Homenaje a Ángel Rivière - Aetapi
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Armonía en el Conocimiento:<br />
<strong>Ángel</strong> <strong>Rivière</strong> y la Palabra<br />
<strong>Homenaje</strong> a <strong>Ángel</strong> <strong>Rivière</strong>. 4 de Junio de 2010
Presentación<br />
El primer desafío para el astrofísico es<br />
apreciar y comprender la relación que hay<br />
entre los objetos que se observan en el<br />
universo. El segundo es comprender los<br />
procesos de su evolución, que a su vez<br />
permiten explicar el estado actual.<br />
Al psicólogo se le plantea un reto similar:<br />
buscar una unidad en las infinitas<br />
manifestaciones que puede tener la mente<br />
humana y explicar y comprender las<br />
evoluciones posibles.<br />
<strong>Ángel</strong> <strong>Rivière</strong> hizo este trabajo de<br />
unificación de forma excelente, dejando unas<br />
marcas de enorme profundidad en la<br />
psicología contemporánea.<br />
Sus textos tienen gran vitalidad y nos<br />
siguen sorprendiendo y desafiando por su<br />
inquietud intelectual, el rigor científico y el<br />
enorme poder de sugerencia de su lenguaje.<br />
Encontrarnos aquí, de forma colectiva,<br />
con sus textos, la música y el universo, es un<br />
acto cargado de sentido.<br />
Y las razones las empezamos a encontrar en<br />
sus propias palabras:
“Los estados de mi mente, mis<br />
esquemas, mis conceptos, mis<br />
creencias, mis representaciones<br />
mentales …. el lenguaje es un sistema<br />
maravilloso que me permite editarlos<br />
como un editor que los convierte en<br />
energía física. El convertirlos en<br />
energía física permite que ustedes<br />
recojan esa energía, la conviertan en<br />
estados de mente, y haya una cierta<br />
correspondencia entre los estados<br />
mentales suyos y los míos.” (p. 16)<br />
Fragmento de<br />
Lenguaje y autismo. En D. Valdez (Coord.). Autismo: enfoques<br />
actuales para padres y profesionales de la salud y la<br />
educación. Tomo 2. Buenos Aires: Fundec, 2001.
Un Un Un Un símbolo símbolo símbolo símbolo de de de de Pablo Pablo Pablo Pablo<br />
El El SÍMBOLO SÍMBOLO<br />
SÍMBOLO<br />
Cuando pensaba en la mejor forma de iniciar estas<br />
reflexiones, vino Pablo, con sus 18 meses y un mechero, y me<br />
resolvió el problema. Trató de asegurarse mi atención, y<br />
luego, blandió el mechero, mostrándolo, y realizó varias veces<br />
la acción de soplar. Como yo seguía abstraído (sin darme<br />
cuenta de que ésa, precisamente, era la solución de mi<br />
problema), Pablo insistió, repitiendo la secuencia de tocar mi<br />
pierna, llamarme, mostrar y soplar, mientras me miraba.<br />
Entonces comprendí que Pablo estaba escribiendo, con sus<br />
propios símbolos, el comienzo de este capítulo. Agradecido<br />
por su ayuda, tomé el mechero y lo lo encendí. La sonrisa de<br />
Pablo era un índice de que había sido entendido. Había<br />
logrado comunicar el efecto deseado. Además proporcionaba<br />
un buen ejemplo de realización de conducta simbólica en<br />
situación interactiva: su símbolo de 18 meses, lejano aún de<br />
los tópicos verbales de la cultura, es una expresión muy<br />
directa del ejercicio de la función semiótica, y la humilde<br />
conducta de “soplar enseñando el mechero“ merece ser<br />
analizada por sí misma, y como precursora de los símbolos<br />
más poderosos, complejos y variados -pero, muchas veces,<br />
menos originales y expresivos- de los adultos de nuestra<br />
especie. (págs. 145-146).<br />
Fragmento de<br />
Acción e interacción en el origen del símbolo. En <strong>Rivière</strong>, A., Obras<br />
escogidas. Volumen II. Lenguaje, simbolización y alteraciones del<br />
desarrollo. Madrid: Panamericana, 2003, págs. 77-108.
