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73<br />

A Baudelaire, todo aquello que incide en la disolución de lo clásico, y<br />

de lo romántico, le sirve, en realidad, para elaborar una estética moderna;<br />

aunque hasta Le Peintre de la vie moderne siga pensando en términos<br />

netamente románticos. En Baudelaire, podemos percibir el enorme<br />

esfuerzo desarrollado por el artista moderno para aglutinar en torno a sí<br />

los aspectos más disonantes de la realidad; no obstante, debido a que<br />

dichos aspectos son elementos fundamentales del arte moderno -dentro<br />

del cual, la obra de Baudelaire es un eslabón-, la disolución de la forma<br />

romántica del arte 104 planteada por Hegel va más allá de la mera disolución<br />

interna del material artístico mismo: la pérdida del ideal de un arte que ha<br />

de trascender la accidentalidad, en sus variadas formas de vulgaridad y<br />

deformidad, conduce al arte a representar dicha transitoriedad. Esta nueva<br />

orientación se puede apreciar en los románticos y, principalmente, en<br />

Baudelaire y los pintores impresionistas, quienes insisten en plasmar en<br />

sus obras el amplio muestrario de elementos dispersos, fragmentados y,<br />

muchas veces, nada agradables de la vida moderna.<br />

Hegel posee, sin embargo, una opinión de la ironía, de manera especial<br />

la enunciada por Friedrich Schlegel y Ludwig Tieck, que excluye la idea de<br />

introducir en el propio sujeto los elementos más disgregadores y difíciles<br />

de admitir desde el ideal clásico de conciliación entre el sujeto y la<br />

realidad sensible. Es decir, la ironía no sólo representa el contrapunto a la<br />

seriedad de lo clásico, sino que, en sí misma, también implica lo grotesco,<br />

lo satírico y lo contradictorio, categorías deleznables desde una visión<br />

clasicista del arte como la que posee Hegel, quien intenta evitar toda<br />

referencia disgregadora de la realidad. Pero al introducir lo vulgar y lo<br />

necio en el dominio del arte, a un paso de lo feo y de lo cómico, la ironía<br />

consigue abrir el pensamiento hacia zonas más amplias e inseguras para<br />

superar, así, la visión clasicista de la realidad, visión que, tal como<br />

104 G. W. F. Hegel: Lecciones sobre la estética, p. 422.

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