la<br />
erección.<br />
101
Y no sólo en el hombre lujurioso, vicioso, mujeriego. La biológica<br />
respuesta del organismo a esas “feromonas virtuales”, que (si hay<br />
suficien<strong>te</strong> in<strong>te</strong>nsidad) a su vez <strong>te</strong>ndrá como respuesta una erección del<br />
pene, exis<strong>te</strong> siempre y en todo hombre, sea quien fuere —aunque fuere un<br />
asceta, un místico, un santo varón—, salvo que sobrevenga el hecho en<br />
horas de sexualidad satisfecha, o que se padezcan ciertas lesiones o<br />
enfermedades o anomalías (verbigracia, homosexualidad biológica), y<br />
aunque el varón afectado no haya sentido psicológicamen<strong>te</strong> nada cuando<br />
la in<strong>te</strong>nsidad de la respuesta biológica haya sido muy baja. Esa respuesta<br />
exis<strong>te</strong> incluso a pesar de una disfunción eréctil. 36 Exis<strong>te</strong> incluso en<br />
momentos en los que psicológicamen<strong>te</strong>, por la razón que fuere, el hombre<br />
afectado no sien<strong>te</strong> —ni querría en modo alguno sentir— deseos de yacer<br />
con la mujer causan<strong>te</strong> de la erección más o menos incipien<strong>te</strong>.<br />
El “intachable” hombre que alardee de ser “moralmen<strong>te</strong> ín<strong>te</strong>gro” y de<br />
estar libre de tales “miserias y bajezas”, haga la prueba de mirar con<br />
de<strong>te</strong>nimiento a cualquier mujer (a poco atractiva que fuere), imaginando<br />
vivamen<strong>te</strong> que ella acepta ser seducida. Y al cabo de unos minutos dígase<br />
a sí mismo —con la sinceridad propia de “nuestro yo insobornable”— si<br />
le desagradaría iniciar un juego erótico, salvo en las excepciones del<br />
párrafo an<strong>te</strong>rior.<br />
O también, duran<strong>te</strong> una larga <strong>te</strong>mporada, sitúese en isla desierta el<br />
hombre más puro y casto del mundo y, pasado ese tiempo,<br />
inesperadamen<strong>te</strong>, presentémosle una mujer, la más vulgar, y la más<br />
vulgarmen<strong>te</strong> ataviada: su mera presencia provocará una erección en el<br />
casto varón, quiéralo o no, a menos que rehuya con<strong>te</strong>mplar la imagen,<br />
que se esfuerce en pensar otra cosa, que esté enfermo, que no esté<br />
normalmen<strong>te</strong> constituido, etcé<strong>te</strong>ra.<br />
La respuesta del organismo a las feromonas obedece a una ley biológica<br />
de la que nadie puede escapar. Se trata de una tajan<strong>te</strong> orden que dio a los<br />
machos la naturaleza: “¡cubrid presto a toda hembra que os llame!” Nos<br />
dio esa draconiana orden porque la naturaleza no puede jugar con medias<br />
tintas en cuestiones de perpetuación de la vida en el planeta. Por eso los<br />
machos <strong>te</strong>nemos orden de cubrir a toda hembra receptiva. Naturalmen<strong>te</strong>,<br />
sólo para fecundarla. No para “gozalla” a lo don Juan.<br />
Lo dramático es que por causa de nuestra exacerbada concupiscencia,<br />
abas<strong>te</strong>cida a tope duran<strong>te</strong> largos millones de años, las conexiones<br />
cerebrales acabaron desplazándose. Por ejemplo, el área cerebral o<br />
miniárea —correspondien<strong>te</strong> a la excitación no mecánica del pene—,<br />
antiguamen<strong>te</strong> se conectaba sólo al área o miniárea receptora de las<br />
feromonas emitidas por la mujer que estuviese en condiciones de ser<br />
fecundada. Pero con el tiempo acabó conectándose a cualquier área o<br />
miniárea que recibiera cualesquiera “imágenes mujer” (visuales,<br />
acústicas u otras).<br />
102<br />
36<br />
Sabido es que en edades avanzadas, cuando copular ya no es posible, el hombre puede experimentar<br />
in<strong>te</strong>nso deseo sexual.
Hasta que no llegue la hora, no deberíamos experimentar deseos o<br />
ape<strong>te</strong>ncias de ninguna especie, ni por la presencia de la mujer más<br />
atractiva, ni siquiera por el contacto físico de su cuerpo desnudo. El<br />
carnero vive largas <strong>te</strong>mporadas en permanen<strong>te</strong> contacto con las ovejas de<br />
su harén, tan inmutable como si estuviera en contacto con arbustos o<br />
retamas o matas. Así sería con las mujeres nuestro contacto, si la especie<br />
no hubiera degenerado.<br />
Pero la especie ha degenerado. Y ahora resulta que en realidad el sexappeal,<br />
con su “efecto percherón” biológicamen<strong>te</strong> indefectible, está ahí<br />
—en todo momento, y en todo hombre normalmen<strong>te</strong> constituido—,<br />
aunque por causas diversas dure tan sólo un infini<strong>te</strong>simal momento<br />
inicial y aunque su in<strong>te</strong>nsidad sea la mayoría de las veces tan baja que<br />
puede no ser perceptible. Es decir que en principio toda mujer, salvo que<br />
sea notoriamen<strong>te</strong> deforme o decrépita, con su sola presencia va por la<br />
vida levantando el pene de todo hombre que se le ponga delan<strong>te</strong>. Y el<br />
hombre, a su vez, en presencia de toda hembra, salvo que sea<br />
notoriamen<strong>te</strong> deforme o decrépita, siempre está siendo impelido a<br />
abalanzarse sobre ella. ¡Para que me hablen de igualdad de sexos! ¿Que<br />
él no nota nada, porque “ya está acostumbrado”? Pero el hecho está ahí.<br />
Esa es la realidad que ni la feminista ni el sexólogo deben ignorar. Yo<br />
creo que expresó una gran verdad Oscar Wilde cuando dijo que “entre un<br />
hombre y una mujer no hay amistad posible; hay amor, odio, pasión; pero<br />
no amistad”. Sencillamen<strong>te</strong>, porque de modo permanen<strong>te</strong> se in<strong>te</strong>rpone el<br />
“efecto percherón”.<br />
Esa es la realidad. Luego vendrá el poeta cantando encendidas loas al<br />
sublime amor de Julieta y Romeo. Pero el poeta mien<strong>te</strong>: la poesía es<br />
mentira. Todavía recuerdo la frase de un jesuita, que leí siendo muy<br />
joven. En otros puntos disentía de él radicalmen<strong>te</strong>, pero en és<strong>te</strong> debí<br />
darle la razón. Textualmen<strong>te</strong> decía que poco sabe de amor quien lo<br />
confunde con “el grito de las células germinales, ansiosas de tomar par<strong>te</strong><br />
en el banque<strong>te</strong> de la vida”. La poesía del poeta que poéticamen<strong>te</strong> nos<br />
habla del sexo es bonita, sí, pero no es verdad. Puede haber amor sublime<br />
entre el hombre y la mujer, pero de hecho es “efecto percherón” eso que<br />
tomamos por sublime amor en la vida real.<br />
Esa es la realidad. Conversando con una señora amiga, cuando le comenté<br />
que llamaba mi a<strong>te</strong>nción el atractivo que en nosotros ejerce el busto de la<br />
mujer, le pareció muy natural, “porque es una cosa bonita”. No quise<br />
replicarle que no es por eso. La mujer no ejerce atracción sobre nosotros<br />
por su belleza. La belleza gusta, agrada, complace,... pero no atrae. Lo<br />
que atrae es... “la feromona”.<br />
Esa es la realidad. Casualmen<strong>te</strong>, poco después de la conversación con<br />
esta amiga, vi la fotografía de una hermosa cerda y sus ya creciditos<br />
hijos. Limpia y bien cuidada, exhibía seis <strong>te</strong>tas brillan<strong>te</strong>s y turgen<strong>te</strong>s...<br />
En aquella ubre había belleza, pero no sentí ninguna atracción. El pecho<br />
femenino atrae al hombre, no porque se tra<strong>te</strong> de una bella imagen, sino<br />
103
porque es “imagen mujer”, y porque está programado el cerebro del<br />
hombre para que la “imagen mujer”, median<strong>te</strong> una conexión cerebral muy<br />
específica —inexis<strong>te</strong>n<strong>te</strong> en los casos en que la imagen es mera belleza—,<br />
genere atracción sexual (o “efecto percherón”).<br />
Esa es la realidad. Y es también la explicación de lo que sucede casi<br />
siempre (por no decir siempre) que un hombre y una mujer se encuentran<br />
vis a vis duran<strong>te</strong> algún tiempo, y que el refranero español describe muy<br />
bien: “el hombre es fuego; la mujer, estopa; llega el diablo y sopla.” Por<br />
ejemplo:<br />
104<br />
a) El ejecutivo, al principio, era un perfecto caballero, pero un buen día “ya<br />
no pudo más”, y se lanzó sobre su secretaria.<br />
b) El profesor de música, honesto y espiritual, acabó enloquecido por la<br />
adolescen<strong>te</strong> a la que daba clases de violín.<br />
c) El buen clérigo había hecho voto de castidad, pero sucumbió a los<br />
encantos de la sirvien<strong>te</strong>, una mujeruca vulgar.<br />
d) El marinero quiere mucho a su esposa, pero tiene “en cada puerto un<br />
amor”.<br />
e) Según las estadísticas, en el Estado de Equislandia, el 97% de los<br />
varones casados ha vivido alguna aventura extraconyugal.<br />
f) Según las estadísticas, en el Estado de Zetalandia, cada dos minutos<br />
tienen que soportar las mujeres una violación.<br />
g) A Fulano, y a Mengano, y a Zutano, y al amigo de cada uno de ellos, y al<br />
vecino, y al amigo del vecino,... “le gustan todas”.<br />
Esa es la realidad. Realidad que sexólogos y feministas deben <strong>te</strong>ner en<br />
cuenta, abandonando la disparatada <strong>te</strong>sis de la igualdad de sexos, y la<br />
disparatada también de que el maltratador y el acosador sexual y el<br />
violador son “machistas malvados” y culpables” a los que debemos<br />
“castigar”. Los problemas que atañen al feminismo y a la delincuencia<br />
sexual tienen que resolverse con otra clase de métodos.<br />
No creo que la sexualidad presentada hoy por los sexólogos esté<br />
concebida con rigor científico. Me <strong>te</strong>mo que la conciben erróneamen<strong>te</strong><br />
como si fuera una dinámica más, de las muchas que constituyen “lo<br />
psíquico”. Y semejan<strong>te</strong> sexualidad, a mi juicio, no exis<strong>te</strong>, porque no se<br />
puede considerar sexualidad la mera atracción sexual fisiológica: no creo<br />
que pueda hablarse de sexualidad en las moscas, ni en los caracoles, ni en<br />
los buitres. La conciben, además, como dinámica orientable en<br />
direcciones varias (“la orientación sexual”, que dicen). Y a mí me parece<br />
que sólo hay orientación variable de la hedonopatía, y también<br />
aberraciones o desvíos de la fisiología cerebral. Me parece que no hay<br />
otra sexualidad que la pura fisiología, de suyo orientada en una única<br />
dirección: la supervivencia biológica de la especie.<br />
Creo que es un error del sexólogo actual el no haberse percatado de que<br />
la denominada “sexualidad” puede no serlo, porque puede ser sólo un<br />
efecto biologicofisiológico de la sexual hedonopatía universal aguda —no<br />
plurisecular, sino plurimisecular— que ha sufrido el género humano, y<br />
que ha <strong>te</strong>nido psíquicas consecuencias cola<strong>te</strong>rales. A mí se me hace<br />
inconcebible que <strong>Logos</strong> nos haya dado la vagina y el pene para nada que<br />
no sea la conservación de la especie, es decir la conservación de una obra
perfecta de ingeniería, como es el cuerpo humano en el concierto<br />
universal de la perfección cósmica.<br />
Sospecho que a fortiori la sexualidad infantil, por ejemplo, no exis<strong>te</strong>.<br />
Eudald Maideu i Puig ha dicho 37 que<br />
105<br />
aunque duran<strong>te</strong> muchos siglos se haya considerado al niño como un<br />
ser asexuado, actualmen<strong>te</strong> nadie puede discutir la exis<strong>te</strong>ncia de una<br />
sexualidad infantil.<br />
Pero yo opino que sí puedo discutirla. Por dos motivos. Primero, porque<br />
eso que parece sexualidad puede, como digo, no ser sino genuina<br />
fisiología, pura y simple, con todos los aditamentos que se le quieran<br />
poner en concepto de aportación in<strong>te</strong>lectual, cultural, psíquica, etcé<strong>te</strong>ra.<br />
Segundo, porque las manifestaciones infantiles de la presunta sexualidad<br />
obedecen siempre a factores ajenos al niño en sí: sexadicción herencia de<br />
los an<strong>te</strong>pasados, educación que recibe del entorno constan<strong>te</strong>men<strong>te</strong>, 38<br />
etcé<strong>te</strong>ra. Si fuera sexualidad eso que creemos ver como tal en el niño,<br />
sería en todo caso una sexualidad artificialmen<strong>te</strong> inducida por la<br />
sociedad, no una sexualidad inheren<strong>te</strong> al niño.<br />
Se podrá saber si en él hay, o no, sexualidad, sólo cuando el niño reciba,<br />
desde que nace hasta su mayoría de edad, racional educación<br />
inin<strong>te</strong>rrumpida y completa, en condiciones tales que ni los amiguitos ni<br />
los padres ni los profesores ni los cuentos infantiles ni in<strong>te</strong>rnet ni el<br />
<strong>te</strong>levisor le hayan dicho ni mostrado absolutamen<strong>te</strong> nada de lo que es la<br />
vida sexual, y sólo se lo digan o se lo muestren los educadores<br />
profesionales cuando el niño espontáneamen<strong>te</strong> lo haya preguntado, o<br />
cuando los educadores lo hayan creído convenien<strong>te</strong>. Per se, el hecho de<br />
que el niño y la niña espontáneamen<strong>te</strong> se hayan puesto a mirar el pene, a<br />
tocarlo, a jugar con él, no denota sexualidad, pues cabe que lo hagan sólo<br />
por natural curiosidad general, exactamen<strong>te</strong> la misma que sien<strong>te</strong>n an<strong>te</strong><br />
cualquier objeto desconocido.<br />
Resumen y compendio. Nada de lo que se ha razonado aquí sobre el sexo<br />
quiere decir que sólo para la reproducción debemos usar vaginas y penes.<br />
El deber es una de tantas palabras de papagayo que en el Vaticano suenan<br />
a música celestial, pero están destinadas al ostracismo perpetuo en la Era<br />
de la Razón. Tenemos libertad absoluta para hacer lo que nos dé la gana<br />
con nuestras vaginas y penes.<br />
Pero no se diga que es ciencia describir como hecho biológico natural el<br />
espectáculo que en el planeta Tierra ofrecen tres mil quinientos millones<br />
37<br />
En El libro de la sexualidad, firmado por Elena F.L. Ochoa y Carmelo Vázquez, y editado por EL<br />
PAÍS.<br />
38<br />
Por el ya citado El libro de la sexualidad, he sabido que en la isla de Mangala (en el sur del Pacífico) se<br />
educa a los hijos para que aprendan a ser orgásmicos desde pequeños”. Y, en general, sabido es lo que ese<br />
mismo libro dice al respecto: “Desde que nace, el niño se está educando sexualmen<strong>te</strong> a través de todas las<br />
acciones, actitudes, opiniones, consideraciones y omisiones de las personas con las que tiene contacto. El<br />
hacer, tanto como el no hacer, educa.”
de penes erectos en danza perpetua fren<strong>te</strong> a tres mil quinientos millones<br />
de lubricadas vaginas. ¡Espectáculo rotulado además “Amor”!<br />
106
IX*<br />
Depor<strong>te</strong><br />
Solemos concebir el depor<strong>te</strong> en general como actividad que es de suyo<br />
lúdica. No lo es. Debemos tomarlo como juego, y a veces lo tomamos —a<br />
veces jugamos al fútbol, jugamos a la pelota, jugamos al béisbol—, pero<br />
de suyo, biológicamen<strong>te</strong>, la actividad deportiva es un trabajo que nada<br />
tiene de lúdico: es la psicología del animal racional quien lo convier<strong>te</strong> en<br />
juego.<br />
Los gatitos del mundo en<strong>te</strong>ro persiguen a todo objeto pequeño que se<br />
mueva rápidamen<strong>te</strong> en sus proximidades. A nosotros, a causa del<br />
antropomorfismo, nos parece que en ese momento están jugando y<br />
divirtiéndose. No hay tal. El gatito es un robot que nada sien<strong>te</strong>, ni puede<br />
jugar, ni le es posible divertirse de ninguna manera. Si ese “juego” de los<br />
gatitos fuera en verdad un juego, difícil sería explicar por qué todos los<br />
gatitos están siempre de buen humor y son tan juguetones, mientras que<br />
nunca se ven juguetones pollos o pichones de buen humor.<br />
Lo que parece juego de los gatitos, en realidad es un trabajo serio que el<br />
animal tiene que realizar esmeradamen<strong>te</strong> —cumpliendo severas órdenes<br />
de la madre naturaleza—, porque le va en ello la supervivencia (cuando<br />
vive en su estado natural, se entiende). Es un trabajo muy serio de<br />
adiestramiento y desarrollo de facultades cinegéticas que el gatito,<br />
cuando llegue a la edad adulta, necesitará para no sucumbir. Ese mismo<br />
gatito, cuando llegue a la edad adulta, ya no jugará. Pero no porque habrá<br />
perdido con los años el humor y la alegría, sino porque el trabajo de<br />
adiestramiento y desarrollo ya no tiene objeto.<br />
El perro en la playa parece rebosar de felicidad cuando el amo le lanza la<br />
pelota de goma para que la persiga y la “cace”. Todos los perros “juegan”<br />
de igual modo. No sien<strong>te</strong>n placer en ello. No pueden sentirlo, porque son<br />
puro robot: perfecto, pero sólo robot. No juegan. Se entrenan.<br />
En las pantallas de <strong>te</strong>levisión hemos visto cómo una yegua pacía en la<br />
pradera, y cómo el joven potrillo, bien llena la panza después de haber<br />
mamado, corre<strong>te</strong>aba retozón, girando en torno a su madre. No hemos<br />
podido evitar el pensamiento de que el potrillo, rebosan<strong>te</strong> de felicidad,<br />
jugaba a carreras consigo mismo. Pensábamos en falso: el potrillo, que<br />
nada sentía, estaba realizando un trabajo sumamen<strong>te</strong> importan<strong>te</strong>, en el<br />
que no había el menor vestigio de actividad lúdica.<br />
Nos parece que son juguetones los delfines. Y no lo son. Ejecutan sus<br />
acrobacias, y realizan sus exhibiciones natatorias, obligados por el<br />
logotropismo de la naturaleza con el único propósito de entrenarlos y<br />
man<strong>te</strong>nerlos en forma. Lo hacen seriamen<strong>te</strong>: no para jugar.<br />
107
Son muchas las especies en las que la biología no impone —como al gato<br />
y al perro— el deber de practicar ejercicios físicos destinados a<br />
desarrollar técnicas especiales. La humana es una de esas especies.<br />
Nosotros <strong>te</strong>nemos tan sólo —y especialmen<strong>te</strong> en la infancia y en la<br />
juventud— la necesidad biológica de practicar ejercicios que favorezcan<br />
el desarrollo de facultades físicas muy genéricas.<br />
Puede considerarse depor<strong>te</strong>, e incluso juego, la práctica sis<strong>te</strong>mática de<br />
tales ejercicios. Y entonces el depor<strong>te</strong> será una actividad natural,<br />
racional, perfecta. Pero ocurre que el hombre, en cuanto que es animal<br />
pensan<strong>te</strong>, supo diversificar de mil maneras, artificialmen<strong>te</strong>, dichos<br />
ejercicios. Y en esa diversificación es donde se ve si es —y en qué<br />
medida es— irracional el depor<strong>te</strong>.<br />
Es irracional practicar el depor<strong>te</strong> por vanidad. Ciertamen<strong>te</strong>, no hay ser<br />
humano que no sienta vanidad. La vanidad es natural. Es un formidable y<br />
genial invento logotrópico. Lo inventó la naturaleza para —<br />
disimuladamen<strong>te</strong>— obligarnos a progresar como animales racionales.<br />
Pero (en esto, como en todo) la naturaleza procede median<strong>te</strong> el<br />
acatamiento de leyes universales y, por tanto, el estímulo de la vanidad<br />
no siempre nos conduce a progresar como racionales. Tal es el caso de la<br />
vanidad en el depor<strong>te</strong>.<br />
Jactarse uno de ser mejor que el otro —en el depor<strong>te</strong>, o en cualquier<br />
aspecto de la vida— es necio en sí. No nos libraremos de sentir vanidad<br />
por ello, ya que la madre naturaleza dio orden de que la sintiéramos. Pero<br />
pensar u opinar que somos dignos de admiración y alabanza por lo que<br />
somos o hacemos, o por las cualidades o dones que poseemos (o sea,<br />
jactarse de ello), es necio. El jactarse de <strong>te</strong>ner músculos de acero, de ser<br />
un Apolo o una Venus, de poseer un gran talento, no es menos necio que<br />
el jactarse de <strong>te</strong>ner duodeno en el aparato digestivo, uñas en los dedos, o<br />
sudor en la axila. No será necio sentir satisfacción por mi superioridad.<br />
Pero sí es necio jactarme de ello.<br />
Aunque suene a paradoja, también es irracional practicar el depor<strong>te</strong> con<br />
desmedido afán perfeccionista. Es verdad que el perfeccionismo, al igual<br />
que la vanidad, se le insufló al ser humano <strong>te</strong>leológicamen<strong>te</strong>, por puro<br />
logotropismo. Es verdad que a todos la naturaleza nos hizo más o menos<br />
perfeccionistas. Pero nos hizo así para que el perfeccionismo aplicado a<br />
de<strong>te</strong>rminadas labores contribuya al progreso de la racionalidad en el<br />
mundo. Y ésta no progresará porque seamos perfeccionistas en la práctica<br />
del depor<strong>te</strong>. La extrema habilidad para jugar al golf, al <strong>te</strong>nis, al<br />
baloncesto, no marcará grandes avances de la Razón o <strong>Logos</strong>.<br />
Por esa misma causa es irracional el depor<strong>te</strong> practicado con propósito de<br />
superar marcas o récords. ¿Qué valor ni mérito hay en la posesión de<br />
piernas capaces de recorrer 100 metros en 10 ó 9 ó 7 segundos? ¿O la<br />
posesión de corazón y pulmones capaces de subir al Everest en media<br />
hora, o de ganar diez veces consecutivas el Tour de France? Tiene el<br />
108
mismo valor o mérito que la posesión de piernas cortas, de nariz chata,<br />
de pelo ensortijado...<br />
¿O es que reside el mérito en el esfuerzo, en la perseverancia, en el<br />
<strong>te</strong>són, en el sacrificio que tuvieron que hacer, para entrenarse, para<br />
prepararse, el corredor victorioso, y el alpinista heroico, y el ciclista<br />
campeón? Tampoco, porque todo eso tal vez lo haya hecho mejor quien<br />
invier<strong>te</strong> 12 segundos en cubrir los cien metros, o quien es incapaz de<br />
coronar el Everest, o quien jamás ganó el Tour de France. El viejo lema<br />
deportivo citius, fortius, altius, como aspiración o desiderátum, es<br />
irracional.<br />
Es irracional el depor<strong>te</strong> practicado con carác<strong>te</strong>r de competición. Al decir<br />
“competición”, me refiero a la pugna entablada entre dos o más<br />
deportistas —o entre varios grupos de deportistas— con el fin de que sea<br />
uno de ellos considerado “el mejor” (además de “vencedor” o “ganador<br />
de la prueba”). No estoy refiriéndome, por tanto, al depor<strong>te</strong> concreto en<br />
el que alguna forma de compe<strong>te</strong>ncia está impuesta precisamen<strong>te</strong> por las<br />
propias “reglas de juego” de ese depor<strong>te</strong> concreto. Hecha la salvedad, es<br />
irracional el depor<strong>te</strong>-competición organizado para dilucidar “quién es el<br />
mejor”. Es irracional por lo explicado en los preceden<strong>te</strong>s párrafos, y<br />
también por otra compleja razón que expondré más adelan<strong>te</strong>.<br />
El ejercicio del depor<strong>te</strong> con propósito de realizar eso que suele llamarse<br />
“hazañas deportivas” es irracional. Está inspirado en el viejo lema<br />
irracional citius fortius altius, debajo del cual puede esconderse una<br />
falsa motivación que en realidad no es otra cosa que vanidad o<br />
ambiciones de talonario. Por ejemplo, el campeón de la heroica escalada<br />
o del alpinismo heroico nos presentará su “hazaña” como el “noble” afán<br />
de superarse uno a sí mismo, cuando en realidad es el escasamen<strong>te</strong> noble<br />
afán de satisfacer uno su gozosa vanidad. Si tuviera el afán que dice<br />
<strong>te</strong>ner ese campeón, ya encontraría otros campos donde superarse a sí<br />
mismo sin trepar a rocosas alturas difíciles, ni hacer “los catorce<br />
ochomiles”. Practicar la “escalada heroica” y el “alpinismo heroico” me<br />
parece racional si se hace con fines puramen<strong>te</strong> científicos, pero no<br />
cuando se hace por motivos tales como la vanidad y el dinero y el<br />
presunto afán de superarse a sí mismo (que sólo es vanidad).<br />
En razón de que practicar el depor<strong>te</strong> por vanidad, por aires de<br />
perfeccionismo, por ansia de récords, por afán de competir, por ganas de<br />
realizar “hazañas”, etc., es irracional, también es irracional el depor<strong>te</strong>espectáculo.<br />
A menos que medien propósitos de observación científica o<br />
filosófica, estar viendo un partido de fútbol o una carrera ciclista es<br />
irracional. Tratándose de un depor<strong>te</strong> en el que la estética, o la habilidad,<br />
o la destreza, es fundamental, su con<strong>te</strong>mplación puede proporcionar<br />
placer, pero la con<strong>te</strong>mplación en sí misma es irracional. Máxime cuando<br />
en realidad lo que de hecho se con<strong>te</strong>mpla no suele ser el “quién juega<br />
bien”, sino el “quién ganará”. El depor<strong>te</strong> es para practicarlo, no para<br />
con<strong>te</strong>mplarlo desde las gradas.<br />
109
Es irracional practicar el depor<strong>te</strong> para ganar dinero. Voy a decirlo de otro<br />
modo, pues el hecho no parecerá irracional del todo al deportista que se<br />
embolsa millones en un santiamén. Lo irracional es que la sociedad pague<br />
con dinero un trabajo que se llama “depor<strong>te</strong>”, cuando la única razón que<br />
hay para que la sociedad pague con dinero un trabajo es que el trabajo<br />
sirva para aliviar el Dolor de la humanidad. Y el trabajo-depor<strong>te</strong> no lo<br />
alivia: jugar al fútbol o correr en bicicleta no produce fármacos anti-sida,<br />
ni cereales para los hambrientos niños de Africa, ni profesores que<br />
pongan fin al analfabetismo. No debe la sociedad entregar ni un céntimo<br />
a los deportistas, porque los deportistas en cuanto tales no alivian el<br />
Dolor de la humanidad.<br />
Es irracional crear una forma sustantiva de agrupación o asociación<br />
estable de carác<strong>te</strong>r deportivo —equipo, club, etcé<strong>te</strong>ra—, con el fin de<br />
vencer en competición a idénticas o similares agrupaciones que se hayan<br />
creado o vayan a crearse. Es irracional por lo que ya expliqué, párrafos<br />
atrás, al tratar de la “competición” en general. Por eso, todos los depor<strong>te</strong>s<br />
que por su propia naturaleza son “juego en equipo” (fútbol, baloncesto,<br />
rugby, etcé<strong>te</strong>ra), si han de practicarse racionalmen<strong>te</strong>, deben ser jugados<br />
entre equipos improvisados in situ, y sólo para el momento en que vaya a<br />
disputarse un partido concreto. Nunca entre equipos personalizados<br />
permanen<strong>te</strong>s, preparados ex profeso, no para jugar, sino para ganar. Eso<br />
no es depor<strong>te</strong>. Es guerra. El depor<strong>te</strong> debe ser lúdica actividad, concebida<br />
sólo para disfrutar jugando, no para disfrutar ganando (ni siquiera<br />
cuando se juega a ganar).<br />
Exis<strong>te</strong>n de facto esas irracionales agrupaciones descritas en el párrafo<br />
an<strong>te</strong>rior. Para simplificar, identificaremos a todas ellas como “equipoclub”.<br />
Dado que exis<strong>te</strong>n de hecho y son agrupaciones irracionales,<br />
también es irracional que sean sos<strong>te</strong>nidas, amparadas, in<strong>te</strong>nsamen<strong>te</strong><br />
queridas o amadas como cosa propia, por un sector de población que no<br />
tiene participación activa en las labores del equipo-club, y que es<br />
popularmen<strong>te</strong> conocido con el nombre de “la afición”.<br />
Ese apoyo y ese amor de “la afición” a “su” equipo-club es tanto más<br />
irracional, cuanto más in<strong>te</strong>nsa fuere la pasión que el equipo suscita en<br />
ella. En la sociedad actual, el hecho adquiere, como sabemos,<br />
proporciones alarman<strong>te</strong>s, por (v.gr.) las gravísimas consecuencias que ha<br />
acarreado ya el fanatismo en el fútbol.<br />
Y es más irracional, si cabe, cuando el aficionado cree que “su”<br />
victorioso equipo ha sido el mejor, y que ese hecho es timbre de gloria y<br />
motivo de orgullo, para él y para su pueblo o su nación. Esta<br />
irracionalidad suele llegar al paroxismo en la irracional sociedad nuestra.<br />
Hasta el punto de que la propia Autoridad Suprema suele rendir los<br />
máximos honores (o poco menos) al equipo que así ha enal<strong>te</strong>cido y<br />
ennoblecido a la Patria, mientras que el pueblo en<strong>te</strong>ro, en un ataque de<br />
his<strong>te</strong>ria colectiva, se lanza a la calle a fes<strong>te</strong>jar locamen<strong>te</strong> el clamoroso<br />
triunfo. ¿Enloquecer toda una nación, gobierno incluido, porque<br />
“nosotros” hemos marcado un gol más que el equipo foráneo? ¿Y gemir<br />
110
de vergüenza nacional porque no lo hemos marcado nosotros, y sí ellos?<br />
¿Puede haber algo que sea más irracional?<br />
También por otra causa es irracional ese orgullo. Lo es porque en un<br />
elevado número de victorias deportivas in<strong>te</strong>rviene un factor físico<br />
decisivo, no conocido como tal —no al menos plenamen<strong>te</strong> conocido como<br />
tal— por los propios deportistas, ni por sus preparadores y directores, ni<br />
por los comentaristas deportivos. Creo que no se da cuenta cabal,<br />
ninguno de ellos, de que en muchos depor<strong>te</strong>s, y con referencia a una<br />
victoria puntual dada —por ejemplo, un concreto partido de fútbol entre<br />
equipos de la misma ca<strong>te</strong>goría—, el ganador nunca gana “porque es el<br />
mejor”. Estadísticamen<strong>te</strong> y muy a la larga, sí gana el mejor por ser el<br />
mejor, pero nunca en un lance concreto. Voy a demostrarlo.<br />
En muchos depor<strong>te</strong>s, el juego consis<strong>te</strong> en imprimir movimiento a<br />
de<strong>te</strong>rminados objetos ma<strong>te</strong>riales —pelota; balón; jabalina; saeta; cabeza,<br />
manos, pies, (o el cuerpo en<strong>te</strong>ro), del jugador...— con la fuerza y/o en la<br />
dirección adecuadas para que los objetos en un momento dado lleguen a<br />
situarse en de<strong>te</strong>rminado lugar o posición (en fútbol, por ejemplo, el<br />
de<strong>te</strong>rminado lugar puede ser la por<strong>te</strong>ría adonde se quiere enviar el balón,<br />
o la zona donde se encuentra el cuerpo de un de<strong>te</strong>rminado jugador al que<br />
se va a enviar el balón en pase o centro...).<br />
De puro obvio que es ese hecho físico real, nadie le suele prestar<br />
a<strong>te</strong>nción, y nadie se pregunta cuál es la “sustancia” exacta de ese hecho<br />
presen<strong>te</strong> en todo movimiento de objetos ma<strong>te</strong>riales. Pero se la vamos a<br />
prestar nosotros. Y vamos a hacerlo refiriéndonos en concreto a los<br />
movimientos del balón —y de los cuerpos (o par<strong>te</strong>s de cuerpo) de los<br />
jugadores, e incluso del árbitro— en un partido de fútbol.<br />
Se mueva o no, todo objeto ma<strong>te</strong>rial ocupa en todo instan<strong>te</strong> un lugar en el<br />
espacio. Llena un espacio exacto, no un espacio aproximado. Ningún<br />
objeto puede estar nunca situado “aproximadamen<strong>te</strong>”. Mejor dicho,<br />
cuando hablamos de que un de<strong>te</strong>rminado objeto está situado<br />
“aproximadamen<strong>te</strong> en”, sólo afirmamos que el objeto se encuentra<br />
próximo (cercano) a un de<strong>te</strong>rminado lugar, o a otro de<strong>te</strong>rminado objeto.<br />
Lo cual no es ocupar un aproximado lugar: siempre, el lugar ocupado es<br />
un lugar exacto.<br />
Dado que la preceden<strong>te</strong> observación, a pesar de ser tan trivial, es clave<br />
para la comprensión del razonamiento que vamos a desarrollar, por<br />
comodidad lingüística y por motivos didácticos acordaremos que ese<br />
hecho de estar exactamen<strong>te</strong> situado un objeto en el espacio, equivale al<br />
hecho de tomar o adoptar o <strong>te</strong>ner (el objeto) “una posición OMEGA”. O<br />
también al hecho de “estar el objeto situado en un punto OMEGA”.<br />
Entonces, objeto en movimiento es el objeto que, de estar situado en un<br />
de<strong>te</strong>rminado punto OMEGA, pasa a estar situado en otro de<strong>te</strong>rminado<br />
punto OMEGA. No se olvide que eso, el transitar así de un punto a otro,<br />
es lo que hace el objeto ma<strong>te</strong>rial específico puesto en movimiento: balón,<br />
111
manos del por<strong>te</strong>ro, bota izquierda del delan<strong>te</strong>ro, cuerpo del defensa<br />
central, etcé<strong>te</strong>ra.<br />
Ese tránsito de una posición a otra tiene que estar causado por alguna<br />
fuerza física: por ejemplo, ciertas contracciones musculares del<br />
futbolista, impulso dado al balón por sus botas, rechazo del mismo por<br />
uno de los palos de la por<strong>te</strong>ría, etcé<strong>te</strong>ra. En la práctica de la vida<br />
corrien<strong>te</strong>, solemos de hecho pensar que los desplazamientos del balón en<br />
el campo de fútbol se deben sólo a la fuerza y dirección que le imprimen<br />
los jugadores, y no damos más vueltas al asunto. Pero ese juicio adolece<br />
de imprecisión o vaguedad, pues lo cierto es que se deben los<br />
movimientos del balón a numerosas fuerzas (tal vez minúsculas), a<br />
numerosos imponderables físicos, además de la fuerza que le imprimen<br />
los jugadores: césped húmedo o seco; humedad o sequedad del propio<br />
balón; presión del aire inyectado en su in<strong>te</strong>rior; presión atmosférica<br />
ex<strong>te</strong>rior; <strong>te</strong>mperatura ambien<strong>te</strong>; viento reinan<strong>te</strong> actual; irregularidades<br />
del <strong>te</strong>rreno; postura o posición del cuerpo en<strong>te</strong>ro de cada futbolista y de<br />
sus pies en particular en el instan<strong>te</strong> en que se dispone a impulsar el<br />
balón; fricción ejercida contra el balón por el aire ex<strong>te</strong>rior; desviación o<br />
rechazo ocasionados por el encuentro del balón con otros jugadores, con<br />
el árbitro, con pos<strong>te</strong>s, con largueros...; etcé<strong>te</strong>ra, etcé<strong>te</strong>ra. Incluso la<br />
fuerza y dirección que el jugador imprime al balón puede estar<br />
de<strong>te</strong>rminada por ajenas causas complementarias, como (p.ej.) un agarrón<br />
que le ha dado el rival en la camiseta, o el contraluz del sol que le ha<br />
molestado, etcé<strong>te</strong>ra.<br />
Cuando el movimiento de los objetos está de<strong>te</strong>rminado únicamen<strong>te</strong> por<br />
imponderables de esa naturaleza, suele decirse que el objeto en cuestión<br />
se ha movido al azar. O que lo ha movido el azar. Un ejemplo clásico es<br />
el de la hojarasca en otoño, arrastrada por el viento. Ejecuta cada hoja su<br />
graciosa danza propia, yendo y viniendo y girando en remolinos, y<br />
entonces decimos que la mueve así el azar. Azar que viene a ser la suma<br />
o la combinación de los tales imponderables.<br />
En el campo de fútbol, pues, no solamen<strong>te</strong> las fuerzas liberadas por la<br />
voluntad o la in<strong>te</strong>nción del futbolista son las que mueven el balón, o la<br />
pierna o el cuerpo del jugador: también lo mueven, junto con ellas, los<br />
imponderables denominados “azar”. Es decir que las concretas<br />
particularidades de cada movimiento del balón, y de cada movimiento de<br />
los jugadores —las precisas traslaciones desde un de<strong>te</strong>rminado punto<br />
OMEGA hasta otro de<strong>te</strong>rminado punto OMEGA— nunca pueden ser<br />
debidas exclusivamen<strong>te</strong> a la voluntad y la in<strong>te</strong>ligencia y la destreza del<br />
jugador, ya que és<strong>te</strong> juega siempre en colaboración con los mil factores<br />
constitutivos del azar.<br />
Se comprenderá mejor que esto último es verdad, con el siguien<strong>te</strong><br />
experimento físico, real o imaginario. Cuélguese del larguero de<br />
cualquier por<strong>te</strong>ría de fútbol —en el punto central de la por<strong>te</strong>ría— una<br />
cadenita de vein<strong>te</strong> centímetros de longitud con su correspondien<strong>te</strong><br />
medalla metálica, redonda y pequeña. Llámese a los más hábiles<br />
112
futbolistas del mundo, y desafíeseles a que, en sendos lanzamientos de<br />
penalti reglamentarios, no son capaces de enviar el balón siempre al<br />
mismo punto OMEGA donde se encuentra la medalla. Todos lo<br />
in<strong>te</strong>ntarán, según el supuesto, pero nadie lo enviará en todos y cada uno<br />
de los lanzamientos, cuando sean éstos muy numerosos. Tan sólo algunas<br />
veces (pongamos que cien veces de cada mil) conseguirán que dé en la<br />
medalla el balón.<br />
Entonces el experimento será una buena prueba de que, en los<br />
novecientos lanzamientos fallidos, no fue sólo el “futbolista” quien llevó<br />
el balón al punto OMEGA al que de facto fue a parar (ya que su in<strong>te</strong>nción<br />
era enviarlo a la medalla): lo que llevó el balón a dicho punto OMEGA<br />
fue el futbolista in<strong>te</strong>rferido (o manipulado) por las fuerzas del azar. Por<br />
eso mismo, el experimento será a su vez una prueba de que también<br />
fueron “futbolista y azar”, conjuntamen<strong>te</strong>, los que llevaron el balón a la<br />
medalla en los cien lanzamientos exitosos.<br />
La fuerza transmitida al balón por la voluntad del jugador—si ha sido<br />
transmitida con habilidad o destreza— puede por sí sola ser causa de que<br />
siempre llegue el balón aproximadamen<strong>te</strong> al punto donde está la medalla,<br />
pero nunca será causa, por sí sola, de que llegue exactamen<strong>te</strong> al punto<br />
adonde ha llegado, porque la trayectoria del balón siempre está<br />
de<strong>te</strong>rminada por la fuerza del futbolista, más los imponderables o las<br />
fuerzas que llamamos “azar”.<br />
Luego en un partido de fútbol, por mucha que sea la in<strong>te</strong>ligencia y la<br />
destreza de los futbolistas, en ningún instan<strong>te</strong> van sus cuerpos (ni el<br />
balón) desde un punto Omega hasta otro —al que de facto van— sin<br />
haber sido impulsados por el azar, ya que es el tándem azar-habilidad, o<br />
azar-in<strong>te</strong>ligencia, quien los conduce exactamen<strong>te</strong> a ese punto.<br />
Cuando el futbolista x lanza un penalti, y el balón da en el punto de<br />
confluencia del pos<strong>te</strong> y el larguero, da en ese punto porque ha sido el<br />
azar quien lo ha llevado ahí al mismo tiempo que el futbolista. Por la<br />
misma razón, si x lanza un penalti, y el balón entra en la por<strong>te</strong>ría justo<br />
por el ángulo de la misma escuadra, entra también así porque ha sido el<br />
azar quien ha impulsado el balón al mismo tiempo que el futbolista.<br />
De donde se infiere que en todos los partidos de fútbol, y en todas y cada<br />
una de las jugadas, además de los veintidós futbolistas visibles en el<br />
campo, siempre juega, invisible pero omnipresen<strong>te</strong>, otro futbolista cuya<br />
invisible camiseta lleva al dorso la inscripción Azar. Cada vez que uno<br />
de los veintidós jugadores visibles modifica su posición OMEGA sobre el<br />
césped o toca el balón, lo hace en colaboración con el futbolista<br />
invisible, y esa colaboración es quien de<strong>te</strong>rmina la dirección exacta de<br />
todos y cada uno de los movimientos de uno y de otro. En todos los<br />
lances y en todo partido, por consiguien<strong>te</strong>, el Azar es un jugador activo,<br />
y decisivo.<br />
113
Cuando un futbolista me<strong>te</strong> gol, corren todos a abrazarle y felicitarle,<br />
como si fuera él quien lo ha marcado. Pero no lo ha marcado sólo él.<br />
Juntamen<strong>te</strong> con él, en estrecha colaboración, lo ha marcado el invisible<br />
jugador llamado Azar (el vigesimo<strong>te</strong>rcero de la lista, alineado<br />
secretamen<strong>te</strong> en medio de los otros veintidós). Cuando el habilidoso<br />
la<strong>te</strong>ral izquierdo chuta desde lejos, y el balón entra a media altura como<br />
un obús, colándose entre los cuerpos de varios jugadores que no lo han<br />
podido tocar, la causa de haber entrado el balón en la por<strong>te</strong>ría no es<br />
únicamen<strong>te</strong> la destreza del la<strong>te</strong>ral izquierdo. Es<strong>te</strong> ha marcado, gracias a<br />
la valiosa ayuda prestada por el Azar, que le ha puesto piernas y botas<br />
propias, balón, cuerpos de otros jugadores, etc., en los puntos precisos y<br />
en el momento preciso en que podía ser enviado a la red el balón<br />
cer<strong>te</strong>ramen<strong>te</strong> y sin trabas. La prueba de ello está en que cinco minutos<br />
después el mismo la<strong>te</strong>ral izquierdo, que sigue siendo tan hábil como<br />
an<strong>te</strong>s, chuta en posición muy similar, pero el balón sale fuera, a escasos<br />
centímetros del pos<strong>te</strong>, o es de<strong>te</strong>nido por el por<strong>te</strong>ro, o rechazado por la<br />
defensa. Cuando un habilísimo jugador saca una falta y marca, elevando<br />
el balón justamen<strong>te</strong> por encima de la barrera, y enviándolo a la red justo<br />
por el punto al que no podía llegar el por<strong>te</strong>ro, el habilísimo jugador<br />
marca porque el balón ha sido secretamen<strong>te</strong> empujado por el “futbolista<br />
invisible”. Prueba de ello: otro día el mismo jugador lanzará la misma<br />
falta, desde el mismo punto y la misma distancia, y no marcará, pese a<br />
que su habilidad sigue siendo la misma.<br />
Todo el mundo sabe que a veces entra el balón en la por<strong>te</strong>ría porque el<br />
azar se ha entrometido en el juego (por ejemplo, en los casos de<br />
“autogol”, relativamen<strong>te</strong> frecuen<strong>te</strong>s). Pero no todo el mundo sabe que<br />
siempre, y no sólo a veces, entra el balón por intromisión del azar. Y<br />
que, por tanto, es el futbolista Azar quien gana los partidos (en el sentido<br />
de que nunca se puede me<strong>te</strong>r gol sin su ayuda). Esto se puede comprobar<br />
continuamen<strong>te</strong>, si se observa con a<strong>te</strong>nción y minuciosidad cada<br />
movimiento del balón y del cuerpo de los jugadores en los partidos de<br />
fútbol. Ora es el balón torpemen<strong>te</strong> disparado, que iba fuera pero tropieza<br />
en la rodilla de un defensor, y así és<strong>te</strong> marca un gol en propia puerta. Ora<br />
es el balón hábilmen<strong>te</strong> disparado que se estrella contra el pos<strong>te</strong> de la<br />
derecha, sale rechazado hacia el otro lado de la por<strong>te</strong>ría, va a parar<br />
justamen<strong>te</strong> al punto donde se encontraba solitario el extremo izquierdo, y<br />
és<strong>te</strong> lo introduce en la puerta, que está vacía por ese lado. Ora es el<br />
zipizape o alboroto nacido a la salida de un córner, donde el balón bota y<br />
rebota de cabeza en cabeza, movido por el azar...<br />
Lo que del Azar voy explicando no quiere decir que el fútbol es<br />
propiamen<strong>te</strong> un juego de azar. A la fuerza tiene que ganar en fútbol a la<br />
larga —aunque sólo a la larga— “el equipo mejor”. Por tanto, no puede<br />
ser propiamen<strong>te</strong> juego de azar. Si lo fuera, yo con mis noventa años de<br />
edad, puesto en el lugar del célebre Pelé, hubiera marcado, lo mismo que<br />
Pelé, aquel su histórico “vicegol”. Pero no hay azar que sepa hacer tales<br />
milagros. Aunque Pelé marcó su “vicegol” porque le ayudó el azar, ese<br />
azar fue un azar trucado, pues tampoco el puro azar lo hubiera marcado<br />
114
sin el concurso de Pelé. Creo que esto se en<strong>te</strong>nderá bien, si recurrimos al<br />
clásico lanzamiento de monedas “a cara y cruz”.<br />
Junto a una moneda corrien<strong>te</strong>, imaginemos otra que está ligeramen<strong>te</strong><br />
biselada, con un imperceptible bisel orientado hacia el lado “cruz”, y<br />
tallado a todo lo largo del borde. A causa del bisel, tras una larga serie<br />
de simultáneos lanzamientos de ambas monedas, por fuerza tiene que<br />
ocurrir que numéricamen<strong>te</strong> las “cara” logradas por la moneda biselada<br />
sean más que las ob<strong>te</strong>nidas por la otra. Ese “favorable” resultado final<br />
habrá sido obra del azar. Pero no del puro azar, sino de un azar trucado.<br />
De no existir el bisel, no hubiera habido “favores” del azar, porque el<br />
azar es ciego: ambas monedas hubieran dado resultados también iguales.<br />
Iguales a la larga, repito, porque en una pequeña serie de lanzamientos<br />
cualquier cosa es posible: puede (por ejemplo) ocurrir que la moneda<br />
biselada salga “cruz” todas las sie<strong>te</strong> u ocho veces que la hayamos<br />
lanzado.<br />
Eso es lo que en el fútbol sucede. La moneda biselada es el equipo x, de<br />
calidad técnica ligeramen<strong>te</strong> superior a la del equipo z (la moneda no<br />
biselada). El equipo x, tras una larga serie de partidos jugados contra el<br />
equipo z, necesariamen<strong>te</strong> ob<strong>te</strong>ndrá mayor número —que el equipo z— de<br />
resultados favorables. Todos y cada uno de ellos habrán sido obra del<br />
azar, pero no del puro azar, sino de un azar trucado. Si no hubiera sido<br />
técnicamen<strong>te</strong> superior el equipo x, el azar no le hubiera favorecido,<br />
porque el azar es ciego: ambos equipos hubieran quedado empatados.<br />
Empatados a la larga, repito una vez más, porque en un corto número de<br />
partidos cualquier cosa es posible: puede (por ejemplo) ocurrir que el<br />
equipo de superior calidad pierda todos los sie<strong>te</strong> u ocho partidos jugados<br />
contra un equipo de inferior calidad técnica.<br />
Naturalmen<strong>te</strong>, cuanto más acusado sea el bisel de la moneda, tanto mayor<br />
será el número de “caras” que ob<strong>te</strong>ndrá con respecto a la no biselada. Y<br />
cuanto más acusada sea la superioridad técnica de un equipo x, tanto<br />
mayor será el número de goles que ob<strong>te</strong>ndrá con respecto al equipo z.<br />
Pero siempre serán ambas cosas —“cara” y “gol”— ob<strong>te</strong>nidas por<br />
colaboración del azar. Dicho de otro modo: un “campeonato de caras”<br />
puede no ser ganado por la moneda biselada, si no es lanzada al azar,<br />
sino (v.gr.) colocada por capricho mío sobre la mesa; y un campeonato de<br />
Liga puede no ser ganado por el equipo de calidad superior, si el fútbol<br />
no respeta las reglas de juego del azar, sino que (v.gr.) el balón es<br />
voluntaria y disimuladamen<strong>te</strong> enviado a las mallas por el brazo del<br />
delan<strong>te</strong>ro.<br />
Por eso digo que nunca nadie por ser técnicamen<strong>te</strong> superior ganará un<br />
partido concreto, a menos que fuere enorme la diferencia de calidad entre<br />
los equipos con<strong>te</strong>ndien<strong>te</strong>s: lo ganará sólo si el azar le es favorable. Un<br />
campeón mundial jugando contra bisoños colegiales, o contra ve<strong>te</strong>ranos<br />
octogenarios, ganará siempre por ser el mejor, ya que en favor de los<br />
colegiales y de los octogenarios el azar nada puede hacer. Asimismo, si<br />
soy yo quien juega, y lanzo a las nubes todos mis penaltis, el azar jamás<br />
115
en los penaltis me llevará el balón a la red. Pero, entre equipos de igual o<br />
similar ca<strong>te</strong>goría, sólo a largo plazo gana el mejor por ser el mejor: a<br />
corto plazo puede perder siendo el mejor, debido a que no le auxilió el<br />
azar.<br />
En cumplimiento de las leyes del azar y de las “leyes de la probabilidad”,<br />
tras una muy larga serie de partidos, necesariamen<strong>te</strong> quedará ganador el<br />
equipo mejor dotado. Pero sólo cuando la serie sea muy larga. Es decir<br />
que la victoria en un partido concreto —o una relativamen<strong>te</strong> pequeña<br />
serie de triunfos (ganar un campeonato de Liga, por ejemplo— no es<br />
prueba palmaria de que el equipo triunfan<strong>te</strong> haya sido el mejor. Para<br />
ganar a otro equipo de similar calidad y preparación, la calidad y la<br />
preparación de un equipo es condición necesaria, pero insuficien<strong>te</strong>,<br />
porque el ganador gana si (y sólo si) el azar le ha creado situaciones<br />
favorables. En futbol, todo equipo ganador gana por el favor que<br />
secretamen<strong>te</strong> le ha hecho el vigesimo<strong>te</strong>rcer futbolista llamado Azar.<br />
Por el favor físico (entiéndase bien) de un azar físico. No por el favor de<br />
una esotérica “suer<strong>te</strong>”, que nadie sabe lo que es. La gen<strong>te</strong> piensa que el<br />
famoso gran equipo, cuando pierde (jugando contra un equipo inferior) ha<br />
perdido por “mala suer<strong>te</strong>”, como si la suer<strong>te</strong> fuese alguna especie de<br />
bendición o maldición de alguna mis<strong>te</strong>riosa deidad sobrenatural que<br />
repar<strong>te</strong> favores y disfavores. No hay tal suer<strong>te</strong>. El equipo superior a<br />
veces pierde porque las leyes de la física se tienen que cumplir, y un<br />
partido de fútbol es un hecho físico. El azar es un futbolista más, y juega<br />
físicamen<strong>te</strong>. Pero, siendo ciego el azar, no puede favorecer siempre al<br />
equipo de calidad superior. Sólo le favorecerá a la larga, porque así lo<br />
han dispuesto “las leyes de la probabilidad”. Eviden<strong>te</strong>men<strong>te</strong>, el azar<br />
jugará a favor del buen equipo más veces que a favor del malo (ya he<br />
dicho que, si yo lanzo a las nubes el penalti, mal podrá ayudarme el<br />
azar), pero a veces deberá también perjudicarle.<br />
Por no haber visto la callada labor que realiza en los campos de fútbol el<br />
vigesimo<strong>te</strong>rcer jugador, llamado Azar, de tiempo en tiempo se hacen<br />
cruces los aficionados, los propios jugadores, los técnicos, los<br />
periodistas,... incapaces de comprender ciertos hechos. O, lo que es peor,<br />
emi<strong>te</strong>n juicios erróneos acerca de lo ocurrido, achacando a deficiencias<br />
del jugador o del entrenador lo que en realidad es obra del Azar.<br />
A es<strong>te</strong> respecto, especialmen<strong>te</strong> remarcable me parece la generalizada<br />
<strong>te</strong>ndencia a confundir “buen juego” y “goles marcados”. En los juicios<br />
críticos casi siempre se valora a pos<strong>te</strong>riori, en función de los goles, la<br />
calidad técnica del equipo. Creo que es un craso error. A un director<br />
técnico en cuanto tal —incluso al propio jugador—, en un momento dado,<br />
no debieran importarle un comino los goles que refleja el marcador,<br />
porque en realidad son regalos del azar. Debiera importarle únicamen<strong>te</strong><br />
el jugar bien: si el juego es bueno, ya llegarán los goles, tarde o<br />
<strong>te</strong>mprano. Veamos cómo se razona de ordinario:<br />
116
Dispara un delan<strong>te</strong>ro considerado como excelen<strong>te</strong> lanzador de penaltis. El<br />
balón da en el larguero, y no entra. Comentario general: “esta vez ha<br />
fallado; no ha sido hábil; no ha jugado bien.” Yo opino que no ha fallado,<br />
que ha jugado perfectamen<strong>te</strong>, y que ha sido el taimado Azar quien le ha<br />
retorcido levemen<strong>te</strong> la bota, obligando al balón a elevarse un centímetro<br />
más.<br />
Con frecuencia se oye comentar que tal o cual jugador, o tal o cual<br />
equipo, en el primer tiempo ha jugado bien, y mal en el segundo (en el<br />
sentido de que jugar bien es jugar con habilidad y con talento). O que el<br />
año pasado jugaba bien, pero no es<strong>te</strong> año. El comentario, claro está, suele<br />
hacerse a la vista del rendimiento práctico ob<strong>te</strong>nido en la realización<br />
misma del juego: pases o centros perfectos o defectuosos, goles marcados<br />
o fallidos, etcé<strong>te</strong>ra. Tales comentarios a mí me parecen equivocados, pues<br />
confunden “buen juego” con “azar favorable”, y “mal juego” con “azar<br />
adverso”. A mi juicio, es imposible que alguien sea hábil y talentoso<br />
duran<strong>te</strong> el primer tiempo, y para la segunda mitad pierda repentinamen<strong>te</strong><br />
sus talentos y habilidades. O que sea hábil y talentoso duran<strong>te</strong> un año, y<br />
el año siguien<strong>te</strong> no dé pie con bola. Necesito opinar que en esos casos lo<br />
que ha variado no es la habilidad y el talento, sino los favores del azar.<br />
Salvo que se postule como causa de “resultados increíbles” el trabajo de<br />
un azar que por casualidad lo ha combinado “todo a favor” ¿cómo<br />
explicar la “remontada espectacular” del equipo de juveniles que, a falta<br />
de quince minutos, perdía por 3-0, y en el último cuarto de hora metió<br />
cuatro goles, ganando por 3-4? ¿O cómo explicar el hecho, nada<br />
infrecuen<strong>te</strong>, de que hoy o mañana un equipo juegue muy bien —quizá<br />
mucho mejor que su rival— y, sin embargo, pierda (incluso por goleada)?<br />
Con decir que no ha <strong>te</strong>nido suer<strong>te</strong>, no decimos nada, si no explicamos qué<br />
es eso de “no <strong>te</strong>ner suer<strong>te</strong>”. La única explicación razonable está en el<br />
hecho de que los resultados, en partido concreto de fútbol, dependen del<br />
jugador vigésimo<strong>te</strong>rcero.<br />
A mi juicio, dar importancia al resultado adverso del momento y, sobre<br />
todo, atribuir a “mal juego” ese resultado —por no haber visto la<br />
influencia del azar—, tiene incidencia negativa en el desarrollo del juego<br />
mismo: desmoraliza al jugador, desorienta al director técnico y le hace<br />
tomar decisiones equivocadas, etcé<strong>te</strong>ra. Analícense, por gusto, algunos<br />
comentarios espigados en la prensa de estos días en los que he escrito los<br />
párrafos preceden<strong>te</strong>s:<br />
117<br />
Nosotros hemos hecho todo el gasto. Sobre todo la primera par<strong>te</strong> y la<br />
última media hora del partido hemos entrado por bandas, les hemos<br />
generado mucho peligro, hemos estado seguros en defensa... pero nos<br />
sigue faltando rematar el partido. El equipo funciona, pero falta<br />
machacar los partidos [Pepe Mel].<br />
Machacar los partidos es cometido propio del Azar.<br />
Mientras que el pasado miércoles el Eibar estuvo a punto de ganar al<br />
Real Madrid, y además por goleada, ayer perdió contra el penúltimo<br />
clasificado en Segunda División, en un pésimo partido, especialmen<strong>te</strong><br />
en la primera mitad. Jugó los peores 45 primeros minutos. Salió
118<br />
espeso y sin chicha, quizás por aquello del fuer<strong>te</strong> calor que reinaba en<br />
la capital malagueña.<br />
Si salió espeso y sin chicha por causa del fuer<strong>te</strong> calor, lo lógico sería que<br />
el partido hubiera sido pésimo especialmen<strong>te</strong> en la segunda mitad, no en<br />
la primera. Además, también para el penúltimo clasificado reinaba el<br />
fuer<strong>te</strong> calor, pero fue el penúltimo clasificado quien ganó al cuasi<br />
vencedor de todo un Real Madrid. ¿Por qué? Porque el dorsal Azar nunca<br />
sale “espeso y sin chicha”, por muy fuer<strong>te</strong>s que sean los calores de la<br />
capital malagueña.<br />
El cambio radical experimentado por el Athletic ayer, que pasó de<br />
cuajar una más que aceptable primera par<strong>te</strong> a dejarse vapulear por el<br />
Atlético de Madrid, resultó inexplicable para todos, incluyendo a<br />
Ernesto Valverde, que no acababa de en<strong>te</strong>nder las razones por las que<br />
su equipo se vino abajo de esa manera. “Supongo que la única<br />
explicación es que esto es fútbol”, admitía el técnico.<br />
Era imposible que Ernesto Valverde en<strong>te</strong>ndiera las razones por las que su<br />
equipo se vino abajo, porque el equipo no se vino abajo. Ningún equipo<br />
se viene abajo repentinamen<strong>te</strong>. Encajar goles de repen<strong>te</strong> no es venirse<br />
abajo el equipo. Valverde supuso “que esto es fútbol”. Exacto: esto es<br />
fútbol... porque el fútbol son veintidós futbolistas oficialmen<strong>te</strong><br />
reconocidos más un futbolista clandestino que sabe hacer diabluras.<br />
En la primera par<strong>te</strong> lo hemos hecho todo francamen<strong>te</strong> bien, pero luego<br />
ha cambiado todo. Han apretado más, han empezado a hacernos daño<br />
y han llegado los goles [Dani Aranzubia].<br />
El reconocimiento de que siempre es el azar el coautor que mueve los<br />
marcadores en los campos de fútbol, es importan<strong>te</strong>. Sobre todo, porque su<br />
desconocimiento puede <strong>te</strong>ner consecuencias deportivas graves para el<br />
propio equipo como tal, para de<strong>te</strong>rminados jugadores, para los directores<br />
técnicos, etcé<strong>te</strong>ra. Consecuencias graves porque, al achacar a mal juego<br />
resultados adversos que son obra del azar, y no del mal juego, se<br />
destituye inoportunamen<strong>te</strong> al jugador o al entrenador, se introducen<br />
inoportunas estra<strong>te</strong>gias o tácticas de juego que acaso resul<strong>te</strong>n incluso<br />
contraproducen<strong>te</strong>s, los resultados continúan siendo adversos, el jugador<br />
se pone nervioso y se desmoraliza, el equipo empieza por eso mismo —<br />
ahora sí— a jugar mal... Hace poco los donostiarras tuvimos un vivo<br />
ejemplo, y voy a recordarlo.<br />
El equipo donostiarra, en la <strong>te</strong>mporada 2002-2003, perdió por los pelos el<br />
campeonato de Liga. Por los pelos había eludido el descenso en las<br />
<strong>te</strong>mporadas inmediatamen<strong>te</strong> preceden<strong>te</strong>s. En ésta, sin embargo,<br />
sorprendiendo a propios y extraños, “lo ganaba todo”, y en el último<br />
instan<strong>te</strong> le faltó un tris para proclamarse campeón. Aunque hubo ya voces<br />
que mencionaron la palabra “suer<strong>te</strong>” —“va así porque está <strong>te</strong>niendo<br />
suer<strong>te</strong>”—, al menos por estos pagos el éxito se atribuía a la pericia y al<br />
trabajo del entrenador y de los jugadores.<br />
A mí me parecía desproporcionado, imposible de ser explicado sin más,<br />
tanto éxito. Podía explicarse una mejoría notable con respecto a las
<strong>te</strong>mporadas an<strong>te</strong>riores, pero no tanto éxito. Para mí, la causa de tanto<br />
éxito eran los caprichos del Azar. El azar, puesto que es ciego, a la larga<br />
no puede favorecer a un jugador o a un equipo más que a otro de igual<br />
valía. Pero, precisamen<strong>te</strong> porque es ciego, a la corta sí puede favorecerle.<br />
Y aquel año favoreció al equipo donostiarra.<br />
La <strong>te</strong>mporada siguien<strong>te</strong> (2003-2004) sobrevino la “catástrofe”,<br />
sorprendiendo también a propios y extraños. El equipo empezó la<br />
<strong>te</strong>mporada sin poder conseguir el gol. Todo el mundo se hacía cruces,<br />
incapaz de comprender lo que estaba ocurriendo cuando el entrenador era<br />
el mismo de la <strong>te</strong>mporada an<strong>te</strong>rior, y prácticamen<strong>te</strong> los mismos también<br />
los jugadores. Cada quisque inventaba una hipó<strong>te</strong>sis diferen<strong>te</strong>, para<br />
explicar el descalabro, pero a nadie convencía. Algunos, hablando (no<br />
con demasiada fe) de rachas, de mala suer<strong>te</strong>, etc., parecían olfa<strong>te</strong>ar la<br />
verdad, pero no se daban cuenta cabal de que es precisamen<strong>te</strong> la creación<br />
de rachas lo que carac<strong>te</strong>riza a los principales “caprichos” del azar físico.<br />
Debido a que los en<strong>te</strong>ndidos no se percataron de que aquello podía ser<br />
simplemen<strong>te</strong> una de las jugarretas que de tiempo en tiempo suele gastar<br />
el azar —jugarreta por la cual era absurdo preocuparse y acongojarse—,<br />
llegó la “catástrofe”: se erró al creer que “mal resultado” es “mal juego”,<br />
“bajón de juego”, “errores del equipo”; se erró al cambiar la táctica y la<br />
estra<strong>te</strong>gia del juego; según pasaba el tiempo cundió entre los jugadores la<br />
desmoralización, la falta de fe en sí mismo, la autosugestión, el<br />
nerviosismo; a consecuencia de ello, se empezó a jugar mal... Y el<br />
equipo no conseguía escapar de los últimos puestos de la clasificación.<br />
Se leían en la prensa comentarios que a mí me hacían sonreír:<br />
119<br />
No es que <strong>te</strong>ngamos más culpa que el entrenador. La culpa es sólo<br />
nuestra. Al fin y al cabo, estamos once contra once. El entrenador no<br />
juega. Si el año pasado, casi con los mismos once, jugábamos tan<br />
bien y se marcaban tantos goles ¿qué culpa tiene el entrenador? [...]<br />
El año pasado Khokhlov metía los goles casi con el culo, y es<strong>te</strong> año<br />
no entra nada [Valery Karpin].<br />
Los responsables únicos de la situación actual somos los jugadores y<br />
los entrenadores, y <strong>te</strong>nemos que hacer fren<strong>te</strong> a la situación (Raynald<br />
Denoueix).<br />
El Málaga ha hecho uno de sus mejores partidos en casa. Ha estado en<br />
campo contrario, ha llegado por banda, ha tirado muchos córners...<br />
Otra cosa es el acierto, que es de<strong>te</strong>rminan<strong>te</strong>. Hemos sido infinitamen<strong>te</strong><br />
superiores a la Real, pero han hecho dos goles en lo poco que se han<br />
acercado a nuestra área, y esto ha decidido el partido [Juan de Ramos].<br />
En relación con es<strong>te</strong> último caso, recuérdese que el equipo donostiarra<br />
viajó a Málaga mentalizado para jugar “un partido marcado por las<br />
ausencias” (en el equipo donostiarra), y que és<strong>te</strong> “jugó muy mal”, an<strong>te</strong> un<br />
adversario que “llevaba una buena racha de victorias en casa”. Y que, no<br />
obstan<strong>te</strong>, ganó el equipo donostiarra. También ganó el partido siguien<strong>te</strong><br />
(nada menos que al flaman<strong>te</strong> campeón del año an<strong>te</strong>rior), porque había<br />
llegado, como ya se preveía, la hora de los favores del azar. Sin embargo,<br />
nadie se dio cuenta de ello, y siguieron juzgando los hechos<br />
erróneamen<strong>te</strong>:
120<br />
Ganamos porque todos lo hemos dado todo y porque luego tuvimos la<br />
suer<strong>te</strong> [no dice “ayuda del azar físico”, sino “suer<strong>te</strong>”] que siempre debes<br />
<strong>te</strong>ner para ganar. La clave ha estado en la charla que tuvimos<br />
nosotros con el entrenador... [Valery Karpin].<br />
La Real, los jugadores y Raynald Denoueix, han acertado a la hora de<br />
escoger la salida de emergencia para escalar posiciones en la dura<br />
cuesta de enero. Cuando un equipo está en puestos de descenso tiene<br />
que apelar al trabajo hasta la ex<strong>te</strong>nuación, hacerse fuer<strong>te</strong> en el trabajo<br />
defensivo, y esos dos factores unidos han permitido a los<br />
blanquiazules dos triunfos consecutivos... [Joseba Iturria]<br />
Como ya se preveía, tras varias jornadas exitosas volvió de nuevo la<br />
racha de los disfavores del azar. Y después otra vez la de los favores. Y,<br />
en medio del toma y daca llegó la irónica burla de algún malicioso gnomo<br />
empeñado en darnos una lección: “¡a ver si de una vez os en<strong>te</strong>ráis de que<br />
es el Azar quien me<strong>te</strong> los goles!” En efecto, Kovacevic, el delan<strong>te</strong>ro que<br />
el año an<strong>te</strong>rior había sido imparable máquina de hacer goles, actualmen<strong>te</strong><br />
no acertaba a me<strong>te</strong>r ni uno siquiera. Llevaba dieciocho partidos incapaz<br />
de conseguirlo, y por fin metió uno involuntariamen<strong>te</strong>, nada menos que<br />
con la espalda: yendo lanzados tras el balón, tanto el por<strong>te</strong>ro rival como<br />
Kovacevic, se anticipó aquél en su salida, quiso despejar con fuerza,<br />
Kovacevic tuvo que darse la vuelta para no recibir en la cara el balonazo<br />
y, rebotado en su espalda, el balón fue a parar a las mallas.<br />
Después de visto que en fútbol puede ganarse así... debo repetir la<br />
pregunta que hice an<strong>te</strong>riormen<strong>te</strong>: ¿Enloquecer toda una nación, gobierno<br />
incluido, porque hemos marcado un gol más que el equipo foráneo? ¿Y<br />
gemir de vergüenza nacional porque no lo hemos marcado?<br />
Que en los depor<strong>te</strong>s no siempre el ganador es el mejor, se demuestra<br />
claramen<strong>te</strong> en los partidos de pelota vasca, sobre todo en los que se<br />
juegan mano a mano en todo el frontón. Son dos las causas: de un lado el<br />
azar, que también juega como invisible pelotari; de otro lado el vigen<strong>te</strong><br />
reglamento oficial del juego.<br />
En cierto sentido, la influencia del azar en los partidos de pelota es<br />
todavía mayor que en los partidos de fútbol, por la ma<strong>te</strong>mática precisión<br />
con que manos y dedos tienen que posicionarse —en el tiempo y en el<br />
espacio— para que pueda imprimirse a la pelota el impulso y la dirección<br />
adecuados. Ese posicionamiento exacto depende, no sólo de la voluntad<br />
o habilidad del pelotari, sino también del azar, es decir de muchos<br />
imponderables, de muchas microfuerzas musculares y cerebrales (e<br />
incluso de otras que actúan desde la propia pelota: centro de gravedad,<br />
condiciones físicas del cuero, etcé<strong>te</strong>ra).<br />
Pero el factor que más influye en resultados deportivos “injustos” —<br />
“injustos” porque son resultados que delatan como pelotari peor al que no<br />
es peor— es el propio reglamento de pelota, que un día fue concebido y<br />
aprobado sin pies ni cabeza. Ese reglamento es un dispara<strong>te</strong>, porque no<br />
toma en cuenta lo que influye la clase de pelota con la que se esté<br />
jugando y, sobre todo, la enorme influencia brutal que puede <strong>te</strong>ner en el<br />
juego el saque.
Las carac<strong>te</strong>rísticas físicas de la pelota —peso, elasticidad, cuero...—<br />
varían mucho de una pelota a otra. Es<strong>te</strong> factor puede influir por sí mismo<br />
en el resultado “injusto” porque hayan sido favorables para un pelotari<br />
las carac<strong>te</strong>rísticas, y desfavorables para el otro. Por ejemplo, el<br />
corpulento y forzudo, pero no ágil y habilidoso, con cierta clase de<br />
pelotas jugará mejor que el ágil y habilidoso, pero no corpulento y<br />
forzudo.<br />
Pero el factor que puede ser gravemen<strong>te</strong> decisivo es el saque. El pelotari<br />
a quien corresponda efectuar el saque puede producir estragos en el rival,<br />
aunque el rival sea el mejor pelotari del mundo. Si acierta a sacar la<br />
pelota muy atrás, con mucha violencia, y bien arrimada a la pared<br />
izquierda del frontón, el restador no podrá impulsarla con fuerza<br />
suficien<strong>te</strong> para que llegue hasta el frontis y, aunque lo consiga, lo hará<br />
muy débilmen<strong>te</strong>, no pudiendo evitar (por ejemplo) que el rival rema<strong>te</strong><br />
rápido, y se adjudique el tanto.<br />
Juega con ventaja el pelotari a quien corresponda jugar con pelota de<br />
carac<strong>te</strong>rísticas favorables para él, y desfavorables para el rival. Pero<br />
juega con ventaja infinitamen<strong>te</strong> mayor aquel a quien corresponde sacar.<br />
Tan grande es la ventaja que yo, por decirlo de una manera gráfica, haría<br />
esta valoración: “conceder a un pelotari el derecho al saque, es como<br />
concederle el derecho de vendar un ojo al rival”.<br />
Si se tiene en cuenta esa doble ventaja, se comprenderá que el reglamento<br />
del juego en la pelota vasca es una monstruosidad deportiva porque,<br />
exceptuado el primer saque, sólo quien haga tanto puede sacar: hasta que<br />
no logre hacer un tanto, el pelotari que tiene que restar jugará “con un<br />
ojo vendado”. Es decir que el reglamento deja abierta la posibilidad de<br />
que uno de los dos pelotaris efectúe el saque veintidós veces en el mismo<br />
partido, mientras que el rival no ha podido sacar ni una sola vez. Hasta el<br />
bueno de Pero Grullo sabe que ambos pelotaris deberían <strong>te</strong>ner las mismas<br />
opciones de saque (igual que en el <strong>te</strong>nis). Y, para colmo, al sacador que<br />
ha cometido falta por haber lanzado la pelota más allá de la raya-lími<strong>te</strong><br />
reglamentaria, se le perdona la falta, y se le concede por segunda vez el<br />
saque.<br />
Al pronto parece que no ha <strong>te</strong>nido ninguna ventaja el ganador con su<br />
derecho de sacar y elegir pelota cada vez que hacía tanto, porque ese<br />
mismo derecho <strong>te</strong>nía el perdedor. Pero el argumento es falso, porque la<br />
ventaja no la da el derecho: la da el hecho de que en todos los partidos el<br />
ganador siempre ha sacado más veces que el perdedor. Por eso el ganador<br />
en los partidos de pelota gana siempre por haber jugado con ventaja, pues<br />
no hay manera de saber qué hubiera ocurrido, si el perdedor —como se<br />
hace en el <strong>te</strong>nis— hubiera sacado tantas veces como el ganador.<br />
Tampoco vale argüir que el derecho al saque es de justicia, como premio<br />
que se otorga a quien ha sido el mejor en el tanto preceden<strong>te</strong>. En primer<br />
lugar, porque es injusto negar el derecho al saque a quien ha perdido el<br />
tanto preceden<strong>te</strong>, como injusto es atarle por eso las manos, o vendarle un<br />
121
ojo. En segundo lugar, porque a veces hace el tanto quien peor ha jugado<br />
(a causa de una “escapada”, por ejemplo).<br />
Cuando se dirime un campeonato, suele ser muy frecuen<strong>te</strong> que un buen<br />
pelotari gane el partido a otro tan bueno como él, infligiéndole una<br />
“derrota humillan<strong>te</strong>”: para mí es la mejor prueba de que el rival jugó<br />
“con ojo vendado”, o con “las manos atadas” porque nunca un buen<br />
pelotari puede ganar así a otro buen pelotari (por un tan<strong>te</strong>o de 22-05, por<br />
ejemplo), a menos que el perdedor esté enfermo, o se haya lesionado, o...<br />
juegue “con ojo vendado”.<br />
Es fácil comprender cómo pueden (y suelen) fraguarse las “humillan<strong>te</strong>s<br />
derrotas”. Basta una rápida reflexión sobre los dos trabajos que, para<br />
jugar bien, tiene que realizar el pelotari, y sobre las causas que pueden<br />
impedir su realización. Son éstos los dos trabajos:<br />
122<br />
1º El pelotari, todas cuantas veces vaya a impeler o dar impulso a la<br />
pelota, debe pre-juzgar acertadamen<strong>te</strong> con qué fuerza conviene<br />
enviarla, y adónde. Es una labor puramen<strong>te</strong> in<strong>te</strong>lectual.<br />
2º Para enviarla así, los dedos y la mano tienen que adaptarse a la<br />
pelota —en el momento exacto de su mutuo encuentro— con precisión<br />
ma<strong>te</strong>mática en cuanto a posiciones, a sincronizaciones, a impulsos: la<br />
falta de esa precisión es la responsable de que el pelotari sea o esté<br />
“fallón o fallador”; de que in<strong>te</strong>n<strong>te</strong> enviar la pelota al “rebo<strong>te</strong>”, y (por<br />
falta de “toque” al no haberla “gozado”) se le quede “corta”; de que<br />
incurra en “escapadas”; de que no logre arrimar a la pared la pelota;<br />
de que por un centímetro “suene la chapa”; etcé<strong>te</strong>ra. Lograr esa<br />
ma<strong>te</strong>mática precisión es tan difícil que resulta prácticamen<strong>te</strong><br />
imposible: sin pre<strong>te</strong>nsiones de verdad científica, podría decirse que<br />
ningún pelotari consigue casi nunca una adaptación perfecta.<br />
Son muchas las causas que pueden más o menos impedir la realización de<br />
los dos trabajos descritos (máxime del segundo), pero sólo enumeraré las<br />
que en es<strong>te</strong> momento nos in<strong>te</strong>resan.<br />
a) El saque del rival; violento, largo, arrimado a la pared izquierda; o<br />
violento y muy corto y arrimado; o muy largo, muy al ancho, y con<br />
“efecto”. A Pedro, o bien le ha sido imposible devolver el saque, o<br />
bien lo ha devuelto débilmen<strong>te</strong>, y el rival ha rematado, anotándose el<br />
tanto.<br />
b) El nuevo saque al que tiene derecho el rival de Pedro, por haber<br />
hecho el tanto preceden<strong>te</strong>, y que, por haberlo ejecutado bien, le vale<br />
el segundo tanto.<br />
c) Otro saque al que tiene derecho el rival por la misma razón; Pedro<br />
lo ha devuelto esta vez con fuerza para impedir el rema<strong>te</strong> del rival,<br />
pero con tan mala fortuna que la pelota da en la chapa superior del<br />
frontis.<br />
d) Cuarta vez que saca el rival; Pedro ha devuelto bien; ha pelo<strong>te</strong>ado<br />
bien; es el rival quien ha fallado esta vez por “escapada”, pero el azar<br />
ha hecho que la pelota llegara justo al frontis, convertida en dejada<br />
perfecta; cuarto tanto consecutivo.<br />
e) Pedro está poniéndose nervioso; el rival ha sacado por quinta vez<br />
consecutiva; el nerviosismo incide negativamen<strong>te</strong> en las<br />
coordinaciones cerebrales y musculares de la mano y los dedos de<br />
Pedro; és<strong>te</strong> no ha “gozado” la pelota, y se la ha dejado al rival,<br />
“servida en bandeja”; quinto tanto consecutivo.<br />
f) La precisión ma<strong>te</strong>mática necesaria para el buen juego es imposible<br />
con el estado de ánimo al<strong>te</strong>rado; el de Pedro ha decaído mucho; la<br />
ansiedad, la preocupación, el <strong>te</strong>mor de que iba a perder el partido, la<br />
autosugestión, etc., provocan en él imprecisiones cada vez más
123<br />
graves y frecuen<strong>te</strong>s de la susodicha adaptación de sus manos a la<br />
pelota, y <strong>te</strong>rmina perdiendo el partido sin haber hecho ni siquiera un<br />
tanto.<br />
Esto que he descrito no es una hipérbole que yo haya inventado. Más de<br />
una vez ha ocurrido —y en cualquier momento puede otra vez ocurrir—<br />
que, siendo un pelotari tan bueno como el otro, el ganador haya dejado en<br />
cero a su rival, por haber <strong>te</strong>nido la ventaja de efectuar el saque veintidós<br />
veces, mientras que el rival no pudo sacar ni una vez (sobre todo porque<br />
precisamen<strong>te</strong> el no sacar ha sido la verdadera causa, indirecta, del mal<br />
juego del perdedor). El ganador ha jugado con una descomunal ventaja.<br />
Críticos y comentaristas atribuirán la victoria a que el perdedor “tuvo un<br />
mal día”, a que el ganador “arrolló a su rival, haciendo una exhibición de<br />
sus por<strong>te</strong>ntosas facultades”, a que el ganador “fue un ciclón que lo arrasó<br />
todo”... Hasta se atreverán a ponderar la asombrosa hazaña de que el<br />
ganador hizo, por ejemplo, doce tantos de saque, mientras que el<br />
perdedor no fue capaz de hacer ni siquiera uno (como si fuera posible<br />
hacer tantos de saque sin efectuar ningún saque). Y no se darán cuenta de<br />
que “lo arrasó todo el ciclón” porque su rival jugó “con el ojo izquierdo<br />
tapado”.<br />
Sin llegar a ese extremo del 22-00 (que ya se ha dado más de una vez),<br />
quien repase la historia de los campeonatos de pelota individuales<br />
encontrará innumerables partidos (entre pelotaris de similar valía)<br />
ganados por un abultado tan<strong>te</strong>o que sólo puede explicarse porque el<br />
perdedor no pudo sacar tantas veces como el ganador.<br />
Creo que fue en el campeonato del año 2002 cuando el campeón Abel<br />
Barriola sólo pudo hacer dos tantos jugando contra Aimar Olaizola. Tan<br />
escandaloso tan<strong>te</strong>o era a priori imposible, si no mediaba alguna visible<br />
anomalía, aun <strong>te</strong>niendo en cuenta que Barriola no estaba tan “en forma”<br />
como en la <strong>te</strong>mporada preceden<strong>te</strong>. “Nadie se imaginaba que esto pudiera<br />
ocurrir”, comentaban los expertos, ciegos an<strong>te</strong> la barbaridad deportiva en<br />
que incurre el reglamento al no conceder los saques a los dos jugadores<br />
por igual. Y, como acaece siempre, atribuyeron el resultado a la brillan<strong>te</strong><br />
prestación de Olaizola, y a la flojedad de Barriola. Aunque Barriola<br />
estuviera bajo de forma, a la brillan<strong>te</strong> prestación de Olaizola se pudo<br />
atribuir una victoria más o menos holgada, pero nunca un 22-2 (esto que<br />
digo se hubiera demostrado en forma contunden<strong>te</strong>, si ambos hubieran<br />
jugado otro partido al día siguien<strong>te</strong>, sacando sólo dos veces Olaizola). 39<br />
Ironías del destino, el año 2004, Aimar Olaizola sólo pudo hacer a su vez<br />
un tanto jugando contra Juan Martínez de Irujo. Es verdad que tampoco<br />
Olaizola estaba ese día tan “en forma” como cuando venció a Barriola.<br />
Pero era imposible que sólo hiciera un tanto, por mucho que jugara<br />
Martínez de Irujo. Sin embargo, en la prensa pudimos leer comentarios<br />
d “ 39 Casi exactamen<strong>te</strong> lo mismo ocurrió el año 2004, jugando dentro del 4 y ½. Nagore ganó a Barriola<br />
22-5. Y los comentaristas de prensa estuvieron tan ciegos como siempre: “Jorge Nagore deja en evidencia<br />
el momento crítico de Abel Barriola”. Si hubieran jugado al día siguien<strong>te</strong> otra vez, concediéndose a<br />
Nagore sólo cinco saques, tal vez és<strong>te</strong> hubiera dejado en evidencia a Barriola, pero ya podemos estar bien<br />
seguros de que Barriola hubiera hecho más de 5 tantos, pese a su “momento crítico”.
ien descabellados. Por ejemplo, és<strong>te</strong>: “Martínez de Irujo movió a todo<br />
un superclase como Aimar como a un muñeco de feria”. Que yo sepa,<br />
nadie dijo una sola palabra sobre el “ojo vendado” con el que Olaizola<br />
jugó en todo el partido. ¿Por qué al día siguien<strong>te</strong> no se jugó otro de<br />
revancha con la condición de que Irujo sacara una sola vez en todo el<br />
partido, para confirmar que Irujo es un “ciclón” que mueve a Olaizola<br />
como a un muñeco de feria? Ni Irujo a Olaizola, ni Olaizola a Irujo, ni<br />
Barriola a Olaizola, ni Olaizola a Barriola, jamás moverán al rival “como<br />
a un muñeco de feria”, si las reglas de juego se establecen con<br />
ecuanimidad.<br />
Resumen del capítulo: el depor<strong>te</strong> que sea algo más que un simple<br />
ejercicio moderado, practicado únicamen<strong>te</strong> para disfrutar con él por el<br />
mero hecho de practicarlo como actividad lúdica placen<strong>te</strong>ra y saludable,<br />
es irracional.<br />
124
X*<br />
Religión<br />
Ya dimos a la filosofía el adiós definitivo 40 y, por tanto, para nosotros<br />
carecen in<strong>te</strong>rés los análisis filosóficos de “lo religioso” o “lo sagrado”.<br />
No vamos a estudiar la religión como fenómeno antropológico o<br />
psicológico. La religión, para nosotros, no es más que la actitud que<br />
adopta el hombre cuyo cerebro ha formulado, conscien<strong>te</strong> o<br />
inconscien<strong>te</strong>men<strong>te</strong>, el juicio de que, además del universo, exis<strong>te</strong> un en<strong>te</strong><br />
—nominado (por ejemplo) “Alá” o “Dios” o “Jehová”— concebido como<br />
“divinidad”, y antropomorfo en el sentido de que es persona.<br />
Eso es en esencia para nosotros —y sólo eso— religión, sean cuales<br />
fueren los atributos que asigne el creyen<strong>te</strong> a la tal divinidad, y sea cual<br />
fuere la forma de ciertas específicas actitudes consiguien<strong>te</strong>s o<br />
subsiguien<strong>te</strong>s a esa su concepción de la divinidad (adoración, amor,<br />
<strong>te</strong>mor, esperanza, oración, ritos, etcé<strong>te</strong>ra).<br />
Por tanto, nada tiene de religioso la creencia en cosa alguna —en cosa<br />
que sea impersonal—, como pueden ser (verbigracia) las abstracciones<br />
“Absoluto”, “Ser Supremo”, “Acto puro”, etcé<strong>te</strong>ra. Tales entidades, a<br />
menos que se incorpore a ellas alguna connotación del tipo “persona”,<br />
son inhábiles en orden a generar sentimientos y actitudes de “religión”.<br />
Según lo cual, creyen<strong>te</strong> religioso es aquel cuyo in<strong>te</strong>lecto, conscien<strong>te</strong> o<br />
inconscien<strong>te</strong>men<strong>te</strong>, asume el susodicho juicio afirmativo. E incrédulo o<br />
a<strong>te</strong>o aquel cuyo in<strong>te</strong>lecto no lo asume. De suer<strong>te</strong> que, para ser a<strong>te</strong>o, no es<br />
necesario negar la exis<strong>te</strong>ncia de Dios. También es a<strong>te</strong>o quien ignora que<br />
exis<strong>te</strong>, ya que “a<strong>te</strong>o” etimológicamen<strong>te</strong> significa “sin Dios”, y “sin Dios”<br />
vive quien ignora que exis<strong>te</strong> Dios. Considero ilógica la distinción que<br />
suele hacerse entre “agnóstico” y “a<strong>te</strong>o”, como si “a<strong>te</strong>o” fuera solamen<strong>te</strong><br />
quien demuestra o cree demostrar que Dios no exis<strong>te</strong>. El agnóstico es<br />
verdadero a<strong>te</strong>o.<br />
Es también ilógico exigir al a<strong>te</strong>o pruebas de que no exis<strong>te</strong> Dios. Quien se<br />
limita a negar algo —sea cual fuere lo negado— no tiene que probar<br />
nada. La obligación de probar compe<strong>te</strong> únicamen<strong>te</strong> a quien afirma.<br />
Affirmantis est probare. Quien afirma que Dios exis<strong>te</strong>, es quien debe<br />
demostrarlo. No sólo no hay obligación, sino que es li<strong>te</strong>ralmen<strong>te</strong><br />
imposible (en cualquier ma<strong>te</strong>ria) “probar que no”: nadie podrá jamás<br />
demostrar, por ejemplo, que no exis<strong>te</strong> el unicornio: demostrar el “no” es<br />
imposible.<br />
Volvamos al concepto de “lo religioso” o “lo sagrado”. Nosotros no<br />
podemos aceptar una frase que leí hace unos años y no he olvidado. En<br />
40 V. Ni Dios ni Darwin y <strong>Logos</strong> avanza...<br />
125
es<strong>te</strong> momento la <strong>te</strong>ngo delan<strong>te</strong> de mí, en el número 36 de la revista<br />
Archipiélago. La frase es de José Jiménez Lozano, y dice así:<br />
126<br />
El hombre parece que es sustancial e irremediablemen<strong>te</strong> religioso, y<br />
adorador y <strong>te</strong>meroso siempre de alguna sacralidad. No puede vivir sin<br />
ésta, al parecer.<br />
No es dogmático el pensamiento central de la proposición, ya que sólo se<br />
afirma que el hombre parece ser (no se dice que es) irremediablemen<strong>te</strong><br />
religioso. En caso de que la proposición fuese dogmática, nosotros no<br />
podríamos aceptarla porque, siendo el hombre sustancial e<br />
irremediablemen<strong>te</strong> religioso, no puede haber en el mundo ningún a<strong>te</strong>o. Y<br />
los hay a millones.<br />
Los lagartos no pueden ser sustancial e irremediablemen<strong>te</strong> religiosos,<br />
porque son animales que no piensan. El hombre sí piensa, y puede ser<br />
irremediablemen<strong>te</strong> religioso, aunque sustancialmen<strong>te</strong> no lo es. Pero,<br />
cuando es irremediablemen<strong>te</strong> religioso, lo es tan sólo por ignorancia<br />
(ignorancia, entiéndase bien, de algunos hechos o verdades). Tan pronto<br />
como el creyen<strong>te</strong> deje de ser ignoran<strong>te</strong> —deje de ignorar esos hechos o<br />
verdades—, dejará de ser irremediablemen<strong>te</strong> religioso, y pasará a ser<br />
irremediablemen<strong>te</strong> a<strong>te</strong>o.<br />
La religiosidad nace cuando por vez primera el animal pensan<strong>te</strong>,<br />
ignoran<strong>te</strong> a la sazón, y aunque nadie le haya imbuido ninguna idea<br />
religiosa, por sí mismo se da cuenta de que hay en el mundo “cosas<br />
maravillosas”, y no sabe —ignora—a qué se debe que sean lo que son,<br />
siendo maravillosas. En ese trance es cuando se torna irremediablemen<strong>te</strong><br />
religioso, porque el invencible antropomorfismo humano congénito le<br />
hace pensar que esas “cosas maravillosas” han debido ser obra de<br />
“alguien” muy superior a nosotros.<br />
Cuando el hombre deje de ser ignoran<strong>te</strong> —ignoran<strong>te</strong> en el sentido de que<br />
desconoce la verdadera razón de que exista en el mundo tanta “cosa<br />
maravillosa”—, el hombre será sustancial e irremediablemen<strong>te</strong><br />
irreligioso, incrédulo, a<strong>te</strong>o.<br />
Creer en un Dios-persona —por tanto, en un Dios antropomorfo—, con<br />
todo lo que naturalmen<strong>te</strong> sigue a esa creencia (“Dios quiere que le<br />
obedezcamos”, “obedeciéndole, seremos premiados”, “<strong>te</strong>nemos que<br />
adorarlo y amarlo”, etcé<strong>te</strong>ra), es irracional, porque no hay razones<br />
verdaderas de ninguna especie —ni siquiera leves indicios— de que<br />
exista ningún Dios-persona. Es totalmen<strong>te</strong> irracional creer en Dios. La<br />
creencia en Dios es una creencia errónea, debida a errores de lógica no<br />
vistos por el in<strong>te</strong>lecto del creyen<strong>te</strong>.<br />
Los esfuerzos desplegados para demostrar que Dios exis<strong>te</strong> han fracasado<br />
siempre, porque Dios no exis<strong>te</strong>. Obvio: es imposible demostrar que<br />
exis<strong>te</strong> lo que no exis<strong>te</strong>. Las demostraciones todas han resultado ser<br />
pruebas falsas, basadas en afirmaciones gratuitas, en falsas inferencias,<br />
en inin<strong>te</strong>ligibles “conceptos” inexis<strong>te</strong>n<strong>te</strong>s...
