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México Bárbaro! - Webgarden

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Bajo su gobierno, la esclavitud y el peonaje se restablecieron en <strong>México</strong> sobre bases más<br />

inmisericordes que las que existieron en tiempos de los españoles. Por tales razones no creo<br />

que sea una injusticia culpar principalmente al sistema de Díaz por esas condiciones.<br />

Me refiero al sistema de Díaz más que a Díaz personalmente, porque aunque él es la piedra<br />

angular, aunque él es el gobierno de <strong>México</strong>, más absoluto sin duda que cualquier otro<br />

individuo pueda serlo en cualquier otro país del mundo, ningún hombre se halla solo en sus<br />

iniquidades. Díaz es el sostén principal de la esclavitud; pero existen algunos otros sostenes<br />

sin los cuales el sistema no podría mantenerse mucho tiempo. Por ejemplo, hay un conjunto<br />

de intereses comerciales que obtienen grandes ganancias del sistema porfiriano de<br />

esclavitud y autocracia; estos intereses dedican una parte importante de su gran poder a<br />

mantener en su sitio el sostén principal a cambio de los privilegios especiales que reciben.<br />

Entre estos intereses comerciales no son los menores los norteamericanos, quienes -me<br />

sonrojo de vergüenza al decirlo- son defensores tan agresivos de la fortaleza porfiriana<br />

como el mejor. En realidad; como lo demostraré en los siguientes capítulos, los intereses<br />

norteamericanos constituyen, sin duda, la fuerza determinante para que continúe la<br />

esclavitud en <strong>México</strong>; de este modo la esclavitud mexicana recae sobre nosotros, los<br />

norteamericanos, con todo lo que ella significa. Es cierto que Díaz es el culpable de los<br />

horrores de Yucatán y Valle Nacional; pero también lo somos nosotros; somos culpables<br />

puesto que fuerzas del gobierno sobre el que se nos reconoce algún control, se emplean<br />

abiertamente, ante nuestra vista, para apoyar un régimen del que la esclavitud y el peonaje<br />

forman parte integral.<br />

Con objeto de que el lector pueda entender el sistema de Díaz y su responsabilidad en la<br />

degradación del pueblo mexicano, es conveniente volver atrás y describir brevemente los<br />

antecedentes de ese sistema. En todo el mundo se habla de <strong>México</strong> como de una República,<br />

sólo porque en otro tiempo lo fue y todavía simula serlo. <strong>México</strong> tiene una Constitución<br />

vigente que se dice copiada de la norteamericana y que, en verdad, es como ella en lo<br />

principal. Ambas establecen la existencia de un Congreso nacional, de legislaturas en los<br />

Estados y gobierno municipal, que deben hacer las leyes; jueces federales, estatales y<br />

locales que deben interpretarlas; y un presidente, gobernadores y ejecutivos locales para<br />

administrarlas. Ambas establecen el sufragio de los adultos, la libertad de prensa y de<br />

palabra, igualdad ante la ley y las demás garantías de respeto a la vida, a la libertad y a la<br />

consecución de la felicidad que nosotros disfrutamos, hasta cierto punto, como cosa natural.<br />

Así era <strong>México</strong> hace 40 años. Entonces <strong>México</strong> estaba en paz con el mundo: Había<br />

vencido, después de una heroica guerra, al príncipe Maximiliano, que había sido impuesto<br />

como emperador por el ejército francés de Napoleón III. El presidente Benito Juárez es<br />

reconocido en <strong>México</strong> y fuera de <strong>México</strong> como uno de los más hábiles y generosos<br />

patriotas. Desde que Cortés quemó sus naves en la costa del Golfo, <strong>México</strong> nunca había<br />

disfrutado tales perspectivas de libertad política, prosperidad industrial y adelanto general.

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