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...y Logos te gobernará

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...y <strong>Logos</strong> <strong>te</strong> <strong>gobernará</strong><br />

Introducción<br />

El mundo está mal. No puede continuar así. Hay que arreglar esto.<br />

¿Podremos arreglarlo? Hay mucho sufrimiento en él. ¿No se podrá hacer<br />

para que el mundo viva feliz?<br />

Debido probablemen<strong>te</strong> al pesimista prejuicio de que es prácticamen<strong>te</strong><br />

imposible que el mundo viva feliz, nadie estudia esta cuestión (que yo<br />

sepa). No <strong>te</strong>ngo noticia de que se la haya plan<strong>te</strong>ado con carác<strong>te</strong>r<br />

científico en ninguna par<strong>te</strong>: ni en los medios de comunicación, ni en las<br />

universidades, ni en revistas especializadas...<br />

Yo voy a plan<strong>te</strong>arla, porque ha surgido una circunstancia históricamen<strong>te</strong><br />

nueva: tal y como se demuestra en mi ensayo <strong>Logos</strong> avanza..., lo que<br />

an<strong>te</strong>s era imposible —una opinión pública universal unánime en asuntos<br />

de naturaleza sociológica—, ahora es posible y, por tanto, ya no hay<br />

razón para seguir man<strong>te</strong>niendo el susodicho prejuicio pesimista. Ahora sí<br />

es posible hacer feliz al mundo.<br />

Las palabras “feliz” y “felicidad” se prestan a diferen<strong>te</strong>s in<strong>te</strong>rpretaciones.<br />

Quede aquí desde ahora descartada la idea de que se pueda convertir en<br />

Paraíso el planeta Tierra. Por mucho que mejore la suer<strong>te</strong> del género<br />

humano, siempre nos acompañará en alguna medida el descon<strong>te</strong>nto, la<br />

insatisfacción, el sufrimiento —es decir que en alguna medida, siquiera<br />

ínfima y ocasional, habrá que sufrir—, porque nuestro organismo es una<br />

máquina que, pese a estar perfectamen<strong>te</strong> diseñada (como cualquier otra<br />

máquina vivien<strong>te</strong>), no lo está ex profeso para destilar felicidad, sino para<br />

otras complejas funciones —dentro de la programación general de la<br />

naturaleza 1 — a las que los mecanismos productores de felicidad están<br />

siempre supeditados.<br />

Ahora bien, aunque no se puede alcanzar la poética e ideal Felicidad, en<br />

principio sí se puede, en grados muy estimables, poner fin al inmenso<br />

dolor que aqueja a una gran par<strong>te</strong> de la humanidad. Ese es el sentido en el<br />

que aquí se usará la palabra “felicidad”. Hablaremos mucho de la<br />

felicidad mayor posible de todos los habitan<strong>te</strong>s del planeta Tierra: con<br />

ello querremos decir únicamen<strong>te</strong> “infelicidad menor posible”.<br />

Siempre ha deseado el animal racional ser feliz. Ha deseado, sobre todo,<br />

poder librarse de ciertos grandes padecimientos. Alguna vez lo ha<br />

logrado individualmen<strong>te</strong>. Como conjunto, como colectividad total, como<br />

familia que se ex<strong>te</strong>ndió por todos los rincones del planeta, no lo ha<br />

conseguido jamás. Todavía hoy mismo, la humanidad como conjunto<br />

sigue siendo profundamen<strong>te</strong> infeliz, quizá más de lo que fue nunca<br />

an<strong>te</strong>riormen<strong>te</strong>.<br />

1 Es<strong>te</strong> pensamiento está claramen<strong>te</strong> expuesto y desarrollado en mi ensayo <strong>Logos</strong> avanza...


Hemos de averiguar el porqué, el exacto porqué. Si hubiera imposibilidad<br />

intrínseca de que la humanidad viva felizmen<strong>te</strong>, habría que resignarse.<br />

Mientras no se demuestre que la hay, es preciso buscar una salida con<br />

afanoso ahínco y perseverancia, a ver si conseguimos que los hijos de<br />

nuestros hijos no sufran lo que en el mundo se ha sufrido hasta ahora.<br />

Entre las causas puntuales de la infelicidad humana hay que incluir, por<br />

supuesto, los desastres naturales, los acciden<strong>te</strong>s, la enfermedad, la<br />

ignorancia, la indigencia, las tiranías, la explotación del hombre por el<br />

hombre, los crímenes, las guerras... El 6 de agosto de 1945, a las ocho y<br />

cuarto de la mañana, la explosión de una bomba mató 70.000 vecinos de<br />

Hiroshima. El 11 de septiembre del año 2001 un avión se estrelló contra<br />

las Torres Gemelas, y provocó la muer<strong>te</strong> de 3.000 vecinos de Nueva<br />

York. En diciembre del 2004, más de 225.000 personas murieron a causa<br />

del <strong>te</strong>rremoto marino origen de una gigan<strong>te</strong>sca ola “tsunami”.<br />

Sabemos que hechos como esos, en efecto, son causa de nuestra<br />

infelicidad. Pero no basta. Hay que saber cuál es el verdadero porqué de<br />

que ocurran tales hechos. Y el verdadero porqué —si se le estudia<br />

profundamen<strong>te</strong>— es el que menos puedan imaginarse quienes lo hayan<br />

considerado sólo a la ligera.<br />

La sociedad en general —incluida la gen<strong>te</strong> que sabe y piensa— atribuye<br />

sus males casi exclusivamen<strong>te</strong> al egoísmo, a la insolidaridad, a las<br />

pasiones, a la depravada naturaleza humana, a incompe<strong>te</strong>ncia y falta de<br />

ética de los políticos, etcé<strong>te</strong>ra. Es un error fatal.<br />

El egoísmo, por ejemplo, en sí no es nocivo para la sociedad. Las<br />

acciones voluntarias que realiza (en tanto que racional) el ser humano,<br />

son siempre las que su in<strong>te</strong>lecto le presenta como las mejores para su<br />

propio bien o felicidad. Casi siempre las ejecuta sin él mismo <strong>te</strong>ner<br />

consciencia de que ése es el único fin que persigue con ellas a la postre.<br />

Se trata de una ley biologicopsicológica de la que nadie puede escapar.<br />

Somos todos y siempre, hagamos lo que hagamos, necesariamen<strong>te</strong><br />

egoístas. En cuanto a esos otros “conceptos de Etica” y “valores morales”<br />

en los que —según la mayoría incluso de pensadores y filósofos— debe<br />

estar el mundo anclado, especialmen<strong>te</strong> pernicioso es el error. Friedrich<br />

Schiller, por ejemplo, creyó que será precisamen<strong>te</strong> la moralidad,<br />

fusionada con la estética, la que redimirá al género humano:<br />

A través de la belleza se cambiará el carác<strong>te</strong>r de los hombres, y sólo<br />

cuando se dé preponderancia de es<strong>te</strong> carác<strong>te</strong>r será posible un cambio<br />

inofensivo de las instituciones estatales según principios morales, y<br />

sólo es<strong>te</strong> carác<strong>te</strong>r podrá garantizar su estabilidad.<br />

Difícilmen<strong>te</strong> se puede <strong>te</strong>ner una ensoñación más ingenua y más vana que<br />

ésta del poeta Schiller. Si la humanidad, para liberarse de sus desdichas,<br />

no hace sino cultivar la belleza y el ar<strong>te</strong> y la poesía, y man<strong>te</strong>ner los<br />

principios morales (con la esperanza de que así cambiará el carác<strong>te</strong>r de<br />

los hombres), inevitablemen<strong>te</strong> se hundirá en el abismo hacia el que se<br />

dirige veloz en los últimos tiempos.<br />

2


En términos generales, el drama social de la humanidad hay que<br />

atribuirlo a nuestros déficit de racionalidad. El nivel medio de ésta,<br />

aunque desde el día de su estreno hasta hoy ha ido subiendo lentamen<strong>te</strong>,<br />

es bajo todavía. Altísimo en áreas de la ciencia fáctica y de la técnica, es<br />

muy bajo en otras. Por ejemplo, en el área que más in<strong>te</strong>resa al ser<br />

humano (la del saber cómo conseguiría mejor su propia felicidad): en ese<br />

aspecto somos muy poco racionales todavía.<br />

Si se exceptúan ciertos padecimientos físicos, la causa madre de que no<br />

seamos felices —causa, como madre, única—, es nuestra irracionalidad,<br />

o, si se prefiere, nuestra deficien<strong>te</strong> racionalidad: la causa única son los<br />

fallos, las carencias, las insuficiencias, los juicios erróneos, los falsos<br />

razonamientos, etc., del cerebro pensan<strong>te</strong>. En una palabra, la causa única<br />

es el Error (los errores o equivocaciones del in<strong>te</strong>lecto, de la lógica, de la<br />

razón, los errores del filósofo).<br />

Suele revestir formas variadas, y distintas gradaciones, la irracionalidad<br />

de la que a veces los humanos hacemos gala. A algunas de las formas de<br />

irracionalidad —que, aun siendo prácticamen<strong>te</strong> irrelevan<strong>te</strong>s, por<br />

cuestiones de principio son rechazables en sí— somos muy adictos. Por<br />

ejemplo, no sabemos dar un paso adelan<strong>te</strong> sin some<strong>te</strong>rnos a algún<br />

protocolo, ceremonia, simbolismo, rito o ritual, etc., actitud que nada<br />

tiene de racional.<br />

El autor de un libro tiene que firmar ejemplares al anónimo comprador de<br />

su obra. Y, si es amigo el comprador, tiene que escribir en ella una<br />

afectuosa dedicatoria. ¿Por qué, y para qué? ¿Dónde está la razón de ser<br />

de ese fetichista ritual? Cuando alguien se hace personaje famoso por la<br />

razón que fuere, sentimos la compulsiva necesidad de pedirle un<br />

autógrafo, y el personaje famoso está obligado a firmar el autógrafo. ¿Por<br />

qué, y para qué?<br />

Las autoridades han aprobado el proyecto de construcción de un edificio<br />

público importan<strong>te</strong>. Pero no debe iniciarse la obra sin que aquéllas<br />

procedan a la solemne “colocación de la primera piedra”. ¿A qué viene<br />

ese “rito sagrado”? ¿Se va a desmoronar el edificio, si son albañiles<br />

profesionales quienes coloquen la primera piedra sin ceremonias?...<br />

Cuando ya se ha construido el edificio, hay que inaugurarlo. E<br />

inaugurarlo ceremoniosamen<strong>te</strong>. Si así no se hiciera ¿cómo podría servir a<br />

los fines para los que fue creado?...<br />

Ya están ultimadas las obras de la carre<strong>te</strong>ra de circunvalación. Pero no<br />

debe nadie tomar esa vía hasta que no se presen<strong>te</strong> la Autoridad y, en<br />

medio de una nube de fotógrafos, cor<strong>te</strong> la cinta simbólica. ¿No es ése un<br />

irracional ritual supersticioso?<br />

¿Se puede ser más irracional que estrellando una bo<strong>te</strong>lla de champaña<br />

contra el casco del buque, a fin de “celebrar” su botadura? No es verdad<br />

3


que va a traer “suer<strong>te</strong>” al navío la necia destrucción de una bo<strong>te</strong>lla de<br />

vidrio, y el no menos necio desperdicio de un rico espumoso. ¿O es que<br />

naufragó el Titanic porque no hubo ceremonias en su botadura?<br />

No sabemos reconocer que un ciudadano posee grandes conocimientos en<br />

tal o cual ma<strong>te</strong>ria, si no se lo decimos por medio de solemnes ceremonias<br />

protocolarias. Hay que nombrarlo doctor honoris causa, llevándolo a un<br />

escenario adecuado, e imponiéndole ritualmen<strong>te</strong> una carnavalesca<br />

indumentaria...<br />

El cargo electo no será fiel cumplidor de sus deberes en política, si no<br />

formula un solemne juramento. Empero, si lo formula y es presiden<strong>te</strong> del<br />

Gobierno, y, sobre todo, si jura poniendo sus manos encima de una<br />

Biblia, los ciudadanos ya están seguros de que ese presiden<strong>te</strong> se dedicará<br />

únicamen<strong>te</strong> a procurar la felicidad mayor posible a la comunidad en<strong>te</strong>ra.<br />

¿Por qué y para qué celebramos con toda clase de ritos el aniversario de<br />

cualquier evento (nacer, casarnos, iniciar un “año nuevo”, canonizar al<br />

Santo Patrón o Patrona, firmar la Constitución, tomar la Bastilla...)? Si<br />

eso no es pura superstición digna del pueblo más primitivo y salvaje,<br />

poco le falta. ¿Qué especial significación o sentido les da a esos eventos<br />

el hecho de que un día la Tierra y el Sol vuelvan a encontrarse en la<br />

misma posición relativa en que se encontraban cuando ocurrió el evento?<br />

Murió Juan Pablo II y, como si hubiera ocurrido una inmensa desgracia<br />

que no debería haber ocurrido, no sólo hubo que “celebrar” funeral<br />

solemne, sino que hubieron de asistir al mismo nada menos que<br />

doscientos Jefes de Estado. ¿Qué hay de racional en semejan<strong>te</strong><br />

“celebración”?<br />

Para los humanos propósitos de vida comunitaria feliz, poco importarían<br />

en sí las inocen<strong>te</strong>s irracionalidades de es<strong>te</strong> estilo, si no fuera porque a<br />

menudo (si no siempre) suelen ser consecuencia de habernos formado en<br />

alguna cuestión fundamental juicios erróneos capaces de obstaculizar<br />

nuestra felicidad. O de imposibilitarla. De ahí que en principio —y por<br />

sis<strong>te</strong>ma— resul<strong>te</strong> deseable erradicar de nuestra conducta los actos de<br />

irracionalidad, aunque parezcan insignifican<strong>te</strong>s.<br />

Te sorprenderá, lector, oírme decir que son los filósofos los responsables<br />

de que tanto sufra el hombre qua en<strong>te</strong> social. Parece imposible que la<br />

Filosofía <strong>te</strong>nga nada que ver con la inmensa tragedia que hoy mismo se<br />

está viviendo en el planeta. Pero el cuasi eslogan que yo sos<strong>te</strong>ngo<br />

siempre —“hay que decir adiós a la Filosofía”— es mucho más denso<br />

que la típica “frasecita retórica”: motivos hay para aborrecer la<br />

tradicional Filosofía, porque en ella todo es erróneo/falso y (por ello)<br />

causa de nuestra infelicidad. La irracionalidad responsable de la inmensa<br />

tragedia humana se concreta en los errores que tiene asumidos nuestro<br />

in<strong>te</strong>lecto en el campo de la Filosofía. 2<br />

2 Denunciados y expuestos en el citado <strong>Logos</strong> avanza...<br />

4


Paso a paso iremos viendo cómo repercu<strong>te</strong>n esos errores en la vida social.<br />

Tal vez el que más visiblemen<strong>te</strong> lo hace es el que insinué párrafos atrás.<br />

Los filósofos creen que el hombre tiene obligación de ser “bueno” (de no<br />

asesinar, de no robar, de no violar, de no engañar, etcé<strong>te</strong>ra). Creen que<br />

algunas personas obran “mal” y son “malas” y come<strong>te</strong>n “delitos”, porque<br />

asesinan, roban, violan, engañan, etcé<strong>te</strong>ra. En consecuencia, creen que<br />

esas personas deben ser odiadas, perseguidas, castigadas... Ahí los<br />

filósofos están completamen<strong>te</strong> equivocados. El hombre no tiene ninguna<br />

obligación de ser “bueno”. Eticamen<strong>te</strong> es libre de hacer todo cuanto le<br />

venga en gana. Los filósofos mantienen como un dogma su afirmación,<br />

porque la ven eviden<strong>te</strong>. Pero son irracionales al man<strong>te</strong>nerla, ya que es<br />

insuficien<strong>te</strong> la razón de una presunta evidencia. Quien argumenta “veo<br />

equis eviden<strong>te</strong>, luego equis es verdad”, incurre en falacia.<br />

No es difícil comprender por qué esos errores de filósofo hacen sufrir a<br />

la humanidad. Si Pedro, por ser “malo”, incendia la cosecha de Juan y lo<br />

arruina, necesita Juan “que se haga justicia” —necesita vengarse de la<br />

“perfidia” de Pedro. La “perfidia” de Pedro hizo sufrir a Juan, y la<br />

venganza de Juan hará sufrir a Pedro. Si el gobernan<strong>te</strong> A, por ser “malo”,<br />

invade las tierras del gobernan<strong>te</strong> B, és<strong>te</strong> defenderá sus tierras con toda la<br />

fuerza disponible. Así la invasión de A ha hecho sufrir a la población de<br />

B, y la férrea defensa de B hará sufrir a la población de A.<br />

Tenemos que indagar con <strong>te</strong>són, en la medida en que nuestras fuerzas nos<br />

lo permitan, qué posibilidades hay de “arreglar es<strong>te</strong> mundo” que marcha<br />

tan mal. En la primera fase de nuestras conversaciones vamos a describir<br />

cómo es la actual sociedad humana. Tomaremos consciencia de las<br />

condiciones que ésta reúne, poco satisfactorias en orden a proporcionar<br />

felicidad a sus miembros. Para ello servirá de prueba o de argumento la<br />

constatación de la irracionalidad —o deficien<strong>te</strong> racionalidad— que ha<br />

carac<strong>te</strong>rizado al zoon politikon en el pasado, y sigue carac<strong>te</strong>rizándolo en<br />

el presen<strong>te</strong>. En una segunda fase in<strong>te</strong>ntaremos escudriñar cómo debe ser<br />

la estructura social, si realmen<strong>te</strong> queremos para nuestros descendien<strong>te</strong>s<br />

una exis<strong>te</strong>ncia feliz.<br />

Debo hacer una adver<strong>te</strong>ncia. Cuando en esa fase primera se estudien las<br />

condiciones en las que no es posible que la sociedad humana sea feliz, y<br />

se vaya viendo cuán menguada es la racionalidad del mundo actual,<br />

aportaré algunos datos que dicen muy poco en favor de ciertas<br />

instituciones y de ciertos personajes del mundo de la Política. Muy<br />

probablemen<strong>te</strong>, como datos para la historia, muchos de ellos no son del<br />

todo verdaderos: con decir que casi siempre mi única fuen<strong>te</strong> de<br />

información ha sido la prensa diaria, ya está dicho todo. En cualquier<br />

caso, explícitamen<strong>te</strong> declaro que no aportaré ninguno de esos datos como<br />

verídico (ni siquiera los que son verídicos), porque eso no me in<strong>te</strong>resa.<br />

Los presentaré, no como denuncia de lo que acaeció, sino como ejemplo<br />

de lo que puede acaecer en una sociedad irracional, ya que a ésta (en<br />

cuanto tal) van a ir dirigidas en realidad todas mis invectivas. Por<br />

ejemplo, cuando yo diga —si alguna vez digo— que fue infanticida y<br />

5


criminal de guerra y genocida el gobernan<strong>te</strong> nor<strong>te</strong>americano en sus<br />

agresiones a Irak, habré querido decir, no que eso es verdad, sino que se<br />

non è vero, è bene trovato. Habré querido decir que la tradicional<br />

Política (esa que está basada por completo en los errores de la Filosofía)<br />

es en sí tan poco apta para hacernos felices que en ella exis<strong>te</strong> siempre la<br />

posibilidad práctica de que un gobernan<strong>te</strong>, incluso en democracia, nos<br />

gobierne matando niños, matando ciudadanos, matando pueblos...<br />

En mi ensayo <strong>Logos</strong> avanza... se llegó a la conclusión final de que es<br />

necesario que nos despidamos de la Filosofía por un triple motivo:<br />

1º) Porque no es posible construirla como doctrina, pues carece de<br />

conceptos; lo que parece concepto en filosofía es en realidad imagen<br />

con máscara de concepto: es flatus vocis, falso concepto,<br />

“aconcepto”.<br />

2º) Porque el objetivo único de la Filosofía —conocer la Verdad— es<br />

inalcanzable. No se puede conocer la Verdad si no se tiene un<br />

concepto sobre el que se pueda traabajar. No se puede construir una<br />

doctrina sin con<strong>te</strong>nido conceptual.<br />

3º) Los aconceptos alimentados históricamen<strong>te</strong> por la Filosofía en<br />

cuestiones de carác<strong>te</strong>r social —derecho, moral, ética, justicia, maldad,<br />

culpa, castigo...— son los verdaderos causan<strong>te</strong>s de que la sociedad<br />

humana esté concebida y organizada irracionalmen<strong>te</strong>, y por ello<br />

condenada a sufrimientos desmedidos (a causa de guerras, a<strong>te</strong>ntados,<br />

genocidios, violaciones, tortura, explotación, hambre...) que podrían<br />

evitarse con otra concepción y otra organización.<br />

Es<strong>te</strong> motivo 3º) es el que va a reclamar aquí nuestra a<strong>te</strong>nción. Por<br />

simplificar y por generalizar, puntualizo diciendo que la causa, en<br />

general, de nuestros grandes padecimientos es que la sociedad acepta los<br />

valores de la Etica —siendo, como son, falsos— qua verdaderos valores.<br />

Hay que inventar otro modelo de sociedad, completamen<strong>te</strong> distinto, donde<br />

la Etica sea antifilosófica, geométrica, eudemonista (es decir donde la<br />

Etica no sea Etica).<br />

Aquí se va a tratar sólo de que yo no quiero sufrir (me refiero a esos<br />

grandes padecimientos). Tú, lector, tampoco. Ni queremos que sufra<br />

ninguno de nuestros hermanos <strong>te</strong>rrícolas. Queremos que vivan también<br />

felices todos ellos. Entonces vamos a apretar los codos y estrujar las<br />

neuronas con fuerza hasta que hayamos averiguado que hay por lo menos<br />

algún resquicio para la esperanza: es decir hasta que hayamos encontrado<br />

razonables motivos para esperar que un día sea feliz la humanidad.<br />

6


I*<br />

La inoperan<strong>te</strong> Política<br />

El 6 de agosto de 1945, a las ocho y cuarto de la mañana, una explosión<br />

mató instantáneamen<strong>te</strong> 70.000 vecinos de Hiroshima. El mundo quedó<br />

a<strong>te</strong>rrorizado. A raíz de la tragedia, gen<strong>te</strong>s conscien<strong>te</strong>s de su magnitud se<br />

juramentaron para que aquello no se repitiera “nunca más”. Andando el<br />

tiempo consiguieron que, entre otras “medidas”, muchos políticos<br />

firmaran el Tratado de No Proliferación Nuclear. ¿Cuál es, lector, tu<br />

opinión? ¿Crees que con esas u otras medidas la Política puede aspirar a<br />

que aquello no se repita nunca más?<br />

Por mi par<strong>te</strong>, mi opinión es casi cer<strong>te</strong>za: no lo conseguirán. Quiero decir<br />

que no hay ni puede haber ninguna seguridad o garantía de que lo<br />

consigan. Cabe que transcurra más o menos tiempo —sesenta años han<br />

transcurrido hasta ahora— sin que a las ocho y cuarto de la mañana haga<br />

explosión otra bomba, y ma<strong>te</strong> en el acto otras 70.000 personas. Pero no<br />

serán los políticos quienes logren que nunca más ocurra eso. Podrá<br />

lograrlo el miedo colectivo, el azar de las circunstancias, la afortunada<br />

coincidencia de “providenciales” eventos... Pero no la Política.<br />

Es verdad que sesenta años después de la tragedia, no ha vuelto a caer la<br />

bomba. Pero en cualquier momento puede caer, según escribe Noam<br />

Chomsky en La Jornada, en artículo reproducido por Gara:<br />

...discutido que las armas nucleares pueden caer, tarde o <strong>te</strong>mprano,<br />

en manos de grupos <strong>te</strong>rroristas.<br />

...el ciclo de ataque y respuesta puede escalar, de manera<br />

impredecible, hasta superar en horror a Hiroshima o Nagasaki.<br />

El poder reinan<strong>te</strong> a escala mundial se reserva el derecho de hacer la<br />

guerra a su voluntad, bajo la doctrina de la autodefensa anticipatoria<br />

que cubre cualquier contingencia que elija. Para ello los medios de<br />

destrucción tienen que ser ilimitados.<br />

El tratado [de No Proliferación Nuclear] ha estado confrontando su<br />

colapso porque los estados nucleares incumplen sus obligaciones,<br />

especialmen<strong>te</strong> con respecto al artículo VI. Dicho artículo apremia a<br />

esos estados a realizar esfuerzos de “buena fe” a fin de eliminar las<br />

armas nucleares. EEUU es líder en el rechazo a acatar los deberes<br />

emanados del artículo VI. Mohamed el Baradei, jefe de la Agencia<br />

In<strong>te</strong>rnacional de Energía Atómica, ha dicho que la “renuencia de una<br />

de las par<strong>te</strong>s a cumplir sus obligaciones alienta la renuencia de los<br />

otros”.<br />

También han abandonado [los EEUU] las promesas pasadas, y ahora<br />

amenazan con un primer uso de armas atómicas contra estados no<br />

nucleares.<br />

La amenaza estuvo a punto de convertirse en realidad en varias<br />

ocasiones en los años que siguieron a Hiroshima. El caso más<br />

conocido fue la crisis de los misiles en Cuba, en octubre de 1962, “el<br />

momento más peligroso de la historia humana”, como señaló Arthur<br />

Schlesinger...<br />

El mundo “se salvó por un pelo de un desastre nuclear”, recuerda<br />

Robert McNamara, secretario de Defensa de Kennedy...<br />

...el especialista en relaciones in<strong>te</strong>rnacionales de Harvard, Graham<br />

Allison, informa de que “hay consenso en la comunidad de seguridad<br />

nacional” (de la cual ha formado par<strong>te</strong>) de que un ataque con una<br />

7


“bomba sucia” es “inevitable” y un ataque con un arma nuclear es<br />

altamen<strong>te</strong> posible...<br />

Y también puede caer la bomba en cualquier momento según opinan otras<br />

personas (por ejemplo, Raimundo Fi<strong>te</strong>ro):<br />

...lo que hicieron los americanos en esas dos poblaciones japonesas<br />

todavía no ha sido igualado en su crueldad y efectos catastróficos.<br />

Pero se puede in<strong>te</strong>ntar. Y ahí está el peligro. Son los Bush, Blair,<br />

Chirac y otros muchos quienes pueden pasar a la acción. Pueden<br />

pensar que si se escarmienta de verdad a lo que llaman genéricamen<strong>te</strong><br />

“<strong>te</strong>rrorismo in<strong>te</strong>rnacional”, se podrá circular libremen<strong>te</strong> por los<br />

metros del Imperio Occidental. [...] ...pero ellos, esos locos<br />

poderosos tienen bombas a montones. Las han usado ya. Y las pueden<br />

usar cuando les parezca oportuno para sus in<strong>te</strong>reses.<br />

El “nunca más ocurrirá” que los con<strong>te</strong>mporáneos de la histórica bomba<br />

profetizaron queda muy lejos de ser profecía que se cumplirá. Y ello no<br />

se debe precisamen<strong>te</strong> a que “el poder reinan<strong>te</strong> a escala mundial se reserva<br />

el derecho de hacer lo que le da la gana”. Ni se debe precisamen<strong>te</strong> a que<br />

“EEUU es líder en el rechazo a acatar los deberes emanados” del Tratado<br />

de No Proliferación Nuclear. Es decir que no se debe precisamen<strong>te</strong> a la<br />

inmoral ejecutoria del político y del gobernan<strong>te</strong>. Se debe a que esa<br />

tradicional “Política” en la que se sus<strong>te</strong>nta la sociedad actual no puede —<br />

se lo impide su propia naturaleza o esencia— dar verdadera solución a<br />

los problemas básicos de la humanidad.<br />

La Política está montada sobre la filosófica ficción “buenos y malos”,<br />

cosa que nadie sabe qué es y, por lo tanto, cada uno in<strong>te</strong>rpreta de manera<br />

distinta. Para los políticos de Washington, en Afganistán-Irak está el “eje<br />

del mal”. Para los políticos de Irak-Afganistan, el “centro del mal” es<br />

Washington. La Etica, la Moral, el Bien, el Mal, son Filosofía —ergo,<br />

lenguaje de papagayo—, y todo lo que puede esperarse de ella es el<br />

sempi<strong>te</strong>rno quot capita, tot sensus. ¿Cómo va a resolver los problemas<br />

del mundo la Política, si es intrínsecamen<strong>te</strong> imposible que los filósofos<br />

(y, por tanto, los políticos) lleguen a un acuerdo unánime sobre lo que es<br />

“bueno” y lo que es “malo”?<br />

Recien<strong>te</strong>men<strong>te</strong> el filósofo —y amigo personal— Santiago Alba Rico<br />

publicó en Rebelión (lo leí reproducido por Gara) un artículo en el que<br />

airada y amargamen<strong>te</strong> se lamentaba del “muy diferen<strong>te</strong> trato que reciben<br />

dos crímenes contra la humanidad que tuvieron lugar hace sesenta años”:<br />

Hiroshima y Auschwitz. “¿Y qué esperabas (pregunto yo) de una sociedad<br />

que pre<strong>te</strong>nde verlo todo a través de la fantasmal Etica donde los propios<br />

filósofos no sabéis qué es ‘Bien’ y qué es ‘Mal’? Lo queráis o no lo<br />

queráis, la realidad es icosaedro, es paralelepípedo, es virginal Espacio,<br />

donde no puede haber ‘Mal’ ni ‘Bien’ alguno. ¡Mueve el compás, amigo,<br />

y marca nuevo rumbo a tu penetran<strong>te</strong> in<strong>te</strong>ligencia! ¡No la malgas<strong>te</strong>s! Ni<br />

en Hiroshima ni en Auschwitz hubo nada que fuese crimen o maldad o<br />

perversidad. Sólo hubo dolor. Acerbo dolor. Vuestro empeño en ver por<br />

todas par<strong>te</strong>s criminalidad, pecado, culpa, maldad, no ayudará a evitar<br />

otros dolores iguales (o peores)”.<br />

8


Pello Guerra, con ocasión del fatídico aniversario de Hiroshima, escribió<br />

en el semanario Zazpika el artículo “¿Nunca más?” Evocó tres hechos<br />

que acaecieron duran<strong>te</strong> la segunda guerra mundial —indiscriminados<br />

bombardeos de la población civil a cargo de ambos beligeran<strong>te</strong>s, campos<br />

de concentración nazis, bomba de Hiroshima— que “pusieron de<br />

manifiesto el lado más oscuro del ser humano”. Desolado, descubrió que<br />

desde entonces, en seis décadas, “no hemos aprendido la lección, sino<br />

todo lo contrario”. Demostró que esto es verdad, enumerando hechos que<br />

han ocurrido y siguen ocurriendo. Y <strong>te</strong>rminó con es<strong>te</strong> párrafo:<br />

¿No <strong>te</strong>nemos remedio? ¿No somos capaces de vivir en paz dejando<br />

tranquilo al vecino? Parece que no. Si los judíos machacan de manera<br />

tan inmisericorde a los palestinos, después de lo que padecieron sus<br />

abuelos a manos de los acólitos de Hitler, me <strong>te</strong>mo que no hay nada<br />

que hacer.<br />

Sí hay algo que hacer, y es bien sencillo: abs<strong>te</strong>nerse de escribir artículos<br />

como ése; escribir en su lugar otros de signo completamen<strong>te</strong> opuesto;<br />

escribir proclamando a los cuatro vientos que no es “maldad” matar seis<br />

millones de judíos en campos de concentración nazis, y que no hay<br />

“maldad” alguna en la instantánea matanza de 70.000 japoneses a las<br />

ocho y cuarto de la mañana. Escribir eso obliga a preguntarse cuál es<br />

entonces la causa de que haya ocurrido aquello. Y entonces, a condición<br />

de que se razone in<strong>te</strong>ligen<strong>te</strong>men<strong>te</strong>, se averiguará cuál es la causa (y se<br />

encontrará el remedio).<br />

Si todos nos pasamos la vida —como hemos hecho siempre— diciendo y<br />

repitiendo y volviendo a decir y repetir que no seremos felices hasta que<br />

no seamos “buenos”, nunca seremos felices. Decir y repetir y volver a<br />

decir y repetir que “millones de hambrientos están condenados a muer<strong>te</strong><br />

por la opulencia de otros”, únicamen<strong>te</strong> sirve para perpetuar la hambruna,<br />

pues con la repetición de ese lenguaje se está diciendo y repitiendo que la<br />

única solución del problema consis<strong>te</strong> en acosar y hostigar a los opulentos.<br />

Y es un error, pues bien puede ocurrir que ese hostigamiento sea<br />

insuficien<strong>te</strong> en cualquier caso.<br />

Con ocasión del fatídico aniversario de Hiroshima se escribieron en el<br />

mundo en<strong>te</strong>ro toneladas de folios —como el de Pello Guerra mencionado<br />

an<strong>te</strong>s— con el fin de mostrar a los lectores “el lado más oscuro del ser<br />

humano”. Con ello las toneladas de folios, no sólo no habrán evitado que<br />

mañana estalle otra bomba (que podría, como dijo Chomsky, “hasta<br />

superar en horror a Hiroshima o Nagasaki”), sino que inadvertidamen<strong>te</strong><br />

las toneladas de folios pueden hacer que se perpetúe la verdadera causa<br />

de que haya estallado la bomba de 1945. ¿Por qué? Porque, obsesionados<br />

todos con la idea de que “el lado más oscuro del ser humano” es de orden<br />

“moral”, no veremos que es de orden in<strong>te</strong>lectual “el lado más oscuro”.<br />

Hiroshima no fue víctima de la “maldad” humana. Fue víctima de los<br />

errores in<strong>te</strong>lectuales en los que está basada la Política —la Democracia,<br />

por ejemplo— qua procedimiento para conducir a la gen<strong>te</strong> hacia una feliz<br />

convivencia social.<br />

9


Prácticamen<strong>te</strong> todo lo que se escribe y se habla acerca de la problemática<br />

social del planeta Tierra no es otra cosa que denuncia de la inmoralidad<br />

de unas de<strong>te</strong>rminadas actuaciones, y apología —moral— de las<br />

contrarias. Prácticamen<strong>te</strong> nada se escribe ni se habla sobre investigación<br />

(filosófica o científica) de la solución que pudiera encontrarse para esa<br />

problemática. Para comprobarlo, basta coger un periódico cualquiera, un<br />

día cualquiera: desde la primera página hasta la última, cada párrafo nos<br />

dará la comprobación.<br />

Inevitable consecuencia: medio planeta denuncia lo que la otra mitad<br />

ensalza (y viceversa). Debe suponerse que ese tan universal y tan vivo<br />

in<strong>te</strong>rés por denunciar a los políticos “malos”, y ensalzar a los “buenos”,<br />

tiene como fin principal —o único— alimentar la fe y la esperanza en que<br />

los políticos harán feliz a la comunidad si (y sólo si) observan los<br />

preceptos de la Etica y dejan de ser “malos”.<br />

Y ésa es precisamen<strong>te</strong> la receta ideal para que nunca se pueda hacer feliz<br />

a la comunidad. Porque el político “bueno”, por “bueno” que sea, al usar<br />

cri<strong>te</strong>rios morales, necesariamen<strong>te</strong> los usará falsos, ya que la Etica y la<br />

Moral son de suyo falsas. Y no logrará dar con la verdadera solución del<br />

problema.<br />

Lo vemos a diario en la práctica. Para la Etica de Hitler, lo moralmen<strong>te</strong><br />

“bueno” era purificar la raza humana, eliminando seres degenerados<br />

(judíos, homosexuales, gitanos, etcé<strong>te</strong>ra). Para la de Truman, lo<br />

moralmen<strong>te</strong> “bueno” era causar mucha muer<strong>te</strong> con una sola bomba, para<br />

acortar la guerra cuya prolongación causaría mucha más muer<strong>te</strong>. Para la<br />

Etica de Bush, lo moralmen<strong>te</strong> “bueno” era llevar a cabo destrucciones en<br />

Irak, para que Irak no llevara a cabo destrucciones fuera de Irak. Para la<br />

Etica de Blair, lo moralmen<strong>te</strong> “bueno” era disparar a la cabeza del primer<br />

ciudadano que pareciera “<strong>te</strong>rrorista suicida”, para que no hiciera saltar<br />

por los aires un vagón del metro, lleno de londinenses inocen<strong>te</strong>s. Para la<br />

Etica de Stalin, lo moralmen<strong>te</strong> “bueno” era su política de represión<br />

masiva y brutal. Etcé<strong>te</strong>ra. Es una constan<strong>te</strong> de la sociedad humana<br />

“moral”:<br />

En relación a la oferta plan<strong>te</strong>ada por Alemania, Gran Bretaña y el<br />

Estado francés, el presiden<strong>te</strong> iraní afirmó que “lo que los europeos<br />

nos han propuesto no se parece a una oferta en absoluto. Esto es<br />

un insulto a la nación iraní...”<br />

...las cuestiones que los negociadores de la UE mencionaron en la<br />

oferta “no tienen nada que ver con el Tratado de No Proliferación<br />

Nuclear...”<br />

¿Cuándo nos daremos cuenta de que la Política, la Democracia, la Etica,<br />

la Moral —man<strong>te</strong>nidas vivas por la Filosofía y sus errores— nunca<br />

podrán resolver los grandes problemas de la humanidad? ¿Cómo van a<br />

resolverlos, cuando hay filósofos ca<strong>te</strong>dráticos de Etica para los que una<br />

eventual destrucción de la humanidad no constituiría en realidad ninguna<br />

“cosa mala”, ni “desgracia” alguna? ¿Y cuando a pleno pulmón el<br />

filósofo y ca<strong>te</strong>drático de Etica John Rawls gritó que la muer<strong>te</strong> del mundo<br />

10


en<strong>te</strong>ro es preferible a la comisión de una injusticia (fiat iustitia, pereat<br />

mundus!), cuando ni Rawls ni nadie sabe qué es “injusticia”?<br />

Un editorial de Gara pedía sensatamen<strong>te</strong> ir a la raíz de los problemas.<br />

Pero lo pedía por una razón poco o nada sólida. Lo pedía porque “la<br />

seguridad absoluta es imposible de garantizar”. No. Lo imposible de<br />

garantizar no es la seguridad absoluta, sino la “buenidad o bondad<br />

absoluta” del zoon politikon, es decir la ausencia absoluta de esos actos<br />

que se consideran “maldad”. Además, la imposibilidad eviden<strong>te</strong> de una<br />

seguridad absoluta sólo es verdad en la irracional sociedad en que<br />

vivimos: en futura sociedad racional será perfectamen<strong>te</strong> posible<br />

garantizar seguridad absoluta:<br />

A<strong>te</strong>ntar indiscriminadamen<strong>te</strong> contra el transpor<strong>te</strong> público, en hora<br />

punta y con la plena voluntad de causar el mayor número de muer<strong>te</strong>s<br />

es un acto inhumano que carece de justificación,...<br />

La seguridad absoluta es imposible de garantizar. Por eso resulta<br />

convenien<strong>te</strong> ir a la raíz de los problemas,...<br />

También Pablo Antoñana, como tantos otros, debe pensar que los<br />

problemas del mundo no se resolverán hasta que sean “buenos” los<br />

políticos que de<strong>te</strong>ntan el Poder mundial:<br />

Se juntan en Edimburgo sesudos personajes que tienen el privilegio<br />

de representar a los ocho países más ricos del mundo, es decir, más<br />

depredadores y carroñeros, para decidir cuestiones urgen<strong>te</strong>s para la<br />

humanidad como el hambre, el de<strong>te</strong>rioro vertiginoso de la Tierra, la<br />

apropiación indebida de sus riquezas. En estas juntas, reuniones más<br />

bien de pandilleros, después de bordar discursos, ejercitarse en<br />

peroratas y dilapidar palabras, acuerdan no acordar nada. Se deja para<br />

estudio y mejor ocasión...<br />

Pues no. Si los políticos no resuelven los problemas de la humanidad —ni<br />

los resolverán satisfactoriamen<strong>te</strong> jamás— no es porque son “pandilleros”.<br />

Es por otras causas, completamen<strong>te</strong> distintas. Una de ellas, perogrullesca<br />

en realidad, aunque paradójica, es que la misión específica de los<br />

políticos consis<strong>te</strong> precisamen<strong>te</strong> en que no deben hacer feliz a la<br />

humanidad, es decir que no deben resolver los problemas básicos de la<br />

humanidad. Me explico.<br />

La misión específica del político es hacer feliz sólo a sectores puntuales<br />

de la humanidad —municipio, nación, clase obrera, burguesía—, no a la<br />

humanidad. Con la agravan<strong>te</strong> de que debe resolver esa su problemática<br />

localista sin salir totalmen<strong>te</strong> del marco social en que la tiene plan<strong>te</strong>ada, y<br />

man<strong>te</strong>niendo intactos algunos status sociales que son precisamen<strong>te</strong> la<br />

causa de que sea infeliz la humanidad. El político marxista, por ejemplo<br />

(contra lo que pudiera creerse), no se in<strong>te</strong>resa por la felicidad del género<br />

humano, desde el momento en que sólo trabaja por conseguir una relativa<br />

transformación social que no puede hacer feliz a toda la humanidad,<br />

porque (v.gr.) sólo puede hacer feliz a la clase obrera. Ningún político<br />

trabajará nunca en la solución de los problemas de la humanidad, porque<br />

resolver otros problemas es precisamen<strong>te</strong> lo que le pide su oficio<br />

11


No ya el hecho de que allí donde in<strong>te</strong>rviene la Política nazcan situaciones<br />

como estas que se describen a continuación, sino la mera posibilidad<br />

<strong>te</strong>órica de que nazcan, es una indirecta pero aplastan<strong>te</strong> prueba de que<br />

nunca podrá la Política resolver los problemas de la humanidad.<br />

Amnesty In<strong>te</strong>rnational calcula que EEUU tiene 70.000 de<strong>te</strong>nidos en<br />

cárceles secretas. [...] ...de<strong>te</strong>nidos, encadenados, sin ver la luz solar,<br />

sin poder contactar con familiares o abogados... [...]... enviados a<br />

prisiones sub<strong>te</strong>rráneas no identificadas donde permanecieron duran<strong>te</strong><br />

más de año y medio sin haber sido acusados de delito alguno.<br />

Miguel Valverde, director del centro Nacional de Coordinación<br />

Anti<strong>te</strong>rrorista (CNCA), afirmó ayer que “no conozco ningún caso de<br />

torturas en España.” Es decir que ni siquiera reconoció los que han<br />

sido condenados por los tribunales españoles<br />

...se hizo un segundo in<strong>te</strong>nto con la denominada Organización de<br />

Naciones Unidas, la ONU. [...] ...no exis<strong>te</strong> igualdad entre los países<br />

que la in<strong>te</strong>gran, ni se toman las decisiones de acuerdo con el parecer<br />

de la mayoría de los estados que la forman, [...] ...los “grandes<br />

defensores” de la democracia son los primeros que no quieren ni oír<br />

hablar de ella en la ONU... [...]...Naciones unidas seguirá trabajando al<br />

arbitrio de unos pocos, como ocurre en las dictaduras.<br />

Afirmación del estadounidense E.L. Gore Vidal Jr., refiriéndose a los<br />

Estados Unidos: “La cantidad de ataques militares que hemos llevado<br />

a cabo en contra de otros países sin haber sido provocados, desde<br />

1947-48, asciende a más de 250”.<br />

Para que pueda resolverse la problemática social humana, es<br />

imprescindible que digamos adiós a la Política, igual que hicimos con la<br />

Filosofía (de la cual ella es hija). Hemos de abandonarla sin<br />

con<strong>te</strong>mplaciones —<strong>te</strong>nga la forma que <strong>te</strong>nga (democracia, dictadura,<br />

etcé<strong>te</strong>ra)—, y sustituirla por procedimientos técnicos muy distintos de<br />

organización de la vida social. Hay que hacerlo además por una razón<br />

muy concreta: la Política, por su propia naturaleza, es insometible a la<br />

fuerza de la Razón. Por eso no vale para hacer feliz a la gen<strong>te</strong>. Porque la<br />

problemática social de un animal racional sólo puede resolverse<br />

median<strong>te</strong> sometimientos de la res publica a la fuerza de la razón.<br />

An<strong>te</strong>s no podíamos aspirar a que los hombres, constituidos todos en<br />

sociedad única, vivieran sometidos a la fuerza de la Razón. Lo impedían<br />

nuestras erróneas concepciones de la vida filosóficas. Ahora, hecha la<br />

renuncia a la Filosofía, podemos aspirar a ello.<br />

Otra buena razón de que los políticos no puedan hacer feliz a la<br />

humanidad, es la siguien<strong>te</strong>. Debido a que no encaran explícitamen<strong>te</strong> la<br />

problemática social global, en el supuesto más favorable no pueden hacer<br />

otra cosa que firmar papeles —acuerdo, tratado, pacto, alianza,<br />

reglamento, protocolo, compromiso— que son siempre mera “obligación<br />

moral” de que el arqui<strong>te</strong>cto y los albañiles construyan la casa, cuando<br />

<strong>te</strong>ndrían que ser mera “instrucción técnica” para que se sepa cómo<br />

construirla. Firman sus papeles con la esperanza y la promesa de que<br />

todos los firman<strong>te</strong>s van a ser “buena persona”. Pero el procedimiento, que<br />

ya de por sí no puede ofrecer garantías, con mucha frecuencia deja<br />

irresuelto el problema: aminora quizá su gravedad, pero no lo resuelve.<br />

12


¿Qué ganamos con que muchas naciones —o incluso todas— firmen y<br />

continuamen<strong>te</strong> enarbolen la Declaración Universal de los Derechos<br />

Humanos, cuando en ella se pre<strong>te</strong>nde saber lo que nadie sabe (qué es la<br />

“justicia”, la “dignidad intrínseca del hombre”, el “derecho”, el “deber”,<br />

etcé<strong>te</strong>ra), y cuando continuamen<strong>te</strong> se están denunciando en todas par<strong>te</strong>s<br />

vulneraciones de los tales derechos? ¿Para qué queremos declaraciones<br />

universales de derechos que no se van a ejercer?<br />

13


II*<br />

No exis<strong>te</strong> el Mal<br />

Según parece, todo aquel que reflexiona sobre las causas de la infelicidad<br />

humana social, incide siempre en el tópico de lo “moral”, de la depravada<br />

naturaleza humana, del egoísmo, de la mala conciencia: la del tirano; la<br />

del explotador; la del capitalista insolidario; la del gobernan<strong>te</strong> corrupto;<br />

la del <strong>te</strong>rrorista; la del asesino; la del violador... Los considera<br />

principales causan<strong>te</strong>s de la desgracia humana. En consecuencia, cree que<br />

se debe arreme<strong>te</strong>r contra ellos, denunciarlos, condenarlos, odiarlos,<br />

castigarlos (a poder ser, incluso eliminarlos físicamen<strong>te</strong>).<br />

Bien mirados, los alegatos así basados en la “maldad” humana, sean<br />

cuales fueren, a la postre no son sino una ex<strong>te</strong>riorización del<br />

maniqueísmo que por ley natural aflora en los estratos inferiores de<br />

nuestra psicología. No se irá por ese camino a la solución de nuestros<br />

graves problemas: el maniqueísmo imposibilita emitir un diagnóstico<br />

cer<strong>te</strong>ro, y, por consiguien<strong>te</strong>, impide hallar el adecuado remedio.<br />

No puede la humanidad (como conjunto) ser feliz, mientras que la<br />

sociedad considere que son valores el Bien y el Mal. El Bien y el Mal no<br />

exis<strong>te</strong>n, porque no exis<strong>te</strong> el orden moral. Y el orden moral no exis<strong>te</strong><br />

porque no somos libres: tanto si “obramos mal” como si “obramos bien”,<br />

lo hacemos porque a ello li<strong>te</strong>ralmen<strong>te</strong> nos fuerzan las leyes físicas y<br />

químicas vigen<strong>te</strong>s en el cosmos. 3 El misionero que vivió su vida en<strong>te</strong>ra<br />

curando leprosos, como el po<strong>te</strong>ntado que pasó la suya martirizando y<br />

matando esclavos, tuvieron que hacer por física necesidad lo que<br />

hicieron, de la misma manera que su páncreas tuvo que segregar insulina<br />

por física necesidad. Mientras no en<strong>te</strong>ndamos que esto es así, no habrá<br />

solución para la problemática social.<br />

Así como es imposible que los animales irracionales “obren mal” —por<br />

ejemplo, el perro asilvestrado que en una sola noche mata diez o doce<br />

ovejas, nada tiene de malvado o de perverso—, tan imposible,<br />

exactamen<strong>te</strong>, es que el animal racional “obre mal”. No por lo que Jean-<br />

Jacques Rousseau ingenuamen<strong>te</strong> creyó (que “nace bueno” el ser humano,<br />

y la sociedad lo pervier<strong>te</strong>), sino porque es un error creer que la “bondad<br />

moral” o la “maldad moral” son algo in<strong>te</strong>ligible o concebible. Tales<br />

“bondad” y “maldad” son meras palabras de filósofo, vacías de con<strong>te</strong>nido<br />

conceptual. No se sabe, ni se puede saber, qué es una cosa moralmen<strong>te</strong><br />

buena o moralmen<strong>te</strong> mala. Sentimos que es buena (o mala), pero no<br />

sabemos que lo sea, porque nos falta el concepto. 4<br />

En el planeta Tierra está de moda en los últimos tiempos la palabra<br />

“<strong>te</strong>rrorismo”, como sinónimo de “maldad”, con la agravan<strong>te</strong> de que un<br />

mismo hecho es juzgado moralmen<strong>te</strong> malo y calificado como <strong>te</strong>rrorismo<br />

3 Véanse las pruebas de todo esto en <strong>Logos</strong> avanza...<br />

4 V. <strong>Logos</strong> avanza...<br />

14


por una par<strong>te</strong> de la sociedad, en tanto que la otra par<strong>te</strong> lo juzga<br />

moralmen<strong>te</strong> bueno, y no lo considera <strong>te</strong>rrorismo. George Bush matando<br />

miles de personas en Irak es <strong>te</strong>rrorista moralmen<strong>te</strong> malo para un sector<br />

social, mientras que para otro sector es buena persona porque sólo<br />

matando miles de personas en Irak puede ser destruido el Mal. En el<br />

reverso de la medalla, Bin Laden matando miles de personas en las<br />

Torres Gemelas es <strong>te</strong>rrorista moralmen<strong>te</strong> malo para una par<strong>te</strong> de la<br />

población, y buena persona para la otra par<strong>te</strong>, porque sólo matando miles<br />

de personas en las Torres Gemelas puede ser destruido el Mal que reina<br />

en Occiden<strong>te</strong>.<br />

Las in<strong>te</strong>ligencias ocupadas en estudiar cuánto sufre la humanidad —por<br />

a<strong>te</strong>ntados, por guerras, por explotación, por hambre, por indigencia...—,<br />

cuando están ocupadas en estudiar cuál es la verdadera causa del tal<br />

sufrimiento, y cómo podría evitarse és<strong>te</strong>, erróneamen<strong>te</strong> (no sé si decir<br />

que hasta enfermizamen<strong>te</strong>) apuntan siempre a la moral y a la ética: según<br />

ellas, la causa es el capitalista insolidario, el político sin conciencia, el<br />

gobernan<strong>te</strong> corrupto, el desalmado dictador, el sanguinario <strong>te</strong>rrorista,...<br />

en suma, “el malo”. Poner así a los “malos” en el punto de mira con la<br />

esperanza de que algún día desaparezcan y pueda evitarse que sufra la<br />

humanidad, es dar palos de ciego. Así no se encontrará la solución,<br />

puesto que nadie nunca es “malo” y, por tanto, ningún “malo” puede ser<br />

la causa: ninguna lucha contra el “malo” puede ser el remedio. Denunciar<br />

y ana<strong>te</strong>matizar a los “malos” no sirve para nada. Es decir, sirve para<br />

algo, según Ar<strong>te</strong>mio Zarco:<br />

Me pregunto si no me estoy rei<strong>te</strong>rando con tanto insistir en la infamia<br />

y los que la procrean. Pero, por otro lado, pienso que denunciar a esta<br />

gen<strong>te</strong> libera de algún modo de los viejos demonios recibidos en la<br />

herencia genética. Sé que quienes fueron mis an<strong>te</strong>pasados en los<br />

tiempos de la Inquisición vivieron amedrentados y me han transmitido<br />

ese miedo. Escribir de aquellos <strong>te</strong>mores, conjurarlos y superarlos es<br />

tan saludable como una catarsis...<br />

Saludable para quien lo escribe, sí. Pero no sirve para redimir a la<br />

humanidad: condenar y denunciar “a los malos” es perder el tiempo. Algo<br />

se puede conseguir con la condena y la denuncia —variación en el flujo<br />

de votos, por ejemplo—, pero no la redención.<br />

Hoy día en que estamos aún en la Era de la Sinrazón, con el fin de<br />

extirpar la “maldad” que es (v.gr.) el “<strong>te</strong>rrorismo”, son dos los medios<br />

que mayormen<strong>te</strong> se utilizan: la condena moral y el castigo al culpable<br />

(medios inadecuados ambos, por irracionales, para la solución del<br />

problema). Véase lo que ocurrió, por ejemplo, en el Estado español<br />

duran<strong>te</strong> la llamada “transición” del franquismo a la democracia.<br />

Cada vez que los “malos” de la organización armada ETA perpetraban un<br />

a<strong>te</strong>ntado mortal, se estigmatizaba a los autores del a<strong>te</strong>ntado, cargando las<br />

tintas en lo inmenso de su perversidad. Organizaban los “buenos” un<br />

furioso gri<strong>te</strong>río, vociferando condenas y pidiendo castigo, hasta el<br />

extremo de condenar y pedir castigo también para quienquiera que no<br />

condenara a los “malos” de ETA. Se buscaban y rebuscaban en los<br />

15


entresijos del lenguaje los más virulentos calificativos morales y la<br />

retórica más “original y bonita” posible. Ello se hacía, en apariencia, con<br />

el fin de evitar otras muer<strong>te</strong>s. 5 Pero aquél no era el procedimiento<br />

adecuado para evitarlas. Y no se evitaron.<br />

Recuerdo haber visto en la prensa un chis<strong>te</strong> gráfico, explicación de lo<br />

inútil que era condenar a ETA. Aparecía en él un personaje conjugando<br />

el verbo “condenar”: “Yo condeno. Tú condenas. El condena. Nosotros<br />

condenamos. Vosotros condenáis. Ellos continúan matando.” Tenía toda<br />

la razón.<br />

El juzgar y proclamar que son perversas y condenables de<strong>te</strong>rminadas<br />

conductas que infligen daño a la comunidad, no conducirá a la<br />

construcción de una sociedad feliz. Si toda la encendida pasión que se<br />

pone en condenar al “culpable” y ponderar su “maldad”, se dedicara a<br />

investigar —al margen de la politiquería— cuál puede haber sido la razón<br />

última del por qué tales “culpables” han surgido en la sociedad, el<br />

horizon<strong>te</strong> se dilataría sorprenden<strong>te</strong>men<strong>te</strong>, y podrían concebirse fundadas<br />

esperanzas de una convivencia social aceptable. Por eso nosotros aquí<br />

vamos a ir al fondo de la cuestión, formulando la siguien<strong>te</strong> pregunta:<br />

¿Qué es mejor en el fondo? ¿Buscar “culpables”, o buscar la manera de<br />

que no los haya? ¿Buscar “culpables”, o buscar soluciones?<br />

Yo me niego a condenar las atrocidades de ETA. Me niego a condenar los<br />

crímenes de los GAL. No voy a condenar al genocida Francisco Franco.<br />

Ni al monstruo Adolf Hitler. Ni al sanguinario Iósiv Stalin. Tampoco al<br />

santo ayatollah que ordenó la muer<strong>te</strong> de Salman Rushdie. Ni al<br />

“<strong>te</strong>rrorista” George Bush. Ni al “<strong>te</strong>rrorista” Osama Bin Laden. Tampoco a<br />

la Santa Inquisición... Aquí no se va a condenar a nadie.<br />

En mis ensayos Ni Dios ni Darwin y <strong>Logos</strong> avanza... expuse razones —<br />

que no se han refutado todavía— según las cuales no hay ni puede haber<br />

nadie que sea culpable de nada, ma<strong>te</strong> a quien ma<strong>te</strong>, haga lo que haga, ya<br />

que hace lo que hace por necesidad física invencible de facto en las<br />

circunstancias íntimas del momento. 6 Y, claro está, si no hay culpables,<br />

no tiene sentido condenarlos: a nadie se le ocurre condenar al Vesubio<br />

por haber matado 40.000 pacíficos ciudadanos.<br />

El amigo escritor con quien había yo iniciado por in<strong>te</strong>rnet un amable<br />

diálogo, cuando supo cuál era mi posicionamiento an<strong>te</strong> las condenas<br />

morales, debió montar en cólera de altos grados, porque escribió días<br />

después en el periódico un virulento artículo en el que me vi claramen<strong>te</strong><br />

aludido y gravemen<strong>te</strong> insultado. Así quedó truncada la correspondencia<br />

epistolar que amistosamen<strong>te</strong> habíamos iniciado. Truncada por par<strong>te</strong> de él<br />

(no por mi par<strong>te</strong>), pues yo no me inmuto por ningún insulto y, si no<br />

condeno a nadie, no condeno tampoco a ningún amigo que me insul<strong>te</strong>.<br />

Traigo la anécdota a colación, porque me dejó estupefacto el ver la brutal<br />

5 Digo “en apariencia”, porque no hubo similares condenas para similares a<strong>te</strong>ntados mortales de los GAL.<br />

6 Si no hay culpa, no puede haber delito ni castigo. Entonces el ciudadano ¿es libre de robar, de asesinar,<br />

de violar? En su momento responderemos a esta pregunta.<br />

16


fuerza que ejerce en la gen<strong>te</strong> el sentido moral, siendo así que nada es<br />

moralmen<strong>te</strong> malo ni bueno.<br />

El embargo man<strong>te</strong>nido contra Irak por el gobernan<strong>te</strong> yanqui mató<br />

novecientos mil niños. Pero el gobernan<strong>te</strong> yanqui no fue culpable. Hitler<br />

ex<strong>te</strong>rminó seis millones de judíos, pero no fue culpable. Los mercenarios<br />

del GAL mataron veintitantos militan<strong>te</strong>s de ETA por encargo del<br />

Gobierno español, y no fueron culpables ellos, ni el gobernan<strong>te</strong> español<br />

fue culpable. Mataron mucha gen<strong>te</strong> los activistas de ETA, pero ningún<br />

activista de ETA fue culpable. Tampoco es culpable el monstruo que<br />

viola a una niña de ocho años y la asesina.<br />

Por cierto, vamos a hacer aquí un inciso, porque esta última ca<strong>te</strong>goría de<br />

“culpable” es quizá la que mejor pone de relieve cuán irracional es la<br />

sociedad nuestra, si se mide bien la influencia de la propia sociedad en la<br />

comisión de ciertos delitos. De mil y una maneras, y por todos los medios<br />

—li<strong>te</strong>ratura, cine, espectáculos, <strong>te</strong>levisión, vídeo, revista erótica,<br />

pornografía, ornamentaciones y ropajes y toda clase de provocaciones de<br />

la propia mujer...— encienden a todas horas en el hombre el deseo<br />

sexual...<br />

Un grupo de camareras suecas se ha movilizado para buscar formas<br />

de pro<strong>te</strong>gerse de los huéspedes de ho<strong>te</strong>les donde se muestra<br />

pornografía en el <strong>te</strong>levisor de las habitaciones, y que se sobrexcitan<br />

después de ver las películas. El grupo señala que su trabajo se ha<br />

tornado físicamen<strong>te</strong> insoportable desde que se comenzaron a pasar<br />

programas de pornografía en multitud de ho<strong>te</strong>les de Suecia.<br />

Para colmo, incluso pensadores y hombres de ciencia presentan la<br />

hiperactiva sexualidad de la especie humana como si fuera una brillan<strong>te</strong><br />

conquista lograda por la evolución en el proceso de perfeccionamiento de<br />

las pautas creadas por la naturaleza, cuando esa hiperactiva sexualidad<br />

nuestra no es más que una acusada degeneración biológica de la especie.<br />

La presentan dando a en<strong>te</strong>nder que la grandiosa maquinaria del cosmos no<br />

sería perfecta, si en él no se ejecutara el perpetuum mobile de las pelvis<br />

del homo fornicans, a quien se confió la sagrada misión de procurarse en<br />

todo instan<strong>te</strong> placer, y nuevo placer, y más placer. Se incita al hombre<br />

por todos los medios para que saboree los exquisitos e in<strong>te</strong>nsos placeres<br />

de la lujuria, y luego se llora la tragedia de la mujer violada, exigiendo<br />

para el “culpable” castigos ejemplares, castración, pena de muer<strong>te</strong>... No<br />

parece coheren<strong>te</strong>.<br />

Acabado el inciso, retomo el hilo. Nadie es culpable de nada. Nunca.<br />

Ergo, “castigar culpables” no tiene sentido. Sin embargo, la sociedad<br />

actual, con sañuda saña, castiga “culpabilidades” en nombre de una<br />

“justicia” que en el fondo es únicamen<strong>te</strong> odio y venganza. Tras de un<br />

a<strong>te</strong>ntado mortal de ETA, como primera y más importan<strong>te</strong> declaración, se<br />

oyó a un gobernan<strong>te</strong> español pronunciar estas palabras:<br />

Yo os aseguro que el culpable o los culpables serán de<strong>te</strong>nidos,<br />

juzgados, y enviados a prisión, para que allí se pudran [sic].<br />

En otra ocasión se dijo que,<br />

17


...según informó el Minis<strong>te</strong>rio de Justicia, el acuerdo alcanzado se<br />

sitúa en el marco del pacto PP-PSOE, y, en concreto, en su apartado<br />

quinto, en el que los firman<strong>te</strong>s “se comprome<strong>te</strong>n al establecimiento de<br />

una legislación peni<strong>te</strong>nciaria que asegure el más completo y severo<br />

castigo” a los presos políticos condenados en relación a ETA.<br />

Sis<strong>te</strong>mática y continuamen<strong>te</strong> los gobernan<strong>te</strong>s usan ese lenguaje, destinado<br />

a mitigar la sed de venganza del pueblo que ha sufrido acciones<br />

“<strong>te</strong>rroristas”. La oposición a su vez condena a los gobernan<strong>te</strong>s,<br />

acusándoles de que su “criminal política anti<strong>te</strong>rrorista” es también<br />

<strong>te</strong>rrorismo, y de que son por ello “culpables”. En cuyo caso la primera<br />

reacción, instintiva, suele ser también de ira, de odio, de imprecaciones<br />

por tanta “maldad” alojada en el corazón del gobernan<strong>te</strong>. Actitud<br />

irracional, porque no hay en el gobernan<strong>te</strong> maldad ni culpa. No puede<br />

haberla en un George Bush Jr. que se cree llamado por Dios para liberar<br />

del Mal al mundo. Puede haber necedad, estupidez, discapacidad<br />

in<strong>te</strong>lectual. Pero no maldad.<br />

El 11 de marzo del año 2004, hizo explosión en Madrid una decena larga<br />

de bombas, estratégicamen<strong>te</strong> colocadas ex profeso para matar gen<strong>te</strong> del<br />

pueblo: obreros, oficinistas, estudian<strong>te</strong>s... Los muertos fueron casi<br />

doscientos, y unos mil se<strong>te</strong>cientos los heridos. Los autores de tanta<br />

“maldad” comunicaron a la opinión pública (entre otras cosas) lo<br />

siguien<strong>te</strong>:<br />

En el nombre de Dios, Clemen<strong>te</strong> y Misericordioso: Cuando <strong>te</strong> castigan<br />

tienes que castigar del mismo modo a quienes <strong>te</strong> castigaron. Mátalos<br />

allí donde los encuentres. [...] Nosotros en las Brigadas de Abu Hafs<br />

al Masri no nos entris<strong>te</strong>cemos por la muer<strong>te</strong> de civiles. [...] El<br />

Escuadrón del Humo de la Muer<strong>te</strong> os alcanzará pronto en un sitio<br />

donde podréis ver muertos a miles, si Dios quiere,...<br />

¿Qué culpa ni qué maldad puede haber en quien así habla, si quien así<br />

habla está convencido de que es Dios quien quiere que se dé muer<strong>te</strong> a<br />

inocen<strong>te</strong>s, que se los ma<strong>te</strong> allí donde se los encuentre, que se castigue a<br />

quien castigó, y que se le castigue del mismo modo que él castigó?<br />

La magnitud de las atrocidades perpetradas contra el pueblo vasco por el<br />

Partido Popular de España duran<strong>te</strong> el tiempo que és<strong>te</strong> se mantuvo en el<br />

poder, dejó atónitos a muchos pacíficos ciudadanos que hervían de<br />

indignación sin poder dar crédito a lo que estaban viendo. No podían<br />

comprender que en el gobernan<strong>te</strong> hispano hubiera tanta “maldad” hacia<br />

todo lo vasco, sólo porque el pueblo vasco no quiere que España (ni<br />

Francia) lo <strong>te</strong>ngan encadenado a la fuerza. No se daban cuenta de que los<br />

hispanos gobernan<strong>te</strong>s hacían lo que debían, dada su ideología, su<br />

patriotismo, sus convicciones... No eran ellos los “culpables” de tanta<br />

atrocidad. La Gran Culpable —entonces como ahora y como siempre—<br />

es la esencial irracionalidad que carac<strong>te</strong>riza a la Política en sociedades<br />

irracionalmen<strong>te</strong> constituidas.<br />

Como “acción mala”, opino que la tortura es la más perniciosa, la más<br />

nociva, la más dañina que puede llevarse a cabo contra un ser humano.<br />

Ordinariamen<strong>te</strong> solemos pensar que el homicidio —bien sea en forma de<br />

18


asesinato, bien sea en forma de castigo legal (fusilamiento, silla<br />

eléctrica, lapidación, etcé<strong>te</strong>ra)— es el daño mayor que puede hacerse a<br />

una persona. Estamos equivocados.<br />

El homicidio, lo que es propiamen<strong>te</strong> homicidio, no puede hacer ningún<br />

daño al in<strong>te</strong>rfecto. Puede hacérselo a sus familiares, a sus amigos, a sus<br />

conocidos..., pero no a la propia “víctima” (que, por eso mismo, nunca<br />

puede ser víctima). Si después de la vida hubiera “otra vida”, sería<br />

posible que el homicidio le causara daño: dependería de lo que le<br />

esperara en la “otra vida”. Pero no hay “otra vida”: como bien dijo<br />

Severo Ochoa, el hombre es únicamen<strong>te</strong> física y química. Entonces,<br />

cualquier daño (o beneficio) que se haga a una persona, <strong>te</strong>ndrá que<br />

hacérsele necesariamen<strong>te</strong> mientras viva. Ergo, lo que es propiamen<strong>te</strong><br />

“matar” no puede hacer daño a la persona matada. Mientras ésta se<br />

mantuvo con vida, no podía hacerle daño el homicidio (que no se había<br />

consumado aún), pero tampoco a partir del instan<strong>te</strong> en que se consumó:<br />

imposible hacer daño a quien ya no exis<strong>te</strong>.<br />

El daño máximo posible es la tortura. Pero quejarse de la “perversa”<br />

acción del torturador es, no sólo inútil, sino también tonto, necio, caren<strong>te</strong><br />

de sentido. Con quejas de ese cuño no se evitará la tortura, porque el<br />

torturador —que de ordinario suele ser ejecutor de órdenes emanadas del<br />

propio gobernan<strong>te</strong>— ya se las arreglará para continuar a escondidas el<br />

trabajo, sin <strong>te</strong>mor a nuestras quejas. También con relación al “culpable”<br />

torturador, lo único racional es buscar soluciones: buscar los medios que<br />

hagan imposible la tortura (o la necesidad de torturar).<br />

Después de la tortura, y desde el punto de vista de la “moral”, tal vez la<br />

acción más dañina que pueda realizarse contra un ser humano es la<br />

violación de una mujer. Se comprende que las víctimas —las<br />

directamen<strong>te</strong> afectadas, y las afectadas por empatía— sientan los peores<br />

deseos de venganza. Pero la venganza no resuelve el problema. Ya sé que<br />

las víctimas <strong>te</strong>ndrán escaso consuelo si les digo que no exis<strong>te</strong> el libre<br />

albedrío y que, por tanto, no es culpable el violador. Pero no se trata de<br />

decírselo a ellas. Hay que decírselo a los constructores de una sociedad<br />

racionalmen<strong>te</strong> concebida. Son ellos quienes deben saber que el problema<br />

no se resolverá con odios ni venganzas ni “justos castigos”, y que lo<br />

realmen<strong>te</strong> importan<strong>te</strong> es que se resuelva. Cuando los tribunales aplican al<br />

violador un castigo ejemplar, descansamos pensando que se ha hecho<br />

justicia. El mal no se remedia con eso, porque mañana habrá otra<br />

violación. El problema puede —y debe— resolverse de otra manera (que<br />

estudiaremos en la segunda fase).<br />

Lo que acaece con la tortura y con la violación, también acaece con la<br />

violencia física ejercida con fines políticos. En democracia, todo se<br />

reduce a vociferar contra los “violentos”, culpabilizándolos hasta el<br />

paroxismo (con la particularidad de que el culpabilizador suele ser no<br />

menos violento que el culpabilizado, aunque varíen las formas de la<br />

violencia). Hemos de comprender que ni unos ni otros tienen “culpa”. Y<br />

19


que, en todo caso, la violencia no desaparecerá sólo con que se vocifere,<br />

por mucho que se vocifere: algún distinto método habrá que usar.<br />

In<strong>te</strong>lectuales, políticos, gobernan<strong>te</strong>s, periodistas, <strong>te</strong>rtulianos, duran<strong>te</strong><br />

decenios estuvieron en el Estado español repitiendo, a cada minuto, que<br />

el militan<strong>te</strong> de ETA es un ser sanguinario, criminal, asesino que mata<br />

sólo por el placer de matar. Los in<strong>te</strong>ligen<strong>te</strong>s de entre ellos ya sabían que<br />

eso no era verdad, pero lo dijeron y lo repitieron mil veces, porque una<br />

enorme masa de gen<strong>te</strong> ignoran<strong>te</strong>, incapaz de pensar por su cuenta con un<br />

mínimo de in<strong>te</strong>ligencia, iba a tomarlo por verdad (que de eso se trataba,<br />

ya que así se ganaban votos).<br />

Como en todo, también tuvo que haber excepciones en ETA, pero la<br />

mayoría de sus militan<strong>te</strong>s fueron individuos de gran calidad humana,<br />

apreciados en su respectivo pueblo o barrio o comarca, abnegados,<br />

patriotas, luchadores dispuestos a dar su vida por la libertad del pueblo<br />

vasco... Sabían que tarde o <strong>te</strong>mprano acabarían acribillados a balazos, o<br />

sepultados en una cárcel después de haber sido torturados. Lo sabían,<br />

pero se alistaron por cen<strong>te</strong>nares en la organización armada: los vulgares<br />

y sanguinarios asesinos no se comportan así. Cada vez que retornaban a<br />

su pueblo natal, cumplida la condena de cárcel, eran jubilosamen<strong>te</strong><br />

recibidos y homenajeados: de haber sido vulgares y sanguinarios<br />

asesinos, no hubieran <strong>te</strong>nido ese recibimiento, una y otra vez, en todos<br />

los ámbitos de la geografía vasca. De ETA podrá decirse que sufrió una<br />

trágica equivocación al decidirse por la lucha armada, pero honestamen<strong>te</strong><br />

no podrá decirse que fue una banda de forajidos, o una escuela del<br />

crimen.<br />

Hubo un momento en que alguien, dentro del Estado español, decidió que<br />

era preciso eliminar físicamen<strong>te</strong> miembros de ETA refugiados en el<br />

Estado francés. En poco tiempo, casi treinta fueron abatidos, uno tras<br />

otro. Aquella violencia fue similar a la de ETA, aunque los medios de<br />

comunicación, los in<strong>te</strong>lectuales, los políticos, los gobernan<strong>te</strong>s, no<br />

vociferaron del mismo modo. Sólo un reducido sector de población,<br />

particularmen<strong>te</strong> la izquierda vasca, expresó su indignación, denunciando<br />

los hechos como crimen de Estado, y, claro está, culpabilizando a los<br />

autores.<br />

Hay que repetirlo: natural es que los allegados del in<strong>te</strong>rfecto en cada caso<br />

pusieran el grito en el cielo, tanto más cuanto que vieron altas instancias<br />

del Estado instigando la matanza, amparadas en la posibilidad de actuar<br />

impunemen<strong>te</strong>. Sin embargo, preciso es confesar, aunque no nos gus<strong>te</strong>, que<br />

tampoco entonces hubo culpables. Mientras no se demuestre lo contrario,<br />

hay que pensar que los dirigen<strong>te</strong>s del GAL obraron impulsados por su<br />

sentido del deber como españoles: para ellos ETA era enemigo acérrimo<br />

de España, no sólo porque mataba militares y guardias civiles y policías<br />

de España, sino también, y, sobre todo, porque amenazaba romper lo que<br />

ellos consideraban su patria. Subjetivamen<strong>te</strong> fueron —salvadas, por<br />

20


supuesto, las excepciones que también allí tuvo que haber—, defensores<br />

de su patria, y no culpables criminales. 7<br />

El género humano, si pre<strong>te</strong>nde vivir feliz en sociedad, <strong>te</strong>ndrá que<br />

renunciar a la violencia, inventando alguna eficaz manera de impedirla.<br />

Sin embargo, sea del color que fuere la violencia, no se la va a evitar<br />

vociferando y despotricando contra sus “malvados” practican<strong>te</strong>s, e<br />

imponiéndoles, por “malos”, el severo “castigo” correspondien<strong>te</strong>. Habrá<br />

que recurrir a otros medios, porque los empleados tradicionalmen<strong>te</strong> desde<br />

siempre —puesto que es un en<strong>te</strong> de razón el Mal— son irracionales<br />

(además de ineficaces).<br />

Cuando se trata de juzgar o describir qué acaece habitualmen<strong>te</strong> en la<br />

sociedad humana, casi todo lo que se opina o se comenta en revistas,<br />

libros, periódicos, deba<strong>te</strong>s, <strong>te</strong>rtulias, etc., sis<strong>te</strong>máticamen<strong>te</strong> suele ser<br />

queja de conductas moralmen<strong>te</strong> malas, pro<strong>te</strong>sta, denuncia, condena...<br />

Todos los días, y a todas horas, todo se reduce a criticarlo todo a la luz<br />

de la ética y de la moral. Se hace, además —al hacerse públicamen<strong>te</strong>—,<br />

con la in<strong>te</strong>nción-deseo (conscien<strong>te</strong> o no) de que un día la sociedad<br />

consiga erradicar “lo malo” así denunciado.<br />

No lo conseguiremos. Perderemos el tiempo. El único Mal que hay en el<br />

mundo es el físico: dolor, sufrimiento, desgracia, infelicidad. Y, si<br />

queremos que el mal físico desaparezca de nuestras vidas, lo primero que<br />

hemos de hacer es convencernos de que “el Mal” no exis<strong>te</strong>, y de que nada<br />

ni nadie es moralmen<strong>te</strong> malo. Convencernos de que la causa de que haya<br />

males físicos en el mundo está en el orden in<strong>te</strong>lectual, es decir fuera del<br />

orden moral, y de que el único medio que exis<strong>te</strong> para erradicarlos es la<br />

sustitución de la irracional Política por la racional y apolítica<br />

Logocracia, o fuerza de la Razón (que hemos de estudiar después con<br />

mucha a<strong>te</strong>nción).<br />

No es la “maldad moral” quien trae dolor al género humano, sino el Error<br />

in<strong>te</strong>lectual. Es decir, la Política, pues la Política es Filosofía, y la<br />

Filosofía es Error in<strong>te</strong>lectual. El político, por ser intrínsecamen<strong>te</strong> incapaz<br />

de evitar la infelicidad humana, la perpetúa. Pero <strong>te</strong>nemos que saber que<br />

esa intrínsecamen<strong>te</strong> incapacidad no se debe a “maldad” alguna de nadie<br />

(corrupción, por ejemplo), ni siquiera a una posible impericia o<br />

incompe<strong>te</strong>ncia, sino, simplemen<strong>te</strong>, a la irracional constitución de la<br />

sociedad. Ella es la causa de que los políticos <strong>te</strong>ngan que operar de facto<br />

contra la Razón —o, lo que es igual, sin sometimiento a la fuerza de la<br />

Razón—, a causa de que la Política se nutre únicamen<strong>te</strong> de los errores de<br />

la Filosofía: ética, moral, delito, culpa, castigo, derecho, justicia,<br />

injusticia...<br />

7 Lo cual no quiere decir ⎯como en cierta ocasión pre<strong>te</strong>ndió Rosa Díez, portavoz adjunto del PSE-EE⎯<br />

que los presos de ETA no, y los presos Barrionuevo y Vera sí eran "honorables ciudadanos cuya<br />

comparación con los presos de ETA sería una indignidad". Eso ya no. O herramos, o quitamos el banco. Los<br />

presos de ETA fueron (a no dudarlo) ciudadanos tan honorables como Barrionuevo y Vera.<br />

21


Abjurar de tales errores: único medio que <strong>te</strong>nemos los aman<strong>te</strong>s de la<br />

humanidad para liberarla de sus padecimientos.<br />

22


III*<br />

Irracionalidad esencial de la democracia<br />

Todo ser humano quiere ser feliz. Quiere ser lo más feliz posible. Por sí<br />

solo, como individuo, no puede conseguirlo: debe asociarse con sus<br />

semejan<strong>te</strong>s, e in<strong>te</strong>ntarlo, en mutua colaboración in<strong>te</strong>ligen<strong>te</strong>.<br />

Cierto es que siempre, desde tiempo inmemorial, se asoció. Y sigue<br />

asociándose. Pero nunca lo ha hecho —en los primeros tiempos le era<br />

ma<strong>te</strong>rialmen<strong>te</strong> imposible hacerlo— con la finalidad explícita de<br />

procurarse la máxima felicidad a la que el ser humano podría aspirar:<br />

sólo se asoció con el fin de procurarse aquella porción de felicidad a la<br />

que en concreto podía aspirar en las circunstancias del momento (o a la<br />

que creía poder aspirar en otra vida post mor<strong>te</strong>m).<br />

Lo hizo de muchas maneras, formando o conformando pareja, familia,<br />

clan, tribu, pueblo, secta, iglesia, nación, Estado, Estados Unidos,<br />

Naciones Unidas... También fueron variadas las formas de organización y<br />

dirección de los diferen<strong>te</strong>s tipos de asociación: patriarcado, matriarcado,<br />

sultanato, papado, monarquía, república, dictadura, democracia... Todas<br />

las tales asociaciones tuvieron siempre una triple carencia de facto, de la<br />

que aquí hemos de tomar buena nota, porque hay otra muy distinta<br />

manera de asociarse, que nunca se ha ensayado. Fueron éstas las<br />

carencias:<br />

1ª) Aunque todas las tales asociaciones buscaban el propio bien o<br />

bienestar o felicidad, ninguna procuró nunca deliberadamen<strong>te</strong>,<br />

explícitamen<strong>te</strong>, conseguir la máxima felicidad posible: aspiraron todas,<br />

como mucho, a una vida mejor, pero no, explícitamen<strong>te</strong>, a la mejor<br />

posible (quizá porque a priori estuvo seguro de que era insensato incluso<br />

el soñarlo).<br />

2ª) Aunque en <strong>te</strong>oría (con más o menos in<strong>te</strong>nsidad y celo) todas<br />

procuraron el bien común, explícitamen<strong>te</strong> nunca trabajó ninguna —esto<br />

en otros tiempos era ma<strong>te</strong>rialmen<strong>te</strong> imposible— por el bien de todos los<br />

habitan<strong>te</strong>s de la Tierra: como mucho, trabajaron sólo por el de la propia<br />

grey, sólo por el del propio pueblo, sólo por el de la propia nación...<br />

3ª) Si bien todas estuvieron racionalmen<strong>te</strong> organizadas y dirigidas en el<br />

sentido de que para ello alguien tuvo que razonar, ninguna de ellas<br />

estuvo nunca organizada y dirigida por la Razón en el sentido de que<br />

hiciera más o menos correcto uso de la razón el cuerpo social como<br />

totalidad: solamen<strong>te</strong> lo hizo si acaso una mayor o menor par<strong>te</strong> de la<br />

sociedad: el gurú, el rey, el emperador, la cor<strong>te</strong>, el gobierno, el senado,<br />

la congregación, la hermandad, la iglesia...<br />

Por mor de la simplificación expositiva, acep<strong>te</strong>mos que las formas de<br />

organización social conocidas a lo largo de la historia han sido siempre,<br />

23


sin término medio, o dictaduras, o democracias. Cuando todos los<br />

miembros adultos de la comunidad pueden con su voto influir de algún<br />

modo en las decisiones que atañen a la felicidad general, estamos an<strong>te</strong><br />

una democracia. En caso contrario, cuando se ha denegado poder<br />

decisorio a una par<strong>te</strong> cualquiera de la población adulta —la plebe o las<br />

mujeres o los esclavos o los delincuen<strong>te</strong>s presos, por ejemplo—, rige una<br />

dictadura. Por supuesto, cualquier tipo de régimen que se haya instaurado<br />

violentamen<strong>te</strong>, y no por votación popular, es también dictadura para<br />

nosotros, aunque sus fautores le hayan dado nombres tales como<br />

“democracia orgánica” o “democracia popular”; y aunque se hayan<br />

después celebrado en su seno votaciones coyunturales.<br />

Desde ahora consideramos obvio que, en principio, ninguna dictadura es<br />

institución idónea para propiciar la felicidad mayor posible de todos los<br />

habitan<strong>te</strong>s de la Tierra. Aun supuesta la buena voluntad de quien ejerza la<br />

dictadura —y aunque la ejerciera una ejemplar asamblea de sabios—, no<br />

se puede afirmar que ése es el medio más adecuado para crear universal<br />

felicidad. La razón de ello está en que, probable o no, es posible que, en<br />

un momento dado, entre las personas excluidas del órgano rector<br />

dictador, haya una (o más de una) con soluciones mejores que la de él,<br />

aunque fuese muy elevada la in<strong>te</strong>ligencia y sabiduría de los rectores, y<br />

aunque estuviese en todos ellos favorablemen<strong>te</strong> dispuesta la voluntad. Si<br />

a un sector cualquiera de la población, incluso a un sólo individuo, se le<br />

impide participar en las decisiones, el procedimiento deja de ser el más<br />

idóneo. Como se demostrará más adelan<strong>te</strong>, por esa misma razón deja<br />

también de ser idónea la soi-disant “democracia participativa”: porque<br />

imposibilita que un sector (la minoría) participe en las decisiones.<br />

Verdad es que puede haber pueblos gobernados en dictadura, más felices<br />

que otros gobernados en democracia, pero ello no pasa de ser un hecho<br />

accidental o anecdótico, porque es la esencia de la dictadura lo que,<br />

cae<strong>te</strong>ris paribus, la sitúa desfavorablemen<strong>te</strong>: la democracia puede crear<br />

mecanismos de control del poder ausen<strong>te</strong>s, por definición, en una<br />

dictadura, y ocasionalmen<strong>te</strong> necesarios para el bien común. Renunciamos,<br />

pues, a iniciar discusiones acerca de las dictaduras qua proveedoras de la<br />

felicidad mayor posible.<br />

Entre parén<strong>te</strong>sis: al decir (sin más especificaciones) “dictadura”, me<br />

refiero sólo a las ya conocidas a través de la historia. Sólo a ellas, porque<br />

exis<strong>te</strong> de hecho una implacable dictadura de otro tipo, esencialmen<strong>te</strong><br />

distinta de aquéllas, que es idónea para hacernos felices. Tan idónea que<br />

es ella lo único idóneo para ese fin. Estoy refiriéndome a la dictadura de<br />

la Razón. Es implacable dictadura porque siempre —siempre que toma<br />

las riendas y nos gobierna o nos dirige— a todos nos obliga a aceptar sus<br />

dictados: nadie puede rebelársele ni oponérsele. Por ejemplo, no hay en<br />

toda la Tierra una sola persona cuyo in<strong>te</strong>lecto se atreva a afirmar que 7 y<br />

5 son 18, aunque esa persona tuviere sumo in<strong>te</strong>rés en que sean 18. Si la<br />

Razón dice que son 12, 12 han de ser.<br />

24


Me pareció convenien<strong>te</strong> dar a esta dictadura el nombre de “logocracia”<br />

(logos = razón; kratos = autoridad, poder, fuerza; o sea, “poder o fuerza<br />

de la razón”). De ella se hablará largo y <strong>te</strong>ndido más adelan<strong>te</strong>. Quede,<br />

pues, la escueta denominación “dictadura” para tan sólo referirnos a las<br />

que históricamen<strong>te</strong> hemos conocido como tales. Cierro el parén<strong>te</strong>sis, y<br />

continúo.<br />

La dictadura no es la forma social más deseable, si lo que se busca es<br />

felicidad máxima para todos. Pero también la democracia dista mucho —<br />

dista muchos años-luz— de ser el instrumento más apropiado. Esto sí<br />

debe estudiarse y debatirse in<strong>te</strong>ligen<strong>te</strong>men<strong>te</strong>, porque hoy casi todo el<br />

mundo, pese a reconocer que el democrático es el menos malo de los<br />

sis<strong>te</strong>mas de gobierno conocidos (pese a reconocer, por tanto, que es<br />

malo), de hecho lo abona, lo ensalza, lo venera, lo adora como si fuese<br />

una panacea. Se supone que los autores del ditirambo sólo pre<strong>te</strong>nden con<br />

ello manifestar su repulsa de las dictaduras. Pero, aun así, resulta<br />

excesivo ensalzar y adorar la democracia en tales términos, puesto que es<br />

ella, sobre todo, la que está cuando menos man<strong>te</strong>niendo a la humanidad<br />

sumergida en un océano de sufrimientos, e incluso conduciéndola al<br />

precipicio, últimamen<strong>te</strong> a grandes zancadas.<br />

Como la Dictadura ya quedó fuera de la discusión, y como nada nos<br />

importa ahora el matiz, los mayusculados vocablos “Política” y<br />

“Democracia” van a ser sinónimos entre nosotros. Así, cuando digamos<br />

que la Democracia es un sis<strong>te</strong>ma inepto o inadecuado, porque no puede<br />

propiciar la condición sine qua non para que podamos todos vivir<br />

felizmen<strong>te</strong>, estaremos diciendo que es la Política la que nunca nos hará<br />

felices, que es el político el que nunca resolverá la problemática vital de<br />

la humanidad. Y, a la inversa, cuando se hable de la inoperan<strong>te</strong> Política,<br />

se estará diciendo que es la Democracia la que nunca podrá hacernos<br />

felices.<br />

Ya expliqué an<strong>te</strong>riormen<strong>te</strong> por qué la Democracia (es decir la Política)<br />

nunca dará cumplida solución a nuestros problemas. No es porque el<br />

político sea vividor, ambicioso, mendaz, corrupto, etc., es decir<br />

“moralmen<strong>te</strong> malo”. Ni siquiera porque sea incompe<strong>te</strong>n<strong>te</strong> o inepto como<br />

persona. Es por otras causas. Por ejemplo, porque en sus objetivos<br />

propios y específicos entra el ocuparse de hacer política local, y de<br />

hecho, por tanto, el ocuparse de no hacer feliz a la humanidad.<br />

Con creces la historia de todos los días nos demuestra que la Política no<br />

resolverá la problemática social de la humanidad. En el año 2000, los<br />

famosos Objetivos del Milenio de las Naciones Unidas con<strong>te</strong>mplaban<br />

reducir a la mitad —para el año 2015— el hambre y la extrema pobreza,<br />

universalizar la enseñanza primaria, reducir la mortalidad infantil en dos<br />

<strong>te</strong>rcios, reducir en tres cuartos la mortalidad ma<strong>te</strong>rna, etcé<strong>te</strong>ra. Hoy, en el<br />

año 2005, los objetivos no llevan camino de ser alcanzados:<br />

Actualmen<strong>te</strong> 1000 millones de personas viven con menos de un dólar<br />

diario. Otros 2000 millones luchan por sobrevivir con menos de dos<br />

dólares. Once millones de niños mueren cada año (la mayoría con<br />

25


menos de cinco años de edad). Alrededor de 114 millones de menores<br />

no asis<strong>te</strong>n a la escuela primaria. 584 millones de mujeres son<br />

analfabetas. Más de 840 millones de seres humanos sufren hambre<br />

crónica. Más de 1000 millones carecen de acceso al agua potable...<br />

Jeffrey Sachs, director del Instituto de la Tierra, de la Universidad de<br />

Columbia, “se mostró muy crítico con los pocos avances que se han<br />

logrado en estos cinco años”. Aunque también él atribuía a falta de<br />

ética los pocos avances, ya que “los países ricos no están cumpliendo<br />

con sus compromisos de ayuda al desarrollo”, la causa última de que<br />

persistan los problemas no es la falta de ética. El equipo de expertos<br />

encabezado por Jeffrey Sachs calculó que, para alcanzar los Objetivos<br />

del Milenio,<br />

se necesitaría, a partir del próximo año, una inversión de 102.000<br />

millones de euros anuales, que irá creciendo hasta alcanzar los<br />

148.000 millones en 2015.<br />

Sin embargo, se puede vaticinar que ni así quedaría el problema<br />

totalmen<strong>te</strong> resuelto, porque subsistiría la causa última, que es la<br />

irracionalidad intrínseca del quehacer político tradicional. El problema<br />

del hambre en el <strong>te</strong>rcer mundo no puede resolverse con sólo dar limosna<br />

—aunque ésta fuere suficien<strong>te</strong> para saciar a los hambrientos actuales—,<br />

porque la limosna suficien<strong>te</strong> puede no perpetuarse, mientras que son<br />

perpetuas las necesidades alimentarias (apar<strong>te</strong> de que perpetuar la<br />

limosna, por suficien<strong>te</strong> que fuere, no sería la verdadera solución).<br />

Más o menos, el fin de la Política es hacer feliz a la gen<strong>te</strong>. Pero no podrá<br />

alcanzar nunca ese fin en la medida máxima en que la felicidad es posible<br />

en la Tierra, porque la Política tiene que desenvolverse necesariamen<strong>te</strong><br />

dentro de una sociedad cuyos parámetros estructurales, por su<br />

irracionalidad, son inadecuados para la tal felicidad (que sólo será<br />

posible cuando se rompa el marco estructural, y se le sustituya por otro<br />

que sea racional). Es decir que la Política, no puede hacernos felices,<br />

porque es irracional, no por falta de ética. Trabajar para que la Política,<br />

ejercida éticamen<strong>te</strong>, nos arregle el mundo, es trabajar para que dé peras<br />

el olmo.<br />

La Política no puede hacernos felices, porque es irracional. Y también<br />

porque, de facto, su fin esencial no es construir un mundo racional que<br />

haga feliz a todo hombre, sino (a lo sumo) conseguir que el ser humano<br />

se adap<strong>te</strong> a los hechos que no le hacen feliz y que no pueden evitarse en<br />

un mundo irracional. Raúl Estrada, presiden<strong>te</strong> del Comité Negociador del<br />

Protocolo de Kioto, en una entrevista concedida al diario Gara en<br />

vísperas de la X Conferencia de las Par<strong>te</strong>s de la Convención de Naciones<br />

Unidas sobre Cambio Climático, hizo —sobre el cambio climático—<br />

relativamen<strong>te</strong> sensatas manifestaciones que me parecieron gravemen<strong>te</strong><br />

insensatas, consideradas en absoluto:<br />

No hay que provocar alarma. [...] Hay que pensar más en adaptación<br />

que en catástrofes. Y los países lo están haciendo. Holanda, por<br />

ejemplo, se adaptó a los niveles del mar; el ganado traído de Europa a<br />

América se adaptó; los caballos árabes traídos a la Argentina son hoy<br />

26


mejores que los caballos de los países árabes; todo se adapta; los<br />

cultivos... Siempre hemos vivido adaptándonos.<br />

Esto sería, fren<strong>te</strong> a la amenaza de una catástrofe, no ya simplemen<strong>te</strong><br />

sensato, sino lógicamen<strong>te</strong> obligado, y absolutamen<strong>te</strong> necesario, si fuese<br />

del todo imposible evitar la catástrofe. Si nolens volens hemos de ser<br />

alcanzados por el torren<strong>te</strong> de lava, por la riada, por el cambio climático,<br />

por el “tsunami”, lógico será pensar más en cómo adaptarnos. Pero “hay<br />

que pensar más en adaptación que en catástrofes”, dicho así, y<br />

considerado en absoluto, es una insensa<strong>te</strong>z intrínsecamen<strong>te</strong> genocida. En<br />

el caso concreto del cambio climático al que estamos enfrentándonos —y<br />

que ya se veía venir hace años como efecto de la actividad humana—,<br />

perogrullesco es que an<strong>te</strong> todo se debía haber pensado y seriamen<strong>te</strong><br />

estudiado si es posible prevenir y evitar que se produzca. Naturalmen<strong>te</strong>,<br />

sin perjuicio de que se estudie también la adaptación en caso de que no<br />

sea posible frenar el cambio.<br />

La Política es incapaz de hacernos felices, porque los políticos tienen<br />

obligación de resolver la problemática social man<strong>te</strong>niendo intocables<br />

algunos statu quo que son precisamen<strong>te</strong> los que plan<strong>te</strong>an la problemática.<br />

Un ejemplo dejará en claro lo que quiero decir. Supongamos que el actual<br />

político demócrata in<strong>te</strong>ntara hacer feliz a la humanidad, tal como está<br />

constituida hoy. No podría conseguirlo de ninguna manera, porque el<br />

in<strong>te</strong>nto sería li<strong>te</strong>ralmen<strong>te</strong> contradictorio: su obligado campo de trabajo<br />

sería una sociedad constituida por distintos Estados, y es precisamen<strong>te</strong> la<br />

exis<strong>te</strong>ncia de distintos Estados una de las más eficien<strong>te</strong>s causas de que no<br />

pueda ser feliz la humanidad.<br />

Poco ha publicó Marcos Roitman Rosenmann en La JORNADA un<br />

artículo en el que acusaba a la izquierda de haber abandonado “los<br />

principios”. Obviamen<strong>te</strong>, razonaba sobre la base de que la izquierda es la<br />

que puede poner fin a la explotación del ser humano y a la esclavitud (o,<br />

lo que es igual, es la que puede hacer feliz a la humanidad):<br />

La izquierda en toda su dimensión política, social e in<strong>te</strong>lectual, se<br />

constituye históricamen<strong>te</strong> como una al<strong>te</strong>rnativa a la explotación del<br />

ser humano. Es una lucha contra la esclavitud y, a la par, es una<br />

búsqueda por construir la igualdad en la práctica radical de la<br />

democracia. [...] Ser de izquierda es una ética de vida cuya dimensión<br />

social supone luchar contra la explotación, por la justicia social, la<br />

democracia radical, la reforma agraria, el salario digno, la educación<br />

gratuita, el socialismo y la liberación. [...] Por ende, una izquierda en<br />

el siglo XXI sin principios sigue sin ser de izquierda.<br />

Pero yo a Marcos Roitman debo preguntar si lo importan<strong>te</strong> en verdad es<br />

que la izquierda man<strong>te</strong>nga esos principios, entre los que figuran la lucha<br />

por la justicia social, el salario digno, la democracia radical... A mí me<br />

parece que no. Que lo único importan<strong>te</strong> en verdad es que la izquierda<br />

pueda hacer feliz a la humanidad, cosa imposible con esos principios.<br />

Porque, según hemos de ver más adelan<strong>te</strong> en es<strong>te</strong> ensayo, nuestro<br />

in<strong>te</strong>lecto no sabe qué es “justicia”, ni qué es un salario “digno”. Y según<br />

vamos viendo hasta ahora, y seguiremos viendo, lo que nuestro in<strong>te</strong>lecto<br />

sí sabe es que la democracia no puede hacer feliz a la humanidad.<br />

27


No sirve la Política. No sirve la Democracia. Pero ello se debe sólo a su<br />

irracionalidad. Se debe sólo a que en Política, en Democracia, la fuerza<br />

de la Razón está ausen<strong>te</strong>, como directriz. De una u otra manera, la<br />

democracia encomienda siempre las decisiones a la voluntad (a los<br />

votos), con lo cual ipso facto renuncia a encomendarlas a la Razón, pues<br />

la excluye formalmen<strong>te</strong>. Por irracional, es incapaz de constituirse en<br />

sis<strong>te</strong>ma óptimo de convivencia social entre animales que son racionales.<br />

La Democracia es inepta, porque no dispone de ningún mecanismo social<br />

apto para hacer valer exclusiva y formalmen<strong>te</strong> la fuerza de las opiniones,<br />

por contraposición a la fuerza de las voluntades. Inepta porque, per se,<br />

jamás conseguirá que prevalezca por encima de todo la razón indicadora<br />

del camino a seguir para la ob<strong>te</strong>nción de felicidad. Inepta, porque no es<br />

una logocracia —o “logicocracia”— expresamen<strong>te</strong> concebida para hacer<br />

del animal racional, en cuanto tal, un animal feliz en el grado más alto<br />

posible.<br />

Es inepta, por ser sis<strong>te</strong>ma que obliga a la humanidad a navegar sin<br />

rumbo, a bordo de una nave planetaria que nadie gobierna. Es inepta,<br />

porque permi<strong>te</strong> a la humanidad seguir siendo lo que siempre ha sido: un<br />

colectivo irracional por acéfalo. Hay cerebros que gobiernan o dirigen, a<br />

veces incluso con racionalidad ejemplar, una familia, una empresa, un<br />

municipio, un Estado... Pero ningún cerebro ha dirigido todavía la<br />

sociedad humana global: ésta caminó siempre, y también hoy camina, al<br />

azar, al errático rumbo que le imponen los in<strong>te</strong>reses particulares en<br />

juego.<br />

Sabia fue la adver<strong>te</strong>ncia de Carl Marx: “los filósofos se han limitado a<br />

in<strong>te</strong>rpretar el mundo de distintos modos, y de lo que se trata es de<br />

transformarlo.” Pero no investigó en qué medida y de qué manera puede<br />

realizarse la transformación para que sea feliz todo el mundo (no<br />

solamen<strong>te</strong> la clase obrera). La transformación social —indispensable para<br />

ese objetivo— tiene que ser mucho más profunda que todo cuanto<br />

imaginó Marx. La que se necesita para que el mundo sea feliz es la<br />

transformación de una sociedad irracional en sociedad gobernada o<br />

dirigida sólo por la fuerza de la Razón, es decir por un sis<strong>te</strong>ma de<br />

logocracia (que es lo opuesto a cualquier dictadura y a cualquier<br />

democracia). No fue ésa á transformación prevista por Marx.<br />

Por otra par<strong>te</strong>, Marx creyó que el único medio eficaz para transformar el<br />

mundo es la revolución referida a los hechos (revolución armada, cuyo<br />

objetivo es, como dice el Manifiesto Comunista, la abolición del derecho<br />

de propiedad, “objetivo que sólo puede ser alcanzado derrocando por la<br />

violencia el orden social exis<strong>te</strong>n<strong>te</strong>”).<br />

Encuentro ahí un grave error, si de lo que se trata es de que el mundo<br />

en<strong>te</strong>ro sea lo más feliz posible. Creo que, en tal supuesto, el único medio<br />

eficaz para transformar el mundo no es la revolución armada, porque<br />

exis<strong>te</strong> la al<strong>te</strong>rnativa de una revolución referida a las ideas (por<br />

contraposición a los hechos).<br />

28


No una “descafeinada” revolución, que sería mera evolución piadosa (a lo<br />

Proudhon) del “pensamiento y la mentalidad de las gen<strong>te</strong>s”. Pero sí una<br />

radical revolución del Pensamiento vigen<strong>te</strong> hasta ahora, ya que es el<br />

Error —los errores del in<strong>te</strong>lecto, secularmen<strong>te</strong> man<strong>te</strong>nidos al amparo de<br />

la Filosofía— quien sus<strong>te</strong>nta las bases todas de ese Pensamiento vigen<strong>te</strong><br />

hasta ahora. Lo que hay que transformar —y transformarlo de arriba<br />

abajo— es el mundo de las Ideas (falso) en el que vivimos. 8 Por eso y<br />

para eso hay que abandonar toda Filosofía: también, por tanto, la<br />

con<strong>te</strong>nida en el marxismo. Es decir que se requiere transformar de arriba<br />

abajo el mundo de la Política, el mundo de la Democracia, creando algo<br />

no sea ni dictadura ni democracia. Algo que sea radicalmen<strong>te</strong> distinto:<br />

que sea propiamen<strong>te</strong> racional. Un modelo de sociedad en que por encima<br />

de la fuerza bruta prevalezca la razón. Apartada la Filosofía, ese modelo<br />

se puede crear. Y vamos a crearlo.<br />

Dicho de otra manera. Carl Marx abogó por la transformación de la<br />

sociedad. Pero la transformación propuesta por él es insuficien<strong>te</strong>:<br />

median<strong>te</strong> ella no se resolverá del todo la problemática social humana. Es<br />

insuficien<strong>te</strong>, porque en la sociedad así transformada no existiría<br />

mecanismo específico apto para que se adop<strong>te</strong>n las decisiones todas, no<br />

por la voluntad popular o gubernamental, sino por la in<strong>te</strong>ligencia o la<br />

razón o del gobernan<strong>te</strong> o del pueblo.<br />

Si opino que el orden social exis<strong>te</strong>n<strong>te</strong> no se derrocará nunca por la<br />

revolución de los hechos, y que sí puede ser derrocado por la revolución<br />

de las ideas —es decir, no por la fuerza de las armas, y sí por la fuerza<br />

de la Razón—, es porque las armas de las que puede una revolución<br />

disponer son “de corto alcance”. Si concurren favorables circunstancias,<br />

las armas podrán derrocar el orden social exis<strong>te</strong>n<strong>te</strong> dentro de las<br />

fron<strong>te</strong>ras de es<strong>te</strong> o aquel Estado, pero es impensable que puedan al<br />

mismo tiempo derrocarlo en todos y cada uno de los Estados. Y, de no<br />

hacerlo así, el orden social exis<strong>te</strong>n<strong>te</strong> acaso se man<strong>te</strong>nga firme en muchos<br />

de ellos, y hasta puede ocurrir —ya ha ocurrido— que con el tiempo<br />

sobrevenga la involución en aquellos en los que el orden social ya había<br />

sido violentamen<strong>te</strong> derrocado. Para el Pensamiento, en cambio, no hay<br />

fron<strong>te</strong>ras, y la revolución de las ideas puede un día hacerse realidad,<br />

prácticamen<strong>te</strong> al instan<strong>te</strong>, en todo el mundo.<br />

En una palabra. Aunque no lo parezca, el Saber establecido es la causa<br />

principal de que se man<strong>te</strong>nga firme el Poder establecido. La revolución<br />

de las armas dirigida contra és<strong>te</strong> se prevé difícil o imposible. No así la<br />

revolución de los cerebros dirigida contra aquél. Y esta revolución es la<br />

que necesita la humanidad para liberarse. Derrocar el Saber establecido<br />

es el medio más eficaz para derrocar el Poder establecido. Porque la<br />

fuerza de las Ideas —la fuerza de la Razón— es una soberana fuerza<br />

cósmica indestructible. 9 Víctor Hugo debió pensar algo semejan<strong>te</strong> cuando<br />

dijo que<br />

8 Desman<strong>te</strong>lar ese falso mundo es el objetivo de mi ensayo <strong>Logos</strong> avanza...<br />

9 V. <strong>Logos</strong> avanza...<br />

29


lo que arrastra y conduce al mundo no son las locomotoras, sino las<br />

ideas.<br />

30


IV*<br />

Irracionalidad del voto en concreto<br />

En los actos que realiza el ser humano en cuanto que es animal pensan<strong>te</strong>,<br />

como fin último persigue siempre la propia felicidad máxima posible,<br />

aunque rara vez él (quizá nunca) es plenamen<strong>te</strong> conscien<strong>te</strong> de ello.<br />

Conviene <strong>te</strong>nerlo en cuenta, si se quiere estudiar el problema de la<br />

felicidad o bienestar de los humanos.<br />

Cuando hable yo de esta felicidad o bienestar, me referiré siempre a<br />

todos los humanos. Tiene que ser así obligatoriamen<strong>te</strong>, por una razón<br />

elemental: no es posible garantizar a un ciudadano la felicidad mayor<br />

posible, si no son también felices en la mayor medida posible todos los<br />

congéneres (cosa que en realidad, si no es tautológica, poco le falta para<br />

serlo).<br />

Ergo, cuando haya de elegirse un de<strong>te</strong>rminado sis<strong>te</strong>ma de organización<br />

social o de gobierno, y se quiera <strong>te</strong>ner esa garantía, lo único racional o<br />

sensato será elegir un sis<strong>te</strong>ma que persiga como fin último la felicidad<br />

máxima posible de todos los ciudadanos del planeta.<br />

No lo digo por manía maximalista. En es<strong>te</strong> asunto de la problemática<br />

social de la humanidad, siempre se ha de buscar la solución óptima (sea,<br />

o no, maximalista). Por una sencilla razón: están todos los problemas de<br />

la sociedad in<strong>te</strong>rrelacionados —íntimamen<strong>te</strong> trabados entre sí— de tal<br />

forma que no se puede resolver A, si no se ha resuelto B, que a su vez<br />

tampoco se resolverá mientras C no se resuelva, etcé<strong>te</strong>ra. Conformarse<br />

con un mundo simplemen<strong>te</strong> “mejor” implica renunciar a que se resuelva<br />

satisfactoriamen<strong>te</strong> su problemática.<br />

Sólo porque el sis<strong>te</strong>ma “democracia” nunca podrá proponerse como fin<br />

último la felicidad máxima posible de todos los ciudadanos del planeta,<br />

ya <strong>te</strong>ngo suficien<strong>te</strong> motivo para hacer mi tajan<strong>te</strong> afirmación de que la<br />

Democracia o la Política no sirven, y de que se ha cometido un error<br />

siempre que se optó por un sis<strong>te</strong>ma de gobierno democrático. De ninguna<br />

manera puede la democracia conseguir dicho fin último: su propia<br />

naturaleza íntima lo impide. Basta pensar en lo que esencialmen<strong>te</strong> es —<br />

consulta popular de voluntades—, para que se ponga de manifiesto su<br />

radical irracionalidad en orden a promover el máximo bienestar posible<br />

de todos los miembros de la comunidad.<br />

Para ob<strong>te</strong>ner ese resultado, indispensable requisito es que de manera<br />

in<strong>te</strong>ligen<strong>te</strong> se busquen los medios conducen<strong>te</strong>s a ese máximo bienestar, y<br />

que se los ponga en práctica si han sido hallados. En ese quehacer, la<br />

consulta popular de las voluntades no sirve, ya que buscar y hallar son<br />

compe<strong>te</strong>ncias específicas del in<strong>te</strong>lecto, no de la voluntad. 10 Si no lo hace<br />

10 Según George Sand, el in<strong>te</strong>lecto busca, pero quien halla es el corazón. Supongo que es una bella manera<br />

de decir que, en ciertos asuntos, el in<strong>te</strong>lecto halla porque lo impulsa el corazón, pues lo incuestionable es<br />

31


la razón o la in<strong>te</strong>ligencia, ningún otro magis<strong>te</strong>rio podrá enseñarnos cuál<br />

es la buena fórmula para reducir al mínimo los padecimientos del género<br />

humano. La especie humana en busca de felicidad es como la expedición<br />

viajera perdida en selva virgen inmensa: no será la voluntad de los<br />

expedicionarios en cuanto tal —no será su voto— el que les ayude a<br />

encontrar la ruta más convenien<strong>te</strong> para su propósito.<br />

El resor<strong>te</strong> básico de la democracia es el voto. Por su étimo —del latín<br />

voveo, vovi, votum—, el voto está conceptualmen<strong>te</strong> emparentado con el<br />

deseo. Ahora bien, desear es un acto volitivo-sensitivo, en el sentido de<br />

que la elaboración del deseo no compe<strong>te</strong> inmediata y directamen<strong>te</strong> a la<br />

in<strong>te</strong>ligencia, sino a la voluntad (al menos en par<strong>te</strong>). Así, pues, aunque<br />

somos animales dotados de razón —léase “dotados de mecanismo<br />

cerebral pensan<strong>te</strong>” 11 —, el sis<strong>te</strong>ma democrático nos obliga a no serlo<br />

cuando se tra<strong>te</strong> de adoptar decisiones que afectan a la felicidad general:<br />

nos fuerza a manejar únicamen<strong>te</strong> el mecanismo cerebral volen<strong>te</strong>. Es decir<br />

que bajo un régimen condenado a ser esclavo de la votación, se hace lo<br />

que unos u otros quieren que se haga, y no necesariamen<strong>te</strong> lo que hayan<br />

pensado que debería hacerse. Es verdad que todo votan<strong>te</strong> piensa algo,<br />

an<strong>te</strong>s de votar. Pero la democracia no tasa o mide o valora directamen<strong>te</strong><br />

lo que el votan<strong>te</strong> piensa u opina, sino lo que desea: ahí radica la<br />

irracionalidad, habida cuenta de cuál es el fin último de la organización<br />

social.<br />

El hecho de que sea mayoría la par<strong>te</strong> del pueblo que impone su voluntad<br />

al resto, no confiere racionalidad al sis<strong>te</strong>ma, dado que el fin último<br />

perseguido por és<strong>te</strong> debe ser el máximo bienestar general. Cuando se<br />

plan<strong>te</strong>a un problema relacionado con el bienestar de todos, y cuando sólo<br />

median<strong>te</strong> las conquistas de la in<strong>te</strong>ligencia se puede alcanzar ese<br />

bienestar, es en sí una estulticia tratar de alcanzarlo median<strong>te</strong> la mera<br />

superioridad aritmética de los votos o deseos que hubiere al respecto en<br />

la comunidad.<br />

¿Qué puede esperarse de un procedimiento que deja la in<strong>te</strong>ligen<strong>te</strong><br />

solución de un importan<strong>te</strong> problema científico a merced de lo que decida<br />

—sólo por ser numéricamen<strong>te</strong> superior— una par<strong>te</strong> de la población? Mil<br />

tontos o mil ignoran<strong>te</strong>s no van a gobernar nuestras vidas mejor que cien<br />

in<strong>te</strong>ligen<strong>te</strong>s o cien sabios, tan sólo porque 1.000 es aritméticamen<strong>te</strong><br />

superior a 100. 12<br />

En regímenes democráticos habitualmen<strong>te</strong> se manejan como arma<br />

dialéctica las excelencias de ese número que se ha elevado por encima de<br />

los otros. “Contamos con un importan<strong>te</strong> respaldo social”, “hemos<br />

que sólo el in<strong>te</strong>lecto puede buscar y/o hallar lo más convenien<strong>te</strong> para la felicidad del hombre. Veo que<br />

también hay entre nosotros quienes piensan como George Sand. El cantautor Gontzal Mendibil,<br />

entrevistado por Zazpika, ha hecho suyo lo que solía decir Gandiaga: “La poesía brota de muy adentro, no<br />

de la cabeza. No creáis ciegamen<strong>te</strong> en lo que brota de la cabeza. Siempre la verdad sale del alma”. Yo no<br />

opino lo mismo.<br />

11 V. Ni Dios ni Darwin, o también <strong>Logos</strong> avanza...<br />

12 “Diez mil locos puestos en un montón no hacen una persona razonable” Arthur Schopenhauer).<br />

32


ob<strong>te</strong>nido la mayoría”, etc., son tópicos que repetimos con aire triunfal,<br />

como si ésa fuese la última instancia que lo justifica todo, siendo así que<br />

el <strong>te</strong>ner que recurrir a la mera aritmeticidad no es más que una desgracia<br />

que hemos de soportar porque no supimos construir un mejor modelo de<br />

sociedad.<br />

Sólo porque deja siempre abierta la posibilidad de que nos gobiernen<br />

personajes como algunos que de hecho nos han gobernado, ya sería<br />

indeseable el sis<strong>te</strong>ma democrático por la glorificación que hace de las<br />

mayorías.<br />

En el plebiscito de agosto de 1934, Adolf Hitler obtuvo nada menos que<br />

el 88% de los votos en favor de su título de Reichführer. A la<br />

Democracia debemos el hecho de que haya subido a los altares Hitler, ya<br />

que la Democracia le dio tan importan<strong>te</strong> respaldo social.<br />

El absurdo procedimiento democrático de la votación puede encumbrar a<br />

la presidencia de los Estados Unidos de Nor<strong>te</strong>américa a hombres de la<br />

talla in<strong>te</strong>lectual de un George Bush Jr., de quien se cuenta que, puesto<br />

delan<strong>te</strong> de los micrófonos, increíblemen<strong>te</strong> —¡y frecuen<strong>te</strong>men<strong>te</strong>!—<br />

lanzaba al público esta clase de perlas:<br />

La gran mayoría de nuestras importaciones viene de fuera del país.<br />

Un número bajo de votan<strong>te</strong>s es una indicación de que menos personas<br />

están yendo a votar.<br />

Si no <strong>te</strong>nemos éxito, corremos el riesgo de fracasar.<br />

La cosa que es más importan<strong>te</strong> para mí es acordarme siempre de cuál<br />

es la cosa más importan<strong>te</strong>.<br />

Un peligroso <strong>te</strong>rrorista ha sido de<strong>te</strong>nido. Ya no anda más por las<br />

calles, que es donde debería estar.<br />

Y de quien su propio paisano, el estadounidense Norman Mailer, declaró<br />

tajan<strong>te</strong>men<strong>te</strong>:<br />

Bush es el presiden<strong>te</strong> más estúpido que hemos <strong>te</strong>nido...<br />

Es indignan<strong>te</strong> saberse gobernado por idiotas del calibre de Bush.<br />

En <strong>te</strong>oría, por estadística, y dadas de<strong>te</strong>rminadas condiciones, un grupo de<br />

mil individuos <strong>te</strong>ndrá gen<strong>te</strong> más capacitada —mejor dicho, <strong>te</strong>ndrá más<br />

gen<strong>te</strong> capacitada— que un grupo de cien individuos, y, por tanto,<br />

mayores probabilidades de que la razón esté de su par<strong>te</strong>. Pero, dada la<br />

complejidad posible de ese hecho que llamamos “<strong>te</strong>ner la razón”, esa<br />

presunta probabilidad es despreciable por infini<strong>te</strong>simal. De todos modos,<br />

en la práctica democrática ocurre que sólo aritméticamen<strong>te</strong> superan las<br />

mayorías a las minorías. El procedimiento arrastra, pues, un claro<br />

nonsense.<br />

Etimológicamen<strong>te</strong>, “democracia” significa “poder del pueblo”. Pero el<br />

poder en democracia se ejerce a través de la voluntad del pueblo (no a<br />

través de su in<strong>te</strong>ligencia o de su razón). Ahora bien, siendo prácticamen<strong>te</strong><br />

imposible que todos los individuos <strong>te</strong>ngan la misma voluntad o los<br />

mismos deseos, hablando con propiedad nunca se puede afirmar que, en<br />

una democracia, es el pueblo quien ejerce el poder: lo ejerce sólo una<br />

33


par<strong>te</strong> del pueblo. Y cuando es ínfima la aritmética superioridad de votos<br />

en favor de una opción dada —imaginemos un sólo voto de más—, no<br />

dejará de ser sarcástico decir que el pueblo ha elegido la opción dada.<br />

La irracionalidad y la inconveniencia de esas “virtudes de la aritmética”<br />

de las que se nutre la democracia quedan significativamen<strong>te</strong> acentuadas<br />

por la forma en que suelen o pueden forjarse las mayorías, o el<br />

“importan<strong>te</strong> respaldo social”: fraude electoral; manipulación del<br />

escrutinio; compraventa del voto (li<strong>te</strong>ral o metafórica); falsas promesas<br />

electorales; financiación ilegal de los partidos; espacios publicitarios<br />

hurtados a la minoría que molesta al poder establecido; habilidades<br />

oratorias para embaucar a la gen<strong>te</strong> a base de mentiras; inmenso poder que<br />

goza el Poder para la ocultación, para la <strong>te</strong>rgiversación, para la<br />

deformación de las men<strong>te</strong>s, para el control de ese formidable aparato que<br />

son los medios de comunicación... Veamos más en concreto las maneras<br />

en que se forja o puede forjarse el concepto “mayoría”.<br />

Probablemen<strong>te</strong>, la más escandalosa de todos los tiempos —y la más<br />

estúpida— fue la manera en que lo in<strong>te</strong>ntó el Gobierno del PP en España,<br />

pocas horas an<strong>te</strong>s de las elecciones del 14 de marzo del 2004. Inminen<strong>te</strong>s<br />

las elecciones, el memorable a<strong>te</strong>ntado múltiple causó una <strong>te</strong>rrible<br />

masacre sin preceden<strong>te</strong>s en Madrid. El Gobierno vio allí la ocasión de<br />

influir en las elecciones median<strong>te</strong> la estratagema de achacar la masacre a<br />

la organización armada ETA. Confiando en que podría sos<strong>te</strong>ner la mentira<br />

duran<strong>te</strong> aquellas pocas horas que faltaban para los comicios, difundió de<br />

minuto en minuto, febrilmen<strong>te</strong>, urbi et orbi, sin aportar ninguna prueba,<br />

la <strong>te</strong>sis de que ETA estaba tras el a<strong>te</strong>ntado. Lo hizo a sabiendas de que<br />

no era ésa la verdad. Engañó a todas las cancillerías. Engañó a la misma<br />

ONU, que declaró también culpable a ETA. Presionó al Centro Nacional<br />

de In<strong>te</strong>ligencia, para que simulara un informe que apuntaba a ETA como<br />

causan<strong>te</strong> del a<strong>te</strong>ntado. Llamó “miserable que quiere desviar la a<strong>te</strong>nción”<br />

al único político (Arnaldo O<strong>te</strong>gi) que alzó la voz, desde el primer<br />

instan<strong>te</strong> en que se tuvo noticia del a<strong>te</strong>ntado, para afirmar que un a<strong>te</strong>ntado<br />

de esa naturaleza no podía ser obra de ETA.<br />

Es verdad que al Gobierno le salió el tiro por la culata. Pero podía haber<br />

conseguido su propósito, y ob<strong>te</strong>nido una aplastan<strong>te</strong> mayoría. ¿Qué valor<br />

hubiera <strong>te</strong>nido entonces la aplastan<strong>te</strong> mayoría? La irracionalidad<br />

sustantiva del voto salta a la vista en esa necia estratagema del Partido<br />

Popular.<br />

Evocaré otras perlas, aunque no sean tan llamativas.<br />

Los jueces franceses han establecido que todos los habitan<strong>te</strong>s con<br />

diez años de residencia en Kanaky tienen derecho a voto. La cuestión<br />

no es banal, pues la sen<strong>te</strong>ncia condena a la población kanaka a ser<br />

minoritaria en su propia tierra.<br />

El País Vasco —situado al nor<strong>te</strong> y al sur de la actual fron<strong>te</strong>ra francoespañola<br />

(entre el Adour y el Ebro)— desde tiempo inmemorial se ha<br />

nombrado a sí mismo Euskálerri, que etimológicamen<strong>te</strong> significa “pueblo<br />

34


que habla euskera”, y también “pueblo donde se habla euskera”. Es<strong>te</strong><br />

pueblo ha existido (hablando euskera) duran<strong>te</strong> muchos milenios, desde<br />

mucho an<strong>te</strong>s de que empezaran a existir España y Francia. Por tanto, el<br />

País Vasco y España no pueden ser un pueblo (así como, paralelamen<strong>te</strong>,<br />

le Pays Basque y Francia tampoco pueden serlo). Ni somos españoles ni<br />

somos franceses los vascos en cuanto pueblo. Si los vascos fuéramos<br />

españoles, las ciudades vascas Biarritz y Baiona serían españolas, como<br />

serían francesas las ciudades vascas Bilbao y Donostia, si los vascos<br />

fuéramos franceses. En el apasionamiento carac<strong>te</strong>rístico de las<br />

discusiones políticas, a menudo se oye decir “vasco, y, por tanto,<br />

español” in<strong>te</strong>ncionadamen<strong>te</strong>, 13 pero la falaz argucia es manifiesta.<br />

Hacer que el bienestar social dependa del valor cuantitativo de los votos<br />

es un disla<strong>te</strong> de tal magnitud que se tiene que hacer visible desde<br />

numerosas perspectivas. Por ejemplo, sea cual sea el país en el que se<br />

haya implantado, el sis<strong>te</strong>ma lleva consigo el germen de una po<strong>te</strong>ncial<br />

autodestrucción. Hoy o mañana, en cualquier punto del planeta —incluso<br />

en todo el planeta, prácticamen<strong>te</strong>— podría ocurrir que los totalitaristas,<br />

los in<strong>te</strong>gristas, los fundamentalistas, los ultras, conformen una mayoría, y<br />

destierren la democracia para siempre. No es probable, pero sí posible (y,<br />

si no ocurre así, no será porque lo haya impedido la democracia).<br />

Tenemos, pues, la paradoja de que promover democracia es también<br />

promover posibilidades de un activo y directo “democraticidio”. El<br />

preceden<strong>te</strong> de Hitler podría ser una admonición. De hecho, no pocos<br />

gobernan<strong>te</strong>s, incapaces de resolver de otro modo ciertos problemas, con<br />

cualquier pre<strong>te</strong>xto suplen su impo<strong>te</strong>ncia con leyes y métodos cada vez<br />

más próximos al Estado policial puro y duro (ejemplo claro y pa<strong>te</strong>n<strong>te</strong>, los<br />

gobernan<strong>te</strong>s del Partido Popular en España duran<strong>te</strong> el año 2003).<br />

Hay un hecho demostrativo de que la aritmética de los votos, tras de que<br />

en sí misma implica ya un absurdo proceder, obtiene de facto resultados<br />

contrarios a los que ella misma quiere ob<strong>te</strong>ner. Me refiero al hecho de<br />

que, en la práctica, la democracia tiene que plasmarse en democracia<br />

representativa. Y ésta choca frontalmen<strong>te</strong> con el sentido etimológico de<br />

la palabra “democracia”.<br />

La palabra “democracia” —del griego demos = pueblo, y kratos =<br />

autoridad, poder, fuerza— significa “fuerza ejercida por el pueblo en la<br />

dirección de los asuntos públicos”. Ahora bien, como es prácticamen<strong>te</strong><br />

imposible some<strong>te</strong>r a consulta popular todas y cada una de las decisiones<br />

que deben adoptarse para la buena marcha de la comunidad, el pueblo<br />

tiene que hacer dejación de su poder decisorio, otorgárselo a los<br />

representan<strong>te</strong>s elegidos, y a<strong>te</strong>nerse a lo que éstos decidan. De ahí la<br />

inevitable consecuencia: las decisiones de los representan<strong>te</strong>s pueden<br />

defraudar (de hecho defraudan con frecuencia) al votan<strong>te</strong> elector, y la<br />

presunta fuerza del pueblo queda en nada.<br />

13 Es de suponer que no lo haya dicho Fraga Iribarne cuando fue ministro de Franco, ya que entonces habría<br />

implícitamen<strong>te</strong> declarado española a su madre, y podría haber dado lugar a un inciden<strong>te</strong> diplomático.<br />

35


Se ve ahí una curiosa manera de invertirse los términos, justamen<strong>te</strong> allí<br />

donde cobra democrático sentido la votación: en el sis<strong>te</strong>ma “democracia”<br />

—en el que, según se nos prome<strong>te</strong>, debe hacerse lo que la mayoría<br />

quiere—, en realidad se hace siempre lo que quiere una minoría (la de los<br />

electos). Exceptuado el fugaz in<strong>te</strong>rvalo de unas elecciones generales, de<br />

un referéndum, de un plebiscito,... el funcionamiento de la democracia<br />

es, de facto, idéntico al de la dictadura (según las definiciones que dimos<br />

al principio).<br />

En la ONU acaece lo mismo. No se toman decisiones con las que esté<br />

conforme la mayoría de las naciones. De hecho, únicamen<strong>te</strong> los cinco<br />

países que in<strong>te</strong>gran el Consejo de Seguridad son quienes deciden lo que<br />

debe hacerse en el mundo. Y a veces ni eso, pues cada uno de los cinco<br />

tiene el derecho de poner veto a las decisiones de los otros cuatro. Mil<br />

veces el Gobierno USA había anunciado que descargaría su furia bélica<br />

sobre Irak aunque la ONU le negara su aval (cuando siempre los USA se<br />

han jactado de que su democracia es un modelo a imitar). Y la descargó.<br />

Un día alguien pensó que debería construirse una central térmica en<br />

Zornotza (Bizkaia). El pueblo se opuso. Duran<strong>te</strong> seis años luchó, con<br />

profusión de razones, para que no se erigiera la obra. Se celebró un<br />

referéndum. El 98% votó en contra. Pero la central se construyó. No<br />

porque fue “malo” es<strong>te</strong> o el otro gobernan<strong>te</strong>, sino porque la Democracia<br />

no es Logocracia o fuerza de la Razón, sino fuerza de la irracionalidad,<br />

“votocracia”, fuerza de las voluntades. Cuando el sis<strong>te</strong>ma sea<br />

“logocracia”, no podrá <strong>te</strong>ner ningún influjo el hecho de que sea “malo el<br />

gobernan<strong>te</strong>”<br />

Hace poco Leonardo Boff concedió a Zazpika una entrevista. A la<br />

pregunta “¿lograremos erradicar algún día el hambre en el mundo”?<br />

respondió Boff:<br />

Tenemos todos los medios técnicos y económicos para erradicar el<br />

hambre. Y no lo hacemos porque no <strong>te</strong>nemos voluntad política, es<br />

decir, no <strong>te</strong>nemos sensibilidad y compasión por el sufrimiento del<br />

otro. Tal vez és<strong>te</strong> sea el crimen más grande de la humanidad actual.<br />

[...] Rescatar la sensibilidad mínima es la condición para que se<br />

promuevan transformaciones...<br />

Aquí sufrió Leonardo Boff la misma equivocación que sufre<br />

prácticamen<strong>te</strong> todo el mundo: atribuyen los males de la humanidad a<br />

causas de orden moral, y sugieren que se evitarían aquéllos en caso de<br />

eliminarse éstas. Grave y doble equivocación: las presuntas “causas de<br />

orden moral” no podrán eliminarse nunca —nunca transformaremos al<br />

hombre en arcángel—, y además no son ellas la verdadera causa de los<br />

males de la humanidad. La persis<strong>te</strong>ncia del hambre en el mundo no se<br />

debe a que no <strong>te</strong>nemos voluntad política. Se debe a que no <strong>te</strong>nemos<br />

in<strong>te</strong>ligencia política. Se debe a que la sociedad está montada sobre la<br />

base de que no son las in<strong>te</strong>ligencias, y sí las voluntades, quienes toman<br />

decisiones en política. Es<strong>te</strong> tipo de sociedad tiene que desaparecer,<br />

sustituida por otro en que sea la in<strong>te</strong>ligencia o la Razón (logocracia)<br />

quien las tome.<br />

36


Los disiden<strong>te</strong>s en Política suelen incesan<strong>te</strong>men<strong>te</strong> repetir que tales y<br />

cuales gobernan<strong>te</strong>s, por ser éticamen<strong>te</strong> “malos”, no son democráticos. O<br />

bien, incesan<strong>te</strong>men<strong>te</strong> repi<strong>te</strong>n que en tal cual país no hay democracia<br />

porque el gobernan<strong>te</strong> “no obra bien”. Es un error: en ese país reina la<br />

democracia, y los gobernan<strong>te</strong>s de esos otros países acatan las reglas de<br />

juego de la democracia. En es<strong>te</strong> punto suele padecerse una lamentable<br />

confusión de conceptos: lo nefasto no es el gobernan<strong>te</strong> “malo” A, o el<br />

gobernan<strong>te</strong> “malo” B, sino el democrático sis<strong>te</strong>ma que los ha declarado<br />

gobernan<strong>te</strong>s.<br />

He aquí una paradoja morrocotuda: en la democracia representativa,<br />

incluso las disparatadas decisiones personales que sin votación puede<br />

tomar un gobernan<strong>te</strong>, en realidad son decisiones adoptadas por votación<br />

democrática, ya que fue una votación democrática la que otorgó al<br />

gobernan<strong>te</strong> electo poderes para tomar sin votación decisiones personales,<br />

incluso disparatadas: el gobernan<strong>te</strong> adopta democráticamen<strong>te</strong> “nodemocráticas”<br />

decisiones.<br />

Con fecha 16 de febrero del 2003, el editorialista del diario vasco Gara<br />

escribió estas frases:<br />

Por primera vez en la historia, prácticamen<strong>te</strong> el conjunto del planeta<br />

ha unido sus voces en una jornada de movilización, la de ayer, en<br />

torno a un mensaje común: “no a la guerra”. Millones de personas<br />

salieron a las calles en más de 600 ciudades para mostrar su rotunda<br />

oposición a un ataque bélico contra Irak. [...] Llegó la hora de que la<br />

sociedad hablara, y su mensaje no pudo ser más claro. [...] Y esta<br />

evidencia constata la profunda distancia que se ha instalado entre<br />

quienes os<strong>te</strong>ntan el poder y la ciudadanía a la que dicen representar.<br />

Pues bien, eso precisamen<strong>te</strong> es democracia: así es la democracia que<br />

nuestros con<strong>te</strong>mporáneos tanto veneran.<br />

Heinz Die<strong>te</strong>rich S<strong>te</strong>ffan, 14 presenta la democracia participativa como<br />

sis<strong>te</strong>ma idóneo para “resolver los apremian<strong>te</strong>s problemas de la<br />

humanidad” que en los últimos doscientos años no ha logrado resolver ni<br />

el capitalismo ni el socialismo. Yo opino que Heinz Die<strong>te</strong>rich yerra, ya<br />

que, según su propia definición, “el concepto ‘democracia participativa’<br />

se refiere a la capacidad real de la mayoría ciudadana de decidir sobre<br />

los principales asuntos públicos de la nación” (son mías las cursivas). Tal<br />

sis<strong>te</strong>ma no puede ser idóneo para dicho fin, porque no es posible<br />

garantizar que se resolverán satisfactoriamen<strong>te</strong> los principales asuntos<br />

públicos en una sociedad que deba aceptar lo que decidan las voluntades<br />

de una mayoría, sólo porque es mayoría, sólo porque su voluntad es ésa.<br />

Los inconvenien<strong>te</strong>s (en general) de la democracia se manifiestan con<br />

claridad también cuando <strong>te</strong>nemos en cuenta que, a causa de la “división<br />

del trabajo”, hay que repartir las funciones del equipo de gobierno,<br />

confiando a una persona la correspondien<strong>te</strong> parcela de poder. Fácilmen<strong>te</strong><br />

