evangelístico
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1963 América<br />
1963 Europa<br />
1981 Oceanía<br />
D<br />
1984 África<br />
1989 Asia<br />
erechos<br />
Derechos humanos y<br />
de Dios<br />
18 18 Impacto <strong>evangelístico</strong><br />
<strong>evangelístico</strong> fundamentos<br />
Wenceslao Calvo<br />
en 1789 la Asamblea Nacional francesa<br />
adoptó el texto denominado Declaración<br />
de los Derechos del Hombre y del Ciudadano,<br />
por el que se reconocían legalmente<br />
los derechos que asisten a toda persona y<br />
que serviría de fundamento para las constituciones<br />
democráticas que paulatinamente<br />
se irían abriendo paso en otras naciones europeas<br />
hasta llegar a la Carta de San Francisco,<br />
documento fundacional de las Naciones<br />
Unidas firmado el 26 de junio de 1945.<br />
Al otro lado del Atlántico, y simultáneamente<br />
en el tiempo con la declaración de la<br />
Asamblea Nacional francesa, los recién nacidos<br />
Estados Unidos de América promulgaron<br />
la Constitución y el Bill of Rights, en los<br />
que quedaban salvaguardados igualmente<br />
los derechos humanos.<br />
En el curso del tiempo ha habido una<br />
proliferación y especificación de tales derechos,<br />
de modo que se hizo preciso detallarlos,<br />
dependiendo de los colectivos a los que<br />
fueran dirigidos. De esa multiplicidad surgieron<br />
los derechos del niño, del soldado, de<br />
la mujer, del consumidor, del trabajador, del<br />
estudiante, del homosexual, del emigrante,<br />
etc., y hasta de los animales.<br />
Todo ese incremento de derechos, cuyo<br />
objetivo primordial era defender a tales<br />
colectivos de arbitrariedades y abusos, ha<br />
llegado a crear una mentalidad generalizada<br />
en la que ha quedado poco sitio para la<br />
responsabilidad, creándose un peligroso<br />
desequilibrio consistente en la abundancia<br />
de derechos y en la escasez o inexistencia de<br />
responsabilidades, algo a lo que la naturaleza<br />
humana es propensa.<br />
Hasta tal punto ha llegado esta marea<br />
creciente de los derechos que incluso algunos<br />
de ellos en realidad no son sino negaciones<br />
de los derechos fundamentales de<br />
otros, como es el derecho a abortar, o adulteraciones<br />
de nociones capitales, como es el<br />
derecho al matrimonio entre personas del<br />
mismo sexo.<br />
De este modo, lo que comenzó siendo<br />
una reacción ante los evidentes atropellos<br />
por parte de los poderosos hacia los débiles,<br />
ha terminado, por la ley del péndulo, convirtiéndose<br />
en un atropello hacia el propio<br />
concepto del derecho.<br />
Pero en la lista de derechos a ser tenidos<br />
en cuenta y entre los destinatarios de los<br />
mismos nadie habla de alguien que es sujeto<br />
de ciertos derechos. Es más, se trata de<br />
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