El año 1948 se publicó en Humanitas un deba<strong>te</strong> que sobre la exis<strong>te</strong>ncia<br />
de Dios habían man<strong>te</strong>nido Bertrand Russell y el padre F.C. Copleston,<br />
S.J. Todas las palabras-clave que ambos disertan<strong>te</strong>s utilizaron a lo largo<br />
del deba<strong>te</strong> —la palabra “existir” y la palabra “causa”, por ejemplo— son<br />
palabras intrínsecamen<strong>te</strong> inin<strong>te</strong>ligibles, porque no expresan concepto<br />
alguno, aunque parece que lo expresan. Resulta de ahí que en es<strong>te</strong> asunto,<br />
filosóficamen<strong>te</strong>, no sólo debe decirse que Dios no exis<strong>te</strong>, sino que no<br />
exis<strong>te</strong> ni siquiera el concepto “exis<strong>te</strong>ncia de Dios”: no sabemos qué es<br />
“existir Dios”. Intén<strong>te</strong>se analizar o describir o definir los aparen<strong>te</strong>s<br />
conceptos ocultos bajo el sustantivo “Dios” y el verbo “existir”, y se verá<br />
que no es posible. En los <strong>te</strong>jemanejes de la vida cotidiana sí sabemos qué<br />
es existir. No así en los rigores in<strong>te</strong>lectuales de la filosofía o de la<br />
metaciencia. Por una razón muy sencilla.<br />
La “exis<strong>te</strong>ncia” implica tiempo, necesariamen<strong>te</strong>: no se puede concebir<br />
que algo exista, si no ha existido an<strong>te</strong>s, o no exis<strong>te</strong> ahora, o no va a<br />
existir luego. Pero el tiempo es necesaria y únicamen<strong>te</strong> espacio, 41 lo cual<br />
significa que no <strong>te</strong>nemos —que nadie puede <strong>te</strong>ner— el concepto de<br />
“tiempo no-espacial”: el tiempo no-espacial, no sólo “no exis<strong>te</strong>”; es que<br />
no puede concebirse. Ahora bien, los filósofos, incurriendo en<br />
trascendental error grave, afirman que tiempo y espacio son dos cosas<br />
esencialmen<strong>te</strong> distintas, por lo cual niegan que el tiempo sea necesaria y<br />
únicamen<strong>te</strong> espacio. O, lo que es igual, creen <strong>te</strong>ner el concepto de<br />
“tiempo no-espacial”. Y no lo tienen. Tampoco tienen, por tanto,<br />
concepto de la “exis<strong>te</strong>ncia”, que implica tiempo: es imposible que el<br />
filósofo (en cuanto tal) sepa qué es “existir”. Imposible, por tanto, que<br />
nos dé una demostración de la exis<strong>te</strong>ncia de Dios.<br />
No son pocos los creyen<strong>te</strong>s convencidos de que hay razones —incluso<br />
razones poderosas— para creer que Dios exis<strong>te</strong>. Ya han visto que una<br />
rigurosa demostración es imposible y, para no verse incursos en<br />
irracionalismo, aseguran <strong>te</strong>ner “motivos de credibilidad” racionales. Pero<br />
lo aseguran gratuitamen<strong>te</strong>, sin ninguna válida prueba de que exis<strong>te</strong>n esos<br />
motivos. Lo aseguran sin rebatir de<strong>te</strong>rminados argumentos 42 cuya<br />
refutación previa es imprescindible, si se quiere demostrar que hay<br />
“motivos de credibilidad”.<br />
Otros creyen<strong>te</strong>s aducen el curioso argumento de que la Fe —qua fiable<br />
surtidor de conocimiento verdadero— supera a la Razón. Digo “curioso”<br />
porque todo lo que la Fe parece enseñarnos, en realidad nos es enseñado<br />
sólo por la Razón. Todo acto de fe (el acto, por ejemplo, de creer en<br />
Dios) es un acto esencialmen<strong>te</strong> cogitativo, es acto de pensar, es<br />
necesariamen<strong>te</strong> un acto de la Razón. Fe es creer. Creer es pensar. Pensar<br />
es emitir juicio. Emitir juicio es ejercitar la razón: en definitiva, razonar.<br />
El oponer la Fe a la Razón es un claro nonsense. Tan claro como el<br />
oponer la Razón a la Razón, o el oponer la Fe a la Fe. Incluso el propio<br />
41 V. Ni Dios ni Darwin y <strong>Logos</strong> avanza...<br />
42 Verbigracia, los que expuse en mis ensayos Ni Dios ni Darwin y <strong>Logos</strong> avanza...<br />
127
aserto de que “la Fe supera a la Razón” es obra de la Razón: es<br />
únicamen<strong>te</strong> la Razón quien podrá decidir si el aserto es verdadero, o no.<br />
Cuando la Razón me dice que no pudo Josué haber alargado la duración<br />
del día median<strong>te</strong> una orden dada al Sol para que se detuviera, y la Fe me<br />
dice que sí, es la Razón la que me está diciendo que sí. Me lo dice<br />
erróneamen<strong>te</strong>, pero me lo dice la Razón, y no la Fe. La Razón es la que<br />
erróneamen<strong>te</strong> me dice que el relato bíblico referen<strong>te</strong> a Josué no es una<br />
li<strong>te</strong>ral descripción astronómica, sino una descripción metafórica o<br />
alegórica, directamen<strong>te</strong> inspirada por Dios con fines muy superiores a los<br />
que pudiera <strong>te</strong>ner la mera descripción li<strong>te</strong>raria de un hecho astronómico.<br />
No me lo dice la Fe, como contrapuesta a la Razón: me lo dice ésta<br />
(equivocada o no).<br />
128<br />
Por último, hay creyen<strong>te</strong>s que aseguran <strong>te</strong>ner pruebas, nada menos que<br />
científicas, de que Dios exis<strong>te</strong>. Por necesidad son falsas, porque no puede<br />
la ciencia, precisamen<strong>te</strong> por ser ciencia, no ya demostrar que exis<strong>te</strong> algo<br />
inma<strong>te</strong>rial (como es Dios, por definición), sino que no puede ni siquiera<br />
investigar si tal cosa exis<strong>te</strong>. Lo que ocurre es que, sean de la clase que<br />
fueren, las presuntas pruebas de que Dios exis<strong>te</strong> suelen ser pruebas de que<br />
exis<strong>te</strong> algo —no alguien, sino algo (“Energía”, “Espíritu”, “Absoluto”,<br />
“Acto puro”, “Ser Supremo”, “En<strong>te</strong> Necesario”, “Causa causarum”,<br />
etcé<strong>te</strong>ra)— al que impropiamen<strong>te</strong> se asigna como nombre la palabra<br />
“Dios”. “Dios” es necesariamen<strong>te</strong> “persona”, y ningún “algo” puede (en<br />
cuanto tal) ser “persona”.<br />
En cuanto a las “pruebas científicas”, puede servirnos de ejemplo Una<br />
demostración científica de la exis<strong>te</strong>ncia de Dios, de William S. Hatcher,<br />
que viene a ser la puesta al día de la que presentó `Abdu'l-Bahá el año<br />
1921. En ella se pre<strong>te</strong>nde haber demostrado científicamen<strong>te</strong> la exis<strong>te</strong>ncia<br />
de “alguna fuerza no observable” a la que nosotros, los seres humanos<br />
(“producto final” de la evolución) “debemos nuestra exis<strong>te</strong>ncia”. Esa<br />
fuerza lleva por nombre “Dios”.<br />
William S. Hatcher no se da cuenta de que es contradictorio demostrar<br />
científicamen<strong>te</strong> la exis<strong>te</strong>ncia de una fuerza no observable. No ve la<br />
contradicción, porque cree que los científicos ya han demostrado la<br />
exis<strong>te</strong>ncia de fuerzas no observables (gravitación universal, por ejemplo).<br />
Pero en esto se equivoca, pues confunde cosas tan distintas como<br />
“gravitación” y “fuerza de gravitación”. Los científicos han demostrado<br />
que rige en el universo la ley de la gravitación universal, pero no han<br />
demostrado, ni pueden 43 demostrar de ninguna manera, que es una fuerza<br />
la causan<strong>te</strong> de que se cumpla esa ley. Lo único que pueden demostrar es<br />
que hay una de<strong>te</strong>rminada relación entre los cuerpos, las masas de los<br />
cuerpos, sus distancias, etcé<strong>te</strong>ra: de la “causa” de esa relación el<br />
científico no sabe ni puede saber absolutamen<strong>te</strong> nada.<br />
43 No puede la ciencia demostrar —tampoco la filosofía—ni siquiera la exis<strong>te</strong>ncia de “objetos<br />
observables”, tales como la exis<strong>te</strong>ncia “objetiva” del Sol (como queda explicado en mis ensayos Ni Dios<br />
ni Darwin y <strong>Logos</strong> avanza...).
129<br />
Tras de no haber demostrado que “debemos nuestra exis<strong>te</strong>ncia a alguna<br />
fuerza no observable”, Hatcher —aunque algo dubitativo— concluye que<br />
esa “fuerza no observable” es Dios. Obsérvese cómo razona:<br />
Parece razonable llamar “Dios” a esta fuerza, pero a quien le incomode<br />
ese nombre puede denominarle simplemen<strong>te</strong> “la fuerza evolutiva” (o,<br />
más precisamen<strong>te</strong>, “la fuerza que produjo la evolución y dio lugar con<br />
ella al ser humano”).<br />
[...] ...en un principio, nuestra identificación de esa causa con Dios<br />
podría parecer más bien arbitraria y gratuita. Sin embargo, un poco de<br />
reflexión mostrará que no es así.<br />
[...] ...por nuestra propia experiencia de nosotros mismos, sabemos<br />
que <strong>te</strong>nemos un in<strong>te</strong>lecto conscien<strong>te</strong> y un libre albedrío. Por<br />
consiguien<strong>te</strong>, es razonable que la fuerza o entidad que es la causa de<br />
nuestra exis<strong>te</strong>ncia pueda <strong>te</strong>ner también facultades tales como<br />
consciencia, in<strong>te</strong>ligencia y voluntad, y muy probablemen<strong>te</strong> en un grado<br />
muy superior a nosotros.<br />
El razonamiento no puede ser más débil. Razonó Hatcher tan débilmen<strong>te</strong>,<br />
por haber ignorado que esas “facultades” de las que habla son pura física<br />
y química. El pobrísimo argumento equivale a es<strong>te</strong> otro:<br />
Si nosotros <strong>te</strong>nemos facultades X, la fuerza (=Dios) que nos creó tiene<br />
que <strong>te</strong>ner también facultades X como mínimo. Si <strong>te</strong>nemos la facultad de<br />
hablar moviendo labios y lengua, la fuerza (=Dios) que nos creó tiene<br />
que <strong>te</strong>ner también la facultad de hablar moviendo labios y lengua. Si<br />
<strong>te</strong>nemos la facultad de pensar accionando nuestra cerebral maquinilla<br />
ALPHA, la fuerza (=Dios) que nos creó tiene que <strong>te</strong>ner también la<br />
facultad de pensar accionando su cerebral maquinilla ALPHA. Si<br />
<strong>te</strong>nemos la facultad de tocar el piano moviendo los diez dedos de las<br />
manos, la fuerza (=Dios) que nos creó tiene que <strong>te</strong>ner también la<br />
facultad de tocar el piano moviendo los diez dedos de las manos.<br />
Nada tiene de razonable llamar “Dios” a una “fuerza”, porque eso es<br />
personificar una cosa que no es persona. Paradójica e irónicamen<strong>te</strong>, Una<br />
demostración científica de que Dios exis<strong>te</strong> (de `Abdu'l-Bahá y de William<br />
S. Hatcher), si es científica demostración, será una demostración<br />
científica de que Dios no exis<strong>te</strong>, pues lo que exis<strong>te</strong> es “una fuerza”, y no<br />
Dios.<br />
En mi opinión, es precisamen<strong>te</strong> ése, el desembocar en alguna forma de<br />
a<strong>te</strong>ísmo, el previsible destino evolutivo final de cualquier doctrina<br />
religiosa que pre<strong>te</strong>nda sus<strong>te</strong>ntarse en un mínimum de racionalidad. Si<br />
echamos una ojeada a la historia de las religiones (del occiden<strong>te</strong>, por<br />
ejemplo), constataremos que siempre surgió algún “heresiarca” —tomo el<br />
vocablo en sentido vago y amplio de “disiden<strong>te</strong>”— movido por la<br />
convicción de que su nueva doctrina superaba a la antigua en<br />
racionalidad.<br />
“Heresiarca” fue Jesús de Nazaret, que vio puntuales carencias o<br />
limitaciones de racionalidad en el Antiguo Testamento, y por eso nació la<br />
iglesia cristiana. Dentro de la iglesia cristiana proliferaron innumerables
130<br />
herejes, propiamen<strong>te</strong> dichos, nacidos igualmen<strong>te</strong> por haber de<strong>te</strong>ctado<br />
puntuales carencias o limitaciones de racionalidad en el cristianismo.<br />
“Heresiarca” fue el <strong>te</strong>ólogo Martín Lu<strong>te</strong>ro, para quien la Iglesia ganaba en<br />
racionalidad con la Reforma...<br />
En el día de hoy son “heresiarcas” no pocos <strong>te</strong>ólogos, oficialmen<strong>te</strong><br />
católicos o cristianos, disconformes con las puntuales irracionalidades que<br />
encuentran en la Iglesia Católica. Hasta el punto de que en cierto sentido<br />
podría decirse que son a<strong>te</strong>os con relación a la idea que de Dios tienen —si<br />
no todos— muchos católicos. Oigamos, por ejemplo, a Juan José Tamayo,<br />
que “es hoy uno de los más cualificados portavoces mundiales de la<br />
Teología de la Liberación, sobre todo en América Latina”, entrevistado<br />
por el diario Gara:<br />
...en el siglo XXI no puede haber estados confesionales o<br />
cuasiconfesionales.<br />
[...] Yo no sé si hay muchos dioses, pero la imagen que yo <strong>te</strong>ngo de<br />
Dios y al que rezo es un dios de la paz y la justicia, de la<br />
reconciliación y la no violencia, defensor de los excluidos. El dios de<br />
estos otros [de los nuevos movimientos religiosos, como el Opus Dei,<br />
etcé<strong>te</strong>ra], o, mejor dicho, la imagen que dan de su dios es bien<br />
diferen<strong>te</strong>. La imagen que da la Iglesia Católica de Dios es la de un<br />
dios como muy represivo, muy castigador, muy siempre con el<br />
bolígrafo y la libreta a mano para coger en cualquier curva de la vida a<br />
las personas en su momento supuestamen<strong>te</strong> débil para amenazarlas y<br />
castigarlas. Ese no es el Dios de Jesús de Nazareth, él no es<br />
excluyen<strong>te</strong>, como lo es la Iglesia oficial.<br />
[...] Soy un <strong>te</strong>ólogo crítico, libre, he<strong>te</strong>rodoxo, porque el cristianismo<br />
nace de un he<strong>te</strong>rodoxo que es Jesús de Nazareth y su mensaje. Y la<br />
he<strong>te</strong>rodoxia es el motor que dinamizará la Iglesia.<br />
Y así, a mi juicio, de he<strong>te</strong>rodoxia en he<strong>te</strong>rodoxia, la religión cristiana<br />
está llamada como tal a extinguirse por sí sola, evolucionando hacia el<br />
a<strong>te</strong>ísmo en el sentido de que ya no queda ningún Dios “allá arriba”, sino<br />
que sólo exis<strong>te</strong> el Hombre Jesús de Nazareth, y no “allá arriba”, sino<br />
“aquí abajo”. Es decir que la <strong>te</strong>ología dejará de ser <strong>te</strong>ología para<br />
convertirse en sociología, pues de “Dios” quedará únicamen<strong>te</strong>, como dijo<br />
Tamayo, la paz y la justicia, la reconciliación y la no violencia, la<br />
defensa de los excluidos,... en suma, la redención de la humanidad<br />
dolien<strong>te</strong>.<br />
Yo imagino eso a<strong>te</strong>o que llamo Razón o <strong>Logos</strong> (logotropismo 44 y<br />
logocracia) tan “Dios” como el Dios de los Teólogos de la Liberación. O,<br />
a la inversa, me imagino la Teología de la Liberación como algo que es<br />
—o pronto será— tan a<strong>te</strong>o como el logotropismo y la logocracia, pues<br />
intuyo que se volatilizará espontáneamen<strong>te</strong> lo religioso de esa Teología,<br />
convertido en puro humanismo. Es lo que creo ver en ciertas<br />
manifestaciones que nos llegan de tiempo en tiempo:<br />
...no podemos partir de un cristo-centrismo sino de un biocentrismo,<br />
en la perspectiva del Reino de Dios. Los <strong>te</strong>mas “<strong>te</strong>ológicos” en el<br />
diálogo in<strong>te</strong>r-religioso serán los problemas relativos a la justicia y la<br />
44 V. Ni Dios ni Darwin y <strong>Logos</strong> avanza....
131<br />
paz, al hambre y la destrucción de la naturaleza, y otros <strong>te</strong>mas<br />
semejan<strong>te</strong>s sobre la vida y la muer<strong>te</strong> en el mundo [Pablo Richard].<br />
Lo humano es una exigencia mínima para cada religión, y la verdadera<br />
religión es consumación de la verdadera humanidad [Benjamín Forcano].<br />
Es irracional, por tanto, lo que —sin excepción, en todas las<br />
sociedades— hemos hecho hasta ahora con la religiosidad: imbuirla en la<br />
men<strong>te</strong> del niño (imbuirle, por tanto, el Error) desde los primeros años de<br />
su infancia, educarlo en la religión, enseñársela después como asignatura<br />
obligatoria en sus estudios, e intoxicar al creyen<strong>te</strong> con propaganda<br />
religiosa incesan<strong>te</strong>. Racional es que se enseñe historia de la religión o de<br />
las religiones, pero no que se enseñe una asignatura “religión” en la que<br />
aparece como verdadera realidad objetiva una persona “Dios” que es pura<br />
en<strong>te</strong>lequia.<br />
Suele defenderse con ferocidad el parental “derecho” de inculcar al hijo<br />
la religión que sus progenitores profesan. Se considera un derecho<br />
elemental y eviden<strong>te</strong>. Y no lo es. No se puede conceder a los padres, ni a<br />
nadie, el derecho de inocular el Error en la men<strong>te</strong> de un niño.
XI*<br />
La Razón en el Cosmos<br />
Para que la gen<strong>te</strong> no sufra tanto en el planeta Tierra, es indispensable que<br />
renunciemos a la tan cacareada Democracia, y a su técnica sociológica<br />
tan proclive a la creación de grandes apasionamientos. Es indispensable<br />
sustituirlas por el sis<strong>te</strong>ma Logocracia, un sis<strong>te</strong>ma que funcione activado<br />
sólo por la Razón. Tal y como lo definí al principio, se trata de un<br />
sis<strong>te</strong>ma social concebido expresamen<strong>te</strong> para hacer del animal racional, en<br />
cuanto tal, un colectivo feliz en el grado mayor posible. Y eso porque al<br />
animal racional únicamen<strong>te</strong> la Razón puede hacer feliz en el grado mayor<br />
posible.<br />
A partir de ahora se va a reflexionar aquí —lector y autor vamos a<br />
reflexionar profundamen<strong>te</strong>— sobre qué posibilidades realmen<strong>te</strong> exis<strong>te</strong>n<br />
de que la Razón consiga redimir a es<strong>te</strong> homo sapiens que tan desdichado<br />
ha sido siempre, y tan desdichado sigue siendo. Tenemos que hacer honor<br />
a nuestra condición de “animal racional”, estudiando e investigando si<br />
podría —y cómo podría— construirse (para que no sufra tanto) una<br />
sociedad planetaria diseñada y dirigida por la Razón. Sería necio e<br />
imperdonable que nos abstuviéramos prejuzgándolo utopía irrealizable:<br />
estúdiese primero fríamen<strong>te</strong> si es utopía o no, y luego se podrá emitir<br />
juicio.<br />
El cosmos en<strong>te</strong>ro se mueve por la fuerza de la Razón —o <strong>Logos</strong> (que es<br />
igual)—, y sólo por ella. No hay ninguna otra fuerza en el universo,<br />
aunque nos parece eviden<strong>te</strong> que las hay (la fuerza de la gravedad, por<br />
ejemplo). Tampoco la Razón o <strong>Logos</strong> es una fuerza en el sentido que de<br />
ordinario damos a es<strong>te</strong> vocablo, pero aquí podemos tratarla como tal a<br />
manera de metáfora, ya que ello no afectará al discurso que pensamos<br />
desarrollar. Leo en la Gran Enciclopedia Larousse:<br />
132<br />
Los filósofos griegos utilizaron la palabra “logos” para designar la<br />
in<strong>te</strong>ligibilidad misma, significación similar a la de verbum en latín.<br />
Heráclito en<strong>te</strong>ndió el logos como la razón o la ley universal que<br />
confiere orden al cosmos, concepción que siguieron los estoicos.<br />
Platón y principalmen<strong>te</strong> los neoplatónicos concibieron el logos no<br />
como un principio de in<strong>te</strong>ligibilidad inmanen<strong>te</strong> al mundo, sino como<br />
un in<strong>te</strong>rmediario de naturaleza in<strong>te</strong>ligible entre Dios y el mundo.<br />
Nosotros —navaja de Occam en la mano—vamos a concebirlo como<br />
Heráclito, porque nos basta la primaria observación de que en el universo<br />
o cosmos todo es intrínseca o inmanen<strong>te</strong> y perfecta in<strong>te</strong>ligibilidad, orden,<br />
racionalidad o razonabilidad. Inmanen<strong>te</strong>, pues no se ve por qué deba la<br />
perfecta racionalidad del cosmos atribuirse a ningún agen<strong>te</strong> extracósmico.<br />
Perfecta, porque no hay nada que la desmienta, pese a ciertas apariencias.<br />
A esa intrínseca racionalidad cósmica le <strong>te</strong>ngo puesto el nombre de<br />
logotropismo, 45 porque creo percibir en ella una cierta analogía con el<br />
45 V. Ni Dios ni Darwin y <strong>Logos</strong> avanza...
fototropismo de los heliotropos: así como el girasol se mueve siempre<br />
hacia donde el Sol se encuentra, también se mueven siempre hacia donde<br />
está la Razón los elementos que constituyen el universo.<br />
Los fenómenos todos del universo —desde la más insignifican<strong>te</strong> y simple<br />
acción de una partícula elemental hasta la más colosal y compleja de una<br />
cons<strong>te</strong>lación de galaxias— están dirigidos por la Razón, puesto que no<br />
pueden estar dirigidos por fuerzas o energías que nadie sabe qué son, o<br />
qué pueden ser (máxime desde que sabemos que el tiempo no es otra cosa<br />
que espacio). Es decir que la ubicación o posición espacial de un<br />
componen<strong>te</strong> cualquiera del cosmos en un instan<strong>te</strong> dado tiene como causa<br />
única el hecho de que esa posición de ese componen<strong>te</strong> en ese instan<strong>te</strong> es<br />
lo más in<strong>te</strong>ligen<strong>te</strong> o lo más razonable que “pudiera hacerse” para que el<br />
orden general cósmico resul<strong>te</strong> ser el más perfecto posible. No<br />
encontraremos ningún hecho que demuestre que eso no es así.<br />
La Tierra, por ejemplo, no gira alrededor del Sol porque una “fuerza de<br />
atracción” del Sol —en combinación con la cantidad de movimiento que<br />
por inercia lleva en sí la Tierra— la obliga a girar. Gira sólo porque girar<br />
así es lo único racional o razonable. Nada “hace” el Sol a la Tierra. Nada<br />
puede “hacerle”, siendo ambas figura geométrica inactiva, congelada en<br />
un Tiempo que sólo Espacio es. 46 La única “fuerza” que fuerza a moverse<br />
a nuestro planeta es la fuerza de la Razón. Y esto no es ningún<br />
retoricismo fabricado para consumo de los coleccionistas de “frasecitas”:<br />
es vulgar oración gramatical hecha para que describa fielmen<strong>te</strong> una<br />
verdad.<br />
Hace un par de milenios, el Vesubio no vomitó sobre Pompeia su<br />
mortífera lluvia de cenizas obligado por la “fuerza” de violentas<br />
explosiones in<strong>te</strong>rnas. La mortífera lluvia de cenizas cayó sobre la ciudad<br />
sólo porque en aquel momento era perfectamen<strong>te</strong> razonable que cayera.<br />
Nada “hicieron” al Vesubio sus violentas explosiones. Nada “hizo” la<br />
lluvia de cenizas a los pompeyanos. Estos murieron sólo porque en aquel<br />
momento era razonable que murieran: sólo muriendo ellos, el orden<br />
general cósmico resultaba ser el más perfecto posible, ya que el<br />
de<strong>te</strong>rminista proceso evolutivo <strong>te</strong>nía que pasar necesariamen<strong>te</strong> por<br />
aquellas muer<strong>te</strong>s.<br />
Hacia finales del siglo XIX, un de<strong>te</strong>rminado miembro viril penetró en una<br />
de<strong>te</strong>rminada vagina, y dentro de ella vomitó como el Vesubio, no una<br />
lluvia de cenizas volcánicas, pero sí una lluvia de espermatozoides. Uno<br />
de ellos acabó, meses después, convirtiéndose en bebé que sería con el<br />
tiempo un hombre famoso: Adolf Hitler. Adolf Hitler no fue concebido<br />
porque, en aquella eyaculación, aquel espermatozoide había sido<br />
catapultado con “fuerza” en dirección al ú<strong>te</strong>ro. El espermatozoide avanzó<br />
resueltamen<strong>te</strong> hasta el óvulo sin que ninguna “fuerza” lo impulsara: sólo<br />
avanzó así porque, sólo avanzando así quedaba culminado a la perfección<br />
el orden que reina entre los elementos constitutivos del cosmos, entre los<br />
46 V. Ni Dios ni Darwin y <strong>Logos</strong> avanza...<br />
133
cuales figuran todos y cada uno de los átomos y subátomos in<strong>te</strong>gran<strong>te</strong>s<br />
del celebérrimo Hitler. Por ejemplo, el universo actual es lo que es<br />
porque nació Hitler (me refiero a lo que “hubiera” sido el cosmos hoy —<br />
habida cuenta del “efecto mariposa”— de haber sido otro el<br />
espermatozoide que penetró en el óvulo de la madre de Hitler).<br />
Si ésta es la primera vez que se ha plan<strong>te</strong>ado esta cuestión a tu in<strong>te</strong>lecto,<br />
lector, tu in<strong>te</strong>lecto se rebelará en el acto, y pro<strong>te</strong>stará: “¡No puedo<br />
admitir que sea ése el orden más perfecto posible! ¡No puedo admitir que<br />
el ex<strong>te</strong>rminio de pompeyanos a merced del Vesubio, y el ex<strong>te</strong>rminio de<br />
judíos a manos de Hitler sean el súmmum de perfección de la Razón!” La<br />
rebelión se debe a que tu in<strong>te</strong>lecto —como lo haría otro cualquiera— ha<br />
elaborado precipitadamen<strong>te</strong> un razonamiento (explícito o implícito) que,<br />
bien mirado, resulta ser falso. Falso, porque no ha <strong>te</strong>nido en cuenta esta<br />
doble verdad:<br />
134<br />
a) Salvo que sea omniscien<strong>te</strong>, nadie puede saber que un orden<br />
cósmico dado no es el orden más perfecto posible. Podrá opinar o<br />
creer que no lo es. Arthur Schopenhauer lo <strong>te</strong>nía claro: opinaba y<br />
afirmaba que el mundo es una obra de <strong>te</strong>atro macabro. Pero su opinión<br />
era falsa, y gratuita su afirmación (en el sentido de que ambas<br />
carecían de fundamento razonable). Nadie puede aportar una<br />
verdadera prueba de que el universo podría ser mejor de lo que es.<br />
b) En el supuesto de que el orden cósmico sea perfecto únicamen<strong>te</strong> si<br />
se ha dado cumplimiento estricto a reglas de ordenamiento fijas y<br />
universales; y únicamen<strong>te</strong> si la exis<strong>te</strong>ncia de un desorden o<br />
imperfección puntual es necesaria consecuencia de ese estricto<br />
cumplimiento de reglas; entonces el desorden o imperfección puntual<br />
—destrucción de Pompeya y ex<strong>te</strong>rminio nazi, por ejemplo— tiene que<br />
ser necesariamen<strong>te</strong> perfección.<br />
Para en<strong>te</strong>nderlo mejor, vamos a realizar un sencillo ejercicio de<br />
pedagogía. A imitación del religioso creyen<strong>te</strong> —sin creer lo que él cree—<br />
vamos a imaginar que ese <strong>Logos</strong> o Razón responsable de todo cuanto<br />
ocurre en el cosmos, es una persona: un señor bondadoso, in<strong>te</strong>ligen<strong>te</strong>,<br />
sabio, que se llama Dios. El creyen<strong>te</strong> opina y afirma que exis<strong>te</strong> en verdad<br />
esa persona. Pero su opinión es falsa, y gratuita su afirmación (en el<br />
sentido de que ambas carecen de fundamento razonable). No hay creyen<strong>te</strong><br />
que pueda aportar una verdadera prueba de que exista ese señor que se<br />
llama Dios. Aunque cada cual es muy libre de creer que exis<strong>te</strong> cualquier<br />
cosa —marcianos, duendes, lamias, unicornios, gnomos, dioses...—,<br />
nosotros no le acompañaremos mientras no nos apor<strong>te</strong> pruebas. Pero sí<br />
podemos, como poetizando la cosa, imaginar que la Razón Cósmica es un<br />
Dios in<strong>te</strong>ligen<strong>te</strong>. O una Diosa in<strong>te</strong>ligen<strong>te</strong>. Plena de sabiduría y de<br />
bondad. Incluso podemos imaginar cómo actúa.<br />
Dado que el tiempo sea propiamen<strong>te</strong>, y meramen<strong>te</strong>, espacio, 47 en el<br />
universo no hay, no puede haber, “movimientos”, “energías”, “fuerzas”,<br />
que no sean simple número y posición espacial de simples corpúsculos o<br />
partículas espaciales. Los diferen<strong>te</strong>s movimientos, energías, fuerzas,<br />
átomos, cuerpos, astros, galaxias —como la historia y las evoluciones de<br />
47 V. Ni Dios ni Darwin y <strong>Logos</strong> avanza...
todo ello— no pueden ser otra cosa que diferen<strong>te</strong>s combinaciones de<br />
número y de posición de corpúsculos elementales o esférulas.<br />
La Diosa Razón quiere a todo trance man<strong>te</strong>ner los corpúsculos del<br />
universo en in<strong>te</strong>ligible orden perfecto, en el más perfecto posible. Tiene<br />
que man<strong>te</strong>ner ese orden ajustando estrictamen<strong>te</strong> cada combinación a<br />
reglas o leyes universales fijas (gravitación universal, por ejemplo)<br />
porque, de no hacerlo así, no será el más perfecto posible. Pero entonces<br />
no hay manera de evitar que surjan de<strong>te</strong>rminadas combinaciones<br />
intrínsecamen<strong>te</strong> imperfectas. La combinación global será la más perfecta<br />
posible, pero a costa de incluir puntuales imperfecciones, más o menos<br />
graves, más o menos numerosas. No quería la Diosa Razón que el<br />
Vesubio causara la muer<strong>te</strong> de miles de pompeyanos, pero no pudo<br />
evitarlo, porque <strong>te</strong>nía que acatar las leyes físicas promulgadas por la<br />
obligación de construir el mundo más perfecto posible. Ni quería la Diosa<br />
que naciera el monstruo Hitler, pero ella misma condujo cer<strong>te</strong>ramen<strong>te</strong><br />
hasta la trompa de Falopio aquel maldito espermatozoide, precisamen<strong>te</strong><br />
aquél, obligándole a que penetrara en el óvulo, e iniciando así la<br />
tremenda monstruosidad, porque eso fue lo que imponían las leyes de la<br />
física.<br />
La Diosa Razón, como digo, quiere man<strong>te</strong>ner los corpúsculos del<br />
universo en in<strong>te</strong>ligible orden perfecto. Entonces, también quiere que el<br />
homo sapiens sapiens alcance su mayoría de edad cuanto an<strong>te</strong>s, porque<br />
también eso es man<strong>te</strong>ner en orden perfecto los corpúsculos del universo.<br />
La Diosa quiere que lleguemos al pleno uso de razón cuanto an<strong>te</strong>s; que<br />
organicemos nuestra vida social ajustándonos a los dictados de la Razón;<br />
que impongamos paz y orden público en la sociedad por la fuerza de la<br />
razón, y no por la fuerza de las armas. Para eso nos equipó el cerebro con<br />
un ingenioso mecanismo físico, gracias al cual pudimos adquirir<br />
ca<strong>te</strong>goría de animal racional.<br />
Es lo que ella quiere para el homo sapiens. Pero tiene que alcanzar ese<br />
objetivo sin quebranto de ninguna ley física. ¿Podrá alcanzarlo? No lo<br />
sabemos. Nunca lo sabremos de an<strong>te</strong>mano. Una vez más puede ocurrir que<br />
la imperfecta combinación puntual x de corpúsculos (impuesta por la<br />
rigurosa aplicación de las leyes físicas) únicamen<strong>te</strong> podría evitarse<br />
apelando a otra combinación que fuese peor que x. De no haber nacido<br />
Adolf Hitler, quizá hubiera sido inevitable que naciera otro monstruo más<br />
monstruoso todavía: nadie puede negar esto, salvo que sea omniscien<strong>te</strong>.<br />
Sabemos, pues, que la Diosa está de nuestra par<strong>te</strong> con todo su inmenso<br />
poder. ¿No <strong>te</strong>nemos con ello la garantía de que por fin lograremos que las<br />
relaciones de convivencia social humana en el planeta Tierra se<br />
establezcan y se man<strong>te</strong>ngan sólo por la fuerza de la Razón? Si la<br />
hipó<strong>te</strong>sis logotropista es verdadera —por lo pronto sabemos que no se la<br />
puede falsar— sin titubeos podemos afirmar que el logotropismo del<br />
cosmos, de la Naturaleza, está presionando con todo su inmenso poder<br />
para que se imponga la racionalidad en es<strong>te</strong> acéfalo mundo nuestro (como<br />
está presionando para que sea efectiva en todo el universo la racionalidad<br />
135
cósmica). Puesto que debe acatar sus propias leyes fisicoquímicas, y<br />
sor<strong>te</strong>ar las mil situaciones conflictivas a que da lugar el estricto<br />
cumplimiento de ellas, es posible que no consiga domeñar al cazurro<br />
homo sapiens sapiens. Pero no sería nada insensato que abrigáramos a<br />
propósito sólidas esperanzas.<br />
Una gran par<strong>te</strong> del dolor que sufrimos en la Tierra se debe a de<strong>te</strong>rminadas<br />
acciones —tortura, violación, asesinato, maltrato, explotación, opresión,<br />
etcé<strong>te</strong>ra— de esta o aquella persona o grupo o institución. Siempre hemos<br />
pensado que el causan<strong>te</strong> del tal sufrimiento eran las personas “malvadas”<br />
y su “perversidad”, su “mala” voluntad. Nos hemos equivocado siempre.<br />
Las verdaderas causas del susodicho dolor (muy remota e indirectamen<strong>te</strong>,<br />
si se quiere), están todas en el en<strong>te</strong>ndimiento, nunca en la voluntad.<br />
Consis<strong>te</strong>n todas en alguna forma de error in<strong>te</strong>lectual, nunca en alguna<br />
forma de maldad moral. El único problema que se plan<strong>te</strong>a al género<br />
humano en ese <strong>te</strong>rreno es el del rumbo que lleva nuestro cerebro<br />
pensan<strong>te</strong>: la “perversidad” y la “culpabilidad” de los “malos” no es<br />
problema. La clave está en la corrección lógica o rectificación de nuestro<br />
pensar.<br />
Cuando se precisan estra<strong>te</strong>gias imaginativas y serios estudios en ma<strong>te</strong>ria<br />
de infelicidad social; cuando se quiere de veras que no haya <strong>te</strong>rrorismos,<br />
ni de un signo ni de otro; que no haya guerras (ni ”justas” ni “injustas”);<br />
que nos salvemos de la autodestrucción hacia la que vamos caminando;...<br />
están de sobra las películas de “malos” y “buenos”, y hay que buscar en<br />
otra par<strong>te</strong> los antídotos.<br />
Pero no los busquemos en la Democracia. No en las urnas. En sociedad<br />
regida por una democracia son demasiados los problemas de convivencia<br />
de imposible solución median<strong>te</strong> el voto en las urnas, y, por tanto,<br />
demasiado a menudo el sis<strong>te</strong>ma tiene que recurrir necesariamen<strong>te</strong> a la<br />
violencia del nominor quoniam leo. No salvará al mundo la buena<br />
voluntad de los “buenos”. 48 Tendrá que salvarnos la in<strong>te</strong>ligencia, la<br />
Razón. De ser verdadera la hipó<strong>te</strong>sis logotropista, o se salvará el mundo<br />
por la Razón, o no se salvará.<br />
Históricamen<strong>te</strong>, el pueblo llano ha sido proclive al deseo de ser<br />
conducido por una persona rectora (el jefe, el capo, el cabecilla, el<br />
monarca, el caudillo, el duce, el führer...) que sería para él, en<br />
situaciones de emergencia, de peligro, de grave crisis, “el salvador”.<br />
Como contrapunto, nunca han faltado individuos que creyeron ser “el<br />
salvador”. En los últimos tiempos, quien se lo ha creído al parecer ha<br />
sido un presiden<strong>te</strong> de los Estados Unidos de Nor<strong>te</strong>américa:<br />
136<br />
Hoy los dirigen<strong>te</strong>s de la nación más poderosa del planeta se muestran<br />
orgullosos de ser los bendecidos por Dios. Más aún, y es ése el<br />
auténtico rostro, su fundamentalismo se manifiesta en la obcecada<br />
concepción que tienen de su misión en el mundo... [...] Su presiden<strong>te</strong>,<br />
listo o tonto (más bien lo último), sabio o ignoran<strong>te</strong> (más bien lo<br />
último), gobierna como si lo hiciera ex cathedra. Es la infalibilidad del<br />
48<br />
Et in <strong>te</strong>rra pax hominibus bonae voluntatis, es uno más de los innumerables errores con<strong>te</strong>nidos en la<br />
Biblia.
137<br />
poder que además se adorna con los atributos de democracia y<br />
libertad [Javier Sádaba].<br />
No falta quien por contras<strong>te</strong> recusa, <strong>te</strong>meroso, a cualquier “salvador”.<br />
Tiene razón al exclamar “¡salvadme de mis salvadores!” También tiene<br />
razón el anarquista en lo fundamental. Ninguna persona va a salvarnos.<br />
Elegir una persona, fuere la que fuere, donde fuere, y como fuere,<br />
equivale a ob<strong>te</strong>ner una garantía de que no nos proporcionará la felicidad<br />
mayor posible.<br />
Como se dirá más adelan<strong>te</strong>, la Razón debe operar (para salvarnos) por<br />
mediación de numerosos cerebros, aunque a primera vista no parece<br />
sensato poner al fren<strong>te</strong> de una sociedad humana, con el fin de conducirla,<br />
numerosos conductores o “jefes”. Hay un proverbio persa que lo expresa<br />
bien: “dos capitanes hunden el barco”. Sin embargo, tratándose de una<br />
sociedad construida y manejada por la Razón, ocurre que los numerosos<br />
capitanes —como luego veremos— hacen de facto un capitán. Y ese<br />
capitán sí puede evitar que se hunda el barco.<br />
Si la salvación ha de llegar median<strong>te</strong> la Razón, llegará, claro está, a<br />
condición de que hagamos correcto uso de ella. Hacer un correcto uso de<br />
la Razón implica remover de arriba abajo todos nuestros esquemas<br />
mentales tradicionales, arrancarlos de cuajo para sustituirlos por otros,<br />
diametralmen<strong>te</strong> opuestos. Albert Eins<strong>te</strong>in dio un serio aviso al decir<br />
si queremos que la humanidad sobreviva, necesitamos una nueva<br />
forma de pensar.<br />
Estoy convencido de que ni él mismo intuyó todo lo nueva que deberá ser<br />
necesariamen<strong>te</strong> esa “nueva forma”.<br />
Si se quiere estudiar in<strong>te</strong>ligen<strong>te</strong>men<strong>te</strong> el proyecto de una futura<br />
humanidad feliz, será imprescindible pagar un tributo del que nadie se<br />
librará: <strong>te</strong>ndremos que abandonar —al menos mientras dura el estudio—<br />
todas nuestras inve<strong>te</strong>radas e irracionales maneras de pensar. No sólo en<br />
asuntos de ética o de moral (como los muchos que hemos tocado en es<strong>te</strong><br />
libro), sino también de toda filosofía, de toda religión, de toda política,<br />
de toda organización social... 49 Con ellas la humanidad ha sufrido lo<br />
indecible. Y, si sigue con ellas, no cesará de sufrir lo indecible. Se<br />
necesitan otras.<br />
La problemática social tiene que solucionarse organizando la vida social<br />
dentro de una in<strong>te</strong>ligen<strong>te</strong> normativa libre de todo resabio filosófico<br />
irracional. Es preciso consultar a la Razón, a ver qué nos dice. A ver qué<br />
receta nos extiende para que —si no una Arcadia feliz— el valle de<br />
lágrimas del planeta azul empiece a ser al menos un valle sin lágrimas.<br />
49<br />
En el citado ensayo Ni Dios ni Darwin se ve claramen<strong>te</strong> cuál es el adiós que debemos decir a nuestras<br />
inve<strong>te</strong>radas maneras de pensar.
XII*<br />
¡Quiero vivir!<br />
<strong>Logos</strong> mueve todas y cada una de las esférulas del universo: también, por<br />
tanto, las organizadas en forma de homo sapiens. Por eso, gracias al<br />
an<strong>te</strong>s mencionado logotropismo, el universo tiende físicamen<strong>te</strong> a la<br />
creación (por lo menos en el planeta Tierra) de una sociedad humana<br />
global, diseñada por la Razón. Tiende a eso, porque eso es lo perfecto<br />
cuando se trata de man<strong>te</strong>ner las esférulas en orden. <strong>Logos</strong> “quiere”<br />
redimir al homo sapiens. Quiere verlo sometido a la fuerza de la Razón.<br />
Eso mismo debemos querer nosotros. Pero aquí la palabra “debemos” no<br />
implica ningún deber de conciencia. No quiere decir que <strong>te</strong>nemos<br />
obligación moral de construir una sociedad racional para obedecer las<br />
órdenes de una diosa llamada “Razón”. “Debemos” quiere aquí decir que,<br />
si queremos vivir felices, habrá que transformar la sociedad en forma de<br />
que sólo sea dirigida por la Razón. Si queremos que nuestros<br />
descendien<strong>te</strong>s hereden un mundo feliz, <strong>te</strong>nemos que hacer honor a nuestra<br />
condición de “animal racional”, y reestructurar de arriba abajo el edificio<br />
social. Si no lo hacemos, no <strong>te</strong>ndrán felicidad. Ese “debemos” es puro<br />
egoísmo.<br />
En efecto, por egoísmo nos conviene que todos los miembros de la<br />
sociedad vivan lo mejor posible. Por egoísmo nos conviene que no nos<br />
dirijan políticos puestos al servicio de sólo una par<strong>te</strong> de la sociedad, sea<br />
la aristocracia, sea la burguesía, sea el proletariado, sea la derecha, sea la<br />
izquierda, sea el centro. Por egoísmo nos conviene que no haya tiranías,<br />
guerras, crímenes, violencia, ignorancia, incultura, pobreza... La Política,<br />
las guerras, la violencia, la pobreza, la ignorancia,... generan dolor que<br />
nos afecta siempre, directa y/o indirectamen<strong>te</strong>. Y no queremos dolor.<br />
Queremos vivir. Vivir lo mejor posible. Es por eso por lo que hemos<br />
emprendido nuestro estudio, y queremos continuarlo.<br />
Si de veras queremos vivir lo mejor posible, hemos de querer<br />
necesariamen<strong>te</strong> que vivan lo mejor posible todos nuestros semejan<strong>te</strong>s:<br />
¡altruista manera de ser egoísta! Eso no tiene vuelta de hoja: en sociedad<br />
humana racionalmen<strong>te</strong> diseñada, toda forma organizativa pensada para<br />
controlar y dirigir la res publica tiene que perseguir necesariamen<strong>te</strong>,<br />
como fin esencial último, la felicidad mayor posible del cuerpo social<br />
ín<strong>te</strong>gro (por tanto, la de todos los habitan<strong>te</strong>s de la Tierra). Creo que aquí<br />
Séneca está —y también Spencer— de acuerdo con nosotros en lo<br />
fundamental:<br />
138<br />
No es posible que viva feliz quien no dirige sus ojos más que a sí<br />
mismo y todo lo refiere a su propia utilidad: si quieres vivir para ti<br />
mismo, es menes<strong>te</strong>r que vivas para otro [Séneca].<br />
No puede uno ser totalmen<strong>te</strong> feliz, mientras todos los demás no lo<br />
sean también [Spencer].
Nosotros no aspiramos, como Spencer, a nuestra felicidad total —que,<br />
salvo matices de semántica muy claros, nunca se puede alcanzar—, sino a<br />
la felicidad máxima a la que razonablemen<strong>te</strong> se puede aspirar en una vida<br />
humana. Con respecto a lo cual, ciertamen<strong>te</strong>, es imposible garantizar la<br />
felicidad mayor posible de un individuo cualquiera, si sus congéneres<br />
todos no son felices. Hasta se podría esto demostrar “irrefutablemen<strong>te</strong>”.<br />
Pero vamos a dejarlo, porque resultaría premiosa la demostración (que<br />
tampoco es necesaria).<br />
Aunque ya lo dije, prefiero repetirlo, porque tiene importancia: siempre<br />
que utilicemos aquí la idea o la expresión “ser feliz”, debe tomársela<br />
como sinónimo de “no ser infeliz”. Según eso, ob<strong>te</strong>ner la felicidad mayor<br />
posible no es otra cosa que vivir con el sufrimiento menor posible. Por<br />
tanto, quien quiera luchar por un mundo feliz, sólo debe luchar por su<br />
liberación del dolor, sin plan<strong>te</strong>arse problemas de “persecución del<br />
placer”. Quizá la razón principal de que debamos concebir así la felicidad<br />
—como mera “felicidad-analgesia”— es el psicológico hecho<br />
incuestionable de que, si no <strong>te</strong>nemos ningún dolor, por sí sola nos ha de<br />
llegar toda la “felicidad-placer” posible en la vida. Henri Poincaré, en el<br />
inicio mismo de La Valeur de la Science, escribió estas palabras:<br />
139<br />
No sufrir es un ideal negativo que sería alcanzado con más seguridad<br />
por el aniquilamiento del mundo.<br />
No comprendo cómo pudo proferir tan macabra truculencia todo un<br />
Poincaré. No sufrir es un ideal perfectamen<strong>te</strong> positivo, pues ya se<br />
sobrentiende que el ideal de “no sufrir” tiene que referirse<br />
necesariamen<strong>te</strong> a quien vive (no a las piedras o a los ladrillos): no sufrir<br />
es un positivo vivir sin sufrir. Y eso es lo que yo quiero. Para mí, y para<br />
todos mis hermanos <strong>te</strong>rrícolas.
XIII*<br />
Justa noción de lo justo<br />
Cuando se come<strong>te</strong> un delito grave —cuya repetición hay que evitar—,<br />
correcto es que se de<strong>te</strong>nga al presunto autor. Pero sólo a condición de que<br />
se inicie inmediatamen<strong>te</strong> la investigación y esclarecimiento del hecho,<br />
para de<strong>te</strong>rminar si fue él, o no, quien lo cometió. Voy a ejemplificar un<br />
caso imaginario que nos muestre cuánta importancia daría al modus<br />
operandi en la de<strong>te</strong>nción de un delincuen<strong>te</strong> una sociedad racionalizada.<br />
En el solitario pasadizo sub<strong>te</strong>rráneo x, duran<strong>te</strong> la noche, el hombre<br />
alcanza a una mujer que marchaba sola delan<strong>te</strong> de él, y le muestra una<br />
enorme navaja: “si gritas o in<strong>te</strong>ntas huir, ya ves lo que <strong>te</strong> espera” Tras<br />
algunos tocamientos, la obliga a hacerle una fellatio. Conseguido el<br />
placer, se oyen voces de alguien que se acerca, y el hombre de la navaja<br />
par<strong>te</strong> apresuradamen<strong>te</strong> en dirección contraria. Saca del bolso la mujer su<br />
<strong>te</strong>léfono móvil, y llama a la policía. Al instan<strong>te</strong> acuden a la zona, desde<br />
los cuatro puntos cardinales, decenas de policías, incluidos el “médico<br />
forense” y el “juez instructor”. Observados los escasos viandan<strong>te</strong>s<br />
nocturnos, hay uno que parece coincidir con la información facilitada por<br />
la mujer agredida. Un hábil in<strong>te</strong>rrogatorio lleva al hombre a<br />
contradecirse. Es conducido al pasadizo donde la policía retiene todavía a<br />
la víctima. Ella lo identifica. Lo niega todo él. Es cacheado, pero no<br />
lleva ningún arma. La mujer insis<strong>te</strong> en que lo llevaba. Un minucioso<br />
registro de los lugares por donde ha debido marchar después de<br />
consumada la agresión, da como resultado el hallazgo de una navaja.<br />
Sigue él negándolo todo. Inmediatamen<strong>te</strong>, en dependencias policiales,<br />
toma el médico muestras de restos de líquido presen<strong>te</strong>s en el prepucio y<br />
en la ropa in<strong>te</strong>rior del sospechoso. Se pide a la mujer el pañuelo con el<br />
que se ha secado los labios. Las huellas dactilares halladas en la navaja<br />
son las mismas del de<strong>te</strong>nido. El semen escupido por la mujer en el lugar<br />
de los hechos es el mismo que el recogido en el prepucio del agresor.<br />
Finalmen<strong>te</strong> és<strong>te</strong> se sien<strong>te</strong> forzado a confesar su delito, y entrar en prisión<br />
para toda su vida. No es necesaria ninguna prisión preventiva, ni es<br />
necesario ningún “tribunal de justicia”.<br />
El argumento de que debe ser preventivamen<strong>te</strong> encarcelado el presunto<br />
delincuen<strong>te</strong> porque, dejado en libertad, puede eludir la acción de la<br />
justicia, no se sostiene. Sólo por su intrínseca imperfección estructural es<br />
la sociedad actual incapaz de evitar que el presunto delincuen<strong>te</strong> eluda la<br />
acción de la justicia. Por tanto, de<strong>te</strong>nerlo preventivamen<strong>te</strong> equivale a<br />
proclamar que el fin justifica los medios. La solución del problema tiene<br />
que ser otra, y sólo se ob<strong>te</strong>ndrá cuando hayan desaparecido la<br />
Democracia y la Política. Es intolerable que se meta en la cárcel a quien<br />
no ha delinquido. Y suman millares los ciudadanos que la democracia<br />
encarcela preventivamen<strong>te</strong>, y que más tarde —casi siempre mucho más<br />
tarde— pone en libertad porque no <strong>te</strong>nían culpa alguna.<br />
Si ya es inmoral encarcelar un presunto delincuen<strong>te</strong> para que no huya de<br />
la justicia, el matarlo a tiros —como han hecho mil veces los<br />
“demócratas no violentos” (con su ejército, con su policía, con su<br />
140
Guardia Civil)—, sobre todo cuando pudieron haberlo de<strong>te</strong>nido sin<br />
derramar sangre, no sólo es criminal sin paliativos, es además<br />
contradictorio. Si damos muer<strong>te</strong> a un presunto y fugitivo delincuen<strong>te</strong> para<br />
que no logre su in<strong>te</strong>nto de escapar a la justicia, lo que ciertamen<strong>te</strong><br />
conseguiremos es que escape a la justicia.<br />
En sociedad racional, es decir en régimen de logocracia, son (por<br />
definición) ma<strong>te</strong>rialmen<strong>te</strong> imposibles ciertos delitos, moneda corrien<strong>te</strong> y<br />
causa de sufrimiento en sociedad irracional o democrática. La razón de<br />
ello es que, siendo esencialmen<strong>te</strong> inheren<strong>te</strong> a la sociedad logocrática la<br />
inexis<strong>te</strong>ncia de ciertas condiciones necesarias para la consumación de<br />
ciertos delitos, éstos necesariamen<strong>te</strong> resultan ser irrealizables.<br />
Verbigracia, el magnicidio, el golpe de Estado, el crimen de Estado, el<br />
a<strong>te</strong>ntado político, el sabotaje, los crímenes de guerra, el hecho de la<br />
propia guerra etc., no pueden ser de ninguna manera realizados en el<br />
seno de una logocracia. Vayamos viendo en pormenores el porqué.<br />
Una sociedad conducida racionalmen<strong>te</strong> de modo que se proporcione a sí<br />
misma la felicidad o bienestar mayor posible —como es la sociedad<br />
logocrática— no puede estar, ni aun mínimamen<strong>te</strong>, gobernada o<br />
conducida por la voluntad o la in<strong>te</strong>ligencia personal de un monarca, de un<br />
presiden<strong>te</strong>, de un Führer, de un caudillo. Tiene que estar necesariamen<strong>te</strong><br />
y propiamen<strong>te</strong> dirigida por la Razón. Y la Razón directora de una<br />
sociedad logocrática es formalmen<strong>te</strong> distinta de todo cuanto pueda<br />
ofrecer la razón de una persona —ni siquiera de un limitado grupo de<br />
personas— por in<strong>te</strong>ligen<strong>te</strong>s y sabias que fueren todas ellas. Por<br />
consiguien<strong>te</strong>, en sociedad logocrática (donde el monarca, el presiden<strong>te</strong><br />
del gobierno, el Führer, el caudillo, etc., carecerán de sentido) será<br />
ma<strong>te</strong>rialmen<strong>te</strong> imposible, por ejemplo, un regicidio.<br />
Una sociedad racionalmen<strong>te</strong> conducida en forma que se proporcione a sí<br />
misma la felicidad o bienestar mayor posible no puede estar constituida<br />
por eso que históricamen<strong>te</strong> hemos conocido con el nombre de “Estados”.<br />
La exis<strong>te</strong>ncia de Estados de ese talan<strong>te</strong> ha sido permanen<strong>te</strong> causa de<br />
guerras, de conflictos, de infelicidad. Estados tales no son posibles en<br />
sociedad logocrática. Imposibles han de ser en consecuencia, tales como<br />
han sido hasta ahora, los típicos golpes de Estado, los crímenes de<br />
Estado, los crímenes de guerra, etcé<strong>te</strong>ra. Paralelamen<strong>te</strong>, no existiendo el<br />
tradicional Estado que sojuzga a un pueblo de<strong>te</strong>rminado, impidiéndole ser<br />
libre, li<strong>te</strong>ralmen<strong>te</strong> imposible ha de ser también la comisión de a<strong>te</strong>ntados<br />
cuyo objetivo sea la liberación de ese pueblo sojuzgado. Y, en general,<br />
tiene que ser la guerra ma<strong>te</strong>rialmen<strong>te</strong> imposible, pues una guerra, en<br />
general, esa una guerra entre Estados.<br />
Por una mecánica de estructuración social más o menos análoga, tampoco<br />
serán posibles el narcotráfico, el vulgar asesinato cometido por un<br />
pistolero, el gangs<strong>te</strong>rismo, el proxenetismo, la corrupción de los<br />
gobernan<strong>te</strong>s, ni algún otro de<strong>te</strong>rminado delito.<br />
141
Si a todo ello se añade el incuestionable hecho de que nadie, nunca, haga<br />
lo que haga, puede ser declarado culpable de nada, ya se adivina que los<br />
códigos penales de nuestra actual sociedad irracional deberán conocer<br />
sustanciales modificaciones y recor<strong>te</strong>s drásticos, en caso de que hayan de<br />
seguir sirviendo para lo que fue —o debió ser— su principal cometido: la<br />
prevención del delito.<br />
Prima facie, la premisa de que nadie es culpable de nada parece obligar a<br />
la supresión de todo código penal, ya que es absurdo castigar a alguien,<br />
si no tiene culpa. Eso depende, no obstan<strong>te</strong>, de lo que se entienda por<br />
“código penal”. Huyendo de neologismos, quizá nos convenga re<strong>te</strong>ner las<br />
expresiones “pena” o “castigo” a manera de metáfora como descripción<br />
de ciertas medidas coercitivas adoptadas para evitar el daño que los<br />
llamados “delitos” infligen a la sociedad. En tal supuesto, la sociedad<br />
puede, sin caer en absurdos, crear un código penal ad hoc, a sabiendas de<br />
que el autor del correspondien<strong>te</strong> delito no tiene culpa. Reflexionemos<br />
ahora como si ya existiera ese código.<br />
Es delincuen<strong>te</strong> quien ocasiona a la sociedad en de<strong>te</strong>rminadas<br />
circunstancias un daño. No, por ejemplo, si lo causa inadvertidamen<strong>te</strong>, o<br />
por acciden<strong>te</strong> ajeno a su voluntad, o por haber actuado en defensa propia<br />
an<strong>te</strong> una agresión, etcé<strong>te</strong>ra. Pero sí es delincuen<strong>te</strong>, si causa el daño<br />
porque no le han funcionado correctamen<strong>te</strong> de<strong>te</strong>rminados mecanismos<br />
biológicos, cerebrales, de inhibición o de control de la conducta, propios<br />
del animal racional.<br />
Cuando el delito ha sido cometido —y ya que de lo único de que se trata<br />
es de que no vuelva a serlo—, el código penal debe obligar a que adop<strong>te</strong><br />
la sociedad una de las dos decisiones que siguen. a) Que la ciencia<br />
corrija esa disfunción del mecanismo biológico cerebral, de forma que no<br />
pueda repetirse (cosa imposible para la ciencia hoy por hoy). b) Recluir<br />
al delincuen<strong>te</strong> en un establecimiento ad hoc, y man<strong>te</strong>nerlo allí aislado por<br />
completo.<br />
Basta que el delincuen<strong>te</strong> haya causado en la sociedad —y que, por tanto,<br />
presumiblemen<strong>te</strong> pueda causar de nuevo— un sufrimiento considerable,<br />
para que la sociedad lo encierre (por inocen<strong>te</strong> que fuere) como se<br />
encierra a un loco peligroso, inocen<strong>te</strong> asimismo porque tampoco le<br />
funcionan de<strong>te</strong>rminados mecanismos cerebrales.<br />
Leí la siguien<strong>te</strong> noticia el mismo día en que había escrito el primer<br />
borrador de los preceden<strong>te</strong>s párrafos. Me pareció significativa la<br />
coincidencia, y la incorporo aquí:<br />
Un joven de 20 años ha sido identificado como el presunto autor de dos<br />
violaciones a una anciana. Se da la circunstancia de que había sido<br />
de<strong>te</strong>nido an<strong>te</strong>riormen<strong>te</strong> por la violación de otras dos ancianas. Ha sido<br />
acusado de violar y robar a una señora de 90 años, cuando ésta se<br />
encontraba sola en su domicilio. An<strong>te</strong>riormen<strong>te</strong> la misma señora había<br />
sido objeto, por el mismo autor, de idénticos hechos.<br />
Años más tarde he leído esta otra:<br />
142
143<br />
El pasado viernes detuvieron en Cintruénigo a un hombre de 36 años,<br />
por haber violado a una niña de seis años, hija de su compañera<br />
sentimental.<br />
Estos violadores no fueron culpables de nada. Carecían, eso sí, de ciertos<br />
mecanismos cerebrales x que un cerebro “normal” posee. O bien, aunque<br />
disponían de ellos no les funcionaron como le funcionan al dueño de un<br />
cerebro “normal”. A és<strong>te</strong>, aunque sea un vicioso, encontrándose en la<br />
hipotética <strong>te</strong>situra opcional de abordar a una señora de 90 años y violarla,<br />
o de violar a una niña de seis años —además, hija de su compañera<br />
sentimental— se le activan esos mecanismos de tal modo que generan<br />
diversas inhibiciones, impidiéndole come<strong>te</strong>r la barbaridad. Pero no se les<br />
activaron esos mecanismos a nuestros dos violadores. Que, en<br />
consecuencia, no pudieron con<strong>te</strong>nerse. Esa es la realidad, y carecen de<br />
sentido las palabras “culpabilidad” y “castigo”.<br />
Por supuesto, ambos deben ser encerrados. Y encerrados a perpetuidad.<br />
No por un tiempo limitado (ni esperando a que se opere en ellos una<br />
retórica “reinserción” siempre dudosa), sino a perpetuidad, a menos que<br />
científicamen<strong>te</strong> se demostrara que se han producido en su biología<br />
cambios tales —por ejemplo, una irreversible disfunción eréctil total, o<br />
una amputación del pene— que les fuera ma<strong>te</strong>rialmen<strong>te</strong> imposible<br />
reincidir.<br />
Por supuesto también, ya que el fin que se persigue con la reclusión del<br />
delincuen<strong>te</strong> no es hacer justicia castigándolo, sino evitar que vuelva a<br />
delinquir, debe man<strong>te</strong>nérsele encerrado en condiciones que le inflijan el<br />
menor daño posible. El lema de la sociedad racional reza “mayor posible<br />
felicidad —menor posible infelicidad— de todos” (también, por tanto, del<br />
delincuen<strong>te</strong>).<br />
An<strong>te</strong> las violaciones, an<strong>te</strong> las acciones del GAL o de ETA o las de<br />
Pinochet, an<strong>te</strong> la destrucción de las Torres Gemelas, etc., la actual<br />
sociedad irracional necesita gritar “¡justicia, castigo!”, “¡violación,<br />
castración!”, “¡pena de muer<strong>te</strong>!”, “¡guerra y destrucción al Eje del<br />
Mal!”... Y para las víctimas, por su par<strong>te</strong>, la vida ya no tiene otro sentido<br />
que el de conseguir por todos los medios “¡que se haga justicia,<br />
castigando al culpable como se merece!”.<br />
No seré yo el último en comprender la actitud de las víctimas. Pero mi<br />
conciencia me obliga a expresar la opinión de que no es la Razón la que<br />
promueve su actitud. La verdadera justicia es otra cosa. En un mundo<br />
sometido a la Razón —es decir un mundo logocrático—, hacer justicia no<br />
es castigar, sino precisamen<strong>te</strong> lo contrario: hacer justicia es no castigar<br />
al delincuen<strong>te</strong>. Porque el “culpable” único de todo cuanto hicieron Hitler<br />
y Franco y ETA y GAL y Osama y Bush y todos los violadores que en el<br />
mundo han sido, es la irracional estructura de nuestra sociedad.<br />
En logocracia se debe encerrar al “delincuen<strong>te</strong>” para aislarlo de la<br />
sociedad en evitación de que vuelva a delinquir. Unicamen<strong>te</strong> para eso.<br />
Nunca para castigarlo. En consecuencia, el aislamiento debe iniciarse y
man<strong>te</strong>nerse de manera que resul<strong>te</strong> el aislado la menos traumática posible.<br />
El preso en logocracia debe ser tratado con la misma delicadeza y la<br />
misma deferencia con la que se trata al más honorable ciudadano, por<br />
muy execrable que fuere el delito cometido. Porque no hay razón alguna<br />
para no tratarlo como al ciudadano más honorable. No habrá por qué<br />
darle gratis nada superfluo que le procure placer, pero tampoco se le<br />
quitará nada necesario para ser feliz, excepto la libertad. Ningún<br />
delincuen<strong>te</strong> debe ser castigado, porque sin excepción son inocen<strong>te</strong>s todos<br />
los delincuen<strong>te</strong>s.<br />
Con<strong>te</strong>mplado el hecho desde otro ángulo, puede parecer cruel y<br />
desproporcionada la reclusión de un muchacho de 20 años a perpetuidad,<br />
sólo porque ha violado a una anciana, cuando se sabe que el muchacho en<br />
realidad es inocen<strong>te</strong>. No será tan desproporcionada la reclusión, si el<br />
problema se estudia cuidadosa e ín<strong>te</strong>gramen<strong>te</strong>. He aquí algunos puntos de<br />
meditación a es<strong>te</strong> propósito:<br />
144<br />
a) El chico de vein<strong>te</strong> años ha perpetrado una violación. Puede<br />
perpetrar otra.<br />
b) El daño que se puede causar a una mujer violada es incalculable.<br />
No vale aducir la brutal objeción chulesca de que “algunas lo<br />
agradecen”. Aunque no hay aparatos para medir la in<strong>te</strong>nsidad del<br />
sufrimiento de una mujer violada, sabemos que puede ser un acerbo<br />
sufrimiento indecible.<br />
c) Ignoro si puede evitarse una posible reincidencia —sin llegar a la<br />
castración— median<strong>te</strong> algún fármaco inofensivo que imposibili<strong>te</strong> la<br />
erección del pene, o por otros medios menos dolorosos que el que<br />
vamos a proponer aquí. 50 Si no los hay, el joven de 20 años debe<br />
quedar encerrado para siempre en una “jaula”, porque sólo así podrá<br />
evitarse el sufrimiento de otra posible violación cometida por el joven,<br />
sufrimiento que tiene que ser evitado.<br />
d) El violador encerrado en régimen de logocracia debe contar en su<br />
“jaula” con todo lo que sea realmen<strong>te</strong> necesario para que su<br />
infelicidad sea la menor posible: suficien<strong>te</strong> alimentación sana,<br />
suficien<strong>te</strong> abrigo, escrupulosa higiene, compe<strong>te</strong>n<strong>te</strong> y plena asis<strong>te</strong>ncia<br />
sanitaria, espacio vital, educación, formación... Lo único que debe<br />
faltarle es la libertad y el subsiguien<strong>te</strong> acceso a placeres no<br />
necesarios para la felicidad, que sólo en libertad pueden ob<strong>te</strong>nerse.<br />
e) Dado que la sociedad racional debe hacer que sea imposible<br />
evadirse de ninguna “jaula” (para ello dispone de medios de los que<br />
no puede la sociedad irracional disponer), el violador po<strong>te</strong>ncial <strong>te</strong>ndrá<br />
la cer<strong>te</strong>za de que, si entra en ella, entrará para siempre. Es probable<br />
que eso le disuada.<br />
f) En sociedad racional tiene que ser imposible el indulto, la amnistía,<br />
el perdón, las rebajas de pena, la redención de penas por el trabajo...<br />
Imposible también <strong>te</strong>ner en cuenta circunstancias eximen<strong>te</strong>s,<br />
a<strong>te</strong>nuan<strong>te</strong>s, agravan<strong>te</strong>s, del delito. Imposible por definición, ya que no<br />
exis<strong>te</strong> ni puede existir jamás ninguna culpa. Toda investigación<br />
judicial tiene que ceñirse exclusivamen<strong>te</strong> a verificar hechos. Y así<br />
debe saberlo el violador en ciernes. Las amenazas del código penal<br />
deben <strong>te</strong>ner efectos disuasorios. Pero los <strong>te</strong>ndrá sólo si el posible<br />
violador futuro sabe con cer<strong>te</strong>za que de una “jaula” no se puede salir.<br />
g) Los estímulos y los móviles que inci<strong>te</strong>n a la delincuencia pueden<br />
ser y tienen que ser, en sociedad racional, cualitativa y<br />
cuantitativamen<strong>te</strong> menores que en la irracional. Hasta el punto de que<br />
tal vez llegue a ser prácticamen<strong>te</strong> inexis<strong>te</strong>n<strong>te</strong> la delincuencia. Ya<br />
iremos comprendiendo por qué eso no es imposible, en cuyo caso no<br />
50 En el periódico leí que “el Gobierno francés ha decidido poner en práctica la castración<br />
química para los delincuen<strong>te</strong>s sexuales. [...] Está previsto que el tratamiento, que no<br />
es irreversible, se prolongue duran<strong>te</strong> 24 meses.”
145<br />
habría que deplorar la tris<strong>te</strong> imagen de un muchacho imberbe<br />
encerrado de por vida por no haber podido man<strong>te</strong>ner a raya sus<br />
instintos.<br />
h) El delito de carác<strong>te</strong>r sexual es consecuencia, más o menos directa,<br />
de la hedonopatía. La sociedad racional puede y debe educar al<br />
ciudadano, activa y perdurablemen<strong>te</strong>, para que aprenda a justipreciar<br />
el placer sin mitificaciones. A no supervalorarlo. A relativizarlo. Debe<br />
educar al ciudadano para que supere su obsesiva <strong>te</strong>ndencia a pensar<br />
continuamen<strong>te</strong> en el sexo. Debe motivarlo y capacitarlo para que, más<br />
que en la entrepierna, piense en los entresijos de la ciencia, y se<br />
habitúe a <strong>te</strong>ner otra clase de pensamientos, con los que ha de<br />
saborear placeres que en realidad tienen valor eudemonístico superior<br />
al de los placeres ma<strong>te</strong>riales del sexo... Y, por supuesto, debe privar<br />
al ciudadano de los mil excitan<strong>te</strong>s que la sociedad irracional<br />
continuamen<strong>te</strong> le ofrece median<strong>te</strong> la pornografía, el cine, la li<strong>te</strong>ratura,<br />
los espectáculos...<br />
i) La sociedad racional puede y debe proporcionar a toda persona<br />
suficien<strong>te</strong>s medios con que satisfacer las verdaderas necesidades de<br />
carác<strong>te</strong>r sexual (no los caprichos). En régimen de logocracia no tiene<br />
cabida la tradicional “moral” pudibunda: importa únicamen<strong>te</strong> la<br />
infelicidad menor posible del género humano. En consecuencia, nada<br />
obsta para que se ofrezca a la población gratuito acceso (v.gr.) a un<br />
prostíbulo científicamen<strong>te</strong> concebido y creado y reglamentado a<br />
manera de servicio público de medicina preventiva, sencillamen<strong>te</strong>. Por<br />
supuesto, sólo por prescripción facultativa podría el “pacien<strong>te</strong>” ser<br />
a<strong>te</strong>ndido, y sólo en la forma y circunstancias prescritas por la ciencia<br />
médica.<br />
j) Por la educación recibida, un violador po<strong>te</strong>ncial en ciernes debe<br />
saber que el posible encierro a perpetuidad en “la jaula” será<br />
propiamen<strong>te</strong> un acciden<strong>te</strong> que va a sufrir, si come<strong>te</strong> la violación, y no<br />
un castigo. Algo así como si tocara inadvertidamen<strong>te</strong> un cable de alta<br />
<strong>te</strong>nsión duran<strong>te</strong> la cópula, y quedara electrocutado.<br />
Aún quedan por hacer varias consideraciones de in<strong>te</strong>rés en apoyo de lo<br />
dicho aquí —ya iremos haciéndolas—, pero con claridad se va ya viendo,<br />
creo yo, que la delincuencia en cualquiera de sus formas (a condición de<br />
que se organice racionalmen<strong>te</strong> la vida social, y se conciba la Justicia de<br />
manera racional) puede reducirse a un mínimo satisfactorio, sin que sea<br />
necesario condenar al delincuen<strong>te</strong> por “malo”, ni imponerle ningún<br />
castigo.
