informe sobre las migraciones en el mundo 2008 - IOM Publications

CapÍtULO 12 - LA GESTIÓN DE LA ECUACIÓN DE LA MIGRACIÓN LABORAL Y EL DESARROLLO
En la etapa de consolidación puede registrarse
también una reducción de la competitividad de
las exportaciones locales. Se trata del denominado
“síndrome holandés”, que ocurre por dos razones
cuando menos. La entrada masiva de divisas a modo
de remesas de los migrantes da lugar a la subida
de la moneda local o, si los tipos de cambio son
fijos, a una reducción del costo de las mercancías
importadas. 5 En segundo lugar, las familias de
los migrantes generalmente utilizan sus ingresos
más elevados para adquirir una mayor cantidad de
bienes no sujetos al comercio, como numerosos
productos de consumo, y para efectuar mejoras en
sus viviendas. El aumento de la demanda de esos
bienes producirá una subida de los precios y una
mayor reducción del tipo de cambio de la moneda
local a medida que las remesas ocasionan el aumento
de su abastecimiento local. Otra consecuencia de
una subida del tipo de cambio de la moneda local es
que las exportaciones se hacen más costosas, lo que
penaliza a la industria de exportación del país, ya
que los consumidores extranjeros tienen que pagar
más por las exportaciones provenientes del país de
origen.
Durante la etapa del establecimiento de redes,
los migrantes están más integrados en el país de
destino y forman redes entre las comunidades
transnacionales; el proceso de reunificación de la
familia prácticamente ha concluido, y surge una
segunda generación de migrantes en el país de
destino. La creación de asociaciones del país de
origen en el país de destino mejora la comunicación
entre los dos países y promueve el establecimiento de
vínculos económicos; también surgen otros medios de
mejorar la comunicación entre los países de destino
y los países de origen. Con el correr del tiempo, los
migrantes pueden aprovechar su conocimiento de
los mercados de ambos países y, en consecuencia,
5 Se trata del denominado “síndrome holandés”, que debe su nombre a
un fenómeno similar que afectó a la economía de los Países Bajos en
el decenio de 1970, cuando el aumento de los precios del gas natural–
un importante producto de exportación de los Países Bajos – dio lugar
a la subida del tipo de cambio, reduciendo la competitividad de otras
exportaciones.
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llegar a ser eficaces intermediarios del comercio y la
inversión.
La recepción constante de remesas en la economía
local da lugar a más consumo e inversión en el país
de origen. La acumulación de capital humano es
estimulada, en parte, por las corrientes de remesas y
los mayores incentivos para el progreso personal que
ofrece la posibilidad de emigrar. Todos esos fenómenos
impulsan la productividad en los países de origen.
Aunque el crecimiento puede estar acompañado de
una reducción de la pobreza absoluta, los cambios
en la distribución de los ingresos y de la riqueza
dependerán, en gran medida, de quiénes son los que
emigran y de qué modo se utilizan las remesas. El
crecimiento por sí solo no garantiza la reducción de
las desigualdades.
En la mayoría de los casos, cuando llega la etapa
del retorno, la emigración ya ha contribuido a
que el migrante adquiera aptitudes, y al desarrollo
y crecimiento económico del país de origen. En
consecuencia, el país de origen puede empezar
a experimentar cierta escasez de mano de obra,
especialmente en algunos sectores del mercado laboral
en que se requiere un bajo nivel de calificación, que
puede entonces remediarse a través de la migración
interna o de la migración laboral proveniente de
países vecinos. El retorno de anteriores emigrantes
puede también coincidir con ese tipo de migración
laboral de personas poco calificadas y contribuir, por
lo tanto, a la oferta de mano de obra local. Junto con
el aumento del número de personas que retornan,
puede registrarse una reducción de la cuantía de
las transferencias de remesas. Independientemente
de su lugar de residencia original, las personas que
retornan por lo general prefieren establecerse en las
ciudades, lo que aumenta la presión en los mercados
laborales urbanos, mientras que los recién llegados
de países vecinos son más flexibles y usualmente se
establecen en lugares en los que hay escasez de mano
de obra, encontrando empleo como trabajadores
agrícolas en las zonas rurales o como trabajadores
domésticos.