Las Las palabras palabras no no son son aire aire<br />
Una de las experiencias más emocionantes que recuerdo<br />
de una ya larga estancia entre los “habitantes del silencio”<br />
sucedió hace varios años. Visitaba un centro de educación<br />
especial con algunos profesores llenos de entusiasmo. En una<br />
sala de ordenadores, estaban varios niños con parálisis<br />
cerebral. Frente a una de las pantallas, esperaba una niña de<br />
alrededor de trece años, delgada, de ojos brillantes. “Isabel,<br />
¡dile algo a nuestro amigo!”, sugirió una de las profesoras.<br />
Entonces la niña comenzó a mover su cabeza trabajosamente,<br />
tratando de controlar sus movimientos atetósicos. Golpeando<br />
con ella en un reposacabezas, producía el desplazamiento de<br />
un cursor que permitía seleccionar caracteres para un<br />
programa de procesamiento de textos. Poco a poco, fue<br />
apareciendo en pantalla el mensaje impresionante de Isabel:<br />
“¡Quiero… volar… como… un… pájaro!. Al terminar de<br />
escribir, Isabel me miraba sonriendo, llena de orgullo, con sus<br />
ojos penetrantes, inolvidables.<br />
En nuestra intuición cotidiana, “las palabras son aire” no<br />
sólo porque a veces no impliquen un serio compromiso<br />
comunicativo o fáctico, sino porque es eso lo que cuestan:<br />
apenas nada.<br />
[Pero] Hay muchas personas para las que las personas<br />
para las que las palabras no son, ni pueden ser, aire. No lo son<br />
en el sentido metafórico, porque no se desarrollan ni producen<br />
con la fácil espontaneidad con que se desenvuelven en<br />
nosotros. Su evolución y expresión son más costosas. No lo son<br />
tampoco literalmente, porque son personas capaces de hacer<br />
lenguaje, representaciones o, al menos, símbolos sueltos, pero<br />
que no son de aire. Pueden ser de muchos materiales,<br />
movimientos de manos, signos en una pantalla de ordenador,<br />
dibujos en láminas, pero no de aire. (pp 9-10).<br />
Fragmento de: Prólogo de Sistemas alternativos de comunicación. Madrid:<br />
Trotta, 1993.
METARREPRESENTACIÓN METARREPRESENTACIÓN Y Y<br />
Y<br />
TEORÍA TEORÍA DE DE LA LA MENTE<br />
MENTE<br />
¿Tiene ¿Tiene el chimpancé una teoría teoría de la mente?<br />
No deja de ser paradójico, que siendo la Teoría de la<br />
Mente una competencia tan prototípica y desarrollada en el<br />
hombre, su investigación se originara en trabajos hechos con<br />
otra especie primate, en concreto el chimpancé. En un trabajo<br />
clásico, realizado en el contexto del ambicioso proyecto de<br />
enseñar lenguajes a chimpancés, David Premak y Guy<br />
Woodruff (1978) plantearon a una inteligente hembra<br />
chimpancé llamada Sarah una tarea muy interesante.<br />
Consistía en que Sarah veía en un vídeo algunas escenas en<br />
las que un hombre se encontraba en una situación<br />
problemática. Por ejemplo, el hombre trataba de coger un<br />
racimo de plátanos que se encontraba sobre un armario, fuera<br />
del alcance de su brazo. Después de cada escena, se<br />
mostraban a Sarah cuatro fotografías, y ella debía elegir la<br />
que contenía la solución al problema (por ejemplo, una<br />
escalera de mano). Sarah fue capaz de seleccionar la<br />
fotografía adecuada para cada una de las cuatro escenas.<br />
Ahora bien, estos perspicaces investigadores<br />
interpretaron el éxito de Sarah más allá de su capacidad de<br />
resolución de problemas. Para Premak y Woodruff lo<br />
realmente importante fue que Sarah se había dado cuenta de<br />
que el personaje tenía un problema y le atribuía la intención<br />
y el deseo de solucionarlo, para predecir lo que tenía que<br />
hacer con el fin de resolverlo. Esta atribución de<br />
“intención”/”deseo” de solucionar un problema implica la<br />
atribución de “mente”. Sólo los seres con mente tienen<br />
estados tales como las intenciones y los deseos…. (pág. 10)<br />
Fragmento de<br />
El desarrollo de las capacidades interpersonales y la teoría de la mente. En <strong>Rivière</strong>,<br />
A., Obras escogidas. Volumen III. Metarrepresentación y Semiosis. Madrid:<br />
Panamericana, 2003, págs 8-43.