14<br />

La Democracia Participativa. El Socialismo del Siglo XXI. Editado por el diario Gara. Donostia-San<br />

Sebastián, 2002.<br />

37


se adivinan las consecuencias. Puesto que el personalismo consis<strong>te</strong> en la<br />

“<strong>te</strong>ndencia a subordinar el in<strong>te</strong>rés común a miras personales”, confiar<br />

parcelas de poder a una persona física es abrir de par en par las puertas<br />

al personalismo. De ahí que tales personas a menudo no hagan sino<br />

defender su particular ideología, sus propios in<strong>te</strong>reses, los de su partido,<br />

los de su iglesia... Con lo cual, de hecho, el poder del pueblo —el poder<br />

del demos— deja de ser democracia, para convertirse en oligarquía u<br />

“oligocracia”.<br />

Lo expuesto en el párrafo preceden<strong>te</strong> es particularmen<strong>te</strong> grave cuando la<br />

persona designada para administrar “justicia” imparcial y neutral, utiliza<br />

el poder judicial que se le ha otorgado, poniéndolo al servicio de su<br />

personal ideología. En ese sentido, en el Estado español se dio un<br />

escandaloso ejemplo de personalismo en un señor, etiquetado<br />

socialmen<strong>te</strong> “juez”, y de nombre Baltasar Garzón.<br />

Por decisión personal de es<strong>te</strong> señor, el año 1998, contraviniendo lo<br />

estipulado en la Constitución española, en el País Vasco fue clausurado<br />

el diario Egin. Al mencionado “juez”, por ser “juez” españolista, no<br />

gustaba es<strong>te</strong> periódico vasco no españolista, y había que silenciarlo. El<br />

pre<strong>te</strong>xto fueron las conexiones del diario con el “<strong>te</strong>rrorismo” de ETA.<br />

Conexiones cuya exis<strong>te</strong>ncia no pudo probar. Y, aunque la hubiera<br />

demostrado, el tal “juez” —que en <strong>te</strong>oría estaba designado para<br />

administrar “justicia”— cometió una injusticia, porque la Constitución<br />

española con<strong>te</strong>mpla como lícito cerrar un periódico, sólo en situaciones<br />

de estado de excepción o de sitio. Fue una de las mil graves injusticias<br />

que pueden imputársele.<br />

Otra persona física, también españolista, etiquetada también “juez”, y de<br />

nombre Juan del Olmo, el año 2003, contraviniendo también lo<br />

estipulado en la Constitución española, ordenó el cierre de otro medio de<br />

comunicación vasco —el diario Euskaldunon Egunkaria—, por las<br />

mismas razones, y con el mismo pre<strong>te</strong>xto. Inmediatamen<strong>te</strong>, más de<br />

trescientos abogados vascos en ejercicio denunciaron por ilegal el cierre.<br />

Alguna vez ocurrió que la justicia francesa desestimaba la solicitud<br />

española de extradición de un militan<strong>te</strong> de ETA, porque en el dossier<br />

correspondien<strong>te</strong> no se aportaron suficien<strong>te</strong>s pruebas. No importó. El<br />

militan<strong>te</strong> fue entregado por la policía francesa a la policía española. Sólo<br />

porque una persona, un señor prefecto, así lo decidió. Es una muestra<br />

más de las nocivas prácticas posibles en una democracia.<br />

El prefecto de Val-de-Marne dictó la orden de expulsión de Serafín<br />

Blanco. “Será expulsado, aunque el Tribunal no acep<strong>te</strong> su extradición.<br />

Es escandaloso cómo están jugando con esta persona”. De esta<br />

manera resumió a Gara la abogada Yolanda la vista del auto de<br />

extradición...<br />

Un director de prisión (en Valladolid, el año 99), por decisión personal,<br />

ordenó encerrar en celdas de castigo presos que se negaban a limpiar el<br />

patio. Se quejaron los represaliados an<strong>te</strong> el juzgado de vigilancia<br />

38


peni<strong>te</strong>nciaria. Dictaminó és<strong>te</strong> en favor del recurso de los presos. Y de<br />

nuevo el director les impuso poco después el mismo castigo, por la<br />

misma causa. Y siguió ejerciendo.<br />

El gobierno español, duran<strong>te</strong> largos decenios, mantuvo la “estra<strong>te</strong>gia de<br />

dispersión” de los militan<strong>te</strong>s de ETA presos, obligados a cumplir condena<br />

en cárceles alejadas del País Vasco. Por es<strong>te</strong> asunto, el presiden<strong>te</strong> José<br />

María Aznar, y su ministro de In<strong>te</strong>rior Jaime Mayor Oreja, pasarán a la<br />

historia como genuinos dictadores de facto, 15 modelo de insensibilidad<br />

an<strong>te</strong> el dolor ajeno, modelo de crueldad. Sin embargo —esto es lo<br />

revelador—, obraron sin saltarse las reglas de juego democráticas: al<br />

haber sido elegidos democráticamen<strong>te</strong>, se les había otorgado legítimo<br />

poder para hacer lo que hicieron.<br />

La democracia que se nos ofrece como cauce de expresión de la voluntad<br />

popular es una quimera. Decir que el pueblo casi nunca pinta nada en un<br />

régimen democrático, no es demagogia: es constatación de una<br />

demostrable verdad. En democracia, la desaprobación mayoritaria de<br />

ciertos proyectos —embalses, autopistas, centrales nucleares, proyectos<br />

industriales, planes bélicos... — en razón de que van a dañar el medio<br />

ambien<strong>te</strong>, o causar dolor a la humanidad, de nada sirve si ello in<strong>te</strong>resa de<br />

veras (v.gr.) al gran capital: és<strong>te</strong> ya ob<strong>te</strong>ndrá las licencias necesarias para<br />

la ejecución de su proyecto (y las habrá ob<strong>te</strong>nido democráticamen<strong>te</strong>).<br />

Se dice que las focas atacan al bacalao, y por esa razón han dado los<br />

gobiernos de Noruega y el Canadá permiso para matar 300.000 focas.<br />

[...] ...el objetivo se cifra en ex<strong>te</strong>rminar 1.250.000 focas an<strong>te</strong>s del año<br />

2000. [...] Se ha manifestado en contra del permiso el 70% de la<br />

población canadiense.<br />

El canciller alemán Helmut Kohl ha hecho caso omiso de las amenazas<br />

de lucha laboral que le han lanzado los sindicatos, y ha anunciado que<br />

persis<strong>te</strong> en su propósito de poner en práctica sin tardanza el plan de<br />

recor<strong>te</strong>s sociales. Estas medidas, que tropiezan con el rechazo del<br />

73% de los ciudadanos alemanes...<br />

Esta apelación de Blair coincide con la resaca del escándalo por el<br />

informe sobre la amenaza de Irak, que resultó ser una copia de la <strong>te</strong>sis<br />

de un estudian<strong>te</strong> datada hace diez años. Nueve de cada diez británicos<br />

se oponen a la guerra sin aval de la ONU...<br />

Los democráticos EEUU, amparándose en el convincen<strong>te</strong> argumento de<br />

que no les agrada la manera que tienen de gobernarse los cubanos y los<br />

irakíes, impusieron a unos y otros un embargo que se tradujo en<br />

verdadero genocidio. No importó que en la Asamblea General de la ONU,<br />

en 1999, recibiera 155 votos a favor y sólo 2 en contra —los de EEUU e<br />

Israel— una resolución que condenaba el embargo impuesto a Cuba en<br />

1962, y llevara ya la ONU ocho años consecutivos condenándolo. Pero el<br />

gobernan<strong>te</strong> yanqui, elegido democráticamen<strong>te</strong>, estaba legitimado por el<br />

pueblo para hacer lo que hizo. Así es la Democracia.<br />

Si ya de por sí la aritmética del sufragio es aberran<strong>te</strong>, mal podrá mitigar<br />

la aberración el hecho de que hayan las democracias nacido como<br />

15<br />

En cuanto a conculcación de los derechos de los presos, el PP gobernó incluso de espaldas a los acuerdos<br />

unánimes del Congreso de los Diputados.<br />

39


nacieron. Las democracias nacen dictatorialmen<strong>te</strong>. Siempre. Esto resulta<br />

incuestionable, si se acepta la definición que dimos de la democracia y de<br />

la dictadura. Quien diga que tal o cual democracia nació<br />

democráticamen<strong>te</strong>, caerá en una contradicción in <strong>te</strong>rminis: habrá dicho<br />

que la madre se parió a sí misma.<br />

Por definición, en lo que respecta a las diversas posibilidades de<br />

expresión de la voluntad popular, las democracias nacen viciadas ya en<br />

su origen, desfavorablemen<strong>te</strong> condicionadas por las peculiaridades que<br />

habían carac<strong>te</strong>rizado a la dictadura progenitora. De eso depende, por<br />

ejemplo, que nazcan también adversamen<strong>te</strong> condicionadas las iniciales<br />

constituciones, 16 instituciones, leyes electorales, etcé<strong>te</strong>ra.<br />

El origen primigenio de un sis<strong>te</strong>ma democrático tal vez <strong>te</strong>nga que ver con<br />

la sospechosa frecuencia de algunos zarpazos dictatoriales que suelen<br />

darse en cualquier democracia. Incluso el hecho de que las mayorías<br />

impongan su voluntad a las minorías ya lleva en sí, paradójicamen<strong>te</strong>, la<br />

impronta de una dictatorial imposición. Lo que a su vez, al menos<br />

indirectamen<strong>te</strong>, propicia los desmanes, la prepo<strong>te</strong>ncia, el despotismo, que<br />

bien a menudo exhiben los gobernan<strong>te</strong>s elegidos por la mayoría.<br />

Es natural que así sea. Natural, porque las actitudes han venido<br />

transmitiéndose por herencia, cuasi biológica, en el proceso evolutivo de<br />

la especie. Aunque vivíamos todavía en los árboles, ya éramos animal<br />

racional, puesto que los genes ya nos habían instalado en el cerebro una<br />

cibernética maquinilla —el mecanismo ALPHA 17 — a cuyo<br />

funcionamiento se reduce eso que llamamos “pensar”. Ya constituíamos<br />

grupos humanos, pero en cada uno de ellos continuábamos —como<br />

cuando éramos prima<strong>te</strong>s todavía no provistos de la maquinilla—<br />

obedeciendo las órdenes del correspondien<strong>te</strong> macho dominan<strong>te</strong>: és<strong>te</strong> era<br />

entonces el Poder. Mucho más tarde, olvidada la vida arborícola, y<br />

acumuladas las crecien<strong>te</strong>s prestaciones de la maquinilla pensan<strong>te</strong><br />

ALPHA, el macho dominan<strong>te</strong> iba siendo sustituido por el jefe guerrero, el<br />

brujo, el hechicero, el gurú,... o sea, el nuevo Poder. Finalmen<strong>te</strong> llegó<br />

por evolución la hora de estrenar algo semejan<strong>te</strong> a una democracia. Pero<br />

es fácil adivinar que el dictatorial Poder ya exis<strong>te</strong>n<strong>te</strong> a la sazón habrá<br />

hecho cuanto estaba en su mano para conducir y reconducir la voluntad<br />

popular. Esa dinámica presidió siempre el advenimiento de las formas<br />

democráticas.<br />

En la recien<strong>te</strong> historia de España se produjo el parto de una de esas<br />

democracias condicionadas: la “modélica” transición que tuvo lugar<br />

cuando el dictador Franco murió. Quienes de buena fuen<strong>te</strong> saben cómo se<br />

fraguó la tan ponderada transición, ya conocen las circunstancias del<br />

vergonzoso alumbramiento. Para quienes lo ignoran, he aquí algunos<br />

datos:<br />

16 Buen ejemplo de gestación antidemocrática es el nacimiento de la Constitución española de 1978,<br />

gestación que una gran par<strong>te</strong> del propio pueblo español desconoció, porque le fue ocultada (enseguida<br />

hablaremos de ello).<br />

17 V. Ni Dios ni Darwin, o también <strong>Logos</strong> avanza...<br />

40


...no existió proceso constituyen<strong>te</strong> democrático...<br />

Se trató de pactos cocinados al margen de la opinión pública, que no<br />

sólo no condujeron a ruptura alguna, sino que aseguraron la<br />

continuidad de instituciones sin legitimidad democrática derivadas del<br />

golpe militar del 18 de julio de 1936 y la subsiguien<strong>te</strong> guerra civil.<br />

¿Cómo puede hablarse de consenso como principio legitimador de la<br />

mayor trampa de la historia moderna de España...?<br />

...en mayo de 1977 se realizó una encuesta preelectoral de opinión<br />

pública, con más de un cen<strong>te</strong>nar de preguntas cuidadosamen<strong>te</strong><br />

elaboradas por el sociólogo Silvio Martínez Turón —y asumidas por su<br />

colega Julio Feo—. Pero jamás se hicieron públicas tres de dichas<br />

preguntas y sus respuestas. La primera, la que aquí nos in<strong>te</strong>resa,<br />

recaía sobre la al<strong>te</strong>rnativa “Monarquía o República”. La opción<br />

republicana recibió el 75% de respuestas favorables, y la opción<br />

monárquica sólo el 25%. [...] ...netamen<strong>te</strong> favorable a la instauración<br />

de una República, opinión que fue celosamen<strong>te</strong> silenciada e ignorada<br />

por los fautores de la Constitución de 1978 [Gonzalo Puen<strong>te</strong> Ojea,<br />

Elogio del a<strong>te</strong>ísmo].<br />

Cuando un pueblo x pide insis<strong>te</strong>n<strong>te</strong>men<strong>te</strong>, a través de manifestaciones y<br />

encuestas, que (v.gr.) se le reconozca el derecho de autode<strong>te</strong>rminación, y,<br />

no obstan<strong>te</strong>, el gobierno desoye el clamor popular, suele pro<strong>te</strong>star el<br />

pueblo, airado: “¡No respeta es<strong>te</strong> gobierno la democracia! ¡Queremos<br />

democracia!” La queja podría ser injusta: depende de las circunstancias.<br />

En caso de que el gobierno, porque las leyes le obliguen a ello, deba<br />

some<strong>te</strong>r a consulta popular la demanda en cuestión y se niegue, no hay<br />

democracia en ese punto, eviden<strong>te</strong>men<strong>te</strong>. Pero, si no exis<strong>te</strong> ley que en el<br />

sentido explicado obligue al gobierno, la democracia no se resentirá por<br />

mucho que el gobierno desprecie la voluntad popular. La razón de ello es<br />

que fueron elegidos democráticamen<strong>te</strong> los representan<strong>te</strong>s del pueblo, y<br />

és<strong>te</strong> ha de pechar con las decisiones que adop<strong>te</strong>n aquéllos.<br />

Que el gobierno desprecie así la voluntad del pueblo, parece<br />

antidemocrático, pero no lo es. Ese desprecio no implica déficit<br />

democrático, sino todo lo contrario. Pese a la paradoja, la democracia es<br />

precisamen<strong>te</strong> la causa de que en es<strong>te</strong> caso el demos no <strong>te</strong>nga kratos: “no<br />

hay democracia”, precisamen<strong>te</strong> porque hay democracia. Y entonces lo<br />

sensato no es quejarse de que el gobierno desprecia la voluntad popular:<br />

lo sensato es quejarse del sis<strong>te</strong>ma, quejarse de que haya democracia,<br />

quejarse de que no se inven<strong>te</strong> otra cosa mejor.<br />

A menudo se emi<strong>te</strong>n juicios de valor en el sentido de que la democracia<br />

de es<strong>te</strong> o el otro pueblo es modélica; o que es imperfecta, inmadura, no<br />

consolidada, etcé<strong>te</strong>ra. Se las considera perfectas o imperfectas en función<br />

del comportamiento observado por los gobernan<strong>te</strong>s. Pero esto es<br />

confundir la imperfección de las personas con la imperfección del<br />

sis<strong>te</strong>ma.<br />

Salvo ligeros matices, o salvo quizás en algún rarísimo caso <strong>te</strong>óricamen<strong>te</strong><br />

posible, esa valoración es falsa. Por ejemplo, una democracia pródiga en<br />

referéndumes o en plebiscitos, es más perfecta que la cica<strong>te</strong>ra. Pero por<br />

lo demás no hay diferencias cualitativas entre las democracias de es<strong>te</strong> o<br />

aquel país, ya que la una es tan perfecta como la otra (según la definición<br />

41


que dimos). O son perfecta democracia todas, o ninguna lo es. O exis<strong>te</strong> el<br />

sufragio universal, y, por tanto, democracia perfecta, o no exis<strong>te</strong> el<br />

sufragio, y tampoco democracia. No hay término medio.<br />

Es fácil y frecuen<strong>te</strong> quejarse de que, en es<strong>te</strong> o el otro país, la democracia<br />

en cuanto tal deja mucho que desear, (v.gr.) porque el gobierno prohíbe<br />

manifestaciones que no gustan al partido político al que está afiliado el<br />

presiden<strong>te</strong>. La queja no tiene razón de ser, pues confunde<br />

lamentablemen<strong>te</strong> “democracia” con “deontología”, con “justicia”, con<br />

“ética”... Por legítimas o justas que fueren las manifestaciones<br />

prohibidas, lo imperfecto no es la democracia, sino el comportamiento<br />

personal del gobernan<strong>te</strong> (comportamiento que no es antidemocrático,<br />

aunque haya a<strong>te</strong>ntado contra el pueblo).<br />

En el año 2003, cuando la coalición anglo-yanqui estaba a punto de<br />

iniciar la invasión de Irak, menudearon los comentarios de es<strong>te</strong> tono:<br />

En la reunión man<strong>te</strong>nida el pasado domingo en las Azores, George<br />

Bush, Tony Blair y José María Aznar decidieron que la aplicación de la<br />

ley del más fuer<strong>te</strong> en el ámbito de las relaciones mundiales ya no<br />

<strong>te</strong>ndrá ni disimulo ni contrapeso alguno. La ONU no sirve. Los<br />

principios del Derecho In<strong>te</strong>rnacional son una reliquia de museo. El ser<br />

humano desanda los pasos dados hacia la democracia y,<br />

paradójicamen<strong>te</strong>, lo hace exhibiéndola como estandar<strong>te</strong> que oculta<br />

in<strong>te</strong>reses mezquinos.<br />

Muy poco después, cuando los invasores asesinaron en Bagdad a tres<br />

periodistas, pudimos leer esto otro:<br />

La organización británica “Stop the War” condenó el ataque a la<br />

<strong>te</strong>levisión “Al Jazeera”, y en una rueda de prensa la parlamentaria<br />

Alice Mahon dijo que fue “deliberado y ha privado a EEUU del derecho<br />

de considerarse una democracia”.<br />

Cuando Pilar Manjón, portavoz de la Asociación de Víctimas del 11-M,<br />

pronunció su discurso al comparecer an<strong>te</strong> la Comisión investigadora,<br />

Ar<strong>te</strong>mio Zarco se hizo lenguas por el acierto con que la portavoz había<br />

denunciado los desmanes democráticos de los políticos:<br />

La palabra “democracia” [...] ha surgido auténtica en esa histórica<br />

in<strong>te</strong>rvención. [...] [La democracia] no consis<strong>te</strong> en el acto de votar, como<br />

repi<strong>te</strong>n hasta el eructo sus señorías, sino en la crítica pública, en la<br />

condena... [...] [Los partidos ] vienen a ser parásitos, garrapatas<br />

insaciables... [...] ...la democracia auténtica, la de la insobornable<br />

crítica, no la de vota y calla.<br />

No, señor. La auténtica democracia consis<strong>te</strong> sólo en el acto de votar.<br />

Todo lo indeseable que ocurre luego en ella se debe al perfecto<br />

funcionamiento de la democracia. Se debe al hecho de que, como sis<strong>te</strong>ma<br />

irracional, funciona perfectamen<strong>te</strong> el irracional sis<strong>te</strong>ma de sumar votos.<br />

Cuando en un país democrático los asuntos públicos marchan mejor que<br />

en otro, el benévolo causan<strong>te</strong> es el puro azar de la Historia que hizo<br />

navegaran con viento favorable el “yo y su circunstancia” del equipo de<br />

gobierno correspondien<strong>te</strong>. Lo cual no es prueba de que en ese país la<br />

democracia sea más perfecta que en otro. Lo lógico hubiera sido que Pilar<br />

42


Manjón y Ar<strong>te</strong>mio Zarco, en lugar de ensalzar la Democracia y denunciar<br />

a los partidos, hubieran denunciado a la Democracia sin la cual no puede<br />

haber partidos políticos.<br />

Tengo la impresión de que es en el País Vasco donde más afanosamen<strong>te</strong><br />

se reclama democracia cada vez que democráticamen<strong>te</strong> la democracia<br />

come<strong>te</strong> un atropello: se le niega entonces el nombre, y se la acusa de<br />

“franquismo” o “fascismo”. La gen<strong>te</strong> no ve la incoherencia: sólo sé de<br />

una persona que la haya visto. Fue Alfonso Sastre, en una entrevista<br />

concedida al semanario vasco Zazpika:<br />

Yo no estoy de acuerdo cuando se dice que esto es fascismo; el<br />

fascismo es otra cosa que <strong>te</strong>nía mucho que ver con la dictadura que<br />

sufrimos. Ahora hay una democracia, aunque con los últimos años del<br />

Partido Popular se está recortando esa estructura de forma muy grave,<br />

hasta el punto de suprimir periódicos e ilegitimar partidos políticos.<br />

Estamos muy mal, muy mal, pero no deja de ser una estructura<br />

democrática. Lo que ha entrado en crisis es la democracia<br />

representativa que tiene esa posibilidad de que de unas urnas salgan<br />

unas personas que en cuatro años pueden hacer lo que les dé la gana,<br />

como si la situación no fuera cambian<strong>te</strong>. Eso produce unos efectos<br />

que están siendo tan visibles como que un gobierno con mayoría<br />

absoluta vaya por un lado y el noventa por ciento de la ciudadanía,<br />

por otro.<br />

La democracia puede ser aceptada, como sis<strong>te</strong>ma racional, sólo en una<br />

circunstancia: sólo cuando no sea posible una opinión unánime acerca de<br />

lo convenien<strong>te</strong> para la comunidad. Resulta entonces obvio auscultar las<br />

voluntades de la ciudadanía y, dado que tampoco éstas han de ser<br />

unánimes, complacer sólo a la mayoría: cae<strong>te</strong>ris paribus, entre complacer<br />

a diez y complacer a vein<strong>te</strong>, lo sensato será complacer a vein<strong>te</strong>.<br />

Pero, cuando no se da la expresada circunstancia, cuando sí es posible —<br />

a condición de exprimir el cerebro— la forja de opiniones unánimes, el<br />

recurso a la democracia no pasa de ser un despropósito. En caso de que<br />

exista realmen<strong>te</strong> esa posibilidad, instaurar una democracia en la Tierra<br />

equivale a dictaminar que sus habitan<strong>te</strong>s todavía son niños, y proponerles<br />

—como a niños de sie<strong>te</strong> años— que decidan por votación si quieren jugar<br />

a pistoleros del Oes<strong>te</strong> con fuego real, o prefieren jugar al baloncesto.<br />

La democracia en sí, qua sis<strong>te</strong>ma de convivencia creado para ofrecer a la<br />

sociedad una exis<strong>te</strong>ncia feliz, es de<strong>te</strong>stable, funesta, aborrecible, vitanda.<br />

Sus absurdas reglas de juego ponen de manifiesto la nocividad intrínseca<br />

de ese presunto elixir que es la voluntad de la mayoría. Es verdad que<br />

hoy por hoy <strong>te</strong>nemos que aceptar el procedimiento, fau<strong>te</strong> de mieux. Pero<br />

ello no debe ser motivo para cruzarnos de brazos a perpetuidad, sin hacer<br />

un esfuerzo por encontrar posibles al<strong>te</strong>rnativas. Todo el mundo sin<br />

excepción (el político, el escritor, el pensador, el creyen<strong>te</strong>, el a<strong>te</strong>o, el<br />

ignoran<strong>te</strong>, el erudito...), día va, día viene, habla y se mueve para quejarse<br />

y pro<strong>te</strong>star por lo que está ocurriendo en la sociedad —e incluso por los<br />

comportamientos “antidemocráticos” de la propia democracia—, y nadie<br />

habla ni se mueve para quejarse y pro<strong>te</strong>star por la causa de todo ello, que<br />

es precisamen<strong>te</strong> la vigencia del sis<strong>te</strong>ma democrático: és<strong>te</strong> debe<br />

desaparecer sin dejar rastro, si queremos felicidad para todos.<br />

43


V*<br />

El Derecho y los derechos<br />

Lo que solemos tomar por conceptos en la filosofía tradicional, en<br />

<strong>te</strong>ología, en Etica, en la moral, etc., no es algo que pueda ser conocido o<br />

en<strong>te</strong>ndido. No puede serlo, porque sólo es vocabulario, es decir vocablos.<br />

El mero vocablo carece de con<strong>te</strong>nido in<strong>te</strong>lectual, es palabra vacía,<br />

desprovista de sentido y de significado. No es concepto. Nos lo parece,<br />

porque suscita siempre algún género de representación sensible o imagen<br />

—que como tal sí es in<strong>te</strong>ligible o cognoscible—, y ella nos hace creer<br />

que ya <strong>te</strong>nemos el concepto. Pero no lo <strong>te</strong>nemos.<br />

Lo en<strong>te</strong>nderemos mejor, si traemos como ejemplo el presunto concepto<br />

“espíritu” o el presunto concepto “Dios”. Tal concepto no exis<strong>te</strong>, ni<br />

siquiera en la men<strong>te</strong> de los propios <strong>te</strong>ólogos. Cuando alguien pronuncia la<br />

palabra “Dios”, percibimos (v.gr.) la imagen, más o menos difusa, de un<br />

señor de mis<strong>te</strong>riosa naturaleza, de extraordinarias cualidades,<br />

cualitativamen<strong>te</strong> distinto de cualquier otro señor de los que conocemos en<br />

la Tierra, pero que a fin de cuentas es... “un señor como los que<br />

conocemos en la Tierra”. Gracias a esa imagen que percibimos, creemos<br />

<strong>te</strong>ner una idea de lo que es Dios. Y no la <strong>te</strong>nemos, porque esa imagen,<br />

precisamen<strong>te</strong> por ser imagen, es negación de cualquier “concepto Dios”.<br />

El <strong>te</strong>ólogo mismo nos advier<strong>te</strong> que una imagen como ésa no puede ser<br />

Dios. Y en la men<strong>te</strong> del propio <strong>te</strong>ólogo, aunque afirme que Dios es otra<br />

cosa —un Ser, un Ens necessarium, un Ens realissimum, un Acto Puro,<br />

etcé<strong>te</strong>ra—, sólo pululan imágenes (como escribió Santo Tomás de<br />

Aquino 18 ). Cuando habla de Dios el <strong>te</strong>ólogo, por numerosos e ingeniosos<br />

que fueren sus malabarismos mentales al manejar vocablos, no sabe de<br />

qué está hablando, ya que él mismo reconoce que no es Dios eso que está<br />

percibiendo en su imaginación. Está hablando de un no. Por consiguien<strong>te</strong>,<br />

hablando de algo que nada es.<br />

Eso mismo acaece con todos los términos usados en Filosofía. Por<br />

ejemplo, con el vocablo o presunto concepto “Derecho”. Creemos <strong>te</strong>ner<br />

idea de lo que es el “derecho”, y no <strong>te</strong>nemos ninguna, ni la más remota.<br />

Cada vez que manejemos el vocablo, acudirán a la men<strong>te</strong> variopintas<br />

imágenes con las que nos en<strong>te</strong>nderemos más o menos bien, pero que no<br />

son el “Derecho”: és<strong>te</strong> no se dejará ver por ninguna par<strong>te</strong>.<br />

A primera vista podría parecer que de ello se había percatado José Or<strong>te</strong>ga<br />

y Gasset, a juzgar por estas expresiones suyas:<br />

El pacifismo usual daba por supuesto que ese derecho existía... [...]<br />

...esto es gravemen<strong>te</strong> opuesto a la verdad. Para que el derecho o una<br />

18 Creo que él mismo no se percató bien del alcance de sus palabras, pero taxativamen<strong>te</strong> dijo que no puede<br />

haber in<strong>te</strong>lección, si no es per conversionem ad phantasmata (por conversión a imágenes).<br />

44


ama de él exista, es preciso: 1º que algunos hombres especialmen<strong>te</strong><br />

inspirados, descubran ciertas ideas o principios de derecho. [...] Pues<br />

bien: un derecho referen<strong>te</strong> a las ma<strong>te</strong>rias que originan inevitablemen<strong>te</strong><br />

las guerras no exis<strong>te</strong>. [...] ...no exis<strong>te</strong> ni siquiera como idea, como<br />

puro <strong>te</strong>orema incubado en la men<strong>te</strong> de algún pensador.<br />

Pero se ve que no se percató de lo esencial, ya que en ese <strong>te</strong>xto consideró<br />

posible que, especialmen<strong>te</strong> inspirados, algunos hombres “descubran<br />

ciertas ideas o principios de derecho”, y lo confirmó a renglón seguido:<br />

No habiendo nada de esto, no habiendo ni en <strong>te</strong>oría un derecho de los<br />

pueblos ¿se pre<strong>te</strong>nde que desaparezcan las guerras entre ellos?<br />

Permítaseme que califique de frívola, de inmoral, semejan<strong>te</strong><br />

pre<strong>te</strong>nsión.<br />

No se percató de que lo inexis<strong>te</strong>n<strong>te</strong> no es “un derecho referen<strong>te</strong> a las<br />

ma<strong>te</strong>rias que originan inevitablemen<strong>te</strong> las guerras”. Lo inexis<strong>te</strong>n<strong>te</strong> es el<br />

concepto mismo de “derecho”, en general. Por muy especialmen<strong>te</strong><br />

inspirados que estén “algunos hombres”, no descubrirán especie alguna<br />

de “ideas o principios de derecho”. No sabemos qué es eso. Por tanto,<br />

para que desaparezcan las guerras entre los pueblos, no sólo no se<br />

necesita “un derecho de los pueblos”, sino que, por el contrario, conditio<br />

sine qua non es la metódica renuncia a ese y a cualesquiera otros<br />

“conceptos” que, como ése, son aconceptos. Con esa condición sí<br />

podremos conseguir —como se verá en capítulos pos<strong>te</strong>riores— que<br />

desaparezcan las guerras entre los pueblos.<br />

El propio Or<strong>te</strong>ga proporcionó un edifican<strong>te</strong> ejemplo de las conclusiones a<br />

las que puede conducir —en orden a conseguir felicidad para todos— la<br />

lucubración acerca del presunto concepto “Derecho”, pues doy por<br />

supuesto que la “guerra entre los pueblos” es, desde el punto de vista de<br />

la felicidad general, quizá lo peor que puede acon<strong>te</strong>cer en el planeta.<br />

Or<strong>te</strong>ga dejó ver que sentía entusiasmo por la guerra, incluso cuando<br />

censuraba el entusiasmo de Max Scheler por la misma. Y el entusiasmo<br />

de aquél, tanto como el de és<strong>te</strong>, se originó por haber fantaseado en torno<br />

al inexis<strong>te</strong>n<strong>te</strong> concepto. Las frases que siguen son reveladoras: la<strong>te</strong> en<br />

ellas, a manera de leitmotiv, la <strong>te</strong>sis de que al fuer<strong>te</strong> le asis<strong>te</strong> el<br />

“derecho” de imponerse al débil (nominor quoniam leo).<br />

La guerra es una controversia de poderío y voluntad entre las<br />

personas espirituales colectivas que llamamos Estados. La finalidad<br />

última en ella es máximo dominio espiritual sobre la Tierra.<br />

¡Son personas espirituales colectivas los Estados (por ejemplo, el Estado<br />

alemán duran<strong>te</strong> el III Reich)! ¡Y la finalidad última de la guerra es el<br />

dominio espiritual sobre la Tierra (por ejemplo, el dominio espiritual de<br />

George Bush Jr. sobre los espirituales pozos petrolíferos de Irak, y la<br />

geoestra<strong>te</strong>gia espiritual de los Estados Unidos de Nor<strong>te</strong>américa! Esas son<br />

las verdades que puede conquistar el buen alumno que toma lecciones de<br />

Filosofía.<br />

45


El ejercicio de la violencia, con sus resultados de matanzas, etc., no<br />

forma el núcleo de la guerra: es sólo su manifestación, medida y señal<br />

de las energías de voluntad que entran en conflicto.<br />

La muer<strong>te</strong> de vein<strong>te</strong> millones de seres humanos en la Segunda Guerra<br />

Mundial no es más que un hecho anecdótico irrelevan<strong>te</strong>, cuya única<br />

importancia reside en que fue manifestación y medida y señal de las<br />

valiosas energías de voluntad de Hitler y de la Alemania nazi.<br />

En la perspectiva histórica aparece el acto bélico como el<br />

verdaderamen<strong>te</strong> organizador. El es quien lleva a unidad de pueblo las<br />

hordas... La guerra es por excelencia el principio dinámico de la<br />

historia; la paz, sólo el principio estático...<br />

Si hubiera dicho que, en la perspectiva histórica de lo acaecido hasta<br />

ahora de facto en la sociedad irracional, el principio dinámico por<br />

excelencia de la historia ha sido la guerra, yo no podría objetar nada,<br />

porque no he pensado en ello. Pero dijo —como enunciando una ley<br />

sociológica universal— que la guerra es por excelencia el principio<br />

dinámico de la historia. Y eso, dicho así, me parece una burrada<br />

in<strong>te</strong>lectual incomprensible en un cerebro tan lúcido como el de Or<strong>te</strong>ga y<br />

Gasset. ¿Cómo puede nadie afirmar que, en una posible sociedad racional<br />

futura, el principio dinámico por excelencia de la historia <strong>te</strong>ndrá que ser<br />

también la guerra?<br />

Y cons<strong>te</strong> que no soy yo tampoco partidario del pacifismo humanista.<br />

[...] ...todas las <strong>te</strong>orías de la paz me parecen falsas, abstraídas y<br />

utópicas. Todas resbalan superficialmen<strong>te</strong> sobre el hecho profundo de<br />

la guerra,...<br />

¿Qué quiere decir “todas”? ¿”Todas las posibles”? ¿O “todas las que<br />

Or<strong>te</strong>ga y Gasset conocía”? Si es lo primero, Or<strong>te</strong>ga y Gasset nos hizo<br />

una afirmación dogmática y gratuita de escándalo. Si es lo segundo, no<br />

sirvió para nada la afirmación que nos hizo, pues no sabemos cuáles eran<br />

las <strong>te</strong>orías que él conocía.<br />

Nos invita [se refiere a Scheler] a que es<strong>te</strong>mos agradecidos si un Estado<br />

más fuer<strong>te</strong> se apodera del nuestro. Esa labor de conquista en que el<br />

Estado se aumenta, asume y reorganiza otras colectividades, es para<br />

Scheler la función vital por excelencia del organismo político. Y llega<br />

a decir: “El Estado beligeran<strong>te</strong> es el Estado en la suprema actualidad<br />

de su exis<strong>te</strong>ncia”.<br />

Al menos yo declino aceptar la invitación de Scheler. No quiero que un<br />

Estado, sólo porque es más fuer<strong>te</strong>, se apodere del mío. De<strong>te</strong>sto cerebral y<br />

cordialmen<strong>te</strong> el organismo político cuya función vital por excelencia sea<br />

esa labor de conquista en que el Estado se aumenta, asume y reorganiza<br />

otras colectividades. Me niego a aceptar ningún Estado de tipo hitleriano,<br />

por mucho que sea “el Estado en la suprema actualidad de su exis<strong>te</strong>ncia”.<br />

El pacifista ve en la guerra un daño, un crimen, o un vicio. Pero olvida<br />

que, an<strong>te</strong>s que eso y por encima de eso, la guerra es un enorme<br />

esfuerzo que hacen los hombres para resolver ciertos conflictos.<br />

46


Señor don José Or<strong>te</strong>ga: Yo, pacifista, nunca olvido que la guerra es un<br />

enorme esfuerzo que hacen los hombres para resolver ciertos conflictos.<br />

Al contrario, he <strong>te</strong>nido y <strong>te</strong>ngo muy presen<strong>te</strong> que ese “enorme esfuerzo<br />

que hacen los hombres para resolver ciertos conflictos” es un esfuerzo<br />

doloroso, letal, bestial, irracional, que resuelve, por supuesto, “ciertos<br />

conflictos” y, no sólo no resuelve, sino que agrava, el verdadero y<br />

máximo conflicto: el de la infelicidad secular del género humano.<br />

El pacifismo está perdido y se convier<strong>te</strong> en nula bea<strong>te</strong>ría, si no tiene<br />

presen<strong>te</strong> que la guerra es una genial y formidable técnica de vida y<br />

para la vida.<br />

Sólo un hombre arrogan<strong>te</strong> y endiosado puede hablar en esos términos. La<br />

segunda guerra mundial, con vein<strong>te</strong> millones de muertos, fue justamen<strong>te</strong><br />

lo contrario: fue una genial y formidable técnica de muer<strong>te</strong> y para la<br />

muer<strong>te</strong>.<br />

Ya vamos comprobando los desvaríos que puede sufrir quien juega a<br />

razonar como filósofo, median<strong>te</strong> aconceptos como el “derecho” y el<br />

“espíritu”. El manejo de un aconcepto se presta a toda suer<strong>te</strong> de<br />

equivocadas in<strong>te</strong>rpretaciones, de confusiones, de malen<strong>te</strong>ndidos.<br />

Continuemos observando la altivez de Or<strong>te</strong>ga y Gasset, y los desvaríos de<br />

él y de Scheler:<br />

...su opinión [la de Scheler] pone de relieve ciertos carac<strong>te</strong>res<br />

verdaderos de la guerra que hallo desconocidos por los charlatanes<br />

de todo linaje. Estos hombres, a veces cubiertos de ficticia aureola<br />

científica, propagan una noción frívola de la guerra. Ven en ella<br />

simplemen<strong>te</strong> una explosión de fuerza bruta puesta al servicio de<br />

in<strong>te</strong>reses ma<strong>te</strong>riales. Ahora bien: esa fuerza bruta no es tal. [...]<br />

Scheler insis<strong>te</strong> muy acertadamen<strong>te</strong> en que esa fuerza bruta es fuerza<br />

espiritual. Bruto es el cañón una vez hecho, cargado y en pun<strong>te</strong>ría;<br />

pero todo eso, cañón, carga y pun<strong>te</strong>ría, es una condensación de<br />

energías espirituales: saber, buen orden, constancia, laboriosidad,<br />

previsión, etc. He ahí lo <strong>te</strong>rrible, señores progresistas, o, como<br />

Nietzche diría, señores filis<strong>te</strong>os de la cultura; he ahí lo <strong>te</strong>rrible; que el<br />

espíritu sea susceptible de convertirse en fuerza bruta, que la fuerza<br />

bruta sea a la par fuerza moral.<br />

Siguen Or<strong>te</strong>ga y Scheler demostrando —con razones luminosas— que el<br />

armamento de guerra, la maquinaria que fue pensada y construida para<br />

matar seres humanos, es tan sólo “una condensación de energías<br />

espirituales”, porque dentro de ese armamento hay “saber, buen orden,<br />

constancia, laboriosidad, previsión, etcé<strong>te</strong>ra”. Entonces, el asalto al tren<br />

correo de Glasgow, las metralletas de los gangs<strong>te</strong>rs de Chicago, la bomba<br />

que cayó sobre Hiroshima. la preparación del ataque a las Torres<br />

Gemelas,... fue también “una condensación de energías espirituales”, ya<br />

que en todo ello hubo “saber, buen orden, constancia, laboriosidad,<br />

previsión, etcé<strong>te</strong>ra”.<br />

Or<strong>te</strong>ga y Scheler —y otros que no son Or<strong>te</strong>ga y Scheler— tienden a caer<br />

en éxtasis an<strong>te</strong> la idea de que un pueblo “superior” a otro tiene el<br />

derecho de imponerse al pueblo “inferior”. Se da la casualidad de que “el<br />

pueblo superior” suele ser para ellos el pueblo propio: Alemania para<br />

Scheler; España para Or<strong>te</strong>ga; etcé<strong>te</strong>ra.<br />

47


Hay en la guerra un motor biológico y un impulso espiritual que son<br />

altos valores de humanidad. El ansia de dominio, la voluntad de que lo<br />

superior organice y rija lo inferior, constituyen dos soberanos ímpetus<br />

morales.<br />

La voluntad Estado ejerce su más genuina misión cuando se impone a<br />

la <strong>te</strong>ndencia repulsiva de razas diversas, obligándolas a convivir y a<br />

colaborar en una vida superior in<strong>te</strong>gral. Recomiendo esta idea a los<br />

que quieran en<strong>te</strong>nder la obra de Castilla duran<strong>te</strong> la Reconquista. A<br />

diferencia de los otros pueblos peninsulares, transidos de<br />

particularismo doméstico, es Castilla el pueblo dotado de es<strong>te</strong> prócer<br />

carác<strong>te</strong>r estatificador. Merced a él compagina los instintos de<br />

dispersión de leoneses, gallegos, aragoneses, vasco-navarros y<br />

catalanes, obligándoles a unión y colaboración, disciplinándolos para<br />

un modo más alto y fino de exis<strong>te</strong>ncia histórica.<br />

Apar<strong>te</strong> de que, según los <strong>te</strong>xtos citados, habríamos de aceptar que la<br />

Alemania de Hitler fue lo superior, y el resto de Europa lo inferior,<br />

nosotros no podemos compartir el éxtasis de los mencionados autores,<br />

porque la violenta imposición de superioridades tales no puede reportar<br />

la felicidad mayor posible del género humano (que es lo único<br />

importan<strong>te</strong>). Ningún pueblo puede arrogarse la facultad de imponerse a<br />

otro por la fuerza, ni aun siendo superior a él. Y, por supuesto, no<br />

in<strong>te</strong>resa el “alto y fino modo de exis<strong>te</strong>ncia histórica” ofrecido así. Bien<br />

está que se descubran continen<strong>te</strong>s incivilizados, y se ofrezca al aborigen<br />

“inferior” lo positivo de la civilización “superior”, pero eso está bien<br />

sólo a condición de que el único medio utilizado para ello sea la<br />

sabiduría didáctica, el diálogo, el razonamiento persuasivo... De<br />

utilizarse medios violentos —como los utilizados, por ejemplo, por<br />

Castilla en América, y hasta en la península ibérica—, abominamos del<br />

“prócer carác<strong>te</strong>r estatificador”. Mientras que el “soberano ímpetu moral”<br />

que son las ansias de dominio y la voluntad “rectora de lo inferior” no<br />

nos entusiasma, ni aun siendo “pueblo inferior” (que no lo somos).<br />

[El Estado] tiene derecho a que se le reconozcan todos sus derechos,<br />

lo cual exige una ejecutiva imposición de ellos por medio de la guerra.<br />

[...] La guerra es para la ética un caso particular del derecho a matar.<br />

He ahí una buena prueba de los extremos adonde puede llevarnos el<br />

cultivo de la Filosofía y de sus aconceptos, entre los cuales figura el<br />

“derecho”. Ya lo has oído, lector, por boca de un gran filósofo español:<br />

¡el Estado tiene derecho a matar!<br />

En la sociedad actual, todo el mundo vocea a todas horas la palabra<br />

“derecho”: derechos humanos, derechos sociales, derechos de los presos,<br />

derechos del niño, Estado de Derecho, derecho de propiedad, derecho de<br />

libre expresión... Hasta se habla de los derechos de los animales. A es<strong>te</strong><br />

paso, pronto nos hablarán del derecho de los ciclones tropicales a matar<br />

gen<strong>te</strong>. Estamos continuamen<strong>te</strong> usando el término como si tuviera un<br />

filosófico significado que todos conocemos muy bien. Pero nadie nos da<br />

una in<strong>te</strong>ligible definición filosófica de lo que es un “derecho”.<br />

Los Estados miembros de la Unión Europea acostumbran, de vez en<br />

cuándo, aparentar que se mueven. La futura Carta de Derechos<br />

fundamentales de la UE es una de esas ocasiones. Su elaboración es<br />

48


idea de ellos pero, ahora que comienza a concretarse, se ve<br />

claramen<strong>te</strong> cuál es su verdadera in<strong>te</strong>nción: redactar un <strong>te</strong>xto que no<br />

sea vinculan<strong>te</strong>, un <strong>te</strong>xto que puedan esgrimir cuando les in<strong>te</strong>rese e<br />

ignorar cuando les moles<strong>te</strong>.<br />

Gracias a la Filosofía, así funcionan los derechos y el Derecho; así<br />

funciona la Política; así funciona la Democracia. Y así nos va.<br />

49


VI*<br />

Terruño, patria, nación...<br />

El fin último de nuestras elucubraciones en el presen<strong>te</strong> libro es la<br />

búsqueda del procedimiento óptimo para erradicar el Dolor en el mundo.<br />

Con<strong>te</strong>mplados desde ese punto de vista, sentimientos como los que<br />

inspira el nacionalismo, o el patriotismo, en principio son enemigos de<br />

una humanidad feliz. Amar uno su tierra implica no amar la tierra “del<br />

otro”. Es un amor excluyen<strong>te</strong>. Es una fuen<strong>te</strong> po<strong>te</strong>ncial de disensiones,<br />

enemistad, odio, conflictos, guerras... Lleva en sí un po<strong>te</strong>ncial germen de<br />

infelicidad para el colectivo total y, por tanto, para la propia tierra que<br />

uno ama. Por ese lado, pues, muy bien podría decirse que, en realidad, y<br />

a fin de cuentas, amar a la patria es matar a la patria.<br />

Per se, el amor a su tierra o su patria es por lo menos una rémora en la<br />

marcha hacia un posible mundo feliz. La psicológica necesidad natural de<br />

amar uno a su tierra o nación o patria —con exclusión de las otras—, es<br />

en el fondo una postura y actitud puramen<strong>te</strong> defensiva, debida sólo a la<br />

irracional estructura social de la humanidad, que está montada sobre la<br />

base de naciones o patrias (a su vez excluyen<strong>te</strong> cada una). Por estar así<br />

estructurada la sociedad, yo no puedo amar a la patria “del otro” porque<br />

“el otro” no puede amar a la mía: círculo vicioso que imposibilita la<br />

felicidad colectiva.<br />

Esa misma postura afectiva de excluyen<strong>te</strong> amor a mi patria, si la refiero a<br />

mi propio ego, ni es per se una rémora para la felicidad humana, ni puedo<br />

sustraerme a ella de ninguna manera, porque obedece a una necesidad<br />

física, biológica. Todo ser humano, qua criatura racional, en realidad<br />

sólo puede amarse a sí mismo. Siempre le acaece eso, incluso en el<br />

instan<strong>te</strong> en que ama al prójimo, ya que sólo amando al prójimo puede en<br />

ese instan<strong>te</strong> amarse a sí mismo. O también porque en ese instan<strong>te</strong> le es<br />

necesario para su propia felicidad amar al prójimo, y el yo racional o<br />

pensan<strong>te</strong> en cuanto tal persigue siempre, indefectiblemen<strong>te</strong>, la propia<br />

felicidad.<br />

Es el caso del filántropo, el del misionero que vive y se desvive por sus<br />

leprosos, el del cartujo que ama a Dios en la soledad de su celda... Para<br />

el cartujo, para el misionero, para el filántropo —sean o no sean<br />

conscien<strong>te</strong>s de ello—, “amar al otro” es amarse a sí mismo. En realidad,<br />

por tanto, resulta biológicamen<strong>te</strong> inevitable amarse uno a sí mismo:<br />

biológicamen<strong>te</strong> imposible “amar a otro” (en tanto que “a otro” signifique<br />

“a sí mismo no”). Se trata de una ley física ineludible.<br />

Pero esta ley biológica ineludible, que rige para las relaciones afectivas<br />

del yo consigo mismo en cuanto que es individuo, no rige para las<br />

relaciones afectivas del yo con su grupo —familia, tribu, clan, gremio,<br />

50


pueblo, nación, etcé<strong>te</strong>ra—, aunque entonces, en cierto modo, también es<br />

consigo mismo la relación afectiva. Es decir que no exis<strong>te</strong> biológica<br />

inevitabilidad en el amor del individuo hacia su grupo: no le es<br />

biológicamen<strong>te</strong> imposible amar a otro grupo.<br />

Ergo, puede haber en el planeta —ya los hay, y es deseable que los haya<br />

en abundancia— ciudadanos apátridas, “ciudadanos del mundo” que no<br />

sien<strong>te</strong>n por su particular tierra un amor excluyen<strong>te</strong>: si el número de ellos<br />

hubiera alcanzado históricamen<strong>te</strong> de<strong>te</strong>rminadas cotas, hubiera sido otra la<br />

suer<strong>te</strong> del género humano.<br />

En el polo opuesto se sitúa el vehemen<strong>te</strong> y fanático ciudadano dispuesto a<br />

morir por su nación o su patria. Es<strong>te</strong> género de patriotismo o<br />

nacionalismo ha generado en la humanidad inmenso Dolor. Que (como<br />

decíamos hace un instan<strong>te</strong>) se debe a la irracional estructura de la<br />

sociedad, ya que un vehemen<strong>te</strong> y fanático nacionalismo A exis<strong>te</strong> sólo<br />

porque hay fren<strong>te</strong> a él otro vehemen<strong>te</strong> y fanático nacionalismo B:<br />

¡infernal círculo vicioso!<br />

El día en que de alguna manera logremos que deje de existir en la Tierra<br />

el nacionalismo —el día en que logremos que no haya naciones—,<br />

habremos dado un paso de gigan<strong>te</strong> en la carrera hacia la erradicación de<br />

la infelicidad humana. Más todavía: si no damos ese paso de gigan<strong>te</strong>,<br />

nunca viviremos en paz y felicidad. Cuando otra cosa no es posible, bien<br />

está organizarse en forma (v.gr.) de “Naciones Unidas”, pero las<br />

organizaciones de esta naturaleza siempre llevan dentro de sí un germen<br />

de infelicidad para el género humano: ya ves, lector, qué marcha lleva el<br />

mundo actual, pese a la Organización de las Naciones Unidas.<br />

Puede revestir el nacionalismo cuatro formas diferen<strong>te</strong>s: puede ser<br />

agresivo, opresor, defensivo, reivindicativo. El agresivo es el del pueblo<br />

que arrebata la libertad (imperialismo, colonialismo) a otro pueblo que<br />

vivía libre. El nacionalismo opresor es el del pueblo que, haciendo valer<br />

su fuerza bruta, mantiene sujeto a un pueblo que quiere ser libre. El<br />

defensivo es el del pueblo que se limita a defender su libertad en caso de<br />

que otro pueblo in<strong>te</strong>n<strong>te</strong> arrebatársela. El reivindicativo es el del pueblo<br />

que no vive libre, y lucha para vivir libre como otros pueblos libres. De<br />

entre esas cuatro modalidades, el opresor y el agresivo son los inmediata<br />

y directamen<strong>te</strong> funestos.<br />

El funesto nacionalismo opresor suele manifestarse cuando el pueblo A<br />

mantiene atado al pueblo B por considerar que és<strong>te</strong> es par<strong>te</strong> esencial del<br />

pueblo A, y el B (que niega ser par<strong>te</strong> de A) quiere romper la atadura. Esto<br />

suele dar origen a sangrientos conflictos y guerras, cuya gravedad es<br />

directamen<strong>te</strong> proporcional a la in<strong>te</strong>nsidad con que se sien<strong>te</strong> el amor a la<br />

patria. Nosotros <strong>te</strong>nemos muy cerca, en la historia de las relaciones del<br />

pueblo español con el pueblo vasco, sangran<strong>te</strong>s pruebas de que, en efecto,<br />

el nacionalismo opresor es funesto.<br />

51


No se sabe desde cuándo exis<strong>te</strong> el pueblo vasco, pero se sabe que es<br />

an<strong>te</strong>rior al pueblo español. Se sabe, por tanto, que el pueblo vasco y el<br />

pueblo español son dos pueblos distintos. Lo demuestra, además, el hecho<br />

político actual de que (p.ej.) el pueblo de Baiona, de Biarritz, de Hendaia<br />

—pueblo no español—, es pueblo vasco.<br />

La siempre irracional dinámica de eso que llamamos “Política” hizo que<br />

un día el pueblo español ex<strong>te</strong>ndiera su poderío militar y político a una<br />

par<strong>te</strong> del pueblo vasco, a la que desde entonces considera región española<br />

(como, por ejemplo, a Castilla o Andalucía), y cuyas tierras considera<br />

que son propiedad suya, como las de Castilla o Andalucía. Muchos<br />

habitan<strong>te</strong>s de la así nacida “región vasca española” niegan que el pueblo<br />

español <strong>te</strong>nga el derecho de ejercer su poder militar y político sobre esa<br />

par<strong>te</strong> del pueblo vasco, y niegan que <strong>te</strong>nga derechos de propiedad sobre<br />

las tierras de és<strong>te</strong>. En consecuencia, reclaman el derecho del pueblo<br />

vasco a vivir políticamen<strong>te</strong> libre, sin sujeciones ni vínculos obligatorios<br />

creados por la fuerza de las armas y por los <strong>te</strong>jemanejes de la Política.<br />

Para cualquier pueblo, sea el que fuere, nada más natural que el deseo de<br />

ser libre, de elegir libremen<strong>te</strong> su destino, sus caminos de vida. Tiene<br />

“derecho” a esa libertad (como lo tiene también cualquier individuo). El<br />

País Vasco —no menos que la Alcarria, o la Provenza, o el Condado de<br />

Trebiño— tiene perfecto “derecho” de ser independien<strong>te</strong>, si así lo desea.<br />

Otra cosa es que le convenga o no, pero también eso debe decidirlo él, y<br />

nadie más. Asimismo, dentro del pueblo vasco tiene quienquiera (Navarra<br />

o Alava, por ejemplo) el “derecho” de ser independien<strong>te</strong> a su vez. Pues<br />

bien, el nacionalismo opresor español —y lo mismo el francés— que ya<br />

disfrutan del “derecho” de ser libres, niegan al nacionalismo vasco<br />

reivindicativo ese elemental “derecho”.<br />

Todos los pueblos quieren ser libres, y a ninguno le gusta que sea otro<br />

quien le diga cómo debe organizar su vida. Tampoco le gusta al pueblo<br />

vasco. A su vez, ningún pueblo quiere desprenderse de tierras que<br />

considera propiedad suya. El pueblo español tampoco lo quiere. La<br />

inevitable consecuencia es que surjan <strong>te</strong>nsiones y conflictos entre uno y<br />

otro pueblo. También los hubo, y bien graves, entre el español y el vasco.<br />

El intransigen<strong>te</strong> nacionalismo español demostró que jamás permitiría al<br />

pueblo vasco ser libre: irrumpiría el Ejército con toda su fuerza para<br />

impedirlo, obligado nada menos que por la propia Constitución.<br />

Así cerrada toda posibilidad práctica de conseguir la libertad de su<br />

pueblo por vías pacíficas y/o políticas, patriotas compulsivos vascos<br />

optaron por el uso de la violencia, y crearon la organización armada<br />

Euskadi ta Askatasuna (ETA), como única solución posible. Se<br />

ex<strong>te</strong>ndieron y se acrecentaron en grandes proporciones los mencionados<br />

conflictos y <strong>te</strong>nsiones, y con ellos el sufrimiento de ambos pueblos.<br />

El fanático nacionalismo opresor llega a extremos increíbles: por<br />

ejemplo, a odiar la lengua vernácula del pueblo oprimido. España y<br />

Francia han puesto mil zancadillas, impedimentos, trabas, al uso de<br />

52


nuestra lengua (el euskera), creándole constan<strong>te</strong>men<strong>te</strong> situaciones de<br />

progresivo debilitamiento, diglosia, asfixia, muer<strong>te</strong> lenta,... sólo porque<br />

constituye una formidable prueba de que el pueblo vasco no es francés ni<br />

español.<br />

A es<strong>te</strong> respecto es curioso el hecho de que a los dos opresores conviene<br />

declarar, y declaran, que el euskera es una de sus lenguas nacionales,<br />

pero no se sien<strong>te</strong>n culturalmen<strong>te</strong> obligados a conservarla prodigándole<br />

cuidados especiales. Y lo están por dos motivos. Uno, porque los mejores<br />

lingüistas han reconocido que el euskera es <strong>te</strong>soro lingüístico<br />

excepcional. Dos, porque han reconocido también que es la lengua que<br />

sigue viva siendo la más antigua (viva) de Europa, y no se comprende que<br />

la odien quienes tanto se esfuerzan por conservar todo monumento<br />

antiguo, sólo porque es antiguo. En España se tomaron grandes trabajos<br />

para conservar el egipcio <strong>te</strong>mplo de Debod, trasladándolo hasta Madrid,<br />

piedra por piedra. En España se ama el <strong>te</strong>mplo egipcio porque es<br />

antiquísimo, y se odia el euskera, siendo también antiquísimo ¿Por qué?<br />

Porque es una espina para el nacionalismo español.<br />

Parece increíble que se pueda sentir inquina hacia un idioma. Pero está<br />

demostrado que se la sien<strong>te</strong> cuando ese idioma estorba a las ape<strong>te</strong>ncias<br />

del nacionalismo opresor. En cierta ocasión, Javier Madrazo, coordinador<br />

general de IU-EB, y Shanti Kiroga, parlamentario navarro —aquél en<br />

Bilbao y és<strong>te</strong> en Pamplona— declaraban pública y simultáneamen<strong>te</strong>:<br />

Si pudieran, el PP y el PSE firmarían el acta de defunción del euskara<br />

[Madrazo].<br />

UPN-PP quieren acabar con el euskara 19 [Kiroga].<br />

La recien<strong>te</strong> historia de España nos da una dolorosa prueba de lo que es el<br />

nacionalismo opresor. Sucesivos Gobiernos, duran<strong>te</strong> decenios,<br />

mantuvieron persis<strong>te</strong>n<strong>te</strong> su noluntad de diálogo con ETA. En vano lo<br />

pedía el pueblo con ahínco, ávido de pacificación. Gobernan<strong>te</strong>s,<br />

políticos, escritores, comentaristas, hicieron todo lo posible para que el<br />

diálogo no tuviera lugar.<br />

Los falsos argumentos aducidos para la galería —por ejemplo, “no se<br />

debe dialogar con quien acude con una pistola al cinto”— no eran sino un<br />

pre<strong>te</strong>xto para la negativa. Cuantas más pistolas traiga en el cinto el<br />

enemigo, más necesario es el diálogo con él, pues la finalidad del diálogo<br />

es precisamen<strong>te</strong> el conseguir que se despoje de las pistolas. El verdadero<br />

motivo de la negativa era otro: el diálogo hubiera puesto en evidencia la<br />

injusticia que el nacionalismo español come<strong>te</strong> cuando, por la fuerza de<br />

las armas, impide que el pueblo vasco recupere su libertad. 20<br />

19 Pone los pelos de punta la saña con que el nacionalismo español infiltrado en Navarra ha lanzado algunos<br />

de sus ataques a la lengua vasca, siendo ésta como es la lingua navarrorum (la lengua de los navarros).<br />

20 Olvidemos que el motivo era también electoralista. Cuando Juan Serraller, presiden<strong>te</strong> de la Asociación de<br />

Derechos Humanos de Madrid, visitó el País Vasco el año 98, claramen<strong>te</strong> dio a en<strong>te</strong>nder ⎯y en distintas<br />

ocasiones otros conspicuos personajes abundaron en la misma idea⎯ que al gobierno del PP le convenía que<br />

no se resolviera el conflicto. Esta observación lleva en sí una horrible sugerencia: "el gobierno estaba<br />

53


En los círculos gubernamentales, en los cenáculos y mentideros de la<br />

política, en los medios de comunicación, se apuntaba a ETA como<br />

causan<strong>te</strong> de las muer<strong>te</strong>s habidas en sus a<strong>te</strong>ntados. Y esa no era toda la<br />

verdad. El gobernan<strong>te</strong> que, por sus in<strong>te</strong>reses políticos partidistas, no<br />

quiso man<strong>te</strong>ner con ETA el diálogo que hubiera evitado aquellas muer<strong>te</strong>s,<br />

fue también indiscutible causan<strong>te</strong> de ellas.<br />

Cuando el bandido secuestra una niña, y la mata a navajazos porque el<br />

padre se ha negado a pagar el resca<strong>te</strong>, la mata el padre tanto como el<br />

bandido y tanto como la navaja. Y esta cruda verdad no dejará de ser<br />

verdad por mucho que se repita que el bandido es el “culpable”. En la<br />

comisión de un crimen puede haber varios causan<strong>te</strong>s: “culpables”,<br />

ninguno. La navaja del bandido no es culpable de la muer<strong>te</strong> de la niña,<br />

pero sí es causa. De la misma manera el padre. La mortífera navaja se<br />

mueve por haberse movido el brazo del bandido, y el brazo del bandido<br />

se mueve por no haberse movido el brazo del padre entregando el dinero<br />

del resca<strong>te</strong>.<br />

Quienes <strong>te</strong>nemos por desiderátum la felicidad mayor posible de todos los<br />

hombres, no podemos dar nuestro visto bueno a los a<strong>te</strong>ntados mortales de<br />

ETA, ni aunque tuviéramos en cuenta la poderosa razón de que al pueblo<br />

vasco le asis<strong>te</strong> el irrenunciable derecho de ser libre: por justa que sea una<br />

mera reivindicación política, si para conseguirla hemos de matar a<br />

alguien, renunciamos a la reivindicación. Pero debemos también señalar<br />

con el dedo —como causan<strong>te</strong>, no menos que ETA, de las muer<strong>te</strong>s que en<br />

exclusiva se atribuyeron a ETA— al obstinado gobernan<strong>te</strong> que no quiso<br />

entablar el diálogo que hubiera podido evitar las muer<strong>te</strong>s. Y debemos<br />

también señalar que la causa de ambos causan<strong>te</strong>s fue, a su vez, el nefasto<br />

nacionalismo. Nefasto en sí (para la felicidad humana), sea opresor, sea<br />

reivindicativo.<br />

Tras cada uno de los numerosos a<strong>te</strong>ntados mortales de ETA, los<br />

gobernan<strong>te</strong>s de turno repetían la misma puesta en escena: alardes de<br />

retórica, rostro compungido fren<strong>te</strong> a las cámaras y el ataúd, y repetición<br />

ad nauseam del consabido estribillo:<br />

El Ejecutivo no modificará su política anti<strong>te</strong>rrorista. No queremos<br />

dialogar con asesinos. No cederemos al chantaje. No estamos<br />

dispuestos a sentarnos en torno a una mesa con aquellos que<br />

amenazan con la fuerza de las pistolas. Negociaremos con ETA cuando<br />

haya dejado las armas.<br />

Argumentos dialécticamen<strong>te</strong> inoperan<strong>te</strong>s, por varios motivos: a) El<br />

gobierno español, sentado fren<strong>te</strong> a ETA en una mesa de negociaciones,<br />

parapetado tras el título octavo de la intocable Constitución, está<br />

amenazando con la fuerza de los cañones de su ejército (no menos<br />

mortíferos que las pistolas de ETA). b) No hay nada que negociar<br />

cuando haya dejado ETA las armas, puesto que se ha de negociar<br />

in<strong>te</strong>resado en que ETA siguiera matando ciudadanos, y por eso, con su obstinada noluntad de diálogo, hizo<br />

que ETA siguiera matándolos".<br />

54


precisamen<strong>te</strong> para que ETA deje las armas. c) La bomba de Hiroshima<br />

obligó a Japón a dialogar inmediatamen<strong>te</strong> con quien había matado cerca<br />

de cien mil japoneses en un instan<strong>te</strong>. Si ETA hubiera dispuesto de una<br />

bomba semejan<strong>te</strong>, Madrid no hubiera enarbolado el argumento de que no<br />

es posible dialogar con asesinos: hubiera dialogado inmediatamen<strong>te</strong>.<br />

Que yo sepa, en los medios de comunicación españoles nadie osaba<br />

refutar en es<strong>te</strong> punto al gobernan<strong>te</strong>. Sólo una vez recuerdo que alguien<br />

habló claro. Poco después de la muer<strong>te</strong> de Ernest Lluch, Eduardo Haro<br />

Tecglen escribía en El País:<br />

Ya veo la cau<strong>te</strong>la: no negar la palabra diálogo, porque es santa, pero<br />

matizarla. Sí, pero. A condición de. An<strong>te</strong>s hay que. Quieren diálogo, a<br />

condición de que el otro piense lo mismo. Quieren diálogo, dicen los<br />

más serios, pero sin HB porque HB representa a ETA, y ETA al crimen.<br />

Pero ¿con quién creen que hay que dialogar? ¡Con el criminal! ¡Hay<br />

que hablar con el criminal, para que no nos ma<strong>te</strong> y busquemos<br />

salidas!...<br />

Ni al nacionalismo español ni al francés importaban en realidad las<br />

víctimas de ETA, y por eso carecieron de voluntad política para<br />

solucionar el conflicto. De haberla <strong>te</strong>nido, hubieran visto y tomado en<br />

cuenta estas elementales verdades que hasta un caballo sabría reconocer:<br />

No consis<strong>te</strong> la solución en suprimir a ETA, sino en suprimir las causas<br />

de que exista ETA. Suprimiendo a ETA sin suprimir las causas, ETA<br />

puede resurgir de una u otra manera. Cuando la policía, después de<br />

cometido un asesinato, captura a los autores, ya es tarde para reparar el<br />

daño causado. Descorcharemos bo<strong>te</strong>llas de champaña porque “¡ya los han<br />

cogido!”, pero el muerto no resucitará. Además puede ocurrir —de hecho,<br />

ésa es la historia de ETA— que los autores capturados por la policía sean<br />

ipso facto sustituidos por otros (y además duran<strong>te</strong> generaciones),<br />

precisamen<strong>te</strong> porque persis<strong>te</strong>n las causas. En el Estado español, después<br />

de cada a<strong>te</strong>ntado mortal de ETA, invariablemen<strong>te</strong>, la nación en<strong>te</strong>ra se<br />

dedicaba a ponderar el altísimo grado de “maldad” de los autores, pero<br />

sin ocuparse de las causas de la “maldad”: lamento insensato por necio,<br />

tanto como estéril y baldío.<br />

En Barcelona, el mes de noviembre del año 2000, ETA dio muer<strong>te</strong> al exministro<br />

Ernest Lluch. Para mucha gen<strong>te</strong>, aquello fue demasiado. Se<br />

sentía vivamen<strong>te</strong> la necesidad de acabar con el problema. Se convocó una<br />

manifestación en la que “un millón de personas” pidió que se iniciara de<br />

una vez el diálogo insis<strong>te</strong>n<strong>te</strong>men<strong>te</strong> negado por el gobierno español.<br />

Terminada la manifestación en la plaza de Cataluña, la periodista en cuyo<br />

programa radiofónico solía colaborar el difunto, leyó la declaración<br />

institucional, tal como estaba prevista. Pero al <strong>te</strong>rminar la lectura, añadió<br />

por su cuenta, con énfasis, dirigiéndose a los gobernan<strong>te</strong>s allí presen<strong>te</strong>s<br />

(y muy señaladamen<strong>te</strong>, como es de suponer, al presiden<strong>te</strong> José María<br />

Aznar):<br />

55


Se lo digo en cas<strong>te</strong>llano, para que me entiendan. Ernest, hasta con la<br />

persona que lo mató, hubiera in<strong>te</strong>ntado dialogar. Us<strong>te</strong>des, que pueden,<br />

dialoguen, por favor.<br />

Con un cerrado aplauso acogió estas palabras el “millón de asis<strong>te</strong>n<strong>te</strong>s”.<br />

Palabras que tanto las tres hijas como la compañera de Lluch secundaron<br />

subiendo al estrado y exhibiendo un car<strong>te</strong>l de petición de diálogo. En ese<br />

momento estaba yo muy lejos del cadáver de Ernest Lluch. Pero escuché<br />

nítidamen<strong>te</strong> una voz lúgubre que salía del in<strong>te</strong>rior del féretro, y que debió<br />

llegar hasta el mismo Madrid:<br />

Por ti estoy aquí, José María. Porque tú no quieres dialogar. Tú me<br />

has matado.<br />

Años atrás había llegado un momento en que las presiones obligaban al<br />

diálogo, y se iniciaron las “conversaciones de Argel”. Fracasaron.<br />

Fracasaron porque al nacionalismo español no in<strong>te</strong>resaba conversar en<br />

torno al verdadero problema.<br />

En otra época pos<strong>te</strong>rior en que la situación se había hecho también<br />

insos<strong>te</strong>nible, y cuando iban a retomarse los contactos, ocurrió lo<br />

inaudito: fue encarcelada Belén González, persona clave en el proceso de<br />

negociación. Como dijo entonces un líder del PNV,<br />

en ninguna par<strong>te</strong> se ha visto que se de<strong>te</strong>nga al in<strong>te</strong>rlocutor que realizó<br />

la in<strong>te</strong>rmediación.<br />

Duran<strong>te</strong> años, con hechos, ETA dio, tanto como “su entorno”, claras y<br />

repetidas pruebas de que ansiaba el diálogo, la negociación, la paz. El<br />

gobernan<strong>te</strong> español no las dio. ETA llegó incluso a decretar<br />

unila<strong>te</strong>ralmen<strong>te</strong> el alto el fuego, por tiempo indefinido, pidiendo que se<br />

resolviera el con<strong>te</strong>ncioso democráticamen<strong>te</strong>, y prometiendo respetar lo<br />

que el pueblo decidiera. Los políticos de España y de Francia no<br />

quisieron hacer semejan<strong>te</strong> promesa: no quisieron correr el riesgo de que<br />

prosperara democráticamen<strong>te</strong> la opción separatista vasca. Prefirieron que<br />

reanudara ETA su actividad.<br />

Y sucedió lo que se <strong>te</strong>mía y era previsible: an<strong>te</strong> la persis<strong>te</strong>n<strong>te</strong> cerrazón e<br />

inmovilismo del Gobierno, ETA puso fin al alto el fuego, y se<br />

multiplicaron los a<strong>te</strong>ntados. Lo único que hizo el nacionalismo español<br />

an<strong>te</strong> el final de la tregua fue reafirmarse una vez más en su dictatorial<br />

postura:<br />

El Ejecutivo nunca cederá an<strong>te</strong> la demanda de modificar el marco<br />

jurídico-político actual.<br />

Los portavoces del PP y del PSOE coincidieron a la hora de restar<br />

importancia y validez a una encuesta —realizada por encargo del<br />

Gobierno vascongado— en la que el 90% de los encuestados estaba a<br />

favor de que el Gobierno español dialogue con ETA.<br />

56


De las cuatro formas posibles de nacionalismo, el opresor y el agresivo<br />

son (como decíamos arriba) los directamen<strong>te</strong> funestos para una feliz<br />

convivencia social. Pero ¡a<strong>te</strong>nción a ese juicio! No son funestos porque<br />

sea “malo” el nacionalista opresor o agresivo, que aborrece, desprecia, y<br />

con su prepo<strong>te</strong>ncia masacra, al nacionalista oprimido. En es<strong>te</strong> asunto, lo<br />

único “malo” es el propio nacionalismo (o patriotismo), intrínsecamen<strong>te</strong><br />

pernicioso para la felicidad del género humano.<br />

Leí, no sé dónde, que<br />

el ca<strong>te</strong>drático de Derecho Penal y Derecho In<strong>te</strong>rnacional, Mancini,<br />

califica a las naciones de “obras naturales y divinas...”<br />

También ignoro qué motivos tuvo Mancini para calificarlas así, y cuál es<br />

exactamen<strong>te</strong> su concepto de “nación”. Si en él está incluido el concepto<br />

de “fron<strong>te</strong>ra”, mi opinión es que las naciones no pueden ser obra natural<br />

y divina. El patriotismo es natural y sano cuando se reduce a que yo<br />

sienta amor por la tierra donde he nacido o vivido, siempre que ese amor<br />

no esté delimitado por una fatídica línea llamada “fron<strong>te</strong>ra”, en la que se<br />

diga “¡esto hasta aquí es mío, no tuyo; y esto es lo que yo amo, no lo<br />

tuyo!”.<br />

La guerra propiamen<strong>te</strong> dicha será imposible cuando dejen de existir esas<br />

líneas de separación conocidas como fron<strong>te</strong>ras. El nacionalismo es<br />

prácticamen<strong>te</strong> siempre —si no siempre— la causa eficien<strong>te</strong> de ese<br />

horrendo azo<strong>te</strong> que es la guerra, probablemen<strong>te</strong> lo peor imaginable para<br />

el humano que anhela vivir una exis<strong>te</strong>ncia feliz.<br />

En opinión de Or<strong>te</strong>ga y Gasset,<br />

las naciones constituyen una formidable realidad situada en el mundo<br />

y con la que hay que contar.<br />

¿Qué quiso decir? ¿Que exis<strong>te</strong>n las naciones por ineluctable necesidad<br />

física o biológica, y que, por tanto, existirán per saecula saeculorum,<br />

mientras haya hombres en el planeta? Eso no lo sabe Or<strong>te</strong>ga, ni lo sabe<br />

nadie. Para nosotros, por tanto, la “formidable realidad” será que en el<br />

planeta no quede más que una única nación llamada Terra.<br />

En el mundo de los irracionales, la constitución social en grupos<br />

fraccionarios más o menos antagónicos tiene su razón de ser. En cambio,<br />

adquirida por evolución la ca<strong>te</strong>goría de “racional” en la especie homo, tal<br />

constitución pierde su logicidad o racionalidad estructural in<strong>te</strong>rna: la<br />

racionalidad que pueda haber en ella es únicamen<strong>te</strong> coyuntural. Nuestra<br />

especie comenzó su andadura de animal racional, como especie<br />

naturalmen<strong>te</strong> constituida por grupos fraccionarios —familia, tribu,<br />

pueblo, ciudad, etcé<strong>te</strong>ra—, en par<strong>te</strong> por inercia de los hábitos heredados<br />

de su estado an<strong>te</strong>rior de prima<strong>te</strong> irracional, y en par<strong>te</strong> por la precariedad<br />

inicial del nuevo estado (de prima<strong>te</strong> racional). Hoy, debido a que todavía<br />

su racionalidad no ha llegado a la madurez, sigue formando grupos de<br />

muy diversa índole. No porque sea eso lo que más le conviene, sino<br />

porque no ha visto que es posible conformar un conjunto total y único.<br />

57


La razón de que el nacionalismo genere infelicidad estriba en que el<br />

constituirse la humanidad en grupos es en principio —y pese a la<br />

aparen<strong>te</strong> paradoja— fuen<strong>te</strong> de infelicidad (sea cual fuere la naturaleza o<br />

el carác<strong>te</strong>r de la agrupación). Toda agrupación lleva en la esencia de sus<br />

entrañas, pa<strong>te</strong>n<strong>te</strong> o la<strong>te</strong>n<strong>te</strong>, débil o in<strong>te</strong>nso, el carác<strong>te</strong>r de una empresa<br />

que está a la defensiva, o dispuesta a tomar la ofensiva. Siempre lleva<br />

algún antagonismo con relación a otra agrupación, actual o posible.<br />

Antagonismo que fácilmen<strong>te</strong> puede traducirse en más o menos enconadas<br />

rivalidades, enemistades, luchas, guerras... No hay más que echar un<br />

vistazo a lo que sucede todos los días entre los pueblos, entre las<br />

naciones, entre las iglesias y sectas, entre los partidos políticos, incluso<br />

entre los clubes y equipos deportivos... Todo es, a la postre, guerra.<br />

Ha llegado la hora de empezar a preguntarnos en serio si un verdadero<br />

al<strong>te</strong>rmundo es posible. No otro mundo atomizado (como el nuestro<br />

actual) en miríadas de fraccionarios estados, naciones, pueblos, grupos,<br />

sociedades, equipos,... de toda laya y pelaje, sino un mundo de veras<br />

otro: ¡el al<strong>te</strong>rmundo de los individuos, borradas para siempre todas las<br />

fron<strong>te</strong>ras!<br />

58


VII*<br />

Hedonopatía<br />

La justa o injusta valoración del placer, y el subsiguien<strong>te</strong> racional o<br />

irracional disfru<strong>te</strong> del mismo, pueden decidir nuestra felicidad o nuestra<br />

infelicidad. Frecuen<strong>te</strong>men<strong>te</strong>, si no siempre, por causa de una<br />

supervaloración del placer, el hombre deja de ser todo lo feliz que<br />

pudiera haber sido, y hasta puede llegar a ser netamen<strong>te</strong> desgraciado.<br />

In<strong>te</strong>resa estudiar la cuestión cuando se trata de estudiar cómo haríamos a<br />

la humanidad lo más feliz posible.<br />

Si se analiza con rigor y profundidad la verdadera naturaleza del placer y<br />

del dolor, se llega a la conclusión de que ni uno ni otro son verdaderos<br />

valores: el hombre los convier<strong>te</strong> artificialmen<strong>te</strong> en valores vitales, pero<br />

de suyo no lo son. Los correlatos fisiológicos del placer y del dolor sí<br />

son valores, pero no el psíquico dolor o placer. El dolor, tanto como el<br />

placer, qua realidad psíquica, no es más que una insulsa y aséptica figura<br />

geométrica, en la que no puede haber nada que <strong>te</strong>nga valor. Hablando con<br />

“filosófica” propiedad, ni el dolor es cosa aborrecible, vitanda, mala,<br />

indeseable, ni el placer tiene nada bueno o deseable. 21<br />

Por supuesto, no estamos ahora en clase de psicología o de filosofía, y<br />

poco importa que hablemos —acordes con el sentido común de la vida<br />

ordinaria—, como si fuese el dolor, no el correlato, la cosa mala o<br />

vitanda, y como si fuese el placer, no el correlato, lo bueno y lo<br />

desiderable.<br />

Cada vez que mencionemos aquí el dolor sin explícitas o implícitas<br />

connotaciones, debe en<strong>te</strong>nderse que lo concebimos en sentido muy lato.<br />

Es decir que será dolor, para nosotros, toda sentición ingrata, sea cual<br />

fuere su in<strong>te</strong>nsidad, su duración, su origen, su naturaleza. No sólo el<br />

insoportable dolor es dolor. Una aflicción cualquiera, por pequeña que<br />

fuere, lo es también. Un ligero aburrimiento o <strong>te</strong>dio momentáneo<br />

también. La más leve insatisfacción es dolor. La mínima molestia causada<br />

por el inoportuno cínife que zumba en derredor de mi cabeza es dolor.<br />

Cualquier sensación de necesidad insatisfecha, por insignifican<strong>te</strong> que sea<br />

—de tomarse un refrigerio, de ver una película, de jugar al póquer...—,<br />

es dolor.<br />

Lo mismo sucede con el placer. No sólo son placer los <strong>te</strong>nidos por<br />

grandes placeres de la vida. La casi imperceptible sensación suavísima de<br />

bien-estar, la sensación de que sin causa ni razón conocida estoy cuasi<br />

risueño y con<strong>te</strong>nto, es también placer. Tan verdad es esto, lector, que<br />

para nosotros desde ahora esta suave forma de placer cuantitativamen<strong>te</strong><br />

mínimo va a ser lo más importan<strong>te</strong> para la felicidad. Vamos a practicar<br />

21 V. Ni Dios ni Darwin.<br />

59


una enérgica discriminación entre dos clases de placer. Uno, de baja<br />

in<strong>te</strong>nsidad, que llamaremos “placer-felicidad”, y otro, de más o menos<br />

alto voltaje, que llamaremos —por puro convencionalismo— “placervicio”.<br />

“Placeres-vicio” serían el sabor de un li<strong>te</strong>ralmen<strong>te</strong> exquisito<br />

manjar; el bouquet de un excepcional vino selecto; el aroma del más puro<br />

habano; un orgasmo; los “paraísos” alcanzados por la droga; el<br />

estremecimiento emocional del melómano an<strong>te</strong> ciertos pasajes musicales;<br />

etcé<strong>te</strong>ra.<br />

Cuando se trata de hacer feliz a la persona humana, in<strong>te</strong>resa conocer<br />

algunas leyes biologico-psicológicas por las que se rigen el placer y el<br />

dolor. Por convencionalismo diremos que son leyes eudemonistas. Paso a<br />

enumerar ocho de ellas.<br />

1ª) Contra lo que opinan incluso hombres de ciencia, en la naturaleza no<br />

hay nada que haya sido construido o creado para dar placer. A mí me<br />

parece li<strong>te</strong>ralmen<strong>te</strong> absurdo que la Razón que rige y dirige los fenómenos<br />

de todo el cosmos haya hecho nada para proporcionar placer. El clítoris y<br />

el pene, por ejemplo, no fueron diseñados —a pesar de su asombrosa<br />

profusión de <strong>te</strong>rminaciones nerviosas— para causar placer a su poseedor.<br />

Sólo fueron diseñados para causar de<strong>te</strong>rminados efectos<br />

físicos/fisiológicos (no psicológicos). Dicen que el clítoris es<br />

fisiológicamen<strong>te</strong> innecesario, y que su única función es la de causar<br />

placer. No estoy de acuerdo: puede el clítoris estar estructurado como<br />

está, porque la “<strong>te</strong>cnología de la construcción” propia del proceso<br />

embriogénico tuvo que pasar por estructurarlo así (exactamen<strong>te</strong> lo mismo<br />

que sucede en el macho con las <strong>te</strong>tillas, fisiológicamen<strong>te</strong> innecesarias<br />

también). Téngase presen<strong>te</strong> que ninguna hembra de prima<strong>te</strong>, exceptuada<br />

la mujer, tiene orgasmos nunca. 22 Pero todas tienen clítoris. Ergo, su<br />

clítoris no fue diseñado para causar placer. ¿Y el de la mujer sí? Yo digo<br />

que no. Nuestros clítoris y penes causan placer sin estar diseñados para<br />

causar placer.<br />

2ª) Como cualquiera otra sentición, placer y dolor se experimentan<br />

entrecortados, in<strong>te</strong>rmi<strong>te</strong>n<strong>te</strong>s. Toda sentición se tiene siempre con<br />

al<strong>te</strong>rnancias, aunque podemos no darnos cuenta de ellas porque se<br />

suceden con rapidez. Gozamos y sufrimos “a ratos” (“ahora sí”, “ahora<br />

no”), sin continuidad. 23 Si las al<strong>te</strong>rnancias de una sentición dada se<br />

mantienen sin cesar y repitiéndose duran<strong>te</strong> un cierto tiempo, será<br />

prácticamen<strong>te</strong> verdad que ese concreto sentir ha perdurado más o menos.<br />

Pero, en sí, ninguna sentición —tampoco, por tanto, el placer o el dolor—<br />

puede propiamen<strong>te</strong> durar.<br />

3ª) Mientras yo, en estado conscien<strong>te</strong> o de vigilia, no <strong>te</strong>nga ningún dolor,<br />

seré feliz —completamen<strong>te</strong> feliz—, aunque tampoco <strong>te</strong>nga ningún placervicio.<br />

Feliz porque, si no <strong>te</strong>ngo ningún dolor, me es imposible ser<br />

desgraciado (= no-feliz). Si una persona viviera toda su vida sin sentir<br />

nunca ningún dolor, y tampoco ningún placer-vicio, sería imposible que<br />

22 “El orgasmo femenino de nuestra especie es el único entre los prima<strong>te</strong>s...” (Desmond Morris).<br />

23 V. Ni Dios ni Darwin.<br />

60


sintiera tris<strong>te</strong>za o nostalgia o <strong>te</strong>dio por vivir una vida tan “insípida”.<br />

Quien afirme lo contrario se contradice, pues afirma que esa persona<br />

sentiría dolor sin sentir dolor. Decir que una persona sin dolor tiene que<br />

sentirse desdichada si se la priva de todo placer-vicio, es como decir que,<br />

anes<strong>te</strong>siándola sin que pueda sentir nada, tiene que sentirse desdichada,<br />

puesto que se le ha negado todo acceso al placer-vicio. En toda persona<br />

exenta de sufrimientos o dolores hay verdadera felicidad, hay placer. No<br />

placer-vicio, pero sí placer-felicidad. En principio, el hecho de sentir<br />

cualquiera cosa —el hecho de ver, oír, tocar... (incluso la cosa más<br />

prosaica y simple) ya es placer. Es un placer exis<strong>te</strong>ncial. El placer de<br />

existir, de sentirse vivo...<br />

4ª) La eficiencia de los objetos actual o po<strong>te</strong>ncialmen<strong>te</strong> “hedonígenos” es<br />

muy relativa siempre. El niño de familia pobre puede, con jugue<strong>te</strong>s toscos<br />

y baratos, gozar tanto o más que el hijo del magna<strong>te</strong> con sus carísimos y<br />

sofisticados jugue<strong>te</strong>s. Puede, escuchando por <strong>te</strong>levisión ciertas lecciones<br />

de física, disfrutar tanto o más que viendo en la pantalla necios dibujos<br />

animados. Quien subía ochenta escalones a pie todas las mañanas,<br />

cargado con pesados bultos, experimentó vivo placer el día que instalaron<br />

en la casa un ascensor; poco después, habituado ya, subía los cinco pisos<br />

en el ascensor sin sentir placer alguno. El hecho de que poseamos en<br />

perfecto estado ambos brazos, ambas piernas, ambos ojos,... a pesar de<br />

que todo ello es objeto de gran valor eudemonista, no nos causa ningún<br />

placer. La prolongada carencia total de agua nos ocasionaría dolores<br />

atroces y muer<strong>te</strong>, pero la constan<strong>te</strong> disponibilidad de tan valioso<br />

elemento no nos trae per se ningún placer.<br />

5ª) Los placeres muy fuer<strong>te</strong>s o in<strong>te</strong>nsos no pueden ser muy duraderos. Es<br />

imposible un orgasmo que dure ciento ochenta minutos. En cambio, se<br />

puede sentir suave placer duran<strong>te</strong> ciento ochenta minutos escuchando a<br />

Mozart, o con<strong>te</strong>mplando un bello paisaje otoñal mientras vamos<br />

despidiéndonos del Sol que quiere acostarse. Y se puede sentir placer<br />

duran<strong>te</strong> mucho más tiempo, si hemos de creer al poeta Selgas (José): “dos<br />

cosas serían capaces de entre<strong>te</strong>nerme toda la vida; ver jugar a un niño, y<br />

ver correr el agua”.<br />

6ª) El placer in<strong>te</strong>nso y fugaz que se ob<strong>te</strong>nga de la fuen<strong>te</strong> x —y se<br />

con<strong>te</strong>mple al través del prisma eudemonista— no valdrá mucho más<br />

(quizá valga mucho menos) que el placer poco in<strong>te</strong>nso y duradero<br />

ob<strong>te</strong>nido en cualquiera otra fuen<strong>te</strong> z. En realidad, y a fin de cuentas,<br />

tienen todos los placeres el mismo valor eudemonista. El A vale más que<br />

el B desde el punto de vista de su in<strong>te</strong>nsidad, pero aquél es fugaz, y és<strong>te</strong><br />

duradero; aquél no puede saborearse en la vejez, y és<strong>te</strong> sí; aquél trae con<br />

frecuencia infelicidad, y és<strong>te</strong> no la trae nunca; nos imaginamos que aquél<br />

es más valioso que és<strong>te</strong>, y en realidad valen ambos lo mismo; etcé<strong>te</strong>ra.<br />

¿Será por eso que el genial cocinero Juan Mari Arzak respondiera que la<br />

receta personalmen<strong>te</strong> preferida por él era “pimientos del piquillo con un<br />

par de huevos fritos”? ¿Y será también por eso que Nacho Vidal, el<br />

famoso actor porno, respondiera que la postura personalmen<strong>te</strong> preferida<br />

por él para su intimidad era “la del misionero”?<br />

61


7ª) Dadas las condiciones en las que se desarrolla nuestra biología y<br />

nuestra psicología, basta desbrozar de todo sufrimiento el camino de la<br />

vida para que en su momento, espontánea y necesariamen<strong>te</strong>, bro<strong>te</strong>n los<br />

placeres que nos es dable gozar: para que bro<strong>te</strong>n (se sobrentiende) en<br />

toda su posible cuantía numérica. La felicidad no depende de los placeres<br />

habidos en la vida, sino de los dolores evitados. El hombre es<br />

automáticamen<strong>te</strong> feliz, esté donde esté, haga lo que haga, si no sufre<br />

ningún dolor. Es entonces verdaderamen<strong>te</strong> feliz, porque ello significa que<br />

todo está bien, y eso es bien-estar: ésa es la felicidad.<br />

8ª) Para una misma duración del tiempo transcurrido entre el nacimiento<br />

y un momento cualquiera de nuestra vida de adultos, la suma de placer<br />

disfrutado a lo largo de ese tiempo será para todos los hombres igual —<br />

sean cuales fueren las condiciones en que hayamos vivido—, si la suma<br />

de los instan<strong>te</strong>s que hayamos vivido sin dolor ha sido también igual para<br />

todos. El uno gozará así, el otro asá. El uno ahora, el otro después. Pero<br />

todos a la larga habremos gozado lo mismo, si todos en la misma medida<br />

hubiéremos vivido exentos de dolor. Georges Simenon dijo que había<br />

conocido carnalmen<strong>te</strong> a diez mil mujeres. El dato parece más bien algo<br />

así como un poquito exagerado. Pero démosle que sea verdad: no por eso<br />

la suma de placer ob<strong>te</strong>nido en su vida fue mayor que la del ob<strong>te</strong>nido por<br />

el más abnegado y casto anacoreta, si el dolor total de és<strong>te</strong> a lo largo de<br />

su vida no fue mayor que el de Simenon a lo largo de la suya (supuesta<br />

una tan larga como la otra).<br />

9ª) Necio in<strong>te</strong>gral es el hombre que va por la vida buscando<br />

compulsivamen<strong>te</strong> “placeres-vicio”. Y más todavía si rompe a llorar<br />

porque no ha podido ob<strong>te</strong>ner alguno de ellos. Un buen ejemplo de tal<br />

estupidez podría ser Groucho Marx anciano, si fuera verdad esto que<br />

supongo habrá sido una “grouchada” más: “cambiaría toda mi fama y mi<br />

fortuna por una erección”. No es muy refulgen<strong>te</strong> la in<strong>te</strong>ligencia que así<br />

valora una erección. Otro ejemplo serían los glotones de la antigua Roma<br />

que, <strong>te</strong>rminado un banque<strong>te</strong>, iban al vomitorio para poder gozar por<br />

segunda vez los placeres de la mesa. Quien alimen<strong>te</strong> y man<strong>te</strong>nga<br />

perseveran<strong>te</strong> ansias de ese estilo, no será muy feliz, goce cuanto goce.<br />

Creo que Jeremy Bentham lo en<strong>te</strong>ndió bien:<br />

El vicio es un error de cálculo en la búsqueda de la felicidad.<br />

Lo in<strong>te</strong>ligen<strong>te</strong> y lo sensato es darse cuenta de que somos máquinas que la<br />

madre naturaleza no diseñó para la producción de placer: darse cuenta de<br />

que, en realidad, cualquier placer vale, con escasas diferencias, tanto<br />

como el más ape<strong>te</strong>cible. Apar<strong>te</strong> de que, en su inmensa mayoría, las<br />

personas que ansiosa y compulsivamen<strong>te</strong> van en busca de placeres-vicio<br />

—sexo, heroinomanía, sida, tabaco, alcohol, gula, por aquello de que<br />

de pantagruélicos banque<strong>te</strong>s y opíparas cenas están las sepulturas<br />

llenas,<br />

62


en realidad son desgraciadas, porque al final han de acabar los placeres<br />

en dolor, en penosa enfermedad, en prematura muer<strong>te</strong>...<br />

Muy a menudo resulta un placer x más o menos valioso que otro —sin ser<br />

más valioso que él— sólo porque le ha sido propicia la condición<br />

subjetiva de quien lo disfruta, pero no porque objetivamen<strong>te</strong> sea más<br />

“hedonígeno” el objeto causan<strong>te</strong> de x. Los célebres “sanfermines” de<br />

Pamplona —diga lo que diga Hemingway—, dado un de<strong>te</strong>rminado<br />

in<strong>te</strong>rvalo de tiempo vivido en la fiesta pamplonica, no pueden<br />

objetivamen<strong>te</strong> causar más placer que las fiestas patronales de un<br />

pueblecillo cualquiera (dado también un de<strong>te</strong>rminado in<strong>te</strong>rvalo de tiempo<br />

vivido en ellas). Otra cosa es el hecho de que el “sanferminófilo” en<br />

Pamplona, subjetivamen<strong>te</strong>, vaya a disfrutar más que en ese pueblecito<br />

cualquiera (aunque también debe saberse que a menudo creerá estar<br />

sintiendo un gran placer-vicio, por creer que jolgorio, bullicio,<br />

borrachera, aturdimiento, decibelios, etc., son un gran placer-vicio,<br />

cuando no lo son en realidad). No es la fiesta pamplonica, sino la idea<br />

que tiene de la fiesta, lo que le causa placer, idea que se formó a través<br />

de las noticias o descripciones oídas, la formación psicológica recibida,<br />

el ambien<strong>te</strong> cultural vivido, las fantasías que han alimentado su<br />

imaginación, etcé<strong>te</strong>ra.<br />

A la inversa, gen<strong>te</strong> objetivamen<strong>te</strong> feliz, es infeliz subjetivamen<strong>te</strong>, sólo<br />

porque cree serlo. ¡Ya es ignorancia, y tris<strong>te</strong> paradoja, que yo no sea<br />

feliz porque soy feliz sin saber que lo soy! 24 Estoy, por ejemplo,<br />

a<strong>te</strong>ndiendo al público en un establecimiento comercial, <strong>te</strong>ngo salud y<br />

buen humor, no es desagradable ni fatigosa la actividad que debo<br />

desarrollar, pero me quejo de que no soy feliz, porque necesito venir al<br />

tajo todos los días. Quien así razona, lo hace ignoran<strong>te</strong>men<strong>te</strong> —<br />

erróneamen<strong>te</strong>— por creer que no puede ser feliz sin saborear en concreto<br />

de<strong>te</strong>rminados placeres-vicio. No advier<strong>te</strong> que la infelicidad sentida por<br />

<strong>te</strong>ner que privarse de ellos —por ejemplo, privación forzosa de soñadas<br />

vacaciones en el Caribe— no se debe a lo que son en sí esos placeresvicio<br />

concretos. De facto los necesita para ser feliz, pero su necesidad es<br />

artificial o adventicia, debida a la formación o educación que recibió<br />

desde su infancia, a sus equivocadas valoraciones de los tales placeres, a<br />

los hábitos y aficiones que adquirió con relación a ellos, etcé<strong>te</strong>ra.<br />

Cámbiese todo esto in<strong>te</strong>ligen<strong>te</strong>men<strong>te</strong>, y no sentirá ninguna infelicidad por<br />

una eventual renuncia o privación forzosa del placer soñado.<br />

En la medida en que haya sido eliminado el dolor, el cupo de placer será<br />

prácticamen<strong>te</strong> el mismo para todo el mundo, en cualquier circunstancia.<br />

Los mecanismos de producción del placer son variadísimos. Pero siempre<br />

su puesta en marcha, así como la in<strong>te</strong>nsidad o la frecuencia de su<br />

funcionamiento —y la subsiguien<strong>te</strong> ob<strong>te</strong>nción de placeres mayores o<br />

menores, fugaces o duraderos— quedan de hecho encomendadas por<br />

en<strong>te</strong>ro, con el rodar del tiempo, a un azar nivelador. No hay razón para<br />

pensar que (por ejemplo) mutilados los genitales de Pedro, el balance<br />

24 Tendremos que dar la razón a Jean Louis Commerson, por haber dicho que “el hombre más feliz es el que cree serlo”.<br />

63


final de placeres habidos en la vida de Pedro arrojará por eso un saldo<br />

inferior a los de Juan (que tuvo la suer<strong>te</strong> de ser Tenorio). Puede ocurrir<br />

que por ello sufra más que Juan —como también (si Pedro es lo bastan<strong>te</strong><br />

in<strong>te</strong>ligen<strong>te</strong>) puede ocurrir que no sufra más que Juan—, pero lo que<br />

sabemos es que, a tiempos iguales de vida sin dolor, en la vida del<br />

mutilado Pedro no habrá menos goce que en la de Juan: será distinto el<br />

goce, pero no menor. Lo mismo se diga de quien perdió el brazo, la<br />

pierna, la dentadura, la vista...<br />

Lo in<strong>te</strong>ligen<strong>te</strong> en eudemonología es erradicar el dolor. Incluso en tiempos<br />

lejanos, ya estuvieron de acuerdo en es<strong>te</strong> punto los grandes talentos. Por<br />

ejemplo, Aristó<strong>te</strong>les:<br />

El sabio no busca el placer; sólo busca la ausencia del dolor.<br />

Y lo insensato —lo insensato sin paliativos— es correr en busca de<br />

placeres-vicio con frenesí, obsesiva y compulsivamen<strong>te</strong>. Eso es<br />

“placermanía”, como suelo decir yo. O, mejor quizá, “hedonopatía” (si<br />

ob<strong>te</strong>ngo el permiso de los filólogos). La hedonopatía es una verdadera<br />

enfermedad psíquica, frecuen<strong>te</strong> causa —indirecta, pero eficien<strong>te</strong>— de<br />

infelicidad. Si se quiere ser feliz, hay que poner freno a esa enfermedad.<br />

Sin hacerse uno anacoreta, lo in<strong>te</strong>ligen<strong>te</strong> es poner un poco de ascesis en<br />

la vida. Y no lo digo por consideraciones de orden moral (tú, mi lector,<br />

lo sabes muy bien).<br />

Si no <strong>te</strong>ngo ningún placer, seré infeliz. Pero no lo seré por no <strong>te</strong>ner<br />

placer: lo seré porque <strong>te</strong>ndré dolor, pues indefectiblemen<strong>te</strong>, si no <strong>te</strong>ngo<br />

ningún dolor, <strong>te</strong>ngo que <strong>te</strong>ner algún placer. Ergo, ningún placer en<br />

concreto me es necesario para ser feliz. Sin fiestas ni vacaciones,<br />

abs<strong>te</strong>mio, célibe, sin drogas, inviden<strong>te</strong>, discapacitado, etc., si estoy libre<br />

de sufrimiento, puedo ser tan perfectamen<strong>te</strong> feliz como el que todo lo<br />

tiene.<br />

Supuesto que no padezca dolor físico, el secreto del hombre feliz consis<strong>te</strong><br />

en <strong>te</strong>ner suficien<strong>te</strong> in<strong>te</strong>ligencia para comprender que, sean o no sean<br />

grandes, todos los placeres-vicio le van a valer igual, y que, por tanto, no<br />

le va a causar dolor la privación de ninguno de ellos en concreto, ya que<br />

será sustituido por otro de igual valor. De hecho, esto equivale a<br />

exclamar “¡todo me da igual!” an<strong>te</strong> cualquier adversidad, contrariedad,<br />

pérdida, privación (de placer-vicio). Ser feliz es en<strong>te</strong>nder y asimilar bien<br />

la “<strong>te</strong>oría de la relatividad” del placer, y ponerla en práctica. De quien lo<br />

haga podremos decir “ése es el hombre in<strong>te</strong>ligen<strong>te</strong>”.<br />

El máximo cupo de placer que la vida puede concedernos ya vendrá por sí<br />

solo y por ley natural, sea como sea y por donde sea, con tal que el dolor<br />

esté ausen<strong>te</strong>. Una vez eliminado és<strong>te</strong>, por imperativo logotrópico tienen<br />

que salir a escena espontáneamen<strong>te</strong> los placeres ob<strong>te</strong>nibles en la vida,<br />

pues han de llenar el invariable cupo que se nos asigna por término<br />

medio. No habiendo ningún dolor —si no sentimos la mínima molestia,<br />

desazón, enfado, <strong>te</strong>dio, desgana, ansiedad, tris<strong>te</strong>za...—, es imposible que<br />

64


pase mucho tiempo sin que recibamos la visita de placeres-vicio<br />

satisfactorios.<br />

Es poca cosa lo que en realidad valen los placeres-vicio en<br />

eudemonología. A menudo, si algo valen, es porque nos liberan de algún<br />

dolor. Símbolo de ello podría ser el típico beodo que dice no beber<br />

porque le dé placer el alcohol, sino “para olvidar penas”. Es como el<br />

ascensor de mi casa: ya hoy no me da ningún placer, pero me evita el<br />

dolor de subir cinco pisos con mis noventa años de edad. El drogadicto se<br />

inyecta porque la droga le quita el insoportable síndrome de la<br />

abstinencia. Algo semejan<strong>te</strong> ocurre al fumador que dice preferir la muer<strong>te</strong><br />

a la privación del tabaco. A veces vale el placer sexual sólo porque pone<br />

fin a una <strong>te</strong>nsión que nos atormenta o nos desasosiega. Etcé<strong>te</strong>ra.<br />

En la hipó<strong>te</strong>sis logotropista 25 encajan ciertos fenómenos psicológicos<br />

cuya razón de ser no aparece clara sin esa hipó<strong>te</strong>sis. Tenemos, por<br />

ejemplo, el hecho de que el ser humano experimenta necesidad íntima de<br />

comunicar a los suyos algo in<strong>te</strong>resan<strong>te</strong> que ha descubierto. Pero ese<br />

hecho no se explica del todo con decir que es natural esa necesidad<br />

porque la noticia del hallazgo causa placer a quien la da; o porque<br />

también el recibirla causa placer; o porque además el descubrimiento<br />

puede reportar beneficios; etcé<strong>te</strong>ra. Va más lejos la hipó<strong>te</strong>sis<br />

logotropista. Según ella, la naturaleza imprimió en nuestros genes la<br />

necesidad de comunicación, sólo para que progrese la Razón, sólo para<br />

que progrese nuestra aportación a la perfección general del cosmos: el<br />

homínido arborícola nunca hubiera salido de su estado primigenio, si él y<br />

sus descendien<strong>te</strong>s no hubieran dado a conocer al prójimo las ideas y los<br />

hallazgos propios.<br />

De eso mismo es prueba nuestra necesidad congénita de indagar causas.<br />

Y nuestro connatural afán de aprender y de saber. Y nuestro innato<br />

perfeccionismo que a todos, con mayor o menor in<strong>te</strong>nsidad, nos lleva a<br />

realizar bien el trabajo que traemos entre manos. Y la satisfacción que<br />

nos invade cuando hemos hecho bien ese trabajo. Y la secreta vanidad<br />

que sentimos por nuestros talentos y habilidades... A nada de ello se le ve<br />

una suficien<strong>te</strong> razón de ser, si no se le considera mecanismo genético<br />

motor que astutamen<strong>te</strong> nos lleva a secundar los planes trazados por la<br />

naturaleza con respecto a nuestra especie: avance, progreso, evolución<br />

hacia una racionalidad crecien<strong>te</strong>...<br />

Entre esos mecanismos, el que ahora nos in<strong>te</strong>resa más es uno que nos<br />

pone delan<strong>te</strong> como señuelo ciertos placeres, gracias a ingeniosas tretas<br />

que utiliza la madre naturaleza. El meollo de una de esas tretas, en<br />

esquema, suele ser el siguien<strong>te</strong>. En un momento dado se presenta en el<br />

horizon<strong>te</strong> un objeto de deseo que, por todas las trazas, va a ser —per se—<br />

productor de placer, y que luego no lo es per se. Oigamos el <strong>te</strong>stimonio<br />

de una hipotética familia humilde que hace años vivía en una especie de<br />

humilde choza:<br />

25 V. Ni Dios ni Darwin.<br />

65


Hemos vivido siempre aquí. Al principio no <strong>te</strong>níamos más luz que la de<br />

un candil. El día que nos pusieron luz eléctrica, nos pareció que<br />

entrábamos en el Cielo.<br />

Sin preguntárselo sabemos que esa familia hoy —vein<strong>te</strong> años después—<br />

ya no sien<strong>te</strong> aquel in<strong>te</strong>nso placer del primer día. Pero, si aquel día la<br />

causa del placer había sido la luz eléctrica ¿por qué no hay placer ahora,<br />

siendo así que la luz eléctrica sigue funcionando exactamen<strong>te</strong> lo mismo?<br />

La causa persis<strong>te</strong>. ¿Por qué no persis<strong>te</strong> el efecto?... Muy sencillo: porque<br />

no es verdad que la causa del placer inicial haya sido precisamen<strong>te</strong> la luz<br />

eléctrica. El placer inicial fue causado por la transición que tuvo lugar<br />

—de un estado a otro— en las condiciones de vida que existían en la<br />

casa. Más tarde, una vez estabilizadas las nuevas condiciones de vida, ya<br />

había concluido la transición, por lo que el placer desapareció, aunque el<br />

alumbrado seguía siendo el mismo. Acabado el placer pese a las<br />

excelencias del alumbrado, aquella familia sintió una nueva<br />

insatisfacción en su estado actual, y deseos de correr hacia nuevos<br />

objetivos, hacia otras mejoras.<br />

El designio de la naturaleza en ese juego está a la vista: si quedáramos,<br />

con un de<strong>te</strong>rminado avance, satisfechos a perpetuidad, nada haríamos por<br />

mejorar, y sería imposible el perfeccionamiento que ella busca. Lo que<br />

menos le importa es nuestro placer. Unicamen<strong>te</strong> le in<strong>te</strong>resa que<br />

trabajemos en su beneficio, contribuyendo a la perfección de su obra con<br />

avances, progresos, mejoras... Nos hace creer que, si alcanzamos tal o<br />

cual objetivo, habrá aumentado nuestra felicidad-placer, lo cual es falso.<br />

Con la mejora que introduzcamos buscando placer, aumentará la<br />

perfección del cosmos, pero el nivel de nuestra felicidad-placer no<br />

subirá. Tras la mejora introducida, lo que habremos ganado será que<br />

dejamos de sufrir inconvenien<strong>te</strong>s, molestias, berrinches... Pero nada más.<br />

Habrá aumentado la felicidad-analgesia, pero no la felicidad-placer.<br />

Voy a resumir el capítulo. Desde el neolítico hasta hoy, ha progresado<br />

mucho la especie. Nuestros an<strong>te</strong>pasados trogloditas no <strong>te</strong>nían <strong>te</strong>léfono<br />

móvil, ni ambulancia medicalizada, ni antibióticos. Por eso eran sus<br />

probabilidades de sufrimiento mayores que las nuestras, y no podían<br />

sentir placeres que nosotros conocemos hoy. Sin embargo, siempre que<br />

no sufrían dolor alguno, eran tan felices como nosotros. En ellos la<br />

felicidad-placer <strong>te</strong>nía el mismo nivel medio que en nosotros la nuestra. El<br />

nivel medio que alcanza la felicidad-placer en ausencia del dolor, no<br />

aumenta jamás, hágase lo que se haga para aumentarlo. Tampoco el ciego<br />

de nacimiento puede sentir algunos placeres que saborea quien conserva<br />

el sentido de la vista, pero no por eso aquél es menos feliz, con tal que<br />

esté libre de sufrimiento. Lo mismo acaece con el niño que todavía no se<br />

ha iniciado en la sexualidad, o con la monja y el cenobita fieles al voto<br />

de castidad. Todos ellos, en ausencia de sufrimiento, son tan felices como<br />

don Juan Tenorio: en el momento en que és<strong>te</strong> goza los placeres del sexo,<br />

niño y monja y cenobita están gozando otros que para la felicidad valen<br />

lo mismo. En<strong>te</strong>ndida cum mica salis, puede sentarse esta regla general:<br />

mientras no irrumpa el dolor en nuestras vidas, automáticamen<strong>te</strong><br />

66


irrumpirá el placer en su momento, sin que <strong>te</strong>nga significativa relevancia<br />

la especificidad cualitativa de las fuen<strong>te</strong>s de placer.<br />

Dijo Kant: “la felicidad no brota de la razón, sino de la imaginación”.<br />

Discrepo: la felicidad brota de la razón, y es la infelicidad —exceptuada<br />

la del dolor físico— lo que brota de la imaginación.<br />

Dijo Gustave Flaubert: “buscar la felicidad es una monstruosidad que se<br />

paga”. Discrepo: la monstruosidad que se paga es la búsqueda de la<br />

Felicidad, no la búsqueda de la felicidad.<br />

67


VIII*<br />

Apun<strong>te</strong>s de sexología<br />

No soy sexólogo, y apenas he leído nada, aunque he pensado mucho en<br />

ma<strong>te</strong>ria de sexología. Lo que vas a ver, lector, en es<strong>te</strong> capítulo no será,<br />

pues, nada más que un repertorio de las opiniones que se ha formado un<br />

pensador que reflexionó de pasada sobre lo que sentía o veía u oía en<br />

cuestiones de sexo.<br />

La sexología es —o debe ser— ciencia. Para mí, personalmen<strong>te</strong>, la<br />

ciencia de casi todos los pocos sexólogos que he leído me inspira<br />

poquísima confianza, porque percibo en ellos un fogoso apasionamiento,<br />

una clara in<strong>te</strong>nción de fomentar la degustación del placer sexual, y de<br />

justificar de<strong>te</strong>rminadas conductas humanas en ma<strong>te</strong>ria de sexualidad. Y<br />

eso no es ciencia. Incitar al placer y justificar conductas desde el púlpito<br />

no es misión que corresponda a la ciencia. Hacer valoraciones morales y<br />

apología del hedonismo no es hacer ciencia. La única misión del<br />

científico es describir hechos objetivamen<strong>te</strong>. Y relaciones que haya entre<br />

ellos.<br />

A juzgar por lo que he visto en mis escasas lecturas, hay sexólogos que<br />

come<strong>te</strong>n y/o propalan errores importan<strong>te</strong>s, no sólo con relación a las<br />

doctrinas o <strong>te</strong>orías de su especialidad, sino también con relación a su<br />

propia deontología.<br />

Para empezar, digamos que el sexólogo (como todo hombre de ciencia)<br />

está obligado a <strong>te</strong>ner en cuenta por lo menos la posibilidad de que no<br />

exista en el ser humano “alma” ni “espíritu” ni nada que sea “inma<strong>te</strong>rial”.<br />

No es necesario que lo afirme tan ca<strong>te</strong>góricamen<strong>te</strong> como lo hizo Severo<br />

Ochoa —“el hombre es únicamen<strong>te</strong> física y química”—, pero sí que en<br />

los razonamientos <strong>te</strong>nga en cuenta esa posibilidad.<br />

También está obligado a <strong>te</strong>ner en cuenta que nada fue diseñado en la<br />

naturaleza para causar ningún placer a nadie —mientras no se demuestre<br />

científicamen<strong>te</strong> lo contrario, y creo que eso no se demostrará nunca—,<br />

aun supuesto que sí haya habido algo diseñado con otros fines: por<br />

ejemplo, el estómago con el fin de que digiera los alimentos.<br />

Los sexólogos, puesto que son hombres de ciencia, tienen como tales la<br />

inexcusable obligación de admitir como posible mientras no se demuestre<br />

lo contrario, y explicar a sus alumnos u oyen<strong>te</strong>s o lectores, que la<br />

naturaleza impuso la sexualidad a todas las especies que se reproducen<br />

por el sexo —por ende, también a la especie humana— con el único fin<br />

esencial de que la especie no se extinga, de que sobreviva la especie (el<br />

hecho de que se utilice el sexo también cola<strong>te</strong>ralmen<strong>te</strong> para otros<br />

menes<strong>te</strong>res, no es prueba de que aquél no sea el único fin esencial). El<br />

sexólogo tiene la inexcusable obligación de admitir, al menos como una<br />

68


posibilidad, que el sexo no fue creado para darnos placer. Y hacen<br />

justamen<strong>te</strong> lo contrario. Alguna sexología que circula por ahí parece un<br />

recetario porno, más que una ciencia del sexo.<br />

Hay razones varias para pensar que en la naturaleza nada fue construido<br />

o creado para dar placer. Aduciré ahora sólo dos.<br />

1ª El placer en sí tiene valor nulo, valor cero, y la madre naturaleza,<br />

aunque la llamamos “madre”, no es ninguna señora bonachona que un día<br />

nos dijera: “Niños, he puesto a vuestra disposición estos jugue<strong>te</strong>s —pene<br />

y clítoris— porque quiero que viváis con<strong>te</strong>ntos jugando con ellos”. No<br />

puede habernos dicho tal simpleza, cuando el placer en realidad carece de<br />

valor intrínseco. Li<strong>te</strong>ralmen<strong>te</strong> absurdo sería que toda una Diosa Razón,<br />

rectora única de todos los fenómenos de todo un cosmos 26 , hubiera<br />

movido un dedo para proporcionar placer al hombre, que sólo es (como el<br />

chimpancé o el delfín o la hemoglobina) una in<strong>te</strong>ligen<strong>te</strong> construcción<br />

armoniosa de protones y electrones.<br />

2ª No se ha encontrado todavía ninguna válida prueba de que algo haya<br />

sido en la naturaleza creado para dar placer. No se ha demostrado, por<br />

ejemplo, que la asombrosa profusión de <strong>te</strong>rminaciones nerviosas del pene<br />

<strong>te</strong>nga otro objeto que el de causar de<strong>te</strong>rminados efectos de pura<br />

fisiología (no de psicología). En cuanto al clítoris, el hecho de que sus<br />

también innumerables <strong>te</strong>rminaciones nerviosas no causen efecto<br />

fisiológico alguno —dicen que el clítoris es fisiológicamen<strong>te</strong><br />

innecesario— tampoco prueba que su única finalidad sea la de causar<br />

placer. Pensémoslo bien, y razonemos con lógica.<br />

Por lo pronto, no creo que esté demostrada la absoluta inoperancia<br />

fisiológica del clítoris. Que no hayamos ob<strong>te</strong>nido hasta ahora ningún dato<br />

demostrativo de su funcionalidad, no quiere decir que en las<br />

in<strong>te</strong>rioridades del cerebro no haya datos precisos, no conocidos todavía.<br />

Pero, aunque no los haya, el clítoris puede haber sido estructurado así —<br />

con la misma “asombrosa profusión de <strong>te</strong>rminaciones nerviosas del<br />

pene”, y sin función fisiológica alguna— por la sencilla razón de que la<br />

“<strong>te</strong>cnología de la embriogénesis” tiene que pasar necesariamen<strong>te</strong> por<br />

estructurarlo así.<br />

Por tanto, mientras no se demuestre lo contrario, pene y clítoris no están<br />

ahí para dar placer. Sentimos placer cuando jugamos con ellos, pero ellos<br />

no son causa del placer. Las <strong>te</strong>rminaciones nerviosas causan<br />

de<strong>te</strong>rminados efectos físicos. Entre éstos hay uno que es el correlato del<br />

placer sexual. El placer sexual coexis<strong>te</strong> con el correlato, pero el efecto<br />

producido por las <strong>te</strong>rminaciones nerviosas no es placer, sino correlato<br />

físico del placer.<br />

No hay moralina en lo que voy explicando. No digo que <strong>te</strong>ngamos<br />

obligación de usar la jugue<strong>te</strong>ría sólo para reproducirnos, aunque eso es lo<br />

26 V. Ni Dios ni Darwin, o también <strong>Logos</strong> avanza...<br />

69


que la madre naturaleza quiere. Sólo afirmo que lo racional o lo juicioso<br />

es gozar el placer con cabeza y con moderación, sin caer en la<br />

hedonopatía, sin alborotarnos y embochincharnos corriendo de aquí para<br />

allá continuamen<strong>te</strong> como locos —lo mismo que en tiempo de berrea suele<br />

hacer el ciervo—, porque esto no nos hace más felices.<br />

Tenemos completa libertad para hacer con los jugue<strong>te</strong>s cuanto nos plazca,<br />

excepto afirmar que es natural usarlos para algo que no sea la<br />

reproducción. El sexólogo que lo afirma como científico, traiciona a la<br />

ciencia. No podrá ésta nunca demostrar que el sexo está para causar<br />

placer. 27 A lo sumo demostrará que se nos dio el sexo para que <strong>te</strong>ngamos<br />

correlatos del placer en la física cerebral, pero no para que <strong>te</strong>ngamos<br />

placer. Que el sexo pueda <strong>te</strong>ner, ocasional o cola<strong>te</strong>ralmen<strong>te</strong>,<br />

de<strong>te</strong>rminados fines accidentales que no son la reproducción (incluso<br />

aunque hubiere con ellos placer), no demuestra que sea finalidad suya<br />

proporcionar placer.<br />

A causa del fogoso apasionamiento que veo en el sexólogo, no puedo<br />

fiarme de las “pruebas científicas” que me aporta. Por ejemplo, no me fío<br />

cuando se me dice que el embrión “fue originariamen<strong>te</strong> bisexual”, que en<br />

el psiquismo de cada persona coexis<strong>te</strong>n “dos po<strong>te</strong>ncialidades sexuales,<br />

una femenina y otra masculina”, demostradas por “la presencia, en todo<br />

individuo, de vestigios del órgano genital del sexo que le es opuesto”. A<br />

mi en<strong>te</strong>nder, aquí hay un lamentable equívoco, debido a que la presencia<br />

de los tales vestigios nada tiene que ver con una “doble po<strong>te</strong>ncialidad<br />

sexual”.<br />

En el supuesto —muy razonable— de que la “bio<strong>te</strong>cnología” usada por la<br />

vida para construir el feto obligue a iniciar el trabajo con embrión<br />

ambivalen<strong>te</strong>, ni masculino, ni femenino, 28 porque la diferenciación sexual<br />

se iniciará sólo después, median<strong>te</strong> el simple procedimiento de bloquear o<br />

de<strong>te</strong>ner el desarrollo de los carac<strong>te</strong>res sexuales masculinos, y activar el<br />

de los femeninos, no puede ser verdad que el embrión fue<br />

originariamen<strong>te</strong> bisexual. Ni puede ser verdad, por tanto, que en el<br />

psiquismo de toda persona coexis<strong>te</strong>n dos po<strong>te</strong>ncialidades sexuales, una<br />

femenina y otra masculina.<br />

Dado el supuesto an<strong>te</strong>dicho, el clítoris de la mujer no es po<strong>te</strong>ncialmen<strong>te</strong><br />

pene, y las <strong>te</strong>tillas del hombre no son glándulas mamarias en po<strong>te</strong>ncia. El<br />

que ahora es clítoris “podía” haber sido pene, y las que ahora son <strong>te</strong>tillas<br />

“podían” haber sido glándulas mamarias. Pero de hecho ahora son ambas<br />

cosas elementos en perpetuo estado de construcción truncada. “Podían”<br />

haber sido eliminados o destruidos, pero, por razones de economía<br />

bio<strong>te</strong>cnológica, no lo fueron.<br />

27 E n mis trabajos an<strong>te</strong>riores —Ni Dios ni Darwin, y <strong>Logos</strong> avanza...— claramen<strong>te</strong> se ve por qué es<br />

imposible demostrarlo: ni el clítoris ni el pene pueden ser causa del placer por la sencilla razón de que en<br />

realidad no exis<strong>te</strong>n, ya que son “cosa-en-sí”, y la “cosa-en-sí” no exis<strong>te</strong>.<br />

28 En tal supuesto, an<strong>te</strong>s de iniciarse el proceso de la “sexuación”, el embrión dispondría ya de “clítoris-pene” totalmen<strong>te</strong> asexua do , y de “<strong>te</strong>tas-<strong>te</strong>tillas”<br />

igualmen<strong>te</strong> asexua da s.<br />

70


Tampoco me fío cuando Freud nos dice que “ningún dato preciso permi<strong>te</strong><br />

establecer una relación de causa a efecto entre un carác<strong>te</strong>r sexual<br />

biológico dominan<strong>te</strong> y la elección de objeto sexual”. Esto para mí no es<br />

de recibo, si explícitamen<strong>te</strong> no se puntualiza que “ningún dato” quiere<br />

decir “ningún dato de los que conocemos actualmen<strong>te</strong>”. En las<br />

in<strong>te</strong>rioridades del cerebro puede haber datos precisos, no conocidos<br />

todavía, que permitirían establecer la tal relación de causa a efecto.<br />

El prurito que sien<strong>te</strong>n algunos sexólogos, y que tanto les hace hablar en<br />

favor de las excelencias del placer sexual, en par<strong>te</strong> se debe a que la<br />

religión, desde tiempo inmemorial, nos ha inoculado en el cerebro la<br />

falsa <strong>te</strong>sis de que son pecado (y causa de graves daños a la salud) “los<br />

placeres de la carne”. Pero el sexólogo, obedien<strong>te</strong> a la ley del péndulo, se<br />

ha posicionado en el otro extremo: ahora resulta que no es pecado sino<br />

encomiable virtud la degustación de todos los “placeres de la carne”<br />

imaginables y que, además, cuanto más gocemos de “la carne”, tanto más<br />

robustos y sanos y felices viviremos, porque la actividad sexual es<br />

manantial de saludables reacciones fisiológicas de todo color:<br />

...dispara la fabricación de endorfinas y de otros productos<br />

neuroquímicos —dopamina, serotonina, etcé<strong>te</strong>ra— que mejoran<br />

nuestras defensas, refuerzan nuestro sis<strong>te</strong>ma inmunológico y nos<br />

hacen más sano<strong>te</strong>s y con<strong>te</strong>ntos. Las caricias, masajes y rascamientos<br />

mejoran la circulación sanguínea. La excitación sexual estimula aún<br />

más la circulación. Las cápsulas suprarrenales vier<strong>te</strong>n adrenalina en<br />

la sangre, lo cual aumenta el número de pulsaciones por minuto. Todo<br />

ello ejercita el corazón y mejora la elasticidad de ar<strong>te</strong>rias y venas, lo<br />

cual previene enfermedades cardiovasculares. Previene y mejora los<br />

problemas debidos al agrandamiento de la próstata. Fortalece los<br />

huesos y previene la os<strong>te</strong>oporosis... Ayuda a controlar el coles<strong>te</strong>rol.<br />

Mejora el sueño...<br />

Ni una palabra de adver<strong>te</strong>ncia sobre el daño que puede causar la actividad<br />

sexual en de<strong>te</strong>rminados casos. Por ejemplo, ni una palabra sobre las<br />

circunstancias en que muchos varones han encontrado la muer<strong>te</strong>, causada<br />

inmediata y directamen<strong>te</strong> por el orgasmo. No es misión del sexólogohombre-de-ciencia<br />

incitar al personal, haciéndole saber que, si desarrolla<br />

una suficien<strong>te</strong>men<strong>te</strong> in<strong>te</strong>nsa actividad sexual, a<strong>te</strong>sorará saludables<br />

beneficios. La sagrada misión del sexólogo es, por el contrario,<br />

instruirnos clara e insis<strong>te</strong>n<strong>te</strong>men<strong>te</strong> sobre los posibles inconvenien<strong>te</strong>s —<br />

que los hay— de una impruden<strong>te</strong> práctica del sexo.<br />

Cuando hablo de “los” sexólogos, en general, casi siempre me refiero en<br />

concreto a mi paisano Luis Elberdin. Simpático y campechano a carta<br />

cabal, aunque no muy aman<strong>te</strong> del rigor científico. En uno de sus artículos<br />

arremetía contra “clérigos y mandatarios”, con toda la razón por un lado,<br />

y por otro lado sin razón alguna:<br />

Y es que la derecha y la Iglesia siempre han tratado de imponer una<br />

moral y unos privilegios que no casan en absoluto con los<br />

plan<strong>te</strong>amientos científicos, a<strong>te</strong>os, hedonistas y libertarios que<br />

promueve la Sexología. [...] Los sexólogos ayudamos a superar los<br />

miedos, propugnamos el placer, pasamos de dioses y mitos,...<br />

71


Los plan<strong>te</strong>amientos hedonistas y libertarios que promueve la sexología no<br />

son científicos. Propugnar el placer no es misión de la ciencia. La Iglesia<br />

católica es partícipe de los muchos juicios erróneos incubados<br />

históricamen<strong>te</strong> por la Filosofía, a los que ha sumado otros muchos de<br />

cosecha propia. Pero no todo en ella es juicio erróneo. Y si ella dice que<br />

la masturbación, o la sodomía, o el bestialismo, son actos contra natura,<br />

por muy a<strong>te</strong>o que sea uno debe reconocer que la Iglesia tiene razón.<br />

Repito que, al menos a mí, el mentado prurito de los sexólogos me obliga<br />

a no creer que sean verdad todos los datos “científicos” aportados como<br />

argumento de sus <strong>te</strong>sis apologéticas. El apasionamiento con que ellos me<br />

hablan me obliga a pensar que el sexólogo oye cencerros porque busca<br />

bueyes.<br />

Un dato importan<strong>te</strong> (no recogido, que yo sepa, en sexología) es el de la<br />

probable causa de que la actividad sexual humana sea —en toda la escala<br />

zoológica— una excepción en cuanto a in<strong>te</strong>nsidad y en cuanto a prácticas<br />

contra natura. Se constatan hechos, pero sin señalar esa su probable<br />

causa. En El mono desnudo, por ejemplo, del doctor Desmond Morris,<br />

puede leerse todo esto:<br />

La actividad sexual es mucho más in<strong>te</strong>nsa en nuestra especie que en<br />

las de los demás prima<strong>te</strong>s, incluidos nuestros más próximos<br />

parien<strong>te</strong>s.<br />

Los mandriles no tardan más de sie<strong>te</strong> u ocho segundos entre el<br />

momento de montar a la hembra y la eyaculación. La hembra no parece<br />

experimentar la menor excitación.<br />

Salta a la vista que el mono desnudo es el prima<strong>te</strong> actual de sexo más<br />

activo.<br />

Otras hembras prima<strong>te</strong>s no parecen llegar a una culminación del<br />

episodio sexual; la hembra del mono desnudo constituye una<br />

excepción a es<strong>te</strong> respecto: alcanza una experiencia orgásmica<br />

explosiva, tan violenta como la del macho.<br />

El orgasmo femenino de nuestra especie es único entre los prima<strong>te</strong>s.<br />

En nuestra especie, la <strong>te</strong>ndencia del prima<strong>te</strong> a una receptividad mayor<br />

ha sido llevada al lími<strong>te</strong>, pues la hembra es virtualmen<strong>te</strong> receptiva en<br />

todos los tiempos. Cuando una mona queda preñada o amamanta a su<br />

pequeño, deja de ser sexualmen<strong>te</strong> activa. En cambio, nuestra especie<br />

ha ex<strong>te</strong>ndido también su actividad sexual a estos períodos.<br />

El varón tiene el pene más grande de todos los prima<strong>te</strong>s. No sólo es<br />

extraordinariamen<strong>te</strong> largo cuando se halla en pleno estado de<br />

erección, sino que es también muy grueso en comparación con los<br />

penes de otras especies (el del chimpancé es un simple espigón en<br />

comparación con él).<br />

...se ha hecho todo lo posible para aumentar la sexualidad del mono<br />

desnudo y asegurar la adecuada evolución del básico sis<strong>te</strong>ma de<br />

formación de la pareja en un grupo de mamíferos, sis<strong>te</strong>ma<br />

virtualmen<strong>te</strong> desconocido en las demás especies.<br />

Nada nos dice de las poluciones nocturnas, que supongo no se dan en<br />

otras especies, al menos con la facilidad con la que se dan en la nuestra.<br />

De todos modos, cuando habla de las probables causas de la<br />

hiperactividad sexual de nuestra especie, me sorprende que no mencione<br />

la que más probable me parece, y que es la siguien<strong>te</strong>:<br />

A mi juicio, el mono desnudo es tan activo sexualmen<strong>te</strong> por la sencilla<br />

razón de que ha llevado muchos millones de años extralimitándose en la<br />

72


práctica del sexo. Al desenfreno sexual man<strong>te</strong>nido por nuestros<br />

an<strong>te</strong>pasados duran<strong>te</strong> tanto tiempo se debe nuestra desmesurada y<br />

desaforada lujuria actual, por la cual somos ahora sexadictos, verdaderos<br />

“drogadictos del sexo”. Brevemen<strong>te</strong> describiré el proceso, tal como lo<br />

veo yo.<br />

“Pensar” consis<strong>te</strong> en la activación de un de<strong>te</strong>rminado mecanismo<br />

cerebral, que llamamos ALPHA. 29 Los animales no piensan (es decir que<br />

en su cerebro no exis<strong>te</strong> mecanismo ALPHA). Nuestros an<strong>te</strong>pasados —no<br />

sabemos hasta cuándo— fueron animales. Animales irracionales no<br />

equipados con ALPHA. En el DNA de uno de ellos, un buen día (no<br />

sabemos cuándo) se produjo una mutación que dio lugar a la formación<br />

del mecanismo ALPHA. Desde aquel día somos “animal racional”.<br />

A juzgar por el comportamiento sexual de todos los mamíferos<br />

irracionales, la lógica nos obliga a pensar que también la hembra del<br />

mamífero racional —en los primeros tiempos de su recién estrenado<br />

status— <strong>te</strong>nía in<strong>te</strong>rrumpida toda actividad sexual mientras no llegara la<br />

época del celo. Así como el carnero —aun conviviendo mucho tiempo con<br />

el rebaño de ovejas— no se inmuta mientras no llegue a ellas la hora del<br />

celo, tampoco se inmutaban en absoluto nuestros primeros padres<br />

conviviendo con las hembras, por muy “hermosas y seductoras” que<br />

fueran ellas, y aunque hubiere con sus cuerpos cualquier proximidad o<br />

contacto físico. No sentían absolutamen<strong>te</strong> nada de lo que sentimos<br />

nosotros hoy. El cuerpo femenino les era tan atractivo, exactamen<strong>te</strong>,<br />

como el tronco de un árbol. Tan sólo se excitaba el macho cuando la<br />

hembra estaba en celo, cuando era receptiva y secretaba feromonas. En<br />

consecuencia, jamás copulaba duran<strong>te</strong> la preñez de la hembra, ni duran<strong>te</strong><br />

la lactancia del bebé, porque había cesado la secreción de feromonas. En<br />

aquellos tiempos ninguna mujer conoció el orgasmo (tampoco lo ha<br />

conocido nunca ninguna otra hembra de prima<strong>te</strong>). Etcé<strong>te</strong>ra.<br />

Estaba entonces nuestra especie muy lejos de la sexadicción. Pero su<br />

cerebro había sido equipado con una máquina de pensar: la prodigiosa<br />

maquinilla ALPHA. Y todo cambió, a causa de ella. ALPHA despertó en<br />

nuestros primeros padres la consciencia de que la acción de copular<br />

prporciona mucho placer (los irracionales no pueden <strong>te</strong>ner esa<br />

consciencia). Siempre que pudo, y con frecuencia gradualmen<strong>te</strong><br />

crecien<strong>te</strong>, se procuró el macho ese placer una y otra vez, sin esperar a<br />

que la hembra estuviere receptiva. Y se lo procuró, como es natural, cada<br />

vez con mayor frenesí.<br />

Puesto que no sabemos cuándo sobrevino la mutación ALPHA, la lógica<br />

nos obliga a <strong>te</strong>ner presen<strong>te</strong> que la vida arborícola de nuestros ancestros<br />

pudo haber durado muchos millones de años —pongamos doce, y quizá<br />

nos quedemos cortos— desde que se inauguró ALPHA hasta que aquéllos<br />

empezaron a cazar en la sabana. Y ya <strong>te</strong>nemos la razonable hipó<strong>te</strong>sis. Así<br />

como se desarrollan los músculos tanto más cuanto más trabajan, también<br />

29 V. Ni Dios ni Darwin.<br />

73


la actividad sexual se agudizó, tanto más cuanto más frecuen<strong>te</strong> iba siendo<br />

su ejercitación. ¡Imagina, lector, las cotas que ha debido alcanzar así la<br />

libido, a lo largo de doce millones de años de entrenamiento in<strong>te</strong>nsivo!<br />

