EL CONTADOR DE HISTORIAS Y OTROS CUENTOS BREVES
EL CONTADOR DE HISTORIAS Y OTROS CUENTOS BREVES
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tenía sus peligros; sobre todo, el ya mencionado: la<br />
falsedad testimonial (inducida a su vez por la<br />
vanidad humana).<br />
El Contador de Historias era un hombre de<br />
aspecto triste. Y efectivamente, lo era: había<br />
escuchado demasiadas historias y la melancolía de<br />
sus informadores había pasado a ser la suya propia.<br />
Sin embargo, al contar las historias, al<br />
desarrollarlas y darles forma de novela o cuento,<br />
una vez inmerso en la tarea, trascendía esa tristeza,<br />
la superaba y dejaba atrás, cobrando así una fuerza<br />
y vitalidad que sin mayores problemas transmitía a<br />
sus libros. Su mundo era el suyo y el de otros. Era<br />
como un hombre que contenía a otros muchos<br />
hombres. Y de ahí el respeto y la admiración que<br />
despertaba entre sus coetáneos.<br />
Por lo demás era un ser humano como otro<br />
cualquiera, sólo que él no dejaba a nadie<br />
averiguarlo. Así como transgredía la intimidad<br />
ajena, guardaba con verdadero celo la suya propia.<br />
Tal vez ahí se dejaba entrever su vanidad, aunque<br />
por lo general era un hombre sabio y por tanto<br />
humilde. La mayoría, sin embargo, no lo juzgaba<br />
así (cosa que le sorprendía y contrariaba). En<br />
realidad, él así mismo se veía con simplicidad y<br />
mesura; porque, a fin de cuentas, sólo era eso: un<br />
contador de historias, un recopilador. 1<br />
1 De allí a unos decenios, esta figura del Contador o<br />
Recopilador de Historias habría de cobrar gran difusión y<br />
arraigo, proliferando los escritores entregados a esta especial<br />
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