La La mirada mirada mental<br />
mental<br />
Saber, imaginar, entrar en ganas, preguntarse, pensar, conocer, recor-dar, atribuir,<br />
fantasear, decirse, juzgar. ¿Qué semántica subyace a este sis-tema delicadísimo de nociones que<br />
representan la geografía de nuestra interioridad y resultan tan eficaces para comprender la<br />
ajena? ¿Para ver la conducta, predecirla, con una inevitable "mirada mental"? .…..<br />
¿Cómo se las arregla la conciencia humana para desarrollar ese siste-ma delicado y<br />
complejo de dimensiones? ¿para "etiquetar metarrepresentacionalmente" las propias<br />
representaciones, permitiendo así que no se confundan alucinatoriamente las percepciones con<br />
las creencias, que no se considere -como en los fenómenos patológicos de dejá vu- lo presente<br />
como pasado, que no se confundan las representaciones de fuente interna con las de fuente<br />
externa, como sucede en algunos síntomas esqui-zofrénicos? El continente inexplorado de la<br />
teoría de la mente es segura-mente el que nos reserva más sorpresas, el que puede contener<br />
respuestas más interesantes: la conciencia. La conciencia humana no sólo implica la capacidad<br />
de representar el mundo, sino la de representar matizadamente la naturaleza de las propias<br />
relaciones representacionales. Cuando ese nivel metarrepresentacional de la conciencia se<br />
altera o pierde, el mundo se convierte en un caos psicótico, en una senda intransitable. Estos<br />
comen-tarios permiten definir la conciencia de forma peculiar, pero que puede ser heurística:<br />
como representación de relaciones intencionales en tanto que tales. La conciencia como<br />
metarrepresentación.<br />
Esa conciencia que se va perdiendo, destiñendo y desliando, al comien-zo de En En busca busca<br />
del tiempo perdido, que será -aunque sólo sea para jugar con una paradoja más- el final de<br />
nuestras reflexiones fugaces sobre la teoría de la mente: "muchas veces he estado acostándome<br />
temprano. A veces, apenas había apagado la bujía, cerrábanse mis ojos tan presto, que ni tiempo<br />
tenía para decirme: «ya me duermo». Y media hora después despertábame la idea de que ya era<br />
hora de ir a buscar el sueño, quería dejar el libro, que se me figuraba tener aún entre las manos,<br />
y apagar de un soplo la luz; durante mi sueño no había cesado de reflexionar sobre lo recién<br />
leído, pero era muy particular el tono que tomaban esas reflexiones, porque me parecía que yo<br />
pasaba a convertirme en el tema de la obra, en una iglesia, en un cuarteto, en la rivalidad de<br />
Francisco I y, Carlos V. Esta figuración me duraba aún unos segundos después de haberme<br />
des-pertado: no repugnaba a mi razón, pero gravitaba como unas escamas sobre mis ojos sin<br />
dejarlos darse cuenta de que la vela ya no estaba encendida. Y luego comenzaba a hacérseme<br />
ininteligible, lo mismo que después de la metempsicosis pierden su sentido los pensamientos de<br />
una vida anterior ..".<br />
Cada noche, el sistema de dimensiones de conciencia en que se basa la construcción<br />
de la teoría de la mente, aquel que nos permite aseverar aven-turadamente: "el otro es<br />
interiormente como yo", nubla poco a poco y, al crecer el sueño, las metarrepresentaciones<br />
desorganizan y evaporan, hasta caer rápidamente en el silencio. (págs. 230-231).<br />
Fragmento de<br />
Teoría de la mente y metarrepresentación. En <strong>Rivière</strong>, A., Obras escogidas. Volumen 1.<br />
Diálogos sobre Psicología: De los cómputos mentales al significado de la conciencia. Madrid:<br />
Panamericana, 2003, págs. 192-231.