A mi juicio, ésa es la verdadera causa de nuestra desaforada<br />

“drogadicción” actual del sexo. Es la verdadera causa de que <strong>te</strong>ngamos<br />

que estar necesariamen<strong>te</strong> jugando con el pene a todas horas y de todas las<br />

maneras imaginables.<br />

Nuestra especie está permanen<strong>te</strong>men<strong>te</strong> “enganchada” al placer sexual,<br />

como el drogadicto lo está a sustancias de<strong>te</strong>rminadas. Cuando yo era<br />

joven, un oficial de la marina mercan<strong>te</strong> que navegaba conmigo me<br />

confesó que él se pegaría un tiro, si no hubiera mujeres en el mundo. La<br />

experiencia diaria nos demuestra que el hombre, en términos generales,<br />

hasta tal punto necesita la descarga de sus genitales que incluso puede<br />

llegar al asesinato para no ser castigado por la violación que necesita<br />

come<strong>te</strong>r. Un médico francés —un tal Dr. Vachet, si no me equivoco—, en<br />

un libro que leí siendo muy joven, contaba el caso de una niña que se<br />

masturbaba quinientas veces al día (no recuerdo la edad de la niña). Muy<br />

recien<strong>te</strong>men<strong>te</strong>, nuestro paisano sexólogo comentaba otro de cierta señora<br />

que le había expuesto el suyo en estos términos:<br />

Tenemos una hija de cuatro años. A veces, cuando está viendo la <strong>te</strong>le,<br />

se cruza las piernas a lo indio, se me<strong>te</strong> la mano por debajo de la braga<br />

y se acaricia. Enseguida se pone <strong>te</strong>nsa, roja, y sigue así un rato, hasta<br />

que lo deja. 30<br />

En El libro de la sexualidad, firmado por Elena F.L. Ochoa y Carmelo Vázquez, y<br />

editado por EL PAÍS, leo nada menos que esto:<br />

Ecográficamen<strong>te</strong>, se demuestra que el feto masculino tiene erecciones<br />

reflejas (Mas<strong>te</strong>r, 1980; Calderone, 1983).<br />

En las niñas recién nacidas se han comprobado erecciones clitorídeas<br />

en el transcurso de las primeras horas del nacimiento.<br />

¿Ecográficamen<strong>te</strong>, se demuestra que eso ocurre en otras especies?<br />

Obsérvese cómo razona Desmond Morris al explicar la drogadicción de<br />

nuestra especie:<br />

Para buscar la razón de esto, <strong>te</strong>nemos que observar de nuevo sus<br />

orígenes. ¿Qué ocurrió? Primero: <strong>te</strong>nía que cazar, si quería<br />

sobrevivir...<br />

No. Situar los orígenes de la hiperactividad sexual humana en los tiempos<br />

del prima<strong>te</strong> cazador, podría ser un error de bulto, porque es muy posible<br />

30 Lo irracional es que el sexólogo —¡un mensajero de la Ciencia!— nos hiciera a<br />

propósito de la precoz niña el siguien<strong>te</strong> comentario: “Le ape<strong>te</strong>ce, se acaricia, se excita, lo<br />

disfruta y cuando <strong>te</strong>rmina lo deja. Precioso.” ¿Precioso lo que sólo es una colosal<br />

aberración de la naturaleza humana? Si eso es precioso, hay que pedir a la UNESCO<br />

recomiende a los gobiernos la creación de parvularios de adiestramiento, a fin de que en<br />

el mundo en<strong>te</strong>ro las niñas aprendan a masturbarse desde los primeros días de su<br />

exis<strong>te</strong>ncia: ¡no es justo privar a la infancia de algo que es tan precioso!<br />

74


—y hasta muy probable— que nuestro an<strong>te</strong>cesor fuese ya sexadicto,<br />

millones de años an<strong>te</strong>s de abandonar la vida arborícola y convertirse en<br />

cazador. Es probable, pues no puede saberse cuánto tiempo estuvimos<br />

viviendo en la fronda con la máquina de pensar implantada ya en el<br />

cerebro.<br />

No son convincen<strong>te</strong>s las explicaciones que Desmond Morris va dando:<br />

La gran abundancia de copulación en nuestra especie se debe,<br />

eviden<strong>te</strong>men<strong>te</strong>, no a la producción de retoños, sino al reforzamiento<br />

del lazo entre la pareja, gracias a los mutuos goces de los<br />

compañeros sexuales. Entonces, la rei<strong>te</strong>rada consecución de la<br />

consumación sexual no es, para la pareja, un fruto refinado y<br />

decaden<strong>te</strong> de la civilización moderna, sino una sana <strong>te</strong>ndencia de<br />

nuestra especie, con base biológica y profundamen<strong>te</strong> arraigada.<br />

Incluso cuando ha in<strong>te</strong>rrumpido sus ciclos mensuales —en otras<br />

palabras, cuando está embarazada—, la hembra sigue respondiendo al<br />

varón. Esto tiene también particular importancia porque con el<br />

sis<strong>te</strong>ma de un-varón-una-hembra sería peligroso defraudar al varón<br />

duran<strong>te</strong> un período tan largo. Podría poner en peligro la vinculación<br />

entre la pareja.<br />

Desmond Morris parece razonar continuamen<strong>te</strong> como si la presunta<br />

“<strong>te</strong>ndencia a formar pareja” obedeciera a una ley biológica, propia y<br />

exclusiva de nuestra especie. Yo no veo que exista esa ley. Muchas<br />

especies de ave sí practican el sexo constituyéndose en pareja estable,<br />

movidos por una ley biológica. Pero no los mamíferos (el propio Morris<br />

lo reconoce explícitamen<strong>te</strong>). ¿Y vamos a ser nosotros, mamíferos<br />

también, una excepción? ¿Cómo se explicaría la excepción? A mi juicio,<br />

formamos pareja sólo por motivos culturales, por motivos religiosos, por<br />

conveniencias económicas, porque así nuestra exacerbada concupiscencia<br />

tiene una válvula de escape fácil y cómoda, etcé<strong>te</strong>ra.<br />

Según Morris, la “gran abundancia de copulación” se debe al<br />

“reforzamiento del lazo entre la pareja”. ¿Qué quiso expresar con ello?<br />

¿Que la abundancia de copulación es efecto del reforzamiento? ¿Que el<br />

reforzamiento es efecto de la abundancia de copulación? ¿O no quiso<br />

decir ni lo uno ni lo otro, sino que nuestra especie copula<br />

abundan<strong>te</strong>men<strong>te</strong> para “reforzamiento del lazo entre la pareja”? A las tres<br />

preguntas yo respondería “no”. Sobre todo a la primera, pues la cópula<br />

abundan<strong>te</strong> no puede ser efecto del reforzamiento en sí, por muy<br />

reforzado que esté el vínculo entre la pareja: otra causa ha de <strong>te</strong>ner. De<br />

todos modos, aunque se dé el “sí” como respuesta a la segunda y la<br />

<strong>te</strong>rcera pregunta, queda sin demostrarse por qué es tan abundan<strong>te</strong> la<br />

cópula, si no es verdad que sea básico en nuestra especie el sis<strong>te</strong>ma de<br />

formación de la pareja. Dejemos a un lado poesías de amor que no son<br />

verdad, y reconozcamos que la “gran abundancia de copulación” en la<br />

especie humana se debe únicamen<strong>te</strong> a nuestra insaciable hambre de<br />

placeres.<br />

Todavía más endeble me parece el razonamiento del doctor Morris,<br />

cuando nos dice cuál es la causa de que la mujer embarazada siga estando<br />

biológicamen<strong>te</strong> dispuesta para la cópula, cosa que en los irracionales no<br />

75


sucede nunca. Según él, “sería peligroso defraudar al varón duran<strong>te</strong> un<br />

período tan largo”. Pero no dice por qué se defraudaría al varón, y lo diré<br />

yo. Se le defraudaría porque estamos “enganchados” a la droga-sexo. La<br />

oveja preñada y la cierva preñada no necesitan macho y, hasta que no<br />

llegue la siguien<strong>te</strong> época de celo, carnero y ciervo se abs<strong>te</strong>ndrán de<br />

copular con esa hembra que han dejado preñada, y la abstinencia no les<br />

“defraudará” en absoluto.<br />

Hoy mismo, el día en que escribo estas líneas, bajo mi ventana estaban<br />

juntas dos gatas adultas (madre e hija) dormitando sobre el césped. Ha<br />

hecho de pronto su periódica visita de inspección un macho albino al que<br />

hace tiempo no veíamos por aquí. Acá y acullá ha oliscado la hierba.<br />

Parsimonioso, ha cruzado el jardín. Ha pasado cerca de las dos damas,<br />

indiferen<strong>te</strong>, como si pasara cerca de un par de <strong>te</strong>jas o ladrillos. Ha<br />

desaparecido enseguida, cuando ha comprobado que para él no había<br />

mensaje. En la especie humana es imposible esa indiferencia de un macho<br />

que en circunstancias análogas pasa cerca de un par de hembras que<br />

dormitan.<br />

La libido en la especie humana está hipertrofiada por excesos de la<br />

actividad sexual man<strong>te</strong>nidos a lo largo de muchos milmilenios. Libido<br />

semejan<strong>te</strong>, por tanto, constituye pura y simple degeneración biológica.<br />

Sin embargo, incluso gen<strong>te</strong>s consagradas (o proclives) a la ciencia,<br />

explícita o implícitamen<strong>te</strong>, nos presentan el hiperactivo desenfreno<br />

sexual del hombre, no sólo como deseable, sino también como un<br />

perfeccionamiento en la evolución de nuestra especie. Con ello hacen a la<br />

ciencia un flaco favor, porque la manipulan y mistifican.<br />

En cuanto al enjuiciamiento de las prácticas sexuales contra natura,<br />

Desmond Morris me parece mucho más comedido y circunspecto que los<br />

sexólogos leídos por mí. Presentan éstos, como cosa natural, claras<br />

aberraciones antinaturales. Y eso no es hacer ciencia. En el catálogo de<br />

sandeces antológicas proferidas por el hombre desde que lo nombraron<br />

oficialmen<strong>te</strong> ”animal racional”, no sé si habrá sandez o despropósito o<br />

dispara<strong>te</strong> más disparatado que és<strong>te</strong>: “La homosexualidad es natural”.<br />

¿Cómo ha podido semejan<strong>te</strong> disla<strong>te</strong> soltarse, ni siquiera<br />

momentáneamen<strong>te</strong>, ni siquiera en un momento de horas bajas mentales?<br />

¿Cómo se puede ver un hecho natural en el imposible hecho de que dos<br />

toros, o dos gallos, practiquen sexo como lo hacen el toro y la vaca, o el<br />

gallo y la gallina?<br />

Supongo que se ha dicho esa barbaridad por confusión de dos conceptos<br />

muy distintos.<br />

1º Soy libre —o “<strong>te</strong>ngo derecho”— de orientar mi sexualidad hacia las<br />

personas de mi propio sexo.<br />

2º Es natural que yo me sienta sexualmen<strong>te</strong> atraído por personas de mi<br />

propio sexo.<br />

Nada, absolutamen<strong>te</strong> nada, tiene que ver lo uno con lo otro. Yo soy libre<br />

—o “<strong>te</strong>ngo derecho”— de introducir mi pene en la cloaca de una gallina,<br />

76


pero no es natural que me sienta sexualmen<strong>te</strong> atraído por las cloacas de<br />

gallina. Por unos instan<strong>te</strong>s voy a explicar cómo veo la homosexualidad<br />

yo, profano en sexología.<br />

Una cosa es la sodomía —“práctica del coito anal”— y otra cosa es la<br />

homosexualidad. Sodomita es quienquiera, hombre o mujer, que<br />

practique el coito anal. Pero no por ello es homosexual.<br />

Hay dos distintas especies de homosexualidad: la biológica y la<br />

psicológica. Es biológica, si atraen sexualmen<strong>te</strong> las peculiaridades<br />

orgánicas —belleza física facial, tórax, pubis, nalgas...— de personas del<br />

mismo sexo, y no atraen las de personas del sexo contrario. Cuando sean<br />

“espirituales” o “inma<strong>te</strong>riales” (no orgánicas) las tales peculiaridades —<br />

afectividad, simpatía, gracia, etcé<strong>te</strong>ra—, la homosexualidad no será<br />

biológica, sino psicológica. El hombre a quien atrae o agrada el cuerpo<br />

desnudo de otro hombre, y no el de una mujer, es homosexual biológico.<br />

El hombre a quien atrae o agrada el cuerpo desnudo de la mujer, pero no<br />

le atraen o no le agradan otras cualidades de ella —porque la ve<br />

absorben<strong>te</strong>, casquivana, insustancial, tonta...— y, por tanto, elige<br />

voluntariamen<strong>te</strong> practicar sexo con hombre que no <strong>te</strong>nga esas cualidades<br />

negativas, es homosexual psicológico, no biológico.<br />

En áreas ex<strong>te</strong>nsas de población se concibe la homosexualidad como cosa<br />

moralmen<strong>te</strong> mala. No tiene sentido. Tú, lector, ya sabes por qué digo que<br />

no tiene sentido. Esa concepción, además, trae a la sociedad humana<br />

graves consecuencias de orden eudemonístico —por ejemplo, porque el<br />

“malo” es despreciado, perseguido, castigado...—, y así no es posible una<br />

sociedad feliz. Para que la humanidad sea feliz, es necesario que nadie<br />

<strong>te</strong>nga, bajo ninguna circunstancia, el derecho de hacer objeto de<br />

agresiones o desprecios o castigos al homosexual, sólo porque es<br />

homosexual.<br />

Moderados cálculos han cifrado por lo menos en doscientos mil el<br />

número de los homosexuales que fueron ex<strong>te</strong>rminados en tiempos de<br />

Hitler. An<strong>te</strong> monstruosidades de es<strong>te</strong> calibre perpetradas en el pretérito,<br />

debería bastar con pasar página. Pero, aunque parezca mentira, todavía<br />

quedan gen<strong>te</strong>s que aplaudirían esos “trabajos de limpieza”. Todo cuanto<br />

se haga para raer de la sociedad cualquier actitud agresiva que apun<strong>te</strong> a<br />

la condición de homosexual, será poco. Siempre que no haga daño al<br />

prójimo, el homosexual tiene “perfecto derecho” de ser lo que es.<br />

Ahora bien, la homosexualidad no es —como tantos in<strong>te</strong>lectuales<br />

(incluidos científicos) pre<strong>te</strong>nden— una sexualidad natural: es a todas<br />

luces antinatural e irracional. Por lo menos la homosexualidad biológica.<br />

Es imposible que es<strong>te</strong> <strong>Logos</strong> que tan lógicamen<strong>te</strong> ordena y dirige el<br />

cosmos en todos los aspectos, haya creado el aparato reproductor del<br />

hombre para depositar millones de espermatozoides en medio de las heces<br />

del in<strong>te</strong>stino grueso: ¡<strong>Logos</strong> no puede hacer eso!. El día en que se<br />

instaure la sociedad racional —si alguna vez se instaura—, los<br />

homosexuales no podrán en público alardear de su condición homosexual.<br />

77


No podrán hacer públicamen<strong>te</strong> proselitismo ni propaganda. No podrán<br />

educar a los niños, como en la actualidad in<strong>te</strong>ntan hacerlo:<br />

EHGAM ha instalado una exposición, con una cuidada selección de<br />

imágenes y <strong>te</strong>xtos sobre <strong>te</strong>mas de sexualidad. De hecho ha procurado<br />

que la exposición reúna los requisitos pedagógicos mínimos para<br />

suscitar el in<strong>te</strong>rés de los jóvenes en edad escolar. [...] Es necesario<br />

hablar desde los medios de información públicos en clave de<br />

pluralidad sexual, y fotografiar la homosexualidad como cualquier otra<br />

opción sexual.<br />

Esto no será factible en la Sociedad de la Razón. Sería tan absurdo como<br />

hacer propaganda de su afición, y publicar fotografías de sus intimidades,<br />

al zoófilo que ha decidido “vivir maritalmen<strong>te</strong>” con una cerda o una<br />

cabra. No lo hará la Sociedad de la Razón “para suscitar el in<strong>te</strong>rés de los<br />

jóvenes en edad escolar”, aunque la del zoófilo es una opción sexual tan<br />

“lícita” como otra cualquiera. Habida cuenta de que ya la sexualidad en<br />

general —a causa de la incon<strong>te</strong>nible sexadicción que hemos contraído—<br />

no puede ser fomentada en régimen de logocracia, claro es que no podrán<br />

ser fomentadas aberraciones como la zoofilia y la homosexualidad.<br />

No podrá ser fomentada la esquizofrenia a la que se ha llegado al exigir a<br />

los gobiernos que se declare legal el derecho al matrimonio entre<br />

homosexuales. ¡Nada menos que el derecho al matrimonio! ¡Cuando el<br />

matrimonio entre dos machos, o entre dos hembras, encierra una<br />

flagran<strong>te</strong> contradictio in <strong>te</strong>rminis, ya que el matrimonio (palabra que<br />

deriva de ma<strong>te</strong>r-matris=madre) es una institución creada explícita y<br />

únicamen<strong>te</strong> para dar exis<strong>te</strong>ncia legal a la madre!<br />

Mientras fehacien<strong>te</strong>men<strong>te</strong> no se demuestre lo contrario, el sexólogo tiene<br />

que presentar como desviación la homosexualidad. No —por supuesto—<br />

porque así lo dice el Vaticano en razón de que es una práctica sexual<br />

contra natura. Los virulentos y sañudos fustigadores vaticanistas no<br />

quieren reconocer que tan contra natura como la homosexualidad es la<br />

cópula entre el marido y su mujer embarazada, o entre el marido y su<br />

menopáusica esposa infértil. Y recomiendan a sus fieles que realicen la<br />

cópula únicamen<strong>te</strong> los días en que la mujer es infértil, es decir que la<br />

realicen en condiciones abierta y esencialmen<strong>te</strong> contra natura. El<br />

Vaticano que así habla no está legitimado para condenar al homosexual<br />

so pre<strong>te</strong>xto de que és<strong>te</strong> obra contra natura.<br />

Nuestro inefable sexólogo Elberdin defiende a capa y espada, implícita y<br />

explícitamen<strong>te</strong>, la “científica” <strong>te</strong>sis de que la homosexualidad es<br />

natural. Entre otras (directas o indirectas) formas de argumentación, usa<br />

la de la diversidad sexual humana, al hablar de la cual se hace lenguas:<br />

somos “maravillosamen<strong>te</strong> diferen<strong>te</strong>s” (mujer-mujer, mujer-virago,<br />

hombre-hombre, hombre afeminado, lesbiana, homosexual, he<strong>te</strong>rosexual,<br />

transexual, bisexual...) “Esa diversidad en el seno del colectivo humano<br />

nos enriquece a todos”...<br />

Como no explica por qué nos enriquece esa diversidad, hemos de<br />

en<strong>te</strong>nder que nos enriquece por el mero hecho de que es diversidad. Por<br />

78


tanto, la gran diversidad (p.ej.) de nuestras enfermedades, nos hace<br />

también “maravillosamen<strong>te</strong> diferen<strong>te</strong>s” los unos de los otros (tuberculoso,<br />

portador del sida, leproso, diabético, esquizofrénico...) Y “nos enriquece<br />

a todos”. Un representan<strong>te</strong> de la ciencia (en cuanto tal) “no tiene<br />

derecho” de hablar así.<br />

Refuerza el argumento a favor de la maravillosa diversidad, añadiendo<br />

que “las cosas son así”, que la exis<strong>te</strong>ncia de gays y lesbianas es “un<br />

hecho que está ahí” (como la exis<strong>te</strong>ncia de zurdos y diestros y<br />

ambidiestros)... Me parece muy pobre ese refuerzo argumental: de que las<br />

variedades del mundo sexual sean un hecho no se desprende que sean<br />

esas variedades un hecho natural, en el sentido de que es la madre<br />

naturaleza quien explícitamen<strong>te</strong> las instituyó. También son “un hecho que<br />

está ahí” las variedades oftalmológicas en la especie humana: ceguera,<br />

miopía, astigmatismo, presbicia, hipermetropía, daltonismo, estrabismo...<br />

Pero la tal variedad no se ha producido por designio de la madre<br />

naturaleza. Exis<strong>te</strong> esa variedad oftalmológica en la especie humana. Pero<br />

no en la especie “águila”, ni en la especie “lince”: la visión —sin<br />

variedades oftalmológicas— del águila y del lince, sí fue designio de la<br />

naturaleza.<br />

Además de no aportar ningún sólido argumento contra quienes opinamos<br />

lo contrario, nos acusa de <strong>te</strong>rquedad por nuestro “empeño” en proclamar<br />

lo que nos parece verdad:<br />

Ese empeño por establecer “dos sexos verdaderos” —hombres y<br />

mujeres he<strong>te</strong>rosexuales— está muy lejos de ajustarse al proceso de<br />

sexuación humana, y a la increíble diversidad resultan<strong>te</strong>.<br />

Si nuestra especie ha usado la máquina cerebral pensan<strong>te</strong> para degustar el<br />

placer sin descanso, inventando sin cesar nuevos juegos eróticos,<br />

escamo<strong>te</strong>ando las normas establecidas por la naturaleza, y si por eso ha<br />

surgido la mencionada “increíble diversidad” —inexis<strong>te</strong>n<strong>te</strong> en otras<br />

especies—, la “increíble diversidad” no es natural. En tal caso,<br />

considerar que es “proceso natural de sexuación humana” semejan<strong>te</strong><br />

escamo<strong>te</strong>o de las leyes de la naturaleza, no tiene nada de científico. En<br />

cuanto a la “increíble diversidad resultan<strong>te</strong>, sí, exis<strong>te</strong> diversidad, pero ¿a<br />

qué es debida? That is the question.<br />

La diversidad sexual de nuestra especie (al igual que su diversidad<br />

oftalmológica) no es más que uno de tantos errores que se observan en el<br />

cosmos —pese a que el cosmos es perfecto, o precisamen<strong>te</strong> por eso—,<br />

debidos a que las leyes fisicoquímicas han de cumplirse inexorablemen<strong>te</strong>.<br />

La homosexualidad, por ejemplo, es un error de la naturaleza, como son<br />

errores de la naturaleza los hermanos siameses, la macrocefalia, el<br />

priapismo, la elefantiasis, la ninfomanía... A menos que se demuestre<br />

irrebatiblemen<strong>te</strong> lo contrario, no podemos aceptar que la homosexualidad<br />

sea natural en el sentido de que fue instituida o diseñada por la<br />

naturaleza en sus planes, como pauta.<br />

79


No basta argüir alegremen<strong>te</strong> que también otras especies observan<br />

conductas homosexuales: hay que demostrarlo. Todos hemos visto alguna<br />

vez en la calle un perro montando o in<strong>te</strong>ntando montar a otro perro.<br />

También hemos visto cómo en el campo montaba o in<strong>te</strong>ntaba montar una<br />

vaca a otra vaca cuando marchaban en manada. Quien de ahí deduzca que<br />

exis<strong>te</strong>n “perros gays” y “vacas lesbianas” ignora, u olvida, cómo<br />

funcionan algunos mecanismos en biología.<br />

Un día, de joven, jugaba yo con mi perro en casa. De pronto, para<br />

tomarme un respiro, me senté sobre una banqueta, semiex<strong>te</strong>ndidas mis<br />

piernas. El perro no estaba dispuesto a suspender la fiesta, y siguió<br />

retozando y traveseando, incansable, incitándome para que reanudara el<br />

juego. Hubo un momento en que un puro azar lo puso a horcajadas<br />

encima de una pierna mía. Inmediatamen<strong>te</strong> se abrazó a la pierna, e inició<br />

el movimiento pélvico típico de la cópula: un movimiento reflejo,<br />

mecánico, inicialmen<strong>te</strong> involuntario. Eso mismo acaece cuando juegan<br />

dos perros machos en la calle, y el azar los coloca en posturas parecidas a<br />

las que se dan duran<strong>te</strong> el apareamiento entre macho y hembra:<br />

inevitablemen<strong>te</strong>, uno de ellos hace lo que hizo el mío. No sabe lo que<br />

hace. No tiene ninguna “in<strong>te</strong>nción lujuriosa”. Actúa como lo haría un<br />

robot industrial programado para ejecutar ese movimiento an<strong>te</strong><br />

situaciones de semejanza con las que se dan en la cópula.<br />

Quien se basa en similares hechos para creer que la homosexualidad es<br />

natural, no merece llamarse hombre de ciencia. En la actitud del can que<br />

in<strong>te</strong>ntaba copular con mi pierna, como en la del perro callejero, no hay<br />

homosexualidad, sino, sencillamen<strong>te</strong>, uno de los infinitos errores que<br />

necesariamen<strong>te</strong> han de come<strong>te</strong>rse en los dominios de la vida, por la<br />

naturaleza misma de las técnicas biológicas. Cuando sepa yo, a ciencia<br />

cierta, de algún perro macho que insis<strong>te</strong>n<strong>te</strong>men<strong>te</strong> sigue y persigue a otro<br />

perro macho hasta que al fin consigue montarlo y llegar a la penetración<br />

y al orgasmo —y eso una vez y otra vez—, admitiré que ya exis<strong>te</strong> al<br />

menos un perro homosexual. Entretanto, no lo admito.<br />

Según dicen, con frecuencia ocurre que un mono macho jovencito,<br />

remedando actitudes femeninas, en plan “seductor” se coloca delan<strong>te</strong> del<br />

macho dominan<strong>te</strong>, como diciéndole “baise-moi!”. Y el macho dominan<strong>te</strong><br />

acepta la oferta. Pero yo debo suponer que la acepta “a medias”, mientras<br />

no es<strong>te</strong> científicamen<strong>te</strong> demostrado que se llega, en tales casos, a la<br />

penetración y al orgasmo. Entretanto deberé opinar que eso no es<br />

homosexualidad. Ni siquiera sexualidad. Que sólo es una treta que la<br />

naturaleza —al margen de la sexualidad— utiliza para que el jovencito<br />

pueda atajar posibles agresiones del “mandamás”. También sobre es<strong>te</strong><br />

punto razona Desmond Morris correctamen<strong>te</strong>:<br />

Los jóvenes monos machos adoptan a menudo posturas femeninas<br />

sexualmen<strong>te</strong> excitan<strong>te</strong>s, y son montados por machos dominan<strong>te</strong>s que,<br />

de otro modo, los habrían atacado. Las hembras dominan<strong>te</strong>s pueden<br />

montar, de igual manera, a otras hembras inferiores. Esta utilización<br />

de una línea sexual en situaciones no sexuales llegó a ser fenómeno<br />

corrien<strong>te</strong> en el escenario social de los prima<strong>te</strong>s, y ha resultado<br />

80


sumamen<strong>te</strong> valiosa para ayudar a man<strong>te</strong>ner la armonía y la<br />

organización del grupo.<br />

Esta idea —que podría ser una buena prueba de que en tales casos no hay<br />

homosexualidad— se repi<strong>te</strong> varias veces en El mono desnudo:<br />

El sexo se emplea por motivos de conveniencia, maniobra muy<br />

corrien<strong>te</strong> en otras especies de prima<strong>te</strong>s. Si una mona quiere acercarse<br />

a un macho agresivo con fines no sexuales, realiza a veces una<br />

exhibición sexual, no porque quiere copular con él, sino porque,<br />

obrando así, despertará su impulso sexual lo suficien<strong>te</strong> para eliminar<br />

su agresión. Estas formas de comportamiento se denominan<br />

actividades remotivadoras. La hembra emplea el estímulo sexual para<br />

remotivar al macho y conseguir, de esta manera, una ventaja no<br />

sexual...<br />

La cosa sirve únicamen<strong>te</strong> para resolver problemas inmediatos de<br />

dominio y no origina relaciones homosexuales duraderas.<br />

En el mundo de los irracionales, al menos en los planos superiores de la<br />

escala zoológica, si un macho lleva demasiado tiempo sin poder acceder a<br />

hembra, y si tiene a mano otro macho, parece natural que in<strong>te</strong>n<strong>te</strong> copular<br />

con él. Pero esto no demuestra que sea homosexual: si le traemos una<br />

hembra en celo, repudiará al macho, y montará a la hembra. No es<br />

homosexual, por la misma razón por la que no es fetichista el animal en<br />

cautividad que, a falta de otra cosa, copula con la escudilla en la que el<br />

cuidador le ha traído la comida. Y por la misma razón por la que tampoco<br />

son homosexuales los pájaros hipotéticamen<strong>te</strong> aislados por Desmond<br />

Morris. Cito de nuevo a es<strong>te</strong> autor:<br />

Es frecuen<strong>te</strong> que, en un aislamiento total, los animales recurran a<br />

medidas extremas e in<strong>te</strong>n<strong>te</strong>n copular con objetos inanimados, o se<br />

masturben. Sabemos, por ejemplo, que ciertos carnívoros en<br />

cautividad han copulado con los recipien<strong>te</strong>s de su comida.<br />

...animales encerrados con otros de especie diferen<strong>te</strong> in<strong>te</strong>ntan copular<br />

con ellos.<br />

Pero estas actividades cesan casi siempre cuando el estímulo<br />

biológicamen<strong>te</strong> correcto —un miembro del sexo contrario— aparece en<br />

escena.<br />

Si, al principio de esta fase [fase de galan<strong>te</strong>o para la formación de la pareja,<br />

en aves coloniales migratorias)], todos los miembros de un solo sexo<br />

fuesen experimentalmen<strong>te</strong> trasladados de la colonia, sin duda se<br />

establecerían numerosos lazos homosexuales, al tratar<br />

desesperadamen<strong>te</strong> los pájaros lo más parecido a una pareja que<br />

tuviera a su alcance.<br />

Por lo que oigo decir, casos de aparen<strong>te</strong> homosexualidad son frecuen<strong>te</strong>s<br />

en muchas especies. Para algunos investigadores no hay duda de que se<br />

trata de verdadera homosexualidad. Otros no lo ven así. Mientras no<br />

lleguen todos a una opinión unánime, lo sensato a mi juicio es pensar que<br />

esas conductas aparen<strong>te</strong>men<strong>te</strong> homosexuales tienen una función que no es<br />

de carác<strong>te</strong>r sexual, como ya lo explicó Desmond Morris. Y que, por tanto,<br />

la homosexualidad en la especie nuestra, por ser antinatural, es una<br />

aberración sexual, una desviación.<br />

No solamen<strong>te</strong> la homosexualidad, sino toda práctica sexual cuya explícita<br />

finalidad no sea la procreación, es antinatural, es aberran<strong>te</strong>, es una<br />

desviación de la línea trazada por la naturaleza. Hay que abrazar esa<br />

81


conclusión, principalmen<strong>te</strong> porque no se puede confiar en sexólogos<br />

demasiado in<strong>te</strong>resados en “demostrar científicamen<strong>te</strong>” que no es<br />

desviación lo que es desviación. Por ejemplo, cuando nos hablan de nada<br />

menos que una legión de seres de toda la escala zoológica,<br />

mamíferos superiores, mamíferos inferiores, mamíferos acuáticos,<br />

aves, insectos, reptiles, anfibios, peces...<br />

en los que exis<strong>te</strong> el repertorio de todas las desviaciones imaginables, y<br />

que los “científicos” describen con sorprenden<strong>te</strong> lujo de detalles. Tanto<br />

in<strong>te</strong>rés infunde sospechas, obligando a preguntar si será verdad que<br />

semejan<strong>te</strong> lujo de detalles haya sido observado en la naturaleza con<br />

suficien<strong>te</strong> rigor científico.<br />

Cierto día tuve ocasión de presenciar por casualidad una escena que voy<br />

a describir. En el pseudo-jardín que rodea nuestra casa vivía una pequeña<br />

colonia de gatos alimentados por los desperdicios que les arrojábamos los<br />

vecinos desde la ventana. Una de las gatas, preñada, había estado un par<br />

de semanas ausen<strong>te</strong> (no sabíamos dónde estaba, pero ya nos figurábamos<br />

cuál era el porqué). Un buen día sacó del escondi<strong>te</strong> a su prole, y se<br />

instaló con ella al pie de un árbol, justo enfren<strong>te</strong> de mi escritorio. Yo no<br />

lograba distinguir a simple vista el número de retoños. Miré con los<br />

gemelos de <strong>te</strong>atro, y vi que eran tres. Continué mirando un buen rato. La<br />

madre no hacía más que lamer las crías con brío. De pronto me di cuenta<br />

de que lamía de<strong>te</strong>nidamen<strong>te</strong>, una y otra vez, la zona anal o genital de una<br />

de las crías. No me fue posible discernir el sexo de la cría relamida, pero<br />

¿qué pensaríamos del sexólogo que in<strong>te</strong>rpretara el hecho como práctica<br />

de una fellatio, por ejemplo? Si son de ese jaez las “científicas pruebas”<br />

que se nos dan del carác<strong>te</strong>r natural de nuestras fellationes, de nuestras<br />

masturbaciones, de nuestros coitos anales, etc., menguada ciencia será la<br />

que aprendamos de ello.<br />

Muchísimos años an<strong>te</strong>s, una vez observé también que mi perro lamía la<br />

vulva de una congénere, aunque duró poco su lamedura. Deducir de ahí,<br />

sin más, que los perros practican el cunnilinctus no es hacer ciencia.<br />

Puede no ser la sexualidad propiamen<strong>te</strong> dicha el origen de esos<br />

“lujuriosos actos” que el sexólogo-hombre-de-ciencia nos describe como<br />

frecuen<strong>te</strong>s, principalmen<strong>te</strong> en las especies más afines a la nuestra:<br />

Así se observa cómo las hembras chimpancés se dedican a<br />

apasionados frotamientos genitales entre ellas, dedicando una<br />

especial a<strong>te</strong>nción a las mutuas caricias en el clítoris. Estímulos que<br />

se continúan hasta el orgasmo...<br />

Apar<strong>te</strong> de que las conclusiones ob<strong>te</strong>nidas al observar un animal en<br />

cautividad no pueden extrapolarse ni, por tanto, aplicarse al animal que<br />

vive libre en su estado natural, muy difícil me parece que nuestro<br />

apasionado sexólogo observador haya logrado la rigurosa comprobación<br />

científica de que sus “lesbianas” chimpancés continúan los juegos<br />

eróticos hasta el orgasmo. Por lo pronto, contradice a Desmond Morris,<br />

que también es hombre de ciencia, y que aquí mismo, páginas atrás, nos<br />

82


ha asegurado que, si exceptuamos a la mujer, ninguna hembra de prima<strong>te</strong><br />

conoce el orgasmo.<br />

En cualquier caso, aunque diéramos por bueno que la descripción de los<br />

“lujuriosos actos” de los animales corresponde fielmen<strong>te</strong> a observaciones<br />

hechas con científico rigor, el origen de su “lujuria” podría ser tal vez un<br />

simple descubrimiento circunstancial de nuevas fuen<strong>te</strong>s de placer. 31 Y<br />

eso no sería sexualidad. Sería algo parecido a lo que hacía la burra de<br />

mis abuelos ma<strong>te</strong>rnos, que bebía con fruición la jofaina de vino que le<br />

traían a la cuadra, lo cual no quiere decir que las burras en estado natural<br />

sean dipsomaníacas.<br />

O, mejor aún, sería algo parecido a lo que hizo la rata de aquel<br />

experimento en el que se le implantaron electrodos en su cerebral “centro<br />

del placer”. Se conectaron los electrodos a una palanquita-in<strong>te</strong>rruptor que<br />

la propia rata podía fácilmen<strong>te</strong> accionar, provocando así la estimulación<br />

de las neuronas elegidas para prueba. El artilugio entusiasmó al roedor de<br />

tal manera (se nos dice) que se pasaba el día jugando con la palanca,<br />

emborrachándose de placer, despreciando incluso la comida... Pero<br />

aquello no fue sexualidad.<br />

Lo que el sexólogo tan apasionadamen<strong>te</strong> nos cuenta sobre los<br />

mencionados “actos lujuriosos” de los animales me obliga a hacerme una<br />

pregunta muy personal. Siendo tantos los “actos lujuriosos”, tan<br />

frecuen<strong>te</strong>s y naturales todos ellos, y tantos y tan diversos los animales<br />

que los practican ¿cómo debo explicarme que en toda mi larga vida no me<br />

haya tocado ver ni siquiera uno, ni en la vida real, ni en libros, ni en<br />

periódicos, ni en documentales, mientras que sí me ha tocado ver muchas<br />

y variadas cópulas “ortodoxas” entre macho y hembra?<br />

Nunca he visto que un perro macho, dura la verga, se la introdujera a otro<br />

perro macho, cosa que sí hacen algunos hombres con otros hombres.<br />

Nunca he visto que un perro complacien<strong>te</strong> lamiera la verga de un<br />

complacido perro, hasta provocarle el orgasmo, cosa que sí hacen algunos<br />

hombres con otros hombres. Nunca he visto que una perra lamiera la<br />

verga de un perro, hasta provocarle el orgasmo, cosa que sí hacen las<br />

mujeres con el hombre. Ni sombra de todo ello he visto jamás en el<br />

mundo de los elefan<strong>te</strong>s, de los leones, del rinoceron<strong>te</strong>, del ciervo, del<br />

guepardo...<br />

Según la hipó<strong>te</strong>sis logotropista, 32 el cosmos es perfecto desde el punto de<br />

vista de la racionalidad, de la logicidad. Absolutamen<strong>te</strong> perfecto, a pesar<br />

de sus imperfecciones puntuales. El cosmos no es —no puede ser—<br />

creación de una persona in<strong>te</strong>ligen<strong>te</strong>, pero está diseñado como si lo fuera:<br />

todo está en él diseñado con racionalidad perfecta. Dentro de esa<br />

hipó<strong>te</strong>sis es imposible concebir como cosa diseñada por la naturaleza<br />

nada de lo que an<strong>te</strong>s he definido como desviación sexual. Todos<br />

31 Ya <strong>te</strong>ngo explicado (Ni Dios ni Darwin) por qué los irracionales no pueden sentir placer ni dolor ni ninguna otra sensación , y qué debe<br />

en<strong>te</strong>nderse cuando decimos que sien<strong>te</strong>n.<br />

32 V. Ni Dios ni Darwin y <strong>Logos</strong> avanza....<br />

83


conocemos la falsa “cópula” que realizan algunas abejas machos con<br />

ciertas orquídeas. Ese “lujurioso acto” sí está diseñado por la naturaleza,<br />

muy sabiamen<strong>te</strong> diseñado —es un error “de la abeja”, no de la<br />

naturaleza—, y no es perversión o desvío sexual. Pero nuestras<br />

desviaciones lo son. Todas. No sólo la homosexualidad.<br />

Cuando se habla de una desviación sexual, debe siempre hacerse —y no<br />

se hace— una clara y neta distinción entre lo “moral” y lo “natural”. Una<br />

cosa es que toda persona sea moralmen<strong>te</strong> libre de orientar su sexualidad<br />

en cualquier dirección, y otra cosa es que la desviación sexual esté de<br />

acuerdo con las pautas que ha marcado la naturaleza. Nadie debe prohibir<br />

ni censurar que un hombre se enamore de otro hombre, y haga con él<br />

cuanto le venga en gana (como si quiere enamorarse de una muñeca<br />

hinchable, o de una cabra, y obrar en consecuencia).<br />

Pero tampoco se diga que la homosexualidad es normal o natural. Y,<br />

sobre todo, no se considere racional o normal o natural que un hombre<br />

alardee de homosexual en público, fes<strong>te</strong>jando “el día del orgullo gay”.<br />

Orgullo ¿de qué? ¿De ser él superior al —o más perfecto que el— hombre<br />

he<strong>te</strong>rosexual? También los zoófilos están en su derecho de llevar la<br />

sexualidad como les plazca, pero no sería racional que fes<strong>te</strong>jaran su “día<br />

del orgullo zoofílico”, desfilando por la Quinta Avenida, és<strong>te</strong> con una<br />

chimpancé, aquél con una potranca, el otro con una cabra, el siguien<strong>te</strong><br />

con una cerdita rolliza...<br />

Un homosexual no tiene por qué avergonzarse de serlo, pero tampoco por<br />

qué enorgullecerse. Entre los irracionales más desarrollados, cuasi<br />

universalmen<strong>te</strong> un macho adulto es encarnizado rival de otro macho<br />

adulto: por ejemplo, no se puede concebir que un gallo acoja en su corral,<br />

“amorosamen<strong>te</strong>”, a ningún gallo foráneo. Lo natural es eso, no la<br />

aberran<strong>te</strong> homosexualidad nuestra. Los animales irracionales machos no<br />

se pelean porque sien<strong>te</strong>n la necesidad de poseer a la hembra y evitar que<br />

la posea otro: los animales no sien<strong>te</strong>n nada. 33 La rivalidad entre machos<br />

constituye —en el animal irracional— una técnica ingeniosa que la<br />

naturaleza ideó sólo para que la perfección biológica de la especie fuese<br />

la mayor posible. Esa técnica no es aplicable al animal racional, porque<br />

és<strong>te</strong> piensa (y puede equivocarse al pensar).<br />

Por eso la naturaleza “ve con buenos ojos”, y, por tanto, es natural, que<br />

surja entre hombres, en lugar de la encarnizada rivalidad, una relación de<br />

amistad, incluso de amor (digo “amor”, sin más, y el amor, sin más, no<br />

implica pene y <strong>te</strong>stículos). 34 Pero la naturaleza no puede “ver con buenos<br />

ojos”, y, por tanto, no es natural, que esa gran cosa que son la amistad y<br />

el amor se confunda con la atracción genital. Si median de<strong>te</strong>rminadas<br />

circunstancias, es muy fácil, y humanamen<strong>te</strong> comprensible, que uno se<br />

desvíe y pase del psicológico amor al fisiológico sexo. Y esto ya no es<br />

natural o racional, ni siquiera entre hombre y mujer. Menos aún entre<br />

33 V. Ni Dios ni Darwin .<br />

34 La expresión “hacer el amor”, me parece una antiestética barbaridad lingüística. La cópula se puede llevar a cabo con mucho amor —como se puede ir al<br />

restauran<strong>te</strong> y al museo con mucho amor—, pero nada tiene de amor el museo en sí , ni el restauran<strong>te</strong> en sí, ni la cópula en sí .<br />

84


personas del mismo sexo. Ahí se ha producido una aberración: el hombre<br />

que no se sien<strong>te</strong> eróticamen<strong>te</strong> atraído por la mujer, y sí por el hombre, no<br />

es normal: es anómalo, como dice Desmond Morris. En el cerebro de ese<br />

hombre se ha establecido una “conexión eléctrica equivocada”.<br />

Ya que tanto hemos hablado de la homosexualidad, no resisto la <strong>te</strong>ntación<br />

de pro<strong>te</strong>star contra el uso que se está haciendo de la palabra<br />

“homofobia”. Me hace daño a la vista. Y al oído. Y, sobre todo, al<br />

“sentido de la lógica”. No soy lingüista ni filólogo, pero creo no<br />

equivocarme cuando aseguro que lingüísticamen<strong>te</strong> la palabra<br />

“homofobia” no debe <strong>te</strong>ner el significado que se le está dando.<br />

Homo en latín es “hombre” (“homo sapiens” = “hombre que sabe”; “ecce<br />

homo” = “he aquí al hombre”; etcé<strong>te</strong>ra). Homo en griego significa<br />

“igual”, y también “mismo” (homófono = “de sonido igual”; homogéneo<br />

= “del mismo género”; homónimo = “de igual nombre”; homosexual =<br />

“sexual del mismo sexo”; etcé<strong>te</strong>ra).<br />

Si tomamos como proceden<strong>te</strong> del latín el componen<strong>te</strong> homo, entonces<br />

homofobia significará “aversión al hombre” o “antropofobia”, es decir<br />

aversión a los hombres en general, he<strong>te</strong>rosexuales y homosexuales. Pero<br />

no significará de ninguna manera “aversión a la homosexualidad”: puede<br />

ocurrir (v.gr.) que una lesbiana rabiosamen<strong>te</strong> homosexual sienta rabiosa<br />

homofobia (si homo es latín).<br />

Si, por el contrario, hacemos derivar homo del griego, entonces<br />

homofobia significará “misma fobia” o “fobia a lo igual”, pero no podrá<br />

significar “fobia a la homosexualidad”. Sólo podrá sentir homofobia<br />

quien odie cosas iguales (o quien sienta odio a la mismidad). Por<br />

ejemplo, quien sienta homofobia tiene que sentir aversión u odio hacia<br />

las flores iguales, hacia las merluzas iguales, hacia los mellizos iguales,<br />

pero no sentirá ninguna aversión hacia los homosexuales. Yo puedo sentir<br />

incon<strong>te</strong>nible odio o fobia o aversión al homosexual, y no sentir<br />

absolutamen<strong>te</strong> ninguna homofobia. Y, al revés, puedo sentir feroz<br />

homofobia, a pesar de ser yo mismo rabiosamen<strong>te</strong> homosexual. Todo el<br />

mundo usa la palabra “homofobia” para designar fobia o aversión al<br />

homosexual. Y “homofobia” no es eso.<br />

Creo que en es<strong>te</strong> capítulo debo también decir algo sobre el feminismo.<br />

También son escasos en esta ma<strong>te</strong>ria mis conocimientos, pero nunca es<br />

delito dar una opinión. Voy a explicar por qué y en qué no tienen razón,<br />

a mi juicio, las feministas (ni los feministas). Ciertamen<strong>te</strong> razonable es el<br />

<strong>te</strong>són que ponen ellas en su lucha para la emancipación de la mujer; para<br />

la mejora de su situación jurídica y política; para su liberación sexual;<br />

para la reivindicación de sus derechos conculcados o no reconocidos;<br />

para, en general, mejorar la condición femenina. Pero la forma in<strong>te</strong>lectual<br />

en que llevan a veces la lucha no me gusta. Por irracional. Me causa la<br />

impresión de que la lucha llevada así no es más que un infantiloide juego<br />

de guerra, una infantiloide guerra de sexos. Y lo más grave es que luchan<br />

85


jaleadas por sexólogos-hombres-de-ciencia obligados a saber, y hacer<br />

saber, ciertas cosas que al parecer ignoran.<br />

Un reportaje periodístico sobre víctimas de la ma<strong>te</strong>rnidad en el Tercer<br />

Mundo, nos aportaba escalofrian<strong>te</strong>s datos. Por ejemplo:<br />

Mientras en Eritrea son 1000 muer<strong>te</strong>s por cada 100.000 partos en los<br />

que ni la madre ni el recién nacido sobreviven, en Suecia son 5 por<br />

cada 100.000.<br />

Pero se nos hacía el siguien<strong>te</strong> comentario: “es otra de las caras ocultas de<br />

la violencia contra las mujeres”. El comentario, erróneo, me parece una<br />

belicosa muestra de que, por encima de todo, la mujer feminista necesita<br />

criminalizar al macho, declararlo culpable, como si eso fuera lo<br />

importan<strong>te</strong>.<br />

En ese comentario implícitamen<strong>te</strong> se nos está diciendo que nuestro<br />

machismo es la causa de que sean pobres los países del Tercer Mundo. Y,<br />

al menos a mí, eso me da la impresión de que la “guerra de sexos”<br />

emprendida por el feminismo exacerbado acabará acusándonos de que<br />

nuestro machismo es también el culpable de las inundaciones de Bangla<br />

Desh y de los destrozos del Katrina en la ciudad de Nueva Orleans. Ese<br />

obsesivo afán de hacer la guerra al macho (por macho), no es conforme<br />

con la Razón, y tampoco es el medio más idóneo para resolver los<br />

problemas de felicidad (en general) de la mujer.<br />

El feminismo insis<strong>te</strong> sospechosamen<strong>te</strong> —y con apetito guerrero— en la<br />

idea de que hombre y mujer somos esencialmen<strong>te</strong> iguales: continuamen<strong>te</strong><br />

usa la equívoca expresión “igualdad de sexos”, que tanto se presta a la<br />

ambigüedad. Bien está que se hable de igualdad de las personas an<strong>te</strong> la<br />

ley porque son todas personas: hombres, mujeres, niños, niñas, ancianos,<br />

jóvenes, blancos, negros, fuer<strong>te</strong>s, débiles, in<strong>te</strong>ligen<strong>te</strong>s, necios... Lo que<br />

no tiene sentido es que hombre y mujer se consideren iguales an<strong>te</strong> la ley<br />

en razón de una supuesta igualdad de sexos.<br />

No son iguales el sexo masculino y el femenino, sino diametralmen<strong>te</strong><br />

opuestos. Lo son hasta el punto de que es imposible que las mujeres<br />

<strong>te</strong>ngan exactamen<strong>te</strong> los mismos derechos que los hombres. Voy a<br />

demostrarlo con un grosero ejemplo. Es grosero, pero vale como prueba.<br />

El hombre tiene derecho a introducir su pene en la vagina de una<br />

de<strong>te</strong>rminada mujer, pero ninguna mujer <strong>te</strong>ndrá nunca ese derecho. De<br />

modo análogo, la mujer en general nunca <strong>te</strong>ndrá el derecho de acceder a<br />

de<strong>te</strong>rminados empleos (por ejemplo, a puestos de trabajo donde sea<br />

necesario cierto mínimum de fuerza muscular). En cuyo caso, al negar a<br />

la mujer y conceder al hombre el acceso a ese empleo, el empresario no<br />

se lo niega por ser el sexo de ella distinto del hombre: se lo niega por la<br />

misma razón, exactamen<strong>te</strong>, por la que se lo niega también al hombre<br />

enclenque, y al anciano reumático.<br />

El feminismo continuamen<strong>te</strong> se queja de que, al menos en la práctica, la<br />

cultura patriarcal y la sociedad machista no reconocen la igualdad de<br />

86


sexos. Por ejemplo, porque “la tasa de paro de las mujeres duplica a la de<br />

los hombres”. Pero esto no es prueba de que la cultura sea patriarcal, y<br />

machista la sociedad. Sólo es prueba de que la estructura de la sociedad<br />

es irracional (in casu, y al menos en par<strong>te</strong>, porque la economía está<br />

basada en el derecho de propiedad). El feminismo descarga todo su afán<br />

belicoso criminalizando a la “cultura patriarcal y la sociedad machista”,<br />

cuando debería “culpar” únicamen<strong>te</strong> a la irracionalidad sustantiva de<br />

nuestra vida social, olvidándose de las “culpas” del macho.<br />

En la irracional economía capitalista, el empresario debe emplear a quien<br />

dé rendimiento mayor: si él ve, aunque esté equivocado, que la mujer no<br />

va a rendirle tanto como el hombre porque (v.gr.) le va a pedir bajas por<br />

ma<strong>te</strong>rnidad, preferirá contratar hombres. No por machismo, sino por<br />

lógica de sentido común. El feminismo que quiera tasas de empleo (para<br />

la mujer) iguales que para el hombre, no se las exija a la Política, a la<br />

Democracia, al Sindicato, al prepo<strong>te</strong>n<strong>te</strong> macho siempre “culpable”. No se<br />

las va a conceder ninguno de ellos, porque no puede concedérselas<br />

ninguno de ellos: el derecho de propiedad lo hace imposible. Eso lo<br />

conseguirá únicamen<strong>te</strong> en régimen de logocracia, cuando se haya creado<br />

la Sociedad de la Razón. Esta sí se las concederá. Sin pedirlo. Sin<br />

política. Sin democracia. Sin sindicato. Sin que sea necesario castigar al<br />

culpable macho.<br />

En un artículo de Gara, se quejaba también la “Técnica de Igualdad” Reina<br />

Ruiz Bobes (mejor dicho la señora “Técnico de Igualdad” Reina Ruiz<br />

Bobes). En su opinión, “los malos” no llevan a la práctica lo que han<br />

aceptado en <strong>te</strong>oría, porque son “malos”, es decir que no tienen voluntad<br />

política:<br />

...ni el ordenamiento jurídico encaminado a la igualdad de mujeres y<br />

hombres, ni los organismos creados al efecto, ni los recursos<br />

destinados, son suficien<strong>te</strong>s para conseguir una real y efectiva<br />

igualdad de mujeres y hombres. Y es que no nos engañemos: falta<br />

decisión política para mejorar y hacer efectivas las leyes en ma<strong>te</strong>ria<br />

de igualdad, y para... [...] obligar a todos los poderes públicos a<br />

remover aquellos obstáculos que estén impidiendo que la igualdad<br />

legal, ya conseguida, se traduzca en una cotidiana igualdad.<br />

Reina Ruiz estaba equivocada. Ella quería que se obligara a todos los<br />

poderes públicos a remover aquellos obstáculos que estén impidiendo la<br />

igualdad Pero no se dio cuenta de que esa remoción de obstáculos es<br />

imposible en la actual sociedad irracional. No es por falta de voluntad y<br />

decisión política por lo que los grandes problemas que atañen a la mujer<br />

quedan sin solución. Es porque la Política no puede resolverlos. No<br />

puede, porque el político debe operar necesariamen<strong>te</strong> en base a ciertos<br />

hechos inamovibles en la sociedad actual (como son, por ejemplo, el<br />

derecho de propiedad y el exceso de población). La impo<strong>te</strong>ncia del<br />

político no se manifiesta sólo an<strong>te</strong> el feminismo. Veamos otro ejemplo,<br />

aunque nada tiene que ver con el feminismo:<br />

Cinco días después de la publicación del artículo de Reina Ruiz, otro fue<br />

publicado en el mismo periódico por mi amiga Alizia Stürtze,<br />

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historiadora. Después de mostrarnos una larguísima e impresionan<strong>te</strong> lista<br />

de suplicios que la sociedad actual está obligada a soportar, <strong>te</strong>rminó su<br />

artículo diciendo que está claro contra qué y contra quién <strong>te</strong>nemos que<br />

unirnos para vencer (¡guerra, una vez más!). Tampoco Alicia se dio<br />

cuenta de que, por mucho que nos unamos, jamás podremos vencer<br />

luchando desde dentro de esta sociedad nuestra basada en la Democracia<br />

y la Política: o creamos otra sociedad verdaderamen<strong>te</strong> otra —es decir una<br />

Logocracia—, o nunca estaremos libres de los tales suplicios, por muy<br />

claro que esté contra qué y contra quién <strong>te</strong>nemos que unirnos para vencer.<br />

Me parece un error apelar continuamen<strong>te</strong> a la equívoca expresión<br />

“igualdad de sexos”. El sexólogo de marras llegó a escribir que,<br />

esencialmen<strong>te</strong>, ni siquiera en el sexo difieren del hombre las mujeres, ya<br />

que son portadoras de un clítoris que es el equivalen<strong>te</strong> biológico exacto<br />

del pene. Luminosa <strong>te</strong>oría, según la cual, un campo de amapolas y un<br />

hipopótamo son dos cosas iguales, pues los electrones de los átomos que<br />

in<strong>te</strong>gran la amapola y los de los que in<strong>te</strong>gran el hipopótamo son iguales.<br />

La verdadera gracia, sin embargo, estuvo en que poco después el mismo<br />

sexólogo escribía que (en comparación con los escritores masculinos)<br />

“las mujeres escritoras transmi<strong>te</strong>n en sus obras otra forma de mirar, un<br />

estilo diferen<strong>te</strong>, un lenguaje diferen<strong>te</strong>, una sensibilidad diferen<strong>te</strong>, una<br />

percepción del mundo diferen<strong>te</strong>. Diferen<strong>te</strong> en el sentido de ‘propia de una<br />

identidad diferen<strong>te</strong>’”.<br />

La obsesión de las —y de los— feministas por demostrar que hombre y<br />

mujer somos iguales, debe ser atribuida, supongo, a la errónea creencia<br />

de que el no ser iguales la mujer y el hombre significaría que ella es<br />

inferior a él. Errónea creencia, ya que se puede ser diferen<strong>te</strong>, sin ser<br />

inferior. Más todavía: se puede ser inferior... sin ser inferior. Yo soy,<br />

como levantador de piedras al hombro, algo inferior al conocido<br />

harrijasotzaile Mieltxo Saralegi, porque él ha levantado hasta 328 kilos<br />

de piedra al hombro, y yo tal vez no pueda levantar ni siquiera 32. Pero<br />

fren<strong>te</strong> a él no soy por eso “un ser inferior”.<br />

Además ¿qué importa ser inferior o ser superior? La obsesión de no ser<br />

inferior me parece una puerilidad. Creo recordar que el Dr. Marañón<br />

catalogaba a la mujer “estado in<strong>te</strong>rmedio” entre el hombre y el niño. Por<br />

tanto, como superior al niño e inferior al hombre. En efecto, la mujer está<br />

situada entre el hombre y el niño en fuerza muscular, en estatura, en<br />

agudeza vocal, en vellosidad, en <strong>te</strong>rsura de la piel, etcé<strong>te</strong>ra. ¿Y qué?<br />

¿Qué importa eso? Lo único que importa es que la mujer, sea o no sea<br />

inferior, viva feliz.<br />

Supongo que es imposible una rigurosa prueba científica de que la mujer<br />

es, en términos generales, in<strong>te</strong>lectualmen<strong>te</strong> inferior al hombre, a causa<br />

(por ejemplo) de que ciertas pasiones o aficiones o ape<strong>te</strong>ncias,<br />

inevitablemen<strong>te</strong>, restan biológica fuerza de a<strong>te</strong>nción a la po<strong>te</strong>ncialidad<br />

in<strong>te</strong>lectual. Personalmen<strong>te</strong>, mi intuición me dice que sí, que exis<strong>te</strong> alguna<br />

inferioridad. No creo que sea debido al sempi<strong>te</strong>rno tópico del “machismo<br />

y la cultura patriarcal” el hecho de que apenas haya en el mundo<br />

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femenino ma<strong>te</strong>máticos Gauss, ni compositores Mozart, ni filósofos<br />

Aristó<strong>te</strong>les, ni ajedrecistas Kaspárov, ni científicos Eins<strong>te</strong>in, ni<br />

inventores Edison... Intuyo que el hecho se debe a que la mujer es, en<br />

efecto, inferior al hombre por la razón que apuntaba aquel pseudochis<strong>te</strong><br />

que decía: “si el coche se detiene en ruta por avería, el hombre abrirá el<br />

capó para mirar el motor, y la mujer abrirá el bolso para mirarse en el<br />

espejo y retocar su maquillaje”.<br />

El feminismo yerra al empeñarse en que son iguales ambos sexos. ¿Por<br />

qué y para qué ese empeño? Si la mujer es inferior al hombre (en<br />

po<strong>te</strong>ncia in<strong>te</strong>lectual, en estatura, o en cualquier otro aspecto) ¿qué se<br />

gana con decir que no, y con hacer de la presunta igualdad estandar<strong>te</strong> de<br />

guerra? En la racional sociedad logocrática futura poco importará que la<br />

mujer sea inferior o superior al hombre. Importará tan sólo que sea, igual<br />

que el hombre, lo más feliz posible: por ese lado sí habrá igualdad de<br />

sexos, aunque fuese inferior la mujer.<br />

La feminista Tere Sáez no desperdició la ocasión de que se celebraba “el<br />

día del padre” (celebración que es otra estupidez de nuestra irracional<br />

sociedad). Publicó un artículo con es<strong>te</strong> “gracioso” título: “Si eres<br />

hombre, pón<strong>te</strong>los”. Voy a entresacar algunos fragmentos:<br />

No nos referimos en es<strong>te</strong> caso a los condones, hablamos de los<br />

guan<strong>te</strong>s de fregar, porque las tareas del hogar y el cuidado de las<br />

personas también son cosa de hombres. Es cosa de hombres cambiar<br />

pañales, preparar biberones y papillas, bañar a la abuela, pasear al<br />

abuelito, hacer la comida, limpiar el portal, planchar, limpiar el baño,<br />

hacer limpieza general...<br />

El artículo <strong>te</strong>rminaba así:<br />

Ven a coger el guan<strong>te</strong> para fregar y para apoyar la causa de la<br />

igualdad entre los sexos.<br />

Pues no. Yo no voy a “recoger el guan<strong>te</strong>” de la señora Sáez. Porque su<br />

desafío me parece una exhibición de belicismo infantil. El hombre no<br />

está obligado a cambiar pañales y bañar a la abuela, y hacer la comida, si<br />

no hay razones mejores que la de la inexis<strong>te</strong>n<strong>te</strong> “igualdad entre los<br />

sexos”. Al menos en principio, no es en absoluto racional —ni siquiera<br />

es ma<strong>te</strong>rialmen<strong>te</strong> posible— que siempre marido y mujer se repartan los<br />

trabajos por igual.<br />

Cuando era necesario matar bison<strong>te</strong>s y traerlos a la cueva para que el<br />

hombre y la mujer y la prole pudieran sobrevivir, era el hombre —pese a<br />

la “igualdad entre los sexos”— quien <strong>te</strong>nía que arreglárselas con el<br />

bison<strong>te</strong>, y la mujer quien <strong>te</strong>nía que arreglárselas con la prole y con la<br />

cazuela. Hoy, cuando ya no es necesario matar bison<strong>te</strong>s, pero sí cargar al<br />

hombro sacos de arena o troncos de árbol, tampoco podrán compartir<br />

marido y mujer todas las tareas. También puede ocurrir que deba el<br />

marido realizar un trabajo in<strong>te</strong>lectual importan<strong>te</strong> que no puede realizar la<br />

esposa (o viceversa), en cuyo caso también será imposible que ambos<br />

compartan las tareas todas.<br />

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Una lógica elemental exige que marido y mujer se repartan sus<br />

respectivas tareas de acuerdo con la aptitud de cada uno, y según las<br />

circunstancias. ¿Mi mujer sabe cocinar, y yo no? Entonces, no tiene<br />

sentido que yo prepare la comida. ¿Tengo suficien<strong>te</strong>s conocimientos y<br />

habilidad para arreglar los grifos de la bañera, y ella no los tiene?<br />

Entonces, lo lógico es que los arregle yo, no ella. Yo en conciencia me<br />

siento obligado a escribir cuanto an<strong>te</strong>s un libro que va a titularse <strong>Logos</strong><br />

avanza..., y que mi mujer no puede escribir: entonces, no debo perder ni<br />

un minuto limpiando pañales y bañando a la abuela. Lo lógico es eso.<br />

Como lógico es que el dueño de un ho<strong>te</strong>l no contra<strong>te</strong> hombres para “hacer<br />

las habitaciones”, y mujeres para descargar las viandas de la furgoneta.<br />

Ahí no entra el machismo.<br />

Otro día, en la sección de cartas al director, me encontré con un escrito<br />

que firmaban tres componen<strong>te</strong>s del Alderdi Feminista. Por aquellos días<br />

estaba en su apogeo la bárbara invasión anglo-americana de Irak, y el<br />

tono de la carta me sonó a clarín de guerra: parecía dar a en<strong>te</strong>nder que<br />

somos los hombres (por ser machos) la causa de todas esas barbaries, y<br />

que por eso deben ser las mujeres quienes traigan al mundo la paz y la<br />

felicidad:<br />

Estos últimos hechos [...], una vez más, definen con claridad esta<br />

cultura patriarcal, sexista, po<strong>te</strong>nciadora de unos valores<br />

“masculinos”...[...] El abuso de la fuerza, las imposiciones, [...] la<br />

atribución del poder de decisión de la comunidad humana, la<br />

búsqueda de soluciones por la violencia y las armas, la<br />

preponderancia masculina... son algunos de los rasgos de esta<br />

cultura. [...] ...y ahora a través de esta guerra, último eslabón de la<br />

locura patriarcal. Ha llegado la hora de que las mujeres nos pongamos<br />

en pie de paz.<br />

Al menos a mí, hablar así me parece que es ponerse en pie de guerra.<br />

Incluso me hace pensar si no será que el tópico de la “igualdad de sexos”<br />

es una velada reivindicación belicosa —e infantil— de la “superioridad<br />

del sexo femenino”. Yo no veo ninguna razón para que se atribuya a<br />

nuestra condición masculina la horripilan<strong>te</strong> historia de la humanidad.<br />

¿Están las feministas convencidas de que, si el “sexo débil” fuera el<br />

nuestro, y si hubieran <strong>te</strong>nido las mujeres desde el principio la fuerza y el<br />

poder, la Tierra hubiera sido un edén? ¿Tanta es la diferencia entre un ser<br />

humano masculino y un ser humano femenino? Si tanta es la diferencia<br />

¿dónde queda “la causa de la igualdad entre los sexos”?<br />

Donde me parece ver infantilismo femenino sin paliativos es en un<br />

curioso fenómeno social que se puso de moda, no hace mucho, y que yo<br />

llamo “la manía los/las”. La manía consis<strong>te</strong> en hacer explícita mención<br />

del femenino siempre que en el lenguaje exista una simultánea referencia<br />

al hombre y a la mujer. Por ejemplo, no se debe decir “los inquilinos de<br />

esta vivienda”, o “los ciudadanos de es<strong>te</strong> país”: hay que decir “los<br />

inquilinos y las inquilinas”, y “los ciudadanos y las ciudadanas”. Veo en<br />

ello una demanda de niño caprichoso/envidioso/egoísta: “¿qué es eso de<br />

no mencionarnos a nosotras?”<br />

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Quien por norma claudica an<strong>te</strong> “la manía los/las”, utiliza lenguaje<br />

gramaticalmen<strong>te</strong> incorrecto, porque abusa de un pleonasmo que, además<br />

de carecer del vigor lingüístico y de la gracia que debe <strong>te</strong>ner un<br />

pleonasmo, su obligada rei<strong>te</strong>ración deja en ridículo al maníaco usuario,<br />

ya que el uso exclusivo del masculino en el susodicho caso no implica<br />

machismo, ni lenguaje sexista, ni exclusión o discriminación o desprecio<br />

de la mujer.<br />

En ese uso exclusivo, lo que gramaticalmen<strong>te</strong> es masculino,<br />

semánticamen<strong>te</strong> no lo es. “Masculino” y “macho” no necesariamen<strong>te</strong> son<br />

sinónimos. “Libro” es masculino, pero no macho. No hay sexismo en la<br />

masculinidad de un libro. En la proposición “el hombre es animal<br />

racional”, el hombre no es lingüísticamen<strong>te</strong> macho. Cuando enunciamos<br />

la proposición “el hombre es animal racional”, no estamos negando que<br />

la mujer lo sea. La dinámica lingüística de esa proposición es igual que<br />

la de esta otra: “la oveja es el animal del que no pueden prescindir los<br />

pastores”. En esa frase, “oveja” no es hembra, ya que significa también<br />

“carnero”.<br />

Cuando a una feminista se le habla del chimpancé, del delfín, del tigre,<br />

etc., nunca pide que se le hable del chimpancé y de la chimpancesa, del<br />

delfín y de la delfina, del tigre y de la tigra... Entonces ¿por qué exige<br />

que, cuando se le habla del hombre, le hablemos del hombre y de la<br />

mujer? Si no por infantilismo ¿por qué se nos pide que, al hablar de los<br />

ciudadanos y de los inquilinos —en los que ya están incluidas las<br />

mujeres—, las mencionemos apar<strong>te</strong>? Aunque en un campeonato de perros<br />

de pastor participen indistintamen<strong>te</strong> machos y hembras, y aunque el<br />

ganador haya sido una hembra, a nadie se le ocurre decir que se ha<br />

celebrado un campeonato de perros y perras de pastor.<br />

Pre<strong>te</strong>nder que obligatoria y sis<strong>te</strong>máticamen<strong>te</strong> usemos el masculino y el<br />

femenino para referirnos a la especie humana, 35 es tan ridículo y tan<br />

li<strong>te</strong>rariamen<strong>te</strong> absurdo como pre<strong>te</strong>nder que obligatoria y<br />

sis<strong>te</strong>máticamen<strong>te</strong>, para referirse a las distintas especies, el zoólogo nos<br />

hable de los búfalos y las búfalas, de los cocodrilos y las cocodrilas, de<br />

las gacelas y los gacelos, de las jirafas y los jirafos, de las focas y los<br />

focos, etcé<strong>te</strong>ra.<br />

Hubo una <strong>te</strong>mporada en que nos dieron la tabarra con motivo de la<br />

“intolerable” tradicional denominación de la escuela de ingenieros,<br />

porque actualmen<strong>te</strong> acoge esta escuela chicos y chicas. Incluso nuestro<br />

sexólogo-hombre-de-ciencia Elberdin se creyó obligado a me<strong>te</strong>r baza:<br />

Todavía hay quienes no se en<strong>te</strong>ran de nada y piensan que vaya<br />

ton<strong>te</strong>ría es eso de los cambios de nombre [Escuela de Ingenieros]...<br />

...las alumnas siguen recibiendo —todavía hoy— cartas que empiezan<br />

con el “estimado alumno...”...Pero es que ellas no son “alumnos”...<br />

35 or ejemplo, o se podría hablar, del homo sapiens. Habría que especificar: homo mulierque sapien<strong>te</strong>s.<br />

P n Y el asesinato de mujeres no<br />

podría ser homicidio.<br />

91


La nueva realidad social tiene que <strong>te</strong>ner también su reflejo en un uso<br />

no sexista del lenguaje...<br />

Quien así habla es quien no se en<strong>te</strong>ra de nada, y quien hace uso sexista<br />

del lenguaje, porque lo correcto es justamen<strong>te</strong> lo contrario de lo que él<br />

hace. Debemos continuar enviando a las alumnas cartas que empiecen con<br />

el “estimado alumno”, porque uso sexista del lenguaje es precisamen<strong>te</strong> el<br />

decir “ellas no son alumnos”. Quien dice “ellas no son alumnos”, está<br />

haciendo la importan<strong>te</strong> adver<strong>te</strong>ncia de que no olvidemos que las alumnas<br />

llevan vagina debajo de la ropa in<strong>te</strong>rior. Y el sexista es quien hace<br />

adver<strong>te</strong>ncias de esa índole.<br />

Los devotos del feminismo ven lenguaje sexista donde no lo hay. Y donde<br />

lo hay no lo ven. Los franceses dicen tranquilamen<strong>te</strong> “la señora el<br />

profesor, mi hermana el profesor de piano, la señora el juez”. También<br />

los españoles deberían tranquilamen<strong>te</strong> decir “la señora doctor médico, la<br />

señora primer ministro, la eminen<strong>te</strong> músico, la famosa técnico”, y no “la<br />

doctora médica, la primera ministra, la eminen<strong>te</strong> música, la famosa<br />

técnica”. Nada tiene de sexista ni de machista ese lenguaje, donde el<br />

masculino es gramaticalmen<strong>te</strong> correcto. Además, tratándose de<br />

profesiones, impide que nazcan inoportunas anfibologías no deseadas:<br />

"los argumentos de la crítico no me han convencido”, “nuestra físico es<br />

un modelo de perfección didáctica”, “la actriz estuvo bien, pero la<br />

político me defraudó”...<br />

Esto lo sabía muy bien aquella puritana señora que trabajaba en un<br />

juzgado, y pro<strong>te</strong>staba con acritud cuando alguien la llamaba “secretaria”:<br />

¡Yo no soy la secretaria! ¡Soy el secretario judicial!<br />

Tenía razón porque, según los usos lingüísticos, y según la función que<br />

muy frecuen<strong>te</strong>men<strong>te</strong> desempeña la “secretaria del jefe” en la sociedad<br />

nuestra, necesitaba la puritana señora de marras dejar claro que ella no<br />

era “la secretaria del juez”.<br />

Mientras hacía la compra en el mercado, alguna vez me ha ocurrido que<br />

me detuve en un puesto habitualmen<strong>te</strong> frecuentado por mujeres, y en el<br />

que esperaban turno cinco o seis compradoras. En aquel momento, yo era<br />

allí el único varón. Poco después llegaba una señora, y, aunque ya había<br />

visto en el grupo un varón, preguntaba “¿quién es la última?” “Yo soy la<br />

última”, respondía yo, conscien<strong>te</strong> de haber hablado —en aquel<br />

con<strong>te</strong>xto— con toda corrección gramatical, conscien<strong>te</strong> de no haber hecho<br />

otra cosa que poner en práctica uno de los posibles juegos inocen<strong>te</strong>s,<br />

nada sexistas, de la dinámica in<strong>te</strong>rna del lenguaje.<br />

Los cas<strong>te</strong>llanoparlan<strong>te</strong>s parecen <strong>te</strong>ner, lingüísticamen<strong>te</strong>, una viciosa<br />

<strong>te</strong>ndencia a la masculinización de palabras que tienen forma femenina y<br />

se refieren a seres de sexo masculino, y a la feminización en caso<br />

contrario. He solido leer y oír (a personas cultas) la palabra “limícolo”,<br />

como si “limícola” fuera femenino. Es como hablar de un mono<br />

arborícolo, de un trabajador agrícolo, o de un experto piscícolo. Esa<br />

92


<strong>te</strong>ndencia incluso nos ha contagiado a los vascoparlan<strong>te</strong>s, que jamás<br />

habíamos usado adjetivos en femenino. Hoy de una chica decimos que es<br />

“neskatila potxola” o “moñoña” —en vez de “potxolo” y “moñoño”—<br />

sin percatarnos de que el error es el mismo que “neskatila gaizta, zintza,<br />

era”, en lugar de “neskatila gaizto, zintzo, ero”<br />

Yo creo que en español, al referirnos a una mujer —sobre todo cuando se<br />

tra<strong>te</strong> de profesiones u oficios o similares— no se deben feminizar las<br />

palabras cuya forma gramatical es masculina, ni masculinizar las de<br />

forma femenina. Creo que “fontanera, carpin<strong>te</strong>ra, sastra, presidenta,<br />

cancillera, jueza, abogada, fiscala, notaria, sargenta, parienta, clienta,<br />

etc., es tan incorrecto como “sonrienta, insustanciala, principala”... Como<br />

es incorrecto, referido a los machos, “comunisto, periodisto, modisto,<br />

artisto”... Por lo mismo que lo es decir que son gusanas las hembras de<br />

los gusanos, o que la hembra del cangrejo ermitaño es cangreja ermitaña,<br />

crustácea y decápoda.<br />

Que al referirnos a la especie humana se diga “hombre”, y no “mujer”, es<br />

cien por cien lógico. Sería absurdo que el zoólogo, para referirse a la<br />

especie humana, hablara de esta guisa: “entre las distintas especies de<br />

mamíferos, la mujer se distingue por su racionalidad”. O que Desmond<br />

Morris, cuando publicó su libro, lo hubiera titulado “La mona desnuda”.<br />

En la prehistoria, cuando el hombre convivía con la mujer y los hijos, y<br />

cuando para sobrevivir era necesario cazar bison<strong>te</strong>s, por designio de la<br />

naturaleza resultó ser obviamen<strong>te</strong> el hombre —no la mujer, sino el<br />

hombre— el director del grupo familiar, el jefe, el cabeza de familia: él<br />

era el forzudo, él <strong>te</strong>nía que salir de caza, él <strong>te</strong>nía que pro<strong>te</strong>ger a los suyos<br />

en caso de peligro, él no <strong>te</strong>nía que amamantar a los hijos, él <strong>te</strong>nía que<br />

estar libre de “obligaciones domésticas”, etcé<strong>te</strong>ra.<br />

Con esos an<strong>te</strong>ceden<strong>te</strong>s, ya se comprende que después haya sido siempre<br />

el varón el elegido por el sentido común, a todos los efectos, como<br />

representan<strong>te</strong> de la familia, de la tribu, de la especie; y que no lo haya<br />

sido la mujer, ni la niña, ni el niño. Y quien utiliza entonces el sustantivo<br />

“hombre”, para designar simultáneamen<strong>te</strong> al hombre y a la mujer y a los<br />

niños, no utiliza lenguaje sexista.<br />

Cuando yo me dirijo a ti, lector, no me dirijo únicamen<strong>te</strong> a lectores<br />

machos. También contigo, lectora, estoy hablando cuando <strong>te</strong> llamo<br />

“lector”: no hagas caso de la feminista “manía los/las”. Cuando viajo en<br />

autobús de transpor<strong>te</strong> urbano conducido por mujer, y junto a ella leo<br />

“prohibido hablar con el conductor”, no se me está diciendo que <strong>te</strong>ngo<br />

permiso para hablar con la conductora, pero no con el conductor, ya que<br />

in casu no hay macho ni hay hembra en la palabra “conductor”: ahí el<br />

sexismo está ausen<strong>te</strong>. En los tickets de venta de una comercian<strong>te</strong> amiga<br />

mía, puede leerse claramen<strong>te</strong> “Vendedor: Gema”. Y los clien<strong>te</strong>s que la<br />

conocemos, bien sabemos que en esa tienda nada tiene de macho el<br />

“vendedor Gema”. En las estaciones de ferrocarril antiguamen<strong>te</strong> solía<br />

gritarse “¡viajeros, al tren!”, y no era necesario el pleonasmo “viajeros y<br />

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viajeras”, porque también subían las viajeras al oír el grito. “Romeo y<br />

Julieta enamorados” no quiere decir que Romeo y Julieta fueron varones<br />

homosexuales, por muy masculino que sea el participio “enamorados”.<br />

Cuando se exclamaba en la boda “¡vivan los novios!”, no se quería decir<br />

“¡mueran las novias!”. Etcé<strong>te</strong>ra, etcé<strong>te</strong>ra, etcé<strong>te</strong>ra.<br />

Tan sólo en casos muy excepcionales podrá con sensa<strong>te</strong>z y corrección<br />

gramatical hacerse la distinción “los-las”. Por ejemplo, si tuviéramos que<br />

pronunciar la siguien<strong>te</strong> frase en la que no se quiere excluir a la mujer, y<br />

usando “los” la excluiríamos forzosamen<strong>te</strong>: “En es<strong>te</strong> pícaro mundo, sólo<br />

saldrán adelan<strong>te</strong> los guapos y las guapas que acier<strong>te</strong>n a maquillarse con<br />

ar<strong>te</strong> y con gracia y con estilo”.<br />

Por no darse cuenta de que el masculino gramatical rara vez significa<br />

“macho”, los escritores obsesionados por enjabonar a las feministas,<br />

llegan a come<strong>te</strong>r burdos errores gramaticales. Por ejemplo, yo he leído un<br />

editorial que empezaba así: “Finalmen<strong>te</strong> quedaron en libertad las cinco<br />

ciudadanas y ciudadanos vascos de<strong>te</strong>nidos el pasado miércoles por la<br />

Guardia Civil...” ¿Es que es<strong>te</strong> editorialista no veía que las ciudadanos<br />

vascos no pueden ser de<strong>te</strong>nidos, ni siquiera por la Guardia Civil? Y no es<br />

un escritor único el que incide en esa misma falta: con decir “los niños y<br />

niñas”, “los hombres y mujeres”, “los obreros y obreras”, etc.,<br />

gramaticalmen<strong>te</strong> se está diciendo “los niños y los niñas”, “los hombres y<br />

los mujeres”, “los obreros y los obreras”)<br />

Además de ilógica y de fea, es inviable en la práctica —y difícilmen<strong>te</strong><br />

soportable, si todos estamos obligados a ella— esa mención simultánea<br />

del masculino y del femenino. Habría que repetir tantas veces la fórmula<br />

“los/las”, que resultaría realmen<strong>te</strong> enfadosa y aburrida. Los partidarios de<br />

la fórmula ya lo saben, y quieren remediar el mal, pero no encuentran<br />

solución satisfactoria.<br />

Por ejemplo, como remedio se ha echado mano de la famosa “arroba” @,<br />

que así resulta ser una estrambótica inserción en la grafía de los escritos.<br />

Pero la aburrida repetición seguirá siendo inevitable cuando hayan de<br />

leerse los escritos en voz alta. Imagínese que tuviéramos que leer en<br />

público el <strong>te</strong>xto siguien<strong>te</strong>, plagado de antiestéticas “arrobas” @:<br />

L@s alumn@s educad@s y formad@s por educador@s, profesor@s,<br />

maestr@s —tod@s ell@s debidamen<strong>te</strong> preparad@s para su cometido—,<br />

están muy satisfech@s, muy con<strong>te</strong>nt@s, muy agradecid@s, porque se<br />

consideran a sí mism@s afortunad@s. Tod@s ell@s pueden ahora<br />

acceder a empleos tales como el de pasant@, gerent@, bomber@,<br />

conserj@, cab@, sargent@, músic@, modist@, linotipist@...<br />

En voz alta hay que leerlo necesariamen<strong>te</strong> así:<br />

Los las alumnos alumnas educados educadas y formados formadas<br />

por educadores educadoras, profesores profesoras, maestros<br />

maestras —todos todas ellos ellas debidamen<strong>te</strong> preparados<br />

preparadas para su cometido—, están muy satisfechos satisfechas,<br />

muy con<strong>te</strong>ntos con<strong>te</strong>ntas, muy agradecidos agradecidas, porque se<br />

consideran a sí mismos mismas afortunados afortunadas. Todos todas<br />

94


ellos ellas pueden ahora acceder a empleos tales como el de pasan<strong>te</strong><br />

pasanta, geren<strong>te</strong> gerenta, bombero bombera, conserje conserja, cabo<br />

caba, sargento sargenta, músico música, modisto modista, linotipisto<br />

linotipista...<br />

La prueba de que ese lenguaje no es utilizable en la práctica, se obtiene<br />

de varios modos.<br />

Cuando veo que un gatito y una gatita juegan, digo que “estoy<br />

observándolos”. Utilizo sólo el masculino, a pesar de que nada tiene de<br />

masculino la gatita. No veo que sea posible decirlo de otra manera, salvo<br />

que se incurra en alguna patochada extravagan<strong>te</strong>.<br />

Quien dijo “ama al prójimo como a ti mismo”, y no dijo “ama al prójimo<br />

y a la prójima”, no por eso demostró ser sexista ni homosexual. Ni quien<br />

dijo “amaos los unos a los otros”: lo incorrecto en es<strong>te</strong> caso, y hasta lo<br />

ridículo, sería decir “amaos los unos y las unas a los otros y las otras.<br />

“Los últimos serán los primeros” no quiere decir que las últimas no serán<br />

las primeras. Los “maníacos los/las”, an<strong>te</strong>s de subir al pupitre a<br />

enseñarnos cómo debemos hablar quienes no somos maníacos, deberían<br />

primero aprender ellos el idioma español, y saber por qué también a las<br />

“maníacas” estoy llamando “maníacos” en es<strong>te</strong> párrafo.<br />

Si debo dirigirme simultáneamen<strong>te</strong> a dos niños o a dos jóvenes de sexo<br />

diferen<strong>te</strong>, a marido y mujer, a jefe y secretaria, etc., <strong>te</strong>ngo que decir<br />

necesariamen<strong>te</strong> “vosotros”, o “los dos”. No me es posible decir<br />

“vosotras”, o “las dos” a una pareja compuesta de macho y hembra. Y<br />

esto no sucede así porque se tra<strong>te</strong> de in<strong>te</strong>rlocución con segunda persona.<br />

Lo mismo vale en los casos de primera o <strong>te</strong>rcera persona. Por ejemplo,<br />

<strong>te</strong>nemos que decir necesariamen<strong>te</strong> “en mi familia somos dos hermanos (o<br />

cinco hermanos), aunque haya hermanas en ella. Tanto es así que, si hay<br />

que dar a en<strong>te</strong>nder que no hay hermanas, por fuerza <strong>te</strong>ndremos que<br />

especificar “somos varones los cinco hermanos”, palpable prueba de que<br />

“hermano”, semánticamen<strong>te</strong>, no es varón. Y de que ahí, por tanto no hay<br />

lenguaje sexista.<br />

Con objeto de “evitar el androcentrismo”, hasta se han escrito libros con<br />

carác<strong>te</strong>r de “protocolo para una utilización no sexista del lenguaje”. El<br />

tal protocolo destruye no pocos valores lingüísticos. Nos exige sustituir<br />

“empresario” por “empresa”, “conductor” por “quien conduce”, “los<br />

empleados” por “quienes trabajan”. Tampoco se nos permi<strong>te</strong> decir<br />

“todos”: <strong>te</strong>nemos que decir “todo el mundo”. No he leído el protocolo,<br />

pero supongo nos prohíbe también usar expresiones tales como “nadie<br />

está obligado”, pues no suena bien decir “nadie está obligada”...<br />

La febril ansia de evitar con estos tiquismiquis el androcentrismo parece<br />

más bien infantil ansia de imponer el ginecocentrismo. Las feministas<br />

debieran olvidarse de tales puerilidades, y ocuparse en otros problemas<br />

(que los tienen, y bien graves). Por ejemplo, el de las agresiones que<br />

sufre la mujer con harta frecuencia, tales como el maltrato doméstico y la<br />

violación. Pero también estos problemas deben atacarse con cabeza, y no<br />

95


con el belicoso espíritu de la “infantiloide guerra de sexos”. Atacarlos<br />

con cabeza significa investigar a fondo el porqué de las agresiones. Digo<br />

“investigar a fondo”, porque algunas feministas, e incluso algún sexólogo<br />

feminista varón, creen haberlo dicho todo con atribuir las agresiones al<br />

machismo y a la “maldad” del hombre, creando así un nuevo fren<strong>te</strong> de la<br />

guerra de sexos.<br />

El primer hecho a no perder de vista nunca —no sólo a saberlo, sino a no<br />

perderlo de vista— es que los malos tratos en el hogar son, por lo pronto,<br />

consecuencia de que el hombre supera a la mujer en fuerza muscular<br />

(pese a la “igualdad de sexos”). Iniciada una fuer<strong>te</strong> reyerta entre dos<br />

personas cualesquiera, hay probabilidades de que degenere en violencia.<br />

Pero la violencia en el hogar no acabaría como tantas veces acaba —aun<br />

cuando fuese machista el hombre que participa en la reyerta—, si la<br />

fortaleza física de la mujer fuese pareja o superior a la de él (de hecho se<br />

dan casos de violencia física ejercida por la mujer contra el hombre). Y,<br />

a la inversa, estando ella en inferioridad física, la fuer<strong>te</strong> reyerta<br />

probablemen<strong>te</strong> acabará como tantas veces acaba, aunque nada <strong>te</strong>nga de<br />

machista el hombre implicado.<br />

En la colonia de gatos del pseudo-jardín que rodea nuestra casa, nunca he<br />

visto macho alguno que agrediera a hembra. En cambio, me ha tocado ver<br />

macho que inoportunamen<strong>te</strong> iba acercándose a la hembra, y ponía pies en<br />

polvorosa, atacado y perseguido por ella, que <strong>te</strong>nía fuerza y armamento<br />

suficien<strong>te</strong> para repeler cualquier posible agresión del macho.<br />

Como se explicará en páginas ul<strong>te</strong>riores, las innumerables disensiones y<br />

reyertas que en los hogares de la especie homo se originan,<br />

principalmen<strong>te</strong> son debidas a que nuestra irracional organización social<br />

reconoce la exis<strong>te</strong>ncia del irracional “derecho de propiedad”, y a que<br />

nuestra irracional organización social mantiene la irracional institución<br />

denominada “matrimonio”. Se deben también a la calamitosa educación<br />

sexual que recibimos vía li<strong>te</strong>ratura, cine, <strong>te</strong>levisión, espectáculos<br />

eróticos, pornografía, errónea supervaloración que de mil maneras nos<br />

hacen del placer sexual, etcé<strong>te</strong>ra: nadie nos da una racional educación<br />

sexual.<br />

No necesariamen<strong>te</strong> se deben, pues, al machismo los malos tratos y las<br />

violaciones. Por mucho que se in<strong>te</strong>nsifique la “guerra de sexos”, y se<br />

lancen diatribas contra el “malvado machista”, la mujer continuará<br />

sufriendo maltrato, mientras no cambie esta decrépita sociedad irracional<br />

en la que vivimos.<br />

La red cobija cuatro millones de webs de “porno” infantil.<br />

Aneswad denunció ayer que la explotación sexual infantil afecta a<br />

miles de niños en todo el mundo, algunos de los cuales son violados<br />

an<strong>te</strong>s de los ocho años. En el mundo exis<strong>te</strong>n más de cuatro millones<br />

de zonas de in<strong>te</strong>rnet que contienen ma<strong>te</strong>rial de sexo con menores. La<br />

red “ha supuesto un auténtico ‘boom’ para la pornografía infantil”,<br />

señala.<br />

96


En cuanto a la violación, me abs<strong>te</strong>ngo de enumerar aquí el cúmulo de<br />

necedades que ha propalado el feminismo para satisfacer el morbo de<br />

quienes a todo trance necesitan localizar al “culpable”, y castigarlo, en<br />

lugar de inquirir cuál es la verdadera causa de que la violación se haya<br />

consumado.<br />

No voy a negar que el machismo sea la causa de algunas violaciones.<br />

Pero la principal es la permanen<strong>te</strong> necesidad patológica de sexo —la<br />

sexadicción— que heredamos de nuestros an<strong>te</strong>pasados. El violador de una<br />

niña (¡o de un niño!) de ocho años no busca satisfacer su machismo.<br />

Quien viola a una mujer, y luego la asesina y la entierra, no lo hace para<br />

demostrar a la víctima, ni a sí mismo, que es un macho prepo<strong>te</strong>n<strong>te</strong>.<br />

Un hombre en Hendaia, el año 2004, valiéndose de cables eléctricos,<br />

estranguló a su mujer y a su hija (niña de cinco años de edad). Era un<br />

hombre modélico, según relataron gen<strong>te</strong>s que lo conocían. El diario Gara<br />

dedicó al crimen todo un editorial, para sus<strong>te</strong>ntar la <strong>te</strong>sis de que esa<br />

“violencia sexista” es consecuencia de una cultura y un sis<strong>te</strong>ma<br />

patriarcal. En mi opinión, es gravemen<strong>te</strong> errónea la <strong>te</strong>sis. El editorialista<br />

la refrendaba, tajan<strong>te</strong>, con la siguien<strong>te</strong> afirmación:<br />

No en<strong>te</strong>nder es<strong>te</strong> hecho lleva a no en<strong>te</strong>nder estas muer<strong>te</strong>s, y por ello,<br />

a no ser capaces de encontrar las fórmulas que pongan fin a la<br />

violencia de género.<br />

Yo creo todo lo contrario. Precisamen<strong>te</strong> el no en<strong>te</strong>nder que no hay<br />

“violencia de género” en es<strong>te</strong> hecho, es lo que lleva a no en<strong>te</strong>nder estas<br />

muer<strong>te</strong>s, y por ello, a no ser capaces de encontrar las fórmulas que<br />

pongan fin a la violencia doméstica. Nadie estrangula con un cable a su<br />

propia hija de cinco años de edad, por sexismo o por machismo: podrá<br />

<strong>te</strong>ner mil otros motivos, pero no ése.<br />

Michel Fourniret, de<strong>te</strong>nido hace un año tras el secuestro frustrado de<br />

una niña, ha confesado nueve muer<strong>te</strong>s, de ellas sie<strong>te</strong> de niñas o<br />

jóvenes, con violaciones —dijo a los investigadores que “cazaba a<br />

vírgenes”—, entre 1987 y 2001, en el Estado francés y Bélgica.<br />

Yo ahí no veo machismo ni sexismo, sino, simplemen<strong>te</strong>, la monstruosa<br />

degeneración física, biológica, a la que ha llegado la especie humana por<br />

la obsesiva y continua repetición frenética del goce sexual.<br />

Ingenuamen<strong>te</strong> el feminismo cree que resolverá el problema de las<br />

violaciones cuando haya ganado la “guerra de sexos”. Garrafal error, que<br />

ha hecho come<strong>te</strong>r imprudencias graves (por ejemplo, dirigirse a las<br />

posibles víctimas de una violación, y aconsejarles que afron<strong>te</strong>n con<br />

valentía el peligro de “andar sola y de noche”.<br />

La Plataforma Feminista de Bizkaia ha expresado an<strong>te</strong> los medios de<br />

comunicación la importancia de desechar alusiones a la peligrosidad<br />

de que las jóvenes anden solas y de noche, sustituyéndolas por<br />

llamadas de ánimo para que las mujeres no cedan en las conquistas<br />

logradas y en los espacios ganados.<br />

¿Cuántas familias no van a permitir a sus hijas que salgan de noche?<br />

¿Por qué se les va a impedir actuar con normalidad? La calle y la<br />

97


noche también son de las mujeres. ¡No vamos a quedarnos en casa!<br />

¡Tenemos derecho a circular libremen<strong>te</strong>!<br />

No necesitamos novios, maridos, guardaespaldas, guardas de<br />

seguridad...<br />

Esa Plataforma Feminista cometió, repito, un grave error, porque prefirió<br />

la horrible desgracia de que una mujer sea violada y asesinada, a la<br />

minúscula desgracia de que no pueda gozar los placeres que acaso le<br />

depare la salida nocturna. Aconsejar a las mujeres que no adop<strong>te</strong>n<br />

precauciones y que afron<strong>te</strong>n el riesgo de morir asesinadas porque tienen<br />

derecho a circular libremen<strong>te</strong> por la noche, es inaudito e increíble y hasta<br />

criminal. Decir “no necesitamos novios, maridos, guardaespaldas,<br />

guardas de seguridad” me parece pura arrogancia nacida de un infantil<br />

prurito: ¡el de la igualdad entre sexos! ¿O el de la superioridad del<br />

femenino? Porque también los hombres tienen derecho a circular<br />

libremen<strong>te</strong> y, sin embargo, muchos llevan guardaespaldas, y no sólo de<br />

noche.<br />

Siempre con la misma obsesión de “culpar al machista”, el feminismo<br />

llama impropia y pedan<strong>te</strong>men<strong>te</strong> “violencia de género” a lo que es una<br />

violencia como otra cualquiera, que nada tiene de “género”. Que la<br />

víctima sea mujer no al<strong>te</strong>ra el carác<strong>te</strong>r de la violencia. En la violencia<br />

doméstica, a veces la víctima (incluso mortal) es el marido. O el abuelo.<br />

O el bebé. Esos cuatro mil niños que mueren anualmen<strong>te</strong> por maltrato<br />

familiar ¿también son violencia de género? Que la víctima<br />

ordinariamen<strong>te</strong> sea mujer, no es prueba de que la violencia sea “de<br />

género”, y de que la causa haya sido “el machismo y la cultura<br />

patriarcal”. Ni el hecho de que la violencia nazca específicamen<strong>te</strong> por<br />

motivos de sexo es prueba de violencia “sexista” (en el sentido de<br />

“machista”): se puede sentir atracción sexual tan in<strong>te</strong>nsa hacia una mujer,<br />

que el desaire resul<strong>te</strong> insoportable, y motive un crimen; y ahí no hay<br />

rastro alguno de machismo. Es muy poco in<strong>te</strong>ligen<strong>te</strong> conformarse con<br />

reduccionismos tan simplistas cuando se trata de explicar hechos tan<br />

complejos como los que pueden darse en el ser humano, y precisamen<strong>te</strong><br />

en ma<strong>te</strong>ria de sexo.<br />

Con cierta frecuencia ocurre que se da muer<strong>te</strong> a sí mismo el hombre que<br />

acaba de dar muer<strong>te</strong> a su pareja. Yo no puedo imaginar que en es<strong>te</strong> caso<br />

el crimen se haya cometido por machismo. Algo muy trágico ha <strong>te</strong>nido<br />

que sentir ese hombre para haber asesinado a su consor<strong>te</strong>. Algo trágico,<br />

infinitamen<strong>te</strong> más fuer<strong>te</strong> que esa niñería denominada “machismo”. Sin<br />

embargo, también organizan las feministas en tales casos el habitual<br />

belicoso alboroto contra la “cultura patriarcal”.<br />

El 17 de octubre del 2005 apareció muerta en Bakio (Bizkaia), con signos<br />

de violencia, una joven de 26 años de edad. Por sospechoso, fue de<strong>te</strong>nido<br />

su ex-novio. Si la víctima hubiera sido un anónimo pordiosero, las<br />

feministas no se hubieran inmutado: aquello hubiera sido simplemen<strong>te</strong> un<br />

crimen más, noticia de todos los días. Pero la víctima era una mujer<br />

joven y, sin saberse nada en absoluto sobre los móviles del crimen, todo<br />

98


el mundo se lanzó a pro<strong>te</strong>star airadamen<strong>te</strong> contra “esta sociedad<br />

machista”.<br />

Es<strong>te</strong> tipo de actos no puede quedar impune. Hay que encontrar al<br />

culpable y hacer justicia, No hay derecho a que una chavala de 26<br />

años pierda la vida de esta forma.<br />

La Plataforma de Mujeres de Euskal Herria muestra su hartazgo an<strong>te</strong> la<br />

violencia sexista.<br />

Los agresores son producto de la cultura y educación que estamos<br />

recibiendo, que son fruto de la sociedad patriarcal.<br />

El ayuntamiento de Barrica también condenó y rechazó en sesión<br />

plenaria la muer<strong>te</strong> de Aintzane, calificándola de “infame y execrable”.<br />

Al mismo tiempo, denunciaron con igual rotundidad todos y cada uno<br />

de los actos de violencia de género que día a día vienen sufriendo las<br />

mujeres...<br />

La Mesa del Parlamento de Gas<strong>te</strong>iz condenó ayer la muer<strong>te</strong> de<br />

Aintzane Garai, y pidió a la sociedad que man<strong>te</strong>nga una posición<br />

activa de denuncia de la violencia ejercida contra las mujeres.<br />

No me creo que una joven de 26 años pueda perder la vida de esta<br />

forma. No es justo.<br />

Como ejemplo de “aguerrido guerrero”, obstinado en la criminalización<br />

del e<strong>te</strong>rno enemigo macho, podríamos poner a la periodista gallega Ana<br />

Belén Puñal Rama, “experta en género y medios de comunicación”.<br />

No hay crímenes pasionales. Nadie mata por amor. Lo que hay detrás<br />

es una situación de poder. Es importan<strong>te</strong> dejarlo claro.<br />

Lo que están haciendo mal [los medios de comunicación] es que siguen<br />

tratando la violencia contra las mujeres como un suceso, y no es un<br />

suceso, es una problemática social muy grave, y en cuanto a<br />

problemática social hay que ir a las causas que la de<strong>te</strong>rminan [a las<br />

causas que señale el feminismo beligeran<strong>te</strong>, no a las investigadas por la ciencia<br />

objetiva], a su con<strong>te</strong>xto, hay que hacer un tratamiento especializado.<br />

Lo importan<strong>te</strong> es profundizar en la denuncia de la violencia contra las<br />

mujeres [no importa el problema general de la violencia en irracional sociedad:<br />

lo que importa son las mujeres en cuanto tales; no importa que mueran todos los<br />

años cuatro mil niños maltratados; la pancarta y la ruidosa manifestación es<br />

únicamen<strong>te</strong> para gritar “¡no más violencia contra la mujer (y an<strong>te</strong>s de saberse<br />

cuál ha sido en concreto la causa de la violencia)!]<br />

Veamos cómo piensan representan<strong>te</strong>s de otras entidades feministas. Por<br />

ejemplo, Rosa Iriar<strong>te</strong> e Izaskun Guarrotxena, de Euskal Herriko Bilgune<br />

Feminista:<br />

Una de las conclusiones a la que llegamos cuando hablamos y<br />

debatimos sobre la violencia estructural contra las mujeres, es ésta,<br />

así de simple: no hay voluntad política para erradicar la violencia<br />

sexista.<br />

Esta decisión tomada por el Parlamento de Gas<strong>te</strong>iz puede suponer un<br />

paso. Pero será un paso práctico contra la violencia sexista siempre y<br />

cuando esta puesta en escena sea para dar pasos efectivos. Pasos que<br />

erradiquen la violencia contra las mujeres.<br />

Si realmen<strong>te</strong> las instituciones quieren que esto se dé, habrá que<br />

empezar por desmentir las mentiras que día a día nos venden y nos<br />

hacen creer. Primero, que desmientan que estamos en una sociedad<br />

democrática donde, entre otros, está el conflicto del sis<strong>te</strong>ma sexogénero.<br />

Estamos en una sociedad patriarcal, donde las relaciones<br />

entre sexos son relaciones de poder, relaciones jerárquicas.<br />

Cabe recordar que a día de hoy en Euskal Herria no hay medidas ni<br />

mecanismos efectivos para acabar con la violencia sexista, porque los<br />

poderes institucionales y fácticos que “dirigen” nuestro pueblo no<br />

tienen in<strong>te</strong>rés ni voluntad política para erradicar la violencia sexista.<br />

99


Suena a demagogia ese discurso. No hay en nuestro país medidas ni<br />

mecanismos efectivos para acabar con la violencia sexista. ¿Es que los<br />

hay en otros países? Ningún político puede —no es que no quiera, es que<br />

no puede— erradicar la impropiamen<strong>te</strong> llamada “violencia sexista”, que<br />

subsistirá en tanto subsista la sociedad actual con su economía capitalista<br />

y sus derechos de propiedad, con sus absurdas “instituciones matrimonio<br />

y pareja de hecho”, con su perniciosa libertad de expresión —en el cine,<br />

en la li<strong>te</strong>ratura, en in<strong>te</strong>rnet—, con su gravísima carencia de un racional<br />

sis<strong>te</strong>ma educativo de la niñez y de la juventud. Se equivocan las (y los)<br />

feministas de medio a medio, si creen que van a resolver la problemática<br />

social femenina sólo con hacer la guerra al malvado sexo contrario.<br />

La infantiloide guerra de sexos declarada por el feminismo puede llevar a<br />

cualquier disla<strong>te</strong>. Una joven y linda periodista, llamada Iratxe Fresneda<br />

—implícita e involuntaria e inconscien<strong>te</strong>men<strong>te</strong>, eso sí—, una vez en su<br />

columna habitual me acusó de haber dicho yo una sandez, sólo porque<br />

digo que Jean Grenet, alcalde de Baiona, tuvo toda la razón cuando<br />

afirmó “que la chica que va en tanga y con el pecho al aire por las calles<br />

a las tres de la mañana tiene más riesgos de ser violada”. Se lo voy a<br />

repetir para que no <strong>te</strong>nga dudas, a ver si todavía insis<strong>te</strong> en que Gametxo,<br />

dándoselas de fanático aman<strong>te</strong> de la Razón, está profiriendo una sandez:<br />

“Querida Iratxe, la chica que va en tanga y con el pecho al aire por las<br />

calles a las tres de la mañana tiene más riesgos de ser violada. Te lo digo<br />

yo” ¿Cómo se puede negar una cosa más eviden<strong>te</strong> que el más eviden<strong>te</strong><br />

axioma? ¿Llegando incluso a la insurrección en masa de las feministas<br />

contra el alcalde, porque el alcalde había hecho esa afirmación más<br />

eviden<strong>te</strong> que el más eviden<strong>te</strong> axioma?<br />

La verdadera causa de las violaciones, del acoso sexual, de la<br />

pedan<strong>te</strong>men<strong>te</strong> llamada “violencia de género”, de la violencia machista, no<br />

es el machismo ni la cultura patriarcal. Es nuestra galopan<strong>te</strong> drogadicción<br />

sexual (patológica, por supuesto), de la que no somos —ni siquiera lo son<br />

los sexólogos— plenamen<strong>te</strong> conscien<strong>te</strong>s. Voy a hablar claro.<br />

Estaba yo un día viendo en el <strong>te</strong>levisor un documental. Hace ya mucho<br />

tiempo, y sólo recuerdo una breve escena. Ronzal en mano, el criador<br />

conducía a lo largo del pasillo del establo, pausadamen<strong>te</strong>, un caballo<br />

percherón. Los caballos no piensan, y aquél tampoco pensaba. No sabía<br />

por qué ni para qué ni a dónde lo llevaban: caminaba, pues, tranquilo y<br />

cachazudo. Al poco rato se detuvo el criador junto a una de las yeguas<br />

estabuladas en fila. Un instan<strong>te</strong> después, la cabeza del caballo hizo un<br />

ligero movimiento brusco de excitación. En un santiamén se le irguió la<br />

verga, y rápidamen<strong>te</strong> montó a la yegua. ¿Por qué sólo se produjo el<br />

repentino fenómeno al llegar el percherón junto a esta yegua, cuando<br />

nada había ocurrido al pasar junto a las otras? Porque, estando en celo<br />

ésta, emitía sustancias químicas llamadas “feromonas”, que el percherón<br />

captó al aproximarse, y provocaron en él aquella fulminan<strong>te</strong> reacción<br />

fisiológica.<br />

100


En el Paraíso Terrenal, cuando todavía no habían degustado la manzana<br />

—es decir que todavía no habían contraído la <strong>te</strong>mpestuosa “drogadicción<br />

del sexo”— nuestros an<strong>te</strong>pasados funcionaban exactamen<strong>te</strong> lo mismo que<br />

el percherón y la yegua del establo. Como todos los demás animales de la<br />

escala zoológica, sólo copulaban cuando el acto de copular es lógico y,<br />

por tanto, racional o natural. Es decir que sólo copulaban cuando,<br />

adquirida o readquirida la aptitud reproductiva, la mujer entraba en celo,<br />

y emitía las específicas feromonas correspondien<strong>te</strong>s. Al igual que las<br />

vergas de todos los mamíferos en estado natural, sólo se erigía la verga<br />

del hombre cuando la mujer era receptiva por haberse iniciado el ciclo de<br />

la reproducción. Hasta ese momento el hombre no sentía absolutamen<strong>te</strong><br />

ningún deseo ni atracción hacia la mujer más hermosa, aunque estuviese<br />

codo a codo con ella duran<strong>te</strong> horas y días y meses.<br />

La máquina ALPHA hizo que el hombre tuviera consciencia del placer<br />

que da el acto de la cópula. En consecuencia, se repitió el acto<br />

deliberadamen<strong>te</strong>, mucho más de lo que se hubiera repetido siguiendo las<br />

antiguas pautas naturales de comportamiento. Con el tiempo, ese<br />

repetitivo plus fue incrementándose más y más y más... Tanto se<br />

incrementó, que el pene del hombre acabó por no necesitar —para su<br />

rápida erección— que llegaran los días fértiles de la mujer. Hoy, para<br />

erguirse, le basta a nuestro pene la mera imagen (visual, acústica, táctil,<br />

u otra cualquiera, incluso fantasiosa) de la mujer, mera imagen que le<br />

produce el mismo efecto que antaño las feromonas.<br />

En la época en que fue primer ministro Margaret Thatcher, apareció en la<br />

prensa un chis<strong>te</strong> gráfico de mal gusto y de no muy claras in<strong>te</strong>nciones, que<br />

me hizo recordar al percherón del establo. Formando hilera a un lado de<br />

la sala, había ocho o nueve hombres puestos en pie junto a la pared, todas<br />

las braguetas desabrochadas y todos los enhiestos penes al aire. En otro<br />

lado de la sala, en el din<strong>te</strong>l de la puerta de entrada, se veía la figura de la<br />

primer ministro. Al pie del dibujo había esta leyenda: “cuando se<br />

presentó Margaret Thatcher en la Cámara, se levantaron todos los<br />

miembros”. La mera imagen de la primer ministro al aparecer en la sala<br />

fue —en el chis<strong>te</strong>, claro está— una rociada de “feromonas” que en los<br />

ocho “percherones” presen<strong>te</strong>s provocaron la misma reacción que las de la<br />

yegua en el caballo del establo.<br />

Con toda su grosería, y exageraciones apar<strong>te</strong>, el chis<strong>te</strong> reflejó fielmen<strong>te</strong><br />

lo que sucede en la realidad entre la mujer y el hombre, a causa de<br />

nuestra degeneración sexual. No es necesario que la mujer se nos desnude<br />

y nos exhiba un cuerpo escultural. No es necesario que se nos acerque<br />

voluptuosamen<strong>te</strong>. No es necesario que adop<strong>te</strong> posturas (o nos lance<br />

miradas) provocativas. No es necesario que exhiba una deslumbran<strong>te</strong><br />

belleza. Basta que <strong>te</strong>nga como mujer un mínimo atractivo en cualquier<br />

aspecto, para que en el organismo del hombre —si su cerebro ha<br />

percibido ese mínimo atractivo— <strong>te</strong>nga lugar el “efecto feromona”,<br />

aunque fuere muy baja su in<strong>te</strong>nsidad, y no se iniciare siquiera la<br />

erección.<br />

101


Y no sólo en el hombre lujurioso, vicioso, mujeriego. La biológica<br />

respuesta del organismo a esas “feromonas virtuales”, que (si hay<br />

suficien<strong>te</strong> in<strong>te</strong>nsidad) a su vez <strong>te</strong>ndrá como respuesta una erección del<br />

pene, exis<strong>te</strong> siempre y en todo hombre, sea quien fuere —aunque fuere un<br />

asceta, un místico, un santo varón—, salvo que sobrevenga el hecho en<br />

horas de sexualidad satisfecha, o que se padezcan ciertas lesiones o<br />

enfermedades o anomalías (verbigracia, homosexualidad biológica), y<br />

aunque el varón afectado no haya sentido psicológicamen<strong>te</strong> nada cuando<br />

la in<strong>te</strong>nsidad de la respuesta biológica haya sido muy baja. Esa respuesta<br />

exis<strong>te</strong> incluso a pesar de una disfunción eréctil. 36 Exis<strong>te</strong> incluso en<br />

momentos en los que psicológicamen<strong>te</strong>, por la razón que fuere, el hombre<br />

afectado no sien<strong>te</strong> —ni querría en modo alguno sentir— deseos de yacer<br />

con la mujer causan<strong>te</strong> de la erección más o menos incipien<strong>te</strong>.<br />

El “intachable” hombre que alardee de ser “moralmen<strong>te</strong> ín<strong>te</strong>gro” y de<br />

estar libre de tales “miserias y bajezas”, haga la prueba de mirar con<br />

de<strong>te</strong>nimiento a cualquier mujer (a poco atractiva que fuere), imaginando<br />

vivamen<strong>te</strong> que ella acepta ser seducida. Y al cabo de unos minutos dígase<br />

a sí mismo —con la sinceridad propia de “nuestro yo insobornable”— si<br />

le desagradaría iniciar un juego erótico, salvo en las excepciones del<br />

párrafo an<strong>te</strong>rior.<br />

O también, duran<strong>te</strong> una larga <strong>te</strong>mporada, sitúese en isla desierta el<br />

hombre más puro y casto del mundo y, pasado ese tiempo,<br />

inesperadamen<strong>te</strong>, presentémosle una mujer, la más vulgar, y la más<br />

vulgarmen<strong>te</strong> ataviada: su mera presencia provocará una erección en el<br />

casto varón, quiéralo o no, a menos que rehuya con<strong>te</strong>mplar la imagen,<br />

que se esfuerce en pensar otra cosa, que esté enfermo, que no esté<br />

normalmen<strong>te</strong> constituido, etcé<strong>te</strong>ra.<br />

La respuesta del organismo a las feromonas obedece a una ley biológica<br />

de la que nadie puede escapar. Se trata de una tajan<strong>te</strong> orden que dio a los<br />

machos la naturaleza: “¡cubrid presto a toda hembra que os llame!” Nos<br />

dio esa draconiana orden porque la naturaleza no puede jugar con medias<br />

tintas en cuestiones de perpetuación de la vida en el planeta. Por eso los<br />

machos <strong>te</strong>nemos orden de cubrir a toda hembra receptiva. Naturalmen<strong>te</strong>,<br />

sólo para fecundarla. No para “gozalla” a lo don Juan.<br />

Lo dramático es que por causa de nuestra exacerbada concupiscencia,<br />

abas<strong>te</strong>cida a tope duran<strong>te</strong> largos millones de años, las conexiones<br />

cerebrales acabaron desplazándose. Por ejemplo, el área cerebral o<br />

miniárea —correspondien<strong>te</strong> a la excitación no mecánica del pene—,<br />

antiguamen<strong>te</strong> se conectaba sólo al área o miniárea receptora de las<br />

feromonas emitidas por la mujer que estuviese en condiciones de ser<br />

fecundada. Pero con el tiempo acabó conectándose a cualquier área o<br />

miniárea que recibiera cualesquiera “imágenes mujer” (visuales,<br />

acústicas u otras).<br />

102<br />

36<br />

Sabido es que en edades avanzadas, cuando copular ya no es posible, el hombre puede experimentar<br />

in<strong>te</strong>nso deseo sexual.


