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19 Cfr. J. M. Ripalda: Fin del clasicismo. A vueltas con Hegel, p. 55.<br />

30<br />

creatividad. Los ejemplos de Schinkel, Schiller, los primeros románticos<br />

alemanes y Baudelaire nos llevan a considerar que el movimiento pendular<br />

de la dinámica entre lo objetivo y subjetivo, antiguo y moderno, o entre<br />

Clasicismo y Romanticismo, cuyo origen lo hemos situado en la Querelle<br />

del siglo XVII, a veces queda matizado, desdibujado, ya que constituye,<br />

como afirma José María Ripalda, un único síndrome cultural:<br />

la semántica de tales términos cobra giros inesperados; el mismo eje<br />

ilustrado, más que perdiendo volumen, va cambiando sus formas,<br />

desarrollando consecuencias, disolviéndose, reintegrándose en<br />

constelaciones distintas, y permanece efectivo hasta nuestros días al<br />

igual que sus dos contrincantes, hijos, hermanos, emisari os. 19<br />

Muchas obras del período comprendido entre finales del siglo XVIII y<br />

principios del XIX sólo pueden entenderse desde la perspectiva de un<br />

clasicismo romántico, o bien desde un romanticismo que intenta armonizar<br />

la antigüedad clásica con los valores de la Edad Media cristiana. Ciertas<br />

obras de pintores paisajistas, entre otras, las de Schinkel, si bien están<br />

orientadas a expresar la concepción idealizada e inabarcable de la naturaleza<br />

-momento romántico- desprenden sensaciones de armonía y de plenitud<br />

clasicistas. La fantasía de la que hace gala Schinkel en sus proyectos<br />

utópicos, por ejemplo El Palacio de Orianda en Crimea (1838), y en sus<br />

decorados para interiores y para obras escénicas -en concreto, las<br />

realizadas entre 1815 y 1816 para La flauta mágica de su admirado W.A.<br />

Mozart- es cercana al Romanticismo. También lo es la fantasía que despliega<br />

Mozart en La flauta mágica, aunque su fantasía, bajo la amalgama de cuen-<br />

tos, magia, sorpresas, dramatismo, comedia y sentimentalismo, encubre un<br />

ideal estético de gran armonía y equilibrio, en el que subyace una visión<br />

ideal del mundo y un humanismo optimista, natural, sencillo, clasicista. El de

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