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México Bárbaro! - Webgarden

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palabras: Nos mandan a la muerte, a la muerte. Y si recibiera la noticia de que Amado<br />

Godínez todavía vive, me sorprendería. Esa noche parecía darse cuenta de que ya no<br />

necesitaría para nada aquellos finos zapatos y antes de irme a la cama, oí que trataba de<br />

vendérselos en 25 centavos a un transeúnte.<br />

Dondequiera que nos deteníamos inducíamos a la gente, mediante preguntas descuidadas, a<br />

que nos hablasen del Valle. No quería equivocarme. Quería oír la opinión de todo el<br />

mundo. Yo no sabía lo que más tarde pudieran negarnos. Y siempre era la misma historia:<br />

esclavitud y hombres y mujeres azotados hasta morir.<br />

Nos levantamos a las 5 de la mañana siguiente y no desayunamos para poder seguir a la<br />

cuadrilla de esclavos por el camino a Valle Nacional. Al comienzo, el principal de los dos<br />

rurales, un mexicano joven, limpio y bien plantado, vio con desconfianza nuestra presencia;<br />

pero antes que llegásemos a medio camino ya platicaba con agrado. Era un rural de<br />

Tuxtepec y vivía del sistema, aunque estaba contra él.<br />

- Son los españoles quienes golpean a nuestra gente hasta hacerlos morir -dijo con<br />

amargura-. Todas las haciendas tabaqueras pertenecen a españoles, menos una o dos.<br />

El rural nos dio los nombres de dos socios, Juan Pereda y Juan Robles, que se habían<br />

enriquecido con el tabaco de Valle Nacional; después vendieron sus propiedades y se<br />

fueron a España a pasar el resto de sus vidas. El nuevo propietario, al reconocer su<br />

hacienda, llegó a una ciénaga en la que encontró centenares de esqueletos humanos. Pereda<br />

y Robles se ahorraban hasta los gastos del entierro de los hombres a quienes habían dejado<br />

morir de hambre y azotes.<br />

Nadie había pensado en arrestar a un propietario por el delito de dejar morir a sus esclavos,<br />

según nos dijo el rural. Mencionó dos excepciones a esta regla: una, el caso de un capataz<br />

que había balaceado a tres esclavos, otra, un caso en que figuraba un norteamericano y en<br />

que intervino el embajador de los Estados Unidos. En el primero, el propietario condenó el<br />

asesinato porque necesitaba a los esclavos, y él mismo procuró la aprehensión del capataz.<br />

Respecto al segundo, me dijo el informante:<br />

- En años pasados, de vez en cuando era arrestado algún vagabundo norteamericano para<br />

enviarlo aquí; pero las molestias que causó este norteamericano en particular hicieron que<br />

se prescindiera por completo de los trabajadores de esa nacionalidad. Ese norteamericano<br />

fue enviado a San Cristóbal la finca de Cándido Fernández, donde existía la costumbre de<br />

matar un venado cada dos semanas para proporcionar carne a la familia del hacendado y a<br />

los capataces; lo único que quedaba para los esclavos era la cabeza y las vísceras. Un<br />

domingo, mientras ayudaba a descuartizar un venado, el hambre del esclavo<br />

norteamericano pudo más que él; se apoderó de algunas vísceras y se las comió crudas. Al<br />

día siguiente murió. Pocas semanas después, un esclavo escapado visitó al embajador de los<br />

Estados Unidos en la Ciudad de <strong>México</strong>, le dio el nombre y dirección del norteamericano y

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