Hasta que no llegue la hora, no deberíamos experimentar deseos o<br />

ape<strong>te</strong>ncias de ninguna especie, ni por la presencia de la mujer más<br />

atractiva, ni siquiera por el contacto físico de su cuerpo desnudo. El<br />

carnero vive largas <strong>te</strong>mporadas en permanen<strong>te</strong> contacto con las ovejas de<br />

su harén, tan inmutable como si estuviera en contacto con arbustos o<br />

retamas o matas. Así sería con las mujeres nuestro contacto, si la especie<br />

no hubiera degenerado.<br />

Pero la especie ha degenerado. Y ahora resulta que en realidad el sexappeal,<br />

con su “efecto percherón” biológicamen<strong>te</strong> indefectible, está ahí<br />

—en todo momento, y en todo hombre normalmen<strong>te</strong> constituido—,<br />

aunque por causas diversas dure tan sólo un infini<strong>te</strong>simal momento<br />

inicial y aunque su in<strong>te</strong>nsidad sea la mayoría de las veces tan baja que<br />

puede no ser perceptible. Es decir que en principio toda mujer, salvo que<br />

sea notoriamen<strong>te</strong> deforme o decrépita, con su sola presencia va por la<br />

vida levantando el pene de todo hombre que se le ponga delan<strong>te</strong>. Y el<br />

hombre, a su vez, en presencia de toda hembra, salvo que sea<br />

notoriamen<strong>te</strong> deforme o decrépita, siempre está siendo impelido a<br />

abalanzarse sobre ella. ¡Para que me hablen de igualdad de sexos! ¿Que<br />

él no nota nada, porque “ya está acostumbrado”? Pero el hecho está ahí.<br />

Esa es la realidad que ni la feminista ni el sexólogo deben ignorar. Yo<br />

creo que expresó una gran verdad Oscar Wilde cuando dijo que “entre un<br />

hombre y una mujer no hay amistad posible; hay amor, odio, pasión; pero<br />

no amistad”. Sencillamen<strong>te</strong>, porque de modo permanen<strong>te</strong> se in<strong>te</strong>rpone el<br />

“efecto percherón”.<br />

Esa es la realidad. Luego vendrá el poeta cantando encendidas loas al<br />

sublime amor de Julieta y Romeo. Pero el poeta mien<strong>te</strong>: la poesía es<br />

mentira. Todavía recuerdo la frase de un jesuita, que leí siendo muy<br />

joven. En otros puntos disentía de él radicalmen<strong>te</strong>, pero en és<strong>te</strong> debí<br />

darle la razón. Textualmen<strong>te</strong> decía que poco sabe de amor quien lo<br />

confunde con “el grito de las células germinales, ansiosas de tomar par<strong>te</strong><br />

en el banque<strong>te</strong> de la vida”. La poesía del poeta que poéticamen<strong>te</strong> nos<br />

habla del sexo es bonita, sí, pero no es verdad. Puede haber amor sublime<br />

entre el hombre y la mujer, pero de hecho es “efecto percherón” eso que<br />

tomamos por sublime amor en la vida real.<br />

Esa es la realidad. Conversando con una señora amiga, cuando le comenté<br />

que llamaba mi a<strong>te</strong>nción el atractivo que en nosotros ejerce el busto de la<br />

mujer, le pareció muy natural, “porque es una cosa bonita”. No quise<br />

replicarle que no es por eso. La mujer no ejerce atracción sobre nosotros<br />

por su belleza. La belleza gusta, agrada, complace,... pero no atrae. Lo<br />

que atrae es... “la feromona”.<br />

Esa es la realidad. Casualmen<strong>te</strong>, poco después de la conversación con<br />

esta amiga, vi la fotografía de una hermosa cerda y sus ya creciditos<br />

hijos. Limpia y bien cuidada, exhibía seis <strong>te</strong>tas brillan<strong>te</strong>s y turgen<strong>te</strong>s...<br />

En aquella ubre había belleza, pero no sentí ninguna atracción. El pecho<br />

femenino atrae al hombre, no porque se tra<strong>te</strong> de una bella imagen, sino<br />

103


porque es “imagen mujer”, y porque está programado el cerebro del<br />

hombre para que la “imagen mujer”, median<strong>te</strong> una conexión cerebral muy<br />

específica —inexis<strong>te</strong>n<strong>te</strong> en los casos en que la imagen es mera belleza—,<br />

genere atracción sexual (o “efecto percherón”).<br />

Esa es la realidad. Y es también la explicación de lo que sucede casi<br />

siempre (por no decir siempre) que un hombre y una mujer se encuentran<br />

vis a vis duran<strong>te</strong> algún tiempo, y que el refranero español describe muy<br />

bien: “el hombre es fuego; la mujer, estopa; llega el diablo y sopla.” Por<br />

ejemplo:<br />

104<br />

a) El ejecutivo, al principio, era un perfecto caballero, pero un buen día “ya<br />

no pudo más”, y se lanzó sobre su secretaria.<br />

b) El profesor de música, honesto y espiritual, acabó enloquecido por la<br />

adolescen<strong>te</strong> a la que daba clases de violín.<br />

c) El buen clérigo había hecho voto de castidad, pero sucumbió a los<br />

encantos de la sirvien<strong>te</strong>, una mujeruca vulgar.<br />

d) El marinero quiere mucho a su esposa, pero tiene “en cada puerto un<br />

amor”.<br />

e) Según las estadísticas, en el Estado de Equislandia, el 97% de los<br />

varones casados ha vivido alguna aventura extraconyugal.<br />

f) Según las estadísticas, en el Estado de Zetalandia, cada dos minutos<br />

tienen que soportar las mujeres una violación.<br />

g) A Fulano, y a Mengano, y a Zutano, y al amigo de cada uno de ellos, y al<br />

vecino, y al amigo del vecino,... “le gustan todas”.<br />

Esa es la realidad. Realidad que sexólogos y feministas deben <strong>te</strong>ner en<br />

cuenta, abandonando la disparatada <strong>te</strong>sis de la igualdad de sexos, y la<br />

disparatada también de que el maltratador y el acosador sexual y el<br />

violador son “machistas malvados” y culpables” a los que debemos<br />

“castigar”. Los problemas que atañen al feminismo y a la delincuencia<br />

sexual tienen que resolverse con otra clase de métodos.<br />

No creo que la sexualidad presentada hoy por los sexólogos esté<br />

concebida con rigor científico. Me <strong>te</strong>mo que la conciben erróneamen<strong>te</strong><br />

como si fuera una dinámica más, de las muchas que constituyen “lo<br />

psíquico”. Y semejan<strong>te</strong> sexualidad, a mi juicio, no exis<strong>te</strong>, porque no se<br />

puede considerar sexualidad la mera atracción sexual fisiológica: no creo<br />

que pueda hablarse de sexualidad en las moscas, ni en los caracoles, ni en<br />

los buitres. La conciben, además, como dinámica orientable en<br />

direcciones varias (“la orientación sexual”, que dicen). Y a mí me parece<br />

que sólo hay orientación variable de la hedonopatía, y también<br />

aberraciones o desvíos de la fisiología cerebral. Me parece que no hay<br />

otra sexualidad que la pura fisiología, de suyo orientada en una única<br />

dirección: la supervivencia biológica de la especie.<br />

Creo que es un error del sexólogo actual el no haberse percatado de que<br />

la denominada “sexualidad” puede no serlo, porque puede ser sólo un<br />

efecto biologicofisiológico de la sexual hedonopatía universal aguda —no<br />

plurisecular, sino plurimisecular— que ha sufrido el género humano, y<br />

que ha <strong>te</strong>nido psíquicas consecuencias cola<strong>te</strong>rales. A mí se me hace<br />

inconcebible que <strong>Logos</strong> nos haya dado la vagina y el pene para nada que<br />

no sea la conservación de la especie, es decir la conservación de una obra


perfecta de ingeniería, como es el cuerpo humano en el concierto<br />

universal de la perfección cósmica.<br />

Sospecho que a fortiori la sexualidad infantil, por ejemplo, no exis<strong>te</strong>.<br />

Eudald Maideu i Puig ha dicho 37 que<br />

105<br />

aunque duran<strong>te</strong> muchos siglos se haya considerado al niño como un<br />

ser asexuado, actualmen<strong>te</strong> nadie puede discutir la exis<strong>te</strong>ncia de una<br />

sexualidad infantil.<br />

Pero yo opino que sí puedo discutirla. Por dos motivos. Primero, porque<br />

eso que parece sexualidad puede, como digo, no ser sino genuina<br />

fisiología, pura y simple, con todos los aditamentos que se le quieran<br />

poner en concepto de aportación in<strong>te</strong>lectual, cultural, psíquica, etcé<strong>te</strong>ra.<br />

Segundo, porque las manifestaciones infantiles de la presunta sexualidad<br />

obedecen siempre a factores ajenos al niño en sí: sexadicción herencia de<br />

los an<strong>te</strong>pasados, educación que recibe del entorno constan<strong>te</strong>men<strong>te</strong>, 38<br />

etcé<strong>te</strong>ra. Si fuera sexualidad eso que creemos ver como tal en el niño,<br />

sería en todo caso una sexualidad artificialmen<strong>te</strong> inducida por la<br />

sociedad, no una sexualidad inheren<strong>te</strong> al niño.<br />

Se podrá saber si en él hay, o no, sexualidad, sólo cuando el niño reciba,<br />

desde que nace hasta su mayoría de edad, racional educación<br />

inin<strong>te</strong>rrumpida y completa, en condiciones tales que ni los amiguitos ni<br />

los padres ni los profesores ni los cuentos infantiles ni in<strong>te</strong>rnet ni el<br />

<strong>te</strong>levisor le hayan dicho ni mostrado absolutamen<strong>te</strong> nada de lo que es la<br />

vida sexual, y sólo se lo digan o se lo muestren los educadores<br />

profesionales cuando el niño espontáneamen<strong>te</strong> lo haya preguntado, o<br />

cuando los educadores lo hayan creído convenien<strong>te</strong>. Per se, el hecho de<br />

que el niño y la niña espontáneamen<strong>te</strong> se hayan puesto a mirar el pene, a<br />

tocarlo, a jugar con él, no denota sexualidad, pues cabe que lo hagan sólo<br />

por natural curiosidad general, exactamen<strong>te</strong> la misma que sien<strong>te</strong>n an<strong>te</strong><br />

cualquier objeto desconocido.<br />

Resumen y compendio. Nada de lo que se ha razonado aquí sobre el sexo<br />

quiere decir que sólo para la reproducción debemos usar vaginas y penes.<br />

El deber es una de tantas palabras de papagayo que en el Vaticano suenan<br />

a música celestial, pero están destinadas al ostracismo perpetuo en la Era<br />

de la Razón. Tenemos libertad absoluta para hacer lo que nos dé la gana<br />

con nuestras vaginas y penes.<br />

Pero no se diga que es ciencia describir como hecho biológico natural el<br />

espectáculo que en el planeta Tierra ofrecen tres mil quinientos millones<br />

37<br />

En El libro de la sexualidad, firmado por Elena F.L. Ochoa y Carmelo Vázquez, y editado por EL<br />

PAÍS.<br />

38<br />

Por el ya citado El libro de la sexualidad, he sabido que en la isla de Mangala (en el sur del Pacífico) se<br />

educa a los hijos para que aprendan a ser orgásmicos desde pequeños”. Y, en general, sabido es lo que ese<br />

mismo libro dice al respecto: “Desde que nace, el niño se está educando sexualmen<strong>te</strong> a través de todas las<br />

acciones, actitudes, opiniones, consideraciones y omisiones de las personas con las que tiene contacto. El<br />

hacer, tanto como el no hacer, educa.”


de penes erectos en danza perpetua fren<strong>te</strong> a tres mil quinientos millones<br />

de lubricadas vaginas. ¡Espectáculo rotulado además “Amor”!<br />

106


IX*<br />

Depor<strong>te</strong><br />

Solemos concebir el depor<strong>te</strong> en general como actividad que es de suyo<br />

lúdica. No lo es. Debemos tomarlo como juego, y a veces lo tomamos —a<br />

veces jugamos al fútbol, jugamos a la pelota, jugamos al béisbol—, pero<br />

de suyo, biológicamen<strong>te</strong>, la actividad deportiva es un trabajo que nada<br />

tiene de lúdico: es la psicología del animal racional quien lo convier<strong>te</strong> en<br />

juego.<br />

Los gatitos del mundo en<strong>te</strong>ro persiguen a todo objeto pequeño que se<br />

mueva rápidamen<strong>te</strong> en sus proximidades. A nosotros, a causa del<br />

antropomorfismo, nos parece que en ese momento están jugando y<br />

divirtiéndose. No hay tal. El gatito es un robot que nada sien<strong>te</strong>, ni puede<br />

jugar, ni le es posible divertirse de ninguna manera. Si ese “juego” de los<br />

gatitos fuera en verdad un juego, difícil sería explicar por qué todos los<br />

gatitos están siempre de buen humor y son tan juguetones, mientras que<br />

nunca se ven juguetones pollos o pichones de buen humor.<br />

Lo que parece juego de los gatitos, en realidad es un trabajo serio que el<br />

animal tiene que realizar esmeradamen<strong>te</strong> —cumpliendo severas órdenes<br />

de la madre naturaleza—, porque le va en ello la supervivencia (cuando<br />

vive en su estado natural, se entiende). Es un trabajo muy serio de<br />

adiestramiento y desarrollo de facultades cinegéticas que el gatito,<br />

cuando llegue a la edad adulta, necesitará para no sucumbir. Ese mismo<br />

gatito, cuando llegue a la edad adulta, ya no jugará. Pero no porque habrá<br />

perdido con los años el humor y la alegría, sino porque el trabajo de<br />

adiestramiento y desarrollo ya no tiene objeto.<br />

El perro en la playa parece rebosar de felicidad cuando el amo le lanza la<br />

pelota de goma para que la persiga y la “cace”. Todos los perros “juegan”<br />

de igual modo. No sien<strong>te</strong>n placer en ello. No pueden sentirlo, porque son<br />

puro robot: perfecto, pero sólo robot. No juegan. Se entrenan.<br />

En las pantallas de <strong>te</strong>levisión hemos visto cómo una yegua pacía en la<br />

pradera, y cómo el joven potrillo, bien llena la panza después de haber<br />

mamado, corre<strong>te</strong>aba retozón, girando en torno a su madre. No hemos<br />

podido evitar el pensamiento de que el potrillo, rebosan<strong>te</strong> de felicidad,<br />

jugaba a carreras consigo mismo. Pensábamos en falso: el potrillo, que<br />

nada sentía, estaba realizando un trabajo sumamen<strong>te</strong> importan<strong>te</strong>, en el<br />

que no había el menor vestigio de actividad lúdica.<br />

Nos parece que son juguetones los delfines. Y no lo son. Ejecutan sus<br />

acrobacias, y realizan sus exhibiciones natatorias, obligados por el<br />

logotropismo de la naturaleza con el único propósito de entrenarlos y<br />

man<strong>te</strong>nerlos en forma. Lo hacen seriamen<strong>te</strong>: no para jugar.<br />

107


Son muchas las especies en las que la biología no impone —como al gato<br />

y al perro— el deber de practicar ejercicios físicos destinados a<br />

desarrollar técnicas especiales. La humana es una de esas especies.<br />

Nosotros <strong>te</strong>nemos tan sólo —y especialmen<strong>te</strong> en la infancia y en la<br />

juventud— la necesidad biológica de practicar ejercicios que favorezcan<br />

el desarrollo de facultades físicas muy genéricas.<br />

Puede considerarse depor<strong>te</strong>, e incluso juego, la práctica sis<strong>te</strong>mática de<br />

tales ejercicios. Y entonces el depor<strong>te</strong> será una actividad natural,<br />

racional, perfecta. Pero ocurre que el hombre, en cuanto que es animal<br />

pensan<strong>te</strong>, supo diversificar de mil maneras, artificialmen<strong>te</strong>, dichos<br />

ejercicios. Y en esa diversificación es donde se ve si es —y en qué<br />

medida es— irracional el depor<strong>te</strong>.<br />

Es irracional practicar el depor<strong>te</strong> por vanidad. Ciertamen<strong>te</strong>, no hay ser<br />

humano que no sienta vanidad. La vanidad es natural. Es un formidable y<br />

genial invento logotrópico. Lo inventó la naturaleza para —<br />

disimuladamen<strong>te</strong>— obligarnos a progresar como animales racionales.<br />

Pero (en esto, como en todo) la naturaleza procede median<strong>te</strong> el<br />

acatamiento de leyes universales y, por tanto, el estímulo de la vanidad<br />

no siempre nos conduce a progresar como racionales. Tal es el caso de la<br />

vanidad en el depor<strong>te</strong>.<br />

Jactarse uno de ser mejor que el otro —en el depor<strong>te</strong>, o en cualquier<br />

aspecto de la vida— es necio en sí. No nos libraremos de sentir vanidad<br />

por ello, ya que la madre naturaleza dio orden de que la sintiéramos. Pero<br />

pensar u opinar que somos dignos de admiración y alabanza por lo que<br />

somos o hacemos, o por las cualidades o dones que poseemos (o sea,<br />

jactarse de ello), es necio. El jactarse de <strong>te</strong>ner músculos de acero, de ser<br />

un Apolo o una Venus, de poseer un gran talento, no es menos necio que<br />

el jactarse de <strong>te</strong>ner duodeno en el aparato digestivo, uñas en los dedos, o<br />

sudor en la axila. No será necio sentir satisfacción por mi superioridad.<br />

Pero sí es necio jactarme de ello.<br />

Aunque suene a paradoja, también es irracional practicar el depor<strong>te</strong> con<br />

desmedido afán perfeccionista. Es verdad que el perfeccionismo, al igual<br />

que la vanidad, se le insufló al ser humano <strong>te</strong>leológicamen<strong>te</strong>, por puro<br />

logotropismo. Es verdad que a todos la naturaleza nos hizo más o menos<br />

perfeccionistas. Pero nos hizo así para que el perfeccionismo aplicado a<br />

de<strong>te</strong>rminadas labores contribuya al progreso de la racionalidad en el<br />

mundo. Y ésta no progresará porque seamos perfeccionistas en la práctica<br />

del depor<strong>te</strong>. La extrema habilidad para jugar al golf, al <strong>te</strong>nis, al<br />

baloncesto, no marcará grandes avances de la Razón o <strong>Logos</strong>.<br />

Por esa misma causa es irracional el depor<strong>te</strong> practicado con propósito de<br />

superar marcas o récords. ¿Qué valor ni mérito hay en la posesión de<br />

piernas capaces de recorrer 100 metros en 10 ó 9 ó 7 segundos? ¿O la<br />

posesión de corazón y pulmones capaces de subir al Everest en media<br />

hora, o de ganar diez veces consecutivas el Tour de France? Tiene el<br />

108


mismo valor o mérito que la posesión de piernas cortas, de nariz chata,<br />

de pelo ensortijado...<br />

¿O es que reside el mérito en el esfuerzo, en la perseverancia, en el<br />

<strong>te</strong>són, en el sacrificio que tuvieron que hacer, para entrenarse, para<br />

prepararse, el corredor victorioso, y el alpinista heroico, y el ciclista<br />

campeón? Tampoco, porque todo eso tal vez lo haya hecho mejor quien<br />

invier<strong>te</strong> 12 segundos en cubrir los cien metros, o quien es incapaz de<br />

coronar el Everest, o quien jamás ganó el Tour de France. El viejo lema<br />

deportivo citius, fortius, altius, como aspiración o desiderátum, es<br />

irracional.<br />

Es irracional el depor<strong>te</strong> practicado con carác<strong>te</strong>r de competición. Al decir<br />

“competición”, me refiero a la pugna entablada entre dos o más<br />

deportistas —o entre varios grupos de deportistas— con el fin de que sea<br />

uno de ellos considerado “el mejor” (además de “vencedor” o “ganador<br />

de la prueba”). No estoy refiriéndome, por tanto, al depor<strong>te</strong> concreto en<br />

el que alguna forma de compe<strong>te</strong>ncia está impuesta precisamen<strong>te</strong> por las<br />

propias “reglas de juego” de ese depor<strong>te</strong> concreto. Hecha la salvedad, es<br />

irracional el depor<strong>te</strong>-competición organizado para dilucidar “quién es el<br />

mejor”. Es irracional por lo explicado en los preceden<strong>te</strong>s párrafos, y<br />

también por otra compleja razón que expondré más adelan<strong>te</strong>.<br />

El ejercicio del depor<strong>te</strong> con propósito de realizar eso que suele llamarse<br />

“hazañas deportivas” es irracional. Está inspirado en el viejo lema<br />

irracional citius fortius altius, debajo del cual puede esconderse una<br />

falsa motivación que en realidad no es otra cosa que vanidad o<br />

ambiciones de talonario. Por ejemplo, el campeón de la heroica escalada<br />

o del alpinismo heroico nos presentará su “hazaña” como el “noble” afán<br />

de superarse uno a sí mismo, cuando en realidad es el escasamen<strong>te</strong> noble<br />

afán de satisfacer uno su gozosa vanidad. Si tuviera el afán que dice<br />

<strong>te</strong>ner ese campeón, ya encontraría otros campos donde superarse a sí<br />

mismo sin trepar a rocosas alturas difíciles, ni hacer “los catorce<br />

ochomiles”. Practicar la “escalada heroica” y el “alpinismo heroico” me<br />

parece racional si se hace con fines puramen<strong>te</strong> científicos, pero no<br />

cuando se hace por motivos tales como la vanidad y el dinero y el<br />

presunto afán de superarse a sí mismo (que sólo es vanidad).<br />

En razón de que practicar el depor<strong>te</strong> por vanidad, por aires de<br />

perfeccionismo, por ansia de récords, por afán de competir, por ganas de<br />

realizar “hazañas”, etc., es irracional, también es irracional el depor<strong>te</strong>espectáculo.<br />

A menos que medien propósitos de observación científica o<br />

filosófica, estar viendo un partido de fútbol o una carrera ciclista es<br />

irracional. Tratándose de un depor<strong>te</strong> en el que la estética, o la habilidad,<br />

o la destreza, es fundamental, su con<strong>te</strong>mplación puede proporcionar<br />

placer, pero la con<strong>te</strong>mplación en sí misma es irracional. Máxime cuando<br />

en realidad lo que de hecho se con<strong>te</strong>mpla no suele ser el “quién juega<br />

bien”, sino el “quién ganará”. El depor<strong>te</strong> es para practicarlo, no para<br />

con<strong>te</strong>mplarlo desde las gradas.<br />

109


Es irracional practicar el depor<strong>te</strong> para ganar dinero. Voy a decirlo de otro<br />

modo, pues el hecho no parecerá irracional del todo al deportista que se<br />

embolsa millones en un santiamén. Lo irracional es que la sociedad pague<br />

con dinero un trabajo que se llama “depor<strong>te</strong>”, cuando la única razón que<br />

hay para que la sociedad pague con dinero un trabajo es que el trabajo<br />

sirva para aliviar el Dolor de la humanidad. Y el trabajo-depor<strong>te</strong> no lo<br />

alivia: jugar al fútbol o correr en bicicleta no produce fármacos anti-sida,<br />

ni cereales para los hambrientos niños de Africa, ni profesores que<br />

pongan fin al analfabetismo. No debe la sociedad entregar ni un céntimo<br />

a los deportistas, porque los deportistas en cuanto tales no alivian el<br />

Dolor de la humanidad.<br />

Es irracional crear una forma sustantiva de agrupación o asociación<br />

estable de carác<strong>te</strong>r deportivo —equipo, club, etcé<strong>te</strong>ra—, con el fin de<br />

vencer en competición a idénticas o similares agrupaciones que se hayan<br />

creado o vayan a crearse. Es irracional por lo que ya expliqué, párrafos<br />

atrás, al tratar de la “competición” en general. Por eso, todos los depor<strong>te</strong>s<br />

que por su propia naturaleza son “juego en equipo” (fútbol, baloncesto,<br />

rugby, etcé<strong>te</strong>ra), si han de practicarse racionalmen<strong>te</strong>, deben ser jugados<br />

entre equipos improvisados in situ, y sólo para el momento en que vaya a<br />

disputarse un partido concreto. Nunca entre equipos personalizados<br />

permanen<strong>te</strong>s, preparados ex profeso, no para jugar, sino para ganar. Eso<br />

no es depor<strong>te</strong>. Es guerra. El depor<strong>te</strong> debe ser lúdica actividad, concebida<br />

sólo para disfrutar jugando, no para disfrutar ganando (ni siquiera<br />

cuando se juega a ganar).<br />

Exis<strong>te</strong>n de facto esas irracionales agrupaciones descritas en el párrafo<br />

an<strong>te</strong>rior. Para simplificar, identificaremos a todas ellas como “equipoclub”.<br />

Dado que exis<strong>te</strong>n de hecho y son agrupaciones irracionales,<br />

también es irracional que sean sos<strong>te</strong>nidas, amparadas, in<strong>te</strong>nsamen<strong>te</strong><br />

queridas o amadas como cosa propia, por un sector de población que no<br />

tiene participación activa en las labores del equipo-club, y que es<br />

popularmen<strong>te</strong> conocido con el nombre de “la afición”.<br />

Ese apoyo y ese amor de “la afición” a “su” equipo-club es tanto más<br />

irracional, cuanto más in<strong>te</strong>nsa fuere la pasión que el equipo suscita en<br />

ella. En la sociedad actual, el hecho adquiere, como sabemos,<br />

proporciones alarman<strong>te</strong>s, por (v.gr.) las gravísimas consecuencias que ha<br />

acarreado ya el fanatismo en el fútbol.<br />

Y es más irracional, si cabe, cuando el aficionado cree que “su”<br />

victorioso equipo ha sido el mejor, y que ese hecho es timbre de gloria y<br />

motivo de orgullo, para él y para su pueblo o su nación. Esta<br />

irracionalidad suele llegar al paroxismo en la irracional sociedad nuestra.<br />

Hasta el punto de que la propia Autoridad Suprema suele rendir los<br />

máximos honores (o poco menos) al equipo que así ha enal<strong>te</strong>cido y<br />

ennoblecido a la Patria, mientras que el pueblo en<strong>te</strong>ro, en un ataque de<br />

his<strong>te</strong>ria colectiva, se lanza a la calle a fes<strong>te</strong>jar locamen<strong>te</strong> el clamoroso<br />

triunfo. ¿Enloquecer toda una nación, gobierno incluido, porque<br />

“nosotros” hemos marcado un gol más que el equipo foráneo? ¿Y gemir<br />

110


de vergüenza nacional porque no lo hemos marcado nosotros, y sí ellos?<br />

¿Puede haber algo que sea más irracional?<br />

También por otra causa es irracional ese orgullo. Lo es porque en un<br />

elevado número de victorias deportivas in<strong>te</strong>rviene un factor físico<br />

decisivo, no conocido como tal —no al menos plenamen<strong>te</strong> conocido como<br />

tal— por los propios deportistas, ni por sus preparadores y directores, ni<br />

por los comentaristas deportivos. Creo que no se da cuenta cabal,<br />

ninguno de ellos, de que en muchos depor<strong>te</strong>s, y con referencia a una<br />

victoria puntual dada —por ejemplo, un concreto partido de fútbol entre<br />

equipos de la misma ca<strong>te</strong>goría—, el ganador nunca gana “porque es el<br />

mejor”. Estadísticamen<strong>te</strong> y muy a la larga, sí gana el mejor por ser el<br />

mejor, pero nunca en un lance concreto. Voy a demostrarlo.<br />

En muchos depor<strong>te</strong>s, el juego consis<strong>te</strong> en imprimir movimiento a<br />

de<strong>te</strong>rminados objetos ma<strong>te</strong>riales —pelota; balón; jabalina; saeta; cabeza,<br />

manos, pies, (o el cuerpo en<strong>te</strong>ro), del jugador...— con la fuerza y/o en la<br />

dirección adecuadas para que los objetos en un momento dado lleguen a<br />

situarse en de<strong>te</strong>rminado lugar o posición (en fútbol, por ejemplo, el<br />

de<strong>te</strong>rminado lugar puede ser la por<strong>te</strong>ría adonde se quiere enviar el balón,<br />

o la zona donde se encuentra el cuerpo de un de<strong>te</strong>rminado jugador al que<br />

se va a enviar el balón en pase o centro...).<br />

De puro obvio que es ese hecho físico real, nadie le suele prestar<br />

a<strong>te</strong>nción, y nadie se pregunta cuál es la “sustancia” exacta de ese hecho<br />

presen<strong>te</strong> en todo movimiento de objetos ma<strong>te</strong>riales. Pero se la vamos a<br />

prestar nosotros. Y vamos a hacerlo refiriéndonos en concreto a los<br />

movimientos del balón —y de los cuerpos (o par<strong>te</strong>s de cuerpo) de los<br />

jugadores, e incluso del árbitro— en un partido de fútbol.<br />

Se mueva o no, todo objeto ma<strong>te</strong>rial ocupa en todo instan<strong>te</strong> un lugar en el<br />

espacio. Llena un espacio exacto, no un espacio aproximado. Ningún<br />

objeto puede estar nunca situado “aproximadamen<strong>te</strong>”. Mejor dicho,<br />

cuando hablamos de que un de<strong>te</strong>rminado objeto está situado<br />

“aproximadamen<strong>te</strong> en”, sólo afirmamos que el objeto se encuentra<br />

próximo (cercano) a un de<strong>te</strong>rminado lugar, o a otro de<strong>te</strong>rminado objeto.<br />

Lo cual no es ocupar un aproximado lugar: siempre, el lugar ocupado es<br />

un lugar exacto.<br />

Dado que la preceden<strong>te</strong> observación, a pesar de ser tan trivial, es clave<br />

para la comprensión del razonamiento que vamos a desarrollar, por<br />

comodidad lingüística y por motivos didácticos acordaremos que ese<br />

hecho de estar exactamen<strong>te</strong> situado un objeto en el espacio, equivale al<br />

hecho de tomar o adoptar o <strong>te</strong>ner (el objeto) “una posición OMEGA”. O<br />

también al hecho de “estar el objeto situado en un punto OMEGA”.<br />

Entonces, objeto en movimiento es el objeto que, de estar situado en un<br />

de<strong>te</strong>rminado punto OMEGA, pasa a estar situado en otro de<strong>te</strong>rminado<br />

punto OMEGA. No se olvide que eso, el transitar así de un punto a otro,<br />

es lo que hace el objeto ma<strong>te</strong>rial específico puesto en movimiento: balón,<br />

111


manos del por<strong>te</strong>ro, bota izquierda del delan<strong>te</strong>ro, cuerpo del defensa<br />

central, etcé<strong>te</strong>ra.<br />

Ese tránsito de una posición a otra tiene que estar causado por alguna<br />

fuerza física: por ejemplo, ciertas contracciones musculares del<br />

futbolista, impulso dado al balón por sus botas, rechazo del mismo por<br />

uno de los palos de la por<strong>te</strong>ría, etcé<strong>te</strong>ra. En la práctica de la vida<br />

corrien<strong>te</strong>, solemos de hecho pensar que los desplazamientos del balón en<br />

el campo de fútbol se deben sólo a la fuerza y dirección que le imprimen<br />

los jugadores, y no damos más vueltas al asunto. Pero ese juicio adolece<br />

de imprecisión o vaguedad, pues lo cierto es que se deben los<br />

movimientos del balón a numerosas fuerzas (tal vez minúsculas), a<br />

numerosos imponderables físicos, además de la fuerza que le imprimen<br />

los jugadores: césped húmedo o seco; humedad o sequedad del propio<br />

balón; presión del aire inyectado en su in<strong>te</strong>rior; presión atmosférica<br />

ex<strong>te</strong>rior; <strong>te</strong>mperatura ambien<strong>te</strong>; viento reinan<strong>te</strong> actual; irregularidades<br />

del <strong>te</strong>rreno; postura o posición del cuerpo en<strong>te</strong>ro de cada futbolista y de<br />

sus pies en particular en el instan<strong>te</strong> en que se dispone a impulsar el<br />

balón; fricción ejercida contra el balón por el aire ex<strong>te</strong>rior; desviación o<br />

rechazo ocasionados por el encuentro del balón con otros jugadores, con<br />

el árbitro, con pos<strong>te</strong>s, con largueros...; etcé<strong>te</strong>ra, etcé<strong>te</strong>ra. Incluso la<br />

fuerza y dirección que el jugador imprime al balón puede estar<br />

de<strong>te</strong>rminada por ajenas causas complementarias, como (p.ej.) un agarrón<br />

que le ha dado el rival en la camiseta, o el contraluz del sol que le ha<br />

molestado, etcé<strong>te</strong>ra.<br />

Cuando el movimiento de los objetos está de<strong>te</strong>rminado únicamen<strong>te</strong> por<br />

imponderables de esa naturaleza, suele decirse que el objeto en cuestión<br />

se ha movido al azar. O que lo ha movido el azar. Un ejemplo clásico es<br />

el de la hojarasca en otoño, arrastrada por el viento. Ejecuta cada hoja su<br />

graciosa danza propia, yendo y viniendo y girando en remolinos, y<br />

entonces decimos que la mueve así el azar. Azar que viene a ser la suma<br />

o la combinación de los tales imponderables.<br />

En el campo de fútbol, pues, no solamen<strong>te</strong> las fuerzas liberadas por la<br />

voluntad o la in<strong>te</strong>nción del futbolista son las que mueven el balón, o la<br />

pierna o el cuerpo del jugador: también lo mueven, junto con ellas, los<br />

imponderables denominados “azar”. Es decir que las concretas<br />

particularidades de cada movimiento del balón, y de cada movimiento de<br />

los jugadores —las precisas traslaciones desde un de<strong>te</strong>rminado punto<br />

OMEGA hasta otro de<strong>te</strong>rminado punto OMEGA— nunca pueden ser<br />

debidas exclusivamen<strong>te</strong> a la voluntad y la in<strong>te</strong>ligencia y la destreza del<br />

jugador, ya que és<strong>te</strong> juega siempre en colaboración con los mil factores<br />

constitutivos del azar.<br />

Se comprenderá mejor que esto último es verdad, con el siguien<strong>te</strong><br />

experimento físico, real o imaginario. Cuélguese del larguero de<br />

cualquier por<strong>te</strong>ría de fútbol —en el punto central de la por<strong>te</strong>ría— una<br />

cadenita de vein<strong>te</strong> centímetros de longitud con su correspondien<strong>te</strong><br />

medalla metálica, redonda y pequeña. Llámese a los más hábiles<br />

112


futbolistas del mundo, y desafíeseles a que, en sendos lanzamientos de<br />

penalti reglamentarios, no son capaces de enviar el balón siempre al<br />

mismo punto OMEGA donde se encuentra la medalla. Todos lo<br />

in<strong>te</strong>ntarán, según el supuesto, pero nadie lo enviará en todos y cada uno<br />

de los lanzamientos, cuando sean éstos muy numerosos. Tan sólo algunas<br />

veces (pongamos que cien veces de cada mil) conseguirán que dé en la<br />

medalla el balón.<br />

Entonces el experimento será una buena prueba de que, en los<br />

novecientos lanzamientos fallidos, no fue sólo el “futbolista” quien llevó<br />

el balón al punto OMEGA al que de facto fue a parar (ya que su in<strong>te</strong>nción<br />

era enviarlo a la medalla): lo que llevó el balón a dicho punto OMEGA<br />

fue el futbolista in<strong>te</strong>rferido (o manipulado) por las fuerzas del azar. Por<br />

eso mismo, el experimento será a su vez una prueba de que también<br />

fueron “futbolista y azar”, conjuntamen<strong>te</strong>, los que llevaron el balón a la<br />

medalla en los cien lanzamientos exitosos.<br />

La fuerza transmitida al balón por la voluntad del jugador—si ha sido<br />

transmitida con habilidad o destreza— puede por sí sola ser causa de que<br />

siempre llegue el balón aproximadamen<strong>te</strong> al punto donde está la medalla,<br />

pero nunca será causa, por sí sola, de que llegue exactamen<strong>te</strong> al punto<br />

adonde ha llegado, porque la trayectoria del balón siempre está<br />

de<strong>te</strong>rminada por la fuerza del futbolista, más los imponderables o las<br />

fuerzas que llamamos “azar”.<br />

Luego en un partido de fútbol, por mucha que sea la in<strong>te</strong>ligencia y la<br />

destreza de los futbolistas, en ningún instan<strong>te</strong> van sus cuerpos (ni el<br />

balón) desde un punto Omega hasta otro —al que de facto van— sin<br />

haber sido impulsados por el azar, ya que es el tándem azar-habilidad, o<br />

azar-in<strong>te</strong>ligencia, quien los conduce exactamen<strong>te</strong> a ese punto.<br />

Cuando el futbolista x lanza un penalti, y el balón da en el punto de<br />

confluencia del pos<strong>te</strong> y el larguero, da en ese punto porque ha sido el<br />

azar quien lo ha llevado ahí al mismo tiempo que el futbolista. Por la<br />

misma razón, si x lanza un penalti, y el balón entra en la por<strong>te</strong>ría justo<br />

por el ángulo de la misma escuadra, entra también así porque ha sido el<br />

azar quien ha impulsado el balón al mismo tiempo que el futbolista.<br />

De donde se infiere que en todos los partidos de fútbol, y en todas y cada<br />

una de las jugadas, además de los veintidós futbolistas visibles en el<br />

campo, siempre juega, invisible pero omnipresen<strong>te</strong>, otro futbolista cuya<br />

invisible camiseta lleva al dorso la inscripción Azar. Cada vez que uno<br />

de los veintidós jugadores visibles modifica su posición OMEGA sobre el<br />

césped o toca el balón, lo hace en colaboración con el futbolista<br />

invisible, y esa colaboración es quien de<strong>te</strong>rmina la dirección exacta de<br />

todos y cada uno de los movimientos de uno y de otro. En todos los<br />

lances y en todo partido, por consiguien<strong>te</strong>, el Azar es un jugador activo,<br />

y decisivo.<br />

113


Cuando un futbolista me<strong>te</strong> gol, corren todos a abrazarle y felicitarle,<br />

como si fuera él quien lo ha marcado. Pero no lo ha marcado sólo él.<br />

Juntamen<strong>te</strong> con él, en estrecha colaboración, lo ha marcado el invisible<br />

jugador llamado Azar (el vigesimo<strong>te</strong>rcero de la lista, alineado<br />

secretamen<strong>te</strong> en medio de los otros veintidós). Cuando el habilidoso<br />

la<strong>te</strong>ral izquierdo chuta desde lejos, y el balón entra a media altura como<br />

un obús, colándose entre los cuerpos de varios jugadores que no lo han<br />

podido tocar, la causa de haber entrado el balón en la por<strong>te</strong>ría no es<br />

únicamen<strong>te</strong> la destreza del la<strong>te</strong>ral izquierdo. Es<strong>te</strong> ha marcado, gracias a<br />

la valiosa ayuda prestada por el Azar, que le ha puesto piernas y botas<br />

propias, balón, cuerpos de otros jugadores, etc., en los puntos precisos y<br />

en el momento preciso en que podía ser enviado a la red el balón<br />

cer<strong>te</strong>ramen<strong>te</strong> y sin trabas. La prueba de ello está en que cinco minutos<br />

después el mismo la<strong>te</strong>ral izquierdo, que sigue siendo tan hábil como<br />

an<strong>te</strong>s, chuta en posición muy similar, pero el balón sale fuera, a escasos<br />

centímetros del pos<strong>te</strong>, o es de<strong>te</strong>nido por el por<strong>te</strong>ro, o rechazado por la<br />

defensa. Cuando un habilísimo jugador saca una falta y marca, elevando<br />

el balón justamen<strong>te</strong> por encima de la barrera, y enviándolo a la red justo<br />

por el punto al que no podía llegar el por<strong>te</strong>ro, el habilísimo jugador<br />

marca porque el balón ha sido secretamen<strong>te</strong> empujado por el “futbolista<br />

invisible”. Prueba de ello: otro día el mismo jugador lanzará la misma<br />

falta, desde el mismo punto y la misma distancia, y no marcará, pese a<br />

que su habilidad sigue siendo la misma.<br />

Todo el mundo sabe que a veces entra el balón en la por<strong>te</strong>ría porque el<br />

azar se ha entrometido en el juego (por ejemplo, en los casos de<br />

“autogol”, relativamen<strong>te</strong> frecuen<strong>te</strong>s). Pero no todo el mundo sabe que<br />

siempre, y no sólo a veces, entra el balón por intromisión del azar. Y<br />

que, por tanto, es el futbolista Azar quien gana los partidos (en el sentido<br />

de que nunca se puede me<strong>te</strong>r gol sin su ayuda). Esto se puede comprobar<br />

continuamen<strong>te</strong>, si se observa con a<strong>te</strong>nción y minuciosidad cada<br />

movimiento del balón y del cuerpo de los jugadores en los partidos de<br />

fútbol. Ora es el balón torpemen<strong>te</strong> disparado, que iba fuera pero tropieza<br />

en la rodilla de un defensor, y así és<strong>te</strong> marca un gol en propia puerta. Ora<br />

es el balón hábilmen<strong>te</strong> disparado que se estrella contra el pos<strong>te</strong> de la<br />

derecha, sale rechazado hacia el otro lado de la por<strong>te</strong>ría, va a parar<br />

justamen<strong>te</strong> al punto donde se encontraba solitario el extremo izquierdo, y<br />

és<strong>te</strong> lo introduce en la puerta, que está vacía por ese lado. Ora es el<br />

zipizape o alboroto nacido a la salida de un córner, donde el balón bota y<br />

rebota de cabeza en cabeza, movido por el azar...<br />

Lo que del Azar voy explicando no quiere decir que el fútbol es<br />

propiamen<strong>te</strong> un juego de azar. A la fuerza tiene que ganar en fútbol a la<br />

larga —aunque sólo a la larga— “el equipo mejor”. Por tanto, no puede<br />

ser propiamen<strong>te</strong> juego de azar. Si lo fuera, yo con mis noventa años de<br />

edad, puesto en el lugar del célebre Pelé, hubiera marcado, lo mismo que<br />

Pelé, aquel su histórico “vicegol”. Pero no hay azar que sepa hacer tales<br />

milagros. Aunque Pelé marcó su “vicegol” porque le ayudó el azar, ese<br />

azar fue un azar trucado, pues tampoco el puro azar lo hubiera marcado<br />

114


sin el concurso de Pelé. Creo que esto se en<strong>te</strong>nderá bien, si recurrimos al<br />

clásico lanzamiento de monedas “a cara y cruz”.<br />

Junto a una moneda corrien<strong>te</strong>, imaginemos otra que está ligeramen<strong>te</strong><br />

biselada, con un imperceptible bisel orientado hacia el lado “cruz”, y<br />

tallado a todo lo largo del borde. A causa del bisel, tras una larga serie<br />

de simultáneos lanzamientos de ambas monedas, por fuerza tiene que<br />

ocurrir que numéricamen<strong>te</strong> las “cara” logradas por la moneda biselada<br />

sean más que las ob<strong>te</strong>nidas por la otra. Ese “favorable” resultado final<br />

habrá sido obra del azar. Pero no del puro azar, sino de un azar trucado.<br />

De no existir el bisel, no hubiera habido “favores” del azar, porque el<br />

azar es ciego: ambas monedas hubieran dado resultados también iguales.<br />

Iguales a la larga, repito, porque en una pequeña serie de lanzamientos<br />

cualquier cosa es posible: puede (por ejemplo) ocurrir que la moneda<br />

biselada salga “cruz” todas las sie<strong>te</strong> u ocho veces que la hayamos<br />

lanzado.<br />

Eso es lo que en el fútbol sucede. La moneda biselada es el equipo x, de<br />

calidad técnica ligeramen<strong>te</strong> superior a la del equipo z (la moneda no<br />

biselada). El equipo x, tras una larga serie de partidos jugados contra el<br />

equipo z, necesariamen<strong>te</strong> ob<strong>te</strong>ndrá mayor número —que el equipo z— de<br />

resultados favorables. Todos y cada uno de ellos habrán sido obra del<br />

azar, pero no del puro azar, sino de un azar trucado. Si no hubiera sido<br />

técnicamen<strong>te</strong> superior el equipo x, el azar no le hubiera favorecido,<br />

porque el azar es ciego: ambos equipos hubieran quedado empatados.<br />

Empatados a la larga, repito una vez más, porque en un corto número de<br />

partidos cualquier cosa es posible: puede (por ejemplo) ocurrir que el<br />

equipo de superior calidad pierda todos los sie<strong>te</strong> u ocho partidos jugados<br />

contra un equipo de inferior calidad técnica.<br />

Naturalmen<strong>te</strong>, cuanto más acusado sea el bisel de la moneda, tanto mayor<br />

será el número de “caras” que ob<strong>te</strong>ndrá con respecto a la no biselada. Y<br />

cuanto más acusada sea la superioridad técnica de un equipo x, tanto<br />

mayor será el número de goles que ob<strong>te</strong>ndrá con respecto al equipo z.<br />

Pero siempre serán ambas cosas —“cara” y “gol”— ob<strong>te</strong>nidas por<br />

colaboración del azar. Dicho de otro modo: un “campeonato de caras”<br />

puede no ser ganado por la moneda biselada, si no es lanzada al azar,<br />

sino (v.gr.) colocada por capricho mío sobre la mesa; y un campeonato de<br />

Liga puede no ser ganado por el equipo de calidad superior, si el fútbol<br />

no respeta las reglas de juego del azar, sino que (v.gr.) el balón es<br />

voluntaria y disimuladamen<strong>te</strong> enviado a las mallas por el brazo del<br />

delan<strong>te</strong>ro.<br />

Por eso digo que nunca nadie por ser técnicamen<strong>te</strong> superior ganará un<br />

partido concreto, a menos que fuere enorme la diferencia de calidad entre<br />

los equipos con<strong>te</strong>ndien<strong>te</strong>s: lo ganará sólo si el azar le es favorable. Un<br />

campeón mundial jugando contra bisoños colegiales, o contra ve<strong>te</strong>ranos<br />

octogenarios, ganará siempre por ser el mejor, ya que en favor de los<br />

colegiales y de los octogenarios el azar nada puede hacer. Asimismo, si<br />

soy yo quien juega, y lanzo a las nubes todos mis penaltis, el azar jamás<br />

115


en los penaltis me llevará el balón a la red. Pero, entre equipos de igual o<br />

similar ca<strong>te</strong>goría, sólo a largo plazo gana el mejor por ser el mejor: a<br />

corto plazo puede perder siendo el mejor, debido a que no le auxilió el<br />

azar.<br />

En cumplimiento de las leyes del azar y de las “leyes de la probabilidad”,<br />

tras una muy larga serie de partidos, necesariamen<strong>te</strong> quedará ganador el<br />

equipo mejor dotado. Pero sólo cuando la serie sea muy larga. Es decir<br />

que la victoria en un partido concreto —o una relativamen<strong>te</strong> pequeña<br />

serie de triunfos (ganar un campeonato de Liga, por ejemplo— no es<br />

prueba palmaria de que el equipo triunfan<strong>te</strong> haya sido el mejor. Para<br />

ganar a otro equipo de similar calidad y preparación, la calidad y la<br />

preparación de un equipo es condición necesaria, pero insuficien<strong>te</strong>,<br />

porque el ganador gana si (y sólo si) el azar le ha creado situaciones<br />

favorables. En futbol, todo equipo ganador gana por el favor que<br />

secretamen<strong>te</strong> le ha hecho el vigesimo<strong>te</strong>rcer futbolista llamado Azar.<br />

Por el favor físico (entiéndase bien) de un azar físico. No por el favor de<br />

una esotérica “suer<strong>te</strong>”, que nadie sabe lo que es. La gen<strong>te</strong> piensa que el<br />

famoso gran equipo, cuando pierde (jugando contra un equipo inferior) ha<br />

perdido por “mala suer<strong>te</strong>”, como si la suer<strong>te</strong> fuese alguna especie de<br />

bendición o maldición de alguna mis<strong>te</strong>riosa deidad sobrenatural que<br />

repar<strong>te</strong> favores y disfavores. No hay tal suer<strong>te</strong>. El equipo superior a<br />

veces pierde porque las leyes de la física se tienen que cumplir, y un<br />

partido de fútbol es un hecho físico. El azar es un futbolista más, y juega<br />

físicamen<strong>te</strong>. Pero, siendo ciego el azar, no puede favorecer siempre al<br />

equipo de calidad superior. Sólo le favorecerá a la larga, porque así lo<br />

han dispuesto “las leyes de la probabilidad”. Eviden<strong>te</strong>men<strong>te</strong>, el azar<br />

jugará a favor del buen equipo más veces que a favor del malo (ya he<br />

dicho que, si yo lanzo a las nubes el penalti, mal podrá ayudarme el<br />

azar), pero a veces deberá también perjudicarle.<br />

Por no haber visto la callada labor que realiza en los campos de fútbol el<br />

vigesimo<strong>te</strong>rcer jugador, llamado Azar, de tiempo en tiempo se hacen<br />

cruces los aficionados, los propios jugadores, los técnicos, los<br />

periodistas,... incapaces de comprender ciertos hechos. O, lo que es peor,<br />

emi<strong>te</strong>n juicios erróneos acerca de lo ocurrido, achacando a deficiencias<br />

del jugador o del entrenador lo que en realidad es obra del Azar.<br />

A es<strong>te</strong> respecto, especialmen<strong>te</strong> remarcable me parece la generalizada<br />

<strong>te</strong>ndencia a confundir “buen juego” y “goles marcados”. En los juicios<br />

críticos casi siempre se valora a pos<strong>te</strong>riori, en función de los goles, la<br />

calidad técnica del equipo. Creo que es un craso error. A un director<br />

técnico en cuanto tal —incluso al propio jugador—, en un momento dado,<br />

no debieran importarle un comino los goles que refleja el marcador,<br />

porque en realidad son regalos del azar. Debiera importarle únicamen<strong>te</strong><br />

el jugar bien: si el juego es bueno, ya llegarán los goles, tarde o<br />

<strong>te</strong>mprano. Veamos cómo se razona de ordinario:<br />

116


Dispara un delan<strong>te</strong>ro considerado como excelen<strong>te</strong> lanzador de penaltis. El<br />

balón da en el larguero, y no entra. Comentario general: “esta vez ha<br />

fallado; no ha sido hábil; no ha jugado bien.” Yo opino que no ha fallado,<br />

que ha jugado perfectamen<strong>te</strong>, y que ha sido el taimado Azar quien le ha<br />

retorcido levemen<strong>te</strong> la bota, obligando al balón a elevarse un centímetro<br />

más.<br />

Con frecuencia se oye comentar que tal o cual jugador, o tal o cual<br />

equipo, en el primer tiempo ha jugado bien, y mal en el segundo (en el<br />

sentido de que jugar bien es jugar con habilidad y con talento). O que el<br />

año pasado jugaba bien, pero no es<strong>te</strong> año. El comentario, claro está, suele<br />

hacerse a la vista del rendimiento práctico ob<strong>te</strong>nido en la realización<br />

misma del juego: pases o centros perfectos o defectuosos, goles marcados<br />

o fallidos, etcé<strong>te</strong>ra. Tales comentarios a mí me parecen equivocados, pues<br />

confunden “buen juego” con “azar favorable”, y “mal juego” con “azar<br />

adverso”. A mi juicio, es imposible que alguien sea hábil y talentoso<br />

duran<strong>te</strong> el primer tiempo, y para la segunda mitad pierda repentinamen<strong>te</strong><br />

sus talentos y habilidades. O que sea hábil y talentoso duran<strong>te</strong> un año, y<br />

el año siguien<strong>te</strong> no dé pie con bola. Necesito opinar que en esos casos lo<br />

que ha variado no es la habilidad y el talento, sino los favores del azar.<br />

Salvo que se postule como causa de “resultados increíbles” el trabajo de<br />

un azar que por casualidad lo ha combinado “todo a favor” ¿cómo<br />

explicar la “remontada espectacular” del equipo de juveniles que, a falta<br />

de quince minutos, perdía por 3-0, y en el último cuarto de hora metió<br />

cuatro goles, ganando por 3-4? ¿O cómo explicar el hecho, nada<br />

infrecuen<strong>te</strong>, de que hoy o mañana un equipo juegue muy bien —quizá<br />

mucho mejor que su rival— y, sin embargo, pierda (incluso por goleada)?<br />

Con decir que no ha <strong>te</strong>nido suer<strong>te</strong>, no decimos nada, si no explicamos qué<br />

es eso de “no <strong>te</strong>ner suer<strong>te</strong>”. La única explicación razonable está en el<br />

hecho de que los resultados, en partido concreto de fútbol, dependen del<br />

jugador vigésimo<strong>te</strong>rcero.<br />

A mi juicio, dar importancia al resultado adverso del momento y, sobre<br />

todo, atribuir a “mal juego” ese resultado —por no haber visto la<br />

influencia del azar—, tiene incidencia negativa en el desarrollo del juego<br />

mismo: desmoraliza al jugador, desorienta al director técnico y le hace<br />

tomar decisiones equivocadas, etcé<strong>te</strong>ra. Analícense, por gusto, algunos<br />

comentarios espigados en la prensa de estos días en los que he escrito los<br />

párrafos preceden<strong>te</strong>s:<br />

117<br />

Nosotros hemos hecho todo el gasto. Sobre todo la primera par<strong>te</strong> y la<br />

última media hora del partido hemos entrado por bandas, les hemos<br />

generado mucho peligro, hemos estado seguros en defensa... pero nos<br />

sigue faltando rematar el partido. El equipo funciona, pero falta<br />

machacar los partidos [Pepe Mel].<br />

Machacar los partidos es cometido propio del Azar.<br />

Mientras que el pasado miércoles el Eibar estuvo a punto de ganar al<br />

Real Madrid, y además por goleada, ayer perdió contra el penúltimo<br />

clasificado en Segunda División, en un pésimo partido, especialmen<strong>te</strong><br />

en la primera mitad. Jugó los peores 45 primeros minutos. Salió


118<br />

espeso y sin chicha, quizás por aquello del fuer<strong>te</strong> calor que reinaba en<br />

la capital malagueña.<br />

Si salió espeso y sin chicha por causa del fuer<strong>te</strong> calor, lo lógico sería que<br />

el partido hubiera sido pésimo especialmen<strong>te</strong> en la segunda mitad, no en<br />

la primera. Además, también para el penúltimo clasificado reinaba el<br />

fuer<strong>te</strong> calor, pero fue el penúltimo clasificado quien ganó al cuasi<br />

vencedor de todo un Real Madrid. ¿Por qué? Porque el dorsal Azar nunca<br />

sale “espeso y sin chicha”, por muy fuer<strong>te</strong>s que sean los calores de la<br />

capital malagueña.<br />

El cambio radical experimentado por el Athletic ayer, que pasó de<br />

cuajar una más que aceptable primera par<strong>te</strong> a dejarse vapulear por el<br />

Atlético de Madrid, resultó inexplicable para todos, incluyendo a<br />

Ernesto Valverde, que no acababa de en<strong>te</strong>nder las razones por las que<br />

su equipo se vino abajo de esa manera. “Supongo que la única<br />

explicación es que esto es fútbol”, admitía el técnico.<br />

Era imposible que Ernesto Valverde en<strong>te</strong>ndiera las razones por las que su<br />

equipo se vino abajo, porque el equipo no se vino abajo. Ningún equipo<br />

se viene abajo repentinamen<strong>te</strong>. Encajar goles de repen<strong>te</strong> no es venirse<br />

abajo el equipo. Valverde supuso “que esto es fútbol”. Exacto: esto es<br />

fútbol... porque el fútbol son veintidós futbolistas oficialmen<strong>te</strong><br />

reconocidos más un futbolista clandestino que sabe hacer diabluras.<br />

En la primera par<strong>te</strong> lo hemos hecho todo francamen<strong>te</strong> bien, pero luego<br />

ha cambiado todo. Han apretado más, han empezado a hacernos daño<br />

y han llegado los goles [Dani Aranzubia].<br />

El reconocimiento de que siempre es el azar el coautor que mueve los<br />

marcadores en los campos de fútbol, es importan<strong>te</strong>. Sobre todo, porque su<br />

desconocimiento puede <strong>te</strong>ner consecuencias deportivas graves para el<br />

propio equipo como tal, para de<strong>te</strong>rminados jugadores, para los directores<br />

técnicos, etcé<strong>te</strong>ra. Consecuencias graves porque, al achacar a mal juego<br />

resultados adversos que son obra del azar, y no del mal juego, se<br />

destituye inoportunamen<strong>te</strong> al jugador o al entrenador, se introducen<br />

inoportunas estra<strong>te</strong>gias o tácticas de juego que acaso resul<strong>te</strong>n incluso<br />

contraproducen<strong>te</strong>s, los resultados continúan siendo adversos, el jugador<br />

se pone nervioso y se desmoraliza, el equipo empieza por eso mismo —<br />

ahora sí— a jugar mal... Hace poco los donostiarras tuvimos un vivo<br />

ejemplo, y voy a recordarlo.<br />

El equipo donostiarra, en la <strong>te</strong>mporada 2002-2003, perdió por los pelos el<br />

campeonato de Liga. Por los pelos había eludido el descenso en las<br />

<strong>te</strong>mporadas inmediatamen<strong>te</strong> preceden<strong>te</strong>s. En ésta, sin embargo,<br />

sorprendiendo a propios y extraños, “lo ganaba todo”, y en el último<br />

instan<strong>te</strong> le faltó un tris para proclamarse campeón. Aunque hubo ya voces<br />

que mencionaron la palabra “suer<strong>te</strong>” —“va así porque está <strong>te</strong>niendo<br />

suer<strong>te</strong>”—, al menos por estos pagos el éxito se atribuía a la pericia y al<br />

trabajo del entrenador y de los jugadores.<br />

A mí me parecía desproporcionado, imposible de ser explicado sin más,<br />

tanto éxito. Podía explicarse una mejoría notable con respecto a las


<strong>te</strong>mporadas an<strong>te</strong>riores, pero no tanto éxito. Para mí, la causa de tanto<br />

éxito eran los caprichos del Azar. El azar, puesto que es ciego, a la larga<br />

no puede favorecer a un jugador o a un equipo más que a otro de igual<br />

valía. Pero, precisamen<strong>te</strong> porque es ciego, a la corta sí puede favorecerle.<br />

Y aquel año favoreció al equipo donostiarra.<br />

La <strong>te</strong>mporada siguien<strong>te</strong> (2003-2004) sobrevino la “catástrofe”,<br />

sorprendiendo también a propios y extraños. El equipo empezó la<br />

<strong>te</strong>mporada sin poder conseguir el gol. Todo el mundo se hacía cruces,<br />

incapaz de comprender lo que estaba ocurriendo cuando el entrenador era<br />

el mismo de la <strong>te</strong>mporada an<strong>te</strong>rior, y prácticamen<strong>te</strong> los mismos también<br />

los jugadores. Cada quisque inventaba una hipó<strong>te</strong>sis diferen<strong>te</strong>, para<br />

explicar el descalabro, pero a nadie convencía. Algunos, hablando (no<br />

con demasiada fe) de rachas, de mala suer<strong>te</strong>, etc., parecían olfa<strong>te</strong>ar la<br />

verdad, pero no se daban cuenta cabal de que es precisamen<strong>te</strong> la creación<br />

de rachas lo que carac<strong>te</strong>riza a los principales “caprichos” del azar físico.<br />

Debido a que los en<strong>te</strong>ndidos no se percataron de que aquello podía ser<br />

simplemen<strong>te</strong> una de las jugarretas que de tiempo en tiempo suele gastar<br />

el azar —jugarreta por la cual era absurdo preocuparse y acongojarse—,<br />

llegó la “catástrofe”: se erró al creer que “mal resultado” es “mal juego”,<br />

“bajón de juego”, “errores del equipo”; se erró al cambiar la táctica y la<br />

estra<strong>te</strong>gia del juego; según pasaba el tiempo cundió entre los jugadores la<br />

desmoralización, la falta de fe en sí mismo, la autosugestión, el<br />

nerviosismo; a consecuencia de ello, se empezó a jugar mal... Y el<br />

equipo no conseguía escapar de los últimos puestos de la clasificación.<br />

Se leían en la prensa comentarios que a mí me hacían sonreír:<br />

119<br />

No es que <strong>te</strong>ngamos más culpa que el entrenador. La culpa es sólo<br />

nuestra. Al fin y al cabo, estamos once contra once. El entrenador no<br />

juega. Si el año pasado, casi con los mismos once, jugábamos tan<br />

bien y se marcaban tantos goles ¿qué culpa tiene el entrenador? [...]<br />

El año pasado Khokhlov metía los goles casi con el culo, y es<strong>te</strong> año<br />

no entra nada [Valery Karpin].<br />

Los responsables únicos de la situación actual somos los jugadores y<br />

los entrenadores, y <strong>te</strong>nemos que hacer fren<strong>te</strong> a la situación (Raynald<br />

Denoueix).<br />

El Málaga ha hecho uno de sus mejores partidos en casa. Ha estado en<br />

campo contrario, ha llegado por banda, ha tirado muchos córners...<br />

Otra cosa es el acierto, que es de<strong>te</strong>rminan<strong>te</strong>. Hemos sido infinitamen<strong>te</strong><br />

superiores a la Real, pero han hecho dos goles en lo poco que se han<br />

acercado a nuestra área, y esto ha decidido el partido [Juan de Ramos].<br />

En relación con es<strong>te</strong> último caso, recuérdese que el equipo donostiarra<br />

viajó a Málaga mentalizado para jugar “un partido marcado por las<br />

ausencias” (en el equipo donostiarra), y que és<strong>te</strong> “jugó muy mal”, an<strong>te</strong> un<br />

adversario que “llevaba una buena racha de victorias en casa”. Y que, no<br />

obstan<strong>te</strong>, ganó el equipo donostiarra. También ganó el partido siguien<strong>te</strong><br />

(nada menos que al flaman<strong>te</strong> campeón del año an<strong>te</strong>rior), porque había<br />

llegado, como ya se preveía, la hora de los favores del azar. Sin embargo,<br />

nadie se dio cuenta de ello, y siguieron juzgando los hechos<br />

erróneamen<strong>te</strong>:


120<br />

Ganamos porque todos lo hemos dado todo y porque luego tuvimos la<br />

suer<strong>te</strong> [no dice “ayuda del azar físico”, sino “suer<strong>te</strong>”] que siempre debes<br />

<strong>te</strong>ner para ganar. La clave ha estado en la charla que tuvimos<br />

nosotros con el entrenador... [Valery Karpin].<br />

La Real, los jugadores y Raynald Denoueix, han acertado a la hora de<br />

escoger la salida de emergencia para escalar posiciones en la dura<br />

cuesta de enero. Cuando un equipo está en puestos de descenso tiene<br />

que apelar al trabajo hasta la ex<strong>te</strong>nuación, hacerse fuer<strong>te</strong> en el trabajo<br />

defensivo, y esos dos factores unidos han permitido a los<br />

blanquiazules dos triunfos consecutivos... [Joseba Iturria]<br />

Como ya se preveía, tras varias jornadas exitosas volvió de nuevo la<br />

racha de los disfavores del azar. Y después otra vez la de los favores. Y,<br />

en medio del toma y daca llegó la irónica burla de algún malicioso gnomo<br />

empeñado en darnos una lección: “¡a ver si de una vez os en<strong>te</strong>ráis de que<br />

es el Azar quien me<strong>te</strong> los goles!” En efecto, Kovacevic, el delan<strong>te</strong>ro que<br />

el año an<strong>te</strong>rior había sido imparable máquina de hacer goles, actualmen<strong>te</strong><br />

no acertaba a me<strong>te</strong>r ni uno siquiera. Llevaba dieciocho partidos incapaz<br />

de conseguirlo, y por fin metió uno involuntariamen<strong>te</strong>, nada menos que<br />

con la espalda: yendo lanzados tras el balón, tanto el por<strong>te</strong>ro rival como<br />

Kovacevic, se anticipó aquél en su salida, quiso despejar con fuerza,<br />

Kovacevic tuvo que darse la vuelta para no recibir en la cara el balonazo<br />

y, rebotado en su espalda, el balón fue a parar a las mallas.<br />

Después de visto que en fútbol puede ganarse así... debo repetir la<br />

pregunta que hice an<strong>te</strong>riormen<strong>te</strong>: ¿Enloquecer toda una nación, gobierno<br />

incluido, porque hemos marcado un gol más que el equipo foráneo? ¿Y<br />

gemir de vergüenza nacional porque no lo hemos marcado?<br />

Que en los depor<strong>te</strong>s no siempre el ganador es el mejor, se demuestra<br />

claramen<strong>te</strong> en los partidos de pelota vasca, sobre todo en los que se<br />

juegan mano a mano en todo el frontón. Son dos las causas: de un lado el<br />

azar, que también juega como invisible pelotari; de otro lado el vigen<strong>te</strong><br />

reglamento oficial del juego.<br />

En cierto sentido, la influencia del azar en los partidos de pelota es<br />

todavía mayor que en los partidos de fútbol, por la ma<strong>te</strong>mática precisión<br />

con que manos y dedos tienen que posicionarse —en el tiempo y en el<br />

espacio— para que pueda imprimirse a la pelota el impulso y la dirección<br />

adecuados. Ese posicionamiento exacto depende, no sólo de la voluntad<br />

o habilidad del pelotari, sino también del azar, es decir de muchos<br />

imponderables, de muchas microfuerzas musculares y cerebrales (e<br />

incluso de otras que actúan desde la propia pelota: centro de gravedad,<br />

condiciones físicas del cuero, etcé<strong>te</strong>ra).<br />

Pero el factor que más influye en resultados deportivos “injustos” —<br />

“injustos” porque son resultados que delatan como pelotari peor al que no<br />

es peor— es el propio reglamento de pelota, que un día fue concebido y<br />

aprobado sin pies ni cabeza. Ese reglamento es un dispara<strong>te</strong>, porque no<br />

toma en cuenta lo que influye la clase de pelota con la que se esté<br />

jugando y, sobre todo, la enorme influencia brutal que puede <strong>te</strong>ner en el<br />

juego el saque.


Las carac<strong>te</strong>rísticas físicas de la pelota —peso, elasticidad, cuero...—<br />

varían mucho de una pelota a otra. Es<strong>te</strong> factor puede influir por sí mismo<br />

en el resultado “injusto” porque hayan sido favorables para un pelotari<br />

las carac<strong>te</strong>rísticas, y desfavorables para el otro. Por ejemplo, el<br />

corpulento y forzudo, pero no ágil y habilidoso, con cierta clase de<br />

pelotas jugará mejor que el ágil y habilidoso, pero no corpulento y<br />

forzudo.<br />

Pero el factor que puede ser gravemen<strong>te</strong> decisivo es el saque. El pelotari<br />

a quien corresponda efectuar el saque puede producir estragos en el rival,<br />

aunque el rival sea el mejor pelotari del mundo. Si acierta a sacar la<br />

pelota muy atrás, con mucha violencia, y bien arrimada a la pared<br />

izquierda del frontón, el restador no podrá impulsarla con fuerza<br />

suficien<strong>te</strong> para que llegue hasta el frontis y, aunque lo consiga, lo hará<br />

muy débilmen<strong>te</strong>, no pudiendo evitar (por ejemplo) que el rival rema<strong>te</strong><br />

rápido, y se adjudique el tanto.<br />

Juega con ventaja el pelotari a quien corresponda jugar con pelota de<br />

carac<strong>te</strong>rísticas favorables para él, y desfavorables para el rival. Pero<br />

juega con ventaja infinitamen<strong>te</strong> mayor aquel a quien corresponde sacar.<br />

Tan grande es la ventaja que yo, por decirlo de una manera gráfica, haría<br />

esta valoración: “conceder a un pelotari el derecho al saque, es como<br />

concederle el derecho de vendar un ojo al rival”.<br />

Si se tiene en cuenta esa doble ventaja, se comprenderá que el reglamento<br />

del juego en la pelota vasca es una monstruosidad deportiva porque,<br />

exceptuado el primer saque, sólo quien haga tanto puede sacar: hasta que<br />

no logre hacer un tanto, el pelotari que tiene que restar jugará “con un<br />

ojo vendado”. Es decir que el reglamento deja abierta la posibilidad de<br />

que uno de los dos pelotaris efectúe el saque veintidós veces en el mismo<br />

partido, mientras que el rival no ha podido sacar ni una sola vez. Hasta el<br />

bueno de Pero Grullo sabe que ambos pelotaris deberían <strong>te</strong>ner las mismas<br />

opciones de saque (igual que en el <strong>te</strong>nis). Y, para colmo, al sacador que<br />

ha cometido falta por haber lanzado la pelota más allá de la raya-lími<strong>te</strong><br />

reglamentaria, se le perdona la falta, y se le concede por segunda vez el<br />

saque.<br />

Al pronto parece que no ha <strong>te</strong>nido ninguna ventaja el ganador con su<br />

derecho de sacar y elegir pelota cada vez que hacía tanto, porque ese<br />

mismo derecho <strong>te</strong>nía el perdedor. Pero el argumento es falso, porque la<br />

ventaja no la da el derecho: la da el hecho de que en todos los partidos el<br />

ganador siempre ha sacado más veces que el perdedor. Por eso el ganador<br />

en los partidos de pelota gana siempre por haber jugado con ventaja, pues<br />

no hay manera de saber qué hubiera ocurrido, si el perdedor —como se<br />

hace en el <strong>te</strong>nis— hubiera sacado tantas veces como el ganador.<br />

Tampoco vale argüir que el derecho al saque es de justicia, como premio<br />

que se otorga a quien ha sido el mejor en el tanto preceden<strong>te</strong>. En primer<br />

lugar, porque es injusto negar el derecho al saque a quien ha perdido el<br />

tanto preceden<strong>te</strong>, como injusto es atarle por eso las manos, o vendarle un<br />

121


ojo. En segundo lugar, porque a veces hace el tanto quien peor ha jugado<br />

(a causa de una “escapada”, por ejemplo).<br />

Cuando se dirime un campeonato, suele ser muy frecuen<strong>te</strong> que un buen<br />

pelotari gane el partido a otro tan bueno como él, infligiéndole una<br />

“derrota humillan<strong>te</strong>”: para mí es la mejor prueba de que el rival jugó<br />

“con ojo vendado”, o con “las manos atadas” porque nunca un buen<br />

pelotari puede ganar así a otro buen pelotari (por un tan<strong>te</strong>o de 22-05, por<br />

ejemplo), a menos que el perdedor esté enfermo, o se haya lesionado, o...<br />

juegue “con ojo vendado”.<br />

Es fácil comprender cómo pueden (y suelen) fraguarse las “humillan<strong>te</strong>s<br />

derrotas”. Basta una rápida reflexión sobre los dos trabajos que, para<br />

jugar bien, tiene que realizar el pelotari, y sobre las causas que pueden<br />

impedir su realización. Son éstos los dos trabajos:<br />

122<br />

1º El pelotari, todas cuantas veces vaya a impeler o dar impulso a la<br />

pelota, debe pre-juzgar acertadamen<strong>te</strong> con qué fuerza conviene<br />

enviarla, y adónde. Es una labor puramen<strong>te</strong> in<strong>te</strong>lectual.<br />

2º Para enviarla así, los dedos y la mano tienen que adaptarse a la<br />

pelota —en el momento exacto de su mutuo encuentro— con precisión<br />

ma<strong>te</strong>mática en cuanto a posiciones, a sincronizaciones, a impulsos: la<br />

falta de esa precisión es la responsable de que el pelotari sea o esté<br />

“fallón o fallador”; de que in<strong>te</strong>n<strong>te</strong> enviar la pelota al “rebo<strong>te</strong>”, y (por<br />

falta de “toque” al no haberla “gozado”) se le quede “corta”; de que<br />

incurra en “escapadas”; de que no logre arrimar a la pared la pelota;<br />

de que por un centímetro “suene la chapa”; etcé<strong>te</strong>ra. Lograr esa<br />

ma<strong>te</strong>mática precisión es tan difícil que resulta prácticamen<strong>te</strong><br />

imposible: sin pre<strong>te</strong>nsiones de verdad científica, podría decirse que<br />

ningún pelotari consigue casi nunca una adaptación perfecta.<br />

Son muchas las causas que pueden más o menos impedir la realización de<br />

los dos trabajos descritos (máxime del segundo), pero sólo enumeraré las<br />

que en es<strong>te</strong> momento nos in<strong>te</strong>resan.<br />

a) El saque del rival; violento, largo, arrimado a la pared izquierda; o<br />

violento y muy corto y arrimado; o muy largo, muy al ancho, y con<br />

“efecto”. A Pedro, o bien le ha sido imposible devolver el saque, o<br />

bien lo ha devuelto débilmen<strong>te</strong>, y el rival ha rematado, anotándose el<br />

tanto.<br />

b) El nuevo saque al que tiene derecho el rival de Pedro, por haber<br />

hecho el tanto preceden<strong>te</strong>, y que, por haberlo ejecutado bien, le vale<br />

el segundo tanto.<br />

c) Otro saque al que tiene derecho el rival por la misma razón; Pedro<br />

lo ha devuelto esta vez con fuerza para impedir el rema<strong>te</strong> del rival,<br />

pero con tan mala fortuna que la pelota da en la chapa superior del<br />

frontis.<br />

d) Cuarta vez que saca el rival; Pedro ha devuelto bien; ha pelo<strong>te</strong>ado<br />

bien; es el rival quien ha fallado esta vez por “escapada”, pero el azar<br />

ha hecho que la pelota llegara justo al frontis, convertida en dejada<br />

perfecta; cuarto tanto consecutivo.<br />

e) Pedro está poniéndose nervioso; el rival ha sacado por quinta vez<br />

consecutiva; el nerviosismo incide negativamen<strong>te</strong> en las<br />

coordinaciones cerebrales y musculares de la mano y los dedos de<br />

Pedro; és<strong>te</strong> no ha “gozado” la pelota, y se la ha dejado al rival,<br />

“servida en bandeja”; quinto tanto consecutivo.<br />

f) La precisión ma<strong>te</strong>mática necesaria para el buen juego es imposible<br />

con el estado de ánimo al<strong>te</strong>rado; el de Pedro ha decaído mucho; la<br />

ansiedad, la preocupación, el <strong>te</strong>mor de que iba a perder el partido, la<br />

autosugestión, etc., provocan en él imprecisiones cada vez más


123<br />

graves y frecuen<strong>te</strong>s de la susodicha adaptación de sus manos a la<br />

pelota, y <strong>te</strong>rmina perdiendo el partido sin haber hecho ni siquiera un<br />

tanto.<br />

Esto que he descrito no es una hipérbole que yo haya inventado. Más de<br />

una vez ha ocurrido —y en cualquier momento puede otra vez ocurrir—<br />

que, siendo un pelotari tan bueno como el otro, el ganador haya dejado en<br />

cero a su rival, por haber <strong>te</strong>nido la ventaja de efectuar el saque veintidós<br />

veces, mientras que el rival no pudo sacar ni una vez (sobre todo porque<br />

precisamen<strong>te</strong> el no sacar ha sido la verdadera causa, indirecta, del mal<br />

juego del perdedor). El ganador ha jugado con una descomunal ventaja.<br />

Críticos y comentaristas atribuirán la victoria a que el perdedor “tuvo un<br />

mal día”, a que el ganador “arrolló a su rival, haciendo una exhibición de<br />

sus por<strong>te</strong>ntosas facultades”, a que el ganador “fue un ciclón que lo arrasó<br />

todo”... Hasta se atreverán a ponderar la asombrosa hazaña de que el<br />

ganador hizo, por ejemplo, doce tantos de saque, mientras que el<br />

perdedor no fue capaz de hacer ni siquiera uno (como si fuera posible<br />

hacer tantos de saque sin efectuar ningún saque). Y no se darán cuenta de<br />

que “lo arrasó todo el ciclón” porque su rival jugó “con el ojo izquierdo<br />

tapado”.<br />

Sin llegar a ese extremo del 22-00 (que ya se ha dado más de una vez),<br />

quien repase la historia de los campeonatos de pelota individuales<br />

encontrará innumerables partidos (entre pelotaris de similar valía)<br />

ganados por un abultado tan<strong>te</strong>o que sólo puede explicarse porque el<br />

perdedor no pudo sacar tantas veces como el ganador.<br />

Creo que fue en el campeonato del año 2002 cuando el campeón Abel<br />

Barriola sólo pudo hacer dos tantos jugando contra Aimar Olaizola. Tan<br />

escandaloso tan<strong>te</strong>o era a priori imposible, si no mediaba alguna visible<br />

anomalía, aun <strong>te</strong>niendo en cuenta que Barriola no estaba tan “en forma”<br />

como en la <strong>te</strong>mporada preceden<strong>te</strong>. “Nadie se imaginaba que esto pudiera<br />

ocurrir”, comentaban los expertos, ciegos an<strong>te</strong> la barbaridad deportiva en<br />

que incurre el reglamento al no conceder los saques a los dos jugadores<br />

por igual. Y, como acaece siempre, atribuyeron el resultado a la brillan<strong>te</strong><br />

prestación de Olaizola, y a la flojedad de Barriola. Aunque Barriola<br />

estuviera bajo de forma, a la brillan<strong>te</strong> prestación de Olaizola se pudo<br />

atribuir una victoria más o menos holgada, pero nunca un 22-2 (esto que<br />

digo se hubiera demostrado en forma contunden<strong>te</strong>, si ambos hubieran<br />

jugado otro partido al día siguien<strong>te</strong>, sacando sólo dos veces Olaizola). 39<br />

Ironías del destino, el año 2004, Aimar Olaizola sólo pudo hacer a su vez<br />

un tanto jugando contra Juan Martínez de Irujo. Es verdad que tampoco<br />

Olaizola estaba ese día tan “en forma” como cuando venció a Barriola.<br />

Pero era imposible que sólo hiciera un tanto, por mucho que jugara<br />

Martínez de Irujo. Sin embargo, en la prensa pudimos leer comentarios<br />

d “ 39 Casi exactamen<strong>te</strong> lo mismo ocurrió el año 2004, jugando dentro del 4 y ½. Nagore ganó a Barriola<br />

22-5. Y los comentaristas de prensa estuvieron tan ciegos como siempre: “Jorge Nagore deja en evidencia<br />

el momento crítico de Abel Barriola”. Si hubieran jugado al día siguien<strong>te</strong> otra vez, concediéndose a<br />

Nagore sólo cinco saques, tal vez és<strong>te</strong> hubiera dejado en evidencia a Barriola, pero ya podemos estar bien<br />

seguros de que Barriola hubiera hecho más de 5 tantos, pese a su “momento crítico”.


ien descabellados. Por ejemplo, és<strong>te</strong>: “Martínez de Irujo movió a todo<br />

un superclase como Aimar como a un muñeco de feria”. Que yo sepa,<br />

nadie dijo una sola palabra sobre el “ojo vendado” con el que Olaizola<br />

jugó en todo el partido. ¿Por qué al día siguien<strong>te</strong> no se jugó otro de<br />

revancha con la condición de que Irujo sacara una sola vez en todo el<br />

partido, para confirmar que Irujo es un “ciclón” que mueve a Olaizola<br />

como a un muñeco de feria? Ni Irujo a Olaizola, ni Olaizola a Irujo, ni<br />

Barriola a Olaizola, ni Olaizola a Barriola, jamás moverán al rival “como<br />

a un muñeco de feria”, si las reglas de juego se establecen con<br />

ecuanimidad.<br />

Resumen del capítulo: el depor<strong>te</strong> que sea algo más que un simple<br />

ejercicio moderado, practicado únicamen<strong>te</strong> para disfrutar con él por el<br />

mero hecho de practicarlo como actividad lúdica placen<strong>te</strong>ra y saludable,<br />

es irracional.<br />

124


X*<br />

Religión<br />

Ya dimos a la filosofía el adiós definitivo 40 y, por tanto, para nosotros<br />

carecen in<strong>te</strong>rés los análisis filosóficos de “lo religioso” o “lo sagrado”.<br />

No vamos a estudiar la religión como fenómeno antropológico o<br />

psicológico. La religión, para nosotros, no es más que la actitud que<br />

adopta el hombre cuyo cerebro ha formulado, conscien<strong>te</strong> o<br />

inconscien<strong>te</strong>men<strong>te</strong>, el juicio de que, además del universo, exis<strong>te</strong> un en<strong>te</strong><br />

—nominado (por ejemplo) “Alá” o “Dios” o “Jehová”— concebido como<br />

“divinidad”, y antropomorfo en el sentido de que es persona.<br />

Eso es en esencia para nosotros —y sólo eso— religión, sean cuales<br />

fueren los atributos que asigne el creyen<strong>te</strong> a la tal divinidad, y sea cual<br />

fuere la forma de ciertas específicas actitudes consiguien<strong>te</strong>s o<br />

subsiguien<strong>te</strong>s a esa su concepción de la divinidad (adoración, amor,<br />

<strong>te</strong>mor, esperanza, oración, ritos, etcé<strong>te</strong>ra).<br />

Por tanto, nada tiene de religioso la creencia en cosa alguna —en cosa<br />

que sea impersonal—, como pueden ser (verbigracia) las abstracciones<br />

“Absoluto”, “Ser Supremo”, “Acto puro”, etcé<strong>te</strong>ra. Tales entidades, a<br />

menos que se incorpore a ellas alguna connotación del tipo “persona”,<br />

son inhábiles en orden a generar sentimientos y actitudes de “religión”.<br />

Según lo cual, creyen<strong>te</strong> religioso es aquel cuyo in<strong>te</strong>lecto, conscien<strong>te</strong> o<br />

inconscien<strong>te</strong>men<strong>te</strong>, asume el susodicho juicio afirmativo. E incrédulo o<br />

a<strong>te</strong>o aquel cuyo in<strong>te</strong>lecto no lo asume. De suer<strong>te</strong> que, para ser a<strong>te</strong>o, no es<br />

necesario negar la exis<strong>te</strong>ncia de Dios. También es a<strong>te</strong>o quien ignora que<br />

exis<strong>te</strong>, ya que “a<strong>te</strong>o” etimológicamen<strong>te</strong> significa “sin Dios”, y “sin Dios”<br />

vive quien ignora que exis<strong>te</strong> Dios. Considero ilógica la distinción que<br />

suele hacerse entre “agnóstico” y “a<strong>te</strong>o”, como si “a<strong>te</strong>o” fuera solamen<strong>te</strong><br />

quien demuestra o cree demostrar que Dios no exis<strong>te</strong>. El agnóstico es<br />

verdadero a<strong>te</strong>o.<br />

Es también ilógico exigir al a<strong>te</strong>o pruebas de que no exis<strong>te</strong> Dios. Quien se<br />

limita a negar algo —sea cual fuere lo negado— no tiene que probar<br />

nada. La obligación de probar compe<strong>te</strong> únicamen<strong>te</strong> a quien afirma.<br />

Affirmantis est probare. Quien afirma que Dios exis<strong>te</strong>, es quien debe<br />

demostrarlo. No sólo no hay obligación, sino que es li<strong>te</strong>ralmen<strong>te</strong><br />

imposible (en cualquier ma<strong>te</strong>ria) “probar que no”: nadie podrá jamás<br />

demostrar, por ejemplo, que no exis<strong>te</strong> el unicornio: demostrar el “no” es<br />

imposible.<br />

Volvamos al concepto de “lo religioso” o “lo sagrado”. Nosotros no<br />

podemos aceptar una frase que leí hace unos años y no he olvidado. En<br />

40 V. Ni Dios ni Darwin y <strong>Logos</strong> avanza...<br />

125


es<strong>te</strong> momento la <strong>te</strong>ngo delan<strong>te</strong> de mí, en el número 36 de la revista<br />

Archipiélago. La frase es de José Jiménez Lozano, y dice así:<br />

126<br />

El hombre parece que es sustancial e irremediablemen<strong>te</strong> religioso, y<br />

adorador y <strong>te</strong>meroso siempre de alguna sacralidad. No puede vivir sin<br />

ésta, al parecer.<br />

No es dogmático el pensamiento central de la proposición, ya que sólo se<br />

afirma que el hombre parece ser (no se dice que es) irremediablemen<strong>te</strong><br />

religioso. En caso de que la proposición fuese dogmática, nosotros no<br />

podríamos aceptarla porque, siendo el hombre sustancial e<br />

irremediablemen<strong>te</strong> religioso, no puede haber en el mundo ningún a<strong>te</strong>o. Y<br />

los hay a millones.<br />

Los lagartos no pueden ser sustancial e irremediablemen<strong>te</strong> religiosos,<br />

porque son animales que no piensan. El hombre sí piensa, y puede ser<br />

irremediablemen<strong>te</strong> religioso, aunque sustancialmen<strong>te</strong> no lo es. Pero,<br />

cuando es irremediablemen<strong>te</strong> religioso, lo es tan sólo por ignorancia<br />

(ignorancia, entiéndase bien, de algunos hechos o verdades). Tan pronto<br />

como el creyen<strong>te</strong> deje de ser ignoran<strong>te</strong> —deje de ignorar esos hechos o<br />

verdades—, dejará de ser irremediablemen<strong>te</strong> religioso, y pasará a ser<br />

irremediablemen<strong>te</strong> a<strong>te</strong>o.<br />

La religiosidad nace cuando por vez primera el animal pensan<strong>te</strong>,<br />

ignoran<strong>te</strong> a la sazón, y aunque nadie le haya imbuido ninguna idea<br />

religiosa, por sí mismo se da cuenta de que hay en el mundo “cosas<br />

maravillosas”, y no sabe —ignora—a qué se debe que sean lo que son,<br />

siendo maravillosas. En ese trance es cuando se torna irremediablemen<strong>te</strong><br />

religioso, porque el invencible antropomorfismo humano congénito le<br />

hace pensar que esas “cosas maravillosas” han debido ser obra de<br />

“alguien” muy superior a nosotros.<br />

Cuando el hombre deje de ser ignoran<strong>te</strong> —ignoran<strong>te</strong> en el sentido de que<br />

desconoce la verdadera razón de que exista en el mundo tanta “cosa<br />

maravillosa”—, el hombre será sustancial e irremediablemen<strong>te</strong><br />

irreligioso, incrédulo, a<strong>te</strong>o.<br />

Creer en un Dios-persona —por tanto, en un Dios antropomorfo—, con<br />

todo lo que naturalmen<strong>te</strong> sigue a esa creencia (“Dios quiere que le<br />

obedezcamos”, “obedeciéndole, seremos premiados”, “<strong>te</strong>nemos que<br />

adorarlo y amarlo”, etcé<strong>te</strong>ra), es irracional, porque no hay razones<br />

verdaderas de ninguna especie —ni siquiera leves indicios— de que<br />

exista ningún Dios-persona. Es totalmen<strong>te</strong> irracional creer en Dios. La<br />

creencia en Dios es una creencia errónea, debida a errores de lógica no<br />

vistos por el in<strong>te</strong>lecto del creyen<strong>te</strong>.<br />

Los esfuerzos desplegados para demostrar que Dios exis<strong>te</strong> han fracasado<br />

siempre, porque Dios no exis<strong>te</strong>. Obvio: es imposible demostrar que<br />

exis<strong>te</strong> lo que no exis<strong>te</strong>. Las demostraciones todas han resultado ser<br />

pruebas falsas, basadas en afirmaciones gratuitas, en falsas inferencias,<br />

en inin<strong>te</strong>ligibles “conceptos” inexis<strong>te</strong>n<strong>te</strong>s...


El año 1948 se publicó en Humanitas un deba<strong>te</strong> que sobre la exis<strong>te</strong>ncia<br />

de Dios habían man<strong>te</strong>nido Bertrand Russell y el padre F.C. Copleston,<br />

S.J. Todas las palabras-clave que ambos disertan<strong>te</strong>s utilizaron a lo largo<br />

del deba<strong>te</strong> —la palabra “existir” y la palabra “causa”, por ejemplo— son<br />

palabras intrínsecamen<strong>te</strong> inin<strong>te</strong>ligibles, porque no expresan concepto<br />

alguno, aunque parece que lo expresan. Resulta de ahí que en es<strong>te</strong> asunto,<br />

filosóficamen<strong>te</strong>, no sólo debe decirse que Dios no exis<strong>te</strong>, sino que no<br />

exis<strong>te</strong> ni siquiera el concepto “exis<strong>te</strong>ncia de Dios”: no sabemos qué es<br />

“existir Dios”. Intén<strong>te</strong>se analizar o describir o definir los aparen<strong>te</strong>s<br />

conceptos ocultos bajo el sustantivo “Dios” y el verbo “existir”, y se verá<br />

que no es posible. En los <strong>te</strong>jemanejes de la vida cotidiana sí sabemos qué<br />

es existir. No así en los rigores in<strong>te</strong>lectuales de la filosofía o de la<br />

metaciencia. Por una razón muy sencilla.<br />

La “exis<strong>te</strong>ncia” implica tiempo, necesariamen<strong>te</strong>: no se puede concebir<br />

que algo exista, si no ha existido an<strong>te</strong>s, o no exis<strong>te</strong> ahora, o no va a<br />

existir luego. Pero el tiempo es necesaria y únicamen<strong>te</strong> espacio, 41 lo cual<br />

significa que no <strong>te</strong>nemos —que nadie puede <strong>te</strong>ner— el concepto de<br />

“tiempo no-espacial”: el tiempo no-espacial, no sólo “no exis<strong>te</strong>”; es que<br />

no puede concebirse. Ahora bien, los filósofos, incurriendo en<br />

trascendental error grave, afirman que tiempo y espacio son dos cosas<br />

esencialmen<strong>te</strong> distintas, por lo cual niegan que el tiempo sea necesaria y<br />

únicamen<strong>te</strong> espacio. O, lo que es igual, creen <strong>te</strong>ner el concepto de<br />

“tiempo no-espacial”. Y no lo tienen. Tampoco tienen, por tanto,<br />

concepto de la “exis<strong>te</strong>ncia”, que implica tiempo: es imposible que el<br />

filósofo (en cuanto tal) sepa qué es “existir”. Imposible, por tanto, que<br />

nos dé una demostración de la exis<strong>te</strong>ncia de Dios.<br />

No son pocos los creyen<strong>te</strong>s convencidos de que hay razones —incluso<br />

razones poderosas— para creer que Dios exis<strong>te</strong>. Ya han visto que una<br />

rigurosa demostración es imposible y, para no verse incursos en<br />

irracionalismo, aseguran <strong>te</strong>ner “motivos de credibilidad” racionales. Pero<br />

lo aseguran gratuitamen<strong>te</strong>, sin ninguna válida prueba de que exis<strong>te</strong>n esos<br />

motivos. Lo aseguran sin rebatir de<strong>te</strong>rminados argumentos 42 cuya<br />

refutación previa es imprescindible, si se quiere demostrar que hay<br />

“motivos de credibilidad”.<br />

Otros creyen<strong>te</strong>s aducen el curioso argumento de que la Fe —qua fiable<br />

surtidor de conocimiento verdadero— supera a la Razón. Digo “curioso”<br />

porque todo lo que la Fe parece enseñarnos, en realidad nos es enseñado<br />

sólo por la Razón. Todo acto de fe (el acto, por ejemplo, de creer en<br />

Dios) es un acto esencialmen<strong>te</strong> cogitativo, es acto de pensar, es<br />

necesariamen<strong>te</strong> un acto de la Razón. Fe es creer. Creer es pensar. Pensar<br />

es emitir juicio. Emitir juicio es ejercitar la razón: en definitiva, razonar.<br />

El oponer la Fe a la Razón es un claro nonsense. Tan claro como el<br />

oponer la Razón a la Razón, o el oponer la Fe a la Fe. Incluso el propio<br />

41 V. Ni Dios ni Darwin y <strong>Logos</strong> avanza...<br />

42 Verbigracia, los que expuse en mis ensayos Ni Dios ni Darwin y <strong>Logos</strong> avanza...<br />

127


aserto de que “la Fe supera a la Razón” es obra de la Razón: es<br />

únicamen<strong>te</strong> la Razón quien podrá decidir si el aserto es verdadero, o no.<br />

Cuando la Razón me dice que no pudo Josué haber alargado la duración<br />

del día median<strong>te</strong> una orden dada al Sol para que se detuviera, y la Fe me<br />

dice que sí, es la Razón la que me está diciendo que sí. Me lo dice<br />

erróneamen<strong>te</strong>, pero me lo dice la Razón, y no la Fe. La Razón es la que<br />

erróneamen<strong>te</strong> me dice que el relato bíblico referen<strong>te</strong> a Josué no es una<br />

li<strong>te</strong>ral descripción astronómica, sino una descripción metafórica o<br />

alegórica, directamen<strong>te</strong> inspirada por Dios con fines muy superiores a los<br />

que pudiera <strong>te</strong>ner la mera descripción li<strong>te</strong>raria de un hecho astronómico.<br />

No me lo dice la Fe, como contrapuesta a la Razón: me lo dice ésta<br />

(equivocada o no).<br />

128<br />

Por último, hay creyen<strong>te</strong>s que aseguran <strong>te</strong>ner pruebas, nada menos que<br />

científicas, de que Dios exis<strong>te</strong>. Por necesidad son falsas, porque no puede<br />

la ciencia, precisamen<strong>te</strong> por ser ciencia, no ya demostrar que exis<strong>te</strong> algo<br />

inma<strong>te</strong>rial (como es Dios, por definición), sino que no puede ni siquiera<br />

investigar si tal cosa exis<strong>te</strong>. Lo que ocurre es que, sean de la clase que<br />

fueren, las presuntas pruebas de que Dios exis<strong>te</strong> suelen ser pruebas de que<br />

exis<strong>te</strong> algo —no alguien, sino algo (“Energía”, “Espíritu”, “Absoluto”,<br />

“Acto puro”, “Ser Supremo”, “En<strong>te</strong> Necesario”, “Causa causarum”,<br />

etcé<strong>te</strong>ra)— al que impropiamen<strong>te</strong> se asigna como nombre la palabra<br />

“Dios”. “Dios” es necesariamen<strong>te</strong> “persona”, y ningún “algo” puede (en<br />

cuanto tal) ser “persona”.<br />

En cuanto a las “pruebas científicas”, puede servirnos de ejemplo Una<br />

demostración científica de la exis<strong>te</strong>ncia de Dios, de William S. Hatcher,<br />

que viene a ser la puesta al día de la que presentó `Abdu'l-Bahá el año<br />

1921. En ella se pre<strong>te</strong>nde haber demostrado científicamen<strong>te</strong> la exis<strong>te</strong>ncia<br />

de “alguna fuerza no observable” a la que nosotros, los seres humanos<br />

(“producto final” de la evolución) “debemos nuestra exis<strong>te</strong>ncia”. Esa<br />

fuerza lleva por nombre “Dios”.<br />

William S. Hatcher no se da cuenta de que es contradictorio demostrar<br />

científicamen<strong>te</strong> la exis<strong>te</strong>ncia de una fuerza no observable. No ve la<br />

contradicción, porque cree que los científicos ya han demostrado la<br />

exis<strong>te</strong>ncia de fuerzas no observables (gravitación universal, por ejemplo).<br />

Pero en esto se equivoca, pues confunde cosas tan distintas como<br />

“gravitación” y “fuerza de gravitación”. Los científicos han demostrado<br />

que rige en el universo la ley de la gravitación universal, pero no han<br />

demostrado, ni pueden 43 demostrar de ninguna manera, que es una fuerza<br />

la causan<strong>te</strong> de que se cumpla esa ley. Lo único que pueden demostrar es<br />

que hay una de<strong>te</strong>rminada relación entre los cuerpos, las masas de los<br />

cuerpos, sus distancias, etcé<strong>te</strong>ra: de la “causa” de esa relación el<br />

científico no sabe ni puede saber absolutamen<strong>te</strong> nada.<br />

43 No puede la ciencia demostrar —tampoco la filosofía—ni siquiera la exis<strong>te</strong>ncia de “objetos<br />

observables”, tales como la exis<strong>te</strong>ncia “objetiva” del Sol (como queda explicado en mis ensayos Ni Dios<br />

ni Darwin y <strong>Logos</strong> avanza...).


129<br />

Tras de no haber demostrado que “debemos nuestra exis<strong>te</strong>ncia a alguna<br />

fuerza no observable”, Hatcher —aunque algo dubitativo— concluye que<br />

esa “fuerza no observable” es Dios. Obsérvese cómo razona:<br />

Parece razonable llamar “Dios” a esta fuerza, pero a quien le incomode<br />

ese nombre puede denominarle simplemen<strong>te</strong> “la fuerza evolutiva” (o,<br />

más precisamen<strong>te</strong>, “la fuerza que produjo la evolución y dio lugar con<br />

ella al ser humano”).<br />

[...] ...en un principio, nuestra identificación de esa causa con Dios<br />

podría parecer más bien arbitraria y gratuita. Sin embargo, un poco de<br />

reflexión mostrará que no es así.<br />

[...] ...por nuestra propia experiencia de nosotros mismos, sabemos<br />

que <strong>te</strong>nemos un in<strong>te</strong>lecto conscien<strong>te</strong> y un libre albedrío. Por<br />

consiguien<strong>te</strong>, es razonable que la fuerza o entidad que es la causa de<br />

nuestra exis<strong>te</strong>ncia pueda <strong>te</strong>ner también facultades tales como<br />

consciencia, in<strong>te</strong>ligencia y voluntad, y muy probablemen<strong>te</strong> en un grado<br />

muy superior a nosotros.<br />

El razonamiento no puede ser más débil. Razonó Hatcher tan débilmen<strong>te</strong>,<br />

por haber ignorado que esas “facultades” de las que habla son pura física<br />

y química. El pobrísimo argumento equivale a es<strong>te</strong> otro:<br />

Si nosotros <strong>te</strong>nemos facultades X, la fuerza (=Dios) que nos creó tiene<br />

que <strong>te</strong>ner también facultades X como mínimo. Si <strong>te</strong>nemos la facultad de<br />

hablar moviendo labios y lengua, la fuerza (=Dios) que nos creó tiene<br />

que <strong>te</strong>ner también la facultad de hablar moviendo labios y lengua. Si<br />

<strong>te</strong>nemos la facultad de pensar accionando nuestra cerebral maquinilla<br />

ALPHA, la fuerza (=Dios) que nos creó tiene que <strong>te</strong>ner también la<br />

facultad de pensar accionando su cerebral maquinilla ALPHA. Si<br />

<strong>te</strong>nemos la facultad de tocar el piano moviendo los diez dedos de las<br />

manos, la fuerza (=Dios) que nos creó tiene que <strong>te</strong>ner también la<br />

facultad de tocar el piano moviendo los diez dedos de las manos.<br />

Nada tiene de razonable llamar “Dios” a una “fuerza”, porque eso es<br />

personificar una cosa que no es persona. Paradójica e irónicamen<strong>te</strong>, Una<br />

demostración científica de que Dios exis<strong>te</strong> (de `Abdu'l-Bahá y de William<br />

S. Hatcher), si es científica demostración, será una demostración<br />

científica de que Dios no exis<strong>te</strong>, pues lo que exis<strong>te</strong> es “una fuerza”, y no<br />

Dios.<br />

En mi opinión, es precisamen<strong>te</strong> ése, el desembocar en alguna forma de<br />

a<strong>te</strong>ísmo, el previsible destino evolutivo final de cualquier doctrina<br />

religiosa que pre<strong>te</strong>nda sus<strong>te</strong>ntarse en un mínimum de racionalidad. Si<br />

echamos una ojeada a la historia de las religiones (del occiden<strong>te</strong>, por<br />

ejemplo), constataremos que siempre surgió algún “heresiarca” —tomo el<br />

vocablo en sentido vago y amplio de “disiden<strong>te</strong>”— movido por la<br />

convicción de que su nueva doctrina superaba a la antigua en<br />

racionalidad.<br />

“Heresiarca” fue Jesús de Nazaret, que vio puntuales carencias o<br />

limitaciones de racionalidad en el Antiguo Testamento, y por eso nació la<br />

iglesia cristiana. Dentro de la iglesia cristiana proliferaron innumerables


130<br />

herejes, propiamen<strong>te</strong> dichos, nacidos igualmen<strong>te</strong> por haber de<strong>te</strong>ctado<br />

puntuales carencias o limitaciones de racionalidad en el cristianismo.<br />

“Heresiarca” fue el <strong>te</strong>ólogo Martín Lu<strong>te</strong>ro, para quien la Iglesia ganaba en<br />

racionalidad con la Reforma...<br />

En el día de hoy son “heresiarcas” no pocos <strong>te</strong>ólogos, oficialmen<strong>te</strong><br />

católicos o cristianos, disconformes con las puntuales irracionalidades que<br />

encuentran en la Iglesia Católica. Hasta el punto de que en cierto sentido<br />

podría decirse que son a<strong>te</strong>os con relación a la idea que de Dios tienen —si<br />

no todos— muchos católicos. Oigamos, por ejemplo, a Juan José Tamayo,<br />

que “es hoy uno de los más cualificados portavoces mundiales de la<br />

Teología de la Liberación, sobre todo en América Latina”, entrevistado<br />

por el diario Gara:<br />

...en el siglo XXI no puede haber estados confesionales o<br />

cuasiconfesionales.<br />

[...] Yo no sé si hay muchos dioses, pero la imagen que yo <strong>te</strong>ngo de<br />

Dios y al que rezo es un dios de la paz y la justicia, de la<br />

reconciliación y la no violencia, defensor de los excluidos. El dios de<br />

estos otros [de los nuevos movimientos religiosos, como el Opus Dei,<br />

etcé<strong>te</strong>ra], o, mejor dicho, la imagen que dan de su dios es bien<br />

diferen<strong>te</strong>. La imagen que da la Iglesia Católica de Dios es la de un<br />

dios como muy represivo, muy castigador, muy siempre con el<br />

bolígrafo y la libreta a mano para coger en cualquier curva de la vida a<br />

las personas en su momento supuestamen<strong>te</strong> débil para amenazarlas y<br />

castigarlas. Ese no es el Dios de Jesús de Nazareth, él no es<br />

excluyen<strong>te</strong>, como lo es la Iglesia oficial.<br />

[...] Soy un <strong>te</strong>ólogo crítico, libre, he<strong>te</strong>rodoxo, porque el cristianismo<br />

nace de un he<strong>te</strong>rodoxo que es Jesús de Nazareth y su mensaje. Y la<br />

he<strong>te</strong>rodoxia es el motor que dinamizará la Iglesia.<br />

Y así, a mi juicio, de he<strong>te</strong>rodoxia en he<strong>te</strong>rodoxia, la religión cristiana<br />

está llamada como tal a extinguirse por sí sola, evolucionando hacia el<br />

a<strong>te</strong>ísmo en el sentido de que ya no queda ningún Dios “allá arriba”, sino<br />

que sólo exis<strong>te</strong> el Hombre Jesús de Nazareth, y no “allá arriba”, sino<br />

“aquí abajo”. Es decir que la <strong>te</strong>ología dejará de ser <strong>te</strong>ología para<br />

convertirse en sociología, pues de “Dios” quedará únicamen<strong>te</strong>, como dijo<br />

Tamayo, la paz y la justicia, la reconciliación y la no violencia, la<br />

defensa de los excluidos,... en suma, la redención de la humanidad<br />

dolien<strong>te</strong>.<br />

Yo imagino eso a<strong>te</strong>o que llamo Razón o <strong>Logos</strong> (logotropismo 44 y<br />

logocracia) tan “Dios” como el Dios de los Teólogos de la Liberación. O,<br />

a la inversa, me imagino la Teología de la Liberación como algo que es<br />

—o pronto será— tan a<strong>te</strong>o como el logotropismo y la logocracia, pues<br />

intuyo que se volatilizará espontáneamen<strong>te</strong> lo religioso de esa Teología,<br />

convertido en puro humanismo. Es lo que creo ver en ciertas<br />

manifestaciones que nos llegan de tiempo en tiempo:<br />

...no podemos partir de un cristo-centrismo sino de un biocentrismo,<br />

en la perspectiva del Reino de Dios. Los <strong>te</strong>mas “<strong>te</strong>ológicos” en el<br />

diálogo in<strong>te</strong>r-religioso serán los problemas relativos a la justicia y la<br />

44 V. Ni Dios ni Darwin y <strong>Logos</strong> avanza....


131<br />

paz, al hambre y la destrucción de la naturaleza, y otros <strong>te</strong>mas<br />

semejan<strong>te</strong>s sobre la vida y la muer<strong>te</strong> en el mundo [Pablo Richard].<br />

Lo humano es una exigencia mínima para cada religión, y la verdadera<br />

religión es consumación de la verdadera humanidad [Benjamín Forcano].<br />

Es irracional, por tanto, lo que —sin excepción, en todas las<br />

sociedades— hemos hecho hasta ahora con la religiosidad: imbuirla en la<br />

men<strong>te</strong> del niño (imbuirle, por tanto, el Error) desde los primeros años de<br />

su infancia, educarlo en la religión, enseñársela después como asignatura<br />

obligatoria en sus estudios, e intoxicar al creyen<strong>te</strong> con propaganda<br />

religiosa incesan<strong>te</strong>. Racional es que se enseñe historia de la religión o de<br />

las religiones, pero no que se enseñe una asignatura “religión” en la que<br />

aparece como verdadera realidad objetiva una persona “Dios” que es pura<br />

en<strong>te</strong>lequia.<br />

Suele defenderse con ferocidad el parental “derecho” de inculcar al hijo<br />

la religión que sus progenitores profesan. Se considera un derecho<br />

elemental y eviden<strong>te</strong>. Y no lo es. No se puede conceder a los padres, ni a<br />

nadie, el derecho de inocular el Error en la men<strong>te</strong> de un niño.


XI*<br />

La Razón en el Cosmos<br />

Para que la gen<strong>te</strong> no sufra tanto en el planeta Tierra, es indispensable que<br />

renunciemos a la tan cacareada Democracia, y a su técnica sociológica<br />

tan proclive a la creación de grandes apasionamientos. Es indispensable<br />

sustituirlas por el sis<strong>te</strong>ma Logocracia, un sis<strong>te</strong>ma que funcione activado<br />

sólo por la Razón. Tal y como lo definí al principio, se trata de un<br />

sis<strong>te</strong>ma social concebido expresamen<strong>te</strong> para hacer del animal racional, en<br />

cuanto tal, un colectivo feliz en el grado mayor posible. Y eso porque al<br />

animal racional únicamen<strong>te</strong> la Razón puede hacer feliz en el grado mayor<br />

posible.<br />

A partir de ahora se va a reflexionar aquí —lector y autor vamos a<br />

reflexionar profundamen<strong>te</strong>— sobre qué posibilidades realmen<strong>te</strong> exis<strong>te</strong>n<br />

de que la Razón consiga redimir a es<strong>te</strong> homo sapiens que tan desdichado<br />

ha sido siempre, y tan desdichado sigue siendo. Tenemos que hacer honor<br />

a nuestra condición de “animal racional”, estudiando e investigando si<br />

podría —y cómo podría— construirse (para que no sufra tanto) una<br />

sociedad planetaria diseñada y dirigida por la Razón. Sería necio e<br />

imperdonable que nos abstuviéramos prejuzgándolo utopía irrealizable:<br />

estúdiese primero fríamen<strong>te</strong> si es utopía o no, y luego se podrá emitir<br />

juicio.<br />

El cosmos en<strong>te</strong>ro se mueve por la fuerza de la Razón —o <strong>Logos</strong> (que es<br />

igual)—, y sólo por ella. No hay ninguna otra fuerza en el universo,<br />

aunque nos parece eviden<strong>te</strong> que las hay (la fuerza de la gravedad, por<br />

ejemplo). Tampoco la Razón o <strong>Logos</strong> es una fuerza en el sentido que de<br />

ordinario damos a es<strong>te</strong> vocablo, pero aquí podemos tratarla como tal a<br />

manera de metáfora, ya que ello no afectará al discurso que pensamos<br />

desarrollar. Leo en la Gran Enciclopedia Larousse:<br />

132<br />

Los filósofos griegos utilizaron la palabra “logos” para designar la<br />

in<strong>te</strong>ligibilidad misma, significación similar a la de verbum en latín.<br />

Heráclito en<strong>te</strong>ndió el logos como la razón o la ley universal que<br />

confiere orden al cosmos, concepción que siguieron los estoicos.<br />

Platón y principalmen<strong>te</strong> los neoplatónicos concibieron el logos no<br />

como un principio de in<strong>te</strong>ligibilidad inmanen<strong>te</strong> al mundo, sino como<br />

un in<strong>te</strong>rmediario de naturaleza in<strong>te</strong>ligible entre Dios y el mundo.<br />

Nosotros —navaja de Occam en la mano—vamos a concebirlo como<br />

Heráclito, porque nos basta la primaria observación de que en el universo<br />

o cosmos todo es intrínseca o inmanen<strong>te</strong> y perfecta in<strong>te</strong>ligibilidad, orden,<br />

racionalidad o razonabilidad. Inmanen<strong>te</strong>, pues no se ve por qué deba la<br />

perfecta racionalidad del cosmos atribuirse a ningún agen<strong>te</strong> extracósmico.<br />

Perfecta, porque no hay nada que la desmienta, pese a ciertas apariencias.<br />

A esa intrínseca racionalidad cósmica le <strong>te</strong>ngo puesto el nombre de<br />

logotropismo, 45 porque creo percibir en ella una cierta analogía con el<br />

45 V. Ni Dios ni Darwin y <strong>Logos</strong> avanza...


fototropismo de los heliotropos: así como el girasol se mueve siempre<br />

hacia donde el Sol se encuentra, también se mueven siempre hacia donde<br />

está la Razón los elementos que constituyen el universo.<br />

Los fenómenos todos del universo —desde la más insignifican<strong>te</strong> y simple<br />

acción de una partícula elemental hasta la más colosal y compleja de una<br />

cons<strong>te</strong>lación de galaxias— están dirigidos por la Razón, puesto que no<br />

pueden estar dirigidos por fuerzas o energías que nadie sabe qué son, o<br />

qué pueden ser (máxime desde que sabemos que el tiempo no es otra cosa<br />

que espacio). Es decir que la ubicación o posición espacial de un<br />

componen<strong>te</strong> cualquiera del cosmos en un instan<strong>te</strong> dado tiene como causa<br />

única el hecho de que esa posición de ese componen<strong>te</strong> en ese instan<strong>te</strong> es<br />

lo más in<strong>te</strong>ligen<strong>te</strong> o lo más razonable que “pudiera hacerse” para que el<br />

orden general cósmico resul<strong>te</strong> ser el más perfecto posible. No<br />

encontraremos ningún hecho que demuestre que eso no es así.<br />

La Tierra, por ejemplo, no gira alrededor del Sol porque una “fuerza de<br />

atracción” del Sol —en combinación con la cantidad de movimiento que<br />

por inercia lleva en sí la Tierra— la obliga a girar. Gira sólo porque girar<br />

así es lo único racional o razonable. Nada “hace” el Sol a la Tierra. Nada<br />

puede “hacerle”, siendo ambas figura geométrica inactiva, congelada en<br />

un Tiempo que sólo Espacio es. 46 La única “fuerza” que fuerza a moverse<br />

a nuestro planeta es la fuerza de la Razón. Y esto no es ningún<br />

retoricismo fabricado para consumo de los coleccionistas de “frasecitas”:<br />

es vulgar oración gramatical hecha para que describa fielmen<strong>te</strong> una<br />

verdad.<br />

Hace un par de milenios, el Vesubio no vomitó sobre Pompeia su<br />

mortífera lluvia de cenizas obligado por la “fuerza” de violentas<br />

explosiones in<strong>te</strong>rnas. La mortífera lluvia de cenizas cayó sobre la ciudad<br />

sólo porque en aquel momento era perfectamen<strong>te</strong> razonable que cayera.<br />

Nada “hicieron” al Vesubio sus violentas explosiones. Nada “hizo” la<br />

lluvia de cenizas a los pompeyanos. Estos murieron sólo porque en aquel<br />

momento era razonable que murieran: sólo muriendo ellos, el orden<br />

general cósmico resultaba ser el más perfecto posible, ya que el<br />

de<strong>te</strong>rminista proceso evolutivo <strong>te</strong>nía que pasar necesariamen<strong>te</strong> por<br />

aquellas muer<strong>te</strong>s.<br />

Hacia finales del siglo XIX, un de<strong>te</strong>rminado miembro viril penetró en una<br />

de<strong>te</strong>rminada vagina, y dentro de ella vomitó como el Vesubio, no una<br />

lluvia de cenizas volcánicas, pero sí una lluvia de espermatozoides. Uno<br />

de ellos acabó, meses después, convirtiéndose en bebé que sería con el<br />

tiempo un hombre famoso: Adolf Hitler. Adolf Hitler no fue concebido<br />

porque, en aquella eyaculación, aquel espermatozoide había sido<br />

catapultado con “fuerza” en dirección al ú<strong>te</strong>ro. El espermatozoide avanzó<br />

resueltamen<strong>te</strong> hasta el óvulo sin que ninguna “fuerza” lo impulsara: sólo<br />

avanzó así porque, sólo avanzando así quedaba culminado a la perfección<br />

el orden que reina entre los elementos constitutivos del cosmos, entre los<br />

46 V. Ni Dios ni Darwin y <strong>Logos</strong> avanza...<br />

133


cuales figuran todos y cada uno de los átomos y subátomos in<strong>te</strong>gran<strong>te</strong>s<br />

del celebérrimo Hitler. Por ejemplo, el universo actual es lo que es<br />

porque nació Hitler (me refiero a lo que “hubiera” sido el cosmos hoy —<br />

habida cuenta del “efecto mariposa”— de haber sido otro el<br />

espermatozoide que penetró en el óvulo de la madre de Hitler).<br />

Si ésta es la primera vez que se ha plan<strong>te</strong>ado esta cuestión a tu in<strong>te</strong>lecto,<br />

lector, tu in<strong>te</strong>lecto se rebelará en el acto, y pro<strong>te</strong>stará: “¡No puedo<br />

admitir que sea ése el orden más perfecto posible! ¡No puedo admitir que<br />

el ex<strong>te</strong>rminio de pompeyanos a merced del Vesubio, y el ex<strong>te</strong>rminio de<br />

judíos a manos de Hitler sean el súmmum de perfección de la Razón!” La<br />

rebelión se debe a que tu in<strong>te</strong>lecto —como lo haría otro cualquiera— ha<br />

elaborado precipitadamen<strong>te</strong> un razonamiento (explícito o implícito) que,<br />

bien mirado, resulta ser falso. Falso, porque no ha <strong>te</strong>nido en cuenta esta<br />

doble verdad:<br />

134<br />

a) Salvo que sea omniscien<strong>te</strong>, nadie puede saber que un orden<br />

cósmico dado no es el orden más perfecto posible. Podrá opinar o<br />

creer que no lo es. Arthur Schopenhauer lo <strong>te</strong>nía claro: opinaba y<br />

afirmaba que el mundo es una obra de <strong>te</strong>atro macabro. Pero su opinión<br />

era falsa, y gratuita su afirmación (en el sentido de que ambas<br />

carecían de fundamento razonable). Nadie puede aportar una<br />

verdadera prueba de que el universo podría ser mejor de lo que es.<br />

b) En el supuesto de que el orden cósmico sea perfecto únicamen<strong>te</strong> si<br />

se ha dado cumplimiento estricto a reglas de ordenamiento fijas y<br />

universales; y únicamen<strong>te</strong> si la exis<strong>te</strong>ncia de un desorden o<br />

imperfección puntual es necesaria consecuencia de ese estricto<br />

cumplimiento de reglas; entonces el desorden o imperfección puntual<br />

—destrucción de Pompeya y ex<strong>te</strong>rminio nazi, por ejemplo— tiene que<br />

ser necesariamen<strong>te</strong> perfección.<br />

Para en<strong>te</strong>nderlo mejor, vamos a realizar un sencillo ejercicio de<br />

pedagogía. A imitación del religioso creyen<strong>te</strong> —sin creer lo que él cree—<br />

vamos a imaginar que ese <strong>Logos</strong> o Razón responsable de todo cuanto<br />

ocurre en el cosmos, es una persona: un señor bondadoso, in<strong>te</strong>ligen<strong>te</strong>,<br />

sabio, que se llama Dios. El creyen<strong>te</strong> opina y afirma que exis<strong>te</strong> en verdad<br />

esa persona. Pero su opinión es falsa, y gratuita su afirmación (en el<br />

sentido de que ambas carecen de fundamento razonable). No hay creyen<strong>te</strong><br />

que pueda aportar una verdadera prueba de que exista ese señor que se<br />

llama Dios. Aunque cada cual es muy libre de creer que exis<strong>te</strong> cualquier<br />

cosa —marcianos, duendes, lamias, unicornios, gnomos, dioses...—,<br />

nosotros no le acompañaremos mientras no nos apor<strong>te</strong> pruebas. Pero sí<br />

podemos, como poetizando la cosa, imaginar que la Razón Cósmica es un<br />

Dios in<strong>te</strong>ligen<strong>te</strong>. O una Diosa in<strong>te</strong>ligen<strong>te</strong>. Plena de sabiduría y de<br />

bondad. Incluso podemos imaginar cómo actúa.<br />

Dado que el tiempo sea propiamen<strong>te</strong>, y meramen<strong>te</strong>, espacio, 47 en el<br />

universo no hay, no puede haber, “movimientos”, “energías”, “fuerzas”,<br />

que no sean simple número y posición espacial de simples corpúsculos o<br />

partículas espaciales. Los diferen<strong>te</strong>s movimientos, energías, fuerzas,<br />

átomos, cuerpos, astros, galaxias —como la historia y las evoluciones de<br />

47 V. Ni Dios ni Darwin y <strong>Logos</strong> avanza...


todo ello— no pueden ser otra cosa que diferen<strong>te</strong>s combinaciones de<br />

número y de posición de corpúsculos elementales o esférulas.<br />

La Diosa Razón quiere a todo trance man<strong>te</strong>ner los corpúsculos del<br />

universo en in<strong>te</strong>ligible orden perfecto, en el más perfecto posible. Tiene<br />

que man<strong>te</strong>ner ese orden ajustando estrictamen<strong>te</strong> cada combinación a<br />

reglas o leyes universales fijas (gravitación universal, por ejemplo)<br />

porque, de no hacerlo así, no será el más perfecto posible. Pero entonces<br />

no hay manera de evitar que surjan de<strong>te</strong>rminadas combinaciones<br />

intrínsecamen<strong>te</strong> imperfectas. La combinación global será la más perfecta<br />

posible, pero a costa de incluir puntuales imperfecciones, más o menos<br />

graves, más o menos numerosas. No quería la Diosa Razón que el<br />

Vesubio causara la muer<strong>te</strong> de miles de pompeyanos, pero no pudo<br />

evitarlo, porque <strong>te</strong>nía que acatar las leyes físicas promulgadas por la<br />

obligación de construir el mundo más perfecto posible. Ni quería la Diosa<br />

que naciera el monstruo Hitler, pero ella misma condujo cer<strong>te</strong>ramen<strong>te</strong><br />

hasta la trompa de Falopio aquel maldito espermatozoide, precisamen<strong>te</strong><br />

aquél, obligándole a que penetrara en el óvulo, e iniciando así la<br />

tremenda monstruosidad, porque eso fue lo que imponían las leyes de la<br />

física.<br />

La Diosa Razón, como digo, quiere man<strong>te</strong>ner los corpúsculos del<br />

universo en in<strong>te</strong>ligible orden perfecto. Entonces, también quiere que el<br />

homo sapiens sapiens alcance su mayoría de edad cuanto an<strong>te</strong>s, porque<br />

también eso es man<strong>te</strong>ner en orden perfecto los corpúsculos del universo.<br />

La Diosa quiere que lleguemos al pleno uso de razón cuanto an<strong>te</strong>s; que<br />

organicemos nuestra vida social ajustándonos a los dictados de la Razón;<br />

que impongamos paz y orden público en la sociedad por la fuerza de la<br />

razón, y no por la fuerza de las armas. Para eso nos equipó el cerebro con<br />

un ingenioso mecanismo físico, gracias al cual pudimos adquirir<br />

ca<strong>te</strong>goría de animal racional.<br />

Es lo que ella quiere para el homo sapiens. Pero tiene que alcanzar ese<br />

objetivo sin quebranto de ninguna ley física. ¿Podrá alcanzarlo? No lo<br />

sabemos. Nunca lo sabremos de an<strong>te</strong>mano. Una vez más puede ocurrir que<br />

la imperfecta combinación puntual x de corpúsculos (impuesta por la<br />

rigurosa aplicación de las leyes físicas) únicamen<strong>te</strong> podría evitarse<br />

apelando a otra combinación que fuese peor que x. De no haber nacido<br />

Adolf Hitler, quizá hubiera sido inevitable que naciera otro monstruo más<br />

monstruoso todavía: nadie puede negar esto, salvo que sea omniscien<strong>te</strong>.<br />

Sabemos, pues, que la Diosa está de nuestra par<strong>te</strong> con todo su inmenso<br />

poder. ¿No <strong>te</strong>nemos con ello la garantía de que por fin lograremos que las<br />

relaciones de convivencia social humana en el planeta Tierra se<br />

establezcan y se man<strong>te</strong>ngan sólo por la fuerza de la Razón? Si la<br />

hipó<strong>te</strong>sis logotropista es verdadera —por lo pronto sabemos que no se la<br />

puede falsar— sin titubeos podemos afirmar que el logotropismo del<br />

cosmos, de la Naturaleza, está presionando con todo su inmenso poder<br />

para que se imponga la racionalidad en es<strong>te</strong> acéfalo mundo nuestro (como<br />

está presionando para que sea efectiva en todo el universo la racionalidad<br />

135


cósmica). Puesto que debe acatar sus propias leyes fisicoquímicas, y<br />

sor<strong>te</strong>ar las mil situaciones conflictivas a que da lugar el estricto<br />

cumplimiento de ellas, es posible que no consiga domeñar al cazurro<br />

homo sapiens sapiens. Pero no sería nada insensato que abrigáramos a<br />

propósito sólidas esperanzas.<br />

Una gran par<strong>te</strong> del dolor que sufrimos en la Tierra se debe a de<strong>te</strong>rminadas<br />

acciones —tortura, violación, asesinato, maltrato, explotación, opresión,<br />

etcé<strong>te</strong>ra— de esta o aquella persona o grupo o institución. Siempre hemos<br />

pensado que el causan<strong>te</strong> del tal sufrimiento eran las personas “malvadas”<br />

y su “perversidad”, su “mala” voluntad. Nos hemos equivocado siempre.<br />

Las verdaderas causas del susodicho dolor (muy remota e indirectamen<strong>te</strong>,<br />

si se quiere), están todas en el en<strong>te</strong>ndimiento, nunca en la voluntad.<br />

Consis<strong>te</strong>n todas en alguna forma de error in<strong>te</strong>lectual, nunca en alguna<br />

forma de maldad moral. El único problema que se plan<strong>te</strong>a al género<br />

humano en ese <strong>te</strong>rreno es el del rumbo que lleva nuestro cerebro<br />

pensan<strong>te</strong>: la “perversidad” y la “culpabilidad” de los “malos” no es<br />

problema. La clave está en la corrección lógica o rectificación de nuestro<br />

pensar.<br />

Cuando se precisan estra<strong>te</strong>gias imaginativas y serios estudios en ma<strong>te</strong>ria<br />

de infelicidad social; cuando se quiere de veras que no haya <strong>te</strong>rrorismos,<br />

ni de un signo ni de otro; que no haya guerras (ni ”justas” ni “injustas”);<br />

que nos salvemos de la autodestrucción hacia la que vamos caminando;...<br />

están de sobra las películas de “malos” y “buenos”, y hay que buscar en<br />

otra par<strong>te</strong> los antídotos.<br />

Pero no los busquemos en la Democracia. No en las urnas. En sociedad<br />

regida por una democracia son demasiados los problemas de convivencia<br />

de imposible solución median<strong>te</strong> el voto en las urnas, y, por tanto,<br />

demasiado a menudo el sis<strong>te</strong>ma tiene que recurrir necesariamen<strong>te</strong> a la<br />

violencia del nominor quoniam leo. No salvará al mundo la buena<br />

voluntad de los “buenos”. 48 Tendrá que salvarnos la in<strong>te</strong>ligencia, la<br />

Razón. De ser verdadera la hipó<strong>te</strong>sis logotropista, o se salvará el mundo<br />

por la Razón, o no se salvará.<br />

Históricamen<strong>te</strong>, el pueblo llano ha sido proclive al deseo de ser<br />

conducido por una persona rectora (el jefe, el capo, el cabecilla, el<br />

monarca, el caudillo, el duce, el führer...) que sería para él, en<br />

situaciones de emergencia, de peligro, de grave crisis, “el salvador”.<br />

Como contrapunto, nunca han faltado individuos que creyeron ser “el<br />

salvador”. En los últimos tiempos, quien se lo ha creído al parecer ha<br />

sido un presiden<strong>te</strong> de los Estados Unidos de Nor<strong>te</strong>américa:<br />

136<br />

Hoy los dirigen<strong>te</strong>s de la nación más poderosa del planeta se muestran<br />

orgullosos de ser los bendecidos por Dios. Más aún, y es ése el<br />

auténtico rostro, su fundamentalismo se manifiesta en la obcecada<br />

concepción que tienen de su misión en el mundo... [...] Su presiden<strong>te</strong>,<br />

listo o tonto (más bien lo último), sabio o ignoran<strong>te</strong> (más bien lo<br />

último), gobierna como si lo hiciera ex cathedra. Es la infalibilidad del<br />

48<br />

Et in <strong>te</strong>rra pax hominibus bonae voluntatis, es uno más de los innumerables errores con<strong>te</strong>nidos en la<br />

Biblia.


137<br />

poder que además se adorna con los atributos de democracia y<br />

libertad [Javier Sádaba].<br />

No falta quien por contras<strong>te</strong> recusa, <strong>te</strong>meroso, a cualquier “salvador”.<br />

Tiene razón al exclamar “¡salvadme de mis salvadores!” También tiene<br />

razón el anarquista en lo fundamental. Ninguna persona va a salvarnos.<br />

Elegir una persona, fuere la que fuere, donde fuere, y como fuere,<br />

equivale a ob<strong>te</strong>ner una garantía de que no nos proporcionará la felicidad<br />

mayor posible.<br />

Como se dirá más adelan<strong>te</strong>, la Razón debe operar (para salvarnos) por<br />

mediación de numerosos cerebros, aunque a primera vista no parece<br />

sensato poner al fren<strong>te</strong> de una sociedad humana, con el fin de conducirla,<br />

numerosos conductores o “jefes”. Hay un proverbio persa que lo expresa<br />

bien: “dos capitanes hunden el barco”. Sin embargo, tratándose de una<br />

sociedad construida y manejada por la Razón, ocurre que los numerosos<br />

capitanes —como luego veremos— hacen de facto un capitán. Y ese<br />

capitán sí puede evitar que se hunda el barco.<br />

Si la salvación ha de llegar median<strong>te</strong> la Razón, llegará, claro está, a<br />

condición de que hagamos correcto uso de ella. Hacer un correcto uso de<br />

la Razón implica remover de arriba abajo todos nuestros esquemas<br />

mentales tradicionales, arrancarlos de cuajo para sustituirlos por otros,<br />

diametralmen<strong>te</strong> opuestos. Albert Eins<strong>te</strong>in dio un serio aviso al decir<br />

si queremos que la humanidad sobreviva, necesitamos una nueva<br />

forma de pensar.<br />

Estoy convencido de que ni él mismo intuyó todo lo nueva que deberá ser<br />

necesariamen<strong>te</strong> esa “nueva forma”.<br />

Si se quiere estudiar in<strong>te</strong>ligen<strong>te</strong>men<strong>te</strong> el proyecto de una futura<br />

humanidad feliz, será imprescindible pagar un tributo del que nadie se<br />

librará: <strong>te</strong>ndremos que abandonar —al menos mientras dura el estudio—<br />

todas nuestras inve<strong>te</strong>radas e irracionales maneras de pensar. No sólo en<br />

asuntos de ética o de moral (como los muchos que hemos tocado en es<strong>te</strong><br />

libro), sino también de toda filosofía, de toda religión, de toda política,<br />

de toda organización social... 49 Con ellas la humanidad ha sufrido lo<br />

indecible. Y, si sigue con ellas, no cesará de sufrir lo indecible. Se<br />

necesitan otras.<br />

La problemática social tiene que solucionarse organizando la vida social<br />

dentro de una in<strong>te</strong>ligen<strong>te</strong> normativa libre de todo resabio filosófico<br />

irracional. Es preciso consultar a la Razón, a ver qué nos dice. A ver qué<br />

receta nos extiende para que —si no una Arcadia feliz— el valle de<br />

lágrimas del planeta azul empiece a ser al menos un valle sin lágrimas.<br />

49<br />

En el citado ensayo Ni Dios ni Darwin se ve claramen<strong>te</strong> cuál es el adiós que debemos decir a nuestras<br />

inve<strong>te</strong>radas maneras de pensar.


XII*<br />

¡Quiero vivir!<br />

<strong>Logos</strong> mueve todas y cada una de las esférulas del universo: también, por<br />

tanto, las organizadas en forma de homo sapiens. Por eso, gracias al<br />

an<strong>te</strong>s mencionado logotropismo, el universo tiende físicamen<strong>te</strong> a la<br />

creación (por lo menos en el planeta Tierra) de una sociedad humana<br />

global, diseñada por la Razón. Tiende a eso, porque eso es lo perfecto<br />

cuando se trata de man<strong>te</strong>ner las esférulas en orden. <strong>Logos</strong> “quiere”<br />

redimir al homo sapiens. Quiere verlo sometido a la fuerza de la Razón.<br />

Eso mismo debemos querer nosotros. Pero aquí la palabra “debemos” no<br />

implica ningún deber de conciencia. No quiere decir que <strong>te</strong>nemos<br />

obligación moral de construir una sociedad racional para obedecer las<br />

órdenes de una diosa llamada “Razón”. “Debemos” quiere aquí decir que,<br />

si queremos vivir felices, habrá que transformar la sociedad en forma de<br />

que sólo sea dirigida por la Razón. Si queremos que nuestros<br />

descendien<strong>te</strong>s hereden un mundo feliz, <strong>te</strong>nemos que hacer honor a nuestra<br />

condición de “animal racional”, y reestructurar de arriba abajo el edificio<br />

social. Si no lo hacemos, no <strong>te</strong>ndrán felicidad. Ese “debemos” es puro<br />

egoísmo.<br />

En efecto, por egoísmo nos conviene que todos los miembros de la<br />

sociedad vivan lo mejor posible. Por egoísmo nos conviene que no nos<br />

dirijan políticos puestos al servicio de sólo una par<strong>te</strong> de la sociedad, sea<br />

la aristocracia, sea la burguesía, sea el proletariado, sea la derecha, sea la<br />

izquierda, sea el centro. Por egoísmo nos conviene que no haya tiranías,<br />

guerras, crímenes, violencia, ignorancia, incultura, pobreza... La Política,<br />

las guerras, la violencia, la pobreza, la ignorancia,... generan dolor que<br />

nos afecta siempre, directa y/o indirectamen<strong>te</strong>. Y no queremos dolor.<br />

Queremos vivir. Vivir lo mejor posible. Es por eso por lo que hemos<br />

emprendido nuestro estudio, y queremos continuarlo.<br />

Si de veras queremos vivir lo mejor posible, hemos de querer<br />

necesariamen<strong>te</strong> que vivan lo mejor posible todos nuestros semejan<strong>te</strong>s:<br />

¡altruista manera de ser egoísta! Eso no tiene vuelta de hoja: en sociedad<br />

humana racionalmen<strong>te</strong> diseñada, toda forma organizativa pensada para<br />

controlar y dirigir la res publica tiene que perseguir necesariamen<strong>te</strong>,<br />

como fin esencial último, la felicidad mayor posible del cuerpo social<br />

ín<strong>te</strong>gro (por tanto, la de todos los habitan<strong>te</strong>s de la Tierra). Creo que aquí<br />

Séneca está —y también Spencer— de acuerdo con nosotros en lo<br />

fundamental:<br />

138<br />

No es posible que viva feliz quien no dirige sus ojos más que a sí<br />

mismo y todo lo refiere a su propia utilidad: si quieres vivir para ti<br />

mismo, es menes<strong>te</strong>r que vivas para otro [Séneca].<br />

No puede uno ser totalmen<strong>te</strong> feliz, mientras todos los demás no lo<br />

sean también [Spencer].


Nosotros no aspiramos, como Spencer, a nuestra felicidad total —que,<br />

salvo matices de semántica muy claros, nunca se puede alcanzar—, sino a<br />

la felicidad máxima a la que razonablemen<strong>te</strong> se puede aspirar en una vida<br />

humana. Con respecto a lo cual, ciertamen<strong>te</strong>, es imposible garantizar la<br />

felicidad mayor posible de un individuo cualquiera, si sus congéneres<br />

todos no son felices. Hasta se podría esto demostrar “irrefutablemen<strong>te</strong>”.<br />

Pero vamos a dejarlo, porque resultaría premiosa la demostración (que<br />

tampoco es necesaria).<br />

Aunque ya lo dije, prefiero repetirlo, porque tiene importancia: siempre<br />

que utilicemos aquí la idea o la expresión “ser feliz”, debe tomársela<br />

como sinónimo de “no ser infeliz”. Según eso, ob<strong>te</strong>ner la felicidad mayor<br />

posible no es otra cosa que vivir con el sufrimiento menor posible. Por<br />

tanto, quien quiera luchar por un mundo feliz, sólo debe luchar por su<br />

liberación del dolor, sin plan<strong>te</strong>arse problemas de “persecución del<br />

placer”. Quizá la razón principal de que debamos concebir así la felicidad<br />

—como mera “felicidad-analgesia”— es el psicológico hecho<br />

incuestionable de que, si no <strong>te</strong>nemos ningún dolor, por sí sola nos ha de<br />

llegar toda la “felicidad-placer” posible en la vida. Henri Poincaré, en el<br />

inicio mismo de La Valeur de la Science, escribió estas palabras:<br />

139<br />

No sufrir es un ideal negativo que sería alcanzado con más seguridad<br />

por el aniquilamiento del mundo.<br />

No comprendo cómo pudo proferir tan macabra truculencia todo un<br />

Poincaré. No sufrir es un ideal perfectamen<strong>te</strong> positivo, pues ya se<br />

sobrentiende que el ideal de “no sufrir” tiene que referirse<br />

necesariamen<strong>te</strong> a quien vive (no a las piedras o a los ladrillos): no sufrir<br />

es un positivo vivir sin sufrir. Y eso es lo que yo quiero. Para mí, y para<br />

todos mis hermanos <strong>te</strong>rrícolas.


XIII*<br />

Justa noción de lo justo<br />

Cuando se come<strong>te</strong> un delito grave —cuya repetición hay que evitar—,<br />

correcto es que se de<strong>te</strong>nga al presunto autor. Pero sólo a condición de que<br />

se inicie inmediatamen<strong>te</strong> la investigación y esclarecimiento del hecho,<br />

para de<strong>te</strong>rminar si fue él, o no, quien lo cometió. Voy a ejemplificar un<br />

caso imaginario que nos muestre cuánta importancia daría al modus<br />

operandi en la de<strong>te</strong>nción de un delincuen<strong>te</strong> una sociedad racionalizada.<br />

En el solitario pasadizo sub<strong>te</strong>rráneo x, duran<strong>te</strong> la noche, el hombre<br />

alcanza a una mujer que marchaba sola delan<strong>te</strong> de él, y le muestra una<br />

enorme navaja: “si gritas o in<strong>te</strong>ntas huir, ya ves lo que <strong>te</strong> espera” Tras<br />

algunos tocamientos, la obliga a hacerle una fellatio. Conseguido el<br />

placer, se oyen voces de alguien que se acerca, y el hombre de la navaja<br />

par<strong>te</strong> apresuradamen<strong>te</strong> en dirección contraria. Saca del bolso la mujer su<br />

<strong>te</strong>léfono móvil, y llama a la policía. Al instan<strong>te</strong> acuden a la zona, desde<br />

los cuatro puntos cardinales, decenas de policías, incluidos el “médico<br />

forense” y el “juez instructor”. Observados los escasos viandan<strong>te</strong>s<br />

nocturnos, hay uno que parece coincidir con la información facilitada por<br />

la mujer agredida. Un hábil in<strong>te</strong>rrogatorio lleva al hombre a<br />

contradecirse. Es conducido al pasadizo donde la policía retiene todavía a<br />

la víctima. Ella lo identifica. Lo niega todo él. Es cacheado, pero no<br />

lleva ningún arma. La mujer insis<strong>te</strong> en que lo llevaba. Un minucioso<br />

registro de los lugares por donde ha debido marchar después de<br />

consumada la agresión, da como resultado el hallazgo de una navaja.<br />

Sigue él negándolo todo. Inmediatamen<strong>te</strong>, en dependencias policiales,<br />

toma el médico muestras de restos de líquido presen<strong>te</strong>s en el prepucio y<br />

en la ropa in<strong>te</strong>rior del sospechoso. Se pide a la mujer el pañuelo con el<br />

que se ha secado los labios. Las huellas dactilares halladas en la navaja<br />

son las mismas del de<strong>te</strong>nido. El semen escupido por la mujer en el lugar<br />

de los hechos es el mismo que el recogido en el prepucio del agresor.<br />

Finalmen<strong>te</strong> és<strong>te</strong> se sien<strong>te</strong> forzado a confesar su delito, y entrar en prisión<br />

para toda su vida. No es necesaria ninguna prisión preventiva, ni es<br />

necesario ningún “tribunal de justicia”.<br />

El argumento de que debe ser preventivamen<strong>te</strong> encarcelado el presunto<br />

delincuen<strong>te</strong> porque, dejado en libertad, puede eludir la acción de la<br />

justicia, no se sostiene. Sólo por su intrínseca imperfección estructural es<br />

la sociedad actual incapaz de evitar que el presunto delincuen<strong>te</strong> eluda la<br />

acción de la justicia. Por tanto, de<strong>te</strong>nerlo preventivamen<strong>te</strong> equivale a<br />

proclamar que el fin justifica los medios. La solución del problema tiene<br />

que ser otra, y sólo se ob<strong>te</strong>ndrá cuando hayan desaparecido la<br />

Democracia y la Política. Es intolerable que se meta en la cárcel a quien<br />

no ha delinquido. Y suman millares los ciudadanos que la democracia<br />

encarcela preventivamen<strong>te</strong>, y que más tarde —casi siempre mucho más<br />

tarde— pone en libertad porque no <strong>te</strong>nían culpa alguna.<br />

Si ya es inmoral encarcelar un presunto delincuen<strong>te</strong> para que no huya de<br />

la justicia, el matarlo a tiros —como han hecho mil veces los<br />

“demócratas no violentos” (con su ejército, con su policía, con su<br />

140


Guardia Civil)—, sobre todo cuando pudieron haberlo de<strong>te</strong>nido sin<br />

derramar sangre, no sólo es criminal sin paliativos, es además<br />

contradictorio. Si damos muer<strong>te</strong> a un presunto y fugitivo delincuen<strong>te</strong> para<br />

que no logre su in<strong>te</strong>nto de escapar a la justicia, lo que ciertamen<strong>te</strong><br />

conseguiremos es que escape a la justicia.<br />

En sociedad racional, es decir en régimen de logocracia, son (por<br />

definición) ma<strong>te</strong>rialmen<strong>te</strong> imposibles ciertos delitos, moneda corrien<strong>te</strong> y<br />

causa de sufrimiento en sociedad irracional o democrática. La razón de<br />

ello es que, siendo esencialmen<strong>te</strong> inheren<strong>te</strong> a la sociedad logocrática la<br />

inexis<strong>te</strong>ncia de ciertas condiciones necesarias para la consumación de<br />

ciertos delitos, éstos necesariamen<strong>te</strong> resultan ser irrealizables.<br />

Verbigracia, el magnicidio, el golpe de Estado, el crimen de Estado, el<br />

a<strong>te</strong>ntado político, el sabotaje, los crímenes de guerra, el hecho de la<br />

propia guerra etc., no pueden ser de ninguna manera realizados en el<br />

seno de una logocracia. Vayamos viendo en pormenores el porqué.<br />

Una sociedad conducida racionalmen<strong>te</strong> de modo que se proporcione a sí<br />

misma la felicidad o bienestar mayor posible —como es la sociedad<br />

logocrática— no puede estar, ni aun mínimamen<strong>te</strong>, gobernada o<br />

conducida por la voluntad o la in<strong>te</strong>ligencia personal de un monarca, de un<br />

presiden<strong>te</strong>, de un Führer, de un caudillo. Tiene que estar necesariamen<strong>te</strong><br />

y propiamen<strong>te</strong> dirigida por la Razón. Y la Razón directora de una<br />

sociedad logocrática es formalmen<strong>te</strong> distinta de todo cuanto pueda<br />

ofrecer la razón de una persona —ni siquiera de un limitado grupo de<br />

personas— por in<strong>te</strong>ligen<strong>te</strong>s y sabias que fueren todas ellas. Por<br />

consiguien<strong>te</strong>, en sociedad logocrática (donde el monarca, el presiden<strong>te</strong><br />

del gobierno, el Führer, el caudillo, etc., carecerán de sentido) será<br />

ma<strong>te</strong>rialmen<strong>te</strong> imposible, por ejemplo, un regicidio.<br />

Una sociedad racionalmen<strong>te</strong> conducida en forma que se proporcione a sí<br />

misma la felicidad o bienestar mayor posible no puede estar constituida<br />

por eso que históricamen<strong>te</strong> hemos conocido con el nombre de “Estados”.<br />

La exis<strong>te</strong>ncia de Estados de ese talan<strong>te</strong> ha sido permanen<strong>te</strong> causa de<br />

guerras, de conflictos, de infelicidad. Estados tales no son posibles en<br />

sociedad logocrática. Imposibles han de ser en consecuencia, tales como<br />

han sido hasta ahora, los típicos golpes de Estado, los crímenes de<br />

Estado, los crímenes de guerra, etcé<strong>te</strong>ra. Paralelamen<strong>te</strong>, no existiendo el<br />

tradicional Estado que sojuzga a un pueblo de<strong>te</strong>rminado, impidiéndole ser<br />

libre, li<strong>te</strong>ralmen<strong>te</strong> imposible ha de ser también la comisión de a<strong>te</strong>ntados<br />

cuyo objetivo sea la liberación de ese pueblo sojuzgado. Y, en general,<br />

tiene que ser la guerra ma<strong>te</strong>rialmen<strong>te</strong> imposible, pues una guerra, en<br />

general, esa una guerra entre Estados.<br />

Por una mecánica de estructuración social más o menos análoga, tampoco<br />

serán posibles el narcotráfico, el vulgar asesinato cometido por un<br />

pistolero, el gangs<strong>te</strong>rismo, el proxenetismo, la corrupción de los<br />

gobernan<strong>te</strong>s, ni algún otro de<strong>te</strong>rminado delito.<br />

141


Si a todo ello se añade el incuestionable hecho de que nadie, nunca, haga<br />

lo que haga, puede ser declarado culpable de nada, ya se adivina que los<br />

códigos penales de nuestra actual sociedad irracional deberán conocer<br />

sustanciales modificaciones y recor<strong>te</strong>s drásticos, en caso de que hayan de<br />

seguir sirviendo para lo que fue —o debió ser— su principal cometido: la<br />

prevención del delito.<br />

Prima facie, la premisa de que nadie es culpable de nada parece obligar a<br />

la supresión de todo código penal, ya que es absurdo castigar a alguien,<br />

si no tiene culpa. Eso depende, no obstan<strong>te</strong>, de lo que se entienda por<br />

“código penal”. Huyendo de neologismos, quizá nos convenga re<strong>te</strong>ner las<br />

expresiones “pena” o “castigo” a manera de metáfora como descripción<br />

de ciertas medidas coercitivas adoptadas para evitar el daño que los<br />

llamados “delitos” infligen a la sociedad. En tal supuesto, la sociedad<br />

puede, sin caer en absurdos, crear un código penal ad hoc, a sabiendas de<br />

que el autor del correspondien<strong>te</strong> delito no tiene culpa. Reflexionemos<br />

ahora como si ya existiera ese código.<br />

Es delincuen<strong>te</strong> quien ocasiona a la sociedad en de<strong>te</strong>rminadas<br />

circunstancias un daño. No, por ejemplo, si lo causa inadvertidamen<strong>te</strong>, o<br />

por acciden<strong>te</strong> ajeno a su voluntad, o por haber actuado en defensa propia<br />

an<strong>te</strong> una agresión, etcé<strong>te</strong>ra. Pero sí es delincuen<strong>te</strong>, si causa el daño<br />

porque no le han funcionado correctamen<strong>te</strong> de<strong>te</strong>rminados mecanismos<br />

biológicos, cerebrales, de inhibición o de control de la conducta, propios<br />

del animal racional.<br />

Cuando el delito ha sido cometido —y ya que de lo único de que se trata<br />

es de que no vuelva a serlo—, el código penal debe obligar a que adop<strong>te</strong><br />

la sociedad una de las dos decisiones que siguen. a) Que la ciencia<br />

corrija esa disfunción del mecanismo biológico cerebral, de forma que no<br />

pueda repetirse (cosa imposible para la ciencia hoy por hoy). b) Recluir<br />

al delincuen<strong>te</strong> en un establecimiento ad hoc, y man<strong>te</strong>nerlo allí aislado por<br />

completo.<br />

Basta que el delincuen<strong>te</strong> haya causado en la sociedad —y que, por tanto,<br />

presumiblemen<strong>te</strong> pueda causar de nuevo— un sufrimiento considerable,<br />

para que la sociedad lo encierre (por inocen<strong>te</strong> que fuere) como se<br />

encierra a un loco peligroso, inocen<strong>te</strong> asimismo porque tampoco le<br />

funcionan de<strong>te</strong>rminados mecanismos cerebrales.<br />

Leí la siguien<strong>te</strong> noticia el mismo día en que había escrito el primer<br />

borrador de los preceden<strong>te</strong>s párrafos. Me pareció significativa la<br />

coincidencia, y la incorporo aquí:<br />

Un joven de 20 años ha sido identificado como el presunto autor de dos<br />

violaciones a una anciana. Se da la circunstancia de que había sido<br />

de<strong>te</strong>nido an<strong>te</strong>riormen<strong>te</strong> por la violación de otras dos ancianas. Ha sido<br />

acusado de violar y robar a una señora de 90 años, cuando ésta se<br />

encontraba sola en su domicilio. An<strong>te</strong>riormen<strong>te</strong> la misma señora había<br />

sido objeto, por el mismo autor, de idénticos hechos.<br />

Años más tarde he leído esta otra:<br />

142


143<br />

El pasado viernes detuvieron en Cintruénigo a un hombre de 36 años,<br />

por haber violado a una niña de seis años, hija de su compañera<br />

sentimental.<br />

Estos violadores no fueron culpables de nada. Carecían, eso sí, de ciertos<br />

mecanismos cerebrales x que un cerebro “normal” posee. O bien, aunque<br />

disponían de ellos no les funcionaron como le funcionan al dueño de un<br />

cerebro “normal”. A és<strong>te</strong>, aunque sea un vicioso, encontrándose en la<br />

hipotética <strong>te</strong>situra opcional de abordar a una señora de 90 años y violarla,<br />

o de violar a una niña de seis años —además, hija de su compañera<br />

sentimental— se le activan esos mecanismos de tal modo que generan<br />

diversas inhibiciones, impidiéndole come<strong>te</strong>r la barbaridad. Pero no se les<br />

activaron esos mecanismos a nuestros dos violadores. Que, en<br />

consecuencia, no pudieron con<strong>te</strong>nerse. Esa es la realidad, y carecen de<br />

sentido las palabras “culpabilidad” y “castigo”.<br />

Por supuesto, ambos deben ser encerrados. Y encerrados a perpetuidad.<br />

No por un tiempo limitado (ni esperando a que se opere en ellos una<br />

retórica “reinserción” siempre dudosa), sino a perpetuidad, a menos que<br />

científicamen<strong>te</strong> se demostrara que se han producido en su biología<br />

cambios tales —por ejemplo, una irreversible disfunción eréctil total, o<br />

una amputación del pene— que les fuera ma<strong>te</strong>rialmen<strong>te</strong> imposible<br />

reincidir.<br />

Por supuesto también, ya que el fin que se persigue con la reclusión del<br />

delincuen<strong>te</strong> no es hacer justicia castigándolo, sino evitar que vuelva a<br />

delinquir, debe man<strong>te</strong>nérsele encerrado en condiciones que le inflijan el<br />

menor daño posible. El lema de la sociedad racional reza “mayor posible<br />

felicidad —menor posible infelicidad— de todos” (también, por tanto, del<br />

delincuen<strong>te</strong>).<br />

An<strong>te</strong> las violaciones, an<strong>te</strong> las acciones del GAL o de ETA o las de<br />

Pinochet, an<strong>te</strong> la destrucción de las Torres Gemelas, etc., la actual<br />

sociedad irracional necesita gritar “¡justicia, castigo!”, “¡violación,<br />

castración!”, “¡pena de muer<strong>te</strong>!”, “¡guerra y destrucción al Eje del<br />

Mal!”... Y para las víctimas, por su par<strong>te</strong>, la vida ya no tiene otro sentido<br />

que el de conseguir por todos los medios “¡que se haga justicia,<br />

castigando al culpable como se merece!”.<br />

No seré yo el último en comprender la actitud de las víctimas. Pero mi<br />

conciencia me obliga a expresar la opinión de que no es la Razón la que<br />

promueve su actitud. La verdadera justicia es otra cosa. En un mundo<br />

sometido a la Razón —es decir un mundo logocrático—, hacer justicia no<br />

es castigar, sino precisamen<strong>te</strong> lo contrario: hacer justicia es no castigar<br />

al delincuen<strong>te</strong>. Porque el “culpable” único de todo cuanto hicieron Hitler<br />

y Franco y ETA y GAL y Osama y Bush y todos los violadores que en el<br />

mundo han sido, es la irracional estructura de nuestra sociedad.<br />

En logocracia se debe encerrar al “delincuen<strong>te</strong>” para aislarlo de la<br />

sociedad en evitación de que vuelva a delinquir. Unicamen<strong>te</strong> para eso.<br />

Nunca para castigarlo. En consecuencia, el aislamiento debe iniciarse y


man<strong>te</strong>nerse de manera que resul<strong>te</strong> el aislado la menos traumática posible.<br />

El preso en logocracia debe ser tratado con la misma delicadeza y la<br />

misma deferencia con la que se trata al más honorable ciudadano, por<br />

muy execrable que fuere el delito cometido. Porque no hay razón alguna<br />

para no tratarlo como al ciudadano más honorable. No habrá por qué<br />

darle gratis nada superfluo que le procure placer, pero tampoco se le<br />

quitará nada necesario para ser feliz, excepto la libertad. Ningún<br />

delincuen<strong>te</strong> debe ser castigado, porque sin excepción son inocen<strong>te</strong>s todos<br />

los delincuen<strong>te</strong>s.<br />

Con<strong>te</strong>mplado el hecho desde otro ángulo, puede parecer cruel y<br />

desproporcionada la reclusión de un muchacho de 20 años a perpetuidad,<br />

sólo porque ha violado a una anciana, cuando se sabe que el muchacho en<br />

realidad es inocen<strong>te</strong>. No será tan desproporcionada la reclusión, si el<br />

problema se estudia cuidadosa e ín<strong>te</strong>gramen<strong>te</strong>. He aquí algunos puntos de<br />

meditación a es<strong>te</strong> propósito:<br />

144<br />

a) El chico de vein<strong>te</strong> años ha perpetrado una violación. Puede<br />

perpetrar otra.<br />

b) El daño que se puede causar a una mujer violada es incalculable.<br />

No vale aducir la brutal objeción chulesca de que “algunas lo<br />

agradecen”. Aunque no hay aparatos para medir la in<strong>te</strong>nsidad del<br />

sufrimiento de una mujer violada, sabemos que puede ser un acerbo<br />

sufrimiento indecible.<br />

c) Ignoro si puede evitarse una posible reincidencia —sin llegar a la<br />

castración— median<strong>te</strong> algún fármaco inofensivo que imposibili<strong>te</strong> la<br />

erección del pene, o por otros medios menos dolorosos que el que<br />

vamos a proponer aquí. 50 Si no los hay, el joven de 20 años debe<br />

quedar encerrado para siempre en una “jaula”, porque sólo así podrá<br />

evitarse el sufrimiento de otra posible violación cometida por el joven,<br />

sufrimiento que tiene que ser evitado.<br />

d) El violador encerrado en régimen de logocracia debe contar en su<br />

“jaula” con todo lo que sea realmen<strong>te</strong> necesario para que su<br />

infelicidad sea la menor posible: suficien<strong>te</strong> alimentación sana,<br />

suficien<strong>te</strong> abrigo, escrupulosa higiene, compe<strong>te</strong>n<strong>te</strong> y plena asis<strong>te</strong>ncia<br />

sanitaria, espacio vital, educación, formación... Lo único que debe<br />

faltarle es la libertad y el subsiguien<strong>te</strong> acceso a placeres no<br />

necesarios para la felicidad, que sólo en libertad pueden ob<strong>te</strong>nerse.<br />

e) Dado que la sociedad racional debe hacer que sea imposible<br />

evadirse de ninguna “jaula” (para ello dispone de medios de los que<br />

no puede la sociedad irracional disponer), el violador po<strong>te</strong>ncial <strong>te</strong>ndrá<br />

la cer<strong>te</strong>za de que, si entra en ella, entrará para siempre. Es probable<br />

que eso le disuada.<br />

f) En sociedad racional tiene que ser imposible el indulto, la amnistía,<br />

el perdón, las rebajas de pena, la redención de penas por el trabajo...<br />

Imposible también <strong>te</strong>ner en cuenta circunstancias eximen<strong>te</strong>s,<br />

a<strong>te</strong>nuan<strong>te</strong>s, agravan<strong>te</strong>s, del delito. Imposible por definición, ya que no<br />

exis<strong>te</strong> ni puede existir jamás ninguna culpa. Toda investigación<br />

judicial tiene que ceñirse exclusivamen<strong>te</strong> a verificar hechos. Y así<br />

debe saberlo el violador en ciernes. Las amenazas del código penal<br />

deben <strong>te</strong>ner efectos disuasorios. Pero los <strong>te</strong>ndrá sólo si el posible<br />

violador futuro sabe con cer<strong>te</strong>za que de una “jaula” no se puede salir.<br />

g) Los estímulos y los móviles que inci<strong>te</strong>n a la delincuencia pueden<br />

ser y tienen que ser, en sociedad racional, cualitativa y<br />

cuantitativamen<strong>te</strong> menores que en la irracional. Hasta el punto de que<br />

tal vez llegue a ser prácticamen<strong>te</strong> inexis<strong>te</strong>n<strong>te</strong> la delincuencia. Ya<br />

iremos comprendiendo por qué eso no es imposible, en cuyo caso no<br />

50 En el periódico leí que “el Gobierno francés ha decidido poner en práctica la castración<br />

química para los delincuen<strong>te</strong>s sexuales. [...] Está previsto que el tratamiento, que no<br />

es irreversible, se prolongue duran<strong>te</strong> 24 meses.”