DIÁLOGOS DIÁLOGOS CON CON CON LA LA PSICOLOGÍA<br />
PSICOLOGÍA<br />
Un Un diálogo diálogo con con James<br />
James<br />
La actividad del historiador presupone siempre un diálogo entre el<br />
pasado y el presente: un diálogo en que es tan peligroso que el presente<br />
permanezca mudo como que lo esté el pasado. Tan deformante la suposición de<br />
que historiar es reflejar inma-culadamente el pasado, como la pretensión de<br />
historiarlo olvidando que sus claves eran otras, diferentes a las actuales.<br />
El paisaje del pasado se transforma en cada generación que lo<br />
recons-truye e interpreta, adquiere una nueva perspectiva ... parece nuevo y<br />
nunca visto desde la visión de cada nuevo presente. Es más, cada generación de<br />
historiadores (en el sentido más laxo de la palabra "generación") se ve en la<br />
ineludible necesidad de hacer un nuevo cálculo de relevancias: esto, que vivía<br />
aún en los años inmediatamente anteriores, es ahora agua pasada. Aquello, que<br />
parecía dormitar en la historia, es material de reflexión pre-sente.<br />
¿Qué es lo que da ese carácter tan persistentemente contemporáneo a los<br />
Principles de James?, ¿por qué sigue teniendo sentido dialogar con este libro?<br />
Una razón de peso es que, constantemente asoma el propio James por encima de<br />
lo que dice. No sucede como en otras obras en que el autor desaparece por detrás<br />
del frío enunciado de los datos y las leyes de la cien-cia. Aquí, la búsqueda de<br />
objetividad no es negación de la subjetividad sino (en más de un sentido) todo lo<br />
contrario. En más de un sentido por-que los Principles tienen, como uno de sus<br />
temas centrales el de la subje-tividad. Pero también porque la subjetividad de<br />
James se introduce, como un gnomo en la obra cada vez que él lo considera<br />
conveniente para alcan-zar sus propósitos comunicativos ... ¡Nada más lejano<br />
que los Principles de la pedante y seca erudición vacía a la que nos tienen<br />
demasiado (mal)acostumbrados muchos escritos de psicología! Es un lugar<br />
común decir que los Principles son una obra maestra no sólo por su contenido<br />
cientí-fico, sino también por su calidad literaria. Y es verdad. La cualidad del<br />
estilo de James es uno de los aspectos que facilita el diálogo: el autor no habla<br />
sólo de tal o cual tema, sino a uno mismo como lector. No sólo fue uno de los<br />
creadores del pragmatismo como movimiento filosófico, sino un maestro de la<br />
pragmática entendida como habilidad comunicativa.(págs. 47-48).<br />
Fragmento de<br />
Mente y conciencia en “Los Principios de Psicología”. Un diálogo con James 100 años después. En<br />
<strong>Rivière</strong>, A., Obras escogidas. Volumen 1. Diálogos sobre Psicología: De los cómputos mentales<br />
al significado de la conciencia. Madrid: Panamericana, 2002, págs 45-72.
