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México Bárbaro! - Webgarden

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muy bien calificarse como criminal, tal como la que se necesita en alguna empresa<br />

explotadora o en un organismo como el Tammany Hall. En idear métodos y procedimientos<br />

para reforzar su poder personal, la inteligencia de Díaz ha llegado a la altura del genio; pero<br />

poco o nada tiene de refinamiento y cultura. A pesar, de su necesidad de tratar con<br />

extranjeros casi a diario, nunca aprendió el inglés ni ninguna otra lengua extranjera. Nunca<br />

lee, excepto recortes de prensa y libros acerca de sí mismo; nunca estudia, excepto el arte<br />

de mantenerse en el poder. No le interesa la música, ni el arte, ni la literatura, ni el teatro, y<br />

la ayuda que presta a estas cosas es insignificante. El teatro en <strong>México</strong> es importado de<br />

España, Italia y Francia; su literatura viene de España y Francia; su arte y su música son<br />

también importados. Hace un siglo florecia el arte en <strong>México</strong>, pero ahora está decadente,<br />

ahogado, lo mismo que su naciente literatura, por las espinas de la tiranía política.<br />

La educación general se halla asombrosamente ausente. Los aduladores de Díaz hablan de<br />

las escuelas que ha establecido; pero el investigador no puede encontrar esas escuelas,<br />

puesto que la mayoría sólo existe en el papel. En la práctica no hay sino escuelas rurales;<br />

pero hay a menudo pueblos con centenares de habitantes que no tienen escuela.<br />

Nominalmente sí hay escuelas en esos pueblos; pero en realidad no las hay, porque los<br />

gobernadores de los diversos Estados prefieren guardar para sí mismos el dinero destinado<br />

a sostenerlas. Mientras yo viajaba por los distritos rurales del Estado de <strong>México</strong>, por<br />

ejemplo, supe que había muchas escuelas que tenían tres años de estar cerradas; el<br />

gobernador, general Fernando González, había dispuesto del dinero destinado a<br />

mantenerlas y explicó a las autoridades locales que lo necesitaba para otros fines. El hecho<br />

de que no existe un sistema adecuado de escuelas públicas quedó demostrado por el más<br />

reciente censo oficial -el de 1900-, que indica que sólo el 16% de la población sabe leer y<br />

escribir. Compárese esto con el Japón, un país con exceso de habitantes, donde el pueblo es<br />

muy pobre y donde las oportunidades para educarse parecerían no ser muy amplias: allí el<br />

98% de los hombres y el 93% de las mujeres saben leer y escribir. La clase de ideales<br />

educativos que sostiene el presidente Díaz se puede ver en las escuelas que funcionan,<br />

donde una de las más importantes materias del plan de estudios es la enseñanza y la<br />

práctica militares.<br />

¿Es Díaz humanitario? Esta pregunta resulta casi superflua, puesto que pocos de sus<br />

admiradores le acreditan este rasgo. Admiten que ha sido severo y áspero, hasta brutal, en<br />

el trato a sus enemigos, mientras que algunos de ellos relatan hechos de la más sanguinaria<br />

crueldad; y los relatan con gusto, sin condenarlos, sino atando esos incidentes como si<br />

fueran tan sólo excusables excentricidades del genio. Las muertes en gran escala que se han<br />

llevado a cabo por órdenes de Díaz; las torturas a que se ha sometido a los prisioneros; la<br />

esclavitud de centenares de miles de personas del pueblo; la escalofriante pobreza que Díaz<br />

puede ver cada vez que sale de su palacio, y que podría aliviar en mucho si quisiera, son<br />

por sí mismas pruebas suficientes de su inhumanidad.

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