145<br />

habría que deplorar la tris<strong>te</strong> imagen de un muchacho imberbe<br />

encerrado de por vida por no haber podido man<strong>te</strong>ner a raya sus<br />

instintos.<br />

h) El delito de carác<strong>te</strong>r sexual es consecuencia, más o menos directa,<br />

de la hedonopatía. La sociedad racional puede y debe educar al<br />

ciudadano, activa y perdurablemen<strong>te</strong>, para que aprenda a justipreciar<br />

el placer sin mitificaciones. A no supervalorarlo. A relativizarlo. Debe<br />

educar al ciudadano para que supere su obsesiva <strong>te</strong>ndencia a pensar<br />

continuamen<strong>te</strong> en el sexo. Debe motivarlo y capacitarlo para que, más<br />

que en la entrepierna, piense en los entresijos de la ciencia, y se<br />

habitúe a <strong>te</strong>ner otra clase de pensamientos, con los que ha de<br />

saborear placeres que en realidad tienen valor eudemonístico superior<br />

al de los placeres ma<strong>te</strong>riales del sexo... Y, por supuesto, debe privar<br />

al ciudadano de los mil excitan<strong>te</strong>s que la sociedad irracional<br />

continuamen<strong>te</strong> le ofrece median<strong>te</strong> la pornografía, el cine, la li<strong>te</strong>ratura,<br />

los espectáculos...<br />

i) La sociedad racional puede y debe proporcionar a toda persona<br />

suficien<strong>te</strong>s medios con que satisfacer las verdaderas necesidades de<br />

carác<strong>te</strong>r sexual (no los caprichos). En régimen de logocracia no tiene<br />

cabida la tradicional “moral” pudibunda: importa únicamen<strong>te</strong> la<br />

infelicidad menor posible del género humano. En consecuencia, nada<br />

obsta para que se ofrezca a la población gratuito acceso (v.gr.) a un<br />

prostíbulo científicamen<strong>te</strong> concebido y creado y reglamentado a<br />

manera de servicio público de medicina preventiva, sencillamen<strong>te</strong>. Por<br />

supuesto, sólo por prescripción facultativa podría el “pacien<strong>te</strong>” ser<br />

a<strong>te</strong>ndido, y sólo en la forma y circunstancias prescritas por la ciencia<br />

médica.<br />

j) Por la educación recibida, un violador po<strong>te</strong>ncial en ciernes debe<br />

saber que el posible encierro a perpetuidad en “la jaula” será<br />

propiamen<strong>te</strong> un acciden<strong>te</strong> que va a sufrir, si come<strong>te</strong> la violación, y no<br />

un castigo. Algo así como si tocara inadvertidamen<strong>te</strong> un cable de alta<br />

<strong>te</strong>nsión duran<strong>te</strong> la cópula, y quedara electrocutado.<br />

Aún quedan por hacer varias consideraciones de in<strong>te</strong>rés en apoyo de lo<br />

dicho aquí —ya iremos haciéndolas—, pero con claridad se va ya viendo,<br />

creo yo, que la delincuencia en cualquiera de sus formas (a condición de<br />

que se organice racionalmen<strong>te</strong> la vida social, y se conciba la Justicia de<br />

manera racional) puede reducirse a un mínimo satisfactorio, sin que sea<br />

necesario condenar al delincuen<strong>te</strong> por “malo”, ni imponerle ningún<br />

castigo.


XIV*<br />

Libertad de expresión<br />

La mordaza que ponen los dictadores al ciudadano para que el sis<strong>te</strong>ma no<br />

sea denunciado o cuestionado median<strong>te</strong> la palabra hablada o escrita, o<br />

median<strong>te</strong> otras manifestaciones, por sí sola es motivo suficien<strong>te</strong> para<br />

repudiar las dictaduras. Por eso los idólatras de la democracia se jactan<br />

de que su sis<strong>te</strong>ma es bueno en ese sentido, puesto que permi<strong>te</strong> a los<br />

ciudadanos expresarse libremen<strong>te</strong>.<br />

Sin embargo, con<strong>te</strong>mplada bajo el ángulo del eudemonismo, dejar que el<br />

ciudadano se exprese libremen<strong>te</strong> en público es deplorable y nefasto. Es<br />

un disparatado error. Una de las primeras causas —más o menos indirecta<br />

y remota— de las desdichas del género humano es la libertad de<br />

expresión que la democracia concede a los ciudadanos. Merece la pena,<br />

lector, de que pres<strong>te</strong>mos a<strong>te</strong>nción a es<strong>te</strong> asunto.<br />

Empecemos por consignar un hecho elemental. Ni siquiera los<br />

mencionados idólatras consideran laudable que la democracia conceda<br />

libertad absoluta de expresión. Reconocen que el derecho a la libre<br />

expresión debe <strong>te</strong>ner algún lími<strong>te</strong>. Y lo tiene, efectivamen<strong>te</strong>: no se<br />

toleraría que exprese en el ágora nadie todo cuanto pueda venirle en<br />

gana.<br />

Si tuviéramos que vivir siempre en sociedades que funcionan<br />

irracionalmen<strong>te</strong>, como la sociedad actual democrática, la concesión del<br />

derecho a expresarse libremen<strong>te</strong> quedaría justificada en principio. Pero<br />

quedaría justificada sólo a condición de que se concediera el derecho<br />

indiscriminadamen<strong>te</strong>. Quedaría justificada sólo en el sentido de que sería<br />

éticamen<strong>te</strong> intolerable que fuera otorgado el derecho a ciertas personas,<br />

agrupaciones, formaciones o facciones políticas, iglesias, sectas, etc., y<br />

no a otras.<br />

A manera de comentario marginal, consignemos también otro hecho. La<br />

democracia no puede evitar la discriminación, porque en la práctica no<br />

dispone de medios para que puedan ejercer el derecho, por igual, todas<br />

las personas físicas y/o jurídicas. Ocurre a és<strong>te</strong> lo que a todos o a casi<br />

todos los demás derechos: exis<strong>te</strong> en la sociedad su reconocimiento<br />

oficial, pero muchos de ellos, de facto, o son conculcados, o no pueden<br />

ejercerse. Por ejemplo, no puede ejercer su derecho a la libre expresión<br />

oral o escrita una persona hablan<strong>te</strong> o escribien<strong>te</strong>, si no puede ser oída o<br />

leída por todos los destinatarios. 51 Quienes no son ciudadanos<br />

privilegiados no pueden conseguirlo. No podemos los ciudadanos de a pie<br />

51 Si se me concede libertad para ser vox clamantis in desserto, no no se me ha<br />

concedido ninguna libertad de expresión. Para que haya expresión tiene que haber<br />

comunicación. Y nada comunica la vox clamantis in desserto.<br />

146


gozar del derecho de expresión sino con grandes limitaciones que no<br />

exis<strong>te</strong>n para los ciudadanos de primera.<br />

Permítaseme traer a colación mi experiencia personal. Yo llevo se<strong>te</strong>nta<br />

años, aproximadamen<strong>te</strong>, haciendo todo lo imaginable —dentro de mis<br />

posibilidades— para dar a conocer mi pensamiento a la comunidad<br />

in<strong>te</strong>lectual. Todavía no lo he conseguido. Me he expresado por escrito<br />

libremen<strong>te</strong>, sí, pero la comunidad in<strong>te</strong>lectual no me ha leído: por tanto,<br />

en realidad <strong>te</strong>ngo prohibido expresarme. El presiden<strong>te</strong> de Gobierno, el<br />

Papa, el Nobel de li<strong>te</strong>ratura, el campeón mundial de boxeo, la miss<br />

Universo, sí se expresan en público, pues todo el mundo los ha oído. Pero<br />

el ciudadano vulgar y corrien<strong>te</strong> no puede hacer eso. Podrá, a lo sumo,<br />

hacerse oír en la taberna, en la <strong>te</strong>rtulia de amigos, en la pequeña tribuna<br />

local, mas no an<strong>te</strong> la sociedad en general. Con dárseme libertad para ser<br />

vox clamantis in deserto no se me da libertad de expresión.<br />

Ibamos diciendo que el permiso para que se expresen todos los<br />

ciudadanos libremen<strong>te</strong> se puede aplaudir sólo si la sociedad es<br />

inevitablemen<strong>te</strong> irracional, y sólo si el permiso pudiera (que no se puede)<br />

concederse a todos por igual, sin discriminaciones. Pero, para nosotros<br />

que estamos estudiando la posibilidad práctica de una racional sociedad<br />

feliz, el problema no es ése. No se trata de evitar que se niegue a Juan lo<br />

que se concede a Pedro. La verdadera cuestión estriba en que es<br />

improceden<strong>te</strong> conceder a nadie, sea quien fuere —hombre de la calle,<br />

hombre de ciencia, hombre de gobierno...—, el derecho de manifestarse o<br />

expresar su opinión en público, si no se cumplen estrictamen<strong>te</strong><br />

de<strong>te</strong>rminadas condiciones.<br />

Entiéndase bien: es improceden<strong>te</strong> (esa concesión) desde el punto de vista<br />

eudemonístico. Y lo es porque, si no se cumplen dichas condiciones, lo<br />

expresado públicamen<strong>te</strong> —por quienquiera que fuere— puede hacer daño<br />

a la sociedad, y, por tanto, contribuir a su infelicidad.<br />

Por lo que respecta a la expresión de opiniones, no caben dudas. En<br />

principio, cualquier persona que imbuya en la sociedad una opinión falsa<br />

o errónea, aunque lo haga con la mejor buena fe, está como mínimo<br />

sembrando un germen de po<strong>te</strong>ncial infelicidad general, mayor o menor,<br />

porque, en principio, todo error que se infiltre en el cerebro humano es<br />

“antifelicidad” para el hombre.<br />

Dejar que el ciudadano exprese libremen<strong>te</strong> opiniones erróneas no sería<br />

necesariamen<strong>te</strong> grave, si existiera la posibilidad pragmática de rebatir<br />

ipso facto la opinión errónea. Pero difícilmen<strong>te</strong> puede existir esa<br />

posibilidad en la práctica. Por tanto, con la permisión se está<br />

posibilitando que ese ciudadano, voluntaria o involuntariamen<strong>te</strong>,<br />

median<strong>te</strong> una opinión errónea inflija daño a la sociedad, incrementando<br />

su infelicidad, o creándosela.<br />

Una sociedad racionalmen<strong>te</strong> constituida tiene que impedir al ciudadano,<br />

de una u otra manera, propalar erróneas opiniones. Debe crear algún<br />

147


filtro corrector, o algo semejan<strong>te</strong>: algo que no deje pasar errores que sean<br />

de<strong>te</strong>ctables en el con<strong>te</strong>xto correspondien<strong>te</strong>. Recuérdese que me refiero a<br />

comunicaciones hechas en público. Nunca se evitará que el ciudadano<br />

exponga en privado sus errores. Ni siquiera en logocracia. Pero se trata<br />

de que ésta no proporcione al opinan<strong>te</strong> medios —radio, cine, <strong>te</strong>levisión,<br />

prensa, in<strong>te</strong>rnet, sinagogas, iglesias, ágoras, foros... (como se los<br />

proporciona la democracia)— que le permitan propalar errores a los<br />

cuatro vientos.<br />

El astrólogo que se dirige al público, haciéndole cree que es verdad la<br />

influencia —sobre nuestras vidas— que él atribuye a tal o cual astro, y<br />

que no está científicamen<strong>te</strong> demostrada, hace daño a sus oyen<strong>te</strong>s o a sus<br />

lectores, aunque ellos no sean conscien<strong>te</strong>s del daño. Y quizá más todavía<br />

cuando les predice el futuro, engañándolos con “aciertos” que por una<br />

razón doble no son aciertos.<br />

148<br />

a) La vaguedad o imprecisión del lenguaje utilizado para el vaticinio<br />

permi<strong>te</strong> dar a és<strong>te</strong> un “sentido acomodaticio” suficien<strong>te</strong> para que el<br />

crédulo público incauto vea grandes aciertos donde no hay ninguno.<br />

b) El astrólogo (como el viden<strong>te</strong>, como el adivino, como la echadora<br />

de cartas) formula muchos vaticinios variados. Al ser muchos,<br />

algunos de ellos estadísticamen<strong>te</strong> (por las leyes del azar) tienen que<br />

ser más o menos coinciden<strong>te</strong>s con el hecho acaecido. Si el viden<strong>te</strong><br />

vaticina todos los días, duran<strong>te</strong> cuatro decenios, “Pedro ha cumplido<br />

85 años, y morirá la semana próxima”, alguna vez “acertará” por<br />

necesidad ma<strong>te</strong>mático-estadística (y el crédulo público incauto<br />

contabilizará únicamen<strong>te</strong> los “aciertos” ob<strong>te</strong>nidos de ese modo,<br />

olvidando los desaciertos).<br />

En sociedad logocrática no se puede permitir que hablen los astrólogos,<br />

ni los adivinos, ni los viden<strong>te</strong>s, ni los profetas, ni los tarots, ni las cartas,<br />

ni las bolas de cristal...<br />

El escritor o periodista o dirigen<strong>te</strong> o gobernan<strong>te</strong> que en público emi<strong>te</strong> sus<br />

dictámenes acerca de lo que es tal o cual organización armada,<br />

sembrando en millones de ciudadanos odio satánico hacia esa<br />

organización que en realidad no es la descrita por él para sus particulares<br />

in<strong>te</strong>reses ideológicos, partidistas, económicos, etc., causa grave daño a la<br />

comunidad. Personajes de esa especie (qua comunicadores que exponen<br />

al público sus pensamientos) no pueden <strong>te</strong>ner cabida en sociedad que<br />

funcione racionalmen<strong>te</strong>.<br />

En ella no se puede permitir que públicamen<strong>te</strong> los Testigos de Jehová<br />

presen<strong>te</strong>n la Biblia como si fuera mensaje transmitido por un Ser<br />

Superior infalible, cuando la Biblia —por muy alto que fuere su valor<br />

li<strong>te</strong>rario 52 — es una fábula donde proliferan hasta la saturación las<br />

afirmaciones falsas o erróneas. Para que se les permita presentarla como<br />

libro-mensaje de un infalible Ser Superior, cuando menos deben<br />

demostrar que exis<strong>te</strong> en realidad el Ser Superior infalible. Imbuir el<br />

Error en la humanidad es hacer daño a la humanidad, aun cuando un<br />

52 Un paisano mío sacerdo<strong>te</strong> y <strong>te</strong>ólogo, a quien aprecio mucho, en réplica a cierto detractor de la Biblia, le<br />

recriminó porque la Biblia merece respeto. Pero, si únicamen<strong>te</strong> se dice que la Biblia contiene muchos<br />

errores, y que no la inspiró ningún Dios, no hay falta de respeto.


concreto error pueda per accidens consolar o mitigar sufrimientos, o<br />

incluso hacer feliz, a una de<strong>te</strong>rminada persona, o a un de<strong>te</strong>rminado grupo<br />

de personas.<br />

El ayatollah Jomeini que lanza una soflama instigando a millones de<br />

creyen<strong>te</strong>s para que se dé muer<strong>te</strong> a Salman Rushdie, inflige daño grave a<br />

la sociedad. An<strong>te</strong>s de arengar así a sus fieles, tiene la obligación de —por<br />

lo menos— demostrar que exis<strong>te</strong> realmen<strong>te</strong> un Ser Superior<br />

presuntamen<strong>te</strong> ofendido por Salman Rushdie. Si no lo demuestra, no le<br />

permitirá expresarse libremen<strong>te</strong> la sociedad que vive de la Razón y para<br />

la Razón.<br />

El Papa que angustia y a<strong>te</strong>moriza a millones de mujeres con la afirmación<br />

de que abortar equivale a matar una persona, hace mucho daño a la<br />

sociedad. La Sociedad de la Razón debe impedir que el Papa hable en<br />

esos términos públicamen<strong>te</strong>, sin an<strong>te</strong>s haber demostrado que su<br />

afirmación es verdadera. Matar un embrión o feto humano, y matar una<br />

persona, son cosas distintas —aun admitiendo que el embrión o feto es un<br />

ser humano—, porque la palabra “ser” es ambigua. Todo cuanto exis<strong>te</strong> es<br />

un ser: el hierro, el agua, el cabello, el esqueleto, el espermatozoide... Mi<br />

esqueleto es un ser. Y es un ser humano, puesto que es mío, y yo soy<br />

humano. Pero mi esqueleto no es persona. Mi espermatozoide es un ser<br />

humano, pero no persona. El feto es un ser humano, pero no es persona.<br />

Si el aborto es un asesinato, matar un espermatozoide también lo es: por<br />

tanto, cada vez que eyacula, todo hombre come<strong>te</strong> millones de asesinatos.<br />

En sociedad racional, y cara al público, el papa tiene que enmudecer<br />

mientras no demuestre que está en posesión de la verdad.<br />

Ni siquiera al hombre de ciencia debe concedérsele el derecho de<br />

expresarse libremen<strong>te</strong>. Según explicaba en una entrevista Roberto<br />

Giraldo, presiden<strong>te</strong> de Rethinking AIDS (grupo mundial para el<br />

replan<strong>te</strong>amiento científico del sida),<br />

149<br />

no siendo ningún virus la causa de esta enfermedad, la inmensa<br />

mayoría de médicos e investigadores de todo el mundo —con la OMS a<br />

la cabeza— abrazaron un error tremendo, responsable de que el sida<br />

“continúe expandiéndose por todo el planeta” porque, usando los<br />

tratamientos que se usan contra un virus que no exis<strong>te</strong>, “en lugar de<br />

prevenir o curar el sida, ayudan a generarlo o lo empeoran, llevando al<br />

individuo a la muer<strong>te</strong>”. El error provino de que ciertas autoridades<br />

médicas habían propuesto el fenómeno VIH, sin las pruebas científicas<br />

debidas, como causan<strong>te</strong> del sida, y de que el Centro de Control de<br />

Enfermedades de Atlanta había lanzado el rumor de que esa<br />

enfermedad se transmi<strong>te</strong> de persona a persona, por contagio.<br />

Si todo eso es verdad, <strong>te</strong>nemos la prueba palpable de que no debió<br />

permitirse —ni a las mencionadas autoridades médicas, ni al mencionado<br />

Centro de Atlanta— expresar libremen<strong>te</strong> sus opiniones. Y, si no todo es<br />

verdad, <strong>te</strong>nemos la prueba palpable de que no debió publicarse la<br />

entrevista que se concedió al señor Giraldo.<br />

El premio Nobel que, traspasando los lími<strong>te</strong>s de la ciencia en que está<br />

versado, se dirige al mundo para exponer como verdaderas, libremen<strong>te</strong>,


sus equivocadas ideas, puede hacer daño a la comunidad. La sociedad<br />

racional no debe concederle, por muy premio Nobel que sea, libertad para<br />

expresarse así.<br />

Al científico no se le puede reconocer el derecho de expresar en público<br />

sus opiniones y <strong>te</strong>orías personales, presentándolas como verdades, ya que<br />

pueden ser erróneas. El Error es per se, siempre, actual o po<strong>te</strong>ncial fuen<strong>te</strong><br />

de sufrimiento para la humanidad. No se puede permitir que el hombre de<br />

ciencia afirme nada que no esté demostrado (es decir nada que no esté<br />

unánimemen<strong>te</strong> aceptado por todos los científicos). No se puede permitir<br />

que el hombre de ciencia, sin demostrarlo, afirme en público,<br />

dogmáticamen<strong>te</strong>, que la homosexualidad es tan perfectamen<strong>te</strong> natural<br />

como la he<strong>te</strong>rosexualidad. No se puede permitir que el hombre de ciencia,<br />

sin demostrarlo, afirme en público, dogmáticamen<strong>te</strong>, que algunos<br />

animales irracionales —por ejemplo, el chimpancé o el delfín— piensan<br />

de alguna manera, ven, oyen, sien<strong>te</strong>n...<br />

Nos parece elemental para una feliz convivencia que el animal racional<br />

sea libre de exponer en público sus ideas y opiniones y convicciones. Y<br />

es un error. Mejor dicho, es un error venderlas como verdades. Nos<br />

parece duro negar ese derecho a todo un premio Nobel, a todo un Sumo<br />

Pontífice romano, a todo un Jefe del Reino Unido de Gran Bretaña e<br />

Irlanda del Nor<strong>te</strong>. Y hay que negárselo sin con<strong>te</strong>mplaciones, por la<br />

poderosa razón de que nadie —ni el Papa, ni el Jefe de Estado, ni el<br />

científico ganador del premio Nobel— tiene el derecho de hacer daño a la<br />

humanidad. Cuando una opinión errónea implica po<strong>te</strong>ncial daño a la<br />

sociedad, no se puede conceder a nadie el derecho de expresar en público<br />

esa opinión como verdadera, a menos que lo haga condicionadamen<strong>te</strong>, en<br />

circunstancias tales que no permitan convertirse en daño real un daño<br />

po<strong>te</strong>ncial.<br />

El único medio para lograr esto último sería, a primera vista, inventar un<br />

sis<strong>te</strong>ma refutador que neutralizara ipso facto el presumible o posible<br />

daño causado por la opinión errónea. Pero la neutralización <strong>te</strong>ndría que<br />

ser inmediata. No basta, v.gr., una refutación hecha al día siguien<strong>te</strong>, pues<br />

podría no surtir efecto en razón de que el oyen<strong>te</strong> dañado por la opinión<br />

falsa no tuvo noticia de la refutación.<br />

El requisito de la inmedia<strong>te</strong>z obligaría a que toda persona que quiera<br />

públicamen<strong>te</strong> expresarse improvisando, deba hacerlo en presencia de<br />

expertos capacitados para atajar al orador en cualquier momento. Lo que<br />

a su vez haría imposibles en la práctica, al menos en la forma<br />

acostumbrada, las improvisadas in<strong>te</strong>rvenciones oratorias de gobernan<strong>te</strong>s,<br />

políticos, predicadores, conferencian<strong>te</strong>s, oradores, <strong>te</strong>rtulianos, etcé<strong>te</strong>ra.<br />

En consecuencia, si ha de construirse una sociedad que proporcione a<br />

todos la felicidad máxima posible, habrá que impedir ese tipo de<br />

exhibiciones oratorias. Hoy por hoy no hay manera de impedirlo, pero la<br />

disyuntiva está ahí, y, al parecer, sin posibilidad alguna de evasión. En<br />

cambio, para una sociedad racional, para un régimen logocrático, no<br />

150


sería imposible impedirlo, en gran par<strong>te</strong> porque la vida bajo tal régimen,<br />

diametralmen<strong>te</strong> opuesta a la nuestra de hoy y de ayer, nunca necesitaría<br />

sermones de predicadores, ni discursos de políticos y gobernan<strong>te</strong>s, ni<br />

lecciones de frívolos conferencian<strong>te</strong>s.<br />

Con respecto al derecho de expresarse de otra manera (no median<strong>te</strong><br />

opiniones precisamen<strong>te</strong>), el problema es muy similar. A través de la<br />

li<strong>te</strong>ratura, del cine, de la <strong>te</strong>levisión, del <strong>te</strong>atro, de la pornografía, etc., si<br />

se otorga a todo el mundo el derecho de expresarse libremen<strong>te</strong>, se puede<br />

llevar al mundo infelicidad, mayor o menor (mayor más bien que menor).<br />

Sería digno de saberse cuánta agresividad y cuántas violaciones han<br />

ocasionado algunas obras li<strong>te</strong>rarias, algunas películas, algunos vídeos...<br />

Desde hace muchos años conservo un artículo periodístico (de Guillermo<br />

Guerin), cuyo primer párrafo me impactó. Lo transcribo aquí:<br />

151<br />

La influencia de la <strong>te</strong>levisión en los hábitos de niños y adolescen<strong>te</strong>s<br />

ha vuelto a la actualidad. En la madrugada del miércoles al jueves<br />

pasado, sie<strong>te</strong> jóvenes granadinos violaban a una muchacha tras<br />

haberse proyectado en <strong>te</strong>levisión el primer capítulo de la serie<br />

“Ho<strong>te</strong>l”. En una de las escenas de dicho capítulo, unos jóvenes<br />

violaban a una prostituta. Tras la violación consumada en Granada, la<br />

víctima indicó que sus agresores habían comentado que ellos “no iban<br />

a ser menos que los americanos de la <strong>te</strong>le”...<br />

En el irracional mundo actual, repito, no se dan las condiciones<br />

necesarias para que se pueda otorgar a nadie libertad de expresión en<br />

público. Una sociedad logocrática sí podría satisfacerlas. Ya iremos<br />

explicando el cómo.<br />

Cuando actualmen<strong>te</strong> un gobierno democrático decide establecer cualquier<br />

tipo de censura, ésta resulta odiosa, y con justo motivo pro<strong>te</strong>sta el buen<br />

demócrata. Pero nó<strong>te</strong>se que en realidad pro<strong>te</strong>sta porque —al servicio tal<br />

vez de particulares creencias o in<strong>te</strong>reses— quien impone la censura es un<br />

partido, una ideología, un grupo, una par<strong>te</strong> de la sociedad. Si fuese<br />

censura impuesta por la sociedad en conjunto (a través de la Razón), y<br />

sólo en beneficio de toda la comunidad, nadie pro<strong>te</strong>staría. Esto no puede<br />

conseguirse en un democrático mundo acéfalo como el actual nuestro. En<br />

la sociedad futura logocrática sí podrá conseguirse.<br />

Pablo Garaizar, ingeniero en informática, saliendo al paso de quienes<br />

apuntan con el dedo a In<strong>te</strong>rnet como específico instrumento manipulador<br />

de la información, escribió hace poco:<br />

...de hecho, la manipulación de la información es consustancial al ser<br />

humano. Somos máquinas de manipular información... [...] Como<br />

comenta Miquel Vidal, manipular no es empobrecer ni engañar:<br />

manipular es empaquetar el pensamiento del modo más eficaz a<br />

nuestra in<strong>te</strong>nción. Lo hacen los poetas, lo hacen los publicistas, lo<br />

hacen los que publican “flanpetos” en indymedia, lo hacen los<br />

aman<strong>te</strong>s y lo hacen por supuesto periodistas, políticos y oradores<br />

desde tiempo inmemorial.<br />

Se equivocó Miquel Vidal. Manipular la información —empaquetando el<br />

pensamiento, o sin empaquetarlo— es engañar. Y <strong>Logos</strong> no engaña.


XV*<br />

Creced y multiplicaos<br />

Los pensadores incapaces de ver que tal vez sea perfecto el cosmos 53 , le<br />

sacan faltas. Le achacan, por ejemplo, el absurdo e inútil despilfarro del<br />

que hace gala: “millonadas de galaxias en el espacio ¿para qué?”,<br />

“millonadas de espermatozoides en cada eyaculación ¿para qué?”,<br />

etcé<strong>te</strong>ra.<br />

Me parece que sacar faltas a la naturaleza es una osadía in<strong>te</strong>lectual. Para<br />

afirmar que hay en el universo imperfecciones —para afirmar que haya en<br />

él ni tan siquiera una mínima imperfección propiamen<strong>te</strong> dicha—, hay que<br />

ser omniscien<strong>te</strong>: se necesita saber todo para saber que podían haberse<br />

evitado las presuntas imperfecciones. Y todavía no se ha encontrado en la<br />

Tierra ningún pensador omniscien<strong>te</strong>.<br />

En el concreto caso de las millonadas de galaxias, no es nada aventurada<br />

la hipó<strong>te</strong>sis de que —dada la in<strong>te</strong>rrelación total de los fenómenos físicos<br />

en el cosmos, y la continua trabazón mutua de las distintas leyes de la<br />

naturaleza— sembrar en el inmenso espacio millonadas de galaxias quizá<br />

sea la única manera de que (gracias a la multiplicidad estadística de<br />

situaciones) en una de ellas pueda ob<strong>te</strong>nerse esta “imposible”<br />

combinación perfecta de elementos físicos denominada vida.<br />

En el caso de los espermatozoides, tampoco es aventurado pensar que<br />

puede ser absolutamen<strong>te</strong> necesario el “despilfarro” —y entonces no sería<br />

despilfarro—, porque sin él no se podría garantizar la suficien<strong>te</strong><br />

perdurabilidad del fenómeno vida. Mientras no se demuestre lo contrario,<br />

hay razonables motivos para pensar que la naturaleza lo hace todo bien.<br />

Y que sus cri<strong>te</strong>rios no pueden ser más acertados.<br />

Imaginemos que la madre naturaleza se ha propuesto man<strong>te</strong>ner en la<br />

Tierra, más o menos perdurablemen<strong>te</strong>, un cierto contingen<strong>te</strong> x de lobos<br />

adultos. Para conseguirlo, deberá hacer que sea muy superior a x la<br />

producción global de lobatos, ya que éstos inevitablemen<strong>te</strong> van a correr<br />

un sinfín de peligros, y en gran par<strong>te</strong>, inevitablemen<strong>te</strong> también, deberán<br />

encontrar una muer<strong>te</strong> prematura.<br />

Se da eso en todas las especies animales y vegetales. A menos que estén<br />

constituidas o situadas en forma tal que la destrucción prematura, por<br />

especiales circunstancias, no pueda ser masiva, la tasa de procreación<br />

siempre es elevada: cada castaño produce millares de castañas; cada<br />

sardina engendra millares de alevines; etcé<strong>te</strong>ra.<br />

53 Puede verse en mis ensayos Ni Dios ni Darwin y <strong>Logos</strong> avanza... la argumentación que permi<strong>te</strong> aceptar<br />

como razonable hipó<strong>te</strong>sis la absoluta perfección del cosmos..<br />

152


Como es también la propia naturaleza —con sus leyes fisicoquímicas<br />

inexorables (y perfectas)— quien lleva a cabo la destrucción, es<br />

indudable que produce tan exorbitan<strong>te</strong> número de seres... para matarlos<br />

prematuramen<strong>te</strong>. Procede así con objeto de que pueda haber un equilibrio<br />

máximo entre especies; con objeto de que pueda subsistir el mayor<br />

posible número de ellas; y de que, por ende, haya en el universo la<br />

perfección mayor posible.<br />

Tampoco el hombre se libra de esa ley. Como animal racional, adquirió<br />

conocimientos que le permi<strong>te</strong>n evitar un gran número de esas muer<strong>te</strong>s<br />

prematuras. Pero le coge de lleno la ley general, y la disyuntiva es<br />

<strong>te</strong>rminan<strong>te</strong>: o condenamos a muer<strong>te</strong> prematura miles de millones de hijos<br />

nacidos, o controlamos de manera drástica la natalidad, a fin de no<br />

producir ”tan exorbitan<strong>te</strong> número” de hijos.<br />

El equilibrio que había impuesto la naturaleza en todas las especies,<br />

quedó roto en la nuestra por causa del precario funcionamiento de nuestra<br />

máquina pensan<strong>te</strong> ALPHA. La especie homo cuenta hoy con un absurdo<br />

contingen<strong>te</strong> de individuos que han adquirido la condición de adulto, e<br />

incluso la de longevo (echando por tierra los propósitos de la madre<br />

naturaleza), mientras que se extinguen a millares otras especies.<br />

La naturaleza “no quiere” la barbaridad que representan sie<strong>te</strong> mil<br />

millones de personas en un pequeño planeta, desequilibrándolo todo,<br />

contaminándolo todo, arrasándolo todo... <strong>Logos</strong> quiere que se evi<strong>te</strong> eso<br />

de alguna manera. Nosotros también vamos a quererlo. No para con<strong>te</strong>ntar<br />

a la madre naturaleza, sino para reducir los padecimientos de la<br />

humanidad. Si no la principal, una de las primordiales causas de la<br />

infelicidad humana es el exceso de población. Y hay que ponerle fin.<br />

Creo que los pensadores todavía no han visto los graves e innumerables<br />

daños que inflige al mundo la superpoblación. Y tienen que verlos.<br />

Desde el día en que Malthus dio a conocer su famosa <strong>te</strong>oría, se ha<br />

discutido mucho sobre los problemas que puede plan<strong>te</strong>ar el incesan<strong>te</strong><br />

crecimiento demográfico. Pero únicamen<strong>te</strong> se han estudiado las<br />

dificultades que puede haber en el planeta para alimentar a sus<br />

habitan<strong>te</strong>s todos.<br />

Necesitamos otra controversia de mayor calado, porque la humana<br />

infelicidad no proviene sólo de una alimentación deficien<strong>te</strong>. Discutir sólo<br />

en el plano del maltusianismo el problema de la superpoblación, o<br />

discutirlo sólo desde el punto de vista de las dimensiones de la Tierra<br />

como habitáculo —arguyendo (v.gr.) que ya colonizaremos otros<br />

planetas, o construiremos en el anchuroso espacio cuantas moradas fueren<br />

necesarias—, es puro bizantinismo de la peor especie: es coadyuvar a que<br />

permanezca perpetuamen<strong>te</strong> irredento el género humano.<br />

La controversia correcta será ésta: ¿Cómo alcanzaríamos el grado mayor<br />

posible de felicidad? ¿Sin planificación demográfica, o con alguna<br />

planificación? ¿Y con qué planificación?<br />

153


Acaso sea irse por los cerros de Ubeda, pero me siento <strong>te</strong>ntado a hacer<br />

fren<strong>te</strong> aquí a una falacia que puede salirnos al paso.<br />

Pongamos una larga época, una imaginaria era geológica x, en la que<br />

deliberadamen<strong>te</strong> mantuvimos el planeta Tierra poco poblado, siendo sus<br />

habitan<strong>te</strong>s todos felices. Pongamos después otra, la era z, en la que<br />

deliberadamen<strong>te</strong> mantuvimos el planeta superpoblado, siendo sus<br />

habitan<strong>te</strong>s todos felices también (tan felices como en x: esto no es<br />

posible, pero supongámoslo). ¿Hicimos un favor a la humanidad en la era<br />

z, ya que en ella fue mayor el número de personas felices?<br />

No. En absoluto. Que en un planeta dado sea el número de personas<br />

felices mayor que el de las infelices, indiscutiblemen<strong>te</strong> es preferible (y<br />

tanto más cuanto mayor sea la diferencia). Pero, siendo felices todas, a<br />

nadie se ha hecho ningún favor por el mero hecho de haber ampliado su<br />

número absoluto. Afirmarlo es una falacia.<br />

Y falacia sutil. En el fondo se reduce a afirmar que existimos porque se<br />

nos ha hecho el favor de “darnos” la exis<strong>te</strong>ncia. Pero no es posible dar a<br />

nadie la exis<strong>te</strong>ncia. El requisito primero, para dar algo a alguien, es que<br />

ese alguien exista ya: nada se puede dar a quien no exis<strong>te</strong>.<br />

En el curso de una entrevista periodística, un científico licenciado en<br />

astrofísica y doctorado en física, muy eufórico, nos habló un día en estos<br />

términos:<br />

154<br />

Los científicos han pensado que podemos expandirnos por nuestro<br />

lugar natural, que es el espacio. Desde las bases en la Luna hasta<br />

colonizar toda la galaxia dentro de 10.000 años. ¿Por qué no? Se<br />

podría envolver el Sol con placas solares a diez millones de<br />

kilómetros de él, mover planetas, volar estrellas, crear vida en otros<br />

mundos...<br />

Perdonemos el optimismo, y, sobre todo, perdonemos las erratas<br />

tipográficas del <strong>te</strong>xto, e imaginemos que un demiurgo repuebla<br />

súbitamen<strong>te</strong> nuestra galaxia en<strong>te</strong>ra con seres humanos idénticos a<br />

nosotros, pero todos inenarrablemen<strong>te</strong> felices desde el primer instan<strong>te</strong> de<br />

su exis<strong>te</strong>ncia. ¿Les habría hecho un favor el demiurgo, al “traerlos” a la<br />

exis<strong>te</strong>ncia?<br />

En absoluto. No existían, y, por tanto, no se les podían hacer favores, ni<br />

podían ser traídos de ninguna manera. La falacia surge porque no nos<br />

damos cuenta de que la no exis<strong>te</strong>ncia, como cualquier otro “no”, es<br />

li<strong>te</strong>ralmen<strong>te</strong> impensable 54 , y nuestro cerebro está obligado a imaginar que<br />

sí existía “de alguna manera” esa inmensa muchedumbre de<br />

“galactícolas”.<br />

De todos modos, y salvo que un día se desarrollara alguna miraculosa<br />

<strong>te</strong>cnología inconcebible científicamen<strong>te</strong> hoy por hoy, una sociedad<br />

54 V. Ni Dios ni Darwin y <strong>Logos</strong> avanza...


juiciosamen<strong>te</strong> construida no proyectará “colonizar el espacio” sin an<strong>te</strong>s<br />

haber acondicionado la Tierra. Impulsará cuanto fuere necesario la<br />

investigación científica del espacio, eso sí. Pero lo que le importará<br />

prioritariamen<strong>te</strong> es acondicionar lo mejor posible es<strong>te</strong> planeta. No Mar<strong>te</strong>,<br />

ni otro planeta, sino és<strong>te</strong>: la Tierra.<br />

Una y otra vez se nos dice que es preciso conquistar el espacio para<br />

asegurar la supervivencia del género humano, dado que sólo disponemos<br />

de un planeta, y, si és<strong>te</strong> falla, todo habrá concluido:<br />

155<br />

Tenemos el deber de garantizar la creación de un lugar donde puedan<br />

vivir fuera de es<strong>te</strong> planeta las generaciones futuras.<br />

No. El deber que <strong>te</strong>nemos, por encima de todo, es el de poner freno al<br />

de<strong>te</strong>rioro de las condiciones de vida que nosotros mismos estamos<br />

provocando, y preservarlas an<strong>te</strong>s de que se destruyan por completo, pues<br />

nadie sabe si será posible que vivan fuera de es<strong>te</strong> planeta las<br />

generaciones futuras, mientras que sí sabemos que las pretéritas pudieron<br />

vivir en él. ¿Qué es mejor? ¿Derrochar tiempo, talento, y energía, en la<br />

dudosa construcción de una residencia de repuesto en el espacio ex<strong>te</strong>rior,<br />

cuando nadie puede asegurar, y menos aún garantizar, que sobreviviría<br />

la humanidad en la residencia de recambio? ¿O no derrochar ese tiempo,<br />

ese talento, y esa energía, que necesitamos para la in<strong>te</strong>ligen<strong>te</strong><br />

restauración de la residencia <strong>te</strong>rrestre, donde ya sabemos que fue posible<br />

sobrevivir?<br />

El bienestar de la humana grey nunca será el máximo alcanzable, si no se<br />

rebaja drásticamen<strong>te</strong> el actual nivel demográfico. La racional<br />

planificación de la natalidad es imprescindible para la especie humana.<br />

Los irracionales no la planifican, porque no piensan. Y porque no<br />

necesitan planificarla, toda vez que el control automático de la propia<br />

naturaleza elimina los excesos, y mantiene el equilibrio. Pero nosotros, el<br />

animal racional, precisamen<strong>te</strong> por serlo —es decir porque pensamos (casi<br />

siempre con escaso acierto)—, <strong>te</strong>nemos poder suficien<strong>te</strong> para oponernos a<br />

los designios de la naturaleza, y en alguna medida impedirle que ejerza<br />

sobre nosotros ese control que ejerce automáticamen<strong>te</strong> sobre otras<br />

especies.<br />

Tenemos que planificar, pues, el desarrollo demográfico. No,<br />

obviamen<strong>te</strong>, recurriendo a los métodos que aplica a los irracionales la<br />

naturaleza, y ex<strong>te</strong>rminando los individuos más débiles o imperfectos<br />

(an<strong>te</strong> todo, porque no <strong>te</strong>nemos cri<strong>te</strong>rios válidos para seleccionar los<br />

individuos más perfectos, y podríamos equivocarnos lamentablemen<strong>te</strong>,<br />

como se equivocó Hitler). Para nosotros la planificación debe consistir,<br />

simplemen<strong>te</strong>, en un racional control de los nacimientos.<br />

Sie<strong>te</strong> mil millones de almas pululando en es<strong>te</strong> planeta constituyen<br />

obstáculo infranqueable para nuestra aspiración a la felicidad universal,<br />

por las insuperables dificultades que presenta el organizar —en<br />

condiciones aptas para el máximo bienestar colectivo— una familia tan<br />

numerosa.


Tómense, uno a uno, los múltiples problemas graves que hoy mismo tiene<br />

plan<strong>te</strong>ados la humanidad, y se verá la incidencia que tiene sobre ellos el<br />

actual montan<strong>te</strong> demográfico. Asimismo se verá que, en igualdad de<br />

circunstancias, cada uno de ellos admitiría soluciones infinitamen<strong>te</strong> más<br />

fáciles en caso de que los moradores humanos del planeta fuésemos<br />

menos numerosos. Pensémoslo bien.<br />

Proporcionar alimentación racional a sie<strong>te</strong> mil millones de habitan<strong>te</strong>s,<br />

tiene que ser más difícil que proporcionársela a sólo quinientos millones.<br />

Hoy el hambre y la desnutrición causan dolor en el seno de esa tan<br />

superpoblada comunidad. Si de lo que se trata es de reducir ese dolor<br />

todo lo que se pueda, hay que rebajar mucho los niveles demográficos.<br />

Tal vez alguien objetará que se podría, mutatis mutandis, alimentar bien<br />

a sie<strong>te</strong> mil millones de habitan<strong>te</strong>s, e incluso más. No se trata de eso. De<br />

lo que se trata es de saber si, para alimentar bien a la especie —y, sobre<br />

todo, para hacerla lo más feliz posible (no sólo para alimentarla)—, es o<br />

no es convenien<strong>te</strong> la desmedida población actual. Y sobre eso no puede<br />

abrigar dudas ninguna in<strong>te</strong>ligencia medianamen<strong>te</strong> cultivada.<br />

En una aldea diminuta, sólo porque es diminuta, son inviables ciertas<br />

formas que adopta la delincuencia típica de la gran urbe. Instalar sie<strong>te</strong><br />

mil millones de habitan<strong>te</strong>s distribuidos en pequeñas aldeas,<br />

indudablemen<strong>te</strong> sería más difícil que instalar de la misma manera<br />

quinientos millones. En tal caso —cae<strong>te</strong>ris paribus—, la gen<strong>te</strong> viviría<br />

más feliz, al estar libre de esos específicos crímenes. En una aldea<br />

pequeña no es posible (v.gr.) man<strong>te</strong>ner una ex<strong>te</strong>nsa red de prostitución<br />

infantil clandestina. Es un ejemplo-demostración de que el exceso<br />

demográfico es per se fuen<strong>te</strong> de infelicidad.<br />

Los acciden<strong>te</strong>s de tráfico en carre<strong>te</strong>ra arrojan un balance semanal de<br />

cen<strong>te</strong>nares de muertos y millares de heridos, lo que (no sólo a los<br />

millares de heridos, también a familiares y allegados) trae dolor. No ya<br />

en valores absolutos —lo que sería una perogrullada—, sino<br />

relativamen<strong>te</strong>, esos acciden<strong>te</strong>s disminuirán ipso facto, si disminuye la<br />

población, aunque no se tomen otras medidas (o sea, en igualdad de otras<br />

circunstancias). Porque estadísticamen<strong>te</strong>, dada una red viaria, y cae<strong>te</strong>ris<br />

paribus, el kilometraje —por vehículo— recorrido sin acciden<strong>te</strong>s tiene<br />

que ser inversamen<strong>te</strong> proporcional al número de vehículos en circulación.<br />

En principio, reducidos al mínimo los efectivos demográficos, podrían<br />

disponer de suficien<strong>te</strong> vivienda gratis todos los habitan<strong>te</strong>s del planeta. Es<br />

prácticamen<strong>te</strong> imposible conseguir tal cosa en un mundo sobrecargado<br />

con sie<strong>te</strong> mil millones de almas. Y, aunque no fuese imposible, sería más<br />

difícil y costoso: por tanto, la infelicidad general sería mayor.<br />

Condición básica para el bienestar universal máximo posible es que todos<br />

los miembros de la comunidad reciban educación esmerada y omnímoda<br />

(no basta ir a la escuela y a la universidad para ob<strong>te</strong>ner títulos<br />

156


académicos; una correcta educación in<strong>te</strong>gral abarca mucho más que la<br />

simple instrucción académica). Es imposible educar así a toda una grey<br />

tan populosa como la humanidad actual. No lo sería, si se redujera la<br />

población sin piedad.<br />

El actual de<strong>te</strong>rioro del medio ambien<strong>te</strong> —visible consecuencia del exceso<br />

de población— está tomando alarman<strong>te</strong>s proporciones:<br />

157<br />

Según esta investigación, realizada por científicos de la universidad<br />

de Basilea en tres estados europeos (Austria, Francia, Suiza), y<br />

publicada en la revista médica británica The Lancet, el 6% de los<br />

fallecimientos en esos tres estados se produce a causa de la<br />

contaminación. Es decir que en un año 40000 personas han muerto en<br />

Austria, Francia, Suiza, a causa de la polución.<br />

Se está destruyendo una cantidad <strong>te</strong>rrorífica de árboles, cuando la<br />

humanidad no puede sobrevivir sin un mínimum de ellos. No importaría<br />

la cantidad que se destruyera, si sólo existiéramos quinientos millones de<br />

personas.<br />

No importaría el número de piezas que pudieran cobrar los cazadores, por<br />

elevado que fuere. No se agotarían los caladeros de pesca, por mucho que<br />

pescáramos. No se extinguirían las especies vivien<strong>te</strong>s como ahora acaece<br />

porque el exceso de población humana está privándolas de su hábitat.<br />

Etcé<strong>te</strong>ra, etcé<strong>te</strong>ra, etcé<strong>te</strong>ra.<br />

La infelicidad que sufre el mundo exige podar sin con<strong>te</strong>mplaciones el<br />

árbol demográfico actual, respetando (claro está) ciertos mínimos. ¿Qué<br />

mínimos? ¿Cuánto hay que podar el árbol para no excederse?... No se<br />

sabe. Ni <strong>te</strong>nemos por qué saberlo desde ahora: el tiempo lo dirá. Sin<br />

embargo, siquiera grosso modo, se puede entrever algo.<br />

El cri<strong>te</strong>rio general nos llevaría a investigar qué actividades —entre las<br />

ejercidas hoy por los inquilinos del planeta azul— son innecesarias para<br />

conseguir la felicidad mayor posible del conjunto (o sea, para lograr su<br />

infelicidad menor posible). Es tautológico decir que esa felicidad no<br />

podría ser menor porque hubiesen dejado de ejercerse tales actividades a<br />

consecuencia de la correspondien<strong>te</strong> merma de la población mundial.<br />

Dada una actividad cualquiera en concreto, no siempre se podrá saber si<br />

es necesaria, o no, en el sentido explicado. Pero no cabe dudar que es<br />

elevado —muy elevado, elevadísimo— el número de las actividades<br />

innecesarias ejercidas hoy en el mundo. Sería in<strong>te</strong>resan<strong>te</strong> revisarlas, y<br />

tomar conciencia clara de que se puede prescindir de ellas por completo,<br />

sin que se resienta por eso la felicidad del género humano. Pero no<br />

podemos hacerlo aquí: se e<strong>te</strong>rnizaría el recuento. Lo que sí puede hacerse<br />

aquí es ponderar alguna de ellas, bien en<strong>te</strong>ndido que su enjuiciamiento<br />

debe referirse al valor que <strong>te</strong>ndrían esas actividades en una sociedad<br />

racionalmen<strong>te</strong> constituida, es decir logocrática: en ella no <strong>te</strong>ndrían<br />

sentido actividades que hoy resultan de facto necesarias. Por ejemplo:


No parece requerirse mucho esfuerzo mental para comprender que la<br />

guerra es una actividad innecesaria en orden a labrar la felicidad mayor<br />

posible de nuestra especie. Hubo —y es presumible que haya todavía—<br />

pensadores capaces de hacer apología de la guerra, pero el con<strong>te</strong>xto<br />

histórico de sus valoraciones entusiastas es el de una humanidad<br />

irracionalmen<strong>te</strong> constituida, acéfala, inmadura, dividida en grupos<br />

antagónicos llamados “naciones”. En una futura organización planetaria<br />

logocrática eventual, donde no podría haber “naciones” ni “Estados”, la<br />

guerra —que ni siquiera sería ma<strong>te</strong>rialmen<strong>te</strong> posible— nada <strong>te</strong>ndría de<br />

loable o deseable.<br />

El mundo con<strong>te</strong>mporáneo está preparándose continuamen<strong>te</strong> para la guerra<br />

(actual o po<strong>te</strong>ncial). Si la guerra es innecesaria para la ob<strong>te</strong>nción del<br />

máximo bienestar posible, in<strong>te</strong>nta, lector, calcular el número total de<br />

actividades innecesarias que nos obliga a ejercer esa preparación para la<br />

guerra, desde la confección de gorras militares hasta la organización del<br />

“paraguas nuclear”. Te sorprenderá el exorbitan<strong>te</strong> número de personas<br />

que para la sociedad actual son de facto necesarias, e innecesarias para<br />

una sociedad logocrática.<br />

Haz eso mismo con cada una de las actividades que, si la sociedad<br />

estuviera bien constituida, serían innecesarias, y de ello resultará que<br />

nuestra especie, para vivir la vida más feliz posible, podría man<strong>te</strong>ner su<br />

demografía en bajísimos niveles que hoy nos parecerán tal vez<br />

impensables. Y ello es así porque no pocas actividades, de las que la<br />

sociedad actual no puede prescindir, erróneamen<strong>te</strong> nos parecen<br />

imprescindibles también para cualquier otra sociedad. Como ejemplo<br />

pueden servir las corridas de toros y el boxeo.<br />

Llevar toros en carrera y lidiarlos luego en una plaza no es actividad<br />

necesaria para hacer feliz al ser humano, aun supuesto que sea causa de<br />

grandes placeres para cierta clase de personas. Más bien es un estorbo<br />

para la felicidad general, por el dolor que esa actividad inflige al mozo<br />

corneado en el encierro, al torero cogido en la plaza, a los familiares y<br />

allegados de uno y de otro, y a las personas sensibles que sufren por “ver<br />

sufrir” al toro...<br />

Para hacer feliz a la humanidad, tampoco se necesita el boxeo. Que deja<br />

sonado al boxeador, si no lo mata.<br />

La celebración de corridas de toros y comba<strong>te</strong>s de boxeo lleva aparejado<br />

el ejercicio de otras innumerables actividades —desde la confección de<br />

mon<strong>te</strong>ras y guan<strong>te</strong>s hasta la difusión del espectáculo por la pequeña<br />

pantalla— tan innecesarias como la corrida y el comba<strong>te</strong>.<br />

La actividad bélica, las corridas de toros, los comba<strong>te</strong>s de boxeo, no son<br />

sino una ínfima par<strong>te</strong> de las actividades que desarrolla el mundo actual, y<br />

que son innecesarias en sociedad racional o logocrática. Por<br />

consiguien<strong>te</strong>, en el mundo actual exis<strong>te</strong> un enorme caudal demográfico<br />

innecesario. Nuestro exceso de población es una desgracia inmensa cuyas<br />

158


verdaderas dimensiones no perciben (y ni siquiera sospechan, creo yo)<br />

nuestros con<strong>te</strong>mporáneos. Por ejemplo:<br />

159<br />

El secretario general de la ONU, Kofi Annan, ha instado en Berlin a los<br />

gobiernos y autoridades locales a tomar cuantas medidas sean<br />

necesarias para evitar que los problemas que se viven en las ciudades<br />

adquieran en el futuro proporciones dramáticas. [...] ...ha recordado<br />

que en el año 2025 al rededor de 5000 millones de personas vivirán en<br />

ciudades.<br />

Se calcula que en el año 2025 el número de “megaciudades” se<br />

triplicará...<br />

Una de las prioridades de la ONU en los años venideros será la lucha<br />

contra la pobreza urbana y la mejora de las condiciones de vida en los<br />

cerca de 100 millones de “barrios basura” que anidan en los<br />

cinturones de muchas ciudades.<br />

El secretario general de la ONU no les ha instado “a tomar cuantas<br />

medidas sean necesarias” para poner coto a la natalidad galopan<strong>te</strong>: de eso<br />

no les ha dicho una sola palabra. Sólo les ha instado a afrontar los<br />

problemas que ha de crear la galopan<strong>te</strong> natalidad, como si la galopan<strong>te</strong><br />

natalidad fuera un hecho fatalista que no podemos tocar. Pero in<strong>te</strong>ntar<br />

que se ponga coto a la galopan<strong>te</strong> natalidad es, no “una de las prioridades<br />

de la ONU”, sino prioridad absoluta. Ya se oyen de tiempo en tiempo<br />

algunas elocuen<strong>te</strong>s voces<br />

...biólogo Miguel Delibes, quien disecciona los motivos que han<br />

puesto al planeta al borde del colapso ecológico.<br />

...el ser humano debe aparcar una de las mayores causas de es<strong>te</strong><br />

cataclismo ecológico progresivo para tratar de de<strong>te</strong>nerlo: “Su<br />

individualismo y la compe<strong>te</strong>ncia que ejerce nuestra especie sobre las<br />

restan<strong>te</strong>s a la hora de utilizar esos recursos disponibles. [...] Somos<br />

6.400 millones de personas, mil veces más de habitan<strong>te</strong>s que hace<br />

5.000 años, que consumimos 50 veces más cada uno que entonces y<br />

que todo pasa por controlar el crecimiento demográfico...” [...] ...entre<br />

10.000 y 50.000 especies se extinguen cada año y, de seguir así las<br />

cosas, “a mediados de es<strong>te</strong> siglo se habrá perdido la mitad de la<br />

biodiversidad exis<strong>te</strong>n<strong>te</strong>”. [...] ...el 60% de los caladeros de pesca han<br />

sido esquilmados... [...] “¿Cuántas piezas más deben faltar para que<br />

esta maquinaria se de<strong>te</strong>nga del todo?”,<br />

pero suenan esas voces demasiado tímidas todavía. A todo trance<br />

necesitamos llevar a cabo una drástica y urgen<strong>te</strong> reducción de la<br />

marabunta que son los sie<strong>te</strong> mil millones (más lo que se nos avecina) de<br />

monos presuntamen<strong>te</strong> racionales. Una tal marabunta es incompatible con<br />

la felicidad humana social.<br />

En otro lugar lo expliqué, y pudimos convencernos de que la ética de los<br />

filósofos no tiene sentido in<strong>te</strong>ligible. Pudimos convencernos de que el<br />

orden moral no exis<strong>te</strong>, de que hemos de retirar de nuestra escala de<br />

valores el Bien y el Mal, y sustituirlos por la Felicidad y la Infelicidad.<br />

Si los moralistas —verbigracia, los señores endiosados del Vaticano—<br />

quieren lanzar ana<strong>te</strong>mas contra la inmoralidad cometida por quien recurre<br />

a métodos anticonceptivos, deben primero demostrar que exis<strong>te</strong> el libre<br />

albedrío y las obligaciones morales. Imbuir en millones de ciudadanos el<br />

<strong>te</strong>mor de que irán al infierno para toda la e<strong>te</strong>rnidad si abortan o usan<br />

preservativos, es genocidio puro y simple.


“Creced y multiplicaos” dicen que dijo Yahvé a sus amados hijos Eva y<br />

Adán, bendiciéndolos amorosamen<strong>te</strong>. Pero su pa<strong>te</strong>rnal bendición se ha<br />

trocado en auténtica maldición bíblica, porque no supimos in<strong>te</strong>rpretar la<br />

orden de Yahvé, cuyo sentido correcto era “creced y multiplicaos... con<br />

mesura”.<br />

160


XVI*<br />

Logocracia: condiciones de posibilidad<br />

Cada vez que se nos pregun<strong>te</strong> si algún día podrá imponerse la Razón en<br />

es<strong>te</strong> bendito planeta, la memoria colectiva de lo experimentado por el<br />

hombre desde que el mundo es mundo, al menos en principio nos<br />

empujará instintivamen<strong>te</strong> hacia el pesimismo. De tarde en tarde se<br />

encuentra algún optimista, como (por ejemplo) Víctor Hugo. Para Víctor<br />

Hugo,<br />

161<br />

lo que arrastra y conduce al mundo no son las locomotoras, sino la<br />

Razón, es decir las ideas.<br />

Pero lo normal es que la gen<strong>te</strong>, en orden a mover el mundo, sólo vea en la<br />

Razón un pobre esguízaro. Incluso hay grandes pensadores que no ven<br />

otra cosa. Por ejemplo, Federico Engels —además, contradiciéndose al<br />

decirlo—aseguró que las causas últimas de todo cambio social y de toda<br />

revolución política tienen que buscarse en las transformaciones de los<br />

modos de producción y de in<strong>te</strong>rcambio, y no en la cabeza de los hombres<br />

(como si ese pensamiento suyo personal no hubiera nacido en la cabeza<br />

del hombre Federico Engels). Añadió que esas causas últimas no deben<br />

buscarse en la Filosofía, sino en la Economía, contradiciéndose también<br />

aquí, ya que las últimas tienen que estar más allá de la Economía.<br />

No todo es pesimismo. Hay también optimistas:<br />

Yo <strong>te</strong>mo que el capitalismo no acep<strong>te</strong> ser suplantado históricamen<strong>te</strong>.<br />

Temo que prefiera morir a transformarse; que op<strong>te</strong> por el suicidio,<br />

llevando con él la Casa Común y los pueblos de la Tierra. Pero<br />

sospecho que la vida es más fuer<strong>te</strong> que los mecanismos de<br />

autoafirmación que llevan hasta la destrucción del otro. Hasta ahora la<br />

vida ha sobrevivido a todas las crisis que ha pasado en su larguísima<br />

historia y ha salido cada vez más fecunda en vitalidad y diversidad.<br />

[...] Estamos asistiendo a la muer<strong>te</strong> de un tipo de civilización y<br />

lentamen<strong>te</strong> está naciendo otra por todas par<strong>te</strong>s, en los millones de<br />

personas que están en las calles, gritando por la paz, los grupos de<br />

Seattle y Porto Alegre, los que quieren y dicen que otro mundo es<br />

posible... [Leonardo Boff]<br />

Tú, lector, y yo, no queremos aceptar a ciegas ningún pesimismo<br />

instintivo: lo que procede es indagar concienzudamen<strong>te</strong> si exis<strong>te</strong> algún<br />

serio motivo para ser pesimista, o si, por el contrario, hay razones<br />

(también serias) para abrigar alguna esperanza de que la Razón se<br />

imponga a es<strong>te</strong> mundo nuestro.<br />

Empezaremos por consignar un hecho. Que, como tal, es incontrovertible.<br />

A diario se impone la Razón al mundo en<strong>te</strong>ro, con incon<strong>te</strong>nible fuerza: la<br />

Razón avasalla a todos los habitan<strong>te</strong>s de la Tierra. Ya lo señalé en otro<br />

capítulo: no hay en toda la geografía <strong>te</strong>rrestre una sola persona cuyo<br />

in<strong>te</strong>lecto se atreva a afirmar que 7 y 5 son 18, aunque esa persona tuviere


sumo in<strong>te</strong>rés en que 7 y 5 sean 18. La Razón dice que son 12, y para<br />

nadie pueden ser18.” Asimismo, cuando se nos dice que el punto de<br />

ebullición del agua no son los 25ºC, o que Madagascar no es continen<strong>te</strong><br />

más vasto que Eurasia, todo el mundo se sien<strong>te</strong> forzado a asentir, sea cual<br />

fuere la ideología, la nacionalidad, la religión, la raza, etc., de cada cual:<br />

en tales casos cada quisque se some<strong>te</strong> a la fuerza de la razón, lo quiera o<br />

no.<br />

Entonces, puesto que la Razón ya impera de hecho en el mundo, el<br />

problema queda bien delimitado: sólo se trata de saber en cuáles áreas o<br />

ma<strong>te</strong>rias o circunstancias ella se impone o puede imponerse a todo el<br />

mundo, y en cuáles no. En algunos asuntos de ma<strong>te</strong>máticas —cuando no<br />

en todos— puede imponerse. En algunas cuestiones de geografía, de<br />

astronomía, de física, de química, también. Incluso en de<strong>te</strong>rminadas<br />

cuestiones políticas puede ser acatada la Razón en todos los pueblos de la<br />

Tierra. En cambio, jamás podrá imponerse a todo el mundo en ciertas<br />

ma<strong>te</strong>rias de religión, filosofía, <strong>te</strong>ología, ética, Derecho... Por tanto, sólo<br />

se trata de saber cómo y cuándo la unanimidad universal de opinión o de<br />

juicio es posible, pues en eso precisamen<strong>te</strong> —en la plasmación de una tal<br />

unanimidad— consis<strong>te</strong> el “imponerse la razón a todo el mundo”.<br />

Tenemos demasiado arraigada la convicción de que una unanimidad<br />

universal es imposible en Política. Pero, expresada así, esa convicción es<br />

equivocada, falsa, infundada. Hay que matizarla, porque la unanimidad<br />

universal en algunas cuestiones políticas no sólo es posible, sino que ya<br />

exis<strong>te</strong> de hecho. Traeré sólo un botón que basta para muestra: en todo el<br />

mundo, estamos todos conformes con tomar el semáforo en rojo como<br />

símbolo de peligrosidad en carre<strong>te</strong>ra: eso es universal unanimidad de<br />

opinión. La posibilidad real de una opinión unánime universal depende,<br />

pues, de qué cuestiones tra<strong>te</strong>mos y de cuáles circunstancias concurran.<br />

Además, nos conviene saber qué debe en<strong>te</strong>nderse por “Política” en<br />

régimen de logocracia. Según el diccionario de la lengua española, el<br />

vocablo tiene varias acepciones. La primera de ellas —ar<strong>te</strong>, doctrina u<br />

opinión referen<strong>te</strong> al gobierno de los Estados— no puede coincidir con la<br />

definición que de la Política den los logócratas, porque en régimen de<br />

logocracia no puede haber “gobierno de los Estados”. La segunda<br />

acepción —actividad de los que rigen o aspiran a regir los asuntos<br />

públicos— coincidirá con nuestra definición si (y sólo si) “regir” los<br />

asuntos públicos es regirlos median<strong>te</strong> la opinión o razón unánime<br />

universal, y no median<strong>te</strong> la imposición o la fuerza, ni median<strong>te</strong> órdenes<br />

y decretos dictados por la voluntad humana —sea la de un individuo, sea<br />

la de un grupo, sea la del pueblo—, etcé<strong>te</strong>ra. La <strong>te</strong>rcera acepción del<br />

diccionario —actividad del ciudadano cuando in<strong>te</strong>rviene en los asuntos<br />

públicos con su opinión, con su voto, o de cualquier otro modo—<br />

coincidirá de lleno con la nuestra, pero sólo cuando el ciudadano<br />

in<strong>te</strong>rviene con su opinión, y no cuando in<strong>te</strong>rviene “con su voto, o de<br />

cualquier otro modo”.<br />

162


Es, como decíamos, irracional o insensato negar toda posibilidad de que<br />

se forje una opinión universal unánime en cuestiones de política. Dígase<br />

que es imposible en de<strong>te</strong>rminadas cuestiones, y según sea la naturaleza de<br />

los conceptos que se estén manejando. Entonces el problema —el de<br />

conseguir que la Razón prevalezca por encima de todo en es<strong>te</strong> planeta—<br />

estribará en que, al estudiar y discutir cuestiones de política, únicamen<strong>te</strong><br />

manejemos ma<strong>te</strong>rias y conceptos que sean susceptibles de aceptación<br />

unánime. Es decir: estribará en que sis<strong>te</strong>máticamen<strong>te</strong> rehuyamos y<br />

evi<strong>te</strong>mos toda controversia o deba<strong>te</strong> sobre conceptos que por su<br />

naturaleza misma tienen que imposibilitar la unanimidad (conceptos que<br />

nosotros, por todo lo que hemos visto hasta ahora —especialmen<strong>te</strong> en el<br />

ensayo <strong>Logos</strong> avanza... que precedió a és<strong>te</strong>—, sabemos muy bien cuáles<br />

son).<br />

Los “conceptos” que por su naturaleza misma tienen que imposibilitar la<br />

unanimidad no son, en realidad, conceptos. Los filósofos han creído (y<br />

siguen creyendo) que lo son, pero se han equivocado. Han creído <strong>te</strong>ner<br />

idea o concepto de lo que es el “deber”, la “maldad”, la “culpa”, el<br />

“derecho”, la “justicia”, la “sustancia”, el “espíritu”, “Dios”, el “alma”,<br />

el “en<strong>te</strong>”, etc., y no han <strong>te</strong>nido ni pueden <strong>te</strong>ner tal idea o concepto.<br />

Detrás de esas palabras, lo único que hay en realidad son imágenes, pero<br />

no conceptos. Como quiera que los mismos filósofos afirman que una<br />

cosa es la imagen, y otra el concepto; como quiera que esos presuntos<br />

conceptos, por definición, son irreducibles a imagen o representación<br />

sensible; como quiera que no exis<strong>te</strong> la idea o concepto de lo que son; el<br />

ineludible corolario es que no sabemos —que no se puede saber— qué<br />

son el “deber”, la “culpa”, el “derecho”, y demás. De ahí la imposibilidad<br />

total de llegar a un acuerdo unánime en una discusión en la que entren los<br />

tales presuntos conceptos.<br />

Tras un análisis exhaustivo, se llega a la conclusión de que los<br />

“conceptos” específicos de la filosofía resultan ser sólo flatus vocis. Tan<br />

sólo palabras. Por tanto, inin<strong>te</strong>ligibles en su pre<strong>te</strong>nsión de ser conceptos.<br />

De esto hablé en mis ensayos Ni Dios ni Darwin, y <strong>Logos</strong> avanza..., por<br />

lo que no es cosa de repetir los argumentos de entonces. No obstan<strong>te</strong>,<br />

quizá convenga decir algo, siquiera en muy resumido resumen, aun a<br />

costa de que no resul<strong>te</strong> fácilmen<strong>te</strong> in<strong>te</strong>ligible, dicho fuera de aquel<br />

con<strong>te</strong>xto.<br />

Los escolásticos cuidaban celosamen<strong>te</strong> la distinción entre imagen y<br />

concepto. Una y otro eran cauce de cognicíón, pero el cauce era de<br />

naturaleza distinta en cada caso: el concepto se asentaba sólo en el<br />

“in<strong>te</strong>lecto”, en el “alma”, en el “espíritu”; y la imagen más bien, aunque<br />

de modo tangencial, en el cuerpo, en la ma<strong>te</strong>ria. No aportaron pruebas<br />

válidas —nadie las ha aportado todavía— de que en el ser humano exista<br />

en realidad ese dualismo entre “alma” y “cuerpo”, entre “ma<strong>te</strong>ria” y<br />

“espíritu”. Por eso nosotros operamos con la hipó<strong>te</strong>sis de que sólo exis<strong>te</strong><br />

el cuerpo, la ma<strong>te</strong>ria. Y, en consecuencia, con la hipó<strong>te</strong>sis de que los<br />

tradicionalmen<strong>te</strong> llamados “conceptos”, a fin de cuentas, y de uno u otro<br />

modo, tienen que ser algo ma<strong>te</strong>rial.<br />

163


En cierto sentido, el propio Tomás de Aquino hizo una involuntaria y<br />

velada confesión de que sólo exis<strong>te</strong>n imágenes —las llamó<br />

phantasmata—, cuando negó que pueda el alma en<strong>te</strong>nder algo (mientras<br />

está unida al cuerpo), si no es per conversionem ad phantasmata. Es<br />

decir que, según él, mientras vivimos en “esta” vida, tan sólo podemos<br />

en<strong>te</strong>nder lo que es imaginable. Afirmación que nosotros también<br />

compartimos, con precisiones que voy a exponer ahora mismo.<br />

Toda cognición se obtiene por mera representación imaginaria, sí, pero la<br />

naturaleza de ésta, su esencia, es idéntica a la de cualquier sentición (a<br />

la de cualquier sentir, a la de cualquier percibir). Por ejemplo, imaginar<br />

es, en lo esencial, igual que ver, igual que oir, igual que sufrir, igual que<br />

gozar. De donde se infiere —median<strong>te</strong> razonamientos nada complicados—<br />

que todo es necesariamen<strong>te</strong> sentición, y que no hay en la sentición<br />

finalmen<strong>te</strong> nada más que ubicación, ex<strong>te</strong>nsión, espacialidad, geometría,<br />

espacio. Toda sentición, esencialmen<strong>te</strong>, es figura geométrica, lo mismo<br />

que la visión de un prisma o una pirámide. 55<br />

Ergo, toda cognición, toda ciencia, debe en el fondo poder traducirse a<br />

geometría —regular o irregular, precisa o imprecisa, a veces<br />

complejísima y cuasi imperceptible, pero en todo caso geometría—, si ha<br />

de ser in<strong>te</strong>ligible. De ahí (v.gr.) que la filosofía sea necesariamen<strong>te</strong><br />

inin<strong>te</strong>ligible.<br />

Por eso decimos que en la búsqueda in<strong>te</strong>ligen<strong>te</strong> de una opción mejor que<br />

la democracia, el primer paso a dar es el metódico abandono —en<br />

Política— de todos los “conceptos” específicos de la filosofía. Hay que<br />

des<strong>te</strong>rrarlos. Todos. Hay que des<strong>te</strong>rrar todo lo que no sea concepto de<br />

pura geometría.<br />

Basar la estructura de una humanidad feliz en los “conceptos” específicos<br />

de la filosofía tradicional, equivaldría a cimentar sobre arenas movedizas<br />

un edificio. Su metódico abandono es la condición inicial sine qua non,<br />

si seriamen<strong>te</strong> ha de emprenderse el estudio de las carac<strong>te</strong>rísticas propias<br />

de una sociedad humana capaz de hacer felices a sus miembros. El<br />

abogado José Ignacio Pascual Luca de Tena escribía una vez en Gara:<br />

164<br />

...siendo además esta última cuestión, “el cómo”, la que nos traslada<br />

desde un escenario de acuerdo unánime en cuanto al objetivo a<br />

alcanzar [convivencia pacífica] a un escenario de cri<strong>te</strong>rios y fórmulas<br />

divergen<strong>te</strong>s y enfrentadas.<br />

Pero no se detuvo Luca de Tena a pensar por qué somos trasladados “a un<br />

escenario de cri<strong>te</strong>rios y fórmulas divergen<strong>te</strong>s y enfrentadas”.<br />

Es muy sólida la razón que nos asis<strong>te</strong> para abandonar la mencionada<br />

filosofía. Si ha de llevarse a feliz término el estudio de las carac<strong>te</strong>rísticas<br />

propias de una creación social apta para hacer feliz al género humano,<br />

55 V. Ni Dios ni Darwin y <strong>Logos</strong> avanza...


será necesario forjar unanimidad de opinión universal en torno a las<br />

cuestiones fundamentales que sobre ello se plan<strong>te</strong>en. Sin unanimidad<br />

universal no puede haber logocracia. Y la unanimidad será posible, si (y<br />

sólo si) en reflexiones y deba<strong>te</strong>s y coloquios “políticos” nos ceñimos<br />

exclusivamen<strong>te</strong> al mundo de la geometría (geometría en el sentido que se<br />

explicó, de “ciencia sin aconceptos”).<br />

Hay abismal diferencia entre la filosofía y la geometría, en orden a la<br />

posibilidad de opinión unánime general de sus cultivadores. En filosofía<br />

no hay ni siquiera dos cerebros que puedan ponerse de acuerdo<br />

completamen<strong>te</strong>. En geometría, aunque tal vez no siempre se llegue a ello,<br />

un completo asentimiento de todos los cerebros es intrínsecamen<strong>te</strong><br />

posible en principio.<br />

Si nos enzarzamos en discusiones acerca de, v.gr., la “culpabilidad” de<br />

estas o aquellas personas, jamás conseguiremos que sean unánimemen<strong>te</strong><br />

aceptadas todas nuestras conclusiones. En cambio, situada la disputa en<br />

<strong>te</strong>rrenos de genuina geometría —o, lo que es igual, si sólo estudiamos la<br />

posibilidad “técnica” de reducir al mínimo los padecimientos humanos—,<br />

entonces la unanimidad de opinión universal en torno a de<strong>te</strong>rminadas<br />

cuestiones de “política” deviene realmen<strong>te</strong> posible.<br />

Con algunos ejemplos de esa posibilidad “técnica” imaginaremos<br />

fácilmen<strong>te</strong> al mundo en<strong>te</strong>ro poniéndose totalmen<strong>te</strong> de acuerdo, incluso en<br />

Política:<br />

165<br />

a) Posibilidad “técnica” de acabar para siempre con las guerras<br />

nucleares: destruir todo el armamento nuclear exis<strong>te</strong>n<strong>te</strong>, y hacer que<br />

sea imposible volver a fabricarlo.<br />

b) Posibilidad “técnica” de evitar incendios que destruyan la vivienda:<br />

construir la vivienda con ma<strong>te</strong>riales ignífugos o incombustibles.<br />

c) Posibilidad “técnica” de evitar mortales acciden<strong>te</strong>s de carre<strong>te</strong>ra:<br />

fabricar únicamen<strong>te</strong> vehículos que no puedan adquirir velocidad<br />

superior a los quince kilómetros por hora, ni siquiera cuesta abajo.<br />

d) Posibilidad “técnica” de que no se fabrique nunca más la bomba de<br />

Hiroshima: abolir o derogar todos los “derechos de propiedad” en el<br />

mundo en<strong>te</strong>ro, y reconvertir la industria bélica siguiendo las<br />

directrices trazadas por unanimidad universal.<br />

Como hablo de posibilidades “técnicas” (no políticas), es eviden<strong>te</strong> que<br />

esos cuatro puntos concretos, así expuestos, pueden ser objeto de opinión<br />

unánime universal, a pesar de que son “cuestiones de política”. Y a esos<br />

cuatro pueden seguir otros cuatro, o cuarenta, o cuatrocientos... —a<br />

priori no sabemos cuántos— igualmen<strong>te</strong> convertibles en objeto de opinión<br />

unánime universal. Y con ese método, llevado sis<strong>te</strong>máticamen<strong>te</strong>, de<br />

plan<strong>te</strong>amientos de problema “técnicos” (es decir expurgados de todo<br />

aconcepto filosófico), una posibilidad “técnica” puede convertirse en<br />

posibilidad real pragmática, en cosa factible de naturaleza política. De<br />

esta posibilidad hablaremos luego.<br />

Factible deviene, pues, el triunfo de la Razón en toda la redondez de la<br />

Tierra, incluso en cuestiones de convivencia social. Esto en la Era de la<br />

Sinrazón era impensable. Pero lo era porque se plan<strong>te</strong>aban los problemas


fuera de la geometría, donde la unanimidad es imposible. El triunfo de la<br />

Razón en política, y en todo el mundo, no es el bonito sueño de una<br />

noche de verano, sino una posibilidad real.<br />

Toda la problemática social debe ser estudiada en términos de prosaico<br />

pragmatismo, sin “conceptos” filosóficos. Estudiarla así no agradará a<br />

quienes creen imprescindible el discurso generalizador, <strong>te</strong>orizan<strong>te</strong>,<br />

abstracto, filosófico, cientificista, elegan<strong>te</strong>... Hasta puede acaecer que en<br />

redondo alguien se niegue a abordar el estudio —quizá considerado<br />

incluso humillan<strong>te</strong>— en las condiciones que se proponen aquí. Pero eso<br />

no sería juicioso. ¡Bienvenido sea el prosaico pragmatismo, si gracias a<br />

él conseguimos que deje de sufrir la humanidad! Además, lo cortés no<br />

quita lo valien<strong>te</strong>: el prosaico pragmatismo no obsta a que paralelamen<strong>te</strong><br />

se haga ciencia social genuina.<br />

Ma<strong>te</strong>ria sobre la que fácilmen<strong>te</strong> se alcanzará unanimidad universal es la<br />

conveniencia —necesidad urgen<strong>te</strong>, mejor dicho— de una radical<br />

transformación de la sociedad, median<strong>te</strong> la sustitución de la tradicional e<br />

irracional Democracia o Política por su antagónica y racionalísima<br />

Logocracia. Será fácil en es<strong>te</strong> punto la unanimidad, porque tiene que<br />

haber en el mundo talentos de sobra, capaces de una irrefutable<br />

demostración de que será mejor para todo el mundo una “política” en la<br />

que ninguna decisión se adop<strong>te</strong>, si no es por unanimidad universal.<br />

Una política mundial en la que ninguna decisión se adop<strong>te</strong>, si no es por<br />

unanimidad universal tiene que ser para todo el mundo necesariamen<strong>te</strong><br />

mejor que la Democracia. Por mil razones. Por ejemplo, porque ciertos<br />

hechos posibles en Democracia son imposibles en Logocracia:<br />

166<br />

Un día, democráticamen<strong>te</strong>, se construyó una poderosa arma que<br />

destruyó Hiroshima en un instan<strong>te</strong>.<br />

El tratamiento con antirretrovirales en los países pobres sólo es<br />

accesible al 7% de los afectados. [...] De continuar con el mismo<br />

índice de propagación, en 2010 habrá 100 millones de personas<br />

infectadas.<br />

En el mundo mueren anualmen<strong>te</strong> 22.000 niños en acciden<strong>te</strong>s<br />

relacionados con la explotación laboral a la que son sometidos.<br />

En el mundo mueren anualmen<strong>te</strong> 4.000 niños por malos tratos de sus<br />

familiares.<br />

Unos minutos después, un segundo misil entró por el agujero,<br />

produciendo una bola de fuego de 4.000 grados que abrasó a 403<br />

personas, 142 de ellas niños. Era el primer ataque deliberado contra la<br />

población civil iraquí. Corría el 13 de febrero de 1991<br />

Once miembros de una misma familia, entre ellos tres niños y un bebé<br />

de seis meses, fueron muertos el pasado sábado por la secta cristiana<br />

llamada Ejército de Resis<strong>te</strong>ncia del Señor (LRA), en el distrito de Lira,<br />

en el nor<strong>te</strong> de Uganda... [...] ...no se con<strong>te</strong>ntaron con matar de<br />

inmediato a los civiles, sino que prefirieron golpearlos hasta la muer<strong>te</strong><br />

y mutilarlos con arma blanca.<br />

Amnesty In<strong>te</strong>rnational denunció ayer que las milicias<br />

progubernamentales janjawid que operan en Darfur (oes<strong>te</strong> de Sudán)<br />

están violando, secuestrando y sometiendo a esclavitud sexual a<br />

mujeres y niñas, con la implicación directa o al menos la complicidad<br />

del Ejército regular. Asimismo, recordó que las violaciones masivas<br />

constituyen crímenes contra la Humanidad, y denunció la pasividad de<br />

la comunidad in<strong>te</strong>rnacional para poner fin a esta situación. [...] Entre<br />

mujeres y niñas, unas quince fueron violadas en distintas cabañas de


167<br />

la aldea. Rompieron las extremidades a varias mujeres y niñas para<br />

que no pudieran escapar.<br />

El Departamento de Justicia aconsejó a Bush sobre la posibilidad de<br />

que militares estadounidenses recurrieran a la tortura para in<strong>te</strong>rrogar<br />

a prisioneros de guerra...<br />

...abogados del Departamento de Defensa elaboraron un informe que<br />

sostiene que el presiden<strong>te</strong> no está obligado a obedecer leyes<br />

nacionales e in<strong>te</strong>rnacionales contra la tortura...<br />

La secretaria general de Amnistía In<strong>te</strong>rnacional, Irene Khan, se reunió<br />

ayer en Madrid con José Luis Rodríguez Zapa<strong>te</strong>ro y su Ministro de<br />

Justicia, Juan Fernando López Aguilar a quienes solicitó que apliquen<br />

las recomendaciones del Comité para la Prevención de la Tortura. La<br />

respuesta del Gobierno español, expuesta por López Aguilar, fue que<br />

[...] “en el proceso judicial resultan falsas [las denuncias de torturas],<br />

no en la mayoría de los casos, sino en el cien por cien de los casos”.<br />

La Cor<strong>te</strong> In<strong>te</strong>rnacional de Justicia, órgano de la ONU, fallará hoy sobre<br />

la legalidad del muro con que Israel aísla a decenas de miles de<br />

palestinos en Cisjordania. [...] Ariel Sharon ha anunciado que, con<br />

condena o sin ella, el muro seguirá adelan<strong>te</strong>.<br />

Naciones Unidas se ha convertido en un instrumento de la po<strong>te</strong>ncia<br />

vencedora de la Guerra Fría, Estados Unidos, y sus aliados. Estos han<br />

utilizado la organización in<strong>te</strong>rnacional para asentar un “orden” que<br />

lleve a la globalización del planeta de la mano de las denominadas<br />

“misiones humanitarias”, que no son más que puras in<strong>te</strong>rvenciones<br />

coloniales. En medio, la corrupción, el negocio de las misiones de la<br />

ONU y los escándalos rodean a las Naciones Unidas.<br />

Que un grupo casi secreto de poderosos políticos y banqueros e<br />

in<strong>te</strong>lectuales se organice para orientar los principales<br />

acon<strong>te</strong>cimientos del mundo parece el argumento de una novela sobre<br />

conspiraciones, pero en realidad exis<strong>te</strong> un grupo de estas<br />

carac<strong>te</strong>rísticas que se reúne todos los años para discutir los grandes<br />

<strong>te</strong>mas y del que poco se sabe. Se trata del grupo Bilderberg, creado<br />

hace 50 años en un ho<strong>te</strong>l con es<strong>te</strong> nombre. Si las reuniones y<br />

decisiones del FMI, Banco Mundial y otros foros de es<strong>te</strong> tipo son<br />

relativamen<strong>te</strong> públicas, lo que carac<strong>te</strong>riza a Bilderberg es<br />

precisamen<strong>te</strong> su hermetismo. Sus componen<strong>te</strong>s lo llaman discreción,<br />

pero la verdad es que no trasciende ninguna de sus decisiones.<br />

También afirman que no adoptan acuerdos, sino que sólo se habla de<br />

los <strong>te</strong>mas propuestos. Pero resulta curioso que personas con la<br />

influencia y el poder de las que componen el grupo simplemen<strong>te</strong> se<br />

reúnan para una amigable charla. El secreto con que actúan ha<br />

alimentado precisamen<strong>te</strong> la leyenda en torno al grupo y su imagen de<br />

un “gobierno mundial” en la sombra.<br />

Puesto que hechos así no son posibles en una sociedad logocrática, tiene<br />

que haber en el mundo talentos de sobra, capaces de una irrefutable<br />

demostración de que será mejor para todo el mundo una “política” en la<br />

que ninguna decisión se adop<strong>te</strong>, si no es por unanimidad universal. Por<br />

tanto, demostrarán asimismo que la Política se revela impo<strong>te</strong>n<strong>te</strong> para dar<br />

solución a nuestros graves problemas, y que no sólo “es mejor” para todo<br />

el mundo, sino absolutamen<strong>te</strong> necesario, pasar a ser gobernado por la<br />

Razón: gobernado en forma de logocracia, sin la tradicional Política. Su<br />

demostración será irrefutable. Y no podrá nadie rechazarla. Se podrá<br />

negar que sea viable gobernar al mundo por la Razón, pero nadie negará<br />

que sería mejor.<br />

El hombre no puede seguir viviendo en una sociedad en la que —por no<br />

ser la Razón el Jefe de Estado único para toda la Tierra— constituyen<br />

amenaza grave los grandes progresos de la razón en el campo de la<br />

ciencia y de la técnica: energía nuclear, bio<strong>te</strong>cnología, nano<strong>te</strong>cnología...<br />

Podemos llegar a considerar eviden<strong>te</strong> (por universal unanimidad) que un


égimen de logocracia en el mundo es absolutamen<strong>te</strong> necesario, si el<br />

mundo ha de ser feliz..<br />

Ahora bien ¿es posible realmen<strong>te</strong> una logocracia? Nada conseguimos con<br />

reconocer que es necesaria, si resulta irrealizable. “Otro mundo es<br />

posible” claman ahora las gen<strong>te</strong>s. Pero ¿de qué “otro mundo” hablan?<br />

¿De un mundo en el que se introduzcan ciertos cambios para que nada<br />

cambie en el fondo, pues todo en el fondo seguirá siendo “Política y<br />

Democracia”, es decir irracionalidad? ¿O ese “otro mundo posible” es el<br />

de la logocracia, el de una “política apolítica” donde sólo <strong>te</strong>nga poder<br />

aquel que <strong>te</strong>nga razón en el deba<strong>te</strong> sobre lo que debe hacerse (o evitarse)<br />

para que todos vivamos felizmen<strong>te</strong>? Hay que investigar en serio si esto<br />

último es posible o no. Hay que investigarlo en serio, y con urgencia.<br />

Tienen la palabra los in<strong>te</strong>lectuales en general, y las ciencias sociales en<br />

particular. Por mi par<strong>te</strong>, diré cómo veo yo la cuestión.<br />

Primero me anticiparé a una posible objeción que puede hacérsenos. En el<br />

ensayo <strong>Logos</strong> avanza... dejé demostrado que el tiempo es una alineación<br />

de poliedros y que, por tanto, nada se mueve en el universo, nada puede<br />

acaecer, todo está quieto, el futuro está ya tan realizado como el<br />

pretérito, etcé<strong>te</strong>ra. Entonces, absurdo gro<strong>te</strong>sco y ridículo parece que<br />

hagamos planes y esfuerzos con el fin de transformar el mundo y<br />

convertir la Democracia en Logocracia, puesto que la futura Logocracia,<br />

si es posible, ya está realizada en la alineación de poliedros; y, si es<br />

imposible, con cer<strong>te</strong>za sabemos que no se realizará. Para esta objeción<br />

<strong>te</strong>ngo una respuesta doble.<br />

168<br />

1ª Hay tres niveles de conocimiento en el in<strong>te</strong>lecto humano. 56 Sólo en<br />

el <strong>te</strong>rcer nivel —sólo en el plano de la alta filosofía, sólo en el “nivel<br />

metaciencia”— es verdad que nada se mueve, que nada acaece, que el<br />

futuro está realizado: en los otros planos o niveles no se puede hablar<br />

así, porque en ellos el movimiento exis<strong>te</strong>, los hechos acaecen, y<br />

todavía no exis<strong>te</strong> el futuro. Téngase presen<strong>te</strong> que en el <strong>te</strong>rcer nivel<br />

(puesto que nada acaece) tampoco acaece que nosotros ahora<br />

estamos estudiando cómo transformar el mundo. Luego no es absurdo<br />

que in<strong>te</strong>n<strong>te</strong>mos transformarlo.<br />

2ª En los niveles primero y segundo, aunque admitiéramos que el<br />

futuro ya está prede<strong>te</strong>rminado, lo absurdo sería precisamen<strong>te</strong> el<br />

inhibirnos en razón de que está prede<strong>te</strong>rminado. Lo absurdo sería que<br />

nos abstuviéramos de transformar el mundo, pensando que, si está<br />

prede<strong>te</strong>rminada la transformación, ya se transformará sin que<br />

nosotros lo transformemos. Tan absurdo sería como echarnos a<br />

dormir encima de los raíles de una vía férrea, pensando que, si está<br />

prede<strong>te</strong>rminado que nos despertaremos a tiempo, nada podrá hacernos<br />

el tren, y si está prede<strong>te</strong>rminado que moriremos allí descuartizados,<br />

en vano in<strong>te</strong>ntaremos evitarlo abs<strong>te</strong>niéndonos de echarnos a dormir<br />

encima de los raíles.<br />

3ª Si se trata de hechos que sean intrínsecamen<strong>te</strong> evitables, no tiene<br />

ningún sentido que decidamos nada basándonos en que todo está<br />

prede<strong>te</strong>rminado. El decidirlo carece de sentido por la siguien<strong>te</strong><br />

poderosa razón. Siendo intrínsecamen<strong>te</strong> evitable un de<strong>te</strong>rminado<br />

acon<strong>te</strong>cimiento, por contradictorio es imposible saber que en el futuro<br />

<strong>te</strong>ndrá lugar ese acon<strong>te</strong>cimiento, pues precisamen<strong>te</strong> por saberlo<br />

podríamos hacer que no <strong>te</strong>nga lugar, lo cual implica una contradictio<br />

in <strong>te</strong>rminis. Por lo que me diga una pitonisa, yo puedo saber qué me<br />

ocurrirá en el futuro, si lo que me ocurrirá es que la próxima semana<br />

56 V. Ni Dios ni Darwin y <strong>Logos</strong> avanza...


169<br />

saldrá el Sol, o se producirá un eclipse, o el ciclón tropical destruirá<br />

la choza en que vivo. Pero ninguna pitonisa puede adivinar mi futuro,<br />

si lo predicho por ella es, por ejemplo, que la próxima semana comeré<br />

cigalas, porque yo, para demostrar que la pitonisa es una charlatana<br />

sacacuartos, no comeré la semana próxima ninguna cigala. Ar<strong>te</strong>mio<br />

Zarco en uno de sus artículos nos contó el caso de un expeditivo rey<br />

dispuesto a demostrar que uno de sus adivinos era incapaz de<br />

conocer el futuro. La demostración iba a ser muy fácil: si el adivino<br />

predecía la fecha exacta de su propia muer<strong>te</strong>, el rey ordenaba que lo<br />

estrangularan inmediatamen<strong>te</strong> después de la predicción.<br />

Entre las condiciones de posibilidad de la logocracia, una es que exista<br />

en los ciudadanos voluntad de ser gobernados por la Razón, gobernados<br />

en régimen de logocracia. Para que tal régimen pueda ser instaurado en la<br />

Tierra, se precisa que la sociedad quiera organizar su vida bajo él. ¿Se<br />

puede lógicamen<strong>te</strong> esperar que la ciudadanía quiera de veras el<br />

advenimiento de una logocracia? Parece que sí. Parece que eso debiera<br />

ser lo esperable. Sin embargo...<br />

Hay en el mundo millones de personas que —por haber sido formadas y<br />

educadas en el Error, o por fanatismo, o por su escasa o nula sensibilidad<br />

an<strong>te</strong> el dolor ajeno...— podrían rechazar un régimen de logocracia en el<br />

sentido de que no querrían aceptar ciertas decisiones logocráticas (la<br />

racional decisión, por ejemplo, de no prestar ayuda social ni cooperación<br />

alguna para el sos<strong>te</strong>nimiento de instituciones y actividades religiosas de<br />

ninguna especie), y an<strong>te</strong> eso preferirían la perpetuación del sufrimiento<br />

que traen las guerras, los crímenes, la pobreza, la ignorancia...<br />

Incluso hay personas que podrían rechazar un régimen de logocracia por<br />

la estúpida “razón” de que nos aburriríamos viviendo en un mundo en el<br />

que todo está racionalmen<strong>te</strong> organizado, y no hay problemas que resolver.<br />

¿Cómo íbamos a vivir, por ejemplo, sin cineastas y novelistas que nos<br />

delei<strong>te</strong>n con la descripción de situaciones pasionales apasionan<strong>te</strong>s que<br />

tanto y tanto se prodigan en la sociedad irracional, y apenas existirían —<br />

o no existirían— en sociedad racional madura donde todos los miembros<br />

han recibido racional formación y educación de alto nivel? No sé qué<br />

habrá en<strong>te</strong>ndido Anatole France cuando dijo que<br />

si hubiéramos de destruir todos los sueños y visiones de los hombres,<br />

la Tierra perdería su forma y su colorido, y nos adormeceríamos en la<br />

más tris<strong>te</strong> estolidez.<br />

Si con la destrucción de sueños y visiones quiso referirse a un mundo<br />

feliz en el que no hay ningún grave problema, se equivocó: Anatole<br />

France de ninguna manera puede saber que en un mundo así nos<br />

adormeceríamos “en la más tris<strong>te</strong> estolidez”.<br />

Habrá también (se supone) millones de personas, caren<strong>te</strong>s de talento para<br />

comprender cómo habría de beneficiarles económicamen<strong>te</strong> la abolición<br />

del derecho de propiedad, y que no querrían aceptar un régimen de<br />

logocracia que adoptara semejan<strong>te</strong> decisión.


Por otro lado, en cambio, parece que, en las opiniones vertidas y en las<br />

actividades desarrolladas acá y acullá por todo el planeta, exis<strong>te</strong>n ahora<br />

mismo indicios bastan<strong>te</strong>s de que la sociedad actual fácilmen<strong>te</strong> pasaría a<br />

querer ser gobernada por la Razón. Parece haber indicios de que empieza<br />

—o pronto empezaría— a darse cuenta de que la Política no resolverá<br />

nunca los problemas básicos. Veamos lo que sucede todavía hoy, en el<br />

siglo XXI, y nada menos que en la modélica democracia de los Estados<br />

Unidos de Nor<strong>te</strong>américa:<br />

170<br />

El tinglado compuesto por las Cías de Seguros, el sis<strong>te</strong>ma hospitalario<br />

y las industrias farmacéuticas es en la actualidad, en su versión<br />

americana, una vergüenza de la especie humana, un engendro del<br />

infierno capitalista... [...] Michael Moore asegura (El País 7-1-05) que<br />

más de 44 millones de americanos carecen de cobertura sanitaria. No<br />

tienen derecho ni a ponerse un esparadrapo a cargo de la asis<strong>te</strong>ncia<br />

pública... [Ar<strong>te</strong>mio Zarco]<br />

Si la sociedad actual, en efecto, se diera cuenta cabal de ello, pronto<br />

podría comprender que la Razón sí puede resolver los problemas básicos.<br />

Parece haber indicios de que la sociedad empieza a cansarse de los<br />

políticos y de la flaman<strong>te</strong> democracia que gestionan (aunque pocos<br />

cerebros <strong>te</strong>rminan de comprender que es imperiosamen<strong>te</strong> necesario<br />

renunciar a la democracia y sustituirla por algo que tampoco sea<br />

dictadura).<br />

Lo digo rotundamen<strong>te</strong>: la democracia es una tomadura de pelo. [José<br />

Saramago, entrevistado por Fernando Sánchez Dragó].<br />

En la presentación de su novela en Gas<strong>te</strong>iz [Ensayo sobre la lucidez],<br />

Saramago dijo que estaba desencantado de la democracia [Ar<strong>te</strong>mio<br />

Zarco].<br />

Mediocridad y arrogancia, dos feos defectos que se repi<strong>te</strong>n en los<br />

políticos profesionales en una proporción tan alta y llamativa que no<br />

<strong>te</strong>nemos más remedio que deducir que responden a de<strong>te</strong>rminadas<br />

leyes de la naturaleza [Ar<strong>te</strong>mio Zarco].<br />

Todos los partidos políticos participan de las pústulas del sis<strong>te</strong>ma,<br />

más pústulas cuanto más cerca del Poder, menos los más alejados.<br />

Todos ellos le han dado la vuelta a la democracia. Todos ellos han<br />

abusado de ella. Era una hermosa joven, y la han convertido en una<br />

vieja celestina [Ar<strong>te</strong>mio Zarco].<br />

Nada ganamos con hacer vagas y vacuas exaltaciones de la libertad,<br />

de la democracia, de la igualdad, sin ver la crisis que están<br />

atravesando estos principios. Hoy todas estas grandes palabras se<br />

han vuelto vacías... [Massimo Cacciari].<br />

La clase política, fanática de que la democracia es el mejor sis<strong>te</strong>ma<br />

político conocido hasta la fecha, se ha instalado en él de por vida.<br />

Olvidan, no sólo por ignorancia, lo que señalaba Flaubert: “la<br />

democracia no es la última palabra de la humanidad, de la misma<br />

manera que tampoco lo fueron la esclavitud, el feudalismo o la<br />

monarquía.” El sis<strong>te</strong>ma democrático, lo mismo que la Constitución, se<br />

han elevado a fetiches sagrados... [Víctor Moreno]<br />

Veamos algunos positivos indicios de predisposición para una logocracia<br />

posible como al<strong>te</strong>rnativa. Hay mucha gen<strong>te</strong> que vive y se desvive para<br />

que la humanidad no sufra. Quienes deberían vivir y desvivirse por ello<br />

son las instituciones gubernamentales, pero no lo hacen, y no lo harán,<br />

porque su propia dinámica natural —sea dictatorial, sea democrática—<br />

les impone otras obligaciones. En su defecto, han surgido innumerables<br />

ONG y diversas agrupaciones y movimientos humanitarios, ecologistas,


pacifistas, incluso anarquistas y revolucionarios, que ardien<strong>te</strong>men<strong>te</strong><br />

quieren “un mundo mejor”, y trabajan por conseguirlo, a veces con<br />

sacrificios enormes, y siempre con denuedo.<br />

En el seno de es<strong>te</strong> movimiento plural que en los últimos tiempos va<br />

ex<strong>te</strong>ndiéndose con crecien<strong>te</strong> rapidez y amplitud, se corean con insis<strong>te</strong>ncia<br />

las consignas “otro mundo es posible” y “queremos un mundo mejor”:<br />

llaman al<strong>te</strong>rmundismo al plural movimiento. Es verdad que todo su<br />

inmenso gri<strong>te</strong>río será insuficien<strong>te</strong> para liberar de su dolor a la<br />

humanidad, si el reclamado “mundo mejor” ha de seguir siendo un mundo<br />

gobernado por políticas tales como la dictadura o la democracia, es decir<br />

gobernado irracionalmen<strong>te</strong>. Pero el espíritu que anima esos gritos es tal<br />

que bien podría imprimírseles la siguien<strong>te</strong> dirección concreta: “queremos<br />

un al<strong>te</strong>rmundo en el que pueda imponerse la Razón”.<br />

Conseguir un mundo mejor es fácil. Sólo con haber arreglado esta<br />

mañana un bache en la carre<strong>te</strong>ra de tu pueblo, ya has conseguido un<br />

mundo mejor. Pero ésa no es la cuestión. En un mundo simplemen<strong>te</strong><br />

“mejor”, pueden seguir siendo apremian<strong>te</strong>s los apremian<strong>te</strong>s problemas<br />

actuales de la humanidad. Si los mencionados movimientos populares<br />

advier<strong>te</strong>n que se debe luchar, no por un mundo “mejor”, sino por “el<br />

mejor posible” (que es el dirigido por la Razón); si se percatan de que la<br />

Democracia o la Política no pueden crear el mundo mejor posible; si se<br />

percatan de que a las consignas habituales hay que añadir una más —<br />

“¡democracia no, logocracia sí!”—, poniendo el grito en lo más alto del<br />

cielo, tal vez pueda llegar a su fin la Era de la Sinrazón, e inaugurarse<br />

la Era de la Razón.<br />

A propósito de la memorable movilización popular del 15.02.03, James<br />

Petras publicó en La Jornada un artículo que leí reproducido en el diario<br />

Gara. Permítaseme transcribir uno de los pasajes, y subrayar algunas<br />

palabras:<br />

171<br />

Presenciamos una confrontación entre los propugnadores del<br />

genocidio que creen en uno, dos, muchos Afganistanes e Iraks, y la<br />

crecien<strong>te</strong> oposición de millones de representan<strong>te</strong>s de la humanidad,<br />

sus mejores escritores e in<strong>te</strong>lectuales, los voceros religiosos y<br />

espirituales que son nobles y dignos y, sobre todo, sus líderes<br />

naturales en las clases populares. No puede haber concesiones: esta<br />

disputa no llegará a su fin hasta que, o bien el mundo abrace una<br />

civilización libre de imperialismo, genocidio y matanzas étnicas, o<br />

bien descendamos al infierno de un mundo gobernado por sicópatas<br />

genocidas que ven la guerra como medio de dominación perpetua.<br />

A mi juicio, eso que he subrayado es verdadero, siempre que pueda<br />

in<strong>te</strong>rpretarse como sigue: “esta disputa no llegará a su fin hasta que, o<br />

bien el mundo abrace una civilización basada en la Razón, o bien<br />

descendamos al infierno de un mundo gobernado por sicópatas genocidas<br />

inevitablemen<strong>te</strong> posibles en Política (en Democracia).”<br />

También es desgraciadamen<strong>te</strong> verdad que hay movimientos populares —<br />

incluso revolucionarios— en que lo buscado por ellos no es inequívoca y<br />

realmen<strong>te</strong> el mejor mundo posible, sino la lucha por la lucha (contra


alguien o algo declarado “enemigo”). La dinámica in<strong>te</strong>rna que los mueve<br />

se asemeja a la de los partidos políticos tradicionales. En éstos, el<br />

objetivo <strong>te</strong>órico declarado suele ser también alguna forma de “mundo<br />

mejor”. Pero el objetivo práctico real y central del dirigen<strong>te</strong> y del<br />

afiliado se cifra, en el supuesto más piadoso, en apoyar y man<strong>te</strong>ner<br />

pujan<strong>te</strong> “mi partido”; se cifra en “derrotar al enemigo”, en “luchar contra<br />

la ideología del otro”. Les anima el mismo espíritu que anima al<br />

aficionado más o menos fan de su equipo de fútbol. “¡Todo por el<br />

partido!” suele ser de hecho la consigna de todos los políticos.<br />

Me parece, además, que hay movimientos populares (incluso<br />

revolucionarios y antirreligiosos), paradójicamen<strong>te</strong> inspirados y<br />

alentados por un genuino espíritu de fanatismo religioso. He oído en<br />

alguna par<strong>te</strong> decir que el marxismo es una religión. Si eso es verdad ¡mal<br />

nos irán las cosas con el marxismo! Dejar de creer en Dios porque Dios-<br />

Espíritu no es Ma<strong>te</strong>ria, y pasar a creer que la Ma<strong>te</strong>ria es un Dios-Espíritu<br />

a favor del cual <strong>te</strong>nemos el deber de hacer la guerra sin cuar<strong>te</strong>l —con el<br />

fin de ex<strong>te</strong>rminar a “los malos”—, no traerá felicidad al género humano.<br />

Hace poco, en un artículo titulado La democracia en llamas y firmado<br />

Jesús F. Naves, Imanol Olabarria y Antonio Escalan<strong>te</strong>, junto a razones<br />

bien sólidas encontré pensamientos que repudian toda fórmula que sea<br />

racionalista, que no sea genuina pelea, guerra, lucha:<br />

172<br />

Nuestra tarea ha de centrarse en desarrollar nuevas formas de lucha.<br />

Creemos que hay que renunciar a concepciones vanguardistas<br />

poseedoras de la verdad y dueñas de tácticas y estra<strong>te</strong>gias, y a una<br />

ética más que dudosa en la utilización de los medios en el caminar<br />

hacia una transformación social radical.<br />

Al demonio con las verdades absolutas y sujetos revolucionarios...<br />

No hay ningún sujeto, partido, proletariado, pueblo... que pueda<br />

atribuirse a priori su función transformadora.<br />

Los movimientos populares cuya dinámica sea semejan<strong>te</strong> a la de los<br />

partidos políticos —porque sólo quieren que venza (no que convenza), su<br />

razón, su pueblo, su gremio, etc., o porque quieren “lucirse” liderando<br />

iniciativas personales presentadas como “liberadoras”— no quieren real e<br />

inequívocamen<strong>te</strong> que el mundo sea el mejor posible. No lo quieren, por la<br />

sencilla razón de que el mejor mundo posible no puede conseguirse de la<br />

noche a la mañana, y lo único que ellos en realidad buscan son soluciones<br />

ya (que, por eso mismo, no pueden ser soluciones verdaderas o<br />

completas).<br />

En es<strong>te</strong> sentido experimenté yo cierta desazón, y cierto <strong>te</strong>mor de que en<br />

los foros sociales últimamen<strong>te</strong> creados no se trabaje lo suficien<strong>te</strong> en la<br />

buena dirección, cuando leí algunos comentarios que Luis Javier Garrido<br />

y Paul Nicholson hicieron con motivo de la quinta edición del FSM (Foro<br />

Social Mundial) en Porto Alegre:<br />

...el mismo día de la inauguración los organizadores, lejos de discutir<br />

el fondo de las cosas y plan<strong>te</strong>arse cómo es<strong>te</strong> espacio enorme puede<br />

desembocar en un proyecto global que constituya una verdadera


173<br />

al<strong>te</strong>rnativa al capitalismo neoliberal, continuaron enfrascados en una<br />

disputa in<strong>te</strong>rna sobre la organización [Garrido].<br />

Desde el primer Foro en Porto Alegre, con una participación de 10.000<br />

activistas, a hoy con un Foro de 150.000, hemos crecido en<br />

popularidad y en el deseo de construir espacios de lucha. Esta<br />

popularización del movimiento de los Foros es positiva, pero también<br />

genera exigencias de que sea, no ya un turismo de foros, sino una<br />

plaza de luchas sociales contra el liberalismo. [...] ...avanzar sobre<br />

<strong>te</strong>rritorios nuevos, no ya en los cambios de metodologías, que es el<br />

traje, sino cambiar y activar lo que son los objetivos de fondo de los<br />

foros sociales, que son la transformación de la sociedad... [...] El<br />

Foro, al final, es un instrumento para transformar la sociedad, no es<br />

un fin en sí mismo... [...] Hacer un Foro Social Mundial es poner el<br />

carro delan<strong>te</strong> de los bueyes, no lo necesitamos, nos ahoga, y al final<br />

es un impedimento [Nicholson].<br />

Cuando ELKARRI estaba preparando su primera Conferencia de Paz, nos<br />

pidió a todos los ciudadanos que rellenáramos un cuestionario. En el<br />

impreso correspondien<strong>te</strong> nos dejó un espacio reservado para sugerencias.<br />

Lo rellené con estas frases que eran la pura verdad:<br />

Sinceramen<strong>te</strong>, yo no sabría aportar nada que fuera valioso para esta<br />

concreta Conferencia de Paz. Pero, ya que nos invitáis de un modo<br />

general a emitir nuestras opiniones, aquí os envío la mía. Una<br />

convivencia social pacífica sin fisuras, que permita disfrutar de una<br />

paz intrínsecamen<strong>te</strong> duradera ⎯y, por tanto, prácticamen<strong>te</strong> perpetua⎯<br />

es inviable, a mi juicio, dentro de las estructuras de la sociedad<br />

actual. ¿Podrá la humanidad optar alguna vez a esa forma de<br />

convivencia social? Por lógica, en vuestro entorno tiene que haber<br />

alguna persona que sienta verdadero deseo de saber si eso es posible.<br />

Por lógica también, esa persona en principio deberá sentir verdadero<br />

deseo de colaborar (según sus posibilidades) en una eventual<br />

investigación de las transformaciones que serían necesarias en la<br />

sociedad actual para que la susodicha convivencia pacífica llegara a<br />

hacerse posible. Si sabéis de alguien que reúna esas dos condiciones,<br />

os ruego le invitéis a contactar conmigo, bien sea por correo<br />

ordinario, bien sea [...] Os aseguro que habréis hecho una obra buena.<br />

Gracias.<br />

Mi comunicado no mereció ni siquiera el acuse de recibo exigido por una<br />

elemental cor<strong>te</strong>sía, lo que me obligó a pensar que tal vez sea posible<br />

organizar aparatosas “Conferencias de Paz” con un objetivo que no es<br />

precisamen<strong>te</strong> el logro de la paz. Máxime cuando ya de an<strong>te</strong>mano se sabe<br />

que democrática o políticamen<strong>te</strong> ninguna “Conferencia de Paz” traerá<br />

paz, porque el de la paz entre políticos es problema insoluble: en el<br />

mejor de los casos traerá una relativa pacificación en las formas, pero no<br />

la paz.<br />

Para que la logocracia sea posible, es necesario que en los ciudadanos<br />

exista voluntad al respecto: voluntad de que sea la Razón la que gobierne<br />

el mundo, voluntad de que cese cuanto an<strong>te</strong>s el mucho Dolor que de mil<br />

maneras padece la humanidad. No es imposible que las ONG y demás<br />

movimientos populares lleguen a <strong>te</strong>ner esa voluntad. Pero tampoco basta<br />

eso. Tan necesaria, o más necesaria, es la voluntad de las éli<strong>te</strong>s<br />

in<strong>te</strong>lectuales. Por tanto, acaso constituya dificultad muy seria el inicio<br />

mismo del proceso de racionalización de la sociedad.


Comentando el libro de Montserrat Galcerán “Silencio y olvido”, José<br />

María Ripalda publicó un enjundioso artículo cuya última frase (de sie<strong>te</strong><br />

palabras) me pareció que expresaba justamen<strong>te</strong> lo que yo veo como<br />

quehacer único de los in<strong>te</strong>lectuales:<br />

174<br />

El libro de Galcerán, compe<strong>te</strong>n<strong>te</strong>, técnico filosóficamen<strong>te</strong>, es también<br />

un repaso reflexivo a la función del in<strong>te</strong>lectual normal, que examina y<br />

propone valores, normas y diagnósticos sociales. Se trata de un<br />

problema que no se puede resolver simplemen<strong>te</strong> en la <strong>te</strong>oría: entonces<br />

lo resolverían los in<strong>te</strong>lectuales. Pero estamos muy lejos de<br />

encontrarle entre todos soluciones prácticas; es el “entre todos” lo<br />

que falta.<br />

En efecto. Y ese “el entre todos” que nos falta es el que se puede<br />

conseguir si (y sólo si) hay unanimidad universal. Pero a su vez la<br />

unanimidad universal es posible si (y sólo si) se deja a un lado la<br />

aconceptual filosofía no geométrica, y se plan<strong>te</strong>an todas las cuestiones<br />

intramuros de la geometría, con lo cual se podrá sustituir Democracia por<br />

Logocracia.<br />

Para que pueda iniciarse el proceso de racionalización de la sociedad, es<br />

necesario establecer contactos entre in<strong>te</strong>lectuales dispuestos a debatir si<br />

conviene —o si merece la pena— in<strong>te</strong>ntar que la Razón guíe a la<br />

humanidad. Y esto puede no ser factible. Por desidia. Por apriorístico<br />

escepticismo o pesimismo. Por considerar utópico el proyecto. Porque<br />

erróneamen<strong>te</strong> lo creen perjudicial para de<strong>te</strong>rminados in<strong>te</strong>reses personales.<br />

Por conservadurismo fanático, ideológico, religioso, u otro... Por mil<br />

razones.<br />

En el in<strong>te</strong>lectual medio se da con frecuencia la típica actitud, cobarde o<br />

cómoda, de arrimarse al sol que más calienta, de no mojarse cuando se<br />

trata de tomar posiciones que no agradan al poder establecido. Puede<br />

suceder que entre las éli<strong>te</strong>s in<strong>te</strong>lectuales haya quien quiera torpedear la<br />

idea antidemocrática de “logocracia”, buscando cualquier triquiñuela.<br />

En todo caso, aunque ya se cuidarán ellas de no hacer contra la Razón,<br />

públicamen<strong>te</strong>, manifestaciones que les van a desacreditar si se empeñan<br />

en estrangular el proceso desde un principio, quizá puedan conseguirlo<br />

por otros medios. Hay uno muy eficaz: la conspiración del silencio.<br />

Cuando a mí no me in<strong>te</strong>resa que la comunidad se en<strong>te</strong>re de que tiene<br />

razón mi adversario, habré hecho lo más eficaz, si consigo que<br />

públicamen<strong>te</strong> no se hable de mi adversario. Quien escribió A<strong>te</strong>ísmo y<br />

religiosidad (el embajador de España, Gonzalo Puen<strong>te</strong> Ojea) sabía algo<br />

de eso, por haberlo experimentado en su propia carne:<br />

En España, concretamen<strong>te</strong>, nadar contra corrien<strong>te</strong>, salirse<br />

públicamen<strong>te</strong> de lo que pueda estimarse que es la communis opinio,<br />

no significa sólo disentir, sino sentirse excluido. Nadar contra<br />

corrien<strong>te</strong> en cuestiones que se consideran fundamentales [...] no<br />

equivale a entrar en deba<strong>te</strong>, a contrastar ideas o convicciones, sino a<br />

condenarse al aislamiento, la marginación y el olvido. No suscita el<br />

diálogo, sino el silencio, la muer<strong>te</strong> civil, la supresión simbólica.


Pese a lo cual, en el peor de los casos hay una posibilidad a <strong>te</strong>ner en<br />

cuenta, y es la que ya hemos comentado an<strong>te</strong>riormen<strong>te</strong>. Se ha producido<br />

entre nuestros coetáneos, más de una vez —París, año 68; Seattle, año 99;<br />

Praga, año 2000; Porto Alegre, varios años consecutivos, y suma y<br />

sigue— un tipo de reacción social que podría ser de<strong>te</strong>rminan<strong>te</strong> para esto<br />

último que estamos considerando.<br />

Crecien<strong>te</strong>s masas de ciudadanos disconformes con el modelo de sociedad<br />

en que nos ha tocado vivir, de tiempo en tiempo se rebelan airadas contra<br />

el Establishment y sus mil sangran<strong>te</strong>s injusticias. Con todos los<br />

“defectos de forma” que les han sido señalados, lo cierto es que esas<br />

airadas masas, a voz en grito, exigen a los poderes la construcción de “un<br />

mundo mejor”, lema que in<strong>te</strong>ncionalmen<strong>te</strong> es identificable con<br />

Logocracia. ¿Podrían las tales airadas masas —an<strong>te</strong> una hipotética<br />

cerrazón inmovilista del Establishment— forzar a la in<strong>te</strong>lectualidad para<br />

que lleve a cabo un deba<strong>te</strong> serio (“con luz y taquígrafos”, por supuesto)<br />

sobre la viabilidad de un planeta dirigido por la Razón? Los aldabonazos<br />

que se oyeron en Praga y en Porto Alegre demostraron que allí había<br />

energía po<strong>te</strong>ncial considerable...<br />

Parece que no se puede negar la posibilidad de que un día sal<strong>te</strong>n a la<br />

palestra personas de reconocida solvencia in<strong>te</strong>lectual, entablando el<br />

susodicho deba<strong>te</strong>. Si viviera, tal vez lo hiciera Carl Sagan, a juzgar por<br />

esto que escribió en Cosmos:<br />

175<br />

Ha de haber sis<strong>te</strong>mas sociales que funcionarían mucho mejor que los<br />

exis<strong>te</strong>n<strong>te</strong>s hoy en día. Nuestra tarea, dentro de la tradición científica,<br />

es encontrarlos.<br />

Y tal vez lo haga alguno (o más de uno) de los in<strong>te</strong>lectuales cualificados<br />

a los que ha impactado lo que está ocurriendo en los últimos tiempos:<br />

Torres Gemelas, Afganistán, Irak... Por ejemplo, Adolfo Pérez Esquivel<br />

que, recién iniciada la criminal agresión de Bush en Irak, horrorizado,<br />

escribió:<br />

Es necesario repensar las democracias y los organismos<br />

in<strong>te</strong>rnacionales, así como encontrar nuevos caminos de vida y<br />

convivencia entre los pueblos.<br />

Y que siguió escribiendo en el mismo tono:<br />

Los emergen<strong>te</strong>s históricos de los pueblos son como los ríos<br />

sub<strong>te</strong>rráneos donde convergen otros ríos y en un momento<br />

de<strong>te</strong>rminado se unen al gran caudal y surgen a la superficie. Cambian<br />

el curso, transformando la realidad y la vida. Estamos en una etapa<br />

histórica de transformar la realidad impuesta de dominación, del<br />

pensamiento único del neoliberalismo...<br />

Un premio Nobel de la Paz que se expresa en esos términos, no<br />

aconsejará a los in<strong>te</strong>lectuales que no estudien la utopía de la Logocracia<br />

porque van a perder el tiempo. No se lo aconsejará, porque sabe que no<br />

sólo está en juego la posibilidad real de que el mundo deje sufrir. Es que<br />

además está en juego la posibilidad real de que la humanidad sobreviva.<br />

Yo estoy convencido de que tarde o <strong>te</strong>mprano (<strong>te</strong>mprano más bien) la<br />

humanidad se autodestruirá, si no deja a un lado la Política —donde la


fuerza motriz única son en definitiva las armas— y si no la sustituye por<br />

una rigurosa Logocracia (donde la fuerza motriz única puede ser y tiene<br />

que ser la Razón).<br />

Palabras como las de Pérez Esquivel equivalen a una inyección de nuevas<br />

esperanzas. Esperanzas que se reafirman después, cada vez que oigo o leo<br />

declaraciones como ésta de Carlo Frabetti:<br />

176<br />

Las movilizaciones estudiantiles se suceden por todo el país con una<br />

in<strong>te</strong>nsidad sin preceden<strong>te</strong>s en el ámbito universitario. Pero es<br />

necesario que estas acciones confluyan en un proyecto común. Ha<br />

llegado el momento de convocar amplias reuniones a nivel estatal (y<br />

luego in<strong>te</strong>rnacional) para contrastar experiencias e ideas,... [...] Mayo<br />

del 68 fue un ensayo general. Ahora va en serio.<br />

O esta otra de Noam Chomsky:<br />

Lo más esperanzador, muy nuevo y bastan<strong>te</strong> excitan<strong>te</strong>, es que por<br />

primera vez en la historia hay enormes movimientos populares<br />

in<strong>te</strong>rnacionales, con mucha solidaridad in<strong>te</strong>rnacional. Se han<br />

desarrollado principalmen<strong>te</strong> en el Sur, en India y Brasil, pero ahora se<br />

han ampliado al Nor<strong>te</strong>. Están enfocados a abordar los problemas<br />

fundamentales de injusticia, opresión, violencia...<br />

Puesto que en una sociedad regida por la Razón es imposible per se la<br />

pervivencia de ninguna institución religiosa —iglesia, secta, monas<strong>te</strong>rio,<br />

<strong>te</strong>mplo, etcé<strong>te</strong>ra—, al pronto parece que actualmen<strong>te</strong> ha de haber todo un<br />

mundo de gen<strong>te</strong>s que no querrán ver instaurada en la Tierra una sociedad<br />

regida por la Razón. Sin embargo, quizá tanta noluntad sea sólo aparen<strong>te</strong>,<br />

porque en ese inmenso mundo de las creencias religiosas (incluso en el<br />

seno del más exaltado fundamentalismo), hay personas in<strong>te</strong>ligen<strong>te</strong>s,<br />

capaces de llegar a ver que su creencia puede ser errónea o, por lo menos,<br />

capaces de ver que en cualquier caso la humanidad necesita ser dirigida<br />

por la Razón.<br />

Según informaba el <strong>te</strong>ólogo Félix Placer Ugar<strong>te</strong> en artículo periodístico,<br />

refiriéndose al IV Parlamento de las Religiones del Mundo, celebrado en<br />

Barcelona,<br />

...en es<strong>te</strong> Parlamento la pregunta era “¿dónde hay gen<strong>te</strong> sufriendo?”,<br />

“dónde está el conflicto?” La cuestión, según los <strong>te</strong>ólogos y<br />

pensadores que participaron en es<strong>te</strong> simposio, no es si los seguidores<br />

de una de<strong>te</strong>rminada religión creen en la inmortalidad del alma, por<br />

importan<strong>te</strong> que pueda ser es<strong>te</strong> tipo de creencias, sino si una religión<br />

es capaz de aportar paz, justicia y unidad al mundo, más humanidad.<br />

[...] El <strong>te</strong>ólogo holandés E. Schillebeeckx ya constató una conexión<br />

in<strong>te</strong>rna entre la esencia misma de la religión y la violencia religiosa<br />

cuando se presentan las religiones como únicas verdaderas... [...] La<br />

guerra santa no es un invento del fundamentalismo islámico, lo es de<br />

todas las religiones que se creen únicas poseedoras de la verdad...<br />

El creyen<strong>te</strong> in<strong>te</strong>ligen<strong>te</strong> y culto y sincero que así se expresa, no está muy<br />

lejos de comprender que ninguna religión es poseedora de la verdad<br />

(tampoco, por tanto, la suya). Y, si llega a comprender eso, no repudiará<br />

el advenimiento de una sociedad organizada y dirigida por la Razón.