XIV*<br />
Libertad de expresión<br />
La mordaza que ponen los dictadores al ciudadano para que el sis<strong>te</strong>ma no<br />
sea denunciado o cuestionado median<strong>te</strong> la palabra hablada o escrita, o<br />
median<strong>te</strong> otras manifestaciones, por sí sola es motivo suficien<strong>te</strong> para<br />
repudiar las dictaduras. Por eso los idólatras de la democracia se jactan<br />
de que su sis<strong>te</strong>ma es bueno en ese sentido, puesto que permi<strong>te</strong> a los<br />
ciudadanos expresarse libremen<strong>te</strong>.<br />
Sin embargo, con<strong>te</strong>mplada bajo el ángulo del eudemonismo, dejar que el<br />
ciudadano se exprese libremen<strong>te</strong> en público es deplorable y nefasto. Es<br />
un disparatado error. Una de las primeras causas —más o menos indirecta<br />
y remota— de las desdichas del género humano es la libertad de<br />
expresión que la democracia concede a los ciudadanos. Merece la pena,<br />
lector, de que pres<strong>te</strong>mos a<strong>te</strong>nción a es<strong>te</strong> asunto.<br />
Empecemos por consignar un hecho elemental. Ni siquiera los<br />
mencionados idólatras consideran laudable que la democracia conceda<br />
libertad absoluta de expresión. Reconocen que el derecho a la libre<br />
expresión debe <strong>te</strong>ner algún lími<strong>te</strong>. Y lo tiene, efectivamen<strong>te</strong>: no se<br />
toleraría que exprese en el ágora nadie todo cuanto pueda venirle en<br />
gana.<br />
Si tuviéramos que vivir siempre en sociedades que funcionan<br />
irracionalmen<strong>te</strong>, como la sociedad actual democrática, la concesión del<br />
derecho a expresarse libremen<strong>te</strong> quedaría justificada en principio. Pero<br />
quedaría justificada sólo a condición de que se concediera el derecho<br />
indiscriminadamen<strong>te</strong>. Quedaría justificada sólo en el sentido de que sería<br />
éticamen<strong>te</strong> intolerable que fuera otorgado el derecho a ciertas personas,<br />
agrupaciones, formaciones o facciones políticas, iglesias, sectas, etc., y<br />
no a otras.<br />
A manera de comentario marginal, consignemos también otro hecho. La<br />
democracia no puede evitar la discriminación, porque en la práctica no<br />
dispone de medios para que puedan ejercer el derecho, por igual, todas<br />
las personas físicas y/o jurídicas. Ocurre a és<strong>te</strong> lo que a todos o a casi<br />
todos los demás derechos: exis<strong>te</strong> en la sociedad su reconocimiento<br />
oficial, pero muchos de ellos, de facto, o son conculcados, o no pueden<br />
ejercerse. Por ejemplo, no puede ejercer su derecho a la libre expresión<br />
oral o escrita una persona hablan<strong>te</strong> o escribien<strong>te</strong>, si no puede ser oída o<br />
leída por todos los destinatarios. 51 Quienes no son ciudadanos<br />
privilegiados no pueden conseguirlo. No podemos los ciudadanos de a pie<br />
51 Si se me concede libertad para ser vox clamantis in desserto, no no se me ha<br />
concedido ninguna libertad de expresión. Para que haya expresión tiene que haber<br />
comunicación. Y nada comunica la vox clamantis in desserto.<br />
146
gozar del derecho de expresión sino con grandes limitaciones que no<br />
exis<strong>te</strong>n para los ciudadanos de primera.<br />
Permítaseme traer a colación mi experiencia personal. Yo llevo se<strong>te</strong>nta<br />
años, aproximadamen<strong>te</strong>, haciendo todo lo imaginable —dentro de mis<br />
posibilidades— para dar a conocer mi pensamiento a la comunidad<br />
in<strong>te</strong>lectual. Todavía no lo he conseguido. Me he expresado por escrito<br />
libremen<strong>te</strong>, sí, pero la comunidad in<strong>te</strong>lectual no me ha leído: por tanto,<br />
en realidad <strong>te</strong>ngo prohibido expresarme. El presiden<strong>te</strong> de Gobierno, el<br />
Papa, el Nobel de li<strong>te</strong>ratura, el campeón mundial de boxeo, la miss<br />
Universo, sí se expresan en público, pues todo el mundo los ha oído. Pero<br />
el ciudadano vulgar y corrien<strong>te</strong> no puede hacer eso. Podrá, a lo sumo,<br />
hacerse oír en la taberna, en la <strong>te</strong>rtulia de amigos, en la pequeña tribuna<br />
local, mas no an<strong>te</strong> la sociedad en general. Con dárseme libertad para ser<br />
vox clamantis in deserto no se me da libertad de expresión.<br />
Ibamos diciendo que el permiso para que se expresen todos los<br />
ciudadanos libremen<strong>te</strong> se puede aplaudir sólo si la sociedad es<br />
inevitablemen<strong>te</strong> irracional, y sólo si el permiso pudiera (que no se puede)<br />
concederse a todos por igual, sin discriminaciones. Pero, para nosotros<br />
que estamos estudiando la posibilidad práctica de una racional sociedad<br />
feliz, el problema no es ése. No se trata de evitar que se niegue a Juan lo<br />
que se concede a Pedro. La verdadera cuestión estriba en que es<br />
improceden<strong>te</strong> conceder a nadie, sea quien fuere —hombre de la calle,<br />
hombre de ciencia, hombre de gobierno...—, el derecho de manifestarse o<br />
expresar su opinión en público, si no se cumplen estrictamen<strong>te</strong><br />
de<strong>te</strong>rminadas condiciones.<br />
Entiéndase bien: es improceden<strong>te</strong> (esa concesión) desde el punto de vista<br />
eudemonístico. Y lo es porque, si no se cumplen dichas condiciones, lo<br />
expresado públicamen<strong>te</strong> —por quienquiera que fuere— puede hacer daño<br />
a la sociedad, y, por tanto, contribuir a su infelicidad.<br />
Por lo que respecta a la expresión de opiniones, no caben dudas. En<br />
principio, cualquier persona que imbuya en la sociedad una opinión falsa<br />
o errónea, aunque lo haga con la mejor buena fe, está como mínimo<br />
sembrando un germen de po<strong>te</strong>ncial infelicidad general, mayor o menor,<br />
porque, en principio, todo error que se infiltre en el cerebro humano es<br />
“antifelicidad” para el hombre.<br />
Dejar que el ciudadano exprese libremen<strong>te</strong> opiniones erróneas no sería<br />
necesariamen<strong>te</strong> grave, si existiera la posibilidad pragmática de rebatir<br />
ipso facto la opinión errónea. Pero difícilmen<strong>te</strong> puede existir esa<br />
posibilidad en la práctica. Por tanto, con la permisión se está<br />
posibilitando que ese ciudadano, voluntaria o involuntariamen<strong>te</strong>,<br />
median<strong>te</strong> una opinión errónea inflija daño a la sociedad, incrementando<br />
su infelicidad, o creándosela.<br />
Una sociedad racionalmen<strong>te</strong> constituida tiene que impedir al ciudadano,<br />
de una u otra manera, propalar erróneas opiniones. Debe crear algún<br />
147
filtro corrector, o algo semejan<strong>te</strong>: algo que no deje pasar errores que sean<br />
de<strong>te</strong>ctables en el con<strong>te</strong>xto correspondien<strong>te</strong>. Recuérdese que me refiero a<br />
comunicaciones hechas en público. Nunca se evitará que el ciudadano<br />
exponga en privado sus errores. Ni siquiera en logocracia. Pero se trata<br />
de que ésta no proporcione al opinan<strong>te</strong> medios —radio, cine, <strong>te</strong>levisión,<br />
prensa, in<strong>te</strong>rnet, sinagogas, iglesias, ágoras, foros... (como se los<br />
proporciona la democracia)— que le permitan propalar errores a los<br />
cuatro vientos.<br />
El astrólogo que se dirige al público, haciéndole cree que es verdad la<br />
influencia —sobre nuestras vidas— que él atribuye a tal o cual astro, y<br />
que no está científicamen<strong>te</strong> demostrada, hace daño a sus oyen<strong>te</strong>s o a sus<br />
lectores, aunque ellos no sean conscien<strong>te</strong>s del daño. Y quizá más todavía<br />
cuando les predice el futuro, engañándolos con “aciertos” que por una<br />
razón doble no son aciertos.<br />
148<br />
a) La vaguedad o imprecisión del lenguaje utilizado para el vaticinio<br />
permi<strong>te</strong> dar a és<strong>te</strong> un “sentido acomodaticio” suficien<strong>te</strong> para que el<br />
crédulo público incauto vea grandes aciertos donde no hay ninguno.<br />
b) El astrólogo (como el viden<strong>te</strong>, como el adivino, como la echadora<br />
de cartas) formula muchos vaticinios variados. Al ser muchos,<br />
algunos de ellos estadísticamen<strong>te</strong> (por las leyes del azar) tienen que<br />
ser más o menos coinciden<strong>te</strong>s con el hecho acaecido. Si el viden<strong>te</strong><br />
vaticina todos los días, duran<strong>te</strong> cuatro decenios, “Pedro ha cumplido<br />
85 años, y morirá la semana próxima”, alguna vez “acertará” por<br />
necesidad ma<strong>te</strong>mático-estadística (y el crédulo público incauto<br />
contabilizará únicamen<strong>te</strong> los “aciertos” ob<strong>te</strong>nidos de ese modo,<br />
olvidando los desaciertos).<br />
En sociedad logocrática no se puede permitir que hablen los astrólogos,<br />
ni los adivinos, ni los viden<strong>te</strong>s, ni los profetas, ni los tarots, ni las cartas,<br />
ni las bolas de cristal...<br />
El escritor o periodista o dirigen<strong>te</strong> o gobernan<strong>te</strong> que en público emi<strong>te</strong> sus<br />
dictámenes acerca de lo que es tal o cual organización armada,<br />
sembrando en millones de ciudadanos odio satánico hacia esa<br />
organización que en realidad no es la descrita por él para sus particulares<br />
in<strong>te</strong>reses ideológicos, partidistas, económicos, etc., causa grave daño a la<br />
comunidad. Personajes de esa especie (qua comunicadores que exponen<br />
al público sus pensamientos) no pueden <strong>te</strong>ner cabida en sociedad que<br />
funcione racionalmen<strong>te</strong>.<br />
En ella no se puede permitir que públicamen<strong>te</strong> los Testigos de Jehová<br />
presen<strong>te</strong>n la Biblia como si fuera mensaje transmitido por un Ser<br />
Superior infalible, cuando la Biblia —por muy alto que fuere su valor<br />
li<strong>te</strong>rario 52 — es una fábula donde proliferan hasta la saturación las<br />
afirmaciones falsas o erróneas. Para que se les permita presentarla como<br />
libro-mensaje de un infalible Ser Superior, cuando menos deben<br />
demostrar que exis<strong>te</strong> en realidad el Ser Superior infalible. Imbuir el<br />
Error en la humanidad es hacer daño a la humanidad, aun cuando un<br />
52 Un paisano mío sacerdo<strong>te</strong> y <strong>te</strong>ólogo, a quien aprecio mucho, en réplica a cierto detractor de la Biblia, le<br />
recriminó porque la Biblia merece respeto. Pero, si únicamen<strong>te</strong> se dice que la Biblia contiene muchos<br />
errores, y que no la inspiró ningún Dios, no hay falta de respeto.
concreto error pueda per accidens consolar o mitigar sufrimientos, o<br />
incluso hacer feliz, a una de<strong>te</strong>rminada persona, o a un de<strong>te</strong>rminado grupo<br />
de personas.<br />
El ayatollah Jomeini que lanza una soflama instigando a millones de<br />
creyen<strong>te</strong>s para que se dé muer<strong>te</strong> a Salman Rushdie, inflige daño grave a<br />
la sociedad. An<strong>te</strong>s de arengar así a sus fieles, tiene la obligación de —por<br />
lo menos— demostrar que exis<strong>te</strong> realmen<strong>te</strong> un Ser Superior<br />
presuntamen<strong>te</strong> ofendido por Salman Rushdie. Si no lo demuestra, no le<br />
permitirá expresarse libremen<strong>te</strong> la sociedad que vive de la Razón y para<br />
la Razón.<br />
El Papa que angustia y a<strong>te</strong>moriza a millones de mujeres con la afirmación<br />
de que abortar equivale a matar una persona, hace mucho daño a la<br />
sociedad. La Sociedad de la Razón debe impedir que el Papa hable en<br />
esos términos públicamen<strong>te</strong>, sin an<strong>te</strong>s haber demostrado que su<br />
afirmación es verdadera. Matar un embrión o feto humano, y matar una<br />
persona, son cosas distintas —aun admitiendo que el embrión o feto es un<br />
ser humano—, porque la palabra “ser” es ambigua. Todo cuanto exis<strong>te</strong> es<br />
un ser: el hierro, el agua, el cabello, el esqueleto, el espermatozoide... Mi<br />
esqueleto es un ser. Y es un ser humano, puesto que es mío, y yo soy<br />
humano. Pero mi esqueleto no es persona. Mi espermatozoide es un ser<br />
humano, pero no persona. El feto es un ser humano, pero no es persona.<br />
Si el aborto es un asesinato, matar un espermatozoide también lo es: por<br />
tanto, cada vez que eyacula, todo hombre come<strong>te</strong> millones de asesinatos.<br />
En sociedad racional, y cara al público, el papa tiene que enmudecer<br />
mientras no demuestre que está en posesión de la verdad.<br />
Ni siquiera al hombre de ciencia debe concedérsele el derecho de<br />
expresarse libremen<strong>te</strong>. Según explicaba en una entrevista Roberto<br />
Giraldo, presiden<strong>te</strong> de Rethinking AIDS (grupo mundial para el<br />
replan<strong>te</strong>amiento científico del sida),<br />
149<br />
no siendo ningún virus la causa de esta enfermedad, la inmensa<br />
mayoría de médicos e investigadores de todo el mundo —con la OMS a<br />
la cabeza— abrazaron un error tremendo, responsable de que el sida<br />
“continúe expandiéndose por todo el planeta” porque, usando los<br />
tratamientos que se usan contra un virus que no exis<strong>te</strong>, “en lugar de<br />
prevenir o curar el sida, ayudan a generarlo o lo empeoran, llevando al<br />
individuo a la muer<strong>te</strong>”. El error provino de que ciertas autoridades<br />
médicas habían propuesto el fenómeno VIH, sin las pruebas científicas<br />
debidas, como causan<strong>te</strong> del sida, y de que el Centro de Control de<br />
Enfermedades de Atlanta había lanzado el rumor de que esa<br />
enfermedad se transmi<strong>te</strong> de persona a persona, por contagio.<br />
Si todo eso es verdad, <strong>te</strong>nemos la prueba palpable de que no debió<br />
permitirse —ni a las mencionadas autoridades médicas, ni al mencionado<br />
Centro de Atlanta— expresar libremen<strong>te</strong> sus opiniones. Y, si no todo es<br />
verdad, <strong>te</strong>nemos la prueba palpable de que no debió publicarse la<br />
entrevista que se concedió al señor Giraldo.<br />
El premio Nobel que, traspasando los lími<strong>te</strong>s de la ciencia en que está<br />
versado, se dirige al mundo para exponer como verdaderas, libremen<strong>te</strong>,
sus equivocadas ideas, puede hacer daño a la comunidad. La sociedad<br />
racional no debe concederle, por muy premio Nobel que sea, libertad para<br />
expresarse así.<br />
Al científico no se le puede reconocer el derecho de expresar en público<br />
sus opiniones y <strong>te</strong>orías personales, presentándolas como verdades, ya que<br />
pueden ser erróneas. El Error es per se, siempre, actual o po<strong>te</strong>ncial fuen<strong>te</strong><br />
de sufrimiento para la humanidad. No se puede permitir que el hombre de<br />
ciencia afirme nada que no esté demostrado (es decir nada que no esté<br />
unánimemen<strong>te</strong> aceptado por todos los científicos). No se puede permitir<br />
que el hombre de ciencia, sin demostrarlo, afirme en público,<br />
dogmáticamen<strong>te</strong>, que la homosexualidad es tan perfectamen<strong>te</strong> natural<br />
como la he<strong>te</strong>rosexualidad. No se puede permitir que el hombre de ciencia,<br />
sin demostrarlo, afirme en público, dogmáticamen<strong>te</strong>, que algunos<br />
animales irracionales —por ejemplo, el chimpancé o el delfín— piensan<br />
de alguna manera, ven, oyen, sien<strong>te</strong>n...<br />
Nos parece elemental para una feliz convivencia que el animal racional<br />
sea libre de exponer en público sus ideas y opiniones y convicciones. Y<br />
es un error. Mejor dicho, es un error venderlas como verdades. Nos<br />
parece duro negar ese derecho a todo un premio Nobel, a todo un Sumo<br />
Pontífice romano, a todo un Jefe del Reino Unido de Gran Bretaña e<br />
Irlanda del Nor<strong>te</strong>. Y hay que negárselo sin con<strong>te</strong>mplaciones, por la<br />
poderosa razón de que nadie —ni el Papa, ni el Jefe de Estado, ni el<br />
científico ganador del premio Nobel— tiene el derecho de hacer daño a la<br />
humanidad. Cuando una opinión errónea implica po<strong>te</strong>ncial daño a la<br />
sociedad, no se puede conceder a nadie el derecho de expresar en público<br />
esa opinión como verdadera, a menos que lo haga condicionadamen<strong>te</strong>, en<br />
circunstancias tales que no permitan convertirse en daño real un daño<br />
po<strong>te</strong>ncial.<br />
El único medio para lograr esto último sería, a primera vista, inventar un<br />
sis<strong>te</strong>ma refutador que neutralizara ipso facto el presumible o posible<br />
daño causado por la opinión errónea. Pero la neutralización <strong>te</strong>ndría que<br />
ser inmediata. No basta, v.gr., una refutación hecha al día siguien<strong>te</strong>, pues<br />
podría no surtir efecto en razón de que el oyen<strong>te</strong> dañado por la opinión<br />
falsa no tuvo noticia de la refutación.<br />
El requisito de la inmedia<strong>te</strong>z obligaría a que toda persona que quiera<br />
públicamen<strong>te</strong> expresarse improvisando, deba hacerlo en presencia de<br />
expertos capacitados para atajar al orador en cualquier momento. Lo que<br />
a su vez haría imposibles en la práctica, al menos en la forma<br />
acostumbrada, las improvisadas in<strong>te</strong>rvenciones oratorias de gobernan<strong>te</strong>s,<br />
políticos, predicadores, conferencian<strong>te</strong>s, oradores, <strong>te</strong>rtulianos, etcé<strong>te</strong>ra.<br />
En consecuencia, si ha de construirse una sociedad que proporcione a<br />
todos la felicidad máxima posible, habrá que impedir ese tipo de<br />
exhibiciones oratorias. Hoy por hoy no hay manera de impedirlo, pero la<br />
disyuntiva está ahí, y, al parecer, sin posibilidad alguna de evasión. En<br />
cambio, para una sociedad racional, para un régimen logocrático, no<br />
150
sería imposible impedirlo, en gran par<strong>te</strong> porque la vida bajo tal régimen,<br />
diametralmen<strong>te</strong> opuesta a la nuestra de hoy y de ayer, nunca necesitaría<br />
sermones de predicadores, ni discursos de políticos y gobernan<strong>te</strong>s, ni<br />
lecciones de frívolos conferencian<strong>te</strong>s.<br />
Con respecto al derecho de expresarse de otra manera (no median<strong>te</strong><br />
opiniones precisamen<strong>te</strong>), el problema es muy similar. A través de la<br />
li<strong>te</strong>ratura, del cine, de la <strong>te</strong>levisión, del <strong>te</strong>atro, de la pornografía, etc., si<br />
se otorga a todo el mundo el derecho de expresarse libremen<strong>te</strong>, se puede<br />
llevar al mundo infelicidad, mayor o menor (mayor más bien que menor).<br />
Sería digno de saberse cuánta agresividad y cuántas violaciones han<br />
ocasionado algunas obras li<strong>te</strong>rarias, algunas películas, algunos vídeos...<br />
Desde hace muchos años conservo un artículo periodístico (de Guillermo<br />
Guerin), cuyo primer párrafo me impactó. Lo transcribo aquí:<br />
151<br />
La influencia de la <strong>te</strong>levisión en los hábitos de niños y adolescen<strong>te</strong>s<br />
ha vuelto a la actualidad. En la madrugada del miércoles al jueves<br />
pasado, sie<strong>te</strong> jóvenes granadinos violaban a una muchacha tras<br />
haberse proyectado en <strong>te</strong>levisión el primer capítulo de la serie<br />
“Ho<strong>te</strong>l”. En una de las escenas de dicho capítulo, unos jóvenes<br />
violaban a una prostituta. Tras la violación consumada en Granada, la<br />
víctima indicó que sus agresores habían comentado que ellos “no iban<br />
a ser menos que los americanos de la <strong>te</strong>le”...<br />
En el irracional mundo actual, repito, no se dan las condiciones<br />
necesarias para que se pueda otorgar a nadie libertad de expresión en<br />
público. Una sociedad logocrática sí podría satisfacerlas. Ya iremos<br />
explicando el cómo.<br />
Cuando actualmen<strong>te</strong> un gobierno democrático decide establecer cualquier<br />
tipo de censura, ésta resulta odiosa, y con justo motivo pro<strong>te</strong>sta el buen<br />
demócrata. Pero nó<strong>te</strong>se que en realidad pro<strong>te</strong>sta porque —al servicio tal<br />
vez de particulares creencias o in<strong>te</strong>reses— quien impone la censura es un<br />
partido, una ideología, un grupo, una par<strong>te</strong> de la sociedad. Si fuese<br />
censura impuesta por la sociedad en conjunto (a través de la Razón), y<br />
sólo en beneficio de toda la comunidad, nadie pro<strong>te</strong>staría. Esto no puede<br />
conseguirse en un democrático mundo acéfalo como el actual nuestro. En<br />
la sociedad futura logocrática sí podrá conseguirse.<br />
Pablo Garaizar, ingeniero en informática, saliendo al paso de quienes<br />
apuntan con el dedo a In<strong>te</strong>rnet como específico instrumento manipulador<br />
de la información, escribió hace poco:<br />
...de hecho, la manipulación de la información es consustancial al ser<br />
humano. Somos máquinas de manipular información... [...] Como<br />
comenta Miquel Vidal, manipular no es empobrecer ni engañar:<br />
manipular es empaquetar el pensamiento del modo más eficaz a<br />
nuestra in<strong>te</strong>nción. Lo hacen los poetas, lo hacen los publicistas, lo<br />
hacen los que publican “flanpetos” en indymedia, lo hacen los<br />
aman<strong>te</strong>s y lo hacen por supuesto periodistas, políticos y oradores<br />
desde tiempo inmemorial.<br />
Se equivocó Miquel Vidal. Manipular la información —empaquetando el<br />
pensamiento, o sin empaquetarlo— es engañar. Y <strong>Logos</strong> no engaña.
XV*<br />
Creced y multiplicaos<br />
Los pensadores incapaces de ver que tal vez sea perfecto el cosmos 53 , le<br />
sacan faltas. Le achacan, por ejemplo, el absurdo e inútil despilfarro del<br />
que hace gala: “millonadas de galaxias en el espacio ¿para qué?”,<br />
“millonadas de espermatozoides en cada eyaculación ¿para qué?”,<br />
etcé<strong>te</strong>ra.<br />
Me parece que sacar faltas a la naturaleza es una osadía in<strong>te</strong>lectual. Para<br />
afirmar que hay en el universo imperfecciones —para afirmar que haya en<br />
él ni tan siquiera una mínima imperfección propiamen<strong>te</strong> dicha—, hay que<br />
ser omniscien<strong>te</strong>: se necesita saber todo para saber que podían haberse<br />
evitado las presuntas imperfecciones. Y todavía no se ha encontrado en la<br />
Tierra ningún pensador omniscien<strong>te</strong>.<br />
En el concreto caso de las millonadas de galaxias, no es nada aventurada<br />
la hipó<strong>te</strong>sis de que —dada la in<strong>te</strong>rrelación total de los fenómenos físicos<br />
en el cosmos, y la continua trabazón mutua de las distintas leyes de la<br />
naturaleza— sembrar en el inmenso espacio millonadas de galaxias quizá<br />
sea la única manera de que (gracias a la multiplicidad estadística de<br />
situaciones) en una de ellas pueda ob<strong>te</strong>nerse esta “imposible”<br />
combinación perfecta de elementos físicos denominada vida.<br />
En el caso de los espermatozoides, tampoco es aventurado pensar que<br />
puede ser absolutamen<strong>te</strong> necesario el “despilfarro” —y entonces no sería<br />
despilfarro—, porque sin él no se podría garantizar la suficien<strong>te</strong><br />
perdurabilidad del fenómeno vida. Mientras no se demuestre lo contrario,<br />
hay razonables motivos para pensar que la naturaleza lo hace todo bien.<br />
Y que sus cri<strong>te</strong>rios no pueden ser más acertados.<br />
Imaginemos que la madre naturaleza se ha propuesto man<strong>te</strong>ner en la<br />
Tierra, más o menos perdurablemen<strong>te</strong>, un cierto contingen<strong>te</strong> x de lobos<br />
adultos. Para conseguirlo, deberá hacer que sea muy superior a x la<br />
producción global de lobatos, ya que éstos inevitablemen<strong>te</strong> van a correr<br />
un sinfín de peligros, y en gran par<strong>te</strong>, inevitablemen<strong>te</strong> también, deberán<br />
encontrar una muer<strong>te</strong> prematura.<br />
Se da eso en todas las especies animales y vegetales. A menos que estén<br />
constituidas o situadas en forma tal que la destrucción prematura, por<br />
especiales circunstancias, no pueda ser masiva, la tasa de procreación<br />
siempre es elevada: cada castaño produce millares de castañas; cada<br />
sardina engendra millares de alevines; etcé<strong>te</strong>ra.<br />
53 Puede verse en mis ensayos Ni Dios ni Darwin y <strong>Logos</strong> avanza... la argumentación que permi<strong>te</strong> aceptar<br />
como razonable hipó<strong>te</strong>sis la absoluta perfección del cosmos..<br />
152
Como es también la propia naturaleza —con sus leyes fisicoquímicas<br />
inexorables (y perfectas)— quien lleva a cabo la destrucción, es<br />
indudable que produce tan exorbitan<strong>te</strong> número de seres... para matarlos<br />
prematuramen<strong>te</strong>. Procede así con objeto de que pueda haber un equilibrio<br />
máximo entre especies; con objeto de que pueda subsistir el mayor<br />
posible número de ellas; y de que, por ende, haya en el universo la<br />
perfección mayor posible.<br />
Tampoco el hombre se libra de esa ley. Como animal racional, adquirió<br />
conocimientos que le permi<strong>te</strong>n evitar un gran número de esas muer<strong>te</strong>s<br />
prematuras. Pero le coge de lleno la ley general, y la disyuntiva es<br />
<strong>te</strong>rminan<strong>te</strong>: o condenamos a muer<strong>te</strong> prematura miles de millones de hijos<br />
nacidos, o controlamos de manera drástica la natalidad, a fin de no<br />
producir ”tan exorbitan<strong>te</strong> número” de hijos.<br />
El equilibrio que había impuesto la naturaleza en todas las especies,<br />
quedó roto en la nuestra por causa del precario funcionamiento de nuestra<br />
máquina pensan<strong>te</strong> ALPHA. La especie homo cuenta hoy con un absurdo<br />
contingen<strong>te</strong> de individuos que han adquirido la condición de adulto, e<br />
incluso la de longevo (echando por tierra los propósitos de la madre<br />
naturaleza), mientras que se extinguen a millares otras especies.<br />
La naturaleza “no quiere” la barbaridad que representan sie<strong>te</strong> mil<br />
millones de personas en un pequeño planeta, desequilibrándolo todo,<br />
contaminándolo todo, arrasándolo todo... <strong>Logos</strong> quiere que se evi<strong>te</strong> eso<br />
de alguna manera. Nosotros también vamos a quererlo. No para con<strong>te</strong>ntar<br />
a la madre naturaleza, sino para reducir los padecimientos de la<br />
humanidad. Si no la principal, una de las primordiales causas de la<br />
infelicidad humana es el exceso de población. Y hay que ponerle fin.<br />
Creo que los pensadores todavía no han visto los graves e innumerables<br />
daños que inflige al mundo la superpoblación. Y tienen que verlos.<br />
Desde el día en que Malthus dio a conocer su famosa <strong>te</strong>oría, se ha<br />
discutido mucho sobre los problemas que puede plan<strong>te</strong>ar el incesan<strong>te</strong><br />
crecimiento demográfico. Pero únicamen<strong>te</strong> se han estudiado las<br />
dificultades que puede haber en el planeta para alimentar a sus<br />
habitan<strong>te</strong>s todos.<br />
Necesitamos otra controversia de mayor calado, porque la humana<br />
infelicidad no proviene sólo de una alimentación deficien<strong>te</strong>. Discutir sólo<br />
en el plano del maltusianismo el problema de la superpoblación, o<br />
discutirlo sólo desde el punto de vista de las dimensiones de la Tierra<br />
como habitáculo —arguyendo (v.gr.) que ya colonizaremos otros<br />
planetas, o construiremos en el anchuroso espacio cuantas moradas fueren<br />
necesarias—, es puro bizantinismo de la peor especie: es coadyuvar a que<br />
permanezca perpetuamen<strong>te</strong> irredento el género humano.<br />
La controversia correcta será ésta: ¿Cómo alcanzaríamos el grado mayor<br />
posible de felicidad? ¿Sin planificación demográfica, o con alguna<br />
planificación? ¿Y con qué planificación?<br />
153
Acaso sea irse por los cerros de Ubeda, pero me siento <strong>te</strong>ntado a hacer<br />
fren<strong>te</strong> aquí a una falacia que puede salirnos al paso.<br />
Pongamos una larga época, una imaginaria era geológica x, en la que<br />
deliberadamen<strong>te</strong> mantuvimos el planeta Tierra poco poblado, siendo sus<br />
habitan<strong>te</strong>s todos felices. Pongamos después otra, la era z, en la que<br />
deliberadamen<strong>te</strong> mantuvimos el planeta superpoblado, siendo sus<br />
habitan<strong>te</strong>s todos felices también (tan felices como en x: esto no es<br />
posible, pero supongámoslo). ¿Hicimos un favor a la humanidad en la era<br />
z, ya que en ella fue mayor el número de personas felices?<br />
No. En absoluto. Que en un planeta dado sea el número de personas<br />
felices mayor que el de las infelices, indiscutiblemen<strong>te</strong> es preferible (y<br />
tanto más cuanto mayor sea la diferencia). Pero, siendo felices todas, a<br />
nadie se ha hecho ningún favor por el mero hecho de haber ampliado su<br />
número absoluto. Afirmarlo es una falacia.<br />
Y falacia sutil. En el fondo se reduce a afirmar que existimos porque se<br />
nos ha hecho el favor de “darnos” la exis<strong>te</strong>ncia. Pero no es posible dar a<br />
nadie la exis<strong>te</strong>ncia. El requisito primero, para dar algo a alguien, es que<br />
ese alguien exista ya: nada se puede dar a quien no exis<strong>te</strong>.<br />
En el curso de una entrevista periodística, un científico licenciado en<br />
astrofísica y doctorado en física, muy eufórico, nos habló un día en estos<br />
términos:<br />
154<br />
Los científicos han pensado que podemos expandirnos por nuestro<br />
lugar natural, que es el espacio. Desde las bases en la Luna hasta<br />
colonizar toda la galaxia dentro de 10.000 años. ¿Por qué no? Se<br />
podría envolver el Sol con placas solares a diez millones de<br />
kilómetros de él, mover planetas, volar estrellas, crear vida en otros<br />
mundos...<br />
Perdonemos el optimismo, y, sobre todo, perdonemos las erratas<br />
tipográficas del <strong>te</strong>xto, e imaginemos que un demiurgo repuebla<br />
súbitamen<strong>te</strong> nuestra galaxia en<strong>te</strong>ra con seres humanos idénticos a<br />
nosotros, pero todos inenarrablemen<strong>te</strong> felices desde el primer instan<strong>te</strong> de<br />
su exis<strong>te</strong>ncia. ¿Les habría hecho un favor el demiurgo, al “traerlos” a la<br />
exis<strong>te</strong>ncia?<br />
En absoluto. No existían, y, por tanto, no se les podían hacer favores, ni<br />
podían ser traídos de ninguna manera. La falacia surge porque no nos<br />
damos cuenta de que la no exis<strong>te</strong>ncia, como cualquier otro “no”, es<br />
li<strong>te</strong>ralmen<strong>te</strong> impensable 54 , y nuestro cerebro está obligado a imaginar que<br />
sí existía “de alguna manera” esa inmensa muchedumbre de<br />
“galactícolas”.<br />
De todos modos, y salvo que un día se desarrollara alguna miraculosa<br />
<strong>te</strong>cnología inconcebible científicamen<strong>te</strong> hoy por hoy, una sociedad<br />
54 V. Ni Dios ni Darwin y <strong>Logos</strong> avanza...
juiciosamen<strong>te</strong> construida no proyectará “colonizar el espacio” sin an<strong>te</strong>s<br />
haber acondicionado la Tierra. Impulsará cuanto fuere necesario la<br />
investigación científica del espacio, eso sí. Pero lo que le importará<br />
prioritariamen<strong>te</strong> es acondicionar lo mejor posible es<strong>te</strong> planeta. No Mar<strong>te</strong>,<br />
ni otro planeta, sino és<strong>te</strong>: la Tierra.<br />
Una y otra vez se nos dice que es preciso conquistar el espacio para<br />
asegurar la supervivencia del género humano, dado que sólo disponemos<br />
de un planeta, y, si és<strong>te</strong> falla, todo habrá concluido:<br />
155<br />
Tenemos el deber de garantizar la creación de un lugar donde puedan<br />
vivir fuera de es<strong>te</strong> planeta las generaciones futuras.<br />
No. El deber que <strong>te</strong>nemos, por encima de todo, es el de poner freno al<br />
de<strong>te</strong>rioro de las condiciones de vida que nosotros mismos estamos<br />
provocando, y preservarlas an<strong>te</strong>s de que se destruyan por completo, pues<br />
nadie sabe si será posible que vivan fuera de es<strong>te</strong> planeta las<br />
generaciones futuras, mientras que sí sabemos que las pretéritas pudieron<br />
vivir en él. ¿Qué es mejor? ¿Derrochar tiempo, talento, y energía, en la<br />
dudosa construcción de una residencia de repuesto en el espacio ex<strong>te</strong>rior,<br />
cuando nadie puede asegurar, y menos aún garantizar, que sobreviviría<br />
la humanidad en la residencia de recambio? ¿O no derrochar ese tiempo,<br />
ese talento, y esa energía, que necesitamos para la in<strong>te</strong>ligen<strong>te</strong><br />
restauración de la residencia <strong>te</strong>rrestre, donde ya sabemos que fue posible<br />
sobrevivir?<br />
El bienestar de la humana grey nunca será el máximo alcanzable, si no se<br />
rebaja drásticamen<strong>te</strong> el actual nivel demográfico. La racional<br />
planificación de la natalidad es imprescindible para la especie humana.<br />
Los irracionales no la planifican, porque no piensan. Y porque no<br />
necesitan planificarla, toda vez que el control automático de la propia<br />
naturaleza elimina los excesos, y mantiene el equilibrio. Pero nosotros, el<br />
animal racional, precisamen<strong>te</strong> por serlo —es decir porque pensamos (casi<br />
siempre con escaso acierto)—, <strong>te</strong>nemos poder suficien<strong>te</strong> para oponernos a<br />
los designios de la naturaleza, y en alguna medida impedirle que ejerza<br />
sobre nosotros ese control que ejerce automáticamen<strong>te</strong> sobre otras<br />
especies.<br />
Tenemos que planificar, pues, el desarrollo demográfico. No,<br />
obviamen<strong>te</strong>, recurriendo a los métodos que aplica a los irracionales la<br />
naturaleza, y ex<strong>te</strong>rminando los individuos más débiles o imperfectos<br />
(an<strong>te</strong> todo, porque no <strong>te</strong>nemos cri<strong>te</strong>rios válidos para seleccionar los<br />
individuos más perfectos, y podríamos equivocarnos lamentablemen<strong>te</strong>,<br />
como se equivocó Hitler). Para nosotros la planificación debe consistir,<br />
simplemen<strong>te</strong>, en un racional control de los nacimientos.<br />
Sie<strong>te</strong> mil millones de almas pululando en es<strong>te</strong> planeta constituyen<br />
obstáculo infranqueable para nuestra aspiración a la felicidad universal,<br />
por las insuperables dificultades que presenta el organizar —en<br />
condiciones aptas para el máximo bienestar colectivo— una familia tan<br />
numerosa.
Tómense, uno a uno, los múltiples problemas graves que hoy mismo tiene<br />
plan<strong>te</strong>ados la humanidad, y se verá la incidencia que tiene sobre ellos el<br />
actual montan<strong>te</strong> demográfico. Asimismo se verá que, en igualdad de<br />
circunstancias, cada uno de ellos admitiría soluciones infinitamen<strong>te</strong> más<br />
fáciles en caso de que los moradores humanos del planeta fuésemos<br />
menos numerosos. Pensémoslo bien.<br />
Proporcionar alimentación racional a sie<strong>te</strong> mil millones de habitan<strong>te</strong>s,<br />
tiene que ser más difícil que proporcionársela a sólo quinientos millones.<br />
Hoy el hambre y la desnutrición causan dolor en el seno de esa tan<br />
superpoblada comunidad. Si de lo que se trata es de reducir ese dolor<br />
todo lo que se pueda, hay que rebajar mucho los niveles demográficos.<br />
Tal vez alguien objetará que se podría, mutatis mutandis, alimentar bien<br />
a sie<strong>te</strong> mil millones de habitan<strong>te</strong>s, e incluso más. No se trata de eso. De<br />
lo que se trata es de saber si, para alimentar bien a la especie —y, sobre<br />
todo, para hacerla lo más feliz posible (no sólo para alimentarla)—, es o<br />
no es convenien<strong>te</strong> la desmedida población actual. Y sobre eso no puede<br />
abrigar dudas ninguna in<strong>te</strong>ligencia medianamen<strong>te</strong> cultivada.<br />
En una aldea diminuta, sólo porque es diminuta, son inviables ciertas<br />
formas que adopta la delincuencia típica de la gran urbe. Instalar sie<strong>te</strong><br />
mil millones de habitan<strong>te</strong>s distribuidos en pequeñas aldeas,<br />
indudablemen<strong>te</strong> sería más difícil que instalar de la misma manera<br />
quinientos millones. En tal caso —cae<strong>te</strong>ris paribus—, la gen<strong>te</strong> viviría<br />
más feliz, al estar libre de esos específicos crímenes. En una aldea<br />
pequeña no es posible (v.gr.) man<strong>te</strong>ner una ex<strong>te</strong>nsa red de prostitución<br />
infantil clandestina. Es un ejemplo-demostración de que el exceso<br />
demográfico es per se fuen<strong>te</strong> de infelicidad.<br />
Los acciden<strong>te</strong>s de tráfico en carre<strong>te</strong>ra arrojan un balance semanal de<br />
cen<strong>te</strong>nares de muertos y millares de heridos, lo que (no sólo a los<br />
millares de heridos, también a familiares y allegados) trae dolor. No ya<br />
en valores absolutos —lo que sería una perogrullada—, sino<br />
relativamen<strong>te</strong>, esos acciden<strong>te</strong>s disminuirán ipso facto, si disminuye la<br />
población, aunque no se tomen otras medidas (o sea, en igualdad de otras<br />
circunstancias). Porque estadísticamen<strong>te</strong>, dada una red viaria, y cae<strong>te</strong>ris<br />
paribus, el kilometraje —por vehículo— recorrido sin acciden<strong>te</strong>s tiene<br />
que ser inversamen<strong>te</strong> proporcional al número de vehículos en circulación.<br />
En principio, reducidos al mínimo los efectivos demográficos, podrían<br />
disponer de suficien<strong>te</strong> vivienda gratis todos los habitan<strong>te</strong>s del planeta. Es<br />
prácticamen<strong>te</strong> imposible conseguir tal cosa en un mundo sobrecargado<br />
con sie<strong>te</strong> mil millones de almas. Y, aunque no fuese imposible, sería más<br />
difícil y costoso: por tanto, la infelicidad general sería mayor.<br />
Condición básica para el bienestar universal máximo posible es que todos<br />
los miembros de la comunidad reciban educación esmerada y omnímoda<br />
(no basta ir a la escuela y a la universidad para ob<strong>te</strong>ner títulos<br />
156
académicos; una correcta educación in<strong>te</strong>gral abarca mucho más que la<br />
simple instrucción académica). Es imposible educar así a toda una grey<br />
tan populosa como la humanidad actual. No lo sería, si se redujera la<br />
población sin piedad.<br />
El actual de<strong>te</strong>rioro del medio ambien<strong>te</strong> —visible consecuencia del exceso<br />
de población— está tomando alarman<strong>te</strong>s proporciones:<br />
157<br />
Según esta investigación, realizada por científicos de la universidad<br />
de Basilea en tres estados europeos (Austria, Francia, Suiza), y<br />
publicada en la revista médica británica The Lancet, el 6% de los<br />
fallecimientos en esos tres estados se produce a causa de la<br />
contaminación. Es decir que en un año 40000 personas han muerto en<br />
Austria, Francia, Suiza, a causa de la polución.<br />
Se está destruyendo una cantidad <strong>te</strong>rrorífica de árboles, cuando la<br />
humanidad no puede sobrevivir sin un mínimum de ellos. No importaría<br />
la cantidad que se destruyera, si sólo existiéramos quinientos millones de<br />
personas.<br />
No importaría el número de piezas que pudieran cobrar los cazadores, por<br />
elevado que fuere. No se agotarían los caladeros de pesca, por mucho que<br />
pescáramos. No se extinguirían las especies vivien<strong>te</strong>s como ahora acaece<br />
porque el exceso de población humana está privándolas de su hábitat.<br />
Etcé<strong>te</strong>ra, etcé<strong>te</strong>ra, etcé<strong>te</strong>ra.<br />
La infelicidad que sufre el mundo exige podar sin con<strong>te</strong>mplaciones el<br />
árbol demográfico actual, respetando (claro está) ciertos mínimos. ¿Qué<br />
mínimos? ¿Cuánto hay que podar el árbol para no excederse?... No se<br />
sabe. Ni <strong>te</strong>nemos por qué saberlo desde ahora: el tiempo lo dirá. Sin<br />
embargo, siquiera grosso modo, se puede entrever algo.<br />
El cri<strong>te</strong>rio general nos llevaría a investigar qué actividades —entre las<br />
ejercidas hoy por los inquilinos del planeta azul— son innecesarias para<br />
conseguir la felicidad mayor posible del conjunto (o sea, para lograr su<br />
infelicidad menor posible). Es tautológico decir que esa felicidad no<br />
podría ser menor porque hubiesen dejado de ejercerse tales actividades a<br />
consecuencia de la correspondien<strong>te</strong> merma de la población mundial.<br />
Dada una actividad cualquiera en concreto, no siempre se podrá saber si<br />
es necesaria, o no, en el sentido explicado. Pero no cabe dudar que es<br />
elevado —muy elevado, elevadísimo— el número de las actividades<br />
innecesarias ejercidas hoy en el mundo. Sería in<strong>te</strong>resan<strong>te</strong> revisarlas, y<br />
tomar conciencia clara de que se puede prescindir de ellas por completo,<br />
sin que se resienta por eso la felicidad del género humano. Pero no<br />
podemos hacerlo aquí: se e<strong>te</strong>rnizaría el recuento. Lo que sí puede hacerse<br />
aquí es ponderar alguna de ellas, bien en<strong>te</strong>ndido que su enjuiciamiento<br />
debe referirse al valor que <strong>te</strong>ndrían esas actividades en una sociedad<br />
racionalmen<strong>te</strong> constituida, es decir logocrática: en ella no <strong>te</strong>ndrían<br />
sentido actividades que hoy resultan de facto necesarias. Por ejemplo:
No parece requerirse mucho esfuerzo mental para comprender que la<br />
guerra es una actividad innecesaria en orden a labrar la felicidad mayor<br />
posible de nuestra especie. Hubo —y es presumible que haya todavía—<br />
pensadores capaces de hacer apología de la guerra, pero el con<strong>te</strong>xto<br />
histórico de sus valoraciones entusiastas es el de una humanidad<br />
irracionalmen<strong>te</strong> constituida, acéfala, inmadura, dividida en grupos<br />
antagónicos llamados “naciones”. En una futura organización planetaria<br />
logocrática eventual, donde no podría haber “naciones” ni “Estados”, la<br />
guerra —que ni siquiera sería ma<strong>te</strong>rialmen<strong>te</strong> posible— nada <strong>te</strong>ndría de<br />
loable o deseable.<br />
El mundo con<strong>te</strong>mporáneo está preparándose continuamen<strong>te</strong> para la guerra<br />
(actual o po<strong>te</strong>ncial). Si la guerra es innecesaria para la ob<strong>te</strong>nción del<br />
máximo bienestar posible, in<strong>te</strong>nta, lector, calcular el número total de<br />
actividades innecesarias que nos obliga a ejercer esa preparación para la<br />
guerra, desde la confección de gorras militares hasta la organización del<br />
“paraguas nuclear”. Te sorprenderá el exorbitan<strong>te</strong> número de personas<br />
que para la sociedad actual son de facto necesarias, e innecesarias para<br />
una sociedad logocrática.<br />
Haz eso mismo con cada una de las actividades que, si la sociedad<br />
estuviera bien constituida, serían innecesarias, y de ello resultará que<br />
nuestra especie, para vivir la vida más feliz posible, podría man<strong>te</strong>ner su<br />
demografía en bajísimos niveles que hoy nos parecerán tal vez<br />
impensables. Y ello es así porque no pocas actividades, de las que la<br />
sociedad actual no puede prescindir, erróneamen<strong>te</strong> nos parecen<br />
imprescindibles también para cualquier otra sociedad. Como ejemplo<br />
pueden servir las corridas de toros y el boxeo.<br />
Llevar toros en carrera y lidiarlos luego en una plaza no es actividad<br />
necesaria para hacer feliz al ser humano, aun supuesto que sea causa de<br />
grandes placeres para cierta clase de personas. Más bien es un estorbo<br />
para la felicidad general, por el dolor que esa actividad inflige al mozo<br />
corneado en el encierro, al torero cogido en la plaza, a los familiares y<br />
allegados de uno y de otro, y a las personas sensibles que sufren por “ver<br />
sufrir” al toro...<br />
Para hacer feliz a la humanidad, tampoco se necesita el boxeo. Que deja<br />
sonado al boxeador, si no lo mata.<br />
La celebración de corridas de toros y comba<strong>te</strong>s de boxeo lleva aparejado<br />
el ejercicio de otras innumerables actividades —desde la confección de<br />
mon<strong>te</strong>ras y guan<strong>te</strong>s hasta la difusión del espectáculo por la pequeña<br />
pantalla— tan innecesarias como la corrida y el comba<strong>te</strong>.<br />
La actividad bélica, las corridas de toros, los comba<strong>te</strong>s de boxeo, no son<br />
sino una ínfima par<strong>te</strong> de las actividades que desarrolla el mundo actual, y<br />
que son innecesarias en sociedad racional o logocrática. Por<br />
consiguien<strong>te</strong>, en el mundo actual exis<strong>te</strong> un enorme caudal demográfico<br />
innecesario. Nuestro exceso de población es una desgracia inmensa cuyas<br />
158
verdaderas dimensiones no perciben (y ni siquiera sospechan, creo yo)<br />
nuestros con<strong>te</strong>mporáneos. Por ejemplo:<br />
159<br />
El secretario general de la ONU, Kofi Annan, ha instado en Berlin a los<br />
gobiernos y autoridades locales a tomar cuantas medidas sean<br />
necesarias para evitar que los problemas que se viven en las ciudades<br />
adquieran en el futuro proporciones dramáticas. [...] ...ha recordado<br />
que en el año 2025 al rededor de 5000 millones de personas vivirán en<br />
ciudades.<br />
Se calcula que en el año 2025 el número de “megaciudades” se<br />
triplicará...<br />
Una de las prioridades de la ONU en los años venideros será la lucha<br />
contra la pobreza urbana y la mejora de las condiciones de vida en los<br />
cerca de 100 millones de “barrios basura” que anidan en los<br />
cinturones de muchas ciudades.<br />
El secretario general de la ONU no les ha instado “a tomar cuantas<br />
medidas sean necesarias” para poner coto a la natalidad galopan<strong>te</strong>: de eso<br />
no les ha dicho una sola palabra. Sólo les ha instado a afrontar los<br />
problemas que ha de crear la galopan<strong>te</strong> natalidad, como si la galopan<strong>te</strong><br />
natalidad fuera un hecho fatalista que no podemos tocar. Pero in<strong>te</strong>ntar<br />
que se ponga coto a la galopan<strong>te</strong> natalidad es, no “una de las prioridades<br />
de la ONU”, sino prioridad absoluta. Ya se oyen de tiempo en tiempo<br />
algunas elocuen<strong>te</strong>s voces<br />
...biólogo Miguel Delibes, quien disecciona los motivos que han<br />
puesto al planeta al borde del colapso ecológico.<br />
...el ser humano debe aparcar una de las mayores causas de es<strong>te</strong><br />
cataclismo ecológico progresivo para tratar de de<strong>te</strong>nerlo: “Su<br />
individualismo y la compe<strong>te</strong>ncia que ejerce nuestra especie sobre las<br />
restan<strong>te</strong>s a la hora de utilizar esos recursos disponibles. [...] Somos<br />
6.400 millones de personas, mil veces más de habitan<strong>te</strong>s que hace<br />
5.000 años, que consumimos 50 veces más cada uno que entonces y<br />
que todo pasa por controlar el crecimiento demográfico...” [...] ...entre<br />
10.000 y 50.000 especies se extinguen cada año y, de seguir así las<br />
cosas, “a mediados de es<strong>te</strong> siglo se habrá perdido la mitad de la<br />
biodiversidad exis<strong>te</strong>n<strong>te</strong>”. [...] ...el 60% de los caladeros de pesca han<br />
sido esquilmados... [...] “¿Cuántas piezas más deben faltar para que<br />
esta maquinaria se de<strong>te</strong>nga del todo?”,<br />
pero suenan esas voces demasiado tímidas todavía. A todo trance<br />
necesitamos llevar a cabo una drástica y urgen<strong>te</strong> reducción de la<br />
marabunta que son los sie<strong>te</strong> mil millones (más lo que se nos avecina) de<br />
monos presuntamen<strong>te</strong> racionales. Una tal marabunta es incompatible con<br />
la felicidad humana social.<br />
En otro lugar lo expliqué, y pudimos convencernos de que la ética de los<br />
filósofos no tiene sentido in<strong>te</strong>ligible. Pudimos convencernos de que el<br />
orden moral no exis<strong>te</strong>, de que hemos de retirar de nuestra escala de<br />
valores el Bien y el Mal, y sustituirlos por la Felicidad y la Infelicidad.<br />
Si los moralistas —verbigracia, los señores endiosados del Vaticano—<br />
quieren lanzar ana<strong>te</strong>mas contra la inmoralidad cometida por quien recurre<br />
a métodos anticonceptivos, deben primero demostrar que exis<strong>te</strong> el libre<br />
albedrío y las obligaciones morales. Imbuir en millones de ciudadanos el<br />
<strong>te</strong>mor de que irán al infierno para toda la e<strong>te</strong>rnidad si abortan o usan<br />
preservativos, es genocidio puro y simple.
“Creced y multiplicaos” dicen que dijo Yahvé a sus amados hijos Eva y<br />
Adán, bendiciéndolos amorosamen<strong>te</strong>. Pero su pa<strong>te</strong>rnal bendición se ha<br />
trocado en auténtica maldición bíblica, porque no supimos in<strong>te</strong>rpretar la<br />
orden de Yahvé, cuyo sentido correcto era “creced y multiplicaos... con<br />
mesura”.<br />
160
XVI*<br />
Logocracia: condiciones de posibilidad<br />
Cada vez que se nos pregun<strong>te</strong> si algún día podrá imponerse la Razón en<br />
es<strong>te</strong> bendito planeta, la memoria colectiva de lo experimentado por el<br />
hombre desde que el mundo es mundo, al menos en principio nos<br />
empujará instintivamen<strong>te</strong> hacia el pesimismo. De tarde en tarde se<br />
encuentra algún optimista, como (por ejemplo) Víctor Hugo. Para Víctor<br />
Hugo,<br />
161<br />
lo que arrastra y conduce al mundo no son las locomotoras, sino la<br />
Razón, es decir las ideas.<br />
Pero lo normal es que la gen<strong>te</strong>, en orden a mover el mundo, sólo vea en la<br />
Razón un pobre esguízaro. Incluso hay grandes pensadores que no ven<br />
otra cosa. Por ejemplo, Federico Engels —además, contradiciéndose al<br />
decirlo—aseguró que las causas últimas de todo cambio social y de toda<br />
revolución política tienen que buscarse en las transformaciones de los<br />
modos de producción y de in<strong>te</strong>rcambio, y no en la cabeza de los hombres<br />
(como si ese pensamiento suyo personal no hubiera nacido en la cabeza<br />
del hombre Federico Engels). Añadió que esas causas últimas no deben<br />
buscarse en la Filosofía, sino en la Economía, contradiciéndose también<br />
aquí, ya que las últimas tienen que estar más allá de la Economía.<br />
No todo es pesimismo. Hay también optimistas:<br />
Yo <strong>te</strong>mo que el capitalismo no acep<strong>te</strong> ser suplantado históricamen<strong>te</strong>.<br />
Temo que prefiera morir a transformarse; que op<strong>te</strong> por el suicidio,<br />
llevando con él la Casa Común y los pueblos de la Tierra. Pero<br />
sospecho que la vida es más fuer<strong>te</strong> que los mecanismos de<br />
autoafirmación que llevan hasta la destrucción del otro. Hasta ahora la<br />
vida ha sobrevivido a todas las crisis que ha pasado en su larguísima<br />
historia y ha salido cada vez más fecunda en vitalidad y diversidad.<br />
[...] Estamos asistiendo a la muer<strong>te</strong> de un tipo de civilización y<br />
lentamen<strong>te</strong> está naciendo otra por todas par<strong>te</strong>s, en los millones de<br />
personas que están en las calles, gritando por la paz, los grupos de<br />
Seattle y Porto Alegre, los que quieren y dicen que otro mundo es<br />
posible... [Leonardo Boff]<br />
Tú, lector, y yo, no queremos aceptar a ciegas ningún pesimismo<br />
instintivo: lo que procede es indagar concienzudamen<strong>te</strong> si exis<strong>te</strong> algún<br />
serio motivo para ser pesimista, o si, por el contrario, hay razones<br />
(también serias) para abrigar alguna esperanza de que la Razón se<br />
imponga a es<strong>te</strong> mundo nuestro.<br />
Empezaremos por consignar un hecho. Que, como tal, es incontrovertible.<br />
A diario se impone la Razón al mundo en<strong>te</strong>ro, con incon<strong>te</strong>nible fuerza: la<br />
Razón avasalla a todos los habitan<strong>te</strong>s de la Tierra. Ya lo señalé en otro<br />
capítulo: no hay en toda la geografía <strong>te</strong>rrestre una sola persona cuyo<br />
in<strong>te</strong>lecto se atreva a afirmar que 7 y 5 son 18, aunque esa persona tuviere
sumo in<strong>te</strong>rés en que 7 y 5 sean 18. La Razón dice que son 12, y para<br />
nadie pueden ser18.” Asimismo, cuando se nos dice que el punto de<br />
ebullición del agua no son los 25ºC, o que Madagascar no es continen<strong>te</strong><br />
más vasto que Eurasia, todo el mundo se sien<strong>te</strong> forzado a asentir, sea cual<br />
fuere la ideología, la nacionalidad, la religión, la raza, etc., de cada cual:<br />
en tales casos cada quisque se some<strong>te</strong> a la fuerza de la razón, lo quiera o<br />
no.<br />
Entonces, puesto que la Razón ya impera de hecho en el mundo, el<br />
problema queda bien delimitado: sólo se trata de saber en cuáles áreas o<br />
ma<strong>te</strong>rias o circunstancias ella se impone o puede imponerse a todo el<br />
mundo, y en cuáles no. En algunos asuntos de ma<strong>te</strong>máticas —cuando no<br />
en todos— puede imponerse. En algunas cuestiones de geografía, de<br />
astronomía, de física, de química, también. Incluso en de<strong>te</strong>rminadas<br />
cuestiones políticas puede ser acatada la Razón en todos los pueblos de la<br />
Tierra. En cambio, jamás podrá imponerse a todo el mundo en ciertas<br />
ma<strong>te</strong>rias de religión, filosofía, <strong>te</strong>ología, ética, Derecho... Por tanto, sólo<br />
se trata de saber cómo y cuándo la unanimidad universal de opinión o de<br />
juicio es posible, pues en eso precisamen<strong>te</strong> —en la plasmación de una tal<br />
unanimidad— consis<strong>te</strong> el “imponerse la razón a todo el mundo”.<br />
Tenemos demasiado arraigada la convicción de que una unanimidad<br />
universal es imposible en Política. Pero, expresada así, esa convicción es<br />
equivocada, falsa, infundada. Hay que matizarla, porque la unanimidad<br />
universal en algunas cuestiones políticas no sólo es posible, sino que ya<br />
exis<strong>te</strong> de hecho. Traeré sólo un botón que basta para muestra: en todo el<br />
mundo, estamos todos conformes con tomar el semáforo en rojo como<br />
símbolo de peligrosidad en carre<strong>te</strong>ra: eso es universal unanimidad de<br />
opinión. La posibilidad real de una opinión unánime universal depende,<br />
pues, de qué cuestiones tra<strong>te</strong>mos y de cuáles circunstancias concurran.<br />
Además, nos conviene saber qué debe en<strong>te</strong>nderse por “Política” en<br />
régimen de logocracia. Según el diccionario de la lengua española, el<br />
vocablo tiene varias acepciones. La primera de ellas —ar<strong>te</strong>, doctrina u<br />
opinión referen<strong>te</strong> al gobierno de los Estados— no puede coincidir con la<br />
definición que de la Política den los logócratas, porque en régimen de<br />
logocracia no puede haber “gobierno de los Estados”. La segunda<br />
acepción —actividad de los que rigen o aspiran a regir los asuntos<br />
públicos— coincidirá con nuestra definición si (y sólo si) “regir” los<br />
asuntos públicos es regirlos median<strong>te</strong> la opinión o razón unánime<br />
universal, y no median<strong>te</strong> la imposición o la fuerza, ni median<strong>te</strong> órdenes<br />
y decretos dictados por la voluntad humana —sea la de un individuo, sea<br />
la de un grupo, sea la del pueblo—, etcé<strong>te</strong>ra. La <strong>te</strong>rcera acepción del<br />
diccionario —actividad del ciudadano cuando in<strong>te</strong>rviene en los asuntos<br />
públicos con su opinión, con su voto, o de cualquier otro modo—<br />
coincidirá de lleno con la nuestra, pero sólo cuando el ciudadano<br />
in<strong>te</strong>rviene con su opinión, y no cuando in<strong>te</strong>rviene “con su voto, o de<br />
cualquier otro modo”.<br />
162
Es, como decíamos, irracional o insensato negar toda posibilidad de que<br />
se forje una opinión universal unánime en cuestiones de política. Dígase<br />
que es imposible en de<strong>te</strong>rminadas cuestiones, y según sea la naturaleza de<br />
los conceptos que se estén manejando. Entonces el problema —el de<br />
conseguir que la Razón prevalezca por encima de todo en es<strong>te</strong> planeta—<br />
estribará en que, al estudiar y discutir cuestiones de política, únicamen<strong>te</strong><br />
manejemos ma<strong>te</strong>rias y conceptos que sean susceptibles de aceptación<br />
unánime. Es decir: estribará en que sis<strong>te</strong>máticamen<strong>te</strong> rehuyamos y<br />
evi<strong>te</strong>mos toda controversia o deba<strong>te</strong> sobre conceptos que por su<br />
naturaleza misma tienen que imposibilitar la unanimidad (conceptos que<br />
nosotros, por todo lo que hemos visto hasta ahora —especialmen<strong>te</strong> en el<br />
ensayo <strong>Logos</strong> avanza... que precedió a és<strong>te</strong>—, sabemos muy bien cuáles<br />
son).<br />
Los “conceptos” que por su naturaleza misma tienen que imposibilitar la<br />
unanimidad no son, en realidad, conceptos. Los filósofos han creído (y<br />
siguen creyendo) que lo son, pero se han equivocado. Han creído <strong>te</strong>ner<br />
idea o concepto de lo que es el “deber”, la “maldad”, la “culpa”, el<br />
“derecho”, la “justicia”, la “sustancia”, el “espíritu”, “Dios”, el “alma”,<br />
el “en<strong>te</strong>”, etc., y no han <strong>te</strong>nido ni pueden <strong>te</strong>ner tal idea o concepto.<br />
Detrás de esas palabras, lo único que hay en realidad son imágenes, pero<br />
no conceptos. Como quiera que los mismos filósofos afirman que una<br />
cosa es la imagen, y otra el concepto; como quiera que esos presuntos<br />
conceptos, por definición, son irreducibles a imagen o representación<br />
sensible; como quiera que no exis<strong>te</strong> la idea o concepto de lo que son; el<br />
ineludible corolario es que no sabemos —que no se puede saber— qué<br />
son el “deber”, la “culpa”, el “derecho”, y demás. De ahí la imposibilidad<br />
total de llegar a un acuerdo unánime en una discusión en la que entren los<br />
tales presuntos conceptos.<br />
Tras un análisis exhaustivo, se llega a la conclusión de que los<br />
“conceptos” específicos de la filosofía resultan ser sólo flatus vocis. Tan<br />
sólo palabras. Por tanto, inin<strong>te</strong>ligibles en su pre<strong>te</strong>nsión de ser conceptos.<br />
De esto hablé en mis ensayos Ni Dios ni Darwin, y <strong>Logos</strong> avanza..., por<br />
lo que no es cosa de repetir los argumentos de entonces. No obstan<strong>te</strong>,<br />
quizá convenga decir algo, siquiera en muy resumido resumen, aun a<br />
costa de que no resul<strong>te</strong> fácilmen<strong>te</strong> in<strong>te</strong>ligible, dicho fuera de aquel<br />
con<strong>te</strong>xto.<br />
Los escolásticos cuidaban celosamen<strong>te</strong> la distinción entre imagen y<br />
concepto. Una y otro eran cauce de cognicíón, pero el cauce era de<br />
naturaleza distinta en cada caso: el concepto se asentaba sólo en el<br />
“in<strong>te</strong>lecto”, en el “alma”, en el “espíritu”; y la imagen más bien, aunque<br />
de modo tangencial, en el cuerpo, en la ma<strong>te</strong>ria. No aportaron pruebas<br />
válidas —nadie las ha aportado todavía— de que en el ser humano exista<br />
en realidad ese dualismo entre “alma” y “cuerpo”, entre “ma<strong>te</strong>ria” y<br />
“espíritu”. Por eso nosotros operamos con la hipó<strong>te</strong>sis de que sólo exis<strong>te</strong><br />
el cuerpo, la ma<strong>te</strong>ria. Y, en consecuencia, con la hipó<strong>te</strong>sis de que los<br />
tradicionalmen<strong>te</strong> llamados “conceptos”, a fin de cuentas, y de uno u otro<br />
modo, tienen que ser algo ma<strong>te</strong>rial.<br />
163
En cierto sentido, el propio Tomás de Aquino hizo una involuntaria y<br />
velada confesión de que sólo exis<strong>te</strong>n imágenes —las llamó<br />
phantasmata—, cuando negó que pueda el alma en<strong>te</strong>nder algo (mientras<br />
está unida al cuerpo), si no es per conversionem ad phantasmata. Es<br />
decir que, según él, mientras vivimos en “esta” vida, tan sólo podemos<br />
en<strong>te</strong>nder lo que es imaginable. Afirmación que nosotros también<br />
compartimos, con precisiones que voy a exponer ahora mismo.<br />
Toda cognición se obtiene por mera representación imaginaria, sí, pero la<br />
naturaleza de ésta, su esencia, es idéntica a la de cualquier sentición (a<br />
la de cualquier sentir, a la de cualquier percibir). Por ejemplo, imaginar<br />
es, en lo esencial, igual que ver, igual que oir, igual que sufrir, igual que<br />
gozar. De donde se infiere —median<strong>te</strong> razonamientos nada complicados—<br />
que todo es necesariamen<strong>te</strong> sentición, y que no hay en la sentición<br />
finalmen<strong>te</strong> nada más que ubicación, ex<strong>te</strong>nsión, espacialidad, geometría,<br />
espacio. Toda sentición, esencialmen<strong>te</strong>, es figura geométrica, lo mismo<br />
que la visión de un prisma o una pirámide. 55<br />
Ergo, toda cognición, toda ciencia, debe en el fondo poder traducirse a<br />
geometría —regular o irregular, precisa o imprecisa, a veces<br />
complejísima y cuasi imperceptible, pero en todo caso geometría—, si ha<br />
de ser in<strong>te</strong>ligible. De ahí (v.gr.) que la filosofía sea necesariamen<strong>te</strong><br />
inin<strong>te</strong>ligible.<br />
Por eso decimos que en la búsqueda in<strong>te</strong>ligen<strong>te</strong> de una opción mejor que<br />
la democracia, el primer paso a dar es el metódico abandono —en<br />
Política— de todos los “conceptos” específicos de la filosofía. Hay que<br />
des<strong>te</strong>rrarlos. Todos. Hay que des<strong>te</strong>rrar todo lo que no sea concepto de<br />
pura geometría.<br />
Basar la estructura de una humanidad feliz en los “conceptos” específicos<br />
de la filosofía tradicional, equivaldría a cimentar sobre arenas movedizas<br />
un edificio. Su metódico abandono es la condición inicial sine qua non,<br />
si seriamen<strong>te</strong> ha de emprenderse el estudio de las carac<strong>te</strong>rísticas propias<br />
de una sociedad humana capaz de hacer felices a sus miembros. El<br />
abogado José Ignacio Pascual Luca de Tena escribía una vez en Gara:<br />
164<br />
...siendo además esta última cuestión, “el cómo”, la que nos traslada<br />
desde un escenario de acuerdo unánime en cuanto al objetivo a<br />
alcanzar [convivencia pacífica] a un escenario de cri<strong>te</strong>rios y fórmulas<br />
divergen<strong>te</strong>s y enfrentadas.<br />
Pero no se detuvo Luca de Tena a pensar por qué somos trasladados “a un<br />
escenario de cri<strong>te</strong>rios y fórmulas divergen<strong>te</strong>s y enfrentadas”.<br />
Es muy sólida la razón que nos asis<strong>te</strong> para abandonar la mencionada<br />
filosofía. Si ha de llevarse a feliz término el estudio de las carac<strong>te</strong>rísticas<br />
propias de una creación social apta para hacer feliz al género humano,<br />
55 V. Ni Dios ni Darwin y <strong>Logos</strong> avanza...
será necesario forjar unanimidad de opinión universal en torno a las<br />
cuestiones fundamentales que sobre ello se plan<strong>te</strong>en. Sin unanimidad<br />
universal no puede haber logocracia. Y la unanimidad será posible, si (y<br />
sólo si) en reflexiones y deba<strong>te</strong>s y coloquios “políticos” nos ceñimos<br />
exclusivamen<strong>te</strong> al mundo de la geometría (geometría en el sentido que se<br />
explicó, de “ciencia sin aconceptos”).<br />
Hay abismal diferencia entre la filosofía y la geometría, en orden a la<br />
posibilidad de opinión unánime general de sus cultivadores. En filosofía<br />
no hay ni siquiera dos cerebros que puedan ponerse de acuerdo<br />
completamen<strong>te</strong>. En geometría, aunque tal vez no siempre se llegue a ello,<br />
un completo asentimiento de todos los cerebros es intrínsecamen<strong>te</strong><br />
posible en principio.<br />
Si nos enzarzamos en discusiones acerca de, v.gr., la “culpabilidad” de<br />
estas o aquellas personas, jamás conseguiremos que sean unánimemen<strong>te</strong><br />
aceptadas todas nuestras conclusiones. En cambio, situada la disputa en<br />
<strong>te</strong>rrenos de genuina geometría —o, lo que es igual, si sólo estudiamos la<br />
posibilidad “técnica” de reducir al mínimo los padecimientos humanos—,<br />
entonces la unanimidad de opinión universal en torno a de<strong>te</strong>rminadas<br />
cuestiones de “política” deviene realmen<strong>te</strong> posible.<br />
Con algunos ejemplos de esa posibilidad “técnica” imaginaremos<br />
fácilmen<strong>te</strong> al mundo en<strong>te</strong>ro poniéndose totalmen<strong>te</strong> de acuerdo, incluso en<br />
Política:<br />
165<br />
a) Posibilidad “técnica” de acabar para siempre con las guerras<br />
nucleares: destruir todo el armamento nuclear exis<strong>te</strong>n<strong>te</strong>, y hacer que<br />
sea imposible volver a fabricarlo.<br />
b) Posibilidad “técnica” de evitar incendios que destruyan la vivienda:<br />
construir la vivienda con ma<strong>te</strong>riales ignífugos o incombustibles.<br />
c) Posibilidad “técnica” de evitar mortales acciden<strong>te</strong>s de carre<strong>te</strong>ra:<br />
fabricar únicamen<strong>te</strong> vehículos que no puedan adquirir velocidad<br />
superior a los quince kilómetros por hora, ni siquiera cuesta abajo.<br />
d) Posibilidad “técnica” de que no se fabrique nunca más la bomba de<br />
Hiroshima: abolir o derogar todos los “derechos de propiedad” en el<br />
mundo en<strong>te</strong>ro, y reconvertir la industria bélica siguiendo las<br />
directrices trazadas por unanimidad universal.<br />
Como hablo de posibilidades “técnicas” (no políticas), es eviden<strong>te</strong> que<br />
esos cuatro puntos concretos, así expuestos, pueden ser objeto de opinión<br />
unánime universal, a pesar de que son “cuestiones de política”. Y a esos<br />
cuatro pueden seguir otros cuatro, o cuarenta, o cuatrocientos... —a<br />
priori no sabemos cuántos— igualmen<strong>te</strong> convertibles en objeto de opinión<br />
unánime universal. Y con ese método, llevado sis<strong>te</strong>máticamen<strong>te</strong>, de<br />
plan<strong>te</strong>amientos de problema “técnicos” (es decir expurgados de todo<br />
aconcepto filosófico), una posibilidad “técnica” puede convertirse en<br />
posibilidad real pragmática, en cosa factible de naturaleza política. De<br />
esta posibilidad hablaremos luego.<br />
Factible deviene, pues, el triunfo de la Razón en toda la redondez de la<br />
Tierra, incluso en cuestiones de convivencia social. Esto en la Era de la<br />
Sinrazón era impensable. Pero lo era porque se plan<strong>te</strong>aban los problemas
fuera de la geometría, donde la unanimidad es imposible. El triunfo de la<br />
Razón en política, y en todo el mundo, no es el bonito sueño de una<br />
noche de verano, sino una posibilidad real.<br />
Toda la problemática social debe ser estudiada en términos de prosaico<br />
pragmatismo, sin “conceptos” filosóficos. Estudiarla así no agradará a<br />
quienes creen imprescindible el discurso generalizador, <strong>te</strong>orizan<strong>te</strong>,<br />
abstracto, filosófico, cientificista, elegan<strong>te</strong>... Hasta puede acaecer que en<br />
redondo alguien se niegue a abordar el estudio —quizá considerado<br />
incluso humillan<strong>te</strong>— en las condiciones que se proponen aquí. Pero eso<br />
no sería juicioso. ¡Bienvenido sea el prosaico pragmatismo, si gracias a<br />
él conseguimos que deje de sufrir la humanidad! Además, lo cortés no<br />
quita lo valien<strong>te</strong>: el prosaico pragmatismo no obsta a que paralelamen<strong>te</strong><br />
se haga ciencia social genuina.<br />
Ma<strong>te</strong>ria sobre la que fácilmen<strong>te</strong> se alcanzará unanimidad universal es la<br />
conveniencia —necesidad urgen<strong>te</strong>, mejor dicho— de una radical<br />
transformación de la sociedad, median<strong>te</strong> la sustitución de la tradicional e<br />
irracional Democracia o Política por su antagónica y racionalísima<br />
Logocracia. Será fácil en es<strong>te</strong> punto la unanimidad, porque tiene que<br />
haber en el mundo talentos de sobra, capaces de una irrefutable<br />
demostración de que será mejor para todo el mundo una “política” en la<br />
que ninguna decisión se adop<strong>te</strong>, si no es por unanimidad universal.<br />
Una política mundial en la que ninguna decisión se adop<strong>te</strong>, si no es por<br />
unanimidad universal tiene que ser para todo el mundo necesariamen<strong>te</strong><br />
mejor que la Democracia. Por mil razones. Por ejemplo, porque ciertos<br />
hechos posibles en Democracia son imposibles en Logocracia:<br />
166<br />
Un día, democráticamen<strong>te</strong>, se construyó una poderosa arma que<br />
destruyó Hiroshima en un instan<strong>te</strong>.<br />
El tratamiento con antirretrovirales en los países pobres sólo es<br />
accesible al 7% de los afectados. [...] De continuar con el mismo<br />
índice de propagación, en 2010 habrá 100 millones de personas<br />
infectadas.<br />
En el mundo mueren anualmen<strong>te</strong> 22.000 niños en acciden<strong>te</strong>s<br />
relacionados con la explotación laboral a la que son sometidos.<br />
En el mundo mueren anualmen<strong>te</strong> 4.000 niños por malos tratos de sus<br />
familiares.<br />
Unos minutos después, un segundo misil entró por el agujero,<br />
produciendo una bola de fuego de 4.000 grados que abrasó a 403<br />
personas, 142 de ellas niños. Era el primer ataque deliberado contra la<br />
población civil iraquí. Corría el 13 de febrero de 1991<br />
Once miembros de una misma familia, entre ellos tres niños y un bebé<br />
de seis meses, fueron muertos el pasado sábado por la secta cristiana<br />
llamada Ejército de Resis<strong>te</strong>ncia del Señor (LRA), en el distrito de Lira,<br />
en el nor<strong>te</strong> de Uganda... [...] ...no se con<strong>te</strong>ntaron con matar de<br />
inmediato a los civiles, sino que prefirieron golpearlos hasta la muer<strong>te</strong><br />
y mutilarlos con arma blanca.<br />
Amnesty In<strong>te</strong>rnational denunció ayer que las milicias<br />
progubernamentales janjawid que operan en Darfur (oes<strong>te</strong> de Sudán)<br />
están violando, secuestrando y sometiendo a esclavitud sexual a<br />
mujeres y niñas, con la implicación directa o al menos la complicidad<br />
del Ejército regular. Asimismo, recordó que las violaciones masivas<br />
constituyen crímenes contra la Humanidad, y denunció la pasividad de<br />
la comunidad in<strong>te</strong>rnacional para poner fin a esta situación. [...] Entre<br />
mujeres y niñas, unas quince fueron violadas en distintas cabañas de
167<br />
la aldea. Rompieron las extremidades a varias mujeres y niñas para<br />
que no pudieran escapar.<br />
El Departamento de Justicia aconsejó a Bush sobre la posibilidad de<br />
que militares estadounidenses recurrieran a la tortura para in<strong>te</strong>rrogar<br />
a prisioneros de guerra...<br />
...abogados del Departamento de Defensa elaboraron un informe que<br />
sostiene que el presiden<strong>te</strong> no está obligado a obedecer leyes<br />
nacionales e in<strong>te</strong>rnacionales contra la tortura...<br />
La secretaria general de Amnistía In<strong>te</strong>rnacional, Irene Khan, se reunió<br />
ayer en Madrid con José Luis Rodríguez Zapa<strong>te</strong>ro y su Ministro de<br />
Justicia, Juan Fernando López Aguilar a quienes solicitó que apliquen<br />
las recomendaciones del Comité para la Prevención de la Tortura. La<br />
respuesta del Gobierno español, expuesta por López Aguilar, fue que<br />
[...] “en el proceso judicial resultan falsas [las denuncias de torturas],<br />
no en la mayoría de los casos, sino en el cien por cien de los casos”.<br />
La Cor<strong>te</strong> In<strong>te</strong>rnacional de Justicia, órgano de la ONU, fallará hoy sobre<br />
la legalidad del muro con que Israel aísla a decenas de miles de<br />
palestinos en Cisjordania. [...] Ariel Sharon ha anunciado que, con<br />
condena o sin ella, el muro seguirá adelan<strong>te</strong>.<br />
Naciones Unidas se ha convertido en un instrumento de la po<strong>te</strong>ncia<br />
vencedora de la Guerra Fría, Estados Unidos, y sus aliados. Estos han<br />
utilizado la organización in<strong>te</strong>rnacional para asentar un “orden” que<br />
lleve a la globalización del planeta de la mano de las denominadas<br />
“misiones humanitarias”, que no son más que puras in<strong>te</strong>rvenciones<br />
coloniales. En medio, la corrupción, el negocio de las misiones de la<br />
ONU y los escándalos rodean a las Naciones Unidas.<br />
Que un grupo casi secreto de poderosos políticos y banqueros e<br />
in<strong>te</strong>lectuales se organice para orientar los principales<br />
acon<strong>te</strong>cimientos del mundo parece el argumento de una novela sobre<br />
conspiraciones, pero en realidad exis<strong>te</strong> un grupo de estas<br />
carac<strong>te</strong>rísticas que se reúne todos los años para discutir los grandes<br />
<strong>te</strong>mas y del que poco se sabe. Se trata del grupo Bilderberg, creado<br />
hace 50 años en un ho<strong>te</strong>l con es<strong>te</strong> nombre. Si las reuniones y<br />
decisiones del FMI, Banco Mundial y otros foros de es<strong>te</strong> tipo son<br />
relativamen<strong>te</strong> públicas, lo que carac<strong>te</strong>riza a Bilderberg es<br />
precisamen<strong>te</strong> su hermetismo. Sus componen<strong>te</strong>s lo llaman discreción,<br />
pero la verdad es que no trasciende ninguna de sus decisiones.<br />
También afirman que no adoptan acuerdos, sino que sólo se habla de<br />
los <strong>te</strong>mas propuestos. Pero resulta curioso que personas con la<br />
influencia y el poder de las que componen el grupo simplemen<strong>te</strong> se<br />
reúnan para una amigable charla. El secreto con que actúan ha<br />
alimentado precisamen<strong>te</strong> la leyenda en torno al grupo y su imagen de<br />
un “gobierno mundial” en la sombra.<br />
Puesto que hechos así no son posibles en una sociedad logocrática, tiene<br />
que haber en el mundo talentos de sobra, capaces de una irrefutable<br />
demostración de que será mejor para todo el mundo una “política” en la<br />
que ninguna decisión se adop<strong>te</strong>, si no es por unanimidad universal. Por<br />
tanto, demostrarán asimismo que la Política se revela impo<strong>te</strong>n<strong>te</strong> para dar<br />
solución a nuestros graves problemas, y que no sólo “es mejor” para todo<br />
el mundo, sino absolutamen<strong>te</strong> necesario, pasar a ser gobernado por la<br />
Razón: gobernado en forma de logocracia, sin la tradicional Política. Su<br />
demostración será irrefutable. Y no podrá nadie rechazarla. Se podrá<br />
negar que sea viable gobernar al mundo por la Razón, pero nadie negará<br />
que sería mejor.<br />
El hombre no puede seguir viviendo en una sociedad en la que —por no<br />
ser la Razón el Jefe de Estado único para toda la Tierra— constituyen<br />
amenaza grave los grandes progresos de la razón en el campo de la<br />
ciencia y de la técnica: energía nuclear, bio<strong>te</strong>cnología, nano<strong>te</strong>cnología...<br />
Podemos llegar a considerar eviden<strong>te</strong> (por universal unanimidad) que un
égimen de logocracia en el mundo es absolutamen<strong>te</strong> necesario, si el<br />
mundo ha de ser feliz..<br />
Ahora bien ¿es posible realmen<strong>te</strong> una logocracia? Nada conseguimos con<br />
reconocer que es necesaria, si resulta irrealizable. “Otro mundo es<br />
posible” claman ahora las gen<strong>te</strong>s. Pero ¿de qué “otro mundo” hablan?<br />
¿De un mundo en el que se introduzcan ciertos cambios para que nada<br />
cambie en el fondo, pues todo en el fondo seguirá siendo “Política y<br />
Democracia”, es decir irracionalidad? ¿O ese “otro mundo posible” es el<br />
de la logocracia, el de una “política apolítica” donde sólo <strong>te</strong>nga poder<br />
aquel que <strong>te</strong>nga razón en el deba<strong>te</strong> sobre lo que debe hacerse (o evitarse)<br />
para que todos vivamos felizmen<strong>te</strong>? Hay que investigar en serio si esto<br />
último es posible o no. Hay que investigarlo en serio, y con urgencia.<br />
Tienen la palabra los in<strong>te</strong>lectuales en general, y las ciencias sociales en<br />
particular. Por mi par<strong>te</strong>, diré cómo veo yo la cuestión.<br />
Primero me anticiparé a una posible objeción que puede hacérsenos. En el<br />
ensayo <strong>Logos</strong> avanza... dejé demostrado que el tiempo es una alineación<br />
de poliedros y que, por tanto, nada se mueve en el universo, nada puede<br />
acaecer, todo está quieto, el futuro está ya tan realizado como el<br />
pretérito, etcé<strong>te</strong>ra. Entonces, absurdo gro<strong>te</strong>sco y ridículo parece que<br />
hagamos planes y esfuerzos con el fin de transformar el mundo y<br />
convertir la Democracia en Logocracia, puesto que la futura Logocracia,<br />
si es posible, ya está realizada en la alineación de poliedros; y, si es<br />
imposible, con cer<strong>te</strong>za sabemos que no se realizará. Para esta objeción<br />
<strong>te</strong>ngo una respuesta doble.<br />
168<br />
1ª Hay tres niveles de conocimiento en el in<strong>te</strong>lecto humano. 56 Sólo en<br />
el <strong>te</strong>rcer nivel —sólo en el plano de la alta filosofía, sólo en el “nivel<br />
metaciencia”— es verdad que nada se mueve, que nada acaece, que el<br />
futuro está realizado: en los otros planos o niveles no se puede hablar<br />
así, porque en ellos el movimiento exis<strong>te</strong>, los hechos acaecen, y<br />
todavía no exis<strong>te</strong> el futuro. Téngase presen<strong>te</strong> que en el <strong>te</strong>rcer nivel<br />
(puesto que nada acaece) tampoco acaece que nosotros ahora<br />
estamos estudiando cómo transformar el mundo. Luego no es absurdo<br />
que in<strong>te</strong>n<strong>te</strong>mos transformarlo.<br />
2ª En los niveles primero y segundo, aunque admitiéramos que el<br />
futuro ya está prede<strong>te</strong>rminado, lo absurdo sería precisamen<strong>te</strong> el<br />
inhibirnos en razón de que está prede<strong>te</strong>rminado. Lo absurdo sería que<br />
nos abstuviéramos de transformar el mundo, pensando que, si está<br />
prede<strong>te</strong>rminada la transformación, ya se transformará sin que<br />
nosotros lo transformemos. Tan absurdo sería como echarnos a<br />
dormir encima de los raíles de una vía férrea, pensando que, si está<br />
prede<strong>te</strong>rminado que nos despertaremos a tiempo, nada podrá hacernos<br />
el tren, y si está prede<strong>te</strong>rminado que moriremos allí descuartizados,<br />
en vano in<strong>te</strong>ntaremos evitarlo abs<strong>te</strong>niéndonos de echarnos a dormir<br />
encima de los raíles.<br />
3ª Si se trata de hechos que sean intrínsecamen<strong>te</strong> evitables, no tiene<br />
ningún sentido que decidamos nada basándonos en que todo está<br />
prede<strong>te</strong>rminado. El decidirlo carece de sentido por la siguien<strong>te</strong><br />
poderosa razón. Siendo intrínsecamen<strong>te</strong> evitable un de<strong>te</strong>rminado<br />
acon<strong>te</strong>cimiento, por contradictorio es imposible saber que en el futuro<br />
<strong>te</strong>ndrá lugar ese acon<strong>te</strong>cimiento, pues precisamen<strong>te</strong> por saberlo<br />
podríamos hacer que no <strong>te</strong>nga lugar, lo cual implica una contradictio<br />
in <strong>te</strong>rminis. Por lo que me diga una pitonisa, yo puedo saber qué me<br />
ocurrirá en el futuro, si lo que me ocurrirá es que la próxima semana<br />
56 V. Ni Dios ni Darwin y <strong>Logos</strong> avanza...
169<br />
saldrá el Sol, o se producirá un eclipse, o el ciclón tropical destruirá<br />
la choza en que vivo. Pero ninguna pitonisa puede adivinar mi futuro,<br />
si lo predicho por ella es, por ejemplo, que la próxima semana comeré<br />
cigalas, porque yo, para demostrar que la pitonisa es una charlatana<br />
sacacuartos, no comeré la semana próxima ninguna cigala. Ar<strong>te</strong>mio<br />
Zarco en uno de sus artículos nos contó el caso de un expeditivo rey<br />
dispuesto a demostrar que uno de sus adivinos era incapaz de<br />
conocer el futuro. La demostración iba a ser muy fácil: si el adivino<br />
predecía la fecha exacta de su propia muer<strong>te</strong>, el rey ordenaba que lo<br />
estrangularan inmediatamen<strong>te</strong> después de la predicción.<br />
Entre las condiciones de posibilidad de la logocracia, una es que exista<br />
en los ciudadanos voluntad de ser gobernados por la Razón, gobernados<br />
en régimen de logocracia. Para que tal régimen pueda ser instaurado en la<br />
Tierra, se precisa que la sociedad quiera organizar su vida bajo él. ¿Se<br />
puede lógicamen<strong>te</strong> esperar que la ciudadanía quiera de veras el<br />
advenimiento de una logocracia? Parece que sí. Parece que eso debiera<br />
ser lo esperable. Sin embargo...<br />
Hay en el mundo millones de personas que —por haber sido formadas y<br />
educadas en el Error, o por fanatismo, o por su escasa o nula sensibilidad<br />
an<strong>te</strong> el dolor ajeno...— podrían rechazar un régimen de logocracia en el<br />
sentido de que no querrían aceptar ciertas decisiones logocráticas (la<br />
racional decisión, por ejemplo, de no prestar ayuda social ni cooperación<br />
alguna para el sos<strong>te</strong>nimiento de instituciones y actividades religiosas de<br />
ninguna especie), y an<strong>te</strong> eso preferirían la perpetuación del sufrimiento<br />
que traen las guerras, los crímenes, la pobreza, la ignorancia...<br />
Incluso hay personas que podrían rechazar un régimen de logocracia por<br />
la estúpida “razón” de que nos aburriríamos viviendo en un mundo en el<br />
que todo está racionalmen<strong>te</strong> organizado, y no hay problemas que resolver.<br />
¿Cómo íbamos a vivir, por ejemplo, sin cineastas y novelistas que nos<br />
delei<strong>te</strong>n con la descripción de situaciones pasionales apasionan<strong>te</strong>s que<br />
tanto y tanto se prodigan en la sociedad irracional, y apenas existirían —<br />
o no existirían— en sociedad racional madura donde todos los miembros<br />
han recibido racional formación y educación de alto nivel? No sé qué<br />
habrá en<strong>te</strong>ndido Anatole France cuando dijo que<br />
si hubiéramos de destruir todos los sueños y visiones de los hombres,<br />
la Tierra perdería su forma y su colorido, y nos adormeceríamos en la<br />
más tris<strong>te</strong> estolidez.<br />
Si con la destrucción de sueños y visiones quiso referirse a un mundo<br />
feliz en el que no hay ningún grave problema, se equivocó: Anatole<br />
France de ninguna manera puede saber que en un mundo así nos<br />
adormeceríamos “en la más tris<strong>te</strong> estolidez”.<br />
Habrá también (se supone) millones de personas, caren<strong>te</strong>s de talento para<br />
comprender cómo habría de beneficiarles económicamen<strong>te</strong> la abolición<br />
del derecho de propiedad, y que no querrían aceptar un régimen de<br />
logocracia que adoptara semejan<strong>te</strong> decisión.