Las Las multitudes multitudes de de la la mente<br />
mente<br />
SÍ, debo reconocerlo. Esa solitaria mente, abstracta y descarnada, que computa<br />
símbolos en algún reducto invisible, está tan lejos de esta otra que siento vivir en mí,<br />
mientras escribo estas páginas … tan inconmensu-rablemente lejos, que existe una<br />
apa-rente distancia infinita entre una y otra. Entre esta subjetividad, matiza-da de<br />
emoción y que se expresa en un diálogo con sentido con compañeros a los que admiro, y<br />
el frío transcurso de los cómputos que, según los defen-sores de los modelos cognitivos<br />
clásicos, permiten que esa expresión se realice. No me reconozco yo, como primera<br />
persona de singular, como sujeto que en este momento trata de reflejarse a través de la<br />
tarea inter-subjetiva de acordar ideas … no me encuentro, ni los encuentro a ellos, en esa<br />
otra mente indiferente, pálida, formalista y formalita; en esa mente, independiente<br />
funcionalmente del cuerpo, que, exenta de emociones y motivos, computa<br />
inexorablemente los símbolos ocultos de mi lenguaje del pensamiento. No. No me veo, de<br />
primeras, en esa fodoriana mente de la que me habla el señor Fodor.<br />
Creo obligado empezar por hablar, sin embargo, de esa mente rebelde a la<br />
objetivación, de la mente subjetiva, de la mía. Y lo primero que quie-ro hacer, con<br />
respecto a ella, es una pregunta sorprendente, pero funda-mental: ¿es realmente sólo mía?<br />
Creo que una buena manera –una forma alternativa- de comprenderla es la que consiste<br />
en cuestionar, cuando menos en forma de metáfora, ese axioma de la mente como mónada<br />
tan entrañado en las intuiciones psicológicas de nuestra cultura, ese supuesto de la<br />
pertenencia singular, o, por decirlo más poéticamente, de la “sole-dad esencial de la<br />
mente”. En este aspecto, la psicología cognitiva clásica no representa, de hecho, ninguna<br />
ruptura: propende a concebir también una mente “monológica”, solipsista, una mentemonja<br />
encerrada en su claustro.<br />
Este principio se cuestiona y niega desde una alternativa cuyo recuerdo considero<br />
pertinente para comenzar este diálogo: se trata de la que se ha llamado precisamente “la<br />
alternativa dialógica”, formulada y desarrollada por autores como Rommetveit (1992),<br />
Wertsch (1992), Braten (1992) y Trevarthen (1992), y cuyos pre-cursores serían, entre<br />
otros, Vygotski (1987), Bakhtin (1986) y Mead (1934). En esencia, todos estos<br />
investigadores proponen que la mente no es esa ins-tancia solitaria que solemos imaginar,<br />
sino más comparable a un ámbito abierto, lleno incluso de “gente” ( … esa mente “a la<br />
que habitan muche-dumbres”, en la luminosa metáfora de Whitman). Una mente<br />
semejante a un medio ruidoso, cargado de “voces”, en que se realizaría un diálogo<br />
infa-tigable, a veces implícito, pero siempre presente. (págs. 79-80).<br />
Fragmento de<br />
Las multitudes de la mente. En Riviére, A, Obras escogidas. Volumen 1. Diálogos sobre<br />
Psicología: De los cómputos mentales al significado de la conciencia. Madrid:<br />
Panamericana, 2002, págs. 79-115.
¿Qué ¿Qué nos nos pediría pediría un un autista?<br />
autista?<br />
1. Ayúdame a comprender. Organiza mi mundo y facilítame que anticipe lo que va a suceder.<br />
Dame orden, estructura y no caos.<br />
2. No te angusties conmigo, porque me angustio. Respeta mi ritmo. Siempre podrás relacionarte<br />
conmigo si comprendes mis necesidades y mi modo especial de entender la realidad. No<br />
te deprimas, lo normal es que avance y me desarrolle cada vez más.<br />
3. No me hables demasiado, ni demasiado deprisa. Las palabras son “aire” que no pesa para ti,<br />
pero pueden ser una carga muy pesada para mí. Muchas veces no son la mejor manera<br />
de relacionarte conmigo.<br />
4. Como otros niños, como otros adultos, necesito compartir el placer y me gusta hacer las cosas<br />
bien, aunque no siempre lo consiga. Hazme saber de algún modo, cuándo he hecho las<br />
cosas bien y ayúdame a hacerlas sin fallos. Cuando tengo demasiados fallos me sucede lo<br />
que a ti: me irrito y termino por negarme a hacer las cosas.<br />
5. Necesito más orden que el que tú necesitas, más predictibilidad en el medio que la que tú<br />
requieres. Tenemos que negociar mis rituales para convivir.<br />
6. Me resulta difícil comprender el sentido de muchas de las cosas que me piden que haga.<br />
Ayúdame a entenderlo. Trata de pedirme cosas que puedan tener un sentido concreto y<br />
