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México Bárbaro! - Webgarden

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Sin embargo, tal vez les iba mejor que a las que molían el maíz y a las aguadoras; con el<br />

hijo del presidente visité la cocina de los esclavos a las 5 a.m. y comenté lo exhaustas que<br />

se veían aquellas mujeres; él me informó que se levantaban a las 2 a.m., y que nunca tenían<br />

tiempo de descansar durante el día.<br />

¡Ah, era terrible! Este muchacho de 16 años, administrador de la hacienda en ausencia de<br />

su padre, me contó con mucho placer la fiereza con que algunas veces las mujeres luchaban<br />

contra los asaltos de los hombres; y como él había gozado en ocasiones, mirando a través<br />

de una rendija, esos trágicos encuentros en la noche. Hasta el amanecer nos molestaron las<br />

toses secas, desgarradas, que llegaban hasta nosotros a través de las junturas; otras veces<br />

eran profundos suspiros.<br />

De Lara y yo no hablamos de estas cosas hasta la mañana siguiente, cuando le hice notar su<br />

aspecto fatigado.<br />

- Oí los suspiros, las toses y los gemidos -me dijo-. Oí a las mujeres llorar y yo también<br />

lloré ... lloré tres veces. No sé cómo podré volver a reír y a ser feliz.<br />

Mientras esperábamos el desayuno, el presidente municipal nos dijo muchas cosas acerca<br />

de la esclavitud, y nos mostró buena cantidad de cuchillos y limas que se habían quitado a<br />

los esclavos en diferentes ocasiones. Como los presos de una penitenciaría, los esclavos<br />

habían llegado de una manera u otra, a poseer esas herramientas, con la esperanza de<br />

utilizarlas por la noche para salir de su prisión y escapar de los centinelas.<br />

El presidente nos dijo francamente que las autoridades de las ciudades de <strong>México</strong>,<br />

Veracruz, Oaxaca, Pachuca y Jalapa se dedican con regularidad al tráfico de esclavos,<br />

generalmente en combinación con uno o más enganchadores. Nombró al alcalde de un<br />

puerto bien conocido, que fue citado en los periódicos norteamericanos como huésped del<br />

presidente Roosevelt en 1908, y distinguido asistente a la convención republicana de<br />

Chicago. Este alcalde -dijo el presidente de Valle Nacional-, empleaba ordinariamente la<br />

fuerza policiaca de su ciudad como red para pescar esclavos. Mandaba detener a toda clase<br />

de personas con cualquier pretexto, sólo por cobrar los $45 por cabeza que le pagarían los<br />

cultivadores de tabaco.<br />

Nuestra conversación de aquella mañana fue interrumpida por un capataz español que vino<br />

a hablar con el presidente. Hablaron en voz baja, pero pudimos captar casi todo lo que<br />

dijeron. El capataz había matado a una mujer el día anterior y había venido a ponerse a<br />

disposición del presidente. Después de 10 minutos de consulta, éste estrechó la mano del<br />

culpable y le dijo que se fuera a su casa y atendiera sus obligaciones sin pensar más en este<br />

asunto.<br />

Era domingo y pasamos todo el día en compañía de Antonio Pla, probablemente el<br />

monstruo humano principal del Valle. Pla es el gerente general de Balsa Hermanos y, como

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