Por otro lado, en cambio, parece que, en las opiniones vertidas y en las<br />
actividades desarrolladas acá y acullá por todo el planeta, exis<strong>te</strong>n ahora<br />
mismo indicios bastan<strong>te</strong>s de que la sociedad actual fácilmen<strong>te</strong> pasaría a<br />
querer ser gobernada por la Razón. Parece haber indicios de que empieza<br />
—o pronto empezaría— a darse cuenta de que la Política no resolverá<br />
nunca los problemas básicos. Veamos lo que sucede todavía hoy, en el<br />
siglo XXI, y nada menos que en la modélica democracia de los Estados<br />
Unidos de Nor<strong>te</strong>américa:<br />
170<br />
El tinglado compuesto por las Cías de Seguros, el sis<strong>te</strong>ma hospitalario<br />
y las industrias farmacéuticas es en la actualidad, en su versión<br />
americana, una vergüenza de la especie humana, un engendro del<br />
infierno capitalista... [...] Michael Moore asegura (El País 7-1-05) que<br />
más de 44 millones de americanos carecen de cobertura sanitaria. No<br />
tienen derecho ni a ponerse un esparadrapo a cargo de la asis<strong>te</strong>ncia<br />
pública... [Ar<strong>te</strong>mio Zarco]<br />
Si la sociedad actual, en efecto, se diera cuenta cabal de ello, pronto<br />
podría comprender que la Razón sí puede resolver los problemas básicos.<br />
Parece haber indicios de que la sociedad empieza a cansarse de los<br />
políticos y de la flaman<strong>te</strong> democracia que gestionan (aunque pocos<br />
cerebros <strong>te</strong>rminan de comprender que es imperiosamen<strong>te</strong> necesario<br />
renunciar a la democracia y sustituirla por algo que tampoco sea<br />
dictadura).<br />
Lo digo rotundamen<strong>te</strong>: la democracia es una tomadura de pelo. [José<br />
Saramago, entrevistado por Fernando Sánchez Dragó].<br />
En la presentación de su novela en Gas<strong>te</strong>iz [Ensayo sobre la lucidez],<br />
Saramago dijo que estaba desencantado de la democracia [Ar<strong>te</strong>mio<br />
Zarco].<br />
Mediocridad y arrogancia, dos feos defectos que se repi<strong>te</strong>n en los<br />
políticos profesionales en una proporción tan alta y llamativa que no<br />
<strong>te</strong>nemos más remedio que deducir que responden a de<strong>te</strong>rminadas<br />
leyes de la naturaleza [Ar<strong>te</strong>mio Zarco].<br />
Todos los partidos políticos participan de las pústulas del sis<strong>te</strong>ma,<br />
más pústulas cuanto más cerca del Poder, menos los más alejados.<br />
Todos ellos le han dado la vuelta a la democracia. Todos ellos han<br />
abusado de ella. Era una hermosa joven, y la han convertido en una<br />
vieja celestina [Ar<strong>te</strong>mio Zarco].<br />
Nada ganamos con hacer vagas y vacuas exaltaciones de la libertad,<br />
de la democracia, de la igualdad, sin ver la crisis que están<br />
atravesando estos principios. Hoy todas estas grandes palabras se<br />
han vuelto vacías... [Massimo Cacciari].<br />
La clase política, fanática de que la democracia es el mejor sis<strong>te</strong>ma<br />
político conocido hasta la fecha, se ha instalado en él de por vida.<br />
Olvidan, no sólo por ignorancia, lo que señalaba Flaubert: “la<br />
democracia no es la última palabra de la humanidad, de la misma<br />
manera que tampoco lo fueron la esclavitud, el feudalismo o la<br />
monarquía.” El sis<strong>te</strong>ma democrático, lo mismo que la Constitución, se<br />
han elevado a fetiches sagrados... [Víctor Moreno]<br />
Veamos algunos positivos indicios de predisposición para una logocracia<br />
posible como al<strong>te</strong>rnativa. Hay mucha gen<strong>te</strong> que vive y se desvive para<br />
que la humanidad no sufra. Quienes deberían vivir y desvivirse por ello<br />
son las instituciones gubernamentales, pero no lo hacen, y no lo harán,<br />
porque su propia dinámica natural —sea dictatorial, sea democrática—<br />
les impone otras obligaciones. En su defecto, han surgido innumerables<br />
ONG y diversas agrupaciones y movimientos humanitarios, ecologistas,
pacifistas, incluso anarquistas y revolucionarios, que ardien<strong>te</strong>men<strong>te</strong><br />
quieren “un mundo mejor”, y trabajan por conseguirlo, a veces con<br />
sacrificios enormes, y siempre con denuedo.<br />
En el seno de es<strong>te</strong> movimiento plural que en los últimos tiempos va<br />
ex<strong>te</strong>ndiéndose con crecien<strong>te</strong> rapidez y amplitud, se corean con insis<strong>te</strong>ncia<br />
las consignas “otro mundo es posible” y “queremos un mundo mejor”:<br />
llaman al<strong>te</strong>rmundismo al plural movimiento. Es verdad que todo su<br />
inmenso gri<strong>te</strong>río será insuficien<strong>te</strong> para liberar de su dolor a la<br />
humanidad, si el reclamado “mundo mejor” ha de seguir siendo un mundo<br />
gobernado por políticas tales como la dictadura o la democracia, es decir<br />
gobernado irracionalmen<strong>te</strong>. Pero el espíritu que anima esos gritos es tal<br />
que bien podría imprimírseles la siguien<strong>te</strong> dirección concreta: “queremos<br />
un al<strong>te</strong>rmundo en el que pueda imponerse la Razón”.<br />
Conseguir un mundo mejor es fácil. Sólo con haber arreglado esta<br />
mañana un bache en la carre<strong>te</strong>ra de tu pueblo, ya has conseguido un<br />
mundo mejor. Pero ésa no es la cuestión. En un mundo simplemen<strong>te</strong><br />
“mejor”, pueden seguir siendo apremian<strong>te</strong>s los apremian<strong>te</strong>s problemas<br />
actuales de la humanidad. Si los mencionados movimientos populares<br />
advier<strong>te</strong>n que se debe luchar, no por un mundo “mejor”, sino por “el<br />
mejor posible” (que es el dirigido por la Razón); si se percatan de que la<br />
Democracia o la Política no pueden crear el mundo mejor posible; si se<br />
percatan de que a las consignas habituales hay que añadir una más —<br />
“¡democracia no, logocracia sí!”—, poniendo el grito en lo más alto del<br />
cielo, tal vez pueda llegar a su fin la Era de la Sinrazón, e inaugurarse<br />
la Era de la Razón.<br />
A propósito de la memorable movilización popular del 15.02.03, James<br />
Petras publicó en La Jornada un artículo que leí reproducido en el diario<br />
Gara. Permítaseme transcribir uno de los pasajes, y subrayar algunas<br />
palabras:<br />
171<br />
Presenciamos una confrontación entre los propugnadores del<br />
genocidio que creen en uno, dos, muchos Afganistanes e Iraks, y la<br />
crecien<strong>te</strong> oposición de millones de representan<strong>te</strong>s de la humanidad,<br />
sus mejores escritores e in<strong>te</strong>lectuales, los voceros religiosos y<br />
espirituales que son nobles y dignos y, sobre todo, sus líderes<br />
naturales en las clases populares. No puede haber concesiones: esta<br />
disputa no llegará a su fin hasta que, o bien el mundo abrace una<br />
civilización libre de imperialismo, genocidio y matanzas étnicas, o<br />
bien descendamos al infierno de un mundo gobernado por sicópatas<br />
genocidas que ven la guerra como medio de dominación perpetua.<br />
A mi juicio, eso que he subrayado es verdadero, siempre que pueda<br />
in<strong>te</strong>rpretarse como sigue: “esta disputa no llegará a su fin hasta que, o<br />
bien el mundo abrace una civilización basada en la Razón, o bien<br />
descendamos al infierno de un mundo gobernado por sicópatas genocidas<br />
inevitablemen<strong>te</strong> posibles en Política (en Democracia).”<br />
También es desgraciadamen<strong>te</strong> verdad que hay movimientos populares —<br />
incluso revolucionarios— en que lo buscado por ellos no es inequívoca y<br />
realmen<strong>te</strong> el mejor mundo posible, sino la lucha por la lucha (contra
alguien o algo declarado “enemigo”). La dinámica in<strong>te</strong>rna que los mueve<br />
se asemeja a la de los partidos políticos tradicionales. En éstos, el<br />
objetivo <strong>te</strong>órico declarado suele ser también alguna forma de “mundo<br />
mejor”. Pero el objetivo práctico real y central del dirigen<strong>te</strong> y del<br />
afiliado se cifra, en el supuesto más piadoso, en apoyar y man<strong>te</strong>ner<br />
pujan<strong>te</strong> “mi partido”; se cifra en “derrotar al enemigo”, en “luchar contra<br />
la ideología del otro”. Les anima el mismo espíritu que anima al<br />
aficionado más o menos fan de su equipo de fútbol. “¡Todo por el<br />
partido!” suele ser de hecho la consigna de todos los políticos.<br />
Me parece, además, que hay movimientos populares (incluso<br />
revolucionarios y antirreligiosos), paradójicamen<strong>te</strong> inspirados y<br />
alentados por un genuino espíritu de fanatismo religioso. He oído en<br />
alguna par<strong>te</strong> decir que el marxismo es una religión. Si eso es verdad ¡mal<br />
nos irán las cosas con el marxismo! Dejar de creer en Dios porque Dios-<br />
Espíritu no es Ma<strong>te</strong>ria, y pasar a creer que la Ma<strong>te</strong>ria es un Dios-Espíritu<br />
a favor del cual <strong>te</strong>nemos el deber de hacer la guerra sin cuar<strong>te</strong>l —con el<br />
fin de ex<strong>te</strong>rminar a “los malos”—, no traerá felicidad al género humano.<br />
Hace poco, en un artículo titulado La democracia en llamas y firmado<br />
Jesús F. Naves, Imanol Olabarria y Antonio Escalan<strong>te</strong>, junto a razones<br />
bien sólidas encontré pensamientos que repudian toda fórmula que sea<br />
racionalista, que no sea genuina pelea, guerra, lucha:<br />
172<br />
Nuestra tarea ha de centrarse en desarrollar nuevas formas de lucha.<br />
Creemos que hay que renunciar a concepciones vanguardistas<br />
poseedoras de la verdad y dueñas de tácticas y estra<strong>te</strong>gias, y a una<br />
ética más que dudosa en la utilización de los medios en el caminar<br />
hacia una transformación social radical.<br />
Al demonio con las verdades absolutas y sujetos revolucionarios...<br />
No hay ningún sujeto, partido, proletariado, pueblo... que pueda<br />
atribuirse a priori su función transformadora.<br />
Los movimientos populares cuya dinámica sea semejan<strong>te</strong> a la de los<br />
partidos políticos —porque sólo quieren que venza (no que convenza), su<br />
razón, su pueblo, su gremio, etc., o porque quieren “lucirse” liderando<br />
iniciativas personales presentadas como “liberadoras”— no quieren real e<br />
inequívocamen<strong>te</strong> que el mundo sea el mejor posible. No lo quieren, por la<br />
sencilla razón de que el mejor mundo posible no puede conseguirse de la<br />
noche a la mañana, y lo único que ellos en realidad buscan son soluciones<br />
ya (que, por eso mismo, no pueden ser soluciones verdaderas o<br />
completas).<br />
En es<strong>te</strong> sentido experimenté yo cierta desazón, y cierto <strong>te</strong>mor de que en<br />
los foros sociales últimamen<strong>te</strong> creados no se trabaje lo suficien<strong>te</strong> en la<br />
buena dirección, cuando leí algunos comentarios que Luis Javier Garrido<br />
y Paul Nicholson hicieron con motivo de la quinta edición del FSM (Foro<br />
Social Mundial) en Porto Alegre:<br />
...el mismo día de la inauguración los organizadores, lejos de discutir<br />
el fondo de las cosas y plan<strong>te</strong>arse cómo es<strong>te</strong> espacio enorme puede<br />
desembocar en un proyecto global que constituya una verdadera
173<br />
al<strong>te</strong>rnativa al capitalismo neoliberal, continuaron enfrascados en una<br />
disputa in<strong>te</strong>rna sobre la organización [Garrido].<br />
Desde el primer Foro en Porto Alegre, con una participación de 10.000<br />
activistas, a hoy con un Foro de 150.000, hemos crecido en<br />
popularidad y en el deseo de construir espacios de lucha. Esta<br />
popularización del movimiento de los Foros es positiva, pero también<br />
genera exigencias de que sea, no ya un turismo de foros, sino una<br />
plaza de luchas sociales contra el liberalismo. [...] ...avanzar sobre<br />
<strong>te</strong>rritorios nuevos, no ya en los cambios de metodologías, que es el<br />
traje, sino cambiar y activar lo que son los objetivos de fondo de los<br />
foros sociales, que son la transformación de la sociedad... [...] El<br />
Foro, al final, es un instrumento para transformar la sociedad, no es<br />
un fin en sí mismo... [...] Hacer un Foro Social Mundial es poner el<br />
carro delan<strong>te</strong> de los bueyes, no lo necesitamos, nos ahoga, y al final<br />
es un impedimento [Nicholson].<br />
Cuando ELKARRI estaba preparando su primera Conferencia de Paz, nos<br />
pidió a todos los ciudadanos que rellenáramos un cuestionario. En el<br />
impreso correspondien<strong>te</strong> nos dejó un espacio reservado para sugerencias.<br />
Lo rellené con estas frases que eran la pura verdad:<br />
Sinceramen<strong>te</strong>, yo no sabría aportar nada que fuera valioso para esta<br />
concreta Conferencia de Paz. Pero, ya que nos invitáis de un modo<br />
general a emitir nuestras opiniones, aquí os envío la mía. Una<br />
convivencia social pacífica sin fisuras, que permita disfrutar de una<br />
paz intrínsecamen<strong>te</strong> duradera ⎯y, por tanto, prácticamen<strong>te</strong> perpetua⎯<br />
es inviable, a mi juicio, dentro de las estructuras de la sociedad<br />
actual. ¿Podrá la humanidad optar alguna vez a esa forma de<br />
convivencia social? Por lógica, en vuestro entorno tiene que haber<br />
alguna persona que sienta verdadero deseo de saber si eso es posible.<br />
Por lógica también, esa persona en principio deberá sentir verdadero<br />
deseo de colaborar (según sus posibilidades) en una eventual<br />
investigación de las transformaciones que serían necesarias en la<br />
sociedad actual para que la susodicha convivencia pacífica llegara a<br />
hacerse posible. Si sabéis de alguien que reúna esas dos condiciones,<br />
os ruego le invitéis a contactar conmigo, bien sea por correo<br />
ordinario, bien sea [...] Os aseguro que habréis hecho una obra buena.<br />
Gracias.<br />
Mi comunicado no mereció ni siquiera el acuse de recibo exigido por una<br />
elemental cor<strong>te</strong>sía, lo que me obligó a pensar que tal vez sea posible<br />
organizar aparatosas “Conferencias de Paz” con un objetivo que no es<br />
precisamen<strong>te</strong> el logro de la paz. Máxime cuando ya de an<strong>te</strong>mano se sabe<br />
que democrática o políticamen<strong>te</strong> ninguna “Conferencia de Paz” traerá<br />
paz, porque el de la paz entre políticos es problema insoluble: en el<br />
mejor de los casos traerá una relativa pacificación en las formas, pero no<br />
la paz.<br />
Para que la logocracia sea posible, es necesario que en los ciudadanos<br />
exista voluntad al respecto: voluntad de que sea la Razón la que gobierne<br />
el mundo, voluntad de que cese cuanto an<strong>te</strong>s el mucho Dolor que de mil<br />
maneras padece la humanidad. No es imposible que las ONG y demás<br />
movimientos populares lleguen a <strong>te</strong>ner esa voluntad. Pero tampoco basta<br />
eso. Tan necesaria, o más necesaria, es la voluntad de las éli<strong>te</strong>s<br />
in<strong>te</strong>lectuales. Por tanto, acaso constituya dificultad muy seria el inicio<br />
mismo del proceso de racionalización de la sociedad.
Comentando el libro de Montserrat Galcerán “Silencio y olvido”, José<br />
María Ripalda publicó un enjundioso artículo cuya última frase (de sie<strong>te</strong><br />
palabras) me pareció que expresaba justamen<strong>te</strong> lo que yo veo como<br />
quehacer único de los in<strong>te</strong>lectuales:<br />
174<br />
El libro de Galcerán, compe<strong>te</strong>n<strong>te</strong>, técnico filosóficamen<strong>te</strong>, es también<br />
un repaso reflexivo a la función del in<strong>te</strong>lectual normal, que examina y<br />
propone valores, normas y diagnósticos sociales. Se trata de un<br />
problema que no se puede resolver simplemen<strong>te</strong> en la <strong>te</strong>oría: entonces<br />
lo resolverían los in<strong>te</strong>lectuales. Pero estamos muy lejos de<br />
encontrarle entre todos soluciones prácticas; es el “entre todos” lo<br />
que falta.<br />
En efecto. Y ese “el entre todos” que nos falta es el que se puede<br />
conseguir si (y sólo si) hay unanimidad universal. Pero a su vez la<br />
unanimidad universal es posible si (y sólo si) se deja a un lado la<br />
aconceptual filosofía no geométrica, y se plan<strong>te</strong>an todas las cuestiones<br />
intramuros de la geometría, con lo cual se podrá sustituir Democracia por<br />
Logocracia.<br />
Para que pueda iniciarse el proceso de racionalización de la sociedad, es<br />
necesario establecer contactos entre in<strong>te</strong>lectuales dispuestos a debatir si<br />
conviene —o si merece la pena— in<strong>te</strong>ntar que la Razón guíe a la<br />
humanidad. Y esto puede no ser factible. Por desidia. Por apriorístico<br />
escepticismo o pesimismo. Por considerar utópico el proyecto. Porque<br />
erróneamen<strong>te</strong> lo creen perjudicial para de<strong>te</strong>rminados in<strong>te</strong>reses personales.<br />
Por conservadurismo fanático, ideológico, religioso, u otro... Por mil<br />
razones.<br />
En el in<strong>te</strong>lectual medio se da con frecuencia la típica actitud, cobarde o<br />
cómoda, de arrimarse al sol que más calienta, de no mojarse cuando se<br />
trata de tomar posiciones que no agradan al poder establecido. Puede<br />
suceder que entre las éli<strong>te</strong>s in<strong>te</strong>lectuales haya quien quiera torpedear la<br />
idea antidemocrática de “logocracia”, buscando cualquier triquiñuela.<br />
En todo caso, aunque ya se cuidarán ellas de no hacer contra la Razón,<br />
públicamen<strong>te</strong>, manifestaciones que les van a desacreditar si se empeñan<br />
en estrangular el proceso desde un principio, quizá puedan conseguirlo<br />
por otros medios. Hay uno muy eficaz: la conspiración del silencio.<br />
Cuando a mí no me in<strong>te</strong>resa que la comunidad se en<strong>te</strong>re de que tiene<br />
razón mi adversario, habré hecho lo más eficaz, si consigo que<br />
públicamen<strong>te</strong> no se hable de mi adversario. Quien escribió A<strong>te</strong>ísmo y<br />
religiosidad (el embajador de España, Gonzalo Puen<strong>te</strong> Ojea) sabía algo<br />
de eso, por haberlo experimentado en su propia carne:<br />
En España, concretamen<strong>te</strong>, nadar contra corrien<strong>te</strong>, salirse<br />
públicamen<strong>te</strong> de lo que pueda estimarse que es la communis opinio,<br />
no significa sólo disentir, sino sentirse excluido. Nadar contra<br />
corrien<strong>te</strong> en cuestiones que se consideran fundamentales [...] no<br />
equivale a entrar en deba<strong>te</strong>, a contrastar ideas o convicciones, sino a<br />
condenarse al aislamiento, la marginación y el olvido. No suscita el<br />
diálogo, sino el silencio, la muer<strong>te</strong> civil, la supresión simbólica.
Pese a lo cual, en el peor de los casos hay una posibilidad a <strong>te</strong>ner en<br />
cuenta, y es la que ya hemos comentado an<strong>te</strong>riormen<strong>te</strong>. Se ha producido<br />
entre nuestros coetáneos, más de una vez —París, año 68; Seattle, año 99;<br />
Praga, año 2000; Porto Alegre, varios años consecutivos, y suma y<br />
sigue— un tipo de reacción social que podría ser de<strong>te</strong>rminan<strong>te</strong> para esto<br />
último que estamos considerando.<br />
Crecien<strong>te</strong>s masas de ciudadanos disconformes con el modelo de sociedad<br />
en que nos ha tocado vivir, de tiempo en tiempo se rebelan airadas contra<br />
el Establishment y sus mil sangran<strong>te</strong>s injusticias. Con todos los<br />
“defectos de forma” que les han sido señalados, lo cierto es que esas<br />
airadas masas, a voz en grito, exigen a los poderes la construcción de “un<br />
mundo mejor”, lema que in<strong>te</strong>ncionalmen<strong>te</strong> es identificable con<br />
Logocracia. ¿Podrían las tales airadas masas —an<strong>te</strong> una hipotética<br />
cerrazón inmovilista del Establishment— forzar a la in<strong>te</strong>lectualidad para<br />
que lleve a cabo un deba<strong>te</strong> serio (“con luz y taquígrafos”, por supuesto)<br />
sobre la viabilidad de un planeta dirigido por la Razón? Los aldabonazos<br />
que se oyeron en Praga y en Porto Alegre demostraron que allí había<br />
energía po<strong>te</strong>ncial considerable...<br />
Parece que no se puede negar la posibilidad de que un día sal<strong>te</strong>n a la<br />
palestra personas de reconocida solvencia in<strong>te</strong>lectual, entablando el<br />
susodicho deba<strong>te</strong>. Si viviera, tal vez lo hiciera Carl Sagan, a juzgar por<br />
esto que escribió en Cosmos:<br />
175<br />
Ha de haber sis<strong>te</strong>mas sociales que funcionarían mucho mejor que los<br />
exis<strong>te</strong>n<strong>te</strong>s hoy en día. Nuestra tarea, dentro de la tradición científica,<br />
es encontrarlos.<br />
Y tal vez lo haga alguno (o más de uno) de los in<strong>te</strong>lectuales cualificados<br />
a los que ha impactado lo que está ocurriendo en los últimos tiempos:<br />
Torres Gemelas, Afganistán, Irak... Por ejemplo, Adolfo Pérez Esquivel<br />
que, recién iniciada la criminal agresión de Bush en Irak, horrorizado,<br />
escribió:<br />
Es necesario repensar las democracias y los organismos<br />
in<strong>te</strong>rnacionales, así como encontrar nuevos caminos de vida y<br />
convivencia entre los pueblos.<br />
Y que siguió escribiendo en el mismo tono:<br />
Los emergen<strong>te</strong>s históricos de los pueblos son como los ríos<br />
sub<strong>te</strong>rráneos donde convergen otros ríos y en un momento<br />
de<strong>te</strong>rminado se unen al gran caudal y surgen a la superficie. Cambian<br />
el curso, transformando la realidad y la vida. Estamos en una etapa<br />
histórica de transformar la realidad impuesta de dominación, del<br />
pensamiento único del neoliberalismo...<br />
Un premio Nobel de la Paz que se expresa en esos términos, no<br />
aconsejará a los in<strong>te</strong>lectuales que no estudien la utopía de la Logocracia<br />
porque van a perder el tiempo. No se lo aconsejará, porque sabe que no<br />
sólo está en juego la posibilidad real de que el mundo deje sufrir. Es que<br />
además está en juego la posibilidad real de que la humanidad sobreviva.<br />
Yo estoy convencido de que tarde o <strong>te</strong>mprano (<strong>te</strong>mprano más bien) la<br />
humanidad se autodestruirá, si no deja a un lado la Política —donde la
fuerza motriz única son en definitiva las armas— y si no la sustituye por<br />
una rigurosa Logocracia (donde la fuerza motriz única puede ser y tiene<br />
que ser la Razón).<br />
Palabras como las de Pérez Esquivel equivalen a una inyección de nuevas<br />
esperanzas. Esperanzas que se reafirman después, cada vez que oigo o leo<br />
declaraciones como ésta de Carlo Frabetti:<br />
176<br />
Las movilizaciones estudiantiles se suceden por todo el país con una<br />
in<strong>te</strong>nsidad sin preceden<strong>te</strong>s en el ámbito universitario. Pero es<br />
necesario que estas acciones confluyan en un proyecto común. Ha<br />
llegado el momento de convocar amplias reuniones a nivel estatal (y<br />
luego in<strong>te</strong>rnacional) para contrastar experiencias e ideas,... [...] Mayo<br />
del 68 fue un ensayo general. Ahora va en serio.<br />
O esta otra de Noam Chomsky:<br />
Lo más esperanzador, muy nuevo y bastan<strong>te</strong> excitan<strong>te</strong>, es que por<br />
primera vez en la historia hay enormes movimientos populares<br />
in<strong>te</strong>rnacionales, con mucha solidaridad in<strong>te</strong>rnacional. Se han<br />
desarrollado principalmen<strong>te</strong> en el Sur, en India y Brasil, pero ahora se<br />
han ampliado al Nor<strong>te</strong>. Están enfocados a abordar los problemas<br />
fundamentales de injusticia, opresión, violencia...<br />
Puesto que en una sociedad regida por la Razón es imposible per se la<br />
pervivencia de ninguna institución religiosa —iglesia, secta, monas<strong>te</strong>rio,<br />
<strong>te</strong>mplo, etcé<strong>te</strong>ra—, al pronto parece que actualmen<strong>te</strong> ha de haber todo un<br />
mundo de gen<strong>te</strong>s que no querrán ver instaurada en la Tierra una sociedad<br />
regida por la Razón. Sin embargo, quizá tanta noluntad sea sólo aparen<strong>te</strong>,<br />
porque en ese inmenso mundo de las creencias religiosas (incluso en el<br />
seno del más exaltado fundamentalismo), hay personas in<strong>te</strong>ligen<strong>te</strong>s,<br />
capaces de llegar a ver que su creencia puede ser errónea o, por lo menos,<br />
capaces de ver que en cualquier caso la humanidad necesita ser dirigida<br />
por la Razón.<br />
Según informaba el <strong>te</strong>ólogo Félix Placer Ugar<strong>te</strong> en artículo periodístico,<br />
refiriéndose al IV Parlamento de las Religiones del Mundo, celebrado en<br />
Barcelona,<br />
...en es<strong>te</strong> Parlamento la pregunta era “¿dónde hay gen<strong>te</strong> sufriendo?”,<br />
“dónde está el conflicto?” La cuestión, según los <strong>te</strong>ólogos y<br />
pensadores que participaron en es<strong>te</strong> simposio, no es si los seguidores<br />
de una de<strong>te</strong>rminada religión creen en la inmortalidad del alma, por<br />
importan<strong>te</strong> que pueda ser es<strong>te</strong> tipo de creencias, sino si una religión<br />
es capaz de aportar paz, justicia y unidad al mundo, más humanidad.<br />
[...] El <strong>te</strong>ólogo holandés E. Schillebeeckx ya constató una conexión<br />
in<strong>te</strong>rna entre la esencia misma de la religión y la violencia religiosa<br />
cuando se presentan las religiones como únicas verdaderas... [...] La<br />
guerra santa no es un invento del fundamentalismo islámico, lo es de<br />
todas las religiones que se creen únicas poseedoras de la verdad...<br />
El creyen<strong>te</strong> in<strong>te</strong>ligen<strong>te</strong> y culto y sincero que así se expresa, no está muy<br />
lejos de comprender que ninguna religión es poseedora de la verdad<br />
(tampoco, por tanto, la suya). Y, si llega a comprender eso, no repudiará<br />
el advenimiento de una sociedad organizada y dirigida por la Razón.
Más arriba he dicho que la implantación del sis<strong>te</strong>ma “logocracia” será<br />
posible únicamen<strong>te</strong> si la comunidad quiere aceptarlo, y que tal vez haya<br />
millones de personas que no lo quieran, por no estar conformes con<br />
ciertas decisiones inevitables en logocracia. En rigurosa lógica no es esa<br />
la verdad. La verdad es que el advenimiento del nuevo régimen será<br />
posible únicamen<strong>te</strong> si la comunidad dice que quiere aceptarlo: si dice que<br />
sí, aunque no lo quiera, el advenimiento será posible. Tenemos entonces<br />
un dato seguro importan<strong>te</strong>, y es que ninguna persona de prestigio podrá<br />
públicamen<strong>te</strong> decir que no quiere un sis<strong>te</strong>ma de gobierno basado en la<br />
fuerza de la Razón, y que prefiere el actual, basado en la fuerza de las<br />
armas.<br />
A manera de ejemplo, imaginemos que en su fuero in<strong>te</strong>rno el jefe de<br />
Estado del Vaticano, llegado el caso, arrastrado por el fanatismo, no<br />
quiere que el mundo sea gobernado por la Razón. Ya podemos estar<br />
seguros de que no lo dirá en público. Podrá evadirse diciendo que la<br />
logocracia es utopía inviable, que su instauración (aunque fuera viable)<br />
no resolvería los problemas de la sociedad, que no toda la verdad está en<br />
la Razón, etc., pero le será imposible decir “no quiero un mundo<br />
gobernado por la Razón, aunque así hayamos de <strong>te</strong>ner paz perpetua”.<br />
La necesaria instauración de un régimen de logocracia será realidad<br />
cuando los ciudadanos manifies<strong>te</strong>n su voluntad de instaurarla. Ahora<br />
bien, para que exista esa voluntad, convendrá que el ciudadano conozca<br />
el mecanismo in<strong>te</strong>rno del régimen de logocracia. Convendrá que sepa cuál<br />
es el medio o el instrumento necesario para que entre en funcionamiento<br />
ese régimen, y el sis<strong>te</strong>ma resul<strong>te</strong> ser operativo y eficaz. Vamos a ello.<br />
Logocracia es un sis<strong>te</strong>ma de organización social o de gobierno en el que<br />
sólo se adopta en cada caso la decisión o la propuesta de aquellas<br />
personas que <strong>te</strong>ngan razón en orden a de<strong>te</strong>rminar que la susodicha<br />
decisión o propuesta conduce a la felicidad mayor posible de todos. Esto<br />
nos obliga a preguntarnos cómo se puede saber “quién tiene razón”.<br />
Como respuesta, toda respuesta de filósofo es lo primero que deberá<br />
desecharse. Ya hemos explicado por qué no pueden los filósofos opinar<br />
todos unánimes. Por las enseñanzas de la filosofía no conoceremos nunca<br />
la naturaleza y propiedades de la “razón” o de la “verdad”. Hay que<br />
buscar la respuesta en la praxis. Y en la praxis, la única manera de saber<br />
quién tiene razón es que exista universal asentimiento unánime sobre lo<br />
razonable o lo correcto o lo convenien<strong>te</strong> de la correspondien<strong>te</strong> propuesta<br />
o decisión. Es decir que exista sobre ello universal unanimidad de<br />
opinión, pues nada se debe decidir en logocracia mientras no haya<br />
unanimidad. Una proposición es verdadera sólo cuando —y mientras<br />
que—, haya sido y continúe siendo aceptada por unanimidad universal.<br />
Para que la unanimidad pueda considerarse universal, no es necesaria la<br />
unánime opinión de todos los individuos que in<strong>te</strong>gran la comunidad.<br />
Puede considerársela propiamen<strong>te</strong> universal, aunque niños, beodos,<br />
ora<strong>te</strong>s, idiotas, personas en estado comatoso, personas que padecen una<br />
177
demencia senil, etc., no la compartan. Digamos que, si “opinaran” los<br />
tales, no sería opinión su “opinión”, e in<strong>te</strong>grarían el “sector social noopinan<strong>te</strong>”.<br />
Por tanto, sin la de ellos, propiamen<strong>te</strong> universal será la<br />
unánime del resto de la población.<br />
Esta unánime opinión del resto será también propiamen<strong>te</strong> universal,<br />
aunque no la compartan personas que carecen de opinión propia o no<br />
quieren manifestarla. En cuanto a estos últimos, en el supuesto de que —<br />
sin expresar disentimiento— simplemen<strong>te</strong> no quieran asentir a la opinión<br />
que sea por lo demás unánime, per<strong>te</strong>necerán ipso facto al “sector social<br />
no-opinan<strong>te</strong>”. Ninguna no-opinión puede restar universalidad a la<br />
universal sí-opinión unánime de quienes la han dado.<br />
Asimismo, para que la unanimidad pueda considerarse universal, basta<br />
que una opinión dada sea unánimemen<strong>te</strong> compartida por todos los<br />
miembros de un conjunto humano creado ex professo con las<br />
carac<strong>te</strong>rísticas necesarias —muy suficien<strong>te</strong>s— para que pueda saberse<br />
quién tiene razón en un de<strong>te</strong>rminado asunto. Si el conjunto ha sido<br />
racionalmen<strong>te</strong> (y ex professo) creado con ese fin, tiene que estar de tal<br />
modo constituido que la sujeción a muy precisos estatutos o normas de<br />
funcionamiento haga de él un mecanismo social apto para la pragmática<br />
plasmación de unanimidades de opinión universales. Pensemos cuáles<br />
podrían ser algunas de esas normas de funcionamiento:<br />
178<br />
a) El conjunto debe conformar un específico foro-asamblea cuya<br />
labor —siempre desarrollada cara al público— <strong>te</strong>nga carác<strong>te</strong>r de<br />
consulta-contras<strong>te</strong> de opiniones-proposiciones muy concretas (que<br />
de an<strong>te</strong>mano el consultan<strong>te</strong> habrá debatido en privado, consigo<br />
mismo o con <strong>te</strong>rceros). Para cuando haya que referirse en lo<br />
sucesivo a ese foro, lo bautizaremos con el nombre de Forum <strong>Logos</strong>.<br />
b) Debe in<strong>te</strong>grar el Forum <strong>Logos</strong> el mayor posible número de<br />
participan<strong>te</strong>s (cuanto mayor su número, tanto mayor la garantía de<br />
que sea universal su unánime aceptación). Puede constituirse en<br />
cualquier momento, en cualquier lugar, y no necesariamen<strong>te</strong><br />
circunscrito a unas limitadas coordenadas geográficas. Pueden los<br />
participan<strong>te</strong>s man<strong>te</strong>ner su diálogo sin moverse de su domicilio,<br />
comunicándose por video-conferencia, por ejemplo, diseminados por<br />
todo el planeta, conformando una especie de asamblea virtual.<br />
c) Deben tomar par<strong>te</strong> en el foro —siempre con carác<strong>te</strong>r voluntario—<br />
todos los ciudadanos que lo deseen, fuere cual fuere su ideología,<br />
su religión, su raza, su nacionalidad, su edad, su sexo, su catadura<br />
moral, su estatus social, etcé<strong>te</strong>ra. Una única exclusión: sólo pueden<br />
tomar par<strong>te</strong> quienes gocen de público y notorio prestigio in<strong>te</strong>lectual.<br />
d) El Forum debe <strong>te</strong>ner por misión única presentar una por una (esto<br />
es absolutamen<strong>te</strong> necesario), propuestas o mociones —que han de<br />
ser simples descripciones concretas y lacónicas de lo que el<br />
ponen<strong>te</strong> considere más aconsejable (en cada caso concreto) para la<br />
felicidad general o bien común— concebidas y formuladas en forma<br />
tal que no puedan ser negadas públicamen<strong>te</strong> por ninguna persona de<br />
notorio prestigio in<strong>te</strong>lectual, como son todas las personas que<br />
in<strong>te</strong>gran el Forum: se considerará eo ipso que tales propuestas han<br />
sido aceptadas por unanimidad universal.<br />
e) En caso de que, a pesar de lo dicho, alguien (v.gr., por in<strong>te</strong>reses<br />
particulares) negara lo que toda la numerosa y he<strong>te</strong>rogénea<br />
asamblea unánimemen<strong>te</strong> acepta como eviden<strong>te</strong> —negación<br />
prácticamen<strong>te</strong> imposible (salvo que de pronto el supuesto<br />
discrepan<strong>te</strong> hubiere sufrido alguna enajenación mental)— el<br />
disiden<strong>te</strong> debería presentar a su vez una contrapropuesta. Si ésta<br />
fuese unánimemen<strong>te</strong> rechazada, aquél debería presentar otra. Si
179<br />
también esta otra le fuese unánimemen<strong>te</strong> rechazada, tal vez aún<br />
podría <strong>te</strong>ner que presentar una <strong>te</strong>rcera contrapropuesta. O, si fuera<br />
preciso, una cuarta... De forma que, si se obstinara en su rechazo,<br />
ipso facto quedaría el disiden<strong>te</strong> desautorizado para participar nunca<br />
más en el Forum, y pasaría a formar par<strong>te</strong> del “sector social noopinan<strong>te</strong>”.<br />
f) Cualquier ciudadano, en cualquier lugar, debe disponer de<br />
cómodos cauces para dirigirse al Forum en cualquier momento, y<br />
presentar su propia propuesta o moción, igualmen<strong>te</strong> lacónica y<br />
simple. Propuesta o moción que los participan<strong>te</strong>s en el foro<br />
preceptivamen<strong>te</strong> han de examinar y enjuiciar, en exactamen<strong>te</strong> las<br />
mismas condiciones que otra propuesta cualquiera (sea quien fuere<br />
el ciudadano participan<strong>te</strong>). Su propuesta, como otra cualquiera de<br />
quienquiera, se considerará que ha sido aceptada por unanimidad<br />
universal, si —y sólo si— es aceptada en el Forum por unánime<br />
asentimiento de todos sus componen<strong>te</strong>s.<br />
g) Toda propuesta que haya ob<strong>te</strong>nido adhesión unánime en el Forum<br />
<strong>Logos</strong> debe quedar oficialmen<strong>te</strong> registrada como tal, e<br />
inmediatamen<strong>te</strong> carac<strong>te</strong>rizada como genuino y operativo dictado de<br />
la Razón, listo para su eventual ejecución. El conjunto de las<br />
propuestas que hayan sido registradas de ese modo, tienen que ser<br />
algo semejan<strong>te</strong> a lo que ahora son las “resoluciones de la ONU”, o<br />
equivaler a eso que en la política actual se llama “Constitución”.<br />
A primera vista puede parecer que encierra una contradicción flagran<strong>te</strong> el<br />
hecho de que la unanimidad se considere universal sólo con que exista<br />
unanimidad en el Forum. Si fuera de él hubiere una sola persona que<br />
disienta de la opinión del Forum ¿cómo podría hablarse de opinión<br />
unánime universal?<br />
No hay contradicción: la hay sólo en apariencia. Recuérdese que se trata<br />
de opinar en asuntos de geometría (en el sentido ya explicado).<br />
Recuérdese también que el foro está constituido por un he<strong>te</strong>rogéneo y<br />
muy numeroso grupo de personas de notorio prestigio in<strong>te</strong>lectual.<br />
Teniendo en cuenta esos dos datos, es prácticamen<strong>te</strong> imposible que fuera<br />
del Forum pueda una persona in<strong>te</strong>ligen<strong>te</strong> y culta sos<strong>te</strong>ner opiniones<br />
contrarias a las unánimemen<strong>te</strong> sus<strong>te</strong>ntadas en el Forum. Si, no obstan<strong>te</strong>,<br />
surgiere alguna, se procedería como quedó establecido en la norma e),<br />
con lo cual dejaría de ser opinión, por la misma razón allí expuesta.<br />
En lo que hemos visto hasta ahora, queda perfilada la posibilidad real —<br />
cuando menos la no-imposibilidad— de un gobierno de la Razón en el<br />
mundo. Hechos que de entrada nos parecían imposibles, ahora no lo<br />
parecen. Al principio nos parecía imposible que se llegara a una opinión<br />
unánime universal en problemas tan espinosos como el de una<br />
convivencia social feliz, es decir en problemas políticos. Era ésta, sin<br />
embargo, una apreciación errónea, debida sólo al pesimismo al que somos<br />
tan proclives en esta clase de asuntos. Pequeñas dosis de in<strong>te</strong>ligencia, de<br />
ciencia o de saber, de imaginación —unidas, claro está, a la ausencia de<br />
todo “concepto” filosófico (es decir no-geométrico)—, bastan para<br />
formular proposiciones que no negará públicamen<strong>te</strong> ninguna persona que<br />
goce de prestigio in<strong>te</strong>lectual notorio.<br />
He aquí un ejemplo de proposición susceptible de ser formulada en<br />
términos que la hagan innegable: “no se puede proporcionar al género<br />
humano la felicidad mayor posible, si no se lleva un in<strong>te</strong>ligen<strong>te</strong> control
científico de la natalidad en la especie humana, porque sin él se<br />
dispararía exponencialmen<strong>te</strong> el crecimiento demográfico”. Semejan<strong>te</strong>s a<br />
ésta, hay numerosas verdades tan innegables en sí que, dada la<br />
composición cualitativa de una asamblea como la del Forum <strong>Logos</strong>,<br />
necesariamen<strong>te</strong> habría en ella gen<strong>te</strong>s con habilidad suficien<strong>te</strong> para<br />
formularlas de manera que ninguno de los participan<strong>te</strong>s pudiera negarlas.<br />
Un hecho de<strong>te</strong>rminan<strong>te</strong> es la exigencia de que en el Forum se examinen<br />
sólo mociones o propuestas concretas, lacónicas, de la mayor simplicidad<br />
posible. De no tratarse así, punto por punto, las cuestiones —de<br />
procederse como hoy es habitual en la Política, soltando cada orador su<br />
inacabable discurso—, la unanimidad de opinión resulta prácticamen<strong>te</strong><br />
imposible. Para que puedan forjarse unanimidades, la cadena de<br />
argumentos o de razones tiene que avanzar de proposición simple en<br />
proposición simple, de eslabón en eslabón, en previsión de que<br />
inesperadamen<strong>te</strong> surja una propuesta “siguien<strong>te</strong>”, inaceptable porque la<br />
“preceden<strong>te</strong>” no había sido aprobada por unanimidad.<br />
En las habituales discusiones de carác<strong>te</strong>r político, un frecuen<strong>te</strong> obstáculo<br />
para la unanimidad universal —apar<strong>te</strong> de que tampoco es universal<br />
unanimidad lo que allí se busca— suele ser el hecho de rechazar (por<br />
in<strong>te</strong>reses particulares o por mala fe) los argumentos del adversario. Ese<br />
obstáculo no puede alzarse an<strong>te</strong> los in<strong>te</strong>rlocutores de un foro-asamblea<br />
como el descrito aquí. Dadas las condiciones que en el foro se exigen<br />
para el desarrollo de la consulta, rechazar las propuestas que se presen<strong>te</strong>n<br />
equivale a negar en público os<strong>te</strong>ntosas evidencias. Y es imposible que<br />
eso ocurra. Por grande que fuere su particular in<strong>te</strong>rés, y por muy mala fe<br />
que tuviere, el ciudadano que goza de notorio prestigio in<strong>te</strong>lectual no<br />
puede negar públicamen<strong>te</strong> os<strong>te</strong>ntosas evidencias. Por ejemplo, no puede<br />
negar que el triángulo tiene tres ángulos. No puede negar que Madagascar<br />
es una isla. Tampoco puede negar que la isla de Izaro es una isla más<br />
pequeña que la isla de Madagascar. Ni puede negar que la infelicidad<br />
humana en el planeta Tierra, median<strong>te</strong> un in<strong>te</strong>ligen<strong>te</strong> control de la<br />
natalidad, puede ser menor que sin control.<br />
Una carac<strong>te</strong>rización del “gobierno de la Razón”, que incrementa a priori<br />
su intrínseca posibilidad, es que el régimen logocrático tiene que ser<br />
deseado necesariamen<strong>te</strong> por todas aquellas personas que verdaderamen<strong>te</strong><br />
aman el primigenio ideal de la democracia. El hecho de que pueda<br />
cualquier ciudadano, sea quien fuere y esté donde esté, dirigirse en todo<br />
instan<strong>te</strong> al Forum, y el hecho de que, si la razón está de su par<strong>te</strong>, pueda<br />
esa persona conseguir que una decisión suya sea adoptada por toda la<br />
humanidad, quiere decir que el sis<strong>te</strong>ma logocrático es la perfecta y<br />
verdadera democracia participativa —sin votaciones, por supuesto—,<br />
h.e., un sis<strong>te</strong>ma en el que realmen<strong>te</strong>, y por primera vez en la Historia, es<br />
en verdad el pueblo quien ejerce el poder.<br />
Es decir que en régimen de logocracia no exis<strong>te</strong> la figura física,<br />
de<strong>te</strong>rminada, concreta, del “político”, del “gobernan<strong>te</strong>”. En ese sentido,<br />
la logocracia es acracia y anarquismo. No hay, en sustantivo, ningún<br />
180
gobierno: sólo hay el gobierno-acto, el gobierno-acción, la acción de<br />
gobernar. Es la sociedad misma quien se autogobierna, porque puede ser<br />
gobernan<strong>te</strong> cualquier persona. Y su gobernar consis<strong>te</strong> sólo en <strong>te</strong>ner la<br />
habilidad o el ar<strong>te</strong> de plan<strong>te</strong>ar cada problema en términos tales que la<br />
solución <strong>te</strong>nga que ser aceptada forzosamen<strong>te</strong> por unanimidad universal,<br />
como suele acaecer en los problemas de geometría: hecho eso,<br />
automáticamen<strong>te</strong> se está ya gobernando a sí misma la sociedad, aunque es<br />
la Razón quien la está gobernando.<br />
También el gobernan<strong>te</strong> logócrata puede, por supuesto, encontrarse con<br />
cuestiones menores en las que la unanimidad sea eventualmen<strong>te</strong><br />
inalcanzable. Sin embargo, el mero hecho de que se deba llegar<br />
necesariamen<strong>te</strong> a la unanimidad en todas las cuestiones fundamentales —<br />
como esa que mentábamos del control de la natalidad— tiene que traer<br />
consigo una simplificación de la problemática social tan enorme que de<br />
hecho las tales cuestiones menores no <strong>te</strong>ngan relevancia. Y si, a pesar de<br />
todo, a propósito de ellas hubiera que tomar una decisión, siempre queda<br />
el recurso de some<strong>te</strong>rla a votación o echarla a suer<strong>te</strong> (lo que sería peccata<br />
minuta, por tratarse de cuestiones menores).<br />
La creación ma<strong>te</strong>rial de ese Forum <strong>Logos</strong> que hemos dibujado como<br />
“Gobierno logócrata mundial”, es posible, incluso fácil y barata, pues<br />
basta con que sal<strong>te</strong>n a la palestra motu proprio, sin moverse de sus casas,<br />
cualesquiera y cuantosquiera in<strong>te</strong>lectuales de prestigio, para presentar las<br />
propuestas que han de ser sometidas a la consideración y aprobación de<br />
todos los miembros del Forum. No dejes de observar, lector, que ya está<br />
formado el gobierno logócrata mundial en el mismo instan<strong>te</strong> en que se<br />
hayan “reunido” así esos in<strong>te</strong>lectuales, y hayan adoptado por unanimidad<br />
una primera propuesta, sea la que fuere.<br />
Tampoco es imposible ni difícil el hecho ma<strong>te</strong>rial de la tramitación<br />
“burocrática” en el seno de ese “gobierno mundial”. Puede ser algo<br />
semejan<strong>te</strong> a lo que actualmen<strong>te</strong> hace la ONU con eso que llaman<br />
“resoluciones”. Lo único diferen<strong>te</strong> es que en la ONU lo deciden todo las<br />
votaciones, y en el Forum lo deciden todo las opiniones: aquí el voto<br />
carece de sentido, ya que las opiniones unánimes quedan ipso facto<br />
convertidas en communis opinio. Voy a plasmar, a manera de ejemplo<br />
imaginario, “resoluciones” del Forum tomadas al azar, <strong>te</strong>niendo en<br />
cuenta que son, todas ellas, con<strong>te</strong>stación a la universal y única preguntabase<br />
de todo gobernan<strong>te</strong> logócrata: ¿qué es lo convenien<strong>te</strong> o lo necesario<br />
para reducir al mínimo posible el sufrimiento de la humanidad?<br />
Resolución u opinio 12 - Llevar un riguroso control de la natalidad.<br />
Resolución u opinio 19 - Derogar todos los derechos de propiedad.<br />
Resolución u opinio 33 - Reconvertir toda industria bélica.<br />
Resolución u opinio 1002 - Acatar los actuales gobiernos las decisiones<br />
del Forum.<br />
Resolución u opinio 2157 - Borrar todas las fron<strong>te</strong>ras.<br />
Etcé<strong>te</strong>ra.<br />
181
Además de ser posible y fácil crear y poner en marcha semejan<strong>te</strong> Forum,<br />
és<strong>te</strong> podría nada menos que demostrar a los escépticos, empíricamen<strong>te</strong>,<br />
irrefutablemen<strong>te</strong>, que una opinión unánime universal en asuntos de<br />
política o de convivencia social es posible. Si de facto los miembros del<br />
Forum opinaran unánimemen<strong>te</strong>, la unánime opinión de los miembros del<br />
Forum sería posible, ya que de facto ad posse valet illatio.<br />
Si resumimos lo actuado hasta ahora, <strong>te</strong>nemos esto: la sociedad humana<br />
gobernada sólo por la fuerza de la Razón en todo el planeta, sin corruptos<br />
ni incorruptos políticos, y sin autoridades ni jefes ni monarcas ni<br />
presiden<strong>te</strong>s, no es imposible a priori.<br />
Continuemos, pues..<br />
Condición indispensable, para que la familia humana ín<strong>te</strong>gra pueda<br />
empezar a existir en sociedad organizada y dirigida por la Razón, es que<br />
las estructuras actuales —naciones, gobiernos, Estados— adquieran el<br />
compromiso de acatar y cumplir todas las opiniones-norma del arriba<br />
descrito Forum. ¿Será eso factible? Es ésta una pregunta que nadie<br />
con<strong>te</strong>stará in<strong>te</strong>ligen<strong>te</strong> y sabiamen<strong>te</strong>, si an<strong>te</strong>s no sopesa con cuidado<br />
ciertos argumentos que vamos a exponer a continuación.<br />
Debe suponerse que el estricto cumplimiento de todas las opinionesnorma<br />
del Forum <strong>Logos</strong> —por las naciones o gobiernos o Estados<br />
(digamos “Estados”, para simplificar)— implica la total renuncia al poder<br />
que de<strong>te</strong>ntan en la actualidad. Y eso, al primer golpe de vista, parece muy<br />
difícil, cuando no imposible de todo punto.<br />
A es<strong>te</strong> respecto, lo primero que se debe <strong>te</strong>ner presen<strong>te</strong> es que los<br />
participan<strong>te</strong>s en el Forum habían suscrito las tales opiniones-norma por<br />
unanimidad, como convenien<strong>te</strong>s o necesarias para el bien de todos, y que<br />
entre esos participan<strong>te</strong>s hubo de haber —según la norma c)—<br />
representan<strong>te</strong>s de todos los Estados. Entonces, no se ve por qué ha de ser<br />
imposible, ni difícil siquiera, que todos los Estados aca<strong>te</strong>n y den estricto<br />
cumplimiento a opiniones-norma que suscribieron ellos mismos en el<br />
Forum.<br />
Por otro lado ha de pensarse que la única razón —o, al menos, la<br />
primordial— que hace que un Estado A se aferre al poder y no quiera<br />
renunciar a él, es la próxima o la remota posibilidad de que se lo arreba<strong>te</strong><br />
otro Estado. Si no hubiera en el mundo ningún otro Estado, ni actual ni<br />
posible, A no <strong>te</strong>ndría motivos para aferrarse al poder que actualmen<strong>te</strong><br />
de<strong>te</strong>nta, y fácilmen<strong>te</strong> podría renunciar a él. Pues bien, eso es lo que ha de<br />
pedirle el Forum <strong>Logos</strong>: que renuncie a condición de que renuncien<br />
también los otros Estados.<br />
En cuanto al poder que ejerce actualmen<strong>te</strong>, no ya el Estado en cuanto tal,<br />
sino la persona del gobernan<strong>te</strong> o del jefe, tampoco se ve por qué ha de<br />
ser imposible, ni difícil siquiera, la renuncia que le pediría el Forum. No<br />
sólo porque también son válidos en es<strong>te</strong> caso los argumentos expuestos<br />
182
con relación a la renuncia del Estado. También porque el propio Forum<br />
puede y debe, a cambio de su renuncia, ofrecer al gobernan<strong>te</strong> afectado<br />
suficien<strong>te</strong>s compensaciones.<br />
Puesto que el fin perseguido en logocracia es la felicidad mayor posible<br />
de toda la humanidad, por lógica se intuye que el cumplir todas las<br />
opiniones-norma del Forum ha de significar que las naciones o gobiernos<br />
o Estados, y también los individuos, <strong>te</strong>ndrán también que aceptar otro<br />
género de renuncias —de “bienes” o “valores”, hoy muy estimados— que<br />
prima facie se nos presentarán asimismo como difíciles o inaceptables.<br />
In<strong>te</strong>resa reflexionar sobre ellas. Pero no lo haremos ahora, porque es<strong>te</strong><br />
capítulo se dilataría en exceso. Dentro de poco les dedicaré sendos<br />
capítulos con especial a<strong>te</strong>nción.<br />
183<br />
Entretanto, por todo lo razonado en el capítulo presen<strong>te</strong> se puede<br />
razonablemen<strong>te</strong> creer que no es imposible a priori una sociedad gobernada<br />
sólo por la fuerza de la Razón en todo el planeta. En consecuencia,<br />
vayamos concretando cuál ha de ser el rostro de una tal sociedad.
XVII*<br />
Derecho de propiedad<br />
Hablando de la propiedad con propiedad ¿qué es propiedad? En<br />
transacciones habituales de convivencia solemos, unos a otros,<br />
otorgarnos “títulos de propiedad” o “bienes en propiedad”, a través (por<br />
ejemplo) de una actuación notarial, o median<strong>te</strong> una compraventa. Pero<br />
¿es verdadera propiedad eso que mutuamen<strong>te</strong> así nos otorgamos?<br />
Al paso de los años han ido cayendo uno tras otro nuestros dien<strong>te</strong>s y<br />
muelas. El odontólogo nos ha implantado una pró<strong>te</strong>sis completa. Si el<br />
“amigo de la mili”, al que no habíamos vuelto a ver desde entonces, en<br />
chunga o sin chunga nos dice “oye, observo que todavía conservas tus<br />
dien<strong>te</strong>s”, humilde y resignadamen<strong>te</strong> le con<strong>te</strong>staremos: “no, hijo: que no<br />
son míos”. Lo son en el sentido de que religiosamen<strong>te</strong> pagué sus<br />
honorarios al odontólogo. Pero la dentadura no es mía. Mía era la que<br />
perdí: ésta no, aunque lo certifique un señor notario.<br />
Hablando con propiedad, y pese a cualesquiera certificaciones notariales,<br />
yo no puedo ser propietario de una casa, de un coche, de un traje, ni<br />
siquiera de un cepillo de dien<strong>te</strong>s. Lo soy de mis brazos, de mi estómago,<br />
de mi páncreas,... pero no de los objetos ma<strong>te</strong>riales a los que pueda<br />
referirse el acta notarial. De éstos no puedo ser sino usufructuario —<br />
quizá mejor dicho, usuario—, nunca propietario. Referida a los<br />
mencionados objetos ma<strong>te</strong>riales, la propiedad no exis<strong>te</strong>.<br />
Hace algún tiempo se repetía mucho un eslogan inventado por los<br />
marxistas: “la propiedad es un robo”. No, no puede serlo, porque sólo es<br />
una en<strong>te</strong>lequia la propiedad, y las en<strong>te</strong>lequias no se pueden robar. Por<br />
supuesto, seguiremos hablando de propiedades y de propietarios. Pero va<br />
a ser mejor que los concibamos de otra manera.<br />
Puede servirnos una convencional definición casera del concepto<br />
“propietario”. Ser propietario un individuo consis<strong>te</strong>, simplemen<strong>te</strong>, en que<br />
ese individuo <strong>te</strong>nga licencia o libertad para manipular la naturaleza de los<br />
bienes ma<strong>te</strong>riales “de su propiedad” —la tierra de labor, la mina, la<br />
vivienda, la fábrica, el coche...—, usándolos, transformándolos,<br />
in<strong>te</strong>rcambiándolos, destruyéndolos, etc., de acuerdo con lo que le dic<strong>te</strong> su<br />
propio cri<strong>te</strong>rio. En caso de que hubiera de realizar alguno de tales actos<br />
necesariamen<strong>te</strong> con arreglo a cri<strong>te</strong>rios ajenos, eo ipso dejaría de ser<br />
propietario al respecto, y pasaría a <strong>te</strong>ner a lo sumo la condición de simple<br />
usuario.<br />
Entonces, vayamos al grano que a nosotros nos in<strong>te</strong>resa: la felicidad<br />
social. ¿Cómo alcanzaríamos la felicidad mayor posible de todos los<br />
habitan<strong>te</strong>s de la Tierra, incluidos, claro está, nosotros mismos? ¿Cómo<br />
sería colectivamen<strong>te</strong> más feliz el ser humano? ¿Organizando la vida<br />
184
social de modo que se re<strong>te</strong>ngan las dos figuras, la de “propietario” y la de<br />
“usuario”? ¿O de modo que toda persona sea simple “usuario”, y no haya<br />
en todo el planeta ningún “propietario” (<strong>te</strong>niendo en cuenta —claro<br />
está— que, habiendo propietarios, es muy difícil, imposible más bien,<br />
que la manipulación de los bienes o de la riqueza sea la más apropiada<br />
para que el mundo sea feliz, mientras que sí podría serlo no habiendo<br />
propietarios?<br />
La respuesta no admi<strong>te</strong> ni la sombra de una mínima duda: habiendo en la<br />
Tierra sólo usuarios, ningún propietario, y un organismo que decida por<br />
unanimidad cuál es la manipulación de riqueza más convenien<strong>te</strong> para el<br />
colectivo humano total, mayor será la felicidad que podamos alcanzar.<br />
Esto es tan eviden<strong>te</strong> que nos infunde la cer<strong>te</strong>za de que en un foro como el<br />
Forum <strong>Logos</strong> no podrá negarlo nadie.<br />
Acuérda<strong>te</strong>, lector, de que nadie en el Forum polemizará jamás<br />
discutiendo (al estilo tradicional) si alguien tiene derechos de propiedad,<br />
o no, sobre tales o cuales bienes. Para una sociedad racional no exis<strong>te</strong> el<br />
concepto “derecho” —ni de propiedad, ni otro— en el sentido que<br />
tradicionalmen<strong>te</strong> se le quiso dar. Si ha de imperar la razón en el mundo,<br />
si ha de liberarse és<strong>te</strong> de sus padecimientos, y si la manera de lograrlo ha<br />
de ser estudiada y discutida in<strong>te</strong>ligen<strong>te</strong>men<strong>te</strong>, en la discusión habrá que<br />
renunciar por sis<strong>te</strong>ma a ese (y a cualquier otro) noconcepto.<br />
Naturalmen<strong>te</strong>, la plasmación de una fórmula afortunada que nos deje<br />
expedita la vía hacia esa mayor felicidad posible “sin propietarios”<br />
dependerá de cómo se organice y se coordine la producción y<br />
manipulación y distribución de bienes ma<strong>te</strong>riales. Pero lo incuestionable<br />
es que, habiendo propietarios en el mundo, no podrá esa producción y<br />
manipulación y distribución ser la más idónea para que el resultado final<br />
sea la felicidad mayor posible de todos nuestros semejan<strong>te</strong>s.<br />
Pero Grullo podría firmar la razón de esa imposibilidad. Por ley natural<br />
el propietario debe producir, usar, manipular, in<strong>te</strong>rcambiar, etc., los<br />
bienes ma<strong>te</strong>riales, únicamen<strong>te</strong> en beneficio propio, únicamen<strong>te</strong> en aras de<br />
su propia felicidad (no porque el propietario sea “malo, insolidario,<br />
redomado egoísta, vil acaparador insaciable”, etc., sino, repito, porque<br />
esa es una ley biológica natural que él —como todo el mundo— tiene que<br />
obedecer). Y, aunque tuviera él in<strong>te</strong>ligencia bastan<strong>te</strong> para percibir que su<br />
propia felicidad será mayor si trabaja por la de sus congéneres, por sí<br />
solo no podría realizar ese trabajo con eficacia suficien<strong>te</strong>: para lograr el<br />
máximo bien común del que también él sería partícipe, <strong>te</strong>ndría que<br />
administrar o gestionar sus bienes, no con arreglo a su cri<strong>te</strong>rio particular,<br />
sino por acatamiento de las directrices del Forum <strong>Logos</strong>. En cuyo caso,<br />
por definición dejaría de ser propietario que hace y deshace según su<br />
cri<strong>te</strong>rio, y quedaría reducido a simple usuario.<br />
Demos, pues, de lado a los improperios que solemos lanzar contra el<br />
odioso “capitalismo salvaje” —no traerán los improperios la solución—,<br />
y veamos fríamen<strong>te</strong> cómo la exis<strong>te</strong>ncia de propietarios tiene incidencia<br />
185
negativa en la felicidad del género humano. Y cómo, si realmen<strong>te</strong> se<br />
quiere proporcionar al mundo felicidad —no cualquier felicidad, sino la<br />
mayor posible—, no podrá la sociedad racional en modo alguno reconocer<br />
ningún derecho de propiedad.<br />
No me refiero solamen<strong>te</strong> a la propiedad de los medios de producción.<br />
También a la de cualquier objeto que en la sociedad irracional<br />
considerábamos “propiedad nuestra” (por ejemplo, “mi” casa, “mi”<br />
coche, “mi” traje, “mi” cepillo de dien<strong>te</strong>s). La sociedad racional no puede<br />
reconocer derechos de propiedad de ningún objeto, por la sencilla razón<br />
de que ni siquiera exis<strong>te</strong> el concepto. “Derecho” no es más que una<br />
combinación de sie<strong>te</strong> letras que no tienen significación alguna para el<br />
in<strong>te</strong>lecto: esa sep<strong>te</strong>na de letras evoca sólo imágenes o sensaciones, no<br />
ideas.<br />
La palabra “derecho” no es más in<strong>te</strong>ligible que la palabra “heodrec”.<br />
Ahora bien, si queremos que el idioma re<strong>te</strong>nga el vocablo porque es útil,<br />
digamos que en logocracia puede reconocerse el derecho de usuario, el<br />
derecho de utilización —de “mi” casa, “mi” coche, “mi” traje, “mi”<br />
cepillo de dien<strong>te</strong>s, etcé<strong>te</strong>ra—, pero no el derecho de propiedad.<br />
Por esa misma lógica preceden<strong>te</strong>, la sociedad logocrática —así como no<br />
puede reconocer que yo soy el propietario de mi casa o de mi coche—<br />
tampoco puede reconocer que sea propietario de “sus” tierras o <strong>te</strong>rritorios<br />
un municipio, o un conjunto de municipios, o un Estado, o un conjunto de<br />
Estados. Podrán ellos a lo sumo ser usuarios —en otro capítulo veremos<br />
que... ¡ni eso!—, pero nunca propietarios.<br />
Otorgar o reconocer derechos de propiedad privada, como se hizo<br />
siempre, es nefasto para la sociedad. Pero, tratándose de la propiedad<br />
común o pública o colectiva es, o puede ser, más nefasto aún. Creímos<br />
que todo se había arreglado con la abolición de la propiedad privada en la<br />
Rusia de los zares. No se arregló. Dejaron de ser propietarios los<br />
individuos en general, pero algunas colectividades continuaron siéndolo.<br />
Y, sobre todo, continuó siendo propietario el Estado fren<strong>te</strong> a los otros<br />
Estados, también propietarios, exis<strong>te</strong>n<strong>te</strong>s en el planeta. Sólo puede ser<br />
beneficiosa para el género humano la abolición del derecho de propiedad<br />
cuando la abolición sea omnímoda y universal, cuando no haya nadie —ni<br />
individuos, ni grupos autónomos, ni Estados— con libertad o licencia<br />
para manipular los bienes, o darles un destino, con arreglo a cri<strong>te</strong>rios<br />
particulares. Ello es de sentido común, ya que la producción y la<br />
transformación y la distribución de la riqueza tiene que ser más<br />
beneficiosa, eviden<strong>te</strong>men<strong>te</strong>, si se decide por unanimidad universal.<br />
Todo esto es tan obvio, y tan esencialmen<strong>te</strong> relativo el concepto de<br />
“propiedad”, que incluso esta absurda sociedad nuestra, capitalista o<br />
“propietarista”, frecuen<strong>te</strong>men<strong>te</strong> se ve obligada a despojar al ciudadano de<br />
sus derechos de propiedad. Cada vez que ha de construirse un pantano, un<br />
ferrocarril, una autopista, una simple carre<strong>te</strong>ra vecinal, se tienen que<br />
decretar expropiaciones forzosas.<br />
186
Y todo un venerable jesuita español, pese a ser furibundo anticomunista,<br />
en plena efervescencia del movimiento pro-comunista español en los años<br />
treinta del pasado siglo razonaba de es<strong>te</strong> modo:<br />
187<br />
Si una pandemia nueva destruyese absolutamen<strong>te</strong> todo el trigo del<br />
mundo, excepto un solo grano, es<strong>te</strong> grano privilegiado valdría más<br />
que todas las fortunas juntas de la Tierra. El dueño de ese granito ya<br />
no podría ser en adelan<strong>te</strong> su dueño: la ley natural misma le despojaría<br />
con gloria de ese derecho. El granito único de trigo per<strong>te</strong>necería por<br />
estricta justicia “al género humano”.<br />
An<strong>te</strong>s hemos dicho que la exis<strong>te</strong>ncia de “propietarios” es nefasta para la<br />
convivencia social. Aunque no con carác<strong>te</strong>r propiamen<strong>te</strong> científico, se<br />
puede asegurar que todos los grandes males de la humanidad se deben —<br />
¡todos!—a la exis<strong>te</strong>ncia y el reconocimiento de eso que suele llamarse<br />
“derecho de propiedad”. Su abolición es absolutamen<strong>te</strong> necesaria, si la<br />
gen<strong>te</strong> ha de vivir en paz y alcanzar la felicidad mayor posible.<br />
Pero no in<strong>te</strong>n<strong>te</strong>mos lograr la abolición por los medios y razones que hasta<br />
ahora se han empleado o sugerido. Por ejemplo, de nada sirve que un<br />
Michel E. de Montaigne diga que<br />
no exis<strong>te</strong> lucro ni provecho a costa de otro, de modo que en buena<br />
cuenta habría que condenar toda clase de ganancias,<br />
porque nada resuelven las condenas y las imprecaciones y las denuncias<br />
de la insensibilidad o el egoísmo del capitalista.<br />
Tampoco in<strong>te</strong>n<strong>te</strong>mos lograrla median<strong>te</strong> la receta ejemplar que nos<br />
ex<strong>te</strong>ndió ese mismo venerable jesuita que acabo de citar. En su obra<br />
titulada Sugerencias —que en mi juventud me impactó por tantos y<br />
tantos motivos—, en medio de un ramille<strong>te</strong> de “sugerencias” brillan<strong>te</strong>s<br />
nos endilgó la siguien<strong>te</strong>, genial y poética y, sobre todo, ejemplar en boca<br />
de un sacerdo<strong>te</strong>:<br />
Si no hay e<strong>te</strong>rnidad, no puede haber propiedad; si no hay Dios, es un<br />
imbécil el pobre que no degüella al rico.<br />
Otro procedimiento consistiría en organizar alguna razia nocturna bien<br />
estudiada, asaltar el palacio de Yeka<strong>te</strong>rinburg, y fusilar a Nicolás II y sus<br />
familiares.<br />
Pero esos procedimientos no son los más in<strong>te</strong>ligen<strong>te</strong>s cuando el objetivo<br />
final propuesto es la felicidad mayor posible de todos (ergo, también de<br />
los propietarios, por egoístas que sean). La sociedad racional —si ha de<br />
ser en verdad racional—tiene que proceder a la abolición del derecho de<br />
propiedad por el medio que para el propietario resul<strong>te</strong> el menos doloroso<br />
posible. Y no parece que sean los menos dolorosos el degüello de ricos y<br />
el fusilamiento de zares.<br />
En breve averiguaremos cuál podría ser un medio poco o nada doloroso.<br />
Ahora nos conviene echar un vistazo a algunos hechos —aunque son
harto conocidos— demostrativos de que los propietarios no son los más<br />
indicados para aportar máxima felicidad a la especie homo. Es natural<br />
que así sea, pues el fin perseguido por ellos con la manipulación de sus<br />
propiedades no es la felicidad común, sino la propia felicidad privada.<br />
La mayoría de los de<strong>te</strong>ntadores del derecho de propiedad presta servicios<br />
valiosos que aportan felicidad a los mortales: uno les fabrica pan, otro<br />
les procura patata, és<strong>te</strong> les confecciona ropa, estotro les construye<br />
casas... De ahí no puede colegirse que los propietarios tienen el derecho<br />
de serlo. Ejercen una labor beneficiosa, pero no la ejercen por su<br />
condición específica de “propietario que decide según cri<strong>te</strong>rios propios”:<br />
la ejercerían igualmen<strong>te</strong> bien —rectifico: la ejercerían mejor—, si su<br />
labor obedeciera a cri<strong>te</strong>rios dictados por la Razón (por la opinión<br />
unánime del Forum <strong>Logos</strong>, por ejemplo). Al propietario, en cuanto tal,<br />
no in<strong>te</strong>resa la felicidad del mundo. Trae al mundo mayor o menor<br />
felicidad, pero se la trae sólo porque el traérsela es lo que también a él se<br />
la trae, no porque le in<strong>te</strong>rese la felicidad del mundo.<br />
Si ocurriera siempre —como a veces ocurre— que, perjudicando al<br />
prójimo, el propietario consigue mejor sus específicos objetivos, la<br />
inmensa mayoría de los propietarios perjudicaría al prójimo. Esta verdad<br />
está confirmada por una secular experiencia: gato por liebre, kilo de 950<br />
gramos, leche y vino aguados, yeso en vez de harina, etcé<strong>te</strong>ra (incluso<br />
provocando espantosas tragedias, como aquella memorable del acei<strong>te</strong> de<br />
colza). Aunque sólo sea por modo indirecto, lo cierto es que el hecho de<br />
ser propietario lleva, inheren<strong>te</strong>, la <strong>te</strong>ndencia a perjudicar al prójimo.<br />
Ese es el tipo de razones que hacen repudiable en sí la figura<br />
“propietario”. En cualquier momento puede dar lugar —y con frecuencia<br />
da lugar—, a que <strong>te</strong>ngan que lamentarse en la sociedad muchos y grandes<br />
padecimientos:<br />
188<br />
El Instituto Nacional de Salud (NIH) de Estados Unidos se en<strong>te</strong>ró sólo<br />
recien<strong>te</strong>men<strong>te</strong> de más de 600 casos adversos graves de los<br />
experimentos con <strong>te</strong>rapia genética, y después de la muer<strong>te</strong> de un<br />
pacien<strong>te</strong>, según el diario “The Washington Post”.<br />
Un juez ha ordenado el desahucio de un caserío de Zaldibar porque<br />
uno de los habitan<strong>te</strong>s del mismo contrajo deudas a las que no pudo<br />
hacer fren<strong>te</strong>, y el acreedor se ha hecho con el inmueble. Resulta de<br />
una crueldad eviden<strong>te</strong> dejar en la calle a toda una familia, compuesta<br />
por el deudor, su mujer, hijos y suegros (éstos de avanzada edad)<br />
para saldar una deuda.<br />
Una investigación fundamental que podía haber de<strong>te</strong>rminado la<br />
relación entre el tabaco y el cáncer de pulmón, realizada en los años<br />
70, fue ocultada y comprada por las tabaqueras.<br />
Cierran 16 granjas de cerdos en Austria, por utilizar ilegalmen<strong>te</strong><br />
hormonas. Sospechan que al menos 65 explotaciones podrían estar<br />
involucradas en el escándalo.<br />
El Protocolo de Kyoto, un acuerdo mundial para limitar la emisión de<br />
CO2 y otros gases causan<strong>te</strong>s del “efecto invernadero” sigue siendo<br />
papel mojado.<br />
Las técnicas de pesca de arrastre con ar<strong>te</strong>s pelágicas amenazan con<br />
destruir los caladeros, ex<strong>te</strong>rminar especies, dejar sin merluza o sin<br />
anchoa a nuestros descendien<strong>te</strong>s... No importa. El propietario de las ar<strong>te</strong>s
pelágicas negará la exis<strong>te</strong>ncia de tales amenazas, y por su par<strong>te</strong> seguirá<br />
sobreexplotando los caladeros.<br />
Es penoso, ruinoso para la conservación de la naturaleza, cazar ballenas<br />
minke en el Antártico, en una zona considerada “santuario ecológico”.<br />
No importa. El propietario in<strong>te</strong>resado en la caza —sea persona física, sea<br />
multinacional, sea Estado soberano— inventará cualquier excusa, y<br />
seguirá cazando:<br />
189<br />
Japón continuará capturando ballenas en el Antártico, y rechaza las<br />
críticas que recibe de otros países por no observar la moratoria en la<br />
caza de estos cetáceos. La cancillería japonesa volvió a utilizar el<br />
argumento del derecho a la caza de ballenas con motivos<br />
supuestamen<strong>te</strong> científicos.<br />
El ministro de Asuntos Ex<strong>te</strong>riores de Japón dijo que su país considera<br />
de derecho propio su Programa Experimental de Pesca con fines<br />
científicos... Según el canciller de Nueva Zelanda, con las modernas<br />
técnicas que exis<strong>te</strong>n, toda la información científica necesaria sobre<br />
las ballenas se puede ob<strong>te</strong>ner por medios no letales.<br />
Desde 1987, los balleneros japoneses capturan unas 400 ballenas al<br />
año en aguas in<strong>te</strong>rnacionales del océano Antártico. Varios países<br />
consideran que ese programa japonés mantiene de modo encubierto la<br />
caza de ballenas con fines comerciales.<br />
De tiempo en tiempo se vier<strong>te</strong>n sensatas insinuaciones (aunque tímidas)<br />
acerca del derecho de propiedad qua derecho cuestionable:<br />
Los países más pobres en desarrollo son cada vez más pobres en<br />
calidad de vida, todo lo contrario de lo que ocurre en los ricos. [...]<br />
Por todo ello, conceptos como el de la redistribución de la riqueza, a<br />
veces dejados a un lado por ser tachados de utópicos o irrealizables,<br />
han de ser tomados en serio,...<br />
Lástima que esta cita acabe con un grave error en el que todos los<br />
comentaristas parecen coincidir:<br />
El problema es que para ello son los países ricos los que tienen<br />
(<strong>te</strong>nemos) que aportar el capital para que estas mejoras sean realidad.<br />
No, esa no es la solución. Las aportaciones de los países ricos, a lo sumo,<br />
aliviarán la angustiosa situación actual. No la resolverán. Mientras haya<br />
en la Tierra países propietarios, la Tierra seguirá sufriendo. El Africa<br />
austral, en febrero y marzo del año 2000, sufrió una gigan<strong>te</strong>sca<br />
inundación que alcanzó ex<strong>te</strong>nsísimas zonas, y duró semanas. Poblaciones<br />
de 130.000 habitan<strong>te</strong>s anegadas por completo. Decenas de miles de<br />
personas encaramadas a los árboles y a los <strong>te</strong>jados, aguantando hasta la<br />
ex<strong>te</strong>nuación en espera del auxilio que no llega. Innumerables ahogados.<br />
Equipos de resca<strong>te</strong> que sólo disponen de nueve helicóp<strong>te</strong>ros, cuando<br />
hacen falta doscientos. Angustiosas peticiones de ayuda in<strong>te</strong>rnacional que<br />
tarda semanas y semanas en llegar...<br />
Hace poco hemos dicho que la abolición del derecho de propiedad es<br />
absolutamen<strong>te</strong> necesaria, si la gen<strong>te</strong> ha de gozar en paz la felicidad<br />
mayor posible. Y que el problema consis<strong>te</strong> en cómo proceder a su<br />
abolición haciendo a los actuales propietarios el menor daño posible. Hay
que resolver el problema, si en verdad la abolición es absolutamen<strong>te</strong><br />
necesaria. Vamos a ver cómo lo haría <strong>Logos</strong>.<br />
Para asimilar con más facilidad lo que se va a razonar ahora, no fuera<br />
malo dar por supuesto, en primer lugar, que el régimen de logocracia ya<br />
se ha instaurado en el mundo con su esencial carac<strong>te</strong>rística: la de que se<br />
adop<strong>te</strong>n las decisiones, no porque las haya querido nuestra voluntad<br />
mayoritaria, sino porque las consideró convenien<strong>te</strong>s nuestra in<strong>te</strong>ligencia<br />
unánime (en el correcto uso de la razón).<br />
Tampoco fuera malo dar por supuesto, en segundo lugar, que hoy mismo<br />
—por decisión unánime (ya que nada se decide en logocracia, si no hay<br />
unanimidad)— se ha procedido a la abolición del derecho de propiedad en<br />
todo el mundo. La abolición, pues, ya es un hecho.<br />
Es un hecho. Pero de momento lo es únicamen<strong>te</strong> de iure, y no de facto. El<br />
sentido común obliga a que todo continúe de facto como estaba an<strong>te</strong>s de<br />
la abolición, hasta que la “autoridad compe<strong>te</strong>n<strong>te</strong>” —es decir la Razón, el<br />
Forum <strong>Logos</strong>— haya decidido qué modificaciones en concreto se puede<br />
empezar a introducir en el statu quo actual. Tales modificaciones quedan<br />
automáticamen<strong>te</strong> convertidas en órdenes e instrucciones que reciben y/o<br />
retransmi<strong>te</strong>n los ex-propietarios afectados.<br />
Conviene, por último, dar también por supuesto que las modificaciones<br />
—del statu quo— postuladas por nosotros en es<strong>te</strong> capítulo son<br />
precisamen<strong>te</strong> las que irá introduciendo a partir de hoy la autoridad<br />
compe<strong>te</strong>n<strong>te</strong>. Por ejemplo, una vez que el Forum haya estudiado bien y<br />
puesto en marcha el organigrama universal, ya no habrá ningún<br />
propietario en el mundo, ni de iure, ni de facto.<br />
Apoyados en el triple supuesto, vamos a abrir otro capítulo para dibujar<br />
el perfil —o dar una esquemática descripción— de las carac<strong>te</strong>rísticas que<br />
debe <strong>te</strong>ner el sis<strong>te</strong>ma económico en régimen de logocracia. Así<br />
comprenderemos cuál puede ser el procedimiento adecuado para despojar<br />
a todo el mundo de sus derechos de propiedad.<br />
Es fácil comprender que la expropiación de iure con aplazamiento de la<br />
expropiación de facto permi<strong>te</strong> dar a la economía planetaria un vuelco<br />
total, sin riesgos ni traumas de ninguna especie, man<strong>te</strong>niéndose en vigor<br />
simultáneamen<strong>te</strong> ambas economías —capitalista y racionalista— con toda<br />
la calma y gradación y lentitud que se quiera dar al proceso.<br />
190
XVIII*<br />
Economía<br />
Tengo dos maneras de concebir la economía. Una, la economía<br />
capitalista, que es bien conocida. Otra, la que podría llamarse “economía<br />
racionalista” o “logocrática”. Tras haberse instaurado en el mundo el<br />
sis<strong>te</strong>ma “logocracia” (que se carac<strong>te</strong>riza porque se toman todas las<br />
decisiones por unanimidad universal), y tras la abolición del derecho de<br />
propiedad en todas sus formas, la economía adquiere una nueva<br />
dimensión, totalmen<strong>te</strong> ajena a la economía capitalista. No habiendo en el<br />
planeta ningún propietario —ni personas, ni grupos, ni pueblos, ni<br />
naciones, ni Estados—, la riqueza 57 ya ob<strong>te</strong>nida “está ahí”, disponible<br />
para su equitativo disfru<strong>te</strong>. No tiene dueño. Todo se reduce, por tanto, a<br />
estudiar cómo, dónde y cuándo ponerla a disposición de la gen<strong>te</strong>: mero<br />
problema técnico, fácilmen<strong>te</strong> soluble en ese régimen.<br />
Por eso mismo, nada impide que la riqueza a ob<strong>te</strong>ner se produzca en<br />
condiciones óptimas para la felicidad general, meta imposible de alcanzar<br />
en régimen de economía capitalista. Fácilmen<strong>te</strong> se comprenderá el porqué<br />
de aquella posibilidad y el de esta imposibilidad, si se piensa que en<br />
régimen de economía capitalista hay que producir siempre lo que quiere<br />
cada propietario, en tanto que la economía racionalista produce siempre<br />
lo que unánimemen<strong>te</strong> la comunidad opina que debe producirse.<br />
Gracias a la disponibilidad fácil de la riqueza, resulta sencilla su racional<br />
distribución (eso que en la sociedad actual se llamaría una “justa<br />
distribución” de la riqueza). El único problema que para ello hay que<br />
resolver es de orden lógico y técnico: ¿dónde y cómo debe distribuirse la<br />
riqueza, si la finalidad que se persigue es el mayor posible bien común?<br />
Problema cuya solución compe<strong>te</strong> al Forum <strong>Logos</strong>.<br />
Imaginemos que somos el Forum, y que ya hemos hallado la solución.<br />
Podemos entonces empezar por la indemnización que se debe a los<br />
propietarios a los que se despojó de sus títulos de propiedad.<br />
191<br />
Con frecuencia en el régimen capitalista ocurre que las indemnizaciones<br />
no satisfacen a los expropiados, principalmen<strong>te</strong> porque una compensación<br />
realmen<strong>te</strong> satisfactoria sería demasiado gravosa para el sis<strong>te</strong>ma<br />
económico vigen<strong>te</strong>, cuya finalidad esencial es el beneficio, la ganancia. 58<br />
En economía racionalista no puede haber inconvenien<strong>te</strong>s de esa índole.<br />
Por tanto, se puede y se debe compensar generosamen<strong>te</strong> el sacrificio<br />
57 La economía capitalista denomina "riqueza" a cualquier cosa que "genere facturación". Es un<br />
eufemismo que convier<strong>te</strong> números en riqueza. Las más mortíferas armas ¡constituyen riqueza!, puesto que<br />
acrecientan el PIB. Otra debe ser la riqueza para una sociedad en verdad racional.<br />
58 “El capital necesita crecer, acumular y expandirse, ya que de lo contrario se estanca y muere” (Iñaki Gil<br />
de San Vicen<strong>te</strong>). La economía racionalista no necesita crecer ni acumular ni expandirse. Su única misión y<br />
su objetivo único es mover cerebros y brazos en forma de que produzcan lo que se haya decidido en el<br />
Forum.