descifrable para mí. No permitas que me aburra o permanezca inactivo.<br />
7. No me invadas excesivamente. A veces las personas sois demasiado imprevisibles, demasiado<br />
ruidosas, demasiado estimulantes. Respeta las distancias que necesito, pero sin dejarme<br />
solo.<br />
8. Lo que hago no es contra ti. Cuando tengo una rabieta o me golpeo, si destruye algo o me<br />
muevo en exceso, cuándo me es difícil atender o hacer lo que me pides, no estoy tratando<br />
de hacerte daño. ¡Ya que tengo un problema de intenciones, no me atribuyas malas<br />
intenciones!<br />
9. Mi desarrollo no es absurdo, aunque no sea fácil de entender. Tiene su propia lógica y,<br />
muchas de las conductas que llamáis alteradas son formas de enfrentar el mundo desde<br />
mi especial forma de ser y percibir. Haz un esfuerzo por comprenderme.<br />
10. Las otras personas sois demasiado complicadas. Mi mundo no es complejo y cerrado sino<br />
simple. Aunque te parezca extraño lo que te digo, mi mundo es tan abierto, tan sin<br />
tapujos y mentiras, tan ingenuamente expuesto a los demás, que resulta difícil penetrar en<br />
él. No vivo en una “fortaleza vacía” sino en una llanura tan abierta que puede parecer<br />
inaccesible. Tengo muchas menos complicación que las personas que os consideráis<br />
normales.
11. No me pidas siempre las mismas cosas, ni me exijas las mismas rutinas. No tienes que hacerte tú<br />
autista para ayudarme. ¡El autista soy yo, no tu!<br />
12. No sólo soy autista. También soy un niño, un adolescente o un adulto. Comparto muchas cosas<br />
de los niños, adolescentes o adultos a los que llamáis “normales”. Me gusta jugar y divertirme,<br />
quiero a mis padres y a las personas cercanas, me siento satisfecho cuando hago las cosas bien.<br />
Es más lo que compartimos que lo que nos separa.<br />
13. Merece la pena vivir conmigo. Puedo darte tantas satisfacciones como otras personas, aunque<br />
sean las mismas. Puede llegar un momento en tu vida en que yo, que soy autista, sea tu mayor y<br />
mejor compañía.<br />
14. No me agredas químicamente. Si te han dicho que tengo que tomar una medicación, procura<br />
que sea revisada periódicamente por el especialista.<br />
15. Ni mis padres ni yo tenemos la culpa de lo que me pasa. Tampoco la tienen los profesionales<br />
que me ayudan. No sirve de nada que os culpéis los unos a los otros. A veces mis reacciones y<br />
conductas pueden ser difíciles de comprender y afrontar, pero no es por culpa de nadie. La<br />
idea de “culpa” no produce más que sufrimiento en relación con mi problema.<br />
16. No me pidas constantemente cosas por encima de lo que soy capaz de hacer. Pero pídeme las<br />
que puedo hacer. Dame ayuda para ser más autónomo, para comprender mejor, para<br />
comunicarme mejor, pero no me des ayuda de más.<br />
17. No tienes que cambiar completamente tu vida por el hecho de vivir con una persona autista. A<br />
mí no me sirve de nada que tú estés mal, que te encierres y te deprimas. Necesito estabilidad y<br />
bienestar emocional a mi alrededor para estar mejor. Piensa que tu pareja tampoco tiene culpa<br />
de lo que me pasa.<br />
18. Ayúdame con naturalidad, sin convertirlo en una obsesión. Para poder ayudarme, tienes que<br />
tener tus momentos en que reposas o te dedicas a tus propias actividades. Acércate a mí, no te<br />
vayas, pero no te sientas como sometido a un peso insoportable. En mi vida he tenido<br />
momentos malos pero puede estar cada vez mejor.<br />
19. Acéptame como soy. No condiciones tu aceptación a que deje de ser autista. Sé optimista sin<br />
hacerte “novelas”. Mi situación normalmente mejora, aunque por ahora no tenga curación.<br />
20 Aunque me sea difícil comunicarme o no comprenda las sutilezas sociales, tengo incluso ventajas<br />
en comparación con los que os decís “normales”. Me cuesta comunicarme, pero no suelo<br />
engañar. No comprendo las sutilezas sociales, pero tampoco participo de las dobles intenciones<br />
o sentimientos peligrosos tan frecuentes en la vida social. Mi vida puede ser satisfactoria si es<br />
simple, ordenada, tranquila. Si no se me pide constantemente y sólo aquello que más me<br />
cuesta. Ser autista es un modo de ser, aunque no sea el normal. Mi vida como autista puede ser<br />
tan feliz y satisfactoria como la tuya “normal”. En esas vidas podemos llegar a encontrarnos y<br />
compartir muchas experiencias.<br />
Póster conmemorativo del XX aniversario de la Asociación de Padres de Niños con Autismo, 1996.
