informe sobre las migraciones en el mundo 2008 - IOM Publications

también las iniciativas regionales y bilaterales de
modo que arrojen los resultados previstos. De hecho,
los acuerdos comerciales regionales y bilaterales que
ya incorporan la movilidad laboral pueden llegar a
ser estaciones de aprendizaje en las que los Estados
adquieran confianza para trabajar con enfoques
más amplios (véase el Recuadro 13.7). Por último,
hay que mejorar la coherencia normativa de dos
maneras: en primer lugar, mediante la integración
de la movilidad de los trabajadores en las políticas y
estrategias de los sectores del empleo y la migración
en los planos nacional, regional e internacional;
y en segundo lugar, mediante la definición de las
funciones y responsabilidades que corresponden a
todas las principales partes interesadas, incluido el
sector privado.
Recuadro Conc. 1
El Cambio Climático y la Movilidad Laboral
INFORME SOBRE LAS MIGRACIONES EN EL MUNDO 2008
El esclarecimiento de las vinculaciones entre la
migración, el desarrollo y el comercio debe tener
plenamente en cuenta los derechos de los trabajadores
migrantes, en particular de los que, por diversas
razones, como la edad, el sexo, un bajo nivel de
aptitudes o el trabajo en sectores no reglamentados,
no están amparados por las leyes laborales nacionales
y se encuentran en situación vulnerable. Asimismo,
en la elaboración de estrategias eficaces de gestión
de la migración hay que tener en cuenta cuestiones
tales como la gestión del cambio, manteniendo al
mismo tiempo la cohesión social y el respeto de los
valores básicos, las repercusiones ambientales en la
movilidad, y viceversa (véase el Recuadro Conc. 1), y
la salud de los migrantes.
Es de prever que la importancia las repercusiones recíprocas del cambio climático y la migración aumentará de manera
incremental en los próximos decenios. Los cambios de los regímenes pluviales, la subida del nivel del mar y la frecuencia cada
vez mayor de los desastres naturales probablemente excederán la capacidad de absorción de grandes regiones del mundo, e
intensificarán sustancialmente los problemas de seguridad alimentaria y recursos hídricos en las zonas marginales.
Varios analistas, entre los cuales Norman Myers, de la Universidad de Oxford, es tal vez el más conocido, han intentado estimar
el número de personas que se verán obligadas a desplazarse a largo plazo, como resultado directo del cambio climático. Myers
pronostica que para 2050, “podría haber por lo menos 200 millones de personas afectadas por las alteraciones de los sistemas
de los monzones y otros regímenes pluviales, sequías de gravedad y duración sin precedentes, la subida del nivel del mar y las
inundaciones en las zonas costeras” (Myers, 2005: 1).
Se trata de cifras impresionantes que, de hacerse realidad, darán lugar a que alrededor del 2 por ciento, o una de cada 45
personas vivas en 2050, deba desplazarse por el cambio climático, en algún momento de su vida, con lo que su número total
superará la actual cifra estimada de 200 millones de migrantes en todo el mundo.
Esas predicciones son, naturalmente, de carácter inherentemente especulativo. Son tantos y tan diversos los factores en juego
–crecimiento demográfico, urbanización y políticas locales, por nombrar sólo tres– que la tarea de determinar la relación entre
el cambio climático y la migración resulta difícil y está plagada de incertidumbres. Sin embargo, es evidente que a consecuencia
del cambio climático, grandes zonas serán cada vez menos capaces de mantener los medios de subsistencia de las personas, lo
que dará lugar a desplazamientos de gran escala a regiones que todavía puedan ofrecer mejores oportunidades.
La migración es, y ha sido siempre, un importante mecanismo de respuesta al estrés del cambio climático. Aunque desde
tiempos inmemoriales los pastores se han desplazado hacia y desde las tierras de pastoreo y con abundancia de agua, en parte
por su estilo de vida habitual, pero también como respuesta al cambio climático, es cada vez más evidente que la migración en
respuesta al cambio ambiental ya no se limita a las sociedades nómadas.
En el Sudán Occidental, por ejemplo, se han efectuado estudios que indican que una respuesta de adaptación a la sequía
consiste en enviar a uno de los varones de mayor edad de la familia a la capital, Jartum, en busca de trabajo remunerado para
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