impuesto por la expropiación, a fin de que los propietarios no resul<strong>te</strong>n de<br />
ninguna manera perjudicados por la pérdida de sus derechos.<br />
Como mínimo deben ob<strong>te</strong>ner, de por vida, todos los mismos beneficios<br />
que estaban ob<strong>te</strong>niendo cuando fueron desposeídos. Deben percibirlos<br />
incluso en los casos en que el arrebatado título de propiedad hubiera<br />
estado proporcionándoles beneficios “ilegales”, “fraudulentos”,<br />
“inmorales”... Hemos llegado a esa conclusión por unanimidad, gracias a<br />
que nuestros deba<strong>te</strong>s en el Forum no dan cobijo a ningún argumento de<br />
filosofía, de moral, de religión, de justicia, etc., que es donde no suele<br />
(ni puede) haber unanimidad. Por eso no reconocemos la exis<strong>te</strong>ncia de<br />
beneficios ob<strong>te</strong>nidos inmoral o ilegalmen<strong>te</strong>. En el Forum se discu<strong>te</strong> sólo<br />
el procedimiento para ob<strong>te</strong>ner la mayor posible felicidad de todos los<br />
habitan<strong>te</strong>s de la Tierra (sin preguntar cómo fueron adquiridos los<br />
beneficios).<br />
En cuanto a distribución de riqueza entre los ciudadanos en general, el<br />
problema consis<strong>te</strong> en de<strong>te</strong>rminar en qué medida y en qué circunstancias<br />
debe acceder cada uno de ellos a la riqueza. En la economía capitalista se<br />
les distribuye ésta en función de las muy diversas “voluntades de<br />
propietario”. En la racionalista, gracias a que no exis<strong>te</strong> la figura<br />
“propietario”, cabe distribuírsela conforme a la Razón, de acuerdo con<br />
las condiciones impuestas para su adquisición y disfru<strong>te</strong>, buscando<br />
siempre el máximo posible beneficio de todos los habitan<strong>te</strong>s de la Tierra.<br />
Pero an<strong>te</strong>s de plan<strong>te</strong>arnos el problema de la distribución de riqueza, nos<br />
conviene estudiar el de la producción.<br />
En la economía racionalista se produce —cuanta riqueza o cuantos bienes<br />
convenga producir— sin que sea necesario hacer “inversiones”. No<br />
habiendo propietarios, el capital está de sobra: sólo se requiere trabajo<br />
mental —in<strong>te</strong>ligencia creadora/rectora de los procesos técnicos de<br />
producción— y trabajo físico. Es necesaria, eso sí, una fuerza motriz que<br />
ponga en movimiento los cerebros y los músculos que han de realizar el<br />
trabajo.<br />
A esa fuerza motriz podemos llamar “dinero”, aunque por su naturaleza<br />
sea un “dinero” sustancialmen<strong>te</strong> distinto del que circula hoy en la<br />
sociedad capitalista. El “dinero” en logocracia no es un bien ma<strong>te</strong>rial,<br />
como (v.gr.) el bronce o el oro de nuestras economías. En manos del<br />
individuo, es tan sólo un simple documento, una especie de “carta<br />
credencial” que presenta como prueba de que prestó algún servicio a la<br />
comunidad. Y, en manos de la comunidad, es también un simple<br />
documento, una especie de “pagaré” (garantía de que la comunidad ha de<br />
prestar al individuo, como compensación, algún servicio).<br />
Por consiguien<strong>te</strong>, el dinero en logocracia puede ser adquirido únicamen<strong>te</strong><br />
a cambio de una prestación de servicio a la comunidad. Lo cual es lógico,<br />
si se considera que todo cuanto hace la sociedad racional debe estar<br />
enderezado a la consecución del bien común o felicidad general mayor<br />
posible. Otorgar a los ciudadanos dinero o bienes de consumo a cambio<br />
192
de su participación en rifas, lo<strong>te</strong>rías, apuestas, juegos de azar, concursos<br />
de <strong>te</strong>levisión, concursos de belleza, etc., es irracional. Especialmen<strong>te</strong><br />
irracional cuando se estimula o propicia la ludopatía, hontanar de<br />
tragedias sin cuento. Y más especialmen<strong>te</strong> irracional cuando es la propia<br />
Autoridad quien promueve todo ello activa y celosamen<strong>te</strong>. El año 2000 en<br />
el Estado español se jugaron, en diversos “juegos”, cerca de veintiséis<br />
mil millones de euros.<br />
Por sí solo el individuo no puede producir todos los bienes que desea<br />
disfrutar: para disfrutarlos, necesita que al menos en par<strong>te</strong> los produzca<br />
“otro”. Pero es<strong>te</strong> “otro” es también individuo que por sí solo no puede<br />
producir todos los bienes que desea disfrutar, y que a su vez necesita que<br />
otro “otro” los produzca en par<strong>te</strong>. Dicho esquemáticamen<strong>te</strong>: el individuo<br />
a necesita productos del b, el b necesita los del c, y el c necesita los del<br />
a. El agricultor proporciona trigo al panadero, el panadero proporciona<br />
pan al avicultor, el avicultor proporciona pollos al pescador, el pescador<br />
proporciona peces al agricultor, y así, sucesivamen<strong>te</strong>. Es un “círculo<br />
vicioso” gratifican<strong>te</strong>, de signo positivo: digamos que es un “círculo<br />
virtuoso”.<br />
Con objeto de que resul<strong>te</strong> cómodo para el individuo adquirir la riqueza,<br />
es decir los distintos bienes o servicios, la sociedad —a través de un<br />
específico organismo, que podría ser una especie de Banco Unico<br />
Planetario (BUP)— abre a nombre de cada productor una cuenta bancaria<br />
electrónica. Esa cuenta bancaria es el único dinero exis<strong>te</strong>n<strong>te</strong> en la<br />
economía logocrática. No tiene valor ma<strong>te</strong>rial. Su cuantía aritmética no<br />
es más que la expresión del valor que da la sociedad a los bienes o<br />
servicios que el titular le ha prestado. Cuando, a la recíproca, recibe el<br />
titular bienes o servicios prestados a la sociedad por otros productores, el<br />
Banco le deduce de su cuenta el valor que da la sociedad a dichos bienes<br />
o servicios. La única función del Banco Unico Planetario consis<strong>te</strong> en<br />
canalizar el dinero de los ciudadanos: abonárselo en cuanto que han sido<br />
productores (de alguna riqueza o servicio), y deducírselo en cuanto que<br />
han sido beneficiarios.<br />
Por consiguien<strong>te</strong>, el dinero no es un pago al productor —ni un cobro al<br />
consumidor o beneficiario— en razón de que “es justo” pagar a aquél y<br />
cobrar a és<strong>te</strong> (en logocracia no in<strong>te</strong>resa la “justicia”, porque no se sabe<br />
qué es “justicia”). No se trata de entregar al productor Pedro algo que<br />
podrá después el consumidor Pedro cambiar por otro algo de valor<br />
equivalen<strong>te</strong>, “para que se haga justicia”. El valor del dinero abonado al<br />
productor nada tiene que ver con el valor de lo producido por él. Ni el<br />
valor del dinero descontado al consumidor tiene que ver nada con el valor<br />
del producto que se le ha entregado. Por eso mismo, tampoco el dinero<br />
(salario) entregado al productor tiene por qué ser proporcional, v.gr., al<br />
esfuerzo realizado por el productor. Ni el precio de los artículos<br />
proporcional a su costo. Nada tiene que ver una cosa con la otra.<br />
La comunidad entrega dinero al productor, porque sólo así el productor<br />
querrá prestar servicio a la comunidad. Y descuenta dinero al<br />
193
consumidor, exactamen<strong>te</strong> por la misma razón: porque sólo así querrá<br />
luego és<strong>te</strong> reponer su saldo, y volver a prestar servicio a la comunidad.<br />
Como queda dicho, pues, el dinero que se entrega al productor no es un<br />
“justo pago” de su trabajo, sino simple estímulo que, estadísticamen<strong>te</strong>,<br />
lleva a los trabajadores a desempeñar las actividades que más han de<br />
contribuir a la felicidad general. Se les da un dinero cuyo valor<br />
cuantitativo, muy variable, depende de varios factores. Voy a señalar<br />
algunos.<br />
194<br />
1º) La naturaleza íntima de un trabajo dado. Si un trabajo x, de necesaria<br />
realización para el bien común o felicidad general, es per se insano, penoso,<br />
peligroso, debe <strong>te</strong>ner alta remuneración. Tanto más alta cuanto más<br />
acentuados estén esos aspectos negativos. Y remuneración baja, si el trabajo<br />
es per se fácil, cómodo, agradable. Debe ser así, no sólo para compensación<br />
eudemonística en el plan general de felicidad mayor posible de todos.<br />
También para reclutar voluntarios que realicen el trabajo ingrato: si no hay<br />
compensación suficien<strong>te</strong>, no habrá voluntarios. El peón de albañil que<br />
arriesga su vida en la construcción de un rascacielos, el minero sepultado en<br />
vida (nunca mejor dicho), el can<strong>te</strong>ro que va a contraer una silicosis, deben<br />
ganar mucho más que el arqui<strong>te</strong>cto, mucho más que el ingeniero, mucho más<br />
que el ministro. Tiene que ser así, porque sólo así puede alcanzarse el fin<br />
último, que es la mayor posible felicidad general.<br />
2º) La importancia social esencial de un trabajo dado. Si sólo sirve el trabajo<br />
x para dar placer, cae<strong>te</strong>ris paribus debe remunerarse poco o nada. Y<br />
remunerarse mucho el que sirve para quitar dolor: tanto más cuanto mayor<br />
sea el dolor que se qui<strong>te</strong> con él. Cae<strong>te</strong>ris paribus, el buen futbolista, el buen<br />
actor de cine, el buen pintor o escultor, el buen poeta o novelista, deben<br />
ganar poco o nada. Mientras que deben ganar mucho —tanto más cuanto más<br />
perfectamen<strong>te</strong> realicen su trabajo— el buen médico, el buen enfermero, el<br />
buen educador, el buen científico, el buen inventor... Así tiene que ser,<br />
porque así habrá en el mundo menos dolor (que es lo importan<strong>te</strong> y lo<br />
esencial), ya que la gen<strong>te</strong> elegirá trabajar en aquello que le proporcionará<br />
mayores beneficios o ganancias, con lo que aumentará el número de personas<br />
y bienes y servicios que suprimen dolor.<br />
3º) La importancia social esencial de un producto dado (es<strong>te</strong> factor es válido<br />
sólo en la fase inaugural del sis<strong>te</strong>ma, cuando los propietarios, aunque no de<br />
iure, lo son todavía de facto). Si sólo sirve el producto x para dar placer,<br />
debe pagarse poco o nada. Por el contrario, se debe pagar bien el producto<br />
que sirve para quitar dolor. Si Pedro agricultor cultiva marihuana en “sus”<br />
tierras, o se le paga poco o no se le paga nada. Se le paga mucho, si dedica<br />
“sus” tierras al cultivo solicitado por la Razón (a través del Forum <strong>Logos</strong>).<br />
An<strong>te</strong>riormen<strong>te</strong> hemos dicho que en logocracia puede adquirirse riqueza o<br />
dinero tan sólo a cambio de la prestación de servicios a la comunidad. En<br />
efecto, carecen de sentido —y en definitiva, por consiguien<strong>te</strong>, son directa<br />
o indirecta causa de infelicidad social mayor o menor— las mil y una<br />
maneras de ganar dinero o riqueza que ha <strong>te</strong>nido siempre la ciudadanía en<br />
sociedades irracionales. Y eso porque, aun en el caso más favorable, tales<br />
maneras de ganar no promueven acciones conducen<strong>te</strong>s a la felicidad (que<br />
otras maneras promoverían). He aquí algunos ejemplos:<br />
Es insensato, y causa de infelicidad social, que una persona incremen<strong>te</strong><br />
su dinero por haberlo depositado en un banco, o por haber suscrito<br />
acciones. Ilógico e insensato el hecho de que reciba regalos o dinero por<br />
haber participado en sor<strong>te</strong>os, en concursos de radio y de <strong>te</strong>levisión, en<br />
concursos de belleza, en apuestas deportivas (aunque sean benéficas, y<br />
por mucho que lo sean), o por haber jugado a la ruleta, o en máquinas<br />
tragaperras. Ilógico e insensato que se enriquezca porque juega bien al
golf, o al fútbol, o al <strong>te</strong>nis... Ilógico e insensato que adquiera bienes o<br />
dinero porque alguien se los ha dado (en forma de regalos, por ejemplo, o<br />
en herencia, o en forma de créditos o préstamos)... Por supuesto, es<br />
insensato, y causa de infelicidad social, el hecho de que la gen<strong>te</strong> gane<br />
dinero por haber fabricado o vendido armamento bélico, por haber<br />
cometido estafa o robo, por haber aceptado un soborno, por haber<br />
vendido ciertas drogas....<br />
Todo ello carece de sentido en logocracia, porque el dinero, por su misma<br />
esencia, y tras la abolición de los derechos de propiedad, sólo es un valor<br />
puramen<strong>te</strong> aritmético, un cierto número de bits informáticos, acreditativo<br />
de servicios prestados a la comunidad, o de bienes producidos para la<br />
comunidad . Resulta de ahí que sería irracional, en efecto, y hasta<br />
contradictorio, que alguien percibiera dinero por los medios que se han<br />
señalado en el párrafo preceden<strong>te</strong>.<br />
Como consecuencia de que no hay en el mundo ningún propietario, el<br />
“gobierno logócrata” —es decir la Razón del unánime Forum <strong>Logos</strong>—<br />
queda con las manos libres para dar y quitar dinero ad líbitum. De ese<br />
modo la economía puede selectivamen<strong>te</strong> ob<strong>te</strong>ner o producir todo (y sólo)<br />
aquello que sea necesario para la máxima felicidad posible de los<br />
ciudadanos. Además, puede producirlo —contrariamen<strong>te</strong> a lo que sucede<br />
en la economía capitalista— sin la “presión in<strong>te</strong>rna” que obliga a ésta a<br />
producir para no sucumbir, ya que debe crecer continua y<br />
necesariamen<strong>te</strong>. En sociedad racional no tiene la economía necesidad<br />
alguna de crecer: crecerá sólo cuando (y cuanto) quiera el Forum.<br />
La sociedad capitalista o “propietarista” nunca se propone explícitamen<strong>te</strong><br />
contribuir con sus productos a la felicidad mayor posible de la sociedad<br />
planetaria ín<strong>te</strong>gra: aquí el propietario —individuo, consorcio,<br />
multinacional, Estado...— produce lo que estima que será para él<br />
beneficioso. En la economía logocrática es innecesario (incluso<br />
imposible) ese modo de producción, porque en logocracia no hay<br />
propietarios. Entonces el único propósito en los “marketing” de la<br />
economía logocrática es el de producir aquello que la Razón prescriba<br />
como convenien<strong>te</strong> para la comunidad. El Forum tiene que estudiar, por<br />
tanto, y únicamen<strong>te</strong>, qué producción será beneficiosa para todos: qué<br />
producción traerá al mundo la felicidad mayor posible.<br />
Para esto es imprescindible distinguir entre lo necesario y lo superfluo (o<br />
lo nocivo). Medidos —entiéndase bien esto— objetivamen<strong>te</strong>, y no por<br />
subjetivas apreciaciones de tales o cuales individuos o grupos aislados.<br />
En régimen de logocracia no se puede reconocer como necesario para la<br />
felicidad lo que constituye subjetiva necesidad creada por cada quisque a<br />
causa de su particular manera de pensar o de sentir o de valorar la vida.<br />
A esta clase de necesidad llamaremos necesidad subjetiva o adventicia.<br />
Que algunas personas —incluso muchas personas— digan “yo, para ser<br />
feliz, necesito fumar habanos y beber güisqui” no demuestra que, para ser<br />
feliz en esta vida, es necesario fumar habanos y beber güisqui (puesto<br />
195
que hay personas que, sin fumar habanos y sin beber güisqui, son<br />
felices). Que algunas mujeres —incluso numerosísimas mujeres— digan<br />
“yo, para ser feliz, necesito que me hagan la cirugía estética en los<br />
pechos, que los <strong>te</strong>ngo algo caídos” no demuestra que, para ser feliz en<br />
esta vida, es necesario hacerse la cirugía estética en los pechos algo<br />
caídos (puesto que se puede ser feliz con los pechos algo caídos). La<br />
exis<strong>te</strong>ncia de semejan<strong>te</strong>s necesidades adventicias tampoco demuestra, por<br />
tanto, que la economía logocrática esté obligada a producir habanos y<br />
güisqui y cirujía de pechos caídos. La economía logocrática está obligada<br />
a producir tan sólo aquello que es propiamen<strong>te</strong> necesario, no lo superfluo<br />
(ni lo nocivo, por supuesto).<br />
En concretos casos y cincunstancias especiales producirá lo superfluo,<br />
tan sólo por la razón siguien<strong>te</strong>. Mientras existan de hecho en el mundo<br />
ciudadanos que no quieren privarse de lo superfluo —imaginemos, v.gr.,<br />
a quien subjetivamen<strong>te</strong> necesita beber en las comidas vino—, la<br />
economía se lo produce y se lo da, pero a un precio muy elevado. Con<br />
ello se consigue que los ciudadanos disfrutadores de lo superfluo hayan<br />
prestado a la comunidad, en forma de “artículo necesario”, algún servicio<br />
de gran valor (directamen<strong>te</strong> proporcional al precio pagado).<br />
Contrapondremos a las necesidades adventicias o subjetivas del individuo<br />
las necesidades objetivas y universales de la especie. Adviértase, no<br />
obstan<strong>te</strong>, que por excepción puede una subjetiva o adventicia necesidad<br />
convertirse de facto, con el paso del tiempo, en objetiva necesidad, a<br />
causa (p.ej.) de que la especie degeneró y perdió algunas virtudes o<br />
facultades. Tal podría haber sido la necesidad actual de vestir una ropa<br />
de abrigo en de<strong>te</strong>rminadas circunstancias, porque perdimos la capa de<br />
vello que portaban en todo el cuerpo nuestros primeros padres.<br />
Desde el punto de vista de la economía logocrática, necesario es<br />
únicamen<strong>te</strong> aquello cuya falta o carencia implique —para cualquier<br />
miembro de la comunidad— perder garantía total de poder ser feliz. Por<br />
ejemplo, nadie <strong>te</strong>ndrá total garantía de poder ser feliz, si no se alimenta<br />
racionalmen<strong>te</strong> (es decir siguiendo pautas o normas trazadas por la<br />
ciencia): luego una alimentación racional es necesaria. Dicho de otro<br />
modo: necesario será todo aquello cuya falta o carencia deba o pueda per<br />
se, tarde o <strong>te</strong>mprano, causar dolor físico a quienquiera.<br />
Con arreglo a la definición que acabamos de dar, los “artículos” —bienes<br />
y servicios—que debe producir la economía logocrática no pueden ser<br />
muchos, <strong>te</strong>niendo en cuenta que en <strong>te</strong>oría (o en principio) a una sociedad<br />
racional no le importa carecer de lo superfluo, es decir de aquellos<br />
artículos que sólo sirven para dar placer-vicio, ya que el placer natural o<br />
espontáneo —según se explicó en otro capítulo— de una manera u otra ha<br />
de llegar por sí solo, indefectiblemen<strong>te</strong>, en las horas en las que no se<br />
<strong>te</strong>nga ningún dolor. Esos “artículos” de obligada producción, por ser<br />
necesarios para la felicidad, serían: alimento, vivienda, vestido,<br />
educación in<strong>te</strong>gral, asis<strong>te</strong>ncia médica, seguridad medioambiental,... y<br />
poco más.<br />
196
Naturalmen<strong>te</strong>, los tales “artículos” deben estar siempre disponibles para<br />
toda persona que de ellos careciere y, por una razón u otra, no pudiera<br />
pagarlos. Deben estar, pues, incondicionalmen<strong>te</strong> disponibles —gratis,<br />
por tanto —, si es verdad que la sociedad logocrática fue concebida y<br />
estructurada para que sus componen<strong>te</strong>s todos alcancen felicidad máxima.<br />
Pero, naturalmen<strong>te</strong> también, por la razón apuntada en el párrafo an<strong>te</strong>rior,<br />
esos “artículos” de primera necesidad no deben llevar consigo nada<br />
superfluo.<br />
La vivienda gratuita, por ejemplo, no debe ser aposento diseñado para<br />
que su ocupan<strong>te</strong> ob<strong>te</strong>nga ningún placer: ni el placer de la comida —ya<br />
dispone de ella en el refectorio público—, ni el placer de solazarse con<br />
las amistades (ya dispone de locales públicos ad hoc), ni el placer de leer<br />
novelas o ver películas... Debe ser aposento concebido con la única<br />
in<strong>te</strong>nción de que, por su estructura y su emplazamiento, el ocupan<strong>te</strong> de la<br />
vivienda no sufra dolor (por ataques o agresiones de personas o animales,<br />
por causa de inundaciones o <strong>te</strong>rremotos, por inclemencias del tiempo,<br />
etcé<strong>te</strong>ra).<br />
Por tanto, la gratuita vivienda considerada necesaria —que debe ser en<br />
realidad una especie de vivienda-cubículo, de vivienda-cobijo, de<br />
vivienda-guarida— no debe <strong>te</strong>ner living room. Ni <strong>te</strong>levisor. Ni <strong>te</strong>léfono.<br />
Ni libros que no sean educativos. Ni cocina. Ni despensa. Ni más de una<br />
cama. Ni más de una silla. Es decir nada que no considere necesario la<br />
Razón para el inquilino. Se crean viviendas gratuitas con el único fin de<br />
evitar que haya en todo el planeta ni una sola de las innumerables<br />
personas que en la irracional sociedad actual están obligadas a vivir “sin<br />
<strong>te</strong>cho”, en vivienda insalubre, en vivienda que amenaza ruina, en<br />
vivienda peligrosamen<strong>te</strong> emplazada, etcé<strong>te</strong>ra.<br />
Si se quiere otro ejemplo, pensemos en la alimentación. Una par<strong>te</strong> de<br />
nuestro mundo actual —aquella que está sumida en la pobreza extrema—<br />
no puede alimentarse racionalmen<strong>te</strong>. Es imposible que acaezca tal cosa<br />
en la sociedad logocrática. Allí debe proporcionarse gratis, a quienquiera<br />
que lo necesi<strong>te</strong> y no pueda pagarlo, todo el alimento que la ciencia<br />
médica le prescriba como necesario para su salud. Un compe<strong>te</strong>n<strong>te</strong> equipo<br />
de médicos debe ex<strong>te</strong>nder la receta correspondien<strong>te</strong> a la persona<br />
necesitada. En un refectorio ad hoc debe servírsele el alimento<br />
seleccionado, preparado y dosificado siguiendo instrucciones dictadas<br />
por la ciencia médica.<br />
En cambio, no debe suministrásele nada superfluo: sólo debe comer lo<br />
que se le sirva, a la hora y en el lugar que se le indique. Si la ciencia<br />
médica ha dictaminado que no le es necesario el alcohol, ni la carne, ni el<br />
azúcar, ni el café,... y que tampoco le es necesario ingerir los alimentos<br />
en cantidades mayores que la prescrita, su menú “sanitario” jamás debe<br />
incluir ni una gota de alcohol, ni un gramo de carne, ni una pizca de<br />
azúcar, ni el aroma siquiera de media tacita de café. Si quedara el<br />
comensal hambriento y disconforme, su recurso único posible sería el de<br />
197
hablar con los médicos, y convencerlos para que modifiquen la receta,<br />
porque fuera del refectorio ad hoc el régimen logocrático no le va a dar<br />
ni un mendrugo de pan.<br />
Ese mismo menú “sanitario” —no gratuito, pero sí a precios muy<br />
asequibles— debe estar también a disposición de cualquier persona que<br />
lo solici<strong>te</strong>. Por lo demás, las personas que no quieran alimentarse<br />
racionalmen<strong>te</strong>, bien sea por ignorancia, o bien porque su objetivo<br />
primordial en la mesa es ob<strong>te</strong>ner placeres-vicio que la alimentación<br />
racional no les va a dar, deben pagar por su caprichoso menú elevados<br />
precios, al igual que el de cualesquiera otros bienes o servicios de<br />
carác<strong>te</strong>r superfluo.<br />
Si lo hemos pensado a la ligera, acaso juzguemos imposible o difícil que<br />
la economía, por muy racional que fuere, produzca lo suficien<strong>te</strong> para que<br />
toda persona necesitada, en el mundo en<strong>te</strong>ro, pueda gratuitamen<strong>te</strong> recibir<br />
todo lo necesario en ma<strong>te</strong>ria de alimentación, vivienda, vestido,<br />
asis<strong>te</strong>ncia médica, educación, formación universitaria, etcé<strong>te</strong>ra. No lo<br />
juzgaremos imposible ni difícil, si tomamos en consideración estos tres<br />
datos que siguen:<br />
198<br />
1º) No se trata de construir sie<strong>te</strong> mil millones de viviendas-cubículo<br />
individuales gratuitas, ni se trata de poner mesa gratuita para sie<strong>te</strong> mil<br />
millones de comensales, o de confeccionar sie<strong>te</strong> mil millones de<br />
reglamentarias túnicas o sayales. En sociedad racional —hechos los debidos<br />
ajus<strong>te</strong>s demográficos—, el suministro gratuito será en cualquier caso para un<br />
reducido número de personas, máxime cuando sólo podrán beneficiarse de él<br />
quienes no <strong>te</strong>ngan al<strong>te</strong>rnativa: si ya <strong>te</strong>ngo vivienda de pago, no debe<br />
adjudicárseme una gratuita; si puedo comer en casa o en el restauran<strong>te</strong>, no<br />
se me dará el bono que me permita comer gratis en el refectorio ad hoc; si ya<br />
estoy vistiendo ropa convencional, no recibiré el científico sayal gratuito<br />
estándar; etcé<strong>te</strong>ra.<br />
2º) No será muy elevado el número de personas optan<strong>te</strong>s a la gratuidad (a la<br />
que sólo pueden optar aquellas que carecen de dinero, y sólo carecerán de<br />
dinero las que no pueden o no quieren trabajar). El número de las que no<br />
puedan trabajar no será muy elevado en una sociedad racional, donde el<br />
desempleo es imposible, y donde los casos de invalidez no pueden ser muy<br />
numerosos. Tampoco será muy elevado el de las que no quieren trabajar, por<br />
varios motivos: a) pocas van a estar conformes con sólo una viviendacubículo<br />
gratuita y aus<strong>te</strong>ra; b) pocas van a conformarse con sólo el gratuito<br />
menú “sanitario”; c) pocas van a resignarse a vestir sólo el científico sayal<br />
gratuito; d) muchas (o todas) preferirán renunciar a la gratuidad y trabajar<br />
para <strong>te</strong>ner dinero con el que acceder a lo superfluo.<br />
3º) Si la economía capitalista hoy tiene poderes para producir la descomunal<br />
profusión de artículos que produce (nocivos y/o innecesarios), a fortiori una<br />
economía logocrática <strong>te</strong>ndrá el poder de producir todo lo que necesita la<br />
humanidad —aunque fueran sie<strong>te</strong> mil millones de viviendas-cubículo, sie<strong>te</strong><br />
mil millones de túnicas estándar, o sie<strong>te</strong> mil millones de ordenadores<br />
didácticos escolares—, porque los cerebros y los músculos que producen hoy<br />
cantidades astronómicas de artículos nocivos y/o innecesarios,<br />
prioritariamen<strong>te</strong> se ocuparían de la producción de los necesarios.<br />
De los tres datos que preceden se deduce —y se deduce de modo<br />
eviden<strong>te</strong>— que puede una economía racional conseguir en poco tiempo,<br />
en el mundo en<strong>te</strong>ro, la liberación de toda persona “sin <strong>te</strong>cho”, de todo<br />
mendigo expuesto a morir de frío, de toda persona desnutrida por hambre,<br />
de todo enfermo caren<strong>te</strong> de cuidadosa asis<strong>te</strong>ncia médica, de todo<br />
analfabeto... Etcé<strong>te</strong>ra.
En cuanto a la producción de bienes o servicios innecesarios —a fortiori,<br />
de los abiertamen<strong>te</strong> dañinos o nocivos—, la sociedad en que vivimos<br />
incurre en irracionalidades de grueso calibre: casi todo lo que hoy se<br />
produce en li<strong>te</strong>ratura, en ar<strong>te</strong> (incluida la música moderna y, por<br />
supuesto, el séptimo ar<strong>te</strong>), en publicidad comercial, en la industria<br />
movida por el más compulsivo consumismo, en ma<strong>te</strong>riales e instalaciones<br />
y actividades deportivas, en jugue<strong>te</strong>ría, en joyería, en perfumería, en alta<br />
costura, en modas, en revistas gráficas, en programas de <strong>te</strong>levisión, más<br />
un etcé<strong>te</strong>ra que no se acabaría nunca, es irracional, superfluo,<br />
innecesario.<br />
La economía logocrática no incurrirá en tales irracionalidades. Aceptará<br />
y seguirá el viejo consejo de Séneca:<br />
La economía es la ciencia de cercenar los gastos superfluos.<br />
Encauzará o reorientará el absurdo e incon<strong>te</strong>nible derroche (de energía<br />
cerebral y muscular) que se hace hoy en la producción de lo nocivo y lo<br />
superfluo. Sólo producirá superfluidades en la medida en que sirvan de<br />
estímulo o señuelo para que el ciudadano trabaje en la producción de lo<br />
necesario. Por ley natural ape<strong>te</strong>cen los ciudadanos alguna superfluidad a<br />
la que no quieren renunciar. Dado que esa superfluidad será ob<strong>te</strong>nible<br />
únicamen<strong>te</strong> con dinero, y dado que sólo se podrá ob<strong>te</strong>ner dinero<br />
trabajando, la economía logocrática tiene cómodamen<strong>te</strong> asegurada la<br />
producción de todo lo necesario para toda la humanidad.<br />
Así es como el “gobierno logócrata” —es decir la Razón del unánime<br />
Forum <strong>Logos</strong>— <strong>te</strong>ndrá las manos libres para dar y quitar dinero ad<br />
líbitum, y producir selectivamen<strong>te</strong> cuanto haya que producir para que los<br />
ciudadanos <strong>te</strong>ngan la máxima felicidad posible. Eso mismo se <strong>te</strong>ndrá<br />
cuando racionalmen<strong>te</strong> haya que distribuir la riqueza en beneficio de<br />
todos. Vamos a verlo en concreto.<br />
En la economía capitalista, a causa de los derechos de propiedad, el<br />
precio que deben pagar los ciudadanos por el disfru<strong>te</strong> de la riqueza suele<br />
oscilar en función de los costos de producción de esa riqueza, porque el<br />
fin último de la economía capitalista es ob<strong>te</strong>ner beneficio. Tal objetivo<br />
no exis<strong>te</strong> en la economía racional, y entonces el precio nada tiene que ver<br />
con los costos de producción. Cuando la cúpula rectora logocrática<br />
resuelve que la felicidad general ha de ser mayor con la gratuita entrega<br />
de un artículo necesario muy costoso, el artículo se puede y se debe<br />
suministrar gratis. Y si decide que lo convenien<strong>te</strong> es fijar exorbitan<strong>te</strong>s<br />
precios al artículo superfluo de fácil producción —que será siempre<br />
inasequible sin dinero—, los consumidores deben pagar muy caro el<br />
artículo superfluo. Con lo que el “gobierno logócrata”, gracias al dinero<br />
que han dejado los consumidores del artículo superfluo, puede entregar<br />
gratis el artículo necesario.<br />
199
Voy a inventar un ejemplo exagerado. Imaginemos que exis<strong>te</strong> la<br />
posibilidad de fabricar un analgésico inofensivo de muy compleja<br />
elaboración que, según baremos del capitalismo tradicional, costaría diez<br />
mil euros por dosis, y que eliminaría instantáneamen<strong>te</strong> dolores de toda<br />
especie. Ese analgésico se puede y se debe distribuir gratis a quienquiera<br />
que lo necesi<strong>te</strong>. En el mundo en<strong>te</strong>ro. En cambio, el nuevo modelo de<br />
coche, fabricado con pequeños lujos o comodidades que no reúne el<br />
baratísimo utilitario, no se vende por menos de quinientos mil euros.<br />
Con esto ya está dicho que en la sociedad racionalmen<strong>te</strong> construida nadie<br />
está obligado a pagar un impuesto por los ingresos que ob<strong>te</strong>nga, sean<br />
cuales fueren. Toda la recaudación fiscal tiene que efectuarse a través del<br />
gasto superfluo que hace voluntariamen<strong>te</strong> el ciudadano.<br />
Y también está dicho que en la economía logocrática —máxime cuando se<br />
haya completado el rodaje del sis<strong>te</strong>ma, y se haya curado por completo el<br />
sarampión demográfico— no podrá plan<strong>te</strong>arse ninguno de los problemas<br />
propios de la economía capitalista: crac de la bolsa de nueva York, crisis<br />
mundial de 1929, inflación, países ricos, países pobres, Nor<strong>te</strong>, Sur...<br />
200
XIX*<br />
Sociedad única indivisible<br />
Si con<strong>te</strong>mplamos a vista de pájaro (y en conjunto) la historia del hombre<br />
sobre la faz de la Tierra, veremos que desde el primer momento de su<br />
exis<strong>te</strong>ncia hasta el instan<strong>te</strong> actual, de alguna manera —o de infinitas<br />
maneras— la especie humana siempre estuvo fraccionariamen<strong>te</strong> asociada<br />
siempre. Todo fue “asociación por grupos”: familia, tribu, alianza,<br />
gremio, consorcio, iglesia, secta, cofradía, hermandad, círculo, peña,<br />
sindicato, partido, club, congregación, equipo, nación, coalición,<br />
confederación, ejército, Estado, Estados unidos...<br />
Excepción hecha de los casos en que la agrupación <strong>te</strong>nga puro carác<strong>te</strong>r de<br />
organización técnica de una de<strong>te</strong>rminada tarea a realizar, tales modos de<br />
asociación —adoptados casi siempre con alguna finalidad agresiva o<br />
defensiva, física, ideológica, económica...—, aunque ocasionalmen<strong>te</strong><br />
hayan sido convenien<strong>te</strong>s o necesarios por las circunstancias del momento,<br />
son funestos en sí para la felicidad humana. Todo lo que sea agruparse o<br />
asociarse una par<strong>te</strong> de la población (con fines agresivos o defensivos),<br />
dejando fuera a la otra par<strong>te</strong>, es po<strong>te</strong>ncial fuen<strong>te</strong> de enemistades, de<br />
aversiones, de infelicidad. Ni siquiera con fines científicos es en sí<br />
convenien<strong>te</strong> asociarse en grupos autónomos (exceptuado el mencionado<br />
caso de organización técnica).<br />
Vamos a tomar la familia tradicional como paradigmático prototipo de<br />
asociación poco apta para hacer feliz a la gen<strong>te</strong>. En la Era de la Sinrazón<br />
se consideró que la familia era la base y fundamento de la sociedad: la<br />
sociedad era imposible sin la institución familiar. En la Era de la Razón<br />
será al revés, porque la tradicional institución familiar imposibilita la<br />
creación de una sociedad feliz en el grado mayor posible.<br />
Esto que sigue fue escrito en el año 2000:<br />
201<br />
El Gobierno británico anunció ayer sus planes para exigir al<br />
profesorado que enseñe a sus alumnos la importancia que tiene el<br />
matrimonio como pilar fundamental de la sociedad.<br />
No vamos a negar que la exis<strong>te</strong>ncia de la institución matrimonial sea<br />
mejor que su inexis<strong>te</strong>ncia cuando el ser humano está constreñido a vivir<br />
en sociedades que todavía no han alcanzado la madurez. Pero <strong>te</strong>nemos<br />
que situar nosotros el problema en el marco de una sociedad que ya entró<br />
en el uso de razón, y que fue concebida únicamen<strong>te</strong> para hacer feliz a la<br />
humanidad. En la sociedad que se fundó inspirada en la Razón, y está<br />
sos<strong>te</strong>nida por ella, no puede ser pilar fundamental el matrimonio, sino<br />
todo lo contrario.<br />
Por lo que se vio en la par<strong>te</strong> inicial del presen<strong>te</strong> ensayo, sabemos que no<br />
tiene en nuestra discusión in<strong>te</strong>rés o relevancia el matrimonio en cuanto
contrato jurídico, ni en cuanto sacramento. Aquí nos importa únicamen<strong>te</strong><br />
conocer el valor eudemonístico de la institución matrimonial.<br />
Universales en tiempos pasados, también hoy se dan todavía casos en<br />
que, por una razón o por otra, la mujer económicamen<strong>te</strong> débil <strong>te</strong>nga que<br />
consumir su “jornada laboral” en el domicilio propio, realizando tareas<br />
domésticas económicamen<strong>te</strong> improductivas —por ejemplo, criar hijos—,<br />
y no remuneradas median<strong>te</strong> salario. La mujer que se encuentra en esas<br />
condiciones (particularmen<strong>te</strong> en la obligación de criar hijos) no puede<br />
subsistir sin que alguien resuelva su problema económico. Siempre ha<br />
sido el matrimonio la solución para ella, si solución puede llamarse. Es<br />
decir que, para subsistir, debía quedar perpetuamen<strong>te</strong> a merced del<br />
hombre que por contrato matrimonial era quien se encargaría de subvenir<br />
a las necesidades económicas de la familia.<br />
Per se, tal dependencia económica no puede ser el medio más apropiado<br />
para que ni la mujer ni el hombre <strong>te</strong>ngan una duradera exis<strong>te</strong>ncia feliz.<br />
En esas condiciones, una vida feliz por mucho tiempo es, aunque posible,<br />
sumamen<strong>te</strong> improbable. Una amarga experiencia diaria lo demuestra<br />
sobradamen<strong>te</strong>.<br />
Otra causa de que la duradera felicidad bajo institución matrimonial sea<br />
sumamen<strong>te</strong> improbable es que la sociedad civil o religiosa, al conceder a<br />
una pareja el status matrimonial, impone a los contrayen<strong>te</strong>s la obligaciøn<br />
de convivir juntos a perpetuidad bajo un mismo <strong>te</strong>cho. Absurda<br />
imposición, desde el punto de vista eudemonístico, dada la facilidad con<br />
que puede surgir entre dos personas una incompatibilidad de carac<strong>te</strong>res<br />
que imposibili<strong>te</strong> la convivencia feliz, y dado que es prácticamen<strong>te</strong><br />
imprevisible a priori esa incompatibilidad.<br />
Si un hombre y una mujer son por sí mismos capaces de permanecer toda<br />
la vida compenetrados y bien avenidos, no hace falta notario ni sacerdo<strong>te</strong><br />
ni ritual que los obligue a convivir “hasta que la muer<strong>te</strong> os separe”: ya<br />
convivirán ellos por sí solos. Y si no son capaces de convivir así por sí<br />
solos, lo único que lograrán el ritual y el cura y el notario será convertir<br />
en infierno la forzada unión disparatada.<br />
No sólo el obligatorio convivir bajo la fórmula “matrimonio” es funesta<br />
fuen<strong>te</strong> —actual o po<strong>te</strong>ncial— de infelicidad. Lo es también cualquier otra<br />
forma de convivencia, siempre que sea obligada o forzada por uno u otro<br />
motivo (económico, moral, familiar, unila<strong>te</strong>ralmen<strong>te</strong> afectivo...). Desde<br />
el punto de vista eudemonístico, y en principio, la convivencia<br />
obligatoria y permanen<strong>te</strong> bajo un mismo <strong>te</strong>cho y con la misma persona es<br />
funesta para el ser humano.<br />
Ya sabemos que no siempre el matrimonio constituye un obstáculo para<br />
que marido y mujer vivan felices toda su vida. Pero eso no es más que la<br />
excepción que confirma la regla. El exorbitan<strong>te</strong> número de infidelidades,<br />
de divorcios, de separaciones, y, sobre todo, el de mujeres maltratadas<br />
por sus maridos, de sobra demuestra que la institución matrimonial no<br />
202
sirve para que la gen<strong>te</strong> sea feliz en la medida mayor posible. Hasta sus<br />
más exaltados defensores confiesan que la vida matrimonial “es una cruz<br />
que hay que sobrellevar cristianamen<strong>te</strong>”.<br />
Supongo que históricamen<strong>te</strong> hubo por lo menos cuatro motivos para que<br />
se inventara e implantara en la sociedad una institución que no es<br />
instrumento adecuado para la felicidad mayor posible.<br />
203<br />
a) Una sería la necesidad masculina de permanen<strong>te</strong> accesibilidad a hembra<br />
para satisfacer sus hambres de placer-vicio.<br />
b) Otra sería la necesidad femenina de apoyo económico para su propia<br />
subsis<strong>te</strong>ncia y para la crianza de la prole.<br />
c) La <strong>te</strong>rcera podría ser la necesidad masculina (o común) de crear y<br />
conservar y asegurar la estirpe, el linaje, la saga familiar...<br />
d) Por último, la necesidad común de arrogarse la patria po<strong>te</strong>stad.<br />
En una sociedad racional, el motivo c) y el motivo d) tienen que dejar de<br />
existir automáticamen<strong>te</strong>, por inanición, por consunción. Estirpe, linaje,<br />
abolengo, alcurnia, casta, prosapia, y similares, en sociedad racional son<br />
obsoletas ca<strong>te</strong>gorías hueras. Y la patria po<strong>te</strong>stad no puede ser en ningún<br />
caso concedida ni reconocida, porque el futuro de un ser humano que<br />
acaba de nacer constituye problema demasiado grave y difícil para que se<br />
deje la solución a merced de lo que decidan una o dos personas, por muy<br />
padre y madre que sean del recién nacido: 59 si la humanidad ha de ser<br />
feliz, es la Razón quien debe ocuparse de ese futuro.<br />
Por lo que atañe al padre, ni siquiera exis<strong>te</strong> el imperativo de los vínculos<br />
afectivos. La necesidad de lazos o vínculos afectivos del hombre hacia su<br />
hijo recién nacido es necesidad cultural, no biológica (así como la<br />
experimentada por la madre sí es biológica). En consecuencia, el padre<br />
no puede <strong>te</strong>ner ningún “derecho” sobre los hijos, aun admitido el<br />
inexis<strong>te</strong>n<strong>te</strong> concepto del “derecho”.<br />
Tampoco lo tiene la madre. Pero es la madre quien amamanta al hijo. Por<br />
tanto, es ella y no el padre quien debe (siguiendo estrictamen<strong>te</strong>, por<br />
supuesto, los consejos y directrices de la Razón) cuidar al niño, criarlo,<br />
educarlo...<br />
Referen<strong>te</strong> a los motivos a) y b), en la sociedad logocrática se pueden y se<br />
deben satisfacer esas necesidades —en lo que tienen de verdadera<br />
necesidad— sin recurrir a la arcaica fórmula “matrimonio”. Por lo que<br />
hace al “necesario” desahogo sexual del hombre, en otro lugar<br />
estudiaremos el caso. En cuanto a ella, toda mujer tiene que disponer de<br />
medios para subsistir sin dependencia alguna de ningún compañero o<br />
marido o aman<strong>te</strong>: tiene que poder convivir con quien quiera, y sólo<br />
mientras lo quiera (si lo quiere también el par<strong>te</strong>naire), pero nunca por<br />
obligación legal. Y, si ha concebido un hijo —cosa que debe ocurrir sólo<br />
cuando así lo haya aconsejado la Razón—, tiene que disponer gratis de<br />
todo lo necesario para el óptimo desarrollo del hijo en todos los órdenes.<br />
59 Hace poco, no sé dónde leí que en el mundo actual cuatro mil niños mueren cada año por malos tratos<br />
de sus propios padres. ¡Concededles la patria po<strong>te</strong>stad!
Todavía más que la absurda institución matrimonial, el que se lleva la<br />
palma sin sombra de duda —entre los posibles tipos de asociación<br />
fraccionaria especialmen<strong>te</strong> aptos para hacer infeliz a la humanidad— es<br />
la asociación política denominada “Estado”, que <strong>te</strong>rritorialmen<strong>te</strong> estuvo y<br />
está bien delimitada. Habida cuenta del carác<strong>te</strong>r de “posesión en<br />
propiedad” que tiene para los así asociados esa delimitada <strong>te</strong>rritorialidad,<br />
y por lo que razonábamos al hablar del “derecho de propiedad”, se puede<br />
señalar como causa complementaria de todos los grandes males de la<br />
humanidad (odios, guerra, hambre, ignorancia, etcé<strong>te</strong>ra) la fragmentación<br />
de la sociedad en Estados o naciones.<br />
En el pasado la fragmentación fue inevitable, porque entonces era<br />
ma<strong>te</strong>rialmen<strong>te</strong> imposible que todos los habitan<strong>te</strong>s de la Tierra se unieran<br />
en asociación única. Pero es in<strong>te</strong>resan<strong>te</strong> e importan<strong>te</strong> saber, en general,<br />
cuál fue la razón o causa fundamental de que en el pasado haya sido<br />
convenien<strong>te</strong> o necesario asociarse de manera tan fragmentaria, en tantos<br />
aspectos de la vida social.<br />
Por supuesto, había causas tales como el axioma de que la unión hace la<br />
fuerza. Pero yo creo que, por encima de ellas, la verdadera razón que un<br />
contingen<strong>te</strong> humano x <strong>te</strong>nía para asociarse era, sencillamen<strong>te</strong>, la<br />
exis<strong>te</strong>ncia de otro contingen<strong>te</strong> rival z. La razón que <strong>te</strong>nía, por tanto, era<br />
circular. Se asoció Fulano por su par<strong>te</strong>, porque Mengano estaba por su<br />
par<strong>te</strong> asociado, y por su par<strong>te</strong> Mengano se había asociado, porque Zutano<br />
estaba asociado por su par<strong>te</strong>.<br />
Si hay que proporcionar a la especie homo una felicidad que sea la mayor<br />
posible, deben unirse todos los individuos para formar entre todos una<br />
única asociación. Si quieren vivir en paz, deben crear un aparato<br />
conceptual nuevo, en sustitución de la insensata división del <strong>te</strong>rritorio en<br />
antagónicos compartimientos llamados “municipio”, “Estado”,<br />
“nación”... Deben borrar todas las fron<strong>te</strong>ras, todos los lími<strong>te</strong>s<br />
<strong>te</strong>rritoriales. Deben anular los estatutos definidores de los lími<strong>te</strong>s<br />
jurídicos de cada institución, de cada agrupación, de cada asociación...<br />
Lo que fue convenien<strong>te</strong> o necesario en el ancien régime, lo fue porque<br />
estaba la sociedad irracionalmen<strong>te</strong> constituida. Eso mismo, en la nueva<br />
sociedad, racionalizada ya, será innecesario e inconvenien<strong>te</strong>.<br />
La tradicional e irracional política vigen<strong>te</strong> hoy, y que sólo se ejerce como<br />
política de los Estados, tiene que ser barrida en toda la faz del planeta<br />
azul, y sustituida por una racional política de los individuos. De no<br />
hacerse así, no esperemos que haya nunca paz verdadera, ni mundo<br />
verdaderamen<strong>te</strong> feliz.<br />
204
XX*<br />
Educación<br />
De facto, en la desgalichada sociedad que hoy conocemos, ni los propios<br />
Ministros de Educación saben todavía qué es o cuál debe ser la<br />
educación del ser humano, para que el ser humano sea lo más feliz<br />
posible. No lo saben, y tampoco in<strong>te</strong>ntan saberlo: simplement<strong>te</strong>, no<br />
piensan en ello. De facto, para la actual sociedad, la educación consis<strong>te</strong><br />
únicamen<strong>te</strong> en escolarizar, y en dictar ciertas formas ex<strong>te</strong>rnas de<br />
comportamiento cívico. Escolarizar al individuo con el fin de que<br />
adquiera “conocimientos para triunfar en la vida” (o sea, para ganar<br />
dinero). Y dictarle formas ex<strong>te</strong>rnas de comportamiento, “para que dé<br />
buena imagen al andar por la vida”. No se le escolariza para que adquiera<br />
el saber por el saber, con el fin de que ello le ayude a ser lo más feliz<br />
posible. Ni se le enseñan las “buenas maneras” porque ellas le vayan a<br />
dar ese nivel de felicidad.<br />
Como definición del verbo “educar”, el diccionario utiliza palabras tales<br />
como “dirigir”, y “encaminar”. En efecto, eso es educar. La etimología<br />
del vocablo evoca ideas de “conducción” (como si “conducción” fuese<br />
“conducación”, y como si “conducación” fuese “educación”).<br />
La acción educativa en sí misma —el acto de “educar”— es bidireccional.<br />
El educando es conducido, por una par<strong>te</strong>, al puro y simple aprendizaje en<br />
abstracto, al aprendizaje en general. Por otra par<strong>te</strong>, es conducido hacia la<br />
modificación de los instintos, <strong>te</strong>ndencias, inclinaciones, ape<strong>te</strong>ncias, etc.,<br />
que van a de<strong>te</strong>rminar su conducta, y predisponerlo para la felicidad o la<br />
infelicidad.<br />
El ser humano está siendo educado continuamen<strong>te</strong>, desde que nace hasta<br />
que muere. Educado por muy diversos agen<strong>te</strong>s. Lo educa, en primer lugar,<br />
su propia naturaleza. Lo educa también el entorno, el medio ambien<strong>te</strong> en<br />
el que vive: la pasiva observación, por ejemplo, del comportamiento de<br />
sus semejan<strong>te</strong>s, o la asis<strong>te</strong>ncia a cines o espectáculos, o la pasiva lectura<br />
de poesías y de novelas, etcé<strong>te</strong>ra. Lo educa, por último, el superior —el<br />
padre, la madre, el maestro, el profesor, etcé<strong>te</strong>ra— que deliberada y<br />
expresamen<strong>te</strong> lo “conduce” en un sentido u otro de la educativa acción<br />
bidireccional.<br />
El animal irracional tiene resuelto su problema educativo. El del<br />
aprendizaje, porque sólo tiene que aprender lo necesario para la<br />
supervivencia física, y la propia biología se lo resuelve perfectamen<strong>te</strong>. El<br />
otro —el de la modificación de los instintos, <strong>te</strong>ndencias, etcé<strong>te</strong>ra—, no<br />
exis<strong>te</strong> para él. El animal irracional no puede ser feliz ni infeliz, pues<br />
carece de in<strong>te</strong>lecto. No tiene máquina de pensar ALPHA, y tampoco, por<br />
tanto, sensibilidad. No hay, pues, modificaciones que realizar en instintos<br />
y <strong>te</strong>ndencias.<br />
205
Pero el hombre sí puede ser feliz o infeliz. Y, si el fin de su vida en<br />
sociedad es el ser feliz en la medida mayor posible, necesitará ser<br />
educado in<strong>te</strong>ligen<strong>te</strong>men<strong>te</strong>, del modo más convenien<strong>te</strong> para que se alcance<br />
ese fin. Es decir que deberá serlo median<strong>te</strong> la activa y deliberada labor de<br />
compe<strong>te</strong>n<strong>te</strong>s educadores capaces de evitar o contrarrestar la acción de<br />
todo otro agen<strong>te</strong> educador no conducen<strong>te</strong> a ese fin. Si se deja al ser<br />
humano a merced de sus naturales instintos o <strong>te</strong>ndencias o inclinaciones,<br />
no será todo lo feliz que podría ser.<br />
Como he dicho an<strong>te</strong>s, el ser humano está recibiendo educación —está<br />
siendo educado, “conducado”, conducido— en todos y cada uno de los<br />
instan<strong>te</strong>s de su vida, desde el nacimiento hasta la muer<strong>te</strong>. Suele ser<br />
numeroso y variado en cada caso el factor o agen<strong>te</strong> educador: el propio<br />
<strong>te</strong>mperamento, las pasiones congénitas, los juicios afirmativos o<br />
negativos (propios o ajenos, verdaderos o falsos), la fuerza de las<br />
voliciones propias, las amenazas y las agresiones del medio en que vive,<br />
las expectativas y los benéficos impulsos que ese medio le proporciona,<br />
etcé<strong>te</strong>ra. Incluso las fuerzas del puro azar lo educan a menudo. Todo está,<br />
continuamen<strong>te</strong>, educándolo, conduciéndolo por es<strong>te</strong> o estotro camino<br />
de<strong>te</strong>rminado, llevándolo a pensar y a obrar de una de<strong>te</strong>rminada manera.<br />
En es<strong>te</strong> estudio que nosotros estamos llevando a cabo sobre las<br />
posibilidades de vida feliz de la sociedad humana, importa mucho hacer<br />
una distinción —y hasta una selección y elección— entre los agen<strong>te</strong>s<br />
educadores que por lógica deben conducir a la felicidad mayor posible, y<br />
los que por lógica no pueden conducir a ella. Denominaré positivos a los<br />
primeros, y negativos a los últimos. Además diré que, por<br />
convencionalismo, y mientras no se indique nada en contrario, la palabra<br />
“educación” significará tan sólo “educación que se recibe median<strong>te</strong><br />
factores o agen<strong>te</strong>s positivos”.<br />
Conviene también <strong>te</strong>ner en cuenta que son varias las especies de<br />
educación, puesto que son varios los elementos a los que debe imprimirse<br />
la dirección o el encaminamiento en que consis<strong>te</strong> la educación: anatomía<br />
(gimnasia, depor<strong>te</strong>...), fisiología (alimentos, bebidas, depor<strong>te</strong>, actividad<br />
sexual...), psicología (afectividad, comunicabilidad...), actividad cerebral<br />
o mental (razonamiento lógico, pensamiento inquiridor...), sociología<br />
(respeto al prójimo, <strong>te</strong>ndencia a complacerle, a ser con él afable y<br />
servicial...), etcé<strong>te</strong>ra.<br />
Según eso, educar sólo para que el educando ob<strong>te</strong>nga calificaciones que<br />
puedan hacerle ganar mucho dinero, no es educar, por mucho que lo<br />
llamen así los Ministros de Educación de nuestra democrática sociedad<br />
irracional. Eso es dejar paso libre a mil agen<strong>te</strong>s educadores negativos.<br />
Educación positiva es la que hace al educando apto para ser feliz por<br />
haber adquirido ciertas cualidades corporales, ciertos hábitos de<br />
conducta, ciertos conocimientos (los que, por ejemplo, enseñan la verdad<br />
acerca de lo que es en realidad una vida feliz), etcé<strong>te</strong>ra.<br />
206
De donde se infiere que educar al ser humano es quizá la tarea más<br />
importan<strong>te</strong> —en cuanto a prioridades in<strong>te</strong>lectuales— de todas cuantas<br />
puedan realizarse en una sociedad racional. Y es a esa tarea precisamen<strong>te</strong><br />
a la que menos importancia le da la actual sociedad. La asignatura<br />
“educación” —que bien pudiera llamarse tal vez “eudemonología”— es la<br />
que falta en los planes de estudios de colegios y universidades de nuestra<br />
sociedad actual. Formalmen<strong>te</strong> no se enseña en ningún centro docen<strong>te</strong> de<br />
ningún país. Es verdad que tampoco su enseñanza serviría para grandes<br />
cosas en el seno de la sociedad actual, ya que la propia estructura de ésta<br />
hace imposible de todo punto la educación positiva in<strong>te</strong>gral de los<br />
ciudadanos, que es una conditio sine qua non para hacer feliz a la<br />
humanidad.<br />
El 21 de septiembre del año 2004, se suicidó en Hondarribia Jokin<br />
Ceberio, colegial de catorce años de edad. Como hipó<strong>te</strong>sis más probable,<br />
se atribuyó el suicidio al presumible hecho de que varios de sus<br />
condiscípulos, lo hacían objeto de burlas y desprecios, lo hostigaban, lo<br />
maltrataban...<br />
La noticia del suicidio causó profunda conmoción en la sociedad vasca.<br />
Los medios de comunicación se hicieron amplio eco del trágico suceso.<br />
Personas de toda clase y condición (adocenados ciudadanos, maestros de<br />
escuela, educadores, pedagogos, profesores y directores de colegio,<br />
políticos, expertos en ma<strong>te</strong>ria diversa...) opinaron sobre lo ocurrido. Se<br />
habló del bullying en general. Se habló mucho. Casi todo lo que se habló<br />
versaba sobre culpabilidad —que desgraciadamen<strong>te</strong> suele ser lo<br />
importan<strong>te</strong> en la sociedad actual—, haciéndose constar que, si el bully<br />
boy es culpable, también sus padres tienen par<strong>te</strong> de culpa, y que los<br />
profesores, y todos, la sociedad en<strong>te</strong>ra, somos en par<strong>te</strong> culpables. Por<br />
ejemplo, una escritora argentina, la pedagogo Nora Ethel, autora de un<br />
estudio sobre violencia en las aulas, entrevistada por El Diario Vasco,<br />
dijo:<br />
207<br />
Padres, profesores, y una sociedad sin valores, son los culpables del<br />
acoso escolar.<br />
Hubo numerosas acusaciones de culpabilidad. Se incluyó en ellas el<br />
insulto personal dirigido al profesorado. Se calificó de “incitación al<br />
suicidio” el “perverso” comportamiento de ocho niños (que no eran<br />
culpables de nada). Etcé<strong>te</strong>ra. Pero a nadie oí decir que —dados los<br />
variados mecanismos biológicos y psicológicos de los que la naturaleza<br />
proveyó al ser humano, y para que és<strong>te</strong> no incida en hechos como el<br />
bullying— es necesario, aunque insuficien<strong>te</strong> quizá, darle in<strong>te</strong>ligen<strong>te</strong><br />
educación inin<strong>te</strong>rrumpida y completa, iniciada incluso an<strong>te</strong>s de su<br />
nacimiento, por lo menos hasta que alcance su mayoría de edad.. Si no se<br />
controlan los naturales instintos, pasiones, <strong>te</strong>ndencias, ape<strong>te</strong>ncias (y<br />
hasta el proceso mismo embriogénico) del animal racional que somos, el<br />
bullying y otros fenómenos tan lamentables como el bullying, o más<br />
lamentables, pueden producirse inevitablemen<strong>te</strong> en la sociedad, hoy o<br />
mañana, aquí o allí. Nada se arregla con “culpar” a la gen<strong>te</strong>. Y,<br />
prácticamen<strong>te</strong>, es lo único que hemos hecho hasta ahora.
Uno de los que hablaron en aquella ocasión fue Luis-M. Puen<strong>te</strong>,<br />
pedagogo, profesor del Instituto en el que Jokin Ceberio cursaba sus<br />
estudios. Publicó un artículo periodístico en el que dijo algunas cosas<br />
bien sensatas, y que <strong>te</strong>rminó con estas palabras:<br />
208<br />
...manifestando mi dolor por la tremenda tragedia vivida por la familia<br />
de Jokin y por, aun siendo menores, las tragedias que sufren ocho<br />
jóvenes de Hondarribia y sus respectivas familias. Pongamos nuestras<br />
men<strong>te</strong>s a trabajar para resolver las segundas y para que se no se<br />
repita la primera.<br />
Para que no se repita la primera (ni las otras), yo le diré al profesor<br />
pedagogo cuál es la única dirección en que ha de poner a trabajar su<br />
men<strong>te</strong>: conversión de esta irracional sociedad nuestra democrática en<br />
racional sociedad logocrática, lo cual implica sustituir por un diálogo<br />
racional (en todos los sentidos) esto que conocemos como Política y<br />
como Democracia, y que es irracionalidad.<br />
Escalofrian<strong>te</strong> fue la descripción que de un reportaje emitido por “Informe<br />
Semanal” (yo no pude verlo) nos hizo Raimundo Fi<strong>te</strong>ro tres meses<br />
después del suicidio de Jokin Ceberio:<br />
...explotan en forma de bandas juveniles, que en Centroamérica se<br />
llaman “maras”. El reportaje nos descubrió una realidad que produce<br />
pánico. Jóvenes ecuatorianos, hondureños, salvadoreños, que forman<br />
unas pandillas de cor<strong>te</strong> violento. Extremadamen<strong>te</strong> violentos, con unos<br />
códigos estrictos in<strong>te</strong>rnos, con una fidelidad sectaria y satánica, y<br />
con una conversión de su propia piel en expresión gráfica de sus<br />
ideas, sus per<strong>te</strong>nencias ideológicas, militares. Unos niños, unos<br />
jóvenes tatuados desde la fren<strong>te</strong> hasta la cintura con símbolos,<br />
mensajes, una muestra identitaria claramen<strong>te</strong> patológica. [...] Los<br />
“mareros” son cientos, miles, forman bandas que pueden llegar a<br />
hacerse con un barrio bajo su control, que roban, matan, violan, con<br />
una frialdad monstruosa...<br />
Raimundo Fi<strong>te</strong>ro, tras esos comentarios, insertó es<strong>te</strong> otro de carác<strong>te</strong>r<br />
personal: “es el sis<strong>te</strong>ma capitalista feroz el que produce estos<br />
monstruos”. Mi comentario sería algo distinto. Yo diría que es la<br />
irracionalidad estructural esencial de la sociedad la que produce estos<br />
monstruos, y no sólo el “feroz capitalismo”. Irracionalidad que —<br />
ciñéndonos a la reflexión que vamos haciendo en es<strong>te</strong> capítulo— se<br />
concreta en la desastrosa educación que recibe la infancia y la<br />
adolescencia en todo el mundo (aunque en unos lugares, claro está, sea<br />
más desastrosa que en otros).<br />
Una sociedad racional debe dar a todos los niños y a todos los jóvenes —<br />
en todo el mundo— educación correcta inin<strong>te</strong>rrumpida y completa, a<br />
cargo de profesionales doctorados en la especialidad multidisciplinar<br />
denominada “Educación”. Debe dársela porque es (ya lo hemos dicho<br />
an<strong>te</strong>s) conditio sine qua non para hacer feliz a la humanidad. No vale<br />
objetar que los padres tienen el derecho de educar a sus hijos. No vale<br />
objetar que el joven tiene el derecho de ser libre, sin estar vigilado y<br />
controlado minuto a minuto, día y noche. No vale objetar que es<br />
innecesario y desorbitado educar a los hijos de ese modo. No sirve alegar
que una tal educación tiene que conculcar el derecho a la intimidad...<br />
No entiende la Razón esos lenguajes impregnados en éticas, en justicias,<br />
en derechos. De ahí que, si la Razón ha dictaminado que a los hijos, para<br />
que sean felices, debe darse educación correcta inin<strong>te</strong>rrumpida y<br />
completa, dará a los hijos educación correcta inin<strong>te</strong>rrumpida y completa,<br />
sin preguntar si eso es moral o inmoral, justo o injusto.<br />
Con ocasión del suicidio de Hondarribia se habló de centros de enseñanza<br />
donde acude el alumnado habitualmen<strong>te</strong> armado de navajas, y hasta de<br />
pistolas, y donde ha habido que instalar de<strong>te</strong>ctores de metales, o un<br />
policía en cada colegio. Apar<strong>te</strong> de eso, claro está, se habló de tribunales<br />
de justicia especiales para valorar culpas, y castigar a los culpables.<br />
Nada de eso puede resolver el problema: és<strong>te</strong> podrá quedar más o menos<br />
adormecido y mitigado, pero nunca resuelto. El problema bullying sólo<br />
puede resolverse dando a todos los niños y jóvenes educación correcta<br />
inin<strong>te</strong>rrumpida y completa.<br />
La labor educativa, en general, tiene que ser inin<strong>te</strong>rrumpida. Hay<br />
ma<strong>te</strong>rias puntuales en las que no tiene por qué serlo, ni puede serlo. Pero<br />
puede serlo en general. En ma<strong>te</strong>ria de astronomía o de biología tiene que<br />
in<strong>te</strong>rrumpirse la acción educadora duran<strong>te</strong> el recreo (por ejemplo), cosa<br />
que no puede hacerse cuando la educación se refiere a ma<strong>te</strong>rias tales<br />
como el comportamiento cívico. Entonces no puede haber in<strong>te</strong>rrupciones<br />
por causa del recreo, sino justamen<strong>te</strong> al revés: precisamen<strong>te</strong> en las horas<br />
de recreo es cuando más necesario se hace vigilar y contrarrestar los<br />
agen<strong>te</strong>s educadores negativos que sin duda van a irrumpir en la vida del<br />
educando.<br />
Funciona en la sociedad nuestra una absurda institución llamada<br />
“matrimonio” y “familia”. En toda familia hay siempre, necesariamen<strong>te</strong>,<br />
más o menos agen<strong>te</strong>s educadores negativos que van modelando la<br />
personalidad del niño. Sin ir al caso extremo de los cuatro mil niños que<br />
anualmen<strong>te</strong> mueren por malos tratos de sus familiares, ninguna familia<br />
da positiva y completa educación a la prole. En par<strong>te</strong> no se la da, porque<br />
no sien<strong>te</strong> ningún in<strong>te</strong>rés en dársela (yo he visto al padre de una niña de<br />
dos o tres años —mientras esperaban al autobús, y luego duran<strong>te</strong> el<br />
viaje— más de vein<strong>te</strong> minutos hojeando una revista sin dirigir a la niña<br />
ni una sola palabra, mientras ella iba dando buena cuenta de una bolsa<br />
de “gusanitos”, y se entre<strong>te</strong>nía por su cuenta, mirando a una y otra<br />
persona de las que bullían a su alrededor). En par<strong>te</strong> no se la da, porque<br />
dar a la prole una educación correcta y completa es ma<strong>te</strong>rialmen<strong>te</strong><br />
imposible para sólo el padre y la madre. Y en par<strong>te</strong> no se la da, porque<br />
los padres no saben cómo se debe educar al niño. No saben que el hijo<br />
está siendo educado negativamen<strong>te</strong> cuando menos lo sospechan, y por los<br />
agen<strong>te</strong>s de los que menos pueden quizá sospechar (por ejemplo, cuando<br />
relatan al pequeño cuentos infantiles, cuando lo sientan delan<strong>te</strong> del<br />
<strong>te</strong>levisor, cuando le dan golosinas, cuando celebra su cumpleaños y<br />
recibe regalos, cuando se le mien<strong>te</strong> diciéndole que en ignoto lugar hay un<br />
señor llamado “papá Noel”, otro llamado “Rey Mago”, otro llamado<br />
209
“Alá” o “Dios”...).<br />
En una sociedad logocrática no debe haber ni una sola familia compuesta<br />
de padre y/o madre e hijos. Toda familia debe estar in<strong>te</strong>grada por un<br />
de<strong>te</strong>rminado número de niños hijos de distintas madres, por las madres de<br />
cada uno de ellos, y por numerosos educadores profesionales,<br />
merecidamen<strong>te</strong> doctorados, y absolutamen<strong>te</strong> compe<strong>te</strong>n<strong>te</strong>s. En familia<br />
deben todos ellos convivir noche y día en un mismo edificio-institución<br />
que al mismo tiempo sea ma<strong>te</strong>rnal, parvulario, escuela de primera<br />
enseñanza, colegio de segunda enseñanza, polideportivo...<br />
Una de las más eficaces causas de “negativa educación” de los niños es<br />
precisamen<strong>te</strong> (por mil circunstancias) el mero hecho de “enviarlos a la<br />
escuela y al colegio”. Y no sólo porque es imposible que la escuela, ni el<br />
colegio, les dé la debida educación, sino también por otros motivos.<br />
Desde que nace el niño, las veinticuatro horas de todos y cada uno de los<br />
días de todos y cada uno de los años, hasta que alcance su mayoría de<br />
edad, tiene que estar inin<strong>te</strong>rrumpidamen<strong>te</strong> vigilado por un compe<strong>te</strong>n<strong>te</strong><br />
equipo de educadores. Han de estar éstos al acecho de cualesquiera<br />
agen<strong>te</strong>s educadores negativos que irrumpan en la vida del educando,<br />
neutralizándolos en el acto y, si fuere preciso y posible, sustituyéndolos<br />
por agen<strong>te</strong>s positivos. Naturalmen<strong>te</strong>, el educador in<strong>te</strong>rvendrá, no como él<br />
en particular crea convenien<strong>te</strong>, sino según las normas dictadas por la<br />
Razón, sin castigos ni premios ni reprimendas ni prohibiciones: como<br />
cuando correctamen<strong>te</strong> enseñamos al niño en la actualidad a (por ejemplo)<br />
no tocar un objeto que le va a quemar, o a cruzar la calle por el paso de<br />
peatones, para que no lo atropelle un coche.<br />
Circunstancia especialmen<strong>te</strong> crítica desde el punto de vista educativo<br />
sería aquella en que se dejara al educando, sin la susodicha vigilancia, en<br />
compañía de sus congéneres, con pre<strong>te</strong>xto (por ejemplo) de que es la hora<br />
del recreo, o el día de asueto. Así deja a los niños y a los jóvenes la<br />
sociedad actual, duran<strong>te</strong> largas horas, y todos los días. Y así es<br />
precisamen<strong>te</strong> es como se cuecen los más funestos agen<strong>te</strong>s educadores. La<br />
única vigilancia suele ser (en el mejor de los casos) la referen<strong>te</strong> a su<br />
in<strong>te</strong>gridad física, en evitación de golpes, caídas, agresiones y peleas<br />
mayores... No basta.<br />
En ninguna circunstancia ni por un momento se debe dejar un grupo de<br />
menores de edad sin vigilancia y control de todo cuanto hacen y dicen.<br />
En todo momento deben los educadores de turno vivir entremezclados en<br />
el grupo, sin participar necesaria y activamen<strong>te</strong> en sus juegos o<br />
actividades —a fin de no coartar espontaneidades de aquéllos—, pero<br />
oyendo todo lo que en el grupo se dice, y viendo todo lo que se hace,<br />
prestos a in<strong>te</strong>rvenir en el acto, si algún agen<strong>te</strong> negativo irrumpe en la<br />
escena. Por ejemplo, uno de los agen<strong>te</strong>s educadores negativos más<br />
naturales y frecuen<strong>te</strong>s en el ser humano, desde la más tierna infancia, es<br />
la agresividad física, disparable con cualquier fútil pre<strong>te</strong>xto. El educador,<br />
que ha de estar siempre alerta, irá al qui<strong>te</strong> inmediatamen<strong>te</strong>, y echará<br />
210
mano de sus conocimientos para saber cómo imbuir en el agresor —<br />
siquiera en dosis mínimas, pero sin moralinas— la idea de “no hacer daño<br />
al prójimo”, “no hacerle sufrir”, “no molestarlo”.<br />
Observo todos los días —cada vez que me asomo a la ventana de mi casa<br />
para que descanse un poco el cerebro— un hecho que, a pesar de ser muy<br />
vulgar, me resulta in<strong>te</strong>resan<strong>te</strong>. La carre<strong>te</strong>ra, al pie de la casa, forma una<br />
ligera curva (de derecha a izquierda, según se asciende). Median<strong>te</strong> una<br />
línea discontinua, en ese punto la carre<strong>te</strong>ra está dividida en dos carriles.<br />
Todo coche ascenden<strong>te</strong> que yo veo llegar a ese punto, más o menos<br />
invade el carril izquierdo. Si alguno alguna vez no lo invade, yo creo que<br />
es por casualidad (a menos que otro vehículo venga de fren<strong>te</strong>), y nunca<br />
porque el conductor <strong>te</strong>nga por norma habitual no salirse, ni mucho ni<br />
poco, de su carril. Aunque el código no lo prohíba expresamen<strong>te</strong>, invadir<br />
el carril de la izquierda es irracional siempre. Y en el presen<strong>te</strong> caso lo<br />
probable es que lo hagan prácticamen<strong>te</strong> todos los conductores.<br />
En caso de que lo hagan todos, indudablemen<strong>te</strong> es porque todos obedecen<br />
a alguna <strong>te</strong>ndencia natural biologicopsicológica (por ejemplo, “al<br />
trasladarme de un punto a otro, lo ideal es que me traslade en línea<br />
recta”). En el caso concreto que nos ocupa, la acción educativa<br />
in<strong>te</strong>ligen<strong>te</strong> consistiría en crear o desarrollar otra <strong>te</strong>ndencia —podría ser<br />
el perfeccionismo, natural y universal también— que neutralice y supere<br />
a aquella primera (por ejemplo, “para mi felicidad y la de todos, lo mejor<br />
es evitar sis<strong>te</strong>máticamen<strong>te</strong> la invasión del carril izquierdo”.<br />
La belicosidad es otra visible <strong>te</strong>ndencia natural del hombre. De todo<br />
hacemos asunto de pelea y de guerra, con o sin armas: de la política, del<br />
depor<strong>te</strong>, de la religión, del feminismo, de las discusiones y deba<strong>te</strong>s... El<br />
dictador declara la guerra para salvar a la patria, y no es la salvación de<br />
la patria lo que quiere en realidad, sino vencer a un enemigo. El<br />
demócrata hace su guerra, cruenta o incruenta, bajo pre<strong>te</strong>xto de que va a<br />
salvar al pueblo, y lo que realmen<strong>te</strong> le in<strong>te</strong>resa no es la salvación del<br />
pueblo, sino vencer en las urnas al contrincan<strong>te</strong>. El deportista que lucha<br />
con o sin sablazos, llaves, puñetazos, patadas, zancadillas, etc., fingiendo<br />
realizar nobles actividades lúdicas, lo único que busca es vencer al rival<br />
en el ring, en el estadio, en la pista, en la carre<strong>te</strong>ra... El religioso que<br />
alardea de amar y defender a su Dios, con o sin “guerra santa”, sólo<br />
quiere vencer a un adversario ideológico. La feminista que brama so<br />
pre<strong>te</strong>xto de que su guerra es defensiva, lo que ansía es vencer al macho.<br />
El filósofo que simula defender la verdad y la razón, lo que hace es<br />
defender sus <strong>te</strong>sis con uñas y dien<strong>te</strong>s para vencer al oponen<strong>te</strong>.<br />
Desde niño debe ser educado el animal racional median<strong>te</strong> control,<br />
neutralización, conducción, de esa su natural <strong>te</strong>ndencia a la belicosidad.<br />
Por ejemplo, niños y jóvenes deben recibir in<strong>te</strong>ligen<strong>te</strong> y completa<br />
educación en todo lo que sea juego específico o depor<strong>te</strong> aconsejado o<br />
tolerado por la ciencia médica. Imaginemos que uno de ellos es el fútbol.<br />
Entonces el fútbol debe enseñarse en la escuela como cualquier otra<br />
asignatura.<br />
211
Por lo pronto, hay que enseñárselo a todos los niños por igual. Ergo,<br />
también a las niñas. No por el insulso es<strong>te</strong>reotipo de la igualdad de sexos<br />
(igualdad que no exis<strong>te</strong>), sino porque los once jugadores de un equipo de<br />
fútbol-depor<strong>te</strong> —al contrario de lo que se hace en el profesional fútbolnegocio—<br />
pueden y deben ser chicos y chicas indistintamen<strong>te</strong>. Para el<br />
fútbol-depor<strong>te</strong> no importa que la mujer <strong>te</strong>nga menos fuerza muscular que<br />
el hombre. Por tanto, puede y debe jugar en las mismas condiciones que<br />
el hombre. Ni siquiera el fútbol-negocio tradicional exige que sean<br />
Superman los once jugadores. Las chicas pueden jugar como futbolista<br />
menos forzudo, exactamen<strong>te</strong> lo mismo que también juegan los futbolistas<br />
varones menos forzudos en el tradicional fútbol-guerra-negocio.<br />
En las aulas el profesor explica lo que es el fútbol en <strong>te</strong>oría, y cuáles son<br />
las reglas del juego. Para las lecciones prácticas, los alumnos disponen<br />
de un campo de fútbol reglamentario, adaptado a su edad.<br />
Constituyéndose en equipo reglamentario —provisional y cambian<strong>te</strong>—,<br />
juegan los partidos en tiempo reglamentario, con calzado y camiseta<br />
reglamentarios, con por<strong>te</strong>rías reglamentarias, con árbitro y jueces de<br />
línea profesionales... Grabados en vídeo los partidos, el profesor explica<br />
en clase el porqué de las jugadas in<strong>te</strong>ligen<strong>te</strong>s o poco in<strong>te</strong>ligen<strong>te</strong>s, el<br />
porqué de los goles marcados o dejados de marcar, el porqué de las faltas<br />
que el árbitro haya sancionado, etcé<strong>te</strong>ra. Y sobre todo —aprovechando la<br />
<strong>te</strong>ndencia al perfeccionismo que todos <strong>te</strong>nemos, natural también—, se<br />
imbuye en los alumnos la idea de que jugar es llevar a cabo de<strong>te</strong>rminadas<br />
labores con habilidad e in<strong>te</strong>ligencia. Activamen<strong>te</strong> se procura que no les<br />
entre la idea de que el fin es vencer o derrotar al equipo contrario. Se<br />
procura mentalizarlos para que el subconscien<strong>te</strong> considere meta u<br />
objetivo, no la por<strong>te</strong>ría de un rival o enemigo, sino la por<strong>te</strong>ría Nor<strong>te</strong> (por<br />
ejemplo), o la por<strong>te</strong>ría Oes<strong>te</strong>.<br />
Volviendo a la educación en general —y en el seno de la familia (no se<br />
olvide esto)—, nunca debe el educando in<strong>te</strong>grarse en un grupo de<br />
congéneres que lo hayan elegido, o que él haya elegido, por motivos<br />
(v.gr.) de simpatía personal, o de cualquier afinidad afectiva, y así<br />
constituirse en pandilla, en cuadrilla, en equipo, en clan, etc., de carác<strong>te</strong>r<br />
segregacionista o similar. Esto, que tanto se prodiga en el mundo<br />
irracional nuestro, es fuen<strong>te</strong> inagotable de rencillas, de odios, de<br />
agresiones, de luchas... La formación de grupos apar<strong>te</strong> es necesaria para<br />
evitar masificaciones (por poner una cifra, digamos que han de ser cinco<br />
o seis los que en cada grupo deben ser controlados por los educadores),<br />
pero siempre será cambian<strong>te</strong> la formación, y tomados al azar sus<br />
componen<strong>te</strong>s (entre los de la misma edad).<br />
Los niños y los jóvenes menores de edad jamás deben <strong>te</strong>ner acceso a<br />
revistas, libros, discos, vídeos, videojuegos, películas, etc., que no hayan<br />
sido unánimemen<strong>te</strong> recomendados por la Razón para esa edad. En vano se<br />
alegará que la censura es odiosa, o que también los menores tienen el<br />
derecho de ser informados. El menor de edad nunca debe con<strong>te</strong>mplar —ni<br />
siquiera en los papeles o en la <strong>te</strong>levisión o el cine— comba<strong>te</strong>s de boxeo,<br />
212
corridas de toros, violencia, erotismo, pornografía... Ni siquiera ciertos<br />
“depor<strong>te</strong>s”: motociclismo, automovilismo, ciclismo, alpinismo... No<br />
deben con<strong>te</strong>mplarlos porque su con<strong>te</strong>mplación conlleva, aunque no nos lo<br />
parezca, agen<strong>te</strong>s educadores negativos. Lo que hayan de saber sobre ello<br />
los menores, ya se lo explicará el educador o el profesor, en el momento<br />
oportuno y de la manera convenien<strong>te</strong>..<br />
La sección española de Amnistía In<strong>te</strong>rnacional, a finales del año 2004,<br />
denunció la influencia que los videojuegos tienen sobre los menores de<br />
edad:<br />
213<br />
...han descubierto [en los videojuegos] agresiones a mujeres,<br />
asesinatos, violaciones, esclavitud, tortura, prostitución forzada,<br />
abuso de menores,...<br />
Inevitable, dada la educación recibida por el menor que se pasa las horas<br />
muertas con los videojuegos... Nada más hacerse público el informe de<br />
Amnistía In<strong>te</strong>rnacional,<br />
el secretario general de la Asociación Española de Distribuciones y<br />
Ediciones de Software de Entre<strong>te</strong>nimiento —Carlos Iglesias— afirmó<br />
que sólo un 2% de los videojuegos que se encuentran en las<br />
estan<strong>te</strong>rías de los comercios tiene con<strong>te</strong>nidos calificados para<br />
mayores de 18 años.<br />
Pero ese 2% basta para maleducar a los menores, apar<strong>te</strong> de que también<br />
los maleduca probablemen<strong>te</strong> el 98% restan<strong>te</strong>. No es el político<br />
gobernan<strong>te</strong>, ni el equipo asesor por él nombrado, sino la Razón, quien<br />
debe decidir qué lecturas o cines o videojuegos pueden darse al niño. Yo<br />
me <strong>te</strong>mo que incluso la li<strong>te</strong>ratura infantil hoy considerada como<br />
encomiable y modélica (Lewis Carroll, por ejemplo) hace daño en<br />
realidad, porque crea en la escala de valores del alma infantil elementos<br />
que finalmen<strong>te</strong> son causa de infelicidad. Es una cuestión que debería<br />
estudiarse con profundidad y rigor.<br />
Los menores de edad, y también los mayores, deben saber que el lápiz y<br />
el rotulador están hechos para escribir y dibujar sólo en el cuaderno,<br />
jamás en los muebles o en las paredes, y menos aún en la cara in<strong>te</strong>rna de<br />
la puerta en retre<strong>te</strong>s públicos. No sólo porque el hecho en sí ya es<br />
irracional. Ni sólo porque es igualmen<strong>te</strong> irracional (o más irracional<br />
todavía) que el ciudadano pueda expresar en público todo lo que le venga<br />
en gana (que esa suele ser la finalidad de los graffiti casi siempre).<br />
También porque en sociedad racionalmen<strong>te</strong> organizada, provista de<br />
mecanismos ad hoc para a<strong>te</strong>nder toda clase de reclamaciones y quejas, no<br />
tiene sentido recurrir a las paredes para quejarse y reclamar. La sociedad<br />
en que vivimos, incluso ama y desea ver graffiti, porque pueden hacerse<br />
con ar<strong>te</strong> y con gracia. No los amará ni deseará verlos la sociedad<br />
exis<strong>te</strong>n<strong>te</strong> en la Era de la Razón, por mucho ar<strong>te</strong> y por mucha gracia que<br />
<strong>te</strong>ngan.<br />
A todo menor de edad hay que dar correcta educación en el plano<br />
in<strong>te</strong>lectual. No (como se hace ahora) enseñando filosofía, ética, religión,
fantasías li<strong>te</strong>rarias, derecho, política, historia particular de esta nación,<br />
geografía particular de la otra, etc., sino historia universal de la<br />
humanidad, geografía general del planeta, geología ídem, ma<strong>te</strong>mática no<br />
filosófica, geometría, astronomía general, física general, sociología no<br />
filosófica, etcé<strong>te</strong>ra. Y además hay que dársela con técnicas pedagógicas<br />
depuradas y adaptables, capaces de hacer que sea grato y fácil cualquier<br />
estudio, para cualquier estudian<strong>te</strong> (incluso para el minusdotado, en la<br />
correspondien<strong>te</strong> escala). Esto, imposible en la economía capitalista, es<br />
posible en logocracia.<br />
Por supuesto, los “exámenes” del alumnado no deben ser el suplicio, el<br />
tormento —en ocasiones incluso la causa de suicidios— que suelen ser<br />
actualmen<strong>te</strong>, con su <strong>te</strong>mible estrés. La finalidad única de los “exámenes”<br />
debe ser, no (como es ahora) otorgar al educando papelitos —nota,<br />
calificación, título, diploma...—, sino averiguar cuánto ha aprendido. El<br />
medio más eficaz para averiguarlo no es el que se usa hoy en día,<br />
realizando el examen a trompicones a fin de curso. No sólo porque no hay<br />
medios ni tiempo bastan<strong>te</strong>s para realizarlo bien, sin fraudes ni<br />
favoritismos. También porque muchas veces el examinando, en estado de<br />
estrés agudo, no puede expresar o ex<strong>te</strong>riorizar todo lo que sabe. El<br />
examen, y la valoración del conocimiento adquirido, tienen que hacerse,<br />
alumno por alumno, diariamen<strong>te</strong>, y sin posibilidad alguna de engaño por<br />
par<strong>te</strong> del examinando, ni de arbitrariedades o iniquidades por par<strong>te</strong> del<br />
examinador. Hoy eso es un ideal irrealizable, a causa de las<br />
masificaciones, y por el costo que supondría para nuestra irracional<br />
economía capitalista. Dentro de la economía racionalista logocrática será<br />
factible.<br />
El estudio en la escuela o en la universidad es un trabajo como otro<br />
cualquiera. Y de la misma manera que otros trabajos pueden y deben<br />
<strong>te</strong>ner carác<strong>te</strong>r de entre<strong>te</strong>nimiento agradable —gracias a que la economía<br />
no es capitalista o “propietarista”—, la formación profesional y los<br />
estudios académicos pueden y deben <strong>te</strong>nerlo también, despojados del<br />
tradicional carác<strong>te</strong>r de fatigoso y agotador ejercicio. Aquello de que “la<br />
letra con sangre entra” fue una atrocidad que todavía, si bien se han<br />
rebajado mucho los grados, persis<strong>te</strong> en forma de prisas porque hay que<br />
me<strong>te</strong>r a presión las ma<strong>te</strong>rias programadas para el tiempo limitado que<br />
dura el curso; o en forma de métodos didácticos deficien<strong>te</strong>s; o en forma<br />
de ineptitudes del profesor; etcé<strong>te</strong>ra. En logocracia se puede alargar<br />
impunemen<strong>te</strong> una carrera universitaria, porque el estudian<strong>te</strong> no tiene que<br />
pagar nada: ni matriculaciones, ni profesores, ni ma<strong>te</strong>rial escolar.<br />
Por eso, de la misma manera que ocurre con los otros trabajos, tampoco<br />
debe nadie —ni profesores, ni alumnos— tomarse días de descanso, de<br />
asueto, de fiesta, de vacaciones... No <strong>te</strong>ndrá sentido en la Era de la<br />
Razón, porque se tomará diariamen<strong>te</strong> el descanso necesario; porque la<br />
felicidad mayor posible exige (como ya dije an<strong>te</strong>s) que la educación sea<br />
inin<strong>te</strong>rrumpida; y porque las vacaciones-placer no nos hacen más felices<br />
(aunque lo creamos así erróneamen<strong>te</strong>).<br />
214
Tanto los niños y los jóvenes como los adultos deben ser educados en<br />
forma de que pierdan o no adquieran la irracional costumbre de hacer a<br />
nadie regalos, ni recibirlos de nadie. Por lo que respecta al niño, nunca<br />
deben dársele jugue<strong>te</strong>s de ninguna especie, bajo ningún concepto, como<br />
objeto en propiedad con el que pueda jugar como él quiera y cuando<br />
quiera. En la Era de la Sinrazón se los hemos dado siempre, en la<br />
ingenua y errónea creencia de que, para proporcionarle placer y felicidad,<br />
era necesario dárselos. Cuando llegue la Era de la Razón, con el mismo<br />
carác<strong>te</strong>r y la misma función de cualquier otro ma<strong>te</strong>rial escolar pondremos<br />
en sus manos —no en propiedad, sino en uso transitorio— objetos que la<br />
ciencia unánimemen<strong>te</strong> haya concebido y diseñado para que el niño<br />
aprenda “jugando” con ellos duran<strong>te</strong> el tiempo reglamentario. Por cierto,<br />
le daremos con tales “jugue<strong>te</strong>s” más placer y felicidad de los que le<br />
dábamos en la Era de la Sinrazón con los tradicionales.<br />
A todo ciudadano, desde su más tierna infancia, debe enseñarse a comer<br />
como es debido, cosa que nadie le ha enseñado en la Era de la Sinrazón.<br />
Empezando por el chupe<strong>te</strong>, que el bebé tomará sólo en el supuesto de que<br />
la ciencia unánimemen<strong>te</strong> lo recomiende, hasta que no alcance su mayoría<br />
de edad el educando nunca debe llevarse a la boca nada —ni objetos<br />
ma<strong>te</strong>riales, ni alimentos, ni golosinas, ni fármacos, ni cigarrillos, ni<br />
drogas—, nada que no haya prescrito la ciencia. Y aun esto último debe<br />
dársele en las cantidades y en las horas prescritas. Es<strong>te</strong> método<br />
educativo, impracticable en sociedades irracionales como la nuestra, en<br />
sociedad logocrática es, no sólo posible, sino también “de obligado<br />
cumplimiento”, por su contribución a la felicidad. No habrá con su<br />
aplicación grandes problemas de obesidad, anorexia, bulimia...<br />
215<br />
El director de Sis<strong>te</strong>mas y Política de Salud de la Organización mundial<br />
de la Salud (OMS), Rafael Bengoa, advirtió ayer que el número de<br />
personas diabéticas se multiplicará por más de dos en 2030 —de 170<br />
millones a 366—, una progresión “acelerada” que sólo es comparable<br />
con el Sida en los países subsaharianos. Aboga por trabajar con la<br />
industria agroalimentaria para reducir los niveles de azúcar. Cada vez<br />
hay más niños que comen comida basura y padecen diabe<strong>te</strong>s tipo 2. El<br />
volumen de las hamburguesas se ha multiplicado por cinco desde los<br />
años 60. Lo mismo pasa con la ración de patatas o la Coca-Cola...<br />
Una de las tareas más benéficas del educador —si no la más benéfica—<br />
es la de mostrar al ciudadano los verdaderos valores de la vida en orden a<br />
ser feliz: cuán poco importa en realidad el hecho de que me hayan<br />
humillado o insultado; cuán relativo es el valor de los diversos objetos y<br />
de las diversas actividades fuen<strong>te</strong> de placer; cuál es el verdadero valor<br />
del placer; qué es en verdad el ser humano, su exis<strong>te</strong>ncia, su muer<strong>te</strong>; cuál<br />
es el verdadero valor de la ma<strong>te</strong>rnidad, de la pa<strong>te</strong>rnidad, de la amistad,<br />
del denominado “amor” sexual; cuál es el verdadero valor de todas esas<br />
bellas mentiras que nos cuenta el poeta, el místico, el idealista; etcé<strong>te</strong>ra.<br />
Por ejemplo, el no saber qué es en realidad la muer<strong>te</strong> ha traído infinito<br />
dolor al mundo. Vemos al muerto como víctima de una inmensa<br />
desgracia. Y no hay tal. El “muerto”, el “difunto” no es persona: es puro<br />
en<strong>te</strong> de razón. El “difunto” no exis<strong>te</strong>, porque sólo es polvo iner<strong>te</strong> (pulvis
es et in pulverem rever<strong>te</strong>ris). También an<strong>te</strong>s lo era, sí, pero estaba<br />
organizado activamen<strong>te</strong>, y a esa organización llamábamos “persona”.<br />
Ahora es tan sólo polvo iner<strong>te</strong>, ma<strong>te</strong>ria inactiva, piedra, barro, átomos...<br />
Cuando la comitiva fúnebre camina con luctuoso paso tras el féretro, cree<br />
caminar detrás de “el difunto”, y se engaña. Va caminando tras un puñado<br />
de arena, por mucho que el puñado <strong>te</strong>nga “forma humana”. El difunto no<br />
es persona muerta, por la misma razón por la que tampoco una estatua es<br />
persona de mármol. No llorará “a los muertos” la futura sociedad<br />
racional, como si “los muertos” estuvieran sufriendo una desgracia: no<br />
pueden electrones y protones no organizados en grupo funcional estar<br />