LA LA POESÍA<br />
POESÍA<br />
Otoño Otoño meditando meditando en en los los zapatos<br />
zapatos<br />
Tanto otoño crecido, después de que ha llovido tanto tiempo<br />
Que en los zapatos germina la flor del pensamiento<br />
de humano tacto malva,<br />
y blancas setas abriendo la cruz de terciopelo<br />
de anchísimos paraguas.<br />
Los árboles gotean temblorosas reflexiones de lluvia,<br />
Meditaciones licuadas de hierba.
Mirada Mirada de de los los astros<br />
astros<br />
Ojos de piedra azul; qué indiferentes os nacen las preguntas<br />
desde el fondo absoluto, sumidero<br />
que desangra la luz por el cauce supremo de la noche.<br />
Cómo incendiáis oscuras oquedades pensativas<br />
Detrás de las paredes de las sienes,<br />
Revelando distancias de mucho más allá de la pasión con<br />
plumas<br />
De ser apenas aves, casi velas de vuestro mar inverso,<br />
derivantes barquillas apenas transitivamente humanas.<br />
Constelación de miradas precisas, vigilantes,<br />
Crueles como lunas que no mienten,<br />
Paseantes de altivas avenidas. Ojos de piedra dura,<br />
No os comprendo, Y añoro la piedad tibia del sol que ciega<br />
Y oculta con su brillo la distancia que va de nuestro vuelo inútil<br />
a vuestro orgullo mineral inaccesible.<br />
Ojos de piedra sin piedad, escrutadores<br />
vigías de la noche que oscuramente arde,<br />
heladas ascuas del alma desvelada,<br />
miradas minerales, os contemplo,<br />
y añoro párpados tan grandes como alas.
¿Por ¿Por qué qué conozco conozco conozco yo yo los los nombres nombres de de las las cosas?<br />
cosas?<br />
Si la sombra no ve la causa fugitiva de sus preocupaciones, ni la luz reconoce la<br />
vibración sutil de los colores<br />
que dibujan sus dedos azulados, cuando tan suavemente crea objetos,<br />
define ciclos, amanece días, destaca formas, configura espacios,<br />
calienta dulcemente sentimientos,<br />
¿por qué conozco yo los nombres de las cosas?<br />
La luz que crea, las sombras que meditan, no conocen.<br />
Cuando los montes crecen inmoderadamente del vientre mineral de los planetas<br />
no saben que construyen geología.<br />
Mo química las aguas que blandamente fluyen<br />
hasta abarcar los límites de todas las esferas.<br />
Los mares verticales, que dejan en la espuma sus últimos deseos, se mueren sin<br />
saber de qué nacen sus olas.<br />
Y los vientos de venas trasparentes cruzan cielos<br />
Y no conocen la meteorología.<br />
Si monte, aguas, mares, vientos desconocen,<br />
¿por qué conozco yo los nombres de las cosas?
Aquel movimiento, aquella palabra,<br />
mirada escrita.<br />
Multitudes de la Mente,<br />
la tuya, etérea sinapsis de un cielo,<br />
recorrido en apenas siete segundos, al dictado de tu alma.<br />
Música y palabra,<br />
encendida,<br />
encontrada,<br />
brasas del primer fuego.<br />
Recordando,<br />
cuando aprendimos a llamarnos,<br />
al llamarnos,<br />
recordando tu nombre.<br />
Maribel Morueco<br />
A <strong>Ángel</strong> <strong>Rivière</strong>, <strong>Homenaje</strong> 4 de Junio del 2.010.