Más arriba he dicho que la implantación del sis<strong>te</strong>ma “logocracia” será<br />

posible únicamen<strong>te</strong> si la comunidad quiere aceptarlo, y que tal vez haya<br />

millones de personas que no lo quieran, por no estar conformes con<br />

ciertas decisiones inevitables en logocracia. En rigurosa lógica no es esa<br />

la verdad. La verdad es que el advenimiento del nuevo régimen será<br />

posible únicamen<strong>te</strong> si la comunidad dice que quiere aceptarlo: si dice que<br />

sí, aunque no lo quiera, el advenimiento será posible. Tenemos entonces<br />

un dato seguro importan<strong>te</strong>, y es que ninguna persona de prestigio podrá<br />

públicamen<strong>te</strong> decir que no quiere un sis<strong>te</strong>ma de gobierno basado en la<br />

fuerza de la Razón, y que prefiere el actual, basado en la fuerza de las<br />

armas.<br />

A manera de ejemplo, imaginemos que en su fuero in<strong>te</strong>rno el jefe de<br />

Estado del Vaticano, llegado el caso, arrastrado por el fanatismo, no<br />

quiere que el mundo sea gobernado por la Razón. Ya podemos estar<br />

seguros de que no lo dirá en público. Podrá evadirse diciendo que la<br />

logocracia es utopía inviable, que su instauración (aunque fuera viable)<br />

no resolvería los problemas de la sociedad, que no toda la verdad está en<br />

la Razón, etc., pero le será imposible decir “no quiero un mundo<br />

gobernado por la Razón, aunque así hayamos de <strong>te</strong>ner paz perpetua”.<br />

La necesaria instauración de un régimen de logocracia será realidad<br />

cuando los ciudadanos manifies<strong>te</strong>n su voluntad de instaurarla. Ahora<br />

bien, para que exista esa voluntad, convendrá que el ciudadano conozca<br />

el mecanismo in<strong>te</strong>rno del régimen de logocracia. Convendrá que sepa cuál<br />

es el medio o el instrumento necesario para que entre en funcionamiento<br />

ese régimen, y el sis<strong>te</strong>ma resul<strong>te</strong> ser operativo y eficaz. Vamos a ello.<br />

Logocracia es un sis<strong>te</strong>ma de organización social o de gobierno en el que<br />

sólo se adopta en cada caso la decisión o la propuesta de aquellas<br />

personas que <strong>te</strong>ngan razón en orden a de<strong>te</strong>rminar que la susodicha<br />

decisión o propuesta conduce a la felicidad mayor posible de todos. Esto<br />

nos obliga a preguntarnos cómo se puede saber “quién tiene razón”.<br />

Como respuesta, toda respuesta de filósofo es lo primero que deberá<br />

desecharse. Ya hemos explicado por qué no pueden los filósofos opinar<br />

todos unánimes. Por las enseñanzas de la filosofía no conoceremos nunca<br />

la naturaleza y propiedades de la “razón” o de la “verdad”. Hay que<br />

buscar la respuesta en la praxis. Y en la praxis, la única manera de saber<br />

quién tiene razón es que exista universal asentimiento unánime sobre lo<br />

razonable o lo correcto o lo convenien<strong>te</strong> de la correspondien<strong>te</strong> propuesta<br />

o decisión. Es decir que exista sobre ello universal unanimidad de<br />

opinión, pues nada se debe decidir en logocracia mientras no haya<br />

unanimidad. Una proposición es verdadera sólo cuando —y mientras<br />

que—, haya sido y continúe siendo aceptada por unanimidad universal.<br />

Para que la unanimidad pueda considerarse universal, no es necesaria la<br />

unánime opinión de todos los individuos que in<strong>te</strong>gran la comunidad.<br />

Puede considerársela propiamen<strong>te</strong> universal, aunque niños, beodos,<br />

ora<strong>te</strong>s, idiotas, personas en estado comatoso, personas que padecen una<br />

177


demencia senil, etc., no la compartan. Digamos que, si “opinaran” los<br />

tales, no sería opinión su “opinión”, e in<strong>te</strong>grarían el “sector social noopinan<strong>te</strong>”.<br />

Por tanto, sin la de ellos, propiamen<strong>te</strong> universal será la<br />

unánime del resto de la población.<br />

Esta unánime opinión del resto será también propiamen<strong>te</strong> universal,<br />

aunque no la compartan personas que carecen de opinión propia o no<br />

quieren manifestarla. En cuanto a estos últimos, en el supuesto de que —<br />

sin expresar disentimiento— simplemen<strong>te</strong> no quieran asentir a la opinión<br />

que sea por lo demás unánime, per<strong>te</strong>necerán ipso facto al “sector social<br />

no-opinan<strong>te</strong>”. Ninguna no-opinión puede restar universalidad a la<br />

universal sí-opinión unánime de quienes la han dado.<br />

Asimismo, para que la unanimidad pueda considerarse universal, basta<br />

que una opinión dada sea unánimemen<strong>te</strong> compartida por todos los<br />

miembros de un conjunto humano creado ex professo con las<br />

carac<strong>te</strong>rísticas necesarias —muy suficien<strong>te</strong>s— para que pueda saberse<br />

quién tiene razón en un de<strong>te</strong>rminado asunto. Si el conjunto ha sido<br />

racionalmen<strong>te</strong> (y ex professo) creado con ese fin, tiene que estar de tal<br />

modo constituido que la sujeción a muy precisos estatutos o normas de<br />

funcionamiento haga de él un mecanismo social apto para la pragmática<br />

plasmación de unanimidades de opinión universales. Pensemos cuáles<br />

podrían ser algunas de esas normas de funcionamiento:<br />

178<br />

a) El conjunto debe conformar un específico foro-asamblea cuya<br />

labor —siempre desarrollada cara al público— <strong>te</strong>nga carác<strong>te</strong>r de<br />

consulta-contras<strong>te</strong> de opiniones-proposiciones muy concretas (que<br />

de an<strong>te</strong>mano el consultan<strong>te</strong> habrá debatido en privado, consigo<br />

mismo o con <strong>te</strong>rceros). Para cuando haya que referirse en lo<br />

sucesivo a ese foro, lo bautizaremos con el nombre de Forum <strong>Logos</strong>.<br />

b) Debe in<strong>te</strong>grar el Forum <strong>Logos</strong> el mayor posible número de<br />

participan<strong>te</strong>s (cuanto mayor su número, tanto mayor la garantía de<br />

que sea universal su unánime aceptación). Puede constituirse en<br />

cualquier momento, en cualquier lugar, y no necesariamen<strong>te</strong><br />

circunscrito a unas limitadas coordenadas geográficas. Pueden los<br />

participan<strong>te</strong>s man<strong>te</strong>ner su diálogo sin moverse de su domicilio,<br />

comunicándose por video-conferencia, por ejemplo, diseminados por<br />

todo el planeta, conformando una especie de asamblea virtual.<br />

c) Deben tomar par<strong>te</strong> en el foro —siempre con carác<strong>te</strong>r voluntario—<br />

todos los ciudadanos que lo deseen, fuere cual fuere su ideología,<br />

su religión, su raza, su nacionalidad, su edad, su sexo, su catadura<br />

moral, su estatus social, etcé<strong>te</strong>ra. Una única exclusión: sólo pueden<br />

tomar par<strong>te</strong> quienes gocen de público y notorio prestigio in<strong>te</strong>lectual.<br />

d) El Forum debe <strong>te</strong>ner por misión única presentar una por una (esto<br />

es absolutamen<strong>te</strong> necesario), propuestas o mociones —que han de<br />

ser simples descripciones concretas y lacónicas de lo que el<br />

ponen<strong>te</strong> considere más aconsejable (en cada caso concreto) para la<br />

felicidad general o bien común— concebidas y formuladas en forma<br />

tal que no puedan ser negadas públicamen<strong>te</strong> por ninguna persona de<br />

notorio prestigio in<strong>te</strong>lectual, como son todas las personas que<br />

in<strong>te</strong>gran el Forum: se considerará eo ipso que tales propuestas han<br />

sido aceptadas por unanimidad universal.<br />

e) En caso de que, a pesar de lo dicho, alguien (v.gr., por in<strong>te</strong>reses<br />

particulares) negara lo que toda la numerosa y he<strong>te</strong>rogénea<br />

asamblea unánimemen<strong>te</strong> acepta como eviden<strong>te</strong> —negación<br />

prácticamen<strong>te</strong> imposible (salvo que de pronto el supuesto<br />

discrepan<strong>te</strong> hubiere sufrido alguna enajenación mental)— el<br />

disiden<strong>te</strong> debería presentar a su vez una contrapropuesta. Si ésta<br />

fuese unánimemen<strong>te</strong> rechazada, aquél debería presentar otra. Si


179<br />

también esta otra le fuese unánimemen<strong>te</strong> rechazada, tal vez aún<br />

podría <strong>te</strong>ner que presentar una <strong>te</strong>rcera contrapropuesta. O, si fuera<br />

preciso, una cuarta... De forma que, si se obstinara en su rechazo,<br />

ipso facto quedaría el disiden<strong>te</strong> desautorizado para participar nunca<br />

más en el Forum, y pasaría a formar par<strong>te</strong> del “sector social noopinan<strong>te</strong>”.<br />

f) Cualquier ciudadano, en cualquier lugar, debe disponer de<br />

cómodos cauces para dirigirse al Forum en cualquier momento, y<br />

presentar su propia propuesta o moción, igualmen<strong>te</strong> lacónica y<br />

simple. Propuesta o moción que los participan<strong>te</strong>s en el foro<br />

preceptivamen<strong>te</strong> han de examinar y enjuiciar, en exactamen<strong>te</strong> las<br />

mismas condiciones que otra propuesta cualquiera (sea quien fuere<br />

el ciudadano participan<strong>te</strong>). Su propuesta, como otra cualquiera de<br />

quienquiera, se considerará que ha sido aceptada por unanimidad<br />

universal, si —y sólo si— es aceptada en el Forum por unánime<br />

asentimiento de todos sus componen<strong>te</strong>s.<br />

g) Toda propuesta que haya ob<strong>te</strong>nido adhesión unánime en el Forum<br />

<strong>Logos</strong> debe quedar oficialmen<strong>te</strong> registrada como tal, e<br />

inmediatamen<strong>te</strong> carac<strong>te</strong>rizada como genuino y operativo dictado de<br />

la Razón, listo para su eventual ejecución. El conjunto de las<br />

propuestas que hayan sido registradas de ese modo, tienen que ser<br />

algo semejan<strong>te</strong> a lo que ahora son las “resoluciones de la ONU”, o<br />

equivaler a eso que en la política actual se llama “Constitución”.<br />

A primera vista puede parecer que encierra una contradicción flagran<strong>te</strong> el<br />

hecho de que la unanimidad se considere universal sólo con que exista<br />

unanimidad en el Forum. Si fuera de él hubiere una sola persona que<br />

disienta de la opinión del Forum ¿cómo podría hablarse de opinión<br />

unánime universal?<br />

No hay contradicción: la hay sólo en apariencia. Recuérdese que se trata<br />

de opinar en asuntos de geometría (en el sentido ya explicado).<br />

Recuérdese también que el foro está constituido por un he<strong>te</strong>rogéneo y<br />

muy numeroso grupo de personas de notorio prestigio in<strong>te</strong>lectual.<br />

Teniendo en cuenta esos dos datos, es prácticamen<strong>te</strong> imposible que fuera<br />

del Forum pueda una persona in<strong>te</strong>ligen<strong>te</strong> y culta sos<strong>te</strong>ner opiniones<br />

contrarias a las unánimemen<strong>te</strong> sus<strong>te</strong>ntadas en el Forum. Si, no obstan<strong>te</strong>,<br />

surgiere alguna, se procedería como quedó establecido en la norma e),<br />

con lo cual dejaría de ser opinión, por la misma razón allí expuesta.<br />

En lo que hemos visto hasta ahora, queda perfilada la posibilidad real —<br />

cuando menos la no-imposibilidad— de un gobierno de la Razón en el<br />

mundo. Hechos que de entrada nos parecían imposibles, ahora no lo<br />

parecen. Al principio nos parecía imposible que se llegara a una opinión<br />

unánime universal en problemas tan espinosos como el de una<br />

convivencia social feliz, es decir en problemas políticos. Era ésta, sin<br />

embargo, una apreciación errónea, debida sólo al pesimismo al que somos<br />

tan proclives en esta clase de asuntos. Pequeñas dosis de in<strong>te</strong>ligencia, de<br />

ciencia o de saber, de imaginación —unidas, claro está, a la ausencia de<br />

todo “concepto” filosófico (es decir no-geométrico)—, bastan para<br />

formular proposiciones que no negará públicamen<strong>te</strong> ninguna persona que<br />

goce de prestigio in<strong>te</strong>lectual notorio.<br />

He aquí un ejemplo de proposición susceptible de ser formulada en<br />

términos que la hagan innegable: “no se puede proporcionar al género<br />

humano la felicidad mayor posible, si no se lleva un in<strong>te</strong>ligen<strong>te</strong> control


científico de la natalidad en la especie humana, porque sin él se<br />

dispararía exponencialmen<strong>te</strong> el crecimiento demográfico”. Semejan<strong>te</strong>s a<br />

ésta, hay numerosas verdades tan innegables en sí que, dada la<br />

composición cualitativa de una asamblea como la del Forum <strong>Logos</strong>,<br />

necesariamen<strong>te</strong> habría en ella gen<strong>te</strong>s con habilidad suficien<strong>te</strong> para<br />

formularlas de manera que ninguno de los participan<strong>te</strong>s pudiera negarlas.<br />

Un hecho de<strong>te</strong>rminan<strong>te</strong> es la exigencia de que en el Forum se examinen<br />

sólo mociones o propuestas concretas, lacónicas, de la mayor simplicidad<br />

posible. De no tratarse así, punto por punto, las cuestiones —de<br />

procederse como hoy es habitual en la Política, soltando cada orador su<br />

inacabable discurso—, la unanimidad de opinión resulta prácticamen<strong>te</strong><br />

imposible. Para que puedan forjarse unanimidades, la cadena de<br />

argumentos o de razones tiene que avanzar de proposición simple en<br />

proposición simple, de eslabón en eslabón, en previsión de que<br />

inesperadamen<strong>te</strong> surja una propuesta “siguien<strong>te</strong>”, inaceptable porque la<br />

“preceden<strong>te</strong>” no había sido aprobada por unanimidad.<br />

En las habituales discusiones de carác<strong>te</strong>r político, un frecuen<strong>te</strong> obstáculo<br />

para la unanimidad universal —apar<strong>te</strong> de que tampoco es universal<br />

unanimidad lo que allí se busca— suele ser el hecho de rechazar (por<br />

in<strong>te</strong>reses particulares o por mala fe) los argumentos del adversario. Ese<br />

obstáculo no puede alzarse an<strong>te</strong> los in<strong>te</strong>rlocutores de un foro-asamblea<br />

como el descrito aquí. Dadas las condiciones que en el foro se exigen<br />

para el desarrollo de la consulta, rechazar las propuestas que se presen<strong>te</strong>n<br />

equivale a negar en público os<strong>te</strong>ntosas evidencias. Y es imposible que<br />

eso ocurra. Por grande que fuere su particular in<strong>te</strong>rés, y por muy mala fe<br />

que tuviere, el ciudadano que goza de notorio prestigio in<strong>te</strong>lectual no<br />

puede negar públicamen<strong>te</strong> os<strong>te</strong>ntosas evidencias. Por ejemplo, no puede<br />

negar que el triángulo tiene tres ángulos. No puede negar que Madagascar<br />

es una isla. Tampoco puede negar que la isla de Izaro es una isla más<br />

pequeña que la isla de Madagascar. Ni puede negar que la infelicidad<br />

humana en el planeta Tierra, median<strong>te</strong> un in<strong>te</strong>ligen<strong>te</strong> control de la<br />

natalidad, puede ser menor que sin control.<br />

Una carac<strong>te</strong>rización del “gobierno de la Razón”, que incrementa a priori<br />

su intrínseca posibilidad, es que el régimen logocrático tiene que ser<br />

deseado necesariamen<strong>te</strong> por todas aquellas personas que verdaderamen<strong>te</strong><br />

aman el primigenio ideal de la democracia. El hecho de que pueda<br />

cualquier ciudadano, sea quien fuere y esté donde esté, dirigirse en todo<br />

instan<strong>te</strong> al Forum, y el hecho de que, si la razón está de su par<strong>te</strong>, pueda<br />

esa persona conseguir que una decisión suya sea adoptada por toda la<br />

humanidad, quiere decir que el sis<strong>te</strong>ma logocrático es la perfecta y<br />

verdadera democracia participativa —sin votaciones, por supuesto—,<br />

h.e., un sis<strong>te</strong>ma en el que realmen<strong>te</strong>, y por primera vez en la Historia, es<br />

en verdad el pueblo quien ejerce el poder.<br />

Es decir que en régimen de logocracia no exis<strong>te</strong> la figura física,<br />

de<strong>te</strong>rminada, concreta, del “político”, del “gobernan<strong>te</strong>”. En ese sentido,<br />

la logocracia es acracia y anarquismo. No hay, en sustantivo, ningún<br />

180


gobierno: sólo hay el gobierno-acto, el gobierno-acción, la acción de<br />

gobernar. Es la sociedad misma quien se autogobierna, porque puede ser<br />

gobernan<strong>te</strong> cualquier persona. Y su gobernar consis<strong>te</strong> sólo en <strong>te</strong>ner la<br />

habilidad o el ar<strong>te</strong> de plan<strong>te</strong>ar cada problema en términos tales que la<br />

solución <strong>te</strong>nga que ser aceptada forzosamen<strong>te</strong> por unanimidad universal,<br />

como suele acaecer en los problemas de geometría: hecho eso,<br />

automáticamen<strong>te</strong> se está ya gobernando a sí misma la sociedad, aunque es<br />

la Razón quien la está gobernando.<br />

También el gobernan<strong>te</strong> logócrata puede, por supuesto, encontrarse con<br />

cuestiones menores en las que la unanimidad sea eventualmen<strong>te</strong><br />

inalcanzable. Sin embargo, el mero hecho de que se deba llegar<br />

necesariamen<strong>te</strong> a la unanimidad en todas las cuestiones fundamentales —<br />

como esa que mentábamos del control de la natalidad— tiene que traer<br />

consigo una simplificación de la problemática social tan enorme que de<br />

hecho las tales cuestiones menores no <strong>te</strong>ngan relevancia. Y si, a pesar de<br />

todo, a propósito de ellas hubiera que tomar una decisión, siempre queda<br />

el recurso de some<strong>te</strong>rla a votación o echarla a suer<strong>te</strong> (lo que sería peccata<br />

minuta, por tratarse de cuestiones menores).<br />

La creación ma<strong>te</strong>rial de ese Forum <strong>Logos</strong> que hemos dibujado como<br />

“Gobierno logócrata mundial”, es posible, incluso fácil y barata, pues<br />

basta con que sal<strong>te</strong>n a la palestra motu proprio, sin moverse de sus casas,<br />

cualesquiera y cuantosquiera in<strong>te</strong>lectuales de prestigio, para presentar las<br />

propuestas que han de ser sometidas a la consideración y aprobación de<br />

todos los miembros del Forum. No dejes de observar, lector, que ya está<br />

formado el gobierno logócrata mundial en el mismo instan<strong>te</strong> en que se<br />

hayan “reunido” así esos in<strong>te</strong>lectuales, y hayan adoptado por unanimidad<br />

una primera propuesta, sea la que fuere.<br />

Tampoco es imposible ni difícil el hecho ma<strong>te</strong>rial de la tramitación<br />

“burocrática” en el seno de ese “gobierno mundial”. Puede ser algo<br />

semejan<strong>te</strong> a lo que actualmen<strong>te</strong> hace la ONU con eso que llaman<br />

“resoluciones”. Lo único diferen<strong>te</strong> es que en la ONU lo deciden todo las<br />

votaciones, y en el Forum lo deciden todo las opiniones: aquí el voto<br />

carece de sentido, ya que las opiniones unánimes quedan ipso facto<br />

convertidas en communis opinio. Voy a plasmar, a manera de ejemplo<br />

imaginario, “resoluciones” del Forum tomadas al azar, <strong>te</strong>niendo en<br />

cuenta que son, todas ellas, con<strong>te</strong>stación a la universal y única preguntabase<br />

de todo gobernan<strong>te</strong> logócrata: ¿qué es lo convenien<strong>te</strong> o lo necesario<br />

para reducir al mínimo posible el sufrimiento de la humanidad?<br />

Resolución u opinio 12 - Llevar un riguroso control de la natalidad.<br />

Resolución u opinio 19 - Derogar todos los derechos de propiedad.<br />

Resolución u opinio 33 - Reconvertir toda industria bélica.<br />

Resolución u opinio 1002 - Acatar los actuales gobiernos las decisiones<br />

del Forum.<br />

Resolución u opinio 2157 - Borrar todas las fron<strong>te</strong>ras.<br />

Etcé<strong>te</strong>ra.<br />

181


Además de ser posible y fácil crear y poner en marcha semejan<strong>te</strong> Forum,<br />

és<strong>te</strong> podría nada menos que demostrar a los escépticos, empíricamen<strong>te</strong>,<br />

irrefutablemen<strong>te</strong>, que una opinión unánime universal en asuntos de<br />

política o de convivencia social es posible. Si de facto los miembros del<br />

Forum opinaran unánimemen<strong>te</strong>, la unánime opinión de los miembros del<br />

Forum sería posible, ya que de facto ad posse valet illatio.<br />

Si resumimos lo actuado hasta ahora, <strong>te</strong>nemos esto: la sociedad humana<br />

gobernada sólo por la fuerza de la Razón en todo el planeta, sin corruptos<br />

ni incorruptos políticos, y sin autoridades ni jefes ni monarcas ni<br />

presiden<strong>te</strong>s, no es imposible a priori.<br />

Continuemos, pues..<br />

Condición indispensable, para que la familia humana ín<strong>te</strong>gra pueda<br />

empezar a existir en sociedad organizada y dirigida por la Razón, es que<br />

las estructuras actuales —naciones, gobiernos, Estados— adquieran el<br />

compromiso de acatar y cumplir todas las opiniones-norma del arriba<br />

descrito Forum. ¿Será eso factible? Es ésta una pregunta que nadie<br />

con<strong>te</strong>stará in<strong>te</strong>ligen<strong>te</strong> y sabiamen<strong>te</strong>, si an<strong>te</strong>s no sopesa con cuidado<br />

ciertos argumentos que vamos a exponer a continuación.<br />

Debe suponerse que el estricto cumplimiento de todas las opinionesnorma<br />

del Forum <strong>Logos</strong> —por las naciones o gobiernos o Estados<br />

(digamos “Estados”, para simplificar)— implica la total renuncia al poder<br />

que de<strong>te</strong>ntan en la actualidad. Y eso, al primer golpe de vista, parece muy<br />

difícil, cuando no imposible de todo punto.<br />

A es<strong>te</strong> respecto, lo primero que se debe <strong>te</strong>ner presen<strong>te</strong> es que los<br />

participan<strong>te</strong>s en el Forum habían suscrito las tales opiniones-norma por<br />

unanimidad, como convenien<strong>te</strong>s o necesarias para el bien de todos, y que<br />

entre esos participan<strong>te</strong>s hubo de haber —según la norma c)—<br />

representan<strong>te</strong>s de todos los Estados. Entonces, no se ve por qué ha de ser<br />

imposible, ni difícil siquiera, que todos los Estados aca<strong>te</strong>n y den estricto<br />

cumplimiento a opiniones-norma que suscribieron ellos mismos en el<br />

Forum.<br />

Por otro lado ha de pensarse que la única razón —o, al menos, la<br />

primordial— que hace que un Estado A se aferre al poder y no quiera<br />

renunciar a él, es la próxima o la remota posibilidad de que se lo arreba<strong>te</strong><br />

otro Estado. Si no hubiera en el mundo ningún otro Estado, ni actual ni<br />

posible, A no <strong>te</strong>ndría motivos para aferrarse al poder que actualmen<strong>te</strong><br />

de<strong>te</strong>nta, y fácilmen<strong>te</strong> podría renunciar a él. Pues bien, eso es lo que ha de<br />

pedirle el Forum <strong>Logos</strong>: que renuncie a condición de que renuncien<br />

también los otros Estados.<br />

En cuanto al poder que ejerce actualmen<strong>te</strong>, no ya el Estado en cuanto tal,<br />

sino la persona del gobernan<strong>te</strong> o del jefe, tampoco se ve por qué ha de<br />

ser imposible, ni difícil siquiera, la renuncia que le pediría el Forum. No<br />

sólo porque también son válidos en es<strong>te</strong> caso los argumentos expuestos<br />

182


con relación a la renuncia del Estado. También porque el propio Forum<br />

puede y debe, a cambio de su renuncia, ofrecer al gobernan<strong>te</strong> afectado<br />

suficien<strong>te</strong>s compensaciones.<br />

Puesto que el fin perseguido en logocracia es la felicidad mayor posible<br />

de toda la humanidad, por lógica se intuye que el cumplir todas las<br />

opiniones-norma del Forum ha de significar que las naciones o gobiernos<br />

o Estados, y también los individuos, <strong>te</strong>ndrán también que aceptar otro<br />

género de renuncias —de “bienes” o “valores”, hoy muy estimados— que<br />

prima facie se nos presentarán asimismo como difíciles o inaceptables.<br />

In<strong>te</strong>resa reflexionar sobre ellas. Pero no lo haremos ahora, porque es<strong>te</strong><br />

capítulo se dilataría en exceso. Dentro de poco les dedicaré sendos<br />

capítulos con especial a<strong>te</strong>nción.<br />

183<br />

Entretanto, por todo lo razonado en el capítulo presen<strong>te</strong> se puede<br />

razonablemen<strong>te</strong> creer que no es imposible a priori una sociedad gobernada<br />

sólo por la fuerza de la Razón en todo el planeta. En consecuencia,<br />

vayamos concretando cuál ha de ser el rostro de una tal sociedad.


XVII*<br />

Derecho de propiedad<br />

Hablando de la propiedad con propiedad ¿qué es propiedad? En<br />

transacciones habituales de convivencia solemos, unos a otros,<br />

otorgarnos “títulos de propiedad” o “bienes en propiedad”, a través (por<br />

ejemplo) de una actuación notarial, o median<strong>te</strong> una compraventa. Pero<br />

¿es verdadera propiedad eso que mutuamen<strong>te</strong> así nos otorgamos?<br />

Al paso de los años han ido cayendo uno tras otro nuestros dien<strong>te</strong>s y<br />

muelas. El odontólogo nos ha implantado una pró<strong>te</strong>sis completa. Si el<br />

“amigo de la mili”, al que no habíamos vuelto a ver desde entonces, en<br />

chunga o sin chunga nos dice “oye, observo que todavía conservas tus<br />

dien<strong>te</strong>s”, humilde y resignadamen<strong>te</strong> le con<strong>te</strong>staremos: “no, hijo: que no<br />

son míos”. Lo son en el sentido de que religiosamen<strong>te</strong> pagué sus<br />

honorarios al odontólogo. Pero la dentadura no es mía. Mía era la que<br />

perdí: ésta no, aunque lo certifique un señor notario.<br />

Hablando con propiedad, y pese a cualesquiera certificaciones notariales,<br />

yo no puedo ser propietario de una casa, de un coche, de un traje, ni<br />

siquiera de un cepillo de dien<strong>te</strong>s. Lo soy de mis brazos, de mi estómago,<br />

de mi páncreas,... pero no de los objetos ma<strong>te</strong>riales a los que pueda<br />

referirse el acta notarial. De éstos no puedo ser sino usufructuario —<br />

quizá mejor dicho, usuario—, nunca propietario. Referida a los<br />

mencionados objetos ma<strong>te</strong>riales, la propiedad no exis<strong>te</strong>.<br />

Hace algún tiempo se repetía mucho un eslogan inventado por los<br />

marxistas: “la propiedad es un robo”. No, no puede serlo, porque sólo es<br />

una en<strong>te</strong>lequia la propiedad, y las en<strong>te</strong>lequias no se pueden robar. Por<br />

supuesto, seguiremos hablando de propiedades y de propietarios. Pero va<br />

a ser mejor que los concibamos de otra manera.<br />

Puede servirnos una convencional definición casera del concepto<br />

“propietario”. Ser propietario un individuo consis<strong>te</strong>, simplemen<strong>te</strong>, en que<br />

ese individuo <strong>te</strong>nga licencia o libertad para manipular la naturaleza de los<br />

bienes ma<strong>te</strong>riales “de su propiedad” —la tierra de labor, la mina, la<br />

vivienda, la fábrica, el coche...—, usándolos, transformándolos,<br />

in<strong>te</strong>rcambiándolos, destruyéndolos, etc., de acuerdo con lo que le dic<strong>te</strong> su<br />

propio cri<strong>te</strong>rio. En caso de que hubiera de realizar alguno de tales actos<br />

necesariamen<strong>te</strong> con arreglo a cri<strong>te</strong>rios ajenos, eo ipso dejaría de ser<br />

propietario al respecto, y pasaría a <strong>te</strong>ner a lo sumo la condición de simple<br />

usuario.<br />

Entonces, vayamos al grano que a nosotros nos in<strong>te</strong>resa: la felicidad<br />

social. ¿Cómo alcanzaríamos la felicidad mayor posible de todos los<br />

habitan<strong>te</strong>s de la Tierra, incluidos, claro está, nosotros mismos? ¿Cómo<br />

sería colectivamen<strong>te</strong> más feliz el ser humano? ¿Organizando la vida<br />

184


social de modo que se re<strong>te</strong>ngan las dos figuras, la de “propietario” y la de<br />

“usuario”? ¿O de modo que toda persona sea simple “usuario”, y no haya<br />

en todo el planeta ningún “propietario” (<strong>te</strong>niendo en cuenta —claro<br />

está— que, habiendo propietarios, es muy difícil, imposible más bien,<br />

que la manipulación de los bienes o de la riqueza sea la más apropiada<br />

para que el mundo sea feliz, mientras que sí podría serlo no habiendo<br />

propietarios?<br />

La respuesta no admi<strong>te</strong> ni la sombra de una mínima duda: habiendo en la<br />

Tierra sólo usuarios, ningún propietario, y un organismo que decida por<br />

unanimidad cuál es la manipulación de riqueza más convenien<strong>te</strong> para el<br />

colectivo humano total, mayor será la felicidad que podamos alcanzar.<br />

Esto es tan eviden<strong>te</strong> que nos infunde la cer<strong>te</strong>za de que en un foro como el<br />

Forum <strong>Logos</strong> no podrá negarlo nadie.<br />

Acuérda<strong>te</strong>, lector, de que nadie en el Forum polemizará jamás<br />

discutiendo (al estilo tradicional) si alguien tiene derechos de propiedad,<br />

o no, sobre tales o cuales bienes. Para una sociedad racional no exis<strong>te</strong> el<br />

concepto “derecho” —ni de propiedad, ni otro— en el sentido que<br />

tradicionalmen<strong>te</strong> se le quiso dar. Si ha de imperar la razón en el mundo,<br />

si ha de liberarse és<strong>te</strong> de sus padecimientos, y si la manera de lograrlo ha<br />

de ser estudiada y discutida in<strong>te</strong>ligen<strong>te</strong>men<strong>te</strong>, en la discusión habrá que<br />

renunciar por sis<strong>te</strong>ma a ese (y a cualquier otro) noconcepto.<br />

Naturalmen<strong>te</strong>, la plasmación de una fórmula afortunada que nos deje<br />

expedita la vía hacia esa mayor felicidad posible “sin propietarios”<br />

dependerá de cómo se organice y se coordine la producción y<br />

manipulación y distribución de bienes ma<strong>te</strong>riales. Pero lo incuestionable<br />

es que, habiendo propietarios en el mundo, no podrá esa producción y<br />

manipulación y distribución ser la más idónea para que el resultado final<br />

sea la felicidad mayor posible de todos nuestros semejan<strong>te</strong>s.<br />

Pero Grullo podría firmar la razón de esa imposibilidad. Por ley natural<br />

el propietario debe producir, usar, manipular, in<strong>te</strong>rcambiar, etc., los<br />

bienes ma<strong>te</strong>riales, únicamen<strong>te</strong> en beneficio propio, únicamen<strong>te</strong> en aras de<br />

su propia felicidad (no porque el propietario sea “malo, insolidario,<br />

redomado egoísta, vil acaparador insaciable”, etc., sino, repito, porque<br />

esa es una ley biológica natural que él —como todo el mundo— tiene que<br />

obedecer). Y, aunque tuviera él in<strong>te</strong>ligencia bastan<strong>te</strong> para percibir que su<br />

propia felicidad será mayor si trabaja por la de sus congéneres, por sí<br />

solo no podría realizar ese trabajo con eficacia suficien<strong>te</strong>: para lograr el<br />

máximo bien común del que también él sería partícipe, <strong>te</strong>ndría que<br />

administrar o gestionar sus bienes, no con arreglo a su cri<strong>te</strong>rio particular,<br />

sino por acatamiento de las directrices del Forum <strong>Logos</strong>. En cuyo caso,<br />

por definición dejaría de ser propietario que hace y deshace según su<br />

cri<strong>te</strong>rio, y quedaría reducido a simple usuario.<br />

Demos, pues, de lado a los improperios que solemos lanzar contra el<br />

odioso “capitalismo salvaje” —no traerán los improperios la solución—,<br />

y veamos fríamen<strong>te</strong> cómo la exis<strong>te</strong>ncia de propietarios tiene incidencia<br />

185


negativa en la felicidad del género humano. Y cómo, si realmen<strong>te</strong> se<br />

quiere proporcionar al mundo felicidad —no cualquier felicidad, sino la<br />

mayor posible—, no podrá la sociedad racional en modo alguno reconocer<br />

ningún derecho de propiedad.<br />

No me refiero solamen<strong>te</strong> a la propiedad de los medios de producción.<br />

También a la de cualquier objeto que en la sociedad irracional<br />

considerábamos “propiedad nuestra” (por ejemplo, “mi” casa, “mi”<br />

coche, “mi” traje, “mi” cepillo de dien<strong>te</strong>s). La sociedad racional no puede<br />

reconocer derechos de propiedad de ningún objeto, por la sencilla razón<br />

de que ni siquiera exis<strong>te</strong> el concepto. “Derecho” no es más que una<br />

combinación de sie<strong>te</strong> letras que no tienen significación alguna para el<br />

in<strong>te</strong>lecto: esa sep<strong>te</strong>na de letras evoca sólo imágenes o sensaciones, no<br />

ideas.<br />

La palabra “derecho” no es más in<strong>te</strong>ligible que la palabra “heodrec”.<br />

Ahora bien, si queremos que el idioma re<strong>te</strong>nga el vocablo porque es útil,<br />

digamos que en logocracia puede reconocerse el derecho de usuario, el<br />

derecho de utilización —de “mi” casa, “mi” coche, “mi” traje, “mi”<br />

cepillo de dien<strong>te</strong>s, etcé<strong>te</strong>ra—, pero no el derecho de propiedad.<br />

Por esa misma lógica preceden<strong>te</strong>, la sociedad logocrática —así como no<br />

puede reconocer que yo soy el propietario de mi casa o de mi coche—<br />

tampoco puede reconocer que sea propietario de “sus” tierras o <strong>te</strong>rritorios<br />

un municipio, o un conjunto de municipios, o un Estado, o un conjunto de<br />

Estados. Podrán ellos a lo sumo ser usuarios —en otro capítulo veremos<br />

que... ¡ni eso!—, pero nunca propietarios.<br />

Otorgar o reconocer derechos de propiedad privada, como se hizo<br />

siempre, es nefasto para la sociedad. Pero, tratándose de la propiedad<br />

común o pública o colectiva es, o puede ser, más nefasto aún. Creímos<br />

que todo se había arreglado con la abolición de la propiedad privada en la<br />

Rusia de los zares. No se arregló. Dejaron de ser propietarios los<br />

individuos en general, pero algunas colectividades continuaron siéndolo.<br />

Y, sobre todo, continuó siendo propietario el Estado fren<strong>te</strong> a los otros<br />

Estados, también propietarios, exis<strong>te</strong>n<strong>te</strong>s en el planeta. Sólo puede ser<br />

beneficiosa para el género humano la abolición del derecho de propiedad<br />

cuando la abolición sea omnímoda y universal, cuando no haya nadie —ni<br />

individuos, ni grupos autónomos, ni Estados— con libertad o licencia<br />

para manipular los bienes, o darles un destino, con arreglo a cri<strong>te</strong>rios<br />

particulares. Ello es de sentido común, ya que la producción y la<br />

transformación y la distribución de la riqueza tiene que ser más<br />

beneficiosa, eviden<strong>te</strong>men<strong>te</strong>, si se decide por unanimidad universal.<br />

Todo esto es tan obvio, y tan esencialmen<strong>te</strong> relativo el concepto de<br />

“propiedad”, que incluso esta absurda sociedad nuestra, capitalista o<br />

“propietarista”, frecuen<strong>te</strong>men<strong>te</strong> se ve obligada a despojar al ciudadano de<br />

sus derechos de propiedad. Cada vez que ha de construirse un pantano, un<br />

ferrocarril, una autopista, una simple carre<strong>te</strong>ra vecinal, se tienen que<br />

decretar expropiaciones forzosas.<br />

186


Y todo un venerable jesuita español, pese a ser furibundo anticomunista,<br />

en plena efervescencia del movimiento pro-comunista español en los años<br />

treinta del pasado siglo razonaba de es<strong>te</strong> modo:<br />

187<br />

Si una pandemia nueva destruyese absolutamen<strong>te</strong> todo el trigo del<br />

mundo, excepto un solo grano, es<strong>te</strong> grano privilegiado valdría más<br />

que todas las fortunas juntas de la Tierra. El dueño de ese granito ya<br />

no podría ser en adelan<strong>te</strong> su dueño: la ley natural misma le despojaría<br />

con gloria de ese derecho. El granito único de trigo per<strong>te</strong>necería por<br />

estricta justicia “al género humano”.<br />

An<strong>te</strong>s hemos dicho que la exis<strong>te</strong>ncia de “propietarios” es nefasta para la<br />

convivencia social. Aunque no con carác<strong>te</strong>r propiamen<strong>te</strong> científico, se<br />

puede asegurar que todos los grandes males de la humanidad se deben —<br />

¡todos!—a la exis<strong>te</strong>ncia y el reconocimiento de eso que suele llamarse<br />

“derecho de propiedad”. Su abolición es absolutamen<strong>te</strong> necesaria, si la<br />

gen<strong>te</strong> ha de vivir en paz y alcanzar la felicidad mayor posible.<br />

Pero no in<strong>te</strong>n<strong>te</strong>mos lograr la abolición por los medios y razones que hasta<br />

ahora se han empleado o sugerido. Por ejemplo, de nada sirve que un<br />

Michel E. de Montaigne diga que<br />

no exis<strong>te</strong> lucro ni provecho a costa de otro, de modo que en buena<br />

cuenta habría que condenar toda clase de ganancias,<br />

porque nada resuelven las condenas y las imprecaciones y las denuncias<br />

de la insensibilidad o el egoísmo del capitalista.<br />

Tampoco in<strong>te</strong>n<strong>te</strong>mos lograrla median<strong>te</strong> la receta ejemplar que nos<br />

ex<strong>te</strong>ndió ese mismo venerable jesuita que acabo de citar. En su obra<br />

titulada Sugerencias —que en mi juventud me impactó por tantos y<br />

tantos motivos—, en medio de un ramille<strong>te</strong> de “sugerencias” brillan<strong>te</strong>s<br />

nos endilgó la siguien<strong>te</strong>, genial y poética y, sobre todo, ejemplar en boca<br />

de un sacerdo<strong>te</strong>:<br />

Si no hay e<strong>te</strong>rnidad, no puede haber propiedad; si no hay Dios, es un<br />

imbécil el pobre que no degüella al rico.<br />

Otro procedimiento consistiría en organizar alguna razia nocturna bien<br />

estudiada, asaltar el palacio de Yeka<strong>te</strong>rinburg, y fusilar a Nicolás II y sus<br />

familiares.<br />

Pero esos procedimientos no son los más in<strong>te</strong>ligen<strong>te</strong>s cuando el objetivo<br />

final propuesto es la felicidad mayor posible de todos (ergo, también de<br />

los propietarios, por egoístas que sean). La sociedad racional —si ha de<br />

ser en verdad racional—tiene que proceder a la abolición del derecho de<br />

propiedad por el medio que para el propietario resul<strong>te</strong> el menos doloroso<br />

posible. Y no parece que sean los menos dolorosos el degüello de ricos y<br />

el fusilamiento de zares.<br />

En breve averiguaremos cuál podría ser un medio poco o nada doloroso.<br />

Ahora nos conviene echar un vistazo a algunos hechos —aunque son


harto conocidos— demostrativos de que los propietarios no son los más<br />

indicados para aportar máxima felicidad a la especie homo. Es natural<br />

que así sea, pues el fin perseguido por ellos con la manipulación de sus<br />

propiedades no es la felicidad común, sino la propia felicidad privada.<br />

La mayoría de los de<strong>te</strong>ntadores del derecho de propiedad presta servicios<br />

valiosos que aportan felicidad a los mortales: uno les fabrica pan, otro<br />

les procura patata, és<strong>te</strong> les confecciona ropa, estotro les construye<br />

casas... De ahí no puede colegirse que los propietarios tienen el derecho<br />

de serlo. Ejercen una labor beneficiosa, pero no la ejercen por su<br />

condición específica de “propietario que decide según cri<strong>te</strong>rios propios”:<br />

la ejercerían igualmen<strong>te</strong> bien —rectifico: la ejercerían mejor—, si su<br />

labor obedeciera a cri<strong>te</strong>rios dictados por la Razón (por la opinión<br />

unánime del Forum <strong>Logos</strong>, por ejemplo). Al propietario, en cuanto tal,<br />

no in<strong>te</strong>resa la felicidad del mundo. Trae al mundo mayor o menor<br />

felicidad, pero se la trae sólo porque el traérsela es lo que también a él se<br />

la trae, no porque le in<strong>te</strong>rese la felicidad del mundo.<br />

Si ocurriera siempre —como a veces ocurre— que, perjudicando al<br />

prójimo, el propietario consigue mejor sus específicos objetivos, la<br />

inmensa mayoría de los propietarios perjudicaría al prójimo. Esta verdad<br />

está confirmada por una secular experiencia: gato por liebre, kilo de 950<br />

gramos, leche y vino aguados, yeso en vez de harina, etcé<strong>te</strong>ra (incluso<br />

provocando espantosas tragedias, como aquella memorable del acei<strong>te</strong> de<br />

colza). Aunque sólo sea por modo indirecto, lo cierto es que el hecho de<br />

ser propietario lleva, inheren<strong>te</strong>, la <strong>te</strong>ndencia a perjudicar al prójimo.<br />

Ese es el tipo de razones que hacen repudiable en sí la figura<br />

“propietario”. En cualquier momento puede dar lugar —y con frecuencia<br />

da lugar—, a que <strong>te</strong>ngan que lamentarse en la sociedad muchos y grandes<br />

padecimientos:<br />

188<br />

El Instituto Nacional de Salud (NIH) de Estados Unidos se en<strong>te</strong>ró sólo<br />

recien<strong>te</strong>men<strong>te</strong> de más de 600 casos adversos graves de los<br />

experimentos con <strong>te</strong>rapia genética, y después de la muer<strong>te</strong> de un<br />

pacien<strong>te</strong>, según el diario “The Washington Post”.<br />

Un juez ha ordenado el desahucio de un caserío de Zaldibar porque<br />

uno de los habitan<strong>te</strong>s del mismo contrajo deudas a las que no pudo<br />

hacer fren<strong>te</strong>, y el acreedor se ha hecho con el inmueble. Resulta de<br />

una crueldad eviden<strong>te</strong> dejar en la calle a toda una familia, compuesta<br />

por el deudor, su mujer, hijos y suegros (éstos de avanzada edad)<br />

para saldar una deuda.<br />

Una investigación fundamental que podía haber de<strong>te</strong>rminado la<br />

relación entre el tabaco y el cáncer de pulmón, realizada en los años<br />

70, fue ocultada y comprada por las tabaqueras.<br />

Cierran 16 granjas de cerdos en Austria, por utilizar ilegalmen<strong>te</strong><br />

hormonas. Sospechan que al menos 65 explotaciones podrían estar<br />

involucradas en el escándalo.<br />

El Protocolo de Kyoto, un acuerdo mundial para limitar la emisión de<br />

CO2 y otros gases causan<strong>te</strong>s del “efecto invernadero” sigue siendo<br />

papel mojado.<br />

Las técnicas de pesca de arrastre con ar<strong>te</strong>s pelágicas amenazan con<br />

destruir los caladeros, ex<strong>te</strong>rminar especies, dejar sin merluza o sin<br />

anchoa a nuestros descendien<strong>te</strong>s... No importa. El propietario de las ar<strong>te</strong>s


pelágicas negará la exis<strong>te</strong>ncia de tales amenazas, y por su par<strong>te</strong> seguirá<br />

sobreexplotando los caladeros.<br />

Es penoso, ruinoso para la conservación de la naturaleza, cazar ballenas<br />

minke en el Antártico, en una zona considerada “santuario ecológico”.<br />

No importa. El propietario in<strong>te</strong>resado en la caza —sea persona física, sea<br />

multinacional, sea Estado soberano— inventará cualquier excusa, y<br />

seguirá cazando:<br />

189<br />

Japón continuará capturando ballenas en el Antártico, y rechaza las<br />

críticas que recibe de otros países por no observar la moratoria en la<br />

caza de estos cetáceos. La cancillería japonesa volvió a utilizar el<br />

argumento del derecho a la caza de ballenas con motivos<br />

supuestamen<strong>te</strong> científicos.<br />

El ministro de Asuntos Ex<strong>te</strong>riores de Japón dijo que su país considera<br />

de derecho propio su Programa Experimental de Pesca con fines<br />

científicos... Según el canciller de Nueva Zelanda, con las modernas<br />

técnicas que exis<strong>te</strong>n, toda la información científica necesaria sobre<br />

las ballenas se puede ob<strong>te</strong>ner por medios no letales.<br />

Desde 1987, los balleneros japoneses capturan unas 400 ballenas al<br />

año en aguas in<strong>te</strong>rnacionales del océano Antártico. Varios países<br />

consideran que ese programa japonés mantiene de modo encubierto la<br />

caza de ballenas con fines comerciales.<br />

De tiempo en tiempo se vier<strong>te</strong>n sensatas insinuaciones (aunque tímidas)<br />

acerca del derecho de propiedad qua derecho cuestionable:<br />

Los países más pobres en desarrollo son cada vez más pobres en<br />

calidad de vida, todo lo contrario de lo que ocurre en los ricos. [...]<br />

Por todo ello, conceptos como el de la redistribución de la riqueza, a<br />

veces dejados a un lado por ser tachados de utópicos o irrealizables,<br />

han de ser tomados en serio,...<br />

Lástima que esta cita acabe con un grave error en el que todos los<br />

comentaristas parecen coincidir:<br />

El problema es que para ello son los países ricos los que tienen<br />

(<strong>te</strong>nemos) que aportar el capital para que estas mejoras sean realidad.<br />

No, esa no es la solución. Las aportaciones de los países ricos, a lo sumo,<br />

aliviarán la angustiosa situación actual. No la resolverán. Mientras haya<br />

en la Tierra países propietarios, la Tierra seguirá sufriendo. El Africa<br />

austral, en febrero y marzo del año 2000, sufrió una gigan<strong>te</strong>sca<br />

inundación que alcanzó ex<strong>te</strong>nsísimas zonas, y duró semanas. Poblaciones<br />

de 130.000 habitan<strong>te</strong>s anegadas por completo. Decenas de miles de<br />

personas encaramadas a los árboles y a los <strong>te</strong>jados, aguantando hasta la<br />

ex<strong>te</strong>nuación en espera del auxilio que no llega. Innumerables ahogados.<br />

Equipos de resca<strong>te</strong> que sólo disponen de nueve helicóp<strong>te</strong>ros, cuando<br />

hacen falta doscientos. Angustiosas peticiones de ayuda in<strong>te</strong>rnacional que<br />

tarda semanas y semanas en llegar...<br />

Hace poco hemos dicho que la abolición del derecho de propiedad es<br />

absolutamen<strong>te</strong> necesaria, si la gen<strong>te</strong> ha de gozar en paz la felicidad<br />

mayor posible. Y que el problema consis<strong>te</strong> en cómo proceder a su<br />

abolición haciendo a los actuales propietarios el menor daño posible. Hay


que resolver el problema, si en verdad la abolición es absolutamen<strong>te</strong><br />

necesaria. Vamos a ver cómo lo haría <strong>Logos</strong>.<br />

Para asimilar con más facilidad lo que se va a razonar ahora, no fuera<br />

malo dar por supuesto, en primer lugar, que el régimen de logocracia ya<br />

se ha instaurado en el mundo con su esencial carac<strong>te</strong>rística: la de que se<br />

adop<strong>te</strong>n las decisiones, no porque las haya querido nuestra voluntad<br />

mayoritaria, sino porque las consideró convenien<strong>te</strong>s nuestra in<strong>te</strong>ligencia<br />

unánime (en el correcto uso de la razón).<br />

Tampoco fuera malo dar por supuesto, en segundo lugar, que hoy mismo<br />

—por decisión unánime (ya que nada se decide en logocracia, si no hay<br />

unanimidad)— se ha procedido a la abolición del derecho de propiedad en<br />

todo el mundo. La abolición, pues, ya es un hecho.<br />

Es un hecho. Pero de momento lo es únicamen<strong>te</strong> de iure, y no de facto. El<br />

sentido común obliga a que todo continúe de facto como estaba an<strong>te</strong>s de<br />

la abolición, hasta que la “autoridad compe<strong>te</strong>n<strong>te</strong>” —es decir la Razón, el<br />

Forum <strong>Logos</strong>— haya decidido qué modificaciones en concreto se puede<br />

empezar a introducir en el statu quo actual. Tales modificaciones quedan<br />

automáticamen<strong>te</strong> convertidas en órdenes e instrucciones que reciben y/o<br />

retransmi<strong>te</strong>n los ex-propietarios afectados.<br />

Conviene, por último, dar también por supuesto que las modificaciones<br />

—del statu quo— postuladas por nosotros en es<strong>te</strong> capítulo son<br />

precisamen<strong>te</strong> las que irá introduciendo a partir de hoy la autoridad<br />

compe<strong>te</strong>n<strong>te</strong>. Por ejemplo, una vez que el Forum haya estudiado bien y<br />

puesto en marcha el organigrama universal, ya no habrá ningún<br />

propietario en el mundo, ni de iure, ni de facto.<br />

Apoyados en el triple supuesto, vamos a abrir otro capítulo para dibujar<br />

el perfil —o dar una esquemática descripción— de las carac<strong>te</strong>rísticas que<br />

debe <strong>te</strong>ner el sis<strong>te</strong>ma económico en régimen de logocracia. Así<br />

comprenderemos cuál puede ser el procedimiento adecuado para despojar<br />

a todo el mundo de sus derechos de propiedad.<br />

Es fácil comprender que la expropiación de iure con aplazamiento de la<br />

expropiación de facto permi<strong>te</strong> dar a la economía planetaria un vuelco<br />

total, sin riesgos ni traumas de ninguna especie, man<strong>te</strong>niéndose en vigor<br />

simultáneamen<strong>te</strong> ambas economías —capitalista y racionalista— con toda<br />

la calma y gradación y lentitud que se quiera dar al proceso.<br />

190


XVIII*<br />

Economía<br />

Tengo dos maneras de concebir la economía. Una, la economía<br />

capitalista, que es bien conocida. Otra, la que podría llamarse “economía<br />

racionalista” o “logocrática”. Tras haberse instaurado en el mundo el<br />

sis<strong>te</strong>ma “logocracia” (que se carac<strong>te</strong>riza porque se toman todas las<br />

decisiones por unanimidad universal), y tras la abolición del derecho de<br />

propiedad en todas sus formas, la economía adquiere una nueva<br />

dimensión, totalmen<strong>te</strong> ajena a la economía capitalista. No habiendo en el<br />

planeta ningún propietario —ni personas, ni grupos, ni pueblos, ni<br />

naciones, ni Estados—, la riqueza 57 ya ob<strong>te</strong>nida “está ahí”, disponible<br />

para su equitativo disfru<strong>te</strong>. No tiene dueño. Todo se reduce, por tanto, a<br />

estudiar cómo, dónde y cuándo ponerla a disposición de la gen<strong>te</strong>: mero<br />

problema técnico, fácilmen<strong>te</strong> soluble en ese régimen.<br />

Por eso mismo, nada impide que la riqueza a ob<strong>te</strong>ner se produzca en<br />

condiciones óptimas para la felicidad general, meta imposible de alcanzar<br />

en régimen de economía capitalista. Fácilmen<strong>te</strong> se comprenderá el porqué<br />

de aquella posibilidad y el de esta imposibilidad, si se piensa que en<br />

régimen de economía capitalista hay que producir siempre lo que quiere<br />

cada propietario, en tanto que la economía racionalista produce siempre<br />

lo que unánimemen<strong>te</strong> la comunidad opina que debe producirse.<br />

Gracias a la disponibilidad fácil de la riqueza, resulta sencilla su racional<br />

distribución (eso que en la sociedad actual se llamaría una “justa<br />

distribución” de la riqueza). El único problema que para ello hay que<br />

resolver es de orden lógico y técnico: ¿dónde y cómo debe distribuirse la<br />

riqueza, si la finalidad que se persigue es el mayor posible bien común?<br />

Problema cuya solución compe<strong>te</strong> al Forum <strong>Logos</strong>.<br />

Imaginemos que somos el Forum, y que ya hemos hallado la solución.<br />

Podemos entonces empezar por la indemnización que se debe a los<br />

propietarios a los que se despojó de sus títulos de propiedad.<br />

191<br />

Con frecuencia en el régimen capitalista ocurre que las indemnizaciones<br />

no satisfacen a los expropiados, principalmen<strong>te</strong> porque una compensación<br />

realmen<strong>te</strong> satisfactoria sería demasiado gravosa para el sis<strong>te</strong>ma<br />

económico vigen<strong>te</strong>, cuya finalidad esencial es el beneficio, la ganancia. 58<br />

En economía racionalista no puede haber inconvenien<strong>te</strong>s de esa índole.<br />

Por tanto, se puede y se debe compensar generosamen<strong>te</strong> el sacrificio<br />

57 La economía capitalista denomina "riqueza" a cualquier cosa que "genere facturación". Es un<br />

eufemismo que convier<strong>te</strong> números en riqueza. Las más mortíferas armas ¡constituyen riqueza!, puesto que<br />

acrecientan el PIB. Otra debe ser la riqueza para una sociedad en verdad racional.<br />

58 “El capital necesita crecer, acumular y expandirse, ya que de lo contrario se estanca y muere” (Iñaki Gil<br />

de San Vicen<strong>te</strong>). La economía racionalista no necesita crecer ni acumular ni expandirse. Su única misión y<br />

su objetivo único es mover cerebros y brazos en forma de que produzcan lo que se haya decidido en el<br />

Forum.


impuesto por la expropiación, a fin de que los propietarios no resul<strong>te</strong>n de<br />

ninguna manera perjudicados por la pérdida de sus derechos.<br />

Como mínimo deben ob<strong>te</strong>ner, de por vida, todos los mismos beneficios<br />

que estaban ob<strong>te</strong>niendo cuando fueron desposeídos. Deben percibirlos<br />

incluso en los casos en que el arrebatado título de propiedad hubiera<br />

estado proporcionándoles beneficios “ilegales”, “fraudulentos”,<br />

“inmorales”... Hemos llegado a esa conclusión por unanimidad, gracias a<br />

que nuestros deba<strong>te</strong>s en el Forum no dan cobijo a ningún argumento de<br />

filosofía, de moral, de religión, de justicia, etc., que es donde no suele<br />

(ni puede) haber unanimidad. Por eso no reconocemos la exis<strong>te</strong>ncia de<br />

beneficios ob<strong>te</strong>nidos inmoral o ilegalmen<strong>te</strong>. En el Forum se discu<strong>te</strong> sólo<br />

el procedimiento para ob<strong>te</strong>ner la mayor posible felicidad de todos los<br />

habitan<strong>te</strong>s de la Tierra (sin preguntar cómo fueron adquiridos los<br />

beneficios).<br />

En cuanto a distribución de riqueza entre los ciudadanos en general, el<br />

problema consis<strong>te</strong> en de<strong>te</strong>rminar en qué medida y en qué circunstancias<br />

debe acceder cada uno de ellos a la riqueza. En la economía capitalista se<br />

les distribuye ésta en función de las muy diversas “voluntades de<br />

propietario”. En la racionalista, gracias a que no exis<strong>te</strong> la figura<br />

“propietario”, cabe distribuírsela conforme a la Razón, de acuerdo con<br />

las condiciones impuestas para su adquisición y disfru<strong>te</strong>, buscando<br />

siempre el máximo posible beneficio de todos los habitan<strong>te</strong>s de la Tierra.<br />

Pero an<strong>te</strong>s de plan<strong>te</strong>arnos el problema de la distribución de riqueza, nos<br />

conviene estudiar el de la producción.<br />

En la economía racionalista se produce —cuanta riqueza o cuantos bienes<br />

convenga producir— sin que sea necesario hacer “inversiones”. No<br />

habiendo propietarios, el capital está de sobra: sólo se requiere trabajo<br />

mental —in<strong>te</strong>ligencia creadora/rectora de los procesos técnicos de<br />

producción— y trabajo físico. Es necesaria, eso sí, una fuerza motriz que<br />

ponga en movimiento los cerebros y los músculos que han de realizar el<br />

trabajo.<br />

A esa fuerza motriz podemos llamar “dinero”, aunque por su naturaleza<br />

sea un “dinero” sustancialmen<strong>te</strong> distinto del que circula hoy en la<br />

sociedad capitalista. El “dinero” en logocracia no es un bien ma<strong>te</strong>rial,<br />

como (v.gr.) el bronce o el oro de nuestras economías. En manos del<br />

individuo, es tan sólo un simple documento, una especie de “carta<br />

credencial” que presenta como prueba de que prestó algún servicio a la<br />

comunidad. Y, en manos de la comunidad, es también un simple<br />

documento, una especie de “pagaré” (garantía de que la comunidad ha de<br />

prestar al individuo, como compensación, algún servicio).<br />

Por consiguien<strong>te</strong>, el dinero en logocracia puede ser adquirido únicamen<strong>te</strong><br />

a cambio de una prestación de servicio a la comunidad. Lo cual es lógico,<br />

si se considera que todo cuanto hace la sociedad racional debe estar<br />

enderezado a la consecución del bien común o felicidad general mayor<br />

posible. Otorgar a los ciudadanos dinero o bienes de consumo a cambio<br />

192


de su participación en rifas, lo<strong>te</strong>rías, apuestas, juegos de azar, concursos<br />

de <strong>te</strong>levisión, concursos de belleza, etc., es irracional. Especialmen<strong>te</strong><br />

irracional cuando se estimula o propicia la ludopatía, hontanar de<br />

tragedias sin cuento. Y más especialmen<strong>te</strong> irracional cuando es la propia<br />

Autoridad quien promueve todo ello activa y celosamen<strong>te</strong>. El año 2000 en<br />

el Estado español se jugaron, en diversos “juegos”, cerca de veintiséis<br />

mil millones de euros.<br />

Por sí solo el individuo no puede producir todos los bienes que desea<br />

disfrutar: para disfrutarlos, necesita que al menos en par<strong>te</strong> los produzca<br />

“otro”. Pero es<strong>te</strong> “otro” es también individuo que por sí solo no puede<br />

producir todos los bienes que desea disfrutar, y que a su vez necesita que<br />

otro “otro” los produzca en par<strong>te</strong>. Dicho esquemáticamen<strong>te</strong>: el individuo<br />

a necesita productos del b, el b necesita los del c, y el c necesita los del<br />

a. El agricultor proporciona trigo al panadero, el panadero proporciona<br />

pan al avicultor, el avicultor proporciona pollos al pescador, el pescador<br />

proporciona peces al agricultor, y así, sucesivamen<strong>te</strong>. Es un “círculo<br />

vicioso” gratifican<strong>te</strong>, de signo positivo: digamos que es un “círculo<br />

virtuoso”.<br />

Con objeto de que resul<strong>te</strong> cómodo para el individuo adquirir la riqueza,<br />

es decir los distintos bienes o servicios, la sociedad —a través de un<br />

específico organismo, que podría ser una especie de Banco Unico<br />

Planetario (BUP)— abre a nombre de cada productor una cuenta bancaria<br />

electrónica. Esa cuenta bancaria es el único dinero exis<strong>te</strong>n<strong>te</strong> en la<br />

economía logocrática. No tiene valor ma<strong>te</strong>rial. Su cuantía aritmética no<br />

es más que la expresión del valor que da la sociedad a los bienes o<br />

servicios que el titular le ha prestado. Cuando, a la recíproca, recibe el<br />

titular bienes o servicios prestados a la sociedad por otros productores, el<br />

Banco le deduce de su cuenta el valor que da la sociedad a dichos bienes<br />

o servicios. La única función del Banco Unico Planetario consis<strong>te</strong> en<br />

canalizar el dinero de los ciudadanos: abonárselo en cuanto que han sido<br />

productores (de alguna riqueza o servicio), y deducírselo en cuanto que<br />

han sido beneficiarios.<br />

Por consiguien<strong>te</strong>, el dinero no es un pago al productor —ni un cobro al<br />

consumidor o beneficiario— en razón de que “es justo” pagar a aquél y<br />

cobrar a és<strong>te</strong> (en logocracia no in<strong>te</strong>resa la “justicia”, porque no se sabe<br />

qué es “justicia”). No se trata de entregar al productor Pedro algo que<br />

podrá después el consumidor Pedro cambiar por otro algo de valor<br />

equivalen<strong>te</strong>, “para que se haga justicia”. El valor del dinero abonado al<br />

productor nada tiene que ver con el valor de lo producido por él. Ni el<br />

valor del dinero descontado al consumidor tiene que ver nada con el valor<br />

del producto que se le ha entregado. Por eso mismo, tampoco el dinero<br />

(salario) entregado al productor tiene por qué ser proporcional, v.gr., al<br />

esfuerzo realizado por el productor. Ni el precio de los artículos<br />

proporcional a su costo. Nada tiene que ver una cosa con la otra.<br />

La comunidad entrega dinero al productor, porque sólo así el productor<br />

querrá prestar servicio a la comunidad. Y descuenta dinero al<br />

193


consumidor, exactamen<strong>te</strong> por la misma razón: porque sólo así querrá<br />

luego és<strong>te</strong> reponer su saldo, y volver a prestar servicio a la comunidad.<br />

Como queda dicho, pues, el dinero que se entrega al productor no es un<br />

“justo pago” de su trabajo, sino simple estímulo que, estadísticamen<strong>te</strong>,<br />

lleva a los trabajadores a desempeñar las actividades que más han de<br />

contribuir a la felicidad general. Se les da un dinero cuyo valor<br />

cuantitativo, muy variable, depende de varios factores. Voy a señalar<br />

algunos.<br />

194<br />

1º) La naturaleza íntima de un trabajo dado. Si un trabajo x, de necesaria<br />

realización para el bien común o felicidad general, es per se insano, penoso,<br />

peligroso, debe <strong>te</strong>ner alta remuneración. Tanto más alta cuanto más<br />

acentuados estén esos aspectos negativos. Y remuneración baja, si el trabajo<br />

es per se fácil, cómodo, agradable. Debe ser así, no sólo para compensación<br />

eudemonística en el plan general de felicidad mayor posible de todos.<br />

También para reclutar voluntarios que realicen el trabajo ingrato: si no hay<br />

compensación suficien<strong>te</strong>, no habrá voluntarios. El peón de albañil que<br />

arriesga su vida en la construcción de un rascacielos, el minero sepultado en<br />

vida (nunca mejor dicho), el can<strong>te</strong>ro que va a contraer una silicosis, deben<br />

ganar mucho más que el arqui<strong>te</strong>cto, mucho más que el ingeniero, mucho más<br />

que el ministro. Tiene que ser así, porque sólo así puede alcanzarse el fin<br />

último, que es la mayor posible felicidad general.<br />

2º) La importancia social esencial de un trabajo dado. Si sólo sirve el trabajo<br />

x para dar placer, cae<strong>te</strong>ris paribus debe remunerarse poco o nada. Y<br />

remunerarse mucho el que sirve para quitar dolor: tanto más cuanto mayor<br />

sea el dolor que se qui<strong>te</strong> con él. Cae<strong>te</strong>ris paribus, el buen futbolista, el buen<br />

actor de cine, el buen pintor o escultor, el buen poeta o novelista, deben<br />

ganar poco o nada. Mientras que deben ganar mucho —tanto más cuanto más<br />

perfectamen<strong>te</strong> realicen su trabajo— el buen médico, el buen enfermero, el<br />

buen educador, el buen científico, el buen inventor... Así tiene que ser,<br />

porque así habrá en el mundo menos dolor (que es lo importan<strong>te</strong> y lo<br />

esencial), ya que la gen<strong>te</strong> elegirá trabajar en aquello que le proporcionará<br />

mayores beneficios o ganancias, con lo que aumentará el número de personas<br />

y bienes y servicios que suprimen dolor.<br />

3º) La importancia social esencial de un producto dado (es<strong>te</strong> factor es válido<br />

sólo en la fase inaugural del sis<strong>te</strong>ma, cuando los propietarios, aunque no de<br />

iure, lo son todavía de facto). Si sólo sirve el producto x para dar placer,<br />

debe pagarse poco o nada. Por el contrario, se debe pagar bien el producto<br />

que sirve para quitar dolor. Si Pedro agricultor cultiva marihuana en “sus”<br />

tierras, o se le paga poco o no se le paga nada. Se le paga mucho, si dedica<br />

“sus” tierras al cultivo solicitado por la Razón (a través del Forum <strong>Logos</strong>).<br />

An<strong>te</strong>riormen<strong>te</strong> hemos dicho que en logocracia puede adquirirse riqueza o<br />

dinero tan sólo a cambio de la prestación de servicios a la comunidad. En<br />

efecto, carecen de sentido —y en definitiva, por consiguien<strong>te</strong>, son directa<br />

o indirecta causa de infelicidad social mayor o menor— las mil y una<br />

maneras de ganar dinero o riqueza que ha <strong>te</strong>nido siempre la ciudadanía en<br />

sociedades irracionales. Y eso porque, aun en el caso más favorable, tales<br />

maneras de ganar no promueven acciones conducen<strong>te</strong>s a la felicidad (que<br />

otras maneras promoverían). He aquí algunos ejemplos:<br />

Es insensato, y causa de infelicidad social, que una persona incremen<strong>te</strong><br />

su dinero por haberlo depositado en un banco, o por haber suscrito<br />

acciones. Ilógico e insensato el hecho de que reciba regalos o dinero por<br />

haber participado en sor<strong>te</strong>os, en concursos de radio y de <strong>te</strong>levisión, en<br />

concursos de belleza, en apuestas deportivas (aunque sean benéficas, y<br />

por mucho que lo sean), o por haber jugado a la ruleta, o en máquinas<br />

tragaperras. Ilógico e insensato que se enriquezca porque juega bien al


golf, o al fútbol, o al <strong>te</strong>nis... Ilógico e insensato que adquiera bienes o<br />

dinero porque alguien se los ha dado (en forma de regalos, por ejemplo, o<br />

en herencia, o en forma de créditos o préstamos)... Por supuesto, es<br />

insensato, y causa de infelicidad social, el hecho de que la gen<strong>te</strong> gane<br />

dinero por haber fabricado o vendido armamento bélico, por haber<br />

cometido estafa o robo, por haber aceptado un soborno, por haber<br />

vendido ciertas drogas....<br />

Todo ello carece de sentido en logocracia, porque el dinero, por su misma<br />

esencia, y tras la abolición de los derechos de propiedad, sólo es un valor<br />

puramen<strong>te</strong> aritmético, un cierto número de bits informáticos, acreditativo<br />

de servicios prestados a la comunidad, o de bienes producidos para la<br />

comunidad . Resulta de ahí que sería irracional, en efecto, y hasta<br />

contradictorio, que alguien percibiera dinero por los medios que se han<br />

señalado en el párrafo preceden<strong>te</strong>.<br />

Como consecuencia de que no hay en el mundo ningún propietario, el<br />

“gobierno logócrata” —es decir la Razón del unánime Forum <strong>Logos</strong>—<br />

queda con las manos libres para dar y quitar dinero ad líbitum. De ese<br />

modo la economía puede selectivamen<strong>te</strong> ob<strong>te</strong>ner o producir todo (y sólo)<br />

aquello que sea necesario para la máxima felicidad posible de los<br />

ciudadanos. Además, puede producirlo —contrariamen<strong>te</strong> a lo que sucede<br />

en la economía capitalista— sin la “presión in<strong>te</strong>rna” que obliga a ésta a<br />

producir para no sucumbir, ya que debe crecer continua y<br />

necesariamen<strong>te</strong>. En sociedad racional no tiene la economía necesidad<br />

alguna de crecer: crecerá sólo cuando (y cuanto) quiera el Forum.<br />

La sociedad capitalista o “propietarista” nunca se propone explícitamen<strong>te</strong><br />

contribuir con sus productos a la felicidad mayor posible de la sociedad<br />

planetaria ín<strong>te</strong>gra: aquí el propietario —individuo, consorcio,<br />

multinacional, Estado...— produce lo que estima que será para él<br />

beneficioso. En la economía logocrática es innecesario (incluso<br />

imposible) ese modo de producción, porque en logocracia no hay<br />

propietarios. Entonces el único propósito en los “marketing” de la<br />

economía logocrática es el de producir aquello que la Razón prescriba<br />

como convenien<strong>te</strong> para la comunidad. El Forum tiene que estudiar, por<br />

tanto, y únicamen<strong>te</strong>, qué producción será beneficiosa para todos: qué<br />

producción traerá al mundo la felicidad mayor posible.<br />

Para esto es imprescindible distinguir entre lo necesario y lo superfluo (o<br />

lo nocivo). Medidos —entiéndase bien esto— objetivamen<strong>te</strong>, y no por<br />

subjetivas apreciaciones de tales o cuales individuos o grupos aislados.<br />

En régimen de logocracia no se puede reconocer como necesario para la<br />

felicidad lo que constituye subjetiva necesidad creada por cada quisque a<br />

causa de su particular manera de pensar o de sentir o de valorar la vida.<br />

A esta clase de necesidad llamaremos necesidad subjetiva o adventicia.<br />

Que algunas personas —incluso muchas personas— digan “yo, para ser<br />

feliz, necesito fumar habanos y beber güisqui” no demuestra que, para ser<br />

feliz en esta vida, es necesario fumar habanos y beber güisqui (puesto<br />

195


que hay personas que, sin fumar habanos y sin beber güisqui, son<br />

felices). Que algunas mujeres —incluso numerosísimas mujeres— digan<br />

“yo, para ser feliz, necesito que me hagan la cirugía estética en los<br />

pechos, que los <strong>te</strong>ngo algo caídos” no demuestra que, para ser feliz en<br />

esta vida, es necesario hacerse la cirugía estética en los pechos algo<br />

caídos (puesto que se puede ser feliz con los pechos algo caídos). La<br />

exis<strong>te</strong>ncia de semejan<strong>te</strong>s necesidades adventicias tampoco demuestra, por<br />

tanto, que la economía logocrática esté obligada a producir habanos y<br />

güisqui y cirujía de pechos caídos. La economía logocrática está obligada<br />

a producir tan sólo aquello que es propiamen<strong>te</strong> necesario, no lo superfluo<br />

(ni lo nocivo, por supuesto).<br />

En concretos casos y cincunstancias especiales producirá lo superfluo,<br />

tan sólo por la razón siguien<strong>te</strong>. Mientras existan de hecho en el mundo<br />

ciudadanos que no quieren privarse de lo superfluo —imaginemos, v.gr.,<br />

a quien subjetivamen<strong>te</strong> necesita beber en las comidas vino—, la<br />

economía se lo produce y se lo da, pero a un precio muy elevado. Con<br />

ello se consigue que los ciudadanos disfrutadores de lo superfluo hayan<br />

prestado a la comunidad, en forma de “artículo necesario”, algún servicio<br />

de gran valor (directamen<strong>te</strong> proporcional al precio pagado).<br />

Contrapondremos a las necesidades adventicias o subjetivas del individuo<br />

las necesidades objetivas y universales de la especie. Adviértase, no<br />

obstan<strong>te</strong>, que por excepción puede una subjetiva o adventicia necesidad<br />

convertirse de facto, con el paso del tiempo, en objetiva necesidad, a<br />

causa (p.ej.) de que la especie degeneró y perdió algunas virtudes o<br />

facultades. Tal podría haber sido la necesidad actual de vestir una ropa<br />

de abrigo en de<strong>te</strong>rminadas circunstancias, porque perdimos la capa de<br />

vello que portaban en todo el cuerpo nuestros primeros padres.<br />

Desde el punto de vista de la economía logocrática, necesario es<br />

únicamen<strong>te</strong> aquello cuya falta o carencia implique —para cualquier<br />

miembro de la comunidad— perder garantía total de poder ser feliz. Por<br />

ejemplo, nadie <strong>te</strong>ndrá total garantía de poder ser feliz, si no se alimenta<br />

racionalmen<strong>te</strong> (es decir siguiendo pautas o normas trazadas por la<br />

ciencia): luego una alimentación racional es necesaria. Dicho de otro<br />

modo: necesario será todo aquello cuya falta o carencia deba o pueda per<br />

se, tarde o <strong>te</strong>mprano, causar dolor físico a quienquiera.<br />

Con arreglo a la definición que acabamos de dar, los “artículos” —bienes<br />

y servicios—que debe producir la economía logocrática no pueden ser<br />

muchos, <strong>te</strong>niendo en cuenta que en <strong>te</strong>oría (o en principio) a una sociedad<br />

racional no le importa carecer de lo superfluo, es decir de aquellos<br />

artículos que sólo sirven para dar placer-vicio, ya que el placer natural o<br />

espontáneo —según se explicó en otro capítulo— de una manera u otra ha<br />

de llegar por sí solo, indefectiblemen<strong>te</strong>, en las horas en las que no se<br />

<strong>te</strong>nga ningún dolor. Esos “artículos” de obligada producción, por ser<br />

necesarios para la felicidad, serían: alimento, vivienda, vestido,<br />

educación in<strong>te</strong>gral, asis<strong>te</strong>ncia médica, seguridad medioambiental,... y<br />

poco más.<br />

196


Naturalmen<strong>te</strong>, los tales “artículos” deben estar siempre disponibles para<br />

toda persona que de ellos careciere y, por una razón u otra, no pudiera<br />

pagarlos. Deben estar, pues, incondicionalmen<strong>te</strong> disponibles —gratis,<br />

por tanto —, si es verdad que la sociedad logocrática fue concebida y<br />

estructurada para que sus componen<strong>te</strong>s todos alcancen felicidad máxima.<br />

Pero, naturalmen<strong>te</strong> también, por la razón apuntada en el párrafo an<strong>te</strong>rior,<br />

esos “artículos” de primera necesidad no deben llevar consigo nada<br />

superfluo.<br />

La vivienda gratuita, por ejemplo, no debe ser aposento diseñado para<br />

que su ocupan<strong>te</strong> ob<strong>te</strong>nga ningún placer: ni el placer de la comida —ya<br />

dispone de ella en el refectorio público—, ni el placer de solazarse con<br />

las amistades (ya dispone de locales públicos ad hoc), ni el placer de leer<br />

novelas o ver películas... Debe ser aposento concebido con la única<br />

in<strong>te</strong>nción de que, por su estructura y su emplazamiento, el ocupan<strong>te</strong> de la<br />

vivienda no sufra dolor (por ataques o agresiones de personas o animales,<br />

por causa de inundaciones o <strong>te</strong>rremotos, por inclemencias del tiempo,<br />

etcé<strong>te</strong>ra).<br />

Por tanto, la gratuita vivienda considerada necesaria —que debe ser en<br />

realidad una especie de vivienda-cubículo, de vivienda-cobijo, de<br />

vivienda-guarida— no debe <strong>te</strong>ner living room. Ni <strong>te</strong>levisor. Ni <strong>te</strong>léfono.<br />

Ni libros que no sean educativos. Ni cocina. Ni despensa. Ni más de una<br />

cama. Ni más de una silla. Es decir nada que no considere necesario la<br />

Razón para el inquilino. Se crean viviendas gratuitas con el único fin de<br />

evitar que haya en todo el planeta ni una sola de las innumerables<br />

personas que en la irracional sociedad actual están obligadas a vivir “sin<br />

<strong>te</strong>cho”, en vivienda insalubre, en vivienda que amenaza ruina, en<br />

vivienda peligrosamen<strong>te</strong> emplazada, etcé<strong>te</strong>ra.<br />

Si se quiere otro ejemplo, pensemos en la alimentación. Una par<strong>te</strong> de<br />

nuestro mundo actual —aquella que está sumida en la pobreza extrema—<br />

no puede alimentarse racionalmen<strong>te</strong>. Es imposible que acaezca tal cosa<br />

en la sociedad logocrática. Allí debe proporcionarse gratis, a quienquiera<br />

que lo necesi<strong>te</strong> y no pueda pagarlo, todo el alimento que la ciencia<br />

médica le prescriba como necesario para su salud. Un compe<strong>te</strong>n<strong>te</strong> equipo<br />

de médicos debe ex<strong>te</strong>nder la receta correspondien<strong>te</strong> a la persona<br />

necesitada. En un refectorio ad hoc debe servírsele el alimento<br />

seleccionado, preparado y dosificado siguiendo instrucciones dictadas<br />

por la ciencia médica.<br />

En cambio, no debe suministrásele nada superfluo: sólo debe comer lo<br />

que se le sirva, a la hora y en el lugar que se le indique. Si la ciencia<br />

médica ha dictaminado que no le es necesario el alcohol, ni la carne, ni el<br />

azúcar, ni el café,... y que tampoco le es necesario ingerir los alimentos<br />

en cantidades mayores que la prescrita, su menú “sanitario” jamás debe<br />

incluir ni una gota de alcohol, ni un gramo de carne, ni una pizca de<br />

azúcar, ni el aroma siquiera de media tacita de café. Si quedara el<br />

comensal hambriento y disconforme, su recurso único posible sería el de<br />

197


hablar con los médicos, y convencerlos para que modifiquen la receta,<br />

porque fuera del refectorio ad hoc el régimen logocrático no le va a dar<br />

ni un mendrugo de pan.<br />

Ese mismo menú “sanitario” —no gratuito, pero sí a precios muy<br />

asequibles— debe estar también a disposición de cualquier persona que<br />

lo solici<strong>te</strong>. Por lo demás, las personas que no quieran alimentarse<br />

racionalmen<strong>te</strong>, bien sea por ignorancia, o bien porque su objetivo<br />

primordial en la mesa es ob<strong>te</strong>ner placeres-vicio que la alimentación<br />

racional no les va a dar, deben pagar por su caprichoso menú elevados<br />

precios, al igual que el de cualesquiera otros bienes o servicios de<br />

carác<strong>te</strong>r superfluo.<br />

Si lo hemos pensado a la ligera, acaso juzguemos imposible o difícil que<br />

la economía, por muy racional que fuere, produzca lo suficien<strong>te</strong> para que<br />

toda persona necesitada, en el mundo en<strong>te</strong>ro, pueda gratuitamen<strong>te</strong> recibir<br />

todo lo necesario en ma<strong>te</strong>ria de alimentación, vivienda, vestido,<br />

asis<strong>te</strong>ncia médica, educación, formación universitaria, etcé<strong>te</strong>ra. No lo<br />

juzgaremos imposible ni difícil, si tomamos en consideración estos tres<br />

datos que siguen:<br />

198<br />

1º) No se trata de construir sie<strong>te</strong> mil millones de viviendas-cubículo<br />

individuales gratuitas, ni se trata de poner mesa gratuita para sie<strong>te</strong> mil<br />

millones de comensales, o de confeccionar sie<strong>te</strong> mil millones de<br />

reglamentarias túnicas o sayales. En sociedad racional —hechos los debidos<br />

ajus<strong>te</strong>s demográficos—, el suministro gratuito será en cualquier caso para un<br />

reducido número de personas, máxime cuando sólo podrán beneficiarse de él<br />

quienes no <strong>te</strong>ngan al<strong>te</strong>rnativa: si ya <strong>te</strong>ngo vivienda de pago, no debe<br />

adjudicárseme una gratuita; si puedo comer en casa o en el restauran<strong>te</strong>, no<br />

se me dará el bono que me permita comer gratis en el refectorio ad hoc; si ya<br />

estoy vistiendo ropa convencional, no recibiré el científico sayal gratuito<br />

estándar; etcé<strong>te</strong>ra.<br />

2º) No será muy elevado el número de personas optan<strong>te</strong>s a la gratuidad (a la<br />

que sólo pueden optar aquellas que carecen de dinero, y sólo carecerán de<br />

dinero las que no pueden o no quieren trabajar). El número de las que no<br />

puedan trabajar no será muy elevado en una sociedad racional, donde el<br />

desempleo es imposible, y donde los casos de invalidez no pueden ser muy<br />

numerosos. Tampoco será muy elevado el de las que no quieren trabajar, por<br />

varios motivos: a) pocas van a estar conformes con sólo una viviendacubículo<br />

gratuita y aus<strong>te</strong>ra; b) pocas van a conformarse con sólo el gratuito<br />

menú “sanitario”; c) pocas van a resignarse a vestir sólo el científico sayal<br />

gratuito; d) muchas (o todas) preferirán renunciar a la gratuidad y trabajar<br />

para <strong>te</strong>ner dinero con el que acceder a lo superfluo.<br />

3º) Si la economía capitalista hoy tiene poderes para producir la descomunal<br />

profusión de artículos que produce (nocivos y/o innecesarios), a fortiori una<br />

economía logocrática <strong>te</strong>ndrá el poder de producir todo lo que necesita la<br />

humanidad —aunque fueran sie<strong>te</strong> mil millones de viviendas-cubículo, sie<strong>te</strong><br />

mil millones de túnicas estándar, o sie<strong>te</strong> mil millones de ordenadores<br />

didácticos escolares—, porque los cerebros y los músculos que producen hoy<br />

cantidades astronómicas de artículos nocivos y/o innecesarios,<br />

prioritariamen<strong>te</strong> se ocuparían de la producción de los necesarios.<br />

De los tres datos que preceden se deduce —y se deduce de modo<br />

eviden<strong>te</strong>— que puede una economía racional conseguir en poco tiempo,<br />

en el mundo en<strong>te</strong>ro, la liberación de toda persona “sin <strong>te</strong>cho”, de todo<br />

mendigo expuesto a morir de frío, de toda persona desnutrida por hambre,<br />

de todo enfermo caren<strong>te</strong> de cuidadosa asis<strong>te</strong>ncia médica, de todo<br />

analfabeto... Etcé<strong>te</strong>ra.


En cuanto a la producción de bienes o servicios innecesarios —a fortiori,<br />

de los abiertamen<strong>te</strong> dañinos o nocivos—, la sociedad en que vivimos<br />

incurre en irracionalidades de grueso calibre: casi todo lo que hoy se<br />

produce en li<strong>te</strong>ratura, en ar<strong>te</strong> (incluida la música moderna y, por<br />

supuesto, el séptimo ar<strong>te</strong>), en publicidad comercial, en la industria<br />

movida por el más compulsivo consumismo, en ma<strong>te</strong>riales e instalaciones<br />

y actividades deportivas, en jugue<strong>te</strong>ría, en joyería, en perfumería, en alta<br />

costura, en modas, en revistas gráficas, en programas de <strong>te</strong>levisión, más<br />

un etcé<strong>te</strong>ra que no se acabaría nunca, es irracional, superfluo,<br />

innecesario.<br />

La economía logocrática no incurrirá en tales irracionalidades. Aceptará<br />

y seguirá el viejo consejo de Séneca:<br />

La economía es la ciencia de cercenar los gastos superfluos.<br />

Encauzará o reorientará el absurdo e incon<strong>te</strong>nible derroche (de energía<br />

cerebral y muscular) que se hace hoy en la producción de lo nocivo y lo<br />

superfluo. Sólo producirá superfluidades en la medida en que sirvan de<br />

estímulo o señuelo para que el ciudadano trabaje en la producción de lo<br />

necesario. Por ley natural ape<strong>te</strong>cen los ciudadanos alguna superfluidad a<br />

la que no quieren renunciar. Dado que esa superfluidad será ob<strong>te</strong>nible<br />

únicamen<strong>te</strong> con dinero, y dado que sólo se podrá ob<strong>te</strong>ner dinero<br />

trabajando, la economía logocrática tiene cómodamen<strong>te</strong> asegurada la<br />

producción de todo lo necesario para toda la humanidad.<br />

Así es como el “gobierno logócrata” —es decir la Razón del unánime<br />

Forum <strong>Logos</strong>— <strong>te</strong>ndrá las manos libres para dar y quitar dinero ad<br />

líbitum, y producir selectivamen<strong>te</strong> cuanto haya que producir para que los<br />

ciudadanos <strong>te</strong>ngan la máxima felicidad posible. Eso mismo se <strong>te</strong>ndrá<br />

cuando racionalmen<strong>te</strong> haya que distribuir la riqueza en beneficio de<br />

todos. Vamos a verlo en concreto.<br />

En la economía capitalista, a causa de los derechos de propiedad, el<br />

precio que deben pagar los ciudadanos por el disfru<strong>te</strong> de la riqueza suele<br />

oscilar en función de los costos de producción de esa riqueza, porque el<br />

fin último de la economía capitalista es ob<strong>te</strong>ner beneficio. Tal objetivo<br />

no exis<strong>te</strong> en la economía racional, y entonces el precio nada tiene que ver<br />

con los costos de producción. Cuando la cúpula rectora logocrática<br />

resuelve que la felicidad general ha de ser mayor con la gratuita entrega<br />

de un artículo necesario muy costoso, el artículo se puede y se debe<br />

suministrar gratis. Y si decide que lo convenien<strong>te</strong> es fijar exorbitan<strong>te</strong>s<br />

precios al artículo superfluo de fácil producción —que será siempre<br />

inasequible sin dinero—, los consumidores deben pagar muy caro el<br />

artículo superfluo. Con lo que el “gobierno logócrata”, gracias al dinero<br />

que han dejado los consumidores del artículo superfluo, puede entregar<br />

gratis el artículo necesario.<br />

199


Voy a inventar un ejemplo exagerado. Imaginemos que exis<strong>te</strong> la<br />

posibilidad de fabricar un analgésico inofensivo de muy compleja<br />

elaboración que, según baremos del capitalismo tradicional, costaría diez<br />

mil euros por dosis, y que eliminaría instantáneamen<strong>te</strong> dolores de toda<br />

especie. Ese analgésico se puede y se debe distribuir gratis a quienquiera<br />

que lo necesi<strong>te</strong>. En el mundo en<strong>te</strong>ro. En cambio, el nuevo modelo de<br />

coche, fabricado con pequeños lujos o comodidades que no reúne el<br />

baratísimo utilitario, no se vende por menos de quinientos mil euros.<br />

Con esto ya está dicho que en la sociedad racionalmen<strong>te</strong> construida nadie<br />

está obligado a pagar un impuesto por los ingresos que ob<strong>te</strong>nga, sean<br />

cuales fueren. Toda la recaudación fiscal tiene que efectuarse a través del<br />

gasto superfluo que hace voluntariamen<strong>te</strong> el ciudadano.<br />

Y también está dicho que en la economía logocrática —máxime cuando se<br />

haya completado el rodaje del sis<strong>te</strong>ma, y se haya curado por completo el<br />

sarampión demográfico— no podrá plan<strong>te</strong>arse ninguno de los problemas<br />

propios de la economía capitalista: crac de la bolsa de nueva York, crisis<br />

mundial de 1929, inflación, países ricos, países pobres, Nor<strong>te</strong>, Sur...<br />

200


XIX*<br />

Sociedad única indivisible<br />

Si con<strong>te</strong>mplamos a vista de pájaro (y en conjunto) la historia del hombre<br />

sobre la faz de la Tierra, veremos que desde el primer momento de su<br />

exis<strong>te</strong>ncia hasta el instan<strong>te</strong> actual, de alguna manera —o de infinitas<br />

maneras— la especie humana siempre estuvo fraccionariamen<strong>te</strong> asociada<br />

siempre. Todo fue “asociación por grupos”: familia, tribu, alianza,<br />

gremio, consorcio, iglesia, secta, cofradía, hermandad, círculo, peña,<br />

sindicato, partido, club, congregación, equipo, nación, coalición,<br />

confederación, ejército, Estado, Estados unidos...<br />

Excepción hecha de los casos en que la agrupación <strong>te</strong>nga puro carác<strong>te</strong>r de<br />

organización técnica de una de<strong>te</strong>rminada tarea a realizar, tales modos de<br />

asociación —adoptados casi siempre con alguna finalidad agresiva o<br />

defensiva, física, ideológica, económica...—, aunque ocasionalmen<strong>te</strong><br />

hayan sido convenien<strong>te</strong>s o necesarios por las circunstancias del momento,<br />

son funestos en sí para la felicidad humana. Todo lo que sea agruparse o<br />

asociarse una par<strong>te</strong> de la población (con fines agresivos o defensivos),<br />

dejando fuera a la otra par<strong>te</strong>, es po<strong>te</strong>ncial fuen<strong>te</strong> de enemistades, de<br />

aversiones, de infelicidad. Ni siquiera con fines científicos es en sí<br />

convenien<strong>te</strong> asociarse en grupos autónomos (exceptuado el mencionado<br />

caso de organización técnica).<br />

Vamos a tomar la familia tradicional como paradigmático prototipo de<br />

asociación poco apta para hacer feliz a la gen<strong>te</strong>. En la Era de la Sinrazón<br />

se consideró que la familia era la base y fundamento de la sociedad: la<br />

sociedad era imposible sin la institución familiar. En la Era de la Razón<br />

será al revés, porque la tradicional institución familiar imposibilita la<br />

creación de una sociedad feliz en el grado mayor posible.<br />

Esto que sigue fue escrito en el año 2000:<br />

201<br />

El Gobierno británico anunció ayer sus planes para exigir al<br />

profesorado que enseñe a sus alumnos la importancia que tiene el<br />

matrimonio como pilar fundamental de la sociedad.<br />

No vamos a negar que la exis<strong>te</strong>ncia de la institución matrimonial sea<br />

mejor que su inexis<strong>te</strong>ncia cuando el ser humano está constreñido a vivir<br />

en sociedades que todavía no han alcanzado la madurez. Pero <strong>te</strong>nemos<br />

que situar nosotros el problema en el marco de una sociedad que ya entró<br />

en el uso de razón, y que fue concebida únicamen<strong>te</strong> para hacer feliz a la<br />

humanidad. En la sociedad que se fundó inspirada en la Razón, y está<br />

sos<strong>te</strong>nida por ella, no puede ser pilar fundamental el matrimonio, sino<br />

todo lo contrario.<br />

Por lo que se vio en la par<strong>te</strong> inicial del presen<strong>te</strong> ensayo, sabemos que no<br />

tiene en nuestra discusión in<strong>te</strong>rés o relevancia el matrimonio en cuanto


contrato jurídico, ni en cuanto sacramento. Aquí nos importa únicamen<strong>te</strong><br />

conocer el valor eudemonístico de la institución matrimonial.<br />

Universales en tiempos pasados, también hoy se dan todavía casos en<br />

que, por una razón o por otra, la mujer económicamen<strong>te</strong> débil <strong>te</strong>nga que<br />

consumir su “jornada laboral” en el domicilio propio, realizando tareas<br />

domésticas económicamen<strong>te</strong> improductivas —por ejemplo, criar hijos—,<br />

y no remuneradas median<strong>te</strong> salario. La mujer que se encuentra en esas<br />

condiciones (particularmen<strong>te</strong> en la obligación de criar hijos) no puede<br />

subsistir sin que alguien resuelva su problema económico. Siempre ha<br />

sido el matrimonio la solución para ella, si solución puede llamarse. Es<br />

decir que, para subsistir, debía quedar perpetuamen<strong>te</strong> a merced del<br />

hombre que por contrato matrimonial era quien se encargaría de subvenir<br />

a las necesidades económicas de la familia.<br />

Per se, tal dependencia económica no puede ser el medio más apropiado<br />

para que ni la mujer ni el hombre <strong>te</strong>ngan una duradera exis<strong>te</strong>ncia feliz.<br />

En esas condiciones, una vida feliz por mucho tiempo es, aunque posible,<br />

sumamen<strong>te</strong> improbable. Una amarga experiencia diaria lo demuestra<br />

sobradamen<strong>te</strong>.<br />

Otra causa de que la duradera felicidad bajo institución matrimonial sea<br />

sumamen<strong>te</strong> improbable es que la sociedad civil o religiosa, al conceder a<br />

una pareja el status matrimonial, impone a los contrayen<strong>te</strong>s la obligaciøn<br />

de convivir juntos a perpetuidad bajo un mismo <strong>te</strong>cho. Absurda<br />

imposición, desde el punto de vista eudemonístico, dada la facilidad con<br />

que puede surgir entre dos personas una incompatibilidad de carac<strong>te</strong>res<br />

que imposibili<strong>te</strong> la convivencia feliz, y dado que es prácticamen<strong>te</strong><br />

imprevisible a priori esa incompatibilidad.<br />

Si un hombre y una mujer son por sí mismos capaces de permanecer toda<br />

la vida compenetrados y bien avenidos, no hace falta notario ni sacerdo<strong>te</strong><br />

ni ritual que los obligue a convivir “hasta que la muer<strong>te</strong> os separe”: ya<br />

convivirán ellos por sí solos. Y si no son capaces de convivir así por sí<br />

solos, lo único que lograrán el ritual y el cura y el notario será convertir<br />

en infierno la forzada unión disparatada.<br />

No sólo el obligatorio convivir bajo la fórmula “matrimonio” es funesta<br />

fuen<strong>te</strong> —actual o po<strong>te</strong>ncial— de infelicidad. Lo es también cualquier otra<br />

forma de convivencia, siempre que sea obligada o forzada por uno u otro<br />

motivo (económico, moral, familiar, unila<strong>te</strong>ralmen<strong>te</strong> afectivo...). Desde<br />

el punto de vista eudemonístico, y en principio, la convivencia<br />

obligatoria y permanen<strong>te</strong> bajo un mismo <strong>te</strong>cho y con la misma persona es<br />

funesta para el ser humano.<br />

Ya sabemos que no siempre el matrimonio constituye un obstáculo para<br />

que marido y mujer vivan felices toda su vida. Pero eso no es más que la<br />

excepción que confirma la regla. El exorbitan<strong>te</strong> número de infidelidades,<br />

de divorcios, de separaciones, y, sobre todo, el de mujeres maltratadas<br />

por sus maridos, de sobra demuestra que la institución matrimonial no<br />

202


sirve para que la gen<strong>te</strong> sea feliz en la medida mayor posible. Hasta sus<br />

más exaltados defensores confiesan que la vida matrimonial “es una cruz<br />

que hay que sobrellevar cristianamen<strong>te</strong>”.<br />

Supongo que históricamen<strong>te</strong> hubo por lo menos cuatro motivos para que<br />

se inventara e implantara en la sociedad una institución que no es<br />

instrumento adecuado para la felicidad mayor posible.<br />

203<br />

a) Una sería la necesidad masculina de permanen<strong>te</strong> accesibilidad a hembra<br />

para satisfacer sus hambres de placer-vicio.<br />

b) Otra sería la necesidad femenina de apoyo económico para su propia<br />

subsis<strong>te</strong>ncia y para la crianza de la prole.<br />

c) La <strong>te</strong>rcera podría ser la necesidad masculina (o común) de crear y<br />

conservar y asegurar la estirpe, el linaje, la saga familiar...<br />

d) Por último, la necesidad común de arrogarse la patria po<strong>te</strong>stad.<br />

En una sociedad racional, el motivo c) y el motivo d) tienen que dejar de<br />

existir automáticamen<strong>te</strong>, por inanición, por consunción. Estirpe, linaje,<br />

abolengo, alcurnia, casta, prosapia, y similares, en sociedad racional son<br />

obsoletas ca<strong>te</strong>gorías hueras. Y la patria po<strong>te</strong>stad no puede ser en ningún<br />

caso concedida ni reconocida, porque el futuro de un ser humano que<br />

acaba de nacer constituye problema demasiado grave y difícil para que se<br />

deje la solución a merced de lo que decidan una o dos personas, por muy<br />

padre y madre que sean del recién nacido: 59 si la humanidad ha de ser<br />

feliz, es la Razón quien debe ocuparse de ese futuro.<br />

Por lo que atañe al padre, ni siquiera exis<strong>te</strong> el imperativo de los vínculos<br />

afectivos. La necesidad de lazos o vínculos afectivos del hombre hacia su<br />

hijo recién nacido es necesidad cultural, no biológica (así como la<br />

experimentada por la madre sí es biológica). En consecuencia, el padre<br />

no puede <strong>te</strong>ner ningún “derecho” sobre los hijos, aun admitido el<br />

inexis<strong>te</strong>n<strong>te</strong> concepto del “derecho”.<br />

Tampoco lo tiene la madre. Pero es la madre quien amamanta al hijo. Por<br />

tanto, es ella y no el padre quien debe (siguiendo estrictamen<strong>te</strong>, por<br />

supuesto, los consejos y directrices de la Razón) cuidar al niño, criarlo,<br />

educarlo...<br />

Referen<strong>te</strong> a los motivos a) y b), en la sociedad logocrática se pueden y se<br />

deben satisfacer esas necesidades —en lo que tienen de verdadera<br />

necesidad— sin recurrir a la arcaica fórmula “matrimonio”. Por lo que<br />

hace al “necesario” desahogo sexual del hombre, en otro lugar<br />

estudiaremos el caso. En cuanto a ella, toda mujer tiene que disponer de<br />

medios para subsistir sin dependencia alguna de ningún compañero o<br />

marido o aman<strong>te</strong>: tiene que poder convivir con quien quiera, y sólo<br />

mientras lo quiera (si lo quiere también el par<strong>te</strong>naire), pero nunca por<br />

obligación legal. Y, si ha concebido un hijo —cosa que debe ocurrir sólo<br />

cuando así lo haya aconsejado la Razón—, tiene que disponer gratis de<br />

todo lo necesario para el óptimo desarrollo del hijo en todos los órdenes.<br />

59 Hace poco, no sé dónde leí que en el mundo actual cuatro mil niños mueren cada año por malos tratos<br />

de sus propios padres. ¡Concededles la patria po<strong>te</strong>stad!


Todavía más que la absurda institución matrimonial, el que se lleva la<br />

palma sin sombra de duda —entre los posibles tipos de asociación<br />

fraccionaria especialmen<strong>te</strong> aptos para hacer infeliz a la humanidad— es<br />

la asociación política denominada “Estado”, que <strong>te</strong>rritorialmen<strong>te</strong> estuvo y<br />

está bien delimitada. Habida cuenta del carác<strong>te</strong>r de “posesión en<br />

propiedad” que tiene para los así asociados esa delimitada <strong>te</strong>rritorialidad,<br />

y por lo que razonábamos al hablar del “derecho de propiedad”, se puede<br />

señalar como causa complementaria de todos los grandes males de la<br />

humanidad (odios, guerra, hambre, ignorancia, etcé<strong>te</strong>ra) la fragmentación<br />

de la sociedad en Estados o naciones.<br />

En el pasado la fragmentación fue inevitable, porque entonces era<br />

ma<strong>te</strong>rialmen<strong>te</strong> imposible que todos los habitan<strong>te</strong>s de la Tierra se unieran<br />

en asociación única. Pero es in<strong>te</strong>resan<strong>te</strong> e importan<strong>te</strong> saber, en general,<br />

cuál fue la razón o causa fundamental de que en el pasado haya sido<br />

convenien<strong>te</strong> o necesario asociarse de manera tan fragmentaria, en tantos<br />

aspectos de la vida social.<br />

Por supuesto, había causas tales como el axioma de que la unión hace la<br />

fuerza. Pero yo creo que, por encima de ellas, la verdadera razón que un<br />

contingen<strong>te</strong> humano x <strong>te</strong>nía para asociarse era, sencillamen<strong>te</strong>, la<br />

exis<strong>te</strong>ncia de otro contingen<strong>te</strong> rival z. La razón que <strong>te</strong>nía, por tanto, era<br />

circular. Se asoció Fulano por su par<strong>te</strong>, porque Mengano estaba por su<br />

par<strong>te</strong> asociado, y por su par<strong>te</strong> Mengano se había asociado, porque Zutano<br />

estaba asociado por su par<strong>te</strong>.<br />

Si hay que proporcionar a la especie homo una felicidad que sea la mayor<br />

posible, deben unirse todos los individuos para formar entre todos una<br />

única asociación. Si quieren vivir en paz, deben crear un aparato<br />

conceptual nuevo, en sustitución de la insensata división del <strong>te</strong>rritorio en<br />

antagónicos compartimientos llamados “municipio”, “Estado”,<br />

“nación”... Deben borrar todas las fron<strong>te</strong>ras, todos los lími<strong>te</strong>s<br />

<strong>te</strong>rritoriales. Deben anular los estatutos definidores de los lími<strong>te</strong>s<br />

jurídicos de cada institución, de cada agrupación, de cada asociación...<br />

Lo que fue convenien<strong>te</strong> o necesario en el ancien régime, lo fue porque<br />

estaba la sociedad irracionalmen<strong>te</strong> constituida. Eso mismo, en la nueva<br />

sociedad, racionalizada ya, será innecesario e inconvenien<strong>te</strong>.<br />

La tradicional e irracional política vigen<strong>te</strong> hoy, y que sólo se ejerce como<br />

política de los Estados, tiene que ser barrida en toda la faz del planeta<br />

azul, y sustituida por una racional política de los individuos. De no<br />

hacerse así, no esperemos que haya nunca paz verdadera, ni mundo<br />

verdaderamen<strong>te</strong> feliz.<br />

204


XX*<br />

Educación<br />

De facto, en la desgalichada sociedad que hoy conocemos, ni los propios<br />

Ministros de Educación saben todavía qué es o cuál debe ser la<br />

educación del ser humano, para que el ser humano sea lo más feliz<br />

posible. No lo saben, y tampoco in<strong>te</strong>ntan saberlo: simplement<strong>te</strong>, no<br />

piensan en ello. De facto, para la actual sociedad, la educación consis<strong>te</strong><br />

únicamen<strong>te</strong> en escolarizar, y en dictar ciertas formas ex<strong>te</strong>rnas de<br />

comportamiento cívico. Escolarizar al individuo con el fin de que<br />

adquiera “conocimientos para triunfar en la vida” (o sea, para ganar<br />

dinero). Y dictarle formas ex<strong>te</strong>rnas de comportamiento, “para que dé<br />

buena imagen al andar por la vida”. No se le escolariza para que adquiera<br />

el saber por el saber, con el fin de que ello le ayude a ser lo más feliz<br />

posible. Ni se le enseñan las “buenas maneras” porque ellas le vayan a<br />

dar ese nivel de felicidad.<br />

Como definición del verbo “educar”, el diccionario utiliza palabras tales<br />

como “dirigir”, y “encaminar”. En efecto, eso es educar. La etimología<br />

del vocablo evoca ideas de “conducción” (como si “conducción” fuese<br />

“conducación”, y como si “conducación” fuese “educación”).<br />

La acción educativa en sí misma —el acto de “educar”— es bidireccional.<br />

El educando es conducido, por una par<strong>te</strong>, al puro y simple aprendizaje en<br />

abstracto, al aprendizaje en general. Por otra par<strong>te</strong>, es conducido hacia la<br />

modificación de los instintos, <strong>te</strong>ndencias, inclinaciones, ape<strong>te</strong>ncias, etc.,<br />

que van a de<strong>te</strong>rminar su conducta, y predisponerlo para la felicidad o la<br />

infelicidad.<br />

El ser humano está siendo educado continuamen<strong>te</strong>, desde que nace hasta<br />

que muere. Educado por muy diversos agen<strong>te</strong>s. Lo educa, en primer lugar,<br />

su propia naturaleza. Lo educa también el entorno, el medio ambien<strong>te</strong> en<br />

el que vive: la pasiva observación, por ejemplo, del comportamiento de<br />

sus semejan<strong>te</strong>s, o la asis<strong>te</strong>ncia a cines o espectáculos, o la pasiva lectura<br />

de poesías y de novelas, etcé<strong>te</strong>ra. Lo educa, por último, el superior —el<br />

padre, la madre, el maestro, el profesor, etcé<strong>te</strong>ra— que deliberada y<br />

expresamen<strong>te</strong> lo “conduce” en un sentido u otro de la educativa acción<br />

bidireccional.<br />

El animal irracional tiene resuelto su problema educativo. El del<br />

aprendizaje, porque sólo tiene que aprender lo necesario para la<br />

supervivencia física, y la propia biología se lo resuelve perfectamen<strong>te</strong>. El<br />

otro —el de la modificación de los instintos, <strong>te</strong>ndencias, etcé<strong>te</strong>ra—, no<br />

exis<strong>te</strong> para él. El animal irracional no puede ser feliz ni infeliz, pues<br />

carece de in<strong>te</strong>lecto. No tiene máquina de pensar ALPHA, y tampoco, por<br />

tanto, sensibilidad. No hay, pues, modificaciones que realizar en instintos<br />

y <strong>te</strong>ndencias.<br />

205


Pero el hombre sí puede ser feliz o infeliz. Y, si el fin de su vida en<br />

sociedad es el ser feliz en la medida mayor posible, necesitará ser<br />

educado in<strong>te</strong>ligen<strong>te</strong>men<strong>te</strong>, del modo más convenien<strong>te</strong> para que se alcance<br />

ese fin. Es decir que deberá serlo median<strong>te</strong> la activa y deliberada labor de<br />

compe<strong>te</strong>n<strong>te</strong>s educadores capaces de evitar o contrarrestar la acción de<br />

todo otro agen<strong>te</strong> educador no conducen<strong>te</strong> a ese fin. Si se deja al ser<br />

humano a merced de sus naturales instintos o <strong>te</strong>ndencias o inclinaciones,<br />

no será todo lo feliz que podría ser.<br />

Como he dicho an<strong>te</strong>s, el ser humano está recibiendo educación —está<br />

siendo educado, “conducado”, conducido— en todos y cada uno de los<br />

instan<strong>te</strong>s de su vida, desde el nacimiento hasta la muer<strong>te</strong>. Suele ser<br />

numeroso y variado en cada caso el factor o agen<strong>te</strong> educador: el propio<br />

<strong>te</strong>mperamento, las pasiones congénitas, los juicios afirmativos o<br />

negativos (propios o ajenos, verdaderos o falsos), la fuerza de las<br />

voliciones propias, las amenazas y las agresiones del medio en que vive,<br />

las expectativas y los benéficos impulsos que ese medio le proporciona,<br />

etcé<strong>te</strong>ra. Incluso las fuerzas del puro azar lo educan a menudo. Todo está,<br />

continuamen<strong>te</strong>, educándolo, conduciéndolo por es<strong>te</strong> o estotro camino<br />

de<strong>te</strong>rminado, llevándolo a pensar y a obrar de una de<strong>te</strong>rminada manera.<br />

En es<strong>te</strong> estudio que nosotros estamos llevando a cabo sobre las<br />

posibilidades de vida feliz de la sociedad humana, importa mucho hacer<br />

una distinción —y hasta una selección y elección— entre los agen<strong>te</strong>s<br />

educadores que por lógica deben conducir a la felicidad mayor posible, y<br />

los que por lógica no pueden conducir a ella. Denominaré positivos a los<br />

primeros, y negativos a los últimos. Además diré que, por<br />

convencionalismo, y mientras no se indique nada en contrario, la palabra<br />

“educación” significará tan sólo “educación que se recibe median<strong>te</strong><br />

factores o agen<strong>te</strong>s positivos”.<br />

Conviene también <strong>te</strong>ner en cuenta que son varias las especies de<br />

educación, puesto que son varios los elementos a los que debe imprimirse<br />

la dirección o el encaminamiento en que consis<strong>te</strong> la educación: anatomía<br />

(gimnasia, depor<strong>te</strong>...), fisiología (alimentos, bebidas, depor<strong>te</strong>, actividad<br />

sexual...), psicología (afectividad, comunicabilidad...), actividad cerebral<br />

o mental (razonamiento lógico, pensamiento inquiridor...), sociología<br />

(respeto al prójimo, <strong>te</strong>ndencia a complacerle, a ser con él afable y<br />

servicial...), etcé<strong>te</strong>ra.<br />

Según eso, educar sólo para que el educando ob<strong>te</strong>nga calificaciones que<br />

puedan hacerle ganar mucho dinero, no es educar, por mucho que lo<br />

llamen así los Ministros de Educación de nuestra democrática sociedad<br />

irracional. Eso es dejar paso libre a mil agen<strong>te</strong>s educadores negativos.<br />

Educación positiva es la que hace al educando apto para ser feliz por<br />

haber adquirido ciertas cualidades corporales, ciertos hábitos de<br />

conducta, ciertos conocimientos (los que, por ejemplo, enseñan la verdad<br />

acerca de lo que es en realidad una vida feliz), etcé<strong>te</strong>ra.<br />

206


De donde se infiere que educar al ser humano es quizá la tarea más<br />

importan<strong>te</strong> —en cuanto a prioridades in<strong>te</strong>lectuales— de todas cuantas<br />

puedan realizarse en una sociedad racional. Y es a esa tarea precisamen<strong>te</strong><br />

a la que menos importancia le da la actual sociedad. La asignatura<br />

“educación” —que bien pudiera llamarse tal vez “eudemonología”— es la<br />

que falta en los planes de estudios de colegios y universidades de nuestra<br />

sociedad actual. Formalmen<strong>te</strong> no se enseña en ningún centro docen<strong>te</strong> de<br />

ningún país. Es verdad que tampoco su enseñanza serviría para grandes<br />

cosas en el seno de la sociedad actual, ya que la propia estructura de ésta<br />

hace imposible de todo punto la educación positiva in<strong>te</strong>gral de los<br />

ciudadanos, que es una conditio sine qua non para hacer feliz a la<br />

humanidad.<br />

El 21 de septiembre del año 2004, se suicidó en Hondarribia Jokin<br />

Ceberio, colegial de catorce años de edad. Como hipó<strong>te</strong>sis más probable,<br />

se atribuyó el suicidio al presumible hecho de que varios de sus<br />

condiscípulos, lo hacían objeto de burlas y desprecios, lo hostigaban, lo<br />

maltrataban...<br />

La noticia del suicidio causó profunda conmoción en la sociedad vasca.<br />

Los medios de comunicación se hicieron amplio eco del trágico suceso.<br />

Personas de toda clase y condición (adocenados ciudadanos, maestros de<br />

escuela, educadores, pedagogos, profesores y directores de colegio,<br />

políticos, expertos en ma<strong>te</strong>ria diversa...) opinaron sobre lo ocurrido. Se<br />

habló del bullying en general. Se habló mucho. Casi todo lo que se habló<br />

versaba sobre culpabilidad —que desgraciadamen<strong>te</strong> suele ser lo<br />

importan<strong>te</strong> en la sociedad actual—, haciéndose constar que, si el bully<br />

boy es culpable, también sus padres tienen par<strong>te</strong> de culpa, y que los<br />

profesores, y todos, la sociedad en<strong>te</strong>ra, somos en par<strong>te</strong> culpables. Por<br />

ejemplo, una escritora argentina, la pedagogo Nora Ethel, autora de un<br />

estudio sobre violencia en las aulas, entrevistada por El Diario Vasco,<br />

dijo:<br />

207<br />

Padres, profesores, y una sociedad sin valores, son los culpables del<br />

acoso escolar.<br />

Hubo numerosas acusaciones de culpabilidad. Se incluyó en ellas el<br />

insulto personal dirigido al profesorado. Se calificó de “incitación al<br />

suicidio” el “perverso” comportamiento de ocho niños (que no eran<br />

culpables de nada). Etcé<strong>te</strong>ra. Pero a nadie oí decir que —dados los<br />

variados mecanismos biológicos y psicológicos de los que la naturaleza<br />

proveyó al ser humano, y para que és<strong>te</strong> no incida en hechos como el<br />

bullying— es necesario, aunque insuficien<strong>te</strong> quizá, darle in<strong>te</strong>ligen<strong>te</strong><br />

educación inin<strong>te</strong>rrumpida y completa, iniciada incluso an<strong>te</strong>s de su<br />

nacimiento, por lo menos hasta que alcance su mayoría de edad.. Si no se<br />

controlan los naturales instintos, pasiones, <strong>te</strong>ndencias, ape<strong>te</strong>ncias (y<br />

hasta el proceso mismo embriogénico) del animal racional que somos, el<br />

bullying y otros fenómenos tan lamentables como el bullying, o más<br />

lamentables, pueden producirse inevitablemen<strong>te</strong> en la sociedad, hoy o<br />

mañana, aquí o allí. Nada se arregla con “culpar” a la gen<strong>te</strong>. Y,<br />

prácticamen<strong>te</strong>, es lo único que hemos hecho hasta ahora.


Uno de los que hablaron en aquella ocasión fue Luis-M. Puen<strong>te</strong>,<br />

pedagogo, profesor del Instituto en el que Jokin Ceberio cursaba sus<br />

estudios. Publicó un artículo periodístico en el que dijo algunas cosas<br />

bien sensatas, y que <strong>te</strong>rminó con estas palabras:<br />

208<br />

...manifestando mi dolor por la tremenda tragedia vivida por la familia<br />

de Jokin y por, aun siendo menores, las tragedias que sufren ocho<br />

jóvenes de Hondarribia y sus respectivas familias. Pongamos nuestras<br />

men<strong>te</strong>s a trabajar para resolver las segundas y para que se no se<br />

repita la primera.<br />

Para que no se repita la primera (ni las otras), yo le diré al profesor<br />

pedagogo cuál es la única dirección en que ha de poner a trabajar su<br />

men<strong>te</strong>: conversión de esta irracional sociedad nuestra democrática en<br />

racional sociedad logocrática, lo cual implica sustituir por un diálogo<br />

racional (en todos los sentidos) esto que conocemos como Política y<br />

como Democracia, y que es irracionalidad.<br />

Escalofrian<strong>te</strong> fue la descripción que de un reportaje emitido por “Informe<br />

Semanal” (yo no pude verlo) nos hizo Raimundo Fi<strong>te</strong>ro tres meses<br />

después del suicidio de Jokin Ceberio:<br />

...explotan en forma de bandas juveniles, que en Centroamérica se<br />

llaman “maras”. El reportaje nos descubrió una realidad que produce<br />

pánico. Jóvenes ecuatorianos, hondureños, salvadoreños, que forman<br />

unas pandillas de cor<strong>te</strong> violento. Extremadamen<strong>te</strong> violentos, con unos<br />

códigos estrictos in<strong>te</strong>rnos, con una fidelidad sectaria y satánica, y<br />

con una conversión de su propia piel en expresión gráfica de sus<br />

ideas, sus per<strong>te</strong>nencias ideológicas, militares. Unos niños, unos<br />

jóvenes tatuados desde la fren<strong>te</strong> hasta la cintura con símbolos,<br />

mensajes, una muestra identitaria claramen<strong>te</strong> patológica. [...] Los<br />

“mareros” son cientos, miles, forman bandas que pueden llegar a<br />

hacerse con un barrio bajo su control, que roban, matan, violan, con<br />

una frialdad monstruosa...<br />

Raimundo Fi<strong>te</strong>ro, tras esos comentarios, insertó es<strong>te</strong> otro de carác<strong>te</strong>r<br />

personal: “es el sis<strong>te</strong>ma capitalista feroz el que produce estos<br />

monstruos”. Mi comentario sería algo distinto. Yo diría que es la<br />

irracionalidad estructural esencial de la sociedad la que produce estos<br />

monstruos, y no sólo el “feroz capitalismo”. Irracionalidad que —<br />

ciñéndonos a la reflexión que vamos haciendo en es<strong>te</strong> capítulo— se<br />

concreta en la desastrosa educación que recibe la infancia y la<br />

adolescencia en todo el mundo (aunque en unos lugares, claro está, sea<br />

más desastrosa que en otros).<br />

Una sociedad racional debe dar a todos los niños y a todos los jóvenes —<br />

en todo el mundo— educación correcta inin<strong>te</strong>rrumpida y completa, a<br />

cargo de profesionales doctorados en la especialidad multidisciplinar<br />

denominada “Educación”. Debe dársela porque es (ya lo hemos dicho<br />

an<strong>te</strong>s) conditio sine qua non para hacer feliz a la humanidad. No vale<br />

objetar que los padres tienen el derecho de educar a sus hijos. No vale<br />

objetar que el joven tiene el derecho de ser libre, sin estar vigilado y<br />

controlado minuto a minuto, día y noche. No vale objetar que es<br />

innecesario y desorbitado educar a los hijos de ese modo. No sirve alegar


que una tal educación tiene que conculcar el derecho a la intimidad...<br />

No entiende la Razón esos lenguajes impregnados en éticas, en justicias,<br />

en derechos. De ahí que, si la Razón ha dictaminado que a los hijos, para<br />

que sean felices, debe darse educación correcta inin<strong>te</strong>rrumpida y<br />

completa, dará a los hijos educación correcta inin<strong>te</strong>rrumpida y completa,<br />

sin preguntar si eso es moral o inmoral, justo o injusto.<br />

Con ocasión del suicidio de Hondarribia se habló de centros de enseñanza<br />

donde acude el alumnado habitualmen<strong>te</strong> armado de navajas, y hasta de<br />

pistolas, y donde ha habido que instalar de<strong>te</strong>ctores de metales, o un<br />

policía en cada colegio. Apar<strong>te</strong> de eso, claro está, se habló de tribunales<br />

de justicia especiales para valorar culpas, y castigar a los culpables.<br />

Nada de eso puede resolver el problema: és<strong>te</strong> podrá quedar más o menos<br />

adormecido y mitigado, pero nunca resuelto. El problema bullying sólo<br />

puede resolverse dando a todos los niños y jóvenes educación correcta<br />

inin<strong>te</strong>rrumpida y completa.<br />

La labor educativa, en general, tiene que ser inin<strong>te</strong>rrumpida. Hay<br />

ma<strong>te</strong>rias puntuales en las que no tiene por qué serlo, ni puede serlo. Pero<br />

puede serlo en general. En ma<strong>te</strong>ria de astronomía o de biología tiene que<br />

in<strong>te</strong>rrumpirse la acción educadora duran<strong>te</strong> el recreo (por ejemplo), cosa<br />

que no puede hacerse cuando la educación se refiere a ma<strong>te</strong>rias tales<br />

como el comportamiento cívico. Entonces no puede haber in<strong>te</strong>rrupciones<br />

por causa del recreo, sino justamen<strong>te</strong> al revés: precisamen<strong>te</strong> en las horas<br />

de recreo es cuando más necesario se hace vigilar y contrarrestar los<br />

agen<strong>te</strong>s educadores negativos que sin duda van a irrumpir en la vida del<br />

educando.<br />

Funciona en la sociedad nuestra una absurda institución llamada<br />

“matrimonio” y “familia”. En toda familia hay siempre, necesariamen<strong>te</strong>,<br />

más o menos agen<strong>te</strong>s educadores negativos que van modelando la<br />

personalidad del niño. Sin ir al caso extremo de los cuatro mil niños que<br />

anualmen<strong>te</strong> mueren por malos tratos de sus familiares, ninguna familia<br />

da positiva y completa educación a la prole. En par<strong>te</strong> no se la da, porque<br />

no sien<strong>te</strong> ningún in<strong>te</strong>rés en dársela (yo he visto al padre de una niña de<br />

dos o tres años —mientras esperaban al autobús, y luego duran<strong>te</strong> el<br />

viaje— más de vein<strong>te</strong> minutos hojeando una revista sin dirigir a la niña<br />

ni una sola palabra, mientras ella iba dando buena cuenta de una bolsa<br />

de “gusanitos”, y se entre<strong>te</strong>nía por su cuenta, mirando a una y otra<br />

persona de las que bullían a su alrededor). En par<strong>te</strong> no se la da, porque<br />

dar a la prole una educación correcta y completa es ma<strong>te</strong>rialmen<strong>te</strong><br />

imposible para sólo el padre y la madre. Y en par<strong>te</strong> no se la da, porque<br />

los padres no saben cómo se debe educar al niño. No saben que el hijo<br />

está siendo educado negativamen<strong>te</strong> cuando menos lo sospechan, y por los<br />

agen<strong>te</strong>s de los que menos pueden quizá sospechar (por ejemplo, cuando<br />

relatan al pequeño cuentos infantiles, cuando lo sientan delan<strong>te</strong> del<br />

<strong>te</strong>levisor, cuando le dan golosinas, cuando celebra su cumpleaños y<br />

recibe regalos, cuando se le mien<strong>te</strong> diciéndole que en ignoto lugar hay un<br />

señor llamado “papá Noel”, otro llamado “Rey Mago”, otro llamado<br />

209


“Alá” o “Dios”...).<br />

En una sociedad logocrática no debe haber ni una sola familia compuesta<br />

de padre y/o madre e hijos. Toda familia debe estar in<strong>te</strong>grada por un<br />

de<strong>te</strong>rminado número de niños hijos de distintas madres, por las madres de<br />

cada uno de ellos, y por numerosos educadores profesionales,<br />

merecidamen<strong>te</strong> doctorados, y absolutamen<strong>te</strong> compe<strong>te</strong>n<strong>te</strong>s. En familia<br />

deben todos ellos convivir noche y día en un mismo edificio-institución<br />

que al mismo tiempo sea ma<strong>te</strong>rnal, parvulario, escuela de primera<br />

enseñanza, colegio de segunda enseñanza, polideportivo...<br />

Una de las más eficaces causas de “negativa educación” de los niños es<br />

precisamen<strong>te</strong> (por mil circunstancias) el mero hecho de “enviarlos a la<br />

escuela y al colegio”. Y no sólo porque es imposible que la escuela, ni el<br />

colegio, les dé la debida educación, sino también por otros motivos.<br />

Desde que nace el niño, las veinticuatro horas de todos y cada uno de los<br />

días de todos y cada uno de los años, hasta que alcance su mayoría de<br />

edad, tiene que estar inin<strong>te</strong>rrumpidamen<strong>te</strong> vigilado por un compe<strong>te</strong>n<strong>te</strong><br />

equipo de educadores. Han de estar éstos al acecho de cualesquiera<br />

agen<strong>te</strong>s educadores negativos que irrumpan en la vida del educando,<br />

neutralizándolos en el acto y, si fuere preciso y posible, sustituyéndolos<br />

por agen<strong>te</strong>s positivos. Naturalmen<strong>te</strong>, el educador in<strong>te</strong>rvendrá, no como él<br />

en particular crea convenien<strong>te</strong>, sino según las normas dictadas por la<br />

Razón, sin castigos ni premios ni reprimendas ni prohibiciones: como<br />

cuando correctamen<strong>te</strong> enseñamos al niño en la actualidad a (por ejemplo)<br />

no tocar un objeto que le va a quemar, o a cruzar la calle por el paso de<br />

peatones, para que no lo atropelle un coche.<br />

Circunstancia especialmen<strong>te</strong> crítica desde el punto de vista educativo<br />

sería aquella en que se dejara al educando, sin la susodicha vigilancia, en<br />

compañía de sus congéneres, con pre<strong>te</strong>xto (por ejemplo) de que es la hora<br />

del recreo, o el día de asueto. Así deja a los niños y a los jóvenes la<br />

sociedad actual, duran<strong>te</strong> largas horas, y todos los días. Y así es<br />

precisamen<strong>te</strong> es como se cuecen los más funestos agen<strong>te</strong>s educadores. La<br />

única vigilancia suele ser (en el mejor de los casos) la referen<strong>te</strong> a su<br />

in<strong>te</strong>gridad física, en evitación de golpes, caídas, agresiones y peleas<br />

mayores... No basta.<br />

En ninguna circunstancia ni por un momento se debe dejar un grupo de<br />

menores de edad sin vigilancia y control de todo cuanto hacen y dicen.<br />

En todo momento deben los educadores de turno vivir entremezclados en<br />

el grupo, sin participar necesaria y activamen<strong>te</strong> en sus juegos o<br />

actividades —a fin de no coartar espontaneidades de aquéllos—, pero<br />

oyendo todo lo que en el grupo se dice, y viendo todo lo que se hace,<br />

prestos a in<strong>te</strong>rvenir en el acto, si algún agen<strong>te</strong> negativo irrumpe en la<br />

escena. Por ejemplo, uno de los agen<strong>te</strong>s educadores negativos más<br />

naturales y frecuen<strong>te</strong>s en el ser humano, desde la más tierna infancia, es<br />

la agresividad física, disparable con cualquier fútil pre<strong>te</strong>xto. El educador,<br />

que ha de estar siempre alerta, irá al qui<strong>te</strong> inmediatamen<strong>te</strong>, y echará<br />

210


mano de sus conocimientos para saber cómo imbuir en el agresor —<br />

siquiera en dosis mínimas, pero sin moralinas— la idea de “no hacer daño<br />

al prójimo”, “no hacerle sufrir”, “no molestarlo”.<br />

Observo todos los días —cada vez que me asomo a la ventana de mi casa<br />

para que descanse un poco el cerebro— un hecho que, a pesar de ser muy<br />

vulgar, me resulta in<strong>te</strong>resan<strong>te</strong>. La carre<strong>te</strong>ra, al pie de la casa, forma una<br />

ligera curva (de derecha a izquierda, según se asciende). Median<strong>te</strong> una<br />

línea discontinua, en ese punto la carre<strong>te</strong>ra está dividida en dos carriles.<br />

Todo coche ascenden<strong>te</strong> que yo veo llegar a ese punto, más o menos<br />

invade el carril izquierdo. Si alguno alguna vez no lo invade, yo creo que<br />

es por casualidad (a menos que otro vehículo venga de fren<strong>te</strong>), y nunca<br />

porque el conductor <strong>te</strong>nga por norma habitual no salirse, ni mucho ni<br />

poco, de su carril. Aunque el código no lo prohíba expresamen<strong>te</strong>, invadir<br />

el carril de la izquierda es irracional siempre. Y en el presen<strong>te</strong> caso lo<br />

probable es que lo hagan prácticamen<strong>te</strong> todos los conductores.<br />

En caso de que lo hagan todos, indudablemen<strong>te</strong> es porque todos obedecen<br />

a alguna <strong>te</strong>ndencia natural biologicopsicológica (por ejemplo, “al<br />

trasladarme de un punto a otro, lo ideal es que me traslade en línea<br />

recta”). En el caso concreto que nos ocupa, la acción educativa<br />

in<strong>te</strong>ligen<strong>te</strong> consistiría en crear o desarrollar otra <strong>te</strong>ndencia —podría ser<br />

el perfeccionismo, natural y universal también— que neutralice y supere<br />

a aquella primera (por ejemplo, “para mi felicidad y la de todos, lo mejor<br />

es evitar sis<strong>te</strong>máticamen<strong>te</strong> la invasión del carril izquierdo”.<br />

La belicosidad es otra visible <strong>te</strong>ndencia natural del hombre. De todo<br />

hacemos asunto de pelea y de guerra, con o sin armas: de la política, del<br />

depor<strong>te</strong>, de la religión, del feminismo, de las discusiones y deba<strong>te</strong>s... El<br />

dictador declara la guerra para salvar a la patria, y no es la salvación de<br />

la patria lo que quiere en realidad, sino vencer a un enemigo. El<br />

demócrata hace su guerra, cruenta o incruenta, bajo pre<strong>te</strong>xto de que va a<br />

salvar al pueblo, y lo que realmen<strong>te</strong> le in<strong>te</strong>resa no es la salvación del<br />

pueblo, sino vencer en las urnas al contrincan<strong>te</strong>. El deportista que lucha<br />

con o sin sablazos, llaves, puñetazos, patadas, zancadillas, etc., fingiendo<br />

realizar nobles actividades lúdicas, lo único que busca es vencer al rival<br />

en el ring, en el estadio, en la pista, en la carre<strong>te</strong>ra... El religioso que<br />

alardea de amar y defender a su Dios, con o sin “guerra santa”, sólo<br />

quiere vencer a un adversario ideológico. La feminista que brama so<br />

pre<strong>te</strong>xto de que su guerra es defensiva, lo que ansía es vencer al macho.<br />

El filósofo que simula defender la verdad y la razón, lo que hace es<br />

defender sus <strong>te</strong>sis con uñas y dien<strong>te</strong>s para vencer al oponen<strong>te</strong>.<br />

Desde niño debe ser educado el animal racional median<strong>te</strong> control,<br />

neutralización, conducción, de esa su natural <strong>te</strong>ndencia a la belicosidad.<br />

Por ejemplo, niños y jóvenes deben recibir in<strong>te</strong>ligen<strong>te</strong> y completa<br />

educación en todo lo que sea juego específico o depor<strong>te</strong> aconsejado o<br />

tolerado por la ciencia médica. Imaginemos que uno de ellos es el fútbol.<br />

Entonces el fútbol debe enseñarse en la escuela como cualquier otra<br />

asignatura.<br />

211


Por lo pronto, hay que enseñárselo a todos los niños por igual. Ergo,<br />

también a las niñas. No por el insulso es<strong>te</strong>reotipo de la igualdad de sexos<br />

(igualdad que no exis<strong>te</strong>), sino porque los once jugadores de un equipo de<br />

fútbol-depor<strong>te</strong> —al contrario de lo que se hace en el profesional fútbolnegocio—<br />

pueden y deben ser chicos y chicas indistintamen<strong>te</strong>. Para el<br />

fútbol-depor<strong>te</strong> no importa que la mujer <strong>te</strong>nga menos fuerza muscular que<br />

el hombre. Por tanto, puede y debe jugar en las mismas condiciones que<br />

el hombre. Ni siquiera el fútbol-negocio tradicional exige que sean<br />

Superman los once jugadores. Las chicas pueden jugar como futbolista<br />

menos forzudo, exactamen<strong>te</strong> lo mismo que también juegan los futbolistas<br />

varones menos forzudos en el tradicional fútbol-guerra-negocio.<br />

En las aulas el profesor explica lo que es el fútbol en <strong>te</strong>oría, y cuáles son<br />

las reglas del juego. Para las lecciones prácticas, los alumnos disponen<br />

de un campo de fútbol reglamentario, adaptado a su edad.<br />

Constituyéndose en equipo reglamentario —provisional y cambian<strong>te</strong>—,<br />

juegan los partidos en tiempo reglamentario, con calzado y camiseta<br />

reglamentarios, con por<strong>te</strong>rías reglamentarias, con árbitro y jueces de<br />

línea profesionales... Grabados en vídeo los partidos, el profesor explica<br />

en clase el porqué de las jugadas in<strong>te</strong>ligen<strong>te</strong>s o poco in<strong>te</strong>ligen<strong>te</strong>s, el<br />

porqué de los goles marcados o dejados de marcar, el porqué de las faltas<br />

que el árbitro haya sancionado, etcé<strong>te</strong>ra. Y sobre todo —aprovechando la<br />

<strong>te</strong>ndencia al perfeccionismo que todos <strong>te</strong>nemos, natural también—, se<br />

imbuye en los alumnos la idea de que jugar es llevar a cabo de<strong>te</strong>rminadas<br />

labores con habilidad e in<strong>te</strong>ligencia. Activamen<strong>te</strong> se procura que no les<br />

entre la idea de que el fin es vencer o derrotar al equipo contrario. Se<br />

procura mentalizarlos para que el subconscien<strong>te</strong> considere meta u<br />

objetivo, no la por<strong>te</strong>ría de un rival o enemigo, sino la por<strong>te</strong>ría Nor<strong>te</strong> (por<br />

ejemplo), o la por<strong>te</strong>ría Oes<strong>te</strong>.<br />

Volviendo a la educación en general —y en el seno de la familia (no se<br />

olvide esto)—, nunca debe el educando in<strong>te</strong>grarse en un grupo de<br />

congéneres que lo hayan elegido, o que él haya elegido, por motivos<br />

(v.gr.) de simpatía personal, o de cualquier afinidad afectiva, y así<br />

constituirse en pandilla, en cuadrilla, en equipo, en clan, etc., de carác<strong>te</strong>r<br />

segregacionista o similar. Esto, que tanto se prodiga en el mundo<br />

irracional nuestro, es fuen<strong>te</strong> inagotable de rencillas, de odios, de<br />

agresiones, de luchas... La formación de grupos apar<strong>te</strong> es necesaria para<br />

evitar masificaciones (por poner una cifra, digamos que han de ser cinco<br />

o seis los que en cada grupo deben ser controlados por los educadores),<br />

pero siempre será cambian<strong>te</strong> la formación, y tomados al azar sus<br />

componen<strong>te</strong>s (entre los de la misma edad).<br />

Los niños y los jóvenes menores de edad jamás deben <strong>te</strong>ner acceso a<br />

revistas, libros, discos, vídeos, videojuegos, películas, etc., que no hayan<br />

sido unánimemen<strong>te</strong> recomendados por la Razón para esa edad. En vano se<br />

alegará que la censura es odiosa, o que también los menores tienen el<br />

derecho de ser informados. El menor de edad nunca debe con<strong>te</strong>mplar —ni<br />

siquiera en los papeles o en la <strong>te</strong>levisión o el cine— comba<strong>te</strong>s de boxeo,<br />

212


corridas de toros, violencia, erotismo, pornografía... Ni siquiera ciertos<br />

“depor<strong>te</strong>s”: motociclismo, automovilismo, ciclismo, alpinismo... No<br />

deben con<strong>te</strong>mplarlos porque su con<strong>te</strong>mplación conlleva, aunque no nos lo<br />

parezca, agen<strong>te</strong>s educadores negativos. Lo que hayan de saber sobre ello<br />

los menores, ya se lo explicará el educador o el profesor, en el momento<br />

oportuno y de la manera convenien<strong>te</strong>..<br />

La sección española de Amnistía In<strong>te</strong>rnacional, a finales del año 2004,<br />

denunció la influencia que los videojuegos tienen sobre los menores de<br />

edad:<br />

213<br />

...han descubierto [en los videojuegos] agresiones a mujeres,<br />

asesinatos, violaciones, esclavitud, tortura, prostitución forzada,<br />

abuso de menores,...<br />

Inevitable, dada la educación recibida por el menor que se pasa las horas<br />

muertas con los videojuegos... Nada más hacerse público el informe de<br />

Amnistía In<strong>te</strong>rnacional,<br />

el secretario general de la Asociación Española de Distribuciones y<br />

Ediciones de Software de Entre<strong>te</strong>nimiento —Carlos Iglesias— afirmó<br />

que sólo un 2% de los videojuegos que se encuentran en las<br />

estan<strong>te</strong>rías de los comercios tiene con<strong>te</strong>nidos calificados para<br />

mayores de 18 años.<br />

Pero ese 2% basta para maleducar a los menores, apar<strong>te</strong> de que también<br />

los maleduca probablemen<strong>te</strong> el 98% restan<strong>te</strong>. No es el político<br />

gobernan<strong>te</strong>, ni el equipo asesor por él nombrado, sino la Razón, quien<br />

debe decidir qué lecturas o cines o videojuegos pueden darse al niño. Yo<br />

me <strong>te</strong>mo que incluso la li<strong>te</strong>ratura infantil hoy considerada como<br />

encomiable y modélica (Lewis Carroll, por ejemplo) hace daño en<br />

realidad, porque crea en la escala de valores del alma infantil elementos<br />

que finalmen<strong>te</strong> son causa de infelicidad. Es una cuestión que debería<br />

estudiarse con profundidad y rigor.<br />

Los menores de edad, y también los mayores, deben saber que el lápiz y<br />

el rotulador están hechos para escribir y dibujar sólo en el cuaderno,<br />

jamás en los muebles o en las paredes, y menos aún en la cara in<strong>te</strong>rna de<br />

la puerta en retre<strong>te</strong>s públicos. No sólo porque el hecho en sí ya es<br />

irracional. Ni sólo porque es igualmen<strong>te</strong> irracional (o más irracional<br />

todavía) que el ciudadano pueda expresar en público todo lo que le venga<br />

en gana (que esa suele ser la finalidad de los graffiti casi siempre).<br />

También porque en sociedad racionalmen<strong>te</strong> organizada, provista de<br />

mecanismos ad hoc para a<strong>te</strong>nder toda clase de reclamaciones y quejas, no<br />

tiene sentido recurrir a las paredes para quejarse y reclamar. La sociedad<br />

en que vivimos, incluso ama y desea ver graffiti, porque pueden hacerse<br />

con ar<strong>te</strong> y con gracia. No los amará ni deseará verlos la sociedad<br />

exis<strong>te</strong>n<strong>te</strong> en la Era de la Razón, por mucho ar<strong>te</strong> y por mucha gracia que<br />

