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México Bárbaro! - Webgarden

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- Estaban en un baile público -nos dijo-. Algunos hombres entablaron una pelea y la policía<br />

detuvo a todos los que estaban en el salón. Aquellas muchachas no tenían que ver en la<br />

disputa, pero el jefe político necesitaba dinero y dispuso enviadas aquí a todas.<br />

- Bueno -pregunté-, pero ¿qué clase de mujeres eran? ¿Mujeres públicas?<br />

Pla me lanzó un mirada significativa:<br />

- No, señor -protestó con voz despectiva- ¿Cree usted que necesito que me manden esa<br />

clase de mujeres a mí?<br />

El tener cerca a propietarios y superintendentes, además de la gran cantidad de vigilantes,<br />

nos impidió sostener largas conversaciones con los esclavos. Una de las más notables<br />

ocurrió al día siguiente de nuestra visita a la hacienda de Balsa hermanos. Al regresar de un<br />

largo recorrido por varias plantaciones, llamamos a un hombre que araba cerca del camino<br />

las tierras de Honduras de Nanche. El más próximo de los vigilantes estaba casualmente en<br />

mitad del campo y el esclavo, a nuestro requerimiento, nos indicó el lugar de la ciénaga de<br />

los cocodrilos y confirmó el relato de los moribundos que habían sido arrojados a los<br />

hambrientos.<br />

- Ya llevo aquí 6 años y creo que soy el más antiguo en el Valle -nos dijo-. Otros hombres<br />

fuertes vienen y se convierten en esqueletos en una temporada; pero parece que yo no<br />

puedo morirme. Vienen y caen, vienen y caen; sin embargo, yo sigo viviendo. Pero<br />

debieran haberme visto cuando llegué. Entonces era un hombre ..., ¡un hombre! Tenía<br />

hombros y brazos ... era un gigante entonces. Pero ahora ...<br />

Las lágrimas saltaron de los ojos de aquel personaje y rodaron por sus mejillas, pero<br />

continuó:<br />

- Yo era carpintero de los buenos ..., hace 6 años. Vivía con mi hermano y mi hermana en<br />

<strong>México</strong>. Mi hermano era estudiante ..., no tenía 20 años ...; mi hermana atendía la casita<br />

que yo pagaba con mi jornal. No éramos pobres, no. Éramos felices. Por entonces, el<br />

trabajo en mi oficio aflojó un poco y una tarde encontré a un amigo que me dijo que se<br />

podía conseguir empleo en Veracruz con $3 diarios de sueldo por largo tiempo. Aproveché<br />

la ocasión y vinimos juntos, vinimos aquí ... ¡aquí! Dije a mis hermanos que les mandaría<br />

dinero con regularidad y cuando supe que no podría mandarles nada y les escribí para<br />

hacérselos saber, no me dejaron enviar la carta. Durante meses guardé aquella carta,<br />

vigilando, esperando, tratando de encontrar una oportunidad para hablar al mandadero<br />

cuando pasara por el camino. Por fin lo vi; pero cuando le di la carta nomás se río y me la<br />

devolvió. A nadie le permiten enviar cartas.<br />

- ¿Escaparme? -continuó el esclavo-. Sí, lo he intentado muchas veces. La última vez, hace<br />

sólo 8 meses, llegué hasta Tuxtepec. Me puse a escribir una carta. Quería comunicarme con

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