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expresión, a la par que ayudan a superar la restauración del Clasicismo en<br />

Alemania.<br />

En virtud de esta serie de vicisitudes, la Querelle cambia de escenario:<br />

se transforma en las teorías estéticas contrapuestas de Clasicismo y<br />

Romanticismo, pero ya en el ámbito de la cultura alemana. El nuevo esce-<br />

nario en el que se representa la ya vieja polémica es decisivo para<br />

Baudelaire: el Clasicismo es paulatinamente relegado por el Romanticismo<br />

que surge a finales del siglo XVIII, y -lo iremos viendo- el poeta se halla<br />

muy influido por las ideas románticas. En realidad, el origen de la nueva<br />

Querelle hay que situarlo en la obra de J. G. Hamann y de J. G. Herder, los<br />

principales miembros del Sturn und Drang y de la oposición al<br />

neoclasicismo alemán, cuya labor crítica señala el comienzo del declive<br />

clasicista. Herder, en su obra Silvas críticas, censura a J. J. Winckelmann,<br />

teórico del neoclasicismo alemán, haber elaborado una metafísica histórica<br />

de los griegos en lugar de una verdadera historia de lo bello:<br />

incluso en su historia del arte se cuida más de suministrar una<br />

metafísica histórica de lo bello de los antiguos, especialmente de los<br />

griegos, que una historia propiamente dicha, y menos todavía, una<br />

crítica del gusto. 11<br />

El resultado de este malentendido no es otro que la sublimación del<br />

mundo griego, que perdura hasta bien entrado el siglo XIX, incluso hasta la<br />

época de Baudelaire. A Winckelmann, sin embargo, le sirve para idealizar<br />

el bello cielo griego como referente histórico y transformarlo en ahistórico,<br />

valedero incluso para el presente, si bien, lo único razonable que consigue<br />

es caracterizar de manera negativa el arte asiático-egipcio. Es decir, la<br />

imagen idealizada de la cultura griega clásica impide que Winckelmann<br />

11 Cfr. J. G. Herder: Obra selecta, p. 5.

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