México Bárbaro! - Webgarden
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persiguiendo a quienes tuvieran contacto con ellos, hace mucho tiempo que la democracia<br />
hubiera muerto en <strong>México</strong>, puesto que los jefes de todos los movimientos políticos de<br />
oposición al presidente Díaz, por muy pacíficos que hayan sido sus métodos o muy digna<br />
su causa, fueron asesinados, encarcelados o expulsados del país. Como se demostrará en el<br />
próximo capítulo, esta afirmación es completamente válida aun en el momento actual.<br />
Describiré con brevedad los más importantes movimientos de oposición. El primero ocurrió<br />
al finalizar el primer periodo del presidente Díaz; su propósito fue la reelección de Lerdo,<br />
quien había huido a los Estados Unidos al adueñarse Díaz del poder. El movimiento fue<br />
aplastado del modo más sumario y no tuvo tiempo de hacer el menor progreso y salir a la<br />
superficie. Los dirigentes fueron considerados como conspiradores y tratados como si<br />
fueran reos de traición; peor aún, en realidad, puesto que ni siquiera se les sometió a un<br />
simulacro de juicio. Una noche del mes de junio de 1879, nueve hombres, prominentes<br />
ciudadanos de Veracruz, fueron sacados a rastras de sus camas y, de acuerdo con la orden<br />
telegráfica del general Díaz: Mátalos en caliente, el gobernador Mier y Terán los alineó<br />
ante una pared y los fusiló.<br />
Aunque este incidente haya sucedido hace 30 años, está perfectamente comprobado. La<br />
viuda del general Mier y Terán exhibe todavía hoy el papel amarillo en que están inscritas<br />
las fatídicas palabras. Este hecho se conoce con el nombre de la matanza de Veracruz y es<br />
notable más por la importancia de las víctimas que por la cantidad de los que perdieron la<br />
vida.<br />
Durante los diez años siguientes a la matanza de Veracruz, hubo dos mexicanos que<br />
aspiraron, en diferentes ocasiones, a oponerse al general Díaz para ganar la presidencia.<br />
Uno de ellos fue el general Ramón Corona, gobernador de Jalisco, y el otro el general<br />
García de la Cadena, ex gobernador de Zacatecas. Ninguno de los dos llegó con vida al día<br />
de las elecciones, Cuando Corona regresaba una noche a su casa, a la salida del teatro, fue<br />
muerto a puñaladas por un asesino, el cual, a su vez, fue acuchillado por una patrulla de<br />
policía que por extraña coincidencia esperaba en una esquina próxima. García de la Cadena<br />
supo que algunos asesinos seguían sus pasos y huyó; trató de llegar a los Estados Unidos,<br />
pero unos bandoleros lo encontraron en Zacatecas y lo mataron a tiros; todos los asesinos<br />
escaparon. Nadie puede probar quién ordenó la muerte de Corona y de García de la Cadena,<br />
pero es fácil sacar conclusiones.<br />
En 1891, <strong>México</strong> se agitó por el anuncio de Porfirio Díaz de que había decidido continuar<br />
en el poder por un periodo más: el cuarto. Se hizo el intento de organizar un movimiento de<br />
oposición; pero fue aplacado por medio de macanas y pistolas. Ricardo Flores Magón, el<br />
actual refugiado político, era entonces estudiante y participó en este movimiento; fue uno<br />
de los muchos que padecieron encarcelamiento por esa causa. El elegido por la oposición<br />
para la presidencia era el Dr. Ignacio Martínez, quien se vio obligado a huir del país;<br />
después de una temporada en Europa fijó su residencia en Laredo, Texas, donde publicaba