México Bárbaro! - Webgarden
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funcionarios y ciudadanos cuyos nombres había mencionado. No expresó objeción alguna<br />
contra el sistema; más bien se vanagloriaba.<br />
- En los últimos seis meses -me dijo el gordo coronel- he trasladado a tres mil yaquis a<br />
razón de quinientos mensuales. Esa es la capacidad de los barcos del gobierno que navegan<br />
entre Guaymas y San Blas, pero confio en que para fin de año aumentará el número. Acabo<br />
de recibir órdenes de traer otros mil quinientos a Yucatán tan rápidamente como pueda. Ah,<br />
sí, debo hacer fortunita antes que este asunto termine, pues hay por lo menos cien mil<br />
yaquis más que trasladar. ¡Cien mil más disponibles! -repitió al oír mi exclamación-. Sí,<br />
cien mil, ni uno menos. Claro es que no todos son yaquis, pero ...<br />
Y el principal delegado del presidente Díaz para la deportación de la gente trabajadora de<br />
Sonora, meciéndose en el puente del barco de carga, me lanzó una sonrisa que era muy<br />
significativa, demasiado, sí, terriblemente significativa.<br />
Capítulo III<br />
En la ruta del exilio<br />
Los yaquis que se dirigen a Yucatán, al llegar al puerto de Guaymas, Son., abordan un<br />
barco de guerra del gobierno hasta el puerto de San BIas. Después de cuatro o cinco días de<br />
travesía, desembarcan y son conducidos a pie a través de una de las sierras más abruptas de<br />
<strong>México</strong>, desde San BIas a Tepic y desde Tepic a San Marcos. Tal vez en línea recta, la<br />
distancia sea de poco más de 160 kilómetros, pero con los rodeos del camino se duplica la<br />
distancia y requiere de quince a veinte días de viaje. Se hace alto en unos campos de<br />
concentración a lo largo de la ruta, así como en las ciudades principales. Durante el camino<br />
se desintegran las familias; esto sucede principalmente en Guaymas, San Marcos,<br />
Guadalajara y la ciudad de <strong>México</strong>. Desde San Marcos, se lleva a estos infortunados por el<br />
Ferrocarril Central Mexicano hasta la ciudad de <strong>México</strong>, y desde ésta por el Ferrocarril<br />
Interoceánico hasta Veracruz. Aquí se les amontona en un barco de carga de la Compañía<br />
Nacional, y al cabo de dos a cinco días desembarcan en Progreso, donde son entregados a<br />
los consignatarios que los esperan.<br />
En el viaje a Yucatán, mi compañero L. Gutiérrez de Lara y yo vimos bandas de<br />
desterrados yaquis; los vimos en los encierros de los cuarteles del ejército en la ciudad de<br />
<strong>México</strong>; nos juntamos con una cuerda de ellos en Veracruz, en fin, navegamos con ellos de<br />
Veracruz a Progreso.<br />
Había 104 amontonados en la sucia bodega de popa del vapor carguero Sinaloa, en el cual<br />
embarcamos. Creíamos que sería dificil encontrar la oportunidad de visitar este antro<br />
infecto; pero afortunadamente nos equivocamos. Los guardias cedieron fácilmente a unas<br />
palabras amistosas, y apenas había iniciado el barco su marcha, mi compañero y yo<br />
estábamos sentados sobre unas cajas en la bodega, junto a un grupo de desterrados reunido