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México Bárbaro! - Webgarden

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- Ah, no. Lo llevan a la cárcel -me respondió-. Es la manera más fácil de apoderarse de<br />

ellos. En uno o dos días estará en camino de Valle Nacional. Todos los individuos a<br />

quienes arrestan aquí van a Valle Nacional ... todos, menos los ricos.<br />

- Quisiera saber si esa cuadrilla que vimos anoche irá en el tren de hoy -me dijo mi<br />

compañero De Lara, camino de la estación.<br />

No estuvo en duda mucho tiempo. Apenas nos hubimos sentado, vimos a los diez esclavos<br />

y a sus guardianes, los rurales, desfilando hasta el coche de segunda clase que estaba junto<br />

al nuestro; tres de los prisioneros iban bien vestidos y sus fisonomías denotaban<br />

inteligencia poco común; dos de los primeros eran muchachos de buen aspecto, menores de<br />

20 años, uno de los cuales rompió a llorar cuando el tren se puso en marcha lentamente<br />

hacia el temido Valle.<br />

Penetramos en el trópico, en la selva, en la humedad y en el perfume de las tierras bajas que<br />

se conocen como tierra caliente. Bajamos una montaña, después pasamos por el borde de<br />

una profunda cañada, desde donde más abajo vimos plantaciones de café, platanares,<br />

árboles de caucho y caña de azúcar; más tarde llegamos a una región donde llueve todos los<br />

días excepto a mediados del invierno. No hacía calor -verdadero calor, como en Yuma-,<br />

pero los pasajeros sudaban copiosamente.<br />

Miramos a los exilados con curiosidad y en la primera ocasión dirigimos algunas palabras<br />

al jefe de la escolta de rurales. En Tierra Blanca nos detuvimos para cenar. Como los<br />

alimentos que los rurales compraron para sus prisioneros consistían solamente en tortillas y<br />

chile, les compramos algunas cosas más y nos sentamos a verlos comer. Poco a poco<br />

iniciamos y estimulamos la conversación con los desterrados, teniendo cuidado de<br />

conservar al mismo tiempo la buena voluntad de sus guardianes; al cabo de un buen rato ya<br />

sabíamos la historia de cada uno de ellos.<br />

Todos eran de Pachuca, capital del Estado de Hidalgo; a diferencia de la gran mayoría de<br />

los esclavos de Valle Nacional, eran enviados directamente por el jefe político de aquel<br />

distrito. El sistema peculiar de este jefe nos lo explicó dos días más tarde Espiridión<br />

Sánchez, cabo de rurales, en la siguiente forma:<br />

- El jefe político de Pachuca tiene un contrato con Cándido Fernández, propietario de la<br />

plantación de tabaco San Cristóbal la Vega por medio del cual se compromete a entregar<br />

cada año 500 trabajadores sanos y capaces a $50 cada uno. El jefe consigue tarifas<br />

especiales del gobierno en los ferrocarriles; los guardias son pagados por el gobierno, de<br />

modo que el viaje de cuatro días desde Pachuca le cuesta solamente $3.50 por hombre; esto<br />

le deja $46.50. De esta cantidad, tiene que pasarle algo al gobernador de su Estado, Pedro<br />

L. Rodríguez, y algo al jefe político de Tuxtepec; pero aún así, sus ganancias son muy<br />

grandes. ¿Cómo consigue a sus hombres? Los aprehende en la calle y los encierra en la<br />

cárcel. A veces los acusa de algún delito, real o imaginario; pero en ningún caso les

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