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18<br />
estética, termine comprometiéndose definitivamente con el partido de los<br />
modernos. Por otra parte, la revolución cartesiana facilita la causa de los<br />
modernos en un doble sentido: el primero, debido a que René Descartes,<br />
en el campo de la estética, se opone al objetivismo y al racionalismo; el<br />
segundo, por el hecho de que la filosofía de la razón, al invadir los<br />
salones, contribuye a que la Antigüedad se vea relegada a mero prejuicio<br />
del que es necesario alejarse para practicar la búsqueda de la verdad. La<br />
emancipación de la razón acelera el olvido de los maestros antiguos y el<br />
autoritarismo de los modelos, dando lugar a un sentimiento particular<br />
cuyo resultado final conduce a la afirmación del genio frente a los modelos<br />
antiguos y, en consecuencia, la quiebra del ideal clásico. Dicho de otro<br />
modo, la caída del prestigio de la Antigüedad y el subjetivismo estético de<br />
los filósofos del siglo XVII convergen en la profunda transformación del<br />
gusto hacia lo particular y lo diverso, si bien, el impacto de la renovación<br />
cartesiana no se deja sentir de modo inmediato sobre la Querelle des<br />
Anciens et des Modernes: ejercerá su mayor influencia en el siglo XVIII,<br />
cuando comience a ponerse de relieve la defensa a ultranza de la manera<br />
individual de cada artista.<br />
Otro episodio importante del enfrentamiento entre antiguos y modernos<br />
del que se nutre Baudelaire para juzgar las obras de Ingres, Delacroix y<br />
Constantin Guys, es La Querelle des Poussinistes et des Rubenistes 8 .<br />
Como acabamos de ver, para los filósofos del siglo XVII -hay que aludir,<br />
sobre todo, a René Descartes, Pierre Nicole o Blaise Pascal- la estética<br />
concierne a lo subjetivo y a lo accidental y, por consiguiente, es cuestión<br />
de gustos personales. También para los partidarios de Pieter Paul Rubens,<br />
entre ellos el teórico de la pintura Roger de Piles -cuyas teorías sobre el<br />
color influyen en Eugène Delacroix, al igual que en Émile Deroy, eslabones<br />
necesarios para entender el interés de Baudelaire hacia el color-, el artista<br />
8 Cfr. H. Gillot: La Querelle des anciens et des modernes en France, pp. 454-468.