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pintores impresionistas, quienes centran sus inquietudes creativas en<br />

recrear los fenómenos más efímeros de la vida moderna cotidiana.<br />

Hegel, influido por el Ideal clásico, sostiene que la reflexión ha de<br />

detenerse en la estructura interna del arte y no en el contenido, ni tampoco<br />

en la libre fantasía o en las disonancias de un sujeto volcado a su absoluta<br />

interioridad. El genio romántico, por el contrario, bajo la influencia de los<br />

autores del Sturn und Drang y de K. Ph. Moritz, se implica en una<br />

subjetividad y en una interioridad todavía inexploradas y, por ello mismo,<br />

susceptibles de infinitas posibilidades creativas, realizando así la antítesis<br />

definitiva entre lo clásico y lo romántico. Ambas vías del arte, tanto la que<br />

se vuelca hacia la subjetividad accidental como la que nos conduce a la<br />

realidad cotidiana o exterioridad accidental, promueven, así, una extensión<br />

del arte que incluye, más allá de Hegel, figuras anticlásicas tales como el<br />

arabesco, lo feo y lo grotesco, que son, finalmente, recreadas por los<br />

románticos, así como por Baudelaire en su obra poética, ya que permiten<br />

recrear no sólo los aspectos más nocturnos de lo interior, sino también los<br />

lados más grotescos y vulgares de lo exterior. En todo caso, lo que Hegel<br />

declina aceptar a través de dichas figuras de lo feo es la regresión estética<br />

al infinito y el consiguiente rechazo de lo real, propio del absolutismo<br />

estético supeditado a la influencia de F. W. J. Schelling, si bien, al mismo<br />

tiempo, rechaza la fecundidad de una fantasía inagotable y desbordada que<br />

el romanticismo alemán se encarga de potenciar desde una perspectiva<br />

opuesta a la de un Hegel demasiado ensimismado en el Ideal clásico.<br />

La oposición entre Clasicismo y Romanticismo, pacientemente formu-<br />

lada por Hegel y los románticos alemanes, nos permite comprender hasta<br />

qué punto lo que hemos denominado dinámica de lo moderno -cuyo<br />

comienzo lo hemos situado en la Querelle des anciens et des modernes-<br />

influye en Baudelaire. El contraste entre el estilo neoclásico y la manera

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