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México Bárbaro! - Webgarden

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cualquier otra en el mundo. El municipio ha gastado grandes sumas en pavimentos, en<br />

parques y en edificios públicos, y por encima de todo eso, no hace mucho tiempo, los reyes<br />

del henequén juntaron fuerte cantidad para mejoras extraordinarias. Mi última tarde en<br />

Yucatán la pasé recorriendo a pie o en coche el opulento barrio residencial de Mérida. Los<br />

norteamericanos podrán creer que no existe nada de arquitectura en esta pétrea península<br />

centroamericana; pero Mérida tiene sus palacios de un millón de dólares, como en Nueva<br />

York, y posee miles de ellos entre magníficos jardines.<br />

¡Maravillosos palacios mexicanos! ¡Maravillosos jardines mexicanos! Un maravilloso<br />

parque de hadas nacido al conjuro de la esclavitud de mayas y de yaquis. Entre los esclavos<br />

de Yucatán hay diez mayas por cada yaqui; pero la historia de los yaquis es la que más<br />

llamó mi atención. Los mayas mueren en su propia tierra, entre su propio pueblo, pero los<br />

yaquis son desterrados; éstos mueren en tierra extraña y mueren más aprisa y solos, lejos de<br />

sus familiares, puesto que todas las familias yaquis enviadas a Yucatán son desintegradas<br />

en el camino: los maridos son separados de las mujeres y los niños arrancados de los<br />

pechos de las madres.<br />

Capítulo II<br />

El exterminio de los yaquis<br />

Mi propósito auténtico al hacer el viaje a Yucatán fue averiguar qué sucedía con los indios<br />

yaquis de Sonora. Junto con miles de norteamericanos que hemos vivido muchos años en<br />

nuestras regiones del Sudoeste y cerca de la frontera de <strong>México</strong>, ya sabía algo de los<br />

suftimientos de los yaquis en su Estado nativo, de los medios que se emplearon para<br />

obligarlos a rebelarse, de la confiscación de sus tierras, de los métodos de exterminio<br />

usados por el ejército, de la voz indignada de los elementos sensatos de Sonora, y<br />

finalmente, de la radical orden del presidente Díaz para que los yaquis fueran deportados.<br />

Sabía que esta orden se estaba cumpliendo y que cientos de familias eran recogidas cada<br />

mes para ser enviadas al exilio; pero, ¿qué suerte les esperaba al final del camino? La<br />

respuesta era siempre vaga, indefinida, nada satisfactoria. Aun los mexicanos mejor<br />

informados de la metrópoli, no podían decirme nada. Después que los desterrados yaquis<br />

embarcaban en el puerto de Veracruz caía el telón tras de ellos. Fui a Yucatán para<br />

presenciar, si era posible, el acto final del drama de la vida del yaqui ... y lo presencié.<br />

Se extermina a los yaquis, y rápidamente. No hay lugar a controversia a este respecto: la<br />

única discusión posible se refiere tan sólo a si los yaquis merecen o no ser exterminados.<br />

Sin duda es cierto que una parte de ellos se ha negado a aceptar el destino que el gobierno<br />

les señaló. Por otra parte, hay quienes afirman que los yaquis valen tanto como cualesquier<br />

otros mexicanos y merecen la misma consideración por parte de sus gobernantes.

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