<strong>te</strong>ngan.<br />

A todo menor de edad hay que dar correcta educación en el plano<br />

in<strong>te</strong>lectual. No (como se hace ahora) enseñando filosofía, ética, religión,


fantasías li<strong>te</strong>rarias, derecho, política, historia particular de esta nación,<br />

geografía particular de la otra, etc., sino historia universal de la<br />

humanidad, geografía general del planeta, geología ídem, ma<strong>te</strong>mática no<br />

filosófica, geometría, astronomía general, física general, sociología no<br />

filosófica, etcé<strong>te</strong>ra. Y además hay que dársela con técnicas pedagógicas<br />

depuradas y adaptables, capaces de hacer que sea grato y fácil cualquier<br />

estudio, para cualquier estudian<strong>te</strong> (incluso para el minusdotado, en la<br />

correspondien<strong>te</strong> escala). Esto, imposible en la economía capitalista, es<br />

posible en logocracia.<br />

Por supuesto, los “exámenes” del alumnado no deben ser el suplicio, el<br />

tormento —en ocasiones incluso la causa de suicidios— que suelen ser<br />

actualmen<strong>te</strong>, con su <strong>te</strong>mible estrés. La finalidad única de los “exámenes”<br />

debe ser, no (como es ahora) otorgar al educando papelitos —nota,<br />

calificación, título, diploma...—, sino averiguar cuánto ha aprendido. El<br />

medio más eficaz para averiguarlo no es el que se usa hoy en día,<br />

realizando el examen a trompicones a fin de curso. No sólo porque no hay<br />

medios ni tiempo bastan<strong>te</strong>s para realizarlo bien, sin fraudes ni<br />

favoritismos. También porque muchas veces el examinando, en estado de<br />

estrés agudo, no puede expresar o ex<strong>te</strong>riorizar todo lo que sabe. El<br />

examen, y la valoración del conocimiento adquirido, tienen que hacerse,<br />

alumno por alumno, diariamen<strong>te</strong>, y sin posibilidad alguna de engaño por<br />

par<strong>te</strong> del examinando, ni de arbitrariedades o iniquidades por par<strong>te</strong> del<br />

examinador. Hoy eso es un ideal irrealizable, a causa de las<br />

masificaciones, y por el costo que supondría para nuestra irracional<br />

economía capitalista. Dentro de la economía racionalista logocrática será<br />

factible.<br />

El estudio en la escuela o en la universidad es un trabajo como otro<br />

cualquiera. Y de la misma manera que otros trabajos pueden y deben<br />

<strong>te</strong>ner carác<strong>te</strong>r de entre<strong>te</strong>nimiento agradable —gracias a que la economía<br />

no es capitalista o “propietarista”—, la formación profesional y los<br />

estudios académicos pueden y deben <strong>te</strong>nerlo también, despojados del<br />

tradicional carác<strong>te</strong>r de fatigoso y agotador ejercicio. Aquello de que “la<br />

letra con sangre entra” fue una atrocidad que todavía, si bien se han<br />

rebajado mucho los grados, persis<strong>te</strong> en forma de prisas porque hay que<br />

me<strong>te</strong>r a presión las ma<strong>te</strong>rias programadas para el tiempo limitado que<br />

dura el curso; o en forma de métodos didácticos deficien<strong>te</strong>s; o en forma<br />

de ineptitudes del profesor; etcé<strong>te</strong>ra. En logocracia se puede alargar<br />

impunemen<strong>te</strong> una carrera universitaria, porque el estudian<strong>te</strong> no tiene que<br />

pagar nada: ni matriculaciones, ni profesores, ni ma<strong>te</strong>rial escolar.<br />

Por eso, de la misma manera que ocurre con los otros trabajos, tampoco<br />

debe nadie —ni profesores, ni alumnos— tomarse días de descanso, de<br />

asueto, de fiesta, de vacaciones... No <strong>te</strong>ndrá sentido en la Era de la<br />

Razón, porque se tomará diariamen<strong>te</strong> el descanso necesario; porque la<br />

felicidad mayor posible exige (como ya dije an<strong>te</strong>s) que la educación sea<br />

inin<strong>te</strong>rrumpida; y porque las vacaciones-placer no nos hacen más felices<br />

(aunque lo creamos así erróneamen<strong>te</strong>).<br />

214


Tanto los niños y los jóvenes como los adultos deben ser educados en<br />

forma de que pierdan o no adquieran la irracional costumbre de hacer a<br />

nadie regalos, ni recibirlos de nadie. Por lo que respecta al niño, nunca<br />

deben dársele jugue<strong>te</strong>s de ninguna especie, bajo ningún concepto, como<br />

objeto en propiedad con el que pueda jugar como él quiera y cuando<br />

quiera. En la Era de la Sinrazón se los hemos dado siempre, en la<br />

ingenua y errónea creencia de que, para proporcionarle placer y felicidad,<br />

era necesario dárselos. Cuando llegue la Era de la Razón, con el mismo<br />

carác<strong>te</strong>r y la misma función de cualquier otro ma<strong>te</strong>rial escolar pondremos<br />

en sus manos —no en propiedad, sino en uso transitorio— objetos que la<br />

ciencia unánimemen<strong>te</strong> haya concebido y diseñado para que el niño<br />

aprenda “jugando” con ellos duran<strong>te</strong> el tiempo reglamentario. Por cierto,<br />

le daremos con tales “jugue<strong>te</strong>s” más placer y felicidad de los que le<br />

dábamos en la Era de la Sinrazón con los tradicionales.<br />

A todo ciudadano, desde su más tierna infancia, debe enseñarse a comer<br />

como es debido, cosa que nadie le ha enseñado en la Era de la Sinrazón.<br />

Empezando por el chupe<strong>te</strong>, que el bebé tomará sólo en el supuesto de que<br />

la ciencia unánimemen<strong>te</strong> lo recomiende, hasta que no alcance su mayoría<br />

de edad el educando nunca debe llevarse a la boca nada —ni objetos<br />

ma<strong>te</strong>riales, ni alimentos, ni golosinas, ni fármacos, ni cigarrillos, ni<br />

drogas—, nada que no haya prescrito la ciencia. Y aun esto último debe<br />

dársele en las cantidades y en las horas prescritas. Es<strong>te</strong> método<br />

educativo, impracticable en sociedades irracionales como la nuestra, en<br />

sociedad logocrática es, no sólo posible, sino también “de obligado<br />

cumplimiento”, por su contribución a la felicidad. No habrá con su<br />

aplicación grandes problemas de obesidad, anorexia, bulimia...<br />

215<br />

El director de Sis<strong>te</strong>mas y Política de Salud de la Organización mundial<br />

de la Salud (OMS), Rafael Bengoa, advirtió ayer que el número de<br />

personas diabéticas se multiplicará por más de dos en 2030 —de 170<br />

millones a 366—, una progresión “acelerada” que sólo es comparable<br />

con el Sida en los países subsaharianos. Aboga por trabajar con la<br />

industria agroalimentaria para reducir los niveles de azúcar. Cada vez<br />

hay más niños que comen comida basura y padecen diabe<strong>te</strong>s tipo 2. El<br />

volumen de las hamburguesas se ha multiplicado por cinco desde los<br />

años 60. Lo mismo pasa con la ración de patatas o la Coca-Cola...<br />

Una de las tareas más benéficas del educador —si no la más benéfica—<br />

es la de mostrar al ciudadano los verdaderos valores de la vida en orden a<br />

ser feliz: cuán poco importa en realidad el hecho de que me hayan<br />

humillado o insultado; cuán relativo es el valor de los diversos objetos y<br />

de las diversas actividades fuen<strong>te</strong> de placer; cuál es el verdadero valor<br />

del placer; qué es en verdad el ser humano, su exis<strong>te</strong>ncia, su muer<strong>te</strong>; cuál<br />

es el verdadero valor de la ma<strong>te</strong>rnidad, de la pa<strong>te</strong>rnidad, de la amistad,<br />

del denominado “amor” sexual; cuál es el verdadero valor de todas esas<br />

bellas mentiras que nos cuenta el poeta, el místico, el idealista; etcé<strong>te</strong>ra.<br />

Por ejemplo, el no saber qué es en realidad la muer<strong>te</strong> ha traído infinito<br />

dolor al mundo. Vemos al muerto como víctima de una inmensa<br />

desgracia. Y no hay tal. El “muerto”, el “difunto” no es persona: es puro<br />

en<strong>te</strong> de razón. El “difunto” no exis<strong>te</strong>, porque sólo es polvo iner<strong>te</strong> (pulvis


es et in pulverem rever<strong>te</strong>ris). También an<strong>te</strong>s lo era, sí, pero estaba<br />

organizado activamen<strong>te</strong>, y a esa organización llamábamos “persona”.<br />

Ahora es tan sólo polvo iner<strong>te</strong>, ma<strong>te</strong>ria inactiva, piedra, barro, átomos...<br />

Cuando la comitiva fúnebre camina con luctuoso paso tras el féretro, cree<br />

caminar detrás de “el difunto”, y se engaña. Va caminando tras un puñado<br />

de arena, por mucho que el puñado <strong>te</strong>nga “forma humana”. El difunto no<br />

es persona muerta, por la misma razón por la que tampoco una estatua es<br />

persona de mármol. No llorará “a los muertos” la futura sociedad<br />

racional, como si “los muertos” estuvieran sufriendo una desgracia: no<br />

pueden electrones y protones no organizados en grupo funcional estar<br />

sufriendo ninguna desgracia. En la futura sociedad no se harán “al<br />

difunto” tris<strong>te</strong>s despedidas, ni honras fúnebres, ni homenajes, ni<br />

ceremonias de ninguna clase, porque todo ello es irracional: se recordará<br />

duran<strong>te</strong> más o menos tiempo “al que vivió”, pero nada más.<br />

El cerebro de todo animal racional debe optar a aquella in<strong>te</strong>ligen<strong>te</strong><br />

educación que le permita percibir claramen<strong>te</strong> qué es la realidad, y cuáles<br />

son los verdaderos valores de la vida; una in<strong>te</strong>ligen<strong>te</strong> educación que le<br />

permita percibir claramen<strong>te</strong> la insensa<strong>te</strong>z de sueños y aspiraciones tales<br />

como (v.gr.) la inmortalidad; una educación que le permita percibir<br />

claramen<strong>te</strong> la nula importancia que tiene el hecho de que haya que morir;<br />

que le permita percibir claramen<strong>te</strong> lo insensato y necio que es<br />

entris<strong>te</strong>cerse y lamentarse porque la vida es así, o porque nuestra<br />

exis<strong>te</strong>ncia “no tiene sentido”, etcé<strong>te</strong>ra. Una humanidad formada en la<br />

línea educativa arriba trazada no verá —como dicen que ahora ve— todo<br />

un 25% de la población padeciendo ansiedad o depresión.<br />

Por supuesto, debe el menor de edad recibir educación sexual. Pero no<br />

por boca de sus amiguitos, ni por mano de pederastas, ni por medio de<br />

libros, películas, fotografías, in<strong>te</strong>rnet, etc., que haya puesto en sus manos<br />

el azar, ni por sexólogos obsesionados por la idea de que hay que enseñar<br />

a la gen<strong>te</strong> a gozar con la entrepierna sin tasa ni medida ni freno. Debe ser<br />

instruido en clase, por educadores y sexólogos diplomados y compe<strong>te</strong>n<strong>te</strong>s<br />

que enseñen al educando, no la sexualidad que personalmen<strong>te</strong> gusta al<br />

educador o al sexólogo, sino la declarada unánimemen<strong>te</strong> como verdadera<br />

por los científicos.<br />

216


XXI*<br />

Ilimitado poderío de la Razón<br />

Leitmotiv: No puede <strong>Logos</strong> malgastar energía y cerebros y músculos en<br />

la producción de superfluidad o placer, mientras necesi<strong>te</strong> gastar<br />

energía y cerebros y músculos en la producción de lo necesario para<br />

que el mundo no sufra.<br />

*1 Abortos, infanticidio<br />

*2 Acciden<strong>te</strong>s de carre<strong>te</strong>ra<br />

*3 Acciden<strong>te</strong>s laborales<br />

*4 Aficiones<br />

*5 Ajedrez<br />

*6 Alcoholismo<br />

*7 Alimentación<br />

*8 Alpinismo<br />

*9 Amor<br />

*10 Animales<br />

*11 Aniversarios, efemérides<br />

*12 Armas de fuego<br />

*13 Ar<strong>te</strong><br />

*14 Astrología<br />

*15 Boxeo<br />

*16 Cárceles<br />

*17 Catástrofes naturales<br />

*18 Caza y pesca<br />

*19 Ciencia<br />

*19A Consumismo<br />

*20 Delincuencia<br />

*21 Demografía<br />

*22 Depor<strong>te</strong><br />

*23 Depresión, ansiedad...<br />

*23A Derechos de propiedad<br />

*24 Desastres naturales<br />

*25 Descanso dominical<br />

*26 Desempleo<br />

*27 Dignidad<br />

*28 Dinero<br />

*29 Domicilio<br />

*30 Drogadicción<br />

*31 Educación<br />

*32 Espacio extra<strong>te</strong>rrestre<br />

217


*33 Espectáculos - Circo, cine, <strong>te</strong>atro, ballet, ópera<br />

*34 Esperanto<br />

*35 Eugenesia<br />

*36 Eutanasia<br />

*37 Familia<br />

*38 Fiestas, diversiones<br />

*39 Gitanismo<br />

*40 Guerra, lucha, pelea<br />

*41 Huelgas, manifestaciones...<br />

*42 Igualdad de sexos<br />

*43 Indumentaria<br />

*44 In<strong>te</strong>rnet<br />

*45 Justicia<br />

*46 Locomoción<br />

*47 Ludopatía<br />

*48 Lujo, superfluidad<br />

*49 Magistra vitae<br />

*50 Ma<strong>te</strong>rnidad<br />

*51 Muer<strong>te</strong><br />

*52 Nudismo<br />

*53 Pa<strong>te</strong>n<strong>te</strong>s, derechos de autor, copyrights...<br />

*54 Paz<br />

*55 Premios, galardones...<br />

*56 Prostitución<br />

*57 Religión<br />

*57 Sanciones, multas... -<br />

*58 Seguros<br />

*59 Sexo<br />

*60 Sindicatos<br />

*61 Suicidio, depresión...<br />

*62 Tabaquismo<br />

*63 Tauromaquia<br />

*64 Tedio<br />

*65 Televisión<br />

*66 Turismo<br />

*67 Vacaciones-descanso, vacaciones-placer<br />

*68 Vida, muer<strong>te</strong>, felicidad.<br />

*69 Violación<br />

*70 Violencia doméstica<br />

*71 Vivienda<br />

De todo lo cavilado en es<strong>te</strong> libro, lo más importan<strong>te</strong> quizá sea nuestro<br />

descubrimiento de que todos los hombres pueden llegar unánimemen<strong>te</strong> a<br />

218


la misma conclusión lógica en cuestiones importan<strong>te</strong>s de carác<strong>te</strong>r social,<br />

con tal que man<strong>te</strong>ngan “dentro de la geometría” (es decir sin la mínima<br />

incursión en <strong>te</strong>rrenos de Filosofía) los estudios y deba<strong>te</strong>s pertinen<strong>te</strong>s.<br />

Creo que la importancia de esta observación quedará de manifiesto en<br />

es<strong>te</strong> capítulo en el que se va a exponer —median<strong>te</strong> “diapositivas”— cuál<br />

es el futuro posible de la humanidad.<br />

Hablo del futuro posible. No <strong>te</strong>ngo ninguna in<strong>te</strong>nción de hacer<br />

futurología ni de lanzar prolepsis de epicúreo. No voy a describir lo que<br />

será la futura sociedad, sino lo que puede ser en caso de que se<br />

satisfagan de<strong>te</strong>rminadas condiciones, en caso de que se haga correcto uso<br />

de la Razón, en caso de que la Historia ponga punto final a la Era de la<br />

Sinrazón —es decir a la era de la Política y de la Democracia— para dar<br />

paso a la Era de la Razón.<br />

Por consiguien<strong>te</strong>, nuestro discurso ín<strong>te</strong>gro estará basado en el mero<br />

supuesto de que fueron o serán aprobados por unanimidad universal, y<br />

ejecutados, los dos proyectos-clave: abolición del derecho de propiedad<br />

en todas sus varian<strong>te</strong>s, y estabilización de la tasa demográfica mundial en<br />

juiciosos niveles (por poner una cifra a manera de ejemplo, podemos<br />

in<strong>te</strong>r nos calcular la tasa en quinientos millones). La derogación del<br />

derecho de propiedad en condiciones de estricta logocracia, y el drástico<br />

recor<strong>te</strong> demográfico de es<strong>te</strong> absurdo planeta superpoblado, son dos<br />

palancas formidables que pueden remover cielos y tierra, y traer al<br />

mundo la felicidad que siempre se le negó en los tiempos pasados.<br />

Recuerda, lector, que no soñamos con una imposible Arcadia feliz. Más<br />

de una vez he dicho que, al mencionar la felicidad, hay que en<strong>te</strong>nder que<br />

se trata de una exis<strong>te</strong>ncia sin dolor considerable (satisfactoria por tanto)<br />

que podrá llamarse “feliz” en el sentido de que se haya puesto fin a la<br />

sangran<strong>te</strong> realidad de que siempre hubiera tanto sufrimiento en una u otra<br />

par<strong>te</strong> —en tantas y tantas par<strong>te</strong>s— de nuestro atormentado planeta.<br />

Quisiera, lector, tomaras conciencia de que, si hacemos correcto uso de la<br />

Razón, quedará expedita la vía para la solución de numerosos problemas<br />

de envergadura, insolubles hasta el día de hoy. Fácil es intuir que las<br />

posibilidades, en general, tienen que ser enormes. Dado que el Gobierno<br />

de la Razón —léase “logocracia”— pueda manejar ad libitum todo el<br />

“dinero” o riqueza exis<strong>te</strong>n<strong>te</strong> en el mundo, y de que deba gobernar un<br />

mundo minúsculo (demográficamen<strong>te</strong>), se intuye que “todo será posible”.<br />

En el capítulo VII quedó sentada esta regla general: mientras no irrumpa<br />

el dolor en nuestras vidas, automáticamen<strong>te</strong> irrumpirá el placer en su<br />

momento, sin que <strong>te</strong>nga ninguna relevancia la especificidad cualitativa de<br />

las fuen<strong>te</strong>s de placer. Dado que esta regla deberá <strong>te</strong>ner total y omnímoda<br />

aplicación en el gobierno de una sociedad racional, es posible que a<br />

muchos coetáneos nuestros no gus<strong>te</strong> el proyecto de cambiar el actual<br />

mundo de la Sinrazón y sustituirlo por el de la Razón.<br />

El gobernan<strong>te</strong> logócrata —o sea la Razón rectora de la sociedad—, no<br />

219


sólo no debe promover la felicidad-placer, sino que debe incluso privar a<br />

la ciudadanía de algunos placeres-vicio que actualmen<strong>te</strong> disfruta (porque<br />

la carencia de éstos, como queda dicho, no va a mermarle felicidad,<br />

mientras que tarde o <strong>te</strong>mprano su disfru<strong>te</strong>, directa o indirectamen<strong>te</strong>, sí ha<br />

de traerle infelicidad). La Autoridad promoviendo, subvencionando,<br />

presidiendo actos que sólo tienen por objeto causar placer-vicio —fiestas,<br />

celebraciones, diversiones, competiciones deportivas, turismo<br />

hedonístico, etcé<strong>te</strong>ra—, carece de sentido en una sociedad racionalmen<strong>te</strong><br />

concebida.<br />

Es<strong>te</strong> lenguaje que estoy usando, parece desorbitado y duro a nuestro<br />

juicio (no probablemen<strong>te</strong> al de nuestros bien educados descendien<strong>te</strong>s).<br />

Pero la Razón o <strong>Logos</strong> no tiene más remedio que ser coheren<strong>te</strong> con su<br />

lema: “infelicidad mínima para todos”. El único freno a tan duro<br />

programa de aus<strong>te</strong>ridad tiene que ser la lógica tarea de reducir al mínimo<br />

posible el dolor que las concretas privaciones de placer puedan causar en<br />

la comunidad que ya estaba gozándolo.<br />

Pero las privaciones, tarde o <strong>te</strong>mprano, han de llevarse a cabo. Hoy en el<br />

mundo miles de millones de cerebros y de músculos están desarrollando<br />

variadísimas e innumerables actividades que ofrecen a la sociedad un<br />

placer no mayor ni mejor que el que sin ellas podríamos disfrutar. Esos<br />

músculos y esos cerebros consumen grandes cantidades de talento y de<br />

energía que podrían aliviar un sinfín de padecimientos humanos.<br />

Casi todas las mencionadas actividades, aparen<strong>te</strong>men<strong>te</strong> destinadas a<br />

hacernos un poco más felices, en realidad no tienen otro objeto que<br />

satisfacer la exigencia de continuo crecimiento de la irracional economía<br />

capitalista. Es el sis<strong>te</strong>ma el que nos incita a consumir estúpidamen<strong>te</strong> mil<br />

productos, y “gozar” de mil servicios, encandilándonos con una<br />

atosigan<strong>te</strong> y engañosa propaganda que prome<strong>te</strong> mucho y casi siempre nos<br />

da sólo un dudoso y menguado placer, cuando no dolor, ni menguado ni<br />

dudoso. De ahí que la logocracia deba optar por suprimirlos, aunque lo<br />

haga del modo más indoloro posible. El soberano lema logocrático reza<br />

esto:<br />

220<br />

No puede <strong>Logos</strong> malgastar energía y cerebros y músculos en la<br />

producción de superfluidad o placer, mientras necesi<strong>te</strong> gastar energía<br />

y cerebros y músculos en la producción de lo necesario para que el<br />

mundo no sufra.<br />

A través de las “diapositivas” que vamos a visionar a continuación, se<br />

pueden analizar algunos pormenores del modo y la medida en que serían<br />

resolutivos los procedimientos en logocracia, y del cómo serían las<br />

razones que justificarían la susodicha política “desorbitada y dura”.<br />

Los coetáneos nuestros a quienes no gus<strong>te</strong> esa política, piensen que esa<br />

política es para un futuro posible, y sólo podrá en todo caso afectar a<br />

nuestros descendien<strong>te</strong>s. No hay, pues, por qué acongojarse hoy. Si<br />

nuestros descendien<strong>te</strong>s no llegan a la unanimidad universal de opinión en<br />

la ma<strong>te</strong>ria correspondien<strong>te</strong>, nada decidirán sobre ello, y no habrá para


nadie motivos de congoja. Si alcanzan la unanimidad, tampoco habrá<br />

congoja.<br />

Piensen también que las “diapositivas” mostradas aquí no necesariamen<strong>te</strong><br />

reflejan lo que han de conocer los hijos de nuestros hijos nacidos en<br />

logocracia: mostradas por sólo el individuo que yo soy, no son producto<br />

de la Razón mientras no hayan sido adoptadas por decisión unánime<br />

universal.<br />

Piensen asimismo que no es arbitrariedad, o cuestión de gustos y deseos<br />

personales de es<strong>te</strong> único individuo, lo que han de ver en estas<br />

“diapositivas”. Es, por el contrario, lo que una lógica rigurosa le ha<br />

obligado a proclamar, según el modelo de razonamiento siguien<strong>te</strong>:<br />

221<br />

La sociedad logocrática nació para hacer feliz a la humanidad<br />

median<strong>te</strong> la fuerza de la Razón. La fuerza de la Razón es operativa<br />

desde el momento en que los habitan<strong>te</strong>s del planeta unánimemen<strong>te</strong><br />

opinan que “la diapositiva X” es necesaria para hacer feliz a la<br />

humanidad. Entonces velis nolis debe hacerse realidad “la diapositiva<br />

X”.<br />

Piensen, por último, en el soberano lema expuesto hace unos momentos:<br />

No puede <strong>Logos</strong> malgastar energía y cerebros y músculos en la<br />

producción de superfluidad o placer, mientras necesi<strong>te</strong> gastar energía<br />

y cerebros y músculos en la producción de lo necesario para que el<br />

mundo no sufra.<br />

No puede la sociedad racional dejar que muera de hambre el niño<br />

africano para que el jovenzuelo yanqui esté drogándose y bailando en la<br />

disco<strong>te</strong>ca, y el señorón europeo matando venados en la cacería.<br />

Visionemos las “diapositivas”, una por una.<br />

*1 Abortos, infanticidio - Dado que la moral y la ética<br />

tradicionales no exis<strong>te</strong>n para la Razón, si la sociedad racional no dejara a<br />

la mujer en completa libertad para que practique el aborto —e incluso el<br />

infanticidio—, no lo haría porque el aborto y el infanticidio sean<br />

acciones moral o éticamen<strong>te</strong> condenables. Lo haría sólo porque el<br />

permitir esas acciones causaría a la humanidad más infelicidad o dolor<br />

que el evitarlas. Actuaría lo mismo que si dejara a todos los ciudadanos<br />

en completa libertad para que practiquen homicidios cuando quieran y<br />

como quieran.<br />

Las consideraciones de la ética filosófica no tienen cabida en una<br />

sociedad racional. El embrión, el feto, incluso el niño y el ser humano<br />

adulto, son sólo trozo de carne, orgánico <strong>te</strong>jido, moléculas y átomos<br />

(exactamen<strong>te</strong> lo mismo que la lombriz y la lechuga y el guijarro). No son<br />

“persona con derecho a la vida” (ignoramos qué es eso). No son “ser<br />

humano de naturaleza superior al guijarro por estar compuestos de<br />

ma<strong>te</strong>ria y espíritu”: no hay tal composición


Si algunas gen<strong>te</strong>s, por sensibilidad, o por desconocimiento de la realidad,<br />

sien<strong>te</strong>n dolor an<strong>te</strong> la destrucción del feto o del recién nacido, en<br />

principio la sociedad racional debe impedir la destrucción. Aunque<br />

también debe educar a esas gen<strong>te</strong>s para que salgan de su ignorancia, y no<br />

sufran por tal motivo cuando la destrucción hubiera de llevarse a cabo en<br />

evitación de otros dolores mayores (verbigracia, la funesta<br />

superpoblación).<br />

Ya sabes, lector, cuál sería el cri<strong>te</strong>rio: si el dolor de la humanidad va a<br />

ser menor permitiéndose abortos y/o infanticidios, no sólo serán las<br />

mujeres libres de abortar, o de matar a su hijo, sino que la propia<br />

sociedad, con los hombres de ciencia médica al fren<strong>te</strong>, les ayudará a<br />

hacerlo gratis, y sin los riesgos que ellas correrían, si tuvieran que<br />

hacerlo por sí mismas.<br />

Por fortuna para toda persona sensible (sea la madre del niño, o no),<br />

<strong>Logos</strong>, la fuerza de la Razón, tiene poderío más que suficien<strong>te</strong> para<br />

gobernar la sociedad y hacerla feliz sin que nadie <strong>te</strong>nga que recurrir al<br />

aborto, y menos al infanticidio.<br />

*2 Acciden<strong>te</strong>s de carre<strong>te</strong>ra - En el futuro quizá sean totalmen<strong>te</strong><br />

distintos los medios de locomoción y de transpor<strong>te</strong> que usamos ahora,<br />

sobre todo si avanza la <strong>te</strong>cnología hasta conseguir (v.gr.) la llamada<br />

“fusión nuclear”. Por ejemplo, para largos desplazamientos, tal vez se<br />

hayan suprimido todas las actuales vías <strong>te</strong>rrestres de superficie —<br />

ferrocarriles, carre<strong>te</strong>ras, autopistas— con objeto de evitar daños a la<br />

fauna y al medio ambien<strong>te</strong>, porque se ha visto que las agresiones contra<br />

la madre naturaleza van a ser menos graves en caso de que sólo exista el<br />

transpor<strong>te</strong> sub<strong>te</strong>rráneo, el aéreo, y el fluvial o el marítimo. No obstan<strong>te</strong>,<br />

nosotros vamos a razonar ajustándonos a nuestro tiempo, ya que sólo<br />

pre<strong>te</strong>ndemos conjeturar cuál podría ser la naturaleza de los cri<strong>te</strong>rios<br />

logocráticos al gestionar la res publica.<br />

Los acciden<strong>te</strong>s de carre<strong>te</strong>ra graves deben reducirse prácticamen<strong>te</strong> a cero.<br />

No se reducirán a cero, sólo con echar la culpa a los excesos y locuras de<br />

la juventud o al Director General de Tráfico. Tal vez los futuros avances<br />

de la <strong>te</strong>cnología traigan la solución por medios que hoy no sabemos<br />

cuáles podrían ser. Veamos, por tanto, cómo resolvería el problema la<br />

Razón con los medios que están a nuestro alcance, ya que la Razón, en<br />

efecto, puede resolverlo.<br />

En todo instan<strong>te</strong> hemos de suponer que se recurrirá a exagerados medios<br />

forzosamen<strong>te</strong> (siempre que no se hayan encontrado medios mejores), ya<br />

que <strong>Logos</strong> por encima de todo tiene que lograr que prácticamen<strong>te</strong> nadie<br />

muera en la carre<strong>te</strong>ra. Al gobierno logócrata no le importará que el<br />

ciudadano se queje de los placeres que pierde con la adopción de medidas<br />

exageradas, ya que es infinitamen<strong>te</strong> más lo que se pierde cuando se<br />

pierde una vida. Helas aquí:<br />

222<br />

1ª En todo el mundo, toda carre<strong>te</strong>ra (sea principal o no) ha de ser<br />

unidireccional, para que ningún vehículo pueda colisionar frontalmen<strong>te</strong> con


223<br />

otro. Y ha de estar lo suficien<strong>te</strong>men<strong>te</strong> “encajonada” para que ninguno pueda<br />

salirse de la calzada en ningún caso.<br />

2ª No deben fabricarse motocicletas de ninguna especie: ni las de carrera,<br />

cuya finalidad única es la de proporcionar placer innecesario para la<br />

felicidad, ni las de trabajo, sustituibles por otros tipos de vehículo.<br />

3ª No debe fabricarse ningún vehículo que desarrolle velocidad superior a 40<br />

k/h., y todos ellos deben ir equipados con un infalible mecanismo automático<br />

de re<strong>te</strong>nción o frenado que en toda circunstancia (por ejemplo, pendien<strong>te</strong><br />

abajo) impida al vehículo superar esa velocidad lími<strong>te</strong>.<br />

4ª Deben fabricarse bicicletas —equipadas también con automatismos que<br />

limi<strong>te</strong>n la velocidad a 20 o 30 km/h en cualquier circunstancia— únicamen<strong>te</strong><br />

si la ciencia médica las aconseja como auxiliar de paseo y de saludable<br />

ejercicio (nunca para trabajar). Sólo deben circular en exclusivas vías<br />

unidireccionales construidas ad hoc, “encajonadas” para que nadie pueda<br />

involuntariamen<strong>te</strong> salirse de la calzada.<br />

5ª Nunca debe utilizarse la carre<strong>te</strong>ra para un eventual transpor<strong>te</strong> urgen<strong>te</strong> (de<br />

personas o de mercancías) a larga distancia. Para ello deben existir vías<br />

especiales, con sus correspondien<strong>te</strong>s vehículos: tren, metro, avión,<br />

helicóp<strong>te</strong>ro, etcé<strong>te</strong>ra.<br />

En es<strong>te</strong> momento, lector, probablemen<strong>te</strong> has pensado que ciertos<br />

“tremendos gastos” —p.ej., el de la infraestructura viaria aquí descrita—,<br />

han de ser insoportables, no sólo para el sis<strong>te</strong>ma económico actual, sino<br />

también para la futura economía racionalista. No es verdad, porque ésta<br />

se desarrolla sin problemas de superpoblación, sin el ominoso<br />

impedimento de los derechos de propiedad, sin la servidumbre de una<br />

economía siempre obligada a ob<strong>te</strong>ner beneficio, etcé<strong>te</strong>ra.<br />

*3 Acciden<strong>te</strong>s laborales - La frecuen<strong>te</strong> y fatídica repetición de los<br />

acciden<strong>te</strong>s laborales graves abruma y destroza a quien <strong>te</strong>nga un mínimum<br />

de sensibilidad. Quizá no exista en la vida imagen más desgarradora que<br />

la del hombre muerto al caer de un andamio porque necesitaba subir a él<br />

para dar de comer a los hijos.<br />

Son dos los medios de los que se vale nuestra sociedad para evitar<br />

acciden<strong>te</strong>s laborales. Uno consis<strong>te</strong> en culpabilizar al empresario. El otro,<br />

en dictar normas de seguridad en el trabajo. Ninguno de los dos vale. El<br />

primero, porque ningún empresario ha <strong>te</strong>nido jamás la culpa de que uno<br />

de sus obreros haya muerto en acciden<strong>te</strong> laboral: entremos en la Era de la<br />

Razón, y quí<strong>te</strong>se de una vez de nuestras cabezas el falso “concepto” de<br />

“culpabilidad”. El segundo no vale por causa del sis<strong>te</strong>ma económico<br />

vigen<strong>te</strong> en la sociedad actual: es imposible dictar normas de seguridad<br />

suficien<strong>te</strong>s mientras existan los fatídicos “derechos de propiedad”.<br />

Nada se arregla culpabilizando a la patronal. Aunque la patronal siguiera<br />

estrictamen<strong>te</strong> la normativa más in<strong>te</strong>ligen<strong>te</strong> y mejor pensada, y aunque así<br />

disminuyera notablemen<strong>te</strong> la siniestralidad, mientras haya empresariospropietarios<br />

habrá que lamentar muchas más tragedias que las imputables<br />

a la socorrida "fatalidad". No por “maldad” o insensibilidad imputable al<br />

propietario, sino por el mero hecho de que el propietario es propietario.<br />

Como tal, ha de hacer uso de sus propiedades de manera que le repor<strong>te</strong>n<br />

beneficio. Y no <strong>te</strong>ndrá beneficio, sino pérdidas cuantiosas y ruina, si<br />

aplica todas las normas de seguridad necesarias para que no se produzca<br />

prácticamen<strong>te</strong> ningún acciden<strong>te</strong>. Esto será posible únicamen<strong>te</strong> cuando se<br />

haya instaurado una logocracia en el mundo.


Cada vez que muere un obrero por acciden<strong>te</strong> laboral, se desatan las iras<br />

del sindicato, del populacho, de los obreros que trabajaban con el<br />

fallecido, y hasta de los periodistas que en todo y siempre necesitan<br />

buscar un “culpable”. Proliferan gritos, insultan<strong>te</strong>s pancartas —“patronal,<br />

hipokritak, ¡asesinos!—, manifestaciones, absurdos eslóganes (“¡no más<br />

acciden<strong>te</strong>s de trabajo!”), quizá con <strong>te</strong>meraria imprudencia, pues quizá las<br />

normas de seguridad establecidas por las leyes ya las había respetado esta<br />

vez el empresario. Manifestaciones de es<strong>te</strong> color no deben organizarse<br />

mientras no cons<strong>te</strong> que el empresario ha incumplido la normativa<br />

vigen<strong>te</strong>.<br />

No somos bastan<strong>te</strong> conscien<strong>te</strong>s de que el acciden<strong>te</strong> en el trabajo es<br />

inevitable. Se tomarán reductoras medidas, pero la seguridad total es<br />

imposible, porque las leyes de la física se van a cumplir inexorablemen<strong>te</strong>,<br />

y nadie es capaz de prever cómo y dónde y cuándo se producirán —o no<br />

se producirán— todos los posibles pequeños errores de cálculo en la<br />

programación y en la ejecución del trabajo.<br />

224<br />

La OIT indica que al día fallecen 6.000 trabajadores en el mundo<br />

debido a la falta de medidas de seguridad laboral...<br />

UGT denunció ayer que en Araba, Bizkaia y Guipúzcoa cada dos<br />

segundos de una jornada diaria de trabajo se produce un acciden<strong>te</strong><br />

laboral y cada cuatro días muere un trabajador. La responsable de<br />

Salud laboral de UGT, Pilar Collan<strong>te</strong>s, afirmó que estos datos son<br />

“verdaderamen<strong>te</strong> escalofrian<strong>te</strong>s”, y pidió una reflexión para pedir<br />

medidas y políticas para que esto se reduzca como sea.<br />

“Para que esto se reduzca como sea”, hay una medida y una política<br />

única: sustituir Democracia por Logocracia, y abolir los “derechos de<br />

propiedad”. Sólo así puede <strong>Logos</strong> (la Razón) resolver satisfactoriamen<strong>te</strong><br />

el problema. Dispone de medios eficaces y variados.<br />

1º Hay multitud de trabajos —no necesarios para la felicidad— que<br />

<strong>Logos</strong> no realizará: construcción de rascacielos, por ejemplo. No<br />

habrá que lamentar ni un solo acciden<strong>te</strong> laboral por esa causa. Ni<br />

construirá (v.gr.) torres Eiffel, si no se está razonablemen<strong>te</strong> seguro de<br />

que nadie por acciden<strong>te</strong> morirá en el empeño: sin torres Eiffel puede<br />

la humanidad vivir tan feliz como con ellas.<br />

2º En la economía racionalista o logocrática, tras la abolición de los<br />

“derechos de propiedad”, no habrá necesidad alguna de reducir<br />

costos al mínimo posible. Se podrán utilizar todos los medios<br />

ma<strong>te</strong>riales, técnicos, educacionales, etc., necesarios para que resul<strong>te</strong><br />

prácticamen<strong>te</strong> igual a cero la probabilidad de un acciden<strong>te</strong> grave. Se<br />

podrán tomar mil extremas precauciones que se reputarían exageradas<br />

actualmen<strong>te</strong>. Por ejemplo, si hace falta un día en<strong>te</strong>ro para instalar el<br />

más humilde andamio en condiciones de absoluta seguridad, se<br />

invier<strong>te</strong> en su instalación un día en<strong>te</strong>ro, porque la pérdida de una vida<br />

humana es más lamentable que la pérdida de un día de trabajo. Otro<br />

ejemplo, exagerado también. Limpiar los canalones del <strong>te</strong>jado (que<br />

obstruyó la hojarasca del otoño) es un trabajo bien sencillo. Pero el<br />

obrero debe limpiarlos de forma que de ninguna manera pueda caer y<br />

matarse. Si para eso no exis<strong>te</strong> otro medio que el montaje de un<br />

complicado armazón metálico a todo lo largo y lo ancho y lo alto de<br />

las fachadas, el armazón se montará, cues<strong>te</strong> lo que cues<strong>te</strong>.<br />

3º Nuestra sociedad irracional cultiva la piro<strong>te</strong>cnia con el único fin de<br />

proporcionar placer a la gen<strong>te</strong>. Esa industria ha causado muer<strong>te</strong>s de<br />

sus obreros. Dado que el fin de la sociedad conducida por <strong>Logos</strong> no<br />

es la ob<strong>te</strong>nción del Placer, sino la extirpación del Dolor, en logocracia


*4 Aficiones -<br />

225<br />

no debe la gen<strong>te</strong> disfrutar con el espectáculo de los fuegos<br />

artificiales, a menos que se sepa con razonable cer<strong>te</strong>za que los<br />

obreros que han de trabajar para eso no van a sufrir daño grave. Sin<br />

ver fuegos de artificio se puede ser feliz.<br />

*5 Ajedrez - Por varios conceptos, el actual ajedrez reglamentario es<br />

un depor<strong>te</strong>-juego-ciencia recomendable desde el punto de vista de nuestra<br />

felicidad, siempre que se juegue racionalmen<strong>te</strong>. Obliga a nuestro<br />

in<strong>te</strong>lecto a realizar saludables ejercicios, además de constituir un<br />

entre<strong>te</strong>nimiento que nos proporciona placer-felicidad, y nos exime de<br />

buscar otros entre<strong>te</strong>nimientos —v.gr., de los que implican alcohol, droga,<br />

juergas, etcé<strong>te</strong>ra—, acaso pródigos en placeres-vicio, pero no más<br />

envidiables qua proveedores de placer-felicidad.<br />

Yo creo que por eso la sociedad racional incluirá el ajedrez en los planes<br />

de estudio, como una asignatura más, para que todos los ciudadanos<br />

puedan practicarlo. No, como se hace hoy día, con el fin de que el buen<br />

ajedrecista gane mucho dinero, sino para que disfru<strong>te</strong> de un depor<strong>te</strong><br />

saludable.<br />

Educará a los alumnos, desde la infancia, en la idea de que lo esencial no<br />

es luchar contra el enemigo y demostrar que uno es más in<strong>te</strong>ligen<strong>te</strong>, sino<br />

llevar el juego con in<strong>te</strong>ligencia, y gozar la satisfacción que produce el<br />

trabajo bien hecho. Obviamen<strong>te</strong>, jamás organizará competiciones ni<br />

exhibiciones con ningún fin, máxime con el fin de que el buen ajedrecista<br />

sea millonario: nadie debe ganar un céntimo por ser un buen jugador de<br />

ajedrez.<br />

¿Que la humanidad entonces no podrá nunca disfrutar el placer de haber<br />

conocido genios como Alekhine y Capablanca? Tant pis! No puede <strong>Logos</strong><br />

malgastar energía y cerebros y músculos en la producción de<br />

superfluidad o placer, mientras necesi<strong>te</strong> gastar energía y cerebros y<br />

músculos en la producción de lo necesario para que el mundo no sufra.<br />

*6 Alcoholismo - El hombre consume alcohol para ob<strong>te</strong>ner placer.<br />

Nada habría que lamentar, si lo consumiera con moderación. Pero se<br />

excede, y entonces el consumo de alcohol pasa a ser un vicio —muchas<br />

veces un funesto vicio—, porque de muy diversas maneras causa dolor (a<br />

veces, mucho dolor). Dado que el fin de la sociedad racional no es la<br />

ob<strong>te</strong>nción del Placer, sino la extirpación del Dolor, en logocracia tiene<br />

que ser totalmen<strong>te</strong> erradicado el vicio. La sociedad actual nunca podría<br />

erradicarlo totalmen<strong>te</strong>. La sociedad racional sí.<br />

El alcohol es una droga. Perjudicial, si se abusa de ella. En opinión de<br />

algunos médicos, beber vino con moderación es, no sólo inofensivo, sino<br />

saludable. Pero, vistos los estragos que produce el alcoholismo; como no<br />

sea necesario el vino para la salud; y <strong>te</strong>niendo en cuenta que la sociedad<br />

racional no debe mover un dedo para fomentar activa y directamen<strong>te</strong> el


Placer —ya que és<strong>te</strong> llegará sin defección, por ley natural, siempre que<br />

no haya Dolor—; la sociedad racional debe optar por suprimir por<br />

completo el consumo de las bebidas alcohólicas, a menos que se<br />

encuentre alguna fórmula eficaz para que nadie pueda excederse. La<br />

irracional sociedad nuestra ya in<strong>te</strong>ntó alguna vez eliminar su consumo,<br />

pero no pudo conseguirlo y fracasó en su in<strong>te</strong>nto. La Razón puede<br />

conseguirlo. Si realmen<strong>te</strong> hay que evitar la producción de toda bebida<br />

alcohólica, puede ser evitada.<br />

226<br />

1º Tras la abolición de los derechos de propiedad, nadie podrá en<br />

ninguna par<strong>te</strong> disponer de tierra donde cultivar plantas a su arbitrio.<br />

El vegetal que secretamen<strong>te</strong> alguien (Pedro, por ejemplo) quisiera tal<br />

vez cultivar junto a “su” vivienda, o dentro de ella, difícilmen<strong>te</strong><br />

prosperaría, ya que la vivienda de Pedro no es propiamen<strong>te</strong> “suya”, y<br />

la sociedad cuenta con medios para penetrar legalmen<strong>te</strong> en la vivienda<br />

y destruir el vegetal.<br />

2º Tras la abolición de los derechos de propiedad, no puede haber en<br />

el mundo ninguna fábrica ni laboratorio donde alguien a su arbitrio<br />

pudiera extraer o producir ma<strong>te</strong>ria susceptible de constituirse o<br />

transformarse en bebida alcohólica. Si fraudulentamen<strong>te</strong> alguien lo<br />

in<strong>te</strong>ntara de algún modo, sería descubierto el fraude. Y vano el<br />

in<strong>te</strong>nto.<br />

3º Puede la sociedad producir todo el ma<strong>te</strong>rial —sea o no sea droga—<br />

que la ciencia prescriba como convenien<strong>te</strong> para la curación de los<br />

alcohólicos exis<strong>te</strong>n<strong>te</strong>s de facto, víctimas de su drogodependencia. El<br />

consiguien<strong>te</strong> tratamiento <strong>te</strong>rapéutico <strong>te</strong>ndría que ser, por supuesto,<br />

gratuito.<br />

4º Para que el actual bebedor —inmoderado o moderado— pueda sin<br />

traumas dejar de beber, debe ponerse a la venta la mercancía a<br />

precios que gradualmen<strong>te</strong>, pero sin cesar, vayan elevándose, máxime<br />

con vistas a disuadir a quien tuviera <strong>te</strong>ntaciones de iniciarse o iniciar<br />

al prójimo en el consumo de bebidas alcohólicas.<br />

5º Estas medidas, unidas a campañas educativas in<strong>te</strong>ligen<strong>te</strong>s, bastan<br />

para que, pasadas algunas generaciones, ya no haya alcohólicos en<br />

es<strong>te</strong> planeta, y prácticamen<strong>te</strong> nadie pueda embriagarse. Fracasos<br />

como el de la famosa “ley seca” no pueden darse en logocracia.<br />

Nosotros ya sabemos el porqué: no hay derechos de propiedad; al<br />

ciudadano le es imposible “dar dinero” a nadie; Al Capone, por tanto,<br />

no puede negociar; etcé<strong>te</strong>ra.<br />

*7 Alimentación - En esta sociedad nuestra —democrática y, por<br />

tanto, irracional—, el problema del hambre adquiere proporciones<br />

trágicas. Problema, por otra par<strong>te</strong>, absurdo. Habida cuenta de los enormes<br />

progresos que se han hecho en ciencia y técnica, es incomprensible que<br />

no seamos capaces de evitar la muer<strong>te</strong> por desnutrición de millones de<br />

personas. Que no seamos capaces de una cosa tan simple que hasta el<br />

más humilde pajarillo la hace: encontrar comida para sí y para los hijos.<br />

Lo único que sabe hacer nuestra democrática sociedad irracional es<br />

culpar a los países ricos, culpar al capitalista. Son ellos los “malos”, y<br />

hay que obligarlos a que sean desprendidos y caritativos, es decir que<br />

sean “buenos”: entonces todo estará arreglado.<br />

Sin embargo, por muy desprendidos y caritativos que se hicieran los<br />

países ricos, ésa no sería la mejor solución, porque la Democracia y la<br />

Política, por su misma naturaleza, hacen imposible de todo punto una<br />

solución satisfactoria. La solución satisfactoria sólo puede provenir de un<br />

“gobierno mundial” de la Razón (ya quedó esto demostrado cuando se<br />

estudió economía logocrática en el capítulo XVIII)


+++ No sólo es hambre el problema de la alimentación......... “La<br />

asociación Mexicana de Estudios...” (Gara, 10.10.04, pág. 04). Coca-<br />

Cola...<br />

*8 Alpinismo - La afición a la montaña, además de inofensiva y<br />

placen<strong>te</strong>ra, es positivamen<strong>te</strong> saludable... ¡siempre que no sea<br />

desmesurada! Para en<strong>te</strong>ndernos, vamos a usar el término “montañismo”<br />

para referirnos a la mesurada afición, y “alpinismo” para referirnos a la<br />

desmesurada. En opinión mía, la afición pasa a ser desmesurada tan<br />

pronto como el aficionado, impelido por afanes de superación, se lanza<br />

ex profeso a empresas difíciles y/o peligrosas: escalada, ascensión a<br />

grandes alturas, in<strong>te</strong>nto de “hazañas deportivas”, etcé<strong>te</strong>ra.<br />

Eso —es decir el alpinismo en mayor o menor grado—, aun en los casos<br />

en que pueda realmen<strong>te</strong> dar placer, más bien que dolor (cosa muy<br />

discutible), es irracional en el sentido de que no hay razón alguna,<br />

válida, para su práctica. No olvidemos las consideraciones que hicimos<br />

en el capítulo IX. El afán de superación, el afán de notoriedad, la<br />

vanidosa esperanza de hacer lo que otros no pueden, etc., no son razón<br />

válida. Sin razones mejores que ésas, hacer alpinismo para regresar a<br />

casa con las manos congeladas, o para morir despeñado en un barranco,<br />

es irracional.<br />

No debe la sociedad racional fomentar el alpinismo, salvo que se le<br />

practique y se le estudie con finalidad estrictamen<strong>te</strong> científica: jamás<br />

como depor<strong>te</strong> que vamos a practicar para que nos dé placer. Quien se<br />

obstine en practicarlo arguyendo la falacia de que él es libre de afrontar<br />

dificultades y riesgos —falacia, porque sus acciden<strong>te</strong>s o su muer<strong>te</strong><br />

pueden causar dolor a otras personas—, debe saber que la sociedad no<br />

tiene por qué pagar las consecuencias de posibles acciden<strong>te</strong>s a los que se<br />

ha expuesto él por su capricho.<br />

La afición al alpinismo es una enfermedad. Actualmen<strong>te</strong> no podríamos<br />

curarla, por causa de nuestro aberran<strong>te</strong> sis<strong>te</strong>ma de Política/Democracia.<br />

<strong>Logos</strong> puede curarla. Sin castigos ni prohibiciones. Así:<br />

227<br />

a) O no suministra al alpinista el ma<strong>te</strong>rial que necesita, o se lo<br />

suministra sólo si dispone de suficien<strong>te</strong> dinero para pagar muy altos<br />

precios (cosa difícil, <strong>te</strong>niendo en cuenta que en logocracia no hay<br />

“dinero de papá”, ni de un sponsor).<br />

b) No le concede permiso para ningún proyecto —la concreta<br />

escalada, la concreta ascensión, etcé<strong>te</strong>ra— sin previo depósito de una<br />

fianza que garantice el pago de los posibles gastos de asis<strong>te</strong>ncia<br />

médica, resca<strong>te</strong>, repatriación, etc., que el acciden<strong>te</strong> haya originado.<br />

c) No le hace publicidad alguna de sus actividades.<br />

La sociedad racional tiene que impedir que se pasen la vida sus miembros<br />

escalando paredes, mientras puedan dedicarse a trabajos que salven al<br />

moribundo niño hambriento. Cuando todos los problemas de la<br />

humanidad se hayan resuelto, iremos a escalar. Entretanto, viviremos<br />

bajo el sagrado lema: No puede <strong>Logos</strong> malgastar energía y cerebros y


músculos en la producción de superfluidad o placer, mientras necesi<strong>te</strong><br />

gastar energía y cerebros y músculos en la producción de lo necesario<br />

para que el mundo no sufra.<br />

*9 Amor - No es amor lo que así llama la gen<strong>te</strong> en es<strong>te</strong> nuestro mundo<br />

irracional. Cuando se refiere a la relación puramen<strong>te</strong> sexual fisiológica,<br />

eso que la gen<strong>te</strong> llama “amor” es únicamen<strong>te</strong> biología, cópula carnal,<br />

fornicación, feromonas, digan lo que digan los Neruda y compañía. Que<br />

en torno al denominado “acto sexual” —en caricias preliminares, por<br />

ejemplo— se ob<strong>te</strong>ngan placeres que no proporciona precisamen<strong>te</strong> el pene<br />

o el clítoris, no es prueba de que los proporciona un poético “espíritu” o<br />

“alma”. Quien inventó la expresión “hacer el amor”, introdujo en el<br />

lenguaje un egregio despropósito, gramatical y filosófico: al realizar la<br />

cópula, no “hacemos” amor de ninguna especie.<br />

Ni siquiera el denominado “amor ma<strong>te</strong>rnal” o “fra<strong>te</strong>rnal” es propiamen<strong>te</strong><br />

amor. Es un sentimiento que, por de<strong>te</strong>rminadas leyes<br />

biologicopsicológicas, nace por la mera presencia de un de<strong>te</strong>rminado<br />

objeto (hijo, hermano, madre, padre) con el que se ha <strong>te</strong>nido cierta<br />

relación. Es algo semejan<strong>te</strong> a lo que un perro experimenta, sólo<br />

biológicamen<strong>te</strong>, en relación con su amo.<br />

El verdadero amor no es en realidad sentimiento, sino voluntad. Amor es<br />

únicamen<strong>te</strong> voluntad de “hacer el bien” a las personas, voluntad de<br />

hacerlas felices, noluntad de verlas padecer. El autor del presen<strong>te</strong> ensayo<br />

—tú ya lo has visto ya, lector— ama a todos los habitan<strong>te</strong>s de la Tierra,<br />

sean quienes fueren, y sean lo que fueren. Ama incluso a aquellos por los<br />

que sien<strong>te</strong> repugnancia o antipatía. Y se regodea pensando que muchos<br />

millones de personas aman así a todo el mundo, aunque tal vez ellas<br />

mismas no lo sepan.<br />

La Razón puede conseguir que prácticamen<strong>te</strong> todos los habitan<strong>te</strong>s de la<br />

Tierra nos amemos los unos a los otros. No, como quería el evangelio,<br />

convirtiéndonos a todos en angelicales criaturas, pero sí erradicando y<br />

rayendo de la faz de la Tierra el Error y la Ignorancia.<br />

*10 Animales - En los animales irracionales hay racionalidad (mayor<br />

o menor), como la hay en los vegetales, y como también la hay en los<br />

minerales. Pero ni unos ni otros tienen facultades o poderes para<br />

“gestionar la racionalidad”, porque falta en ellos la maquinaria ALPHA.<br />

De ello resulta que ni el animal ni el vegetal ni el mineral pueden pensar<br />

ni, por tanto, sentir. Por causa del antropomorfismo nos es de hecho<br />

imposible imaginar que el irracional, por lo menos el de los niveles altos<br />

de la escala zoológica, no piensa. E imposible, sobre todo, imaginar que<br />

no sien<strong>te</strong>. Sin embargo, es poco menos que eviden<strong>te</strong> que el animal<br />

irracional (como el vegetal y el mineral) ni piensa, ni ve, ni oye, ni goza,<br />

ni sufre... Pues lo innegable es que son falsas todas las “pruebas” que<br />

aporta en su favor el aman<strong>te</strong> de los animales. Llevan éstos a cabo<br />

acciones “objetivamen<strong>te</strong> in<strong>te</strong>ligen<strong>te</strong>s” que parecen prueba de que algo<br />

han pensado. Pero hacen cuanto hacen, sin pensar ni haber pensado nada<br />

228


—y, por tanto, sin ver ni oír ni gozar ni sufrir—, del mismo modo que las<br />

madres de los mamíferos llevan a cabo la construcción (objetivamen<strong>te</strong><br />

“in<strong>te</strong>ligen<strong>te</strong>”) del embrión y del feto, sin que ello sea prueba de que han<br />

pensado cómo construirlo.<br />

En sus relaciones con el animal irracional, una par<strong>te</strong> de la humanidad<br />

mantiene actitudes diametralmen<strong>te</strong> opuestas a las man<strong>te</strong>nidas por la otra.<br />

Viven ambas par<strong>te</strong>s convencidas de que el irracional sufre, pero una de<br />

ellas lo ama y se compadece de él cuando sufre, mientras que la otra se<br />

divier<strong>te</strong> y goza maltratándolo, torturándolo, dándole muer<strong>te</strong>... Una de<br />

ellas, además, lo ama y se compadece de él de manera doblemen<strong>te</strong><br />

irracional, por incoheren<strong>te</strong>. Llora al animal, y reclama sus derechos, pero<br />

lo hace sólo con algunos animales. Llora al perro, al gato, al mono, al<br />

toro, a la langosta condenada a morir en agua hirvien<strong>te</strong>... Pero ¿quién<br />

llora por la anchoa capturada en la red, o por el mosquito atrapado en las<br />

fauces del murciélago? ¿Es que sólo tienen derechos el perro y el toro?<br />

Las sociedades pro<strong>te</strong>ctoras que exigen respeto a los derechos de los<br />

animales ¿defienden el derecho (a la vida) de las ratas, de las cucarachas,<br />

de las pulgas, de las ladillas, del bacilo de Koch?<br />

Son irracionales ambas actitudes. <strong>Logos</strong> está en medio de las dos. La<br />

sociedad humana, si es racional, no debe fomentar ninguna forma de<br />

sentimiento hacia el animal irracional. Sentir por él, más o menos, lo que<br />

se sien<strong>te</strong> por el hermano, por la madre, por la hija, por el amigo, en sí es<br />

tan insensato como, por ejemplo, enamorarse de un trébol, o de la<br />

cuarcita, o de un cirrocumulus. Por descontado que es absurdo ponerse a<br />

invocar y a defender los derechos de los animales, cuando son<br />

inin<strong>te</strong>ligibles e inexis<strong>te</strong>n<strong>te</strong>s incluso los derechos humanos.<br />

Pero también implica irracionalidad matar o maltratar al animal sin claros<br />

e indiscutibles motivos de carác<strong>te</strong>r científico. En la futura sociedad no<br />

podrá nadie cazar venados únicamen<strong>te</strong> para que el cazador sienta placer.<br />

Ni podrá lidiar toros para gozar las delicias de un “ar<strong>te</strong>”. Ni decapitar<br />

pollos en<strong>te</strong>rrados con la cabeza fuera, para divertir al populacho con las<br />

“habilidades” del decapitador. Ni lanzar cabras desde el campanario de la<br />

iglesia para “celebrar” las fiestas del pueblo. Ni matar elefan<strong>te</strong>s para<br />

crear en marfil “obras de ar<strong>te</strong>”... La Sociedad de la Razón debe impedir<br />

el maltrato de los animales, no porque sufre el animal (pues no sufre),<br />

sino porque hay en el mundo muchas personas que sí sufren pensando que<br />

sufre el animal. El sufrimiento de las personas es lo único vitando —<br />

siempre que fuere posible— en esta cuestión del aparen<strong>te</strong> sufrimiento de<br />

los animales<br />

Precisamen<strong>te</strong> por eso, aunque la persona sensible sufra, la sociedad<br />

racional debe dar luz verde al maltrato de los animales —a la<br />

vivisección, por ejemplo— cuando el maltrato sea necesario para evitar a<br />

la humanidad sufrimentos mayores. Hubiera sido criminal que —por no<br />

hacer sufrir a esa persona sensible (que al fin y al cabo sufre por<br />

ignoran<strong>te</strong> o necia)— se hubieran atado las manos a los hombres de<br />

ciencia que, gracias a la experimentación animal, crearon técnicas y<br />

229


vacunas y fármacos altamen<strong>te</strong> beneficiosos para la humanidad.<br />

Ahora bien, jamás debe experimentar nadie con animales, y con ello<br />

hacer sufrir a personas que son sensibles —aunque sufran por necedad r<br />

ignorancia—, cuando el único objeto de la investigación animal sea el de<br />

satisfacer caprichos de la gen<strong>te</strong> y proporcionarles placer, o el de hacer<br />

negocio con la producción de artículos que sólo sirven para dicho fin. Por<br />

eso es irracional también que se lleve a cabo la investigación con<br />

animales anárquicamen<strong>te</strong>, compitiendo unos laboratorios con otros,<br />

multiplicando innecesariamen<strong>te</strong> las vivisecciones, los maltratos, las<br />

muer<strong>te</strong>s...<br />

La omnipo<strong>te</strong>n<strong>te</strong> Razón es la que puede acabar con esas irracionalidades,<br />

median<strong>te</strong> la abolición del nefasto “derecho de propiedad”, median<strong>te</strong> la<br />

orientación única y unánime de los trabajos científicos, y median<strong>te</strong> la<br />

dirección (única y unánime también) de una economía logocrática.<br />

Si la Razón asume en el futuro las riendas de gobierno del animal<br />

racional, es probable que ponga fin a nuestra costumbre de adquirir<br />

“animales de compañía” sin otro objeto que el de ob<strong>te</strong>ner placer con la<br />

adquisición. Seamos serios. Es verdad que sólo el hombre in<strong>te</strong>ligen<strong>te</strong> y<br />

culto —y sólo en los breves instan<strong>te</strong>s de conscien<strong>te</strong> reflexión— es capaz<br />

de percibir al perro, al caballo, al delfín, como una escueta caja metálica<br />

o carretilla que no ve ni oye ni goza ni sufre. Pero no por eso deja de ser<br />

irracional y gro<strong>te</strong>sco el amor que sentimos por ciertos animales, como<br />

irracional es, y gro<strong>te</strong>sco, sentir amor por la caja metálica o la carretilla.<br />

Para acabar con la costumbre de “<strong>te</strong>ner animales de compañía”, creo que<br />

habrá motivos de sobra.<br />

230<br />

1º Por antropomorfismo e inevitablemen<strong>te</strong> los animales de compañía<br />

suscitan, en el animal racional sensible, sentimientos análogos a los<br />

que suscita un hijo o un amigo. Ese hecho, además de que en sí es<br />

irracional, suele dar origen a sufrimientos: o porque el animal ha<br />

enfermado, o porque ha muerto, o porque ha hecho algún daño a<br />

<strong>te</strong>rceros...<br />

2º Los animales de compañía están obligados a llevar una exis<strong>te</strong>ncia<br />

contra natura, injustificable. No puede <strong>Logos</strong> ver con buenos ojos un<br />

perro forzado a vivir entre cuatro paredes, o un pájaro forzado a vivir<br />

entre los barro<strong>te</strong>s de su jaula.<br />

3º A causa de su exis<strong>te</strong>ncia contra natura, y de su nulo sometimiento<br />

a la selección natural, se multiplican demasiado y degeneran los<br />

animales de compañía. Tampoco es<strong>te</strong> hecho puede estar bien visto por<br />

la Razón. Y sería estólido llevar a los animales de compañía,<br />

científicamen<strong>te</strong>, a procesos de eugenesia (como deberá hacerse con la<br />

especie humana, que degenera también por la misma causa).<br />

4º Algunos animales de compañía causan al racional molestias y<br />

daños: excrementos en la calle, mordeduras, infecciones, etcé<strong>te</strong>ra.<br />

5º Con demasiada frecuencia se adquiere alegremen<strong>te</strong> un animal de<br />

compañía para, pasados los primeros días de “felicidad”, cansarse,<br />

negarle cuidados mínimos, maltratarlo, desprenderse de él<br />

abandonándolo a su suer<strong>te</strong>, etcé<strong>te</strong>ra.<br />

En la Era de la Razón, tan sólo con fines científicos vivirán cautivos del<br />

hombre los animales irracionales. Nunca para el mero placer nuestro: ni<br />

en casa, ni en el circo, ni en el zoo...


*11 Aniversarios, efemérides... -<br />

*12 Armas de fuego - El arma es un instrumento creado por el<br />

hombre para atacar y para defenderse (atacar a ciertos animales o ciertos<br />

hombres, y defenderse de unos y de otros). Las armas han causado, y<br />

causan todavía, incalculable dolor, sufrimiento, infelicidad. Todavía la<br />

sociedad, por estar irracionalmen<strong>te</strong> concebida y estructurada, no ha<br />

podido evitar que haya en el mundo armas. La Razón puede evitarlo, si<br />

consigue el control de la sociedad en forma de logocracia. Puede evitarlo,<br />

porque entonces en el mundo en<strong>te</strong>ro la economía estará bajo su control, y<br />

sólo producirá lo que la Razón aconseje producir.<br />

Si se trata de armamento de guerra —que sólo es producible y utilizable<br />

por colectividades tales como “nación” o “Estado”— su producción y<br />

utilización tiene que ser ma<strong>te</strong>rialmen<strong>te</strong> imposible en logocracia, porque<br />

en logocracia no hay colectividades tales como “nación” o “Estado”.<br />

Si se trata de armas destinadas al posible criminal que quisiera servirse<br />

de ellas para robar a los ciudadanos, para come<strong>te</strong>r un atraco, para<br />

intimidar y violar a una muchacha, para matar a personas que de<strong>te</strong>sta o<br />

no le agradan, etc., es claro que no pueden ser fabricadas en logocracia<br />

(por ejemplo, porque no exis<strong>te</strong> el derecho de propiedad, y sólo puede<br />

fabricarse lo que haya prescrito la Razón).<br />

Si se trata de armas de fuego destinadas al ciudadano que dice<br />

necesitarlas para defenderse de una posible agresión con armas de fuego,<br />

tampoco pueden ser fabricadas, porque la exis<strong>te</strong>ncia de armas de fuego es<br />

precisamen<strong>te</strong> lo que hace posible una agresión con armas de fuego. Y<br />

para agresiones de otra especie se pueden y se deben arbitrar defensas de<br />

otra especie. La sociedad no será racional si yo, para defenderme del<br />

agresor que esgrime un palo de escoba, puedo matarlo con una pistola o<br />

un rifle.<br />

Si se trata de armas destinadas al ciudadano que dice sentir placer<br />

cultivando la noble ar<strong>te</strong> de la cinegética, tampoco deben ser fabricadas.<br />

La exis<strong>te</strong>ncia de armas de caza puede ser y ha sido causa de numerosos<br />

padecimientos y desgracias (por acciden<strong>te</strong>, crimen, etcé<strong>te</strong>ra), mucho<br />

mayores que la <strong>te</strong>rrible desgracia de <strong>te</strong>ner que vivir sin los placeres de la<br />

caza. A lo sumo quizá, o se adoptarán otras formas de practicar ese ar<strong>te</strong>,<br />

o la caza se realizará metódica y científicamen<strong>te</strong> organizada y dirigida<br />

por equipos expresamen<strong>te</strong> preparados ad hoc bajo los dictados de la<br />

Razón, y nunca por iniciativa personal de quien gustaría de ser cazador<br />

autónomo.<br />

Si la Razón dictamina que es necesario producir una o varias clases de<br />

armas —fuere cual fuere la finalidad (caza selectiva para control de la<br />

población animal, ex<strong>te</strong>rminio de un peligroso ejemplar, sedación de fieras<br />

para investigación científica, etcé<strong>te</strong>ra), deberán ser usadas únicamen<strong>te</strong><br />

cuando la propia Razón de<strong>te</strong>rmine quién ha de usarlas, cómo, dónde,<br />

231


cuándo, etcé<strong>te</strong>ra.<br />

*13 Ar<strong>te</strong> - Me <strong>te</strong>mo que no valgan mis opiniones en esta ma<strong>te</strong>ria. Por<br />

una razón triple:<br />

232<br />

a) Creo que me faltan conocimientos elementales de ar<strong>te</strong>, y no <strong>te</strong>ngo<br />

ninguna educación artística, porque siempre, a todo lo largo de mi<br />

vida, las circunstancias me han obligado en conciencia a prestar mi<br />

a<strong>te</strong>nción a otros pensamientos y otros actos.<br />

b) Creo que en general no siento la emoción estética. Friedrich von<br />

Schiller dijo que la verdad es para el sabio, y la belleza para el<br />

corazón sensible. Pero me parece que se equivocó, porque se puede<br />

ser —yo lo soy— apasionado aman<strong>te</strong> de la verdad sin ser sabio,<br />

mientras que se puede <strong>te</strong>ner sensible corazón (yo lo <strong>te</strong>ngo) sin ser<br />

apasionado aman<strong>te</strong> de la belleza. No sé por qué, pero el hecho es que<br />

el ar<strong>te</strong> —exceptuadas algunas pocas obras de música clásica— apenas<br />

me conmueve. En general admiro boquiabierto, eso sí, la ejecución<br />

técnica de la obra artística (“La Liebre” de Alberto Durero, por<br />

ejemplo, o “Las Meninas” de Velázquez). Pero no debo apreciar la obra<br />

en sí, porque luego se me dice que el ar<strong>te</strong> no es la mera ejecución.<br />

c) Creo que mi talento artístico está rondando el cero. Lo sospecho<br />

cuando alguna vez me da por leer juicios de algún crítico de ar<strong>te</strong>, o<br />

del propio artista. Incluso cuando juzgan la música más gratifican<strong>te</strong><br />

para mí, me hablan de significaciones, matices, valores, etc., que no<br />

percibo por ninguna par<strong>te</strong>.<br />

Esto último es tanto más verdad cuanto que a veces todo o casi todo me<br />

parece arbitrariedad y bluff. Máxime cuando leo noticias como éstas:<br />

No <strong>te</strong>ngo ningún respeto por los premios de cualquier especie, y mi<br />

primera posición an<strong>te</strong> ellos se dio cuando William Saroyan rechazó el<br />

Pullitzer porque los cri<strong>te</strong>rios del mercado no tienen autoridad alguna<br />

para avalar la obra artística. En los de li<strong>te</strong>ratura, además, no tiene<br />

ningún sentido implicarse si no es para ganar, porque la obra no<br />

triunfadora no exis<strong>te</strong>, nadie habla de ella, y no se la lee ni el jurado.<br />

Los grandes premios de las letras son pactados y, a menudo,<br />

encargos editoriales con ritual añadido [Xabier Rekalde]<br />

Pero, volviendo a las razones por las que el mundo de las ar<strong>te</strong>s<br />

visuales se hace antipático a ojos de los no expertos, habría que<br />

señalar dos, unida la una a la otra como la pescadilla y su famosa<br />

cola: uno, las ar<strong>te</strong>s visuales necesitan para existir de la financiación<br />

pública; y dos, esto es así porque no son ni útiles ni funcionales [...]<br />

La gen<strong>te</strong> mira al ar<strong>te</strong> un poco como a los impuestos, como un mal que<br />

ha de pagar sin que el resultado le gus<strong>te</strong> ni le divierta ni lo acabe de<br />

en<strong>te</strong>nder [Miren Jaio].<br />

Desde el balcón de mi casa veo todos los días una escultura de Chillida,<br />

titulada Peine de los Vientos, y otra de O<strong>te</strong>iza, titulada Construcción<br />

Vacía. No me dicen absolutamen<strong>te</strong> nada. Todos los días me pregunto qué<br />

puede ver en ellas la gen<strong>te</strong>. Y no puedo evitar el pensamiento de que hay<br />

otras mil arbitrarias maneras de sustituir la forma y las proporciones de<br />

esos hierros, que no por eso dejarían de ser tan “peine de los vientos” y<br />

tan “construcción vacía”, respectivamen<strong>te</strong>.<br />

El asunto se agrava cuando —y porque— mi in<strong>te</strong>lecto no acierta a ver que<br />

el ar<strong>te</strong> valga para redimir de su desgracia a la humanidad. Comprendo<br />

que para alguien pueda ser, de las muchas fuen<strong>te</strong>s de placer que ofrece la<br />

vida, una más. Pero no veo que resuelva los problemas de la humana<br />

tragedia. No sólo porque el ar<strong>te</strong> es a veces fuen<strong>te</strong> de infelicidad —ar<strong>te</strong> de


los gladiadores en el coliseo, ar<strong>te</strong> de la guerra, ar<strong>te</strong> de la tauromaquia,<br />

ar<strong>te</strong> del boxeo...—, y expresión de suprema estolidez otras veces (por<br />

ejemplo, el bodypainting), sino también porque veo que es casi siempre<br />

ficción —poesía, novela, <strong>te</strong>atro, cine, ciertas esculturas...— y, por tanto,<br />

a fin de cuentas, falsedad o mentira. Por ejemplo, esas obras de O<strong>te</strong>iza<br />

que, según <strong>te</strong>ngo en<strong>te</strong>ndido, representan “el Vacío metafísico”, son<br />

falsedad neta, porque “el Vacío metafísico” no exis<strong>te</strong> ni puede existir, ni<br />

siquiera como concepto.<br />

Si me hablan de obras de ar<strong>te</strong> —“canción-pro<strong>te</strong>sta”, por ejemplo— que<br />

deben promocionarse, pues al concienciar a la gen<strong>te</strong>, al denunciar, al<br />

condenar, etc., su objetivo es a la postre poner término al dolor humano,<br />

responderé que no sirven para alcanzar ese objetivo. Nunca evitará los<br />

horrores de la guerra el Guernica de Picasso, por muy admirada y<br />

admirable que sea su expresión artística de los horrores de la guerra.<br />

Jamás ninguna obra de ar<strong>te</strong> conseguirá desbancar a la Política para<br />

sustituirla por la Razón, único medio posible para acabar con la tragedia<br />

humana.<br />

Cultivar el ar<strong>te</strong> para arreglar el mundo es perder el tiempo, del mismo<br />

modo que son pérdidas de tiempo las luchas políticas llevadas a cabo con<br />

ese fin. Todo ello es dar coces contra el aguijón. Un amigo marxista a<br />

quien yo, pesimista, repetía “¡no vais a conseguirlo!”, me espetó una<br />

bonita frase de Antonio Gramsci: “Fren<strong>te</strong> al pesimismo de la razón debe<br />

oponerse el optimismo de la voluntad.” Frase tan bonita como<br />

tremendamen<strong>te</strong> errónea. Si el pesimismo de la Razón <strong>te</strong> ha dictaminado<br />

que los medios x no pueden conducir a los fines z, fatalmen<strong>te</strong> el<br />

optimismo de la Voluntad <strong>te</strong> conducirá al fracaso. Tan sólo en un sentido<br />

tuvo razón Gramsci. Dado que deba desarrollarse la lucha necesariamen<strong>te</strong><br />

sin salir de la sociedad irracional y con los irracionales instrumentos<br />

disponibles en tal clase de sociedad, entonces hay que luchar contra<br />

viento y marea, aun sabiendo que nada se conseguirá. Pero sólo entonces.<br />

No sólo no vale el ar<strong>te</strong> para hacer feliz a la humanidad. Es que —al<br />

menos algunas ar<strong>te</strong>s inofensivas al parecer (como, por ejemplo, el cine, el<br />

<strong>te</strong>atro, la li<strong>te</strong>ratura)— casi siempre o siempre llevan un importan<strong>te</strong><br />

ingredien<strong>te</strong> que es germen de infelicidad, porque imbuyen erróneas<br />

valoraciones de la vida —erróneas y, por tanto, dañinas a la postre— en<br />

el subconscien<strong>te</strong> del espectador o lector. Por ejemplo, el drama de Romeo<br />

y Julieta puede inocular en el espectador, y muy profundamen<strong>te</strong>, la falsa<br />

idea de que es admirable y deseable amarse así. Han hecho mucho daño al<br />

mundo Romeo y Julieta, y no nos damos cuenta de ello.<br />

Por otra par<strong>te</strong>, hay cosas que, decididamen<strong>te</strong>, mis en<strong>te</strong>ndederas no<br />

alcanzan a ver. Por ejemplo, cuando Picasso dice “el ar<strong>te</strong> es la mentira<br />

que nos permi<strong>te</strong> comprender la verdad”. Yo creo que mal puede ser<br />

verdad la “verdad” que una mentira pueda hacernos comprender.<br />

Tampoco las alcanzo a ver cuando Gün<strong>te</strong>r Grass dice “el ar<strong>te</strong> es<br />

irracional, no tiene el menor sentido, y a pesar de todo es necesario”.<br />

233


Necesario ¿para qué? ¿Para ob<strong>te</strong>ner o dar a la gen<strong>te</strong> “uno más” de los<br />

muchos placeres posibles en la vida? Ni entiendo lo que en esa misma<br />

línea dijo Jean Coc<strong>te</strong>au:: “sé que la poesía es indispensable, pero no<br />

sabría decir para qué”. Si no sabe decir para qué es indispensable, no<br />

puede saber que es indispensable.<br />

Si es necesario el ar<strong>te</strong> sólo para dar placer, escasos apoyos <strong>te</strong>ndrá para su<br />

cultivo en el mundo futuro racionalizado. Salvo raras excepciones, la<br />

futura sociedad no dará un céntimo a novelistas, poetas, pintores,<br />

arqui<strong>te</strong>ctos, compositores, cineastas... Porque ellos, en cuanto tales, no<br />

van a aliviar el Dolor de la humanidad. Y porque no puede <strong>Logos</strong><br />

malgastar energía y cerebros y músculos en la producción de<br />

superfluidad o placer, mientras necesi<strong>te</strong> gastar energía y cerebros y<br />

músculos en la producción de lo necesario para que el mundo no sufra.<br />

Yo debo ser un bárbaro, si es verdad la sen<strong>te</strong>ncia de Goethe:<br />

El hombre sordo a la voz de la poesía es un bárbaro, sea quien sea.<br />

Me está, pues, prohibido opinar qué decidirá <strong>Logos</strong> en orden a inhibirse<br />

an<strong>te</strong> el ar<strong>te</strong>, o fomentar su cultivo. No obstan<strong>te</strong>, puedo asegurar que, si<br />

sólo sirve para dar placer, no lo fomentará. No al menos en la forma en<br />

que lo fomenta la sociedad actual. Hoy todo el mundo se considera<br />

meritorio productor de obras li<strong>te</strong>rarias, pictóricas, escultóricas,<br />

fotográficas, cinematográficas, musicales, etc., que la sociedad paga<br />

bien, aunque sólo sean ar<strong>te</strong>-basura. No puedo imaginar a <strong>Logos</strong><br />

organizando competiciones de bodypainting, o concursos li<strong>te</strong>rarios para<br />

premiar la novela y la película más placen<strong>te</strong>ra, o subastas<br />

multimillonarias de Van Gogh o de Picasso. Tengo la impresión de que en<br />

una sociedad racional sobra el 95% de nuestras obras de ar<strong>te</strong>. La enorme<br />

actividad que estamos desarrollando en la producción de ese 95% no<br />

alimentará ni uno de los millones de niños que mañana o pasado van a<br />

morir hambrientos en el <strong>te</strong>rcer mundo. No puede <strong>Logos</strong> bendecir tanta<br />

actividad estéril, sustituible por otras que sí ahorrarían sufrimientos a la<br />

humanidad. La gen<strong>te</strong> dedica sus talentos y energías al innecesario ar<strong>te</strong>,<br />

porque se paga el innecesario ar<strong>te</strong>. Pero no son escultores y poetas y<br />

novelistas y cineastas lo que necesita la humanidad, y los millonarios del<br />

futuro no serán Picasso ni O<strong>te</strong>iza ni Hitchcock, sino el educador, el<br />

hombre de ciencia, el médico, el ingeniero, el inventor...<br />

Lo que sí se salvará, a mi juicio, será la música. No esa moderna<br />

“música” inventada por hedonopatía, por manía de la innovación, por<br />

vehicular pasiones políticas o placeres de carác<strong>te</strong>r sexual. Me refiero a la<br />

música clásica, la capaz de llegar al alma de todos los humanos de todos<br />

los tiempos, la inmortal de los Beethoven, los Mozart, los Bach... Creo<br />

encontrar para ello un par de razones, o tres. Una: la música me parece<br />

una compleja y ordenada sucesión espacio-<strong>te</strong>mporal (racionalidad<br />

concentrada), de movimientos moleculares ordenados en forma de<br />

melodía, ritmo, coordinación, lógica adecuación entre sí de los distintos<br />

órdenes, y entre éstos y otros de<strong>te</strong>rminados órdenes instalados en el<br />

234


cerebro del animal racional. Dos: “el ar<strong>te</strong> es mentira”, según Pablo<br />

Picasso, pero “la música no sabe mentir”, según Javier Ortiz. Tres: oír<br />

música buena —que “amansa a las fieras”, dicen— es para el oyen<strong>te</strong> una<br />

saludable <strong>te</strong>rapia, tal vez por causa de ese su ordenado orden de alta<br />

racionalidad.<br />

*14 Astrología - Leo en la Gran Enciclopedia Larousse, de la<br />

editorial Planeta:<br />

235<br />

Más allá de la verdad que pueda encerrar la astrología a es<strong>te</strong> respecto,<br />

sería injusto desdeñar el papel cultural que ofrece todavía en la<br />

actualidad su vertien<strong>te</strong> esotérica, metafísica y casi sagrada. En<br />

definitiva, el fin de la astrología genetlítica consis<strong>te</strong> en esbozar la<br />

trayectoria personal de vida según una serie de parámetros: astros<br />

directos o retrógrados en el zodíaco, función desempeñada según la<br />

posición en casas (domificación)...<br />

No sé si será desdeñable el papel cultural que ofrece todavía en la<br />

actualidad su vertien<strong>te</strong> esotérica, metafísica y casi sagrada. Pero sí sé que<br />

en la Era de la Razón será intolerable man<strong>te</strong>ner —y no se man<strong>te</strong>ndrá—,<br />

semejan<strong>te</strong> papel cultural. No puede <strong>Logos</strong> permitir que se propalen<br />

errores a costa de las masas de gen<strong>te</strong> crédula. Y errores indudablemen<strong>te</strong><br />

son los que la Astrología propala, mientras no sean considerados verdad<br />

por los hombres de ciencia, todos unánimes.<br />

*15 Boxeo - Es un ar<strong>te</strong>, sí, pero la acción de boxear es también acto<br />

irracional donde los haya. El boxeo como depor<strong>te</strong> o como juego, por<br />

mucho ar<strong>te</strong> que lleve dentro, es bestialidad. Mejor dicho, es más que<br />

bestialidad, porque ninguna bestia juega de modo que pueda morir o<br />

matar jugando. En la sociedad humana el boxeo tiene que desaparecer. La<br />

modélica sociedad irracional que hemos conocido es incapaz de<br />

erradicarlo: al contrario, lo autoriza, lo promueve, lo patrocina, incluso<br />

premia la bestialidad con sumas ingen<strong>te</strong>s de dinero. Pero la Razón puede<br />

erradicarlo.<br />

Aun en los casos en que no mata, el boxeo puede causar daños graves a lo<br />

más valioso de nuestro organismo: el cerebro. Hay caprinos que atacan<br />

brutalmen<strong>te</strong> el cráneo de su rival. Pero lo hacen —sin saberlo ellos<br />

mismos— con una finalidad admirable, sapientísima. Y nunca dan muer<strong>te</strong><br />

a su rival, porque sus cráneos están construidos ad hoc para soportar<br />

fortísimos topetazos. En cambio, el boxeo normalmen<strong>te</strong> daña el cerebro,<br />

porque no está construido ad hoc el cráneo humano.<br />

Cuando el homo sapiens niño adquiera el uso de razón, transformará en<br />

logocrática esta sociedad irracional en la que ahora vive. Y entonces ya<br />

no habrá cuadrilá<strong>te</strong>ros en ningún Madison Square. La sociedad<br />

logocrática o racional fue creada para que en ella pudiera todo el mundo<br />

ser feliz. Y en ella se puede ser feliz sin boxear y sin ver boxear.<br />

La Razón —es decir el “gobierno logocrático”— tiene medios para acabar<br />

con ese “depor<strong>te</strong>” (sin castigos ni prohibiciones, por supuesto). He aquí


algunos:<br />

236<br />

a) no reconocer ningún tipo de organismo, club, asociación, etc.,<br />

relacionado con el boxeo; b) no facilitar ningún local para comba<strong>te</strong>s<br />

de boxeo; c) no fabricar guan<strong>te</strong>s de boxeo; d) no dar un centavo a<br />

profesores, a boxeadores, a preparadores; e) no dar publicidad a<br />

ninguna “hazaña de boxeador”; f) no dar publicidad a ningún comba<strong>te</strong><br />

que vaya a <strong>te</strong>ner o haya <strong>te</strong>nido lugar por iniciativas particulares; g)<br />

imposibilitar las acostumbradas apuestas en metálico, porque en la<br />

economía racionalista no puede el dinero pasar de unas manos a<br />

otras; h) educar a niños y jóvenes, fomentando en ellos la afición a<br />

tipos de actividad al<strong>te</strong>rnativos; etcé<strong>te</strong>ra.<br />

*16 Cárceles - Uno de los focos de mayor sufrimiento, en esta<br />

absurda sociedad nuestra de hoy, son las cárceles. Fueron construidas<br />

para castigar a los “malos” que han cometido “maldades”. Cosa tan<br />

absurda no puede existir en una sociedad racional, porque la “maldad” y<br />

los “malos” no exis<strong>te</strong>n sino en las imaginaciones que viven sometidas al<br />

Error.<br />

Entre las “maldades” que los “malos” come<strong>te</strong>n, las más importan<strong>te</strong>s de<br />

hecho en la absurda sociedad nuestra son los “delitos políticos”. En una<br />

sociedad racional —es decir en régimen de logocracia— es ma<strong>te</strong>rialmen<strong>te</strong><br />

imposible come<strong>te</strong>r delito político, porque ese régimen se carac<strong>te</strong>riza<br />

precisamen<strong>te</strong> por ser negación o ausencia de toda política. Sobrarán,<br />

pues, las cárceles destinadas a castigar semejan<strong>te</strong>s delitos.<br />

Por mil motivos, los delitos comunes en logocracia tienen que ser, o<br />

prácticamen<strong>te</strong> imposibles, o infinitamen<strong>te</strong> menos numerosos que en la<br />

actualidad. Por ejemplo, nadie asesinará disparando una pistola, porque<br />

no habrá pistolas. O nadie se apropiará del dinero ajeno, porque el dinero<br />

será electrónico. O nadie maltratará a su cónyuge, porque no habrá<br />

cónyuge a quien maltratar, al no existir la institución matrimonial.<br />

Como no es pensable que los delitos comunes bajen a cero aunque fuesen<br />

infinitamen<strong>te</strong> menos numerosos que hoy —y justo para que lo sean—,<br />

también la sociedad racional debe construir establecimientos ad hoc para<br />

los “delincuen<strong>te</strong>s”. Pero yo no los construirá como “cárcel”, sino más<br />

bien como “jaula”, para quitarles toda connotación de “castigo” impuesto<br />

a los “malos”. El delincuen<strong>te</strong> será encerrado en “jaula”, sólo para que,<br />

aislado de la sociedad a la que hizo daño, no vuelva a hacérselo.<br />

Naturalmen<strong>te</strong>, nunca podrá escapar de la “jaula”.<br />

Nuestra sociedad irracional no ha sido capaz de evitar al cien por cien las<br />

evasiones de presos. Por mucho que se calificara como de “seguridad<br />

máxima” una cárcel, siempre hubo evasiones. No podrá ocurrir tal cosa<br />

en la Era de la Razón. Por un trío (por lo menos) de razones.<br />

1ª) Será muy reducido el número de “enjaulados” en régimen de<br />

logocracia. “Infinitamen<strong>te</strong>” menor que el de la sociedad actual. 2ª) El<br />

“enjaulado” no deberá poder escapar jamás de ninguna manera,<br />

porque és<strong>te</strong> será, para el delincuen<strong>te</strong> po<strong>te</strong>ncial, uno de los factores<br />

disuasorios más eficaces. 3ª) La economía logocrática no estará atada<br />

—como la economía capitalista— por un presupuesto-lími<strong>te</strong> de los


237<br />

gastos permisibles, y podrá aprontar todos los medios necesarios<br />

para que resul<strong>te</strong> imposible evadirse. Por ejemplo, permanen<strong>te</strong> y<br />

múltiple vigilancia de todos y cada uno de los “enjaulados”, cues<strong>te</strong> lo<br />

que cues<strong>te</strong>.<br />

La sociedad actual no es capaz de evitar que el delincuen<strong>te</strong> —incluso el<br />

que sólo es presunto delincuen<strong>te</strong>— cobardemen<strong>te</strong> sea torturado,<br />

maltratado, insultado, humillado, vejado, expoliado... La sociedad<br />

funcionando en logocracia, <strong>Logos</strong>, puede evitarlo. Ya en otro lugar<br />

demostré que no hay razón alguna para que el delincuen<strong>te</strong> no sea tratado<br />

con el mismo respeto y la misma deferencia que el más honorable<br />

ciudadano, por muy horrendo que fuere el delito cometido.<br />

*17 Caza y pesca - El nuevo régimen (lo <strong>te</strong>ngo dicho repetidas<br />

veces) no debe prohibir a los ciudadanos el disfru<strong>te</strong> de ningún placer,<br />

pero tampoco debe hacer el menor gesto positivo para proporcionárselo:<br />

su quehacer único es el de suprimir y evitar en lo posible el dolor.<br />

En consecuencia, <strong>Logos</strong> no puede (por ejemplo) fabricar escopetas o<br />

rifles para regocijo de cazadores, porque el rifle y la escopeta pueden<br />

causar y han causado mucho dolor a la humanidad. Tampoco puede<br />

fabricarlos para que el ciudadano haga de la caza su medio de<br />

subsis<strong>te</strong>ncia vendiendo lo cazado, ya que al ciudadano en la economía<br />

logocrática le será ma<strong>te</strong>rialmen<strong>te</strong> imposible realizar ninguna operación de<br />

compraventa. Cuando <strong>Logos</strong> decida que es necesario cazar por la razón<br />

que fuere, la caza será un trabajo, como otro cualquiera, concebido,<br />

planificado, realizado, con los métodos y en la forma y el momento<br />

prescritos por la ciencia y, por tanto, con reducción al mínimo de los<br />

daños posibles. No podrá el cazador matar palomas o ciervos —ni, por<br />

supuesto, crías de foca, rinoceron<strong>te</strong>s, elefan<strong>te</strong>s, ballenas...— cuando se le<br />

antoje y como se le antoje.<br />

La pesca deportiva se practica, en general, sin armas tan peligrosas como<br />

el rifle y la escopeta. No hay por qué hacer sufrir al aficionado,<br />

privándole de sus cañas y anzuelos. Por lo demás, al igual que la caza, la<br />

pesca será un trabajo, como otro cualquiera, concebido, planificado,<br />

realizado, con los métodos y en la forma y el momento prescritos por la<br />

ciencia y, por tanto, con reducción al mínimo de los daños posibles (que<br />

en la sociedad irracional han sido muchos). La economía racionalista<br />

podrá lograr, y logrará, por ejemplo, que sean prácticamen<strong>te</strong> cero los<br />

pescadores que mueran ahogados por haber <strong>te</strong>nido que dedicarse a la<br />

pesca.<br />

*18 Ciencia - Una vez leí que, “al menos en la Unión Europea”, “y<br />

seguramen<strong>te</strong> en Estados Unidos”, “la proporción de estudian<strong>te</strong>s en<br />

estudios de tipo técnico y científico está bajando”, que “en cada curso<br />

que pasa son menos los diplomados en Física”, que esto “es<br />

preocupan<strong>te</strong>”, etcé<strong>te</strong>ra. También leí esto: “Según los datos ofrecidos por<br />

el Minis<strong>te</strong>rio de la Salud francés, actualmen<strong>te</strong> hay en el estado francés<br />

13.727 psiquiatras, y esa cifra descenderá a 8.816 el año 2025.” [Gara A]


En régimen de logocracia no pueden suceder cosas tales, porque la<br />

economía logocrática puede y debe elevar pagas o estipendios —que sólo<br />

se dan como estímulo—todo cuanto fuere necesario para que siempre<br />

haya en el mundo eficien<strong>te</strong>s y suficien<strong>te</strong>s médicos, científicos, técnicos...<br />

La proporción de alumnos en estudios de tipo técnico y científico o<br />

médico —y no la de estudian<strong>te</strong>s de Filosofía y Letras, o de Teología, o de<br />

ar<strong>te</strong>— es precisamen<strong>te</strong> la que tiene que subir, si ha de lograrse que el<br />

mundo no sufra. Y subirá.<br />

Nuestra obsesiva manía de buscar “culpables” en todo instan<strong>te</strong> y en todo<br />

lugar, hace a los hombres de ciencia culpables de haber inventado armas<br />

de guerra nucleares, armas de guerra químicas, armas de guerra<br />

biológicas, bio<strong>te</strong>cnologías que pueden abocar a la autodestrucción de la<br />

especie humana, etcé<strong>te</strong>ra. El hombre de ciencia en cuanto tal —puesto<br />

que la scientia es únicamen<strong>te</strong> un saber— jamás es culpable de nada. El<br />

“culpable” único es el uso que hace de lo sabido la irracional<br />

democracia, la irracional política. En régimen de logocracia no habrá<br />

nada que <strong>te</strong>mer de los descubrimientos de la ciencia, por <strong>te</strong>rroríficos que<br />

sean.<br />

*19 Delincuencia - Hablando con rigurosa lógica, no puede haber<br />

delitos en una sociedad en la que el único gobernan<strong>te</strong> es la Razón, porque<br />

“delito”, según el diccionario, es “culpa, crimen, quebrantamiento de la<br />

ley”, y en logocracia nadie puede ser propiamen<strong>te</strong> “culpable” ni<br />

“criminal”, y tampoco puede promulgarse ninguna verdadera “ley”.<br />

Los hechos que la sociedad irracional denomina “delito” o<br />

“delincuencia”, deben ser evitados, por supuesto. Pero deben serlo, no<br />

porque el “delito” sea un acto ética o moralmen<strong>te</strong> vitando, sino por la<br />

única razón de que hace daño a la sociedad, impidiéndole ser feliz. La<br />

irracional sociedad —con su flaman<strong>te</strong> Democracia, con su inseparable<br />

Política— siempre ha sido incapaz de evitar la delincuencia. La Razón<br />

puede evitarla en muy gran par<strong>te</strong>. Casi siempre puede, además, evitarla<br />

automáticamen<strong>te</strong>, por el mero hecho de que la estructura de la sociedad<br />

es en sí misma racional. Vamos a pasar ligera revista a algunos delitos.<br />

Po<strong>te</strong>ncialmen<strong>te</strong>, la tortura inflige al torturado el mayor daño que puede<br />

causarse a una persona. Es, por tanto, el más grave de todos los delitos.<br />

Incluso más grave que el asesinato. El asesinato en cuanto tal no puede<br />

hacer daño a la víctima. Esta no puede ser víctima de asesinato mientras<br />

no haya sido asesinada. Pero, una vez asesinada, tampoco puede ser<br />

víctima de nada ni de nadie, pues ya la víctima ha dejado de existir, y no<br />

hay daño posible para lo inexis<strong>te</strong>n<strong>te</strong>. El daño de un asesinato es para<br />

quienes continúan vivos: familiares, allegados, amigos... Voy a ampliar<br />

esto, si se me permi<strong>te</strong> un parén<strong>te</strong>sis.<br />

No hay ninguna válida prueba o demostración de que, tras la muer<strong>te</strong>,<br />

seguiremos viviendo “de otra manera” o “en otra vida”. Que (por la razón<br />

que fuere) lo imaginemos como posible o como cierto, no constituye<br />

ninguna prueba de que sea cierto ni posible. Razonablemen<strong>te</strong> podemos<br />

238


partir, pues, de la hipó<strong>te</strong>sis de que “Fulano ha muerto” quiere decir “ya<br />

no exis<strong>te</strong> Fulano”. Dado ese supuesto, es eviden<strong>te</strong> que para mí el hecho<br />

(en sí) de morir yo —lo mismo que para ti el hecho de morir tú— no es<br />

nada malo, o lamentable, o luctuoso, o doloroso. No puede serlo (es<br />

tautológicamen<strong>te</strong> imposible), porque, si no exis<strong>te</strong> mi persona, imposible<br />

será que a mi persona ocurra nada malo, o lamentable, o luctuoso, o<br />

doloroso.<br />

Todo lo que me ocurra de malo, o lamentable, o luctuoso, o doloroso,<br />

tiene que ocurrirme necesariamen<strong>te</strong> mientras vivo, mientras existo. Si, en<br />

el momento en que estoy charlando y riendo con varios amigos, de pronto<br />

muero instantáneamen<strong>te</strong>, fulminado por un rayo —o por un tiro que me<br />

hayan dado en la nuca—, no me habrá ocurrido ninguna desgracia: es<br />

imposible. Ese acciden<strong>te</strong> podrá ser una desgracia para de<strong>te</strong>rminadas<br />

personas que siguen vivas, pero no para mí. “Perder la vida” es una<br />

expresión contradictoria. Mientras Fulano exista, no puede haber perdido<br />

la vida; pero tampoco puede perderla cuando muera, porque una vez<br />

muerto, ya no exis<strong>te</strong>, y nada puede perder.<br />

La posible sociedad racional futura —para la cual, mientras nadie pruebe<br />

lo contrario, será inexis<strong>te</strong>n<strong>te</strong> la persona que haya muerto—, sabrá que<br />

para nadie tiene ningún valor su propia vida, por la sencilla razón de que,<br />

si la “pierde”, no habrá perdido nada. Sin embargo, el estamento<br />

“logodirector” de la posible futura sociedad racional se esforzará al<br />

máximo en la preservación de nuestras vidas, 60 considerando y declarando<br />

que la vida humana es el valor supremo indiscutible, por encima de<br />

cualesquiera otros valores.<br />

No hay en ello incoherencia ni contradicción. A pesar de que la propia<br />

vida no tiene —en el sentido explicado— ningún valor para quien la vive,<br />

la vida de cualquier persona se <strong>te</strong>ndrá logocráticamen<strong>te</strong> como el valor<br />

supremo, por una razón perogrullesca: porque todos los demás valores lo<br />

son únicamen<strong>te</strong> para la persona que vive, para la persona que exis<strong>te</strong>. Si el<br />

objetivo único de la logocracia es proveer al ciudadano de todo lo<br />

necesario para la felicidad, la preservación de la vida del ciudadano<br />

deberá primar por encima de todo, ya que sólo si vive podrá proveerle de<br />

lo necesario para la felicidad. Cierro el parén<strong>te</strong>sis, y continúo.<br />

La tortura practicada por orden del gobernan<strong>te</strong> —practicada muy a<br />

menudo en democracia, donde el gobernan<strong>te</strong> necesita, por motivos<br />

políticos, ob<strong>te</strong>ner información que sólo el torturado le puede facilitar—<br />

es ma<strong>te</strong>rialmen<strong>te</strong> imposible en logocracia. En ésta, al no haber naciones,<br />

ni Estados, ni Política, ningún gobernan<strong>te</strong> necesita —a ningún gobernan<strong>te</strong><br />

in<strong>te</strong>resa (ningún gobernan<strong>te</strong> se beneficia con)— ob<strong>te</strong>ner información<br />

median<strong>te</strong> la tortura.<br />

Más aún. Esa clase de tortura es ma<strong>te</strong>rialmen<strong>te</strong> imposible también porque<br />

en logocracia no puede haber ningún de<strong>te</strong>nido a quien torturar: disiden<strong>te</strong>,<br />

60 Lo cual no obstará para que (v.gr.) ayude al enfermo <strong>te</strong>rminal que prefiere morir porque está sufriendo<br />

atroces dolores. No hay por qué impedir la eutanasia, con tal que se tomen ciertas precauciones elementales.<br />

239


golpista, insurgen<strong>te</strong>, prisionero, revolucionario... Ninguno de ellos tiene<br />

cabida en régimen logocrático, en el que no hay naciones, ni Estados, ni<br />

Política, ni guerras, ni tiranías. Puesto que la sociedad logocrática ha<br />

sido estructurada ya de forma que se proporcione a todos la mayor<br />

felicidad posible, en ella no puede nacer ninguna pro<strong>te</strong>sta, ni<br />

levantamiento, ni reivindicación: a quienquiera que socialmen<strong>te</strong> necesi<strong>te</strong><br />

algo que todavía falta, le bastará solicitarlo, en la seguridad de que su<br />

reclamación va a ser debidamen<strong>te</strong> a<strong>te</strong>ndida. Por tanto, la Razón puede<br />

eliminar esta lacra social horrible que es la tortura, con sólo estructurar<br />

la sociedad racionalmen<strong>te</strong>.<br />

En la Era de la Razón —h.e., en logocracia— se podrá conseguir que<br />

prácticamen<strong>te</strong> nadie cometa un asesinato. Se podrá conseguir eso de<br />

varias maneras.<br />

240<br />

a) Los asesinatos de carác<strong>te</strong>r político son ma<strong>te</strong>rialmen<strong>te</strong> imposibles,<br />

porque en logocracia no hay Política.<br />

b) Los cometidos con arma de fuego convencional (pistola o revólver,<br />

por ejemplo) son ma<strong>te</strong>rialmen<strong>te</strong> imposibles, porque en logocracia no<br />

se fabrican tales armas.<br />

c) Los cometidos <strong>te</strong>niendo por móvil apoderarse del dinero ajeno son<br />

ma<strong>te</strong>rialmen<strong>te</strong> imposibles, porque sólo exis<strong>te</strong> el dinero electrónico, y<br />

nadie puede apoderarse de és<strong>te</strong>.<br />

d) Si el asesinato ya se hubiere cometido bajo alguna otra forma, o<br />

por algún otro móvil (al<strong>te</strong>rcación o reyerta, venganza personal, crimen<br />

pasional, etcé<strong>te</strong>ra), el asesino es introducido en una “jaula” ad hoc,<br />

donde deberá vivir sin contacto con sus semejan<strong>te</strong>s duran<strong>te</strong> toda su<br />

vida. Es prácticamen<strong>te</strong> imposible que esto no disuada al po<strong>te</strong>ncial<br />

asesino, puesto que él a ciencia cierta sabe que va a ser enjaulado a<br />

perpetuidad. Apar<strong>te</strong> de que las condiciones de vida social en<br />

logocracia, por sí solas, imposibilitan el nacimiento de casi todos los<br />

mencionados móviles.<br />

e) Ma<strong>te</strong>rialmen<strong>te</strong> imposible es en logocracia la corrupción de los<br />

gobernan<strong>te</strong>s, el atraco, el desfalco, la estafa, el timo, el fraude fiscal,<br />

etcé<strong>te</strong>ra: porque no hay gobernan<strong>te</strong>s, y porque el dinero, electrónico,<br />

no es apropiable.<br />

f) Ma<strong>te</strong>rialmen<strong>te</strong> imposible es la mendicidad —frecuen<strong>te</strong>men<strong>te</strong><br />

delictiva, por ser puro negocio— porque el dinero, electrónico, es<br />

intransferible, y porque se puede ob<strong>te</strong>ner gratis todo lo necesario.<br />

*20 Demografía - Varias veces he dicho que nuestros grandes<br />

problemas no se resolverán mientras la Política sea quien decida cómo<br />

conducir a la sociedad. Los políticos y loa expertos en Demografía me<br />

dejan estupefacto cada vez tratan de ella. Contabilizaron oficialmen<strong>te</strong><br />

6.500.000 millones el 19 de diciembre del 2005. Tranquilamen<strong>te</strong><br />

anunciaron que “a mediados de es<strong>te</strong> siglo seremos más de 9.000<br />

millones”. Y nadie nos dijo que es necesaria y urgen<strong>te</strong> una drástica<br />

reducción de la actual población. Al contrario, tranquila e<br />

incomprensiblemen<strong>te</strong> pensaron —y se atrevieron a decir en público— que<br />

“el mundo puede soportar más personas si la riqueza se repar<strong>te</strong>”.<br />

Nuestra especie tiene que poner lími<strong>te</strong>s a la natalidad necesariamen<strong>te</strong>,<br />

sobre todo si hemos decidido reducir al mínimo posible el sufrimiento de<br />

la humanidad. Si no lo hiciéramos, en poco tiempo sobrevendría una<br />

catástrofe. Y un exceso de población impide alcanzar el fin último de la<br />

sociedad racional: minimización del Dolor.


El funcionamiento de la sociedad actual es tan descabellado que<br />

sectorialmen<strong>te</strong> el posible descenso de la natalidad constituye una<br />

desgracia, y hasta se crean incentivos para fomentar la procreación. Es<br />

todo lo contrario de lo que se deberá hacer, si un día la Historia inaugura<br />

en el globo <strong>te</strong>rráqueo la Era de la Razón. Reestructurada la sociedad, y<br />

sustituido el rancio sis<strong>te</strong>ma económico, la Razón podrá fácilmen<strong>te</strong><br />

conseguir que el montan<strong>te</strong> demográfico adquiera y man<strong>te</strong>nga sus justas<br />

proporciones. He aquí un ejemplo del modo en que podría hacerlo.<br />

241<br />

1º La sociedad proporciona los mejores medios anticonceptivos gratis<br />

a quienquiera que los necesi<strong>te</strong>. Esto se puede hacer sin el menor<br />

quebranto económico.<br />

2º Asimismo sin quebranto económico puede prestar asis<strong>te</strong>ncia<br />

médica óptima, gratuita, a toda mujer que —no habiendo alcanzado la<br />

puntuación mínima establecida como “aptitud eugenésica”— op<strong>te</strong> por<br />

la es<strong>te</strong>rilización o el aborto.<br />

3º Incluso puede entregar una considerable suma de dinero a toda<br />

mujer fértil que acep<strong>te</strong> ser es<strong>te</strong>rilizada cuando la puntuación de su<br />

“aptitud eugenésica” resul<strong>te</strong> ser inferior al reglamentario mínimum<br />

establecido oficialmen<strong>te</strong>. De modo análogo puede es<strong>te</strong>rilizarse al<br />

hombre.<br />

4º A quien haya concebido —sean cuales fueren las circunstancias<br />

del hecho—, y, no <strong>te</strong>niendo la oficial “aptitud eugenésica”, decida<br />

llevar adelan<strong>te</strong> el embarazo, se le cobran los servicios de asis<strong>te</strong>ncia<br />

médica prestados (óptimos en cualquier caso) para que embarazo,<br />

parto, crianza, educación, sean a<strong>te</strong>ndidos tan científica y tan<br />

cuidadosamen<strong>te</strong> como en los casos de “aptitud eugenésica”. Si no<br />

puede pagarlos, la asis<strong>te</strong>ncia, exactamen<strong>te</strong> la misma, es gratuita.<br />

*21 Depor<strong>te</strong>s - El fin último de la futura sociedad logocrática será<br />

proporcionar a sus miembros la felicidad máxima posible.<br />

Consiguien<strong>te</strong>men<strong>te</strong>, en la futura sociedad logocrática no será posible<br />

practicar ninguno de los depor<strong>te</strong>s que hoy se practican por todas par<strong>te</strong>s,<br />

y además con esquizofrénica in<strong>te</strong>nsidad. Eso se acabó. La Autoridad —<br />

i.e., la Razón, el Forum <strong>Logos</strong>— no los prohibirá. No necesitará<br />

prohibirlos. Como se habrán abolido todos los “derechos de propiedad”, y<br />

nadie será dueño de instalaciones o locales deportivos ni de ningún<br />

ma<strong>te</strong>rial deportivo, eso bastará para que nadie pueda practicar el depor<strong>te</strong><br />

como se hace ahora (que no es depor<strong>te</strong>).<br />

En el día de hoy el depor<strong>te</strong> es puro negocio man<strong>te</strong>nido con el único fin de<br />

que ciertas personas ganen dinero. En realidad, muchos millones de<br />

personas (que a ello dedican su vida). Esto en logocracia no debe ocurrir:<br />

No puede <strong>Logos</strong> malgastar energía y cerebros y músculos en la<br />

producción de superfluidad o placer, mientras necesi<strong>te</strong> gastar energía y<br />

cerebros y músculos en la producción de lo necesario para que el<br />

mundo no sufra.<br />

A pesar de que a ellos no les va, se enfurruñarán muchos con<strong>te</strong>mporáneos<br />

nuestros por la mera mención de que el depor<strong>te</strong>-negocio tiene que<br />

desaparecer de la faz de la Tierra. Menos mal que ya hay también quienes<br />

piensan como yo. El día 3 de julio del año 2005 leí en GARA con<br />

verdadera fruición una columna —“¿Depor<strong>te</strong>? No, gracias”— firmada por<br />

Fede de los Ríos. No <strong>te</strong>nía desperdicio. Lectura recomendable para todos


los públicos. Una miestra:<br />

242<br />

Todo acabó cuando el juego se tornó depor<strong>te</strong> e inexorablemen<strong>te</strong> se<br />

profesionalizó. Del disfru<strong>te</strong> al sufrimiento.<br />

Obrero neurotizado, productor de records con su cuerpo-herramienta,<br />

esclavo por vocación, el hombre convertido en máquina al servicio de<br />

su “entrenador-patrono”.<br />

Años en<strong>te</strong>ros de la vida dedicados a reducir una décima de segundo<br />

en recorrer cien metros. ¡A<strong>te</strong>rrador!<br />

Pero lo bonito de la democracia está en que la sinrazón está al<br />

alcance de cualquiera.<br />

En la Era de la Razón el depor<strong>te</strong> —no el depor<strong>te</strong>-negocio, sino el<br />

depor<strong>te</strong>— se practicará de muy distinta manera.<br />

1º Se darán facilidades máximas para la práctica de los depor<strong>te</strong>s que<br />

la medicina considere aceptables y poco o nada arriesgados: gratuito<br />

acceso a locales, instalaciones, campos, frontones, ma<strong>te</strong>rial<br />

deportivo, etc., en todo momento, y para todo el mundo.<br />

2º No se crearán y no se fabricarán —para otros tipos de depor<strong>te</strong>—<br />

locales, instalaciones, equipo ma<strong>te</strong>rial, bólido, motocicleta, parapen<strong>te</strong>,<br />

avioneta, ring o cuadrilá<strong>te</strong>ro, tribunas para espectadores, etcé<strong>te</strong>ra. 61<br />

Todo esto se hace actualmen<strong>te</strong> para dar placer a los usuarios, pero la<br />

sociedad racional —en cuanto que sociedad— no debe mover un dedo<br />

para dar placeres a nadie: los placeres ya se los procurará por su lado<br />

el individuo en cuanto tal. Por lo que al depor<strong>te</strong>-espectáculo<br />

concierne, sabido es que hoy al espectador no le in<strong>te</strong>resa ver cómo<br />

juega el futbolista, el <strong>te</strong>nista, el pelotari: le apasiona únicamen<strong>te</strong> ver<br />

cómo gana su equipo, su paisano, su favorito... La Razón se negará a<br />

espolear pasiones de esa índole, porque son po<strong>te</strong>nciales portadoras<br />

de infelicidad, y porque se puede ser muy feliz sin ellas.<br />

3º Al ciudadano que, para ser feliz, necesita sentir emociones fuer<strong>te</strong>s<br />

y divertirse arriesgando su vida, no se le prohibirá que la arriesgue<br />

cuando quiera, pero tampoco se le dará ninguna facilidad para<br />

hacerlo. No se le fabricará la motocicleta especialmen<strong>te</strong> diseñada para<br />

que pueda volar de orilla a orilla sobre el Gran Cañón del Colorado. Si<br />

a él, an<strong>te</strong> la expectativa del placer previsible, no le importa el riesgo<br />

de acciden<strong>te</strong> o de muer<strong>te</strong>, hay otras personas a las que sí importa que<br />

no le sobrevenga ni una cosa ni otra. Por supuesto, él sería<br />

responsable de sus posibles acciden<strong>te</strong>s. La sociedad no tiene por qué<br />

cargar con los cuantiosos gastos que origina el salvamento, el<br />

resca<strong>te</strong>, la a<strong>te</strong>nción médica, la repatriación, etc., de quien se arriesgó<br />

por capricho, por vanidad, por querer degustar inciertos placeres...<br />

4º No se reconocerá como tal a ningún posible club, sociedad,<br />

agrupación, equipo, etc., de carác<strong>te</strong>r permanen<strong>te</strong> y sustantivo que, en<br />

cuanto tal, nada positivo aporta a la felicidad —salvo alguna ocasional<br />

cuota de placer sin el cual podemos todos vivir felizmen<strong>te</strong>—, y que<br />

son campo abonado para el nacimiento y proliferación de rivalidades,<br />

enemistades, peleas, disputas, y hasta crímenes.<br />

5º Se curará esa contagiosa locura que se apodera de grandes masas<br />

de población porque “su” equipo de fútbol se proclamó campeón.<br />

Paso por alto las tragedias a las que esa locura tantas veces ha dado<br />

lugar (tragedias para las que no se encontró mejor solución que la<br />

retoricista condena enérgica de los ultras). Esa locura colectiva,<br />

eufemísticamen<strong>te</strong> definida como “afición” y como “depor<strong>te</strong>” —creada y<br />

fomentada y azuzada para negocio de capitalistas— muy bien se puede<br />

curar con una <strong>te</strong>rapia relativamen<strong>te</strong> indolora: a) paulatinos y<br />

progresivos incrementos en el precio de las localidades; b) reducción<br />

61 La sociedad racional no debe fabricar, por ejemplo, motocicletas para recreo de inconscien<strong>te</strong>s, o de<br />

aman<strong>te</strong>s del riesgo. La motocicleta ha segado tantas vidas, y causado tanto dolor a la sociedad que, en su<br />

comparación, es infinitamen<strong>te</strong> despreciable todo el placer que haya podido proporcionar desde que se<br />

inventó. En cuanto a sus actuales ventajas utilitarias, acuérda<strong>te</strong>, lector, de que son inoperan<strong>te</strong>s en el<br />

sis<strong>te</strong>ma económico racionalista.