sufriendo ninguna desgracia. En la futura sociedad no se harán “al<br />
difunto” tris<strong>te</strong>s despedidas, ni honras fúnebres, ni homenajes, ni<br />
ceremonias de ninguna clase, porque todo ello es irracional: se recordará<br />
duran<strong>te</strong> más o menos tiempo “al que vivió”, pero nada más.<br />
El cerebro de todo animal racional debe optar a aquella in<strong>te</strong>ligen<strong>te</strong><br />
educación que le permita percibir claramen<strong>te</strong> qué es la realidad, y cuáles<br />
son los verdaderos valores de la vida; una in<strong>te</strong>ligen<strong>te</strong> educación que le<br />
permita percibir claramen<strong>te</strong> la insensa<strong>te</strong>z de sueños y aspiraciones tales<br />
como (v.gr.) la inmortalidad; una educación que le permita percibir<br />
claramen<strong>te</strong> la nula importancia que tiene el hecho de que haya que morir;<br />
que le permita percibir claramen<strong>te</strong> lo insensato y necio que es<br />
entris<strong>te</strong>cerse y lamentarse porque la vida es así, o porque nuestra<br />
exis<strong>te</strong>ncia “no tiene sentido”, etcé<strong>te</strong>ra. Una humanidad formada en la<br />
línea educativa arriba trazada no verá —como dicen que ahora ve— todo<br />
un 25% de la población padeciendo ansiedad o depresión.<br />
Por supuesto, debe el menor de edad recibir educación sexual. Pero no<br />
por boca de sus amiguitos, ni por mano de pederastas, ni por medio de<br />
libros, películas, fotografías, in<strong>te</strong>rnet, etc., que haya puesto en sus manos<br />
el azar, ni por sexólogos obsesionados por la idea de que hay que enseñar<br />
a la gen<strong>te</strong> a gozar con la entrepierna sin tasa ni medida ni freno. Debe ser<br />
instruido en clase, por educadores y sexólogos diplomados y compe<strong>te</strong>n<strong>te</strong>s<br />
que enseñen al educando, no la sexualidad que personalmen<strong>te</strong> gusta al<br />
educador o al sexólogo, sino la declarada unánimemen<strong>te</strong> como verdadera<br />
por los científicos.<br />
216
XXI*<br />
Ilimitado poderío de la Razón<br />
Leitmotiv: No puede <strong>Logos</strong> malgastar energía y cerebros y músculos en<br />
la producción de superfluidad o placer, mientras necesi<strong>te</strong> gastar<br />
energía y cerebros y músculos en la producción de lo necesario para<br />
que el mundo no sufra.<br />
*1 Abortos, infanticidio<br />
*2 Acciden<strong>te</strong>s de carre<strong>te</strong>ra<br />
*3 Acciden<strong>te</strong>s laborales<br />
*4 Aficiones<br />
*5 Ajedrez<br />
*6 Alcoholismo<br />
*7 Alimentación<br />
*8 Alpinismo<br />
*9 Amor<br />
*10 Animales<br />
*11 Aniversarios, efemérides<br />
*12 Armas de fuego<br />
*13 Ar<strong>te</strong><br />
*14 Astrología<br />
*15 Boxeo<br />
*16 Cárceles<br />
*17 Catástrofes naturales<br />
*18 Caza y pesca<br />
*19 Ciencia<br />
*19A Consumismo<br />
*20 Delincuencia<br />
*21 Demografía<br />
*22 Depor<strong>te</strong><br />
*23 Depresión, ansiedad...<br />
*23A Derechos de propiedad<br />
*24 Desastres naturales<br />
*25 Descanso dominical<br />
*26 Desempleo<br />
*27 Dignidad<br />
*28 Dinero<br />
*29 Domicilio<br />
*30 Drogadicción<br />
*31 Educación<br />
*32 Espacio extra<strong>te</strong>rrestre<br />
217
*33 Espectáculos - Circo, cine, <strong>te</strong>atro, ballet, ópera<br />
*34 Esperanto<br />
*35 Eugenesia<br />
*36 Eutanasia<br />
*37 Familia<br />
*38 Fiestas, diversiones<br />
*39 Gitanismo<br />
*40 Guerra, lucha, pelea<br />
*41 Huelgas, manifestaciones...<br />
*42 Igualdad de sexos<br />
*43 Indumentaria<br />
*44 In<strong>te</strong>rnet<br />
*45 Justicia<br />
*46 Locomoción<br />
*47 Ludopatía<br />
*48 Lujo, superfluidad<br />
*49 Magistra vitae<br />
*50 Ma<strong>te</strong>rnidad<br />
*51 Muer<strong>te</strong><br />
*52 Nudismo<br />
*53 Pa<strong>te</strong>n<strong>te</strong>s, derechos de autor, copyrights...<br />
*54 Paz<br />
*55 Premios, galardones...<br />
*56 Prostitución<br />
*57 Religión<br />
*57 Sanciones, multas... -<br />
*58 Seguros<br />
*59 Sexo<br />
*60 Sindicatos<br />
*61 Suicidio, depresión...<br />
*62 Tabaquismo<br />
*63 Tauromaquia<br />
*64 Tedio<br />
*65 Televisión<br />
*66 Turismo<br />
*67 Vacaciones-descanso, vacaciones-placer<br />
*68 Vida, muer<strong>te</strong>, felicidad.<br />
*69 Violación<br />
*70 Violencia doméstica<br />
*71 Vivienda<br />
De todo lo cavilado en es<strong>te</strong> libro, lo más importan<strong>te</strong> quizá sea nuestro<br />
descubrimiento de que todos los hombres pueden llegar unánimemen<strong>te</strong> a<br />
218
la misma conclusión lógica en cuestiones importan<strong>te</strong>s de carác<strong>te</strong>r social,<br />
con tal que man<strong>te</strong>ngan “dentro de la geometría” (es decir sin la mínima<br />
incursión en <strong>te</strong>rrenos de Filosofía) los estudios y deba<strong>te</strong>s pertinen<strong>te</strong>s.<br />
Creo que la importancia de esta observación quedará de manifiesto en<br />
es<strong>te</strong> capítulo en el que se va a exponer —median<strong>te</strong> “diapositivas”— cuál<br />
es el futuro posible de la humanidad.<br />
Hablo del futuro posible. No <strong>te</strong>ngo ninguna in<strong>te</strong>nción de hacer<br />
futurología ni de lanzar prolepsis de epicúreo. No voy a describir lo que<br />
será la futura sociedad, sino lo que puede ser en caso de que se<br />
satisfagan de<strong>te</strong>rminadas condiciones, en caso de que se haga correcto uso<br />
de la Razón, en caso de que la Historia ponga punto final a la Era de la<br />
Sinrazón —es decir a la era de la Política y de la Democracia— para dar<br />
paso a la Era de la Razón.<br />
Por consiguien<strong>te</strong>, nuestro discurso ín<strong>te</strong>gro estará basado en el mero<br />
supuesto de que fueron o serán aprobados por unanimidad universal, y<br />
ejecutados, los dos proyectos-clave: abolición del derecho de propiedad<br />
en todas sus varian<strong>te</strong>s, y estabilización de la tasa demográfica mundial en<br />
juiciosos niveles (por poner una cifra a manera de ejemplo, podemos<br />
in<strong>te</strong>r nos calcular la tasa en quinientos millones). La derogación del<br />
derecho de propiedad en condiciones de estricta logocracia, y el drástico<br />
recor<strong>te</strong> demográfico de es<strong>te</strong> absurdo planeta superpoblado, son dos<br />
palancas formidables que pueden remover cielos y tierra, y traer al<br />
mundo la felicidad que siempre se le negó en los tiempos pasados.<br />
Recuerda, lector, que no soñamos con una imposible Arcadia feliz. Más<br />
de una vez he dicho que, al mencionar la felicidad, hay que en<strong>te</strong>nder que<br />
se trata de una exis<strong>te</strong>ncia sin dolor considerable (satisfactoria por tanto)<br />
que podrá llamarse “feliz” en el sentido de que se haya puesto fin a la<br />
sangran<strong>te</strong> realidad de que siempre hubiera tanto sufrimiento en una u otra<br />
par<strong>te</strong> —en tantas y tantas par<strong>te</strong>s— de nuestro atormentado planeta.<br />
Quisiera, lector, tomaras conciencia de que, si hacemos correcto uso de la<br />
Razón, quedará expedita la vía para la solución de numerosos problemas<br />
de envergadura, insolubles hasta el día de hoy. Fácil es intuir que las<br />
posibilidades, en general, tienen que ser enormes. Dado que el Gobierno<br />
de la Razón —léase “logocracia”— pueda manejar ad libitum todo el<br />
“dinero” o riqueza exis<strong>te</strong>n<strong>te</strong> en el mundo, y de que deba gobernar un<br />
mundo minúsculo (demográficamen<strong>te</strong>), se intuye que “todo será posible”.<br />
En el capítulo VII quedó sentada esta regla general: mientras no irrumpa<br />
el dolor en nuestras vidas, automáticamen<strong>te</strong> irrumpirá el placer en su<br />
momento, sin que <strong>te</strong>nga ninguna relevancia la especificidad cualitativa de<br />
las fuen<strong>te</strong>s de placer. Dado que esta regla deberá <strong>te</strong>ner total y omnímoda<br />
aplicación en el gobierno de una sociedad racional, es posible que a<br />
muchos coetáneos nuestros no gus<strong>te</strong> el proyecto de cambiar el actual<br />
mundo de la Sinrazón y sustituirlo por el de la Razón.<br />
El gobernan<strong>te</strong> logócrata —o sea la Razón rectora de la sociedad—, no<br />
219
sólo no debe promover la felicidad-placer, sino que debe incluso privar a<br />
la ciudadanía de algunos placeres-vicio que actualmen<strong>te</strong> disfruta (porque<br />
la carencia de éstos, como queda dicho, no va a mermarle felicidad,<br />
mientras que tarde o <strong>te</strong>mprano su disfru<strong>te</strong>, directa o indirectamen<strong>te</strong>, sí ha<br />
de traerle infelicidad). La Autoridad promoviendo, subvencionando,<br />
presidiendo actos que sólo tienen por objeto causar placer-vicio —fiestas,<br />
celebraciones, diversiones, competiciones deportivas, turismo<br />
hedonístico, etcé<strong>te</strong>ra—, carece de sentido en una sociedad racionalmen<strong>te</strong><br />
concebida.<br />
Es<strong>te</strong> lenguaje que estoy usando, parece desorbitado y duro a nuestro<br />
juicio (no probablemen<strong>te</strong> al de nuestros bien educados descendien<strong>te</strong>s).<br />
Pero la Razón o <strong>Logos</strong> no tiene más remedio que ser coheren<strong>te</strong> con su<br />
lema: “infelicidad mínima para todos”. El único freno a tan duro<br />
programa de aus<strong>te</strong>ridad tiene que ser la lógica tarea de reducir al mínimo<br />
posible el dolor que las concretas privaciones de placer puedan causar en<br />
la comunidad que ya estaba gozándolo.<br />
Pero las privaciones, tarde o <strong>te</strong>mprano, han de llevarse a cabo. Hoy en el<br />
mundo miles de millones de cerebros y de músculos están desarrollando<br />
variadísimas e innumerables actividades que ofrecen a la sociedad un<br />
placer no mayor ni mejor que el que sin ellas podríamos disfrutar. Esos<br />
músculos y esos cerebros consumen grandes cantidades de talento y de<br />
energía que podrían aliviar un sinfín de padecimientos humanos.<br />
Casi todas las mencionadas actividades, aparen<strong>te</strong>men<strong>te</strong> destinadas a<br />
hacernos un poco más felices, en realidad no tienen otro objeto que<br />
satisfacer la exigencia de continuo crecimiento de la irracional economía<br />
capitalista. Es el sis<strong>te</strong>ma el que nos incita a consumir estúpidamen<strong>te</strong> mil<br />
productos, y “gozar” de mil servicios, encandilándonos con una<br />
atosigan<strong>te</strong> y engañosa propaganda que prome<strong>te</strong> mucho y casi siempre nos<br />
da sólo un dudoso y menguado placer, cuando no dolor, ni menguado ni<br />
dudoso. De ahí que la logocracia deba optar por suprimirlos, aunque lo<br />
haga del modo más indoloro posible. El soberano lema logocrático reza<br />
esto:<br />
220<br />
No puede <strong>Logos</strong> malgastar energía y cerebros y músculos en la<br />
producción de superfluidad o placer, mientras necesi<strong>te</strong> gastar energía<br />
y cerebros y músculos en la producción de lo necesario para que el<br />
mundo no sufra.<br />
A través de las “diapositivas” que vamos a visionar a continuación, se<br />
pueden analizar algunos pormenores del modo y la medida en que serían<br />
resolutivos los procedimientos en logocracia, y del cómo serían las<br />
razones que justificarían la susodicha política “desorbitada y dura”.<br />
Los coetáneos nuestros a quienes no gus<strong>te</strong> esa política, piensen que esa<br />
política es para un futuro posible, y sólo podrá en todo caso afectar a<br />
nuestros descendien<strong>te</strong>s. No hay, pues, por qué acongojarse hoy. Si<br />
nuestros descendien<strong>te</strong>s no llegan a la unanimidad universal de opinión en<br />
la ma<strong>te</strong>ria correspondien<strong>te</strong>, nada decidirán sobre ello, y no habrá para
nadie motivos de congoja. Si alcanzan la unanimidad, tampoco habrá<br />
congoja.<br />
Piensen también que las “diapositivas” mostradas aquí no necesariamen<strong>te</strong><br />
reflejan lo que han de conocer los hijos de nuestros hijos nacidos en<br />
logocracia: mostradas por sólo el individuo que yo soy, no son producto<br />
de la Razón mientras no hayan sido adoptadas por decisión unánime<br />
universal.<br />
Piensen asimismo que no es arbitrariedad, o cuestión de gustos y deseos<br />
personales de es<strong>te</strong> único individuo, lo que han de ver en estas<br />
“diapositivas”. Es, por el contrario, lo que una lógica rigurosa le ha<br />
obligado a proclamar, según el modelo de razonamiento siguien<strong>te</strong>:<br />
221<br />
La sociedad logocrática nació para hacer feliz a la humanidad<br />
median<strong>te</strong> la fuerza de la Razón. La fuerza de la Razón es operativa<br />
desde el momento en que los habitan<strong>te</strong>s del planeta unánimemen<strong>te</strong><br />
opinan que “la diapositiva X” es necesaria para hacer feliz a la<br />
humanidad. Entonces velis nolis debe hacerse realidad “la diapositiva<br />
X”.<br />
Piensen, por último, en el soberano lema expuesto hace unos momentos:<br />
No puede <strong>Logos</strong> malgastar energía y cerebros y músculos en la<br />
producción de superfluidad o placer, mientras necesi<strong>te</strong> gastar energía<br />
y cerebros y músculos en la producción de lo necesario para que el<br />
mundo no sufra.<br />
No puede la sociedad racional dejar que muera de hambre el niño<br />
africano para que el jovenzuelo yanqui esté drogándose y bailando en la<br />
disco<strong>te</strong>ca, y el señorón europeo matando venados en la cacería.<br />
Visionemos las “diapositivas”, una por una.<br />
*1 Abortos, infanticidio - Dado que la moral y la ética<br />
tradicionales no exis<strong>te</strong>n para la Razón, si la sociedad racional no dejara a<br />
la mujer en completa libertad para que practique el aborto —e incluso el<br />
infanticidio—, no lo haría porque el aborto y el infanticidio sean<br />
acciones moral o éticamen<strong>te</strong> condenables. Lo haría sólo porque el<br />
permitir esas acciones causaría a la humanidad más infelicidad o dolor<br />
que el evitarlas. Actuaría lo mismo que si dejara a todos los ciudadanos<br />
en completa libertad para que practiquen homicidios cuando quieran y<br />
como quieran.<br />
Las consideraciones de la ética filosófica no tienen cabida en una<br />
sociedad racional. El embrión, el feto, incluso el niño y el ser humano<br />
adulto, son sólo trozo de carne, orgánico <strong>te</strong>jido, moléculas y átomos<br />
(exactamen<strong>te</strong> lo mismo que la lombriz y la lechuga y el guijarro). No son<br />
“persona con derecho a la vida” (ignoramos qué es eso). No son “ser<br />
humano de naturaleza superior al guijarro por estar compuestos de<br />
ma<strong>te</strong>ria y espíritu”: no hay tal composición
Si algunas gen<strong>te</strong>s, por sensibilidad, o por desconocimiento de la realidad,<br />
sien<strong>te</strong>n dolor an<strong>te</strong> la destrucción del feto o del recién nacido, en<br />
principio la sociedad racional debe impedir la destrucción. Aunque<br />
también debe educar a esas gen<strong>te</strong>s para que salgan de su ignorancia, y no<br />
sufran por tal motivo cuando la destrucción hubiera de llevarse a cabo en<br />
evitación de otros dolores mayores (verbigracia, la funesta<br />
superpoblación).<br />
Ya sabes, lector, cuál sería el cri<strong>te</strong>rio: si el dolor de la humanidad va a<br />
ser menor permitiéndose abortos y/o infanticidios, no sólo serán las<br />
mujeres libres de abortar, o de matar a su hijo, sino que la propia<br />
sociedad, con los hombres de ciencia médica al fren<strong>te</strong>, les ayudará a<br />
hacerlo gratis, y sin los riesgos que ellas correrían, si tuvieran que<br />
hacerlo por sí mismas.<br />
Por fortuna para toda persona sensible (sea la madre del niño, o no),<br />
<strong>Logos</strong>, la fuerza de la Razón, tiene poderío más que suficien<strong>te</strong> para<br />
gobernar la sociedad y hacerla feliz sin que nadie <strong>te</strong>nga que recurrir al<br />
aborto, y menos al infanticidio.<br />
*2 Acciden<strong>te</strong>s de carre<strong>te</strong>ra - En el futuro quizá sean totalmen<strong>te</strong><br />
distintos los medios de locomoción y de transpor<strong>te</strong> que usamos ahora,<br />
sobre todo si avanza la <strong>te</strong>cnología hasta conseguir (v.gr.) la llamada<br />
“fusión nuclear”. Por ejemplo, para largos desplazamientos, tal vez se<br />
hayan suprimido todas las actuales vías <strong>te</strong>rrestres de superficie —<br />
ferrocarriles, carre<strong>te</strong>ras, autopistas— con objeto de evitar daños a la<br />
fauna y al medio ambien<strong>te</strong>, porque se ha visto que las agresiones contra<br />
la madre naturaleza van a ser menos graves en caso de que sólo exista el<br />
transpor<strong>te</strong> sub<strong>te</strong>rráneo, el aéreo, y el fluvial o el marítimo. No obstan<strong>te</strong>,<br />
nosotros vamos a razonar ajustándonos a nuestro tiempo, ya que sólo<br />
pre<strong>te</strong>ndemos conjeturar cuál podría ser la naturaleza de los cri<strong>te</strong>rios<br />
logocráticos al gestionar la res publica.<br />
Los acciden<strong>te</strong>s de carre<strong>te</strong>ra graves deben reducirse prácticamen<strong>te</strong> a cero.<br />
No se reducirán a cero, sólo con echar la culpa a los excesos y locuras de<br />
la juventud o al Director General de Tráfico. Tal vez los futuros avances<br />
de la <strong>te</strong>cnología traigan la solución por medios que hoy no sabemos<br />
cuáles podrían ser. Veamos, por tanto, cómo resolvería el problema la<br />
Razón con los medios que están a nuestro alcance, ya que la Razón, en<br />
efecto, puede resolverlo.<br />
En todo instan<strong>te</strong> hemos de suponer que se recurrirá a exagerados medios<br />
forzosamen<strong>te</strong> (siempre que no se hayan encontrado medios mejores), ya<br />
que <strong>Logos</strong> por encima de todo tiene que lograr que prácticamen<strong>te</strong> nadie<br />
muera en la carre<strong>te</strong>ra. Al gobierno logócrata no le importará que el<br />
ciudadano se queje de los placeres que pierde con la adopción de medidas<br />
exageradas, ya que es infinitamen<strong>te</strong> más lo que se pierde cuando se<br />
pierde una vida. Helas aquí:<br />
222<br />
1ª En todo el mundo, toda carre<strong>te</strong>ra (sea principal o no) ha de ser<br />
unidireccional, para que ningún vehículo pueda colisionar frontalmen<strong>te</strong> con
223<br />
otro. Y ha de estar lo suficien<strong>te</strong>men<strong>te</strong> “encajonada” para que ninguno pueda<br />
salirse de la calzada en ningún caso.<br />
2ª No deben fabricarse motocicletas de ninguna especie: ni las de carrera,<br />
cuya finalidad única es la de proporcionar placer innecesario para la<br />
felicidad, ni las de trabajo, sustituibles por otros tipos de vehículo.<br />
3ª No debe fabricarse ningún vehículo que desarrolle velocidad superior a 40<br />
k/h., y todos ellos deben ir equipados con un infalible mecanismo automático<br />
de re<strong>te</strong>nción o frenado que en toda circunstancia (por ejemplo, pendien<strong>te</strong><br />
abajo) impida al vehículo superar esa velocidad lími<strong>te</strong>.<br />
4ª Deben fabricarse bicicletas —equipadas también con automatismos que<br />
limi<strong>te</strong>n la velocidad a 20 o 30 km/h en cualquier circunstancia— únicamen<strong>te</strong><br />
si la ciencia médica las aconseja como auxiliar de paseo y de saludable<br />
ejercicio (nunca para trabajar). Sólo deben circular en exclusivas vías<br />
unidireccionales construidas ad hoc, “encajonadas” para que nadie pueda<br />
involuntariamen<strong>te</strong> salirse de la calzada.<br />
5ª Nunca debe utilizarse la carre<strong>te</strong>ra para un eventual transpor<strong>te</strong> urgen<strong>te</strong> (de<br />
personas o de mercancías) a larga distancia. Para ello deben existir vías<br />
especiales, con sus correspondien<strong>te</strong>s vehículos: tren, metro, avión,<br />
helicóp<strong>te</strong>ro, etcé<strong>te</strong>ra.<br />
En es<strong>te</strong> momento, lector, probablemen<strong>te</strong> has pensado que ciertos<br />
“tremendos gastos” —p.ej., el de la infraestructura viaria aquí descrita—,<br />
han de ser insoportables, no sólo para el sis<strong>te</strong>ma económico actual, sino<br />
también para la futura economía racionalista. No es verdad, porque ésta<br />
se desarrolla sin problemas de superpoblación, sin el ominoso<br />
impedimento de los derechos de propiedad, sin la servidumbre de una<br />
economía siempre obligada a ob<strong>te</strong>ner beneficio, etcé<strong>te</strong>ra.<br />
*3 Acciden<strong>te</strong>s laborales - La frecuen<strong>te</strong> y fatídica repetición de los<br />
acciden<strong>te</strong>s laborales graves abruma y destroza a quien <strong>te</strong>nga un mínimum<br />
de sensibilidad. Quizá no exista en la vida imagen más desgarradora que<br />
la del hombre muerto al caer de un andamio porque necesitaba subir a él<br />
para dar de comer a los hijos.<br />
Son dos los medios de los que se vale nuestra sociedad para evitar<br />
acciden<strong>te</strong>s laborales. Uno consis<strong>te</strong> en culpabilizar al empresario. El otro,<br />
en dictar normas de seguridad en el trabajo. Ninguno de los dos vale. El<br />
primero, porque ningún empresario ha <strong>te</strong>nido jamás la culpa de que uno<br />
de sus obreros haya muerto en acciden<strong>te</strong> laboral: entremos en la Era de la<br />
Razón, y quí<strong>te</strong>se de una vez de nuestras cabezas el falso “concepto” de<br />
“culpabilidad”. El segundo no vale por causa del sis<strong>te</strong>ma económico<br />
vigen<strong>te</strong> en la sociedad actual: es imposible dictar normas de seguridad<br />
suficien<strong>te</strong>s mientras existan los fatídicos “derechos de propiedad”.<br />
Nada se arregla culpabilizando a la patronal. Aunque la patronal siguiera<br />
estrictamen<strong>te</strong> la normativa más in<strong>te</strong>ligen<strong>te</strong> y mejor pensada, y aunque así<br />
disminuyera notablemen<strong>te</strong> la siniestralidad, mientras haya empresariospropietarios<br />
habrá que lamentar muchas más tragedias que las imputables<br />
a la socorrida "fatalidad". No por “maldad” o insensibilidad imputable al<br />
propietario, sino por el mero hecho de que el propietario es propietario.<br />
Como tal, ha de hacer uso de sus propiedades de manera que le repor<strong>te</strong>n<br />
beneficio. Y no <strong>te</strong>ndrá beneficio, sino pérdidas cuantiosas y ruina, si<br />
aplica todas las normas de seguridad necesarias para que no se produzca<br />
prácticamen<strong>te</strong> ningún acciden<strong>te</strong>. Esto será posible únicamen<strong>te</strong> cuando se<br />
haya instaurado una logocracia en el mundo.
Cada vez que muere un obrero por acciden<strong>te</strong> laboral, se desatan las iras<br />
del sindicato, del populacho, de los obreros que trabajaban con el<br />
fallecido, y hasta de los periodistas que en todo y siempre necesitan<br />
buscar un “culpable”. Proliferan gritos, insultan<strong>te</strong>s pancartas —“patronal,<br />
hipokritak, ¡asesinos!—, manifestaciones, absurdos eslóganes (“¡no más<br />
acciden<strong>te</strong>s de trabajo!”), quizá con <strong>te</strong>meraria imprudencia, pues quizá las<br />
normas de seguridad establecidas por las leyes ya las había respetado esta<br />
vez el empresario. Manifestaciones de es<strong>te</strong> color no deben organizarse<br />
mientras no cons<strong>te</strong> que el empresario ha incumplido la normativa<br />
vigen<strong>te</strong>.<br />
No somos bastan<strong>te</strong> conscien<strong>te</strong>s de que el acciden<strong>te</strong> en el trabajo es<br />
inevitable. Se tomarán reductoras medidas, pero la seguridad total es<br />
imposible, porque las leyes de la física se van a cumplir inexorablemen<strong>te</strong>,<br />
y nadie es capaz de prever cómo y dónde y cuándo se producirán —o no<br />
se producirán— todos los posibles pequeños errores de cálculo en la<br />
programación y en la ejecución del trabajo.<br />
224<br />
La OIT indica que al día fallecen 6.000 trabajadores en el mundo<br />
debido a la falta de medidas de seguridad laboral...<br />
UGT denunció ayer que en Araba, Bizkaia y Guipúzcoa cada dos<br />
segundos de una jornada diaria de trabajo se produce un acciden<strong>te</strong><br />
laboral y cada cuatro días muere un trabajador. La responsable de<br />
Salud laboral de UGT, Pilar Collan<strong>te</strong>s, afirmó que estos datos son<br />
“verdaderamen<strong>te</strong> escalofrian<strong>te</strong>s”, y pidió una reflexión para pedir<br />
medidas y políticas para que esto se reduzca como sea.<br />
“Para que esto se reduzca como sea”, hay una medida y una política<br />
única: sustituir Democracia por Logocracia, y abolir los “derechos de<br />
propiedad”. Sólo así puede <strong>Logos</strong> (la Razón) resolver satisfactoriamen<strong>te</strong><br />
el problema. Dispone de medios eficaces y variados.<br />
1º Hay multitud de trabajos —no necesarios para la felicidad— que<br />
<strong>Logos</strong> no realizará: construcción de rascacielos, por ejemplo. No<br />
habrá que lamentar ni un solo acciden<strong>te</strong> laboral por esa causa. Ni<br />
construirá (v.gr.) torres Eiffel, si no se está razonablemen<strong>te</strong> seguro de<br />
que nadie por acciden<strong>te</strong> morirá en el empeño: sin torres Eiffel puede<br />
la humanidad vivir tan feliz como con ellas.<br />
2º En la economía racionalista o logocrática, tras la abolición de los<br />
“derechos de propiedad”, no habrá necesidad alguna de reducir<br />
costos al mínimo posible. Se podrán utilizar todos los medios<br />
ma<strong>te</strong>riales, técnicos, educacionales, etc., necesarios para que resul<strong>te</strong><br />
prácticamen<strong>te</strong> igual a cero la probabilidad de un acciden<strong>te</strong> grave. Se<br />
podrán tomar mil extremas precauciones que se reputarían exageradas<br />
actualmen<strong>te</strong>. Por ejemplo, si hace falta un día en<strong>te</strong>ro para instalar el<br />
más humilde andamio en condiciones de absoluta seguridad, se<br />
invier<strong>te</strong> en su instalación un día en<strong>te</strong>ro, porque la pérdida de una vida<br />
humana es más lamentable que la pérdida de un día de trabajo. Otro<br />
ejemplo, exagerado también. Limpiar los canalones del <strong>te</strong>jado (que<br />
obstruyó la hojarasca del otoño) es un trabajo bien sencillo. Pero el<br />
obrero debe limpiarlos de forma que de ninguna manera pueda caer y<br />
matarse. Si para eso no exis<strong>te</strong> otro medio que el montaje de un<br />
complicado armazón metálico a todo lo largo y lo ancho y lo alto de<br />
las fachadas, el armazón se montará, cues<strong>te</strong> lo que cues<strong>te</strong>.<br />
3º Nuestra sociedad irracional cultiva la piro<strong>te</strong>cnia con el único fin de<br />
proporcionar placer a la gen<strong>te</strong>. Esa industria ha causado muer<strong>te</strong>s de<br />
sus obreros. Dado que el fin de la sociedad conducida por <strong>Logos</strong> no<br />
es la ob<strong>te</strong>nción del Placer, sino la extirpación del Dolor, en logocracia
*4 Aficiones -<br />
225<br />
no debe la gen<strong>te</strong> disfrutar con el espectáculo de los fuegos<br />
artificiales, a menos que se sepa con razonable cer<strong>te</strong>za que los<br />
obreros que han de trabajar para eso no van a sufrir daño grave. Sin<br />
ver fuegos de artificio se puede ser feliz.<br />
*5 Ajedrez - Por varios conceptos, el actual ajedrez reglamentario es<br />
un depor<strong>te</strong>-juego-ciencia recomendable desde el punto de vista de nuestra<br />
felicidad, siempre que se juegue racionalmen<strong>te</strong>. Obliga a nuestro<br />
in<strong>te</strong>lecto a realizar saludables ejercicios, además de constituir un<br />
entre<strong>te</strong>nimiento que nos proporciona placer-felicidad, y nos exime de<br />
buscar otros entre<strong>te</strong>nimientos —v.gr., de los que implican alcohol, droga,<br />
juergas, etcé<strong>te</strong>ra—, acaso pródigos en placeres-vicio, pero no más<br />
envidiables qua proveedores de placer-felicidad.<br />
Yo creo que por eso la sociedad racional incluirá el ajedrez en los planes<br />
de estudio, como una asignatura más, para que todos los ciudadanos<br />
puedan practicarlo. No, como se hace hoy día, con el fin de que el buen<br />
ajedrecista gane mucho dinero, sino para que disfru<strong>te</strong> de un depor<strong>te</strong><br />
saludable.<br />
Educará a los alumnos, desde la infancia, en la idea de que lo esencial no<br />
es luchar contra el enemigo y demostrar que uno es más in<strong>te</strong>ligen<strong>te</strong>, sino<br />
llevar el juego con in<strong>te</strong>ligencia, y gozar la satisfacción que produce el<br />
trabajo bien hecho. Obviamen<strong>te</strong>, jamás organizará competiciones ni<br />
exhibiciones con ningún fin, máxime con el fin de que el buen ajedrecista<br />
sea millonario: nadie debe ganar un céntimo por ser un buen jugador de<br />
ajedrez.<br />
¿Que la humanidad entonces no podrá nunca disfrutar el placer de haber<br />
conocido genios como Alekhine y Capablanca? Tant pis! No puede <strong>Logos</strong><br />
malgastar energía y cerebros y músculos en la producción de<br />
superfluidad o placer, mientras necesi<strong>te</strong> gastar energía y cerebros y<br />
músculos en la producción de lo necesario para que el mundo no sufra.<br />
*6 Alcoholismo - El hombre consume alcohol para ob<strong>te</strong>ner placer.<br />
Nada habría que lamentar, si lo consumiera con moderación. Pero se<br />
excede, y entonces el consumo de alcohol pasa a ser un vicio —muchas<br />
veces un funesto vicio—, porque de muy diversas maneras causa dolor (a<br />
veces, mucho dolor). Dado que el fin de la sociedad racional no es la<br />
ob<strong>te</strong>nción del Placer, sino la extirpación del Dolor, en logocracia tiene<br />
que ser totalmen<strong>te</strong> erradicado el vicio. La sociedad actual nunca podría<br />
erradicarlo totalmen<strong>te</strong>. La sociedad racional sí.<br />
El alcohol es una droga. Perjudicial, si se abusa de ella. En opinión de<br />
algunos médicos, beber vino con moderación es, no sólo inofensivo, sino<br />
saludable. Pero, vistos los estragos que produce el alcoholismo; como no<br />
sea necesario el vino para la salud; y <strong>te</strong>niendo en cuenta que la sociedad<br />
racional no debe mover un dedo para fomentar activa y directamen<strong>te</strong> el
Placer —ya que és<strong>te</strong> llegará sin defección, por ley natural, siempre que<br />
no haya Dolor—; la sociedad racional debe optar por suprimir por<br />
completo el consumo de las bebidas alcohólicas, a menos que se<br />
encuentre alguna fórmula eficaz para que nadie pueda excederse. La<br />
irracional sociedad nuestra ya in<strong>te</strong>ntó alguna vez eliminar su consumo,<br />
pero no pudo conseguirlo y fracasó en su in<strong>te</strong>nto. La Razón puede<br />
conseguirlo. Si realmen<strong>te</strong> hay que evitar la producción de toda bebida<br />
alcohólica, puede ser evitada.<br />
226<br />
1º Tras la abolición de los derechos de propiedad, nadie podrá en<br />
ninguna par<strong>te</strong> disponer de tierra donde cultivar plantas a su arbitrio.<br />
El vegetal que secretamen<strong>te</strong> alguien (Pedro, por ejemplo) quisiera tal<br />
vez cultivar junto a “su” vivienda, o dentro de ella, difícilmen<strong>te</strong><br />
prosperaría, ya que la vivienda de Pedro no es propiamen<strong>te</strong> “suya”, y<br />
la sociedad cuenta con medios para penetrar legalmen<strong>te</strong> en la vivienda<br />
y destruir el vegetal.<br />
2º Tras la abolición de los derechos de propiedad, no puede haber en<br />
el mundo ninguna fábrica ni laboratorio donde alguien a su arbitrio<br />
pudiera extraer o producir ma<strong>te</strong>ria susceptible de constituirse o<br />
transformarse en bebida alcohólica. Si fraudulentamen<strong>te</strong> alguien lo<br />
in<strong>te</strong>ntara de algún modo, sería descubierto el fraude. Y vano el<br />
in<strong>te</strong>nto.<br />
3º Puede la sociedad producir todo el ma<strong>te</strong>rial —sea o no sea droga—<br />
que la ciencia prescriba como convenien<strong>te</strong> para la curación de los<br />
alcohólicos exis<strong>te</strong>n<strong>te</strong>s de facto, víctimas de su drogodependencia. El<br />
consiguien<strong>te</strong> tratamiento <strong>te</strong>rapéutico <strong>te</strong>ndría que ser, por supuesto,<br />
gratuito.<br />
4º Para que el actual bebedor —inmoderado o moderado— pueda sin<br />
traumas dejar de beber, debe ponerse a la venta la mercancía a<br />
precios que gradualmen<strong>te</strong>, pero sin cesar, vayan elevándose, máxime<br />
con vistas a disuadir a quien tuviera <strong>te</strong>ntaciones de iniciarse o iniciar<br />
al prójimo en el consumo de bebidas alcohólicas.<br />
5º Estas medidas, unidas a campañas educativas in<strong>te</strong>ligen<strong>te</strong>s, bastan<br />
para que, pasadas algunas generaciones, ya no haya alcohólicos en<br />
es<strong>te</strong> planeta, y prácticamen<strong>te</strong> nadie pueda embriagarse. Fracasos<br />
como el de la famosa “ley seca” no pueden darse en logocracia.<br />
Nosotros ya sabemos el porqué: no hay derechos de propiedad; al<br />
ciudadano le es imposible “dar dinero” a nadie; Al Capone, por tanto,<br />
no puede negociar; etcé<strong>te</strong>ra.<br />
*7 Alimentación - En esta sociedad nuestra —democrática y, por<br />
tanto, irracional—, el problema del hambre adquiere proporciones<br />
trágicas. Problema, por otra par<strong>te</strong>, absurdo. Habida cuenta de los enormes<br />
progresos que se han hecho en ciencia y técnica, es incomprensible que<br />
no seamos capaces de evitar la muer<strong>te</strong> por desnutrición de millones de<br />
personas. Que no seamos capaces de una cosa tan simple que hasta el<br />
más humilde pajarillo la hace: encontrar comida para sí y para los hijos.<br />
Lo único que sabe hacer nuestra democrática sociedad irracional es<br />
culpar a los países ricos, culpar al capitalista. Son ellos los “malos”, y<br />
hay que obligarlos a que sean desprendidos y caritativos, es decir que<br />
sean “buenos”: entonces todo estará arreglado.<br />
Sin embargo, por muy desprendidos y caritativos que se hicieran los<br />
países ricos, ésa no sería la mejor solución, porque la Democracia y la<br />
Política, por su misma naturaleza, hacen imposible de todo punto una<br />
solución satisfactoria. La solución satisfactoria sólo puede provenir de un<br />
“gobierno mundial” de la Razón (ya quedó esto demostrado cuando se<br />
estudió economía logocrática en el capítulo XVIII)
+++ No sólo es hambre el problema de la alimentación......... “La<br />
asociación Mexicana de Estudios...” (Gara, 10.10.04, pág. 04). Coca-<br />
Cola...<br />
*8 Alpinismo - La afición a la montaña, además de inofensiva y<br />
placen<strong>te</strong>ra, es positivamen<strong>te</strong> saludable... ¡siempre que no sea<br />
desmesurada! Para en<strong>te</strong>ndernos, vamos a usar el término “montañismo”<br />
para referirnos a la mesurada afición, y “alpinismo” para referirnos a la<br />
desmesurada. En opinión mía, la afición pasa a ser desmesurada tan<br />
pronto como el aficionado, impelido por afanes de superación, se lanza<br />
ex profeso a empresas difíciles y/o peligrosas: escalada, ascensión a<br />
grandes alturas, in<strong>te</strong>nto de “hazañas deportivas”, etcé<strong>te</strong>ra.<br />
Eso —es decir el alpinismo en mayor o menor grado—, aun en los casos<br />
en que pueda realmen<strong>te</strong> dar placer, más bien que dolor (cosa muy<br />
discutible), es irracional en el sentido de que no hay razón alguna,<br />
válida, para su práctica. No olvidemos las consideraciones que hicimos<br />
en el capítulo IX. El afán de superación, el afán de notoriedad, la<br />
vanidosa esperanza de hacer lo que otros no pueden, etc., no son razón<br />
válida. Sin razones mejores que ésas, hacer alpinismo para regresar a<br />
casa con las manos congeladas, o para morir despeñado en un barranco,<br />
es irracional.<br />
No debe la sociedad racional fomentar el alpinismo, salvo que se le<br />
practique y se le estudie con finalidad estrictamen<strong>te</strong> científica: jamás<br />
como depor<strong>te</strong> que vamos a practicar para que nos dé placer. Quien se<br />
obstine en practicarlo arguyendo la falacia de que él es libre de afrontar<br />
dificultades y riesgos —falacia, porque sus acciden<strong>te</strong>s o su muer<strong>te</strong><br />
pueden causar dolor a otras personas—, debe saber que la sociedad no<br />
tiene por qué pagar las consecuencias de posibles acciden<strong>te</strong>s a los que se<br />
ha expuesto él por su capricho.<br />
La afición al alpinismo es una enfermedad. Actualmen<strong>te</strong> no podríamos<br />
curarla, por causa de nuestro aberran<strong>te</strong> sis<strong>te</strong>ma de Política/Democracia.<br />
<strong>Logos</strong> puede curarla. Sin castigos ni prohibiciones. Así:<br />
227<br />
a) O no suministra al alpinista el ma<strong>te</strong>rial que necesita, o se lo<br />
suministra sólo si dispone de suficien<strong>te</strong> dinero para pagar muy altos<br />
precios (cosa difícil, <strong>te</strong>niendo en cuenta que en logocracia no hay<br />
“dinero de papá”, ni de un sponsor).<br />
b) No le concede permiso para ningún proyecto —la concreta<br />
escalada, la concreta ascensión, etcé<strong>te</strong>ra— sin previo depósito de una<br />
fianza que garantice el pago de los posibles gastos de asis<strong>te</strong>ncia<br />
médica, resca<strong>te</strong>, repatriación, etc., que el acciden<strong>te</strong> haya originado.<br />
c) No le hace publicidad alguna de sus actividades.<br />
La sociedad racional tiene que impedir que se pasen la vida sus miembros<br />
escalando paredes, mientras puedan dedicarse a trabajos que salven al<br />
moribundo niño hambriento. Cuando todos los problemas de la<br />
humanidad se hayan resuelto, iremos a escalar. Entretanto, viviremos<br />
bajo el sagrado lema: No puede <strong>Logos</strong> malgastar energía y cerebros y
músculos en la producción de superfluidad o placer, mientras necesi<strong>te</strong><br />
gastar energía y cerebros y músculos en la producción de lo necesario<br />
para que el mundo no sufra.<br />
*9 Amor - No es amor lo que así llama la gen<strong>te</strong> en es<strong>te</strong> nuestro mundo<br />
irracional. Cuando se refiere a la relación puramen<strong>te</strong> sexual fisiológica,<br />
eso que la gen<strong>te</strong> llama “amor” es únicamen<strong>te</strong> biología, cópula carnal,<br />
fornicación, feromonas, digan lo que digan los Neruda y compañía. Que<br />
en torno al denominado “acto sexual” —en caricias preliminares, por<br />
ejemplo— se ob<strong>te</strong>ngan placeres que no proporciona precisamen<strong>te</strong> el pene<br />
o el clítoris, no es prueba de que los proporciona un poético “espíritu” o<br />
“alma”. Quien inventó la expresión “hacer el amor”, introdujo en el<br />
lenguaje un egregio despropósito, gramatical y filosófico: al realizar la<br />
cópula, no “hacemos” amor de ninguna especie.<br />
Ni siquiera el denominado “amor ma<strong>te</strong>rnal” o “fra<strong>te</strong>rnal” es propiamen<strong>te</strong><br />
amor. Es un sentimiento que, por de<strong>te</strong>rminadas leyes<br />
biologicopsicológicas, nace por la mera presencia de un de<strong>te</strong>rminado<br />
objeto (hijo, hermano, madre, padre) con el que se ha <strong>te</strong>nido cierta<br />
relación. Es algo semejan<strong>te</strong> a lo que un perro experimenta, sólo<br />
biológicamen<strong>te</strong>, en relación con su amo.<br />
El verdadero amor no es en realidad sentimiento, sino voluntad. Amor es<br />
únicamen<strong>te</strong> voluntad de “hacer el bien” a las personas, voluntad de<br />
hacerlas felices, noluntad de verlas padecer. El autor del presen<strong>te</strong> ensayo<br />
—tú ya lo has visto ya, lector— ama a todos los habitan<strong>te</strong>s de la Tierra,<br />
sean quienes fueren, y sean lo que fueren. Ama incluso a aquellos por los<br />
que sien<strong>te</strong> repugnancia o antipatía. Y se regodea pensando que muchos<br />
millones de personas aman así a todo el mundo, aunque tal vez ellas<br />
mismas no lo sepan.<br />
La Razón puede conseguir que prácticamen<strong>te</strong> todos los habitan<strong>te</strong>s de la<br />
Tierra nos amemos los unos a los otros. No, como quería el evangelio,<br />
convirtiéndonos a todos en angelicales criaturas, pero sí erradicando y<br />
rayendo de la faz de la Tierra el Error y la Ignorancia.<br />
*10 Animales - En los animales irracionales hay racionalidad (mayor<br />
o menor), como la hay en los vegetales, y como también la hay en los<br />
minerales. Pero ni unos ni otros tienen facultades o poderes para<br />
“gestionar la racionalidad”, porque falta en ellos la maquinaria ALPHA.<br />
De ello resulta que ni el animal ni el vegetal ni el mineral pueden pensar<br />
ni, por tanto, sentir. Por causa del antropomorfismo nos es de hecho<br />
imposible imaginar que el irracional, por lo menos el de los niveles altos<br />
de la escala zoológica, no piensa. E imposible, sobre todo, imaginar que<br />
no sien<strong>te</strong>. Sin embargo, es poco menos que eviden<strong>te</strong> que el animal<br />
irracional (como el vegetal y el mineral) ni piensa, ni ve, ni oye, ni goza,<br />
ni sufre... Pues lo innegable es que son falsas todas las “pruebas” que<br />
aporta en su favor el aman<strong>te</strong> de los animales. Llevan éstos a cabo<br />
acciones “objetivamen<strong>te</strong> in<strong>te</strong>ligen<strong>te</strong>s” que parecen prueba de que algo<br />
han pensado. Pero hacen cuanto hacen, sin pensar ni haber pensado nada<br />
228
—y, por tanto, sin ver ni oír ni gozar ni sufrir—, del mismo modo que las<br />
madres de los mamíferos llevan a cabo la construcción (objetivamen<strong>te</strong><br />
“in<strong>te</strong>ligen<strong>te</strong>”) del embrión y del feto, sin que ello sea prueba de que han<br />
pensado cómo construirlo.<br />
En sus relaciones con el animal irracional, una par<strong>te</strong> de la humanidad<br />
mantiene actitudes diametralmen<strong>te</strong> opuestas a las man<strong>te</strong>nidas por la otra.<br />
Viven ambas par<strong>te</strong>s convencidas de que el irracional sufre, pero una de<br />
ellas lo ama y se compadece de él cuando sufre, mientras que la otra se<br />
divier<strong>te</strong> y goza maltratándolo, torturándolo, dándole muer<strong>te</strong>... Una de<br />
ellas, además, lo ama y se compadece de él de manera doblemen<strong>te</strong><br />
irracional, por incoheren<strong>te</strong>. Llora al animal, y reclama sus derechos, pero<br />
lo hace sólo con algunos animales. Llora al perro, al gato, al mono, al<br />
toro, a la langosta condenada a morir en agua hirvien<strong>te</strong>... Pero ¿quién<br />
llora por la anchoa capturada en la red, o por el mosquito atrapado en las<br />
fauces del murciélago? ¿Es que sólo tienen derechos el perro y el toro?<br />
Las sociedades pro<strong>te</strong>ctoras que exigen respeto a los derechos de los<br />
animales ¿defienden el derecho (a la vida) de las ratas, de las cucarachas,<br />
de las pulgas, de las ladillas, del bacilo de Koch?<br />
Son irracionales ambas actitudes. <strong>Logos</strong> está en medio de las dos. La<br />
sociedad humana, si es racional, no debe fomentar ninguna forma de<br />
sentimiento hacia el animal irracional. Sentir por él, más o menos, lo que<br />
se sien<strong>te</strong> por el hermano, por la madre, por la hija, por el amigo, en sí es<br />
tan insensato como, por ejemplo, enamorarse de un trébol, o de la<br />
cuarcita, o de un cirrocumulus. Por descontado que es absurdo ponerse a<br />
invocar y a defender los derechos de los animales, cuando son<br />
inin<strong>te</strong>ligibles e inexis<strong>te</strong>n<strong>te</strong>s incluso los derechos humanos.<br />
Pero también implica irracionalidad matar o maltratar al animal sin claros<br />
e indiscutibles motivos de carác<strong>te</strong>r científico. En la futura sociedad no<br />
podrá nadie cazar venados únicamen<strong>te</strong> para que el cazador sienta placer.<br />
Ni podrá lidiar toros para gozar las delicias de un “ar<strong>te</strong>”. Ni decapitar<br />
pollos en<strong>te</strong>rrados con la cabeza fuera, para divertir al populacho con las<br />
“habilidades” del decapitador. Ni lanzar cabras desde el campanario de la<br />
iglesia para “celebrar” las fiestas del pueblo. Ni matar elefan<strong>te</strong>s para<br />
crear en marfil “obras de ar<strong>te</strong>”... La Sociedad de la Razón debe impedir<br />
el maltrato de los animales, no porque sufre el animal (pues no sufre),<br />
sino porque hay en el mundo muchas personas que sí sufren pensando que<br />
sufre el animal. El sufrimiento de las personas es lo único vitando —<br />
siempre que fuere posible— en esta cuestión del aparen<strong>te</strong> sufrimiento de<br />
los animales<br />
Precisamen<strong>te</strong> por eso, aunque la persona sensible sufra, la sociedad<br />
racional debe dar luz verde al maltrato de los animales —a la<br />
vivisección, por ejemplo— cuando el maltrato sea necesario para evitar a<br />
la humanidad sufrimentos mayores. Hubiera sido criminal que —por no<br />
hacer sufrir a esa persona sensible (que al fin y al cabo sufre por<br />
ignoran<strong>te</strong> o necia)— se hubieran atado las manos a los hombres de<br />
ciencia que, gracias a la experimentación animal, crearon técnicas y<br />
229
vacunas y fármacos altamen<strong>te</strong> beneficiosos para la humanidad.<br />
Ahora bien, jamás debe experimentar nadie con animales, y con ello<br />
hacer sufrir a personas que son sensibles —aunque sufran por necedad r<br />
ignorancia—, cuando el único objeto de la investigación animal sea el de<br />
satisfacer caprichos de la gen<strong>te</strong> y proporcionarles placer, o el de hacer<br />
negocio con la producción de artículos que sólo sirven para dicho fin. Por<br />
eso es irracional también que se lleve a cabo la investigación con<br />
animales anárquicamen<strong>te</strong>, compitiendo unos laboratorios con otros,<br />
multiplicando innecesariamen<strong>te</strong> las vivisecciones, los maltratos, las<br />
muer<strong>te</strong>s...<br />
La omnipo<strong>te</strong>n<strong>te</strong> Razón es la que puede acabar con esas irracionalidades,<br />
median<strong>te</strong> la abolición del nefasto “derecho de propiedad”, median<strong>te</strong> la<br />
orientación única y unánime de los trabajos científicos, y median<strong>te</strong> la<br />
dirección (única y unánime también) de una economía logocrática.<br />
Si la Razón asume en el futuro las riendas de gobierno del animal<br />
racional, es probable que ponga fin a nuestra costumbre de adquirir<br />
“animales de compañía” sin otro objeto que el de ob<strong>te</strong>ner placer con la<br />
adquisición. Seamos serios. Es verdad que sólo el hombre in<strong>te</strong>ligen<strong>te</strong> y<br />
culto —y sólo en los breves instan<strong>te</strong>s de conscien<strong>te</strong> reflexión— es capaz<br />
de percibir al perro, al caballo, al delfín, como una escueta caja metálica<br />
o carretilla que no ve ni oye ni goza ni sufre. Pero no por eso deja de ser<br />
irracional y gro<strong>te</strong>sco el amor que sentimos por ciertos animales, como<br />
irracional es, y gro<strong>te</strong>sco, sentir amor por la caja metálica o la carretilla.<br />
Para acabar con la costumbre de “<strong>te</strong>ner animales de compañía”, creo que<br />
habrá motivos de sobra.<br />
230<br />
1º Por antropomorfismo e inevitablemen<strong>te</strong> los animales de compañía<br />
suscitan, en el animal racional sensible, sentimientos análogos a los<br />
que suscita un hijo o un amigo. Ese hecho, además de que en sí es<br />
irracional, suele dar origen a sufrimientos: o porque el animal ha<br />
enfermado, o porque ha muerto, o porque ha hecho algún daño a<br />
<strong>te</strong>rceros...<br />
2º Los animales de compañía están obligados a llevar una exis<strong>te</strong>ncia<br />
contra natura, injustificable. No puede <strong>Logos</strong> ver con buenos ojos un<br />
perro forzado a vivir entre cuatro paredes, o un pájaro forzado a vivir<br />
entre los barro<strong>te</strong>s de su jaula.<br />
3º A causa de su exis<strong>te</strong>ncia contra natura, y de su nulo sometimiento<br />
a la selección natural, se multiplican demasiado y degeneran los<br />
animales de compañía. Tampoco es<strong>te</strong> hecho puede estar bien visto por<br />
la Razón. Y sería estólido llevar a los animales de compañía,<br />
científicamen<strong>te</strong>, a procesos de eugenesia (como deberá hacerse con la<br />
especie humana, que degenera también por la misma causa).<br />
4º Algunos animales de compañía causan al racional molestias y<br />
daños: excrementos en la calle, mordeduras, infecciones, etcé<strong>te</strong>ra.<br />
5º Con demasiada frecuencia se adquiere alegremen<strong>te</strong> un animal de<br />
compañía para, pasados los primeros días de “felicidad”, cansarse,<br />
negarle cuidados mínimos, maltratarlo, desprenderse de él<br />
abandonándolo a su suer<strong>te</strong>, etcé<strong>te</strong>ra.<br />
En la Era de la Razón, tan sólo con fines científicos vivirán cautivos del<br />
hombre los animales irracionales. Nunca para el mero placer nuestro: ni<br />
en casa, ni en el circo, ni en el zoo...
*11 Aniversarios, efemérides... -<br />
*12 Armas de fuego - El arma es un instrumento creado por el<br />
hombre para atacar y para defenderse (atacar a ciertos animales o ciertos<br />
hombres, y defenderse de unos y de otros). Las armas han causado, y<br />
causan todavía, incalculable dolor, sufrimiento, infelicidad. Todavía la<br />
sociedad, por estar irracionalmen<strong>te</strong> concebida y estructurada, no ha<br />
podido evitar que haya en el mundo armas. La Razón puede evitarlo, si<br />
consigue el control de la sociedad en forma de logocracia. Puede evitarlo,<br />
porque entonces en el mundo en<strong>te</strong>ro la economía estará bajo su control, y<br />
sólo producirá lo que la Razón aconseje producir.<br />
Si se trata de armamento de guerra —que sólo es producible y utilizable<br />
por colectividades tales como “nación” o “Estado”— su producción y<br />
utilización tiene que ser ma<strong>te</strong>rialmen<strong>te</strong> imposible en logocracia, porque<br />
en logocracia no hay colectividades tales como “nación” o “Estado”.<br />
Si se trata de armas destinadas al posible criminal que quisiera servirse<br />
de ellas para robar a los ciudadanos, para come<strong>te</strong>r un atraco, para<br />
intimidar y violar a una muchacha, para matar a personas que de<strong>te</strong>sta o<br />
no le agradan, etc., es claro que no pueden ser fabricadas en logocracia<br />
(por ejemplo, porque no exis<strong>te</strong> el derecho de propiedad, y sólo puede<br />
fabricarse lo que haya prescrito la Razón).<br />
Si se trata de armas de fuego destinadas al ciudadano que dice<br />
necesitarlas para defenderse de una posible agresión con armas de fuego,<br />
tampoco pueden ser fabricadas, porque la exis<strong>te</strong>ncia de armas de fuego es<br />
precisamen<strong>te</strong> lo que hace posible una agresión con armas de fuego. Y<br />
para agresiones de otra especie se pueden y se deben arbitrar defensas de<br />
otra especie. La sociedad no será racional si yo, para defenderme del<br />
agresor que esgrime un palo de escoba, puedo matarlo con una pistola o<br />
un rifle.<br />
Si se trata de armas destinadas al ciudadano que dice sentir placer<br />
cultivando la noble ar<strong>te</strong> de la cinegética, tampoco deben ser fabricadas.<br />
La exis<strong>te</strong>ncia de armas de caza puede ser y ha sido causa de numerosos<br />
padecimientos y desgracias (por acciden<strong>te</strong>, crimen, etcé<strong>te</strong>ra), mucho<br />
mayores que la <strong>te</strong>rrible desgracia de <strong>te</strong>ner que vivir sin los placeres de la<br />
caza. A lo sumo quizá, o se adoptarán otras formas de practicar ese ar<strong>te</strong>,<br />
o la caza se realizará metódica y científicamen<strong>te</strong> organizada y dirigida<br />
por equipos expresamen<strong>te</strong> preparados ad hoc bajo los dictados de la<br />
Razón, y nunca por iniciativa personal de quien gustaría de ser cazador<br />
autónomo.<br />
Si la Razón dictamina que es necesario producir una o varias clases de<br />
armas —fuere cual fuere la finalidad (caza selectiva para control de la<br />
población animal, ex<strong>te</strong>rminio de un peligroso ejemplar, sedación de fieras<br />
para investigación científica, etcé<strong>te</strong>ra), deberán ser usadas únicamen<strong>te</strong><br />
cuando la propia Razón de<strong>te</strong>rmine quién ha de usarlas, cómo, dónde,<br />
231
cuándo, etcé<strong>te</strong>ra.<br />
*13 Ar<strong>te</strong> - Me <strong>te</strong>mo que no valgan mis opiniones en esta ma<strong>te</strong>ria. Por<br />
una razón triple:<br />
232<br />
a) Creo que me faltan conocimientos elementales de ar<strong>te</strong>, y no <strong>te</strong>ngo<br />
ninguna educación artística, porque siempre, a todo lo largo de mi<br />
vida, las circunstancias me han obligado en conciencia a prestar mi<br />
a<strong>te</strong>nción a otros pensamientos y otros actos.<br />
b) Creo que en general no siento la emoción estética. Friedrich von<br />
Schiller dijo que la verdad es para el sabio, y la belleza para el<br />
corazón sensible. Pero me parece que se equivocó, porque se puede<br />
ser —yo lo soy— apasionado aman<strong>te</strong> de la verdad sin ser sabio,<br />
mientras que se puede <strong>te</strong>ner sensible corazón (yo lo <strong>te</strong>ngo) sin ser<br />
apasionado aman<strong>te</strong> de la belleza. No sé por qué, pero el hecho es que<br />
el ar<strong>te</strong> —exceptuadas algunas pocas obras de música clásica— apenas<br />
me conmueve. En general admiro boquiabierto, eso sí, la ejecución<br />
técnica de la obra artística (“La Liebre” de Alberto Durero, por<br />
ejemplo, o “Las Meninas” de Velázquez). Pero no debo apreciar la obra<br />
en sí, porque luego se me dice que el ar<strong>te</strong> no es la mera ejecución.<br />
c) Creo que mi talento artístico está rondando el cero. Lo sospecho<br />
cuando alguna vez me da por leer juicios de algún crítico de ar<strong>te</strong>, o<br />
del propio artista. Incluso cuando juzgan la música más gratifican<strong>te</strong><br />
para mí, me hablan de significaciones, matices, valores, etc., que no<br />
percibo por ninguna par<strong>te</strong>.<br />
Esto último es tanto más verdad cuanto que a veces todo o casi todo me<br />
parece arbitrariedad y bluff. Máxime cuando leo noticias como éstas:<br />
No <strong>te</strong>ngo ningún respeto por los premios de cualquier especie, y mi<br />
primera posición an<strong>te</strong> ellos se dio cuando William Saroyan rechazó el<br />
Pullitzer porque los cri<strong>te</strong>rios del mercado no tienen autoridad alguna<br />
para avalar la obra artística. En los de li<strong>te</strong>ratura, además, no tiene<br />
ningún sentido implicarse si no es para ganar, porque la obra no<br />
triunfadora no exis<strong>te</strong>, nadie habla de ella, y no se la lee ni el jurado.<br />
Los grandes premios de las letras son pactados y, a menudo,<br />
encargos editoriales con ritual añadido [Xabier Rekalde]<br />
Pero, volviendo a las razones por las que el mundo de las ar<strong>te</strong>s<br />
visuales se hace antipático a ojos de los no expertos, habría que<br />
señalar dos, unida la una a la otra como la pescadilla y su famosa<br />
cola: uno, las ar<strong>te</strong>s visuales necesitan para existir de la financiación<br />
pública; y dos, esto es así porque no son ni útiles ni funcionales [...]<br />
La gen<strong>te</strong> mira al ar<strong>te</strong> un poco como a los impuestos, como un mal que<br />
ha de pagar sin que el resultado le gus<strong>te</strong> ni le divierta ni lo acabe de<br />
en<strong>te</strong>nder [Miren Jaio].<br />
Desde el balcón de mi casa veo todos los días una escultura de Chillida,<br />
titulada Peine de los Vientos, y otra de O<strong>te</strong>iza, titulada Construcción<br />
Vacía. No me dicen absolutamen<strong>te</strong> nada. Todos los días me pregunto qué<br />
puede ver en ellas la gen<strong>te</strong>. Y no puedo evitar el pensamiento de que hay<br />
otras mil arbitrarias maneras de sustituir la forma y las proporciones de<br />
esos hierros, que no por eso dejarían de ser tan “peine de los vientos” y<br />
tan “construcción vacía”, respectivamen<strong>te</strong>.<br />
El asunto se agrava cuando —y porque— mi in<strong>te</strong>lecto no acierta a ver que<br />
el ar<strong>te</strong> valga para redimir de su desgracia a la humanidad. Comprendo<br />
que para alguien pueda ser, de las muchas fuen<strong>te</strong>s de placer que ofrece la<br />
vida, una más. Pero no veo que resuelva los problemas de la humana<br />
tragedia. No sólo porque el ar<strong>te</strong> es a veces fuen<strong>te</strong> de infelicidad —ar<strong>te</strong> de
los gladiadores en el coliseo, ar<strong>te</strong> de la guerra, ar<strong>te</strong> de la tauromaquia,<br />
ar<strong>te</strong> del boxeo...—, y expresión de suprema estolidez otras veces (por<br />
ejemplo, el bodypainting), sino también porque veo que es casi siempre<br />
ficción —poesía, novela, <strong>te</strong>atro, cine, ciertas esculturas...— y, por tanto,<br />
a fin de cuentas, falsedad o mentira. Por ejemplo, esas obras de O<strong>te</strong>iza<br />
que, según <strong>te</strong>ngo en<strong>te</strong>ndido, representan “el Vacío metafísico”, son<br />
falsedad neta, porque “el Vacío metafísico” no exis<strong>te</strong> ni puede existir, ni<br />
siquiera como concepto.<br />
Si me hablan de obras de ar<strong>te</strong> —“canción-pro<strong>te</strong>sta”, por ejemplo— que<br />
deben promocionarse, pues al concienciar a la gen<strong>te</strong>, al denunciar, al<br />
condenar, etc., su objetivo es a la postre poner término al dolor humano,<br />
responderé que no sirven para alcanzar ese objetivo. Nunca evitará los<br />
horrores de la guerra el Guernica de Picasso, por muy admirada y<br />
admirable que sea su expresión artística de los horrores de la guerra.<br />
Jamás ninguna obra de ar<strong>te</strong> conseguirá desbancar a la Política para<br />
sustituirla por la Razón, único medio posible para acabar con la tragedia<br />
humana.<br />
Cultivar el ar<strong>te</strong> para arreglar el mundo es perder el tiempo, del mismo<br />
modo que son pérdidas de tiempo las luchas políticas llevadas a cabo con<br />
ese fin. Todo ello es dar coces contra el aguijón. Un amigo marxista a<br />
quien yo, pesimista, repetía “¡no vais a conseguirlo!”, me espetó una<br />
bonita frase de Antonio Gramsci: “Fren<strong>te</strong> al pesimismo de la razón debe<br />
oponerse el optimismo de la voluntad.” Frase tan bonita como<br />
tremendamen<strong>te</strong> errónea. Si el pesimismo de la Razón <strong>te</strong> ha dictaminado<br />
que los medios x no pueden conducir a los fines z, fatalmen<strong>te</strong> el<br />
optimismo de la Voluntad <strong>te</strong> conducirá al fracaso. Tan sólo en un sentido<br />
tuvo razón Gramsci. Dado que deba desarrollarse la lucha necesariamen<strong>te</strong><br />
sin salir de la sociedad irracional y con los irracionales instrumentos<br />
disponibles en tal clase de sociedad, entonces hay que luchar contra<br />
viento y marea, aun sabiendo que nada se conseguirá. Pero sólo entonces.<br />
No sólo no vale el ar<strong>te</strong> para hacer feliz a la humanidad. Es que —al<br />
menos algunas ar<strong>te</strong>s inofensivas al parecer (como, por ejemplo, el cine, el<br />
<strong>te</strong>atro, la li<strong>te</strong>ratura)— casi siempre o siempre llevan un importan<strong>te</strong><br />
ingredien<strong>te</strong> que es germen de infelicidad, porque imbuyen erróneas<br />
valoraciones de la vida —erróneas y, por tanto, dañinas a la postre— en<br />
el subconscien<strong>te</strong> del espectador o lector. Por ejemplo, el drama de Romeo<br />
y Julieta puede inocular en el espectador, y muy profundamen<strong>te</strong>, la falsa<br />
idea de que es admirable y deseable amarse así. Han hecho mucho daño al<br />
mundo Romeo y Julieta, y no nos damos cuenta de ello.<br />
Por otra par<strong>te</strong>, hay cosas que, decididamen<strong>te</strong>, mis en<strong>te</strong>ndederas no<br />
alcanzan a ver. Por ejemplo, cuando Picasso dice “el ar<strong>te</strong> es la mentira<br />
que nos permi<strong>te</strong> comprender la verdad”. Yo creo que mal puede ser<br />
verdad la “verdad” que una mentira pueda hacernos comprender.<br />
Tampoco las alcanzo a ver cuando Gün<strong>te</strong>r Grass dice “el ar<strong>te</strong> es<br />
irracional, no tiene el menor sentido, y a pesar de todo es necesario”.<br />
233
Necesario ¿para qué? ¿Para ob<strong>te</strong>ner o dar a la gen<strong>te</strong> “uno más” de los<br />
muchos placeres posibles en la vida? Ni entiendo lo que en esa misma<br />
línea dijo Jean Coc<strong>te</strong>au:: “sé que la poesía es indispensable, pero no<br />
sabría decir para qué”. Si no sabe decir para qué es indispensable, no<br />
puede saber que es indispensable.<br />
Si es necesario el ar<strong>te</strong> sólo para dar placer, escasos apoyos <strong>te</strong>ndrá para su<br />
cultivo en el mundo futuro racionalizado. Salvo raras excepciones, la<br />
futura sociedad no dará un céntimo a novelistas, poetas, pintores,<br />
arqui<strong>te</strong>ctos, compositores, cineastas... Porque ellos, en cuanto tales, no<br />
van a aliviar el Dolor de la humanidad. Y porque no puede <strong>Logos</strong><br />
malgastar energía y cerebros y músculos en la producción de<br />
superfluidad o placer, mientras necesi<strong>te</strong> gastar energía y cerebros y<br />
músculos en la producción de lo necesario para que el mundo no sufra.<br />
Yo debo ser un bárbaro, si es verdad la sen<strong>te</strong>ncia de Goethe:<br />
El hombre sordo a la voz de la poesía es un bárbaro, sea quien sea.<br />
Me está, pues, prohibido opinar qué decidirá <strong>Logos</strong> en orden a inhibirse<br />
an<strong>te</strong> el ar<strong>te</strong>, o fomentar su cultivo. No obstan<strong>te</strong>, puedo asegurar que, si<br />
sólo sirve para dar placer, no lo fomentará. No al menos en la forma en<br />
que lo fomenta la sociedad actual. Hoy todo el mundo se considera<br />
meritorio productor de obras li<strong>te</strong>rarias, pictóricas, escultóricas,<br />
fotográficas, cinematográficas, musicales, etc., que la sociedad paga<br />
bien, aunque sólo sean ar<strong>te</strong>-basura. No puedo imaginar a <strong>Logos</strong><br />
organizando competiciones de bodypainting, o concursos li<strong>te</strong>rarios para<br />
premiar la novela y la película más placen<strong>te</strong>ra, o subastas<br />
multimillonarias de Van Gogh o de Picasso. Tengo la impresión de que en<br />
una sociedad racional sobra el 95% de nuestras obras de ar<strong>te</strong>. La enorme<br />
actividad que estamos desarrollando en la producción de ese 95% no<br />
alimentará ni uno de los millones de niños que mañana o pasado van a<br />
morir hambrientos en el <strong>te</strong>rcer mundo. No puede <strong>Logos</strong> bendecir tanta<br />
actividad estéril, sustituible por otras que sí ahorrarían sufrimientos a la<br />
humanidad. La gen<strong>te</strong> dedica sus talentos y energías al innecesario ar<strong>te</strong>,<br />
porque se paga el innecesario ar<strong>te</strong>. Pero no son escultores y poetas y<br />
novelistas y cineastas lo que necesita la humanidad, y los millonarios del<br />
futuro no serán Picasso ni O<strong>te</strong>iza ni Hitchcock, sino el educador, el<br />
hombre de ciencia, el médico, el ingeniero, el inventor...<br />
Lo que sí se salvará, a mi juicio, será la música. No esa moderna<br />
“música” inventada por hedonopatía, por manía de la innovación, por<br />
vehicular pasiones políticas o placeres de carác<strong>te</strong>r sexual. Me refiero a la<br />
música clásica, la capaz de llegar al alma de todos los humanos de todos<br />
los tiempos, la inmortal de los Beethoven, los Mozart, los Bach... Creo<br />
encontrar para ello un par de razones, o tres. Una: la música me parece<br />
una compleja y ordenada sucesión espacio-<strong>te</strong>mporal (racionalidad<br />
concentrada), de movimientos moleculares ordenados en forma de<br />
melodía, ritmo, coordinación, lógica adecuación entre sí de los distintos<br />
órdenes, y entre éstos y otros de<strong>te</strong>rminados órdenes instalados en el<br />
234
cerebro del animal racional. Dos: “el ar<strong>te</strong> es mentira”, según Pablo<br />
Picasso, pero “la música no sabe mentir”, según Javier Ortiz. Tres: oír<br />
música buena —que “amansa a las fieras”, dicen— es para el oyen<strong>te</strong> una<br />
saludable <strong>te</strong>rapia, tal vez por causa de ese su ordenado orden de alta<br />
racionalidad.<br />
*14 Astrología - Leo en la Gran Enciclopedia Larousse, de la<br />
editorial Planeta:<br />
235<br />
Más allá de la verdad que pueda encerrar la astrología a es<strong>te</strong> respecto,<br />
sería injusto desdeñar el papel cultural que ofrece todavía en la<br />
actualidad su vertien<strong>te</strong> esotérica, metafísica y casi sagrada. En<br />
definitiva, el fin de la astrología genetlítica consis<strong>te</strong> en esbozar la<br />
trayectoria personal de vida según una serie de parámetros: astros<br />
directos o retrógrados en el zodíaco, función desempeñada según la<br />
posición en casas (domificación)...<br />
No sé si será desdeñable el papel cultural que ofrece todavía en la<br />
actualidad su vertien<strong>te</strong> esotérica, metafísica y casi sagrada. Pero sí sé que<br />
en la Era de la Razón será intolerable man<strong>te</strong>ner —y no se man<strong>te</strong>ndrá—,<br />
semejan<strong>te</strong> papel cultural. No puede <strong>Logos</strong> permitir que se propalen<br />
errores a costa de las masas de gen<strong>te</strong> crédula. Y errores indudablemen<strong>te</strong><br />
son los que la Astrología propala, mientras no sean considerados verdad<br />
por los hombres de ciencia, todos unánimes.<br />
*15 Boxeo - Es un ar<strong>te</strong>, sí, pero la acción de boxear es también acto<br />
irracional donde los haya. El boxeo como depor<strong>te</strong> o como juego, por<br />
mucho ar<strong>te</strong> que lleve dentro, es bestialidad. Mejor dicho, es más que<br />
bestialidad, porque ninguna bestia juega de modo que pueda morir o<br />
matar jugando. En la sociedad humana el boxeo tiene que desaparecer. La<br />
modélica sociedad irracional que hemos conocido es incapaz de<br />
erradicarlo: al contrario, lo autoriza, lo promueve, lo patrocina, incluso<br />
premia la bestialidad con sumas ingen<strong>te</strong>s de dinero. Pero la Razón puede<br />
erradicarlo.<br />
Aun en los casos en que no mata, el boxeo puede causar daños graves a lo<br />
más valioso de nuestro organismo: el cerebro. Hay caprinos que atacan<br />
brutalmen<strong>te</strong> el cráneo de su rival. Pero lo hacen —sin saberlo ellos<br />
mismos— con una finalidad admirable, sapientísima. Y nunca dan muer<strong>te</strong><br />
a su rival, porque sus cráneos están construidos ad hoc para soportar<br />
fortísimos topetazos. En cambio, el boxeo normalmen<strong>te</strong> daña el cerebro,<br />
porque no está construido ad hoc el cráneo humano.<br />
Cuando el homo sapiens niño adquiera el uso de razón, transformará en<br />
logocrática esta sociedad irracional en la que ahora vive. Y entonces ya<br />
no habrá cuadrilá<strong>te</strong>ros en ningún Madison Square. La sociedad<br />
logocrática o racional fue creada para que en ella pudiera todo el mundo<br />
ser feliz. Y en ella se puede ser feliz sin boxear y sin ver boxear.<br />
La Razón —es decir el “gobierno logocrático”— tiene medios para acabar<br />
con ese “depor<strong>te</strong>” (sin castigos ni prohibiciones, por supuesto). He aquí
algunos:<br />
236<br />
a) no reconocer ningún tipo de organismo, club, asociación, etc.,<br />
relacionado con el boxeo; b) no facilitar ningún local para comba<strong>te</strong>s<br />
de boxeo; c) no fabricar guan<strong>te</strong>s de boxeo; d) no dar un centavo a<br />
profesores, a boxeadores, a preparadores; e) no dar publicidad a<br />
ninguna “hazaña de boxeador”; f) no dar publicidad a ningún comba<strong>te</strong><br />
que vaya a <strong>te</strong>ner o haya <strong>te</strong>nido lugar por iniciativas particulares; g)<br />
imposibilitar las acostumbradas apuestas en metálico, porque en la<br />
economía racionalista no puede el dinero pasar de unas manos a<br />
otras; h) educar a niños y jóvenes, fomentando en ellos la afición a<br />
tipos de actividad al<strong>te</strong>rnativos; etcé<strong>te</strong>ra.<br />
*16 Cárceles - Uno de los focos de mayor sufrimiento, en esta<br />
absurda sociedad nuestra de hoy, son las cárceles. Fueron construidas<br />
para castigar a los “malos” que han cometido “maldades”. Cosa tan<br />
absurda no puede existir en una sociedad racional, porque la “maldad” y<br />
los “malos” no exis<strong>te</strong>n sino en las imaginaciones que viven sometidas al<br />
Error.<br />
Entre las “maldades” que los “malos” come<strong>te</strong>n, las más importan<strong>te</strong>s de<br />
hecho en la absurda sociedad nuestra son los “delitos políticos”. En una<br />
sociedad racional —es decir en régimen de logocracia— es ma<strong>te</strong>rialmen<strong>te</strong><br />
imposible come<strong>te</strong>r delito político, porque ese régimen se carac<strong>te</strong>riza<br />
precisamen<strong>te</strong> por ser negación o ausencia de toda política. Sobrarán,<br />
pues, las cárceles destinadas a castigar semejan<strong>te</strong>s delitos.<br />
Por mil motivos, los delitos comunes en logocracia tienen que ser, o<br />
prácticamen<strong>te</strong> imposibles, o infinitamen<strong>te</strong> menos numerosos que en la<br />
actualidad. Por ejemplo, nadie asesinará disparando una pistola, porque<br />
no habrá pistolas. O nadie se apropiará del dinero ajeno, porque el dinero<br />
será electrónico. O nadie maltratará a su cónyuge, porque no habrá<br />
cónyuge a quien maltratar, al no existir la institución matrimonial.<br />
Como no es pensable que los delitos comunes bajen a cero aunque fuesen<br />
infinitamen<strong>te</strong> menos numerosos que hoy —y justo para que lo sean—,<br />
también la sociedad racional debe construir establecimientos ad hoc para<br />
los “delincuen<strong>te</strong>s”. Pero yo no los construirá como “cárcel”, sino más<br />
bien como “jaula”, para quitarles toda connotación de “castigo” impuesto<br />
a los “malos”. El delincuen<strong>te</strong> será encerrado en “jaula”, sólo para que,<br />
aislado de la sociedad a la que hizo daño, no vuelva a hacérselo.<br />
Naturalmen<strong>te</strong>, nunca podrá escapar de la “jaula”.<br />
Nuestra sociedad irracional no ha sido capaz de evitar al cien por cien las<br />
evasiones de presos. Por mucho que se calificara como de “seguridad<br />
máxima” una cárcel, siempre hubo evasiones. No podrá ocurrir tal cosa<br />
en la Era de la Razón. Por un trío (por lo menos) de razones.<br />
1ª) Será muy reducido el número de “enjaulados” en régimen de<br />
logocracia. “Infinitamen<strong>te</strong>” menor que el de la sociedad actual. 2ª) El<br />
“enjaulado” no deberá poder escapar jamás de ninguna manera,<br />
porque és<strong>te</strong> será, para el delincuen<strong>te</strong> po<strong>te</strong>ncial, uno de los factores<br />
disuasorios más eficaces. 3ª) La economía logocrática no estará atada<br />
—como la economía capitalista— por un presupuesto-lími<strong>te</strong> de los
237<br />
gastos permisibles, y podrá aprontar todos los medios necesarios<br />
para que resul<strong>te</strong> imposible evadirse. Por ejemplo, permanen<strong>te</strong> y<br />
múltiple vigilancia de todos y cada uno de los “enjaulados”, cues<strong>te</strong> lo<br />
que cues<strong>te</strong>.<br />
La sociedad actual no es capaz de evitar que el delincuen<strong>te</strong> —incluso el<br />
que sólo es presunto delincuen<strong>te</strong>— cobardemen<strong>te</strong> sea torturado,<br />
maltratado, insultado, humillado, vejado, expoliado... La sociedad<br />
funcionando en logocracia, <strong>Logos</strong>, puede evitarlo. Ya en otro lugar<br />
demostré que no hay razón alguna para que el delincuen<strong>te</strong> no sea tratado<br />
con el mismo respeto y la misma deferencia que el más honorable<br />
ciudadano, por muy horrendo que fuere el delito cometido.<br />
*17 Caza y pesca - El nuevo régimen (lo <strong>te</strong>ngo dicho repetidas<br />
veces) no debe prohibir a los ciudadanos el disfru<strong>te</strong> de ningún placer,<br />
pero tampoco debe hacer el menor gesto positivo para proporcionárselo:<br />
su quehacer único es el de suprimir y evitar en lo posible el dolor.<br />
En consecuencia, <strong>Logos</strong> no puede (por ejemplo) fabricar escopetas o<br />
rifles para regocijo de cazadores, porque el rifle y la escopeta pueden<br />
causar y han causado mucho dolor a la humanidad. Tampoco puede<br />
fabricarlos para que el ciudadano haga de la caza su medio de<br />
subsis<strong>te</strong>ncia vendiendo lo cazado, ya que al ciudadano en la economía<br />
logocrática le será ma<strong>te</strong>rialmen<strong>te</strong> imposible realizar ninguna operación de<br />
compraventa. Cuando <strong>Logos</strong> decida que es necesario cazar por la razón<br />
que fuere, la caza será un trabajo, como otro cualquiera, concebido,<br />
planificado, realizado, con los métodos y en la forma y el momento<br />
prescritos por la ciencia y, por tanto, con reducción al mínimo de los<br />
daños posibles. No podrá el cazador matar palomas o ciervos —ni, por<br />
supuesto, crías de foca, rinoceron<strong>te</strong>s, elefan<strong>te</strong>s, ballenas...— cuando se le<br />
antoje y como se le antoje.<br />
La pesca deportiva se practica, en general, sin armas tan peligrosas como<br />
el rifle y la escopeta. No hay por qué hacer sufrir al aficionado,<br />
privándole de sus cañas y anzuelos. Por lo demás, al igual que la caza, la<br />
pesca será un trabajo, como otro cualquiera, concebido, planificado,<br />
realizado, con los métodos y en la forma y el momento prescritos por la<br />
ciencia y, por tanto, con reducción al mínimo de los daños posibles (que<br />
en la sociedad irracional han sido muchos). La economía racionalista<br />
podrá lograr, y logrará, por ejemplo, que sean prácticamen<strong>te</strong> cero los<br />
pescadores que mueran ahogados por haber <strong>te</strong>nido que dedicarse a la<br />
pesca.<br />
*18 Ciencia - Una vez leí que, “al menos en la Unión Europea”, “y<br />
seguramen<strong>te</strong> en Estados Unidos”, “la proporción de estudian<strong>te</strong>s en<br />
estudios de tipo técnico y científico está bajando”, que “en cada curso<br />
que pasa son menos los diplomados en Física”, que esto “es<br />
preocupan<strong>te</strong>”, etcé<strong>te</strong>ra. También leí esto: “Según los datos ofrecidos por<br />
el Minis<strong>te</strong>rio de la Salud francés, actualmen<strong>te</strong> hay en el estado francés<br />
13.727 psiquiatras, y esa cifra descenderá a 8.816 el año 2025.” [Gara A]
En régimen de logocracia no pueden suceder cosas tales, porque la<br />
economía logocrática puede y debe elevar pagas o estipendios —que sólo<br />
se dan como estímulo—todo cuanto fuere necesario para que siempre<br />
haya en el mundo eficien<strong>te</strong>s y suficien<strong>te</strong>s médicos, científicos, técnicos...<br />
La proporción de alumnos en estudios de tipo técnico y científico o<br />
médico —y no la de estudian<strong>te</strong>s de Filosofía y Letras, o de Teología, o de<br />
ar<strong>te</strong>— es precisamen<strong>te</strong> la que tiene que subir, si ha de lograrse que el<br />
mundo no sufra. Y subirá.<br />
Nuestra obsesiva manía de buscar “culpables” en todo instan<strong>te</strong> y en todo<br />
lugar, hace a los hombres de ciencia culpables de haber inventado armas<br />
de guerra nucleares, armas de guerra químicas, armas de guerra<br />
biológicas, bio<strong>te</strong>cnologías que pueden abocar a la autodestrucción de la<br />
especie humana, etcé<strong>te</strong>ra. El hombre de ciencia en cuanto tal —puesto<br />
que la scientia es únicamen<strong>te</strong> un saber— jamás es culpable de nada. El<br />
“culpable” único es el uso que hace de lo sabido la irracional<br />
democracia, la irracional política. En régimen de logocracia no habrá<br />
nada que <strong>te</strong>mer de los descubrimientos de la ciencia, por <strong>te</strong>rroríficos que<br />
sean.<br />
*19 Delincuencia - Hablando con rigurosa lógica, no puede haber<br />
delitos en una sociedad en la que el único gobernan<strong>te</strong> es la Razón, porque<br />
“delito”, según el diccionario, es “culpa, crimen, quebrantamiento de la<br />
ley”, y en logocracia nadie puede ser propiamen<strong>te</strong> “culpable” ni<br />
“criminal”, y tampoco puede promulgarse ninguna verdadera “ley”.<br />
Los hechos que la sociedad irracional denomina “delito” o<br />
“delincuencia”, deben ser evitados, por supuesto. Pero deben serlo, no<br />
porque el “delito” sea un acto ética o moralmen<strong>te</strong> vitando, sino por la<br />
única razón de que hace daño a la sociedad, impidiéndole ser feliz. La<br />
irracional sociedad —con su flaman<strong>te</strong> Democracia, con su inseparable<br />
Política— siempre ha sido incapaz de evitar la delincuencia. La Razón<br />
puede evitarla en muy gran par<strong>te</strong>. Casi siempre puede, además, evitarla<br />
automáticamen<strong>te</strong>, por el mero hecho de que la estructura de la sociedad<br />
es en sí misma racional. Vamos a pasar ligera revista a algunos delitos.<br />
Po<strong>te</strong>ncialmen<strong>te</strong>, la tortura inflige al torturado el mayor daño que puede<br />
causarse a una persona. Es, por tanto, el más grave de todos los delitos.<br />
Incluso más grave que el asesinato. El asesinato en cuanto tal no puede<br />
hacer daño a la víctima. Esta no puede ser víctima de asesinato mientras<br />
no haya sido asesinada. Pero, una vez asesinada, tampoco puede ser<br />
víctima de nada ni de nadie, pues ya la víctima ha dejado de existir, y no<br />
hay daño posible para lo inexis<strong>te</strong>n<strong>te</strong>. El daño de un asesinato es para<br />
quienes continúan vivos: familiares, allegados, amigos... Voy a ampliar<br />
esto, si se me permi<strong>te</strong> un parén<strong>te</strong>sis.<br />
No hay ninguna válida prueba o demostración de que, tras la muer<strong>te</strong>,<br />
seguiremos viviendo “de otra manera” o “en otra vida”. Que (por la razón<br />
que fuere) lo imaginemos como posible o como cierto, no constituye<br />
ninguna prueba de que sea cierto ni posible. Razonablemen<strong>te</strong> podemos<br />
238
partir, pues, de la hipó<strong>te</strong>sis de que “Fulano ha muerto” quiere decir “ya<br />
no exis<strong>te</strong> Fulano”. Dado ese supuesto, es eviden<strong>te</strong> que para mí el hecho<br />
(en sí) de morir yo —lo mismo que para ti el hecho de morir tú— no es<br />
nada malo, o lamentable, o luctuoso, o doloroso. No puede serlo (es<br />
tautológicamen<strong>te</strong> imposible), porque, si no exis<strong>te</strong> mi persona, imposible<br />
será que a mi persona ocurra nada malo, o lamentable, o luctuoso, o<br />
doloroso.<br />
Todo lo que me ocurra de malo, o lamentable, o luctuoso, o doloroso,<br />
tiene que ocurrirme necesariamen<strong>te</strong> mientras vivo, mientras existo. Si, en<br />
el momento en que estoy charlando y riendo con varios amigos, de pronto<br />
muero instantáneamen<strong>te</strong>, fulminado por un rayo —o por un tiro que me<br />
hayan dado en la nuca—, no me habrá ocurrido ninguna desgracia: es<br />
imposible. Ese acciden<strong>te</strong> podrá ser una desgracia para de<strong>te</strong>rminadas<br />
personas que siguen vivas, pero no para mí. “Perder la vida” es una<br />
expresión contradictoria. Mientras Fulano exista, no puede haber perdido<br />
la vida; pero tampoco puede perderla cuando muera, porque una vez<br />
muerto, ya no exis<strong>te</strong>, y nada puede perder.<br />
La posible sociedad racional futura —para la cual, mientras nadie pruebe<br />
lo contrario, será inexis<strong>te</strong>n<strong>te</strong> la persona que haya muerto—, sabrá que<br />
para nadie tiene ningún valor su propia vida, por la sencilla razón de que,<br />
si la “pierde”, no habrá perdido nada. Sin embargo, el estamento<br />
“logodirector” de la posible futura sociedad racional se esforzará al<br />
máximo en la preservación de nuestras vidas, 60 considerando y declarando<br />
que la vida humana es el valor supremo indiscutible, por encima de<br />
cualesquiera otros valores.<br />
No hay en ello incoherencia ni contradicción. A pesar de que la propia<br />
vida no tiene —en el sentido explicado— ningún valor para quien la vive,<br />
la vida de cualquier persona se <strong>te</strong>ndrá logocráticamen<strong>te</strong> como el valor<br />
supremo, por una razón perogrullesca: porque todos los demás valores lo<br />
son únicamen<strong>te</strong> para la persona que vive, para la persona que exis<strong>te</strong>. Si el<br />
objetivo único de la logocracia es proveer al ciudadano de todo lo<br />
necesario para la felicidad, la preservación de la vida del ciudadano<br />
deberá primar por encima de todo, ya que sólo si vive podrá proveerle de<br />
lo necesario para la felicidad. Cierro el parén<strong>te</strong>sis, y continúo.<br />
La tortura practicada por orden del gobernan<strong>te</strong> —practicada muy a<br />
menudo en democracia, donde el gobernan<strong>te</strong> necesita, por motivos<br />
políticos, ob<strong>te</strong>ner información que sólo el torturado le puede facilitar—<br />
es ma<strong>te</strong>rialmen<strong>te</strong> imposible en logocracia. En ésta, al no haber naciones,<br />
ni Estados, ni Política, ningún gobernan<strong>te</strong> necesita —a ningún gobernan<strong>te</strong><br />
in<strong>te</strong>resa (ningún gobernan<strong>te</strong> se beneficia con)— ob<strong>te</strong>ner información<br />
median<strong>te</strong> la tortura.<br />
Más aún. Esa clase de tortura es ma<strong>te</strong>rialmen<strong>te</strong> imposible también porque<br />
en logocracia no puede haber ningún de<strong>te</strong>nido a quien torturar: disiden<strong>te</strong>,<br />
60 Lo cual no obstará para que (v.gr.) ayude al enfermo <strong>te</strong>rminal que prefiere morir porque está sufriendo<br />
atroces dolores. No hay por qué impedir la eutanasia, con tal que se tomen ciertas precauciones elementales.<br />
239
golpista, insurgen<strong>te</strong>, prisionero, revolucionario... Ninguno de ellos tiene<br />
cabida en régimen logocrático, en el que no hay naciones, ni Estados, ni<br />
Política, ni guerras, ni tiranías. Puesto que la sociedad logocrática ha<br />
sido estructurada ya de forma que se proporcione a todos la mayor<br />
felicidad posible, en ella no puede nacer ninguna pro<strong>te</strong>sta, ni<br />
levantamiento, ni reivindicación: a quienquiera que socialmen<strong>te</strong> necesi<strong>te</strong><br />
algo que todavía falta, le bastará solicitarlo, en la seguridad de que su<br />
reclamación va a ser debidamen<strong>te</strong> a<strong>te</strong>ndida. Por tanto, la Razón puede<br />
eliminar esta lacra social horrible que es la tortura, con sólo estructurar<br />
la sociedad racionalmen<strong>te</strong>.<br />
En la Era de la Razón —h.e., en logocracia— se podrá conseguir que<br />
prácticamen<strong>te</strong> nadie cometa un asesinato. Se podrá conseguir eso de<br />
varias maneras.<br />
240<br />
a) Los asesinatos de carác<strong>te</strong>r político son ma<strong>te</strong>rialmen<strong>te</strong> imposibles,<br />
porque en logocracia no hay Política.<br />
b) Los cometidos con arma de fuego convencional (pistola o revólver,<br />
por ejemplo) son ma<strong>te</strong>rialmen<strong>te</strong> imposibles, porque en logocracia no<br />
se fabrican tales armas.<br />
c) Los cometidos <strong>te</strong>niendo por móvil apoderarse del dinero ajeno son<br />
ma<strong>te</strong>rialmen<strong>te</strong> imposibles, porque sólo exis<strong>te</strong> el dinero electrónico, y<br />
nadie puede apoderarse de és<strong>te</strong>.<br />
d) Si el asesinato ya se hubiere cometido bajo alguna otra forma, o<br />
por algún otro móvil (al<strong>te</strong>rcación o reyerta, venganza personal, crimen<br />
pasional, etcé<strong>te</strong>ra), el asesino es introducido en una “jaula” ad hoc,<br />
donde deberá vivir sin contacto con sus semejan<strong>te</strong>s duran<strong>te</strong> toda su<br />
vida. Es prácticamen<strong>te</strong> imposible que esto no disuada al po<strong>te</strong>ncial<br />
asesino, puesto que él a ciencia cierta sabe que va a ser enjaulado a<br />
perpetuidad. Apar<strong>te</strong> de que las condiciones de vida social en<br />
logocracia, por sí solas, imposibilitan el nacimiento de casi todos los<br />
mencionados móviles.<br />
e) Ma<strong>te</strong>rialmen<strong>te</strong> imposible es en logocracia la corrupción de los<br />
gobernan<strong>te</strong>s, el atraco, el desfalco, la estafa, el timo, el fraude fiscal,<br />
etcé<strong>te</strong>ra: porque no hay gobernan<strong>te</strong>s, y porque el dinero, electrónico,<br />
no es apropiable.<br />
f) Ma<strong>te</strong>rialmen<strong>te</strong> imposible es la mendicidad —frecuen<strong>te</strong>men<strong>te</strong><br />
delictiva, por ser puro negocio— porque el dinero, electrónico, es<br />
intransferible, y porque se puede ob<strong>te</strong>ner gratis todo lo necesario.<br />
*20 Demografía - Varias veces he dicho que nuestros grandes<br />
problemas no se resolverán mientras la Política sea quien decida cómo<br />
conducir a la sociedad. Los políticos y loa expertos en Demografía me<br />
dejan estupefacto cada vez tratan de ella. Contabilizaron oficialmen<strong>te</strong><br />
6.500.000 millones el 19 de diciembre del 2005. Tranquilamen<strong>te</strong><br />
anunciaron que “a mediados de es<strong>te</strong> siglo seremos más de 9.000<br />
millones”. Y nadie nos dijo que es necesaria y urgen<strong>te</strong> una drástica<br />
reducción de la actual población. Al contrario, tranquila e<br />
incomprensiblemen<strong>te</strong> pensaron —y se atrevieron a decir en público— que<br />
“el mundo puede soportar más personas si la riqueza se repar<strong>te</strong>”.<br />
Nuestra especie tiene que poner lími<strong>te</strong>s a la natalidad necesariamen<strong>te</strong>,<br />
sobre todo si hemos decidido reducir al mínimo posible el sufrimiento de<br />
la humanidad. Si no lo hiciéramos, en poco tiempo sobrevendría una<br />
catástrofe. Y un exceso de población impide alcanzar el fin último de la<br />
sociedad racional: minimización del Dolor.
