México Bárbaro! - Webgarden
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permiso del presidente. Porfirio Díaz respondió: Sí, pero tengan cuidado, porque los<br />
mexicanos tienen tendencias revolucionarias en la sangre. ¡Imaginen a un centenar de<br />
jóvenes desfilando desarmados, considerados como una amenaza para la República, con 5<br />
mil soldados, rurales y policías en la capital!<br />
Sólo si se admite la existencia de este vergonzoso y bien oculto estigma, tras de la aparente<br />
fachada de valor de este hombre, podemos explicar lógicamente actos tan despreciables e<br />
infames como las matanzas de Veracruz y de Orizaba. Fue entonces presa del pánico, como<br />
un hombre extraviado que dispara sobre errabundos fantasmas nocturnos: estaba tan<br />
aterrorizado que la única manera de librarse del miedo era aterrorizar a su vez.<br />
Mano a mano con la crueldad y la cobardía viaja con frecuencia la hipocresía; de las tres,<br />
no es ésta de la que Díaz se halla peor dotado. De modo constante engaña al público con<br />
nuevos fingimientos, farsas y decepciones. Ya se han mencionado las farsas electorales, su<br />
periódica promesa de retirarse de la presidencia, seguida de la concesión, como a desgana,<br />
de permanecer en ella un periodo más, rendido ante la petición general de su pueblo. El<br />
régimen de Díaz empezó con hipocresía: ocupó su puesto mediante una plataforma política<br />
que no tenía intención de cumplir. Fingió que consideraba la doctrina de la no reelección<br />
del presidente y de los gobernadores como de tal importancia que por ella valía la pena<br />
trastornar al país con una revolución; pero tan pronto se atrincheró en el poder, procedió a<br />
reelegirse, así como a sus gobernadores, hasta el Día del Juicio.<br />
Elihu Root se trasladó a <strong>México</strong> para entrevistar al presidente y arreglar algunos asuntos<br />
concernientes a la bahía Magdalena; Díaz tuvo deseos de demostrar a Root que el pueblo<br />
mexicano no estaba tan reducido a la pobreza como lo habían pintado. En consecuencia, el<br />
día anterior a la llegada de Root y por medio de la Secretaría de Gobernación, mandó<br />
distribuir 5 mil pantalones nuevos entre los trabajadores que se veían con más frecuencia en<br />
las calles de la Ciudad de <strong>México</strong>; pero a pesar de las órdenes de que los pantalones se<br />
usaran, la mayoría de ellos fueron cambiados rápidamente por alimentos; de este modo,<br />
quizá el Sr. Root no resultó completamente engañado. Este incidente tan sólo muestra hasta<br />
qué extremos llega la mezquina hipocresía del actual gobernante mexicano.<br />
Díaz es el jefe de los masones en <strong>México</strong>; sin embargo, designa a los obispos y arzobispos<br />
del país. Los matrimonios eclesiásticos no son reconocidos por la ley; sin embargo, Díaz ha<br />
favorecido a la Iglesia hasta el extremo de negarse a promulgar una ley de divorcio, de<br />
manera que en <strong>México</strong> éste no existe, ni segundos casamientos durante la vida de ambos<br />
interesados. Constantemente trata de engañar al pueblo respecto a sus propios designios.<br />
Consolidó bajo el dominio nacional los dos principales sistemas de ferrocarriles, con el<br />
propósito declarado de colocar a éstos en condiciones de ser utilizados por el gobierno, el<br />
mejor modo posible; en tiempo de guerra; pero, en realidad, esa maniobra financiera sirvió<br />
para dar a sus amigos la oportunidad de hacer millones con la especulación de las acciones.<br />
Los engañados de esta clase podrían enumerarse hasta el infinito.