243<br />

paulatina (o no tanto) de las fabulosas ganancias de las “grandes<br />

figuras”; c) gradual desaparición de toda competición oficial; d)<br />

crecien<strong>te</strong> recor<strong>te</strong> del volumen informativo-propagandístico en los<br />

medios de comunicación; e) in<strong>te</strong>ligen<strong>te</strong> labor educativa del verdadero<br />

valor del depor<strong>te</strong>; f) supresión del bochornoso espectáculo ofrecido<br />

por la Suprema Autoridad, rindiendo homenaje “a los héroes<br />

nacionales” cuya heroicidad consistió en haber metido un gol más que<br />

el rival...<br />

6º Gradualmen<strong>te</strong> se pondrá punto final a todas las carreras ciclistas<br />

de toda clase y todo color. La bicicleta es un simpático chisme<br />

utilizable para la práctica del depor<strong>te</strong>. Pero, si no se la utiliza<br />

razonablemen<strong>te</strong>, puede causar dolor. A primera vista parece que tan<br />

drástica decisión —¡poner fin a todas las carreras ciclistas!— es un<br />

extremismo injustificable. Sin embargo, sobran motivos para<br />

adoptarla, si de lo que se trata es de construir una sociedad que nos<br />

dé la felicidad mayor posible: a) el único justifican<strong>te</strong> de una carrera<br />

ciclista sería el de que proporciona placer como noticia o como<br />

espectáculo, pero es eviden<strong>te</strong> que el ser humano puede ser feliz sin<br />

ese placer; b) las carreras ciclistas pueden causar un dolor, por<br />

acciden<strong>te</strong>, que ningún placer compensará jamás; c) la energía y el<br />

dineral que se gasta en ellas, incalculable, hacen falta en la sociedad<br />

para la ejecución de obras que sí son necesarias para su felicidad<br />

mayor posible; d) tuercen posibles vocaciones, incitando al niño y al<br />

joven para que toda su energía se malgas<strong>te</strong> encima de la bicicleta,<br />

cuando pudiera haber desarrollado actividades beneficiosas para la<br />

sociedad; e) en realidad no tiene ningún valor —para hacer feliz a la<br />

sociedad— la parafernalia de montajes tales como el Tour de France.<br />

Los ciclistas participan<strong>te</strong>s, incluso en el supuesto más favorable<br />

tienen que soportar no pocas privaciones y sufrimientos —por algo<br />

son “los forzados de la ruta”— a cambio de muy contados placeres.<br />

Tan sólo uno alcanzará la victoria final, pero incluso para la felicidad<br />

de es<strong>te</strong> único triunfador ¿qué valor tiene realmen<strong>te</strong> la victoria en<br />

cuanto tal, si prescindimos del dinero que haya ganado y pueda ganar<br />

(que esto ya es harina de otro costal)? En cuanto a la felicidad de los<br />

espectadores, <strong>te</strong>lespectadores, radioyen<strong>te</strong>s, lectores de periódicos,<br />

etc., no merecen mencionarse los placeres que hayan disfrutado con<br />

el evento, ya que en la vida es fácil conseguir de otra manera otros<br />

placeres de valor equiparable. Y no hablemos de los acciden<strong>te</strong>s<br />

mortales. El dolor causado por el Tour con la muer<strong>te</strong> de un sólo<br />

corredor, no se compensa con todos los placeres que haya<br />

proporcionado a lo largo de sus cien años de historia. Si se plan<strong>te</strong>ara<br />

la disyuntiva “o suprimir el Tour, porque va a costar la muer<strong>te</strong> de<br />

algún ciclista, o dejar que se ma<strong>te</strong> el ciclista, echando la culpa a la<br />

fatalidad”, la Razón siempre optará por lo primero, ya que la vida de<br />

una persona es el valor supremo en la sociedad logocrática, y porque<br />

la humanidad puede ser feliz sin el Tour de France. Más aún, si se<br />

tiene en cuenta que su verdadera finalidad es la de propiciar pingües<br />

ganancias a unos cuantos capitalistas.<br />

7º Se suprimirá sin con<strong>te</strong>mplaciones —porque ningún valor tiene en<br />

realidad, para una vida feliz— la parafernalia de montajes tales como<br />

los llamados juegos olímpicos. Es monstruoso el gasto que originan<br />

so pre<strong>te</strong>xto de fomentar el depor<strong>te</strong>. Los juegos olímpicos no fomentan<br />

el depor<strong>te</strong>. Fomentan sólo una irracional manera de ganar dinero. Su<br />

objetivo real y verdadero es que unas cuantas personas o empresas o<br />

instituciones puedan hacer negocio, directa e indirectamen<strong>te</strong>. Se<br />

dilapida así un dinero incalculable —mientras viven 1200 millones de<br />

personas en pobreza extrema—, se dan escandalosos casos de<br />

corrupción, es cuasi universal el dopaje...<br />

8º No se fomentaría las aficiones del alpinista. ¿Qué valor tienen, para<br />

una vida feliz, la escalada o el alpinismo, con su incurable morbo de<br />

“ir a más, y más, y más”? Ciertamen<strong>te</strong>, son muy naturales en el ser<br />

humano la vanidad, la <strong>te</strong>ndencia a explorar lo desconocido, el afán de<br />

superarse a sí mismo —citius, altius, fortius—, etcé<strong>te</strong>ra. Es natural<br />

que el alpinista sienta necesidad subjetiva de vencer al coloso que le<br />

desafía desde lo alto. Pero no satisfará la Razón subjetivas<br />

necesidades de esa clase: negará o escatimará las ayudas, los<br />

ma<strong>te</strong>riales, los estímulos, etc., que necesita el alpinista. Se los negará


244<br />

para que no sufra él, y no haga sufrir a los demás, en caso de<br />

acciden<strong>te</strong>. Se los negará porque se puede ser feliz sin los<br />

problemáticos placeres del alpinismo, sólo con los del humilde<br />

montañismo.<br />

He dicho “humilde montañismo”. He dicho bien. El humilde montañismo<br />

es la afición de quien se conforma con disfrutar de la naturaleza —y, si<br />

no se es tonto, podrá disfrutar tanto (por lo menos) como con cualquier<br />

alpinismo o montañismo—, subiendo a montañas donde no exis<strong>te</strong> riesgo<br />

(simas, barrancos, precipicios, aludes...). En la Era de la Razón el<br />

placer/vicio del montañismo “no humilde” costará a los aficionados muy<br />

caro: <strong>te</strong>ndrán que pagar “a precio de oro” esquíes, crampones, clavijas,<br />

cuerdas, calzado, guan<strong>te</strong>s,... apar<strong>te</strong> de que, si quieren hacer esa clase de<br />

montañismo, <strong>te</strong>ndrán que depositar una fianza que responda a los gastos<br />

que originará un eventual resca<strong>te</strong> (si no hay fianza y mueren, por ejemplo,<br />

sepultados por un alud, la sociedad no los rescatará, y quedarán<br />

sepultados en plena comunión con la naturaleza que tanto amaban).<br />

El 12 de diciembre 2005, sepultados por un alud, fueron hallados en el<br />

Pirineo los cuerpos de dos montañeros vascos jóvenes (32 y 38 años). Los<br />

medios de comunicación subrayaron el hecho de que “eran<br />

experimentados montañeros que iban al mon<strong>te</strong> con frecuencia, nunca<br />

ciegamen<strong>te</strong>, sino bien equipados; llevaban GPS, extremaban las<br />

precauciones”, etcé<strong>te</strong>ra. Pero murieron atrapados por un alud. Y yo me<br />

pregunto: ¿A santo de qué hacían montañismo “no humilde”? ¿Tanto<br />

valor <strong>te</strong>nía para ellos aquel placer/vicio? ¿Tan difícil era renunciar a él?<br />

¿Para qué se nos dio la in<strong>te</strong>ligencia, el in<strong>te</strong>lecto, la razón?<br />

*22 Depresión, ansiedad, suicidio...<br />

*23 Derechos de propiedad - En el curso de nuestras reflexiones<br />

tuvimos la suer<strong>te</strong> de encontrar una original manera de “hacer política”,<br />

diametralmen<strong>te</strong> opuesta a todo lo conocido hasta ahora: se descubrió que,<br />

si hasta ahora el “hacer política” estaba siempre de<strong>te</strong>rminado por las<br />

voluntades del jefe o del pueblo o del gobierno (porque a la sazón era<br />

imposible hacer otra cosa), hoy puede estar de<strong>te</strong>rminado únicamen<strong>te</strong> por<br />

las in<strong>te</strong>ligencias de (v.gr.) un Forum <strong>Logos</strong>, donde no cuentan las<br />

voluntades de nadie. Si de veras es posible “hacer política” de ese modo<br />

—en cuyo caso la meta de la “política” será, obviamen<strong>te</strong>, “arreglar el<br />

mundo” para que la gen<strong>te</strong> sea lo más feliz posible —, a mi juicio hay, por<br />

encima de todos los posibles, un hecho resolutivo, decisivo, infalible,<br />

para hacer efectivo ese “arreglo del mundo”: sencillamen<strong>te</strong>, la negación o<br />

supresión o abolición de todos los derechos de propiedad en toda la<br />

Tierra.<br />

Sean o no sociólogos, quienes han pensado estas cuestiones nunca han<br />

estudiado a fondo la repercusión que podría <strong>te</strong>ner en la felicidad del<br />

hombre el hecho de que nadie en el mundo sea propietario de nada.<br />

Muchos han visto la repercusión que tiene en de<strong>te</strong>rminados aspectos. Por<br />

ejemplo:


245<br />

...trivializan y muestran como algo puramen<strong>te</strong> esporádico, excepcional<br />

y, por tanto, fácilmen<strong>te</strong> eliminable, lo que en realidad es inheren<strong>te</strong> a<br />

esas ¿democracias? de mercado actuales que nos venden como el<br />

mejor de los mundos posibles: la corrupción y el comportamiento<br />

mafioso de sus instituciones...<br />

...esa cuna de la democracia que dicen son los EEUU lleva decenios<br />

(por lo menos desde Roosevelt, Truman y Kennedy) siendo, en la<br />

práctica (que es lo que cuenta) un sis<strong>te</strong>ma corrupto-mafioso dirigido<br />

por las grandes multinacionales y la Cosa Nostra; lo que implica que<br />

el dinero del crimen (droga, prostitución, armas, falsificaciones,<br />

inmigración clandestina...) es reinvertido tanto en la economía<br />

informal como en los circuitos legales e institucionales.<br />

...¿podemos igualmen<strong>te</strong> afirmar [...] que la gran mayoría de las<br />

democracias se están convirtiendo en sis<strong>te</strong>mas criminalizados o<br />

mafiosos, agazapados tras el humo espeso de la “guerra contra el<br />

<strong>te</strong>rrorismo”?<br />

...sino también a pro<strong>te</strong>ger el comercio multimillonario de drogas que<br />

pasa por Haití hacia EEUU, y proporciona miles de millones de dólares<br />

al gran crimen organizado... [Alicia Stürtze].<br />

Pero dan a en<strong>te</strong>nder que el derecho de propiedad es nocivo porque se<br />

ejerce o se usa inmoralmen<strong>te</strong>: el propietario es funesto para la humanidad<br />

porque es corrupto, porque es mafioso, porque es criminal, etcé<strong>te</strong>ra. No<br />

ven la verdad total. Aunque los sie<strong>te</strong> mil millones de habitan<strong>te</strong>s de la<br />

Tierra fuésemos arcángeles o serafines, dársenos en propiedad los bienes<br />

o recursos del planeta no sería bueno para nuestra felicidad máxima<br />

posible, a causa de las leyes inquebrantables que rigen la psicología<br />

humana.<br />

Otro ejemplo, el de Leonardo Boff. También él creyó ver que el<br />

capitalismo es nocivo para la humanidad porque son inmorales los<br />

capitalistas. Y no es eso:<br />

Vivimos todos bajo un feroz fundamentalismo. Hay grupos y<br />

documentos del Vaticano muy fundamentalistas, y lo mismo ocurre en<br />

el mundo musulmán. Pero el más devastador es el fundamentalismo<br />

del mercado que se presenta como la solución de todos los problemas<br />

sociales. El pensamiento único capitalista produce muchas más<br />

víctimas en el mundo que el fundamentalismo religioso.<br />

El capitalismo es la expresión de una distorsión más profunda que es<br />

la actitud del ser humano de centrarse en sí mismo excluyendo a los<br />

otros. Es la autoafirmación del individuo en su singularidad sin<br />

in<strong>te</strong>grarse y sentirse insertado en un todo más grande. El capitalismo<br />

nace de la inflación extremada del individualismo y de la compe<strong>te</strong>ncia<br />

sin considerar las relaciones que todos tienen con todos<br />

De <strong>te</strong>ner que relacionar ética o moralidad y capitalismo, el juicio mío<br />

sería más bien inverso: el capitalista es dañino porque es capitalista, no<br />

porque es inmoral. Dadas las leyes de la psicología, lo nocivo para la<br />

felicidad humana es el hecho —el mero hecho en si— de que el ser<br />

humano sea propietario de un bien ma<strong>te</strong>rial. Pese a su cuota de<br />

exageración, se podría afirmar que todo cuanto ha sufrido socialmen<strong>te</strong> la<br />

humanidad a lo largo de su historia se debió a la exis<strong>te</strong>ncia de<br />

propietarios.<br />

En el concepto de “sociedad racional” no puede entrar el concepto de<br />

“persona con derecho a usar los bienes ma<strong>te</strong>riales como a ella mejor le<br />

parezca”. En ese inadmisible concepto están implicadas todas las


intrínsecas nocividades del derecho de propiedad. Veamos lo que ocurre,<br />

por ejemplo, con el consumismo.<br />

El propietario es propietario para ser más feliz que no siendo propietario.<br />

O, lo que es igual, para beneficiarse —en sentido etimológico— del<br />

objeto que posee (y, claro está, para beneficiarse en la medida mayor<br />

posible). De nada y para nada le vale ser propietario, si de la propiedad<br />

no obtiene beneficios. ¿De qué me sirve ser propietario de un magnífico<br />

automóvil, si el automóvil va a estar quieto en el garage duran<strong>te</strong> vein<strong>te</strong><br />

años, y a los vein<strong>te</strong> años un incendio lo va a destruir?<br />

Los fabrican<strong>te</strong>s tienen que ob<strong>te</strong>ner de su fábrica el mayor beneficio<br />

posible. Si ven que la producción y venta de un artículo dado les dará<br />

mayor beneficio, producirán y venderán ese artículo. Como es “infinito”<br />

el número de artículos así producibles y vendibles (porque “infinito” es<br />

el número de ape<strong>te</strong>ncias del ser humano), los propietarios fabrican<br />

“infinito” número de artículos innecesarios para la felicidad. Resulta de<br />

ello que la sociedad irracional, por el mero hecho de haber otorgado el<br />

derecho de propiedad, malgasta enormes cantidades de energía y cerebros<br />

y músculos en la producción de superfluidad o placer, cuando necesita<br />

gastar energía y cerebros y músculos en la producción de lo necesario<br />

para que el mundo no sufra.<br />

El fabrican<strong>te</strong>, para ob<strong>te</strong>ner beneficio, necesita que la sociedad consuma<br />

los artículos producidos, porque sólo así puede seguir produciéndolos<br />

(para reponerlos) y, por tanto, ob<strong>te</strong>niendo beneficio. Con el fin de<br />

estimular al consumidor, se han inventado ardides diversos.<br />

Principalmen<strong>te</strong> dos: a) gastar sumas enormes en publicidad; b) introducir<br />

en el producto mejoras que inci<strong>te</strong>n a desechar el obsoleto, aunque todavía<br />

esté en buen uso.<br />

La consecuencia lógica es que así la sociedad está haciendo un<br />

incalculable derroche de energías (podemos cifrarlas como “gasto<br />

enorme”) en una “infinita” producción de artículos no necesarios para la<br />

felicidad. Con la agravan<strong>te</strong> de que el “infinito” número de productos<br />

desechados está convirtiendo el planeta en puro basurero. El fabrican<strong>te</strong>,<br />

ofreciendo a la sociedad tanta “riqueza” (constan<strong>te</strong>men<strong>te</strong> mejorada), no<br />

sólo no sólo no la hace feliz, sino que la hace desgraciada.<br />

Abrumador es el mero in<strong>te</strong>nto de calcular lo que la sociedad gasta,<br />

derrocha, despilfarra, por el mero hecho de que haya en ella propietarios<br />

(que tienen que producir lo que en realidad no es necesario para la<br />

felicidad): prácticamen<strong>te</strong> toda la producción li<strong>te</strong>raria; toda la producción<br />

cinematográfica; todas las obras de ar<strong>te</strong> (música moderna, pintura,<br />

escultura, arqui<strong>te</strong>ctura; todos los depor<strong>te</strong>s (desde el humilde club de<br />

barrio hasta la parafernalia de los Juegos Olímpicos)... El colosal<br />

derroche que se hace ahí de cerebros, de músculos, de energía, dirigido<br />

en otro sentido por la Razón, bastaría para que nadie muera de hambre,<br />

para que todo el mundo reciba educación, para erradicar toda pobreza...<br />

246


Sencillamen<strong>te</strong>, es eviden<strong>te</strong> que la humanidad será más feliz sin<br />

propietarios y que, por consiguien<strong>te</strong>, el Forum <strong>Logos</strong> dictaminará que la<br />

abolición de los derechos de propiedad es lo mejor para todos.<br />

*23 Desastres naturales - En diciembre del 2004, más de 225.000<br />

personas murieron en un instan<strong>te</strong> a causa del <strong>te</strong>rremoto marino origen de<br />

una gigan<strong>te</strong>sca ola “tsunami”. Se habló mucho de cómo evitar tales<br />

desgracias. Pero se habló (como se hace siempre en sociedad irracional),<br />

después de que ya ha ocurrido la desgracia. Y, lo que es peor, se habla<br />

para llegar a la conclusión de que es impo<strong>te</strong>n<strong>te</strong> la sociedad para evitarlas.<br />

Nadie se da cuenta de que la imposibilidad acaso se deba únicamen<strong>te</strong> a la<br />

irracional estructura de la sociedad y de que, por tanto, quizá sea posible<br />

evitarlas con sólo llevar a cabo su radical transformación en sociedad<br />

racional: en logocracia<br />

247<br />

La Conferencia In<strong>te</strong>rnacional de la ONU sobre Reducción de<br />

Desastres... [...] ha dado luz verde a la creación de un sis<strong>te</strong>ma de<br />

alerta para prevenir es<strong>te</strong> tipo de fenómenos,... [...] el sis<strong>te</strong>ma de<br />

alerta, aunque imprescindible, no es suficien<strong>te</strong>. [...] ...sería necesaria<br />

la puesta en marcha de ambiciosos programas de concienciación y<br />

educación en todo el área, lo que supondría grandes cos<strong>te</strong>s<br />

económicos que esos países no están en condiciones de financiar,...<br />

[...] necesidad de poner en marcha toda una nueva política de<br />

ordenación del <strong>te</strong>rritorio a la hora de ubicar las poblaciones a lo largo<br />

de las costas, <strong>te</strong>niendo en cuenta los tipos de edificaciones, las redes<br />

de comunicaciones y transpor<strong>te</strong> en caso de alerta y, en general, todas<br />

aquellas medidas que hagan posible minimizar los daños en caso de<br />

darse otro tsunami. [...] surge la evidencia de la situación de atraso<br />

económico que sufren esas poblaciones... [...] La falta de<br />

infraestructuras, de medios de salvamento, de casi todo lo necesario,<br />

hace que las inundaciones, los <strong>te</strong>rremotos o en es<strong>te</strong> caso los tsunamis<br />

se ceben con las zonas más desfavorecidas del planeta...<br />

El problema es fácilmen<strong>te</strong> resoluble en sociedad logocrática. Trabajan a<br />

su favor dos importan<strong>te</strong>s factores: la reducida población mundial, y el<br />

sis<strong>te</strong>ma económico no capitalista. En logocracia no puede haber zonas<br />

desfavorecidas. No puede haber poblaciones que sufren atraso<br />

económico. Ningún país necesita hacer gastos de financiación para<br />

ninguna obra, porque “financiar” (en economía racionalista) es<br />

imposible. Primordial es en logocracia una política de ordenación del<br />

<strong>te</strong>rritorio que ubique poblaciones donde es probable que no se den<br />

tsunamis o devastadores <strong>te</strong>rremotos o grandes inundaciones (el planeta<br />

cuenta con espacios de sobra, en los que son improbables las grandes<br />

catástrofes, y que pueden acoger a todas las poblaciones)<br />

Pienso, por ejemplo, en la erupción de volcanes. Los vulcanólogos casi<br />

con cer<strong>te</strong>za saben dónde puede haber una concreta erupción volcánica<br />

(más o menos probable) dentro de un plazo de tiempo dado. Si hoy<br />

exis<strong>te</strong>n gen<strong>te</strong>s viviendo en las proximidades de ese volcán y, por tanto,<br />

en peligro, sabemos que no se instalaron allí porque una sociedad<br />

racional había estudiado previamen<strong>te</strong> el emplazamiento, considerado el<br />

mejor para la felicidad general: se instalaron motu proprio, porque no<br />

<strong>te</strong>nían mejor opción. Entonces, la sociedad racional tiene que evitar la<br />

previsible desgracia, y despoblará el lugar, ya que habrá otros donde


podrán las gen<strong>te</strong>s vivir tan felices como —o más felices que— en las<br />

proximidades del volcán.<br />

Esto mismo <strong>te</strong>ndrá que hacerse en zonas donde el peligro sea un<br />

<strong>te</strong>rremoto. O, si el remedio resultara ser mejor, se construirán edificios<br />

especiales a prueba de seísmos, cosa perfectamen<strong>te</strong> factible para una<br />

economía racional.<br />

En cuanto a inundaciones, una solución satisfactoria dependería de las<br />

circunstancias, pero siempre sería de una u otra manera posible.<br />

*24 Descanso dominical -<br />

*25 Desempleo - El armazón irracional de la sociedad humana<br />

tradicional se pone bien de manifiesto por el hecho (entre otros) de que la<br />

destrucción de empleo constituye lamentable desgracia, y la creación de<br />

puestos de trabajo debe tomarse como una bendición del cielo.<br />

Si estuviéramos gobernados por la Razón, ocurriría justamen<strong>te</strong> al revés:<br />

la desgracia sería, si acaso, el <strong>te</strong>ner que generar empleo y trabajar, y<br />

bendición del cielo sería que no hubiera empleo porque no fuese<br />

necesario trabajar. ¡Ojalá quedaran en paro todos los trabajadores porque<br />

robots y ordenadores nos lo van a hacer todo!<br />

En régimen de economía “propietarista” el trabajador necesita un salario<br />

para subsistir. Quedar sin empleo constituye para él una tragedia que la<br />

sociedad irracional no puede evitar. La Razón sí. <strong>Logos</strong>, gracias a la<br />

función encomendada a la economía racionalista, y gracias al control de<br />

la natalidad, podrá evitar la tragedia originada por el paro, e incluso<br />

rebajar las tasas de paro hasta el cero absoluto, y para siempre. Los<br />

medios que permitirían conseguirlo son varios.<br />

248<br />

1º) Podría proporcionar gratis al desempleado todo lo necesario para<br />

la subsis<strong>te</strong>ncia. 2º) No habiendo exceso de población, podría crear sin<br />

lími<strong>te</strong> cuantos puestos de trabajo, bien remunerados, fuesen<br />

necesarios para acoger a todos los trabajadores parados. 3º) No<br />

habiendo exceso de población, podría reducir la jornada laboral —sin<br />

reducción salarial— todo lo que hiciera falta para absorber al personal<br />

desempleado.<br />

*26 Dignidad - El artículo primero de la Declaración Universal de<br />

los Derechos Humanos afirma que todos los seres humanos nacen libres e<br />

iguales en dignidad... La futura sociedad no lo afirmará, porque <strong>Logos</strong> no<br />

sabe qué es dignidad. No puede nuestro in<strong>te</strong>lecto dar ninguna in<strong>te</strong>ligible<br />

definición de lo que es eso que tanto se repi<strong>te</strong> estos días: condiciones de<br />

trabajo dignas, convenio digno, salario digno, vivienda digna, muer<strong>te</strong><br />

digna, la Marcha por la Dignidad, etcé<strong>te</strong>ra.<br />

Los anuncios de la película Moolaadé nos hicieron leer que “la ablación<br />

es un a<strong>te</strong>ntado a la dignidad y a la in<strong>te</strong>gridad de las mujeres”. En la Era<br />

de la Razón, a nadie se extirpará el clítoris. Pero no porque su ablación


es un a<strong>te</strong>ntado a la dignidad de la mujer. Ni porque implica privar del<br />

placer sexual a las mujeres. Ni porque habrá llegado la hora de humillar<br />

al macho, demostrándole que no tiene ningún derecho de propiedad sobre<br />

la hembra. Se man<strong>te</strong>ndrá la in<strong>te</strong>gridad física del cuerpo femenino,<br />

únicamen<strong>te</strong> porque no hay razón alguna para la ablación (que además<br />

causa dolor, y no sólo a las víctimas de la mutilación).<br />

Si lo que hemos de ofrecer a la ciudadanía es “dignidad”, nunca todos<br />

nos pondremos de acuerdo sobre la manera de ofrecérsela. Todos, en<br />

cambio, podremos llegar a completo acuerdo, si estudiamos cómo ofrecer<br />

a la ciudadanía in<strong>te</strong>gridad y trabajo y salario y vivienda que la hagan<br />

feliz.<br />

No queremos dignidad. Queremos felicidad, con tal que sea la mayor<br />

posible, y con tal que sea para todos. No nos la dará la Declaración<br />

Universal de los Derechos Humanos, pero sí la Razón.<br />

27 Dinero - Puesto que no hay propietarios en logocracia, el dinero no<br />

tiene por qué ser de naturaleza ma<strong>te</strong>rial, ni tomado en las manos,<br />

transportado, guardado, etcé<strong>te</strong>ra: no tiene por qué ser moneda, bille<strong>te</strong> de<br />

banco, cheque... Puede ser dinero electrónico, y ser man<strong>te</strong>nido en<br />

“depósito permanen<strong>te</strong>” por un Banco Unico Planetario (BUP). Cada<br />

ciudadano tiene abierta una cuenta corrien<strong>te</strong> de la que es titular, y en ella<br />

nadie —ni siquiera él mismo— puede efectuar imposiciones ni rein<strong>te</strong>gros:<br />

tan sólo puede hacerlo el BUP. Así el sis<strong>te</strong>ma revis<strong>te</strong> altos grados de<br />

racionalidad, y ventajas nada desdeñables desde el punto de vista<br />

eudemonístico. Por ejemplo:<br />

Nunca será factible que alguien dé o transfiera dinero a alguien —porque<br />

quiere dárselo o transferírselo—, cuando por si naturaleza el dinero tiene<br />

que ser mero “documento acreditativo” de servicios prestados (o de<br />

bienes producidos) a la comunidad por el individuo. Nadie podrá prestar<br />

dinero a un amigo, ni podrá legar su fortuna a los hijos, ni dar una<br />

limosna, etc., cosas, todas ellas, intrínsecamen<strong>te</strong> contradictorias, dado el<br />

carác<strong>te</strong>r esencial del dinero. Si quisiera hacer, v.gr., una donación,<br />

<strong>te</strong>ndría que hacerla necesariamen<strong>te</strong> en especie, cosa que también le<br />

resultaría inviable en muchos casos, debido a que en realidad nadie es<br />

propietario de nada: por ejemplo, no le sería posible regalar al hijo una<br />

motocicleta, o dejarle “su” chalé en herencia. Ya hemos explicado por<br />

qué el dar dinero, regalos, riqueza, es insensato y antisocial.<br />

A la inversa, ningún ciudadano puede nunca recibir o tomar dinero “de<br />

otro”, ya que “el otro” no tiene más dinero que su cuenta corrien<strong>te</strong>, a la<br />

que —fuera del BUP— de ninguna manera puede acceder nadie, ni<br />

siquiera el titular de la cuenta. Por tanto, nadie puede come<strong>te</strong>r esas<br />

acciones insensatas y antisociales que se conocen con el nombre de<br />

“hurto”, “robo”, “atraco”, “timo”, “soborno”, “propina”, “limosna”,<br />

“prostitución”, “apuestas”, “venta” (de colmillos de elefan<strong>te</strong>, v.gr., o de<br />

supuestos afrodisíacos arrancados al rinoceron<strong>te</strong>).<br />

249


*28 Domicilio - En la historia de la humanidad, cuando el hombre ha<br />

levantado construcciones que habían de servirle de vivienda permanen<strong>te</strong>,<br />

su emplazamiento geográfico nunca fue elegido por considerárselo el<br />

mejor posible para que un ser humano viva lo más felizmen<strong>te</strong> posible. Si<br />

así hubiera sido, no hubieran existido Herculano y Pompeia.<br />

Cuando se edificaron viviendas y poblados en lugares no aptos para la<br />

vida más feliz posible, fue porque no se podía hacer otra cosa en la Era<br />

de la Sinrazón, en la que había excesos de población y/o la economía<br />

estaba basada en el derecho de propiedad. En la Era de la Razón, sin<br />

excesos de población y sin derechos de propiedad, no debe la gen<strong>te</strong> vivir<br />

en zonas donde son inevitables o probables los <strong>te</strong>rremotos de gran<br />

in<strong>te</strong>nsidad, las erupciones volcánicas, las inundaciones, las graves<br />

agresiones de fieras o de insectos... Ni en zonas donde escasean los<br />

acuíferos...<br />

*29 Drogadicción - La finalidad que persigue el hombre al consumir<br />

drogas es la ob<strong>te</strong>nción de placer/vicio. Pero la drogadicción es funesta,<br />

porque también causa dolor, que puede ser inmenso. Dado que el fin de la<br />

sociedad racional no es la ob<strong>te</strong>nción del Placer, sino la extirpación del<br />

Dolor, en logocracia tiene que ser totalmen<strong>te</strong> erradicada la toxicomanía.<br />

No podrá la sinrazón de la sociedad actual erradicarla nunca. La Razón<br />

de una sociedad logocrática sí puede hacerlo.<br />

250<br />

1º Tras la abolición de los derechos de propiedad, nadie en ninguna<br />

par<strong>te</strong> dispondrá de tierra donde cultivar plantas a su arbitrio. El<br />

vegetal que secretamen<strong>te</strong> alguien (Pedro, por ejemplo) quisiera tal vez<br />

cultivar junto a “su” vivienda, o dentro de ella, no prosperaría, ya que<br />

la vivienda de Pedro no es propiamen<strong>te</strong> “suya”, y la sociedad contará<br />

con medios para destruir legalmen<strong>te</strong> ese vegetal.<br />

2º Tras la abolición de los derechos de propiedad, no existirá en el<br />

mundo ninguna fábrica ni laboratorio donde alguien a su arbitrio<br />

pudiera extraer o producir ninguna sustancia sicótropa.<br />

3º La sociedad podrá producir todo el ma<strong>te</strong>rial —sea o no sea droga—<br />

que la ciencia prescribiera como convenien<strong>te</strong> para la curación de los<br />

drogadictos exis<strong>te</strong>n<strong>te</strong>s de facto, víctimas de su drogodependencia. El<br />

consiguien<strong>te</strong> tratamiento <strong>te</strong>rapéutico sería, por supuesto, gratuito.<br />

4º Tratándose de la droga blanda, y con el fin de extirpar el vicio sin<br />

traumas para el actual consumidor, se pondrá a la venta la mercancía<br />

a precios que sin cesar irán elevándose gradualmen<strong>te</strong>, sobre todo con<br />

vistas a disuadir a quien tuviera <strong>te</strong>ntaciones de iniciarse o iniciar al<br />

prójimo en el vicio.<br />

5º Estas medidas, unidas a campañas educativas in<strong>te</strong>ligen<strong>te</strong>s,<br />

bastarán para que, pasadas algunas generaciones, nadie en el planeta<br />

consuma drogas.<br />

*30 Educación - El “gobierno logocrático mundial” —es decir la<br />

opinión pública unánime universal— con su economía racionalista y su<br />

control de la natalidad, podrá utilizar un sis<strong>te</strong>ma educativo eficien<strong>te</strong>,<br />

capaz de ob<strong>te</strong>ner efectos y resultados impensables en la actualidad.<br />

a) Podrá conseguir que las venideras generaciones nunca más hablen<br />

del coco a los niños, para me<strong>te</strong>rles miedo. Que nunca más les hablen<br />

de personajes imaginarios presentados como reales: Papá Noel, Reyes<br />

Magos, etcé<strong>te</strong>ra. Podrá conseguir que las venideras generaciones


251<br />

queden persuadidas de que es vano, y hasta contraproducen<strong>te</strong>, el<br />

supuesto “placer inmenso” experimentado por los niños con la<br />

“ilusión” que hemos creado en ellos median<strong>te</strong> el engaño, la falsedad,<br />

la mentira...<br />

b) Podrá conseguir que no queden los niños embobados con<strong>te</strong>mplando<br />

las admirables hazañas del famoso futbolista, del famoso <strong>te</strong>nista, del<br />

famoso baloncestista, a los que luego querrá febrilmen<strong>te</strong> imitar,<br />

dilapidando tiempo y energía que podría destinar a otros menes<strong>te</strong>res<br />

más beneficiosos (para su felicidad y la de sus semejan<strong>te</strong>s).<br />

c) Podrá encarrilar hacia otras vías las aficiones que en democracia<br />

son carac<strong>te</strong>rísticas de la juventud: irracionales fiestas y juergas a<br />

toda hora, drogas, alcohol, sexo a tope, irracionales depor<strong>te</strong>s... Podrá<br />

conseguir que en la Nueva Era los jóvenes todos encuentren placeres<br />

que hoy no encuentran en la Ciencia y en el Pensamiento y en el<br />

Diálogo in<strong>te</strong>ligen<strong>te</strong> y culto, sin renunciar al disfru<strong>te</strong> de racionales<br />

diversiones que les hagan tan felices como (en realidad, más felices<br />

que) sus actuales diversiones.<br />

d) Podrá conseguir que en todo el planeta Tierra, desde la infancia<br />

hasta la mayoría de edad, toda persona reciba las enseñanzas y la<br />

formación más convenien<strong>te</strong> para su felicidad. Y que las reciba<br />

gratuitamen<strong>te</strong>, sin penoso esfuerzo, con positivo agrado por la forma<br />

en que se impartirán las enseñanzas, e incluso haciéndose acreedor a<br />

un adecuado salario, tanto mayor cuanto más y mejor avance en las<br />

enseñanzas que se le den.<br />

e) Podrá conseguir que los títulos académicos, o los certificados de<br />

aptitud, se otorguen sólo a quien haya realmen<strong>te</strong> adquirido los<br />

correspondien<strong>te</strong>s conocimientos y aptitudes, tras un examen de ellos<br />

a fondo, sin posibilidad alguna de haber engañado al tribunal<br />

examinador, y sin posibilidad alguna de haber sido beneficiado por<br />

favoritismos, ni perjudicado por discriminaciones.<br />

f) Podrá conseguir que todos los habitan<strong>te</strong>s de la Tierra sean<br />

escolarizados a nivel universitario. Y que és<strong>te</strong> se man<strong>te</strong>nga en los<br />

cerebros permanen<strong>te</strong>men<strong>te</strong> vivo, operativo, y más o menos crecien<strong>te</strong>,<br />

hasta la vejez. Por ejemplo, creando incentivos para quien supere<br />

de<strong>te</strong>rminados exámenes periódicos, aceptados voluntariamen<strong>te</strong>.<br />

g) En esta ridícula sociedad en que vivimos, no se concibe que dos<br />

amigos tomen asiento para charlar simplemen<strong>te</strong>, si no tienen delan<strong>te</strong><br />

un plato con delica<strong>te</strong>ssen y alguna bebida alcohólica. La manía de<br />

comer y beber sin hambre ni sed, con cualquier pre<strong>te</strong>xto, es en es<strong>te</strong><br />

nuestro mundo una patológica necesidad incorregible. Podrá la Razón<br />

corregirla —máxime la que se relaciona con bebidas no francamen<strong>te</strong><br />

saludables—, median<strong>te</strong> una in<strong>te</strong>ligen<strong>te</strong> educación dada al ciudadano<br />

desde <strong>te</strong>mpranas edades, y, gracias al sis<strong>te</strong>ma económico<br />

racionalista, median<strong>te</strong> una gradual y continua elevación de precios de<br />

tales manducaciones y libaciones.<br />

h) De igual modo podrá la Razón conseguir que la ciudadanía aprenda<br />

a vivir —y vivir felizmen<strong>te</strong>— sin tabernas ni bares ni cervecerías ni<br />

cafe<strong>te</strong>rías ni similares. Podrá hacer que la gen<strong>te</strong> a todas horas<br />

disponga de confortables locales adonde acudir a entre<strong>te</strong>nerse con<br />

juegos de mesa, conversaciones, canciones, lecturas, deba<strong>te</strong>s, etc.,<br />

sabiéndose así feliz la gen<strong>te</strong>, sin añorar las tradicionales costumbres<br />

de la decrépita sociedad de los an<strong>te</strong>pasados. Por supuesto, en esos<br />

locales no habrá <strong>te</strong>levisor que emita urbi et orbi estólidas imágenes<br />

con ruido ensordecedor llamado “música moderna”, ruido al que nadie<br />

presta a<strong>te</strong>nción: urbi et orbi el <strong>te</strong>levisor debe emitir sólo importan<strong>te</strong>s<br />

avisos o llamadas, o importan<strong>te</strong>s noticias urgen<strong>te</strong>s, o in<strong>te</strong>ligen<strong>te</strong><br />

música ambiental.<br />

i) Por la misma razón y de modo similar podrá conseguir que, llegada<br />

la noche, se cierren los locales, y se retire todo el mundo a su casa,<br />

olvidando la agitada vida nocturna que se vivía en la Era de la<br />

Sinrazón, vida nocturna que fue un excelen<strong>te</strong> caldo de cultivo para<br />

todo género de reyertas, agresiones, borracheras, crímenes... Y —lo<br />

que realmen<strong>te</strong> importa— podrá conseguir que por eso nadie se sienta<br />

miembro de una aburrida sociedad: la educación in<strong>te</strong>ligen<strong>te</strong> bajo un<br />

régimen de logocracia es capaz de conseguir... “cualquier cosa”.<br />

j) Fuere cual fuere y quien fuere el individuo, que la Razón dirija su<br />

desarrollo, su formación, su educación in<strong>te</strong>gral —desde el nacimiento


252<br />

hasta la muer<strong>te</strong>—, es necesario para que la felicidad de todos llegue a<br />

ser la mayor posible. En consecuencia, el “gobierno logócrata” no<br />

deberá reconocer a nadie —ni a cuidadores, ni a monitores, ni a<br />

profesores, ni a sacerdo<strong>te</strong>s, ni a progenitores...— el derecho de<br />

educar al niño según sus particulares cri<strong>te</strong>rios: tal derecho no exis<strong>te</strong>.<br />

Las personas que asuman la tarea educativa, tienen que some<strong>te</strong>rse a<br />

los dictados de la Razón, a las pautas marcadas por unanimidad en el<br />

Forum <strong>Logos</strong>.<br />

*31 Espacio extra<strong>te</strong>rrestre - Con pre<strong>te</strong>xto de la investigación científica, nos<br />

hemos lanzado a la denominada “conquista del espacio”, con el fin de adquirir o<br />

man<strong>te</strong>ner o incrementar el poderío capitalista, el poderío militar, el poderío político, y<br />

demás poderíos irracionales de es<strong>te</strong> o aquel país. De esos fines no habrá nada en la<br />

Era de la Razón. La propia investigación será el único fin de la investigación. Que se<br />

desarrollará, claro está, sin detrimento de soluciones prioritarias de otros problemas<br />

del espacio <strong>te</strong>rrestre.<br />

*32 Espectáculos - Circo, cine, <strong>te</strong>atro, ballet, ópera, juegos<br />

olímpicos... Para nosotros es una lástima renunciar a todo esto. Pero<br />

<strong>Logos</strong> no puede andarse con con<strong>te</strong>mplaciones. Y, mientras haya niños<br />

muriendo de hambre, pondrá al placer/vicio tan deseado por la sociedad<br />

actual todos los frenos que sean necesarios. No puede <strong>Logos</strong> malgastar<br />

energía y cerebros y músculos en la producción de superfluidad o<br />

placer, mientras necesi<strong>te</strong> gastar energía y cerebros y músculos en la<br />

producción de lo necesario para que el mundo no sufra. La objeción de<br />

que podemos alimentar a los niños moribundos al mismo tiempo que<br />

vamos al circo y a los juegos olímpicos no vale, porque no es verdad<br />

(como lo demuestran la historia pasada y la con<strong>te</strong>mporánea).<br />

*33 Esperanto - Escasamen<strong>te</strong> racional es que los hombres no puedan<br />

comunicarse entre sí porque hablan idiomas diferen<strong>te</strong>s. De un modo u<br />

otro <strong>Logos</strong> conseguirá que todos hablemos un mismo idioma. No sabemos<br />

hoy si será el inglés, el chino, el esperanto... Lo que sí sabemos es que, si<br />

alguien hay capaz de —irrefutablemen<strong>te</strong>— demostrar que para la<br />

felicidad humana es mejor que todo el mundo hable un de<strong>te</strong>rminado<br />

idioma (el esperanto, por ejemplo), el esperanto se enseñará en todas las<br />

escuelas del mundo en<strong>te</strong>ro. Es posible que nadie encuentre suficien<strong>te</strong>s<br />

argumentos para esa demostración irrefutable. Pero, si alguien —aunque<br />

sólo sea un individuo— los encuentra, el mundo en<strong>te</strong>ro hablará esperanto,<br />

por muy numerosas que fuesen las personas a las que no gusta el<br />

esperanto. Esa es la fuerza de la logocracia, ésa es la fuerza de la Razón:<br />

a través del Forum <strong>Logos</strong>, un solo hombre puede imponer su razón a toda<br />

una humanidad inconformista.<br />

*34 Eugenesia - Una vez fijado el objetivo de que han de vivir<br />

felices las futuras generaciones, el Forum <strong>Logos</strong> puede aprobar y llevar<br />

adelan<strong>te</strong> un programa de regeneración biológica de la especie humana.<br />

Estamos degenerando como especie, cada vez más, con detrimento de<br />

nuestra felicidad. Las especies que se han man<strong>te</strong>nido en estado natural<br />

puro no degeneran, porque los individuos que nacieron tarados —los que


nacieron menos perfectamen<strong>te</strong> dotados para la supervivencia— son los<br />

que estadísticamen<strong>te</strong> menos descendencia tuvieron por haber sucumbido<br />

an<strong>te</strong>s de procrear. Con lo cual automáticamen<strong>te</strong> se produjo una selección<br />

rigurosa de reproductores entre los menos imperfectos. En eso consis<strong>te</strong> la<br />

denominada “selección natural”.<br />

Nuestra especie, debido a que somos animales pensan<strong>te</strong>s, pudo escapar en<br />

gran par<strong>te</strong> a las implacables purificaciones de la selección natural. Por<br />

eso nuestros an<strong>te</strong>pasados nos engendraron a pesar de que no eran los más<br />

perfectos. Y por eso ahora es infinito el número de nuestras<br />

enfermedades, taras, defectos, disfunciones, etc., comparado con el de<br />

cualquier especie que haya vivido sometida a los rigores del struggle for<br />

survival, de la lucha por la exis<strong>te</strong>ncia. Nosotros no debemos hacer con<br />

nuestros hijos lo que hicieron con nosotros nuestros padres. No debemos<br />

dejarles en herencia tanta enfermedad y tanto defecto y tanta disfunción.<br />

Vamos a hacer lo que hace la naturaleza, aunque de otra manera. La<br />

naturaleza quiere impedir, e impide, que el individuo tarado engendre<br />

hijos tarados. Lo impide matándolo an<strong>te</strong>s de que <strong>te</strong>nga ocasión de<br />

engendrar. Lo mata sin con<strong>te</strong>mplaciones, porque placer y dolor no son<br />

“valores” para la naturaleza: en el cosmos cuenta únicamen<strong>te</strong> la<br />

perfección técnica o lógica (“lógica” viene de “logos”).<br />

La sociedad racional debe hacer lo mismo, pero procediendo al revés,<br />

porque el matar causa dolor en la especie humana, y para nosotros el<br />

dolor tiene importancia. Por el procedimiento de evitar nacimientos en<br />

vez de causar muer<strong>te</strong>s, podemos y debemos impedir que el individuo<br />

tarado engendre hijos tarados. Así el resultado final será el mismo que el<br />

ob<strong>te</strong>nido por la naturaleza median<strong>te</strong> la guadaña de la selección natural:<br />

nuestros descendien<strong>te</strong>s gozarán de mejor salud (y serán más felices) que<br />

nosotros.<br />

Posiblemen<strong>te</strong> la irracional sociedad actual desaprobará el procedimiento<br />

susodicho, por consideraciones de orden moral: “es indecen<strong>te</strong> programar<br />

los nacimientos humanos como se programan los del caballo o el <strong>te</strong>rnero,<br />

imponiendo a la mujer la obligación de ser fecundada por el seleccionado<br />

semental que los científicos le lleven a su dormitorio, sólo para la<br />

fecundación”; “la mujer, lo mismo que el hombre —cualesquiera que<br />

fueren sus imperfecciones o taras—, tiene el inalienable derecho de<br />

unirse con quien quiera y engendrar hijos cuando quiera”; etcé<strong>te</strong>ra.<br />

En una sociedad racional no se puede razonar así. La Razón dice que no<br />

sabemos de qué estamos hablando cuando hablamos de esa filosófica<br />

“moral” inexis<strong>te</strong>n<strong>te</strong>, y de ese filosófico “derecho” inexis<strong>te</strong>n<strong>te</strong>. La Razón<br />

dice que la única “moral” in<strong>te</strong>ligible consis<strong>te</strong> en hacer que la humanidad<br />

sufra lo menos posible. Dice que engendrar un hijo para satisfacer el<br />

capricho de “<strong>te</strong>ner en casa un jugue<strong>te</strong>”, o satisfacer el vanidoso “orgullo<br />

de varón”, es irracional. Dice que no reconoce a la madre —mucho<br />

menos, por supuesto, al padre— el derecho de engendrar hijos por su<br />

gusto, y criarlos a su gusto. El vulgo ignoran<strong>te</strong> de la sociedad actual no<br />

253


tiene obligación de comprenderlo, pero es enorme la “responsabilidad” e<br />

importancia de la procreación, de la creación de una nueva vida.<br />

La naturaleza quiere que todo ser vivo se reproduzca, pero lo quiere sólo<br />

para que sobrevivan los individuos perfectos: a los imperfectos los mata.<br />

Análogamen<strong>te</strong>, la Razón quiere que el ser humano se reproduzca, pero lo<br />

quiere sólo para que nazcan perfectos los hijos. Cosa que no se puede<br />

lograr sin control científico de la procreación.<br />

Puesto que el fin último de un logócrata en cuanto tal es la felicidad<br />

mayor posible de todos, en logocracia no debe prohibirse a nadie <strong>te</strong>ner<br />

descendencia. Tampoco debe imponerse a ninguna mujer la obligación de<br />

acostarse con el semental elegido por los científicos. La Razón tiene<br />

recursos más que suficien<strong>te</strong>s para —sin órdenes ni prohibiciones— llevar<br />

un control científico de la reproducción humana. El plan es muy sencillo,<br />

<strong>te</strong>niendo en cuenta que, para su ejecución, la economía logocrática<br />

racionalista dispone de todo el “dinero” que fuere necesario.<br />

254<br />

1º Se ofrecen sustanciosos “premios-estímulo” a toda persona que,<br />

después de haber aceptado some<strong>te</strong>rse voluntariamen<strong>te</strong> a de<strong>te</strong>rminados<br />

análisis clínicos, y haber ob<strong>te</strong>nido como resultado de los mismos una<br />

puntuación igual o superior al mínimum de “aptitud eugenésica”<br />

previamen<strong>te</strong> establecido con carác<strong>te</strong>r general —según cri<strong>te</strong>rios<br />

puramen<strong>te</strong> científicos—, engendre uno o más hijos. Para ello se<br />

requiere, claro está, demostrar científicamen<strong>te</strong> que esa persona es la<br />

progenitora del hijo correspondien<strong>te</strong>.<br />

2º Dado que en sociedad logocrática no puede haber instituciones<br />

tales como el matrimonio, ni leyes de emparejamiento de ninguna<br />

clase, la mujer tiene libertad legal absoluta para concebir hijos<br />

copulando con el varón que ella quiera, y sin contraer con respecto a<br />

él ninguna obligación para el futuro.<br />

3º En caso de que ambos, padre y madre, sean portadores del título de<br />

“aptitud eugenésica”, y receptores del “premio-estímulo”<br />

correspondien<strong>te</strong>, la mujer embarazada adquiere el compromiso de<br />

parir y criar al niño en las condiciones que le sean prescritas por la<br />

pediatría y la pedagogía: lactancia, higiene, alimentación, escolaridad,<br />

etcé<strong>te</strong>ra. La madre dispone —absolutamen<strong>te</strong> gratis— de todos los<br />

medios necesarios para ello.<br />

*35 Eutanasia -<br />

*36 Familia - (Anulado)<br />

*37 Fiestas, diversiones - Nuestra sociedad está enferma. Padece<br />

numerosas enfermedades. Una de ellas es la hedonopatía, la febril ansia<br />

del placer/vicio: ¡hay que gozar, gozar siempre, gozar mucho! Para ello<br />

inventa y desarrolla toda clase de técnicas, generalmen<strong>te</strong> no muy<br />

ingeniosas, porque el placer que deparan deja mucho que desear, aunque<br />

acaso el gozan<strong>te</strong> crea que está libando puras delicias.<br />

Una expresión típica del sumo placer deseable suelen ser las fiestas<br />

populares+++++ “El carnaval es la fiesta más completa de los hombres.<br />

Lo tiene todo: la risa, la barbarie, el disimulo, el miedo, la inquietud y la<br />

perfidia humana. Hay en él sentimientos ancestrales totémicos que se<br />

remontan a las épocas más lejanas.” (Pío Baroja).


Pero tampoco es eso lo peor. Es que el homo sapiens no se conforma con<br />

el descanso. Lo quiere con jolgorio y bullicio y marcha, mucha marcha,<br />

porque sin estos importan<strong>te</strong>s complementos no hay felicidad posible.<br />

Aquí es donde la Diosa Razón empieza a negar sus bendiciones al homo<br />

sapiens. En la irracional sociedad nuestra, nada menos que las<br />

mismísimas Autoridades derrochan muchos talentos y muchos dineros<br />

organizando barullo y fiestas. En la sociedad racional no puede ser así.<br />

No esperemos que en esta empresa nos ayude la Diosa Razón.<br />

Hoy una vida feliz es inalcanzable sin fiestas aderezadas con un alarde de<br />

piro<strong>te</strong>cnia: ¡que no fal<strong>te</strong>n los fuegos artificiales, o al menos los petardos<br />

y cohe<strong>te</strong>s de fuer<strong>te</strong> estampido! La piro<strong>te</strong>cnia ha causado numerosos<br />

acciden<strong>te</strong>s, incluso mortales. ¿Qué importa? Son cosas de la vida. Hay<br />

que divertirse. Hay que gozar... Pero la Diosa Razón dice que así no. Que<br />

no habrá cohe<strong>te</strong>s para fiestas, a menos que inven<strong>te</strong>mos algo que garantice<br />

su inocuidad. Y aun así...<br />

Hoy una vida feliz es inalcanzable sin fiestas patronales en las que se<br />

haga subir una cabra al punto arqui<strong>te</strong>ctónico más elevado posible en el<br />

pueblo —el campanario de la iglesia—, se congregue el vecindario de<br />

manera que pueda con<strong>te</strong>mplar el grandioso espectáculo, y reír gozoso<br />

viendo cómo cae y se despanzurra la cabra despeñada desde lo alto. Hay<br />

personas que sufren con sólo pensar en ello. ¿Qué importa? No hay que<br />

ser sensiblero. Hay que divertirse. Hay que gozar... Pero la Diosa Razón<br />

dice que así no. Y conseguirá, sin prohibir nada, que el vecindario<br />

abandone la tradicional costumbre.<br />

Hoy una vida feliz es inalcanzable sin fiestas en las que haya corridas de<br />

toros y encierros emocionan<strong>te</strong>s. No importa que a veces el Santo Patrón<br />

olvide que los mozos le han pedido bendición y pro<strong>te</strong>cción para correr el<br />

encierro. Tampoco importa demasiado —¡cómo va a importar, si sólo<br />

acaece alguna que otra vez!— que el torero vaya desde la plaza<br />

directamen<strong>te</strong> al cemen<strong>te</strong>rio. Hay que disfrutar del Ar<strong>te</strong>. Del maravilloso<br />

ar<strong>te</strong> de la tauromaquia. Hay que gozar... Pero la Diosa Razón dice que así<br />

no. Y conseguirá, sin prohibir nada, que llegue el día en que no se<br />

“celebre” una corrida más en el planeta Tierra.<br />

Mucha gen<strong>te</strong> vive convencida de que en su tierra nunca se podrá<br />

prescindir de las corridas de toros, o de los encierros, porque al menos en<br />

esa tierra son absolutamen<strong>te</strong> irrenunciables. Aprecio una falsedad en es<strong>te</strong><br />

argumento. La palabra “absolutamen<strong>te</strong>” quiere decir que siempre será<br />

irrenunciable el espectáculo. Y eso no puede saberse de ninguna manera.<br />

Al ciudadano romano, antiguamen<strong>te</strong>, le parecieron inconcebibles el<br />

anfi<strong>te</strong>atro y los gladiadores: hoy ningún ciudadano romano los necesita.<br />

En sociedad logocrática no deben “celebrarse” corridas ni encierros. Por<br />

la sencilla razón de que, per se, llevar toros en carrera y lidiarlos luego<br />

en una plaza no es necesario para hacer feliz al género humano, aun<br />

supuesto que para algunas personas hoy fuese causa de inenarrables<br />

255


placeres. En cambio, es un estorbo para la felicidad general, por el<br />

sufrimiento que origina al mozo corneado en el encierro, al torero cogido<br />

en la plaza, a los familiares, a los allegados...<br />

La Razón tiene recursos de sobra para acabar con el bellísimo ar<strong>te</strong> de la<br />

tauromaquia. No de la noche a la mañana, pero sí gradualmen<strong>te</strong>. Y sin<br />

traumas para nadie, por muy aficionado que sea el aficionado. Por<br />

ejemplo, el aficionado no se hará el haraquiri porque se le anuncie que, a<br />

partir del próximo decenio, en la misma corrida no podrán lidiarse nunca<br />

más de cinco toros. Median<strong>te</strong> recor<strong>te</strong>s graduales de es<strong>te</strong> tipo, y median<strong>te</strong><br />

la adopción de racionales medidas cola<strong>te</strong>rales, para nadie resultará<br />

traumática la definitiva supresión de las corridas de toros. Las medidas<br />

cola<strong>te</strong>rales tampoco serán difíciles de adoptar ni de aplicar.<br />

a) Desaparición de toda publicidad en favor de la tauromaquia, de las<br />

corridas a celebrar, o de las celebradas, incluida la propaganda que<br />

indirectamen<strong>te</strong> hacen las biografías y otras historias de toros y toreros.<br />

Quienquiera que desee cualquier información al respecto, podrá ob<strong>te</strong>nerla<br />

en privado sin cortapisa alguna, pero nunca se le informará de ello<br />

públicamen<strong>te</strong>.<br />

b) Cierre definitivo de toda escuela taurina o centro destinado a<br />

fomentar de uno u otro modo la afición.<br />

c) Paulatina reducción de todo estipendio “desmesurado” hasta su<br />

total y oportuna desaparición. En cuanto al pintoresco argumento clásico<br />

de que “más cornás da el hambre”, digamos que en la sociedad racional<br />

no puede hacer fuerza, puesto que en la sociedad racional nadie puede<br />

pasar hambre.<br />

d) Paulatino e imparable incremento del precio a pagar por asistir al<br />

espectáculo.<br />

e) Previa educación general esmerada, y eventual formación<br />

profesional adecuada, ofertas más <strong>te</strong>ntadoras que la dedicación al toreo<br />

(si alguien empezara a sentirse atraído por él). Etcé<strong>te</strong>ra.<br />

*38 Gitanismo - Según cuentan las crónicas, los gitanos han sido<br />

generalmen<strong>te</strong> rechazados por nuestra sociedad, escarnecidos, expulsados,<br />

perseguidos, proscritos, esclavizados. No comprendo por qué las razones<br />

aducidas para ello por nuestra sociedad han podido ser motivo suficien<strong>te</strong><br />

para tanto aborrecimiento y tanta persecución.<br />

Según cuentan las crónicas, “desde siempre [los gitanos] han despertado<br />

cierto malestar allí donde se asientan, por su particular modo de afrontar<br />

la vida.” No lo entiendo, pero, si es verdad que “despiertan cierto<br />

malestar”, y si se quiere poner fin a “su particular modo de afrontar la<br />

vida”, no es necesario perseguirlos ni expulsarlos ni ex<strong>te</strong>rminarlos.<br />

Basta convertir en racional esta sociedad nuestra en la que no quieren los<br />

gitanos in<strong>te</strong>grarse.<br />

256


Actualmen<strong>te</strong>, sesenta de cada cien gitanos en España son analfabetos. La<br />

mitad de la población infantil está escolarizada, pero sólo un 7% <strong>te</strong>rmina<br />

la EGB (entre otros motivos porque debe contribuir al man<strong>te</strong>nimiento de<br />

la familia). Si se ofrece al gitano todo lo que hemos visto en el apartado<br />

Educación de es<strong>te</strong> mismo capítulo, más lo que vimos en el capítulo VIII<br />

de la Segunda Par<strong>te</strong> (Economía), no quedará ningún gitano analfabeto, y<br />

el gitanismo se autoinmolará espontáneamen<strong>te</strong>, porque nació y se<br />

desarrolló y sobrevivió con carác<strong>te</strong>r y fines eminen<strong>te</strong>men<strong>te</strong> defensivos, y<br />

en una sociedad racional no <strong>te</strong>ndría nada de que defenderse.<br />

*39 Guerra, lucha, pelea... - ¡Cielos! ¡A fe que es pugnaz el animal<br />

racional! ¡De todo hace casus belli! Por un quítame allá esas pajas, arma<br />

la de San Quintín.<br />

Antiguamen<strong>te</strong> no había pueblo donde la profesión “guerrero” no fuera<br />

prácticamen<strong>te</strong> la única posible entre los habitan<strong>te</strong>s del sexo masculino.<br />

Hasta se decía que no era posible vivir en paz si no se hacía la guerra: si<br />

vis pacem, para bellum.<br />

Hoy el homo pugnax, incluso cuando juega al fútbol, a la pelota, al <strong>te</strong>nis,<br />

al rugby, tiene que hacerlo guerreando: o se guerrea, o no in<strong>te</strong>resa el<br />

juego, por soso y falto de chispa... Tuvo razón Orwell cuando dijo que el<br />

depor<strong>te</strong> es una guerra sin armas.<br />

Dos filósofos han iniciado una discusión o controversia. Lo lógico sería<br />

que dialogaran buscando en mutua colaboración la Razón o la Verdad.<br />

Pero no dialogan así. Lo hacen a tiro limpio dialéctico, sólo para batir y<br />

rebatir el uno al otro (“batir” es “derrotar al enemigo”, “atacar y derruir<br />

con la artillería”).<br />

Si la <strong>te</strong>levisión ofrece como espectáculo un deba<strong>te</strong> entre in<strong>te</strong>lectuales, los<br />

<strong>te</strong>lespectadores no tienen el mínimo in<strong>te</strong>rés en averiguar o en saber cuál<br />

es la verdad o la razón del caso que va a plan<strong>te</strong>arse en el plató. Lo que<br />

in<strong>te</strong>resa es —tras de saberse quiénes discu<strong>te</strong>n— que el plató se<br />

transforme en ring. Lo que in<strong>te</strong>resa y regocija y excita es con<strong>te</strong>mplar una<br />

buena “pelea de gallos”.<br />

Los creyen<strong>te</strong>s que predican la divina orden de amar al prójimo, lo<br />

machacan en feroces guerras, y precisamen<strong>te</strong> en el nombre de ese mismo<br />

Dios cuya voluntad —dicen— es que se haga la guerra “al infiel”, y al<br />

“eje del Mal”.<br />

Los políticos, aparen<strong>te</strong>men<strong>te</strong> nacidos con la misión de man<strong>te</strong>ner al pueblo<br />

en paz, se pasan la vida guerreando entre ellos. En Política todo se<br />

reduce a trazar estra<strong>te</strong>gias, a luchar contra el enemigo, a derrotar al otro<br />

candidato, a conseguir la victoria electoral... De facto, la finalidad real<br />

de su actividad política no es conseguir y man<strong>te</strong>ner o acrecentar el bien<br />

común, sino crear y man<strong>te</strong>ner y ganar la “pelea callejera” entablada entre<br />

partidos políticos. En épocas de parlo<strong>te</strong>o, por lo general no guerrean con<br />

257


tanques y cañones, pero sí alguna vez a puñetazos, como ha solido verse<br />

en algunos Parlamentos, a pesar de que el Parlamento es lugar<br />

expresamen<strong>te</strong> concebido para el parlo<strong>te</strong>o.<br />

Incluso en tiempos de mero parlo<strong>te</strong>o, hay políticos para quienes la guerra<br />

—con tanques y cañones— constituye necesidad vital. He conocido algún<br />

marxista a quien visiblemen<strong>te</strong> molestaba mi propuesta de resolución de la<br />

problemática social median<strong>te</strong> una revolución in<strong>te</strong>lectual sin violencia<br />

física. Su fanática religiosidad marxista le hacía despreciar y desoír el<br />

vocablo mismo “Razón” (que, según él, sólo puede ofrecer paños<br />

calien<strong>te</strong>s), y lo único factible era dar caña al capitalista.<br />

El culmen de lo trágico llega cuando el hombre, obstinado en querer algo<br />

que ningún parlamento le dará, decide hacer la Guerra por antonomasia.<br />

<strong>Logos</strong> no dará vida a guerreros de ninguna especie. Auspiciará depor<strong>te</strong>sjuego,<br />

pero hará que los depor<strong>te</strong>s-guerra sean impracticables. Auspiciará<br />

cuantos deba<strong>te</strong>s quieran desarrollar los in<strong>te</strong>lectuales, pero no habrá<br />

“peleas de gallos” para regocijo de espectadores. También hará que sean<br />

imposibles cualesquiera guerras de religión. Erigirá un auténtico<br />

Parlamento abierto a todo el mundo, excepto a los políticos, a los<br />

creyen<strong>te</strong>s, a los filósofos (es decir a quienes viven divorciados de la<br />

Razón). Y, los políticos, por supuesto, jamás podrán hacer lo que ha sido<br />

la sempi<strong>te</strong>rna Guerra por antonomasia, porque la economía dirigida por<br />

<strong>Logos</strong> no producirá ni cartuchos.<br />

*40 Huelgas, manifestaciones... - +++<br />

*41 Igualdad de sexos - (anulado)<br />

*42 Indumentaria - Desmond Morris dice que hay ciento noventa y<br />

tres especies vivien<strong>te</strong>s de simios y monos; que ciento noventa y dos de<br />

ellas están cubiertas de pelo; y que la excepción la constituye un mono<br />

desnudo que se ha puesto a sí mismo el nombre de homo sapiens.<br />

También dice que la función, o una de las funciones, del pelo en los<br />

mamíferos, es la de man<strong>te</strong>ner una constan<strong>te</strong> y precisa <strong>te</strong>mperatura del<br />

cuerpo:<br />

258<br />

Los sis<strong>te</strong>mas de control de la <strong>te</strong>mperatura son de vital importancia, y<br />

la posesión de una gruesa y aislan<strong>te</strong> capa de vello juega<br />

principalísimo papel para evitar la pérdida de calor.<br />

Eso permi<strong>te</strong> pensar que hubo un tiempo en que nosotros también <strong>te</strong>níamos<br />

pelo. Que lo perdimos por la razón que fuere. Que lo sustituimos por una<br />

vestimenta. Y que, a falta de pelo, es necesaria la vestimenta para la<br />

felicidad del ser humano. Por consiguien<strong>te</strong>, la sociedad logocrática tiene<br />

a ese respecto una clara disyuntiva: o proporciona al ciudadano los<br />

medios que le permitan recuperar el perdido manto de vello, o le ofrece<br />

vestimenta gratis.


El mundo en el que vivimos actualmen<strong>te</strong>, que nada tiene de logocrático,<br />

invier<strong>te</strong> millones de millones de horas de trabajo en la confección de<br />

vestimentas que no son necesarias para la felicidad del ser humano. El<br />

jefe de gobierno y la presentadora de <strong>te</strong>levisión han de aparecer en<br />

público vestidos impecablemen<strong>te</strong>, exhibiendo una flaman<strong>te</strong> indumentaria,<br />

distinta en cada uno de los trescientos sesenta y cinco días del año. ¿Qué<br />

digo “presentadora” y “jefe de gobierno”? Todo ciudadano que se precie<br />

de “ser algo”, debe salir a la calle con vestimentas “a la moda”,<br />

originales, elegan<strong>te</strong>s... No se puede ser feliz vistiendo todos los días la<br />

misma ropa...<br />

No piensa así la diosa Razón. Una sociedad que esté dirigida por la<br />

Razón debe gratuitamen<strong>te</strong> ofrecer al ciudadano la cantidad y la clase de<br />

ropa estimada por la ciencia médica (unánimemen<strong>te</strong>) como necesaria para<br />

la felicidad, así sea una sencilla túnica o un saco. Pero debe ponerle muy<br />

caros los caprichos de la moda en el vestir: todo lo caros que sea<br />

menes<strong>te</strong>r para que se pueda con ese dinero cos<strong>te</strong>ar la producción de los<br />

bienes y servicios que, por necesarios, han de ofertarse gratis.<br />

Lo mismo vale, por supuesto, para el calzado. Por ejemplo, una mujer que<br />

“necesita” zapato de tacón alto —que fisiológicamen<strong>te</strong> le perjudica, pero<br />

ella lo “necesita” porque la sagrada misión de la mujer es la de ir sexy<br />

por la vida, excitando al macho— debe pagarlo caro. Así procede la<br />

Razón.<br />

Desde luego, no faltará quien se rebele contra una Razón tan...<br />

quisquillosa, y obje<strong>te</strong> diciendo que la sociedad en la que todos los<br />

miembros vistieran ropaje idéntico, sería insoportablemen<strong>te</strong> uniforme y<br />

aburrida, y, por tanto, infeliz. Carece de fundamento la objeción. Esa<br />

hipotética sociedad podría, en efecto, ser infeliz, pero lo sería sólo en el<br />

supuesto de que fuese poco o nada in<strong>te</strong>ligen<strong>te</strong>. El hecho de que todas las<br />

sardinas o todas las azucenas estén uniformemen<strong>te</strong> “vestidas” no implica<br />

ninguna “insoportable uniformidad”. Apar<strong>te</strong> de que la introducción —con<br />

un fin estético— de alguna variedad en el vestir, no sería necesariamen<strong>te</strong><br />

irracional.<br />

*43 In<strong>te</strong>rnet - Se puede hacer y se hace a la sociedad mucho daño<br />

median<strong>te</strong> la Red. La logocracia debe impedirlo. No puede permitirse que<br />

el ciudadano exprese o haga a través de la Red todo cuanto le venga en<br />

gana. Eso no sería racional.<br />

Puesto que en logocracia nadie puede ser propietario de nada —tampoco,<br />

por tanto, de locales, de líneas <strong>te</strong>lefónicas, de aparatos electrónicos...—,<br />

el “gobierno logocrático” tiene a su disposición recursos técnicos<br />

bastan<strong>te</strong>s para el establecimiento de un riguroso control de la Red.<br />

*44 Justicia - abogados, fiscales, jueces<br />

*45 Locomoción - +++<br />

259


*46 Ludopatía - +++<br />

*47 Lujo, superfluidad - En principio, la economía racional no<br />

debe producir nada lujoso o superfluo, mientras no se haya<br />

proporcionado todo lo necesario a todos y cada uno de los habitan<strong>te</strong>s del<br />

planeta. Su porqué está a la vista, si el fin esencial de la vida social es la<br />

felicidad mayor posible de todos: No puede <strong>Logos</strong> malgastar energía y<br />

cerebros y músculos en la producción de superfluidad o placer,<br />

mientras necesi<strong>te</strong> gastar energía y cerebros y músculos en la<br />

producción de lo necesario para que el mundo no sufra.<br />

Estos días en los que voy redactando sal<strong>te</strong>adas páginas del presen<strong>te</strong><br />

capítulo, hay cerebros y músculos humanos, camiones, máquinas tipo<br />

bulldozer, máquinas-filtro, muchas máquinas,... que trabajan febrilmen<strong>te</strong><br />

removiendo montañas de arena en la donostiarra playa de Ondarreta.<br />

¿Para qué? Para expurgar de piedrecitas la playa. Para que los turistas<br />

veranean<strong>te</strong>s disfru<strong>te</strong>n de la acarician<strong>te</strong> arena fina.<br />

Aunque socialmen<strong>te</strong> es irracional dirigir el esfuerzo humano hacia la<br />

producción de placer cuando ese esfuerzo podría ser dirigido hacia la<br />

mitigación de un gran dolor (por ejemplo, hambre, o miseria), la sociedad<br />

actual tiene que hacerlo así, porque está constituida irracionalmen<strong>te</strong>,<br />

máxime en lo que se refiere a la economía y su concepto de “propiedad”.<br />

El propietario tiene que disfrutar de su propiedad, y ob<strong>te</strong>ner de ella el<br />

mayor beneficio posible. Por eso el municipio donostiarra tiene que<br />

mimar a los veranean<strong>te</strong>s, y hacer para ello esfuerzos con los que podría<br />

aliviar (y no alivia) sufrimientos considerables.<br />

La construcción del ho<strong>te</strong>l más lujoso del planeta (en los Emiratos Arabes)<br />

ha costado más de 3.000 millones de euros. Tiene en su in<strong>te</strong>rior más de<br />

6.000 metros cuadrados de superficies revestidas de oro. Cuenta con 302<br />

habitaciones, 40 sui<strong>te</strong>s de 2.800 euros por semana, y 16 sui<strong>te</strong>s<br />

presidenciales de 11.000 euros por noche. Están empleados en el ho<strong>te</strong>l<br />

2.700 trabajadores. Porque los 3.000 millones de euros, en lugar de<br />

invertirse en alimentar gen<strong>te</strong> necesitada, se invirtieron en la construcción<br />

del ho<strong>te</strong>l, miles de personas murieron de hambre.<br />

An<strong>te</strong> estos hechos, el ciudadano sensible se rebela, indignado, contra los<br />

magna<strong>te</strong>s del petróleo, porque dilapidan así un dinero que podría salvar<br />

tantas vidas. Lanzan furiosos ana<strong>te</strong>mas contra personas tan “malas”. Pero<br />

los ana<strong>te</strong>mas no tienen sentido y, lo que es peor, son estériles, inútiles,<br />

baldíos, porque no sólo seguirá ahí ese ho<strong>te</strong>l, sino que mañana se<br />

construirá otro más lujoso todavía.<br />

Lo sensato es dejarse de rebeliones y de ana<strong>te</strong>mas, y exigir la sustitución<br />

de esta sociedad actual irracional por una sociedad racional. En la<br />

sociedad futura no habrá costosas limpiezas de playas donostiarras, ni se<br />

construirán ho<strong>te</strong>les de 3.000 millones de euros, mientras exista en el<br />

planeta un solo niño hambriento. Ya sabes por qué, lector: No puede<br />

260


<strong>Logos</strong> malgastar energía y cerebros y músculos en la producción de<br />

superfluidad o placer, mientras necesi<strong>te</strong> gastar energía y cerebros y<br />

músculos en la producción de lo necesario para que el mundo no sufra.<br />

*48 Magistra vitae - +++ “Querer vivir del pasado es la utopía más<br />

estéril y peligrosa” (Richard Wagner)<br />

De nada sirve estudiar la historia (véase GIL DE SAN VICENTE) con el<br />

fin de que nos aleccione y nos guíe en orden a encontrar la mejor manera<br />

de que seamos felices. Dejaos de <strong>te</strong>orizaciones acerca del capitalismo y<br />

sus crisis y del modo en que se pueden producir las transiciones del<br />

capitalismo al socialismo y demás mandangas.<br />

*49 Ma<strong>te</strong>rnidad, pa<strong>te</strong>rnidad -<br />

261<br />

La decisión de <strong>te</strong>ner o no <strong>te</strong>ner un hijo es una de las libertades más<br />

importan<strong>te</strong>s del ser humano en el entorno de su sexualidad. 62<br />

Lo afirmaron Ochoa y Vázquez, pero en la Nueva Era conceder esa<br />

libertad sería criminal: en la Nueva Era, engendrar un hijo porque a los<br />

progenitores les ha dado la gana de engendrarlo, será un crimen.<br />

El problema no se plan<strong>te</strong>a en otras especies (en estado natural), ya que<br />

ningún otro ser vivien<strong>te</strong>, ni animal ni vegetal, puede jamás adoptar la<br />

decisión de <strong>te</strong>ner o no <strong>te</strong>ner un hijo: in casu, el hijo se tiene (como se<br />

tiene una tormenta o un crepúsculo) por ciega aplicación de las leyes de<br />

la naturaleza y, una vez que ha nacido el nuevo ser, queda en<strong>te</strong>ramen<strong>te</strong><br />

sometido a la implacable criba de la selección natural.<br />

Pero todo cambia en la especie humana. Por ser animal racional, el<br />

hombre ha descubierto la manera de burlar a la selección natural,<br />

posibilitando que sobrevivan individuos tarados, no aptos para la<br />

reproducción. A la larga, el resultado lógico ha sido la progresiva e<br />

irreversible degeneración de la especie, causa (directa e indirecta) de<br />

infelicidad. A causa de que no exis<strong>te</strong> para nosotros criba de la selección<br />

natural, por una par<strong>te</strong> nos hemos multiplicado en exceso — rondamos ya<br />

los sie<strong>te</strong> mil millones de habitan<strong>te</strong>s, a pesar de lo mucho que se hace en<br />

ma<strong>te</strong>ria de anticoncepción—, y por otra par<strong>te</strong> se engendran cada vez más<br />

hijos insanos. Ambas cosas (la excesiva población y la insalubridad<br />

excesiva de la descendencia) hacen sufrir mucho a la humanidad. La<br />

hacen sufrir mucho. Mucho más de todo cuanto podamos imaginar en es<strong>te</strong><br />

momento (porque nunca hemos pensado en ello).<br />

Por eso es un crimen <strong>te</strong>ner hijos cuando a uno le da la gana. Tener hijos<br />

cuando a uno le da la gana es crear una humanidad que deberá<br />

necesariamen<strong>te</strong> sufrir mucho. Eso en la irracional sociedad actual no<br />

constituye crimen, porque la sencilla razón de que no disponemos de<br />

ningún mecanismo que nos permita llevar a cabo racionalmen<strong>te</strong> la<br />

procreación. En sociedad racional sí hay un mecanismo. Por eso el <strong>te</strong>ner<br />

62 El libro de la sexualidad, Elena F.L. Ochoa y Carmelo Vázquez,


o no <strong>te</strong>ner un hijo es asunto que no debe decidir nunca el individuo con<br />

su voluntad, sino la colectividad con su razón.<br />

En la irracional sociedad nuestra, la voluntad o la decisión de <strong>te</strong>ner o no<br />

<strong>te</strong>ner un hijo suele ser, por sus motivaciones, un asunto más bien lúdicohedonístico,<br />

de pura miopía egoísta:<br />

“Lo hace todo el mundo: yo también”.<br />

“¡Es tan bonito! ¡Los niños me encantan!”<br />

“Tenemos que asegurar la continuidad en el negocio.”<br />

“Tenemos que asegurar el man<strong>te</strong>nimiento de la estirpe”.<br />

Eso tiene que acabar en la Era de la Razón. La cuestión de engendrar un<br />

hijo es una cuestión infinitamen<strong>te</strong> más grave que todo eso. En realidad<br />

es nada menos que apostar por una humanidad desgraciada o una<br />

humanidad feliz. Debemos procrear siguiendo estrictamen<strong>te</strong> los dictados<br />

de la Razón, poniendo todos los medios que la Ciencia unánimemen<strong>te</strong> nos<br />

proponga como los más probables de acercamiento a la felicidad máxima<br />

de nuestros descendien<strong>te</strong>s: eugenesia, por ejemplo. +++++<br />

*50 Muer<strong>te</strong> - +++<br />

*51 Nudismo - +++<br />

*52 Pa<strong>te</strong>n<strong>te</strong>s, derechos de autor, copyright... - Pira<strong>te</strong>ría... +++<br />

*53 Paz perpetua - La Biblia es error. Et in <strong>te</strong>rra pax... Se nos<br />

prometió que habría paz en la Tierra para los hombres de buena voluntad.<br />

Fue una promesa que no se ha cumplido. Y que no se cumplirá. La paz no<br />

está al alcance de la voluntad, por buena que sea ésta. Sólo llegará la paz<br />

(si llega) por medio de la in<strong>te</strong>ligencia, del in<strong>te</strong>lecto, de la Razón.<br />

Expresó una gran verdad quien dijo “puesto que la guerra es un invento<br />

de la men<strong>te</strong> humana, también la paz deberá ser inventada por la men<strong>te</strong><br />

humana”. Veamos lo que puede hacer la men<strong>te</strong> humana en favor de la<br />

paz.<br />

+++Pugnacidad, pasión <strong>te</strong>leológica: discusiones, feminismo, política,<br />

depor<strong>te</strong>, religión...<br />

Imperan<strong>te</strong> la Razón en el planeta, y no habiendo propietarios de ninguna<br />

especie, no puede haber fabrican<strong>te</strong>s de armas ni de otros instrumentos<br />

bélicos. Tampoco puede haber Estados, naciones, municipios, etc., que<br />

son propietarios (por lo menos) de “su” tierra. Si a todos la sociedad<br />

logocrática nos despoja de ese y de cualesquiera otros títulos de<br />

propiedad, eo ipso habrá quedado resuelto el problema de la paz perpetua<br />

en la Tierra. Nunca ha sido posible conseguir esa paz, pero la Razón<br />

puede conseguirla.<br />

En un planeta en el que, por no haber propietarios de ninguna especie,<br />

nadie —ni siquiera como nación o Estado— posee tierra suya, es (por<br />

262


contradictorio) ma<strong>te</strong>rialmen<strong>te</strong> imposible que alguien in<strong>te</strong>n<strong>te</strong> defender<br />

“su” tierra. Por la misma razón es li<strong>te</strong>ralmen<strong>te</strong> impensable que alguien<br />

in<strong>te</strong>n<strong>te</strong> apoderarse de tierras ajenas, porque no puede haber cosa “ajena”,<br />

y tampoco puede haber “posesión” de una cosa, si esa cosa no puede<br />

<strong>te</strong>ner propietario.<br />

Para un “gobierno logocrático mundial”, entonces —i.e., para la Razón—,<br />

fácil será desman<strong>te</strong>lar toda industria bélica de la sociedad actual, y toda<br />

estructura o institución militar, conjurando de una vez el pavoroso<br />

espectro de la guerra, e instaurando la paz en el planeta en<strong>te</strong>ro. Es<strong>te</strong><br />

desiderátum, tan in<strong>te</strong>nsamen<strong>te</strong> vivido por millones y millones de<br />

personas, plan<strong>te</strong>aba siempre problemas insolubles de facto: la Razón<br />

puede resolverlos.<br />

A primera vista parece que la desaparición de los ejércitos como<br />

institución, así como el desman<strong>te</strong>lamiento de la industria armamentista,<br />

tienen que perjudicar a numerosas personas cuya vida está ligada a la<br />

profesión militar y a la industria bélica. No es verdad, al menos en lo que<br />

respecta a la economía de los afectados. La sociedad racional y su<br />

sis<strong>te</strong>ma económico pueden y deben man<strong>te</strong>ner sin problemas el statu quo<br />

económico de todos ellos. Tanto el militar definitivamen<strong>te</strong> cesado en su<br />

profesión, como el fabrican<strong>te</strong> de armas con “su” fábrica paralizada o<br />

reconvertida, en régimen logocrático pueden y deben seguir ob<strong>te</strong>niendo<br />

los mismos emolumentos o beneficios que hubieran ob<strong>te</strong>nido en el ancien<br />

régime.<br />

*54 Premios, galardones... En la economía capitalista no se puede<br />

premiar a todos los merecedores, porque el dinero que se da como premio<br />

Nobel es un dinero limitado que la entidad otorgadora posee por derechos<br />

de propiedad, y que equivale a riqueza. En la economía racionalista el<br />

dinero no es riqueza de nadie, ni está limitado, y se premia a todos. El<br />

Nobel es premio que se concede a quien ha ganado una guerra. +++<br />

*55 Prostitución - En la Era de la Razón el oficio más viejo del<br />

mundo será prácticamen<strong>te</strong> inejercible. +++<br />

*56 Religión - Si alguna vez en el curso de la Historia llegamos a la<br />

Era de la Razón, la sociedad que habrá nacido en ella —sociedad<br />

completamen<strong>te</strong> nueva— deberá des<strong>te</strong>rrar de nuestras vidas toda creencia<br />

religiosa. Hoy, a una gran par<strong>te</strong> de la población, esta idea le resultará<br />

inaceptable, por no haberla en<strong>te</strong>ndido bien: por haber pensado que el<br />

hombre es libre de creer lo que quiera, y de seguir o practicar la religión<br />

que quiera.<br />

No se trata de eso. La civitas nova des<strong>te</strong>rrará de nuestras vidas toda<br />

creencia religiosa, pero dejando al hombre en completa libertad para que<br />

crea, y para que profese la religión que quiera. Y la des<strong>te</strong>rrará, no<br />

precisamen<strong>te</strong> porque la religión sea “el opio del pueblo”, ni porque de<br />

facto se haya convertido en informal sociedad mercantil o en puro partido<br />

263


político, ni porque es muy capaz de quemar vivos a los Galileo que<br />

estudien astronomía, ni porque puede inducir a millones de creyen<strong>te</strong>s a<br />

que den muer<strong>te</strong> a los Rushdie que ofendan a un Dios inexis<strong>te</strong>n<strong>te</strong>, ni<br />

porque puede condenar a muer<strong>te</strong> por lapidación a una mujer, sólo porque<br />

tuvo una relación sexual extramatrimonial...<br />

Cuando murió Juan Pablo II, un sacerdo<strong>te</strong> católico (<strong>te</strong>ólogo, por<br />

añadidura), entre sesudos comentarios de variada índole, escribió esto en<br />

el diario Gara:<br />

264<br />

La religión (como la política) es de suyo muy emotiva y se presta a<br />

provocar entusiasmos deliran<strong>te</strong>s, e incluso, si se <strong>te</strong>rcia, guerras<br />

encarnizadas.<br />

Ni siquiera es precisamen<strong>te</strong> ésa la razón por la que <strong>Logos</strong> acabará con la<br />

religión. Aunque no existiera ninguno de los motivos arriba expuestos, en<br />

la Era de la Razón debe la religión desaparecer para siempre,<br />

simplemen<strong>te</strong> porque es el resultado (la consecuencia, el efecto) de<br />

creencias —doctrinas, afirmaciones— arbitrarias, erróneas, falsas. Hace<br />

tiempo que lo denunciaron La Mettrie y Holbach:<br />

Las afirmaciones religiosas carecen de solidez noseológica.<br />

La futura sociedad racional no asistirá pasivamen<strong>te</strong> al nacimiento y<br />

propagación de falsedades y errores, porque habrá decidido que su único<br />

fin es hacer feliz a la humanidad, y sabrá que siempre el Error, al menos<br />

en principio, es causa de infelicidad humana. La religión en ocasiones<br />

puede poner fin a dolores puntuales. O mitigarlos al menos. Pero el<br />

sufrimiento que puede causar (y ha causado) al género humano es<br />

inmensamen<strong>te</strong> mayor que el que puede aliviar (máxime en sociedad futura<br />

que se presume feliz, sin grandes dolores que aliviar).<br />

Extirpar de la sociedad la Religión porque es hija del Error, no es<br />

impedir o prohibir que los creyen<strong>te</strong>s profesen la religión que quieran.<br />

Serán éstos libres de adherirse a cualquier creencia. Lo que no deben<br />

esperar es que la sociedad positivamen<strong>te</strong> les ayude a man<strong>te</strong>nerla,<br />

poniendo en sus manos los medios necesarios para su man<strong>te</strong>nimiento y su<br />

propagación. Si quieren tales ayudas, <strong>te</strong>ndrán que demostrar que es<br />

verdadera la doctrina que predican.<br />

Para extirpar el error o falsedad que es la religión, una sociedad<br />

logocrática no necesita quemar iglesias y matar curas y monjas, como ya<br />

se hizo alguna vez en la Era de la Sinrazón. Dado su “lema fundacional”<br />

—reducir el dolor humano al mínimo posible—, debe extirpar el error o<br />

falsedad sin hacer daño a nadie, o haciéndolo con el menor sufrimiento<br />

posible. Gobernada por <strong>Logos</strong>, puede conseguirlo.<br />

Por ejemplo, ya que —extinguidos todos los derechos de propiedad—<br />

tiene en sus manos las riendas de la economía, a) puede la Razón, sin<br />

traumas, gradualmen<strong>te</strong>, sensim sine sensu, modificar por completo el uso<br />

y el destino de locales, edificios, <strong>te</strong>mplos, vasos sagrados, vestiduras


sagradas, libros sagrados, imaginería, etc., que en la Era de la Sinrazón<br />

fueron propiedad de los creyen<strong>te</strong>s; b) puede reducir del mismo modo,<br />

hasta su anulación total, el acceso de los creyen<strong>te</strong>s a los medios de<br />

comunicación; y c) puede también educar a las nuevas generaciones<br />

desde la primera infancia en el conocimiento de la Verdad, porque nadie<br />

tiene —ni siquiera los padres—el “derecho” de enseñar a la infancia<br />

errores y falsedades.<br />

*57 Sanciones, multas... - +++<br />

*58 Seguros - +++<br />

*59 Sexo - +++ Nada tiene que ver el sexo con el amor. El sexo es<br />

pura y simplemen<strong>te</strong> placer. El cosmos es una obra de ingeniería<br />

absolutamen<strong>te</strong> perfecta. Las imperfecciones puntuales que hay en él se<br />

deben a la necesidad férrea que tiene de some<strong>te</strong>rse en todo a reglas o<br />

leyes metricogeométricas de absoluta precisión. Su perfección, sobre<br />

todo la de los reinos animal y vegetal, no es (como tanta gen<strong>te</strong> cree) un<br />

ciego resultado del azar, combinado con la selección natural. Es<br />

únicamen<strong>te</strong> un logro de la Razón. Es la Razón —y no unas presuntas e<br />

inexis<strong>te</strong>n<strong>te</strong>s “fuerzas físicas” de la naturaleza— la que mueve todos y<br />

cada uno de los elementos constitutivos del cosmos. 63<br />

La historia del cosmos es la historia de una perfecta evolución<br />

ascenden<strong>te</strong> que, partiendo de cero en ingeniería — partiendo de la rudis<br />

indigestaque moles de Ovidio— continuamen<strong>te</strong> avanza ob<strong>te</strong>niendo cada<br />

vez mejores logros técnicos, hasta que llegue el instan<strong>te</strong> en que las<br />

propias leyes metricogeométricas habrán cerrado el paso a ul<strong>te</strong>riores<br />

avances.<br />

Por lo que sabemos nosotros, el máximo logro de perfección de la obra de<br />

ingeniería cósmica es, hasta el momento, la especie humana. Tiene ésta<br />

numerosas imperfecciones puntuales, pero hasta ahora es técnicamen<strong>te</strong> lo<br />

mejor que ha logrado la Razón, porque le ha instalado en el cerebro un<br />

imperceptible mecanismo que hace asombrosas maravillas.<br />

Una de las imperfecciones puntuales de nuestra especie es el<br />

funcionamiento del aparato genital. Es<strong>te</strong> aparato fue diseñado por la<br />

Razón con el único fin de que nazcan individuos de nueva generación —<br />

puesto que han de morir (en cumplimiento de las leyes físicas) los<br />

individuos de las generaciones preceden<strong>te</strong>s—, y gracias a eso, al perdurar<br />

la especie pueda perdurar la perfección técnica lograda. Para ello la<br />

Razón diseñó dos diferen<strong>te</strong>s clases de individuo, macho y hembra, con<br />

sus respectivos aparatos de reproducción, también diferen<strong>te</strong>s. El del<br />

macho fue diseñado para que produzca (e introduzca en el de la hembra)<br />

elementos fisicoquímicos activadores, capaces de iniciar en la hembra el<br />

proceso de construcción del individuo de nueva generación. Mientras que<br />

el de la hembra fue diseñado para requerir esa introducción de elementos,<br />

63 Véase mi ensayo <strong>Logos</strong> avanza...<br />

265


únicamen<strong>te</strong> cuando se pueda —ya que no siempre se puede— iniciar el<br />

proceso de construcción.<br />

El imperfecto funcionamiento del aparato genital en la especie humana<br />

consis<strong>te</strong> en que se depositan a menudo los mencionados elementos<br />

activadores fuera del aparato genital de la hembra. O en que se depositan<br />

dentro de él pero ex<strong>te</strong>mporáneamen<strong>te</strong> (en momentos en que no es posible<br />

iniciar el proceso de construcción). El funcionamiento es imperfecto,<br />

como lo sería el de la manguera del bombero que, para apagar un<br />

incendio en la casa de Pedro, vertiera toda el agua en el río. O la vertiera<br />

toda en la casa cuando en ella no hay ningún incendio.<br />

Como cualquier otra imperfección, también el imperfecto funcionamiento<br />

del aparato genital en la especie humana se debe a que en el cosmos<br />

acaece todo con sujeción a reglas o leyes que no admi<strong>te</strong>n excepción: el<br />

cerebro humano, por ejemplo, tiene mecanismos que impelen al<br />

individuo, físicamen<strong>te</strong>, a lanzarse en busca del placer mientras otros<br />

mecanismos no in<strong>te</strong>rvengan físicamen<strong>te</strong> en sentido contrario. Sin<br />

embargo, el imparable proceso de perfeccionamiento que dirige la Razón<br />

en el cosmos tiene que eliminar toda imperfección que, sin quebranto de<br />

las leyes físicas, pueda eliminarse. El omnímodo poder de la Razón<br />

¿conseguirá enderezar al irracionalísimo animal racional que llamamos<br />

homo sapiens sapiens, y que deberíamos llamar homo fornicans<br />

fornicans?<br />

De momento es imposible con<strong>te</strong>star esa pregunta, porque no hay manera<br />

de saber si las leyes de la física seguirán, o no, in<strong>te</strong>rfiriéndose<br />

mutuamen<strong>te</strong> en es<strong>te</strong> asunto, de una manera o de otra. José Luis García,<br />

doctor en Psicología y especialista en Sexología, recien<strong>te</strong>men<strong>te</strong> decía en<br />

una entrevista:<br />

266<br />

Cada vez hay más relaciones sexuales, cada vez más pronto y con más<br />

personas. Nos gus<strong>te</strong> o no nos gus<strong>te</strong>, esto es así, y esto es imparable.<br />

Es imparable en el irracional mundo actual. Pero no se puede afirmar que<br />

también sería imparable en una sociedad racional. Si unánimemen<strong>te</strong><br />

viéramos que no es nuestra sexadicción mejor —sino peor— para la<br />

humana felicidad ¿no conseguiría la Razón, aunque sea muy lentamen<strong>te</strong><br />

—median<strong>te</strong> la eugenesia, median<strong>te</strong> la educación, median<strong>te</strong> el barrido sin<br />

con<strong>te</strong>mplaciones de toda esta lúbrica atmósfera de incentivos sexuales<br />

que respiramos continuamen<strong>te</strong>, etcé<strong>te</strong>ra—, que todo el mundo acabe<br />

siendo casto, y usando el sexo para nada más que para procrear? ¿No lo<br />

conseguiría con la ayuda de fármacos, o median<strong>te</strong> algún tratamiento<br />

médico especial, median<strong>te</strong> la bio<strong>te</strong>cnología...?<br />

Repito que es imposible responder. Lo único que sabemos es que la diosa<br />

Razón, la constructora del perfecto cosmos, no quiere ver la chapuza<br />

técnica de un aparato genital que funciona tan absurdamen<strong>te</strong> como el<br />

nuestro. Lo único que sabemos es que la Razón tiende y <strong>te</strong>nderá<br />

continuamen<strong>te</strong>, con toda su fuerza, a eliminar la chapuza. Y que, si se lo<br />

permi<strong>te</strong> alguna feliz combinación de leyes físicas ¡la eliminará!


*60 Sindicatos - El art. 23 +++<br />

*61 Suicidios - +++ “Para la OMS supone un enorme problema de<br />

salud pública” (Jakue pascual, sociólogo). La epidemia de suicidios,<br />

imposible en logocracia, porque las causas son fruto de la sociedad<br />

irracional.<br />

*62 Tabaquismo - “Un grupo de científicos ha desarrollado una<br />

nueva vacuna experimental contra la adicción a la nicotina. Un 40%<br />

de los participan<strong>te</strong>s en la prueba ha dejado el hábito”. ¿Por qué y para<br />

qué nos hicimos fumadores? Lo hicimos porque el tabaco iba a darnos —<br />

y para que nos diera— placer. Pero numerosos fumadores, muy<br />

numerosos, por haber gozado ese placer, pasado algún tiempo tuvieron<br />

dolor, se encontraron con una prematura muer<strong>te</strong>, y con su muer<strong>te</strong><br />

causaron dolor a otras personas. Toda vez que el fin de la sociedad<br />

racional no es la búsqueda sis<strong>te</strong>mática del Placer, sino la extirpación del<br />

Dolor, una logocracia debe extirpar de raíz el vicio del tabaco.<br />

También hay en la sociedad actual quien querría extirparlo. Pero no<br />

puede, porque debe conformarse con dar al fumador inútiles consejos y<br />

adver<strong>te</strong>ncias, con prohibirle que fume en de<strong>te</strong>rminados lugares, con<br />

elevar tímidamen<strong>te</strong> el precio del tabaco, etcé<strong>te</strong>ra. Los consejos, las<br />

adver<strong>te</strong>ncias, las prohibiciones no son suficien<strong>te</strong>s. No se puede pre<strong>te</strong>nder<br />

que todos los fumadores <strong>te</strong>ngan la in<strong>te</strong>ligencia suficien<strong>te</strong> para dejar de<br />

serlo espontáneamen<strong>te</strong>. Siempre habrá quien busque “razones” poco<br />

in<strong>te</strong>ligen<strong>te</strong>s: “de algo hay que morir”, “no a todos hace daño el tabaco”,<br />

etcé<strong>te</strong>ra. Por eso le es imposible a la sociedad actual erradicar el estúpido<br />

vicio. A la Razón le es posible, como vamos a verlo enseguida.<br />

a) Tras una abolición universal de los derechos de propiedad, nadie en el<br />

mundo en<strong>te</strong>ro dispondría de tierra donde cultivar plantas a su arbitrio. El<br />

vegetal que secretamen<strong>te</strong> un hipotético Pedro quisiera tal vez cultivar<br />

junto a “su” vivienda, o dentro de ella, no prosperaría, ya que la vivienda<br />

de Pedro no sería propiamen<strong>te</strong> “suya”, y la sociedad racional contaría con<br />

medios para destruir legalmen<strong>te</strong> ese vegetal.<br />

b) Tras una abolición universal de los derechos de propiedad, no podría<br />

existir en el mundo ninguna fábrica ni laboratorio donde alguien a su<br />

arbitrio pudiera extraer o producir ma<strong>te</strong>ria fumable.<br />

c) Tras una abolición universal de los derechos de propiedad, podría la<br />

sociedad producir, y distribuir gratuitamen<strong>te</strong> en todo el mundo, fármacos<br />

u otras sustancias que la ciencia haya prescrito como convenien<strong>te</strong>s y<br />

eficaces para dejar de fumar.<br />

d) Para que el actual fumador pudiera sin traumas ir dejando<br />

paulatinamen<strong>te</strong> su vicio y, sobre todo, para disuadir a quien todavía no se<br />

haya iniciado en él, podría la sociedad poner a la venta la mercancía a<br />

precios que gradualmen<strong>te</strong>, pero sin cesar, irían elevándose.<br />

267


Estas medidas, u otras pariguales, unidas a campañas educativas<br />

in<strong>te</strong>ligen<strong>te</strong>s, bastarían para que, pasadas algunas generaciones, ya no<br />

hubiera fumadores en el planeta azul.<br />

*63 Tauromaquia - La población x vive convencida de que jamás<br />

nadie le prohibirá ni le impedirá celebrar su tradicional encierro y<br />

corrida, porque para ella es una tradición absolutamen<strong>te</strong> irrenunciable.<br />

Yo creo que esa convicción es errónea en lo referen<strong>te</strong> a “jamás” (que<br />

significa “por los siglos de los siglos”). No se sabe, ni se puede saber,<br />

qué opinarán y qué sentirán al respecto los descendien<strong>te</strong>s de los<br />

descendien<strong>te</strong>s de la población x. Hace dos milenios. para la población<br />

romana, el anfi<strong>te</strong>atro y los gladiadores eran tradición absolutamen<strong>te</strong><br />

irrenunciable. Hoy no lo son.<br />

La población x no ha pensado qué poder <strong>te</strong>ndría la Razón, si llegara a<br />

gobernar al homo sapiens. En sociedad gobernada por la Razón —si algún<br />

día tal sociedad llega a existir— la Razón <strong>te</strong>ndrá poder suficien<strong>te</strong> para<br />

evitar que ni la población x, ni ninguna otra, celebre encierros ni corridas<br />

de toros. Y lo evitará sin que nadie se haga el haraquiri porque le hayan<br />

arrebatado lo que era “absolutamen<strong>te</strong> irrenunciable”. Basta proceder de<br />

manera gradual, y educar in<strong>te</strong>ligen<strong>te</strong>men<strong>te</strong> a la población. Imaginemos<br />

una posibilidad:<br />

a) En el transcurso del primer decenio se mantiene intacta la tradición. b)<br />

En el siguien<strong>te</strong> decenio, las lidias ya no se realizan con seis toros, porque<br />

en una misma corrida sólo se lidian cinco. c) En el <strong>te</strong>rcer decenio las<br />

corridas no duran sie<strong>te</strong> días, como pedía la tradición, sino sólo seis.<br />

Etcé<strong>te</strong>ra.<br />

Median<strong>te</strong> recor<strong>te</strong>s graduales de es<strong>te</strong> tipo, y median<strong>te</strong> la adopción de<br />

racionales medidas cola<strong>te</strong>rales, a nadie puede traumatizar la definitiva<br />

supresión de las corridas (que habrá <strong>te</strong>nido lugar en el transcurso de<br />

varias generaciones), por muy aficionado que sea el aficionado. Las<br />

medidas cola<strong>te</strong>rales tampoco son difíciles de adoptar ni de aplicar:<br />

1ª) Disminución o supresión de publicidad en favor de la tauromaquia en<br />

general y a favor de las corridas concretas a celebrar (o de las ya<br />

celebradas), incluida la propaganda que indirectamen<strong>te</strong> hacen las<br />

biografías y otras historias de toros y toreros. Quienquiera que desee<br />

cualquier información al respecto, puede ob<strong>te</strong>nerla en privado sin<br />

cortapisa alguna, pero nunca se le informa de ello públicamen<strong>te</strong>.<br />

2ª) Clausura de toda escuela taurina o centro destinado a fomentar de uno<br />

u otro modo la afición.<br />

3ª) Paulatina reducción de todo estipendio concedido al torero, hasta su<br />

negación oportuna. El pintoresco argumento clásico de que “más cornás<br />

da el hambre”, no puede <strong>te</strong>ner sentido en sociedad gobernada por la<br />

Razón, porque en tal sociedad nadie puede pasar hambre.<br />

268


4ª) En fases avanzadas del proceso reductor, paulatino e imparable<br />

incremento del precio a pagar por asistir al espectáculo.<br />

5ª) Previa educación general esmerada, y eventual formación profesional<br />

adecuada, ofertas más <strong>te</strong>ntadoras que la dedicación al toreo (si alguien<br />

empezara a sentirse atraído por él).<br />

*64 Tedio - A nosotros, a quienes vivimos en esta absurda sociedad<br />

actual, nos a<strong>te</strong>rra (o poco menos) la imagen de una futura sociedad en la<br />

que no hubiera prácticamen<strong>te</strong> ninguno de los placeres y diversiones que<br />

disfrutamos nosotros. Nos parece eviden<strong>te</strong> que los miembros de esa<br />

futura sociedad <strong>te</strong>ndrían que vivir aburridos necesariamen<strong>te</strong>.<br />

Se trata de un error de apreciación debido al desconocimiento de la<br />

psicología humana, unido al antropomorfismo: “yo me aburriría, luego<br />

ellos tienen que aburrirse”.<br />

La futura sociedad, si realmen<strong>te</strong> adquiere algún día el uso de razón y<br />

alcanza su mayoría de edad, podrá educar a las nuevas generaciones de<br />

tal modo que no conocerán el <strong>te</strong>dio, y nadie echará de menos las maneras<br />

nuestras de entre<strong>te</strong>nernos.<br />

*65 Televisión - Como consecuencia directa del absurdo “derecho de<br />

propiedad”, el homo sapiens derrocha incalculables dinerales<br />

produciendo sin cesar torren<strong>te</strong>s de imágenes y palabras y músicas<br />

destinadas a dar placer a los <strong>te</strong>lespectadores. En realidad, más o menos, y<br />

tarde o <strong>te</strong>mprano, lo que hace esa <strong>te</strong>levisión es causar infelicidad a los<br />

<strong>te</strong>lespectadores, aunque ellos acaso lo ignoren. Y, sobre todo, privarles<br />

de un inmenso bien que podría hacérseles.<br />

Por supuesto, los responsables no causan daño así al <strong>te</strong>lespectador por<br />

“maldad”. Se lo causan porque dentro de la economía capitalista vienen<br />

obligados a llenar las arcas todo cuanto se pueda, y lo mejor para<br />

llenarlas es ofrecer al público lo que gusta al público. Hacen lo que hacía<br />

Lope de Vega:<br />

Porque, como lo paga el vulgo, es justo<br />

Hablarle en necio para darle gusto.<br />

La sociedad racional no debe “hablar en necio” al vulgo, bajo ningún<br />

pre<strong>te</strong>xto. No deben las an<strong>te</strong>nas de <strong>te</strong>levisión sus<strong>te</strong>ntadas por la Razón<br />

emitir nada para dar placer al <strong>te</strong>lespectador. Pueden darle placer, y se lo<br />

darán, pero todo cuanto se emita por ellas debe enitirse para dar<br />

felicidad: nada para dar placer.<br />

La <strong>te</strong>levisión es un formidable instrumento educativo. Y como tal debe<br />

ser usado en una sociedad racional: nunca para “en necio darle gusto” al<br />

vulgo.<br />

269


*66 Turismo - Un día buscaba yo en in<strong>te</strong>rnet información que nada<br />

<strong>te</strong>nía que ver con el turismo, y el azar me trajo a la pantalla (entre otras<br />

muchas) diecisie<strong>te</strong> palabras que me hicieron dar un respingo por<br />

cosquilleo mental. Fueron éstas las diecisie<strong>te</strong> palabras<br />

270<br />

Yahoo! Noticias - Fernando Sánchez Dragó dice que el turismo es el fenómeno más devastador de<br />

la humanidad.<br />

Y tuve que decirme a mí mismo: “¡Vaya! ¡Es<strong>te</strong> ya debe saber algo!”<br />

Ahora una lógica elemental me obliga a suponer que los argumentos de<br />

Sánchez Dragó tienen que ser más fuer<strong>te</strong>s que los míos. Pero pondré los<br />

míos, pues no conozco los de él.<br />

He aquí el gran mito de la modernidad en la Era de la Sinrazón: sin viaje<br />

turístico en vacaciones no hay felicidad. Si el mito no fue creado por el<br />

voraz sis<strong>te</strong>ma capitalista, al menos está firmemen<strong>te</strong> sus<strong>te</strong>ntado por él. No<br />

hay pueblo que no haga de su flaman<strong>te</strong> Centro de Atracción y Turismo el<br />

febril centro de actividades comunitarias, “por el dinero que deja el<br />

turismo”: hasta las mejoras de toda índole son introducidas en el pueblo<br />

para satisfacer al foras<strong>te</strong>ro, más que al indígena. La alta filosofía del<br />

capitalismo se las apaña bien para embaucar a la gen<strong>te</strong>, haciéndole creer<br />

que la vacación turística es el no va más de una vida de placeres y de<br />

felicidad.<br />

Y esa creencia es falsa. En el mejor de los casos, nos parecerá haber<br />

gozado en vacaciones un extraordinario placer, y no es verdad. Si<br />

observamos bien, y si analizamos fríamen<strong>te</strong> los hechos, veremos que el<br />

placer no ha sido tan extraordinario como nos lo pintó nuestra<br />

imaginación soñadora. Eso en el supuesto más favorable, porque<br />

demasiado a menudo ocurrirá que hubo, por el contrario, más o menos<br />

considerables contratiempos, disgustos, frustraciones, acciden<strong>te</strong>s...<br />

Los grandes viajes vacacionales tienen sentido racional cuando se<br />

organizan para convivir una <strong>te</strong>mporada con familiares o amigos largo<br />

tiempo ausen<strong>te</strong>s, para “veranear” huyendo de los rigores del clima local,<br />

etcé<strong>te</strong>ra. Pero no cuando se organizan para exhibir anatomías en playa de<br />

moda, para visitar exóticos lugares presuntamen<strong>te</strong> paradisíacos, para<br />

conocer otros mundos y otras gen<strong>te</strong>s...<br />

Quien quiera en la sociedad racional hacer turismo, lo hará siempre que<br />

pueda pagarlo. Pero nadie lo fomentará, porque no va a ser “fuen<strong>te</strong> de<br />

ingresos” para nadie. Por ejemplo, nadie patrocinará esas caprichosas<br />

atracciones turísticas —folclor, procesiones de semana santa, etcé<strong>te</strong>ra—<br />

que hoy suelen presentarse como expresiones de cultura y de religiosidad,<br />

y que nada tienen de religioso ni de culto.<br />

*67 Vacaciones-descanso, vacaciones-placer - “El trabajo<br />

hecho a gusto no cansa” (Thomas Jefferson). Por espacio de seis días,<br />

Jehová trabajó duro en la construcción del cosmos, y el séptimo día se<br />

tomó un merecido descanso. En cambio, no tuvo piedad para el recién


creado homo sapiens, y lo conminó —¡por haber sido soberbio,<br />

desobedien<strong>te</strong>, malo!— a que trabajara sin descanso: “¡con trabajo<br />

comerás todo el tiempo de tu vida; con el sudor de tu rostro comerás el<br />

pan!”.<br />

También sobre ese punto, el homo sapiens desobedeció a Jehová:<br />

“¿Comer con trabajo todo el tiempo de mi vida? ¿Yo? Nequaquam!” Para<br />

empezar, decidió tomarse también él un respiro cada seis días de trabajo,<br />

descansando cada séptimo día. Pronto llegó el momento en que el<br />

semanal descanso no le pareció suficien<strong>te</strong>. Fue inventando curiosos<br />

pre<strong>te</strong>xtos para que hubiera soluciones de continuidad en su ciclo laboral<br />

de seis días: había que fes<strong>te</strong>jar la llegada de la primavera, el solsticio de<br />

verano, el año nuevo, las navidades, los carnavales, la Pascua, el día del<br />

Santo Patrón, el aniversario de la Bastilla, el aniversario de la<br />

Constitución, el aniversario de la Independencia, el Día de Acción de<br />

Gracias... No fue eso lo peor. Descubrió que no bastaba descansar el<br />

séptimo día de cada semana, sino que era necesario descansar el séptimo<br />

y el sexto. Se inventó además las vacaciones —vacaciones de verano,<br />

vacaciones de invierno, vacaciones de Pascua—, y la jubilación más<br />

<strong>te</strong>mprana posible.<br />

Hay que perdonarle, no obstan<strong>te</strong>, porque el castigo de Jehová estaba<br />

siendo excesivo. A causa de que no era factible a la sazón organizar la<br />

vida racionalmen<strong>te</strong>, trabajar era penoso. El término “trabajar” deriva del<br />

latino tripaliare, y és<strong>te</strong> deriva de tripalium, que era un instrumento de<br />

tortura, algo así como un cepo ideado para torturar. Por eso es “trabajo”,<br />

etimológicamen<strong>te</strong>, sinónimo de “tortura”. Por otra par<strong>te</strong>, no hay en toda<br />

la biosfera un solo ser vivien<strong>te</strong>, excepto el hombre, que necesi<strong>te</strong><br />

“tripaliarse” para subsistir. Además —esto es peor—, por la dicha causa<br />

de que no era factible a la sazón organizar la vida social racionalmen<strong>te</strong>,<br />

la tierra y los medios de producción y los artículos producidos <strong>te</strong>nían<br />

propietario. Esto obligaba a realizar los trabajos, no para producir el<br />

artículo deseado, sino para que el propietario, de esa producción,<br />

extrajera para sí el mayor posible beneficio. Lo que obligaba a su vez a<br />

que el trabajador tuviera que sufrir su tripalium de cada día duran<strong>te</strong><br />

largas horas.<br />

Aquello era demasiado. Es natural que en tales circunstancias el<br />

trabajador haya <strong>te</strong>nido que vacar tanto y con tanta frecuencia. En el<br />

ordine nuovo no habrá para el trabajador jubilaciones ni vacaciones ni<br />

festividades. Ni siquiera habrá semanal descanso alguno. La razón de ello<br />

es múltiple:<br />

a) En logocracia no hay propietarios. La economía, para subsistir, no<br />

necesita ob<strong>te</strong>ner beneficios y crecer. Nadie los ob<strong>te</strong>ndrá, y la economía<br />

crecerá sólo cuando libremen<strong>te</strong> la sociedad —i.e., la Razón— quiera que<br />

crezca.<br />

b) Los espectaculares avances de la <strong>te</strong>cnología, que permi<strong>te</strong>n a la actual<br />

economía capitalista producir mastodónticos arsenales de artículos<br />

271


innecesarios y de artículos nocivos, permitirá a la economía logocrática<br />

producir, con muy poco trabajo, todo lo que necesita la sociedad.<br />

c) Toda esa producción podrá ob<strong>te</strong>nerse en horario laboral reducido —<br />

pongamos tres o cuatro horas diarias—, porque no habrá nadie a quien<br />

beneficiar con el mero acto de “la producción”, y porque no se <strong>te</strong>ndrá que<br />

producir nada nocivo ni superfluo, excepto cuando la sociedad —i.e., la<br />

Razón— quiera que se produzca alguna superfluidad (y lo querrá sólo<br />

cuando se la pueda producir sin detrimento de las condiciones laborales<br />

del trabajador).<br />

d) Por eso mismo, porque no habrá nadie a quien beneficiar con el mero<br />

acto de “la producción”, el “rendimiento” y el “costo” (de la propia<br />

producción o de la mano de obra) nada importará y, en consecuencia, no<br />

sólo será suficien<strong>te</strong> una reducida jornada laboral, sino que al trabajador<br />

se le proveerá de medios que le ayuden a trabajar de la manera menos<br />

trabajosa posible (por ejemplo, nunca descargará a hombros el saco de<br />

patatas de la furgoneta al suelo, porque lo hará median<strong>te</strong> grúas,<br />

cómodamen<strong>te</strong>, y sin prisas).<br />

e) En la Era de la Razón, trabajar no será tripaliare. Será un<br />

entre<strong>te</strong>nimiento, una actividad gratifican<strong>te</strong>. Gratifican<strong>te</strong> en el sentido de<br />

que, por ley biologicopsicológica universal causa placer el mero hecho de<br />

“hacer bien lo que se está haciendo”. Como decimos vulgarmen<strong>te</strong>, “la<br />

satisfacción del trabajo bien hecho”.<br />

f) En la Era de la Razón desobedeceremos a Jehová, porque nadie<br />

comerá el pan con el sudor de su rostro. Puesto que se nos dará a todos el<br />

pan gratuitamen<strong>te</strong>, el obrero no trabajará para subsistir, sino sólo para<br />

ob<strong>te</strong>ner superfluidades que le den placer. Nadie necesitará trabajar, sino<br />

que trabajará sólo quien quiera hacerlo, y lo hará cuando quiera hacerlo.<br />

Entonces, por tanto, no <strong>te</strong>ndrá ningún sentido conceder al trabajador,<br />

para que descanse, reglamentarias vacaciones con salario incluido. Ni<br />

vacaciones anuales, ni vacación semanal, ni vacación ocasional con<br />

motivo de ninguna festividad o celebración. Ya se tomará él su vacaciónplacer,<br />

o sus vacaciones-placer, cuando quiera y cuanto quiera, con tal<br />

que lo pague como debe pagarse cualquiera otra superfluidad.<br />

*68 Vida, muer<strong>te</strong>, felicidad... –<br />

*69 Violación - Remito al lector Véase al capítulo X de la primera<br />

par<strong>te</strong> (Apun<strong>te</strong>s de sexología), al III de la segunda par<strong>te</strong> (Justa<br />

noción de lo justo), y al apartado Sexo del presen<strong>te</strong> capítulo, en los<br />

que ya se reflexionó acerca de lo que una sociedad racional podría hacer<br />

para que no haya en el mundo ninguna violación.<br />

*70 Violencia de género - Se han puesto muy de moda estas<br />

palabras como definición de las agresiones del hombre a la mujer. Es<br />

272


impropia la definición, además de pedan<strong>te</strong>. A mí me causa la impresión<br />

de ser un “invento bélico” propio del feminismo empeñado en hacer la<br />

“guerra de los sexos”. Es impropia porque las agresiones de la mujer al<br />

hombre (que también las hay) son tan “de género” las del hombre a la<br />

mujer. Y es impropia también porque nada tiene de “violencia de género”<br />

la que el hombre ejerce sobre la mujer, ni la ejercida por la mujer sobre<br />

el hombre. Quiero decir que el hombre no agrede a la mujer por ser<br />

mujer, ni la mujer agrede al hombre por ser hombre. Que la causa inicial<br />

de una desavenencia sea el sexo, no quiere decir que la violencia<br />

subsiguien<strong>te</strong> sea necesariamen<strong>te</strong> sexista.<br />

El 9 de febrero del 2005 nos trajo el periódico la noticia: “Un joven de<br />

26 años mata en Iruñea a su ex novia (de 22) con una escopeta de caza, y<br />

luego se suicida”. Entre las declaraciones a la prensa, hechas desde el<br />

colectivo Bilgune Feminista, pudo leerse esto:<br />

273<br />

Algo está fallando en la educación de la sociedad cuando pasan estas<br />

cosas entre gen<strong>te</strong> tan joven. Deberíamos reflexionar seriamen<strong>te</strong> sobre<br />

es<strong>te</strong> problema.<br />

Pero ese mismo colectivo feminista, olvidándose del “deberíamos<br />

reflexionar”, y sin de<strong>te</strong>nerse a averiguar qué es ese “algo” que está<br />

fallando en la educación de la sociedad, emitió ca<strong>te</strong>góricamen<strong>te</strong> su<br />

veredicto en el curso de esas mismas declaraciones a la prensa:<br />

Es ya la segunda muer<strong>te</strong> consecuencia de la violencia machista en lo<br />

que va de año.<br />

Cuando las agresiones a la mujer se hacen públicas, todo es furiosa<br />

alharaca, repulsa, condena, concentraciones y manifestaciones con<br />

exigencia de severos castigos para el “machista” de turno. Y todo ello,<br />

claro está, an<strong>te</strong>s de indagar si, en efecto, la agresión fue “violencia<br />

machista”, o no.<br />

En Lo que el viento se llevó, el protagonista femenino fue el agresor,<br />

mientras que el masculino, cuyo machismo era eviden<strong>te</strong>, dijo a ella: “Si<br />

fueras hombre, <strong>te</strong> partiría la cara”. ¿Estuvo la violencia de género en el<br />

macho? ¿O estuvo en la hembra? Cuando el joven de 26 años mató a la<br />

joven de 22, e inmediatamen<strong>te</strong> se suicidó ¿por qué la gen<strong>te</strong> afirmó que<br />

hubo violencia sexista, sin saber que la hubo? ¿Acaso ese joven ejerció<br />

también contra su propio sexo violencia sexista?<br />

Las feministas deberían man<strong>te</strong>ner cerrado el pico hasta que se averigüe<br />

cuál ha sido en concreto la causa inmediata de una agresión. Mientras no<br />

lo hagan, la furiosa alharaca sonará a grito de guerra. ¿Por qué no hay<br />

alharaca furiosa cuando el varón es agredido por la hembra? ¿Quizá<br />

porque es<strong>te</strong> caso es infrecuen<strong>te</strong>? No, no puede ser ésa la razón: por<br />

infrecuen<strong>te</strong> que sea, es tan “violencia de género” como en el caso<br />

contrario.<br />

El feminismo pone el grito en el cielo, y hasta increpa a la Autoridad, por


la violencia que se ejerce contra las mujeres. Tengo un par de razones<br />

para juzgar poco razonable esa actitud. 1ª No tiene sentido poner el grito<br />

en el cielo e increpar a la Autoridad, si la Autoridad no sabe por qué ha<br />

existido violencia en un caso dado, ni sabe cómo evitarla, por lo cual es<br />

eviden<strong>te</strong> que no puede evitarla. 2ª No tiene sentido poner el grito en el<br />

cielo e increpar a la Autoridad, sólo cuando se ejerce violencia contra la<br />

mujer: eso es discriminar a los ciudadanos en razón del sexo. Lo sensato<br />

será, si acaso, pro<strong>te</strong>star por la violencia que se ejerce contra una<br />

persona, sea mujer, sea niño, sea hombre.<br />

El gran error de quien pro<strong>te</strong>sta por la llamada “violencia de género”,<br />

consis<strong>te</strong> en hablar por los codos contra la “maldad” que anida en el<br />

agresor y en la sociedad patriarcal, repitiendo mil veces las palabras<br />

“condena”, “repulsa” “castigo”, “lacra”,... cuando ese discurso no sirve<br />

para nada, si de lo que se trata es de resolver el problema. El bla-bla<br />

feminista debe ceñirse a estudiar las verdaderas causas de que exista la<br />

violencia: sólo entonces podrá saber si hay solución, y dónde se<br />

encuentra ésta.<br />

Son muchas las causas. 1ª La enfermiza e insaciable hambre de placer<br />

sexual que sufren los hombres, y también las mujeres. Y an<strong>te</strong> esto último<br />

las feministas no deben mirar a otro lado. 2ª La enfermiza y funesta<br />

pasión sexual denominada “amor”, que no es amor, y que tanto se<br />

pondera y se poetiza y se fomenta en el feminismo y fuera del feminismo,<br />

a través de maravillosas obras de li<strong>te</strong>ratura, de cine, de ar<strong>te</strong>,... y que las<br />

propias mujeres fomentan activamen<strong>te</strong> con su necesidad obsesiva de<br />

parecer bellas y atractivas. Ese presunto “amor” —ex pressado en forma<br />

de celos, infidelidad, rupturas, desamor— es casi siempre la causa<br />

inmediata de las violencias. 3ª La necesidad, enfermiza y antinatural, de<br />

convivir exclusiva y permanen<strong>te</strong>men<strong>te</strong> con una persona de<strong>te</strong>rminada<br />

(novio-novia, esposo-esposa, etcé<strong>te</strong>ra). Esa convivencia origina,<br />

prácticamen<strong>te</strong> siempre, desavenencias que pueden con suma facilidad<br />

generar violencia. 4ª La irracionaal y funesta vigencia del denominado<br />

“derecho de propiedad” en todas sus formas, una de las cuales —la patria<br />

po<strong>te</strong>stad— es a menudo la causan<strong>te</strong> de enfados, y de subsiguien<strong>te</strong>s actos<br />

violentos. 5ª (en realidad, única). La irracionalidad sustancial de la<br />

sociedad en que vivimos.<br />

Déjense las feministas de gesticular airadas contra el machismo. Déjense<br />

de arreme<strong>te</strong>r contra los “culpables” de la violencia doméstica. Déjense de<br />

pancartas y de manifestaciones pidiendo a las autoridades justicia y<br />

castigo. Pídanles una sola cosa: ¡logocracia! Si conseguimos que en lugar<br />

de la democracia nos gobierne la logocracia, ya no habrá “violencia de<br />

género” que lamentar.<br />

*71 Vivienda - Numerosas especies buscan o construyen refugios<br />

donde se guarecen para escapar de ciertos daños o peligros, o de las<br />

inclemencias del tiempo. La especie humana también. Si el refugio se<br />

utiliza de modo permanen<strong>te</strong>, constituye vivienda.<br />

274


Podría pensarse que nuestra especie, cuando todavía éramos prima<strong>te</strong>s<br />

arborícolas, no disponía de vivienda. Pero también puede pensarse lo<br />

contrario: que la espesura del bosque, la fronda, era realmen<strong>te</strong> una<br />

vivienda, puesto que nos pro<strong>te</strong>gía de nuestros predadores.<br />

En cualquier caso parece razonable considerar la vivienda como necesaria<br />

para el ser humano. Objetivamen<strong>te</strong> necesaria. Por tanto, la sociedad<br />

racional o logocrática tiene que proveer de vivienda a quienquiera que<br />

carezca de ella. Incondicionalmen<strong>te</strong>. Gracias a su racionalizado sis<strong>te</strong>ma<br />

económico, y tras el debido recor<strong>te</strong> demográfico, puede hacerlo sin<br />

dificultad.<br />

La vivienda gratuita no puede ser lujosa. Debe <strong>te</strong>ner todas las<br />

condiciones —de ex<strong>te</strong>nsión, higiene, salubridad, abrigo, etcé<strong>te</strong>ra—,<br />

necesarias para la felicidad, pero no lujos. Debe estar emplazada en lugar<br />

seguro, a salvo de previsibles <strong>te</strong>rremotos, ciclones, aludes, inundaciones,<br />

etc., construida sólidamen<strong>te</strong> con ma<strong>te</strong>riales incombustibles. Debe ser<br />

mera vivienda-refugio, individual, con sólo un dormitorio, cama, silla,<br />

<strong>te</strong>levisor, inodoro, ducha, bidé, lavabo... Sin nada superfluo: ni cocina,<br />

ni living room, ni tocador, ni <strong>te</strong>léfono, ni enchufes eléctricos... Para<br />

casos de emergencia, debe existir un pequeño dispositivo de alarma<br />

portátil, para que el inquilino pueda ser inmediatamen<strong>te</strong> a<strong>te</strong>ndido por la<br />

policía o los servicios de socorro.<br />

Por lo demás, puede haber viviendas de pago de toda especie, desde las<br />

más modestas y baratas hasta las más caras y lujosas, desde las<br />

individuales hasta las colectivas a manera de vivienda familiar, pensión,<br />

residencia, ho<strong>te</strong>l, etcé<strong>te</strong>ra.<br />

275


XXII*<br />

Esto no es Tomás Moro<br />

En los primeros capítulos tracé el perfil de una sociedad incardinada en<br />

las esencias de la Democracia, de la Política. Ya se vio que el sis<strong>te</strong>ma no<br />

era deseable. Por irracional. Por inoperan<strong>te</strong> en orden a impedir hechos y<br />

situaciones origen de la infelicidad que sufre una gran par<strong>te</strong> de la familia<br />

humana.<br />

Cada vez es mayor el incremento de la pobreza en sectores amplios de la<br />

población mundial, hasta el punto de que en todo momento el hambre está<br />

matando seres humanos a millares. Continuamen<strong>te</strong> hay focos de guerra<br />

encendidos por todas par<strong>te</strong>s. Epidemias que podrían con facilidad<br />

evitarse destruyen miles de vidas humanas. Millones de niños están<br />

obligados a trabajar duramen<strong>te</strong>, sólo para malvivir. Cuatro mil niños<br />

mueren cada año por malos tratos de sus familiares. Innumerables<br />

jóvenes encuentran prematura muer<strong>te</strong> cuando buscaban felicidad en la<br />

droga. Legiones de jovencitas, víctimas de fácil engaño, emigran al<br />

extranjero con la esperanza de que se les proporcionará un empleo digno,<br />

y en realidad son obligadas a prostituirse. El último decenio del siglo<br />

XX, en China, entre 50.000 y 100.000 mujeres y niños fueron<br />

secuestrados y vendidos por diversas mafias. Cada minuto se come<strong>te</strong> un<br />

asesinato en la gran urbe...<br />

La Democracia o la Política no van a proporcionar al mundo la felicidad<br />

a la que el mundo puede aspirar. Pasan los días, pasan los años, pasan los<br />

lustros, avanzan increíblemen<strong>te</strong> la ciencia y la técnica, pero no se<br />

resuelven los vitales y graves problemas sociales.<br />

276<br />

Una década después del final de la Guerra Fría, los gastos militares en el<br />

mundo están creciendo, nuevas po<strong>te</strong>ncias nucleares han surgido en el planeta,<br />

y, gracias a las enormes cantidades que se destinan a la investigación y<br />

desarrollo de nuevas máquinas de matar, las armas son más precisas y letales<br />

que nunca. Es la fotografía que ha hecho el secretario general de la ONU, Kofi<br />

Annan, sobre el “alarman<strong>te</strong>” fracaso del desarme global.<br />

En general o en abstracto, la irracionalidad del sis<strong>te</strong>ma en la Democracia<br />

o la Política es la causa de que fracasen todos los in<strong>te</strong>ntos de resolución<br />

de la problemática social. Si descomponemos esa causa general en causas<br />

concretas o puntuales, <strong>te</strong>ndremos varias:<br />

1ª La sociedad actual debe fracasar en esos in<strong>te</strong>ntos, porque pre<strong>te</strong>nde<br />

resolverlos ignorando metódicamen<strong>te</strong> que derivan de otros no<br />

cuestionables, tales como el del derecho de propiedad o el de la<br />

demografía excesiva. Tiene que resolverlos presuponiendo (v.gr.) que el<br />

derecho de propiedad es tan natural y tan irrenunciable como el hecho de<br />

que pululen átomos y electrones dentro de nosotros y en derredor nuestro.


2ª Aunque sólo fuese por haberse constituido en un todo orgánico<br />

radicalmen<strong>te</strong> distinto de esta nuestra sociedad atomizada en mil entidades<br />

autónomas —comercios, industrias, municipios, naciones, gobiernos,<br />

Estados...—, <strong>te</strong>ndría clara ventaja la sociedad logocrática, incluso como<br />

mero instrumento ma<strong>te</strong>rial resolutor de problemas. Y no sólo porque<br />

median<strong>te</strong> convenios entre tales entidades pre<strong>te</strong>nde la sociedad actual que<br />

se resuelvan conflictos cuya causa es precisamen<strong>te</strong> el estar la sociedad<br />

constituida por tales entidades. También porque el cerebro director de ese<br />

todo orgánico no necesitará estar a merced de lo que “otros” hagan para<br />

que se resuelva un problema dado, como ocurre en la sociedad actual.<br />

Cuando en ésta surge un cerebro director de relativo alcance (pongamos<br />

la asamblea general de la ONU) instando a que se desarrolle un<br />

de<strong>te</strong>rminado plan de in<strong>te</strong>rés general (por ejemplo, reducción de las<br />

emisiones de CO2 en la atmósfera), ese cerebro no puede por sí mismo<br />

llevar adelan<strong>te</strong> la ejecución del plan. El cerebro ONU, no siendo el<br />

propietario de las industrias y productos contaminan<strong>te</strong>s, no puede por sí<br />

mismo reducir emisiones de CO2: tiene que recurrir necesariamen<strong>te</strong> a<br />

otros cerebros (llámense “nación”, o “Estado”, o “multinacional”, o<br />

“gobierno”...). Entonces el esfuerzo de aquél puede resultar baldío. Y<br />

baldío resulta casi siempre.<br />

277<br />

...los principales obstáculos proceden de Estados Unidos, Japón, y la UE, que<br />

se oponen a la anulación de la deuda...<br />

Seis estados europeos, en especial el español, no reducen las emisiones de<br />

CO2. Según WWF-Adena, están muy lejos de cumplir los compromisos de Kyoto.<br />

En esta sociedad nuestra, la única manera de resolver cualquier problema<br />

de in<strong>te</strong>rés general suele ser siempre a base de compromisos, acuerdos,<br />

convenios, tratados, pactos, etcé<strong>te</strong>ra —el compromiso de Kyoto, por<br />

ejemplo—, que no sólo “yo”, sino también “otros” deben cumplir. El<br />

“yo” de la sociedad logocrática no necesita pedir a “otros” que reduzcan<br />

los gases contaminan<strong>te</strong>s. Los reduce él, porque tiene en sus manos toda la<br />

economía, toda la industria, todo el “comercio”...<br />

Así ocurre también con los “derechos humanos”. Para que el ciudadano<br />

pueda ejercer éstos, la democracia consigue (p.ej.) firmas de<br />

reconocimiento y adhesión a la solemne Declaración Universal de los<br />

Derechos Humanos. Pero se suceden los lustros, y siguen piso<strong>te</strong>ándose<br />

los derechos. La logocracia no necesita declarar cuáles son los derechos<br />

humanos: al contrario, no reconoce ningún derecho. Lo que hace es<br />

organizar y dirigir la vida comunitaria en forma tal que los tales<br />

“derechos” queden automáticamen<strong>te</strong> convertidos en hechos, y nadie <strong>te</strong>nga<br />

que reclamar aquéllos.<br />

3ª Gen<strong>te</strong> bienin<strong>te</strong>ncionada, in<strong>te</strong>resada en mejorar la grave situación en<br />

que nos encontramos, proclama la necesidad (v.gr.) de crear un sis<strong>te</strong>ma<br />

económico radicalmen<strong>te</strong> distinto del actual, pero a renglón seguido<br />

propone fórmulas de arreglo que nada tienen de radicalmen<strong>te</strong> distintas, ya<br />

que no cuestiona el reconocimiento del derecho de propiedad, ni el<br />

exponencial crecimiento demográfico. In<strong>te</strong>nta resolver los problemas


ignorando metódicamen<strong>te</strong> cuál es —y man<strong>te</strong>niendo, por ende, intacta— la<br />

causa que los genera. Y por ese método no se resuelven, como es obvio.<br />

A finales de junio del año 2000, unos 2000 delegados de 188 Estados<br />

miembros de la ONU se reunieron en Ginebra para chequear el desarrollo<br />

social del planeta y, en caso de que no lo hubiera habido, promoverlo. En<br />

efecto, no lo hubo. Esta de Ginebra era la continuación de la Cumbre de<br />

Copenhague celebrada cinco años an<strong>te</strong>s, y <strong>te</strong>nía el mismo objetivo (lo que<br />

demuestra que de poco había servido la Cumbre de Copenhague):<br />

278<br />

Cinco años después de la Cumbre de Desarrollo Social de<br />

Copenhague, cuyo seguimiento realiza esta semana la Asamblea<br />

General de la ONU en Ginebra, el Administrador del PNUD reconoció<br />

que los resultados han sido decepcionan<strong>te</strong>s.<br />

En septiembre del mismo año 2000 se celebró en Nueva York una<br />

espectacular Cumbre del Milenio, que duró tres días. En la noticia que<br />

dieron los medios fueron frecuen<strong>te</strong>s los comentarios escépticos:<br />

El día después de la impresionan<strong>te</strong> Cumbre del Milenio, que ha reunido a 152 líderes<br />

mundiales, todo sigue igual. ¡O peor!...<br />

El encuentro finalizó con más declaraciones retóricas que acuerdos concretos. Es la<br />

conclusión, ya esperada de an<strong>te</strong>mano, que se puede sacar.<br />

Todos coinciden en que la situación del mundo es muy mala —algo para lo que no<br />

hacía falta semejan<strong>te</strong> espectáculo— pero nadie se comprome<strong>te</strong> realmen<strong>te</strong> a dar los<br />

pasos necesarios (cambiar de modelo económico y comercial, y aflojar el bolsillo).<br />

El propio secretario general se lamentaba de que los países pobres hayan renunciado a<br />

reclamar sus derechos. ¿Para qué?<br />

El mundo marcha mal. Tan mal que marcha mal hasta donde... “marcha<br />

bien”. Me refiero a la ciencia. Tras de que está gravemen<strong>te</strong> amenazada<br />

nuestra supervivencia en varios fren<strong>te</strong>s, y cuando eran la ciencia y la<br />

técnica lo único positivo y lo único esperanzador, empieza a ser<br />

precisamen<strong>te</strong> la ciencia la que puede come<strong>te</strong>r decisivos e irreversibles<br />

fatal errors. No por ser ciencia, claro está, sino porque ex<strong>te</strong>nsas áreas de<br />

ella, en esta acéfala sociedad nuestra, están al servicio de la economía<br />

capitalista, de la sucia Política, de la sinrazón... Porque no hay<br />

logocracia, estamos en peligro de que un equipo cualquiera de<br />

bio<strong>te</strong>cnólogos cometa alguna barbaridad irreversible 64 que las normas de<br />

la ética tradicional no habrán podido impedir.<br />

Traigo a colación todos estos an<strong>te</strong>ceden<strong>te</strong>s como prueba de que el mundo<br />

tiene necesidad imperiosa de cambio. Ya hace tiempo que Aurelio Peccei<br />

avisó, poco an<strong>te</strong>s de morir:<br />

La humanidad está abocada al desastre. Es absolutamen<strong>te</strong> preciso obligarle a<br />

tomar otra dirección.<br />

Y todavía ayer, como quien dice, hasta hemos leído que<br />

64 El mes de enero del 2001 lo supimos. Un laboratorio australiano que experimentaba con ratones, había<br />

creado ⎯por acciden<strong>te</strong> fortuito⎯ un virus mortal parecido a la viruela, "que masacró a todos los ratones del<br />

laboratorio". Aunque el virus no afectaba a la especie humana, el director del Departamento australiano de<br />

Control de Plagas animales, Bob Seamark, "reconoció que si a alguna men<strong>te</strong> perversa se le ocurre realizar un<br />

procedimiento similar en la viruela humana, aumentaría su capacidad destructora dramáticamen<strong>te</strong>".


279<br />

el cantan<strong>te</strong> británico Sting, que actuará en el festival Rock in Rio, señaló ayer<br />

que, si se abre el diario hoy en cualquier país, se ve que el mundo es un<br />

desastre total, y que es necesario cambiarlo.<br />

Es decir que el mundo actual, indudablemen<strong>te</strong>, necesita un cambio. Según<br />

nuestras cábalas, el cambio necesario es el de subvenir a la acefalía de<br />

es<strong>te</strong> planeta con la designación de una cabeza rectora compe<strong>te</strong>n<strong>te</strong>, que no<br />

puede ser otra que la Razón. Tenemos necesidad absoluta de ser dirigidos<br />

por una logocracia. Pero esta necesidad nunca será satisfecha, si<br />

“logocracia” es tan sólo “el bonito sueño de una noche de verano”. ¿Hay<br />

motivos para esperar que un día pueda convertirse en realidad?<br />

El optimismo en es<strong>te</strong> asunto sería necio. Y más necio todavía el<br />

pesimismo. La actitud in<strong>te</strong>ligen<strong>te</strong> pide razonar con frialdad, y<br />

justipreciar todos los motivos o razones que haya para esperar, o no, la<br />

necesaria transformación de la sociedad. Hagamos un esfuerzo.<br />

Lo primero a desechar es la idea (bien alojada en algunos cerebros) de<br />

que no debemos preocuparnos por el futuro, ya que “allí arriba”, alguien<br />

con sobrenaturales poderes guiará al hombre amorosamen<strong>te</strong>, de forma que<br />

le haga entrar en razón algún día. No <strong>te</strong>nemos válidas pruebas de que<br />

“allí arriba” exista ese alguien tan solícito, y sería <strong>te</strong>merario que no<br />

pusiéramos manos a la obra, confiando en que ese “nadie alguien de<br />

arriba” ha de librarnos de la hecatombe que se nos avecina según algunos<br />

indicios.<br />

También resulta impruden<strong>te</strong> otra clase de optimismo que parecen sentir<br />

personas incluso in<strong>te</strong>ligen<strong>te</strong>s y cultas. Actualmen<strong>te</strong> el mundo —y a gran<br />

velocidad— camina hacia su propia destrucción. Efecto invernadero,<br />

lluvias ácidas, agujeros en el ozono estratosférico, desertización,<br />

extinción de especies, guerra nuclear, etc., son reales y graves amenazas.<br />

Con frecuencia recibimos dramáticos avisos:<br />

...las instituciones públicas deben involucrarse para evitar el colapso del<br />

planeta. El tiempo apremia, y Tierra sólo <strong>te</strong>nemos una.<br />

Al mundo le queda poco tiempo para salvarse de la hecatombe ecológica.<br />

Si no se toman medidas urgen<strong>te</strong>s, la destrucción de la capa de ozono causará<br />

una catástrofe ecológica mundial, y la muer<strong>te</strong> de decenas de miles de personas.<br />

Encogerse de hombros an<strong>te</strong> estos avisos, 65 y alegremen<strong>te</strong> vaticinar que no<br />

ocurrirá nada porque también hubo en el pasado, y más de una vez,<br />

grandes cambios climáticos, masivas extinciones de especies y pavorosas<br />

catástrofes (tras las cuales el planeta se recuperó siempre), denota<br />

frivolidad o razonamiento inconsis<strong>te</strong>n<strong>te</strong>. La extinción actual de especies,<br />

por ejemplo, no puede compararse con las an<strong>te</strong>riores. Hubo épocas en las<br />

que, a lo largo de varios millones de años, hasta un noventa y tantos por<br />

ciento de las especies llegó a extinguirse, a pesar de lo cual se rehizo la<br />

vida gracias a diversos factores (v.gr., porque no se destruyó el medio<br />

65 Puede que estos avisos en algún punto concreto se hayan exagerado, por in<strong>te</strong>reses económicos, políticos,<br />

etcé<strong>te</strong>ra. Pero eso no es motivo para sentirse optimista. Aunque no se demostrara que ciertos gases causan el<br />

"efecto invernadero", lo pruden<strong>te</strong> será evitarlos en lo posible.


ambien<strong>te</strong>). Pero ahora están extinguiéndose las especies en decenios —no<br />

en milmilenios—, y se está destruyendo el medio ambien<strong>te</strong>.<br />

280<br />

El director del Programa de la ONU para el medio ambien<strong>te</strong>, Klaus<br />

Toepfer hizo un dramático llamamiento a la adopción de medidas par<br />

frenar lo que calificó como “crisis sin preceden<strong>te</strong>s desde la extinción<br />

de los dinosaurios”. [...] El planeta está amenazado por esta pérdida<br />

progresiva de la riqueza animal y vegetal, derivada principalmen<strong>te</strong> de<br />

la contaminación generada por el desarrollo industrial.<br />

Con la destrucción del medio ambien<strong>te</strong>, y con la extinción masiva de<br />

especies por su causa, tiene que extinguirse también la especie humana.<br />

Y, si eso sucede, no podrá la vida resurgir como resurgió tras otras<br />

extinciones masivas.<br />

Es necio acusar de catastrofismo al ecologista que lanza su aviso. Aunque<br />

hubiera sólidos argumentos para pensar que no debe alarmarnos tal o cual<br />

catástrofe que pudiera comprome<strong>te</strong>r la supervivencia de la humanidad,<br />

sería insensato ceder al optimismo, e inhibirse. Me vienen a la memoria<br />

las manifestaciones que hizo Haroum Tazieff cuando la comunidad<br />

científica empezaba a inquietarse de veras por la disminución del ozono:<br />

Esta gran amenaza del año 2000 es una muestra más de las engañifas que<br />

surgieron hace dos años..<br />

Habría que acabar con el alarmismo actual, disipar por completo esta inquietud<br />

y es<strong>te</strong> miedo indebido.<br />

La actitud de es<strong>te</strong> vulcanólogo me pareció impruden<strong>te</strong> en extremo, porque<br />

su solvencia como científico era indiscutible. Tenía sus argumentos para<br />

pensar de ese modo, pero al ver que la comunidad científica opinaba lo<br />

contrario, su obligación era saberse falible, y callar. O al menos dudar.<br />

Mientras no es<strong>te</strong>mos totalmen<strong>te</strong> ciertos de que es infundado el <strong>te</strong>mor de<br />

una grave y posible amenaza x, lo único sensato es in<strong>te</strong>ntar conjurarla<br />

precavidamen<strong>te</strong>. ¿Qué es mejor? ¿Dejar a la catástrofe una vía expedita,<br />

por no alarmar a la gen<strong>te</strong>? ¿O, lamentando la alarma, conjurar la<br />

catástrofe?<br />

Al pronto puede parecer que nuestra hipó<strong>te</strong>sis logotropista —estudiada en<br />

el ensayo Ni Dios ni Darwin— abre las puertas a un optimismo<br />

desenfrenado. Según ella, en la sustancia misma del universo exis<strong>te</strong> una<br />

especie de indefectible <strong>te</strong>ndencia a dejar plasmada en todo tiempo y lugar<br />

la mayor posible perfección “técnica”: la indefectible <strong>te</strong>ndencia a<br />

combinar de una manera racional, perfecta, los elementos constitutivos<br />

del cosmos. Eso, referido a nosotros, quiere decir que en el planeta Tierra<br />

exis<strong>te</strong> la indefectible <strong>te</strong>ndencia natural a conservar las especies, a<br />

incrementar la biodiversidad, a mejorar continuamen<strong>te</strong> las prestaciones<br />

in<strong>te</strong>ligen<strong>te</strong>s (ciencia y técnica) del cerebro humano, a racionalizar las<br />

relaciones humanas en sociedad... Y que, por tanto, hay una indefectible<br />

<strong>te</strong>ndencia natural a crear los agen<strong>te</strong>s sociales necesarios para la<br />

instauración de un régimen de logocracia (que se adecua muy bien al<br />

pujan<strong>te</strong> logos que impera en el cosmos).


Pero el hecho de que exista en la naturaleza una indefectible <strong>te</strong>ndencia a<br />

que sobrevenga el acon<strong>te</strong>cimiento x, no quiere decir que el<br />

acon<strong>te</strong>cimiento x ha de sobrevenir indefectiblemen<strong>te</strong>. La perfección del<br />

universo exige el cumplimiento —indefectible también— de reglas que<br />

nosotros llamamos “leyes fisicoquímicas”. Y ese su estricto<br />

cumplimiento obligado es el que a veces obsta para que pueda<br />

ma<strong>te</strong>rializarse una perfección puntual, pese a la “indefectible <strong>te</strong>ndencia”.<br />

Si dejamos abandonado por mucho tiempo en la orilla del mar un bebé<br />

recién nacido, se ahogará (aunque la madre naturaleza tuviere<br />

“indefectible <strong>te</strong>ndencia” a salvarlo), porque el cosmos no sería perfecto,<br />

si las mareas no subieran y bajaran a sus horas, indefectiblemen<strong>te</strong>.<br />

Por tanto, no ha lugar al optimismo. Alguna vez y por alguna causa<br />

<strong>te</strong>ndrá que extinguirse la vida en es<strong>te</strong> planeta. Nadie puede estar seguro<br />

de que eso no ocurrirá todavía: es posible que el final esté cerca. Es<br />

posible que no <strong>te</strong>ngamos tiempo suficien<strong>te</strong> para transformar la sociedad,<br />

inaugurando logocracia. Hasta es posible que la causa indirecta del<br />

desastre final sea precisamen<strong>te</strong> el hecho de que no haya surgido todavía<br />

media docena de hombres con arranque suficien<strong>te</strong> para hacer que la razón<br />

evi<strong>te</strong> la inminen<strong>te</strong> hecatombe.<br />

Pero tampoco ha lugar al pesimismo: menos todavía. El pesimista se sitúa<br />

en el extremo opuesto, máxime cuando se le habla de transformar la<br />

sociedad o de “arreglar el mundo” para que de una vez reine la paz en la<br />

Tierra, y se ponga fin a la miseria, la ignorancia, la delincuencia... Su<br />

argumento principal suele rondar a es<strong>te</strong> <strong>te</strong>nor:<br />

281<br />

Hace mucho tiempo que exis<strong>te</strong> el hombre, y cuando en tanto tiempo no<br />

ha conseguido arreglar las cosas, es que no tienen arreglo.<br />

En rigurosa lógica, el argumento es falso, porque está implícitamen<strong>te</strong><br />

cimentado en la premisa de que no puede acaecer en el futuro lo que no<br />

pudo acaecer en el pasado, cosa eviden<strong>te</strong>men<strong>te</strong> falsa, ya que a todas horas<br />

acaece algo que fue imposible en el pasado: por ejemplo, el primer viaje<br />

en tren o en avión, o el primer viaje a la Luna. El pesimista insistirá:<br />

No es que, en absoluto, no puede acaecer en el futuro lo que no pudo acaecer<br />

en el pasado. Es que el hombre se ha revelado impo<strong>te</strong>n<strong>te</strong> para resolver el<br />

problema, habiéndolo in<strong>te</strong>ntado muchas veces, cosa que no ha ocurrido con los<br />

viajes ferroviarios, ni con los aéreos, ni con los espaciales. No ha estado el<br />

hombre duran<strong>te</strong> milenios imaginando cómo un artilugio podría llevarnos a la<br />

Luna, pero sí ha estado imaginando cómo podríamos alcanzar la Felicidad.<br />

Empezando por Platón, pasando por Tomás Moro, y acabando en Karl Marx,<br />

muchas fórmulas han sido estudiadas, y ninguna sirvió para resolver el<br />

problema.<br />

Tampoco así tiene fuerza el argumento. Aunque es verdad que se han<br />

imaginado a lo largo de la historia diversos modelos de sociedad ideal o<br />

deseable que no pudieron ma<strong>te</strong>rializarse, quizá quepa imaginar alguno<br />

nuevo que sea viable. Por lo pronto, el analizado en es<strong>te</strong> libro es distinto<br />

de todos los an<strong>te</strong>riores: nadie plan<strong>te</strong>ó jamás el problema de la máxima<br />

felicidad posible de todos los hombres bajo la condición de estudiarlo en<br />

clave escuetamen<strong>te</strong> geométrica o pragmática, lejos de toda “filosofía”.<br />

Quedamos, pues, en que nos es necesario trabajar de firme en la<br />

construcción de una logocracia. Y necesaria, por supuesto, la razonada


282<br />

convicción de que realmen<strong>te</strong> es posible construirla a escala planetaria. Es<br />

decir el razonado convencimiento de que el proyecto de creación de una<br />

tal sociedad no es una utopía. Porque no lo es. No es ni siquiera una de<br />

esas utopías light de signo positivo que, aun sin ser proyectos netamen<strong>te</strong><br />

irrealizables, encierran sin embargo algún elemento ideal, ilusorio, que a<br />

fin de cuentas hace que sea más bien irrealizable el proyecto.<br />

Según afirmó el filósofo alemán Adorno, un elemento constitutivo del<br />

conocimiento humano es la utopía. Debo suponer que se refería sólo a<br />

algunas formas del conocimiento (conocimiento filosófico, por ejemplo).<br />

En los conocimientos específicos de un fontanero o de un linotipista no<br />

creo que entre la utopía como elemento constitutivo. Tampoco en los<br />

conocimientos específicos de quienes tratamos de estudiar cómo podría<br />

ser la sociedad logocrática del futuro.<br />

En el proyecto nuestro de sociedad logocrática no hay ninguna clase de<br />

utopía. Como no la hay en el proyecto de construcción de un embalse, de<br />

un submarino, de una piscifactoría. Nuestro proyecto no es la descripción<br />

poética de una soñada sociedad ideal. Sólo es un plan de reestructuración<br />

social, un plan concreto —real por los cuatro costados— de realización<br />

pragmática de una obra social. No es utopía, aunque luego resultara que<br />

por una u otra causa no pudo realizarse la obra. Es una propuesta,<br />

esencialmen<strong>te</strong> idéntica a la propuesta de construcción de un pantano o<br />

una piscifactoría.


283<br />

Introducción<br />

I* La inoperan<strong>te</strong> Política<br />

II* No exis<strong>te</strong> el Mal<br />

III* Irracionalidad esencial de la democracia<br />

IV* Irracionalidad del voto en concreto<br />

V* El Derecho y los derechos<br />

VI* Terruño, patria, nación...<br />

VII* Hedonopatía<br />

VIII* Apun<strong>te</strong>s de sexología<br />

IX* Depor<strong>te</strong><br />

X* Religión<br />

XI* La Razón en el Cosmos<br />

XII* ¡Quiero vivir!<br />

XIII* Justa noción de lo justo<br />

XIV* Libertad de expresión<br />

XV* Creced y multiplicaos<br />

XVI* Logocracia: condiciones de posibilidad<br />

XVII* Derecho de propiedad<br />

XVIII* Economía<br />

XIX* Sociedad única indivisible<br />

XX* Educación<br />

XXI* Ilimitado poderío de la Razón<br />

XXII* Esto no es Tomás Moro

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