El funcionamiento de la sociedad actual es tan descabellado que<br />
sectorialmen<strong>te</strong> el posible descenso de la natalidad constituye una<br />
desgracia, y hasta se crean incentivos para fomentar la procreación. Es<br />
todo lo contrario de lo que se deberá hacer, si un día la Historia inaugura<br />
en el globo <strong>te</strong>rráqueo la Era de la Razón. Reestructurada la sociedad, y<br />
sustituido el rancio sis<strong>te</strong>ma económico, la Razón podrá fácilmen<strong>te</strong><br />
conseguir que el montan<strong>te</strong> demográfico adquiera y man<strong>te</strong>nga sus justas<br />
proporciones. He aquí un ejemplo del modo en que podría hacerlo.<br />
241<br />
1º La sociedad proporciona los mejores medios anticonceptivos gratis<br />
a quienquiera que los necesi<strong>te</strong>. Esto se puede hacer sin el menor<br />
quebranto económico.<br />
2º Asimismo sin quebranto económico puede prestar asis<strong>te</strong>ncia<br />
médica óptima, gratuita, a toda mujer que —no habiendo alcanzado la<br />
puntuación mínima establecida como “aptitud eugenésica”— op<strong>te</strong> por<br />
la es<strong>te</strong>rilización o el aborto.<br />
3º Incluso puede entregar una considerable suma de dinero a toda<br />
mujer fértil que acep<strong>te</strong> ser es<strong>te</strong>rilizada cuando la puntuación de su<br />
“aptitud eugenésica” resul<strong>te</strong> ser inferior al reglamentario mínimum<br />
establecido oficialmen<strong>te</strong>. De modo análogo puede es<strong>te</strong>rilizarse al<br />
hombre.<br />
4º A quien haya concebido —sean cuales fueren las circunstancias<br />
del hecho—, y, no <strong>te</strong>niendo la oficial “aptitud eugenésica”, decida<br />
llevar adelan<strong>te</strong> el embarazo, se le cobran los servicios de asis<strong>te</strong>ncia<br />
médica prestados (óptimos en cualquier caso) para que embarazo,<br />
parto, crianza, educación, sean a<strong>te</strong>ndidos tan científica y tan<br />
cuidadosamen<strong>te</strong> como en los casos de “aptitud eugenésica”. Si no<br />
puede pagarlos, la asis<strong>te</strong>ncia, exactamen<strong>te</strong> la misma, es gratuita.<br />
*21 Depor<strong>te</strong>s - El fin último de la futura sociedad logocrática será<br />
proporcionar a sus miembros la felicidad máxima posible.<br />
Consiguien<strong>te</strong>men<strong>te</strong>, en la futura sociedad logocrática no será posible<br />
practicar ninguno de los depor<strong>te</strong>s que hoy se practican por todas par<strong>te</strong>s,<br />
y además con esquizofrénica in<strong>te</strong>nsidad. Eso se acabó. La Autoridad —<br />
i.e., la Razón, el Forum <strong>Logos</strong>— no los prohibirá. No necesitará<br />
prohibirlos. Como se habrán abolido todos los “derechos de propiedad”, y<br />
nadie será dueño de instalaciones o locales deportivos ni de ningún<br />
ma<strong>te</strong>rial deportivo, eso bastará para que nadie pueda practicar el depor<strong>te</strong><br />
como se hace ahora (que no es depor<strong>te</strong>).<br />
En el día de hoy el depor<strong>te</strong> es puro negocio man<strong>te</strong>nido con el único fin de<br />
que ciertas personas ganen dinero. En realidad, muchos millones de<br />
personas (que a ello dedican su vida). Esto en logocracia no debe ocurrir:<br />
No puede <strong>Logos</strong> malgastar energía y cerebros y músculos en la<br />
producción de superfluidad o placer, mientras necesi<strong>te</strong> gastar energía y<br />
cerebros y músculos en la producción de lo necesario para que el<br />
mundo no sufra.<br />
A pesar de que a ellos no les va, se enfurruñarán muchos con<strong>te</strong>mporáneos<br />
nuestros por la mera mención de que el depor<strong>te</strong>-negocio tiene que<br />
desaparecer de la faz de la Tierra. Menos mal que ya hay también quienes<br />
piensan como yo. El día 3 de julio del año 2005 leí en GARA con<br />
verdadera fruición una columna —“¿Depor<strong>te</strong>? No, gracias”— firmada por<br />
Fede de los Ríos. No <strong>te</strong>nía desperdicio. Lectura recomendable para todos
los públicos. Una miestra:<br />
242<br />
Todo acabó cuando el juego se tornó depor<strong>te</strong> e inexorablemen<strong>te</strong> se<br />
profesionalizó. Del disfru<strong>te</strong> al sufrimiento.<br />
Obrero neurotizado, productor de records con su cuerpo-herramienta,<br />
esclavo por vocación, el hombre convertido en máquina al servicio de<br />
su “entrenador-patrono”.<br />
Años en<strong>te</strong>ros de la vida dedicados a reducir una décima de segundo<br />
en recorrer cien metros. ¡A<strong>te</strong>rrador!<br />
Pero lo bonito de la democracia está en que la sinrazón está al<br />
alcance de cualquiera.<br />
En la Era de la Razón el depor<strong>te</strong> —no el depor<strong>te</strong>-negocio, sino el<br />
depor<strong>te</strong>— se practicará de muy distinta manera.<br />
1º Se darán facilidades máximas para la práctica de los depor<strong>te</strong>s que<br />
la medicina considere aceptables y poco o nada arriesgados: gratuito<br />
acceso a locales, instalaciones, campos, frontones, ma<strong>te</strong>rial<br />
deportivo, etc., en todo momento, y para todo el mundo.<br />
2º No se crearán y no se fabricarán —para otros tipos de depor<strong>te</strong>—<br />
locales, instalaciones, equipo ma<strong>te</strong>rial, bólido, motocicleta, parapen<strong>te</strong>,<br />
avioneta, ring o cuadrilá<strong>te</strong>ro, tribunas para espectadores, etcé<strong>te</strong>ra. 61<br />
Todo esto se hace actualmen<strong>te</strong> para dar placer a los usuarios, pero la<br />
sociedad racional —en cuanto que sociedad— no debe mover un dedo<br />
para dar placeres a nadie: los placeres ya se los procurará por su lado<br />
el individuo en cuanto tal. Por lo que al depor<strong>te</strong>-espectáculo<br />
concierne, sabido es que hoy al espectador no le in<strong>te</strong>resa ver cómo<br />
juega el futbolista, el <strong>te</strong>nista, el pelotari: le apasiona únicamen<strong>te</strong> ver<br />
cómo gana su equipo, su paisano, su favorito... La Razón se negará a<br />
espolear pasiones de esa índole, porque son po<strong>te</strong>nciales portadoras<br />
de infelicidad, y porque se puede ser muy feliz sin ellas.<br />
3º Al ciudadano que, para ser feliz, necesita sentir emociones fuer<strong>te</strong>s<br />
y divertirse arriesgando su vida, no se le prohibirá que la arriesgue<br />
cuando quiera, pero tampoco se le dará ninguna facilidad para<br />
hacerlo. No se le fabricará la motocicleta especialmen<strong>te</strong> diseñada para<br />
que pueda volar de orilla a orilla sobre el Gran Cañón del Colorado. Si<br />
a él, an<strong>te</strong> la expectativa del placer previsible, no le importa el riesgo<br />
de acciden<strong>te</strong> o de muer<strong>te</strong>, hay otras personas a las que sí importa que<br />
no le sobrevenga ni una cosa ni otra. Por supuesto, él sería<br />
responsable de sus posibles acciden<strong>te</strong>s. La sociedad no tiene por qué<br />
cargar con los cuantiosos gastos que origina el salvamento, el<br />
resca<strong>te</strong>, la a<strong>te</strong>nción médica, la repatriación, etc., de quien se arriesgó<br />
por capricho, por vanidad, por querer degustar inciertos placeres...<br />
4º No se reconocerá como tal a ningún posible club, sociedad,<br />
agrupación, equipo, etc., de carác<strong>te</strong>r permanen<strong>te</strong> y sustantivo que, en<br />
cuanto tal, nada positivo aporta a la felicidad —salvo alguna ocasional<br />
cuota de placer sin el cual podemos todos vivir felizmen<strong>te</strong>—, y que<br />
son campo abonado para el nacimiento y proliferación de rivalidades,<br />
enemistades, peleas, disputas, y hasta crímenes.<br />
5º Se curará esa contagiosa locura que se apodera de grandes masas<br />
de población porque “su” equipo de fútbol se proclamó campeón.<br />
Paso por alto las tragedias a las que esa locura tantas veces ha dado<br />
lugar (tragedias para las que no se encontró mejor solución que la<br />
retoricista condena enérgica de los ultras). Esa locura colectiva,<br />
eufemísticamen<strong>te</strong> definida como “afición” y como “depor<strong>te</strong>” —creada y<br />
fomentada y azuzada para negocio de capitalistas— muy bien se puede<br />
curar con una <strong>te</strong>rapia relativamen<strong>te</strong> indolora: a) paulatinos y<br />
progresivos incrementos en el precio de las localidades; b) reducción<br />
61 La sociedad racional no debe fabricar, por ejemplo, motocicletas para recreo de inconscien<strong>te</strong>s, o de<br />
aman<strong>te</strong>s del riesgo. La motocicleta ha segado tantas vidas, y causado tanto dolor a la sociedad que, en su<br />
comparación, es infinitamen<strong>te</strong> despreciable todo el placer que haya podido proporcionar desde que se<br />
inventó. En cuanto a sus actuales ventajas utilitarias, acuérda<strong>te</strong>, lector, de que son inoperan<strong>te</strong>s en el<br />
sis<strong>te</strong>ma económico racionalista.
243<br />
paulatina (o no tanto) de las fabulosas ganancias de las “grandes<br />
figuras”; c) gradual desaparición de toda competición oficial; d)<br />
crecien<strong>te</strong> recor<strong>te</strong> del volumen informativo-propagandístico en los<br />
medios de comunicación; e) in<strong>te</strong>ligen<strong>te</strong> labor educativa del verdadero<br />
valor del depor<strong>te</strong>; f) supresión del bochornoso espectáculo ofrecido<br />
por la Suprema Autoridad, rindiendo homenaje “a los héroes<br />
nacionales” cuya heroicidad consistió en haber metido un gol más que<br />
el rival...<br />
6º Gradualmen<strong>te</strong> se pondrá punto final a todas las carreras ciclistas<br />
de toda clase y todo color. La bicicleta es un simpático chisme<br />
utilizable para la práctica del depor<strong>te</strong>. Pero, si no se la utiliza<br />
razonablemen<strong>te</strong>, puede causar dolor. A primera vista parece que tan<br />
drástica decisión —¡poner fin a todas las carreras ciclistas!— es un<br />
extremismo injustificable. Sin embargo, sobran motivos para<br />
adoptarla, si de lo que se trata es de construir una sociedad que nos<br />
dé la felicidad mayor posible: a) el único justifican<strong>te</strong> de una carrera<br />
ciclista sería el de que proporciona placer como noticia o como<br />
espectáculo, pero es eviden<strong>te</strong> que el ser humano puede ser feliz sin<br />
ese placer; b) las carreras ciclistas pueden causar un dolor, por<br />
acciden<strong>te</strong>, que ningún placer compensará jamás; c) la energía y el<br />
dineral que se gasta en ellas, incalculable, hacen falta en la sociedad<br />
para la ejecución de obras que sí son necesarias para su felicidad<br />
mayor posible; d) tuercen posibles vocaciones, incitando al niño y al<br />
joven para que toda su energía se malgas<strong>te</strong> encima de la bicicleta,<br />
cuando pudiera haber desarrollado actividades beneficiosas para la<br />
sociedad; e) en realidad no tiene ningún valor —para hacer feliz a la<br />
sociedad— la parafernalia de montajes tales como el Tour de France.<br />
Los ciclistas participan<strong>te</strong>s, incluso en el supuesto más favorable<br />
tienen que soportar no pocas privaciones y sufrimientos —por algo<br />
son “los forzados de la ruta”— a cambio de muy contados placeres.<br />
Tan sólo uno alcanzará la victoria final, pero incluso para la felicidad<br />
de es<strong>te</strong> único triunfador ¿qué valor tiene realmen<strong>te</strong> la victoria en<br />
cuanto tal, si prescindimos del dinero que haya ganado y pueda ganar<br />
(que esto ya es harina de otro costal)? En cuanto a la felicidad de los<br />
espectadores, <strong>te</strong>lespectadores, radioyen<strong>te</strong>s, lectores de periódicos,<br />
etc., no merecen mencionarse los placeres que hayan disfrutado con<br />
el evento, ya que en la vida es fácil conseguir de otra manera otros<br />
placeres de valor equiparable. Y no hablemos de los acciden<strong>te</strong>s<br />
mortales. El dolor causado por el Tour con la muer<strong>te</strong> de un sólo<br />
corredor, no se compensa con todos los placeres que haya<br />
proporcionado a lo largo de sus cien años de historia. Si se plan<strong>te</strong>ara<br />
la disyuntiva “o suprimir el Tour, porque va a costar la muer<strong>te</strong> de<br />
algún ciclista, o dejar que se ma<strong>te</strong> el ciclista, echando la culpa a la<br />
fatalidad”, la Razón siempre optará por lo primero, ya que la vida de<br />
una persona es el valor supremo en la sociedad logocrática, y porque<br />
la humanidad puede ser feliz sin el Tour de France. Más aún, si se<br />
tiene en cuenta que su verdadera finalidad es la de propiciar pingües<br />
ganancias a unos cuantos capitalistas.<br />
7º Se suprimirá sin con<strong>te</strong>mplaciones —porque ningún valor tiene en<br />
realidad, para una vida feliz— la parafernalia de montajes tales como<br />
los llamados juegos olímpicos. Es monstruoso el gasto que originan<br />
so pre<strong>te</strong>xto de fomentar el depor<strong>te</strong>. Los juegos olímpicos no fomentan<br />
el depor<strong>te</strong>. Fomentan sólo una irracional manera de ganar dinero. Su<br />
objetivo real y verdadero es que unas cuantas personas o empresas o<br />
instituciones puedan hacer negocio, directa e indirectamen<strong>te</strong>. Se<br />
dilapida así un dinero incalculable —mientras viven 1200 millones de<br />
personas en pobreza extrema—, se dan escandalosos casos de<br />
corrupción, es cuasi universal el dopaje...<br />
8º No se fomentaría las aficiones del alpinista. ¿Qué valor tienen, para<br />
una vida feliz, la escalada o el alpinismo, con su incurable morbo de<br />
“ir a más, y más, y más”? Ciertamen<strong>te</strong>, son muy naturales en el ser<br />
humano la vanidad, la <strong>te</strong>ndencia a explorar lo desconocido, el afán de<br />
superarse a sí mismo —citius, altius, fortius—, etcé<strong>te</strong>ra. Es natural<br />
que el alpinista sienta necesidad subjetiva de vencer al coloso que le<br />
desafía desde lo alto. Pero no satisfará la Razón subjetivas<br />
necesidades de esa clase: negará o escatimará las ayudas, los<br />
ma<strong>te</strong>riales, los estímulos, etc., que necesita el alpinista. Se los negará
244<br />
para que no sufra él, y no haga sufrir a los demás, en caso de<br />
acciden<strong>te</strong>. Se los negará porque se puede ser feliz sin los<br />
problemáticos placeres del alpinismo, sólo con los del humilde<br />
montañismo.<br />
He dicho “humilde montañismo”. He dicho bien. El humilde montañismo<br />
es la afición de quien se conforma con disfrutar de la naturaleza —y, si<br />
no se es tonto, podrá disfrutar tanto (por lo menos) como con cualquier<br />
alpinismo o montañismo—, subiendo a montañas donde no exis<strong>te</strong> riesgo<br />
(simas, barrancos, precipicios, aludes...). En la Era de la Razón el<br />
placer/vicio del montañismo “no humilde” costará a los aficionados muy<br />
caro: <strong>te</strong>ndrán que pagar “a precio de oro” esquíes, crampones, clavijas,<br />
cuerdas, calzado, guan<strong>te</strong>s,... apar<strong>te</strong> de que, si quieren hacer esa clase de<br />
montañismo, <strong>te</strong>ndrán que depositar una fianza que responda a los gastos<br />
que originará un eventual resca<strong>te</strong> (si no hay fianza y mueren, por ejemplo,<br />
sepultados por un alud, la sociedad no los rescatará, y quedarán<br />
sepultados en plena comunión con la naturaleza que tanto amaban).<br />
El 12 de diciembre 2005, sepultados por un alud, fueron hallados en el<br />
Pirineo los cuerpos de dos montañeros vascos jóvenes (32 y 38 años). Los<br />
medios de comunicación subrayaron el hecho de que “eran<br />
experimentados montañeros que iban al mon<strong>te</strong> con frecuencia, nunca<br />
ciegamen<strong>te</strong>, sino bien equipados; llevaban GPS, extremaban las<br />
precauciones”, etcé<strong>te</strong>ra. Pero murieron atrapados por un alud. Y yo me<br />
pregunto: ¿A santo de qué hacían montañismo “no humilde”? ¿Tanto<br />
valor <strong>te</strong>nía para ellos aquel placer/vicio? ¿Tan difícil era renunciar a él?<br />
¿Para qué se nos dio la in<strong>te</strong>ligencia, el in<strong>te</strong>lecto, la razón?<br />
*22 Depresión, ansiedad, suicidio...<br />
*23 Derechos de propiedad - En el curso de nuestras reflexiones<br />
tuvimos la suer<strong>te</strong> de encontrar una original manera de “hacer política”,<br />
diametralmen<strong>te</strong> opuesta a todo lo conocido hasta ahora: se descubrió que,<br />
si hasta ahora el “hacer política” estaba siempre de<strong>te</strong>rminado por las<br />
voluntades del jefe o del pueblo o del gobierno (porque a la sazón era<br />
imposible hacer otra cosa), hoy puede estar de<strong>te</strong>rminado únicamen<strong>te</strong> por<br />
las in<strong>te</strong>ligencias de (v.gr.) un Forum <strong>Logos</strong>, donde no cuentan las<br />
voluntades de nadie. Si de veras es posible “hacer política” de ese modo<br />
—en cuyo caso la meta de la “política” será, obviamen<strong>te</strong>, “arreglar el<br />
mundo” para que la gen<strong>te</strong> sea lo más feliz posible —, a mi juicio hay, por<br />
encima de todos los posibles, un hecho resolutivo, decisivo, infalible,<br />
para hacer efectivo ese “arreglo del mundo”: sencillamen<strong>te</strong>, la negación o<br />
supresión o abolición de todos los derechos de propiedad en toda la<br />
Tierra.<br />
Sean o no sociólogos, quienes han pensado estas cuestiones nunca han<br />
estudiado a fondo la repercusión que podría <strong>te</strong>ner en la felicidad del<br />
hombre el hecho de que nadie en el mundo sea propietario de nada.<br />
Muchos han visto la repercusión que tiene en de<strong>te</strong>rminados aspectos. Por<br />
ejemplo:
245<br />
...trivializan y muestran como algo puramen<strong>te</strong> esporádico, excepcional<br />
y, por tanto, fácilmen<strong>te</strong> eliminable, lo que en realidad es inheren<strong>te</strong> a<br />
esas ¿democracias? de mercado actuales que nos venden como el<br />
mejor de los mundos posibles: la corrupción y el comportamiento<br />
mafioso de sus instituciones...<br />
...esa cuna de la democracia que dicen son los EEUU lleva decenios<br />
(por lo menos desde Roosevelt, Truman y Kennedy) siendo, en la<br />
práctica (que es lo que cuenta) un sis<strong>te</strong>ma corrupto-mafioso dirigido<br />
por las grandes multinacionales y la Cosa Nostra; lo que implica que<br />
el dinero del crimen (droga, prostitución, armas, falsificaciones,<br />
inmigración clandestina...) es reinvertido tanto en la economía<br />
informal como en los circuitos legales e institucionales.<br />
...¿podemos igualmen<strong>te</strong> afirmar [...] que la gran mayoría de las<br />
democracias se están convirtiendo en sis<strong>te</strong>mas criminalizados o<br />
mafiosos, agazapados tras el humo espeso de la “guerra contra el<br />
<strong>te</strong>rrorismo”?<br />
...sino también a pro<strong>te</strong>ger el comercio multimillonario de drogas que<br />
pasa por Haití hacia EEUU, y proporciona miles de millones de dólares<br />
al gran crimen organizado... [Alicia Stürtze].<br />
Pero dan a en<strong>te</strong>nder que el derecho de propiedad es nocivo porque se<br />
ejerce o se usa inmoralmen<strong>te</strong>: el propietario es funesto para la humanidad<br />
porque es corrupto, porque es mafioso, porque es criminal, etcé<strong>te</strong>ra. No<br />
ven la verdad total. Aunque los sie<strong>te</strong> mil millones de habitan<strong>te</strong>s de la<br />
Tierra fuésemos arcángeles o serafines, dársenos en propiedad los bienes<br />
o recursos del planeta no sería bueno para nuestra felicidad máxima<br />
posible, a causa de las leyes inquebrantables que rigen la psicología<br />
humana.<br />
Otro ejemplo, el de Leonardo Boff. También él creyó ver que el<br />
capitalismo es nocivo para la humanidad porque son inmorales los<br />
capitalistas. Y no es eso:<br />
Vivimos todos bajo un feroz fundamentalismo. Hay grupos y<br />
documentos del Vaticano muy fundamentalistas, y lo mismo ocurre en<br />
el mundo musulmán. Pero el más devastador es el fundamentalismo<br />
del mercado que se presenta como la solución de todos los problemas<br />
sociales. El pensamiento único capitalista produce muchas más<br />
víctimas en el mundo que el fundamentalismo religioso.<br />
El capitalismo es la expresión de una distorsión más profunda que es<br />
la actitud del ser humano de centrarse en sí mismo excluyendo a los<br />
otros. Es la autoafirmación del individuo en su singularidad sin<br />
in<strong>te</strong>grarse y sentirse insertado en un todo más grande. El capitalismo<br />
nace de la inflación extremada del individualismo y de la compe<strong>te</strong>ncia<br />
sin considerar las relaciones que todos tienen con todos<br />
De <strong>te</strong>ner que relacionar ética o moralidad y capitalismo, el juicio mío<br />
sería más bien inverso: el capitalista es dañino porque es capitalista, no<br />
porque es inmoral. Dadas las leyes de la psicología, lo nocivo para la<br />
felicidad humana es el hecho —el mero hecho en si— de que el ser<br />
humano sea propietario de un bien ma<strong>te</strong>rial. Pese a su cuota de<br />
exageración, se podría afirmar que todo cuanto ha sufrido socialmen<strong>te</strong> la<br />
humanidad a lo largo de su historia se debió a la exis<strong>te</strong>ncia de<br />
propietarios.<br />
En el concepto de “sociedad racional” no puede entrar el concepto de<br />
“persona con derecho a usar los bienes ma<strong>te</strong>riales como a ella mejor le<br />
parezca”. En ese inadmisible concepto están implicadas todas las
intrínsecas nocividades del derecho de propiedad. Veamos lo que ocurre,<br />
por ejemplo, con el consumismo.<br />
El propietario es propietario para ser más feliz que no siendo propietario.<br />
O, lo que es igual, para beneficiarse —en sentido etimológico— del<br />
objeto que posee (y, claro está, para beneficiarse en la medida mayor<br />
posible). De nada y para nada le vale ser propietario, si de la propiedad<br />
no obtiene beneficios. ¿De qué me sirve ser propietario de un magnífico<br />
automóvil, si el automóvil va a estar quieto en el garage duran<strong>te</strong> vein<strong>te</strong><br />
años, y a los vein<strong>te</strong> años un incendio lo va a destruir?<br />
Los fabrican<strong>te</strong>s tienen que ob<strong>te</strong>ner de su fábrica el mayor beneficio<br />
posible. Si ven que la producción y venta de un artículo dado les dará<br />
mayor beneficio, producirán y venderán ese artículo. Como es “infinito”<br />
el número de artículos así producibles y vendibles (porque “infinito” es<br />
el número de ape<strong>te</strong>ncias del ser humano), los propietarios fabrican<br />
“infinito” número de artículos innecesarios para la felicidad. Resulta de<br />
ello que la sociedad irracional, por el mero hecho de haber otorgado el<br />
derecho de propiedad, malgasta enormes cantidades de energía y cerebros<br />
y músculos en la producción de superfluidad o placer, cuando necesita<br />
gastar energía y cerebros y músculos en la producción de lo necesario<br />
para que el mundo no sufra.<br />
El fabrican<strong>te</strong>, para ob<strong>te</strong>ner beneficio, necesita que la sociedad consuma<br />
los artículos producidos, porque sólo así puede seguir produciéndolos<br />
(para reponerlos) y, por tanto, ob<strong>te</strong>niendo beneficio. Con el fin de<br />
estimular al consumidor, se han inventado ardides diversos.<br />
Principalmen<strong>te</strong> dos: a) gastar sumas enormes en publicidad; b) introducir<br />
en el producto mejoras que inci<strong>te</strong>n a desechar el obsoleto, aunque todavía<br />
esté en buen uso.<br />
La consecuencia lógica es que así la sociedad está haciendo un<br />
incalculable derroche de energías (podemos cifrarlas como “gasto<br />
enorme”) en una “infinita” producción de artículos no necesarios para la<br />
felicidad. Con la agravan<strong>te</strong> de que el “infinito” número de productos<br />
desechados está convirtiendo el planeta en puro basurero. El fabrican<strong>te</strong>,<br />
ofreciendo a la sociedad tanta “riqueza” (constan<strong>te</strong>men<strong>te</strong> mejorada), no<br />
sólo no sólo no la hace feliz, sino que la hace desgraciada.<br />
Abrumador es el mero in<strong>te</strong>nto de calcular lo que la sociedad gasta,<br />
derrocha, despilfarra, por el mero hecho de que haya en ella propietarios<br />
(que tienen que producir lo que en realidad no es necesario para la<br />
felicidad): prácticamen<strong>te</strong> toda la producción li<strong>te</strong>raria; toda la producción<br />
cinematográfica; todas las obras de ar<strong>te</strong> (música moderna, pintura,<br />
escultura, arqui<strong>te</strong>ctura; todos los depor<strong>te</strong>s (desde el humilde club de<br />
barrio hasta la parafernalia de los Juegos Olímpicos)... El colosal<br />
derroche que se hace ahí de cerebros, de músculos, de energía, dirigido<br />
en otro sentido por la Razón, bastaría para que nadie muera de hambre,<br />
para que todo el mundo reciba educación, para erradicar toda pobreza...<br />
246
Sencillamen<strong>te</strong>, es eviden<strong>te</strong> que la humanidad será más feliz sin<br />
propietarios y que, por consiguien<strong>te</strong>, el Forum <strong>Logos</strong> dictaminará que la<br />
abolición de los derechos de propiedad es lo mejor para todos.<br />
*23 Desastres naturales - En diciembre del 2004, más de 225.000<br />
personas murieron en un instan<strong>te</strong> a causa del <strong>te</strong>rremoto marino origen de<br />
una gigan<strong>te</strong>sca ola “tsunami”. Se habló mucho de cómo evitar tales<br />
desgracias. Pero se habló (como se hace siempre en sociedad irracional),<br />
después de que ya ha ocurrido la desgracia. Y, lo que es peor, se habla<br />
para llegar a la conclusión de que es impo<strong>te</strong>n<strong>te</strong> la sociedad para evitarlas.<br />
Nadie se da cuenta de que la imposibilidad acaso se deba únicamen<strong>te</strong> a la<br />
irracional estructura de la sociedad y de que, por tanto, quizá sea posible<br />
evitarlas con sólo llevar a cabo su radical transformación en sociedad<br />
racional: en logocracia<br />
247<br />
La Conferencia In<strong>te</strong>rnacional de la ONU sobre Reducción de<br />
Desastres... [...] ha dado luz verde a la creación de un sis<strong>te</strong>ma de<br />
alerta para prevenir es<strong>te</strong> tipo de fenómenos,... [...] el sis<strong>te</strong>ma de<br />
alerta, aunque imprescindible, no es suficien<strong>te</strong>. [...] ...sería necesaria<br />
la puesta en marcha de ambiciosos programas de concienciación y<br />
educación en todo el área, lo que supondría grandes cos<strong>te</strong>s<br />
económicos que esos países no están en condiciones de financiar,...<br />
[...] necesidad de poner en marcha toda una nueva política de<br />
ordenación del <strong>te</strong>rritorio a la hora de ubicar las poblaciones a lo largo<br />
de las costas, <strong>te</strong>niendo en cuenta los tipos de edificaciones, las redes<br />
de comunicaciones y transpor<strong>te</strong> en caso de alerta y, en general, todas<br />
aquellas medidas que hagan posible minimizar los daños en caso de<br />
darse otro tsunami. [...] surge la evidencia de la situación de atraso<br />
económico que sufren esas poblaciones... [...] La falta de<br />
infraestructuras, de medios de salvamento, de casi todo lo necesario,<br />
hace que las inundaciones, los <strong>te</strong>rremotos o en es<strong>te</strong> caso los tsunamis<br />
se ceben con las zonas más desfavorecidas del planeta...<br />
El problema es fácilmen<strong>te</strong> resoluble en sociedad logocrática. Trabajan a<br />
su favor dos importan<strong>te</strong>s factores: la reducida población mundial, y el<br />
sis<strong>te</strong>ma económico no capitalista. En logocracia no puede haber zonas<br />
desfavorecidas. No puede haber poblaciones que sufren atraso<br />
económico. Ningún país necesita hacer gastos de financiación para<br />
ninguna obra, porque “financiar” (en economía racionalista) es<br />
imposible. Primordial es en logocracia una política de ordenación del<br />
<strong>te</strong>rritorio que ubique poblaciones donde es probable que no se den<br />
tsunamis o devastadores <strong>te</strong>rremotos o grandes inundaciones (el planeta<br />
cuenta con espacios de sobra, en los que son improbables las grandes<br />
catástrofes, y que pueden acoger a todas las poblaciones)<br />
Pienso, por ejemplo, en la erupción de volcanes. Los vulcanólogos casi<br />
con cer<strong>te</strong>za saben dónde puede haber una concreta erupción volcánica<br />
(más o menos probable) dentro de un plazo de tiempo dado. Si hoy<br />
exis<strong>te</strong>n gen<strong>te</strong>s viviendo en las proximidades de ese volcán y, por tanto,<br />
en peligro, sabemos que no se instalaron allí porque una sociedad<br />
racional había estudiado previamen<strong>te</strong> el emplazamiento, considerado el<br />
mejor para la felicidad general: se instalaron motu proprio, porque no<br />
<strong>te</strong>nían mejor opción. Entonces, la sociedad racional tiene que evitar la<br />
previsible desgracia, y despoblará el lugar, ya que habrá otros donde
podrán las gen<strong>te</strong>s vivir tan felices como —o más felices que— en las<br />
proximidades del volcán.<br />
Esto mismo <strong>te</strong>ndrá que hacerse en zonas donde el peligro sea un<br />
<strong>te</strong>rremoto. O, si el remedio resultara ser mejor, se construirán edificios<br />
especiales a prueba de seísmos, cosa perfectamen<strong>te</strong> factible para una<br />
economía racional.<br />
En cuanto a inundaciones, una solución satisfactoria dependería de las<br />
circunstancias, pero siempre sería de una u otra manera posible.<br />
*24 Descanso dominical -<br />
*25 Desempleo - El armazón irracional de la sociedad humana<br />
tradicional se pone bien de manifiesto por el hecho (entre otros) de que la<br />
destrucción de empleo constituye lamentable desgracia, y la creación de<br />
puestos de trabajo debe tomarse como una bendición del cielo.<br />
Si estuviéramos gobernados por la Razón, ocurriría justamen<strong>te</strong> al revés:<br />
la desgracia sería, si acaso, el <strong>te</strong>ner que generar empleo y trabajar, y<br />
bendición del cielo sería que no hubiera empleo porque no fuese<br />
necesario trabajar. ¡Ojalá quedaran en paro todos los trabajadores porque<br />
robots y ordenadores nos lo van a hacer todo!<br />
En régimen de economía “propietarista” el trabajador necesita un salario<br />
para subsistir. Quedar sin empleo constituye para él una tragedia que la<br />
sociedad irracional no puede evitar. La Razón sí. <strong>Logos</strong>, gracias a la<br />
función encomendada a la economía racionalista, y gracias al control de<br />
la natalidad, podrá evitar la tragedia originada por el paro, e incluso<br />
rebajar las tasas de paro hasta el cero absoluto, y para siempre. Los<br />
medios que permitirían conseguirlo son varios.<br />
248<br />
1º) Podría proporcionar gratis al desempleado todo lo necesario para<br />
la subsis<strong>te</strong>ncia. 2º) No habiendo exceso de población, podría crear sin<br />
lími<strong>te</strong> cuantos puestos de trabajo, bien remunerados, fuesen<br />
necesarios para acoger a todos los trabajadores parados. 3º) No<br />
habiendo exceso de población, podría reducir la jornada laboral —sin<br />
reducción salarial— todo lo que hiciera falta para absorber al personal<br />
desempleado.<br />
*26 Dignidad - El artículo primero de la Declaración Universal de<br />
los Derechos Humanos afirma que todos los seres humanos nacen libres e<br />
iguales en dignidad... La futura sociedad no lo afirmará, porque <strong>Logos</strong> no<br />
sabe qué es dignidad. No puede nuestro in<strong>te</strong>lecto dar ninguna in<strong>te</strong>ligible<br />
definición de lo que es eso que tanto se repi<strong>te</strong> estos días: condiciones de<br />
trabajo dignas, convenio digno, salario digno, vivienda digna, muer<strong>te</strong><br />
digna, la Marcha por la Dignidad, etcé<strong>te</strong>ra.<br />
Los anuncios de la película Moolaadé nos hicieron leer que “la ablación<br />
es un a<strong>te</strong>ntado a la dignidad y a la in<strong>te</strong>gridad de las mujeres”. En la Era<br />
de la Razón, a nadie se extirpará el clítoris. Pero no porque su ablación
es un a<strong>te</strong>ntado a la dignidad de la mujer. Ni porque implica privar del<br />
placer sexual a las mujeres. Ni porque habrá llegado la hora de humillar<br />
al macho, demostrándole que no tiene ningún derecho de propiedad sobre<br />
la hembra. Se man<strong>te</strong>ndrá la in<strong>te</strong>gridad física del cuerpo femenino,<br />
únicamen<strong>te</strong> porque no hay razón alguna para la ablación (que además<br />
causa dolor, y no sólo a las víctimas de la mutilación).<br />
Si lo que hemos de ofrecer a la ciudadanía es “dignidad”, nunca todos<br />
nos pondremos de acuerdo sobre la manera de ofrecérsela. Todos, en<br />
cambio, podremos llegar a completo acuerdo, si estudiamos cómo ofrecer<br />
a la ciudadanía in<strong>te</strong>gridad y trabajo y salario y vivienda que la hagan<br />
feliz.<br />
No queremos dignidad. Queremos felicidad, con tal que sea la mayor<br />
posible, y con tal que sea para todos. No nos la dará la Declaración<br />
Universal de los Derechos Humanos, pero sí la Razón.<br />
27 Dinero - Puesto que no hay propietarios en logocracia, el dinero no<br />
tiene por qué ser de naturaleza ma<strong>te</strong>rial, ni tomado en las manos,<br />
transportado, guardado, etcé<strong>te</strong>ra: no tiene por qué ser moneda, bille<strong>te</strong> de<br />
banco, cheque... Puede ser dinero electrónico, y ser man<strong>te</strong>nido en<br />
“depósito permanen<strong>te</strong>” por un Banco Unico Planetario (BUP). Cada<br />
ciudadano tiene abierta una cuenta corrien<strong>te</strong> de la que es titular, y en ella<br />
nadie —ni siquiera él mismo— puede efectuar imposiciones ni rein<strong>te</strong>gros:<br />
tan sólo puede hacerlo el BUP. Así el sis<strong>te</strong>ma revis<strong>te</strong> altos grados de<br />
racionalidad, y ventajas nada desdeñables desde el punto de vista<br />
eudemonístico. Por ejemplo:<br />
Nunca será factible que alguien dé o transfiera dinero a alguien —porque<br />
quiere dárselo o transferírselo—, cuando por si naturaleza el dinero tiene<br />
que ser mero “documento acreditativo” de servicios prestados (o de<br />
bienes producidos) a la comunidad por el individuo. Nadie podrá prestar<br />
dinero a un amigo, ni podrá legar su fortuna a los hijos, ni dar una<br />
limosna, etc., cosas, todas ellas, intrínsecamen<strong>te</strong> contradictorias, dado el<br />
carác<strong>te</strong>r esencial del dinero. Si quisiera hacer, v.gr., una donación,<br />
<strong>te</strong>ndría que hacerla necesariamen<strong>te</strong> en especie, cosa que también le<br />
resultaría inviable en muchos casos, debido a que en realidad nadie es<br />
propietario de nada: por ejemplo, no le sería posible regalar al hijo una<br />
motocicleta, o dejarle “su” chalé en herencia. Ya hemos explicado por<br />
qué el dar dinero, regalos, riqueza, es insensato y antisocial.<br />
A la inversa, ningún ciudadano puede nunca recibir o tomar dinero “de<br />
otro”, ya que “el otro” no tiene más dinero que su cuenta corrien<strong>te</strong>, a la<br />
que —fuera del BUP— de ninguna manera puede acceder nadie, ni<br />
siquiera el titular de la cuenta. Por tanto, nadie puede come<strong>te</strong>r esas<br />
acciones insensatas y antisociales que se conocen con el nombre de<br />
“hurto”, “robo”, “atraco”, “timo”, “soborno”, “propina”, “limosna”,<br />
“prostitución”, “apuestas”, “venta” (de colmillos de elefan<strong>te</strong>, v.gr., o de<br />
supuestos afrodisíacos arrancados al rinoceron<strong>te</strong>).<br />
249
*28 Domicilio - En la historia de la humanidad, cuando el hombre ha<br />
levantado construcciones que habían de servirle de vivienda permanen<strong>te</strong>,<br />
su emplazamiento geográfico nunca fue elegido por considerárselo el<br />
mejor posible para que un ser humano viva lo más felizmen<strong>te</strong> posible. Si<br />
así hubiera sido, no hubieran existido Herculano y Pompeia.<br />
Cuando se edificaron viviendas y poblados en lugares no aptos para la<br />
vida más feliz posible, fue porque no se podía hacer otra cosa en la Era<br />
de la Sinrazón, en la que había excesos de población y/o la economía<br />
estaba basada en el derecho de propiedad. En la Era de la Razón, sin<br />
excesos de población y sin derechos de propiedad, no debe la gen<strong>te</strong> vivir<br />
en zonas donde son inevitables o probables los <strong>te</strong>rremotos de gran<br />
in<strong>te</strong>nsidad, las erupciones volcánicas, las inundaciones, las graves<br />
agresiones de fieras o de insectos... Ni en zonas donde escasean los<br />
acuíferos...<br />
*29 Drogadicción - La finalidad que persigue el hombre al consumir<br />
drogas es la ob<strong>te</strong>nción de placer/vicio. Pero la drogadicción es funesta,<br />
porque también causa dolor, que puede ser inmenso. Dado que el fin de la<br />
sociedad racional no es la ob<strong>te</strong>nción del Placer, sino la extirpación del<br />
Dolor, en logocracia tiene que ser totalmen<strong>te</strong> erradicada la toxicomanía.<br />
No podrá la sinrazón de la sociedad actual erradicarla nunca. La Razón<br />
de una sociedad logocrática sí puede hacerlo.<br />
250<br />
1º Tras la abolición de los derechos de propiedad, nadie en ninguna<br />
par<strong>te</strong> dispondrá de tierra donde cultivar plantas a su arbitrio. El<br />
vegetal que secretamen<strong>te</strong> alguien (Pedro, por ejemplo) quisiera tal vez<br />
cultivar junto a “su” vivienda, o dentro de ella, no prosperaría, ya que<br />
la vivienda de Pedro no es propiamen<strong>te</strong> “suya”, y la sociedad contará<br />
con medios para destruir legalmen<strong>te</strong> ese vegetal.<br />
2º Tras la abolición de los derechos de propiedad, no existirá en el<br />
mundo ninguna fábrica ni laboratorio donde alguien a su arbitrio<br />
pudiera extraer o producir ninguna sustancia sicótropa.<br />
3º La sociedad podrá producir todo el ma<strong>te</strong>rial —sea o no sea droga—<br />
que la ciencia prescribiera como convenien<strong>te</strong> para la curación de los<br />
drogadictos exis<strong>te</strong>n<strong>te</strong>s de facto, víctimas de su drogodependencia. El<br />
consiguien<strong>te</strong> tratamiento <strong>te</strong>rapéutico sería, por supuesto, gratuito.<br />
4º Tratándose de la droga blanda, y con el fin de extirpar el vicio sin<br />
traumas para el actual consumidor, se pondrá a la venta la mercancía<br />
a precios que sin cesar irán elevándose gradualmen<strong>te</strong>, sobre todo con<br />
vistas a disuadir a quien tuviera <strong>te</strong>ntaciones de iniciarse o iniciar al<br />
prójimo en el vicio.<br />
5º Estas medidas, unidas a campañas educativas in<strong>te</strong>ligen<strong>te</strong>s,<br />
bastarán para que, pasadas algunas generaciones, nadie en el planeta<br />
consuma drogas.<br />
*30 Educación - El “gobierno logocrático mundial” —es decir la<br />
opinión pública unánime universal— con su economía racionalista y su<br />
control de la natalidad, podrá utilizar un sis<strong>te</strong>ma educativo eficien<strong>te</strong>,<br />
capaz de ob<strong>te</strong>ner efectos y resultados impensables en la actualidad.<br />
a) Podrá conseguir que las venideras generaciones nunca más hablen<br />
del coco a los niños, para me<strong>te</strong>rles miedo. Que nunca más les hablen<br />
de personajes imaginarios presentados como reales: Papá Noel, Reyes<br />
Magos, etcé<strong>te</strong>ra. Podrá conseguir que las venideras generaciones
251<br />
queden persuadidas de que es vano, y hasta contraproducen<strong>te</strong>, el<br />
supuesto “placer inmenso” experimentado por los niños con la<br />
“ilusión” que hemos creado en ellos median<strong>te</strong> el engaño, la falsedad,<br />
la mentira...<br />
b) Podrá conseguir que no queden los niños embobados con<strong>te</strong>mplando<br />
las admirables hazañas del famoso futbolista, del famoso <strong>te</strong>nista, del<br />
famoso baloncestista, a los que luego querrá febrilmen<strong>te</strong> imitar,<br />
dilapidando tiempo y energía que podría destinar a otros menes<strong>te</strong>res<br />
más beneficiosos (para su felicidad y la de sus semejan<strong>te</strong>s).<br />
c) Podrá encarrilar hacia otras vías las aficiones que en democracia<br />
son carac<strong>te</strong>rísticas de la juventud: irracionales fiestas y juergas a<br />
toda hora, drogas, alcohol, sexo a tope, irracionales depor<strong>te</strong>s... Podrá<br />
conseguir que en la Nueva Era los jóvenes todos encuentren placeres<br />
que hoy no encuentran en la Ciencia y en el Pensamiento y en el<br />
Diálogo in<strong>te</strong>ligen<strong>te</strong> y culto, sin renunciar al disfru<strong>te</strong> de racionales<br />
diversiones que les hagan tan felices como (en realidad, más felices<br />
que) sus actuales diversiones.<br />
d) Podrá conseguir que en todo el planeta Tierra, desde la infancia<br />
hasta la mayoría de edad, toda persona reciba las enseñanzas y la<br />
formación más convenien<strong>te</strong> para su felicidad. Y que las reciba<br />
gratuitamen<strong>te</strong>, sin penoso esfuerzo, con positivo agrado por la forma<br />
en que se impartirán las enseñanzas, e incluso haciéndose acreedor a<br />
un adecuado salario, tanto mayor cuanto más y mejor avance en las<br />
enseñanzas que se le den.<br />
e) Podrá conseguir que los títulos académicos, o los certificados de<br />
aptitud, se otorguen sólo a quien haya realmen<strong>te</strong> adquirido los<br />
correspondien<strong>te</strong>s conocimientos y aptitudes, tras un examen de ellos<br />
a fondo, sin posibilidad alguna de haber engañado al tribunal<br />
examinador, y sin posibilidad alguna de haber sido beneficiado por<br />
favoritismos, ni perjudicado por discriminaciones.<br />
f) Podrá conseguir que todos los habitan<strong>te</strong>s de la Tierra sean<br />
escolarizados a nivel universitario. Y que és<strong>te</strong> se man<strong>te</strong>nga en los<br />
cerebros permanen<strong>te</strong>men<strong>te</strong> vivo, operativo, y más o menos crecien<strong>te</strong>,<br />
hasta la vejez. Por ejemplo, creando incentivos para quien supere<br />
de<strong>te</strong>rminados exámenes periódicos, aceptados voluntariamen<strong>te</strong>.<br />
g) En esta ridícula sociedad en que vivimos, no se concibe que dos<br />
amigos tomen asiento para charlar simplemen<strong>te</strong>, si no tienen delan<strong>te</strong><br />
un plato con delica<strong>te</strong>ssen y alguna bebida alcohólica. La manía de<br />
comer y beber sin hambre ni sed, con cualquier pre<strong>te</strong>xto, es en es<strong>te</strong><br />
nuestro mundo una patológica necesidad incorregible. Podrá la Razón<br />
corregirla —máxime la que se relaciona con bebidas no francamen<strong>te</strong><br />
saludables—, median<strong>te</strong> una in<strong>te</strong>ligen<strong>te</strong> educación dada al ciudadano<br />
desde <strong>te</strong>mpranas edades, y, gracias al sis<strong>te</strong>ma económico<br />
racionalista, median<strong>te</strong> una gradual y continua elevación de precios de<br />
tales manducaciones y libaciones.<br />
h) De igual modo podrá la Razón conseguir que la ciudadanía aprenda<br />
a vivir —y vivir felizmen<strong>te</strong>— sin tabernas ni bares ni cervecerías ni<br />
cafe<strong>te</strong>rías ni similares. Podrá hacer que la gen<strong>te</strong> a todas horas<br />
disponga de confortables locales adonde acudir a entre<strong>te</strong>nerse con<br />
juegos de mesa, conversaciones, canciones, lecturas, deba<strong>te</strong>s, etc.,<br />
sabiéndose así feliz la gen<strong>te</strong>, sin añorar las tradicionales costumbres<br />
de la decrépita sociedad de los an<strong>te</strong>pasados. Por supuesto, en esos<br />
locales no habrá <strong>te</strong>levisor que emita urbi et orbi estólidas imágenes<br />
con ruido ensordecedor llamado “música moderna”, ruido al que nadie<br />
presta a<strong>te</strong>nción: urbi et orbi el <strong>te</strong>levisor debe emitir sólo importan<strong>te</strong>s<br />
avisos o llamadas, o importan<strong>te</strong>s noticias urgen<strong>te</strong>s, o in<strong>te</strong>ligen<strong>te</strong><br />
música ambiental.<br />
i) Por la misma razón y de modo similar podrá conseguir que, llegada<br />
la noche, se cierren los locales, y se retire todo el mundo a su casa,<br />
olvidando la agitada vida nocturna que se vivía en la Era de la<br />
Sinrazón, vida nocturna que fue un excelen<strong>te</strong> caldo de cultivo para<br />
todo género de reyertas, agresiones, borracheras, crímenes... Y —lo<br />
que realmen<strong>te</strong> importa— podrá conseguir que por eso nadie se sienta<br />
miembro de una aburrida sociedad: la educación in<strong>te</strong>ligen<strong>te</strong> bajo un<br />
régimen de logocracia es capaz de conseguir... “cualquier cosa”.<br />
j) Fuere cual fuere y quien fuere el individuo, que la Razón dirija su<br />
desarrollo, su formación, su educación in<strong>te</strong>gral —desde el nacimiento
252<br />
hasta la muer<strong>te</strong>—, es necesario para que la felicidad de todos llegue a<br />
ser la mayor posible. En consecuencia, el “gobierno logócrata” no<br />
deberá reconocer a nadie —ni a cuidadores, ni a monitores, ni a<br />
profesores, ni a sacerdo<strong>te</strong>s, ni a progenitores...— el derecho de<br />
educar al niño según sus particulares cri<strong>te</strong>rios: tal derecho no exis<strong>te</strong>.<br />
Las personas que asuman la tarea educativa, tienen que some<strong>te</strong>rse a<br />
los dictados de la Razón, a las pautas marcadas por unanimidad en el<br />
Forum <strong>Logos</strong>.<br />
*31 Espacio extra<strong>te</strong>rrestre - Con pre<strong>te</strong>xto de la investigación científica, nos<br />
hemos lanzado a la denominada “conquista del espacio”, con el fin de adquirir o<br />
man<strong>te</strong>ner o incrementar el poderío capitalista, el poderío militar, el poderío político, y<br />
demás poderíos irracionales de es<strong>te</strong> o aquel país. De esos fines no habrá nada en la<br />
Era de la Razón. La propia investigación será el único fin de la investigación. Que se<br />
desarrollará, claro está, sin detrimento de soluciones prioritarias de otros problemas<br />
del espacio <strong>te</strong>rrestre.<br />
*32 Espectáculos - Circo, cine, <strong>te</strong>atro, ballet, ópera, juegos<br />
olímpicos... Para nosotros es una lástima renunciar a todo esto. Pero<br />
<strong>Logos</strong> no puede andarse con con<strong>te</strong>mplaciones. Y, mientras haya niños<br />
muriendo de hambre, pondrá al placer/vicio tan deseado por la sociedad<br />
actual todos los frenos que sean necesarios. No puede <strong>Logos</strong> malgastar<br />
energía y cerebros y músculos en la producción de superfluidad o<br />
placer, mientras necesi<strong>te</strong> gastar energía y cerebros y músculos en la<br />
producción de lo necesario para que el mundo no sufra. La objeción de<br />
que podemos alimentar a los niños moribundos al mismo tiempo que<br />
vamos al circo y a los juegos olímpicos no vale, porque no es verdad<br />
(como lo demuestran la historia pasada y la con<strong>te</strong>mporánea).<br />
*33 Esperanto - Escasamen<strong>te</strong> racional es que los hombres no puedan<br />
comunicarse entre sí porque hablan idiomas diferen<strong>te</strong>s. De un modo u<br />
otro <strong>Logos</strong> conseguirá que todos hablemos un mismo idioma. No sabemos<br />
hoy si será el inglés, el chino, el esperanto... Lo que sí sabemos es que, si<br />
alguien hay capaz de —irrefutablemen<strong>te</strong>— demostrar que para la<br />
felicidad humana es mejor que todo el mundo hable un de<strong>te</strong>rminado<br />
idioma (el esperanto, por ejemplo), el esperanto se enseñará en todas las<br />
escuelas del mundo en<strong>te</strong>ro. Es posible que nadie encuentre suficien<strong>te</strong>s<br />
argumentos para esa demostración irrefutable. Pero, si alguien —aunque<br />
sólo sea un individuo— los encuentra, el mundo en<strong>te</strong>ro hablará esperanto,<br />
por muy numerosas que fuesen las personas a las que no gusta el<br />
esperanto. Esa es la fuerza de la logocracia, ésa es la fuerza de la Razón:<br />
a través del Forum <strong>Logos</strong>, un solo hombre puede imponer su razón a toda<br />
una humanidad inconformista.<br />
*34 Eugenesia - Una vez fijado el objetivo de que han de vivir<br />
felices las futuras generaciones, el Forum <strong>Logos</strong> puede aprobar y llevar<br />
adelan<strong>te</strong> un programa de regeneración biológica de la especie humana.<br />
Estamos degenerando como especie, cada vez más, con detrimento de<br />
nuestra felicidad. Las especies que se han man<strong>te</strong>nido en estado natural<br />
puro no degeneran, porque los individuos que nacieron tarados —los que
nacieron menos perfectamen<strong>te</strong> dotados para la supervivencia— son los<br />
que estadísticamen<strong>te</strong> menos descendencia tuvieron por haber sucumbido<br />
an<strong>te</strong>s de procrear. Con lo cual automáticamen<strong>te</strong> se produjo una selección<br />
rigurosa de reproductores entre los menos imperfectos. En eso consis<strong>te</strong> la<br />
denominada “selección natural”.<br />
Nuestra especie, debido a que somos animales pensan<strong>te</strong>s, pudo escapar en<br />
gran par<strong>te</strong> a las implacables purificaciones de la selección natural. Por<br />
eso nuestros an<strong>te</strong>pasados nos engendraron a pesar de que no eran los más<br />
perfectos. Y por eso ahora es infinito el número de nuestras<br />
enfermedades, taras, defectos, disfunciones, etc., comparado con el de<br />
cualquier especie que haya vivido sometida a los rigores del struggle for<br />
survival, de la lucha por la exis<strong>te</strong>ncia. Nosotros no debemos hacer con<br />
nuestros hijos lo que hicieron con nosotros nuestros padres. No debemos<br />
dejarles en herencia tanta enfermedad y tanto defecto y tanta disfunción.<br />
Vamos a hacer lo que hace la naturaleza, aunque de otra manera. La<br />
naturaleza quiere impedir, e impide, que el individuo tarado engendre<br />
hijos tarados. Lo impide matándolo an<strong>te</strong>s de que <strong>te</strong>nga ocasión de<br />
engendrar. Lo mata sin con<strong>te</strong>mplaciones, porque placer y dolor no son<br />
“valores” para la naturaleza: en el cosmos cuenta únicamen<strong>te</strong> la<br />
perfección técnica o lógica (“lógica” viene de “logos”).<br />
La sociedad racional debe hacer lo mismo, pero procediendo al revés,<br />
porque el matar causa dolor en la especie humana, y para nosotros el<br />
dolor tiene importancia. Por el procedimiento de evitar nacimientos en<br />
vez de causar muer<strong>te</strong>s, podemos y debemos impedir que el individuo<br />
tarado engendre hijos tarados. Así el resultado final será el mismo que el<br />
ob<strong>te</strong>nido por la naturaleza median<strong>te</strong> la guadaña de la selección natural:<br />
nuestros descendien<strong>te</strong>s gozarán de mejor salud (y serán más felices) que<br />
nosotros.<br />
Posiblemen<strong>te</strong> la irracional sociedad actual desaprobará el procedimiento<br />
susodicho, por consideraciones de orden moral: “es indecen<strong>te</strong> programar<br />
los nacimientos humanos como se programan los del caballo o el <strong>te</strong>rnero,<br />
imponiendo a la mujer la obligación de ser fecundada por el seleccionado<br />
semental que los científicos le lleven a su dormitorio, sólo para la<br />
fecundación”; “la mujer, lo mismo que el hombre —cualesquiera que<br />
fueren sus imperfecciones o taras—, tiene el inalienable derecho de<br />
unirse con quien quiera y engendrar hijos cuando quiera”; etcé<strong>te</strong>ra.<br />
En una sociedad racional no se puede razonar así. La Razón dice que no<br />
sabemos de qué estamos hablando cuando hablamos de esa filosófica<br />
“moral” inexis<strong>te</strong>n<strong>te</strong>, y de ese filosófico “derecho” inexis<strong>te</strong>n<strong>te</strong>. La Razón<br />
dice que la única “moral” in<strong>te</strong>ligible consis<strong>te</strong> en hacer que la humanidad<br />
sufra lo menos posible. Dice que engendrar un hijo para satisfacer el<br />
capricho de “<strong>te</strong>ner en casa un jugue<strong>te</strong>”, o satisfacer el vanidoso “orgullo<br />
de varón”, es irracional. Dice que no reconoce a la madre —mucho<br />
menos, por supuesto, al padre— el derecho de engendrar hijos por su<br />
gusto, y criarlos a su gusto. El vulgo ignoran<strong>te</strong> de la sociedad actual no<br />
253
tiene obligación de comprenderlo, pero es enorme la “responsabilidad” e<br />
importancia de la procreación, de la creación de una nueva vida.<br />
La naturaleza quiere que todo ser vivo se reproduzca, pero lo quiere sólo<br />
para que sobrevivan los individuos perfectos: a los imperfectos los mata.<br />
Análogamen<strong>te</strong>, la Razón quiere que el ser humano se reproduzca, pero lo<br />
quiere sólo para que nazcan perfectos los hijos. Cosa que no se puede<br />
lograr sin control científico de la procreación.<br />
Puesto que el fin último de un logócrata en cuanto tal es la felicidad<br />
mayor posible de todos, en logocracia no debe prohibirse a nadie <strong>te</strong>ner<br />
descendencia. Tampoco debe imponerse a ninguna mujer la obligación de<br />
acostarse con el semental elegido por los científicos. La Razón tiene<br />
recursos más que suficien<strong>te</strong>s para —sin órdenes ni prohibiciones— llevar<br />
un control científico de la reproducción humana. El plan es muy sencillo,<br />
<strong>te</strong>niendo en cuenta que, para su ejecución, la economía logocrática<br />
racionalista dispone de todo el “dinero” que fuere necesario.<br />
254<br />
1º Se ofrecen sustanciosos “premios-estímulo” a toda persona que,<br />
después de haber aceptado some<strong>te</strong>rse voluntariamen<strong>te</strong> a de<strong>te</strong>rminados<br />
análisis clínicos, y haber ob<strong>te</strong>nido como resultado de los mismos una<br />
puntuación igual o superior al mínimum de “aptitud eugenésica”<br />
previamen<strong>te</strong> establecido con carác<strong>te</strong>r general —según cri<strong>te</strong>rios<br />
puramen<strong>te</strong> científicos—, engendre uno o más hijos. Para ello se<br />
requiere, claro está, demostrar científicamen<strong>te</strong> que esa persona es la<br />
progenitora del hijo correspondien<strong>te</strong>.<br />
2º Dado que en sociedad logocrática no puede haber instituciones<br />
tales como el matrimonio, ni leyes de emparejamiento de ninguna<br />
clase, la mujer tiene libertad legal absoluta para concebir hijos<br />
copulando con el varón que ella quiera, y sin contraer con respecto a<br />
él ninguna obligación para el futuro.<br />
3º En caso de que ambos, padre y madre, sean portadores del título de<br />
“aptitud eugenésica”, y receptores del “premio-estímulo”<br />
correspondien<strong>te</strong>, la mujer embarazada adquiere el compromiso de<br />
parir y criar al niño en las condiciones que le sean prescritas por la<br />
pediatría y la pedagogía: lactancia, higiene, alimentación, escolaridad,<br />
etcé<strong>te</strong>ra. La madre dispone —absolutamen<strong>te</strong> gratis— de todos los<br />
medios necesarios para ello.<br />
*35 Eutanasia -<br />
*36 Familia - (Anulado)<br />
*37 Fiestas, diversiones - Nuestra sociedad está enferma. Padece<br />
numerosas enfermedades. Una de ellas es la hedonopatía, la febril ansia<br />
del placer/vicio: ¡hay que gozar, gozar siempre, gozar mucho! Para ello<br />
inventa y desarrolla toda clase de técnicas, generalmen<strong>te</strong> no muy<br />
ingeniosas, porque el placer que deparan deja mucho que desear, aunque<br />
acaso el gozan<strong>te</strong> crea que está libando puras delicias.<br />
Una expresión típica del sumo placer deseable suelen ser las fiestas<br />
populares+++++ “El carnaval es la fiesta más completa de los hombres.<br />
Lo tiene todo: la risa, la barbarie, el disimulo, el miedo, la inquietud y la<br />
perfidia humana. Hay en él sentimientos ancestrales totémicos que se<br />
remontan a las épocas más lejanas.” (Pío Baroja).
Pero tampoco es eso lo peor. Es que el homo sapiens no se conforma con<br />
el descanso. Lo quiere con jolgorio y bullicio y marcha, mucha marcha,<br />
porque sin estos importan<strong>te</strong>s complementos no hay felicidad posible.<br />
Aquí es donde la Diosa Razón empieza a negar sus bendiciones al homo<br />
sapiens. En la irracional sociedad nuestra, nada menos que las<br />
mismísimas Autoridades derrochan muchos talentos y muchos dineros<br />
organizando barullo y fiestas. En la sociedad racional no puede ser así.<br />
No esperemos que en esta empresa nos ayude la Diosa Razón.<br />
Hoy una vida feliz es inalcanzable sin fiestas aderezadas con un alarde de<br />
piro<strong>te</strong>cnia: ¡que no fal<strong>te</strong>n los fuegos artificiales, o al menos los petardos<br />
y cohe<strong>te</strong>s de fuer<strong>te</strong> estampido! La piro<strong>te</strong>cnia ha causado numerosos<br />
acciden<strong>te</strong>s, incluso mortales. ¿Qué importa? Son cosas de la vida. Hay<br />
que divertirse. Hay que gozar... Pero la Diosa Razón dice que así no. Que<br />
no habrá cohe<strong>te</strong>s para fiestas, a menos que inven<strong>te</strong>mos algo que garantice<br />
su inocuidad. Y aun así...<br />
Hoy una vida feliz es inalcanzable sin fiestas patronales en las que se<br />
haga subir una cabra al punto arqui<strong>te</strong>ctónico más elevado posible en el<br />
pueblo —el campanario de la iglesia—, se congregue el vecindario de<br />
manera que pueda con<strong>te</strong>mplar el grandioso espectáculo, y reír gozoso<br />
viendo cómo cae y se despanzurra la cabra despeñada desde lo alto. Hay<br />
personas que sufren con sólo pensar en ello. ¿Qué importa? No hay que<br />
ser sensiblero. Hay que divertirse. Hay que gozar... Pero la Diosa Razón<br />
dice que así no. Y conseguirá, sin prohibir nada, que el vecindario<br />
abandone la tradicional costumbre.<br />
Hoy una vida feliz es inalcanzable sin fiestas en las que haya corridas de<br />
toros y encierros emocionan<strong>te</strong>s. No importa que a veces el Santo Patrón<br />
olvide que los mozos le han pedido bendición y pro<strong>te</strong>cción para correr el<br />
encierro. Tampoco importa demasiado —¡cómo va a importar, si sólo<br />
acaece alguna que otra vez!— que el torero vaya desde la plaza<br />
directamen<strong>te</strong> al cemen<strong>te</strong>rio. Hay que disfrutar del Ar<strong>te</strong>. Del maravilloso<br />
ar<strong>te</strong> de la tauromaquia. Hay que gozar... Pero la Diosa Razón dice que así<br />
no. Y conseguirá, sin prohibir nada, que llegue el día en que no se<br />
“celebre” una corrida más en el planeta Tierra.<br />
Mucha gen<strong>te</strong> vive convencida de que en su tierra nunca se podrá<br />
prescindir de las corridas de toros, o de los encierros, porque al menos en<br />
esa tierra son absolutamen<strong>te</strong> irrenunciables. Aprecio una falsedad en es<strong>te</strong><br />
argumento. La palabra “absolutamen<strong>te</strong>” quiere decir que siempre será<br />
irrenunciable el espectáculo. Y eso no puede saberse de ninguna manera.<br />
Al ciudadano romano, antiguamen<strong>te</strong>, le parecieron inconcebibles el<br />
anfi<strong>te</strong>atro y los gladiadores: hoy ningún ciudadano romano los necesita.<br />
En sociedad logocrática no deben “celebrarse” corridas ni encierros. Por<br />
la sencilla razón de que, per se, llevar toros en carrera y lidiarlos luego<br />
en una plaza no es necesario para hacer feliz al género humano, aun<br />
supuesto que para algunas personas hoy fuese causa de inenarrables<br />
255
placeres. En cambio, es un estorbo para la felicidad general, por el<br />
sufrimiento que origina al mozo corneado en el encierro, al torero cogido<br />
en la plaza, a los familiares, a los allegados...<br />
La Razón tiene recursos de sobra para acabar con el bellísimo ar<strong>te</strong> de la<br />
tauromaquia. No de la noche a la mañana, pero sí gradualmen<strong>te</strong>. Y sin<br />
traumas para nadie, por muy aficionado que sea el aficionado. Por<br />
ejemplo, el aficionado no se hará el haraquiri porque se le anuncie que, a<br />
partir del próximo decenio, en la misma corrida no podrán lidiarse nunca<br />
más de cinco toros. Median<strong>te</strong> recor<strong>te</strong>s graduales de es<strong>te</strong> tipo, y median<strong>te</strong><br />
la adopción de racionales medidas cola<strong>te</strong>rales, para nadie resultará<br />
traumática la definitiva supresión de las corridas de toros. Las medidas<br />
cola<strong>te</strong>rales tampoco serán difíciles de adoptar ni de aplicar.<br />
a) Desaparición de toda publicidad en favor de la tauromaquia, de las<br />
corridas a celebrar, o de las celebradas, incluida la propaganda que<br />
indirectamen<strong>te</strong> hacen las biografías y otras historias de toros y toreros.<br />
Quienquiera que desee cualquier información al respecto, podrá ob<strong>te</strong>nerla<br />
en privado sin cortapisa alguna, pero nunca se le informará de ello<br />
públicamen<strong>te</strong>.<br />
b) Cierre definitivo de toda escuela taurina o centro destinado a<br />
fomentar de uno u otro modo la afición.<br />
c) Paulatina reducción de todo estipendio “desmesurado” hasta su<br />
total y oportuna desaparición. En cuanto al pintoresco argumento clásico<br />
de que “más cornás da el hambre”, digamos que en la sociedad racional<br />
no puede hacer fuerza, puesto que en la sociedad racional nadie puede<br />
pasar hambre.<br />
d) Paulatino e imparable incremento del precio a pagar por asistir al<br />
espectáculo.<br />
e) Previa educación general esmerada, y eventual formación<br />
profesional adecuada, ofertas más <strong>te</strong>ntadoras que la dedicación al toreo<br />
(si alguien empezara a sentirse atraído por él). Etcé<strong>te</strong>ra.<br />
*38 Gitanismo - Según cuentan las crónicas, los gitanos han sido<br />
generalmen<strong>te</strong> rechazados por nuestra sociedad, escarnecidos, expulsados,<br />
perseguidos, proscritos, esclavizados. No comprendo por qué las razones<br />
aducidas para ello por nuestra sociedad han podido ser motivo suficien<strong>te</strong><br />
para tanto aborrecimiento y tanta persecución.<br />
Según cuentan las crónicas, “desde siempre [los gitanos] han despertado<br />
cierto malestar allí donde se asientan, por su particular modo de afrontar<br />
la vida.” No lo entiendo, pero, si es verdad que “despiertan cierto<br />
malestar”, y si se quiere poner fin a “su particular modo de afrontar la<br />
vida”, no es necesario perseguirlos ni expulsarlos ni ex<strong>te</strong>rminarlos.<br />
Basta convertir en racional esta sociedad nuestra en la que no quieren los<br />
gitanos in<strong>te</strong>grarse.<br />
256
Actualmen<strong>te</strong>, sesenta de cada cien gitanos en España son analfabetos. La<br />
mitad de la población infantil está escolarizada, pero sólo un 7% <strong>te</strong>rmina<br />
la EGB (entre otros motivos porque debe contribuir al man<strong>te</strong>nimiento de<br />
la familia). Si se ofrece al gitano todo lo que hemos visto en el apartado<br />
Educación de es<strong>te</strong> mismo capítulo, más lo que vimos en el capítulo VIII<br />
de la Segunda Par<strong>te</strong> (Economía), no quedará ningún gitano analfabeto, y<br />
el gitanismo se autoinmolará espontáneamen<strong>te</strong>, porque nació y se<br />
desarrolló y sobrevivió con carác<strong>te</strong>r y fines eminen<strong>te</strong>men<strong>te</strong> defensivos, y<br />
en una sociedad racional no <strong>te</strong>ndría nada de que defenderse.<br />
*39 Guerra, lucha, pelea... - ¡Cielos! ¡A fe que es pugnaz el animal<br />
racional! ¡De todo hace casus belli! Por un quítame allá esas pajas, arma<br />
la de San Quintín.<br />
Antiguamen<strong>te</strong> no había pueblo donde la profesión “guerrero” no fuera<br />
prácticamen<strong>te</strong> la única posible entre los habitan<strong>te</strong>s del sexo masculino.<br />
Hasta se decía que no era posible vivir en paz si no se hacía la guerra: si<br />
vis pacem, para bellum.<br />
Hoy el homo pugnax, incluso cuando juega al fútbol, a la pelota, al <strong>te</strong>nis,<br />
al rugby, tiene que hacerlo guerreando: o se guerrea, o no in<strong>te</strong>resa el<br />
juego, por soso y falto de chispa... Tuvo razón Orwell cuando dijo que el<br />
depor<strong>te</strong> es una guerra sin armas.<br />
Dos filósofos han iniciado una discusión o controversia. Lo lógico sería<br />
que dialogaran buscando en mutua colaboración la Razón o la Verdad.<br />
Pero no dialogan así. Lo hacen a tiro limpio dialéctico, sólo para batir y<br />
rebatir el uno al otro (“batir” es “derrotar al enemigo”, “atacar y derruir<br />
con la artillería”).<br />
Si la <strong>te</strong>levisión ofrece como espectáculo un deba<strong>te</strong> entre in<strong>te</strong>lectuales, los<br />
<strong>te</strong>lespectadores no tienen el mínimo in<strong>te</strong>rés en averiguar o en saber cuál<br />
es la verdad o la razón del caso que va a plan<strong>te</strong>arse en el plató. Lo que<br />
in<strong>te</strong>resa es —tras de saberse quiénes discu<strong>te</strong>n— que el plató se<br />
transforme en ring. Lo que in<strong>te</strong>resa y regocija y excita es con<strong>te</strong>mplar una<br />
buena “pelea de gallos”.<br />
Los creyen<strong>te</strong>s que predican la divina orden de amar al prójimo, lo<br />
machacan en feroces guerras, y precisamen<strong>te</strong> en el nombre de ese mismo<br />
Dios cuya voluntad —dicen— es que se haga la guerra “al infiel”, y al<br />
“eje del Mal”.<br />
Los políticos, aparen<strong>te</strong>men<strong>te</strong> nacidos con la misión de man<strong>te</strong>ner al pueblo<br />
en paz, se pasan la vida guerreando entre ellos. En Política todo se<br />
reduce a trazar estra<strong>te</strong>gias, a luchar contra el enemigo, a derrotar al otro<br />
candidato, a conseguir la victoria electoral... De facto, la finalidad real<br />
de su actividad política no es conseguir y man<strong>te</strong>ner o acrecentar el bien<br />
común, sino crear y man<strong>te</strong>ner y ganar la “pelea callejera” entablada entre<br />
partidos políticos. En épocas de parlo<strong>te</strong>o, por lo general no guerrean con<br />
257
tanques y cañones, pero sí alguna vez a puñetazos, como ha solido verse<br />
en algunos Parlamentos, a pesar de que el Parlamento es lugar<br />
expresamen<strong>te</strong> concebido para el parlo<strong>te</strong>o.<br />
Incluso en tiempos de mero parlo<strong>te</strong>o, hay políticos para quienes la guerra<br />
—con tanques y cañones— constituye necesidad vital. He conocido algún<br />
marxista a quien visiblemen<strong>te</strong> molestaba mi propuesta de resolución de la<br />
problemática social median<strong>te</strong> una revolución in<strong>te</strong>lectual sin violencia<br />
física. Su fanática religiosidad marxista le hacía despreciar y desoír el<br />
vocablo mismo “Razón” (que, según él, sólo puede ofrecer paños<br />
calien<strong>te</strong>s), y lo único factible era dar caña al capitalista.<br />
El culmen de lo trágico llega cuando el hombre, obstinado en querer algo<br />
que ningún parlamento le dará, decide hacer la Guerra por antonomasia.<br />
<strong>Logos</strong> no dará vida a guerreros de ninguna especie. Auspiciará depor<strong>te</strong>sjuego,<br />
pero hará que los depor<strong>te</strong>s-guerra sean impracticables. Auspiciará<br />
cuantos deba<strong>te</strong>s quieran desarrollar los in<strong>te</strong>lectuales, pero no habrá<br />
“peleas de gallos” para regocijo de espectadores. También hará que sean<br />
imposibles cualesquiera guerras de religión. Erigirá un auténtico<br />
Parlamento abierto a todo el mundo, excepto a los políticos, a los<br />
creyen<strong>te</strong>s, a los filósofos (es decir a quienes viven divorciados de la<br />
Razón). Y, los políticos, por supuesto, jamás podrán hacer lo que ha sido<br />
la sempi<strong>te</strong>rna Guerra por antonomasia, porque la economía dirigida por<br />
<strong>Logos</strong> no producirá ni cartuchos.<br />
*40 Huelgas, manifestaciones... - +++<br />
*41 Igualdad de sexos - (anulado)<br />
*42 Indumentaria - Desmond Morris dice que hay ciento noventa y<br />
tres especies vivien<strong>te</strong>s de simios y monos; que ciento noventa y dos de<br />
ellas están cubiertas de pelo; y que la excepción la constituye un mono<br />
desnudo que se ha puesto a sí mismo el nombre de homo sapiens.<br />
También dice que la función, o una de las funciones, del pelo en los<br />
mamíferos, es la de man<strong>te</strong>ner una constan<strong>te</strong> y precisa <strong>te</strong>mperatura del<br />
cuerpo:<br />
258<br />
Los sis<strong>te</strong>mas de control de la <strong>te</strong>mperatura son de vital importancia, y<br />
la posesión de una gruesa y aislan<strong>te</strong> capa de vello juega<br />
principalísimo papel para evitar la pérdida de calor.<br />
Eso permi<strong>te</strong> pensar que hubo un tiempo en que nosotros también <strong>te</strong>níamos<br />
pelo. Que lo perdimos por la razón que fuere. Que lo sustituimos por una<br />
vestimenta. Y que, a falta de pelo, es necesaria la vestimenta para la<br />
felicidad del ser humano. Por consiguien<strong>te</strong>, la sociedad logocrática tiene<br />
a ese respecto una clara disyuntiva: o proporciona al ciudadano los<br />
medios que le permitan recuperar el perdido manto de vello, o le ofrece<br />
vestimenta gratis.
