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México Bárbaro! - Webgarden

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experiencia con los mexicanos, y hemos encontrado que una vez se les alimenta y<br />

recuperan su fuerza, constituyen muy buenos trabajadores.<br />

Tómese nota de esto una vez que se les alimenta y recuperan su fuerza. En efecto, es igual a<br />

decir que los empleadores de mano de obra mexicana, entre los cuales muchos son<br />

estimables amigos norteamericanos de Díaz, tienen a los obreros mexicanos a ración de<br />

hambre crónica de tal manera que en realidad carecen de fuerza para trabajar con eficacia.<br />

Esta es una segunda razón que explica por qué los mexicanos, algunas veces, flojean en el<br />

trabajo. ¡Ah, mexicanos inútiles! ¡Ah, virtuosos norteamericanos!<br />

El empresario norteamericano siente como injuria personal el fanatismo religioso del pobre<br />

mexicano. Es que piensa en las fiestas eclesiásticas que permiten al trabajador algunos días<br />

de descanso extraordinario al mes, cuando está en libertad de tomárselos. En esos días de<br />

fiesta se pierden utilidades: de ahí la angustia del empresario norteamericano; de ahí que<br />

éste adopte con gozo un sistema de trabajo como el que encontramos en Valle Nacional,<br />

donde la vara de bejuco es más poderosa que el sacerdote, donde no hay días de fiesta, ni<br />

domingos, ni días en que el garrote no haga asistir al esclavo a las agotantes faenas del<br />

campo.<br />

- Nos dijeron que aquí la mano de obra era barata -decía una vez un norteamericano en tono<br />

ofendido-. ¿Barata? Naturalmente, tan barata como basura; pero tiene sus inconvenientes.<br />

Este señor esperaba que cada bracero hiciera el mismo trabajo que un norteamericano sano<br />

y que, además, viviera del aire.<br />

Estoy muy lejos de aprobar la influencia de la Iglesia católica en el mexicano. Sin embargo,<br />

debe admitirse que ella alivia su miseria en parte, al permitirle algunos días de fiesta<br />

extraordinarios; alimenta su hambre con bellos espectáculos y con dulce música, que para<br />

el mexicano pobre son imposibles de obtener fuera del templo. Si los gobernantes del país<br />

hubieran sido más inteligentes y hubieran dado al pueblo la más ligera idea de esplendor<br />

fuera de la Iglesia, la influencia del sacerdote habría sido menos intensa de lo que es ahora.<br />

Esas fiestas que el empresario norteamericano considera como un pinchazo en sus costillas<br />

le son, sin embargo, útiles; por lo menos, le sirven de pretexto para pagar tan poco al<br />

jornalero, que en realidad es una extravagancia que éste se tome un día de descanso: son tan<br />

imprevisores que necesito tenerlos muertos de hambre porque de otro modo no trabajarían<br />

nada. Esto se oye decir continuamente a los norteamericanos. Y como ilustración de ello se<br />

relatan muchos virtuosos cuentos.<br />

¡Imprevisor! Sí, el famélico mexicano es impresivor. ¡Gasta su dinero para no morirse de<br />

hambre! Sí, hay casos en que recibe salarios tan muníficos que es capaz de ahorrar un<br />

centavo de vez en cuando, si se lo propone. Y al proponérselo, descubre que la previsión no<br />

le produce nada, pues encuentra que en el momento en que ha logrado reunir unos cuantos

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