El mundo en el que vivimos actualmen<strong>te</strong>, que nada tiene de logocrático,<br />
invier<strong>te</strong> millones de millones de horas de trabajo en la confección de<br />
vestimentas que no son necesarias para la felicidad del ser humano. El<br />
jefe de gobierno y la presentadora de <strong>te</strong>levisión han de aparecer en<br />
público vestidos impecablemen<strong>te</strong>, exhibiendo una flaman<strong>te</strong> indumentaria,<br />
distinta en cada uno de los trescientos sesenta y cinco días del año. ¿Qué<br />
digo “presentadora” y “jefe de gobierno”? Todo ciudadano que se precie<br />
de “ser algo”, debe salir a la calle con vestimentas “a la moda”,<br />
originales, elegan<strong>te</strong>s... No se puede ser feliz vistiendo todos los días la<br />
misma ropa...<br />
No piensa así la diosa Razón. Una sociedad que esté dirigida por la<br />
Razón debe gratuitamen<strong>te</strong> ofrecer al ciudadano la cantidad y la clase de<br />
ropa estimada por la ciencia médica (unánimemen<strong>te</strong>) como necesaria para<br />
la felicidad, así sea una sencilla túnica o un saco. Pero debe ponerle muy<br />
caros los caprichos de la moda en el vestir: todo lo caros que sea<br />
menes<strong>te</strong>r para que se pueda con ese dinero cos<strong>te</strong>ar la producción de los<br />
bienes y servicios que, por necesarios, han de ofertarse gratis.<br />
Lo mismo vale, por supuesto, para el calzado. Por ejemplo, una mujer que<br />
“necesita” zapato de tacón alto —que fisiológicamen<strong>te</strong> le perjudica, pero<br />
ella lo “necesita” porque la sagrada misión de la mujer es la de ir sexy<br />
por la vida, excitando al macho— debe pagarlo caro. Así procede la<br />
Razón.<br />
Desde luego, no faltará quien se rebele contra una Razón tan...<br />
quisquillosa, y obje<strong>te</strong> diciendo que la sociedad en la que todos los<br />
miembros vistieran ropaje idéntico, sería insoportablemen<strong>te</strong> uniforme y<br />
aburrida, y, por tanto, infeliz. Carece de fundamento la objeción. Esa<br />
hipotética sociedad podría, en efecto, ser infeliz, pero lo sería sólo en el<br />
supuesto de que fuese poco o nada in<strong>te</strong>ligen<strong>te</strong>. El hecho de que todas las<br />
sardinas o todas las azucenas estén uniformemen<strong>te</strong> “vestidas” no implica<br />
ninguna “insoportable uniformidad”. Apar<strong>te</strong> de que la introducción —con<br />
un fin estético— de alguna variedad en el vestir, no sería necesariamen<strong>te</strong><br />
irracional.<br />
*43 In<strong>te</strong>rnet - Se puede hacer y se hace a la sociedad mucho daño<br />
median<strong>te</strong> la Red. La logocracia debe impedirlo. No puede permitirse que<br />
el ciudadano exprese o haga a través de la Red todo cuanto le venga en<br />
gana. Eso no sería racional.<br />
Puesto que en logocracia nadie puede ser propietario de nada —tampoco,<br />
por tanto, de locales, de líneas <strong>te</strong>lefónicas, de aparatos electrónicos...—,<br />
el “gobierno logocrático” tiene a su disposición recursos técnicos<br />
bastan<strong>te</strong>s para el establecimiento de un riguroso control de la Red.<br />
*44 Justicia - abogados, fiscales, jueces<br />
*45 Locomoción - +++<br />
259
*46 Ludopatía - +++<br />
*47 Lujo, superfluidad - En principio, la economía racional no<br />
debe producir nada lujoso o superfluo, mientras no se haya<br />
proporcionado todo lo necesario a todos y cada uno de los habitan<strong>te</strong>s del<br />
planeta. Su porqué está a la vista, si el fin esencial de la vida social es la<br />
felicidad mayor posible de todos: No puede <strong>Logos</strong> malgastar energía y<br />
cerebros y músculos en la producción de superfluidad o placer,<br />
mientras necesi<strong>te</strong> gastar energía y cerebros y músculos en la<br />
producción de lo necesario para que el mundo no sufra.<br />
Estos días en los que voy redactando sal<strong>te</strong>adas páginas del presen<strong>te</strong><br />
capítulo, hay cerebros y músculos humanos, camiones, máquinas tipo<br />
bulldozer, máquinas-filtro, muchas máquinas,... que trabajan febrilmen<strong>te</strong><br />
removiendo montañas de arena en la donostiarra playa de Ondarreta.<br />
¿Para qué? Para expurgar de piedrecitas la playa. Para que los turistas<br />
veranean<strong>te</strong>s disfru<strong>te</strong>n de la acarician<strong>te</strong> arena fina.<br />
Aunque socialmen<strong>te</strong> es irracional dirigir el esfuerzo humano hacia la<br />
producción de placer cuando ese esfuerzo podría ser dirigido hacia la<br />
mitigación de un gran dolor (por ejemplo, hambre, o miseria), la sociedad<br />
actual tiene que hacerlo así, porque está constituida irracionalmen<strong>te</strong>,<br />
máxime en lo que se refiere a la economía y su concepto de “propiedad”.<br />
El propietario tiene que disfrutar de su propiedad, y ob<strong>te</strong>ner de ella el<br />
mayor beneficio posible. Por eso el municipio donostiarra tiene que<br />
mimar a los veranean<strong>te</strong>s, y hacer para ello esfuerzos con los que podría<br />
aliviar (y no alivia) sufrimientos considerables.<br />
La construcción del ho<strong>te</strong>l más lujoso del planeta (en los Emiratos Arabes)<br />
ha costado más de 3.000 millones de euros. Tiene en su in<strong>te</strong>rior más de<br />
6.000 metros cuadrados de superficies revestidas de oro. Cuenta con 302<br />
habitaciones, 40 sui<strong>te</strong>s de 2.800 euros por semana, y 16 sui<strong>te</strong>s<br />
presidenciales de 11.000 euros por noche. Están empleados en el ho<strong>te</strong>l<br />
2.700 trabajadores. Porque los 3.000 millones de euros, en lugar de<br />
invertirse en alimentar gen<strong>te</strong> necesitada, se invirtieron en la construcción<br />
del ho<strong>te</strong>l, miles de personas murieron de hambre.<br />
An<strong>te</strong> estos hechos, el ciudadano sensible se rebela, indignado, contra los<br />
magna<strong>te</strong>s del petróleo, porque dilapidan así un dinero que podría salvar<br />
tantas vidas. Lanzan furiosos ana<strong>te</strong>mas contra personas tan “malas”. Pero<br />
los ana<strong>te</strong>mas no tienen sentido y, lo que es peor, son estériles, inútiles,<br />
baldíos, porque no sólo seguirá ahí ese ho<strong>te</strong>l, sino que mañana se<br />
construirá otro más lujoso todavía.<br />
Lo sensato es dejarse de rebeliones y de ana<strong>te</strong>mas, y exigir la sustitución<br />
de esta sociedad actual irracional por una sociedad racional. En la<br />
sociedad futura no habrá costosas limpiezas de playas donostiarras, ni se<br />
construirán ho<strong>te</strong>les de 3.000 millones de euros, mientras exista en el<br />
planeta un solo niño hambriento. Ya sabes por qué, lector: No puede<br />
260
<strong>Logos</strong> malgastar energía y cerebros y músculos en la producción de<br />
superfluidad o placer, mientras necesi<strong>te</strong> gastar energía y cerebros y<br />
músculos en la producción de lo necesario para que el mundo no sufra.<br />
*48 Magistra vitae - +++ “Querer vivir del pasado es la utopía más<br />
estéril y peligrosa” (Richard Wagner)<br />
De nada sirve estudiar la historia (véase GIL DE SAN VICENTE) con el<br />
fin de que nos aleccione y nos guíe en orden a encontrar la mejor manera<br />
de que seamos felices. Dejaos de <strong>te</strong>orizaciones acerca del capitalismo y<br />
sus crisis y del modo en que se pueden producir las transiciones del<br />
capitalismo al socialismo y demás mandangas.<br />
*49 Ma<strong>te</strong>rnidad, pa<strong>te</strong>rnidad -<br />
261<br />
La decisión de <strong>te</strong>ner o no <strong>te</strong>ner un hijo es una de las libertades más<br />
importan<strong>te</strong>s del ser humano en el entorno de su sexualidad. 62<br />
Lo afirmaron Ochoa y Vázquez, pero en la Nueva Era conceder esa<br />
libertad sería criminal: en la Nueva Era, engendrar un hijo porque a los<br />
progenitores les ha dado la gana de engendrarlo, será un crimen.<br />
El problema no se plan<strong>te</strong>a en otras especies (en estado natural), ya que<br />
ningún otro ser vivien<strong>te</strong>, ni animal ni vegetal, puede jamás adoptar la<br />
decisión de <strong>te</strong>ner o no <strong>te</strong>ner un hijo: in casu, el hijo se tiene (como se<br />
tiene una tormenta o un crepúsculo) por ciega aplicación de las leyes de<br />
la naturaleza y, una vez que ha nacido el nuevo ser, queda en<strong>te</strong>ramen<strong>te</strong><br />
sometido a la implacable criba de la selección natural.<br />
Pero todo cambia en la especie humana. Por ser animal racional, el<br />
hombre ha descubierto la manera de burlar a la selección natural,<br />
posibilitando que sobrevivan individuos tarados, no aptos para la<br />
reproducción. A la larga, el resultado lógico ha sido la progresiva e<br />
irreversible degeneración de la especie, causa (directa e indirecta) de<br />
infelicidad. A causa de que no exis<strong>te</strong> para nosotros criba de la selección<br />
natural, por una par<strong>te</strong> nos hemos multiplicado en exceso — rondamos ya<br />
los sie<strong>te</strong> mil millones de habitan<strong>te</strong>s, a pesar de lo mucho que se hace en<br />
ma<strong>te</strong>ria de anticoncepción—, y por otra par<strong>te</strong> se engendran cada vez más<br />
hijos insanos. Ambas cosas (la excesiva población y la insalubridad<br />
excesiva de la descendencia) hacen sufrir mucho a la humanidad. La<br />
hacen sufrir mucho. Mucho más de todo cuanto podamos imaginar en es<strong>te</strong><br />
momento (porque nunca hemos pensado en ello).<br />
Por eso es un crimen <strong>te</strong>ner hijos cuando a uno le da la gana. Tener hijos<br />
cuando a uno le da la gana es crear una humanidad que deberá<br />
necesariamen<strong>te</strong> sufrir mucho. Eso en la irracional sociedad actual no<br />
constituye crimen, porque la sencilla razón de que no disponemos de<br />
ningún mecanismo que nos permita llevar a cabo racionalmen<strong>te</strong> la<br />
procreación. En sociedad racional sí hay un mecanismo. Por eso el <strong>te</strong>ner<br />
62 El libro de la sexualidad, Elena F.L. Ochoa y Carmelo Vázquez,
o no <strong>te</strong>ner un hijo es asunto que no debe decidir nunca el individuo con<br />
su voluntad, sino la colectividad con su razón.<br />
En la irracional sociedad nuestra, la voluntad o la decisión de <strong>te</strong>ner o no<br />
<strong>te</strong>ner un hijo suele ser, por sus motivaciones, un asunto más bien lúdicohedonístico,<br />
de pura miopía egoísta:<br />
“Lo hace todo el mundo: yo también”.<br />
“¡Es tan bonito! ¡Los niños me encantan!”<br />
“Tenemos que asegurar la continuidad en el negocio.”<br />
“Tenemos que asegurar el man<strong>te</strong>nimiento de la estirpe”.<br />
Eso tiene que acabar en la Era de la Razón. La cuestión de engendrar un<br />
hijo es una cuestión infinitamen<strong>te</strong> más grave que todo eso. En realidad<br />
es nada menos que apostar por una humanidad desgraciada o una<br />
humanidad feliz. Debemos procrear siguiendo estrictamen<strong>te</strong> los dictados<br />
de la Razón, poniendo todos los medios que la Ciencia unánimemen<strong>te</strong> nos<br />
proponga como los más probables de acercamiento a la felicidad máxima<br />
de nuestros descendien<strong>te</strong>s: eugenesia, por ejemplo. +++++<br />
*50 Muer<strong>te</strong> - +++<br />
*51 Nudismo - +++<br />
*52 Pa<strong>te</strong>n<strong>te</strong>s, derechos de autor, copyright... - Pira<strong>te</strong>ría... +++<br />
*53 Paz perpetua - La Biblia es error. Et in <strong>te</strong>rra pax... Se nos<br />
prometió que habría paz en la Tierra para los hombres de buena voluntad.<br />
Fue una promesa que no se ha cumplido. Y que no se cumplirá. La paz no<br />
está al alcance de la voluntad, por buena que sea ésta. Sólo llegará la paz<br />
(si llega) por medio de la in<strong>te</strong>ligencia, del in<strong>te</strong>lecto, de la Razón.<br />
Expresó una gran verdad quien dijo “puesto que la guerra es un invento<br />
de la men<strong>te</strong> humana, también la paz deberá ser inventada por la men<strong>te</strong><br />
humana”. Veamos lo que puede hacer la men<strong>te</strong> humana en favor de la<br />
paz.<br />
+++Pugnacidad, pasión <strong>te</strong>leológica: discusiones, feminismo, política,<br />
depor<strong>te</strong>, religión...<br />
Imperan<strong>te</strong> la Razón en el planeta, y no habiendo propietarios de ninguna<br />
especie, no puede haber fabrican<strong>te</strong>s de armas ni de otros instrumentos<br />
bélicos. Tampoco puede haber Estados, naciones, municipios, etc., que<br />
son propietarios (por lo menos) de “su” tierra. Si a todos la sociedad<br />
logocrática nos despoja de ese y de cualesquiera otros títulos de<br />
propiedad, eo ipso habrá quedado resuelto el problema de la paz perpetua<br />
en la Tierra. Nunca ha sido posible conseguir esa paz, pero la Razón<br />
puede conseguirla.<br />
En un planeta en el que, por no haber propietarios de ninguna especie,<br />
nadie —ni siquiera como nación o Estado— posee tierra suya, es (por<br />
262
contradictorio) ma<strong>te</strong>rialmen<strong>te</strong> imposible que alguien in<strong>te</strong>n<strong>te</strong> defender<br />
“su” tierra. Por la misma razón es li<strong>te</strong>ralmen<strong>te</strong> impensable que alguien<br />
in<strong>te</strong>n<strong>te</strong> apoderarse de tierras ajenas, porque no puede haber cosa “ajena”,<br />
y tampoco puede haber “posesión” de una cosa, si esa cosa no puede<br />
<strong>te</strong>ner propietario.<br />
Para un “gobierno logocrático mundial”, entonces —i.e., para la Razón—,<br />
fácil será desman<strong>te</strong>lar toda industria bélica de la sociedad actual, y toda<br />
estructura o institución militar, conjurando de una vez el pavoroso<br />
espectro de la guerra, e instaurando la paz en el planeta en<strong>te</strong>ro. Es<strong>te</strong><br />
desiderátum, tan in<strong>te</strong>nsamen<strong>te</strong> vivido por millones y millones de<br />
personas, plan<strong>te</strong>aba siempre problemas insolubles de facto: la Razón<br />
puede resolverlos.<br />
A primera vista parece que la desaparición de los ejércitos como<br />
institución, así como el desman<strong>te</strong>lamiento de la industria armamentista,<br />
tienen que perjudicar a numerosas personas cuya vida está ligada a la<br />
profesión militar y a la industria bélica. No es verdad, al menos en lo que<br />
respecta a la economía de los afectados. La sociedad racional y su<br />
sis<strong>te</strong>ma económico pueden y deben man<strong>te</strong>ner sin problemas el statu quo<br />
económico de todos ellos. Tanto el militar definitivamen<strong>te</strong> cesado en su<br />
profesión, como el fabrican<strong>te</strong> de armas con “su” fábrica paralizada o<br />
reconvertida, en régimen logocrático pueden y deben seguir ob<strong>te</strong>niendo<br />
los mismos emolumentos o beneficios que hubieran ob<strong>te</strong>nido en el ancien<br />
régime.<br />
*54 Premios, galardones... En la economía capitalista no se puede<br />
premiar a todos los merecedores, porque el dinero que se da como premio<br />
Nobel es un dinero limitado que la entidad otorgadora posee por derechos<br />
de propiedad, y que equivale a riqueza. En la economía racionalista el<br />
dinero no es riqueza de nadie, ni está limitado, y se premia a todos. El<br />
Nobel es premio que se concede a quien ha ganado una guerra. +++<br />
*55 Prostitución - En la Era de la Razón el oficio más viejo del<br />
mundo será prácticamen<strong>te</strong> inejercible. +++<br />
*56 Religión - Si alguna vez en el curso de la Historia llegamos a la<br />
Era de la Razón, la sociedad que habrá nacido en ella —sociedad<br />
completamen<strong>te</strong> nueva— deberá des<strong>te</strong>rrar de nuestras vidas toda creencia<br />
religiosa. Hoy, a una gran par<strong>te</strong> de la población, esta idea le resultará<br />
inaceptable, por no haberla en<strong>te</strong>ndido bien: por haber pensado que el<br />
hombre es libre de creer lo que quiera, y de seguir o practicar la religión<br />
que quiera.<br />
No se trata de eso. La civitas nova des<strong>te</strong>rrará de nuestras vidas toda<br />
creencia religiosa, pero dejando al hombre en completa libertad para que<br />
crea, y para que profese la religión que quiera. Y la des<strong>te</strong>rrará, no<br />
precisamen<strong>te</strong> porque la religión sea “el opio del pueblo”, ni porque de<br />
facto se haya convertido en informal sociedad mercantil o en puro partido<br />
263
político, ni porque es muy capaz de quemar vivos a los Galileo que<br />
estudien astronomía, ni porque puede inducir a millones de creyen<strong>te</strong>s a<br />
que den muer<strong>te</strong> a los Rushdie que ofendan a un Dios inexis<strong>te</strong>n<strong>te</strong>, ni<br />
porque puede condenar a muer<strong>te</strong> por lapidación a una mujer, sólo porque<br />
tuvo una relación sexual extramatrimonial...<br />
Cuando murió Juan Pablo II, un sacerdo<strong>te</strong> católico (<strong>te</strong>ólogo, por<br />
añadidura), entre sesudos comentarios de variada índole, escribió esto en<br />
el diario Gara:<br />
264<br />
La religión (como la política) es de suyo muy emotiva y se presta a<br />
provocar entusiasmos deliran<strong>te</strong>s, e incluso, si se <strong>te</strong>rcia, guerras<br />
encarnizadas.<br />
Ni siquiera es precisamen<strong>te</strong> ésa la razón por la que <strong>Logos</strong> acabará con la<br />
religión. Aunque no existiera ninguno de los motivos arriba expuestos, en<br />
la Era de la Razón debe la religión desaparecer para siempre,<br />
simplemen<strong>te</strong> porque es el resultado (la consecuencia, el efecto) de<br />
creencias —doctrinas, afirmaciones— arbitrarias, erróneas, falsas. Hace<br />
tiempo que lo denunciaron La Mettrie y Holbach:<br />
Las afirmaciones religiosas carecen de solidez noseológica.<br />
La futura sociedad racional no asistirá pasivamen<strong>te</strong> al nacimiento y<br />
propagación de falsedades y errores, porque habrá decidido que su único<br />
fin es hacer feliz a la humanidad, y sabrá que siempre el Error, al menos<br />
en principio, es causa de infelicidad humana. La religión en ocasiones<br />
puede poner fin a dolores puntuales. O mitigarlos al menos. Pero el<br />
sufrimiento que puede causar (y ha causado) al género humano es<br />
inmensamen<strong>te</strong> mayor que el que puede aliviar (máxime en sociedad futura<br />
que se presume feliz, sin grandes dolores que aliviar).<br />
Extirpar de la sociedad la Religión porque es hija del Error, no es<br />
impedir o prohibir que los creyen<strong>te</strong>s profesen la religión que quieran.<br />
Serán éstos libres de adherirse a cualquier creencia. Lo que no deben<br />
esperar es que la sociedad positivamen<strong>te</strong> les ayude a man<strong>te</strong>nerla,<br />
poniendo en sus manos los medios necesarios para su man<strong>te</strong>nimiento y su<br />
propagación. Si quieren tales ayudas, <strong>te</strong>ndrán que demostrar que es<br />
verdadera la doctrina que predican.<br />
Para extirpar el error o falsedad que es la religión, una sociedad<br />
logocrática no necesita quemar iglesias y matar curas y monjas, como ya<br />
se hizo alguna vez en la Era de la Sinrazón. Dado su “lema fundacional”<br />
—reducir el dolor humano al mínimo posible—, debe extirpar el error o<br />
falsedad sin hacer daño a nadie, o haciéndolo con el menor sufrimiento<br />
posible. Gobernada por <strong>Logos</strong>, puede conseguirlo.<br />
Por ejemplo, ya que —extinguidos todos los derechos de propiedad—<br />
tiene en sus manos las riendas de la economía, a) puede la Razón, sin<br />
traumas, gradualmen<strong>te</strong>, sensim sine sensu, modificar por completo el uso<br />
y el destino de locales, edificios, <strong>te</strong>mplos, vasos sagrados, vestiduras
sagradas, libros sagrados, imaginería, etc., que en la Era de la Sinrazón<br />
fueron propiedad de los creyen<strong>te</strong>s; b) puede reducir del mismo modo,<br />
hasta su anulación total, el acceso de los creyen<strong>te</strong>s a los medios de<br />
comunicación; y c) puede también educar a las nuevas generaciones<br />
desde la primera infancia en el conocimiento de la Verdad, porque nadie<br />
tiene —ni siquiera los padres—el “derecho” de enseñar a la infancia<br />
errores y falsedades.<br />
*57 Sanciones, multas... - +++<br />
*58 Seguros - +++<br />
*59 Sexo - +++ Nada tiene que ver el sexo con el amor. El sexo es<br />
pura y simplemen<strong>te</strong> placer. El cosmos es una obra de ingeniería<br />
absolutamen<strong>te</strong> perfecta. Las imperfecciones puntuales que hay en él se<br />
deben a la necesidad férrea que tiene de some<strong>te</strong>rse en todo a reglas o<br />
leyes metricogeométricas de absoluta precisión. Su perfección, sobre<br />
todo la de los reinos animal y vegetal, no es (como tanta gen<strong>te</strong> cree) un<br />
ciego resultado del azar, combinado con la selección natural. Es<br />
únicamen<strong>te</strong> un logro de la Razón. Es la Razón —y no unas presuntas e<br />
inexis<strong>te</strong>n<strong>te</strong>s “fuerzas físicas” de la naturaleza— la que mueve todos y<br />
cada uno de los elementos constitutivos del cosmos. 63<br />
La historia del cosmos es la historia de una perfecta evolución<br />
ascenden<strong>te</strong> que, partiendo de cero en ingeniería — partiendo de la rudis<br />
indigestaque moles de Ovidio— continuamen<strong>te</strong> avanza ob<strong>te</strong>niendo cada<br />
vez mejores logros técnicos, hasta que llegue el instan<strong>te</strong> en que las<br />
propias leyes metricogeométricas habrán cerrado el paso a ul<strong>te</strong>riores<br />
avances.<br />
Por lo que sabemos nosotros, el máximo logro de perfección de la obra de<br />
ingeniería cósmica es, hasta el momento, la especie humana. Tiene ésta<br />
numerosas imperfecciones puntuales, pero hasta ahora es técnicamen<strong>te</strong> lo<br />
mejor que ha logrado la Razón, porque le ha instalado en el cerebro un<br />
imperceptible mecanismo que hace asombrosas maravillas.<br />
Una de las imperfecciones puntuales de nuestra especie es el<br />
funcionamiento del aparato genital. Es<strong>te</strong> aparato fue diseñado por la<br />
Razón con el único fin de que nazcan individuos de nueva generación —<br />
puesto que han de morir (en cumplimiento de las leyes físicas) los<br />
individuos de las generaciones preceden<strong>te</strong>s—, y gracias a eso, al perdurar<br />
la especie pueda perdurar la perfección técnica lograda. Para ello la<br />
Razón diseñó dos diferen<strong>te</strong>s clases de individuo, macho y hembra, con<br />
sus respectivos aparatos de reproducción, también diferen<strong>te</strong>s. El del<br />
macho fue diseñado para que produzca (e introduzca en el de la hembra)<br />
elementos fisicoquímicos activadores, capaces de iniciar en la hembra el<br />
proceso de construcción del individuo de nueva generación. Mientras que<br />
el de la hembra fue diseñado para requerir esa introducción de elementos,<br />
63 Véase mi ensayo <strong>Logos</strong> avanza...<br />
265
únicamen<strong>te</strong> cuando se pueda —ya que no siempre se puede— iniciar el<br />
proceso de construcción.<br />
El imperfecto funcionamiento del aparato genital en la especie humana<br />
consis<strong>te</strong> en que se depositan a menudo los mencionados elementos<br />
activadores fuera del aparato genital de la hembra. O en que se depositan<br />
dentro de él pero ex<strong>te</strong>mporáneamen<strong>te</strong> (en momentos en que no es posible<br />
iniciar el proceso de construcción). El funcionamiento es imperfecto,<br />
como lo sería el de la manguera del bombero que, para apagar un<br />
incendio en la casa de Pedro, vertiera toda el agua en el río. O la vertiera<br />
toda en la casa cuando en ella no hay ningún incendio.<br />
Como cualquier otra imperfección, también el imperfecto funcionamiento<br />
del aparato genital en la especie humana se debe a que en el cosmos<br />
acaece todo con sujeción a reglas o leyes que no admi<strong>te</strong>n excepción: el<br />
cerebro humano, por ejemplo, tiene mecanismos que impelen al<br />
individuo, físicamen<strong>te</strong>, a lanzarse en busca del placer mientras otros<br />
mecanismos no in<strong>te</strong>rvengan físicamen<strong>te</strong> en sentido contrario. Sin<br />
embargo, el imparable proceso de perfeccionamiento que dirige la Razón<br />
en el cosmos tiene que eliminar toda imperfección que, sin quebranto de<br />
las leyes físicas, pueda eliminarse. El omnímodo poder de la Razón<br />
¿conseguirá enderezar al irracionalísimo animal racional que llamamos<br />
homo sapiens sapiens, y que deberíamos llamar homo fornicans<br />
fornicans?<br />
De momento es imposible con<strong>te</strong>star esa pregunta, porque no hay manera<br />
de saber si las leyes de la física seguirán, o no, in<strong>te</strong>rfiriéndose<br />
mutuamen<strong>te</strong> en es<strong>te</strong> asunto, de una manera o de otra. José Luis García,<br />
doctor en Psicología y especialista en Sexología, recien<strong>te</strong>men<strong>te</strong> decía en<br />
una entrevista:<br />
266<br />
Cada vez hay más relaciones sexuales, cada vez más pronto y con más<br />
personas. Nos gus<strong>te</strong> o no nos gus<strong>te</strong>, esto es así, y esto es imparable.<br />
Es imparable en el irracional mundo actual. Pero no se puede afirmar que<br />
también sería imparable en una sociedad racional. Si unánimemen<strong>te</strong><br />
viéramos que no es nuestra sexadicción mejor —sino peor— para la<br />
humana felicidad ¿no conseguiría la Razón, aunque sea muy lentamen<strong>te</strong><br />
—median<strong>te</strong> la eugenesia, median<strong>te</strong> la educación, median<strong>te</strong> el barrido sin<br />
con<strong>te</strong>mplaciones de toda esta lúbrica atmósfera de incentivos sexuales<br />
que respiramos continuamen<strong>te</strong>, etcé<strong>te</strong>ra—, que todo el mundo acabe<br />
siendo casto, y usando el sexo para nada más que para procrear? ¿No lo<br />
conseguiría con la ayuda de fármacos, o median<strong>te</strong> algún tratamiento<br />
médico especial, median<strong>te</strong> la bio<strong>te</strong>cnología...?<br />
Repito que es imposible responder. Lo único que sabemos es que la diosa<br />
Razón, la constructora del perfecto cosmos, no quiere ver la chapuza<br />
técnica de un aparato genital que funciona tan absurdamen<strong>te</strong> como el<br />
nuestro. Lo único que sabemos es que la Razón tiende y <strong>te</strong>nderá<br />
continuamen<strong>te</strong>, con toda su fuerza, a eliminar la chapuza. Y que, si se lo<br />
permi<strong>te</strong> alguna feliz combinación de leyes físicas ¡la eliminará!
*60 Sindicatos - El art. 23 +++<br />
*61 Suicidios - +++ “Para la OMS supone un enorme problema de<br />
salud pública” (Jakue pascual, sociólogo). La epidemia de suicidios,<br />
imposible en logocracia, porque las causas son fruto de la sociedad<br />
irracional.<br />
*62 Tabaquismo - “Un grupo de científicos ha desarrollado una<br />
nueva vacuna experimental contra la adicción a la nicotina. Un 40%<br />
de los participan<strong>te</strong>s en la prueba ha dejado el hábito”. ¿Por qué y para<br />
qué nos hicimos fumadores? Lo hicimos porque el tabaco iba a darnos —<br />
y para que nos diera— placer. Pero numerosos fumadores, muy<br />
numerosos, por haber gozado ese placer, pasado algún tiempo tuvieron<br />
dolor, se encontraron con una prematura muer<strong>te</strong>, y con su muer<strong>te</strong><br />
causaron dolor a otras personas. Toda vez que el fin de la sociedad<br />
racional no es la búsqueda sis<strong>te</strong>mática del Placer, sino la extirpación del<br />
Dolor, una logocracia debe extirpar de raíz el vicio del tabaco.<br />
También hay en la sociedad actual quien querría extirparlo. Pero no<br />
puede, porque debe conformarse con dar al fumador inútiles consejos y<br />
adver<strong>te</strong>ncias, con prohibirle que fume en de<strong>te</strong>rminados lugares, con<br />
elevar tímidamen<strong>te</strong> el precio del tabaco, etcé<strong>te</strong>ra. Los consejos, las<br />
adver<strong>te</strong>ncias, las prohibiciones no son suficien<strong>te</strong>s. No se puede pre<strong>te</strong>nder<br />
que todos los fumadores <strong>te</strong>ngan la in<strong>te</strong>ligencia suficien<strong>te</strong> para dejar de<br />
serlo espontáneamen<strong>te</strong>. Siempre habrá quien busque “razones” poco<br />
in<strong>te</strong>ligen<strong>te</strong>s: “de algo hay que morir”, “no a todos hace daño el tabaco”,<br />
etcé<strong>te</strong>ra. Por eso le es imposible a la sociedad actual erradicar el estúpido<br />
vicio. A la Razón le es posible, como vamos a verlo enseguida.<br />
a) Tras una abolición universal de los derechos de propiedad, nadie en el<br />
mundo en<strong>te</strong>ro dispondría de tierra donde cultivar plantas a su arbitrio. El<br />
vegetal que secretamen<strong>te</strong> un hipotético Pedro quisiera tal vez cultivar<br />
junto a “su” vivienda, o dentro de ella, no prosperaría, ya que la vivienda<br />
de Pedro no sería propiamen<strong>te</strong> “suya”, y la sociedad racional contaría con<br />
medios para destruir legalmen<strong>te</strong> ese vegetal.<br />
b) Tras una abolición universal de los derechos de propiedad, no podría<br />
existir en el mundo ninguna fábrica ni laboratorio donde alguien a su<br />
arbitrio pudiera extraer o producir ma<strong>te</strong>ria fumable.<br />
c) Tras una abolición universal de los derechos de propiedad, podría la<br />
sociedad producir, y distribuir gratuitamen<strong>te</strong> en todo el mundo, fármacos<br />
u otras sustancias que la ciencia haya prescrito como convenien<strong>te</strong>s y<br />
eficaces para dejar de fumar.<br />
d) Para que el actual fumador pudiera sin traumas ir dejando<br />
paulatinamen<strong>te</strong> su vicio y, sobre todo, para disuadir a quien todavía no se<br />
haya iniciado en él, podría la sociedad poner a la venta la mercancía a<br />
precios que gradualmen<strong>te</strong>, pero sin cesar, irían elevándose.<br />
267
Estas medidas, u otras pariguales, unidas a campañas educativas<br />
in<strong>te</strong>ligen<strong>te</strong>s, bastarían para que, pasadas algunas generaciones, ya no<br />
hubiera fumadores en el planeta azul.<br />
*63 Tauromaquia - La población x vive convencida de que jamás<br />
nadie le prohibirá ni le impedirá celebrar su tradicional encierro y<br />
corrida, porque para ella es una tradición absolutamen<strong>te</strong> irrenunciable.<br />
Yo creo que esa convicción es errónea en lo referen<strong>te</strong> a “jamás” (que<br />
significa “por los siglos de los siglos”). No se sabe, ni se puede saber,<br />
qué opinarán y qué sentirán al respecto los descendien<strong>te</strong>s de los<br />
descendien<strong>te</strong>s de la población x. Hace dos milenios. para la población<br />
romana, el anfi<strong>te</strong>atro y los gladiadores eran tradición absolutamen<strong>te</strong><br />
irrenunciable. Hoy no lo son.<br />
La población x no ha pensado qué poder <strong>te</strong>ndría la Razón, si llegara a<br />
gobernar al homo sapiens. En sociedad gobernada por la Razón —si algún<br />
día tal sociedad llega a existir— la Razón <strong>te</strong>ndrá poder suficien<strong>te</strong> para<br />
evitar que ni la población x, ni ninguna otra, celebre encierros ni corridas<br />
de toros. Y lo evitará sin que nadie se haga el haraquiri porque le hayan<br />
arrebatado lo que era “absolutamen<strong>te</strong> irrenunciable”. Basta proceder de<br />
manera gradual, y educar in<strong>te</strong>ligen<strong>te</strong>men<strong>te</strong> a la población. Imaginemos<br />
una posibilidad:<br />
a) En el transcurso del primer decenio se mantiene intacta la tradición. b)<br />
En el siguien<strong>te</strong> decenio, las lidias ya no se realizan con seis toros, porque<br />
en una misma corrida sólo se lidian cinco. c) En el <strong>te</strong>rcer decenio las<br />
corridas no duran sie<strong>te</strong> días, como pedía la tradición, sino sólo seis.<br />
Etcé<strong>te</strong>ra.<br />
Median<strong>te</strong> recor<strong>te</strong>s graduales de es<strong>te</strong> tipo, y median<strong>te</strong> la adopción de<br />
racionales medidas cola<strong>te</strong>rales, a nadie puede traumatizar la definitiva<br />
supresión de las corridas (que habrá <strong>te</strong>nido lugar en el transcurso de<br />
varias generaciones), por muy aficionado que sea el aficionado. Las<br />
medidas cola<strong>te</strong>rales tampoco son difíciles de adoptar ni de aplicar:<br />
1ª) Disminución o supresión de publicidad en favor de la tauromaquia en<br />
general y a favor de las corridas concretas a celebrar (o de las ya<br />
celebradas), incluida la propaganda que indirectamen<strong>te</strong> hacen las<br />
biografías y otras historias de toros y toreros. Quienquiera que desee<br />
cualquier información al respecto, puede ob<strong>te</strong>nerla en privado sin<br />
cortapisa alguna, pero nunca se le informa de ello públicamen<strong>te</strong>.<br />
2ª) Clausura de toda escuela taurina o centro destinado a fomentar de uno<br />
u otro modo la afición.<br />
3ª) Paulatina reducción de todo estipendio concedido al torero, hasta su<br />
negación oportuna. El pintoresco argumento clásico de que “más cornás<br />
da el hambre”, no puede <strong>te</strong>ner sentido en sociedad gobernada por la<br />
Razón, porque en tal sociedad nadie puede pasar hambre.<br />
268
4ª) En fases avanzadas del proceso reductor, paulatino e imparable<br />
incremento del precio a pagar por asistir al espectáculo.<br />
5ª) Previa educación general esmerada, y eventual formación profesional<br />
adecuada, ofertas más <strong>te</strong>ntadoras que la dedicación al toreo (si alguien<br />
empezara a sentirse atraído por él).<br />
*64 Tedio - A nosotros, a quienes vivimos en esta absurda sociedad<br />
actual, nos a<strong>te</strong>rra (o poco menos) la imagen de una futura sociedad en la<br />
que no hubiera prácticamen<strong>te</strong> ninguno de los placeres y diversiones que<br />
disfrutamos nosotros. Nos parece eviden<strong>te</strong> que los miembros de esa<br />
futura sociedad <strong>te</strong>ndrían que vivir aburridos necesariamen<strong>te</strong>.<br />
Se trata de un error de apreciación debido al desconocimiento de la<br />
psicología humana, unido al antropomorfismo: “yo me aburriría, luego<br />
ellos tienen que aburrirse”.<br />
La futura sociedad, si realmen<strong>te</strong> adquiere algún día el uso de razón y<br />
alcanza su mayoría de edad, podrá educar a las nuevas generaciones de<br />
tal modo que no conocerán el <strong>te</strong>dio, y nadie echará de menos las maneras<br />
nuestras de entre<strong>te</strong>nernos.<br />
*65 Televisión - Como consecuencia directa del absurdo “derecho de<br />
propiedad”, el homo sapiens derrocha incalculables dinerales<br />
produciendo sin cesar torren<strong>te</strong>s de imágenes y palabras y músicas<br />
destinadas a dar placer a los <strong>te</strong>lespectadores. En realidad, más o menos, y<br />
tarde o <strong>te</strong>mprano, lo que hace esa <strong>te</strong>levisión es causar infelicidad a los<br />
<strong>te</strong>lespectadores, aunque ellos acaso lo ignoren. Y, sobre todo, privarles<br />
de un inmenso bien que podría hacérseles.<br />
Por supuesto, los responsables no causan daño así al <strong>te</strong>lespectador por<br />
“maldad”. Se lo causan porque dentro de la economía capitalista vienen<br />
obligados a llenar las arcas todo cuanto se pueda, y lo mejor para<br />
llenarlas es ofrecer al público lo que gusta al público. Hacen lo que hacía<br />
Lope de Vega:<br />
Porque, como lo paga el vulgo, es justo<br />
Hablarle en necio para darle gusto.<br />
La sociedad racional no debe “hablar en necio” al vulgo, bajo ningún<br />
pre<strong>te</strong>xto. No deben las an<strong>te</strong>nas de <strong>te</strong>levisión sus<strong>te</strong>ntadas por la Razón<br />
emitir nada para dar placer al <strong>te</strong>lespectador. Pueden darle placer, y se lo<br />
darán, pero todo cuanto se emita por ellas debe enitirse para dar<br />
felicidad: nada para dar placer.<br />
La <strong>te</strong>levisión es un formidable instrumento educativo. Y como tal debe<br />
ser usado en una sociedad racional: nunca para “en necio darle gusto” al<br />
vulgo.<br />
269
*66 Turismo - Un día buscaba yo en in<strong>te</strong>rnet información que nada<br />
<strong>te</strong>nía que ver con el turismo, y el azar me trajo a la pantalla (entre otras<br />
muchas) diecisie<strong>te</strong> palabras que me hicieron dar un respingo por<br />
cosquilleo mental. Fueron éstas las diecisie<strong>te</strong> palabras<br />
270<br />
Yahoo! Noticias - Fernando Sánchez Dragó dice que el turismo es el fenómeno más devastador de<br />
la humanidad.<br />
Y tuve que decirme a mí mismo: “¡Vaya! ¡Es<strong>te</strong> ya debe saber algo!”<br />
Ahora una lógica elemental me obliga a suponer que los argumentos de<br />
Sánchez Dragó tienen que ser más fuer<strong>te</strong>s que los míos. Pero pondré los<br />
míos, pues no conozco los de él.<br />
He aquí el gran mito de la modernidad en la Era de la Sinrazón: sin viaje<br />
turístico en vacaciones no hay felicidad. Si el mito no fue creado por el<br />
voraz sis<strong>te</strong>ma capitalista, al menos está firmemen<strong>te</strong> sus<strong>te</strong>ntado por él. No<br />
hay pueblo que no haga de su flaman<strong>te</strong> Centro de Atracción y Turismo el<br />
febril centro de actividades comunitarias, “por el dinero que deja el<br />
turismo”: hasta las mejoras de toda índole son introducidas en el pueblo<br />
para satisfacer al foras<strong>te</strong>ro, más que al indígena. La alta filosofía del<br />
capitalismo se las apaña bien para embaucar a la gen<strong>te</strong>, haciéndole creer<br />
que la vacación turística es el no va más de una vida de placeres y de<br />
felicidad.<br />
Y esa creencia es falsa. En el mejor de los casos, nos parecerá haber<br />
gozado en vacaciones un extraordinario placer, y no es verdad. Si<br />
observamos bien, y si analizamos fríamen<strong>te</strong> los hechos, veremos que el<br />
placer no ha sido tan extraordinario como nos lo pintó nuestra<br />
imaginación soñadora. Eso en el supuesto más favorable, porque<br />
demasiado a menudo ocurrirá que hubo, por el contrario, más o menos<br />
considerables contratiempos, disgustos, frustraciones, acciden<strong>te</strong>s...<br />
Los grandes viajes vacacionales tienen sentido racional cuando se<br />
organizan para convivir una <strong>te</strong>mporada con familiares o amigos largo<br />
tiempo ausen<strong>te</strong>s, para “veranear” huyendo de los rigores del clima local,<br />
etcé<strong>te</strong>ra. Pero no cuando se organizan para exhibir anatomías en playa de<br />
moda, para visitar exóticos lugares presuntamen<strong>te</strong> paradisíacos, para<br />
conocer otros mundos y otras gen<strong>te</strong>s...<br />
Quien quiera en la sociedad racional hacer turismo, lo hará siempre que<br />
pueda pagarlo. Pero nadie lo fomentará, porque no va a ser “fuen<strong>te</strong> de<br />
ingresos” para nadie. Por ejemplo, nadie patrocinará esas caprichosas<br />
atracciones turísticas —folclor, procesiones de semana santa, etcé<strong>te</strong>ra—<br />
que hoy suelen presentarse como expresiones de cultura y de religiosidad,<br />
y que nada tienen de religioso ni de culto.<br />
*67 Vacaciones-descanso, vacaciones-placer - “El trabajo<br />
hecho a gusto no cansa” (Thomas Jefferson). Por espacio de seis días,<br />
Jehová trabajó duro en la construcción del cosmos, y el séptimo día se<br />
tomó un merecido descanso. En cambio, no tuvo piedad para el recién
creado homo sapiens, y lo conminó —¡por haber sido soberbio,<br />
desobedien<strong>te</strong>, malo!— a que trabajara sin descanso: “¡con trabajo<br />
comerás todo el tiempo de tu vida; con el sudor de tu rostro comerás el<br />
pan!”.<br />
También sobre ese punto, el homo sapiens desobedeció a Jehová:<br />
“¿Comer con trabajo todo el tiempo de mi vida? ¿Yo? Nequaquam!” Para<br />
empezar, decidió tomarse también él un respiro cada seis días de trabajo,<br />
descansando cada séptimo día. Pronto llegó el momento en que el<br />
semanal descanso no le pareció suficien<strong>te</strong>. Fue inventando curiosos<br />
pre<strong>te</strong>xtos para que hubiera soluciones de continuidad en su ciclo laboral<br />
de seis días: había que fes<strong>te</strong>jar la llegada de la primavera, el solsticio de<br />
verano, el año nuevo, las navidades, los carnavales, la Pascua, el día del<br />
Santo Patrón, el aniversario de la Bastilla, el aniversario de la<br />
Constitución, el aniversario de la Independencia, el Día de Acción de<br />
Gracias... No fue eso lo peor. Descubrió que no bastaba descansar el<br />
séptimo día de cada semana, sino que era necesario descansar el séptimo<br />
y el sexto. Se inventó además las vacaciones —vacaciones de verano,<br />
vacaciones de invierno, vacaciones de Pascua—, y la jubilación más<br />
<strong>te</strong>mprana posible.<br />
Hay que perdonarle, no obstan<strong>te</strong>, porque el castigo de Jehová estaba<br />
siendo excesivo. A causa de que no era factible a la sazón organizar la<br />
vida racionalmen<strong>te</strong>, trabajar era penoso. El término “trabajar” deriva del<br />
latino tripaliare, y és<strong>te</strong> deriva de tripalium, que era un instrumento de<br />
tortura, algo así como un cepo ideado para torturar. Por eso es “trabajo”,<br />
etimológicamen<strong>te</strong>, sinónimo de “tortura”. Por otra par<strong>te</strong>, no hay en toda<br />
la biosfera un solo ser vivien<strong>te</strong>, excepto el hombre, que necesi<strong>te</strong><br />
“tripaliarse” para subsistir. Además —esto es peor—, por la dicha causa<br />
de que no era factible a la sazón organizar la vida social racionalmen<strong>te</strong>,<br />
la tierra y los medios de producción y los artículos producidos <strong>te</strong>nían<br />
propietario. Esto obligaba a realizar los trabajos, no para producir el<br />
artículo deseado, sino para que el propietario, de esa producción,<br />
extrajera para sí el mayor posible beneficio. Lo que obligaba a su vez a<br />
que el trabajador tuviera que sufrir su tripalium de cada día duran<strong>te</strong><br />
largas horas.<br />
Aquello era demasiado. Es natural que en tales circunstancias el<br />
trabajador haya <strong>te</strong>nido que vacar tanto y con tanta frecuencia. En el<br />
ordine nuovo no habrá para el trabajador jubilaciones ni vacaciones ni<br />
festividades. Ni siquiera habrá semanal descanso alguno. La razón de ello<br />
es múltiple:<br />
a) En logocracia no hay propietarios. La economía, para subsistir, no<br />
necesita ob<strong>te</strong>ner beneficios y crecer. Nadie los ob<strong>te</strong>ndrá, y la economía<br />
crecerá sólo cuando libremen<strong>te</strong> la sociedad —i.e., la Razón— quiera que<br />
crezca.<br />
b) Los espectaculares avances de la <strong>te</strong>cnología, que permi<strong>te</strong>n a la actual<br />
economía capitalista producir mastodónticos arsenales de artículos<br />
271
innecesarios y de artículos nocivos, permitirá a la economía logocrática<br />
producir, con muy poco trabajo, todo lo que necesita la sociedad.<br />
c) Toda esa producción podrá ob<strong>te</strong>nerse en horario laboral reducido —<br />
pongamos tres o cuatro horas diarias—, porque no habrá nadie a quien<br />
beneficiar con el mero acto de “la producción”, y porque no se <strong>te</strong>ndrá que<br />
producir nada nocivo ni superfluo, excepto cuando la sociedad —i.e., la<br />
Razón— quiera que se produzca alguna superfluidad (y lo querrá sólo<br />
cuando se la pueda producir sin detrimento de las condiciones laborales<br />
del trabajador).<br />
d) Por eso mismo, porque no habrá nadie a quien beneficiar con el mero<br />
acto de “la producción”, el “rendimiento” y el “costo” (de la propia<br />
producción o de la mano de obra) nada importará y, en consecuencia, no<br />
sólo será suficien<strong>te</strong> una reducida jornada laboral, sino que al trabajador<br />
se le proveerá de medios que le ayuden a trabajar de la manera menos<br />
trabajosa posible (por ejemplo, nunca descargará a hombros el saco de<br />
patatas de la furgoneta al suelo, porque lo hará median<strong>te</strong> grúas,<br />
cómodamen<strong>te</strong>, y sin prisas).<br />
e) En la Era de la Razón, trabajar no será tripaliare. Será un<br />
entre<strong>te</strong>nimiento, una actividad gratifican<strong>te</strong>. Gratifican<strong>te</strong> en el sentido de<br />
que, por ley biologicopsicológica universal causa placer el mero hecho de<br />
“hacer bien lo que se está haciendo”. Como decimos vulgarmen<strong>te</strong>, “la<br />
satisfacción del trabajo bien hecho”.<br />
f) En la Era de la Razón desobedeceremos a Jehová, porque nadie<br />
comerá el pan con el sudor de su rostro. Puesto que se nos dará a todos el<br />
pan gratuitamen<strong>te</strong>, el obrero no trabajará para subsistir, sino sólo para<br />
ob<strong>te</strong>ner superfluidades que le den placer. Nadie necesitará trabajar, sino<br />
que trabajará sólo quien quiera hacerlo, y lo hará cuando quiera hacerlo.<br />
Entonces, por tanto, no <strong>te</strong>ndrá ningún sentido conceder al trabajador,<br />
para que descanse, reglamentarias vacaciones con salario incluido. Ni<br />
vacaciones anuales, ni vacación semanal, ni vacación ocasional con<br />
motivo de ninguna festividad o celebración. Ya se tomará él su vacaciónplacer,<br />
o sus vacaciones-placer, cuando quiera y cuanto quiera, con tal<br />
que lo pague como debe pagarse cualquiera otra superfluidad.<br />
*68 Vida, muer<strong>te</strong>, felicidad... –<br />
*69 Violación - Remito al lector Véase al capítulo X de la primera<br />
par<strong>te</strong> (Apun<strong>te</strong>s de sexología), al III de la segunda par<strong>te</strong> (Justa<br />
noción de lo justo), y al apartado Sexo del presen<strong>te</strong> capítulo, en los<br />
que ya se reflexionó acerca de lo que una sociedad racional podría hacer<br />
para que no haya en el mundo ninguna violación.<br />
*70 Violencia de género - Se han puesto muy de moda estas<br />
palabras como definición de las agresiones del hombre a la mujer. Es<br />
272
impropia la definición, además de pedan<strong>te</strong>. A mí me causa la impresión<br />
de ser un “invento bélico” propio del feminismo empeñado en hacer la<br />
“guerra de los sexos”. Es impropia porque las agresiones de la mujer al<br />
hombre (que también las hay) son tan “de género” las del hombre a la<br />
mujer. Y es impropia también porque nada tiene de “violencia de género”<br />
la que el hombre ejerce sobre la mujer, ni la ejercida por la mujer sobre<br />
el hombre. Quiero decir que el hombre no agrede a la mujer por ser<br />
mujer, ni la mujer agrede al hombre por ser hombre. Que la causa inicial<br />
de una desavenencia sea el sexo, no quiere decir que la violencia<br />
subsiguien<strong>te</strong> sea necesariamen<strong>te</strong> sexista.<br />
El 9 de febrero del 2005 nos trajo el periódico la noticia: “Un joven de<br />
26 años mata en Iruñea a su ex novia (de 22) con una escopeta de caza, y<br />
luego se suicida”. Entre las declaraciones a la prensa, hechas desde el<br />
colectivo Bilgune Feminista, pudo leerse esto:<br />
273<br />
Algo está fallando en la educación de la sociedad cuando pasan estas<br />
cosas entre gen<strong>te</strong> tan joven. Deberíamos reflexionar seriamen<strong>te</strong> sobre<br />
es<strong>te</strong> problema.<br />
Pero ese mismo colectivo feminista, olvidándose del “deberíamos<br />
reflexionar”, y sin de<strong>te</strong>nerse a averiguar qué es ese “algo” que está<br />
fallando en la educación de la sociedad, emitió ca<strong>te</strong>góricamen<strong>te</strong> su<br />
veredicto en el curso de esas mismas declaraciones a la prensa:<br />
Es ya la segunda muer<strong>te</strong> consecuencia de la violencia machista en lo<br />
que va de año.<br />
Cuando las agresiones a la mujer se hacen públicas, todo es furiosa<br />
alharaca, repulsa, condena, concentraciones y manifestaciones con<br />
exigencia de severos castigos para el “machista” de turno. Y todo ello,<br />
claro está, an<strong>te</strong>s de indagar si, en efecto, la agresión fue “violencia<br />
machista”, o no.<br />
En Lo que el viento se llevó, el protagonista femenino fue el agresor,<br />
mientras que el masculino, cuyo machismo era eviden<strong>te</strong>, dijo a ella: “Si<br />
fueras hombre, <strong>te</strong> partiría la cara”. ¿Estuvo la violencia de género en el<br />
macho? ¿O estuvo en la hembra? Cuando el joven de 26 años mató a la<br />
joven de 22, e inmediatamen<strong>te</strong> se suicidó ¿por qué la gen<strong>te</strong> afirmó que<br />
hubo violencia sexista, sin saber que la hubo? ¿Acaso ese joven ejerció<br />
también contra su propio sexo violencia sexista?<br />
Las feministas deberían man<strong>te</strong>ner cerrado el pico hasta que se averigüe<br />
cuál ha sido en concreto la causa inmediata de una agresión. Mientras no<br />
lo hagan, la furiosa alharaca sonará a grito de guerra. ¿Por qué no hay<br />
alharaca furiosa cuando el varón es agredido por la hembra? ¿Quizá<br />
porque es<strong>te</strong> caso es infrecuen<strong>te</strong>? No, no puede ser ésa la razón: por<br />
infrecuen<strong>te</strong> que sea, es tan “violencia de género” como en el caso<br />
contrario.<br />
El feminismo pone el grito en el cielo, y hasta increpa a la Autoridad, por
la violencia que se ejerce contra las mujeres. Tengo un par de razones<br />
para juzgar poco razonable esa actitud. 1ª No tiene sentido poner el grito<br />
en el cielo e increpar a la Autoridad, si la Autoridad no sabe por qué ha<br />
existido violencia en un caso dado, ni sabe cómo evitarla, por lo cual es<br />
eviden<strong>te</strong> que no puede evitarla. 2ª No tiene sentido poner el grito en el<br />
cielo e increpar a la Autoridad, sólo cuando se ejerce violencia contra la<br />
mujer: eso es discriminar a los ciudadanos en razón del sexo. Lo sensato<br />
será, si acaso, pro<strong>te</strong>star por la violencia que se ejerce contra una<br />
persona, sea mujer, sea niño, sea hombre.<br />
El gran error de quien pro<strong>te</strong>sta por la llamada “violencia de género”,<br />
consis<strong>te</strong> en hablar por los codos contra la “maldad” que anida en el<br />
agresor y en la sociedad patriarcal, repitiendo mil veces las palabras<br />
“condena”, “repulsa” “castigo”, “lacra”,... cuando ese discurso no sirve<br />
para nada, si de lo que se trata es de resolver el problema. El bla-bla<br />
feminista debe ceñirse a estudiar las verdaderas causas de que exista la<br />
violencia: sólo entonces podrá saber si hay solución, y dónde se<br />
encuentra ésta.<br />
Son muchas las causas. 1ª La enfermiza e insaciable hambre de placer<br />
sexual que sufren los hombres, y también las mujeres. Y an<strong>te</strong> esto último<br />
las feministas no deben mirar a otro lado. 2ª La enfermiza y funesta<br />
pasión sexual denominada “amor”, que no es amor, y que tanto se<br />
pondera y se poetiza y se fomenta en el feminismo y fuera del feminismo,<br />
a través de maravillosas obras de li<strong>te</strong>ratura, de cine, de ar<strong>te</strong>,... y que las<br />
propias mujeres fomentan activamen<strong>te</strong> con su necesidad obsesiva de<br />
parecer bellas y atractivas. Ese presunto “amor” —ex pressado en forma<br />
de celos, infidelidad, rupturas, desamor— es casi siempre la causa<br />
inmediata de las violencias. 3ª La necesidad, enfermiza y antinatural, de<br />
convivir exclusiva y permanen<strong>te</strong>men<strong>te</strong> con una persona de<strong>te</strong>rminada<br />
(novio-novia, esposo-esposa, etcé<strong>te</strong>ra). Esa convivencia origina,<br />
prácticamen<strong>te</strong> siempre, desavenencias que pueden con suma facilidad<br />
generar violencia. 4ª La irracionaal y funesta vigencia del denominado<br />
“derecho de propiedad” en todas sus formas, una de las cuales —la patria<br />
po<strong>te</strong>stad— es a menudo la causan<strong>te</strong> de enfados, y de subsiguien<strong>te</strong>s actos<br />
violentos. 5ª (en realidad, única). La irracionalidad sustancial de la<br />
sociedad en que vivimos.<br />
Déjense las feministas de gesticular airadas contra el machismo. Déjense<br />
de arreme<strong>te</strong>r contra los “culpables” de la violencia doméstica. Déjense de<br />
pancartas y de manifestaciones pidiendo a las autoridades justicia y<br />
castigo. Pídanles una sola cosa: ¡logocracia! Si conseguimos que en lugar<br />
de la democracia nos gobierne la logocracia, ya no habrá “violencia de<br />
género” que lamentar.<br />
*71 Vivienda - Numerosas especies buscan o construyen refugios<br />
donde se guarecen para escapar de ciertos daños o peligros, o de las<br />
inclemencias del tiempo. La especie humana también. Si el refugio se<br />
utiliza de modo permanen<strong>te</strong>, constituye vivienda.<br />
274
Podría pensarse que nuestra especie, cuando todavía éramos prima<strong>te</strong>s<br />
arborícolas, no disponía de vivienda. Pero también puede pensarse lo<br />
contrario: que la espesura del bosque, la fronda, era realmen<strong>te</strong> una<br />
vivienda, puesto que nos pro<strong>te</strong>gía de nuestros predadores.<br />
En cualquier caso parece razonable considerar la vivienda como necesaria<br />
para el ser humano. Objetivamen<strong>te</strong> necesaria. Por tanto, la sociedad<br />
racional o logocrática tiene que proveer de vivienda a quienquiera que<br />
carezca de ella. Incondicionalmen<strong>te</strong>. Gracias a su racionalizado sis<strong>te</strong>ma<br />
económico, y tras el debido recor<strong>te</strong> demográfico, puede hacerlo sin<br />
dificultad.<br />
La vivienda gratuita no puede ser lujosa. Debe <strong>te</strong>ner todas las<br />
condiciones —de ex<strong>te</strong>nsión, higiene, salubridad, abrigo, etcé<strong>te</strong>ra—,<br />
necesarias para la felicidad, pero no lujos. Debe estar emplazada en lugar<br />
seguro, a salvo de previsibles <strong>te</strong>rremotos, ciclones, aludes, inundaciones,<br />
etc., construida sólidamen<strong>te</strong> con ma<strong>te</strong>riales incombustibles. Debe ser<br />
mera vivienda-refugio, individual, con sólo un dormitorio, cama, silla,<br />
<strong>te</strong>levisor, inodoro, ducha, bidé, lavabo... Sin nada superfluo: ni cocina,<br />
ni living room, ni tocador, ni <strong>te</strong>léfono, ni enchufes eléctricos... Para<br />
casos de emergencia, debe existir un pequeño dispositivo de alarma<br />
portátil, para que el inquilino pueda ser inmediatamen<strong>te</strong> a<strong>te</strong>ndido por la<br />
policía o los servicios de socorro.<br />
Por lo demás, puede haber viviendas de pago de toda especie, desde las<br />
más modestas y baratas hasta las más caras y lujosas, desde las<br />
individuales hasta las colectivas a manera de vivienda familiar, pensión,<br />
residencia, ho<strong>te</strong>l, etcé<strong>te</strong>ra.<br />
275
XXII*<br />
Esto no es Tomás Moro<br />
En los primeros capítulos tracé el perfil de una sociedad incardinada en<br />
las esencias de la Democracia, de la Política. Ya se vio que el sis<strong>te</strong>ma no<br />
era deseable. Por irracional. Por inoperan<strong>te</strong> en orden a impedir hechos y<br />
situaciones origen de la infelicidad que sufre una gran par<strong>te</strong> de la familia<br />
humana.<br />
Cada vez es mayor el incremento de la pobreza en sectores amplios de la<br />
población mundial, hasta el punto de que en todo momento el hambre está<br />
matando seres humanos a millares. Continuamen<strong>te</strong> hay focos de guerra<br />
encendidos por todas par<strong>te</strong>s. Epidemias que podrían con facilidad<br />
evitarse destruyen miles de vidas humanas. Millones de niños están<br />
obligados a trabajar duramen<strong>te</strong>, sólo para malvivir. Cuatro mil niños<br />
mueren cada año por malos tratos de sus familiares. Innumerables<br />
jóvenes encuentran prematura muer<strong>te</strong> cuando buscaban felicidad en la<br />
droga. Legiones de jovencitas, víctimas de fácil engaño, emigran al<br />
extranjero con la esperanza de que se les proporcionará un empleo digno,<br />
y en realidad son obligadas a prostituirse. El último decenio del siglo<br />
XX, en China, entre 50.000 y 100.000 mujeres y niños fueron<br />
secuestrados y vendidos por diversas mafias. Cada minuto se come<strong>te</strong> un<br />
asesinato en la gran urbe...<br />
La Democracia o la Política no van a proporcionar al mundo la felicidad<br />
a la que el mundo puede aspirar. Pasan los días, pasan los años, pasan los<br />
lustros, avanzan increíblemen<strong>te</strong> la ciencia y la técnica, pero no se<br />
resuelven los vitales y graves problemas sociales.<br />
276<br />
Una década después del final de la Guerra Fría, los gastos militares en el<br />
mundo están creciendo, nuevas po<strong>te</strong>ncias nucleares han surgido en el planeta,<br />
y, gracias a las enormes cantidades que se destinan a la investigación y<br />
desarrollo de nuevas máquinas de matar, las armas son más precisas y letales<br />
que nunca. Es la fotografía que ha hecho el secretario general de la ONU, Kofi<br />
Annan, sobre el “alarman<strong>te</strong>” fracaso del desarme global.<br />
En general o en abstracto, la irracionalidad del sis<strong>te</strong>ma en la Democracia<br />
o la Política es la causa de que fracasen todos los in<strong>te</strong>ntos de resolución<br />
de la problemática social. Si descomponemos esa causa general en causas<br />
concretas o puntuales, <strong>te</strong>ndremos varias:<br />
1ª La sociedad actual debe fracasar en esos in<strong>te</strong>ntos, porque pre<strong>te</strong>nde<br />
resolverlos ignorando metódicamen<strong>te</strong> que derivan de otros no<br />
cuestionables, tales como el del derecho de propiedad o el de la<br />
demografía excesiva. Tiene que resolverlos presuponiendo (v.gr.) que el<br />
derecho de propiedad es tan natural y tan irrenunciable como el hecho de<br />
que pululen átomos y electrones dentro de nosotros y en derredor nuestro.
2ª Aunque sólo fuese por haberse constituido en un todo orgánico<br />
radicalmen<strong>te</strong> distinto de esta nuestra sociedad atomizada en mil entidades<br />
autónomas —comercios, industrias, municipios, naciones, gobiernos,<br />
Estados...—, <strong>te</strong>ndría clara ventaja la sociedad logocrática, incluso como<br />
mero instrumento ma<strong>te</strong>rial resolutor de problemas. Y no sólo porque<br />
median<strong>te</strong> convenios entre tales entidades pre<strong>te</strong>nde la sociedad actual que<br />
se resuelvan conflictos cuya causa es precisamen<strong>te</strong> el estar la sociedad<br />
constituida por tales entidades. También porque el cerebro director de ese<br />
todo orgánico no necesitará estar a merced de lo que “otros” hagan para<br />
que se resuelva un problema dado, como ocurre en la sociedad actual.<br />
Cuando en ésta surge un cerebro director de relativo alcance (pongamos<br />
la asamblea general de la ONU) instando a que se desarrolle un<br />
de<strong>te</strong>rminado plan de in<strong>te</strong>rés general (por ejemplo, reducción de las<br />
emisiones de CO2 en la atmósfera), ese cerebro no puede por sí mismo<br />
llevar adelan<strong>te</strong> la ejecución del plan. El cerebro ONU, no siendo el<br />
propietario de las industrias y productos contaminan<strong>te</strong>s, no puede por sí<br />
mismo reducir emisiones de CO2: tiene que recurrir necesariamen<strong>te</strong> a<br />
otros cerebros (llámense “nación”, o “Estado”, o “multinacional”, o<br />
“gobierno”...). Entonces el esfuerzo de aquél puede resultar baldío. Y<br />
baldío resulta casi siempre.<br />
277<br />
...los principales obstáculos proceden de Estados Unidos, Japón, y la UE, que<br />
se oponen a la anulación de la deuda...<br />
Seis estados europeos, en especial el español, no reducen las emisiones de<br />
CO2. Según WWF-Adena, están muy lejos de cumplir los compromisos de Kyoto.<br />
En esta sociedad nuestra, la única manera de resolver cualquier problema<br />
de in<strong>te</strong>rés general suele ser siempre a base de compromisos, acuerdos,<br />
convenios, tratados, pactos, etcé<strong>te</strong>ra —el compromiso de Kyoto, por<br />
ejemplo—, que no sólo “yo”, sino también “otros” deben cumplir. El<br />
“yo” de la sociedad logocrática no necesita pedir a “otros” que reduzcan<br />
los gases contaminan<strong>te</strong>s. Los reduce él, porque tiene en sus manos toda la<br />
economía, toda la industria, todo el “comercio”...<br />
Así ocurre también con los “derechos humanos”. Para que el ciudadano<br />
pueda ejercer éstos, la democracia consigue (p.ej.) firmas de<br />
reconocimiento y adhesión a la solemne Declaración Universal de los<br />
Derechos Humanos. Pero se suceden los lustros, y siguen piso<strong>te</strong>ándose<br />
los derechos. La logocracia no necesita declarar cuáles son los derechos<br />
humanos: al contrario, no reconoce ningún derecho. Lo que hace es<br />
organizar y dirigir la vida comunitaria en forma tal que los tales<br />
“derechos” queden automáticamen<strong>te</strong> convertidos en hechos, y nadie <strong>te</strong>nga<br />
que reclamar aquéllos.<br />
3ª Gen<strong>te</strong> bienin<strong>te</strong>ncionada, in<strong>te</strong>resada en mejorar la grave situación en<br />
que nos encontramos, proclama la necesidad (v.gr.) de crear un sis<strong>te</strong>ma<br />
económico radicalmen<strong>te</strong> distinto del actual, pero a renglón seguido<br />
propone fórmulas de arreglo que nada tienen de radicalmen<strong>te</strong> distintas, ya<br />
que no cuestiona el reconocimiento del derecho de propiedad, ni el<br />
exponencial crecimiento demográfico. In<strong>te</strong>nta resolver los problemas
ignorando metódicamen<strong>te</strong> cuál es —y man<strong>te</strong>niendo, por ende, intacta— la<br />
causa que los genera. Y por ese método no se resuelven, como es obvio.<br />
A finales de junio del año 2000, unos 2000 delegados de 188 Estados<br />
miembros de la ONU se reunieron en Ginebra para chequear el desarrollo<br />
social del planeta y, en caso de que no lo hubiera habido, promoverlo. En<br />
efecto, no lo hubo. Esta de Ginebra era la continuación de la Cumbre de<br />
Copenhague celebrada cinco años an<strong>te</strong>s, y <strong>te</strong>nía el mismo objetivo (lo que<br />
demuestra que de poco había servido la Cumbre de Copenhague):<br />
278<br />
Cinco años después de la Cumbre de Desarrollo Social de<br />
Copenhague, cuyo seguimiento realiza esta semana la Asamblea<br />
General de la ONU en Ginebra, el Administrador del PNUD reconoció<br />
que los resultados han sido decepcionan<strong>te</strong>s.<br />
En septiembre del mismo año 2000 se celebró en Nueva York una<br />
espectacular Cumbre del Milenio, que duró tres días. En la noticia que<br />
dieron los medios fueron frecuen<strong>te</strong>s los comentarios escépticos:<br />
El día después de la impresionan<strong>te</strong> Cumbre del Milenio, que ha reunido a 152 líderes<br />
mundiales, todo sigue igual. ¡O peor!...<br />
El encuentro finalizó con más declaraciones retóricas que acuerdos concretos. Es la<br />
conclusión, ya esperada de an<strong>te</strong>mano, que se puede sacar.<br />
Todos coinciden en que la situación del mundo es muy mala —algo para lo que no<br />
hacía falta semejan<strong>te</strong> espectáculo— pero nadie se comprome<strong>te</strong> realmen<strong>te</strong> a dar los<br />
pasos necesarios (cambiar de modelo económico y comercial, y aflojar el bolsillo).<br />
El propio secretario general se lamentaba de que los países pobres hayan renunciado a<br />
reclamar sus derechos. ¿Para qué?<br />
El mundo marcha mal. Tan mal que marcha mal hasta donde... “marcha<br />
bien”. Me refiero a la ciencia. Tras de que está gravemen<strong>te</strong> amenazada<br />
nuestra supervivencia en varios fren<strong>te</strong>s, y cuando eran la ciencia y la<br />
técnica lo único positivo y lo único esperanzador, empieza a ser<br />
precisamen<strong>te</strong> la ciencia la que puede come<strong>te</strong>r decisivos e irreversibles<br />
fatal errors. No por ser ciencia, claro está, sino porque ex<strong>te</strong>nsas áreas de<br />
ella, en esta acéfala sociedad nuestra, están al servicio de la economía<br />
capitalista, de la sucia Política, de la sinrazón... Porque no hay<br />
logocracia, estamos en peligro de que un equipo cualquiera de<br />
bio<strong>te</strong>cnólogos cometa alguna barbaridad irreversible 64 que las normas de<br />
la ética tradicional no habrán podido impedir.<br />
Traigo a colación todos estos an<strong>te</strong>ceden<strong>te</strong>s como prueba de que el mundo<br />
tiene necesidad imperiosa de cambio. Ya hace tiempo que Aurelio Peccei<br />
avisó, poco an<strong>te</strong>s de morir:<br />
La humanidad está abocada al desastre. Es absolutamen<strong>te</strong> preciso obligarle a<br />
tomar otra dirección.<br />
Y todavía ayer, como quien dice, hasta hemos leído que<br />
64 El mes de enero del 2001 lo supimos. Un laboratorio australiano que experimentaba con ratones, había<br />
creado ⎯por acciden<strong>te</strong> fortuito⎯ un virus mortal parecido a la viruela, "que masacró a todos los ratones del<br />
laboratorio". Aunque el virus no afectaba a la especie humana, el director del Departamento australiano de<br />
Control de Plagas animales, Bob Seamark, "reconoció que si a alguna men<strong>te</strong> perversa se le ocurre realizar un<br />
procedimiento similar en la viruela humana, aumentaría su capacidad destructora dramáticamen<strong>te</strong>".
279<br />
el cantan<strong>te</strong> británico Sting, que actuará en el festival Rock in Rio, señaló ayer<br />
que, si se abre el diario hoy en cualquier país, se ve que el mundo es un<br />
desastre total, y que es necesario cambiarlo.<br />
Es decir que el mundo actual, indudablemen<strong>te</strong>, necesita un cambio. Según<br />
nuestras cábalas, el cambio necesario es el de subvenir a la acefalía de<br />
es<strong>te</strong> planeta con la designación de una cabeza rectora compe<strong>te</strong>n<strong>te</strong>, que no<br />
puede ser otra que la Razón. Tenemos necesidad absoluta de ser dirigidos<br />
por una logocracia. Pero esta necesidad nunca será satisfecha, si<br />
“logocracia” es tan sólo “el bonito sueño de una noche de verano”. ¿Hay<br />
motivos para esperar que un día pueda convertirse en realidad?<br />
El optimismo en es<strong>te</strong> asunto sería necio. Y más necio todavía el<br />
pesimismo. La actitud in<strong>te</strong>ligen<strong>te</strong> pide razonar con frialdad, y<br />
justipreciar todos los motivos o razones que haya para esperar, o no, la<br />
necesaria transformación de la sociedad. Hagamos un esfuerzo.<br />
Lo primero a desechar es la idea (bien alojada en algunos cerebros) de<br />
que no debemos preocuparnos por el futuro, ya que “allí arriba”, alguien<br />
con sobrenaturales poderes guiará al hombre amorosamen<strong>te</strong>, de forma que<br />
le haga entrar en razón algún día. No <strong>te</strong>nemos válidas pruebas de que<br />
“allí arriba” exista ese alguien tan solícito, y sería <strong>te</strong>merario que no<br />
pusiéramos manos a la obra, confiando en que ese “nadie alguien de<br />
arriba” ha de librarnos de la hecatombe que se nos avecina según algunos<br />
indicios.<br />
También resulta impruden<strong>te</strong> otra clase de optimismo que parecen sentir<br />
personas incluso in<strong>te</strong>ligen<strong>te</strong>s y cultas. Actualmen<strong>te</strong> el mundo —y a gran<br />
velocidad— camina hacia su propia destrucción. Efecto invernadero,<br />
lluvias ácidas, agujeros en el ozono estratosférico, desertización,<br />
extinción de especies, guerra nuclear, etc., son reales y graves amenazas.<br />
Con frecuencia recibimos dramáticos avisos:<br />
...las instituciones públicas deben involucrarse para evitar el colapso del<br />
planeta. El tiempo apremia, y Tierra sólo <strong>te</strong>nemos una.<br />
Al mundo le queda poco tiempo para salvarse de la hecatombe ecológica.<br />
Si no se toman medidas urgen<strong>te</strong>s, la destrucción de la capa de ozono causará<br />
una catástrofe ecológica mundial, y la muer<strong>te</strong> de decenas de miles de personas.<br />
Encogerse de hombros an<strong>te</strong> estos avisos, 65 y alegremen<strong>te</strong> vaticinar que no<br />
ocurrirá nada porque también hubo en el pasado, y más de una vez,<br />
grandes cambios climáticos, masivas extinciones de especies y pavorosas<br />
catástrofes (tras las cuales el planeta se recuperó siempre), denota<br />
frivolidad o razonamiento inconsis<strong>te</strong>n<strong>te</strong>. La extinción actual de especies,<br />
por ejemplo, no puede compararse con las an<strong>te</strong>riores. Hubo épocas en las<br />
que, a lo largo de varios millones de años, hasta un noventa y tantos por<br />
ciento de las especies llegó a extinguirse, a pesar de lo cual se rehizo la<br />
vida gracias a diversos factores (v.gr., porque no se destruyó el medio<br />
65 Puede que estos avisos en algún punto concreto se hayan exagerado, por in<strong>te</strong>reses económicos, políticos,<br />
etcé<strong>te</strong>ra. Pero eso no es motivo para sentirse optimista. Aunque no se demostrara que ciertos gases causan el<br />
"efecto invernadero", lo pruden<strong>te</strong> será evitarlos en lo posible.
ambien<strong>te</strong>). Pero ahora están extinguiéndose las especies en decenios —no<br />
en milmilenios—, y se está destruyendo el medio ambien<strong>te</strong>.<br />
280<br />
El director del Programa de la ONU para el medio ambien<strong>te</strong>, Klaus<br />
Toepfer hizo un dramático llamamiento a la adopción de medidas par<br />
frenar lo que calificó como “crisis sin preceden<strong>te</strong>s desde la extinción<br />
de los dinosaurios”. [...] El planeta está amenazado por esta pérdida<br />
progresiva de la riqueza animal y vegetal, derivada principalmen<strong>te</strong> de<br />
la contaminación generada por el desarrollo industrial.<br />
Con la destrucción del medio ambien<strong>te</strong>, y con la extinción masiva de<br />
especies por su causa, tiene que extinguirse también la especie humana.<br />
Y, si eso sucede, no podrá la vida resurgir como resurgió tras otras<br />
extinciones masivas.<br />
Es necio acusar de catastrofismo al ecologista que lanza su aviso. Aunque<br />
hubiera sólidos argumentos para pensar que no debe alarmarnos tal o cual<br />
catástrofe que pudiera comprome<strong>te</strong>r la supervivencia de la humanidad,<br />
sería insensato ceder al optimismo, e inhibirse. Me vienen a la memoria<br />
las manifestaciones que hizo Haroum Tazieff cuando la comunidad<br />
científica empezaba a inquietarse de veras por la disminución del ozono:<br />
Esta gran amenaza del año 2000 es una muestra más de las engañifas que<br />
surgieron hace dos años..<br />
Habría que acabar con el alarmismo actual, disipar por completo esta inquietud<br />
y es<strong>te</strong> miedo indebido.<br />
La actitud de es<strong>te</strong> vulcanólogo me pareció impruden<strong>te</strong> en extremo, porque<br />
su solvencia como científico era indiscutible. Tenía sus argumentos para<br />
pensar de ese modo, pero al ver que la comunidad científica opinaba lo<br />
contrario, su obligación era saberse falible, y callar. O al menos dudar.<br />
Mientras no es<strong>te</strong>mos totalmen<strong>te</strong> ciertos de que es infundado el <strong>te</strong>mor de<br />
una grave y posible amenaza x, lo único sensato es in<strong>te</strong>ntar conjurarla<br />
precavidamen<strong>te</strong>. ¿Qué es mejor? ¿Dejar a la catástrofe una vía expedita,<br />
por no alarmar a la gen<strong>te</strong>? ¿O, lamentando la alarma, conjurar la<br />
catástrofe?<br />
Al pronto puede parecer que nuestra hipó<strong>te</strong>sis logotropista —estudiada en<br />
el ensayo Ni Dios ni Darwin— abre las puertas a un optimismo<br />
desenfrenado. Según ella, en la sustancia misma del universo exis<strong>te</strong> una<br />
especie de indefectible <strong>te</strong>ndencia a dejar plasmada en todo tiempo y lugar<br />
la mayor posible perfección “técnica”: la indefectible <strong>te</strong>ndencia a<br />
combinar de una manera racional, perfecta, los elementos constitutivos<br />
del cosmos. Eso, referido a nosotros, quiere decir que en el planeta Tierra<br />
exis<strong>te</strong> la indefectible <strong>te</strong>ndencia natural a conservar las especies, a<br />
incrementar la biodiversidad, a mejorar continuamen<strong>te</strong> las prestaciones<br />
in<strong>te</strong>ligen<strong>te</strong>s (ciencia y técnica) del cerebro humano, a racionalizar las<br />
relaciones humanas en sociedad... Y que, por tanto, hay una indefectible<br />
<strong>te</strong>ndencia natural a crear los agen<strong>te</strong>s sociales necesarios para la<br />
instauración de un régimen de logocracia (que se adecua muy bien al<br />
pujan<strong>te</strong> logos que impera en el cosmos).
Pero el hecho de que exista en la naturaleza una indefectible <strong>te</strong>ndencia a<br />
que sobrevenga el acon<strong>te</strong>cimiento x, no quiere decir que el<br />
acon<strong>te</strong>cimiento x ha de sobrevenir indefectiblemen<strong>te</strong>. La perfección del<br />
universo exige el cumplimiento —indefectible también— de reglas que<br />
nosotros llamamos “leyes fisicoquímicas”. Y ese su estricto<br />
cumplimiento obligado es el que a veces obsta para que pueda<br />
ma<strong>te</strong>rializarse una perfección puntual, pese a la “indefectible <strong>te</strong>ndencia”.<br />
Si dejamos abandonado por mucho tiempo en la orilla del mar un bebé<br />
recién nacido, se ahogará (aunque la madre naturaleza tuviere<br />
“indefectible <strong>te</strong>ndencia” a salvarlo), porque el cosmos no sería perfecto,<br />
si las mareas no subieran y bajaran a sus horas, indefectiblemen<strong>te</strong>.<br />
Por tanto, no ha lugar al optimismo. Alguna vez y por alguna causa<br />
<strong>te</strong>ndrá que extinguirse la vida en es<strong>te</strong> planeta. Nadie puede estar seguro<br />
de que eso no ocurrirá todavía: es posible que el final esté cerca. Es<br />
posible que no <strong>te</strong>ngamos tiempo suficien<strong>te</strong> para transformar la sociedad,<br />
inaugurando logocracia. Hasta es posible que la causa indirecta del<br />
desastre final sea precisamen<strong>te</strong> el hecho de que no haya surgido todavía<br />
media docena de hombres con arranque suficien<strong>te</strong> para hacer que la razón<br />
evi<strong>te</strong> la inminen<strong>te</strong> hecatombe.<br />
Pero tampoco ha lugar al pesimismo: menos todavía. El pesimista se sitúa<br />
en el extremo opuesto, máxime cuando se le habla de transformar la<br />
sociedad o de “arreglar el mundo” para que de una vez reine la paz en la<br />
Tierra, y se ponga fin a la miseria, la ignorancia, la delincuencia... Su<br />
argumento principal suele rondar a es<strong>te</strong> <strong>te</strong>nor:<br />
281<br />
Hace mucho tiempo que exis<strong>te</strong> el hombre, y cuando en tanto tiempo no<br />
ha conseguido arreglar las cosas, es que no tienen arreglo.<br />
En rigurosa lógica, el argumento es falso, porque está implícitamen<strong>te</strong><br />
cimentado en la premisa de que no puede acaecer en el futuro lo que no<br />
pudo acaecer en el pasado, cosa eviden<strong>te</strong>men<strong>te</strong> falsa, ya que a todas horas<br />
acaece algo que fue imposible en el pasado: por ejemplo, el primer viaje<br />
en tren o en avión, o el primer viaje a la Luna. El pesimista insistirá:<br />
No es que, en absoluto, no puede acaecer en el futuro lo que no pudo acaecer<br />
en el pasado. Es que el hombre se ha revelado impo<strong>te</strong>n<strong>te</strong> para resolver el<br />
problema, habiéndolo in<strong>te</strong>ntado muchas veces, cosa que no ha ocurrido con los<br />
viajes ferroviarios, ni con los aéreos, ni con los espaciales. No ha estado el<br />
hombre duran<strong>te</strong> milenios imaginando cómo un artilugio podría llevarnos a la<br />
Luna, pero sí ha estado imaginando cómo podríamos alcanzar la Felicidad.<br />
Empezando por Platón, pasando por Tomás Moro, y acabando en Karl Marx,<br />
muchas fórmulas han sido estudiadas, y ninguna sirvió para resolver el<br />
problema.<br />
Tampoco así tiene fuerza el argumento. Aunque es verdad que se han<br />
imaginado a lo largo de la historia diversos modelos de sociedad ideal o<br />
deseable que no pudieron ma<strong>te</strong>rializarse, quizá quepa imaginar alguno<br />
nuevo que sea viable. Por lo pronto, el analizado en es<strong>te</strong> libro es distinto<br />
de todos los an<strong>te</strong>riores: nadie plan<strong>te</strong>ó jamás el problema de la máxima<br />
felicidad posible de todos los hombres bajo la condición de estudiarlo en<br />
clave escuetamen<strong>te</strong> geométrica o pragmática, lejos de toda “filosofía”.<br />
Quedamos, pues, en que nos es necesario trabajar de firme en la<br />
construcción de una logocracia. Y necesaria, por supuesto, la razonada
282<br />
convicción de que realmen<strong>te</strong> es posible construirla a escala planetaria. Es<br />
decir el razonado convencimiento de que el proyecto de creación de una<br />
tal sociedad no es una utopía. Porque no lo es. No es ni siquiera una de<br />
esas utopías light de signo positivo que, aun sin ser proyectos netamen<strong>te</strong><br />
irrealizables, encierran sin embargo algún elemento ideal, ilusorio, que a<br />
fin de cuentas hace que sea más bien irrealizable el proyecto.<br />
Según afirmó el filósofo alemán Adorno, un elemento constitutivo del<br />
conocimiento humano es la utopía. Debo suponer que se refería sólo a<br />
algunas formas del conocimiento (conocimiento filosófico, por ejemplo).<br />
En los conocimientos específicos de un fontanero o de un linotipista no<br />
creo que entre la utopía como elemento constitutivo. Tampoco en los<br />
conocimientos específicos de quienes tratamos de estudiar cómo podría<br />
ser la sociedad logocrática del futuro.<br />
En el proyecto nuestro de sociedad logocrática no hay ninguna clase de<br />
utopía. Como no la hay en el proyecto de construcción de un embalse, de<br />
un submarino, de una piscifactoría. Nuestro proyecto no es la descripción<br />
poética de una soñada sociedad ideal. Sólo es un plan de reestructuración<br />
social, un plan concreto —real por los cuatro costados— de realización<br />
pragmática de una obra social. No es utopía, aunque luego resultara que<br />
por una u otra causa no pudo realizarse la obra. Es una propuesta,<br />
esencialmen<strong>te</strong> idéntica a la propuesta de construcción de un pantano o<br />
una piscifactoría.
283<br />
Introducción<br />
I* La inoperan<strong>te</strong> Política<br />
II* No exis<strong>te</strong> el Mal<br />
III* Irracionalidad esencial de la democracia<br />
IV* Irracionalidad del voto en concreto<br />
V* El Derecho y los derechos<br />
VI* Terruño, patria, nación...<br />
VII* Hedonopatía<br />
VIII* Apun<strong>te</strong>s de sexología<br />
IX* Depor<strong>te</strong><br />
X* Religión<br />
XI* La Razón en el Cosmos<br />
XII* ¡Quiero vivir!<br />
XIII* Justa noción de lo justo<br />
XIV* Libertad de expresión<br />
XV* Creced y multiplicaos<br />
XVI* Logocracia: condiciones de posibilidad<br />
XVII* Derecho de propiedad<br />
XVIII* Economía<br />
XIX* Sociedad única indivisible<br />
XX* Educación<br />
XXI* Ilimitado poderío de la Razón<br />
XXII* Esto no es Tomás Moro